Los modos de medición

Ya comenté en una entrada reciente que cuando pulsamos hasta la mitad el disparador de la cámara, esta mide la luz que entra a través del objetivo para calcular una exposición acorde a las condiciones de iluminación existentes. Cómo se realiza esta medición y de qué manera podemos influir en ella es lo que voy a tratar de contaros en este artículo.

The sky is in flames!

Midiendo la luz

La luz que entra en la cámara a través del objetivo llega a una serie de sensores repartidos por todo el encuadre de tal modo que en función de la cantidad de luz que alcance cada uno de ellos y de la importancia que queramos dar a cada zona de la imagen se calculará una determinada exposición mediante la variación de apertura, tiempo y sensibilidad.

Nikon EM (1979)

Como os digo, aunque en las modernas cámaras digitales hay multitud de sensores encargados de medir la luminosidad de la escena (1005 en el caso de la Nikon D300) nosotros vamos a poder dar la misma importancia a todos ellos o bien definir una zona en la que la medición de la luz se tenga más en cuenta que en el resto a través de los modos de medición.

Los tres modo de medición

Para esto que os comentaba antes, en la práctica totalidad de cámaras digitales (no sólo réflex) vamos a contar con tres modos de medición de la luz: matricial, ponderada al centro o puntual; y aunque por lo general la primera de ellas suele ser la más empleada por su flexibilidad, enseguida vamos a ver que las otras dos pueden sernos de mucha utilidad en condiciones de iluminación complicadas o para ciertos tipos de imágenes.

Luces, sombras, siluetas y reflejos (versión en vertical)

En los siguientes párrafos intentaré haceros ver en qué consiste cada uno de los tres modos y acompañar la parrafada con un ejemplo gráfico que os de una idea del tipo de situación en el que nos puede venir bien dicho modo. Vamos con ello:

1. Matricial

Como os decía antes, en la inmensa mayoría de los casos el modo de medición matricial funcionará correctamente y dará como resultado una exposición correcta y ajustada; sobre todo cuando la iluminación de la escena es más o menos uniforme. Algo que podremos comprobar con el histograma que incluye cualquier cámara digital.

Y es que la medición matricial no es más que un promedio de las lecturas de todos los sensores presentes en el encuadre, por lo que en caso de que haya una pequeña zona subexpuesta o sobreexpuesta esto apenas tendrá influencia sobre la exposición de la fotografía.

Sin embargo, en caso de que el resultado no sea el esperado (la fotografía ha quedado más clara o más oscura de lo deseado) podremos ajustarla a nuestro gusto con la compensación de exposición volviendo a realizar el disparo a continuación. En cualquier caso, para situaciones en las que queramos afinar más (o escenas en las que haya zonas con niveles de iluminación muy dispares) es por lo que existen los dos modos que vamos a ver después.

En el ejemplo que tenéis a continuación podréis ver que aunque las palmeras están ligeramente subexpuestas (más oscuras de lo deseado) debido al contraluz reinante, la cámara ha calculado una exposición tal que el cielo no se ha quemado y el degradado que busca el horizonte ha quedado con unos tonos muy naturales.

Atardecer en Oropesa

2. Ponderada al centro

El modo ponderado al centro tiene una utilidad fundamental: los retratos. En ese tipo de imágenes lo que buscamos es dar protagonismo a la persona que aparece en el centro de la imagen tratando de que el espectador se olvide de todo lo demás. Por tanto, la medición ponderada al centro lo que hace es dar más importancia a la zona media del encuadre, influyendo menos en el cálculo de la exposición la luz que haya en la parte más externa.

En el ejemplo que acompaña a este apartado podéis ver un caso típico de retrato en el que usar la medición ponderada al centro de tal modo que el rostro de la persona quede correctamente expuesto sin importar demasiado si el fondo queda algo más claro o más oscuro de lo deseado. Al fin y al cabo de lo que se trata es de «aislar» el primer plano del fondo de la imagen.

Apmomp (retrato vertical)

3. Puntual

La medición puntual tiene en cuenta solamente una pequeña zona de la imagen (en el centro del encuadre o en el punto de enfoque seleccionado) para realizar el cálculo de la exposición. Se suele emplear en fotografías en las que es importante destacar un detalle para que el espectador se centre fundamentalmente en él, de tal modo que los amantes del macro recurren a él con frecuencia.

Se trata de un modo que también se emplea a veces en los retratos; pero normalmente para primerísimos planos en los que lo que ha de quedar correctamente expuesto (y enfocado) son los ojos de la persona a la que estamos fotografiando.

En las flores que ilustran este apartado medí la luz sobre los pétalos de la que está perfectamente enfocada; pues aunque la iluminación de las tres flores era bastante uniforme, no quería que el fondo oscuro provocara una sobreexposición y, por tanto, un quemado irremediable de los pétalos blancos.

Días floridos II

Conclusión

Como señalé anteriormente, lo más habitual a la hora de hacer fotografías es emplear el modo de medición matricial, pues los avances de la electrónica presentes en las cámaras actuales hacen que esta calcule casi siempre una exposición correcta. En caso de que la fotografía resultante sea más clara o más oscura de lo que teníamos previsto jugaremos con la compensación de exposición para acercarnos al resultado deseado.

Sin embargo, para ciertas escenas en las que hay zonas de luces y sombras muy marcadas en el encuadre, a la hora de hacer retratos o si nos enfrentamos a trabajos en macro, los modos de medición ponderada al centro y puntual nos pueden venir muy bien para atinar con la exposición en la primera toma.

20090809-DSC_0244

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Un ejemplo práctico sobre el uso del flash de relleno

Pese a que lo del empleo del flash para evitar sombras y contraluces es algo que ya os comenté hace tiempo, me gustaría hoy retomar el tema porque considero que es algo útil e interesante al mismo tiempo. Hay quien cree que el flash sólo tiene utilidad cuando no tenemos luz ambiental, pero en realidad incluso a pleno sol podemos sacarle mucho partido.

Amanecer en la playa

Midiendo la luz

Cuando pulsamos el disparador hasta la mitad, la cámara mide la luz en el encuadre y ajusta la exposición en consecuencia para captar una fotografía que guarde cierto equilibrio entre las zonas más brillantes y más oscuras de la misma. Esta medición se realiza muestreando en un determinado número de puntos la imagen que entra a través del objetivo y dando más importancia a unos puntos u otros en función del modo de medición elegido (éste es un tema del que trataré dentro de poco en un artículo específico).

En el caso concreto que hoy nos ocupa (contraluz y medición matricial) vamos a ver que la cámara expone para no quemar las zonas más brillantes dando lugar a que las zonas en sombras queden casi completamente negras. Hay que tener presente que si una escena excede el rango dinámico que puede abarcar nuestra cámara no nos quedará más remedio que sacrificar las zonas más brillantes o más oscuras porque los dos extremos no los vamos a poder abarcar en la misma toma (a no ser que hagamos un HDR; pero eso es otra historia).

Carreteras

Puesto que por el modo de funcionamiento de los sensores digitales estos tienden a saturarse antes que la clásica película analógica en carrete, las cámaras actuales tienden a ser conservadoras en lo que a exposición se refiere y «en caso de duda» prefieren subexponer antes que sobreexponer. Es decir, que en caso de mezcla de zonas brillantes y oscuras, por defecto se tenderá a una cierta subexposición que evite la pérdida de datos en las zonas más claras.

Un ejemplo práctico

En la siguiente imagen podréis ver de un vistazo cómo la cámara ha expuesto la fotografía de tal modo que, efectivamente, el cielo no se ha quemado pero el sujeto principal es poco más que una silueta en medio del encuadre.

¿Que podemos hacer para solucionar esto? Pues o bien medimos de forma puntual sobre el sujeto que queremos retratar o bien mantenemos la medición matricial pero compensamos la exposición de forma positiva para aclarar en general toda la imagen. En ambos casos el cielo quedará irremediablemente quemado porque su luminosidad es mucho mayor que la del sujeto principal y si exponemos en base a él el cielo se abrasará; pero es que ya os dije antes que en estas circunstancias no nos queda más remedio que sacrificar por uno de los dos lados del histograma.

Llegados a este punto me gustaría recordaros que al final la luz es lo más importante a la hora de hacer una fotografía y que de ella va a depender el 99% del resultado final que obtengamos.

La solución más sencilla

Sin embargo, hay otra solución que nos va a permitir obtener una exposición correcta sin sacrificar nada: iluminar el sujeto principal de tal modo que la diferencia de luminosidad entre él y el fondo no sea tan grande; y para ello nada mejor que emplear un flash forzándolo a saltar pese a haber iluminación ambiental suficiente mediante la función llamada «flash de relleno».

De hecho, a continuación tenéis el resultado de emplear el sencillo flash integrado que posee mi D300 y que ha logrado que el cielo no esté quemado y al mismo tiempo que mi hermana sea algo más que una silueta recortada sobre el cielo de Oropesa.

La traviesa funambulista

La diferencia es que ahora gracias al «flashazo» el primer plano y el fondo tienen una luminosidad similar, por lo que el rango dinámico de la cámara puede captar perfectamente todos los detalles sin dar lugar en la imagen zonas quemadas o completamente negras. Es decir, que hemos reducido la diferencia de luminosidad entre las zonas más brillantes y más oscuras de la escena a capturar.

No hace falta que os diga (aunque ya lo comenté en su momento) que con el minúsculo flash de una compacta no vais a poder iluminar el Empire State Building; pero para personas u objetos situados a un par de metros como mucho puede ser un recurso más que suficiente para salvar una foto que de otro modo desecharíamos sin ningún tipo de miramiento.

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Fotografía estática vs dinámica

Muchos sabréis que, por lo general, en mis fotografías priman la nitidez y los colores; ya que a la hora de retratar las cosas tiendo más a jugar con los desenfoques que con el movimiento.

Buen tiempo

Sin embargo vamos a ver que al final todo es una cuestión de manías y preferencias, pues un mismo motivo (como el gallo que me va a ayudar a ilustrar esta entrada) puede dar lugar a dos tipos de composiciones muy diferentes.

Estática

Para realizar una fotografía en la que la nota predominante sea la nitidez (que es lo que yo suelo buscar) debemos de conseguir un tiempo de exposición lo más bajo posible si el sujeto tiene algún tipo de movimiento o mantener la cámara lo más quieta posible si estamos fotografiando un paisaje (para esto último es recomendable el empleo de un trípode).

Si la luz disponible es abundante podemos disparar a una apertura intermedia para así obtener mayor profundidad de campo y que todo el sujeto aparezca enfocado; pero si no es así tendremos que usar una apertura mayor y/o una sensibilidad ISO más elevada, ya que en fotografía la exposición siempre depende de esos tres factores: apertura, tiempo y sensibilidad.

Colores

Dinámica

Si lo que buscamos es cierto dinamismo en la composición lo que debemos de hacer es justo lo contrario que en el caso anterior: mantener un tiempo de exposición elevado de tal modo que cualquier movimiento del sujeto retratado se convierta en un «borrón» en nuestra fotografía. Para lograr esto tendremos que emplear una apertura pequeña, la sensibilidad ISO más baja posible o incluso un filtro de densidad neutra en casos de luminosidad ambiental muy alta.

Reverencia

Dos formas de ver el mundo a través de la fotografía

Como veis, al final tenemos dos imágenes en las que se muestra el mismo motivo; sólo que la primera busca acentuar la forma y los colores del mismo y en la segunda se pretende transmitir la sensación de movimiento.

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Cambiar de cámara no es tan necesario como parece

Muchas veces, casi sin querer, nos vemos arrastrados por ese impulso consumista que nos lleva a renovar la tecnología que nos rodea cada dos por tres incluso sin una necesidad real de ello.

No digo que tener hoy en día una TV en blanco y negro en el salón o un Nokia 3110 en el bolsillo sea un ejercicio de practicidad; pero sí que es verdad que en ocasiones nos dejamos influenciar demasiado por la publicidad y tendemos a renovar cosas que funcionan perfectamente (y que conste que yo soy el primero que entona el mea culpa por esto).

Azul turquesa

Pero bueno, en lo que respecta a la fotografía (que es a lo que me quiero referir en este artículo) el caso es si cabe más flagrante, ya que al fin y al cabo una cámara sirve para hacer fotografías; ni más ni menos. Cierto es que en determinado momento yo renové mi Nikon D40 por una D300 pese a que la primera sigue haciendo unas fotos estupendas, pero aquello fue algo que consideré necesario siguiendo la pauta que ahora os comentaré.

La pregunta clave que uno ha de hacerse a la hora de comprar una nueva cámara es: ¿Qué voy a poder hacer con esta cámara que no me permita la que he estado usando hasta ahora?

Si la respuesta no es clara, entonces tal vez la compra responda más a un capricho que a una necesidad fotográfica real.

Olympus E-PL1 y Nikon D300

En mi caso, hace un par de años me decidí por una D300 por dos requisitos que no cumplía mi querida D40: compatibilidad total con objetivos antiguos y fiabilidad a la hora de usar la cámara bajo condiciones meterorológicas adversas. En lo que a las prestaciones de la cámara se refiere la verdad es que la D40 sigue haciendo una labor estupenda y, por lo general, a la hora de hacer fotos entran antes en juego mis propias limitaciones que las de la propia cámara. De hecho, hasta la llegada de la Olympus EPL-1 la D40 era mi compañera de viaje cuando iba a Madrid a pasar el fin de semana y quería ir «ligero de equipaje».

Del mismo modo podéis plantearos el asunto del siguiente modo: una cámara que hace buenas fotos el día que la estrenas las seguirá haciendo durante toda su vida útil. Es decir, que si dentro de 10 años mi D300 sigue funcionando, seguirá capturando atardeceres o días de lluvia exactamente igual que lo hace ahora; por lo que a no ser que Nikon presente una tecnología absolutamente nueva y revolucionaria difícilmente cambiaré mi D300 por otra réflex.

Cierto es que podría plantearme el salto al formato Full Frame; pero a día de hoy los inconvenientes que esto presenta me parecen lo suficientemente importantes como para pensar en acometer un cambio tan radical. Al fin y al cabo la fotografía es sólo un hobby para mí y no tengo ganas de dejarme unas cuantas nóminas en renovar la mayoría de mis objetivos y machacarme la espalda cargando con todo el equipo.

Nikon 55-200 f/4-5.6 VR vs Nikon 80-200 f/2.8

En definitiva, si la nueva cámara os ofrece cosas que necesitáis/queréis por causas de fuerza mayor y no tiene vuestra máquina actual, entonces adelante con la compra porque seguro que quedáis contentos con el cambio. Sin embargo, si al final sólo vais a ganar en megapixels (os recuerdo que es la característica menos importante en una cámara), velocidad de disparo en ráfaga y un mayor valor de sensibilidad ISO seguramente al cabo de unas semanas puede que os empecéis a plantear si no hubiera sido mejor continuar con la misma cámara y haber invertido el dinero en alguna óptica nueva que os ofrezca nuevas posibilidades creativas.

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Las fotos no las hace la cámara

Hay una frase que a todos los amantes de la fotografía nos saca de quicio: «Claro, con esa pedazo de cámara no me extraña que te salgan tan bien las fotos».

Gaviotas

A todo el que tenga esa idea en la cabeza me gustaría decirle que una réflex tiene tal cantidad de controles y parámetros configurables que durante las primeras semanas de uso no es nada fácil conseguir alguna foto medianamente decente y que para ir mejorando progresivamente hay que practicar mucho. Además, para sacarle todo el partido a la cámara después de la sesión de disparos toca pasarse un buen rato en el ordenador revelando los RAWs; algo que también implica saber emplear un software de cierta complejidad.

Está claro que una cámara que quintuplica en peso, volumen y precio a una compacta tiene que tener «algo» que la haga merecer la pena; porque si no fuera así nadie cargaría con un mochilón a la espalda hasta lo alto de una montaña para hacer una foto del atardecer.

Vista desde el castillo de Vilafamés

Como os digo, si a una persona acostumbrada a usar una compacta en modo automático le pones una réflex de gama alta en las manos es casi seguro que se sentirá tan perdida ante la profusión de botones y ruletas que no sepa muy bien por dónde empezar e incluso no tenga muy claro cómo sujetarla.

Además, debido al tamaño de sensor de las cámaras réflex, la PDC de las fotografías resultantes es menor que en el caso de una compacta; de modo que esta va a ser menos tolerante con los fallos de enfoque, ya que en las compactas podemos enfocar un poco más cerca o más lejos del motivo principal y éste aparecerá igualmente nítido mientras que en una réflex empleando la misma apertura el motivo aparecerá ligeramente desenfocado.

Sólo envases de vidrio

Pero vamos, que al margen de detalles concretos, lo que quería comentar a grandes rasgos es que una cámara réflex no hace ni mucho menos sola las fotos y que si se le quiere exprimir a tope hay que practicar durante mucho tiempo para conocer sus limitaciones y tener una cierta soltura en teoría fotográfica. Si no es así, la diferencia entre las imágenes captadas con una cámara compacta y una réflex no serán tan grandes como para justificar la diferencia en peso y precio.

Recordad que al final el que elige los parámetros, encuadra y pulsa el disparador es el fotógrafo y no la cámara.

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Diagonales

Las diagonales son un recurso muy empleado en fotografía porque estamos acostumbrados a ver un mundo en el que el horizonte siempre es plano y los edificios (salvo excepciones) buscan la verticalidad.

Apuntando al cielo

Por eso mismo soy tan amigo del plano holandes (o aberrante) ya que siempre causa sorpresa en el espectador y le hace girar la cabeza en busca de la perspectiva perdida. No es un recurso del que convenga abusar porque podemos llegar a resultar repetitivos; pero si hacemos buen uso de ellas vais a ver que las diagonales son algo que hará ganar puntos a nuestras fotografías.

Geometría simple

Los elementos compositivos que tienen una disposición diagonal y ocupan buena parte del encuadre hacen que el espectador no se limite a mirar de frente sin más, sino que éste buscará el principio y el final de esa línea que ha captado su atención; sobre todo si lo combinamos con aquello que decíamos sobre la simplicidad. Si logramos eso nuestra fotografía habrá ganado puntos, pues no siempre es fácil hacer que alguien se detenga a mirarla.

Lince

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Punto de fuga

Si, como yo, habéis dado dibujo técnico en el instituto sabréis lo que es un punto de fuga; pero si no es así, os lo mostraré con una imagen.

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

El punto de fuga es el lugar en el que convergen todas las líneas rectas de la imagen por efecto de la perspectiva. Puede ser un punto que se adivina en la lejanía del plano hacia el que mira el espectador (como en la imagen anterior) o bien un punto que no llegamos a ver porque la perspectiva hace que las lineas converjan en un lugar fuera de plano.

La utilidad del punto de fuga es dirigir la vista del espectador, ya que en una composición en la que abunden las líneas rectas paralelas entre si nuestra mirada tenderá a seguirlas hasta dar con el lugar donde conducen todas ellas, por lo que debería de ser algo a tener en cuenta a la hora de componer.

Torres blancas

Como os digo, en una composición llena de líneas rectas, el recurso del punto de fuga os resultará de mucha utilidad y logrará que vuestra imagen llame más la atención del que pase delante de ella.

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Simplificar

Simplificar es una de las cosas más importantes en fotografía pero al mismo tiempo una de las más complejas de llevar a cabo.

Punk is back

Simplificar significa eliminar de la imagen todo aquello que pueda distraer la atención del espectador, y para ello tenemos dos opciones: o bien no lo incluimos en el encuadre o bien lo desenfocamos haciendo uso de la profundidad de campo.

¿Qué buscamos con ello? Centrar a la persona que mira la fotografía en lo que realmente queremos mostrarle, ya que si le ponemos delante de los ojos un enjambre de elementos al final lo único que lograremos es que nada de lo que hay en nuestra fotografía le llame la atención. Por tanto, todo lo que no sea esencial para nuestra composición habrá que eliminarlo da algún modo.

Uno contra todos

A mí mismo me cuesta simplificar; pero en esta ocasión hasta la extensión del artículo va acorde con su contenido.

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El momento preciso

Hay gente que ve un amanecer de esos que te dejan pasmado y como no llevan la cámara encima miran el reloj y piensan: «Mañana vengo a la misma hora y hago la foto».

Por supuesto, al día siguiente están allí con puntualidad inglesa y se encuentran con que el sol se ha puesto en huelga y se niega a teñir el cielo de tonos pastel.

¿Qué ha pasado? Muy sencillo: que cada momento es único e irrepetible; y si no lo capturas se marcha para siempre.

El nuevo sol

Conseguir los tonos adecuados en una fotografía requiere estar en el momento preciso y en el lugar adecuado. Y es que, tomando como ejemplo la imagen que tenéis sobre este párrafo, os puedo decir que cinco minutos antes el cielo estaba demasiado oscuro como para que se apreciaran esos tonos naranjas y apenas unos segundos después de pulsar el disparados el sol ya flotaba sobre el horizonte dando lugar a un importante desequilibrio en el rango dinámico de la escena.

Por tanto, el momento exacto de hacer la fotografía era ese y no otro. Y es verdad que mañana el sol saldrá a las 8:05 (un minuto antes que hoy) y que podría acercarme de nuevo al mismo lugar con la misma cámara para tratar de repetir la misma fotografía; pero entonces el cielo tendrá otro color, el mar tendrá otro aspecto y yo mismo tendré otro estado de ánimo que dará lugar a una imagen completamente diferente.

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Compatibilidad del autofocus entre objetivos y cámaras Nikon

Por lo que leo en los comentarios, muchos de vosotros tenéis dudas sobre qué objetivos son compatibles con vuestras réflex Nikon; de modo que he decidido crear esta entrada para tratar de orientaros de un modo sencillo sobre la compatibilidad de objetivos y cámaras de esta marca.

Mis tres primeros objetivos

Aclarar desde el principio que en esta entrada me referiré exclusivamente al tema del enfoque automático en las cámaras réflex Nikon; dejando el tema de la medición automática de la luz y otros aspectos para el futuro. Además, sólo me retrotraeré en el tiempo hasta la época de los objetivos AF, ya que hablar de los AI-S y AI puede hacer que os liéis para nada, ya que si os acabáis de comprar vuestra primera réflex no creo que os vayáis a poner a comprar objetivos manuales de los años 60.

· Cámaras sin motor de enfoque en el cuerpo

Todas aquellas cámaras Nikon que no dispongan de un saliente en forma de «destornillador» en la bayoneta donde se montan los objetivos carecen de motor de enfoque y, por tanto, necesitaremos ópticas que lo incorporen por si mismas (esta idea la estrenó la D40 de cara a realizar un cuerpo más pequeño, ligero y barato).

En estas cámaras tendrán plena funcionalidad los objetivos en cuyo nombre aparezcan las siglas AF-S o AF-I (estos últimos son extremadamente raros de ver).

Nikon D40 + Nikkor 50mm 1.8D

Podéis montar objetivos sin motor de enfoque (ahí arriba tenéis mi D40 con un Nikkor AF 50mm f/1.8D montado) pero tendréis que enfocarlos manualmente; algo que no siempre es práctico o sencillo.

El listado de cámaras que, a día de hoy, no incluyen motor de enfoque es el siguiente:

D40, D40x, D60, D3000, D3100, D5000, D5100

· Cámaras con motor de enfoque en el cuerpo

Apéndice metálico que permite enfocar automáticamente objetivos de tipo AF

El resto de réflex digitales Nikon sí incluyen motor de enfoque en su cuerpo (la fotografía anterior es de la montura de mi D300) por lo que además de los objetivos de tipo AF-S también enfocarán automáticamente todos los de tipo AF, que son precisamente los que emplean el «destornillador» al que me refería antes.

Otras cosas a tener en cuenta

Por descontado, los objetivos de enfoque manual no enfocarán automáticamente en ninguna cámara tenga o no motor de enfoque, ya que son anteriores a la aparición de dicho sistema. Recordemos que hasta la popularización del autofocus a medidados de los 80 el fotógrafo siempre tenía que enfocar a mano.

Baldo

Me gustaría añadir que desde hace tiempo las segundas marcas de objetivos también se han subido al carro de la inclusión de motores de enfoque en el cuerpo, distinguiéndose estos por la inclusión de las siglas HSM en el caso de Sigma.

Tokina y Tamron no suelen incluir este aspecto en las denominaciones de sus objetivos (hace años Tamron solía añadir BIM; iniciales de Build In Motor, pero parece que ha dejado de hacerlo) por lo que si nuestra cámara no posee motor de enfoque lo mejor es preguntar al vendedor sobre este aspecto antes de comprar para asegurarnos de que no nos estamos llevando un modelo antiguo que no enfocará automáticamente en nuestra cámara.

En cualquier caso, si os interesa el tema, os recomiendo echar un vistazo a la entrada (de hace tiempo ya) titulada Diferencias fundamentales entre objetivos Nikon AF y AF-S.

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La distancia focal como elemento compositivo

Si bien el tema de la distancia focal y su relación con la perspectiva es algo que ya vimos por aquí hace unos cuantos meses, hoy me gustaría volver a abordar el tema pero esta vez desde un punto de vista más artístico y menos técnico; y es que las distancias focales son un aspecto muchas veces dejado de lado a la hora de componer una fotografía porque hay gente que tiende a pensar que el zoom sólo sirve para acercarse a las cosas cuando en realidad no es así.

La focal empleada va a cambiar la perspectiva e incluso el significado de una fotografía si sabemos hacer buen uso de este parámetro, de modo que debemos de darle su justa importancia porque se trata de una poderosa herramienta para expresarnos.

A primera hora

Para empezar vamos a repasar (aun a riesgo de repetirme un poco con respecto a la entrada que os enlazaba en el primer párrafo) cómo varía la perspectiva en función de la distancia focal empleada partiendo de otra premisa muy básica: hay que tratar de llenar el encuadre.

LLENANDO EL ENCUADRE

Sí, llenar el encuadre con el motivo principal de nuestra fotografía es importante para que una foto «diga algo» pero, ¿cómo llenarlo? Podemos usar una misma focal y movernos con nuestros pies (lo que yo suelo llamar «pedestrian zoom») o bien podemos emplear el zoom óptico de nuestra cámara o las distintas focales de las que dispongamos en caso de una cámara réflex.

Sin embargo, optar por una u otra opción es más importante de lo que parece porque tiene una influencia total en el aspecto de la fotografía y la relación entre sus planos. Vamos a verlo a través de cuatro imágenes parecidas pero en realidad muy diferentes:

Oropesa del Mar

Angular (16 mm f/8)

Oropesa del Mar

Normal en formato DX (35 mm f/8)

Oropesa del Mar

Teleobjetivo corto (85 mm f/8)

Oropesa del Mar

Teleobjetivo (200 mm f/8)

En las cuatro fotografías anteriores he tratado de mantener más o menos fijo el encuadre del objeto en primer plano alejándome de él a medida que aumentaba la distancia focal. Como podéis apreciar, si empleamos una distancia focal corta (objetivo angular) los planos parecen muy lejanos entre si; mientras que si empleamos una focal larga (teleobjetivo) el fondo y el primer plano parecen acercarse entre si.

Más allá de una mera cuestión estética, vamos a ver que esto tiene implicaciones directas en lo que queramos expresar con nuestras fotografías.

ANGULARES

Un objetivo angular no sirve para que entren más cosas en la foto como mucha gente cree. De hecho, la gracia del angular es que si nos acercamos mucho al motivo principal de la fotografía y sabemos jugar con la perspectiva le daremos un contexto que en muchas ocasiones es lo más importante de una imagen. Os lo explicaré con una fotografía de ejemplo que hice recientemente.

Vertederos improvisados

Si hubiera fotografiado esa caja sin más, la imagen carecería de todo sentido. El espectador sólo vería un cajón de madera que en su momento contendría algún electrodoméstico de la marca Siemens, pero no diría nada más. Sin embargo, al emplear una distancia focal pequeña y acercarme mucho a ella, puedo hacer que la caja ocupe buena parte del encuadre y al mismo tiempo sacar todo el material que la rodea y que conforma una auténtica escombrera ilegal en medio del campo; que es precisamente lo que pretendía mostrar en esta imagen.

Tampoco sirve usar el angular desde lejos para así poder meterlo todo en la imagen sin ningún elemento ocupando la mayor parte del encuadre; porque precisamente el protagonismo de esa caja de Siemens es lo que le da a la imagen un toque distintivo. Recordad que con un angular la PDC es muy grande y los elementos de la imagen aparecerán nítidos en ella estén en el plano que estén, por lo que el único modo de destacar uno es haciendo que aparezca con un gran tamaño respecto a los demás.

Os dejo a continuación otros ejemplos similares en los que el uso de un angular mete al elemento principal de la imagen en un contexto que es el que da sentido a la fotografía.

¡Todos a una!

Días de verano

No parking here

TELEOBJETIVOS

Por su parte, un teleobjetivo consigue justo el efecto contrario, ya que tiende a aislar el motivo principal gracias a su estrecha profundidad de campo y, por tanto, el desenfoque del resto de planos que conforman la imagen.

En esta ocasión voy a recurrir a una fotografía que hice hace más de un año para ejemplificar este «aislamiento» que os digo.

Miradas (II)

Como véis, pese a la gran cantidad de elementos que aparecen en la fotografía, al final nuestra mirada se dirige en primera instancia al hombre que hay en primer plano y a continuación a la mujer que lo mira a él y que empieza a aparecer ligeramente desenfocada. Todo lo demás (personas, puestos, banderas…) que ese día había en la calle aparece completamente difuminado y nos permite centrar nuestra atención sobre el motivo principal de la imagen.

A continuación os dejo con un trío de fotografías en las que los desenfoques de los fondos nos permiten olvidarnos de ellos para centrar nuestra mirada en el motivo principal.

Las palomas de Madrid

Bendición de San Antón 2011

El explorador

RESUMIENDO

Como habéis podido ver, lo que siempre os digo de que hay que llenar el encuadre para conseguir una fotografía visualmente atractiva es importante; pero igual de importante es elegir bien la focal con la que vamos a disparar esa fotografía, ya que esa decisión cambiará por completo el significado de la imagen.

¿Queréis situar al sujeto principal de modo que la imagen cuente una historia? Usad un angular.

¿Queréis expresar una cierta sensación de soledad o aislar algo en un encuadre lleno de elementos? Usad un teleobjetivo.

Concentración de clásicos en Oropesa del Mar

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La fotografía como visión personal del mundo

Hay una cosa que siempre he tenido muy clara: Si ponéis frente una misma escena a media docena de fotógrafos obtendréis seis imágenes totalmente diferentes.

Tour de force

Eso es, para mí, lo más especial de la fotografía, ya que permite a cada uno de nosotros mostrar el mundo desde su particular punto de vista sacando a relucir de algún modo sus inquietudes, obsesiones, fobias y filias; que son las que en realidad hacen que ciertos detalles nos llamen la atención o nos pasen completamente desapercibidos.

En mi caso particular, los edificios abandonados, las calles desiertas, la soledad o los efectos del paso del tiempo son elementos habituales en mis imágenes; pero estoy seguro de que si hubiera alguien a mi lado con su propia cámara, en sus fotografías hubiera captado otros detalles y/o perspectivas que le darían a las imágenes una connotación muy diferente pese a plasmar en ellas el mismo motivo principal.

Horizontes

Por supuesto, en las fotografías también se muestran los estados de ánimo de aquellos que estamos detrás de la cámara; ya que nuestra capacidad de percibir lo que nos rodea viene condicionado por cómo nos encontremos ese día. Y es que, como dijo Ortega y Gasset, «yo soy yo y mis circunstancias»; porque no es lo mismo coger la cámara un soleado domingo de primavera que un lunes a última hora de la tarde después de un duro día de trabajo.

El sol se marcha

Por tanto, es cada uno en su fuero interno quien ha de decidir cuáles son sus mejores imágenes. Está claro que las críticas de los demás son importantes porque siempre nos van a ayudar a mejorar tanto a nivel técnico como compositivo; pero al final has de ser tú mismo quien encuentre su estilo personal y las temáticas en las que se encuentre más a gusto. vamos, que como suelo decir siempre: lo importante es que te guste a ti.

Algo que parece sencillo; pero que consiste básicamente en practicar todo lo posible para, casi de forma automática, ir encontrando nuestro mejor registro.

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Review: Olympus E-PL1

Al final no pude resistirme a la tentación que suponen las cámaras EVIL (prometen calidad de réflex en cuerpo de compacta) y para adentrarme en ese mundillo me he hecho con una Olympus E-PL1; que es uno de los últimos modelos de la familia PEN de la que también hablé en su momento.

Olympus E-PL1

Aunque es verdad que antaño solía redactar unas reviews kilométricas sobre cámaras y objetivos; de un tiempo a esta parte noto que he llegado a un punto en el que prefiero comentar aspectos muy generales, comentar algunos detalles que me hayan llamado la atención (para bien o para mal) y, por último, ilustrar el artículo con un buen puñado de imágenes, ya que al final es lo que mejor puede dar una idea de lo que podemos conseguir con determinado equipo.

Vamos pues con el análisis de esta cámara llegada a mis manos hace un par de semanas y con la que ya he disparado casi un millar de imágenes.

Kit básico

Aunque junto con la cámara me regalaron una tarjeta SD de 4GB, una funda y un pequeño trípode tipo «gorila»; en lo esencial el kit se compone del cuerpo de la cámara y el objetivo M.Zuiko Digital ED 14-42mm f/3.5-5.6 L

Ambos elementos llaman la atención por su pequeño tamaño (especialmente el objetivo; aunque tiene truco, ya que se repliega sobre si mismo) si estamos acostumbrados a manejar cámaras réflex aunque sean de gama baja. A continuación os dejo con unas imágenes en las que comparo el tamaño de la E-PL1 con las tres cámaras que suelo emplear.

Olympus E-PL1 y Nikon D300

Olympus E-PL1 y Ricoh R10

Olympus E-PL1 y Nikon D40

Como veis, por su tamaño la Olympus tiene más que ver con una cámara compacta que con una réflex; si bien en su interior tiene un sensor que cumple con la especificación micro cuatro tercios (m4/3) que implica un factor de recorte de 2x con respecto a una cámara full frame. Eso sí, si bien en las compactas el objetivo suele retraerse en el interior, en el caso de las EVIL éste siempre va a sobresalir algo por llevar el sistema de ópticas intercambiables mediante bayoneta. Quiere esto decir que no es una cámara para llevar en el bolsillo trasero de un vaquero; siendo más cómodo llevarla en el bolsillo de una chaqueta amplia, en algún tipo de bolso o directamente en la mano.

Olympus E-PL1

Cosas a tener en cuenta

1. La E-PL1 no lleva ruletas de control como las cámaras réflex, por lo que los cambios de ajustes no son tan rápidos como en el caso de estas. De hecho, el sistema de control de la Olympus es más parecido al de una compacta que al de una réflex como tal.

2. No hay visor óptico; de modo que tendremos que emplear la pantalla para todo.

Olympus E-PL1

3. Por lo dicho en el punto anterior la autonomía palidece en comparación con cualquier réflex. Lo normal es que haciendo unas 250 fotos sin flash la batería empiece a pedir con urgencia una recarga.

4. El objetivo del kit es… un objetivo de kit. Parece una perogrulada; pero lo que quiero decir es que no abarca ninguna focal «extrema» (equivale a un 28-84 en formato full frame) ni tiene una apertura demasiado amplia. Por tanto, se trata de una óptica adecuada para paisajes generales y cosas así. Si necesitáis cosas más extremas tendréis que buscar ópticas aparte compatibles con el sistema m4/3. Eso sí, por los resultados obtenidos, el objetivo parece mejor de lo que en realidad es debido a que la propia cámara corrige por software los defectos ópticos como la distorsión, el viñeteo o las aberraciones cromáticas como lo haría Lightroom 3.

Olympus E-PL1

5. La correa de cuello que trae me parece «demasiado» para el tamaño de cámara que es. Yo os recomiendo colocar una correa de muñeca para llevarla por la calle.

6. Tenemos modos de disparo manuales, semiautomáticos y totalmente automáticos. A mí me gusta disparar en prioridad a la apertura (modo A) pero tened en cuenta lo que os decía antes de que se tarda un poco en cambiar los parámetros con respecto a una cámara réflex.

7. El menú parece muy simple; pero si activáis una opción que anda un poco escondida, veréis todas las posibilidades de configuración que tiene esta pequeña cámara. Os recomiendo un buen vistazo al manual antes de empezar a toquetear todo eso.

Peces de mil colores

8. La pantalla no se ve demasiado bien en exteriores cuando hay mucha luminosidad (la de mi D300 se ve bastante mejor). Digo esto porque «en directo» os parecerá que las fotos están oscuras; pero al llegar a casa veréis que, en general, la cámara expone bastante bien incluso en condiciones algo complicadas. Podéis usar el histograma para verificar la exposición en exteriores.

9. Una de las cosas que más me gusta de la E-PL1 es la buena gestión del ruido a ISOS altos. Podemos emplear hasta ISO 3200; pero en general os recomiendo no pasar de 1600. Eso sí, disparando en JPG veréis que incluso a ese nivel de ISO la imagen apenas muestra ruido.

Oropesa al anochecer

10. Acostumbrado al balance de blancos de las cámaras réflex de Nikon veo que la Olympus tiende a anaranjar la escena en días nublados. Si disparamos en RAW (la cámara ofrece esta posibilidad) podemos modificar esto en el ordenador; aunque dado que la cámara saca unos JPGs bien expuestos y bastante nítidos casi veo más recomendable pasar del formato RAW y emplear el JPG. Cierto es que en mi D300 y mi D40 siempre disparo en RAW, pero en la E-PL1 lo estoy haciendo exclusivamente en JPG.

11. Al poseer un sensor de menor tamaño que una réflex (recordemos que emplea un factor de recorte de 2x frente al 1,6x y 1,5x de las cámaras más habituales de Canon, Nikon o Sony) la profundidad de campo resultante es mayor, lo que unido a la escasa apertura máxima del objetivo que trae la cámara no la hacen recomendable para fotografías en las que los desenfoques sean el argumento principal de la imagen. Sin embargo, para paisajes es una cámara que puede jugar un buen papel.

Olympus E-PL1

12. Se pueden emplear objetivos de cámaras réflex de diversas marcas (hay adaptadores para ópticas Nikon, Canon, Leica, Sony…) pero perderemos el enfoque automático y una de las principales razones de la existencia de las cámaras EVIL: el menor tamaño y peso de sus ópticas.

13. Además de los consabidos modos de escenas predefinidas contamos con seis modos creativos del que mi favorito es uno que simula un tilt-shift. Os dejo con un par de ejemplos de ese modo que os digo así como de algún otro.

Fake tilt-shift

Fake tilt-shift

Efecto estopenoico

My feet

14. El enfoque se realiza por contraste (como en las compactas) por lo que es considerablemente más lento que en una cámara réflex. No es la mejor cámara para seguir águilas en vuelo o guepardos por la sabana.

15. Por el momento no hay demasiadas ópticas disponibles para el formato m4/3. Seguramente más fabricantes se irán incorporando al carro de esta nueva tecnología; pero de momento son Olympus y Panasonic las que tienen más objetivos disponibles, si bien la oferta sigue siendo escasa en comparación con sistemas más asentados en el mercado.

16. Tanto el cuerpo como el objetivo tienen una calidad de construcción correcta. Es plástico sólido y el ajuste de las piezas es bueno; pero realmente parece una cámara de juguete si estamos acostumbrados al tacto sólido de una D300 y un objetivo como el 80-200 f/2.8. Una comparación más justa podría ser con la D40 y su habitual 18-55; sacando en este caso también ventaja la cámara de Nikon si bien con menos diferencia. Eso sí, no me arriesgaría a ponerme a hacer fotos en medio de una tormenta, pues estoy seguro de que entraría agua en su interior y la cámara tendría los días contados.

17. La E-PL1 posee un buen rango dinámico, ya que incluso en escenas con cierto contraste conserva bien el tipo impidiendo la aparición de amplias zonas empastadas y/o quemadas en la imagen.

Las caprichosas formas de las nubes

Conclusiones

Ya os adelanto que no se me pasa por la cabeza ni por un segundo renunciar a mi D300 a la hora de ir expresamente a hacer fotos. La E-PL1 no ha venido a sustituirla sino a complementarla; y es que si me voy de viaje un fin de semana no quiero renunciar a hacer algunas fotos, pero tampoco quiero cargar con el mochilón habitual lleno de objetivos para Nikon. Precisamente para eso ha llegado la Olympus; para poder hacer fotografías con cierta calidad en aquellas ocasiones en las que no quiero o no puedo llevarme mi equipo réflex habitual.

Un día de playa en pleno otoño

Los factores en los que sale perdiendo en comparación con una réflex de gama media (enfoque, autonomía, profundidad de campo, disponibilidad de ópticas y resistencia a climatología adversa) la desaconsejan como cámara única si nos tomamos la fotografía en serio; pero si pretendemos ir ligeros de equipaje y tener cierta versatilidad a la hora de hacer fotos, una cámara de este tipo puede ser una buena opción.

Los amantes

Lo mejor

  • Relación tamaño y peso / calidad de imagen
  • Muy poco ruido a ISOs altos
  • Sin distorsiones geométricas apreciables
  • Buen rango dinámico

Lo peor

  • Mayor PDC con respecto a una réflex normal
  • El balance de blancos automático a veces no va fino del todo
  • Modificar parámetros lleva más tiempo que con una réflex
  • Pocos objetivos disponibles por el momento

Más imágenes de ejemplo

El batir de las olas

Paisaje oropesino

Villa Raquel

Fake Tilt-shift

Caños

Por los campos

Rosa, azul y rojo

Oropesa al anochecer (II)

Reflejos

Agua y fuego

Agua

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Calor y humedad: enemigos del bokeh

Supongo que a estas alturas de la película ya sabréis que el bokeh es una característica muy apreciada en fotografía que consiste en que al emplear ópticas con aperturas grandes y/o distancias focales elevadas, los elementos que quedan en segundo plano se difuminan suavemente y los puntos de luz se convierten en discos luminosos.

Water & bokeh

Pues bien, haciendo fotografías por los alrededores de Oropesa durante estos días de sol y calor utilizando para ello el Nikon AF 80-200 f/2.8 ED me daba cuenta de que si bien los elementos en primer término aparecían tan nítidos como siempre, en algunos casos los fondos tenían un aspecto desdibujado y nervioso que no me convencía demasiado y que, además, no aparecía nunca en las imágenes que captaba en Alcalá.

Mirando las fotografías con atención enseguida descubrí dónde estaba el problema; y ya os adelanto que más vale que me vaya acostumbrando a esos fondos si quiero seguir haciendo fotos con mi teleobjetivo favorito durante los meses más calurosos del año.

Setas de verano

El problema se manifiesta principalmente en aquellas imágenes en las que hay una gran distancia entre el primer plano y el fondo; y la causa de ese desdibujamiento no es nada achacable a la óptica ni a la cámara, ya que no es más que el aire que hay entre los planos de la fotografía como ahora os aclararé. Por supuesto, el efecto sólo será visible empleando distancias focales largas (teleobjetivos) debido a que por sus características ópticas aumentan el tamaño relativo del fondo con respecto al primer plano y, por lo tanto, harán que las imperfecciones también se magnifiquen.

Para entenderlo mejor fijáos en la siguiente imagen tomada desde el mirador del monte Bovalar: el muro de piedra estaba situado a unos 10 metros por delante de mi posición; mientras que los edificios del fondo se encontraban a varios kilómetros de distancia. Esto significa que entre la cámara y el muro hay aire, pero los rayos de luz lo atraviesan sin distorsión porque es poca cantidad.

Con vistas al mar

Sin embargo, el rayo de luz que viaja rebotado desde Marina Dor hasta el sensor de mi cámara tiene que atravesar unos cuantos kilómetros de aire húmedo y caliente ascendiendo desde el suelo por efecto del calor, y eso es lo que provoca que esas zonas tan lejanas en la imagen tengan una apariencia algo irreal.

Esto viene a ser más o menos lo mismo que vemos cuando miramos hacia el infinito en una carretera recta en mitad de un día de verano (parece que el fondo se mueve por efecto del aire caliente que sube desde el asfalto) o el efecto de calor que se puede ver por encima de los coches cuando hay un atasco muy grande en una tarde calurosa o en la típica toma frontal de la parrilla de salida de una carrera de F1 justo antes de ponerse el semáforo en verde.

Por tanto, en días frescos y en aquellos en los que no haya tanta humedad ambiental (difícil viviendo en una localidad costera) los fondos aparecerán más suaves y mejor definidos que en los soleados y calurosas días del verano.

De hecho, si os fijáis en alguna imagen tomada con el mismo teleobjetivo en Alcalá de Henares (donde hay mucha menos humedad ambiental) veréis que los fondos se dibujan de forma mucho más suave al ser un aire más neutro en lo que a distorsiones ópticas se refiere.

Columnas

Como veis, no importa el tiempo que llevéis haciendo fotos porque cada día que se sale con la cámara con ganas de aprender se descubre algo nuevo.

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En fotografía la luz lo es todo

Aunque la importancia de la luz en fotografía es un concepto al que me he referido unas cuantas veces en este blog, hoy me gustaría redactar un artículo más inspirador que teórico; ya que aunque la luz se puede medir de diversas maneras (longitud de onda, intensidad…) más allá de números y ecuaciones una acertada iluminación hará ganar muchos puntos a nuestras imágenes.

The time goes by

De hecho, si nos paramos a pensar en la esencia del arte de la fotografía, esta no es más que la posibilidad de captar la luz que refleja el motivo que tenemos delante de nosotros; por lo que entenderéis que si la luz que lo ilumina es la adecuada mejor será la que éste refleje y, por tanto, la que captará nuestra cámara.

«Buena luz»

Aunque el concepto de buena o mala luz sea incluso un poco filosófico podemos afirmar que, en lo que a fotografía ser refiere, una buena luz es aquella que por su dirección, su suavidad o su calidez realza los relieves y texturas de aquello que vamos a fotografiar al tiempo que suaviza los contrastes. Por eso se suele considerar que para fotografía de exteriores las mejores horas del día son los instantes posteriores al amanecer y anteriores al atardecer porque los rayos del sol llegan hasta nosotros de forma más difusa gracias a la atenuación de la atmósfera.

A brand new day

Para fotografía de interiores, retratos de estudio y demás de lo que se trata es de emplear flashes y balancear la iluminación desde diferentes frentes con ayuda de pantallas sincronizadas con los flashes y el empleo de reflectores; pero eso queda fuera de mis aspiraciones, ya que si me seguís de forma más o menos habitual ya sabréis que el tipo de fotografía que más me hace disfrutar es aquel que tiene como escenario campos, ciudades, naves industriales y, en general, espacios abiertos.

A primera hora

«Mala luz»

Por el contrario, siempre se ha considerado como mala la iluminación exterior en las horas centrales del día; ya que hace que las transiciones entre zonas iluminadas y en sombra sean muy fuertes, llegando a sobrepasar el rango dinámico del sensor de la cámara y, por tanto, dando lugar a zonas quemadas y empastadas en la imagen respectivamente.

Watchers

Pero más allá de la buena o la mala luz, al final todo es cuestión de experimentar y probar nuestras propias ideas. A veces a las doce de la mañana los rayos del sol caen tan perpendiculares sobre la calle que podemos descubrir interesantes formas en las cornisas de las ventanas o en otros elementos arquitectónicos que en cualquier otro momento del día jamás captarían nuestra atención.

Cuestión de luz

De todos modos, si queréis un consejo muy sencillo para acertar con el tema de la iluminación os diré que probéis a hacer vuestras fotos a primera hora de la mañana o última de la tarde dejando el sol a vuestra espalda (o como mucho a un lateral).

Si disparáis con el sol de frente a esas horas tenéis muchas posibilidades de obtener reflejos indeseados, flares, zonas sobreexpuestas y pérdidas de contraste locales o generales; pero dejándolo detrás tendréis el motivo de vuestra fotografía bañado con una suave luz que siempre resulta de lo más favorecedora (aunque vuestra propia sombra puede acabar siendo la protagonista de alguna que otra imagen).

Horizontes

En fotografía no existen los milagros

Y que nadie piense que una fotografía hecha con una iluminación horrorosa puede mejorar radicalmente a base de postproceso (Photoshop, Lightroom, GIMP o similares) porque si bien es cierto que podemos corregir algún defecto y jugar con las curvas de nivel haciendo uso de este tipo de programas, si no partimos de una buena base fotográfica no hay forma de obtener resultados decentes. Al fin y al cabo, si todo se corrigiera a base de software ¿dónde estaría el mérito del fotógrafo?

No quiero decir que haya que tener una iluminación perfecta para conseguir una buena fotografía; pero si algo he podido comprobar desde hace ya mucho tiempo es que una fotografía que de primeras nos parezca mala (o que técnicamente sea un completo desastre) no llegará a ser buena por muchas horas que nos pasemos manos al ratón.

Días floridos II

Y ya poco más me queda por deciros con respecto a este tema. Tan sólo, como de costumbre, que agarréis la cámara y os deis una vuelta con ella en busca de inspiración y buenas fotos.

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