El calor de la mañana y los recuerdos asociados

Llega el buen tiempo y parece que es para quedarse. Algo muy lógico si tenemos en cuenta que estamos a punto de iniciar el mes de Junio.

Luz + sol + calor = primavera

Reconozco que este año las cosas han cambiado radicalmente: cuando estaba en la universidad siempre era consciente de la época en la que me encontraba. Sin embargo, una vez metido de lleno en el mundo laboral las semanas pasan y uno no es consciente de ello hasta que un día se da cuenta de que puede ir por la calle a las ocho de la mañana en manga corta perfectamente; señal de que el verano prácticamente está asomando por la puerta.

Estos calores de primera hora de la mañana antes los asociaba a exámenes, prácticas y demás asuntos relacionados con el mundillo académico. Siempre me acuerdo por estas fechas de algunos exámenes de química en el instituto, de las temidas prácticas finales de las asignaturas de programación en la universidad… Eran síntomas que anunciaban la llegada del final de cada curso y que me traen muy buenos recuerdos porque poco después vendrían las vacaciones, la playa y todo lo demás.

Este verano será muy diferente, de eso no hay duda. Mis circunstancias han cambiado, mis perspectivas de futuro también y es posible que dentro de unos meses haya bastantes cambios en mi vida. Sin embargo, cada vez que bajo a la calle poco después del amanecer y no siento el frío en mi piel no puedo evitar sentir una agradable sensación que me transporta a épocas pasadas.

La mirada discreta

Me gusta mezclarme entre la gente para retratar lo que me rodea; pero siempre intentando pasar inadvertido y así captar las cosas sin muecas forzadas o posados irreales. Y aunque hay un enunciado físico que afirma que no es posible observar un sistema sin interferir en él, yo no me canso de desafiarlo cada vez que salgo a la calle con la cámara en la mano.

En mitad del asfalto

Cada persona entiende la fotografía de una manera, y la mía es aquella en la que el observador es un ser invisible cuya presencia pasa siempre inadvertida; y por eso nunca me canso de captar esas escenas mundanas de mis lugares de paso. No esperéis de mí grandes retratos o pomposas escenas con una larga preparación detrás, porque lo que yo os ofrezco es simplemente una visión del mundo basada en todos esos pequeños-grandes detalles que convierten cada instante en algo único e irrepetible.

Alegría

Como dijo David Wojnarowicz en su momento: Smell the flowers while you can.

¡Una foto mía es portada de la revista del C.A.F. de Madrid!

De un tiempo a esta parte estoy bastante sorprendido al ver que mis fotografías están apareciendo por diversos lugares: si la semana pasada salió un campo de espigas en El Tiempo de RTVE, hoy ha llegado a mis manos un ejemplar de la revista del mes de Abril del colegio profesional de administradores de fincas de Madrid cuya portada consiste en una fotografía que realicé desde lo alto de la torre de Santa María la primera vez que subí allí.

Esta vez la cosa no me ha pillado de sorpresa (como cuando lo de aquel calendario que llegó a la depuradora una mañana de Enero) porque el responsable de comunicación del colegio se puso en contacto conmigo hace unas semanas pidiéndome permiso para utilizar la fotografía. Algo a lo que, obviamente, accedí encantado; así que a modo de agradecimiento esta persona me ha enviado un ejemplar que guardo en casa con cariño.

Por cierto, en el sumario de la revista se puede leer una nota que dice: «Fotografía de portada por Luis Pérez. Plaza de Cervantes en Alcalá de Henares».  ^__^

L.A. versionando «Girls just want to have fun»

Pese a que Girls just want to have fun nunca ha estado entre mis canciones favoritas, reconozco que la versión que tocó recientemente L.A. en Los conciertos de Radio 3 no deja a mis pies estarse quietos ni un segundo.

¡Me encanta el matiz electrónico que le da a la canción el sintetizador y cómo «lo viven» Luis Albert y compañía sobre el escenario!

Jugando con la profundidad de campo

Aunque el tema de la profundidad de campo ya lo vimos muy por encima tanto en aquella primera entrada que hablaba sobre los cuatro principios básicos de la fotografía digital como en la que trataba de explicar qué es la distancia hiperfocal, hoy me gustaría explicaros con unas imágenes muy descriptivas la influencia de la apertura en este importante parámetro.

Detalles complutenses (I)

¿Qué es la profundidad de campo?

La profundidad de campo (PDC para los amigos) es la distancia por delante y por detrás del plano enfocado dentro de la cual los elementos se muestran nítidamente en la fotografía resultante.

Esta PDC está influenciada por cuatro factores: la distancia focal del objetivo, el tamaño del sensor de la cámara, la distancia a la que se encuentra el motivo a retratar y la apertura empleada a la hora de captar la imagen; y aunque en esta entrada me quiero centrar en la influencia de la apertura sobre la PDC, me gustaría también tocar ligeramente los tres primeros factores.

Sed

1. Distancia focal

Cuanto mayor es la distancia focal del objetivo más estrecha va a ser la PDC, y es por eso que para retratos e imágenes en las que se busca desenfocar de forma prominente los fondos se tiende a emplear teleobjetivos y, en general, ópticas largas.

Más información en: Tipos de ópticas en fotografía

2. Tamaño del sensor

Cuanto más grande es el sensor más acusado es el desenfoque a una misma apertura y distancia focal, de modo que en términos generales un mismo objetivo va a desenfocar más el fondo a la hora de hacer un retrato si lo montamos en una cámara equipada con un sensor FF que en una que lleve uno de tipo APS-C.

Más información en: Los dos tamaños de sensor en las réflex Nikon

Parking en línea

3. Distancia al motivo

La profundidad de campo es menor cuanto más cerca estamos del motivo a retratar. Por eso en fotografía macro la PDC puede llegar a ser en ocasiones de menos de un milímetro, por lo que cualquier desajuste en el enfoque de la cámara dará al traste con la nitidez de la fotografía resultante.

4. Apertura empleada

Aunque cada persona entiende la fotografía de una manera, para mí la profundidad de campo es el concepto más importante a la hora de hacer una fotografía; y eso se nota en que la inmensa mayoría de mis imágenes han sido realizadas empleando el modo de disparo conocido como «prioridad a la apertura» (se elige una apertura de diafragma y la cámara calcula la velocidad necesaria para que la exposición sea correcta). Hay otras personas que se centran más en el movimiento mediante la variación de la velocidad de disparo; pero como suelo fotografiar elementos estáticos (con excepciones) tiendo a centrarme más en los desenfoques y la nitidez de los elementos de la escena.

Como os decía, lo que pretendo con esta entrada es que asociéis la mayor o menor apertura empleada a la hora de disparar una fotografía con el efecto que esto produce sobre la profundidad de campo: ya sabemos que las aperturas grandes típicas de objetivos muy luminosos producen grandes desenfoques, pero hasta ahora no me había puesto a hablar de este tema ejemplificándolo de forma visual, así que vamos a ponernos manos a la obra con una serie de imágenes muy ilustrativas:

Aperturas intermedias (f/6.3 – f/11)

Estas son las aperturas a las que suelo disparar la mayoría de mis imágenes porque representan un buen compromiso entre nitidez, PDC y tiempo de disparo. Todos los objetivos rinden más o menos bien a f/8 como os decía en la entrada que hablaba de la importancia de conocer las limitaciones de nuestro equipo fotográfico, de modo que si queréis aseguraros un buen resultado podéis disparar a estas aperturas intermedias.

50mm 1.8D (f/8)

Un objetivo de 50mm con una apertura seleccionada de f/8. Fijaos en el bonito «juego» que hacen las laminillas del diafragma para abrirse y cerrarse a voluntad.

f/8

Como podéis ver, a f/8 las hojas en primer plano aparecen completamente enfocadas porque entran dentro de la PDC resultante, pero en el fondo de la imagen apenas se distinguen las formas difusas de unos árboles en la parte derecha y la fachada de un edificio debido al fuerte desenfoque.

Aperturas pequeñas (f/16 – f/22)

Las aperturas más pequeñas dan como resultado una gran profundidad de campo, aunque el tiempo de exposición va a alargarse bastante debido a la menor cantidad de luz que entrará a través del objetivo. Del mismo modo os recuerdo que perderemos algo de nitidez por efecto de la difracción de la luz al atravesar un orificio de pequeño tamaño.

50mm 1.8D (f/22)

Notad cómo el orificio del diafragma resultante a f/22 es minúsculo, dejando pasar muy poca luz hasta el sensor y aumentando considerablemente el tiempo de exposición. De cualquier modo, precisamente por el efecto del paso de los rayos de luz por un diafragma tan cerrado es por lo que la profundidad de campo es tan alta.

f/22

A la mínima apertura disponible podemos apreciar perfectamente detalles del fondo como farolas, señales de tráfico e incluso un campanario o una grúa de color rojo que se encuentran muy alejados del motivo retratado en primer plano.

Aperturas grandes (f/1.8 – f/2.8)

Las aperturas grandes son un bien preciado en fotografía, ya que cualquier objetivo se puede cerrar hasta aperturas bastante pequeñas (f/22 o incluso superiores) no hay ninguna manera de abrir el diafragma más allá de la máxima apertura.

Es decir, que el típico objetivo 18-55 que viene con las cámaras más básicas podremos cerrarlo hasta, por ejemplo, f/22 sin ningún problema más que los asociados a la mencionada difracción; pero si queremos abrir el diafragma más allá de f/3.5 no nos va a ser posible porque esa es la apertura máxima de la óptica (y ese f/3.5 suele ser a 18mm; ya que a distancias superiores la apertura máxima será menor).

50mm 1.8D (f/1.8)

En la imagen podéis ver un 50mm f/1.8 abierto a su máxima apertura. Además, gracias a que a esta apertura las palas del diafragma se esconden completamente en la estructura del barril, el bokeh resultante va a ser más suave que en las aperturas intermedias.

f/1.8

Fijaos que en la apertura más grande disponible (f/1.8) el desenfoque del fondo es tan fuerte que lo único que se aprecian son manchas de colores. De hecho, ni tan siquiera todas las hojas están completamente enfocadas debido a que la PDC es tan estrecha no llega a abarcar los pocos centímetros que separan las más cercanas a la cámara de las que están detrás de ellas. De hecho, aunque los dos objetivos fijos que poseo (sin contar mi ojo de pez) tienen una apertura máxima de f/1.8 no suelo abrir el diafragma más allá de f/2.5 a no ser que sea absolutamente imprescindible.

Usando la PDC a nuestro antojo

Jugando con la PDC podemos dar a nuestras imágenes una personalidad propia y mostrar en ellas lo que más nos interese resaltando el motivo principal y desenfocando el resto. Si tenéis ocasión de probar un objetivo de apertura generosa os recomiendo que fotografiéis algo a un par de metros de distancia empleando las aperturas más grandes disponibles para comprobar el aspecto que adquiere la fotografía resultante porque estoy seguro de que os va a sorprender.

Por contra, a la hora de fotografiar paisajes, carreteras que se pierden a lo lejos o inmensos campos de trigo lo que os recomiendo es que empleéis aperturas cerradas para aumentar la profundidad de campo y que así todo aparezca enfocado en la imagen resultante.

Volando aviones en las cercanías del cerro del viso

Controlar pequeños detalles como estos son los que nos van a permitir expresarnos como nosotros queramos; y por esto mismo siempre digo que es una pena tener una cámara réflex y emplearla en modo automático. Sacudios la pereza y animaos a usar los modos semiautomáticos (o incluso el modo manual) y ya veréis cómo vuestras imágenes ganan muchos enteros al ser vosotros los que definís lo que queréis obtener en vez de dejar a la electrónica de la cámara la toma de estas decisiones.

Más información (en ingles)

Depth of field (Wikipedia)

Depth of Field (Toothwalker.org)

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Acrobacias aéreas en la plaza de Cervantes

Ni en el colegio ni en el instituto destaqué en la asignatura de educación física. Es cierto que me gustaba jugar al volley-ball y que solía quedar entre los primeros puestos de las carreras de resistencia; pero el día que tocaban saltos, volteretas, pinos-puentes y similares no era capaz de hacer nada medianamente decente.

Tal vez por eso cada vez que veo a gente haciendo parkour, skate o cualquier tipo de «acrobacia urbana» no puedo evitar detenerme unos instantes para disfrutar del espectáculo como, por ejemplo, durante el pasado fin de semana en la plaza de Cervantes:

Saltimbanquis

Saltimbanquis

Saltimbanquis

Saltimbanquis

Saltimbanquis

Saltimbanquis

Saltimbanquis

¡Ha salido una foto mía en El Tiempo de TVE!

Si veis habitualmente El Tiempo de TVE después del Telediario, ya sabréis que en los últimos instantes de dicho espacio se suelen emitir algunas imágenes tomadas por los espectadores. Pues bien, ayer me animé a mandarles una fotografía realizada el domingo por la tarde en las inmediaciones de Alcalá de Henares y hoy me he llevado una gran sorpresa cuando Joe me llamó por teléfono diciéndome que había visto una foto mía por televisión.

Volando aviones cerca de Camarma

Poco después miré el correo y vi que un par de personas me habían comentado también el tema por email así como en un comentario de la propia imagen en Flickr (muchas gracias por el detalle a todos/as), pero como desgraciadamente no pude ver la aparición de la imagen «en directo» porque a esas horas estaba trabajando, he hecho un par de capturas del vídeo disponible en la web de RTVE para mostraros aquí lo que se pudo ver en pantalla a eso de las cuatro de la tarde.

La fotografía fue la última de las tres que aparecieron en los instantes finales del programa, de modo que (como podéis ver en la segunda captura) la presentadora despidió el espacio empleando como fondo esas mismas espigas. Algo que me resultó curioso y emotivo al mismo tiempo.

Bueno, a ver si poco a poco me voy animando y les mando alguna que otra foto porque esta primera experiencia ha sido todo un éxito. Por cierto, ¿les habrá sonado de algo mi nombre a los encargados de seleccionar la imagen en Televisión Española? 😀

R.S.D. Alcalá

Reconozco que el fútbol me da bastante igual y que la única vez que he ido a ver jugar al Alcalá fue porque invitaron (y para colmo fue un empate sin goles, por lo que fue un verdadero aburrimiento).

Sin embargo, cada vez que paso por delante de la sede del equipo no puedo dejar de asomar la cabeza por su puerta y admirar este bello rincón de la ciudad.

RSD Alcalá

Por cierto, me gustaría aprovechar esta breve entrada para pediros perdón por teneros tan «abandonados». Desde que he ampliado mi horario y mis obligaciones en la depuradora de Alcalá apenas paso por casa. Este fin de semana me pondré al día respondiendo a los comentarios pendientes; lo prometo  😉

Segunda visita a la torre de Santa María

Aunque tuve la oportunidad de disfrutar de las vistas desde la torre de Santa María pocos días después de que se abriera al público allá por el mes de Noviembre, aquella mañana el cielo estaba muy nublado y eso dio lugar a unas fotografías no demasiado nítidas y en las que el horizonte no se distinguía muy bien por lo brumoso del ambiente.

Por tanto, ayer domingo, aprovechando que el día estaba espectacularmente claro, a las diez de la mañana ya estaba al pie de la torre con la cámara en la mano esperando a que abrieran para así poder retratar Alcalá desde las alturas tal y como me hubiera gustado hacer hace ya seis meses.

Segunda visita a la torre de Santa María

Y sin más, os dejo ya con las fotos porque como ya podréis imaginar lo de subir a la torre y demás fue exactamente igual que en la otra ocasión.

¡Espero que os gusten las imágenes!  ^__^

Segunda visita a la torre de Santa María

Segunda visita a la torre de Santa María

Segunda visita a la torre de Santa María

Segunda visita a la torre de Santa María

Segunda visita a la torre de Santa María

El eco de mis pasos

Ya sé que os lo he comentado alguna que otra vez, pero no puedo dejar de manifestar lo mucho que me gusta levantarme pronto los domingos y recorrer las calles del centro de Alcalá sin prisas y con el sonido de mis pasos como única compañía.

Adoquines

De hecho, esta mañana me llamó poderosamente la atención que recorriendo una de las callejuelas que parten de manera perpendicular a la calle Mayor el único sonido que se podía percibir era el eco que provocaban mis zapatos sobre el asfalto. Nada más: ni voces, ni tráfico, ni ladridos ni radios sonando en la lejanía. Sólo el más absoluto silencio que le hace a uno sentirse como el último habitante de Alcalá.

El caso es que, animado por la sensación de soledad y la tranquilidad reinante, estuve casi tres horas dando vueltas por estos rincones que tantas veces me han visto pasar y haciendo unas cuantas fotografías; pues llevaba un par de semanas sin coger la cámara y en estos dos últimos días me he desquitado a base de bien haciendo una buena cantidad de fotos que os iré mostrando en los próximos días. Obviamente, la tranquilidad de mis primeros pasos se esfumó en cuanto los vecinos y los turistas empezaron a recorrer los mismos rincones que yo, pero eso también le dio vida a las calles y me sumergió de nuevo en el ritmo habitual de la ciudad.

De excursión

¡Nos leemos!  ^__^

Conduciendo por la vida

A la hora en la que vuelvo del trabajo no hay ni un sólo lugar en mi barrio donde aparcar, de modo que siempre dejo el coche en una zona de chalets a unos cinco minutos de casa. Esto no me supone un gran problema (aunque hay gente que vendería su alma al diablo con tal de no dar tres pasos) pero como nunca me ha gustado ir por las mañanas con prisas, siempre que tengo oportunidad trato de acercar el coche al portal si hay huecos libres para así al día siguiente poder quedarme cinco minutos más en la cama  ^__^

Pues bien, puesto que hoy mi empresa me ha dado el día libre, a eso de las nueve de la mañana me he ido a recogerlo con intención de dejarlo por aquí cerca durante el fin de semana. Sin embargo, una vez al volante y cuando ya llevaba unos metros recorridos, se cruzó por mi mente la idea de aprovechar que a esas horas no hay apenas tráfico para irme a dar una vuelta con el coche sin rumbo definido; de modo que eso fue lo que hice: en lugar de dirigirme hacia mi calle, tomé la carretera que lleva a Loeches y continué por ella hasta ir mucho más allá de dicho municipio.

Loeches vs. Madrid

En realidad no sé exactamente hasta donde llegué, porque conduje y conduje por carreteras secundarias entre campos bañados por el sol de la mañana hasta que consideré que había llegado lo suficientemente lejos. La verdad es que no me importaba encontrarme completamente perdido porque estaba disfrutando de un fantástico trayecto entre paisajes relajantes y con la música de Radio 3 acompañándome. De hecho, la omnipresente visión de las cuatro torres de Madrid resplandecientes me mantenía orientado y provocaba en mí una grata sensación de libertad.

Como os digo, llegado a un punto indeterminado en el que tuve la impresión de que ya estaba lo suficientemente lejos de casa comencé a buscar un acceso a la autovía A-2 para que me llevara de vuelta a Alcalá de Henares. Y el caso es que tuve suerte porque no tardé demasiado en ello: un cartel que indicaba un desvío hacia Valdemingomez también marcaba el camino a tomar para salir a la autopista que buscaba, de modo que en apenas un par de minutos estaba circulando a 120 Km/h dirección Zaragoza y poco después la silueta del cerro del Viso en la lejanía me indicaba que mi excursión empezaba a terminar.

120

Durante ese tiempo en soledad también aproveché para pensar en todas las cosas que me están ocurriendo últimamente y, de hecho, como si de una metáfora de mi propia vida se tratara, me di cuenta de que nos pasamos nuestra existencia en un camino del que no sabemos lo que habrá detrás de la siguiente curva. A veces hay barrancos temibles, pero en ocasiones también te puedes encontrar con preciosos campos de trigo dorado.

Cuando llegué a mi casa eran poco más de las diez de la mañana, de modo que mi paseo había durado aproximadamente una hora y durante ese tiempo había recorrido algo más de noventa kilómetros. Un trayecto que tal vez algunos de vosotros veáis como una pérdida de tiempo y/o como una forma de gastar gasolina a lo tonto; pero yo, que siempre me alimento de buenas sensaciones y pequeños detalles, los encontré a montones en medio de ninguna parte.

Tráfico

Falsas apariencias

Una ciudad tiene mil caras; y si en la entrada anterior nos fijábamos en una casa de estética peculiar, hoy me gustaría detenerme en otro rincón muy distinto que, gracias al punto de vista que utilicé, parece pertenecer a un campo de concentración o, como mínimo, a una cárcel de alta seguridad.

The Great Scape

Esta fotografía se me ocurrió caminando por Alcalá un domingo por la mañana, y es que al mirar hacia arriba (siempre que voy por la calle trato de ver las cosas desde un ángulo diferente al habitual) me di cuenta de que el alambre de espino y la torreta con los focos parecían sacados de un lugar muy diferente gracias en parte a la magia del ByN.

Y una vez más, sobre todo viendo la buena aceptación que suelen tener este tipo de preguntas, me atrevo a plantearos el acertijo nuevamente: ¿En  qué lugar de Alcalá está hecha la fotografía que ilustra esta entrada?

De hecho, estoy pensando que podría ser divertido hacer alguna especie de «concurso» o sección fija con este tipo de entradas. Ya os contaré…  ^__^

El tatuaje (microrrelato)

Paso de peatones

Esperando a cruzar la calle un tatuaje llamó mi atención pese a que en aquel rincón de Alcalá había cientos de detalles en los que fijarse. Y aunque no era especialmente bonito, grande ni llamativo; gracias a él reconocí a su dueña sin necesidad de que se diera la vuelta: estaba grabado en el hombro izquierdo de la que fue mi novia hace unos cuantos años.

Eso sí, del maromo que caminaba de su mano no sabía absolutamente nada pese a que tenía la piel grabada hasta la nuca.

– Tenías razón – pensé. Y cuando el semáforo se puso en verde me perdí entre la muchedumbre de la calle Mayor.

¡Cuidado con el escalón!

¿Y si un día trataras de salir a la calle y tu puerta estuviera situada a decenas de metros sobre el suelo?

Algo así es lo que se me vino a la cabeza cuando hace unos días pasé por delante de esta casa y gracias a los colores con los que han pintado su fachada me di cuenta de la curiosa diferencia de alturas.

Cuidado con el escalón

Por cierto, ¿sabéis dónde está situada esta vivienda tan ibicenca?

Me pareció ver un lindo gatito…

Nunca había estado tan cerca de una leona, pero reconozco que de no haber estado la jaula de por medio no me hubiera arrimado ni a quinientos metros…

La leona pensativa

Bostezo felino

Estiramientos al estilo gatuno

Miradas

Lo que más me sorprendió es que si bien estos felinos tienen un tamaño bastante espectacular, en su forma de moverse y comportarse no dejan de ser gatos un poco «creciditos». Algo que sobre todo se intuye en la imagen donde una de las dos leonas hace el típico estiramiento que todos hemos visto alguna vez.

De todos modos, he de reconocer que me dio un poco de pena pensar que eran animales de circo y que, por tanto, no tienen mucha vida social más allá de esos barrotes; pero aun así disfruté como un niño ante la presencia de estas auténticas reinas de la selva y no desaproveché la oportunidad de retratarlas lo mejor que pude.