Review: Orbiter spinner

Hay ciertas cosas que me llaman la atención poderosamente. Algunas ya las conocéis como las linternas, la luz ultravioleta, la termografía… Y si os paráis un momento a pensarlo, lo que todas tienen en común es que son capaces de hacer visible lo invisible.

Ya desde pequeño siempre sentí gran atracción (nunca mejor dicho) por los imanes. Posiblemente porque con apenas cinco o seis años me regalaron unos en forma de herradura con los que empecé a entender de qué iba eso del campo magnético. Y no os quiero ni contar el día que mi padre apareció en casa con un puñado de limaduras de hierro, pues al ponerlas sobre un papel y colocar uno de esos imanes debajo se dibujaron, como por arte de magia, las líneas del campo magnético generado que no era visible a nuestros ojos pero ahí estaba.

Pues bien, curioseando el otro día por los casi infinitos mundos de Amazon tropecé con un invento que al principio confundí con uno de tantos fidget spinners que están hasta en la sopa pero que en realidad no tenía nada que ver con ellos. Se trataba de un orbiter spinner que funciona por puro magnetismo sin necesitar ningún tipo de rodamiento ni casquillo ni nada que se le parezca; así que ni corto ni perezoso me hice con un par de ellos que a día de hoy ya tengo en mis manos para contaros de qué va el invento acompañado de algunas fotografías para que veáis sus detalles.

Orbital spinner

¿Qué es un orbiter spinner?

Un orbiter spinner se compone de dos partes: un cuerpo metálico con un imán en su parte central y una bola de acero. La parte del cuerpo está construida como si de una hamburguesa se tratara siendo «el pan» dos partes iguales hechas en material metálico con ciertos relieves que luego veremos y «la carne» un potente imán de neodimio, todo ello fijado entre si y sin ningún tipo de movimiento.

Por su parte, la esfera metálica no es más que una bola de rodamiento fabricada en acero que se ve fuertemente atraída por el imán del cuerpo hasta el punto de que se adhiere a cualquier punto de éste, pero especialmente al carril que el imán traza justo entre los bordes de «los panes».

Orbital spinner

Se llama orbiter spinner porque al fin y al cabo su funcionamiento recuerda a las órbitas que describen los satélites en torno a los planetas, ya que no hay una unión física entre el cuerpo y la bola; dependiendo su estrecha relación exclusivamente de la fuerza magnética que el imán ejerce sobre la bola.

En cuanto a peso y dimensiones, los dos conjuntos de bola y cuerpo que yo he comprado (hablaremos de eso al final del artículo) dan en la báscula 58 gramos en ambos casos; siendo la bola de 15 mm de diámetro y el cuerpo de 14 mm de altura por 23 de diámetro.

Modos de uso

El uso de un orbiter spinner es muy simple aunque, las cosas como son, este invento tampoco es que tenga una utilidad práctica tangible; pero lo bien fabricado que está (es un gustazo pasar el dedo por su superficie y comprobar que no tiene ni una sola arista) y sus propiedades físicas lo convierten en la típica frikada que «mola» y casi sin darte cuenta lo tienes en la mano para juguetear con él.

Y bueno, aunque esto es muy libre y depende de la imaginación de cada uno, digamos que hay cuatro maneras básicas de usar un orbiter spinner dependiendo del lugar en el que la bola esté colocada, así que os voy a comentar la esencia de cada uno de ellos acompañando cada caso de una imagen para que os hagáis una mejor idea de cómo sería.

1. Pista exterior

Orbital spinner

Aquí es donde la bola de acero está firmemente pegada al cuerpo del orbiter spinner porque se encuentra escasamente a un milímetro de la superficie del imán y la cosa consiste en hacerla girar todo lo rápido que podamos con el movimiento de la muñeca o bien golpearla con un dedo para que vaya trazando círculos. Como os podéis imaginar, la sujeción se realiza poniendo un dedo en el rebaje circular que hay en el centro de cada una de las caras del cuerpo para así sostener el invento con comodidad y firmeza.

Por la fuerza que ejerce el imán veréis que por muy rápido que hagáis girar la bola, la fuerza de atracción magnética es superior a la de la fuerza centrífuga, de modo que no saldrá volando. Aun así, yo no haría pruebas muy bestias cerca de algo delicado por si acaso sois una batidora humana y al final ganáis el desafío de la física.

Lo más chulo de este modo es la suavidad con la que la bola se mueve debido a que es fuertemente atraída por el imán pero no llega a tocarlo, rodando por las dos finísimas pistas que conforman los bordes de las mitades superior e inferior del cuerpo (lo podéis ver en detalle en la fotografía que encabeza este apartado).

2. Vértice superior

Orbital spinner

Este es el modo más complicado para mantener dando vueltas la bola, ya que esta enseguida tiende a caer en la pista del imán que os decía antes. Lo que ocurre es que es muy visual porque en ese punto la bola parece estar en un equilibrio imposible que en realidad es provocado por la atracción que ejerce el imán pese a estar separados casi un centímetro.

Aquí o bien sujetamos el cuerpo por la parte inferior y lo vamos balanceando suavemente para que la bola vaya dando vueltas o bien vamos acompañando a la bola en su periplo con la yema de un dedo. Eso ya es cosa vuestra (y de vuestras habilidades motrices).

3. Pista superior

Orbital spinner

En la parte superior e inferior del cuerpo del orbiter spinner vais a ver que existen dos carriles circulares por donde podemos mover la bola si hacemos un leve movimiento circular. La metodología en este caso es muy similar a la anterior, sólo que podemos ir algo más rápido porque el equilibrio de la bola es bastante más estable.

4. Centro (trackball)

Orbital spinner

Si dejamos la bola en la parte central que hay en cada una de las caras superior e inferior del cuerpo del orbiter spinner podemos deslizar el dedo sobre ella y veréis que esta gira sobre si misma de una forma bastante suave, recordando a un trackball de aquellos que se pusieron de moda entre los portátiles de hace más de una década.

El el modo más sencillo de los cuatro que os comento, ya que la bola no se desplaza de su sitio; pero a mí al menos me gusta sentir la bola deslizarse cuando estoy concentrado en algo. Además usándolo de esta manera no hace ruido ninguno, de modo que incluso podéis usarlo en la oficina sin cabrear a vuestros compañeros 😛

Consejos y comentarios

Lo primero de todo es que no olvidéis que se trata de un elemento fuertemente imantado, de modo que nada de acercarlo a tarjetas de crédito, pendrives, discos duros, tarjetas de memoria… porque tenemos bastantes papeletas para cargarnos la información almacenada en ellos. Menos mal que ya no se usan diskettes, porque ellos sí que morían como les acercaras un imán medianamente potente.

En cuanto al orbiter spinner como tal, en general los hay en acabado metálico y también en diferentes colores. Como veis en las fotos, yo me compré uno de cada tipo; y aunque reconozco que me parece más bonito el rojo, también hay que tener en cuenta que la pintura acaba saltando con el roce. Lo tengo desde hace unos días y como veis la pista por donde suele rodar la bola la mayoría de las veces ya está casi totalmente pelada. Lo que ocurre es que, lejos de ser un problema para mí, ese tipo de desgaste creo que le da al cacharro un aspecto más chulo que cuando está recién sacado de la caja, así que no me importa en absoluto.

Orbital spinner

Si lo del desgaste de la pintura no os gusta y queréis que con el paso del tiempo el orbiter spinner siga teniendo un aspecto más o menos impoluto, os recomiendo que os decantéis por uno en acabado metálico, pues así no se os pelarán las zonas de rodadura.

Por cierto, a mí no me ha pasado todavía, pero si se os cae al suelo y se marca la bola o alguna zona de rodadura del cuerpo luego la bola se os atascará ahí y os desquiciará un poco. De primeras la bola rueda con una facilidad pasmosa, pero simplemente con que haya una mota de polvo en la pista de rodadura ya notaréis un «salto» en su recorrido, así que tened cuidado con eso.

Orbital spinner

Ah, y una última cosa: no os molestéis en tratar de usar dos bolas al mismo tiempo en la misma pista de rodadura, porque al ir dándose golpes una contra otra el movimiento es muy caótico y no hay manera de hacerlas girar con regularidad.

Dónde comprarlos y precio

Por último, quería hablar del precio de estos inventos y dónde comprarlos, ya que en general hay dos opciones: gastaros del orden de sesenta euros en el Orbiter original comercializado por la marca TEC cuyas caras superior e inferior están fabricadas en titanio o bien recurrir a las «versiones alternativas» que se encuentran por Amazon o eBay y que suelen costar entre cuatro y seis euros gastos de envío incluidos estando fabricados en acero inoxidable.

Los que yo me he comprado son de Amazon, pero también os digo que días después de adquirirlos desaparecieron por completo del mapa y de momento no han vuelto a hacer acto de presencia; así que lo mismo el fabricante de los originales ha puesto algún tipo de queja o algo así y los han tenido que retirar. Sea como sea, si buscáis en eBay se encuentran multitud de ellos tanto en tiendas asiáticas como europeas.

Comentar que, en general, además del conjunto de cuerpo + bola suelen venir con un pequeño saco de tela en el que guardarlo para que no esté por ahí dando vueltas cuando no estemos usándolo.

Orbital spinner

No sé si con el tiempo pasará como con los fidget spinners y te los encontrarás hasta en los frutos secos de la esquina, pero de momento todavía no he visto a nadie más con uno de estos por la calle y no sé si será una cosa pasajera o también acabarán pegando fuerte. Si lo acaban petando recordad quién os habló de ellos por primera vez 😉

Y hasta aquí el artículo sobre este pequeño invento que, si bien hay que reconocer que no tiene mucha utilidad, es una de esas pequeñas cosas que tanto me gustan y a las que difícilmente me puedo resistir (y una excusa perfecta para desempolvar mi objetivo macro).

¡Nos leemos!

Review: OUYA

Como no sólo de fotografía vive el hombre, hoy os contaré que llevaba meses siguiéndole la pista a la microconsola OUYA y que por fin me he hecho con ella. En mi andadura por los videojuegos, que comenzó allá por 1987 con un ZX Spectrum +2, he jugado a cientos de títulos y por mis manos han pasado decenas de máquinas de todo tipo y condición. Sin embargo, desde hace unos años pocas cosas de este mundillo han conseguido captar mi atención como lo ha hecho esta pequeña máquina a la que hoy me gustaría dedicar unos párrafos.

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Además de sus diminutas dimensiones, lo más llamativo de OUYA es que fue financiada a través de una plataforma de crowfunding, siendo todo un éxito y recaudando varias veces la cantidad inicial que el desarrollador necesitaba para echar a andar el proyecto. Del mismo modo, otra cosa que la diferencia de las consolas «al uso» es que cualquier persona con conocimientos de programación puede crear aplicaciones para ella y prueba de esto que os digo es la cantidad de software de desarrolladores independientes existe para OUYA a día de hoy.

Indicaros que la consola está disponible en España desde finales de marzo del presente año y que tiene un precio oficial de 99 €. Ahora mismo, si os hacéis con ella en la cadena de tiendas Game (que es donde la compré yo) os regalarán un vale de 10 € para descargaros juegos y aplicaciones en la tienda online de OUYA. Ignoro si en otras tiendas también regalan ese vale o es una promoción exclusiva de Game.

DISEÑO

He de reconocer que el diseño de OUYA me encanta por minimalista, sobrio y elegante. Se trata de un cubo metálico gris mate de 7,5 cm de arista con las esquinas redondeadas en su parte inferior y cuya cara superior posee un único botón de encendido y apagado. En el frontal está grabado el nombre de la consola y en el propio botón de encendido (que se ilumina con un LED blanco cuando la máquina está funcionando) aparece el logo de esta. Un aspecto sencillo, sin estridencias y tremendamente zen que a mí particularmente me parece delicioso.

OUYA II

En la parte trasera se encuentran los conectores para audio/vídeo (HDMI), datos (USB, microUSB y Ethernet) y alimentación eléctrica. Si levantamos la consola para mirarla por debajo veremos una pequeña rejilla circular que sirve para tomar aire fresco del exterior y así refrigerar sus componentes electrónicos internos que se reducen a una minúscula placa electrónica con un disipador de calor sobre el integrado principal y un pequeño ventilador sobre éste. Si os pica la curiosidad, podéis ver al detalle cómo es internamente esta máquina en el despiece publicado por Ifixit hace unos meses.

Si bien la consola como tal me encanta (recuerdo que el primer día que la tuve en la mano no podía dejar de mirarla desde todos sus ángulos) el mando es un poco el «patito feo» del conjunto: aunque su diseño recuerda al de los mandos de la familia Xbox, pronto comprobaremos que su construcción y su tacto no son tan refinados como el de estos.

Para empezar, el mando necesita dos pilas AA para funcionar, situándose estas en las zonas laterales del mismo, de tal modo que hay que levantar la carcasa magnética que hay a cada lado para poder insertarlas. Esto es una de las mayores pegas que le encontré a Wii en su momento; aunque reconozco que llevo ya bastantes horas de uso de la OUYA y todavía no he tenido que cambiarlas, de modo que parecen tener una buena autonomía. Sigue sin convencerme el uso de pilas en un mando de videoconsola a estas alturas de la película; pero al menos parece que con OUYA no voy a tener que invertir mis ahorros en acciones de Duracell.

OUYA IV

Deciros a grandes rasgos sobre el mando que éste posee dos «setas» analógicas, una cruceta digital, cuatro botones de disparo, cuatro gatillos en su parte posterior, un botón de sincronismo con la consola y una zona táctil por la que podemos deslizar nuestro dedo para controlar un cursor en pantalla. Su conexión es a través de bluetooth, no dispone de vibración ni de acelerómetros y podemos conectar un máximo de cuatro mandos a la videoconsola simultaneamente.

El transformador de corriente es un poco grande si estamos habituados a los que vienen con los móviles o las consolas portátiles. Comentar que da 12 Vcc a su salida y que la consola conectada a un vatímetro no ha consumido más de 7 W siempre y cuando no tengamos conectado un disco duro USB a su parte posterior, en cuyo caso el consumo aumenta ligeramente en función del dispositivo conectado.

Comentar también que en la caja de la consola se incluye un cable HDMI, ya que es un detalle no muy habitual incluso en consolas que triplican el precio de esta OUYA. No es una maravilla ni es demasiado largo, pero nos puede sacar del apuro si no tenemos uno a mano.

Por cierto, si os gusta leer los manuales de los gadgets electrónicos que compráis con OUYA lo lleváis claro, porque lo único que se incluye es una página impresa con los tres pasos que hay que dar para encender la consola por primera vez.

Y ya que hablamos del primer arranque, lo único que podréis hacer en ese momento es conectar la consola a Internet para que ella misma se ponga a descargar el último firmware disponible e instalarlo. Un proceso que en teoría se podría hacer a través de WiFi perfectamente pero por mi experiencia (y la de muchas otras personas) es recomendable hacerlo a través de cable Ethernet si no queréis desesperaros en el intento.

CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS

El hardware de Ouya va acorde al precio de la máquina, y es que básicamente lleva componentes muy similares a los que vais a encontrar en cualquier tablet o smartphone de gama media. Tened en cuenta que se trata de una consola que funciona con Android 4.1, que está diseñada exclusivamente para ejecutar juegos y material audiovisual y que ni siquiera cuenta con pantalla propia, de modo que ese precio de 99€ tampoco es que sea un milagro de la naturaleza.

Metiéndonos en datos más técnicos, el corazón de esta pequeña máquina es un chip Nvidia Tegra 3 (modelo T33) con 1 GB de memoria RAM tipo DDR3 y 8 GB de memoria ROM para almacenamiento de datos y aplicaciones. Su salida HDMI es capaz de enviar 1920 x 1080 pixels a la TV y además del puerto Ethernet cuenta con conexiones inalámbricas mediante WiFi y Bluetooth.

OUYA V

Si queremos ampliar esos 8 GB de capacidad de almacenamiento tendremos que emplear el puerto USB situado en la parte trasera, en el cual podréis conectar un pendrive o un disco duro externo. Si además de para jugar tenéis pensado emplear la OUYA como reproductor multimedia os recomiendo que invirtais en un almacenamiento amplio (preferiblemente de tipo flash por el tema del consumo) y lo dejéis siempre conectado a la consola.

En funcionamiento la consola es muy sigilosa. Al ser el ventilador la única parte móvil de esta, sólo apreciaremos un leve zumbido cuando éste entra en acción debido a que la temperatura en el interior de la máquina ha subido del valor prefijado por el fabricante. Por cierto, me gustaría comentar que no he tenido ningún tipo de problema debido a sobrecalentamientos o similares hasta el momento. Digo esto porque una vez leí en el foro de OUYA que un usuario se quejaba de que al cabo de unos minutos de uso la consola se bloqueaba y no se podía ni tocar el cuerpo de la misma de lo caliente que estaba. Cuando días después puso una fotografía de su OUYA resulta que el tío no había quitado los plásticos transparentes que protegen las entradas y salidas de aire de la consola y de ahí que se calentara de aquella manera. Por tanto, si la consola alcanza una temperatura muy elevada está claro que se bloqueará; pero por lo que he podido comprobar, con un uso normal no hay problemas de este tipo.

El único pero que le pongo a OUYA en funcionamiento es el escaso rango de alcance del WiFi integrado. A no ser que estemos en la misma habitación donde tengamos situado el router, la conexión a Internet se convierte en algo lento, tedioso y con continuos cortes. Con un cable Ethernet todo va como la seda; pero eso penaliza la movilidad de la consola.

FUNCIONALIDAD

Si alguno de los presentes está leyendo este artículo buscando una comparación con las actuales consolas de sobremesa puede dejar de leer y buscar por otro rincón de Internet, ya que aquí no lo encontrará. La filosofía de OUYA es muy diferente a la de Xbox One, PS4 o WiiU, ya que para empezar, a excepción de Final Fantasy III, no encontrará en la tienda de aplicaciones títulos de renombre ni de compañías conocidas; siendo casi todos ellos de pequeños desarrolladores independientes en los que prima la imaginación por encima de los aspectos técnicos.

Si sois unos primerizos en el mundillo de los videojuegos, seguramente OUYA no es vuestra consola, ya que exceptuando algunos títulos punteros como Shadowgun, la mayoría son aventuras gráficas, remakes de juegos clásicos (hay una versión de Another World realmente espectacular), puzzles y arcades muy simplones. Y digo esto porque a día de hoy la gente espera de las consolas unos gráficos hiperrealistas, sonido multicanal, árboles modelados con varios millones de polígonos… y esto es algo que en OUYA no vais a encontrar (al menos de momento).

OUYA III

Los que, como yo, más apreciarán las bondades de esta pequeña máquina son los que crecieron con ordenadores de 8 bits en los que las bandas sonoras de los videojuegos consistían en poco más que un pi-po-pi-pi-po repetido hasta la saciedad y un muñeco creado con una docena de pixels que saltaba y se agachaba según se le acercaban unos cuadrados de colores que, se suponía, eran las balas enemigas.

Para esas personas OUYA representa una vuelta a los orígenes y a la esencia misma de los videojuegos. Los que ya estamos cansados de ver siempre lo mismo, de que la jugabilidad se diluya en los datos técnicos y de que todos los años las grandes firmas saquen títulos basados en los mismos patrones vemos en OUYA un soplo de aire fresco en el que la gente puede crear sus propios títulos y distribuirlos a través de internet.

TÍTULOS DISPONIBLES

Los títulos de OUYA se adquieren a través de la tienda online de la consola. Muy al estilo de las tiendas de aplicaciones de Android e iOS, aunque con un aspecto muy simplificado. A día de hoy tenéis 775 títulos disponibles para esta minúscula consola, si bien poco a poco esta cifra va aumentando.

Algo que gusta mucho en la filosofía de OUYA es que en teoría todo título disponible es gratuito o al menos tiene una demo para probarlo antes de decidirnos a comprar la versión completa. Aun así, en la práctica hay algunos títulos (pocos, eso sí) que no disponen de esa versión de evaluación y, por tanto, si queremos jugarlos tendremos que soltar la pasta correspondiente.

En cuanto a los precios de los juegos, la gran mayoría se mueve entre 1 euro y 5 euros. Hay unos cuantos que son completamente gratuitos y algunos que cuestan unos 15 euros; pero en general son precios bastante asequibles. Eso sí, el principal problema de esto es que aunque la consola funciona bajo Android 4.1 sólo puede ejecutar los juegos comprados en su propia tienda online, no existiendo posibilidad de cross-buying. Es decir, que si ya habíamos pagado por jugar a Shadowgun en nuestra tablet o móvil Android, nos va a tocar volver a pasar por caja si queremos tenerlo en OUYA.

ouya

Comentar también que hay disponibles unos cuantos títulos multijugador; pero no penséis que detrás de OUYA hay una comunidad de usuarios tipo Xbox Live o Playstation Network. En este caso tenemos que volver a la metodología clásica (época del Quake 3 y similares) de abrir una partida dentro del propio juego y esperar a que otros jugadores se unan a ella, dependiendo este protocolo de cómo lo haya implementado el programador del título de turno.

Además de los videojuegos, OUYA juega en dos campos más. Por un lado el multimedia, y es que hay disponibles aplicaciones para reproducción de audio y vídeo tan buenas como XBOX Media Center o mi adorado VLC. Esto hace que ese pequeño cubo que podemos colocar junto a la TV del salón sin que desentone se convierta en un reproductor de películas y discos que podemos manejar cómodamente sentados en el sofá.

Por otro lado tenemos disponibles para OUYA emuladores para casi todas las consolas de 8 y 16 bits además de Playstation y Dreamcast. Precisamente gracias a este último estoy rejugando a esa de arte llamada Shenmue casi como en la máquina original. He de reconocer que hay algunos fallos gráficos cuando aparecen texturas superpuestas y tirones puntuales en algunas secuencias con gran carga poligonal; pero para aquellos que disfrutamos con Dreamcast, el emulador Reicast es una muy agradable sorpresa que además funciona realmente bien.

VEREDICTO

Para finalizar este análisis, voy a recalcar la idea que he intentado transmitiros a lo largo de todos los párrafos anteriores: OUYA no está en la órbita de las consolas que venden en los centros comerciales. Se trata de una especie de experimento dirigido a un público algo peculiar y que ya empieza a estar algo quemado de la fórmula habitual de los videojuegos que se ha ido repitiendo una y otra vez en la última década.

Si veis a OUYA desde esa perspectiva os encantará, la disfrutaréis y perdonaréis sus múltiples fallos. Sin embargo, si seguís empeñados en buscar en OUYA una máquina de bajo coste a la que jugar a los FIFA, Gran Turismo, Call of Duty, Los Sims, Need for Speed y similares, no tardará en acabar cogiendo polvo en alguna estantería.

OUYA I

Lo Mejor

  • Diseño fantástico
  • Precio (99 €)
  • Emuladores y remakes clásicos
  • Juegos de bajo precio y con posibilidad de prueba

Lo Peor

  • Conexión por WiFi muy lenta
  • Mando a pilas y de tacto algo tosco
  • Bastantes títulos de dudosa calidad
  • Tienda de aplicaciones propia sin posibilidad de cross-buying

Cambiar de cámara no es tan necesario como parece

Muchas veces, casi sin querer, nos vemos arrastrados por ese impulso consumista que nos lleva a renovar la tecnología que nos rodea cada dos por tres incluso sin una necesidad real de ello.

No digo que tener hoy en día una TV en blanco y negro en el salón o un Nokia 3110 en el bolsillo sea un ejercicio de practicidad; pero sí que es verdad que en ocasiones nos dejamos influenciar demasiado por la publicidad y tendemos a renovar cosas que funcionan perfectamente (y que conste que yo soy el primero que entona el mea culpa por esto).

Azul turquesa

Pero bueno, en lo que respecta a la fotografía (que es a lo que me quiero referir en este artículo) el caso es si cabe más flagrante, ya que al fin y al cabo una cámara sirve para hacer fotografías; ni más ni menos. Cierto es que en determinado momento yo renové mi Nikon D40 por una D300 pese a que la primera sigue haciendo unas fotos estupendas, pero aquello fue algo que consideré necesario siguiendo la pauta que ahora os comentaré.

La pregunta clave que uno ha de hacerse a la hora de comprar una nueva cámara es: ¿Qué voy a poder hacer con esta cámara que no me permita la que he estado usando hasta ahora?

Si la respuesta no es clara, entonces tal vez la compra responda más a un capricho que a una necesidad fotográfica real.

Olympus E-PL1 y Nikon D300

En mi caso, hace un par de años me decidí por una D300 por dos requisitos que no cumplía mi querida D40: compatibilidad total con objetivos antiguos y fiabilidad a la hora de usar la cámara bajo condiciones meterorológicas adversas. En lo que a las prestaciones de la cámara se refiere la verdad es que la D40 sigue haciendo una labor estupenda y, por lo general, a la hora de hacer fotos entran antes en juego mis propias limitaciones que las de la propia cámara. De hecho, hasta la llegada de la Olympus EPL-1 la D40 era mi compañera de viaje cuando iba a Madrid a pasar el fin de semana y quería ir «ligero de equipaje».

Del mismo modo podéis plantearos el asunto del siguiente modo: una cámara que hace buenas fotos el día que la estrenas las seguirá haciendo durante toda su vida útil. Es decir, que si dentro de 10 años mi D300 sigue funcionando, seguirá capturando atardeceres o días de lluvia exactamente igual que lo hace ahora; por lo que a no ser que Nikon presente una tecnología absolutamente nueva y revolucionaria difícilmente cambiaré mi D300 por otra réflex.

Cierto es que podría plantearme el salto al formato Full Frame; pero a día de hoy los inconvenientes que esto presenta me parecen lo suficientemente importantes como para pensar en acometer un cambio tan radical. Al fin y al cabo la fotografía es sólo un hobby para mí y no tengo ganas de dejarme unas cuantas nóminas en renovar la mayoría de mis objetivos y machacarme la espalda cargando con todo el equipo.

Nikon 55-200 f/4-5.6 VR vs Nikon 80-200 f/2.8

En definitiva, si la nueva cámara os ofrece cosas que necesitáis/queréis por causas de fuerza mayor y no tiene vuestra máquina actual, entonces adelante con la compra porque seguro que quedáis contentos con el cambio. Sin embargo, si al final sólo vais a ganar en megapixels (os recuerdo que es la característica menos importante en una cámara), velocidad de disparo en ráfaga y un mayor valor de sensibilidad ISO seguramente al cabo de unas semanas puede que os empecéis a plantear si no hubiera sido mejor continuar con la misma cámara y haber invertido el dinero en alguna óptica nueva que os ofrezca nuevas posibilidades creativas.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Nikon AF-S 35mm f/1.8 G DX vs. Nikon AF 50mm f/1.8 D

Algunas de las entradas sobre fotografía que he ido escribiendo en el blog tratan temas basados en dudas que me han llegado por e-mail o que he visto por varios foros de Internet y que considero pueden ser de interés general.

Entre ellas, una muy recurrente es la que voy a plantear hoy; y es que de hecho en la última semana me han llegado dos correos preguntándome exactamente la misma cuestión: Entre los objetivos Nikon AF 50mm f/1.8 y Nikon AF-S 35mm f/1.8 G DX, ¿cuál elegir para una cámara DX?

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

En principio es una duda muy general que habría que estudiar para cada usuario y para cada cámara, y precisamente por eso lo que voy a hacer es dar unos puntos básicos a tener en cuenta y que a grandes rasgos serán los que a cada fotógrafo le den la pauta sobre qué óptica se adapta más a sus necesidades. ¡Vamos allá!

Autofocus

Lo primero a tener en cuenta es si la cámara donde se montará el objetivo tiene motor de enfoque en el cuerpo. Os recuerdo que las cámaras Nikon más básicas (D40, D40x, D60, D3000 y D5000 en este momento) no cuentan con motor de enfoque en la propia cámara, por lo que en ese caso los objetivos AF tendrán que ser enfocados a mano; cosa que en una cámara DX puede resultar costoso en ciertas situaciones. Para estas cámaras lo más recomendable es buscar objetivos de tipo AF-S, pues son los que poseen un pequeño motor ultrasónico que les permitirá enfocar automáticamente en las cámaras anteriormente citadas. Más información sobre estos dos métodos de enfoque automático en el artículo titulado «Diferencias entre objetivos AF y AF-S».

AF-D Nikkor 50mm 1:1.8 (III)

Si queremos emplear el enfoque manual, a aperturas más o menos cerradas (f/6.3 ó f/7.1 en adelante) y disparando a elementos lejanos no hay mucho problema porque la profundidad de campo es relativamente grande; pero para cosas que estén cerca y disparando a aperturas amplias es bastante complicado afinar al máximo el enfoque y una pequeña imprecisión puede dar al traste con la nitidez de la foto. Y es cierto que las cámaras poseen un punto verde en el visor cuya activación indica que la imagen está enfocada, pero éste posee una pequeña tolerancia que bajo ciertas circunstancias puede fastidiar la imagen.

Dado que el AF 50mm f/1.8 no posee motor de enfoque y que el AF-S 35mm f/1.8 sí, en este caso mi recomendación sería para el segundo si disponéis de una cámara sin motor de enfoque.

Compatibilidad

Tened en cuenta que el AF-S 35mm f/1.8 es un objetivo DX, por lo que no podremos emplearlo en una cámara FX sin que la imagen viñetee considerablemente a no ser que empleemos el modo recorte que poseen dichos modelos de cámaras. El AF 50mm f/1.8 es una óptica que proviene de la época de los carretes, por lo que es perfectamente utilizable en todo tipo de cámaras ya sean DX o FX.

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

Punto de vista

También está el hecho de que el AF-S 35mm f/1.8 en una cámara DX da como resultado una visión muy natural de lo que retratéis, ya que el ángulo resultante es de unos 45 grados, que es el considerado como «normal» en fotografía (coincide con el cono de visión detallado que capta el ojo humano). El AF50mm f/1.8 en una cámara DX se «estiraría» hasta comportarse como un 75mm y se quedaría un poco en tierra de nadie: corto para retrato puro y duro pero largo para fotografía en general. Y os aseguro que para retratos podría servir; pero para fotografía general (ciudades, fotos campestres y demás) es demasiado largo, por lo que quedaría para inmortalizar detalles de las calles y cosas así al comportarse como un teleobjetivo corto. Más información sobre el factor de recorte de los objetivos en el artículo «Los dos tamaños de sensor en las cámaras Nikon».

Por tanto, si queréis un objetivo que de un punto de vista muy natural en una cámara DX el AF-S 35mm f/1.8 es vuestra elección. De todos modos, en un apartado posterior veremos que el AF 50mm f/1.8 también tiene sus usos aparte de lo de los retratos.

Nitidez

Otra razón para decantarse por el AF 35mm f/1.8 es que a su apertura más grande (f/1.8) ya es bastante nítido; cosa que el AF 50mm f/1.8 no consigue hasta que no subimos a f/4 aproximadamente. De hecho, os pongo a continuación una fotografía que hice recientemente con el AF-S 35mm f/1.8 completamente abierto para que os hagáis una idea del desenfoque que podéis obtener con él y la nitidez que da a f/1.8. Tened en cuenta que la foto está hecha a mano con una velocidad de obturación de 1/10, por lo que con la cámara en un trípode se hubiera podido sacar algo más de nitidez incluso.

Desenfoques con el Nikon AF-S 35mm f/1.8 G DX

AF-S 35mm f/1.8 DX (f/1.8, 1/10, ISO 400)

Distorsión

Un objetivo fijo de 50mm tiene una cosa muy buena: no distorsiona absolutamente nada. Yo uso el mío de un tiempo a esta parte para sacar las fotografías de mis libros sobre Alcalá y así incorporarlas a la sección «Alcalá de Henares ayer y hoy» del blog. Si hacéis una foto a un cuadro con el AF-S 35mm f/1.8 veréis que los bordes se comban un poco hacia afuera por su parte central; pero con el AF 50mm f/1.8 las líneas rectas siempre serán rectas. Esto es un efecto que no se nota ni en retratos ni en paisaje ni en ninguna otra disciplina en la que la geometría sea un elemento fundamental, pero para ciertos casos concretos como el que comento sí que se puede llegar a apreciar.

Por tanto, si la ausencia de distorsiones geométricas es fundamental para el uso que le vais a dar a la óptica, el AF 50mm f/1.8 es vuestro amigo.

Distancia focal

Por último, en cuanto a la distancia focal es verdad que dentro de estas dos ópticas, el AF 50mm f/1.8 es más apropiado para retratos (y de hecho para retratos de caras se emplean distancias aún más largas como un 85mm o un 105mm) pero lo del uso para retratos depende un poco del concepto que tengáis del asunto: si os gusta hacer retratos de un rostro sin más, el AF-S 35mm f/1.8 se puede quedar un poco corto. Corto en el sentido de que al ser angular puede llegar a «deformar» un poco las facciones de la cara; no que no pueda enfocar desde cerca, porque es capaz de hacerlo a tan sólo 30cm del sensor. Sin embargo, el AF-S 35mm f/1.8 para retratos de cuerpo entero o de grupos de personas es genial, y ahí es donde el AF 50mm f/1.8 se os quedaría un poco largo; algo que tiene difícil solución si no se pueden dar «un par de pasos hacia atrás».

AF-D Nikkor 50mm 1:1.8 (I)

Entonces, con respecto a la distancia focal, si bien es cierto que el AF-S 35mm f/1.8 tiene un uso más general, el AF 50mm f/1.8 os puede venir muy bien para realizar retratos de medio cuerpo, pues esa equivalencia a 75mm que obtendremos sobre un sensor DX es la distancia ideal para ese tipo de imágenes.

Si lo que queréis es «callejear» con la cámara y retratar el mundo desde vuestro punto de vista, entonces el AF-S 35mm f/1.8 será más adecuado para vuestros propósitos.

Precio y disponibilidad

El AF-S 35mm f/1.8 se vende a un precio de unos 200 euros, pero el problema es que apenas hay existencias en las tiendas. Sé de gente que lo tiene encargado desde hace meses y todavía no tiene noticias de que vayan a reponer unidades; y es que esta óptica se ha convertido en un éxito tal que las unidades que llegan a las tiendas vuelan en cuestión de horas.

El AF 50mm f/1.8 se puede encontrar por algo menos. En concreto unos 130 euros, si bien tampoco es habitual verlo por las tiendas debido a que por su bajo precio se suele agotar enseguida, aunque por lo que tengo entendido los plazos de espera hasta que reponen existencias son bastante breves.

Fotografías realizadas con con el Nkon AF-S 35mm f/1.8 en una D40

Hangares abandonados en el campus de Alcalá

Mercado medieval 2009

El Henares en Noviembre

Mi hermano junto a un farol

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Fotografías realizadas con el Nikon AF 50mm f/1.8 en una D40

Blue eyes (II)

Mi hermano consultando el e-mail bajo una palmera

Testigo del anochecer

Bajo la puerta del COIE

A través del cristal

Conclusión

Como veis con ambas ópticas se pueden conseguir imágenes bastante chulas, pues eso es algo que al final siempre depende del ojo de quien está detrás de la cámara. El tema del enfoque manual en el AF 50mm f/1.8 puede ser crítico a aperturas grandes; aunque no imposible. De todos modos, a modo de opinión personal, puestos a elegir una de las dos yo me quedaría con el AF-S 35mm f/1.8 porque de hecho siempre digo que es la única óptica con la que me atrevo a salir a la calle sin nada más metido en la bolsa de fotografía. Es muy polivalente y da una calidad de imagen muy buena en todas sus aperturas, y con él vamos a poder hacer fotografías muy nítidas y naturales.

Más información

Si queréis información más específica sobre estas dos ópticas os dejo a continuación los enlaces a las reviews que hice en su momento de cada una de ellas así como los análisis correspondientes de Photozone, pues la considero una de las webs más fiables a la hora de consultar el comportamiento de una óptica mediante ensayos técnicos.

Nikon AF-S 35mm f/1.8 G DX (luipermom)

Nikon AF-S 35mm f/1.8 G DX (Photozone)

Nikon AF 50mm f/1.8 D (luipermom)

Nikon AF 50mm f/1.8 D (Photozone)

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia