Por lo que leo en los comentarios, muchos de vosotros tenéis dudas sobre qué objetivos son compatibles con vuestras réflex Nikon; de modo que he decidido crear esta entrada para tratar de orientaros de un modo sencillo sobre la compatibilidad de objetivos y cámaras de esta marca.
Aclarar desde el principio que en esta entrada me referiré exclusivamente al tema del enfoque automático en las cámaras réflex Nikon; dejando el tema de la medición automática de la luz y otros aspectos para el futuro. Además, sólo me retrotraeré en el tiempo hasta la época de los objetivos AF, ya que hablar de los AI-S y AI puede hacer que os liéis para nada, ya que si os acabáis de comprar vuestra primera réflex no creo que os vayáis a poner a comprar objetivos manuales de los años 60.
· Cámaras sin motor de enfoque en el cuerpo
Todas aquellas cámaras Nikon que no dispongan de un saliente en forma de «destornillador» en la bayoneta donde se montan los objetivos carecen de motor de enfoque y, por tanto, necesitaremos ópticas que lo incorporen por si mismas (esta idea la estrenó la D40 de cara a realizar un cuerpo más pequeño, ligero y barato).
En estas cámaras tendrán plena funcionalidad los objetivos en cuyo nombre aparezcan las siglas AF-S o AF-I (estos últimos son extremadamente raros de ver).
Podéis montar objetivos sin motor de enfoque (ahí arriba tenéis mi D40 con un Nikkor AF 50mm f/1.8D montado) pero tendréis que enfocarlos manualmente; algo que no siempre es práctico o sencillo.
El listado de cámaras que, a día de hoy, no incluyen motor de enfoque es el siguiente:
D40, D40x, D60, D3000, D3100, D5000, D5100
· Cámaras con motor de enfoque en el cuerpo
Apéndice metálico que permite enfocar automáticamente objetivos de tipo AF
El resto de réflex digitales Nikon sí incluyen motor de enfoque en su cuerpo (la fotografía anterior es de la montura de mi D300) por lo que además de los objetivos de tipo AF-S también enfocarán automáticamente todos los de tipo AF, que son precisamente los que emplean el «destornillador» al que me refería antes.
Otras cosas a tener en cuenta
Por descontado, los objetivos de enfoque manual no enfocarán automáticamente en ninguna cámara tenga o no motor de enfoque, ya que son anteriores a la aparición de dicho sistema. Recordemos que hasta la popularización del autofocus a medidados de los 80 el fotógrafo siempre tenía que enfocar a mano.
Me gustaría añadir que desde hace tiempo las segundas marcas de objetivos también se han subido al carro de la inclusión de motores de enfoque en el cuerpo, distinguiéndose estos por la inclusión de las siglas HSM en el caso de Sigma.
Tokina y Tamron no suelen incluir este aspecto en las denominaciones de sus objetivos (hace años Tamron solía añadir BIM; iniciales de Build In Motor, pero parece que ha dejado de hacerlo) por lo que si nuestra cámara no posee motor de enfoque lo mejor es preguntar al vendedor sobre este aspecto antes de comprar para asegurarnos de que no nos estamos llevando un modelo antiguo que no enfocará automáticamente en nuestra cámara.
El telémetro electrónico es una gran ayuda a la hora de utilizar el enfoque manual en nuestras cámaras réflex al tiempo que representa un elemento que mucha gente desconoce y al que se puede sacar bastante partido si sabemos hacer uso del mismo.
La cosa es tan simple que se puede explicar en apenas dos líneas; pero ya que estamos intentaré ahondar un poco más en ello. De hecho, lo que corresponde a tan pomposo nombre no es más que un pequeño punto de color verde que se ilumina en la esquina inferior izquierda del visor en las réflex Nikon (en la inferior derecha en las fabricadas por Canon) cuando el motivo situado bajo la zona de enfoque seleccionada aparece completamente nítido. Por cierto, aprovecho para comentar que en modo manual tan sólo podemos seleccionar un área de enfoque de todas las que la cámara tenga disponibles.
Visor de una Nikon D300 con todos los indicadores activados. El telémetro electrónico está marcado con (1) en la esquina inferior izquierda
En los modelos más profesionales de cámaras ese punto verde del que os hablaba viene acompañado de una flecha en cada sentido que indica la dirección en la que habrá que girar el anillo de enfoque para que el motivo seleccionado aparezca nítido en el encuadre. De ese modo será más rápido enfocar manualmente porque no corremos el riesgo de empeorar la situación desenfocando más todavía la imagen si giramos el anillo en sentido contrario; pero el caso es que la utilidad del telémetro electrónico ya sea en una D3s o en una humilde D40 es la misma: ayudarnos a enfocar en modo manual.
Debemos tener en cuenta que los sensores de enfoque funcionan mejor cuanta más luz llegue hasta su superficie; y debido a ello, las propias instrucciones de la cámara nos indican que para el uso del telémetro electrónico hemos de emplear objetivos cuya apertura máxima sea de al menos f/5.6, lo que engloba a la práctica totalidad de ópticas Nikon comercializadas en las últimas décadas ya que por lo general esa apertura corresponde a la máxima distancia focal los zoom más básicos de la marca japonesa.
Como os decía al principio de este artículo, el telémetro electrónico (también hay gente que lo llama «confirmación de enfoque») puede resultar de gran ayuda a la hora de enfocar en modo manual ópticas antiguas que carecen de autofocus ya sea porque nuestra cámara no posee motor interno o porque directamente se trata de una óptica que no posee ningún tipo de enfoque automático como es el caso de mi querido ojo de pez Falcon 8mm f/3.5.
Sobre todo en cámaras de formato DX equipadas con un visor de pequeño tamaño y sin ningún tipo de pantalla partida de enfoque (como la que tiene mi Nikon EM de 1979) puede ser un aliado inestimable a la hora de conseguir un enfoque preciso y jugar con la profundidad de campo, ya que a la hora de emplear las aperturas más grandes es realmente complicado afinar el enfoque mirando simplemente por el visor.
Sin ir más lejos, se trata de una situación que experimenté muchas veces en el pasado con mi anterior D40 y el Nikkor AF 50mm f/1.8D, ya que al no ser un objetivo de tipo AF-S había que enfocarlo forzosamente a mano en esa cámara. Estoy seguro de que el enfoque en la siguiente fotografía no hubiera sido tan preciso de no haber sido por la colaboración del telémetro electrónico.
Como ya habréis visto alguna vez en esta serie de artículos sobre fotografía, hay pequeños detalles en las cámaras que nos hacen la vida un poco más fácil y a veces, ya sea por ignorancia o por pereza, no hacemos uso de ellos haciendo que nuestras fotos no luzcan tan bien como podrían. Os aseguro que con dedicarle cinco minutos a probar alguna de estas características, bajo ciertas circunstancias vuestras imágenes ganarán unos cuantos puntos, ya lo veréis.
Cuando me planteé los requisitos que debería de cumplir la sustituta de mi fiel D40, uno de los más importantes (tal vez el que más) era que contara con motor de enfoque en el cuerpo para mantener plena compatibilidad con ópticas de tipo AF y así abrir mi abanico de objetivos a modelos antiguos pero muy efectivos.
Como ya sabréis, todo lo que hago tiene un fin. No sé si es mentalidad ingenieril o se trata simplemente de mi manera práctica de ver las cosas; pero nada es casual y hoy por fin ha llegado a mis manos una óptica que ya tenía en mente cuando di el salto a la D300.
Creo recordar que hace ya tiempo comenté algo acerca de que uno de mis «sueños fotográficos» era tener un teleobjetivo Nikon f/2.8; pero también es verdad que no estaba dispuesto a dejarme 2000 euros en un 70-200 VR II y el resto de marcas (Sigma, Tokina, Tamron) nunca me han dado tanta confianza como la propia Nikon a la hora de fabricar ópticas. Por eso, ya con la nueva cámara en mis manos, comencé a buscar sin prisa pero sin pausa un objetivo mítico dentro del catálogo del fabricante japonés al que tenía unas ganas tremendas: el AF Nikkor ED 80-200mm f/2.8 D que os presento en esta imagen tomada rápidamente con mi móvil junto al veterano Nikon AF 50mm f/1.8 D para que os hagáis una idea de sus dimensiones:
Se trata de un teleobjetivo de gama profesional fabricado a mediados de los años 90 y antecesor de los actuales 70-200 f/2.8. No cuenta con sistema de estabilización ni enfoque por motores ultrasónicos, pero tiene una construcción a prueba de bombas (cuerpo completamente metálico), una luminosidad que me vendrá de perlas la próxima vez que vaya a fotografiar una obra de teatro y una capacidad de desenfocar los fondos que me permitirá retratar de un modo muy especial los rincones por los que vaya pasando.
Obviamente se trata de un objetivo que también tiene sus defectos; y es que el enfoque no es tan rápido como en los modernos teleobjetivos AF-S y no se trata de una óptica para llevar todo el día montada en la cámara debido a sus 1450 gramos de peso y lo mucho que llama la atención de la gente con sólo sacarlo de su estuche. Sin embargo, para el tipo de fotografía tranquila que me gusta hacer estoy seguro de que será un fiel compañero que me dará muchas imágenes inolvidables.
Pero todo esto es sobre el papel; porque ya os digo que el objetivo acaba de llegar a mis manos y todavía no he tenido ocasión de probarlo. Será a lo largo de las próximas semanas cuando vaya haciendo uso de él y saque mis propias conclusiones que, antes o después, os contaré por aquí. De momento voy a pedir prestada una carretilla para poder meterlo en el maletero del coche y llevarlo hasta mi casa… 😀
Algunas de las entradas sobre fotografía que he ido escribiendo en el blog tratan temas basados en dudas que me han llegado por e-mail o que he visto por varios foros de Internet y que considero pueden ser de interés general.
Entre ellas, una muy recurrente es la que voy a plantear hoy; y es que de hecho en la última semana me han llegado dos correos preguntándome exactamente la misma cuestión: Entre los objetivos Nikon AF 50mm f/1.8 y Nikon AF-S 35mm f/1.8 G DX, ¿cuál elegir para una cámara DX?
En principio es una duda muy general que habría que estudiar para cada usuario y para cada cámara, y precisamente por eso lo que voy a hacer es dar unos puntos básicos a tener en cuenta y que a grandes rasgos serán los que a cada fotógrafo le den la pauta sobre qué óptica se adapta más a sus necesidades. ¡Vamos allá!
Autofocus
Lo primero a tener en cuenta es si la cámara donde se montará el objetivo tiene motor de enfoque en el cuerpo. Os recuerdo que las cámaras Nikon más básicas (D40, D40x, D60, D3000 y D5000 en este momento) no cuentan con motor de enfoque en la propia cámara, por lo que en ese caso los objetivos AF tendrán que ser enfocados a mano; cosa que en una cámara DX puede resultar costoso en ciertas situaciones. Para estas cámaras lo más recomendable es buscar objetivos de tipo AF-S, pues son los que poseen un pequeño motor ultrasónico que les permitirá enfocar automáticamente en las cámaras anteriormente citadas. Más información sobre estos dos métodos de enfoque automático en el artículo titulado «Diferencias entre objetivos AF y AF-S».
Si queremos emplear el enfoque manual, a aperturas más o menos cerradas (f/6.3 ó f/7.1 en adelante) y disparando a elementos lejanos no hay mucho problema porque la profundidad de campo es relativamente grande; pero para cosas que estén cerca y disparando a aperturas amplias es bastante complicado afinar al máximo el enfoque y una pequeña imprecisión puede dar al traste con la nitidez de la foto. Y es cierto que las cámaras poseen un punto verde en el visor cuya activación indica que la imagen está enfocada, pero éste posee una pequeña tolerancia que bajo ciertas circunstancias puede fastidiar la imagen.
Dado que el AF 50mm f/1.8 no posee motor de enfoque y que el AF-S 35mm f/1.8 sí, en este caso mi recomendación sería para el segundo si disponéis de una cámara sin motor de enfoque.
Compatibilidad
Tened en cuenta que el AF-S 35mm f/1.8 es un objetivo DX, por lo que no podremos emplearlo en una cámara FX sin que la imagen viñetee considerablemente a no ser que empleemos el modo recorte que poseen dichos modelos de cámaras. El AF 50mm f/1.8 es una óptica que proviene de la época de los carretes, por lo que es perfectamente utilizable en todo tipo de cámaras ya sean DX o FX.
Punto de vista
También está el hecho de que el AF-S 35mm f/1.8 en una cámara DX da como resultado una visión muy natural de lo que retratéis, ya que el ángulo resultante es de unos 45 grados, que es el considerado como «normal» en fotografía (coincide con el cono de visión detallado que capta el ojo humano). El AF50mm f/1.8 en una cámara DX se «estiraría» hasta comportarse como un 75mm y se quedaría un poco en tierra de nadie: corto para retrato puro y duro pero largo para fotografía en general. Y os aseguro que para retratos podría servir; pero para fotografía general (ciudades, fotos campestres y demás) es demasiado largo, por lo que quedaría para inmortalizar detalles de las calles y cosas así al comportarse como un teleobjetivo corto. Más información sobre el factor de recorte de los objetivos en el artículo «Los dos tamaños de sensor en las cámaras Nikon».
Por tanto, si queréis un objetivo que de un punto de vista muy natural en una cámara DX el AF-S 35mm f/1.8 es vuestra elección. De todos modos, en un apartado posterior veremos que el AF 50mm f/1.8 también tiene sus usos aparte de lo de los retratos.
Nitidez
Otra razón para decantarse por el AF 35mm f/1.8 es que a su apertura más grande (f/1.8) ya es bastante nítido; cosa que el AF 50mm f/1.8 no consigue hasta que no subimos a f/4 aproximadamente. De hecho, os pongo a continuación una fotografía que hice recientemente con el AF-S 35mm f/1.8 completamente abierto para que os hagáis una idea del desenfoque que podéis obtener con él y la nitidez que da a f/1.8. Tened en cuenta que la foto está hecha a mano con una velocidad de obturación de 1/10, por lo que con la cámara en un trípode se hubiera podido sacar algo más de nitidez incluso.
AF-S 35mm f/1.8 DX (f/1.8, 1/10, ISO 400)
Distorsión
Un objetivo fijo de 50mm tiene una cosa muy buena: no distorsiona absolutamente nada. Yo uso el mío de un tiempo a esta parte para sacar las fotografías de mis libros sobre Alcalá y así incorporarlas a la sección «Alcalá de Henares ayer y hoy» del blog. Si hacéis una foto a un cuadro con el AF-S 35mm f/1.8 veréis que los bordes se comban un poco hacia afuera por su parte central; pero con el AF 50mm f/1.8 las líneas rectas siempre serán rectas. Esto es un efecto que no se nota ni en retratos ni en paisaje ni en ninguna otra disciplina en la que la geometría sea un elemento fundamental, pero para ciertos casos concretos como el que comento sí que se puede llegar a apreciar.
Por tanto, si la ausencia de distorsiones geométricas es fundamental para el uso que le vais a dar a la óptica, el AF 50mm f/1.8 es vuestro amigo.
Distancia focal
Por último, en cuanto a la distancia focal es verdad que dentro de estas dos ópticas, el AF 50mm f/1.8 es más apropiado para retratos (y de hecho para retratos de caras se emplean distancias aún más largas como un 85mm o un 105mm) pero lo del uso para retratos depende un poco del concepto que tengáis del asunto: si os gusta hacer retratos de un rostro sin más, el AF-S 35mm f/1.8 se puede quedar un poco corto. Corto en el sentido de que al ser angular puede llegar a «deformar» un poco las facciones de la cara; no que no pueda enfocar desde cerca, porque es capaz de hacerlo a tan sólo 30cm del sensor. Sin embargo, el AF-S 35mm f/1.8 para retratos de cuerpo entero o de grupos de personas es genial, y ahí es donde el AF 50mm f/1.8 se os quedaría un poco largo; algo que tiene difícil solución si no se pueden dar «un par de pasos hacia atrás».
Entonces, con respecto a la distancia focal, si bien es cierto que el AF-S 35mm f/1.8 tiene un uso más general, el AF 50mm f/1.8 os puede venir muy bien para realizar retratos de medio cuerpo, pues esa equivalencia a 75mm que obtendremos sobre un sensor DX es la distancia ideal para ese tipo de imágenes.
Si lo que queréis es «callejear» con la cámara y retratar el mundo desde vuestro punto de vista, entonces el AF-S 35mm f/1.8 será más adecuado para vuestros propósitos.
Precio y disponibilidad
El AF-S 35mm f/1.8 se vende a un precio de unos 200 euros, pero el problema es que apenas hay existencias en las tiendas. Sé de gente que lo tiene encargado desde hace meses y todavía no tiene noticias de que vayan a reponer unidades; y es que esta óptica se ha convertido en un éxito tal que las unidades que llegan a las tiendas vuelan en cuestión de horas.
El AF 50mm f/1.8 se puede encontrar por algo menos. En concreto unos 130 euros, si bien tampoco es habitual verlo por las tiendas debido a que por su bajo precio se suele agotar enseguida, aunque por lo que tengo entendido los plazos de espera hasta que reponen existencias son bastante breves.
Fotografías realizadas con con el Nkon AF-S 35mm f/1.8 en una D40
Fotografías realizadas con el Nikon AF 50mm f/1.8 en una D40
Conclusión
Como veis con ambas ópticas se pueden conseguir imágenes bastante chulas, pues eso es algo que al final siempre depende del ojo de quien está detrás de la cámara. El tema del enfoque manual en el AF 50mm f/1.8 puede ser crítico a aperturas grandes; aunque no imposible. De todos modos, a modo de opinión personal, puestos a elegir una de las dos yo me quedaría con el AF-S 35mm f/1.8 porque de hecho siempre digo que es la única óptica con la que me atrevo a salir a la calle sin nada más metido en la bolsa de fotografía. Es muy polivalente y da una calidad de imagen muy buena en todas sus aperturas, y con él vamos a poder hacer fotografías muy nítidas y naturales.
Más información
Si queréis información más específica sobre estas dos ópticas os dejo a continuación los enlaces a las reviews que hice en su momento de cada una de ellas así como los análisis correspondientes de Photozone, pues la considero una de las webs más fiables a la hora de consultar el comportamiento de una óptica mediante ensayos técnicos.
El autofocus es un sistema aparecido en la década de los 80 que sustituyó (o más bien complementó) al enfoque manual en las cámaras fotográficas. Un avance importante que permitió al fotógrafo delegar esa tarea a un automatismo presente en el cuerpo de la cámara, por lo que se ganaba un tiempo importante en fotografía de acción donde cada décima de segundo cuenta para conseguir la mejor imagen posible.
Enfoque por detección de fase
El enfoque por detección de fase ha sido hasta hace poco el método empleado en la práctica totalidad de las cámaras réflex equipadas con autofocus. Este enfoque se basa en la propia imagen que se capta a través del objetivo y llega hasta nuestros ojos mediante el visor de la cámara. Ahora bien, si en una cámara réflex la imagen que entra por el objetivo se refleja en un espejo y llega directamente hasta nuestros ojos, ¿cómo hace la cámara para enfocar cuando presionamos hasta la mitad el disparador?
Yo también me preguntaba esto mismo hasta que un día decidí indagar un poco por mi cuenta, descubriendo que la solución es más sencilla de lo que pensaba: el espejo que desvía la luz entrante en la cámara por el objetivo hacia el ocular mientras componemos la fotografía no refleja la imagen al 100%; sino que deja pasar a través de él un pequeño porcentaje suficiente para “ver” lo que queremos fotografiar mediante un sensor dedicado situado detrás de él.
A grandes rasgos, el funcionamiento de este tipo de enfoque se basa en que mediante un sistema óptico la luz incidente sobre el sensor de enfoque en realidad se divide previamente en dos haces; y en función de la posición en la que se proyecten sobre dicho sensor se determina el punto de enfoque de la escena para que la cámara ajuste las lentes del objetivo en consecuencia.
Enfoque por contraste
En las cámaras réflex que emplean el sistema Live View así como en las compactas, el enfoque se realiza por contraste directamente sobre el sensor principal de la cámara; es decir, comparando los píxeles de una pequeña zona de la imagen y variando el enfoque del objetivo hasta que consigue la máxima diferencia de color entre unos y otros. Se trata de un concepto más sencillo que el anterior y que entenderéis mejor con un par de imágenes que bien podría representar el área a analizar por el sistema de autofocus:
Si la fotografía no está enfocada (como en el primer caso) la imagen resulta borrosa y por lo tanto los colores estarán entremezclados. La cámara entonces irá variando el enfoque y considerará que el motivo está enfocado cuando la diferencia de tonalidades entre los píxeles sea máxima (el caso de la segunda imagen).
Sabiendo esto entenderéis por qué en las instrucciones siempre se advierte que el enfoque automático no funcionará bien en un área de color liso, con muchos puntos brillantes o en completa oscuridad. Si el sensor encargado del enfoque no es capaz de distinguir entre un píxel y sus adyacentes será incapaz de realizar su trabajo.
Esto es el funcionamiento del autofocus visto a grandes rasgos. Luego ya entraría en juego el que la cámara puede tener varias zonas de enfoque, que algunas de ellas están orientadas en forma vertical, otras en horizontal y otras en ambos sentidos, que a veces hay un sistema de iluminación para ayudar al enfoque en condiciones de oscuridad… pero todo esto ya son variaciones sobre el mismo tema.
Una vez visto resulta sencillo, pero cuando no sabía cómo funcionaba el sistema de autofocus en las réflex le estuve dando bastantes vueltas al tema pensando dónde estaría “escondido” el sensor encargado de esta función para no interferir en la imagen que vemos a través del visor durante el enfoque.
Hay que ver cómo ha cambiado el aspecto de los objetivos Nikon de unos años a esta parte. Ya os hablé de la buena impresión que me había causado el AF 35-70 f/3.3-4.5 que compré hace unas semanas, así que se me ha ocurrido que estaría bien comentaros las diferencias principales que hay entre un objetivo básico (zoom estándar de tipo AF) de hace más de 20 años y uno actual de tipo AF-S.
De cualquier modo, como ya comenté en la entrada que hablaba específicamente del 35-70, la compatibilidad de los objetivos Nikon antiguos con las cámaras modernas y viceversa es algo sorprendente, y vamos a ver cómo estos dos objetivos tienen más cosas en común de lo que podríamos suponer (aunque también poseen importantes diferencias internas).
Diferencias en las lentes frontales
En la parte izquierda de la imagen tenéis el objetivo zoom que traen las Nikon de gama baja actuales. Es un 18-55 AF-S con aperturas f/3.5-5.6 respectivamente. En la parte derecha tenemos el 35-70 que os decía y que data del año 1986.
Desde este punto de vista apenas se aprecian cambios: la electrónica interna y los cuerpos de los objetivos han cambiado bastante en estas dos décadas, pero lo que son las ópticas se mantienen prácticamente iguales. Se han introducido capas antirreflectantes y elementos que evitan las aberraciones ópticas, pero la forma de los elementos frontales sigue siendo básicamente la misma, porque… ¿para qué cambiar algo que funciona perfectamente?
Diferencias en los cuerpos
Vamos a apreciar los cambios observando los cuerpos de los objetivos de lado, pues desde esa perspectiva las diferencias son bastante más evidentes:
Como veis, poco tiene que ver un objetivo con el otro vistos de lado. Para empezar el diámetro del cuerpo del 35-70 es algo más grande que el del más nuevo, aunque hay que tener en cuenta que es un objetivo diseñado para película de 35mm (o para un sensor full-frame) mientras que el 18-55 es exclusivamente para sensores DX (son 1,5 veces más pequeños que los full-frame).
Por otra parte, en el objetivo fabricado hace apenas un año podréis ver que hay un elemento que se echa en falta con respecto al más antiguo: el anillo de diafragmas.
De hecho, el anillo de diafragmas es algo que hoy en día prácticamente se ha perdido porque de su control se encarga la propia cámara. Los modelos actuales llevan una letra ‘G’ en su nombre completo que indica que no tienen anillo de diafragmas; cosa que no influye para nada en las fotografías digitales «normales», pero que impedirá usar dicho objetivo en el caso de emplear tubos de extensión básicos o emplearlo en una cámara analógica antigua.
De cualquier modo, a efectos prácticos, lo que se hace en las cámaras actuales con objetivos que cuentan con anillo de diafragmas es bloquearlo en su apertura más pequeña mediante un pequeño interruptor que tienen en el cuerpo y a partir de ahí manejarlo exclusivamente con el dial de la propia cámara.
También podéis ver la ventana de la escala de distancias en la parte superior del 35-70; un elemento que no está presente en el 18-55. Esta escala de distancias venía bien sobre todo para enfocar manualmente en estudio y situaciones en las que conocíamos la distancia al sujeto. Esta escala de distancias todavía está presente en los objetivos actuales, pero suele ser en modelos de gama alta, habiendo desaparecido de los objetivos más básicos para reducir costes.
Si os fijáis un poco, en el modelo más moderno hay un interruptor que conmuta entre modo de enfoque manual o automático, mientras que en el antiguo no está presente ningún tipo de interruptor de este tipo. No obstante, esto se debe a que aunque ambos objetivos son autofocus (son capaces de enfocar automáticamente según las ordenes de la cámara) el proceso lo realizan de maneras completamente diferentes como veremos en la vista de las monturas, así que luego profundizaremos en este interesante aspecto.
Diferencias en las monturas
Bien, en esta vista están las diferencias más importantes que distinguen a un objetivo fabricado hace un par de décadas de uno diseñado en la actualidad. Para empezar podéis ver que el más antiguo tenía la montura fabricada en metal y el actual en plástico; un detalle que ya deja entrever que hoy en día se hace todo lo posible para reducir costes (aunque Nikon lo justifica diciendo que el plástico es más ligero).
Sin embargo, hay detalles mucho más sutiles, así que vamos a ir viendo los dos objetivos muy de cerca comenzando por el más nuevo:
Aquí podéis ver de cerca la estructura de la montura del 18-55. Fijaos en los tres tornillos que cierran el cuerpo porque a continuación veremos una importante diferencia con respecto al 35-70. Del mismo modo, en la parte superior tenemos siete contactos metálicos encargados de la comunicación entre el objetivo y el cuerpo de la cámara (control de diafragma, distancia al sujeto fotografiado, autofocus…).
Y hablando de autofocus, es hora de fijarnos en la más importante diferencia entre un modelo antiguo y uno nuevo, pues en los objetivos AF-S (presentados en el año 1996) el enfoque se realiza mediante unos pequeños motores que van embutidos en el propio objetivo y que son los encargados de ajustar las lentes del mismo para enfocar más lejos o más cerca.
Si nos fijamos ahora en la montura del 35-70 vamos a apreciar dos diferencias importantes:
Como veis, están presentes los habituales tres tornillos de estrella para sellar el cuerpo del objetivo, pero aquí tenemos además una especie de “tornillo plano” en la parte inferior que es el encargado de modificar el enfoque. Tornillo que gira según ordene un apéndice presente en el cuerpo de las cámaras, no necesitando por tanto ningún tipo de contacto eléctrico entre cámara y objetivo para realizar esta acción (aunque sí para otras). Un enlace mecánico entre cámara y objetivo que no está presente en las réflex más sencillas de Nikon, y de ahí lo que siempre se dice acerca de que en las D40/D40X/D60 tendremos que enfocar a mano si empleamos objetivos antiguos.
Derivado de esto, si nos fijamos en la parte superior del 35-70 podremos ver que hay sólo cinco contactos eléctricos, ya que en este modelo no están presentes los correspondientes al motor interno de enfoque debido a que en este caso se realiza de forma mecánica en vez de electrónica.
Bueno, y ahora que tenemos a la vista las dos monturas vamos a mirar algunas diferencias más:
Por un lado es evidente que el desgaste de una montura plástica es superior al de una metálica. Fijaos en las marcas que ha ido dejando la acción de montar y desmontar la óptica en la cámara (la montura de la cámara siempre es metálica) porque son bastante evidentes en el caso del 18-55 mientras que la del 35-70 está como si por ella no hubieran pasado los años.
Las dos hendiduras que podéis ver en la parte izquierda de las monturas son las que sirven al cuerpo de la cámara para confirmar que hay un objetivo montado, ya que hay un pequeño pin que encaja perfectamente cuando el objetivo está correctamente colocado en la cámara.
Por último, como elemento común tenemos esa especie de pestaña en la parte derecha de las monturas. Ese elemento tiene la misión de controlar la apertura del diafragma, y como podéis ver, estaba presente incluso en objetivos que todavía contaban con anillo de diafragmas para su control. Lo que hace la cámara al variar la apertura del diafragma es mover esa pequeña leva, que en reposo (tal y como aparece en las fotografías) deja el diafragma en su posición más cerrada y en su tope superior en su posición más abierta.
De todos modos, antes de terminar esta entrada me gustaría ofreceros un vídeo que explica visualmente estas mismas cosas que habéis leído en los párrafos anteriores, esperando que os entretenga y satisfaga al mismo tiempo vuestra curiosidad.
En fin, después de este breve repaso visual a dos objetivos fabricados con más de dos décadas de diferencia os habréis dado cuenta de que aunque los dos modelos sean físicamente y funcionalmente compatibles, en su interior hay diferencias bastante notables; y es que la tecnología va avanzando a pasos agigantados aunque no nos demos cuenta.