Las cámaras réflex son multitud allá donde vayamos. A poco que os fijéis, veréis gran cantidad de cuellos y hombros adornados con cintas de tela en las que figuran en colores chillones los nombres de los principales fabricantes de estos aparatos que nos permiten conservar instantes fugaces para toda la eternidad.

Tal vez tú, estimado lector, estés pensando en dar el salto a este tipo de cámaras en busca de una mayor calidad de imagen y/o posibilidades creativas y buscando información por Internet te has topado con este humilde blog. Pues bien, para ver si consigo aclarar un poco tus dudas trataré de exponer mi particular punto de vista sobre el delicado tema de adquirir la primera réflex.
Cámaras réflex: ventajas y desventajas con respecto a las compactas
Pasar de una cámara compacta a una réflex supone un salto hacia adelante en muchos aspectos; pero no hay que olvidar que también tiene algunas desventajas:

Ventajas
- Superior calidad de imagen gracias al mayor tamaño y calidad de ópticas y sensores.
- Desenfoques acusados por la misma razón del punto anterior.
- Mayor libertad creativa para el fotógrafo.
- Enfoque mucho más preciso (sobre todo en condiciones de iluminación escasa).
Desventajas
- Mayor peso y volumen (se hace casi imprescindible una mochila para llevar el equipo).
- Si queremos ampliar nuestro equipo (flash externo, ópticas de calidad, trípode, baterías de reserva…) hemos de tener en cuenta que nada de eso es barato. Una compacta supone un gasto inicial y ya está; pero la compra de la primera réflex es tan sólo la punta del iceberg.
- Cuando empezamos con una marca de réflex nos casamos con ella para toda la vida debido a que los objetivos y la inmensa mayoría de los accesorios son totalmente incompatibles entre ellas. Tenedlo en cuenta.
Precios y prestaciones
En general, las cámaras réflex más sencillas parten de un precio que suele rondar los 450 ó 500 euros y veréis que junto al cuerpo vendrá un objetivo básico (del tipo 18-55mm f/3.5-5.6) con él que podréis empezar a hacer fotografías nada más cargar la batería.

Ejemplos de estos modelos son ahora mismo la Nikon D3100, la Canon EOS 1100D o la Sony Alpha A270 por citar tres muy difundidos.
No obstante, un 18-55 tiene un rango bastante limitado en cuanto a distancia focal; por lo que si encontráis un pack que añada un teleobjetivo sencillo (estilo 55-200mm f/4-5.6 estabilizado) contaréis con mucha mayor versatilidad a la hora de hacer vuestras fotografías.
Un teleobjetivo como el que os digo comprado por separado os puede salir sobre los 200 ó 220 euros; pero cuando viene junto con la cámara suele suponer un incremento de precio de unos 100 euros; por lo que es muy recomendable dado que algo más de distancia focal es lo primero que echaréis de menos a las primeras de cambio.
Por otra parte, si junto con la cámara os regalan una mochila mucho mejor, ya que en cuanto tengáis un par de objetivos necesitaréis algo donde poder llevar el equipo con comodidad y seguridad. Se trata de mochilas especiales para fotografía con compartimentos acolchados que se pueden variar de tamaño para adaptarse a las ópticas, cuerpos y flashes que tengamos.

¿Empezar con un maquinón es una ventaja?
En absoluto. Si venís de una compacta con sus tres o cuatro botones y sus modos automáticos, una cámara réflex de gama semi-profesional os asustará de primeras porque están diseñadas para gente que ya controla los principios básicos de fotografía. A lo mejor os hacéis con una y en pocos días le cogéis el truco; pero para una primera réflex yo me decantaría por un modelo sencillo y ya habrá tiempo de cambiar de cuerpo más adelante.
De hecho, muchas veces las diferencias entre un modelo de la gama profesional y otro de aficionado vienen dadas más que nada por la resistencia a condiciones climatológicas adversas, accesos directos a controles, posibilidades de configuración, compatibilidad con objetivos antiguos, el material con el que está fabricado el chasis…
Sin ir más lejos, la famosa Nikon D90 y mi querida D300 llevan un sensor prácticamente idéntico; pero si en su momento me decanté por el tope de gama de la familia de cámaras DX de Nikon fue por el tema de la resistencia a la lluvia y al uso intensivo. Desde luego, en lo que a calidad de imagen se refiere ambas andan a la par y de ahí que ese no fuera un factor determinante a la hora de decidirme por uno u otro modelo.

¿Qué marca elegir?
No me cansaré de decir que da exactamente lo mismo porque al final es el fotógrafo el que consigue hacer una buena o una mala fotografía y entre cámaras de precios similares las prestaciones son, por lo general, calcadas.
Eso sí, vuelvo a repetir que una vez que nos metemos en una marca en concreto estaremos atados de por vida a ella a no ser que tomemos una decisión radical y nos deshagamos de todo nuestro equipo para empezar otra vez de cero (algo que al menos a mí ni se me pasa por la cabeza a estas alturas de la película).
Por tanto, lo más lógico es optar por una marca que tenga una fuerte presencia en el mercado y que lleve ya muchos años metida en este mundillo. Sí, seguro que a casi todos se os han venido a la cabeza Nikon y Canon; pero tampoco le hagáis ascos a Olympus, Pentax o Sony porque aunque no suenen tanto, lo están haciendo muy bien desde hace tiempo.

Lo que no hay que hacer con una réflex
Me dan escalofríos cuando veo a alguien usando una réflex con el dial en esa posición de color verde en la que no tenemos ningún control sobre lo que la cámara está haciendo al disparar (un modo que mi D300 ni siquiera posee). Cierto es que el modo 100% manual sólo es útil para condiciones muy determinadas y, desde mi punto de vista, lo más práctico es emplear los modos semiautomáticos (prioridad a al apertura si os justa jugar con los desenfoques y prioridad a la velocidad si os gusta plasmar el movimiento de las cosas) combinándolos con la compensación de exposición; pero usar una réflex como si de una compacta se tratara es desperdiciar dinero y cargar con un peso innecesario.
También es buena idea hacer uso del sistema que caracteriza a las réflex: los objetivos intercambiables. No os quedéis en el típico 18-55; haceos con un angular extremo, con un objetivo fijo, con un ojo de pez, con un tele de apertura generosa… El 18-55 está bien para empezar (y, como os decía antes, si lo combináis con un teleobjetivo sencillo, mejor todavía) pero si veis que os pica el gusanillo de la fotografía merece la pena ir invirtiendo en ópticas que os permitan sacar a relucir nuestra creatividad.

Además, invertir en objetivos es una buena opción; ya que si sois cuidadosos podréis venderlos pasados unos años prácticamente por el mismo precio que os costaron. Eso sí, no ocurre lo mismo con los cuerpos de las cámaras, ya que al ser electrónica de consumo se deprecian con mucha rapidez. De hecho en su día ni se me pasó por la cabeza vender la D40 porque para lo que iba a sacar por ella prefería quedármela como segundo cuerpo (y bien que hice, por cierto, ya que a día de hoy todavía la uso a menudo; sobre todo cuando quiero ir ligero de peso).
Además, tened una cosa en cuenta: da igual el cuerpo de cámara que tengáis porque siempre acabarás gastándote más dinero en objetivos que en el propio cuerpo. Y aunque de primeras os pueda parecer una barbaridad, os aseguro que cuando salgo a hacer fotos con mi Nikon 80-200 f/2.8 montado en la D300 tengo más cuidado de la óptica que del propio cuerpo de la cámara.
Un último consejo
Si te compras una réflex úsala. Nadie hace buenas fotos teniendo la cámara metida en el armario; así que saca un par de horas de donde puedas, carga la batería y diviértete con ella, que para eso te la has comprado. Además, la fotografía es una afición muy agradecida; ya que cuando más practicas mejores fotografías eres capaz de hacer.
Ah, y por último; si quieres algún consejo más para empezar a hacer fotos con tu nueva réflex, aquí tienes una decena de ellos.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia
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