Los coleccionables son un timo

Acabo de ver en TV el anuncio de un coleccionable (uno de tantos que salen a la venta en estas épocas de depresiones post-vacacionales) que consiste en montar una enorme maqueta del Titanic. Si ya de por si no le encuentro la gracia a tener semejante mostrenco metido en la habitación (y no hablemos ya de montarlo pieza a pieza y pintarlo) hay dos cosas que me han llamado poderosamente la atención.

titanic

1. El coleccionable se publica a un ritmo semanal y consta de 100 entregas. Si tenemos en cuenta que un año tiene 52 semanas, un rápido cálculo nos dice que hasta que tengamos el barco terminado tendrán que pasar dos largos años. Es decir, que en el mejor de los casos tendréis todas las piezas del barco en vuestro poder para Septiembre de 2011; casi nada.

2. Sin embargo, ese problema no es problema si lo comparamos con el coste económico que acarreará el dichoso barco: si os fijáis en la letra pequeña del anuncio veréis que aunque la primera entrega se anuncie a un precio de 1 euro, la segunda costará 3,99 y las 98 restantes saldrán a 6,99 eurazos. Coged la calculadora y calculad: 1 + 3,99 + (98 x 6,99) = 691,01

¡¡Setecientos euros por una maqueta que tendremos que montar nosotros mismos a lo largos de dos años!!

IMPORTANTE: Justo antes de publicar la entrada el anuncio ha vuelto a aparecer en TV y al ver que era de la editorial Salvat me he metido en su página web en busca de más información. Pues bien, resulta que la cosa es todavía peor que lo que nos cuentan en televisión, ya que si uno se mete en la sección «más información» de dicho coleccionable se encuentra con lo siguiente:

FAQ – PREGUNTAS FRECUENTES

Preguntas sobre la colección

– ¿Cuántas entregas tiene la colección?
La colección tiene un mínimo de 100 entregas, cada una está compuesta por un fascículo y las piezas de montaje.

– ¿Cada cuánto aparece una nueva entrega a la venta?
La colección es semanal, por lo que recibirá un envío cada mes compuesto por 4 entregas.

– ¿Cuánto cuesta cada entrega?
Cada entrega cuesta 6,99€, excepto la nº 1 y la nº 2 que tiene un precio especial de 1€ y 3,99€ respectivamente.

– ¿Cómo se encuaderna la obra?
La obra se encuaderna con 4 tapas archivadoras que aparecen a la venta junto con las entregas 7, 26, 51 y 76. El precio de cada una es de 6,50€.

Resumiendo: que si a la editorial le da la gana pueden alargar el número de entregas hasta el infinito y más allá; pero en ningún caso serán menos de cien. Además, por si los 691,01 euros que nos costarían los teóricos cien fascículos fueran poco dinero, hay que sumar cuatro tapas archivadoras de 6,50 euros cada una, lo que eleva la suma total a 717,01 euros (y siempre suponiendo que no decidan fraccionar más la colección y meter cuarenta fascículos más «porque yo lo valgo»).

Por cierto, ¿os hacéis idea del pedazo de maqueta que podéis comprar si vais a una tienda especializada con 700 euros en el bolsillo?

Bueno, y que quede claro que quien dice la colección esta del Titanic dice cualquier otra; porque cada vez que uno se pone a echar cuentas de lo que cuesta al final cualquier coleccionable se da cuenta de que es de todo menos rentable. Hacía ya tiempo que quería hablar del tema de los fascículos, y el anuncio de hace un rato me ha dado la excusa perfecta para ponerme manos al teclado.

Nacho Vegas y su peculiar boicot a Nestlé

Durante una entrevista para la desaparecida web elgranpoder grabada en la primavera de 2006, preguntan al compositor asturiano Nacho Vegas qué papel podría desempeñar en un anuncio de Danone. Nacho, tras quedarse bastante sorprendido por la cuestión, empieza a dudar sobre si hay o no alguna relación entre Danone y Nestlé, explicando que hace un tiempo intentó hacer un boicot a la multinacional por ciertas políticas económicas de la empresa. Debido a ello, tras unos instantes de duda afirma que «seguramente escupiría en el yogur».

nacho_vegas

Lo más cachondo del asunto es que el propio Nacho reconoce unos segundos después que su boicot a Nestlé ha acabado por convertirle en un gran consumidor de esta marca porque al probar los productos de otras firmas se dio cuenta de que los chocolates de Nestlé eran mucho mejores que los de la competencia.

Os pongo el fragmento de la entrevista a continuación porque creo que no tiene desperdicio; y es que una vez más me doy cuenta de que las enrevesadas historias que Nacho Vegas cuenta en sus canciones no son más que la consecuencia de una forma de ser bastante peculiar.

Facilitando la vida a los cacos

Balcón a ras de suelo

Si yo fuera el promotor de este bloque de viviendas regalaría a los compradores de los primeros pisos una buena alarma anti-intrusiones o directamente les instalaría una barandilla electrificada.

No sé en qué cabeza cabe hacer una terraza prácticamente a ras de suelo teniendo en cuenta que no existe jardín ni valla alguna entre la acera de la calle y la pared del edificio, pero el caso es que así es: residir en un piso como este es prácticamente vivir en la calle.

Por las cosas que se suelen ver un sábado de madrugada, ya me imagino que habrá habido algún que otro cazurro que se habrá metido en el balcón de un salto solo para hacer la gracia delante de sus amigotes. Y eso por no comentar que el día menos pensado te puede desaparecer alguna silla o lo que tengas allí puesto.

Nuevas construcciones

Oropesa by night

Unas cuantas fotografías de diversos rincones de Oropesa del Mar captados por la noche. Todas ellas están hechas a pulso (creo que comenté ya en alguna ocasión que este verano me olvidé el trípode en Alcalá) con el Nikkor AF-S DX 35mm f/1.8 G montado en mi D40.

Por cierto, esto de la fotografía nocturna sin apoyo de ningún tipo (has de tener buen pulso y jugar con la sensibilidad ISO de la cámara) es algo que apenas había practicado hasta ahora, y he de reconocer que me ha parecido tremendamente divertido.

¡Os dejo con las imágenes!  😉

Oropesa by night (I)

Heladería La Jijonenca (de lo más típico de Oropesa)

Luces de medianoche

Las luces de la playa de La Concha

La estación de Oropesa por la noche

La estación de tren a las once de la noche

Expreso de medianoche

Un tren pasando por la estación

En medio de la noche

Coche a medianoche

Oropesa by night (II)

Puesto de gofres (otro lugar típicamente oropesino)

Afán recaudatorio

Afán recaudatorio

Oropesa by night (III)

La gente se entretiene con cualquier cosa

Cena y tapeo

Doña Resu: un lugar de cenas y tapeo variado

El verano de 2009 en pocas líneas

No tenía intención este verano de redactar la típica entrada resumiendo lo que han dado de si estos días. Sin embargo, me vuelvo a dar cuenta de que soy un animal de costumbres y en cuanto me he despistado un momento ya estaba delante del ordenador redactando unas líneas que verán la luz mientras voy de camino a Alcalá de Henares.

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Visto en perspectiva ha sido un verano extraño, raro, diferente… Mi prioridad ha sido avanzar todo lo posible el proyecto de fin de carrera, y si comparo lo que traje y lo que me llevo creo que he cumplido ese objetivo con creces. Aun así, creí que apenas vería la luz del sol enfrascado en mi mundo de automatismos, relés e interruptores magnetotérmicos y al final he podido tener también tiempo para mí mismo (cosa más importante de lo que parece, creedme).

Por cierto, no he tocado un videojuego en todo el verano. Tomé la decisión de no llevarme ni una simple Gameboy a la playa para desconectar completamente de esos temas y así ha sido. Ya os he comentado en más de una ocasión que los videojuegos son algo cada vez más secundario en mi vida, y eso es algo que he podido constatar durante estas semanas en las que no los he echado de menos ni medio minuto. Supongo que tendré que meditar sobre ello de cara a mi labor en ultimONivel, pero este no es el momento de ese tipo de cosas; ya habrá tiempo más adelante. Mi objetivo más inmediato ahora mismo es, como os decía hace un momento, tener todo el proyecto de fin de carrera listo para el siete de Septiembre, que es la fecha acordada con mi tutor para llevarle una versión casi definitiva del mismo.

Y hablando de objetivos, en temas fotográficos el verano también ha dado mucho de si: he captado imágenes todos y cada uno de los días que he estado en Oropesa y siempre que he podido he sacado un ratillo para escaparme a la calle cámara en mano. De un total de casi 2000 fotografías disparadas, he seleccionado 415 como las más representativas, siendo algunas de ellas las que he publicado en Flickr durante estos días (y todavía me queda alguna que otra por subir). He disfrutado mucho de esos momentos y he aprendido bastante, así que en ese sentido para mí el verano ha estado más que bien.

Perfil costero

También me he encontrado con algunas personas que hacía tiempo que no veía. El último día ha sido especialmente bueno en ese sentido, pues además de ver a una pareja de amigos que siempre te hacen sentir realmente querido y visitar por la mañana a alguien que empleará algunas de mis fotografías para decorar su cocina, me topé de pura casualidad con una persona a la que no veía desde hace más de quince años; aunque de eso, si os parece, ya hablaremos otro día. Obviamente, no puedo pasar por alto los días que coincidí por aquí con Manu, pues de ellos salieron un montón de conversaciones curiosas y muy buenos recuerdos.

En cuanto al blog, bueno, he escrito un montón de entradas al ritmo que me ha apetecido y sobre lo que me ha parecido conveniente, convirtiéndose en una especie de diario de mis vacaciones. Me llama la atención la gran cantidad de temas técnicos sobre fotografía que se me han ocurrido estos días porque incluso habiendo publicado una docena de ellos, todavía me quedan otros tantos en el tintero que iré sacando poco a poco a lo largo de las próximas semanas. Del mismo modo, aunque esté en Alcalá, a lo largo de los próximos días sacaré a la luz unas cuantas entradas que tienen que ver con Oropesa del Mar; tanto de temas específicos como para mostraros fotografías varias que no quiero dejar sin enseñaros. Advertidos quedáis…  😛

En resumidas cuentas, además de avanzar el TFC, escribir artículos y hacer muchas fotografías, el verano me ha servido para relajarme, hacer ejercicio (que buena falta me hacía), tomar el sol en la playa, escuchar mucha música, dormir ocho horas cada día… En definitiva, para recuperar las energías gastadas en un invierno que, aunque tremendamente positivo, ha sido un poco aciago. La verdad es que me voy de aquí con un poco de pena; más que en años anteriores. Ahora comienza una nueva etapa que no sé a dónde me llevará: la presentación del proyecto será el primer paso, pero todo lo que venga después será un misterio que, a medida que se vaya desvelando, os iré contando por aquí.

Por último, me gustaría pedir perdón: perdón a quien esperaba verme y no me vio, a los camareros de los bares acuciados por la crisis, a las estrellas fugaces, al frescor de la arena en mitad de la noche, al trípode que olvidé en Alcalá, a las chicas que se quedaron sin su relato correspondiente, a Facebook por no hacerle ni caso desde que llegué, a mi iPod y a mi cámara por no dejarles descansar ni un día, a mis deportivas por llenarlas de polvo cada tarde, a los transeuntes que fueron inmortalizados sin permiso, a mi portátil por tenerlo encendido día y noche, a la TV por no mirarla más de tres horas en todo el verano, a vosotros por haber tenido que soportar mis ocurrencias y, sobre todo, a mí mismo por todas las cosas que podía haber hecho y no me ha dado la gana hacer.

Retrato en sepia

Las limitaciones de los flashes

¿Os habéis fijado alguna vez en toda esa gente que desde las gradas más altas de los grandes estadios de fútbol dispara fotografías con flash cada vez que se arrima por esa zona del césped la estrella de turno? La próxima vez que veáis un partido por la televisión, fijaos en ese detalle y veréis la ingente cantidad de fotografías que se realizan en un momento y que en la mayoría de las ocasiones quedarán irremediablemente oscuras.

Precisamente este artículo se me ocurrió hace un par de días cuando vi a una chica intentando fotografiar unos edificios de Oropesa del Mar a las doce de la noche empleando el flash de su cámara compacta estando situada aproximadamente a medio kilómetro de distancia. Tras su tercer intento en vano, estuve a punto de acercarme para comentarle que con la luz del flash poco iba a iluminar desde allí, pero se la veía tan entusiasmada que no iba a ser yo quien la disuadiera de su propósito, así que pensé en publicar una entrada hablando sobre este tema. Quién sabe, a lo mejor al volver de sus vacaciones en la playa busca en Google por qué le salen las fotos oscuras y encuentra esta entrada. Casualidades más extrañas me han ocurrido en el pasado…

Las Vegas desde la playa de La Concha

Fotografía tomada desde el sitio donde estaba aquella chica. Sí, esas dos torres pintadas de blanco y verde son las que pretendía iluminar con el flash de su compacta.

Las limitaciones del flash

Los flashes incorporados en las cámaras tienen una potencia muy limitada y, de hecho, en las cámaras compactas no suelen alcanzar a iluminar con claridad más allá de dos o tres metros en el mejor de los casos. En las réflex tal vez lleguemos algo más lejos, pero si queremos alcanzar al menos una veintena de metros debemos hacernos con un modelo externo que de mucha más potencia.

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Fijaos en todo el área que es capaz de iluminar el flash del fotógrafo

En cualquier caso, ni con un SB-900 vamos a ser capaces de iluminar un estadio de fútbol desde el cuarto anfiteatro, de modo que todos esos destellos luminosos que veis entre el público en todo gran partido que se precie, no dan lugar más que a fotografías en las que todo lo que no esté en primer plano aparecerá casi completamente negro.

¿Cómo medir el alcance máximo de un flash?

Ya que estamos metidos en harina, os comentaré que el alcance de un flash viene dado por su número de guía a una determinada sensibilidad ISO (habitualmente 100), que no es más que el producto de la distancia máxima (en metros o en pies) que alcanza dicho flash multiplicado por el número f (que es el que define la apertura del objetivo a la que vamos a disparar la fotografía). De todos modos, aunque no vamos a entrar en ello, también la distancia focal del objetivo influye en esta distancia, pues no es lo mismo iluminar la pequeña zona que abarca un teleobjetivo, al inmenso rectángulo que capta un ultra-gran angular.

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Acoso a base de "flashazos"

Si por ejemplo tenemos un flash con número de guía de 17 metros a ISO 200 (el que viene integrado en mi Nikon D40), si estamos empleando una apertura de f/4 podremos iluminar un objeto situado a 4,25 metros. Si cerramos hasta f/10 sólo alcanzaremos a iluminar un objeto que esté a 1,7 metros de distancia, y si abrimos el diafragma a f/2 (suponiendo que el objetivo sea capaz de alcanzar dicho valor) podremos iluminar un objeto colocado a 8,5 metros. Por supuesto, si incrementamos la sensibilidad ISO, la distancia a la que podremos colocar el objeto a iluminar aumentará, aunque no de manera lineal porque el área a iluminar se incrementa con el cuadrado de la distancia, así que si estamos usando ISO 200, para poder colocar el objeto a fotografiar al doble de distancia y que quede igual de iluminado con la misma potencia del flash tendremos que colocar el ISO en 800.

En general, para que os hagáis una idea de las distancias de las que estamos hablando, el flash de una cámara compacta suele tener un número de guía que ronda los 15 pies (5 metros) mientras que uno externo de gama profesional puede llegar a los 250 pies (que son unos 75 metros). Si tenemos en cuenta que la apertura máxima del objetivo de una compacta rara vez irá más allá de f/2.8, tenemos que el flash va a alcanzar poco más de dos metros en los casos más favorables.

Lo que hacen los profesionales

En el caso del estadio que os comentaba antes, lo mejor es olvidarse del flash por potente que sea y optar por utilizar una óptica muy luminosa. De hecho, si os fijáis con atención en los fotoperiodistas que están a pie de campo, veréis que ninguno de ellos dispara con flash a largas distancias, y que lo que llevan montado en sus cámaras son monstruosos teleobjetivos con unas aperturas máximas tremendas.

Reporteros teleobjetivos

¿Por qué creéis que un Canon 200mm f/2 o un Nikkor 70-200 f/2.8 cuestan 5500  y 2000 euros respectivamente? Pues porque son las únicas ópticas que nos van a permitir tomar fotografías en esas condiciones de luz. Eso y, por supuesto, también contar con una cámara réflex de gama alta que nos permita subir la sensibilidad ISO hasta la estratosfera (3200, 6400…) sin que las imágenes pierdan demasiada calidad. Esos son los equipos con los que los reporteros hacen esas fotografías de portada en las que los jugadores aparecen completamente estáticos en medio de un salto o al disparar una falta. Si fuera tan sencillo como usar el flash de una compacta, las redacciones de los diarios deportivos se ahorrarían una pasta en equipos fotográficos, ¿no creéis?  😉

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Pescando corazones

Pescando corazones

«El sol se pegaba a su piel como el pan rallado a las croquetas»

Mis relatos y las cosas que cuento por aquí suelen tener origen en pequeños detalles en los que me fijo cada día. Normalmente al ver algo que me llama la atención suele venir a mi cabeza alguna frase que apunto o al menos trato de recordar y que luego desarrollo con calma delante del ordenador para dar lugar a la entrada de turno.

Pues bien, el otro día vi a esta chica pescando sobre unas rocas, le hice la fotografía que veis aquí y al momento la frase que hay al pie de la imagen vino a mi mente como por arte de magia. Ya sé que no es muy poética que digamos, pero es lo que mi menté tergiversó en ese momento. ¡Qué le vamos a hacer!  😀

Y bueno, ya que no fui capaz de trazar una historia medianamente entretenida basándome en la pescadora de corazones (que conste que lo intenté de tres formas diferentes) al menos me gustaría compartir con vosotros la frase original sobre la que tendría que haber girado toda la entrada.

¡Un saludo y gracias por vuestro tiempo!

Svetlana y el mar

Era la primera vez que Svetlana veía el mar. Lo supe con certeza al reconocer en el rostro de aquella chica la fascinación universal de quien acaba de descubrir algo que antes ni tan siquiera se había atrevido a soñar. Su piel lechosa, la melena albina y aquellos ojos color piscina delataban que no estaba muy acostumbrada al clima típico del Mediterráneo y que sus raíces quedaban mucho más al Este.

Averigüé su nombre porque quien debía de ser su madre gritaba una y otra vez la misma palabra mientras agitaba un brazo en el aire a escasos dos metros de donde yo estaba. Sin embargo, desistió de su tarea cuando tras varios intentos Svetlana seguía sin hacer el más mínimo caso, absorta por completo en sensaciones que nunca antes había experimentado.

Día de playa

Allí, de pie en la orilla, no me perdía ni un sólo detalle de las cosas que hacía aquella chica tan peculiar: con bendita inocencia tomaba un puñado de arena del fondo y al sacar su mano del agua observaba hipnotizada cómo iba resbalando por el brazo hasta su codo sin poder hacer nada para evitar que aquellos microscópicos fragmentos de roca erosionada durante siglos acabaran de nuevo bajo el manto de Neptuno.

Luego se tumbaba boca arriba y experimentaba la agradable sensación de flotar de un lado a otro a merced del  mar. Completamente relajada se dejaba llevar por la corriente sintiéndose como un astronauta en ingravidez hasta que llegaba una ola más grande de lo esperado que revolvía su pelo provocando al mismo tiempo una mueca de sorpresa.

Pese a que debía de tener unos veinte años, Svetlana estaba tan fascinada como una niña pequeña ante aquel mundo de nuevas experiencias. Quedaba claro que su emoción al descubrir el mar era grande; pero no mucho más que mi alegría al comprobar que no soy el único que se maravilla ante las pequeñas cosas de cada día.

Variación de la perspectiva en función de la distancia focal

En las dos entradas que hablaban sobre teleobjetivos y angulares así como en aquella en la que repasaba los diferentes tipos de ópticas que se emplean en fotografía os comentaba que según la distancia focal empleada se tienden a comprimir o expandir los planos de la imagen en el eje Z del espacio. Pues bien, para que la explicación sea un poco más visual, he decidido realizar una serie de fotografías en las que se puede apreciar claramente este efecto.

Para ello empleé una extraña escultura que existe en el paseo de Morro de Gos de Oropesa del Mar cuya forma alargada a base de arcos hace que se pueda apreciar perfectamente esto que os digo si se fotografía frontalmente. En todo caso, me gustaría señalar que la compresión de los planos con el aumento de la distancia focal no es tal (obviamente nada cambia de lugar al hacer zoom con nuestro objetivo) sino que no es más que un efecto óptico debido a la variación del ángulo de visión con el que la cámara capta la escena.

La extraña escultura vista desde un lateral

La extraña escultura usada como ejemplo

La fuerza de la costumbre

Los humanos estamos acostumbrados a verlo todo con un ángulo de visión fijo (se supone que de unos 45 grados) y cuando estamos mirando una fotografía tendemos a pensar que está hecha con ese mismo ángulo de visión básicamente por la fuerza de la costumbre. Sin embargo, en caso de que la escena esté captada con un objetivo angular o con un teleobjetivo, la relación de la amplitud de los planos en el espacio con respecto a la distancia a la que los vemos variará con respecto a lo que nosotros acostumbramos a ver, y de ahí el efecto óptico que os comentaba.

Es algo un poco complejo de explicar con palabras, y por eso se me ocurrió hacer las fotografías de ejemplo; pero básicamente consiste en que si pudiéramos estrechar a voluntad nuestro ángulo de visión tendríamos la sensación de que el fondo se acerca al primer plano y justo lo contrario si pudiéramos ensancharlo.

Pasando a la práctica

Bueno, lo que he hecho en las fotografías ha sido tratar de mantener el plano del frontal de la escultura que os decía antes más o menos fijo e ir acercándome a él de tal modo que aunque variara mi distancia a él fuera compensando esa variación con la distancia focal del objetivo. Cuanto más me acercaba, menos distancia focal; y así lo hice en cinco pasos empleando distancias focales sobre sensor DX de 175, 105, 55, 35 y 18 mm representados en otras tantas fotografías.

175mm

175mm

105mm

105mm

55mm

55mm

35mm

35mm

18mm

18mm

¿Veis cómo a medida que voy reduciendo la distancia focal los arcos que conforman la escultura parecen estar más lejanos entre si al igual que la palmera y las sillas que se ven al fondo?

En fin, espero que el «experimento» os haya resultado curioso y os haya ayudado a entender por qué al usar un teleobjetivo todo parece estar más cercano y al emplear un angular el fondo de la fotografía parece estar mucho más lejos de lo que ven nuestros ojos.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Una sorpresa para finalizar la tarde

Fue toda una alegría llegar a casa después de dar un largo paseo y descubrir que se estaba organizando en el cielo un precioso atardecer. Ni siquiera me lo planteé: en una especie de locura transitoria no tardé ni medio minuto en abrir la puerta, coger la cámara junto a un par de objetivos y subir a la azotea a toda velocidad para inmortalizar aquella puesta de sol.

Fruto de aquel rato en las alturas son estas dos imágenes que he seleccionado entre las más de 70 que disparé durante apenas un cuarto de hora y que, a mi juicio, son las que mejor han quedado. ¡Espero que os gusten!  😉

Puesta de sol en Oropesa (II)

Puesta de sol en Oropesa (I)

Lugares abandonados (10)

Subiendo por el Paseo de los Curas, unos 100 metros antes de llegar a la Puerta de Madrid, os encontraréis con un conjunto de tres viviendas colindantes que llevan cerradas tantos años que no recuerdo haberlas visto en otro estado diferente al actual. Se encuentran concretamente en la Plaza Puerta de Santa Ana, que es la confluencia del Paseo de los Curas con la calle Ánimas.

Plaza Puerta de Santa Ana

Su peculiaridad es que se trata de un viejo conjunto que ha quedado aislado en medio del desarrollo urbanístico de la zona que tuvo lugar en la década de los 70 y, al menos a mí particularmente, me llama mucho la atención porque lo podemos ver por tres de sus cuatro caras, ya que está situada en la confluencia de dos calles prácticamente perpendiculares entre si.

Calle Ánimas

Es extraño que siga en pie después de tantos años y, sobre todo, que haya sabido aguantar con valentía una época en la que cada metro cuadrado de terreno se pagaba a precio de oro para levantar un edificio de varias plantas. No sé cuánto más seguirán allí, pero por si acaso, quise guardar su recuerdo por si un día paso por esa acera y tengo que echar de menos a aquellas antiguas casas que, sin despertar admiración entre las gentes de la ciudad, soportaron el paso del tiempo durante décadas.

A veces veo anuncios de ING por la calle

Cada vez que paso cerca de alguno de los bancos que hay en los aledaños de la playa de La Concha en Oropesa del Mar pienso que los encargados de pintarlos deben tener acciones en el ING.

¿Al ver la fotografía no se os viene a la cabeza Matías Prats diciendo Tu banco y cada día el de más gente ?  😀

ING

Usando el flash para evitar sombras y contraluces

Si alguna vez habéis hecho una fotografía a alguien que tenía una fuerte luz a sus espaldas os habréis dado cuenta de que la cámara ha medido la luminosidad de la escena erróneamente y ha subexpuesto el sujeto principal (es decir, que la persona ha salido demasiado oscura) porque la luz del fondo es la que ha predominado sobre la menor iluminación del modelo situado en primer plano. Del mismo modo, si empleamos medición central (o puntual) para exponer correctamente a nuestro modelo, nos vamos a encontrar con un fondo muy quemado debido a que el tiempo de apertura del objetivo ha sido demasiado largo para la cantidad de luz que aparece en el resto de la imagen.

Otro problema habitual es que si estamos haciendo un retrato a alguien con el sol «en todo lo alto» (poco recomendable, pero a veces no nos queda más remedio) van a aparecer molestas sombras bajo barbilla, nariz y cejas; dando lugar a una fotografía en la que no se aprecian bien los detalles del rostro de la persona retratada como podéis ver en el siguiente ejemplo.

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Foto sin flash. Observad las sombras bajo barbilla, nariz y cejas

Para evitar estas situaciones, es una buena idea emplear el flash que viene con nuestra cámara (en el modo llamado «flash de relleno») o uno externo si tenemos la suerte de disponer de él. De este modo, la diferencia de iluminación entre las zonas más oscuras y más claras de la imagen será más reducido y podremos exponer correctamente al sujeto principal sin quemar el fondo así como eliminar en buena medida las sombras a las que anteriormente hacíamos referencia.

Eso sí, hay que tener en cuenta que vamos a tener una limitación en la velocidad máxima a la que podemos disparar con nuestra cámara si empleamos el flash tal y como os comenté en la entrada que trataba sobre el funcionamiento del obturador.

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Empleando el flash desaparecen en gran parte las sombras anteriores

De lo que se trata es de conseguir que no haya demasiada diferencia de luminosidad entre las zonas más oscuras y las más claras de la imagen, pues en caso de que haya una gran variación entre unas y otras nos va a tocar sacrificar una de ellas como os contaba en aquella entrada que explicaba por qué se queman algunas zonas de las fotografías.

Como veis, lo que os he contado hoy es algo extremadamente simple pero que da muy buenos resultados. Hay gente que sólo emplea el flash para iluminar lo que va a fotografiar cuando hay poca luz; pero incluso a pleno sol, el flash es una gran ayuda para conseguir fotografías bien iluminadas.

De cualquier modo, en una próxima entrada sobre fotografía seguiremos hablando de los flashes (en este caso de sus limitaciones  😉 ).

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Lugares abandonados (9)

La mayoría de los edificios que os enseño en esta sección del blog los conozco porque paso a menudo delante de ellos y por tanto voy expresamente con la cámara a inmortalizarlos antes de que “cambien de estado”.

Sin embargo, la fotografía de hoy es fruto de la casualidad, pues el edificio en cuestión está frente a la tienda de fotografía Paco, en la calle Cruz de Guadalajara, que es una de las que rodean a la Plaza de los Mártires en pleno centro de la ciudad.

Aquel día llevaba la cámara encima porque acudí a la tienda en busca de un filtro y quería probarlo in situ; y bueno, aunque el filtro no lo tenían, al salir me encontré de frente con la oportunidad de retratar un edificio que tiene pinta de llevar cerrado unos cuantos años.

Frente a Fotografía Paco

Como comprenderéis por lo improvisado de la situación, no tengo oportunidad de contaros gran cosa sobre esta casa, pero bueno, ahí queda la fotografía como testigo del lugar.

Funcionamiento del obturador en una cámara réflex

El obturador de una cámara réflex es una compleja obra de ingeniería que resuelve más problemas de los que a priori podríamos imaginar. Crear un dispositivo que se abra y se cierre para dejar pasar la luz es algo que puede parecer sencillo, pero a medida que vamos pensando en los posibles inconvenientes que pueden aparecer durante su fase de diseño nos vamos a dar cuenta de que no es algo tan simple como podríamos suponer en un principio.

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Ya sabemos que el diafragma del objetivo es el encargado de regular la cantidad de luz que llega al sensor mediante su apertura; mientras que el obturador será el que regulará el tiempo durante el cual la luz alcanza al sensor. Un tiempo que en ocasiones será bastante largo (del orden de segundos) y que en otras durará menos de una milésima de segundo.

Precisamente, de esa necesaria rapidez viene uno de los primeros inconvenientes a la hora de diseñar un obturador: si queremos tiempos de disparo muy breves necesitamos que el obturador se mueva realmente rápido, por lo que éste ha de ser muy ligero para que tenga la mínima inercia posible.

Los obturadores, en general, se fabrican en materiales como la fibra de carbono, el aluminio, el kevlar… de tal modo que si nos ahorran una décima de gramo estaremos ganando en prestaciones a la hora de disparar a toda velocidad. Sin embargo, no vamos a poder hacer fotografías a velocidades de obturación realmente elevadas ni siquiera fabricándolo con los materiales más ligeros porque no dejaría de ser un dispositivo mecánico que se ha de desplazar en dos direcciones en un movimiento de vaivén. Para comprender mejor la problemática asociada, vamos a, imaginar el caso de un obturador que tarde apenas una milésima de segundo en bajar y otra en subir (pensad en una persiana, pues el concepto sería similar).

ventana-con-persiana

Si subimos y bajamos esa “persiana”, nos vamos a encontrar con que la parte inferior del sensor va a estar expuesta dos milésimas de segundo más que la parte superior (vamos a imaginar que el obturador primero sube para exponer el sensor y luego baja). Si nuestra fotografía precisa de una exposición de, por ejemplo, dos segundos, la parte inferior del sensor va a estar expuesta a la luz un total de 2002 milésimas y la superior 2000; no habría excesivo problema, aunque ya existiría una pequeña modificación en la luminosidad de la fotografía por la diferencia de tiempos.

Sin embargo, si nos vamos al caso de una toma con un tiempo de exposición de sólo media milésima de segundo (1/2000) vamos a tener el problema de que la parte inferior del sensor va a estar expuesta durante 2,5 milésimas de segundo y la parte superior durante sólo esa media milésima, lo que daría lugar a una fotografía que gradualmente estará cinco veces más clara en la parte inferior que en la superior.

Para solventar esto, lo que se hace es emplear obturadores consistentes en dos cortinillas (una cortinilla es una lámina muy delgada de los materiales que os comentaba antes), de tal modo que ambas realizan su recorrido en la misma dirección: en reposo hay una primera cortinilla tapando el sensor y una segunda escondida por encima de él. En el momento de presionar el disparador, cae la primera cortinilla exponiendo el sensor, y una vez transcurrido el tiempo de exposición necesario baja la segunda a la misma velocidad que la primera quedándose delante del sensor y volviendo a impedir la llega de la luz a su superficie, pasando en ese momento a grabar los datos de la fotografía en el buffer de la cámara y posteriormente en la tarjeta de memoria.

Si volvemos a nuestros dos ejemplos anteriores veréis que en el caso de la exposición larga primero cae una cortinilla y tras un par de segundos cae la segunda; sin más. En el caso de la fotografía realizada a alta velocidad, las dos cortinillas irán “persiguiéndose” de tal modo que van a ir exponiendo todos los puntos del sensor exactamente durante media milésima de segundo mediante la banda luminosa creada por las dos cortinillas del obturador.

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Exposición lenta en la que las cortinillas se mueven por orden

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Exposición rápida en la que ambas cortinillas bajan "persiguiéndose"

En cualquier caso, una vez terminado el proceso las cortinillas vuelven a su lugar original dejando la cámara preparada para un nuevo disparo. Si recordáis el principio básico de funcionamiento de una cámara réflex, os comentaré que cuando disparamos en ráfaga la exposición del sensor se produce durante el tiempo que el espejo está levantado y que cuando éste baja es cuando las cortinillas vuelven a su posición original (os recomiendo ver el vídeo grabado con cámara hiperlenta para apreciar todo el proceso con detalle).

Solventado lo de la velocidad de exposición tenemos un nuevo problema: el flash. Si en una fotografía disparada a alta velocidad empleáramos el flash, puesto que su destello es brevísimo se estamparía una franja luminosa en el sensor durante la bajada de las cortinillas del obturador. Para evitar este problema, se suele limitar la velocidad de disparo de la cámara al emplear el flash de tal modo que por encima de la cual se impida su uso. En el caso de mi D40 (la réflex digital más básica del catálogo de Nikon) esa velocidad límite es de 1/500; y es curioso, porque en el resto de modelos esta velocidad no va más allá de 1/200 o 1/250 en el mejor de los casos. A esa velocidad (o inferiores) habrá un momento durante el cual todo el sensor estará expuesto a la luz, que será el aprovechado por el flash para dispararse, quedando la fotografía uniformemente iluminada.

De todos modos, y como norma general, este límite de velocidad se aplica a los flashes integrados en la cámara, pues con los externos de tipo profesional existen “trucos” para emplearlos a cualquier velocidad sin problemas (los más de 400 euros que cuesta un Nikon SB-900 están más que justificados porque sus prestaciones y las posibilidades creativas que da son impresionantes). No obstante, hablaremos un poco más de los flashes y una de sus principales aplicaciones prácticas.

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Flash SB-900 montado en una Nikon D700 ¡Es enorme!

Evidentemente esta explicación es un poco “para andar por casa”, ya que hay más parámetros y más factores que influyen en el diseño del obturador de una cámara réflex (además, aparte del método de las cortinillas también se suelen emplear medios electrónicos para controlar el tiempo de exposición); pero para hacernos una idea de los conceptos más importantes que condicionan su funcionamiento creo que es suficiente.

Me encantan estos problemas a los que los ingenieros se enfrentan a la hora de diseñar cualquier cosa y que siempre resuelven con brillantez. Y es que, en mi opinión, el desarrollo de la mentalidad necesaria para salir de este tipo de atolladeros es lo que se debería potenciar en las escuelas técnicas por encima de complejos teoremas que nunca se utilizan o kilométricas fórmulas matemáticas.

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