Realimentación: la clave para ser mejor fotógrafo

La realimentación es un concepto ampliamente utilizado en las diferentes ramas de la ingeniería (y que a mí particularmente me apasiona) pero que, sin darnos cuenta, también aparece en multitud de situaciones cotidianas. Es la base de las teorías de control y, como todo en la vida, se basa en un concepto bastante sencillo pero cuya aplicación da lugar a infinitas posibilidades.

En pocas palabras, la realimentación consiste en emplear la salida de un sistema para regular el funcionamiento interno del mismo optimizando así su funcionamiento y su respuesta.

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Como os podéis imaginar la cosa es mucho más extensa que eso, ya que existen varios tipos de realimentación cuya implementación en muchos casos es una labor ardua y compleja; pero para lo que hoy quiero explicaros con que comprendáis el concepto básico es suficiente. En cualquier caso, os voy a comentar un par de ejemplos para entender todo esto de un modo más práctico.

Ejemplo 1: Regulación de temperatura

Un ejemplo clásico de realimentación es el de la regulación de la temperatura de una caldera. Estas no calientan continuamente, sino que monitorizan la temperatura del agua de salida poniéndose en marcha la llama si esta baja de cierto umbral y parando cuando alcanza cierta temperatura. Éste es un ejemplo muy sencillo en el que sólo hay dos estados (marcha-paro) pero en realidad se tienden a implementar realimentaciones que van ajustando el proceso continuamente para mantener así la salida del sistema dentro de unos parámetros determinados evitando saltos y transitorios.

Ejemplo 2: Mercado de valores

Otro ejemplo de realimentación que puede que os sorprenda es el del funcionamiento de la bolsa y que explica por qué aunque haya rápidas subidas y bajadas de los índices bursátiles, visto en un periodo amplio de tiempo la tendencia es siempre bastante suave.

Grafica_bolsa

Cuando las acciones de una compañía suben de precio los inversores empiezan a venderlas, de forma que al aumentar la oferta en el mercado ese ascenso del valor de la acción comienza a amortiguarse y frenan por tanto las ventas masivas. Del mismo modo, cuando el precio de las acciones cae, los inversores comienzan a interesarse por ellas dado su bajo valor de compra, elevando su demanda en el mercado causando que el precio de las mismas comience a elevarse de nuevo al disminuir su disponibilidad. La teoría de la oferta y la demanda, vamos.

En definitiva, como os decía en el principio del artículo, se trata de analizar la salida de un sistema para con ella ajustar el proceso y así mantenerla en un rango estable. Esto es algo que sucede porque lo hemos diseñado así (el caso de la caldera) o bien por causas naturales como en el ejemplo de la bolsa; pero lo que quiero que entendáis es ese concepto de regulación de la salida del sistema.

¿Pero no era esto un artículo sobre fotografía?

Efectivamente lo es; y es que el concepto de realimentación es algo que debemos de aplicar a nuestro flujo de trabajo (o al menos así lo veo yo, que me encanta mezclar conceptos de ingeniería con el noble arte de la fotografía). Y que conste que no me estoy refiriendo para nada a los automatismos de la cámara, sino a nuestra propia metodología a la hora de disparar.

Nikon EM in the snow

Antiguamente con la fotografía analógica el bucle de realimentación era muy lento. Aquellos que pretendían mejorar y crecer como fotógrafos apuntaban pacientemente en una libreta los parámetros empleados a la hora de disparar cada fotograma y una vez reveladas y positivadas las imágenes analizar en qué habían fallado o qué es lo que había funcionado bien en una determinada toma.

Con esa información convenientemente analizada y asimilada, el fotógrafo variaba su forma de captar las imágenes para ir acercándose cada vez más a lo que quiere captar en cada situación que se le presenta. Esto es, en definitiva, un tipo de realimentación.

Paseantes de la calle Mayor

La gran ventaja de la fotografía digital

Hoy en día lo tenemos mucho más fácil para implementar este algoritmo de realimentación; y es que en las modernas cámaras digitales disponemos al momento de haber disparado la fotografía de todos los datos relacionados con la misma así como de la propia imagen en pantalla; de tal modo que la corrección sobre la rutina de disparo es casi instantánea y, por tanto, el bucle de realimentación que en al fotografía analógica podía llevar varios días ahora dura apenas unos segundos.

¿Que la imagen ha quedado excesivamente oscura? Aplicamos compensación de exposición positiva y repetimos la toma. ¿Que los elementos del fondo aparecen totalmente emborronados? Empleamos un número f más grande. ¿Que en un retrato el sujeto no destaca sobre el fondo? Utilizamos un toque de flash o abrimos un poco el diafragma.

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Como os digo, se trata de correcciones que ahora podemos hacer sobre la marcha; mientras que hace años había que esperar a tener las fotografías reveladas en la mano para saber qué debíamos cambiar para mejorar el resultado en el siguiente disparo que hiciéramos en similares circunstancias. De hecho, esa inmediatez a la hora de obtener los resultados es para mí la mayor ventaja de la fotografía digital con respecto a la analógica a la hora de mejorar nuestra técnica.

Normalmente esa realimentación que os comento la realizamos de forma natural e inconsciente; pero no está de más pararse un instante a pensar de dónde viene ese proceso natural de aprendizaje de la fotografía y por qué Henri Cartier-Bresson dijo aquello de que «tus primeras 10000 fotografías serán tus peores fotografías».

Reverencia

Desde luego, si machacamos el disparador sin más, da igual los miles de fotografías que hagamos porque siempre seguiremos estancados en el mismo punto. La cosa consiste en saber lo que hacemos, conocer nuestro equipo, tener curiosidad por las cosas y divertirnos todo lo posible.

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Espacio negativo

El espacio negativo es un elemento compositivo muy potente pero que hay que emplear con bastante cuidado, ya que se trata de centrar la atención del espectador en un motivo muy concreto dejando el resto de la imagen sin contenido ni interés mediante la adopción de un fondo uniforme y sin textura.

Cristal

Como siempre, se trata de atraer la atención del espectador hacia el motivo principal de la fotografía. Un poco como cuando empleamos distancias focales largas y aperturas grandes para aislar el sujeto principal del fondo a la hora de hacer un retrato; pero en esta ocasión lo vamos a hacer de un modo más radical: haciendo que el fondo carezca del más mínimo interés para el espectador.

Apuntando al cielo

Esto lo podemos conseguir mediante la compensación de exposición (para obtener fondos muy claros o muy oscuros), fotografiando al motivo empleando una perspectiva tal que no aparezcan elementos en el fondo o bien en post-proceso. Lo que hagamos dependerá de la situación, del motivo y de nuestras habilidades; pero al final la cosa consiste en que el fondo sencillamente desaparezca del mapa.

Engranajes de piedra

Como os decía, hay que tener cuidado a la hora de emplear esta técnica porque corremos el riesgo de que la imagen no diga absolutamente nada. Por tanto, debemos de ser precavidos al elegir al motivo de nuestra fotografía, pues sus formas han de ser atractivas y perfectamente reconocibles por el espectador si queremos que nuestra imagen funcione.

Si el motivo no tiene interés y el fondo no existe ya me diréis qué atractivo va a tener nuestra fotografía; por lo que si decidimos emplear esta técnica tenemos que estar muy seguros de lo que estamos haciendo.

Oteando la ciudad

En resumidas cuentas, el espacio negativo es sencillo de aplicar (además de ser una técnica muy recomendable para potenciar nuestra creatividad) pero siempre hemos de asegurarnos de que la fotografía resultante posea fuerza y atractivo visual. Si no es así, será mejor emplear otros recursos compositivos más clásicos y menos arriesgados.

Nikkor 80-200 f/2.8

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Review: Panasonic Lumix G 14mm f/2.5 ASPH

Ya sabéis lo mucho que me gustan los objetivos de focal fija. Sin ir más lejos, el 35mm f/1.8 suele ser la pareja de mis réflex Nikon en muchas ocasiones ya sea por estas tierras o en algún que otro viaje a Madrid.

Precisamente por eso la compra hace aproximadamente un año de la Olympus E-PL1 sólo tuvo un «pero»; y es que no encontré en aquel momento el kit que venía con el 17mm f/2.8 de la misma marca, teniendo que conformarme con un 14-42 de prestaciones básicas.

Sin embargo, desde hace un tiempo le tenía puesto el ojo encima al Panasonic Lumix G 14mm f/2.5 ASPH, de modo que al final conseguí hacerme con uno que, dicho sea de paso, no he desmontado de la cámara desde el momento en que lo recibí.

Análisis Panasonic G 14mm f/2.5 ASPH

Ya os comenté hace poco que lo bueno del estándar micro cuatro tercios es que mientras los objetivos se ajusten a dicha especificación podemos montarlos en el cuerpo que tengamos ya sea de una marca u otra. Por eso aunque esta óptica esté firmada por Panasonic funciona al 100% en los cuerpos Olympus y viceversa (las ópticas Olympus funcionan perfectamente en cuerpos Panasonic).

Tres Oreos apiladas

Había leído que el tamaño de este objetivo es más o menos como el de tres galletas Oreo apiladas; y aunque de primeras pensé que sería una exageración, en cuanto lo tuve en la mano me di cuenta de que la comparación es bastante acertada, porque de verdad que la óptica es realmente diminuta.

Lamentablemente no tengo por aquí tres galletas de la conocida marca para hacer la comparación; pero sí una moneda de dos euros y mi Nikkor AF-S 35mm f/1.8 para que veáis lo poco que abulta esta pequeña creación de Panasonic.

Análisis Panasonic G 14mm f/2.5 ASPH

Análisis Panasonic G 14mm f/2.5 ASPH

La bayoneta es metálica, el cuerpo (sin las tapas protectoras) mide apenas un par de centímetros de grosor y la lente frontal ni sobresale ni es de gran tamaño; por lo que estamos ante una óptica de lo más discreta que no atraerá demasiadas miradas ajenas como ocurre, por ejemplo, cuando llevo la D300 con el Nikkor 80-200 f/2.8.

Todavía recuerdo cuando una pareja pasó a mi lado mientras hacía fotos del triatlón que se celebró recientemente por aquí y ella dijo «Uy mira, parece que esto va a salir en el periódico» mientras me señalaba claramente a mí.

Análisis Panasonic G 14mm f/2.5 ASPH

Una cámara m4/3 con este objetivo de tipo pancake montado en ella dará lugar a un conjunto ligero y de pequeño tamaño que cabrá en cualquier bolsillo amplio (desde luego no en unos vaqueros ajustados) y que nos permitirá captar imágenes de buena calidad siempre que sepamos lo que tenemos entre manos (ya sabéis de mi insistencia en conocer las limitaciones de nuestro equipo).

Para que os hagáis una idea, mi Olympus E-PL1 con el objetivo montado, batería y tarjeta de memoria pesa exactamente 400 gramos; mientras que una Nikon D40 con el 35mm f/1.8 que os decía antes sube hasta los 780 gramos.

Análisis Panasonic G 14mm f/2.5 ASPH

Es un angular

Como ya sabréis, el formato m4/3 tiene un factor de recorte de 2x, de modo que este 14mm va a darnos un ángulo de visión similar al de un 28mm montado en una cámara full frame: una focal de lo más clásica que siempre ha sido un referente para la fotografía social dado que al entrar en el terreno del angular nos permitirá situar en su contexto al motivo principal de la imagen.

De todos modos, como siempre os digo, vale que el ángulo de visión sea similar al de un 28mm en una cámara FF; pero en lo que respecta a la percepción «cerca-lejos» es un 14mm y eso es algo que tendremos que tener en cuenta (si lo usamos para hacer un retrato en primerísimo plano la nariz aparecerá más grande de lo normal ocurriendo justo lo contrario con las orejas; aunque eso no siempre tiene por qué ser un problema).

Renault 4

Como ya os he comentado alguna vez, los angulares son mucho más complejos de utilizar que los teleobjetivos, ya que mucha gente tiende a emplearlos para que «entren más cosas en la foto» y esto sólo da lugar a imágenes vacías de contenido dominadas en gran parte por cielos y suelos sin ningún interés.

Un angular sirve para jugar con los conceptos de cerca y lejos; algo para lo que tendremos forzosamente que llenar el encuadre con el motivo principal de nuestra fotografía. Y, claro, con un ángulo de visión tan amplio si queremos hacer eso no nos queda más remedio que acercarnos mucho a lo que queramos retratar (principal motivo por el que no son las mejores ópticas para ir de safari a Kenia).

Agua

Por tanto, mi recomendación es la misma que a la hora de emplear cualquier distancia focal corta: acercarse mucho al motivo a fotografiar para llenar el encuadre con él y lograr así un punto de vista muy distinto al que estamos acostumbrados cuando vemos el mundo a través de nuestros ojos.

Características técnicas

Aunque en los primeros párrafos ya os he comentado a grandes rasgos las características de este objetivo, voy a enumerarlas a continuación de una forma más ordenada para aquellos amantes de los datos técnicos. Un aspecto del que yo cada vez paso más para centrarme principalmente en la composición y en jugar con la luz.

  • Construcción: 6 elementos en 5 grupos (3 elementos asféricos)
  • Distancia focal: 14 mm
  • Rango de aperturas: f/2.5 – f/22
  • Diafragma: 7 palas redondeadas
  • Distancia mínima de enfoque: 18 cm
  • Ratio máximo de magnificación: 0,10x
  • Ángulo de visión: 75 grados
  • Diámetro de filtro: 46 mm
  • Peso: 55 gramos
  • Dimensiones: 55 mm de diámetro por 21 mm de grosor (sin tapas)

Haciendo fotos

Aunque parezca una perogrullada, no debemos olvidar que la función de un objetivo es hacer fotos (a no ser que esté estropeado, en cuyo caso podría servir como vistoso pisapapeles) y éste es el punto al que ya tenía ganas de llegar. Nada más tener la óptica en mis manos y alucinar con su pequeño tamaño la monté en la cámara y desde entonces toda la luz que he captado con la E-PL1 ha pasado a través de los cristales del pequeño Panasonic.

Textura

Lo primero a destacar con respecto al 14-42 f/3.5-5.6 que venía originalmente con mi cámara es la precisión y la velocidad al enfocar. Una apertura mayor implica que llegará más luz hasta el sensor de la cámara y, por tanto, todo lo que tenga que ver con la evaluación de la imagen en tiempo real por parte de la electrónica interna funcionará mucho mejor.

Es como si nos ponemos a leer un libro bajo la luz del sol o en penumbra. En el primer caso veremos las letras con total claridad y nitidez, mientras que si no disponemos de mucha luz siempre tendremos que forzar más la vista y a veces podemos confundir ciertas letras que tengan trazos similares.

Alpargatas

Con respecto a las aperturas disponibles (de f/2.5 a f/22) he de decir que aunque los resultados a plena apertura son bastante buenos, no son uniformes en todo el encuadre. Disparando a f/2.5 el centro de la fotografía aparece nítido y brillante, pero en las esquinas se aprecia cierto viñeteo y pérdida de definición que si bien no son demasiado graves (cuando disparamos a plena apertura es porque queremos centrar la atención del espectador en el motivo principal de la fotografía, que ocupará seguramente todo el centro del encuadre) sí que restan algo de nota a esta óptica.

Si disparamos entre f/3.5 y f/6.3 obtendremos mejor comportamiento en las esquinas; pero entonces obtendremos las mismas imágenes que podríamos captar con el 14-42 que venía originalmente con la cámara. Estamos de acuerdo en que todo objetivo mejora su comportamiento si cerramos ligeramente el diafragma; pero el caso es que si nos compramos un objetivo de apertura generosa será para sacarle partido a esa característica, ¿no?.

Derecha

Lo que no os recomiendo como norma general es disparar por encima de f/9 aproximadamente porque la pérdida nitidez debida a la difracción empieza a hacerse evidente a simple vista. Ya sabéis que cuanto más pequeño es el tamaño del sensor a mayor apertura (número f más pequeño) comenzará a aparecer la difracción. Además, con una focal tan corta no es necesario cerrar mucho el diafragma para tener una buena profundidad de campo.

Desde mi punto de vista, lo mejor de este 14mm es la ligereza y la discreción que otorga a la cámara; y eso que la E-PL1 no es precisamente una de las m4/3 más pequeñas que hay en el mercado. Me gustaría ver esta misma óptica montada en una E-PM1 porque el conjunto resultante debe de ser del tamaño de una compacta avanzada, sólo que con un sensor de mayor tamaño.

Agua

Como podréis ver en algunas fotografías que ilustran este artículo, este 14mm montado en una cámara m4/3 no da ningún tipo de distorsión óptica. Las rectas son rectas aunque discurran cerca de los bordes del encuadre, si bien esta linealidad es producto de la corrección por software que realiza la propia cámara; ya que de no aplicarse las imágenes sí que mostrarían un acusado efecto de barril por lo que he leído en algunos análisis más técnicos de esta óptica.

Del mismo modo, me gusta comprobar que pese a disparar contra fuentes de luz intensas (el sol, sin ir más lejos) no suelen aparecer flares ni reflejos fantasma. Esto nos permitirá captar bellas puestas de sol que lucirán de una forma muy natural. Tampoco parecen apreciarse excesivas aberraciones cromáticas aunque forcemos algunos contraluces.

Sol y nubes

Conclusiones

Me apetecía mucho hacerme con esta óptica por varios motivos. Uno de ellos es que una focal fija siempre te obliga a moverte más y trabajar los encuadres. No sé si tendréis la misma opinión que yo, pero a veces los zooms nos hacen vagos y en lugar de acercarnos o alejarnos del motivo a fotografiar en busca de nuestra propia perspectiva, nos situamos en un mismo punto y nos limitamos a variar la distancia focal del objetivo. Con un fijo, si queremos acercarnos al motivo a fotografiar tendremos que emplear lo que yo llamo pedestrian zoom.

Grua

Por otra parte, como ya os decía antes, los angulares son focales más complicadas de usar que los teleobjetivos. Con un tele podemos centrarnos en los detalles obviando todo el resto de la escena; mientras que con focales cortas tendremos que tener especial cuidado con la composición porque van a aparecer multitud de detalles en el encuadre y alguno de ellos puede dar al traste con una buena foto. Un angular es una buena manera de mejorar nuestra técnica y la percepción del entorno a la hora de hacer nuestras fotografías.

Pueblo

Por último, tenía muchas ganas de poder llevar en un bolsillo una cámara que me diera una buena calidad de imagen. No sé si es que me estoy haciendo mayor o es que cada vez le doy menos importancia a la técnica y más a la creatividad; pero el caso es que hay veces en las que hasta la D40 me parece demasiado voluminosa como para llevármela a dar un simple paseo.

Si voy específicamente a hacer fotos no me importa cargar con la D300 y las ópticas que crea necesarias porque el resultado final hace que merezca la pena el esfuerzo; pero para el día a día valoro algo ligero, discreto y de pequeño tamaño que me permita captar escenas de los sitios por los que voy pasando. Para cumplir con estas premisas, este conjunto de cámara y objetivo del que hoy os hablo se adapta perfectamente.

Análisis Panasonic G 14mm f/2.5 ASPH

Más ejemplos

Tal y como os decía antes, un objetivo se usa para hacer fotos, así que considero que puede venir muy bien terminar este análisis con algunas fotografías más captadas a través de esta pequeña y ligera óptica que os ayudarán a haceros una idea de lo que puede ofrecer.

Chalet

8

cactus

Bancos

Piedra

Ventana

Carriles

Naranja

Playa

Suelo

Escalera

Poste

Escalones

Botones

Primera hora

Al final de la vía verde

Otros análisis de este mismo objetivo (en inglés)

Por si queréis ampliar información, os dejo enlaces a algunas reviews que leí en su momento y que me ayudaron a decantarme por esta óptica por encima de otras opciones que hay en el mercado.

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Retratos y angulares: no siempre incompatibles

Siempre se ha dicho (yo el primero) que lo mejor para realizar un retrato es usar un teleobjetivo, ya que éste aplana las facciones y además difumina el fondo de la imagen de tal modo que la atención del espectador recaerá sobre el protagonista de la misma.

Frustración

Ejemplo de retrato hecho con un teleobjetivo en el que podemos ver cómo el fondo aparece tan difuminado que es irreconocible.

Sin embargo, usar un angular para estos menesteres puede ser útil en determinadas circunstancias; sobre todo si buscamos darle un aire informal a nuestro retratado.

Tened en cuenta que al utilizar un angular, las facciones se alargarán más cuanto más corta sea la focal (sobre todo teniendo en cuenta que para llenar el encuadre tendrás casi que ponerle el objetivo en la nariz al modelo) y además el retratado y el fondo aparecerán con una nitidez similar debido a la gran profundidad de campo que poseen este tipo de ópticas y que es algo que podéis apreciar en el ejemplo que tenéis bajo estas líneas y para el que he empleado la técnica de la distancia hiperfocal.

Playa de Morro de Gos (Oropesa)

Fotografía de paisaje realizada con un objetivo angular

Pero como os decía, no siempre debemos de evitar estos efectos secundarios, ya que en ocasiones pueden resultar creativos y divertidos. Os dejo a continuación con un par de ejemplos de esto que os digo explicando un poco lo que pretendía en cada uno:

Plano picado con angular

En el primero de ellos lo que buscaba al emplear el angular era precisamente ese alargamiento del cuerpo que se puede apreciar gracias al ángulo de disparo y la focal empleada, sobre todo en el brazo que está más cerca de la cámara. Como podéis ver, esa alteración en las proporciones llama la atención del espectador y al mismo tiempo nos sitúa en el lugar donde está hecha la fotografía.

Autoretrato

El segundo ejemplo está hecho a escasos centímetros de mi cara (ya os decía que para llenar el encuadre con un angular hay que acercarse mucho) y de ahí que mi nariz y mis ojos aparezcan desproporcionadamente grandes. Lo que pretendía en este retrato es darle a la imagen un aire un poco irreal; algo que también busqué mediante el tratamiento del color. No sé si lo conseguí o no; pero la fotografía al menos me ha servido para ilustrar esto que hoy quería contaros.

Como os decía antes, para retratos «serios» lo suyo es emplear un teleobjetivo (y mejor si es de apertura generosa). Sin embargo, el uso de un angular puede dar lugar a efectos interesantes que darán un aire informal a nuestras imágenes. Esta es la teoría. Ahora sólo os queda coger la cámara y poneros a practicar.

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Marcos naturales

Normalmente, cuando colgamos una fotografía (o un cuadro) en nuestra casa tratamos de que resalte sobre la pared rodeándola con un marco cuyo estilo case con la temática y/o colorido de la imagen tratándose por tanto de un elemento que, bien elegido, puede hacer que la vista de todo el que entre a nuestro salón se dirija directamente hacia esa foto de la que tan orgullosos estamos.

Marcos torcidos

Y entonces, sabiendo que los marcos son recomendables para nuestras fotografías, ¿por qué no incorporarlo a la propia imagen aprovechando algún elemento más o menos natural presente en el momento del disparo?

Bajo la puerta del COIE

La cosa consiste básicamente en «adornar» los bordes de la imagen a la hora de apretar el disparador con algún elemento que consiga resaltar el motivo retratado. Y no hace falta que sea algo geométrico, perfecto y regular; sino tan sólo algo que resulte visualmente interesante y consiga dirigir nuestra vista al elemento principal de la imagen.

Por descontado, se trata de que el «marco» no adquiera ningún tipo de protagonismo en la fotografía; sino que sólo sea un recurso muy poderoso al que podamos recurrir a la hora de componer nuestras fotografías y así darles mayor dinamismo.

De incógnito

A nivel psicológico podemos decir que el marco sitúa al espectador en la fotografía. Como si éste estuviera mirando la escena al otro lado de una puerta, oculto tras unos árboles… y por tanto dándole a la imagen una mayor naturalidad y cercanía.

Sagunto

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Los modos de medición

Ya comenté en una entrada reciente que cuando pulsamos hasta la mitad el disparador de la cámara, esta mide la luz que entra a través del objetivo para calcular una exposición acorde a las condiciones de iluminación existentes. Cómo se realiza esta medición y de qué manera podemos influir en ella es lo que voy a tratar de contaros en este artículo.

The sky is in flames!

Midiendo la luz

La luz que entra en la cámara a través del objetivo llega a una serie de sensores repartidos por todo el encuadre de tal modo que en función de la cantidad de luz que alcance cada uno de ellos y de la importancia que queramos dar a cada zona de la imagen se calculará una determinada exposición mediante la variación de apertura, tiempo y sensibilidad.

Nikon EM (1979)

Como os digo, aunque en las modernas cámaras digitales hay multitud de sensores encargados de medir la luminosidad de la escena (1005 en el caso de la Nikon D300) nosotros vamos a poder dar la misma importancia a todos ellos o bien definir una zona en la que la medición de la luz se tenga más en cuenta que en el resto a través de los modos de medición.

Los tres modo de medición

Para esto que os comentaba antes, en la práctica totalidad de cámaras digitales (no sólo réflex) vamos a contar con tres modos de medición de la luz: matricial, ponderada al centro o puntual; y aunque por lo general la primera de ellas suele ser la más empleada por su flexibilidad, enseguida vamos a ver que las otras dos pueden sernos de mucha utilidad en condiciones de iluminación complicadas o para ciertos tipos de imágenes.

Luces, sombras, siluetas y reflejos (versión en vertical)

En los siguientes párrafos intentaré haceros ver en qué consiste cada uno de los tres modos y acompañar la parrafada con un ejemplo gráfico que os de una idea del tipo de situación en el que nos puede venir bien dicho modo. Vamos con ello:

1. Matricial

Como os decía antes, en la inmensa mayoría de los casos el modo de medición matricial funcionará correctamente y dará como resultado una exposición correcta y ajustada; sobre todo cuando la iluminación de la escena es más o menos uniforme. Algo que podremos comprobar con el histograma que incluye cualquier cámara digital.

Y es que la medición matricial no es más que un promedio de las lecturas de todos los sensores presentes en el encuadre, por lo que en caso de que haya una pequeña zona subexpuesta o sobreexpuesta esto apenas tendrá influencia sobre la exposición de la fotografía.

Sin embargo, en caso de que el resultado no sea el esperado (la fotografía ha quedado más clara o más oscura de lo deseado) podremos ajustarla a nuestro gusto con la compensación de exposición volviendo a realizar el disparo a continuación. En cualquier caso, para situaciones en las que queramos afinar más (o escenas en las que haya zonas con niveles de iluminación muy dispares) es por lo que existen los dos modos que vamos a ver después.

En el ejemplo que tenéis a continuación podréis ver que aunque las palmeras están ligeramente subexpuestas (más oscuras de lo deseado) debido al contraluz reinante, la cámara ha calculado una exposición tal que el cielo no se ha quemado y el degradado que busca el horizonte ha quedado con unos tonos muy naturales.

Atardecer en Oropesa

2. Ponderada al centro

El modo ponderado al centro tiene una utilidad fundamental: los retratos. En ese tipo de imágenes lo que buscamos es dar protagonismo a la persona que aparece en el centro de la imagen tratando de que el espectador se olvide de todo lo demás. Por tanto, la medición ponderada al centro lo que hace es dar más importancia a la zona media del encuadre, influyendo menos en el cálculo de la exposición la luz que haya en la parte más externa.

En el ejemplo que acompaña a este apartado podéis ver un caso típico de retrato en el que usar la medición ponderada al centro de tal modo que el rostro de la persona quede correctamente expuesto sin importar demasiado si el fondo queda algo más claro o más oscuro de lo deseado. Al fin y al cabo de lo que se trata es de «aislar» el primer plano del fondo de la imagen.

Apmomp (retrato vertical)

3. Puntual

La medición puntual tiene en cuenta solamente una pequeña zona de la imagen (en el centro del encuadre o en el punto de enfoque seleccionado) para realizar el cálculo de la exposición. Se suele emplear en fotografías en las que es importante destacar un detalle para que el espectador se centre fundamentalmente en él, de tal modo que los amantes del macro recurren a él con frecuencia.

Se trata de un modo que también se emplea a veces en los retratos; pero normalmente para primerísimos planos en los que lo que ha de quedar correctamente expuesto (y enfocado) son los ojos de la persona a la que estamos fotografiando.

En las flores que ilustran este apartado medí la luz sobre los pétalos de la que está perfectamente enfocada; pues aunque la iluminación de las tres flores era bastante uniforme, no quería que el fondo oscuro provocara una sobreexposición y, por tanto, un quemado irremediable de los pétalos blancos.

Días floridos II

Conclusión

Como señalé anteriormente, lo más habitual a la hora de hacer fotografías es emplear el modo de medición matricial, pues los avances de la electrónica presentes en las cámaras actuales hacen que esta calcule casi siempre una exposición correcta. En caso de que la fotografía resultante sea más clara o más oscura de lo que teníamos previsto jugaremos con la compensación de exposición para acercarnos al resultado deseado.

Sin embargo, para ciertas escenas en las que hay zonas de luces y sombras muy marcadas en el encuadre, a la hora de hacer retratos o si nos enfrentamos a trabajos en macro, los modos de medición ponderada al centro y puntual nos pueden venir muy bien para atinar con la exposición en la primera toma.

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Cambiar de cámara no es tan necesario como parece

Muchas veces, casi sin querer, nos vemos arrastrados por ese impulso consumista que nos lleva a renovar la tecnología que nos rodea cada dos por tres incluso sin una necesidad real de ello.

No digo que tener hoy en día una TV en blanco y negro en el salón o un Nokia 3110 en el bolsillo sea un ejercicio de practicidad; pero sí que es verdad que en ocasiones nos dejamos influenciar demasiado por la publicidad y tendemos a renovar cosas que funcionan perfectamente (y que conste que yo soy el primero que entona el mea culpa por esto).

Azul turquesa

Pero bueno, en lo que respecta a la fotografía (que es a lo que me quiero referir en este artículo) el caso es si cabe más flagrante, ya que al fin y al cabo una cámara sirve para hacer fotografías; ni más ni menos. Cierto es que en determinado momento yo renové mi Nikon D40 por una D300 pese a que la primera sigue haciendo unas fotos estupendas, pero aquello fue algo que consideré necesario siguiendo la pauta que ahora os comentaré.

La pregunta clave que uno ha de hacerse a la hora de comprar una nueva cámara es: ¿Qué voy a poder hacer con esta cámara que no me permita la que he estado usando hasta ahora?

Si la respuesta no es clara, entonces tal vez la compra responda más a un capricho que a una necesidad fotográfica real.

Olympus E-PL1 y Nikon D300

En mi caso, hace un par de años me decidí por una D300 por dos requisitos que no cumplía mi querida D40: compatibilidad total con objetivos antiguos y fiabilidad a la hora de usar la cámara bajo condiciones meterorológicas adversas. En lo que a las prestaciones de la cámara se refiere la verdad es que la D40 sigue haciendo una labor estupenda y, por lo general, a la hora de hacer fotos entran antes en juego mis propias limitaciones que las de la propia cámara. De hecho, hasta la llegada de la Olympus EPL-1 la D40 era mi compañera de viaje cuando iba a Madrid a pasar el fin de semana y quería ir «ligero de equipaje».

Del mismo modo podéis plantearos el asunto del siguiente modo: una cámara que hace buenas fotos el día que la estrenas las seguirá haciendo durante toda su vida útil. Es decir, que si dentro de 10 años mi D300 sigue funcionando, seguirá capturando atardeceres o días de lluvia exactamente igual que lo hace ahora; por lo que a no ser que Nikon presente una tecnología absolutamente nueva y revolucionaria difícilmente cambiaré mi D300 por otra réflex.

Cierto es que podría plantearme el salto al formato Full Frame; pero a día de hoy los inconvenientes que esto presenta me parecen lo suficientemente importantes como para pensar en acometer un cambio tan radical. Al fin y al cabo la fotografía es sólo un hobby para mí y no tengo ganas de dejarme unas cuantas nóminas en renovar la mayoría de mis objetivos y machacarme la espalda cargando con todo el equipo.

Nikon 55-200 f/4-5.6 VR vs Nikon 80-200 f/2.8

En definitiva, si la nueva cámara os ofrece cosas que necesitáis/queréis por causas de fuerza mayor y no tiene vuestra máquina actual, entonces adelante con la compra porque seguro que quedáis contentos con el cambio. Sin embargo, si al final sólo vais a ganar en megapixels (os recuerdo que es la característica menos importante en una cámara), velocidad de disparo en ráfaga y un mayor valor de sensibilidad ISO seguramente al cabo de unas semanas puede que os empecéis a plantear si no hubiera sido mejor continuar con la misma cámara y haber invertido el dinero en alguna óptica nueva que os ofrezca nuevas posibilidades creativas.

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El momento preciso

Hay gente que ve un amanecer de esos que te dejan pasmado y como no llevan la cámara encima miran el reloj y piensan: «Mañana vengo a la misma hora y hago la foto».

Por supuesto, al día siguiente están allí con puntualidad inglesa y se encuentran con que el sol se ha puesto en huelga y se niega a teñir el cielo de tonos pastel.

¿Qué ha pasado? Muy sencillo: que cada momento es único e irrepetible; y si no lo capturas se marcha para siempre.

El nuevo sol

Conseguir los tonos adecuados en una fotografía requiere estar en el momento preciso y en el lugar adecuado. Y es que, tomando como ejemplo la imagen que tenéis sobre este párrafo, os puedo decir que cinco minutos antes el cielo estaba demasiado oscuro como para que se apreciaran esos tonos naranjas y apenas unos segundos después de pulsar el disparados el sol ya flotaba sobre el horizonte dando lugar a un importante desequilibrio en el rango dinámico de la escena.

Por tanto, el momento exacto de hacer la fotografía era ese y no otro. Y es verdad que mañana el sol saldrá a las 8:05 (un minuto antes que hoy) y que podría acercarme de nuevo al mismo lugar con la misma cámara para tratar de repetir la misma fotografía; pero entonces el cielo tendrá otro color, el mar tendrá otro aspecto y yo mismo tendré otro estado de ánimo que dará lugar a una imagen completamente diferente.

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La distancia focal como elemento compositivo

Si bien el tema de la distancia focal y su relación con la perspectiva es algo que ya vimos por aquí hace unos cuantos meses, hoy me gustaría volver a abordar el tema pero esta vez desde un punto de vista más artístico y menos técnico; y es que las distancias focales son un aspecto muchas veces dejado de lado a la hora de componer una fotografía porque hay gente que tiende a pensar que el zoom sólo sirve para acercarse a las cosas cuando en realidad no es así.

La focal empleada va a cambiar la perspectiva e incluso el significado de una fotografía si sabemos hacer buen uso de este parámetro, de modo que debemos de darle su justa importancia porque se trata de una poderosa herramienta para expresarnos.

A primera hora

Para empezar vamos a repasar (aun a riesgo de repetirme un poco con respecto a la entrada que os enlazaba en el primer párrafo) cómo varía la perspectiva en función de la distancia focal empleada partiendo de otra premisa muy básica: hay que tratar de llenar el encuadre.

LLENANDO EL ENCUADRE

Sí, llenar el encuadre con el motivo principal de nuestra fotografía es importante para que una foto «diga algo» pero, ¿cómo llenarlo? Podemos usar una misma focal y movernos con nuestros pies (lo que yo suelo llamar «pedestrian zoom») o bien podemos emplear el zoom óptico de nuestra cámara o las distintas focales de las que dispongamos en caso de una cámara réflex.

Sin embargo, optar por una u otra opción es más importante de lo que parece porque tiene una influencia total en el aspecto de la fotografía y la relación entre sus planos. Vamos a verlo a través de cuatro imágenes parecidas pero en realidad muy diferentes:

Oropesa del Mar

Angular (16 mm f/8)

Oropesa del Mar

Normal en formato DX (35 mm f/8)

Oropesa del Mar

Teleobjetivo corto (85 mm f/8)

Oropesa del Mar

Teleobjetivo (200 mm f/8)

En las cuatro fotografías anteriores he tratado de mantener más o menos fijo el encuadre del objeto en primer plano alejándome de él a medida que aumentaba la distancia focal. Como podéis apreciar, si empleamos una distancia focal corta (objetivo angular) los planos parecen muy lejanos entre si; mientras que si empleamos una focal larga (teleobjetivo) el fondo y el primer plano parecen acercarse entre si.

Más allá de una mera cuestión estética, vamos a ver que esto tiene implicaciones directas en lo que queramos expresar con nuestras fotografías.

ANGULARES

Un objetivo angular no sirve para que entren más cosas en la foto como mucha gente cree. De hecho, la gracia del angular es que si nos acercamos mucho al motivo principal de la fotografía y sabemos jugar con la perspectiva le daremos un contexto que en muchas ocasiones es lo más importante de una imagen. Os lo explicaré con una fotografía de ejemplo que hice recientemente.

Vertederos improvisados

Si hubiera fotografiado esa caja sin más, la imagen carecería de todo sentido. El espectador sólo vería un cajón de madera que en su momento contendría algún electrodoméstico de la marca Siemens, pero no diría nada más. Sin embargo, al emplear una distancia focal pequeña y acercarme mucho a ella, puedo hacer que la caja ocupe buena parte del encuadre y al mismo tiempo sacar todo el material que la rodea y que conforma una auténtica escombrera ilegal en medio del campo; que es precisamente lo que pretendía mostrar en esta imagen.

Tampoco sirve usar el angular desde lejos para así poder meterlo todo en la imagen sin ningún elemento ocupando la mayor parte del encuadre; porque precisamente el protagonismo de esa caja de Siemens es lo que le da a la imagen un toque distintivo. Recordad que con un angular la PDC es muy grande y los elementos de la imagen aparecerán nítidos en ella estén en el plano que estén, por lo que el único modo de destacar uno es haciendo que aparezca con un gran tamaño respecto a los demás.

Os dejo a continuación otros ejemplos similares en los que el uso de un angular mete al elemento principal de la imagen en un contexto que es el que da sentido a la fotografía.

¡Todos a una!

Días de verano

No parking here

TELEOBJETIVOS

Por su parte, un teleobjetivo consigue justo el efecto contrario, ya que tiende a aislar el motivo principal gracias a su estrecha profundidad de campo y, por tanto, el desenfoque del resto de planos que conforman la imagen.

En esta ocasión voy a recurrir a una fotografía que hice hace más de un año para ejemplificar este «aislamiento» que os digo.

Miradas (II)

Como véis, pese a la gran cantidad de elementos que aparecen en la fotografía, al final nuestra mirada se dirige en primera instancia al hombre que hay en primer plano y a continuación a la mujer que lo mira a él y que empieza a aparecer ligeramente desenfocada. Todo lo demás (personas, puestos, banderas…) que ese día había en la calle aparece completamente difuminado y nos permite centrar nuestra atención sobre el motivo principal de la imagen.

A continuación os dejo con un trío de fotografías en las que los desenfoques de los fondos nos permiten olvidarnos de ellos para centrar nuestra mirada en el motivo principal.

Las palomas de Madrid

Bendición de San Antón 2011

El explorador

RESUMIENDO

Como habéis podido ver, lo que siempre os digo de que hay que llenar el encuadre para conseguir una fotografía visualmente atractiva es importante; pero igual de importante es elegir bien la focal con la que vamos a disparar esa fotografía, ya que esa decisión cambiará por completo el significado de la imagen.

¿Queréis situar al sujeto principal de modo que la imagen cuente una historia? Usad un angular.

¿Queréis expresar una cierta sensación de soledad o aislar algo en un encuadre lleno de elementos? Usad un teleobjetivo.

Concentración de clásicos en Oropesa del Mar

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Calor y humedad: enemigos del bokeh

Supongo que a estas alturas de la película ya sabréis que el bokeh es una característica muy apreciada en fotografía que consiste en que al emplear ópticas con aperturas grandes y/o distancias focales elevadas, los elementos que quedan en segundo plano se difuminan suavemente y los puntos de luz se convierten en discos luminosos.

Water & bokeh

Pues bien, haciendo fotografías por los alrededores de Oropesa durante estos días de sol y calor utilizando para ello el Nikon AF 80-200 f/2.8 ED me daba cuenta de que si bien los elementos en primer término aparecían tan nítidos como siempre, en algunos casos los fondos tenían un aspecto desdibujado y nervioso que no me convencía demasiado y que, además, no aparecía nunca en las imágenes que captaba en Alcalá.

Mirando las fotografías con atención enseguida descubrí dónde estaba el problema; y ya os adelanto que más vale que me vaya acostumbrando a esos fondos si quiero seguir haciendo fotos con mi teleobjetivo favorito durante los meses más calurosos del año.

Setas de verano

El problema se manifiesta principalmente en aquellas imágenes en las que hay una gran distancia entre el primer plano y el fondo; y la causa de ese desdibujamiento no es nada achacable a la óptica ni a la cámara, ya que no es más que el aire que hay entre los planos de la fotografía como ahora os aclararé. Por supuesto, el efecto sólo será visible empleando distancias focales largas (teleobjetivos) debido a que por sus características ópticas aumentan el tamaño relativo del fondo con respecto al primer plano y, por lo tanto, harán que las imperfecciones también se magnifiquen.

Para entenderlo mejor fijáos en la siguiente imagen tomada desde el mirador del monte Bovalar: el muro de piedra estaba situado a unos 10 metros por delante de mi posición; mientras que los edificios del fondo se encontraban a varios kilómetros de distancia. Esto significa que entre la cámara y el muro hay aire, pero los rayos de luz lo atraviesan sin distorsión porque es poca cantidad.

Con vistas al mar

Sin embargo, el rayo de luz que viaja rebotado desde Marina Dor hasta el sensor de mi cámara tiene que atravesar unos cuantos kilómetros de aire húmedo y caliente ascendiendo desde el suelo por efecto del calor, y eso es lo que provoca que esas zonas tan lejanas en la imagen tengan una apariencia algo irreal.

Esto viene a ser más o menos lo mismo que vemos cuando miramos hacia el infinito en una carretera recta en mitad de un día de verano (parece que el fondo se mueve por efecto del aire caliente que sube desde el asfalto) o el efecto de calor que se puede ver por encima de los coches cuando hay un atasco muy grande en una tarde calurosa o en la típica toma frontal de la parrilla de salida de una carrera de F1 justo antes de ponerse el semáforo en verde.

Por tanto, en días frescos y en aquellos en los que no haya tanta humedad ambiental (difícil viviendo en una localidad costera) los fondos aparecerán más suaves y mejor definidos que en los soleados y calurosas días del verano.

De hecho, si os fijáis en alguna imagen tomada con el mismo teleobjetivo en Alcalá de Henares (donde hay mucha menos humedad ambiental) veréis que los fondos se dibujan de forma mucho más suave al ser un aire más neutro en lo que a distorsiones ópticas se refiere.

Columnas

Como veis, no importa el tiempo que llevéis haciendo fotos porque cada día que se sale con la cámara con ganas de aprender se descubre algo nuevo.

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En fotografía la luz lo es todo

Aunque la importancia de la luz en fotografía es un concepto al que me he referido unas cuantas veces en este blog, hoy me gustaría redactar un artículo más inspirador que teórico; ya que aunque la luz se puede medir de diversas maneras (longitud de onda, intensidad…) más allá de números y ecuaciones una acertada iluminación hará ganar muchos puntos a nuestras imágenes.

The time goes by

De hecho, si nos paramos a pensar en la esencia del arte de la fotografía, esta no es más que la posibilidad de captar la luz que refleja el motivo que tenemos delante de nosotros; por lo que entenderéis que si la luz que lo ilumina es la adecuada mejor será la que éste refleje y, por tanto, la que captará nuestra cámara.

«Buena luz»

Aunque el concepto de buena o mala luz sea incluso un poco filosófico podemos afirmar que, en lo que a fotografía ser refiere, una buena luz es aquella que por su dirección, su suavidad o su calidez realza los relieves y texturas de aquello que vamos a fotografiar al tiempo que suaviza los contrastes. Por eso se suele considerar que para fotografía de exteriores las mejores horas del día son los instantes posteriores al amanecer y anteriores al atardecer porque los rayos del sol llegan hasta nosotros de forma más difusa gracias a la atenuación de la atmósfera.

A brand new day

Para fotografía de interiores, retratos de estudio y demás de lo que se trata es de emplear flashes y balancear la iluminación desde diferentes frentes con ayuda de pantallas sincronizadas con los flashes y el empleo de reflectores; pero eso queda fuera de mis aspiraciones, ya que si me seguís de forma más o menos habitual ya sabréis que el tipo de fotografía que más me hace disfrutar es aquel que tiene como escenario campos, ciudades, naves industriales y, en general, espacios abiertos.

A primera hora

«Mala luz»

Por el contrario, siempre se ha considerado como mala la iluminación exterior en las horas centrales del día; ya que hace que las transiciones entre zonas iluminadas y en sombra sean muy fuertes, llegando a sobrepasar el rango dinámico del sensor de la cámara y, por tanto, dando lugar a zonas quemadas y empastadas en la imagen respectivamente.

Watchers

Pero más allá de la buena o la mala luz, al final todo es cuestión de experimentar y probar nuestras propias ideas. A veces a las doce de la mañana los rayos del sol caen tan perpendiculares sobre la calle que podemos descubrir interesantes formas en las cornisas de las ventanas o en otros elementos arquitectónicos que en cualquier otro momento del día jamás captarían nuestra atención.

Cuestión de luz

De todos modos, si queréis un consejo muy sencillo para acertar con el tema de la iluminación os diré que probéis a hacer vuestras fotos a primera hora de la mañana o última de la tarde dejando el sol a vuestra espalda (o como mucho a un lateral).

Si disparáis con el sol de frente a esas horas tenéis muchas posibilidades de obtener reflejos indeseados, flares, zonas sobreexpuestas y pérdidas de contraste locales o generales; pero dejándolo detrás tendréis el motivo de vuestra fotografía bañado con una suave luz que siempre resulta de lo más favorecedora (aunque vuestra propia sombra puede acabar siendo la protagonista de alguna que otra imagen).

Horizontes

En fotografía no existen los milagros

Y que nadie piense que una fotografía hecha con una iluminación horrorosa puede mejorar radicalmente a base de postproceso (Photoshop, Lightroom, GIMP o similares) porque si bien es cierto que podemos corregir algún defecto y jugar con las curvas de nivel haciendo uso de este tipo de programas, si no partimos de una buena base fotográfica no hay forma de obtener resultados decentes. Al fin y al cabo, si todo se corrigiera a base de software ¿dónde estaría el mérito del fotógrafo?

No quiero decir que haya que tener una iluminación perfecta para conseguir una buena fotografía; pero si algo he podido comprobar desde hace ya mucho tiempo es que una fotografía que de primeras nos parezca mala (o que técnicamente sea un completo desastre) no llegará a ser buena por muchas horas que nos pasemos manos al ratón.

Días floridos II

Y ya poco más me queda por deciros con respecto a este tema. Tan sólo, como de costumbre, que agarréis la cámara y os deis una vuelta con ella en busca de inspiración y buenas fotos.

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Cosas a tener en cuenta antes de comprar tu primera réflex

Las cámaras réflex son multitud allá donde vayamos. A poco que os fijéis, veréis gran cantidad de cuellos y hombros adornados con cintas de tela en las que figuran en colores chillones los nombres de los principales fabricantes de estos aparatos que nos permiten conservar instantes fugaces para toda la eternidad.

Atardecer

Tal vez tú, estimado lector, estés pensando en dar el salto a este tipo de cámaras en busca de una mayor calidad de imagen y/o posibilidades creativas y buscando información por Internet te has topado con este humilde blog. Pues bien, para ver si consigo aclarar un poco tus dudas trataré de exponer mi particular punto de vista sobre el delicado tema de adquirir la primera réflex.

Cámaras réflex: ventajas y desventajas con respecto a las compactas

Pasar de una cámara compacta a una réflex supone un salto hacia adelante en muchos aspectos; pero no hay que olvidar que también tiene algunas desventajas:

Sucesiones

Ventajas

  • Superior calidad de imagen gracias al mayor tamaño y calidad de ópticas y sensores.
  • Desenfoques acusados por la misma razón del punto anterior.
  • Mayor libertad creativa para el fotógrafo.
  • Enfoque mucho más preciso (sobre todo en condiciones de iluminación escasa).

Desventajas

  • Mayor peso y volumen (se hace casi imprescindible una mochila para llevar el equipo).
  • Si queremos ampliar nuestro equipo (flash externo, ópticas de calidad, trípode, baterías de reserva…) hemos de tener en cuenta que nada de eso es barato. Una compacta supone un gasto inicial y ya está; pero la compra de la primera réflex es tan sólo la punta del iceberg.
  • Cuando empezamos con una marca de réflex nos casamos con ella para toda la vida debido a que los objetivos y la inmensa mayoría de los accesorios son totalmente incompatibles entre ellas. Tenedlo en cuenta.

Precios y prestaciones

En general, las cámaras réflex más sencillas parten de un precio que suele rondar los 450 ó 500 euros y veréis que junto al cuerpo vendrá un objetivo básico (del tipo 18-55mm f/3.5-5.6) con él que podréis empezar a hacer fotografías nada más cargar la batería.

Cielos y palmeras

Ejemplos de estos modelos son ahora mismo la Nikon D3100, la Canon EOS 1100D o la Sony Alpha A270 por citar tres muy difundidos.

No obstante, un 18-55 tiene un rango bastante limitado en cuanto a distancia focal; por lo que si encontráis un pack que añada un teleobjetivo sencillo (estilo 55-200mm f/4-5.6 estabilizado) contaréis con mucha mayor versatilidad a la hora de hacer vuestras fotografías.

Un teleobjetivo como el que os digo comprado por separado os puede salir sobre los 200 ó 220 euros; pero cuando viene junto con la cámara suele suponer un incremento de precio de unos 100 euros; por lo que es muy recomendable dado que algo más de distancia focal es lo primero que echaréis de menos a las primeras de cambio.

Por otra parte, si junto con la cámara os regalan una mochila mucho mejor, ya que en cuanto tengáis un par de objetivos necesitaréis algo donde poder llevar el equipo con comodidad y seguridad. Se trata de mochilas especiales para fotografía con compartimentos acolchados que se pueden variar de tamaño para adaptarse a las ópticas, cuerpos y flashes que tengamos.

El explorador

¿Empezar con un maquinón es una ventaja?

En absoluto. Si venís de una compacta con sus tres o cuatro botones y sus modos automáticos, una cámara réflex de gama semi-profesional os asustará de primeras porque están diseñadas para gente que ya controla los principios básicos de fotografía. A lo mejor os hacéis con una y en pocos días le cogéis el truco; pero para una primera réflex yo me decantaría por un modelo sencillo y ya habrá tiempo de cambiar de cuerpo más adelante.

De hecho, muchas veces las diferencias entre un modelo de la gama profesional y otro de aficionado vienen dadas más que nada por la resistencia a condiciones climatológicas adversas, accesos directos a controles, posibilidades de configuración, compatibilidad con objetivos antiguos, el material con el que está fabricado el chasis…

Sin ir más lejos, la famosa Nikon D90 y mi querida D300 llevan un sensor prácticamente idéntico; pero si en su momento me decanté por el tope de gama de la familia de cámaras DX de Nikon fue por el tema de la resistencia a la lluvia y al uso intensivo. Desde luego, en lo que a calidad de imagen se refiere ambas andan a la par y de ahí que ese no fuera un factor determinante a la hora de decidirme por uno u otro modelo.

A storm is approaching (I)

¿Qué marca elegir?

No me cansaré de decir que da exactamente lo mismo porque al final es el fotógrafo el que consigue hacer una buena o una mala fotografía y entre cámaras de precios similares las prestaciones son, por lo general, calcadas.

Eso sí, vuelvo a repetir que una vez que nos metemos en una marca en concreto estaremos atados de por vida a ella a no ser que tomemos una decisión radical y nos deshagamos de todo nuestro equipo para empezar otra vez de cero (algo que al menos a mí ni se me pasa por la cabeza a estas alturas de la película).

Por tanto, lo más lógico es optar por una marca que tenga una fuerte presencia en el mercado y que lleve ya muchos años metida en este mundillo. Sí, seguro que a casi todos se os han venido a la cabeza Nikon y Canon; pero tampoco le hagáis ascos a Olympus, Pentax o Sony porque aunque no suenen tanto, lo están haciendo muy bien desde hace tiempo.

Reflejos

Lo que no hay que hacer con una réflex

Me dan escalofríos cuando veo a alguien usando una réflex con el dial en esa posición de color verde en la que no tenemos ningún control sobre lo que la cámara está haciendo al disparar (un modo que mi D300 ni siquiera posee). Cierto es que el modo 100% manual sólo es útil para condiciones muy determinadas y, desde mi punto de vista, lo más práctico es emplear los modos semiautomáticos (prioridad a al apertura si os justa jugar con los desenfoques y prioridad a la velocidad si os gusta plasmar el movimiento de las cosas) combinándolos con la compensación de exposición; pero usar una réflex como si de una compacta se tratara es desperdiciar dinero y cargar con un peso innecesario.

También es buena idea hacer uso del sistema que caracteriza a las réflex: los objetivos intercambiables. No os quedéis en el típico 18-55; haceos con un angular extremo, con un objetivo fijo, con un ojo de pez, con un tele de apertura generosa… El 18-55 está bien para empezar  (y, como os decía antes, si lo combináis con un teleobjetivo sencillo, mejor todavía) pero si veis que os pica el gusanillo de la fotografía merece la pena ir invirtiendo en ópticas que os permitan sacar a relucir nuestra creatividad.

Oropesa a vista de pez

Además, invertir en objetivos es una buena opción; ya que si sois cuidadosos podréis venderlos pasados unos años prácticamente por el mismo precio que os costaron. Eso sí, no ocurre lo mismo con los cuerpos de las cámaras, ya que al ser electrónica de consumo se deprecian con mucha rapidez. De hecho en su día ni se me pasó por la cabeza vender la D40 porque para lo que iba a sacar por ella prefería quedármela como segundo cuerpo (y bien que hice, por cierto, ya que a día de hoy todavía la uso a menudo; sobre todo cuando quiero ir ligero de peso).

Además, tened una cosa en cuenta: da igual el cuerpo de cámara que tengáis porque siempre acabarás gastándote más dinero en objetivos que en el propio cuerpo. Y aunque de primeras os pueda parecer una barbaridad, os aseguro que cuando salgo a hacer fotos con mi Nikon 80-200 f/2.8 montado en la D300 tengo más cuidado de la óptica que del propio cuerpo de la cámara.

Un último consejo

Si te compras una réflex úsala. Nadie hace buenas fotos teniendo la cámara metida en el armario; así que saca un par de horas de donde puedas, carga la batería y diviértete con ella, que para eso te la has comprado. Además, la fotografía es una afición muy agradecida; ya que cuando más practicas mejores fotografías eres capaz de hacer.

Ah, y por último; si quieres algún consejo más para empezar a hacer fotos con tu nueva réflex, aquí tienes una decena de ellos.

Juguetes

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Consejos para hacer fotos con un ojo de pez

El ojo de pez es, probablemente, el tipo de objetivo más difícil de manejar a la hora de componer nuestras fotografías. Su casi infinita profundidad de campo, el amplísimo ángulo de visión que abarca y las deformaciones que produce hacen que tengamos que emplearnos a fondo si queremos obtener buenos resultados.

Obras magistrales

Obviamente, las primeras fotografías que hagamos con él nos parecerán espectaculares por el simple hecho de cambiar radicalmente la percepción visual del mundo que nos rodea; pero si no afinamos la técnica podemos caer en la repetitividad y el aburrimiento a las primeras de cambio.

1. Profundidad de campo

La escasa distancia focal de los ojos de pez consigue que tengamos una profundidad de campo (PDC) casi infinita a cualquier apertura. Esto implica que todo lo que metamos en el encuadre aparecerá nítido y en ningún caso vamos a poder destacar un elemento sobre los demás desenfocando el fondo como solemos hacer con los retratos.

Por tanto, la única manera de hacer que un elemento destaque por encima del resto usando un ojo de pez consiste en echarnos literalmente encima de él para que así ocupe la mayor parte del encuadre y de ese modo se convierta en el protagonista de la escena como en el ejemplo que tenéis a continuación.

Prohibido sobre prohibido

2. Ángulo de visión

Un ojo de pez tiene un ángulo de visión tan amplio (180 grados en diagonal los más habituales) que no siempre es fácil conseguir que no se cuele nada que no queramos en la imagen. En multitud de ocasiones comprobaremos cómo aparece en los bordes del encuadre una pata del trípode, la correa de la cámara, nuestra sombra o incluso nuestros propios pies. Por lo tanto, lo mejor es asegurarnos bien antes de dar la toma por buena que no hay ningún elemento indeseable en nuestra fotografía, ya que luego mala solución tiene a no ser que seamos unos manitas del Photoshop (que no es mi caso, por cierto).

Aunque por otra parte, también puede que sea esto precisamente lo que andamos buscando como me ocurrió a mí al hacer esta fotografía:

En mi propio encuadre

3. Distorsión óptica

La característica más llamativa de los ojos de pez es que distorsionan la imagen de tal manera que las líneas tienden a curvarse más a medida que nos alejamos del centro de la imagen. Por tanto, si cruzamos el encuadre con dos líneas rectas (una vertical y otra horizontal) por su parte central vamos a ver que no se aprecia deformación alguna en ellas. Sin embargo, en cuando empecemos a desplazarlas hacia los bordes del encuadre estas se curvarán más cuanto más nos alejemos del centro tal y como se puede ver en la siguiente imagen:

Ya no me asomo a la reja

Visto esto, en el caso de querer retratar un paisaje con un ojo de pez podemos optar por colocar el horizonte en el centro del encuadre de tal modo que aparezca recto o bien desplazarlo hacia la parte superior o inferior de tal modo que se curve más o menos en función del efecto buscado.

Aun así, si queréis conseguir paisajes resultones yo os recomiendo que le echéis un poco de creatividad al asunto y coloquéis el horizonte en ángulo; algo que dará lugar a paisajes extraños donde ni las líneas horizontales ni las verticales tendrán proporción alguna unas con otras (los edificios se curvarán como si fueran de gelatina).

Acantilados

Lo que no suele funcionar demasiado bien con los ojos de pez son las formas redondeadas. Doblar una curva puede dar lugar a dos cosas en función de su forma y la posición que ocupe en el encuadre: que se convierta en un churro o que se enderece hasta casi formar una recta. Sea como sea, aunque como en todo hay excepciones, ya os digo que los ojos de pez dan mejores resultados cuando retratamos elementos formados principalmente por líneas rectas.

Poco adecuado para retratos formales

A estas alturas del artículo y teniendo en cuenta todo esto que os he comentado, ya os estaréis imaginando que un ojo de pez no es recomendable para retratos más o menos formales, ya que los resultados siempre son extraños (cabeza grande, piernas cortas…) como podéis apreciar en el siguiente ejemplo (donde, por cierto, se han colado mis pies en el encuadre):

Review Falcon 8mm fisheye f/3.5

Obviamente, si estamos buscando algún tipo de efecto visual como los que hemos visto anteriormente, podéis usar el ojo de pez para lo que se os ocurra; pero en general no son adecuados para emplearlos con personas a no ser que las situemos en el centro del encuadre.

¡Arre caballito!

Aplicaciones recomendadas

En todo caso el ojo de pez tiene dos usos que para mí son de lo más interesantes: interiores y paisajes. Precisamente las dos aplicaciones principales de los angulares; y es que un ojo de pez no es más que una focal muy corta (angular extremo) a la que no se le han corregido las distorsiones que presenta. Vamos a ver por separado ambas aplicaciones:

Interiores

Gracias a la amplitud del ángulo de visión de un ojo de pez podemos conseguir abarcar casi toda una estancia en una sola fotografía sin provocar grandes distorsiones si sabemos colocarnos en el sitio adecuado. Este tipo de imágenes sitúan al espectador en el centro de la acción y le hacen partícipe de la escena. Tenéis algunos ejemplos a continuación:

Colegio de Málaga a vista de pez

Detrás del volante

Terraza de la escuela politécnica

Paisajes

En el caso de los paisajes, la gracia del asunto consiste en la deformación de los elementos de la escena, ya que toda línea recta que quede más o menos cercana a los bordes de la imagen se curvará de tal modo que siempre capta la atención del espectador. Además, todo patrón geométrico en forma de ventanas, baldosas, etc que ocupe buena parte del encuadre quedará deformado de forma irregular según la posición que ocupe en la imagen. Tenéis unos ejemplos de esto que os digo a continuación:

Paseo del Henares

El centro de Alcalá a vista de pez

Jump! (they say)

Nueva Alcalá a vista de pez
Resumiendo

Como veis, las posibilidades que brinda un ojo de pez son muchas y variadas si somos conscientes de sus características así como sus puntos fuertes y débiles.

Si sabemos componer adecuadamente con él podremos conseguir imágenes muy atractivas que captarán poderosamente la atención del espectador; pero si nos limitamos a hacer la típica foto simétrica en la que la mayor parte del encuadre aparece vacío nos cansaremos rápidamente de él y nuestro flamante fisheye acabará en el cajón de los trastos.

Prisionera del viento

Más información

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Invirtiendo un 28 mm para hacer macro

En aquel artículo donde hablábamos del uso de tubos de extensión y anillos inversores para realizar fotografías macro con nuestras réflex sin dejarnos la nómina en el intento empleamos un Nikon AF 50mm f/1.8D para el «experimento»; y recuerdo que os comenté que si bien un objetivo de dicha distancia focal conseguía un ratio de ampliación más o menos aceptable, el uso de un angular daría más rendimiento en ese sentido.

Marexar 28mm f/2.8 (para hacer macro mediante inversión)

Pues bien, cuando el otro día estuve dando vueltas por Madrid pasé por delante de un Cash Converters (concretamente el de la calle Corazón de María) y me fijé en que había material fotográfico más o menos antiguo en el escaparate; de modo que me animé a entrar en la tienda llevándome una buena sorpresa al comprobar que tenían un 28mm f/2.8 con montura M42 y diámetro de filtro de 52mm de la marca Marexar por tan sólo 8 euros; por lo que enseguida pensé en hacerme con él para fotografía macro (a la hora de invertirlo es indiferente la montura que lleve).

Una vez comprobado que las laminillas del diafragma funcionaban correctamente y que las lentes no tenían marcas de golpes ni rayones pasé por caja y la óptica se vino conmigo para casa, donde enseguida comencé a hacer algunas pruebas con él así como las fotos que ilustran este artículo.

Marexar 28mm f/2.8 (para hacer macro mediante inversión)

Marexar 28mm f/2.8 (para hacer macro mediante inversión)

Marexar 28mm f/2.8 (para hacer macro mediante inversión)

Como podéis ver en la fotografía anterior, la montura M42 va a rosca (habría que dar algo más de dos vueltas completas para fijar el objetivo) y no posee ningún tipo de comunicación electrónica con la cámara. El único automatismo es esa pequeña leva con la que la cámara modificaría la apertura del diafragma pero que en nuestro caso va a ser completamente inútil, ya que dicho parámetro lo elegiremos nosotros mismos mediante el anillo de aperturas presente en el barrilete del objetivo.

A grandes rasgos os puedo decir que el ratio de ampliación conseguido es ligeramente superior al que me daba el conjunto de 50mm + tubos de extensión; si bien la profundidad de campo resultante con este 28mm es tan sumamente reducida que incluso disparando a f/5.6 hay que tener mucho cuidado con los movimientos de la cámara; pues nos iremos fuera de foco a nada que nos movamos hacia delante o hacia atrás. Para que comprobéis el rendimiento de este 28mm invertido os coloco a continuación una prueba hecha a pulso (de ahí que el enfoque no sea tan perfecto como hubiera deseado, pero ya sabéis que le tengo alergia a los trípodes) realizada con una moneda de dos euros:

Prueba macro Marexar 28mm f/2.8 invertido

Obviamente el objetivo no es una maravilla en cuanto a definición porque además de ser de una marca «de tercera o cuarta fila» se nota que tiene ya unos años; pero si disparamos en RAW exponiendo correctamente y sin trepidaciones y luego jugamos un rato en postprocesado con la nitidez, el contraste y diversos parámetros podemos conseguir unos resultados bastante aceptables.

Sobre todo hay que tener en cuenta que un objetivo macro «de verdad» no va a bajar de unos 500 euros; mientras que este ha salido por menos de diez a lo que hay que sumar el precio del anillo inversor, que puede andar más o menos por los seis euros si lo compráis en Dealextreme (versión Nikon AI / versión Canon EOS) o en alguna tienda de eBay. Por cierto, al tener este objetivo el mismo diámetro de filtro que el Nikon AF 50mm f/1.8D, me sirve el anillo inversor que ya poseo, por lo que de ese modo me he ahorrado la compra de uno nuevo.

Marexar 28mm f/2.8 (para hacer macro mediante inversión)

Vista de conjunto del anillo inversor y el objetivo listo para montar en la cámara

Por cierto, como apunte final os recuerdo que disparando con el objetivo invertido perdemos todos los automatismos de la cámara porque lo que hacemos es enroscar el anillo donde iría el filtro del objetivo y de ahí que el sistema para esta técnica sea el de prueba y error (disparar y mirar los resultados en la pantalla de la cámara) porque la cámara no sabe qué es lo que tiene puesto en su bayoneta.

Os puedo decir que para la fotografía de la moneda que tenéis unos párrafos más arriba he empleado una apertura de f/5.6, ISO 200 y un tiempo de exposición de 1/80; pero como en todo lo que tiene que ver con fotografía, hay mil modos de hacer las cosas y todo es cuestión de experimentar por uno mismo.

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El telémetro electrónico: un buen aliado para el enfoque manual

El telémetro electrónico es una gran ayuda a la hora de utilizar el enfoque manual en nuestras cámaras réflex al tiempo que representa un elemento que mucha gente desconoce y al que se puede sacar bastante partido si sabemos hacer uso del mismo.

Paseantes de la calle Mayor

La cosa es tan simple que se puede explicar en apenas dos líneas; pero ya que estamos intentaré ahondar un poco más en ello. De hecho, lo que corresponde a tan pomposo nombre no es más que un pequeño punto de color verde que se ilumina en la esquina inferior izquierda del visor en las réflex Nikon (en la inferior derecha en las fabricadas por Canon) cuando el motivo situado bajo la zona de enfoque seleccionada aparece completamente nítido. Por cierto, aprovecho para comentar que en modo manual tan sólo podemos seleccionar un área de enfoque de todas las que la cámara tenga disponibles.

Visor de una Nikon D300 con todos los indicadores activados. El telémetro electrónico está marcado con (1) en la esquina inferior izquierda

En los modelos más profesionales de cámaras ese punto verde del que os hablaba viene acompañado de una flecha en cada sentido que indica la dirección en la que habrá que girar el anillo de enfoque para que el motivo seleccionado aparezca nítido en el encuadre. De ese modo será más rápido enfocar manualmente porque no corremos el riesgo de empeorar la situación desenfocando más todavía la imagen si giramos el anillo en sentido contrario; pero el caso es que la utilidad del telémetro electrónico ya sea en una D3s o en una humilde D40 es la misma: ayudarnos a enfocar en modo manual.

Debemos tener en cuenta que los sensores de enfoque funcionan mejor cuanta más luz llegue hasta su superficie; y debido a ello, las propias instrucciones de la cámara nos indican que para el uso del telémetro electrónico hemos de emplear objetivos cuya apertura máxima sea de al menos f/5.6, lo que engloba a la práctica totalidad de ópticas Nikon comercializadas en las últimas décadas ya que por lo general esa apertura corresponde a la máxima distancia focal los zoom más básicos de la marca japonesa.

Mi hermana tomando un café en el Buddy Holly's

Como os decía al principio de este artículo, el telémetro electrónico (también hay gente que lo llama «confirmación de enfoque») puede resultar de gran ayuda a la hora de enfocar en modo manual ópticas antiguas que carecen de autofocus ya sea porque nuestra cámara no posee motor interno o porque directamente se trata de una óptica que no posee ningún tipo de enfoque automático como es el caso de mi querido ojo de pez Falcon 8mm f/3.5.

Sobre todo en cámaras de formato DX equipadas con un visor de pequeño tamaño y sin ningún tipo de pantalla partida de enfoque (como la que tiene mi Nikon EM de 1979) puede ser un aliado inestimable a la hora de conseguir un enfoque preciso y jugar con la profundidad de campo, ya que a la hora de emplear las aperturas más grandes es realmente complicado afinar el enfoque mirando simplemente por el visor.

Columnas

Sin ir más lejos, se trata de una situación que experimenté muchas veces en el pasado con mi anterior D40 y el Nikkor AF 50mm f/1.8D, ya que al no ser un objetivo de tipo AF-S había que enfocarlo forzosamente a mano en esa cámara. Estoy seguro de que el enfoque en la siguiente fotografía no hubiera sido tan preciso de no haber sido por la colaboración del telémetro electrónico.

Detalles complutenses (I)

Como ya habréis visto alguna vez en esta serie de artículos sobre fotografía, hay pequeños detalles en las cámaras que nos hacen la vida un poco más fácil y a veces, ya sea por ignorancia o por pereza, no hacemos uso de ellos haciendo que nuestras fotos no luzcan tan bien como podrían. Os aseguro que con dedicarle cinco minutos a probar alguna de estas características, bajo ciertas circunstancias vuestras imágenes ganarán unos cuantos puntos, ya lo veréis.

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