Aquellas aventuras conversacionales de los años 80

Influenciado, sin duda, por la lectura de Ocho quilates (obra dividida en dos tomos que repasa la época dorada del software español durante la década de los 80) me dispongo hoy a hablaros brevemente de un género con escaso recorrido en nuestro país pero al que muchos de nosotros nos enganchamos de forma muy seria: las aventuras conversacionales.

Cozumel_amstrad

¿Qué es una aventura conversacional?

Si sois habituales de los juegos y ya lleváis una larga trayectoria en el mundillo sabréis que la aventura gráfica es un género prácticamente extinto hoy en día. Género que, propiamente dicho, comenzó con aquellos inolvidables títulos de Lucasfilm como Maniac mansion, Loom o Monkey island y que tuvo años muy fructíferos hasta medidados de la década pasada, momento en el que el género experimentó un rápido declive.

Sin embargo, antes de aquellos títulos que se jugaban con ratón y en los que veíamos en pantalla los resultados de nuestras órdenes (toda una novedad para la época) existían otras aventuras en las que la experiencia era menos visual y más imaginativa. Precisamente de esas aventuras es de lo que os quería hablar hoy.

Las aventuras conversacionales son títulos más cercanos a una especie de «libro interactivo» que a un videojuego de aventuras propiamente dicho. La diferencia con los títulos que vinieron después es que en pantalla tenemos una descripción del lugar en el que nos encontramos en apenas tres o cuatro líneas de texto, una ilustración (y no en todos los casos) y un cursor parpadeante esperando a nuestras órdenes escritas tal y como podéis ver en la siguiente captura de pantalla.

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Precisamente el término conversacional viene de que en realidad el juego consistía en ir introduciendo comandos escritos como si de una conversación se tratara, ya que solían ser de la forma «examina ladrillo», «nada hacia la costa», «dar veinte pesos a chica»… Nada que ver con los clicks de ratón en forma «verbo + objeto» que llegarían años después para facilitarle la vida al aventurero.

La aventura conversacional en España

En nuestro país, la aventura conversacional no fue un género multitudinario, pero gracias a Aventuras AD (una empresa creada bajo los auspicios de Dinamic) sí que consiguió tener una cierta presencia en el mercado y, sobre todo, un grupo leal de seguidores que esperaban con ansias la publicación de cualquier nuevo título.

Aventuras AD publicó varias aventuras conversacionales, siendo las más conocidas La aventura original, Jabato y La diosa de Cozumel. Títulos de temáticas diversas pero con un denominador común basado en unas descripciones precisas y concretas que nos trasladaban a los parajes donde transcurría la acción y unos acertijos capaces de desesperar al más paciente de los jugadores.

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Aunque Aventuras AD era una compañía formada por varias personas, al frente estuvo todo el tiempo Andrés Samudio; persona que a lo largo de los años se ha ganado el cariño y la admiración de todos los que nos hemos acercado en mayor o menos medida a este particular género.

De hecho, además de su trabajo como creador de aventuras conversacionales Andrés Samudio también escribía en revistas como Microhobby, donde yo particularmente disfrutaba mucho de aquella sección titulada «El viejo archivero» en la que Andrés trataba de resolver las dudas que los aventureros le planteaban; pero siempre desde el punto de vista de un extraño personaje que escribía en la soledad de un castillo tenebroso de los Cárpatos.

El viejo archivero

También me acuerdo mucho de otra sección muy particular de la misma revista llamada «El mundo de la aventura», donde se daba al lector información general sobre este género tan desconocido hasta el momento en España, se analizaban algunos títulos aparecidos en el extranjero y, finalmente, incluso se aportaban consejos para aquellos que se animaran a programar sus propias aventuras.

Mi visión personal del asunto

La aventura conversacional enseguida se convirtió en uno de mis géneros favoritos, debido seguramente al ejercicio de imaginación que requería el jugar a alguno de aquellos títulos (siempre he sido muy aficionado a la literatura en general).

Como os decía antes, las ilustraciones que en algunos casos aparecían en las pantallas del juego no eran más que una especie de boceto para hacer un poco más amigable el «entorno gráfico» del videojuego; pero en realidad la aventura tomaba forma en nuestra cabeza al leer los textos descriptivos referidos tanto a las localizaciones como a los personajes que conformaban el título. De ahí la similitud de cualquiera de estos títulos con un libro más que con un videojuego al uso.

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Cierto es que se trata de un género complejo y que requiere grandes dosis de paciencia para ir avanzando en la aventura, pero cuando conseguías salir de una celda de la que no parecía haber escapatoria alguna o lograbas abrirte paso a través de un mercadillo en la provincia de Yucatán la sensación era tan genial que compensaba todo el esfuerzo realizado.

De hecho, estas aventuras conversacionales convenía jugarlas teniendo lápiz y papel a mano para ir anotando pistas, haciendo esquemas de laberintos, ciudades y mazmorras. Datos que nos ayudarían a tener más clara nuestra situación y los recursos de los que podríamos hacer uso en un momento dado.

Jabato

Un homenaje al impulsor de la aventura conversacional en España

¿Y por qué me ha dado hoy por sacar a relucir esto de las aventuras conversacionales? Bueno, además de lo que os comentaba al principio del artículo sobre la reciente lectura de Ocho quilates, el pasado fin de semana estuve en la feria Retromadrid que se celebró en la sala Matadero y allí me llevé la sorpresa de ver en persona al mismísimo Andrés Samudio, que presentaba un libro que acaba de publicar llamado precisamente «La aventura original» (del que me hice con un ejemplar que me dedicó amablemente) y donde tuve ocasión de cruzar con él algunas impresiones de aquellas aventuras conversacionales que tan buenas memorias me traen muchos años después.

Como recuerdo de aquel instante quedó una fotografía que para mí es de lo más entrañable y que ahora me hace especial ilusión observar, pues gracias a ese hombre se desarrolló en mi el gusto por los videojuegos de aventuras (conversacionales en la época del Spectrum y de otros tipos a medida que el género fue evolucionando con los años) y también consiguió que pasara muchas horas leyendo sus artículos sobre un género que para él fue pasión y profesión a partes iguales.

Con Andrés Samudio en Retromadrid 2013

¡Mil gracias por tantas tardes de aventuras, Andrés!

Rincones: Granada

Granada era el punto final de nuestro viaje por el sur. Allí íbamos a pasar dos noches y a continuación volveríamos a Oropesa para descansar un poco del frenético ritmo de visitas a los diversos lugares por los que habíamos pasado desde que nos encontramos en Cuenca.

Granada

Como de costumbre, nos alojamos en un apartamento situado en pleno centro de la ciudad; a escasos metros de la catedral y a apenas un cuarto de hora caminando de La alhambra. Gracias a ello pudimos dejar el coche en un parking y despreocuparnos por completo del transporte, pues podíamos llegar a cualquier lugar a pie perfectamente.

Granada

Nada más llegar nos fuimos a pasear, pero ese día no llevaba la cámara encima (mi espalda se empezaba a resentir de estar todos los días cargando con la correspondiente mochila) y no hay imágenes. Fuimos por la zona del ayuntamiento y como se nos hizo un poco tarde cumplimos con la rigurosa tradición de ir «de tapas»; de modo que pidiendo cada uno un refresco y una caña acabamos con el buche bien lleno.

Al día siguiente nos esperaba la excursión por excelencia en Granada: La alhambra y sus jardines. Un conjunto arquitectónico de origen musulmán situado en lo alto de una colina y desde el que se divisa una panorámica espectacular de la ciudad y sus alrededores.

Granada

Granada

Granada

Granada

Granada

Granada

Contemplar con mis propios ojos arcos y ventanas que había visto representados una y mil veces en los libros de historia del instituto y, sobre todo, estar en el patio de los leones; con estos recién restaurados después de haber estado unos cuantos años escondidos al público fue algo muy especial y que a los dos nos gustó especialmente. Y es que, de hecho, La alhambra es un lugar que tanto mi novia como yo teníamos muchas ganas de visitar, por lo que las expectativas eran bastante altas.

Granada

Granada

Granada

Granada

Granada

Granada

Granada

Lo único «malo» es que por la época del año en la que nos encontramos, si bien los jardines tenían colorido y están muy cuidados, se echaban en falta algo más de vegetación (flores principalmente). Eso sí, estoy seguro de que cuando en primavera florezcan todas las especies que hay allí, la explosión de color será impresionante; de modo que tenemos claro que en un futuro tenemos que volver por allí durante meses más soleados e incluso animarnos a hacer una visita nocturna, pues el conjunto iluminado por focos tiene que ser todo un espectáculo.

Granada

Granada

Granada

Aparte de lo que es La alhambra, reconozco que me hizo también especial ilusión caminar con mi chica por el paseo de los tristes, el barrio del Albaicín y tantos otros lugares conocidos de la ciudad y que en más de una ocasión han aparecido en canciones de grupos musicales a los que sigo desde hace tiempo.

Después de aquello ya sólo nos quedaba hacer una vez más las maletas y poner rumbo hacia Oropesa del mar. Un trayecto de 620 Km que no se me hizo especialmente largo gracias a que paramos unas cuantas veces por el camino para comer algo y estirar las piernas.

Por supuesto, una vez en casa no pararon de aflorar los recuerdos de unas vacaciones que empezaron con la idea de visitar Cuenca un fin de semana y que al final nos llevó a hacer un inolvidable tour por la mitad sur del país. Y, por supuesto, ya hemos acordado que en el futuro tenemos que hacer algo similar pero por la mitad norte; que también los dos tenemos ganas de perdernos por sus bosques y sus ciudades.

Espero que os hayan gustado las imágenes del viaje; aunque los mejores recuerdos los llevo grabados dentro de mi cabeza y esos no hay manera de subirlos a Flickr.

Itinerario completo: Oropesa del mar – Cuenca – Mérida – Sevilla – Granada – Oropesa del mar

05

Rincones: Sevilla

Ir a Sevilla no fue parte del plan inicial, pero nos quedaba de camino hacia nuestro siguiente destino y decidimos hacer noche allí para conocer una ciudad que a los dos nos encantó.

Sevilla

Nada más dejar las maletas en una casa preciosa en pleno barrio de Santa Cruz (mi novia se ha destapado como una experta en buscar alojamientos) nos encaminamos hacia la plaza de la catedral para ver las luces y el ambiente de una ciudad que por las callejuelas de esa zona destila olor a jazmín y no paran de escucharse a los pájaros piar.

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Reconozco que Sevilla me gustó muchísimo. Pese a ser un día entre semana del mes de febrero había gente en las terrazas, tranvías circulando, gente haciendo fotos… Vida en definitiva; de modo que decidimos acercarnos hasta el famoso puente de Triana para ver su reflejo iluminado en el tranquilo Guadalquivir. Un paseo que mereció mucho la pena.

Sevilla

Al día siguiente, ya con las luces del día, nos fuimos caminando hasta la imponente plaza de España, pero pasando también por la universidad y dando una vuelta por el parque de Maria Luisa, donde también se encuentra la plaza de América y su museo de tradiciones populares.

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Lamentablemente no podíamos irnos demasiado tarde porque todavía teníamos casi tres horas de carretera hasta llegar a nuestro último destino; pero los dos guardamos muy buenos recuerdos de las horas que pasamos en Sevilla.

Itinerario hasta el momento: Oropesa del mar – Cuenca – Mérida – Sevilla

03

Rincones: Mérida (Badajoz)

Tanto mi chica como yo mismo llegamos a la misma conclusión después de visitar Mérida: debería de publicitarse más. Casi todo el mundo conoce el famoso teatro romano donde en verano se realizan representaciones a la luz de las estrellas, pero es que además de eso hay muchas más sorpresas esperándonos entre las estrechas calles de su casco histórico.

Mérida

Nada más llegar ya tuvimos una agradable sorpresa: el apartamento que habíamos alquilado para pasar esa noche era sencillamente precioso. Diseño moderno, colores muy vivos y un montón de detalles en un edificio situado a escasos dos minutos del centro de la ciudad.

Mérida

Hay algo que me fascinó de Mérida: la mezcla de construcciones modernas con templos y ruinas romanas. Es realmente increíble pasear por una calle residencial y nada más doblar una esquina encontrarse con el templo de Diana que, a mí particularmente, me dejó anonadado.

Mérida

Otro lugar muy recomendable para visitar es la alcazaba, desde donde tenemos una inmejorable vista del extenso puente romano que pasa sobre el Guadiana.

Mérida

Centrándonos en lo más conocido de la ciudad, no podéis perderos el conjunto formado por el teatro y el anfiteatro romanos, pues se encuentran en un buen estado de conservación y dando un paseo entre sus muros podréis retroceder unos cuantos siglos en el tiempo.

Mérida

Mérida

Mérida

Mérida

Alejándonos un poco del centro urbano podemos visitar el circo romano, típico lugar de las películas de la época en el que se celebraban carreras de cuádrigas y eventos similares. En sus inmediaciones encontraréis un acueducto del que todavía se encuentra en pie buena parte del mismo.

Mérida

Mérida

En otro extremo de la ciudad podéis visitar un conjunto muy particular en el que se encuentran tanto restos de enterramientos romanos como las ruinas de un templo de la época, por lo que es muy recomendable para haceros una idea de cómo vivían en aquellos tiempos. Lástima que a estas alturas de la visita empezó a diluviar y tuvimos que apretar un poco el paso para volver a casa antes de acabar completamente empapados.

Mérida

Como os decía, Mérida resultó ser todo un descubrimiento porque aunque ya veníamos con la idea de encontrarnos con el anfiteatro y el teatro romanos, no esperábamos ir dándonos de bruces con tantos monumentos y ruinas. Si tenéis ocasión de pasar por allí un par de días es un destino más que recomendable.

Nosotros por nuestra parte nos encaminamos hacia nuestro siguiente destino que será el protagonista de la siguiente entrada.

Itinerario hasta el momento: Oropesa del mar – Cuenca – Mérida

02

Rincones: Cuenca

Mi novia y yo necesitábamos unas vacaciones: ella había estado de exámenes y yo había tenido una época de trabajo tan intensa que me encontraba mentalmente agotado, de modo que a finales de febrero me cogí unos días libres y empezamos a planear algo.

Siempre habíamos hablado de pasar un fin de semana en Cuenca: está a mitad de camino entre Castellón y Madrid y tiene sitios muy curiosos para ver, de modo que aunque ese fue nuestro primer destino, no sería el único, pues poco a poco el viaje se fue haciendo cada vez más extenso; si bien eso lo iremos desarrollando en las entradas posteriores.

Cuenca

Cuenca

Cuenca me sorprendió por su tamaño, pues pensé que por su número de habitantes (aprox. 55000) sería más pequeña de lo que en realidad es. Es una ciudad tranquila, rodeada de bonitos paisajes y con una serie de tesoros en su interior que la hacen ideal para perderse en ella sin prisas y curiosear por sus rincones.

Cuenca

Lo primero que visitamos fueron las casas colgadas, ya que además de que es el lugar típico de Cuenca por excelencia, quería experimentar por mí mismo la sensación de vértigo al cruzar el desproporcionadamente estrecho puente que da acceso a esa zona de la ciudad.

Cuenca

Efectivamente, una vez cruzado, uno se da cuenta de que con la altura que tiene el puente da una sensación de fragilidad que si viera a un grupo de excursionistas cruzándolo esperaría a que llegaran al otro extremo antes de atreverme a pasar por él. Sin embargo, la pregunta que vino a mi cabeza una vez que estuve a los pies de las famosas casas colgantes fue: «¿a quién se le habrá ocurrido construirse ahí su casa?». Por supuesto, no os quiero ni contar lo que debe de ser asomarse a esos balcones y observar cómo sólo unas maderas separan tus pies del más profundo de los abismos.

Cuenca

De Cuenca nos gustó también mucho la colorida plaza donde está situada la catedral, los curiosos relieves del paisaje o el pequeño río que recorre gran parte de su casco urbano y que da un aire especial al paseo que discurre junto a su orilla.

Cuenca

Cuenca

Cuenca

Cuenca

Cuenca

No quisiera dejar de mencionar un detalle que a mí se me escapó pero que a mi novia llamó la atención nada más verlo: en una montaña al otro lado del río alguien ha dibujado unos enormes ojos verdes que parecen vigilar a la ciudad como si de un ninja se tratara. Ignoro si es algo artístico, una frikada o cualquier otra cosa; pero la sensación que transmiten es, cuanto menos, extraña.

Cuenca

La ciudad encantada

Ignorante de mí, pensaba que la ciudad encantada de Cuenca estaba pegada al núcleo urbano, pero no es así y para llegar allí hay que recorrer unos 30 Km en coche a través de unas carreteras que yo particularmente disfruté mucho.

De hecho, a mitad del camino tenemos lo que se conoce como «el ventano del diablo» que consiste en una especie de balcón natural sobre la garganta por la que discurre el río Júcar. Al igual que el puente de las casas colgantes no es muy apto para gente con vértigo, pero si te asomas a él divisarás un paisaje espectacular.

Cuenca

Una vez en la ciudad encantada llama la atención el frío que hace (había incluso algunas zonas nevadas) y lo curioso del paisaje, pues se trata de rocas muy desgastadas que, echándole un poco de imaginación, tienen diversas formas asociadas con cosas de lo más cotidiano (una tortuga, un rostro humano, una foca…).

La ciudad encantada se ve dando un paseo de aproximadamente una hora y es recomendable llevar calzado de montaña porque algunas zonas pueden resultar bastante resbaladizas si el terreno está húmedo.

Cuenca

Y con esto terminó nuestra estancia en Cuenca, encaminándonos al día siguiente hasta nuestro próximo destino.

Itinerario hasta el momento: Oropesa del mar – Cuenca

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De vuelta al blog

Aunque me imagino que más de uno habrá pensado que me habría despeñado por algún barranco con mi cámara, en realidad la razón de esta prolongada ausencia ha sido una época de trabajo muy intensa y unas merecidas vacaciones de las que os hablaré en breve.

El reino de las sombras

De todos modos, reconozco estar en medio de una especie de «crisis creativa», ya que de un tiempo a esta parte, el escaso tiempo libre del que dispongo prefiero invertirlo en otras cosas que no tengan que ver con la fotografía, pues Oropesa del mar lo tengo ya muy visto y hay días en los que me voy a dar un paseo con la cámara y vuelvo a casa sin haber disparado una sola fotografía.

De hecho, en los últimos meses he empezado a desarrollar una cierta afición por la creación musical, de modo que además de algúnos «cacharros» de Korg también me he hecho con una guitarra eléctrica y un Roland Micro Cube para hacer mis pinitos. Por el momento soy un absoluto principiante, pero la sensación de improvisar un compás que suene medianamente bien es muy similar a la de conseguir una buena fotografía, así que espero seguir mejorando con la práctica.

Almendros

Aun así, me gustaría aclarar que no es que haya dejado de lado la fotografía ni mucho menos porque de hecho durante estos días de vacaciones he captado imágenes bastante decentes; pero veo que me he encasillado un poco en estas tierras y ahora mismo, si quiero volver a encontrar la inspiración, necesito visitar nuevos rincones.

Pero bueno, al margen de todo esto, lo que quería esencialmente en esta entrada es disculparme por esta larga ausencia y anunciaros que en las siguientes cuatro entradas voy a compartir con vosotros un montón de imágenes captadas durante algo que empezó siendo apenas una excursión y terminó convertido en un auténtico tour por media España.

Luz

¡Gracias por seguir ahí!