El colorido de los jardines en primavera

Me gusta fotografiar flores, ya lo sabéis: son de alegres colores, posan sin rechistar, dan lugar a composiciones armoniosas y tienen un atractivo visual que siempre capta la atención del espectador.

Días floridos II

Los que ilustran esta entrada son cuatro ejemplos de un paseo que me di el pasado domingo por unos jardines de Oropesa del Mar.

Día florido III

Días floridos

Día florido IV

Por cierto, ya me froto las manos pensando en la próxima sesión de fotos «florales» porque me pienso llevar el 28mm invertido… Teniendo en cuenta que estas están hechas con el 16-85 VR el resultado puede ser muy interesante.

La típica foto de Oropesa

Playa de la concha

Sé que por aquí han aparecido varias imágenes muy parecidas a la que ilustra esta entrada; pero es que cada vez que vengo por aquí soy incapaz de resistirme al embrujo del monte Bovalar y las espectaculares vistas que hay desde su mirador (conocido por aquí como el balcó).

La cara amable de los acantilados

Aunque en días de tormenta no es muy recomendable caminar cerca de ellos; si el mar está en calma es una delicia dar un paseo por alguna zona de acantilados y escuchar el suave rumor de las olas acariciando las rocas.

Oleaje

Desafiando la ley de la gravedad

Oleaje

Paseando entre flores

Pese a que conozco Oropesa del Mar desde que nací sigo sin acostumbrarme a verlo todo tan verde y tan florido. Cuando llega el verano puro y duro los prados tienen un tono amarillento y las flores por lo general ya se han secado por culpa del sol justiciero; pero ahora mismo todo tiene unas tonalidades que invitan a coger la cámara y dar un paseo para tratar de plasmar el colorido reinante.

La vie en rose

Paseo

Diente de león

Sabios consejos…

Cuando me encontré con este espejo roto tirado en el suelo no vi otra cosa más que una perspectiva original que retratar con mi cámara…

Frágil

Sin embargo, ya en casa me fijé en que sin querer había captado un sutil detalle que resultaba de lo más irónico.

Moraleja: si no queréis quedaros sin espejo antes siquiera de estrenarlo, seguid los consejos del fabricante.

La calle del Astor hace diecisiete años

Ya sabéis lo mucho que me llama la atención todo lo relacionado con el paso del tiempo y el efecto que tiene en los lugares; de modo que hoy me gustaría hablaros de un rincón de Oropesa del mar al que solíamos en bicicleta ir mis amigos y yo a mediados de los noventa. Se trata de la calle del Astor, que cuenta con un fuerte desnivel en el que podías alcanzar grandes velocidades sin correr peligro de que te atropellara un coche gracias a la gran visibilidad que había.

Calle del Astor (1994)

Como podéis apreciar en esta foto que hice durante el verano de 1994, en dicha calle no existía vivienda alguna y, de hecho, no había ninguna construida entre este lugar y el pueblo de Oropesa que se divisa al fondo; consistiendo toda esta extensión en campos de almendros.

Cierto es que aquellos campos parecían estar medio abandonados porque recuerdo que año tras año se acumulaban las almendras en el suelo sin que nadie (al margen de la gente que pasaba por allí) se preocupara de recolectarlas para sacar así un dinero. Sin embargo, reconozco que descubrí con sorpresa hace cerca de una década que la zona se había parcelado y empezaban a levantarse multitud de viviendas unifamiliares hasta el punto de que hoy en día el aspecto de este lugar es radicalmente distinto como podéis apreciar en la siguiente imagen:

Calle del Astor (2011)

Obviamente han pasado casi dos décadas y es normal que durante todo este tiempo las casas hayan florecido como las setas en otoño (sobre todo en localidades turísticas como esta) pero no me negaréis que es curioso ver en un par de imágenes diecisiete años de evolución. Por cierto, atención a la caja del contador eléctrico que hay en la parte izquierda de la fotografía, porque aunque se le haya aplicado un lavado de cara, sigue siendo estando exactamente en el mismo lugar.

On the run

Vivir en una localidad costera donde fuera de temporada apenas hay gente es la mejor manera de darte cuenta de que las ciudades están gobernadas por las prisas, los atascos y el minutero del reloj.

On the run

Oropesa del Mar es todavía a estas alturas del año un lugar en el que puedes ir a hacer la compra y estar tú sólo en el supermercado, pasear por la playa a las ocho de la tarde y no cruzarte con nadie pese a que ya hace el suficiente calor como para ir con los pies metidos en el agua, conducir relajadamente para ir a cualquier lugar, poner la música en casa y subir el volumen hasta que retumben las paredes porque sencillamente no hay vecinos a los que molestar…

Muchos de nosotros entendemos el estés de la ciudad como algo natural; pero en realidad es todo lo contrario. Y si bien no es menos cierto que en breve llegará como cada año el mes de Julio con sus hordas de veraneantes y los restaurantes llenos a rebosar; aquí de momento sólo se respira paz y tranquilidad.

Hora de la siesta