Me habían hablado muchas veces de Valverde de los Arroyos, pero hasta ahora no me había animado a ir por allí, así que aprovechando nuestra estancia en Hita una mañana cogimos el coche para recorrer los sesenta kilómetros que separan ambas localidades y así ver con nuestros propios ojos (y también a través de mi cámara) si aquello era tan bonito como me habían contado.
Lo más destacable del pueblo es que todo él es de pizarra. Y cuando digo todo es todo: no sólo las casas, sino también las calles, las barandillas, las mesas, los bancos… Incluso una losa que hace las veces de puente sobre un pequeño arroyo es, como no, de pizarra.
Esto da al lugar un aire muy especial, ya que lo hace muy diferente de los pueblos que estamos acostumbrados a ver normalmente. Hay casas con muchos años ya en sus paredes y otras de reciente construcción (nos pareció muy curioso una especie de «resort» que hay en un extremo del pueblo compuesto por una media docena de cabañas gemelas) pero el denominador común de todas ellas es que están hechas, al menos en su parte exterior, de pizarra.
El pueblo está al final de una revirada carretera no apta para unas prisas. Lo curioso del lugar es que hasta que no estás a trescientos metros del pueblo no se vislumbra una sola casa; y es que está todo tan recogido que es difícil dar con este lugar simplemente dando vueltas por las carreteras de los alrededores.
Uno de los rincones que más me gustó del pueblo es el del puente que cruzaba sobre el arroyo (y que como os dije antes, consiste en una simple lámina de pizarra) donde estuvimos un buen rato haciendo fotografías tanto de paisaje como de nosotros mismos.
El contraste entre las casas de pizarra y las montañas que rodean al lugar consiguen que este lugar capte de inmediato la atención del caminante. Además, ya desde el aparcamiento donde hay que dejar el coche (no se permite entrar con vehículos al casco urbano durante los fines de semana) vais a poder comprobar lo bonitas que son las vistas que se contemplan desde este lugar. De hecho allí es donde capté la siguiente fotografía.
Pizarra, el rumor del agua corriendo, pájaros en la lejanía, vegetación y tranquilidad son los elementos que hacen de Valverde de los Arroyos un lugar muy especial. Cierto es que en el pasado hemos tenido ocasión de visitar esta localidad unas cuantas veces; pero al final por uno u otro motivo la cosa se fue posponiendo y no ha sido hasta ahora cuando hemos descubierto este rinconcito de Guadalajara que desde aquí os recomiendo visitar alguna vez.
¡Hasta la próxima excursión!