Review: Olympus E-PL1

Al final no pude resistirme a la tentación que suponen las cámaras EVIL (prometen calidad de réflex en cuerpo de compacta) y para adentrarme en ese mundillo me he hecho con una Olympus E-PL1; que es uno de los últimos modelos de la familia PEN de la que también hablé en su momento.

Olympus E-PL1

Aunque es verdad que antaño solía redactar unas reviews kilométricas sobre cámaras y objetivos; de un tiempo a esta parte noto que he llegado a un punto en el que prefiero comentar aspectos muy generales, comentar algunos detalles que me hayan llamado la atención (para bien o para mal) y, por último, ilustrar el artículo con un buen puñado de imágenes, ya que al final es lo que mejor puede dar una idea de lo que podemos conseguir con determinado equipo.

Vamos pues con el análisis de esta cámara llegada a mis manos hace un par de semanas y con la que ya he disparado casi un millar de imágenes.

Kit básico

Aunque junto con la cámara me regalaron una tarjeta SD de 4GB, una funda y un pequeño trípode tipo «gorila»; en lo esencial el kit se compone del cuerpo de la cámara y el objetivo M.Zuiko Digital ED 14-42mm f/3.5-5.6 L

Ambos elementos llaman la atención por su pequeño tamaño (especialmente el objetivo; aunque tiene truco, ya que se repliega sobre si mismo) si estamos acostumbrados a manejar cámaras réflex aunque sean de gama baja. A continuación os dejo con unas imágenes en las que comparo el tamaño de la E-PL1 con las tres cámaras que suelo emplear.

Olympus E-PL1 y Nikon D300

Olympus E-PL1 y Ricoh R10

Olympus E-PL1 y Nikon D40

Como veis, por su tamaño la Olympus tiene más que ver con una cámara compacta que con una réflex; si bien en su interior tiene un sensor que cumple con la especificación micro cuatro tercios (m4/3) que implica un factor de recorte de 2x con respecto a una cámara full frame. Eso sí, si bien en las compactas el objetivo suele retraerse en el interior, en el caso de las EVIL éste siempre va a sobresalir algo por llevar el sistema de ópticas intercambiables mediante bayoneta. Quiere esto decir que no es una cámara para llevar en el bolsillo trasero de un vaquero; siendo más cómodo llevarla en el bolsillo de una chaqueta amplia, en algún tipo de bolso o directamente en la mano.

Olympus E-PL1

Cosas a tener en cuenta

1. La E-PL1 no lleva ruletas de control como las cámaras réflex, por lo que los cambios de ajustes no son tan rápidos como en el caso de estas. De hecho, el sistema de control de la Olympus es más parecido al de una compacta que al de una réflex como tal.

2. No hay visor óptico; de modo que tendremos que emplear la pantalla para todo.

Olympus E-PL1

3. Por lo dicho en el punto anterior la autonomía palidece en comparación con cualquier réflex. Lo normal es que haciendo unas 250 fotos sin flash la batería empiece a pedir con urgencia una recarga.

4. El objetivo del kit es… un objetivo de kit. Parece una perogrulada; pero lo que quiero decir es que no abarca ninguna focal «extrema» (equivale a un 28-84 en formato full frame) ni tiene una apertura demasiado amplia. Por tanto, se trata de una óptica adecuada para paisajes generales y cosas así. Si necesitáis cosas más extremas tendréis que buscar ópticas aparte compatibles con el sistema m4/3. Eso sí, por los resultados obtenidos, el objetivo parece mejor de lo que en realidad es debido a que la propia cámara corrige por software los defectos ópticos como la distorsión, el viñeteo o las aberraciones cromáticas como lo haría Lightroom 3.

Olympus E-PL1

5. La correa de cuello que trae me parece «demasiado» para el tamaño de cámara que es. Yo os recomiendo colocar una correa de muñeca para llevarla por la calle.

6. Tenemos modos de disparo manuales, semiautomáticos y totalmente automáticos. A mí me gusta disparar en prioridad a la apertura (modo A) pero tened en cuenta lo que os decía antes de que se tarda un poco en cambiar los parámetros con respecto a una cámara réflex.

7. El menú parece muy simple; pero si activáis una opción que anda un poco escondida, veréis todas las posibilidades de configuración que tiene esta pequeña cámara. Os recomiendo un buen vistazo al manual antes de empezar a toquetear todo eso.

Peces de mil colores

8. La pantalla no se ve demasiado bien en exteriores cuando hay mucha luminosidad (la de mi D300 se ve bastante mejor). Digo esto porque «en directo» os parecerá que las fotos están oscuras; pero al llegar a casa veréis que, en general, la cámara expone bastante bien incluso en condiciones algo complicadas. Podéis usar el histograma para verificar la exposición en exteriores.

9. Una de las cosas que más me gusta de la E-PL1 es la buena gestión del ruido a ISOS altos. Podemos emplear hasta ISO 3200; pero en general os recomiendo no pasar de 1600. Eso sí, disparando en JPG veréis que incluso a ese nivel de ISO la imagen apenas muestra ruido.

Oropesa al anochecer

10. Acostumbrado al balance de blancos de las cámaras réflex de Nikon veo que la Olympus tiende a anaranjar la escena en días nublados. Si disparamos en RAW (la cámara ofrece esta posibilidad) podemos modificar esto en el ordenador; aunque dado que la cámara saca unos JPGs bien expuestos y bastante nítidos casi veo más recomendable pasar del formato RAW y emplear el JPG. Cierto es que en mi D300 y mi D40 siempre disparo en RAW, pero en la E-PL1 lo estoy haciendo exclusivamente en JPG.

11. Al poseer un sensor de menor tamaño que una réflex (recordemos que emplea un factor de recorte de 2x frente al 1,6x y 1,5x de las cámaras más habituales de Canon, Nikon o Sony) la profundidad de campo resultante es mayor, lo que unido a la escasa apertura máxima del objetivo que trae la cámara no la hacen recomendable para fotografías en las que los desenfoques sean el argumento principal de la imagen. Sin embargo, para paisajes es una cámara que puede jugar un buen papel.

Olympus E-PL1

12. Se pueden emplear objetivos de cámaras réflex de diversas marcas (hay adaptadores para ópticas Nikon, Canon, Leica, Sony…) pero perderemos el enfoque automático y una de las principales razones de la existencia de las cámaras EVIL: el menor tamaño y peso de sus ópticas.

13. Además de los consabidos modos de escenas predefinidas contamos con seis modos creativos del que mi favorito es uno que simula un tilt-shift. Os dejo con un par de ejemplos de ese modo que os digo así como de algún otro.

Fake tilt-shift

Fake tilt-shift

Efecto estopenoico

My feet

14. El enfoque se realiza por contraste (como en las compactas) por lo que es considerablemente más lento que en una cámara réflex. No es la mejor cámara para seguir águilas en vuelo o guepardos por la sabana.

15. Por el momento no hay demasiadas ópticas disponibles para el formato m4/3. Seguramente más fabricantes se irán incorporando al carro de esta nueva tecnología; pero de momento son Olympus y Panasonic las que tienen más objetivos disponibles, si bien la oferta sigue siendo escasa en comparación con sistemas más asentados en el mercado.

16. Tanto el cuerpo como el objetivo tienen una calidad de construcción correcta. Es plástico sólido y el ajuste de las piezas es bueno; pero realmente parece una cámara de juguete si estamos acostumbrados al tacto sólido de una D300 y un objetivo como el 80-200 f/2.8. Una comparación más justa podría ser con la D40 y su habitual 18-55; sacando en este caso también ventaja la cámara de Nikon si bien con menos diferencia. Eso sí, no me arriesgaría a ponerme a hacer fotos en medio de una tormenta, pues estoy seguro de que entraría agua en su interior y la cámara tendría los días contados.

17. La E-PL1 posee un buen rango dinámico, ya que incluso en escenas con cierto contraste conserva bien el tipo impidiendo la aparición de amplias zonas empastadas y/o quemadas en la imagen.

Las caprichosas formas de las nubes

Conclusiones

Ya os adelanto que no se me pasa por la cabeza ni por un segundo renunciar a mi D300 a la hora de ir expresamente a hacer fotos. La E-PL1 no ha venido a sustituirla sino a complementarla; y es que si me voy de viaje un fin de semana no quiero renunciar a hacer algunas fotos, pero tampoco quiero cargar con el mochilón habitual lleno de objetivos para Nikon. Precisamente para eso ha llegado la Olympus; para poder hacer fotografías con cierta calidad en aquellas ocasiones en las que no quiero o no puedo llevarme mi equipo réflex habitual.

Un día de playa en pleno otoño

Los factores en los que sale perdiendo en comparación con una réflex de gama media (enfoque, autonomía, profundidad de campo, disponibilidad de ópticas y resistencia a climatología adversa) la desaconsejan como cámara única si nos tomamos la fotografía en serio; pero si pretendemos ir ligeros de equipaje y tener cierta versatilidad a la hora de hacer fotos, una cámara de este tipo puede ser una buena opción.

Los amantes

Lo mejor

  • Relación tamaño y peso / calidad de imagen
  • Muy poco ruido a ISOs altos
  • Sin distorsiones geométricas apreciables
  • Buen rango dinámico

Lo peor

  • Mayor PDC con respecto a una réflex normal
  • El balance de blancos automático a veces no va fino del todo
  • Modificar parámetros lleva más tiempo que con una réflex
  • Pocos objetivos disponibles por el momento

Más imágenes de ejemplo

El batir de las olas

Paisaje oropesino

Villa Raquel

Fake Tilt-shift

Caños

Por los campos

Rosa, azul y rojo

Oropesa al anochecer (II)

Reflejos

Agua y fuego

Agua

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Mi nuevo ordenador de sobremesa

Viendo que mi Core 2 duo con 3 GB de RAM sufría más de la cuenta procesando mis fotografías en Lightroom decidí liarme la manta a la cabeza y renovar mi equipo, ya que cuando tienes que editar más de un centenar de imágenes y no dispones de mucho tiempo libre, quieres que el equipo vaya realmente fluido y no andar esperando a que desaparezca el sempiterno reloj de arena del Windows (aunque ahora sea un círculo azulado).

Caracol col col

Requisitos previos: Micro, memoria, disco duro y tarjeta gráfica

Puesto que mi filosofía a la hora de comprar algo es que si ese «algo» se va a usar con frecuencia merece la pena invertir algo más de dinero, me senté a ver qué es lo que necesitaba y tracé los requisitos más importantes: buscaba un ordenador con una buena dotación de memoria RAM y, sobre todo, con la mayor potencia de cálculo posible; así que opté por la gama más alta de Intel y busqué un micro Intel Core i7 de segunda generación (los llamados «Sandy Bridge»).

Una vez aclarado lo del microprocesador me puse a darle vueltas al tema de la RAM; y aunque en teoría con 4 GB Lightroom funciona perfectamente prefería que el ordenador contara con algo más de esa cantidad o que, en su defecto, tuviera la posibilidad de ser ampliada en el futuro. Eso sí, imprescindible que fuera DDR3; aunque en realidad los micros Core i7 necesitan funcionar con ese tipo de memoria forzosamente porque llevan el controlador de la RAM integrado en el propio micro y no son compatibles con DDR o DDR2.

En cuanto al disco duro, con 750 GB me llegaba; ya que tengo otros dos discos duros externos donde voy volcando todo lo que voy haciendo en lo que a fotografía se refiere. De hecho el Core 2 Duo tenía un disco de 320 GB y nunca tuve el más mínimo problema de espacio a pesar de que 70 GB estaban dedicados en exclusiva a la instalación de Ubuntu.

La tarjeta gráfica me daba exactamente lo mismo, ya que el ordenador de sobremesa sólo lo uso para edición de fotografía, escuchar música y ver alguna película; tareas para las que lo mismo da tener una gráfica integrada en placa que un pepino de 600 euros.

No me hacía falta monitor porque ya tengo uno que se adapta perfectamente al uso que le doy como os comenté en una entrada de hace ya bastante tiempo.

En busca del nuevo ordenador

No tardé demasiado en dar con un buen candidato para venirse a casa conmigo (y además cada vez invierto menos tiempo en buscar aparatos electrónicos; en cuanto veo uno que me convence saco la tarjeta sin darle muchas más vueltas). A medida que iba recorriendo la estantería donde reposaban las CPUs a la venta enseguida me llamó la atención un HP Pavilion de aspecto bastante sobrio y elegante cuyas características se acercaban bastante a lo que había pensado. Su precio era de 799 euros; pero estaba decidido a hacerme con un equipo que no se me quedara pequeño en un par de años y la verdad es que no me pareció excesivamente caro viendo lo que ofrecía:

  • Procesador Intel Core i7 2600 «Sandy Bridge» (3,4 GHz, modo turbo a 3,8 GHz, 4 núcleos, multithreading, 8 MB de caché)
  • 8 GB de memoria RAM DDR3 1333 MHz (de los cuatro slots disponibles hay dos libres)
  • Disco duro SATA de 1 TB
  • Tarjeta gráfica Ati Radeon HD 6450 con 1 GB GDDR3 dedicada
  • Tarjeta LAN, WiFi integrado, sonido 7.1, lector de tarjetas, grabador de DVD…
  • S.O. Windows 7 Home Premium

Cierto es que la tarjeta gráfica es una patata; pero el equipo cuenta con una buena cantidad de memoria RAM ampliable sin problemas y el microprocesador es ahora mismo uno de los modelos más altos del catálogo de Intel (aunque ya se sabe que dentro de tres meses habrán sacado un puñado de modelos que le darán mil vueltas) por lo que para edición fotográfica el equipo va que vuela; y es que las tarjetas gráficas potentes son esencialmente para videojuegos o aplicaciones de animación tridimensional, ya que los programas como Lightroom lo que necesitan es potencia de cálculo y mucha memoria RAM debido a que las transformaciones que realizan en las imágenes son aritmética pura y dura.

Atardecer

Llevo un par de semanas ya con el nuevo ordenador en casa y he decir que he notado un aumento de velocidad brutal en Adobe Lightroom: las fotografías disparadas con mi D300 en formato RAW a 14 bits se abren en una décima de segundo y cualquier cambio en ellas se refleja en pantalla sin ningún tipo de retraso o brusquedad; algo que provocaba ralentizaciones muy importantes en mi anterior Core 2 Duo que ahora regalaré a mis padres, que tienen un Pentium IV con 512 MB de RAM que incluso para navegar por Internet se las ve y se las desea. Ironías de la tecnología: lo que yo considero lento a ellos les parecerá que va a la velocidad del rayo.

El mundo en blanco y negro

El blanco y negro siempre ha sido un recurso que, bien empleado, suele causar una grata impresión al espectador. El mérito de esta técnica es que se centra sobre todo en la composición, puesto que la gama cromática va a estar tan limitada que sólo veremos formas y texturas en la imagen y de ahí que sea una buena forma de potenciar nuestras habilidades como fotógrafos además de darle un toque clásico a nuestras imágenes.

Nikon kiss

Usos y aplicaciones del blanco y negro

Bajo mi punto de vista, el blanco y negro (ByN para los amigos) se adapta especialmente bien a dos tipos de fotografías: los contraluces y los retratos. De hecho a esas imágenes es a las que aplico más habitualmente este tipo de acabado.

Como es lógico, podemos inmortalizar en ByN cualquier cosa que esté delante de la cámara (y de hecho así lo hicieron todos los fotógrafos antes de la invención de la película en color) pero siempre habrá escenas que queden mejor en color debido a que su «gracia» reside en las tonalidades que presentan los elementos presentes en ella por encima de la composición. Sin embargo, a poco que adquiráis cierta experiencia en el mundillo de la fotografía os iréis dando cuenta de que ciertas cosas piden a gritos ser retratadas en ByN.

¿Campo de concentración?

¿Disparar en ByN y transformar durante el procesado?

Lo mejor siempre es disparar de tal modo que perdamos la mínima información posible, de modo que lo más adecuado sería disparar en color y luego transformar la imagen a ByN con nuestro programa de edición fotográfica habitual. De hecho incluso os recomiendo el formato RAW si tenéis una réflex o una compacta avanzada que os lo permita ya que así nos aseguraremos de que los datos de la escena se captan de la forma más fidedigna posible.

Apmomp en ByN

Digo esto porque si disparamos directamente en ByN, una vez en casa corremos el riesgo de darnos cuenta de que en ese modo la imagen no vale mucho pero en color hubiera sido uno de esos disparos espectaculares (imaginad un paisaje lleno de flores y árboles de vivos colores).

La clave está en el contraste

El contraste es la diferencia que existe entre las zonas más brillantes y más oscuras de una imagen, por lo que éste es un factor clave en este tipo de imágenes. En general, si en una fotografía andamos muy cerca de los límites marcados por el rango dinámico de la cámara y la pasamos a ByN de alto contraste vamos a obtener unas zonas oscuras prácticamente negras del mismo modo que los tonos más claros van a quedar en general bastante quemados.

Alcalá en ByN

Para estas imágenes es más adecuado emplear algún modo en el que el contraste sea más reducido porque, como os digo, corremos el peligro de perder gran parte de las texturas de la escena. Aun así, en entornos urbanos donde queramos poner de manifiesto ciertas formas geométricas es una buena manera de centrar la atención del espectador en las formas de la escena.

Sin embargo, en escenas con predominancia de tonos claros no muy diferentes entre ellos (retratos en primer plano por ejemplo) podemos usar modos de alto contraste sabiendo que gracias a ello vamos a acentuar los relieves de las texturas presentes en la escena y vamos a centrar la mirada del espectador en las líneas que dibujan los cambios de tonos entre las áreas claras y oscuras.

Mi hermana en ByN

En cualquier caso ya sabéis que todo lo que se refiere a fotografía se basa en experimentar, porque aunque hay una serie de normas más o menos universales (como la simple y efectiva regla de los tercios) nada nos impide saltárnoslas a la torera y buscar nuestro propio estilo fotográfico para plasmar el mundo desde un punto de vista particular e intransferible; que al fin y al cabo es la gracia de todo esto.

Sombras anónimas

Algunos ejemplos más

Os dejo a continuación con algunas imágenes más a modo de ejemplos de escenas cotidianas captadas en este particular modo de ver la vida del que Henri Cartier-Bresson fue todo un maestro.

Curiosidad

Asfalto

Agujas

El refresco del dragón

No parking here

Yo estuve aquí

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Corrección de defectos ópticos con Lightroom 3

Los que me conocéis o habéis seguido un poco la evolución de este blog sabréis que desde hace tiempo Lightroom es todo lo que necesito para el procesado de las fotografías que disparo desde que salen de la tarjeta de memoria hasta que las subo a mi Flickr. Me parece una solución completísima tanto para las operaciones de procesado como tal sobre los ficheros RAW como para la clasificación y organización de los mismos; y de ahí que siempre que alguien me pregunta sobre qué software utilizar le recomiende esta opción de Adobe.

El refresco del dragón

Pues bien, en la versión 3 (que lleva ya unos meses a la venta) una de las novedades más jugosas es la incorporación de una función de corrección de defectos ópticos de forma automática siempre que el conjunto de cámara y objetivo empleado para hacer la fotografía esté en la base de datos del programa (en caso contrario tenemos la opción de hacerlo manualmente). Una base que sigue ampliándose poco a poco hasta el punto de que ya abarca a la mayoría de mis ópticas y que si queréis consultar podéis mirar en el blog oficial de Adobe Lightroom donde se han ido comentando las ópticas y cámaras que se han añadido en cada revisión lanzada (actualmente está disponible la 3.3).

¿Qué defectos corrige Lightroom 3?

Los defectos corregidos de manera automática por Lightroom son el viñeteo, las aberraciones cromáticas y las distorsiones ópticas; precisamente los tres tipos de defectos que hemos visto en otros tantos artículos del blog.

Estas correcciones se llevan a cabo sin más que activar la opción correspondiente a la hora de procesar una fotografía determinada; pero no penséis que están hechas «a capón» porque por ejemplo, como ya os dije en el artículo correspondiente, la distorsión geométrica en objetivos de focal variable varía en función de la distancia empleada; y ya que esta información se graba en los datos EXIF de la imagen, Lightroom hace uso de ella para que la corrección sea precisa y al final obtengamos líneas rectas en todo el encuadre. De hecho, si tenemos un ojo de pez Nikon podemos linealizar la imagen resultante de forma totalmente automática.

Lo mismo ocurre con el viñeteo (que también varía en función de la distancia focal y la apertura empleada) así como las aberraciones cromáticas, por lo que empleando Lightroom 3 podremos disparar con cierta tranquilidad sabiendo que en post-procesado podemos corregir estos defectos que os comento sin demasiadas complicaciones.

Sea como sea, el programa siempre nos da la opción de variar la cantidad de aplicación de cada uno de los tres parámetros según nuestros gustos, porque tal vez para un retrato nos interese mantener un cierto oscurecimiento en las esquinas que siempre centra la atención del espectador en la zona central de la imagen. Esto se realiza mediante los tres controles deslizantes que se pueden apreciar en la captura de pantalla anterior.

Un ejemplo sencillo

A modo de ejemplo, os ofrezco un ejemplo un poco extremo realizado con mi Nikkor AF-S 16-85 f/3.5-5.6 VR en el que disparé a la mínima distancia focal y máxima apertura de forma perpendicular a una pared de ladrillos con objeto de dejar patente tanto la distorsión de barril como el viñeteo producido.

Nikon AF-S 16-85 VR @ 16mm f/3.5 (sin corrección por software)

Una vez procesada la imagen en Lightroom 3 el resultado es similar a haber realizado la fotografía con un objetivo de mayor calidad al no quedar apenas rastro de defectos ópticos como se puede apreciar en la siguiente imagen.

Nikon AF-S 16-85 VR @ 16mm f/3.5 (corregido por software)

¿Y si mi objetivo no aparece en Lightroom 3?

Si por lo que sea determinado objetivo no está todavía incluido en la base de datos del programa, siempre podéis echar mano de la corrección manual de los parámetros antes descritos para mejorar mediante postprocesado el rendimiento del mismo aunque, como comprenderéis, lo más cómodo es contar con una óptica soportada por el programa para que con un simple click nos olvidemos de los dichosos defectos ópticos y que además las correcciones se adapten a la focal (si es que el objetivo es de tipo zoom) y la apertura empleadas en cada fotografía.

Siempre es mejor partir de una buena base

Obviamente siempre es mejor emplear un objetivo que no introduzca ningún tipo de defecto óptico en nuestras imágenes, porque en fotografía cuando mejor sea «la base» mejores resultados obtendremos al final. Sin embargo, no debemos ignorar la opción que nos da Lightroom de mejorar la calidad de nuestras ópticas sin más que hacer un click de ratón.

Aparcamiento

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¿Qué significa que una fotografía digital está quemada?

Seguro que más de una vez habéis escuchado (ya sea comentando alguna fotografía con alguien o leyendo algún foro sobre el tema) que «el cielo de tal o cual foto está quemado» o que «se han quemado las luces altas». Si al escuchar expresiones como estas os quedáis con cara de no saber de qué va el tema voy a intentar explicaros con brevedad y concisión qué es lo que ha ocurrido.

¿Cómo se representan los colores en una fotografía digital?

Cualquier color del espectro visible se puede obtener mediante una combinación de los colores primarios (rojo, verde y azul; más comúnmente expresados con sus iniciales en inglés RGB). La cantidad de cada uno de estos tres colores se puede representar de diversos modos, pero para no liar más las cosas vamos a trabajar en porcentajes, que es como expresa estos parámetros el fantástico Adobe Lightroom 2.

paleta

Comenzaremos observando que los tonos primarios vendrán dados por su correspondiente valor RGB al 100% y el resto al 0%. El rojo será RGB=100%, 0%, 0% (a partir de ahora obviaré los símbolos de porcentaje, ¿OK?  😉 ), el verde será RGB=0, 100, 0 y el azul será RGB= 0, 0, 100. Como veis, estos tres valores son una especie de «paleta virtual» en la que podemos mezclar los tonos primarios que conforman los píxeles de cualquier monitor tal y como comenté en una entrada de hace ya unos meses.

Recordaréis que en el colegio nos enseñaron que el negro es la ausencia de color, por lo que este tono se representará con los colores RGB=0, 0, 0. Del mismo modo, el color blanco puro no es otra cosa que la mezcla de los tres colores primarios a su máximo valor; algo que expresaremos como RGB=100, 100, 100. Por otra parte, los tonos grises vendrán dados por valores idénticos de los tonos primarios (RGB=20, 20, 20 para un gris oscuro, RGB=75, 75, 75 para otro mucho más claro…).

Pues bien, ya os estaréis imaginando cómo funciona todo el invento de representar los colores: otorgando un valor entre 0 y 100 a cada uno de los tres colores primarios, así que vamos a ver cómo nos afecta todo eso a la hora de hacer una fotografía digital.

El rango dinámico

Las cámaras digitales tienen una limitación a la hora de representar una escena compuesta por luces y sombras llamada rango dinámico. El rango dinámico no es otra cosa que la máxima diferencia que la cámara puede captar entre la zona más oscura de una fotografía y la más clara. Esa diferencia, por lo general, es más grande cuanto más alto es el escalón que la cámara ocupa en la gama del fabricante; pero a rasgos generales se puede decir que las cámaras réflex tienen un rango dinámico bastante más alto que las compactas y las bridge por el tamaño y la calidad de los sensores que emplean.

Un rango dinámico elevado nos va a permitir, por ejemplo, realizar un retrato de alguien que está situado en la sombra sin que el cielo se quede completamente blanco o sacar un cielo lleno de nubes sin que el suelo quede demasiado oscuro. Sin embargo, esa misma situación en una cámara con escaso rango dinámico va a hacer que en cuanto haya una cierta diferencia de iluminación entre el sujeto y el fondo tengamos que elegir entre sacar oscuro al retratado y correctamente expuesto el fondo o conseguir un rostro correctamente iluminado y un fondo «quemado» (ya tenemos aquí la famosa palabrita).

Luces, sombras y barrotes

En esta fotografía hay luces y sombras; pero no hay zonas quemadas porque la diferencia entre unas y otras no es demasiado elevada. No hemos excedido el rango dinámico de la cámara.

¿Pero lo que se quema no queda negro?

Bueno, un bosque o una pila de papel sí; pero en el caso de la fotografía, lo que queremos decir cuando una zona se nos ha quemado es que hemos llegado al límite superior de los canales RGB (100, 100, 100); algo que se puede ver echando un vistazo al histograma de la imagen tanto en la propia cámara como en nuestro programa de retoque digital favorito porque cuanto más alta es la barra pegada al límite derecho del mismo más píxels «quemados» habrá en la imagen. Es lo mismo que sucede cuando estamos grabando un sonido y excedemos la capacidad de captación del micrófono porque estamos hablando demasiado alto: perdemos información al estar saturando el sensor.

Si nuestra zona completamente blanca no lo fuera tanto (imaginad por ejemplo que en vez de 100, 100 ,100 fuera 99.5, 98.7, 99.8) tendríamos toda la información necesaria de los tres canales y podríamos tratarla con los algoritmos de nuestro programa de retoque fotográfico habitual; pero en el momento que los tres datos están al 100% (también perderemos información si saturamos tan sólo uno de los tres, pero vamos a suponer que los saturamos todos) sólo sabemos que la luz en esa zona era excesiva para el sensor de la cámara y hemos excedido su límite; pero puede ser por sólo un poquito o porque en esa zona de la fotografía brillaba una luz más potente que la del sol. Precisamente por eso decimos que hemos perdido información y es imposible saber la intensidad de la luz en ese punto. Vamos a verlo con un ejemplo:

NOTA: podéis hacer click sobre las imágenes de ejemplo para que se abran a su tamaño original en una nueva ventana/pestaña y así poder los detalles que os comento al pie de las mismas.

Fotografía en la que buena parte del cielo se ha quemado. Fijáos en el histograma de la derecha y en los valores medidos sobre la zona más brillante del cielo: los tres canales RGB están al 100%

Fotografía en la que buena parte del cielo se ha quemado. Fijaos en el histograma de la derecha y en los valores medidos sobre la zona más brillante del cielo: los tres canales RGB están al 100%

Mal remedio tiene una zona completamente quemada a la hora de corregir niveles en una fotografía digital (y en este punto aprovecho las bondades de disparar en RAW para este tipo de labores). Se podrá oscurecer, pero como no sabemos el porcentaje de cada color que había originalmente, ese blanco puro se convertirá en un tono de gris más oscuro cuanto más rebajemos la luminosidad; pero claro, tal vez en la escena original esa luz no era gris sino que tenía una cierta componente azulada que nos hemos cargado al saturar los tres canales del sensor.

Fijaós en que al oscurecer la fotografía en general, las partes completamente quemadas del cielo siguen igual de blancas (las nubes) y el azul ha quedado de un tono muy extraño (señal de que el canal de ese tono estaba saturado)

Fijaós en que al oscurecer la fotografía en general, las nubes (que estaban completamente quemadas) siguen igual de blancas en algunas zonas y lo que era azul claro ha quedado de un color muy poco natural (señal de que el canal de ese tono estaba saturado)

Cómo evitar «el incendio»

A la hora de hacer una fotografía es importante darse cuenta de los contrastes de luz que hay en la escena. Si toda la imagen está uniformemente iluminada (aunque sea con gran intensidad) no habrá problema, pues sólo tendremos que ajustar los parámetros del disparo para que no llegue demasiada luz hasta el sensor ya sea cerrando el diafragma, reduciendo el tiempo de exposición…

Del mismo modo, si la iluminación es uniforme pero escasa tendremos que utilizar los recursos que tenemos a mano para conseguir que la fotografía quede correctamente expuesta (abrir el diafragma lo máximo posible, aumentar la sensibilidad ISO, incrementar el tiempo de exposición…).

El problema es que ambas situaciones son completamente contrapuestas, por lo que en caso de una escena con zonas muy iluminadas y otras a la sombra vamos a tener que elegir un compromiso entre los dos casos antes vistos si no queremos arruinar la imagen. No siempre es sencillo; y puestos a elegir es mejor medir la luz en las zonas más brillantes (aquí sería útil emplear el modo de medición puntual) quedando las sombras demasiado oscuras antes que exponer correctamente las sombras quedando las luces completamente «quemadas». Si conseguimos que en la fotografía no haya ninguna zona en el límite del 100% podremos subir y bajar la exposición de tal modo que todos los tonos quedarán equilibrados; no como en el caso del ejemplo que vimos anteriormente.

Fotografía sin zonas quemadas. La exposición ha quedado equilibrada entre las zonas de luces y de sombras.

Fotografía sin zonas quemadas. La exposición ha quedado equilibrada entre las zonas de luces y de sombras.

Al bajar la exposición de la fotografía todos los colores quedan equilibrados porque no había zonas saturadas

Al bajar la exposición de la fotografía todos los colores quedan equilibrados porque no había zonas saturadas

Por el mismo motivo podremos subir bastante la exposición de la fotografía manteniendo el equilibrio tonal original

Por el mismo motivo podremos subir bastante la exposición de la fotografía manteniendo el equilibrio tonal

La importancia de la práctica

De cualquier modo, el único modo de salvar los muebles en este tipo de situaciones es practicar lo máximo posible y conocer bien las posibilidades de nuestra cámara para, llegado el caso, conseguir una imagen de la que poder sentirnos orgullosos. No siempre es sencillo, pero con un poco de paciencia los resultados son más que satisfactorios.

Las iluminaciones uniformes son muy útiles para sacar una fotografía bien expuesta sin complicarnos demasiado la vida, pero hay que reconocer que los juegos de luces y sombras pueden dar lugar a imágenes muy bonitas; por lo que merece la pena intentar sacar provecho de esos contraluces que a veces aparecen en los más insospechados rincones.

De cualquier modo, me gustaría daros una última indicación: la luz a primera hora de la mañana y a última de la tarde no sólo es mejor porque al ser casi perpendicular al motivo a fotografiar realza su volumen, sino que también, al tener menos intensidad, reduce bastante la diferencia entre las luces y las sombras; algo que nos va a facilitar mucho las cosas a la hora de conseguir una buena fotografía.

Ya no me asomo a la reja

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El formato RAW: ventajas y desventajas

En fotografía digital se habla mucho del formato RAW: que si es mejor que el JPG, que si los colores salen mates, que si da más calidad, que si es como un negativo, que si es poco práctico… Reconozco que yo mismo le tenía cierta «manía» a dicho formato porque me parecía un  auténtico rollazo tener que procesar en el ordenador cada una de las imágenes para obtener una fotografía que se pudiera imprimir, subir a Internet o compartir con el resto del mundo. Sin embargo (y pese a que antes de empezar a experimentar por mí mismo con todo este tema me declaré fan del JPG) actualmente con la D40 disparo absolutamente todo en RAW y me doy cuenta de que mis imágenes en general han mejorado bastante desde que las proceso en Lightroom.

Mi conversión ha sido tan radical que si antes era un enemigo acérrimo de cualquier proceso de postproducción en fotografía, desde que me he estrenado en el mundillo de las réflex me doy cuenta de que manejar con cierta soltura este tipo de software es casi tan importante como saber encuadrar o controlar los parámetros de la exposición.

Poda salvaje

¿Qué es el formato RAW?

RAW no es un formato propiamente dicho, sino un «concepto». Un archivo de tipo RAW no es otra cosa que los datos del sensor de la cámara directamente tomados de la memoria intermedia (buffer) de la cámara y sin ningún tipo de proceso posterior. Si lo queréis ver de otro modo, podemos decir que son un montón de datos numéricos que el sensor ha tomado al hacer la fotografía, por lo que no se pueden considerar una imagen de ninguna de las maneras, pues para obtener una imagen visualizable hay que aplicar a esos datos un proceso.

Cuando disparamos en JPG lo que se hace en la cámara después de disparar es tomar esos mismos datos del sensor y aplicarles una serie de parámetros y conversiones para guardar la imagen final en la tarjeta de memoria. Esas transformaciones que os digo se basan en nuestros ajustes de la cámara (intensidad del color, nitidez, compresión de la imagen…) y una vez realizadas se pierden para siempre los datos del sensor quedando guardada la imagen JPG para la posteridad. Lo que hacemos al disparar en RAW es guardar esos datos «en bruto» para aplicar luego nosotros los cambios que queramos y de la manera que queramos en un ordenador.

Si queréis un símil fotográfico, es como cuando configuramos nuestra cámara para disparar en blanco y negro. La fotografía, una vez realizada se guarda así, por lo que si quisiéramos pasar una de esas imágenes a color sencillamente no podríamos. Sin embargo, si hubiéramos hecho la foto original en color, nada nos impedirá, una vez en casa, usar un programa de edición para pasarla a blanco y negro. Pues con el RAW es más o menos así: en el archivo tenemos toda la información posible y por lo tanto vamos a tener la máxima flexibilidad a la hora de tratar nuestra fotografía como creamos más conveniente.

Para que veáis esto que os digo con un ejemplo, os pongo a continuación dos capturas de Lightroom. En la primera aparece el NEF (NEF es la extensión del formato RAW en las cámaras Nikon) recién abierto y sin ningún tipo de modificación. En la segunda, lo que aparece es la misma imagen ya tratada y lista para ser exportada como JPG.

Imagen RAW en Adobe Lightroom sin ningún tipo de tratamiento

Imagen RAW en Adobe Lightroom sin ningún tipo de tratamiento

El mismo RAW ya tratado y listo para ser exportado

El mismo RAW ya tratado y listo para ser exportado (fijaos en cómo ha cambiado el histograma de la parte superior derecha)

Como podéis ver, la mejora de calidad y las posibilidades de edición son más que evidentes; sin embargo tanto RAW como JPG tienen sus cosas buenas y sus cosas malas.

Desventajas del RAW

El problema del RAW es que no es nada portable. Como os decía al principio de este artículo, con este tipo de archivos no podemos pinchar la tarjeta de memoria recién sacada de la cámara y ver las fotos en el ordenador de alguien que no tenga instalado un software específicamente compatible con nuestra cámara de fotos, pues cada fabricante (y en algunos casos cada modelo de cámara) va a tener un formato diferente e incompatible con los demás. Si queremos mostrar nuestras imágenes al mundo, lo que debemos hacer es convertirlas con Lightroom o algún programa similar a JPG u otro formato más universal.

En el caso de la Nikon D40 que poseo, los archivos JPG a máxima calidad ocupan algo más de 2 MB, mientras que un RAW necesita entre 5 y 6 MB, haciendo que nuestra tarjeta pueda albergar menos imágenes. Como dato orientativo os puedo decir que en la de 4 GB que empleo habitualmente puedo almacenar aproximadamente 600 fotografías en formato RAW.

Las ventajas de disparar en RAW

Lo mejor del RAW es su flexibilidad a la hora de «trastear» con las fotografías. Si trabajamos con las imágenes en formato RAW en un programa como Adobe Lightroom vamos a poder variar todo tipo de parámetros como balance de blancos, exposición por zonas (luces altas, medias y negros), nivel de detalle, contraste, reducción de ruido, saturación e iluminación selectivas, viñeteo… Una serie de elementos que en el caso de trabajar con un JPG ya vienen prefijados de antemano y no los podremos tocar o, el que caso de que podamos, generarán una pérdida de información al tener que volver a comprimir una imagen que ya venía comprimida desde la cámara.

Como veis, las ventajas del formato RAW son evidentes si queremos sacar el máximo partido a nuestras imágenes. Yo ya no me preocupo tanto por el balance de blancos, por ejemplo, pues sé que luego en casa lo puedo ajustar hasta dejarlo en el punto que desee sin perder un ápice de calidad. ¿Cuántas fotografías he tirado a la basura en el pasado por un balance de blancos mal configurado? Ahora sé que trabajando con RAW nunca me volverá a ocurrir eso; y bien que me alegro.

JPG vs RAW

Lo que debemos tener en cuenta es que una imagen JPG y un RAW recién abierto poco tienen que ver en el aspecto visual, y de ahí que mucha gente crea que se ve mejor el JPG que el RAW. Todo tiene su explicación, y lo que ocurre en este caso es que el JPG se suele almacenar con unos datos de color y nitidez ya prefijados por la cámara para que la fotografía luzca bien en el monitor o en el papel mientras que con los datos en RAW inicialmente va a aparecer en pantalla una imagen de colores más planos porque son exactamente los que el sensor captó al hacer la fotografía.

Las primeras veces que usaba el formato RAW abría los archivos en Lightroom y quedaba muy desencantado al comprobar que todo tenía unos colores apagados que no me gustaban nada; pero esto es así porque es como lo ve la cámara «por defecto». Fue entonces cuando comprendí que me tocaba a mi jugar con esas imágenes para darle el colorido que yo quisiera; ya fuera para intensificarlo o atenuarlo según lo que pretendiese expresar con la imagen.

Por otra parte, hay que señalar también que una imagen en JPG tiene 24 bits de color por píxel, mientras que en RAW varía entre 36 y 48, por lo que la gama de tonalidades será muchísimo más amplia en este segundo caso y nos permitirá unos ajustes mucho más finos de cualquier parámetro. De todos modos, veremos mejor la diferencia real entre uno y otro formato a la hora de trabajar en el siguiente apartado de esta entrada.

Un ejemplo práctico

Las cámaras réflex tienen la posibilidad de realizar las fotografías en RAW y JPG al mismo tiempo; y precisamente basándome en ello me gustaría mostraros con un ejemplo práctico qué diferencias hay «en el mundo real» entre los dos formatos. Recordad que pinchando sobre las imágenes se os abrirá una nueva ventana / pestaña que la mostrará a mayor tamaño.

JPG original de la camara

Éste es el JPG directamente extraído de la cámara sin ningún tipo de tratamiento al margen de los valores por defecto que la propia cámara le da al comprimirlo

RAW sin editar

Esto es el RAW exportado a JPG con Adobe Lightroom sin ningún tipo de tratamiento por mi parte. Si os fijáis con atención veréis que los tonos son algo más apagados y la nitidez es algo menor que en la fotografía anterior

raw-virgen-lightroom

Aquí vemos el RAW en Lightroom antes de empezar a tocar nada. Vamos a tratar a continuación de darle un poco de vida a una fotografía que ha quedado un poco "gris" debido a que el día estaba bastante nublado.

raw-editado-lightroom

Una vez finalizado el proceso de retoque podemos ver que la imagen ha cambiado bastante de tonalidad; algo que se puede comprobar observando que en el histograma hay una mayor presencia de amarillos y rojos en los píxels más brillantes (se corresponden con las tapas de los contenedores, las señales y algunos coches)

comparacion-retoque-lightroom

Colocando la imagen original junto a la resultante, los cambios se hacen más evidentes. Lo mejor de todo es que hemos mejorado considerablemente la toma sin perder un ápice de calidad

RAW editado

Por último, aquí está la imagen que hemos exportado desde Lightroom con todas las modificaciones aplicadas. Como veis, el resultado final es bastante mejor que el JPG que generó la propia cámara, y es que aunque los automatismos sean eficientes, todavía no son capaces de distinguir las sensaciones que queremos transmitir con una imagen.

Resumiendo, que es gerundio

En definitiva, desde fuera puede parecer que esta forma de trabajar con las fotografías es lenta y pesada; pero nada más lejos de la realidad. De lo que se trata ahora, tal y como os comenté en la entrada que hablaba de Lightroom, es de hacer cincuenta fotografías en vez de quinientas, y de esas cincuenta seleccionar las que realmente merezcan la pena; que a veces no son más que una o dos; pero esas que han quedado realmente bien hay que trabajarlas hasta que sea imposible hacer que luzcan mejor. A mí eso me produce más satisfacción que llenar una tarjeta con centenares de fotografías mediocres, así que creo que algo he avanzado en esto de la fotografía.

Por cierto, mi agradecimiento sincero desde aquí a Mario; un compañero de trabajo que fue quien me animó a disparar en RAW cuando le comenté que me acababa de comprar una reflex digital. Realmente fue él quien me abrió los ojos a esta forma de entender la fotografía.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Mi forma de trabajar con Adobe Lightroom 2

Lightroom 2 es una maravilla para trabajar con fotografías. No está enfocado al retoque puro y duro como Photoshop, pero sí que es imbatible para trastear a nivel general con colores, balances de blancos, saturación de tonos… y además es un excelente catalogador de imágenes, pues Lightroom es en esencia una base de datos en la que tener clasificadas todas nuestras imágenes.

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Además, hay que tener en cuenta que Lightroom es un programa de edición no destructiva de imágenes, lo que significa que la fotografía original permanece siempre inalterada y lo que vamos haciendo son cambios que se van mostrando en tiempo real sobre la pantalla. Por eso, para sacar la imagen definitiva, hemos de emplear la opción de «exportar» al final de todo el proceso.

Lo que me gustaría explicaros hoy es el proceso que sigo desde que saco la tarjeta de memoria de la cámara hasta que me pongo a editar las fotografías en este programa creado por Adobe. Desde que utilizo Lightroom he cambiado mi modo de trabajar con las imágenes; y es que en lugar de dar por bueno todo lo que disparo, ahora prefiero hacer una selección de imágenes y emplear un buen rato en tratar cada una de ellas en busca del mejor acabado posible.

Nada más meter la tarjeta de memoria en el lector del ordenador (o de conectar directamente la cámara al puerto USB) se abre el siguiente cuadro de diálogo en el que elijo el programa Nikon Transfer para pasar la totalidad de las fotografías realizadas al disco duro.

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Desde que comencé a hacer fotografías siempre he sido muy cuidadoso con la forma de almacenarlas y nombrarlas. Lo que hago en dividir todo en carpetas según el modelo de cámara y luego por meses empleando como nombre de las carpetas 0901 para el mes de Enero de 2009, 0705 para Mayo de 2007… a continuación lo que hago es transferir las imágenes empleando un número más que indica el día. Para las fotos de Nochebuena del año pasado emplearía el nombre 081224 y a continuación un número de tres cifras único y correlativo para cada imagen.

Es decir, que esas fotos de Nochebuena se llamarán 081224_000, 081224_001, 081224_002… y así sucesivamente. Respecto a la extensión, esta dependerá del formato en el que dispare. Antes todo lo hacía en JPG, pero desde que empleo Lightroom sólo disparo en RAW (un tema del que otro día hablaremos  😉 ).

La imagen que tenéis a continuación muestra el interface de Nikon Transfer en el que se puede ver lo que os decía sobre la nomenclatura empleada para tenerlo todo bien ordenado.

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Bien, las fotos ya están en el disco duro del ordenador. En este caso han sido guardadas en la carpeta D40 porque han sido disparadas con esa cámara, así que abrimos Lightroom y en la columna de la izquierda hacemos click con el botón derecho sobre la carpeta D40 y elegimos la opción «sincronize folder…» (sincronizar carpeta).

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Tras dar a «aceptar» en los dos siguientes cuadros de diálogo que aparecerán, Lightroom actualiza la ventana y nos muestra sólo las imágenes que hemos transferido hace unos minutos. Lo que ocurre es que algunas de ellas no nos van a servir, y por lo tanto debemos purgar la selección.

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Con un doble click sobre la primera la abrimos a pantalla completa (y aquí entra en juego la importancia de tener un monitor de buena resolución) para poder apreciar los detalles. Así, iremos seleccionando o deseleccionando según vayamos avanzando por las mismas con ayuda de las flechas del teclado. Vamos a ver con un ejemplo cómo es eso de seleccionar o no las imágenes.

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Esta ha sido un desastre de toma. Nos ha salido movida y no se puede sacar nada de provecho a partir de ella. Puesto que no nos interesa, vamos a marcarla como «no válida» con una de esas banderas que hay en la parte inferior izquierda de la pantalla.

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Pulsamos sobre la bandera negra (os lo he resaltado con un cuadrado rojo) y queda resaltada, indicando que la foto no sirve. Si la foto cumpliera con nuestros propósitos la marcaríamos con la bandera blanca de tal modo que al llegar a la última tendremos algunas con bandera blanca (serán aquellas sobre las que vamos a trabajar) y otras con bandera negra (esas se irán directamente a la papelera).

Para tener en pantalla sólo las fotos marcadas con bandera negra, pulsamos la tecla ‘g’ para ver la totalidad de las fotografías, a continuación vamos a la parte superior de la ventana y elegimos la opción de ver las imágenes por sus atributos, resaltando la bandera negra. En ese momento sólo se mostrarán aquellas imágenes que hemos marcado como «no válidas», por lo que elegir todas y borrarlas es una tarea de lo más simple.

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Una vez borradas, pulsamos sobre la opción «none» y ahí tendremos el resto de fotografías transferidas hace un rato esperando a que las tratemos como nos parezca conveniente. Lightroom es un mundo amplio y complejo sobre el que se podría escribir un libro entero (de hecho hay varios publicados) y por lo tanto es algo en lo que no me voy a meter.

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Una vez terminadas todas las fotos, las exportaremos a un formato más transportable que el RAW (JPG  y TIFF principalmente) y al pinchar en la barra izquierda sobre el nombre de la carpeta donde están almacenadas todas nuestras fotos originales, podremos ver todas las que allí hay y no sólo las que hemos descargado la última vez.

¡Un saludo!

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

De acuerdo, me uno al retoque fotográfico creativo

¡Vaya tela! No sé cuántos años declarándome enemigo del retoque fotográfico y ahora, en apenas un par de semanas, empiezo a hacer fotos en RAW, descubro Adobe Lightroom y alucino con los resultados que se pueden obtener teniendo un poco de maña y paciencia.

Cierto es que si la imagen capturada originalmente no es buena no hay nada que hacer, y de ahí la importancia de la sensibilidad y los conocimientos técnicos subyacientes detrás de toda buena fotografía; pero no es menos cierto que estos programas son una herramienta alucinante para transmitir sensaciones y sentimientos a quienes se quedan mirando detenidamente las imágenes… ¿y no es eso acaso lo que busco en todo lo que hago?

A continuación cuatro ejemplos rápidos que he generado «jugando» un poco con la saturación selectiva de los colores. Otro día os doy una charla sobre el formato RAW y sus ventajas / desventajas 😉

Azul

Azul

Verde

Verde

Rojo

Rojo

Amarillo

Amarillo

Mi ordenador se empieza a arrastrar

Tengo desde hace algo más de cuatro años un ordenador portátil que no ha hecho más que darme alegrías porque jamás he tenido ni un sólo problema con él y lo considero una de las cosas más útiles que me he comprado. En concreto se trata de un Toshiba Satellite A-50 que originalmente consistía en un microprocesador Intel Centrino a 1.4 GHz, pantalla de 15″ (1024 x 768), 512 MB de RAM y un disco duro de 40 GB que con el tiempo amplié duplicando la memoria RAM, triplicando el tamaño del disco duro, añadiendo un monitor externo de 17″ (1280 x 1024) para trabajar con escritorio ampliado y también un disco duro USB de 250 GB para ir almacenando vídeos y fotos.

Mi zona informática

Lo que ocurre es que ahora que estoy manejando grandes volúmenes de información con las imágenes en RAW de la D40 (unos 5 MB por foto) y los vídeos que suelo grabar con mi cámara (1 GB cada 5 minutos), me doy cuenta de que el pobre ordenador se arrastra cada vez más (es terrible tratar de deslizar con precisión los controles de saturación, contraste y demás ajustes en Adobe Lightroom 2) y que para comprimir un vídeo de 10 minutos se tira un montón de tiempo procesando a tope y dejando al usuario (es decir; yo) sin poder hacer prácticamente nada hasta que termine la titánica tarea.

Es por esto que me estoy planteando hacerme con una CPU de sobremesa para sustituir a mi portátil. No me saldría muy caro porque sólo tendría que darle prioridad a la memoria RAM (4 GB) y al disco duro (mínimo 750 GB) por encima de tarjetas de vídeo y sonido (de hecho si encontrara una placa base que las integrara me vendría de maravilla). También me haría con un buen monitor panorámico de al menos 22″, pues para los temas de fotografía y para tener un montón de ventanas abiertas vienen muy bien. Con eso tendría equipo para rato, pues mi habitual portátil sigue siendo un equipo muy capaz para todo lo que hago menos esas dos tareas que os decía antes; pero el problema es que a esas labores dedico mucho tiempo y desespera un poco cuando todo va a velocidad de tortuga.

En fin, ya os contaré, pero cuando le doy tantas vueltas a una idea sé que al final la acabo llevando a la práctica; por lo que puede que un día de estos escriba un post desde un nuevo ordenador anunciando la noticia.

¡Pasad un buen Domingo!  😉