Nombre desafortunado para una marca de calcetines

Ir a la típica tienda de barrio y encontrarse con una marca de calcetines llamada PENETRA es algo que realmente no tiene precio. Pero es que además del nombre (que le hubiera ido mejor a una empresa que se dedicara a fabricar preservativos) no puedo dejar de mirar esa etiqueta cutre-salchichera donde la cara de un tipo sacado de alguna tasca ochentera es la nota dominante a la que se dirigen todas las miradas junto al rótulo de «no aprietan».

Nombre desafortunado para una marca de calcetines

Del mismo modo, la parte trasera de la etiqueta tampoco tiene desperdicio:

Calcetines Penetra (reverso de la etiqueta)

Me imagino que el nombre de la marca será una especie de acrónimo de Pedro Nervión Tramontana o algo así, pero sea como sea había millones de nombres que no darían lugar al cachondeo. Aunque estoy pensando que tal vez sea una forma de marketing revolucionaria, pues de otro modo nunca hubiera hablado de unos calcetines en el blog…

En fin, escribir esta entrada me ha costado 1,50 euros; pero aunque sólo sea por compartir con vosotros este momento WTF la compra ya ha merecido la pena  😀

ACTUALIZACIÓN 4-11-2009: Añadida fotografía de la parte de atrás de la etiqueta. La verdad es que tampoco tiene desperdicio… 😀

Aquellas fotografías de papel (2009)

Estas entregas de fotografías analógicas escaneadas alcanzan el tiempo presente. Precisamente por eso me vais a permitir que emplee una imagen mía de este verano para continuar con la estructura que he seguido en las anteriores, poniendo en contraste mi propio aspecto y aquello que captaba con mi cámara para que así todo quede en contexto.

Retrato en sepia

Y es que después de haber publicado varias entradas mostrándoos fotografías realizadas por mí que tienen entre diez y veinte años de antigüedad, hoy he decidido compartir con vosotros las imágenes que ha captado hace apenas unos días con aquella primera cámara que me regalaron en la primavera de 1989 y a la que metí un carrete Fujifilm de 35mm al día siguiente de encontrarla para hacer una especie de «revival analógico» como podéis ver en el siguiente par de imágenes.

Fujicolor

Werlisa club 35

Me llama mucho la atención ver que aquella sencilla Werlisa es, hoy en día, una auténtica máquina del tiempo: poco importa que las fotografías estén hechas en pleno 2009, porque al verlas uno se da cuenta de que su aspecto es totalmente ochentero tanto por los colores apagados como por la poca nitidez de las esquinas de cada fotograma.

He de reconocer que a la vista de los resultados no creo que vuelva a sacar esta cámara a la calle (al menos a corto plazo) porque la calidad de las imágenes deja mucho que desear. Algo lógico si tenemos en cuenta que el obturador de esta cámara tiene un tiempo de apertura fijo, tres modos de exposición (sol, nublado, flash) y no cuenta con ningún dispositivo que indique si estamos exponiendo correctamente, por lo que es difícil obtener la iluminación exacta para que la fotografía quede equilibrada en cuanto a la luminosidad.

Además, me he encontrado con un segundo problema: el visor de la cámara abarca bastante más campo que lo que luego se impresiona en el negativo y esto ha hecho que algunas de las imágenes que hice se hayan «cortado» en mayor o menor medida dando lugar a alguna que otra chapuza. Acostumbrado a la precisión del visor de mi réflex ni siquiera se me había pasado por la cabeza que pudiera darse semejante diferencia en cualquier cámara.

¡Vamos con las fotografías!  😉

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Pues bien, por el momento hasta aquí han llegado nuestros escaneos de fotos en papel. Puede que en el futuro rescate más imágenes antiguas de mi álbum para compartirlas con vosotros, pues veo que estas entradas en general os han gustado bastante y a mí me han servido para mostraros que mi visión de la fotografía no ha cambiado tanto ni con el paso de los años ni con el salto a digital. Esto demuestra una vez más que se trata de un arte que cada uno ve y entiende como quiere, siendo éste un rasgo personal e intransferible de la personalidad de cada indivíduo.

Observad con atención una fotografía realizada por alguien y os dirá mucho de su forma de ser.

iGoogle

iGoogle

En casa tengo tres ordenadores: un sobremesa que empleo para edición de vídeo y fotografías, un portil Toshiba un poco antiguo pero que uso para todo en general y mi pequeño Asus EeePC 701 que me sirve para escribir sentado cómodamente en el sofá del salón o ver las noticias mientras desayuno.

Sin embargo había un pequeño problema: realizar ciertas tareas era un verdadero descontrol, pues empleo los tres ordenadores más o menos regularmente y mantenerlo todo sincronizado conseguía que estuviera mandándome cosas de un lado a otro por la red de casa o directamente en pendrives.

El ejemplo más claro es el correo electrónico: lo miraba siempre en el sobremesa, pues en él tenía instalado Mozilla Thunderbird, que a su vez también era mi lector de RSS. Sin embargo, no siempre estaba delante de ese ordenador, por lo que si miraba la cuenta de Gmail a través de la web en otro ordenador ocurría que luego al abrir el Thunderbird me volvían a aparecer como no leídos los correo que había leído online. No sé si he sabido explicar bien el problema, pero creo que he podido transmitiros en parte el galimatías que esto supone en el día a día.

Otro ejemplo (tal vez más claro) sea el redactar documentos. Más de una vez he comenzado a redactar algo en Open Office en un ordenador y me lo he tenido que mandar por e-mail para continuarlo, por ejemplo, en el EeePC 701 más tarde. Podría haber trabajado en red, dejando el documento en una carpeta compartida del ordenador y editándolo desde cualquiera de los otro dos, pero eso me obligaría a tener el ordenador que haría de servidor permanentemente encendido, lo que no deja de ser un despilfarro energético que no estoy dispuesto a realizar.

Pues bien, al final di con una solución bastante simple: emplear iGoogle para todas esas tareas cotidianas que os comento y alguna que otra más. Es cierto que el fin último de Google es dominar el mundo al igual que pretende Microsoft, pero no sé por qué, del mismo modo que Steve Ballmer y compañía se han ganado una antipatía generalizada con el paso de los años, la gente de Google suele tener una imagen bastante más positiva. Cosas del marketing, supongo…

Pero bueno, vamos a lo que quería contaros, que no es otra cosa que el uso que le doy a este interesante servicio. iGoogle consiste en la «centralización» de los diversos servicios online que ofrece google en una página de inicio encabezada por el conocido buscador como podéis ver en la siguiente captura.

captura iGoogle

A través de una interface basada en pestañas podremos personalizar cada una de ellas con diversos elementos como lector de RSS (Google Reader), suite ofimática online (Google Docs), lector de correo (Gmail), marcadores de Internet, titulares de diferentes diarios, previsiones meteorológicas, calendarios con recordatorios, mapas…

Seguro que más de uno ha empleado estos servicios por separado más de una vez. No hay en iGoogle nada nuevo ni especialmente revolucionario; pero es que el potencial que posee consiste en que lo tenemos todo en la misma pantalla del navegador, por lo que definiendo a iGoogle como nuestra página de inicio, de un simple vistazo podemos estar al día de la información que consideramos relevante y a un click de cualquier página que visitemos con frecuencia.

En mi caso particular empleo iGoogle como página de inicio en todos mis ordenadores con una configuración de tres pestañas:

Principal: Gmail, Google Reader, titulares de El País, previsión meteorológica, Google Docs y post-it para recordatorios.

Consulta: Google Maps, diccionario RAE, traductor Google y búsqueda en Wikipedia

Chat: el chat de Google (Gtalk)

Esto es lo que yo suelo emplear habitualmente, pero las diversas pestañas (se pueden crear tantas como se desee) se pueden personalizar como al usuario le venga en gana; tanto en la distribución como en el contenido. De hecho, hay cientos de complementos diseñados incluso por los propios usuarios y que van desde «el chiste del día» hasta una calculadoras o conversores de divisas.

A mí me ha parecido una aplicación más que interesante que me ha facilitado mucho esas pequeñas cosas que hacemos cada día. Por ejemplo, ahora las reviews para ultimONivel las escribo en Google Docs y así puedo continuar escribiéndolas desde cualquier ordenador sabiendo que con grabar los cambios puedo seguir mi trabajo en cualquier momento y lugar sin preocuparme de más.

Ah, claro, se me olvidaba comentar que para emplear iGoogle hay que tener un perfil en algún servicio de Google, pues ya sabréis que la misma cuenta de Gmail o sirve para cualquier servicio asociado con la empresa (Youtube incluído). Es algo completamente gratuito que podéis activar o desactivar a voluntad en cualquier momento mediante el enlace que aparece en la parte superior derecha de la pantalla.

En definitiva, un modo de trabajar en Internet con comodidad y que me ha facilitado algunas tareas. Si tenéis una cuenta en Google os sugiero que lo probéis porque para dar marcha atrás siempre hay tiempo, pero yo creo que lo más seguro es que os acabe gustando tanto como a mí.

¿Qué es el bokeh?

Bokeh es un término japonés empleado en el mundo de la fotografía que se refiere a la apariencia de las zonas que aparecen desenfocadas en una imagen. Un buen bokeh es el que aparece en fotografías donde lo que hay tras el sujeto principal se desenfoca de tal modo que parece una mezcla fundida y neblinosa. La siguiente fotografía es un ejemplo de un bokeh medianamente bueno:

Mercado medieval 2009

Conseguir un buen bokeh depende de varios factores, pero el más importante de todos es el objetivo empleado: hay ópticas que están diseñadas para dar un buen desenfoque de los fondos (teleobjetivos de apertura generosa, ópticas fijas, objetivos macro…) y otras como los ultra-gran angulares que no son capaces de hacer buenos desenfoques por su construcción ya que, para empezar, será complicado conseguir desenfoques acusados en ese tipo de objetivos con una profundidad de campo tan grande. De todos modos, van a influir mucho en la obtención de un buen bokeh los siguientes elementos:

– Emplear una gran apertura

– Distancia elevada entre sujeto y fondo

– Diafragma de forma circular

La forma del diafragma es fundamental, pues los puntos desenfocados van a tener la misma forma que el diafragma utilizado (a no ser que empleemos la máxima apertura, en cuyo caso será completamente circular). No obstante, en lugar de escribir un largo y pesado texto explicando esto, he preferido grabar un vídeo de poco más de un minuto con el que espero saber transmitiros este concepto:

Un buen bokeh consiste en fondos desenfocados como si fueran queso fundido y luces lejanas en forma de círculos luminosos al estilo Hollywood (son los términos habituales, no me los he inventado yo 😀 ). Con esto conseguiremos imágenes bonitas y fondos que no distraerán la atención del espectador (o sí).

Bokeh

No siempre es sencillo conseguir ambas cosas (y en muchos casos ni siquiera una de las dos) pero, además del aspecto técnico, el fotógrafo también influye mucho en la obtención de un buen bokeh: la iluminación del sujeto principal y el fondo, el uso de determinadas aperturas, usar distancias focales largas…

Hay objetivos que por si mismos no son propensos a dar un buen bokeh, pero conociendo sus limitaciones y tratando de emplearlos en situaciones adecuadas podemos conseguir fotografías muy majas, como esta que hice hace apenas un par de días del caño de la fuente que hay en la quinta de Cervantes o la del halcón que encabeza esta entrada; ambas realizadas con mi sencillo teleobjetivo Nikon AF-S 55-200 f/4-5.6.

Agua

Por su parte, la fotografía del semáforo que tenéis unos párrafos más arriba está realizada con mi AF-S 35mm f/1.8G, demostrando que también puede conseguir un bokeh bastante bonito pese a no contar con una distancia focal demasiado larga.

El bokeh; ese término extraño y que no se puede medir con ningún parámetro. Es curioso: en fotografía tendemos a medirlo todo (resolución de las ópticas, velocidades de disparo, aperturas, longitudes focales…) pero el bokeh es algo que gusta o no gusta; sin más. No hay forma de cuantificarlo, y seguramente es lo único que hoy en día no podemos usar para hacer comparativas entre unos equipos y otros. No sé a vosotros, pero a mí este tipo de cosas refuerzan mi pasión por la fotografía como forma personal e intransferible de plasmar la realidad.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Alcalá de Henares, ciudad políglota (documental de TVE)

Llevo 25 años viviendo en esta ciudad y he de reconocer que es un lugar que me encanta: sus algo más de doscientos mil habitantes la convierten en un lugar no tan bullicioso como pueden ser Madrid o Bercelona al tiempo que es lo suficientemente grande como para encontrar en ella todo lo necesario para vivir con comodidad y además cuenta con un montón de rincones encantandores.

En este blog escribo sobre todo lo que se me pasa por la cabeza, y precisamente por eso hay tantas entradas que hablan sobre Alcalá de Henares. Ya sea en forma de historias con sus calles como escenarios o mediante fotografías que muestran sus rincones, la ciudad complutense está muy presente a lo largo de las más de 1250 entradas que llevo publicadas hasta el momento.

Y que conste que a veces intento ver el blog desde un punto de vista externo y me da la sensación de que alguien podría pensar que llevo algún tipo de comisión con el ayuntamiento o algo así. Sin embargo, nada más lejos de la realidad: escribo sobre Alcalá porque me gusta y porque es donde suceden la mayor parte de las historias que me ocurren; así de simple.

Por eso, hoy me gustaría invitaros a conocer la ciudad desde otro punto de vista: mediante un documental de TVE grabado en el año 2002 y perteneciente a la serie «Ciudades para el siglo XXI» el cual, durante su media hora de duración, se acerca a la ciudad desde muy variados ángulos.

Alcalá de Henares, ciudad políglota (RTVE)

En él aparecen los rincones que tantas veces he retratado con mi cámara, el lugar donde estudié toda mi carrera, edificios con encanto, plazas por las que siempre me gusta pasar… En definitiva, un documento audiovisual francamente bueno que os va a mostrar la ciudad que me ha visto crecer y que podéis ver si pulsáis sobre la imagen que ilustra la entrada.

Alcalá de Henares ayer y hoy (90)

Como os dije en la entrada anterior, vamos a dedicar algunos días a recorrer las calles que hay entre la plaza de los Santos Niños y la puerta de Madrid. Una zona que, si bien no es tan turística como otras más conocidas, tiene un peculiar encanto que hace que sea un placer perderse por ella.

Si nos situamos en la calle Postigo (más o menos a la altura de la facultad de ciencias económicas) y miramos desde ella en dirección hacia la plaza de los Santos Niños podremos ver entre los edificios la torre de la iglesia magistral. Así es hoy en día y así fue hace más de 70 años como podéis ver en la siguiente fotografía:

Calle del Postigo

“Calle Postigo”. Fotografía de Vicente Zubilaga tomada en 1934. Extraída del libro “El archivo y la fotografía de Alcalá de Henares”. ISBN: 84-87914-53-3.

Como os digo, la vista desde este lugar no ha  cambiado en absoluto en todos estos años: la práctica totalidad de los edificios han sido restaurados o directamente reconstruidos, han desaparecido los postes del primitivo tendido eléctrico y la calle ha sido asfaltada en sustitución del adoquinado de la época; pero fijaos en que la vista del conjunto sigue siendo exactamente la misma.

La facultad de económicas es ese edificio moderno que se ve en la parte izquierda de la imagen y, como podéis apreciar, ha sustituido a aquellas viviendas destartaladas que se veían en la fotografía de 1934.

Calle del Postigo en la actualidad

Bueno, hasta aquí nuestro vistazo al pasado de esta semana. Como os decía al principio de la entrada, me gustaría dedicar un tiempo a recorrer calles alejadas de la bulliciosa plaza de Cervantes y alrededores para así ver contrastes alejados de las zonas que todos conocemos ya. El lunes que viene visitaremos otro de esos rincones con encanto que no han cambiado apenas nada con el paso de las décadas… ¿o tal vez sí?

«Tener todo lo necesario para ser feliz, no es una buena razón para serlo realmente»

(proverbio francés)

Aquellas fotografías de papel (1998)

1998 fue un año irrepetible: me saqué el carnet de conducir, físicamente estaba en plena forma, conocí a un montón de gente… Pero aunque no paré ni cinco minutos, no descuidé mi pasión por la fotografía, pues como en los años anteriores en Oropesa seguí combinando bicicleta y cámara para captar paisajes mediterráneos desde las alturas.

Verano de 1998

De aquel verano recuerdo con especial cariño la tarde en la que por primera vez subí a lo alto del monte Bovalar con mi cámara: una Ansco autofocus con motor de arrastre que viñeteaba muchísimo como se puede ver en las imágenes que ilustran esta entrada. Ya había estado en aquel lugar con anterioridad, pero nunca había podido captar en imágenes lo que se divisaba desde allí, así que a partir de ese día pude narrar con fotografías a mis amigos y mi familia cómo era ese lugar al que iba siempre que tenía ocasión sin importarme el esfuerzo a realizar para llegar a lo más alto del monte.

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También hubo otras excursiones (tanto en Semana Santa como en verano) en las que pude fotografiar mar y montañas así como otros lugares pintorescos que hoy en día están prácticamente irreconocibles. Prueba de ello son las siguientes imágenes; y aunque en las dos segundas el paisaje no ha cambiado demasiado, la primera de las tres hoy en día sería imposible de localizar porque esa zona de pinadas hoy en día es una urbanización de chalets.

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Lugares abandonados (21): el aparcamiento de Nueva Alcalá

Dejadme que hoy os cuente una historia:

Erase una vez un centro comercial de principios de los 80 cuyos propietarios (los dueños de las tiendas que lo conformaban) decidieron remozar su aspecto avejentado y darle así un nuevo aire al lugar. La cosa fue bien y el lugar rejuveneció unos cuantos años, así que los tenderos, viendo que tenían buena mano para esas cosas, decidieron ir un poco más allá.

Verde

Nada le sentaría mejor al centro comercial que la construcción de un parking subterráneo con 600 plazas para los vecinos del barrio. Una obra cuyo capital de arranque pondrían los propios comerciantes y el resto los sufridos vecinos de Nueva Alcalá que pasaban por auténticos calvarios cada vez que llegaban a casa pasadas las siete de la tarde y tenían que dar vueltas y más vueltas para poder dejar sus coches en algún lugar.

Comenzó la construcción del aparcamiento y se dio un teléfono de contacto al que, como es lógico, muchos vecinos llamaron interesados por las plazas. Pero una cosa es la necesidad, y otra muy diferente ser tonto, porque pagar más de 24000 euros por una  plaza de garaje suena un poco excesivo teniendo en cuenta que la mayor parte de coches que se veían por esas calles costaban menos de esa cantidad.

¿Qué ocurrió? Que apenas se vendieron plazas. La obra siguió adelante durante un tiempo, pero las cuentas no cuadraban. La gente que había reservado una plaza tuvo que pagar un porcentaje del precio final por adelantado, pero al ser estos muchos menos de los esperados, el capital para la ejecución del proyecto pronto pasó a números rojos y la obra se paralizó.

Parking provisional (ya veremos hasta cuándo)

Aparcamiento en Nueva Alcalá

Aparcamiento en Nueva Alcalá

Eso ocurrió hace ya varios meses, y ahora la parte trasera del centro comercial está hecha un desastre, la gente del barrio sigue aparcando en el descampado de tierra que se habilitó provisionalmente para suplir las plazas ocupadas por la obra y aquellos que adelantaron el dinero para poder tener la plaza de garaje que les permitiría aparcar con comodidad se encuentran ahora sin plaza y sin dinero.

De hecho, la inauguración del aparcamiento debió tener lugar el pasado mes de Junio (aunque fue retrasada posteriormente a Septiembre), pero a día de hoy lo único que hay allí es un gigantesco agujero abandonado lleno de agua sucia y hierros oxidados; y no sé por qué, pero me da a mí que esto va para largo…

Aparcamiento en Nueva Alcalá

Aparcamiento en Nueva Alcalá

En la comunidad de Madrid se puede sellar el paro por Internet

Menuda sorpresa me he llevado esta mañana cuando he ido a darme de alta en el INEM. Acudí a la oficina que hay cerca del centro comercial El Val en Alcalá de Henares (es la que me corresponde) donde hay dos entradas: una para darse de alta y otra para renovar.

Pues bien, para darse de alta no hay mucho problema porque hay varias mesas y enseguida te atienden. El problema está en la renovación (lo que suele denominar comúnmente como «sellar») que hay que hacer cada dos meses para no perder la situación de desempleado. En esa puerta hay una cola permanente de gente y vayas a la hora que vayas ya sabes que te vas a pasar allí toda la mañana.

inem

Que el INEM emplea un sistema caduco y desfasado es algo que cualquiera puede ver: es más un trámite burocrático que una posibilidad real de búsqueda de empleo, pero así son las cosas y es muy complicado cambiar radicalmente un sistema que está tan implantado.

Sin embargo, cuando le comenté a la chica que me atendió lo de la gran diferencia de gente entre una estancia y otra me dijo: «Oye, ¿sabes que se puede sellar por Internet?» y a continuación me dio un papel con las instrucciones. Papel que os voy a transcribir a continuación por si no conocíais esa posibilidad y así tal vez os podáis ahorrar el pasar toda una mañana en la cola del paro.

Os comento que esto tiene pinta de ser sólo para la comunidad de Madrid, por lo que si vivís fuera de ella debéis preguntar si en vuestra comunidad autónoma disponéis también de este servicio. Bueno, os transcribo las instrucciones:

RENOVACIÓN DE DEMANDA DE EMPLEO POR INTERNET

· Entre en www.madrid.org

· Se pincha la pestaña de ACCESOS DIRECTOS.

· Selecciona el vínculo PORTAL DE EMPLEO (a la derecha hacia abajo).

· Selecciona la pestaña OFICINA ELECTRÓNICA (en la parte superior).

· Pulse: Registro (a la derecha, en acceso a Mi Portal).

· Rellene los campos del formulario según le vaya pidiendo. (Anótese la contraseña para cuando entre otro día).

· El día que le toque sellar seleccione ENTRAR.

· Marque CATÁLOGO DE SERVICIOS AL CIUDADANO y saldrá Renovación a la demanda: escriba DNI o NIE y pinche ENVIAR.

Al menos es un avance y un modo de evitar esperas absurdas. Espero que os sea útil. ¡Un saludo!

Lugares abandonados (20)

Fotografía tomada en el Paseo de las Moreras hace pocos días. Concretamente en unos de los bloques de viviendas que llevan bastante tiempo deshabitados ante el plan de rehabilitación de la zona que el ayuntamiento de Alcalá anunció alegremente hace ya unos cuantos meses y del que todavía nadie sabe nada.

La esquina de las lamentaciones

Vamos a fijarnos un poco mejor en esa frase escrita en la pared; ya que precisamente su deficiente ortografía denota la desesperación vital de su autor; que seguramente será la misma persona que habitaba esa vivienda tapiada.

Horrores de ortografía

NOTA: éste es el mismo edificio que apareció en la entrada número 7 de esta serie de lugares abandonados a su suerte; pero en esta ocasión es en esa frase recién escrita en lo que me quería centrar, pues creo que es bastante representativa.

La importancia del recubrimiento antireflejos en los filtros UV

Voy a tratar de no extenderme demasiado hoy, pues me gustaría que esta entrada fuese eminentemente gráfica. Ya hace tiempo que os hablé de los filtros UV empleados como medida de protección para los objetivos, y recuerdo que os dije que era importante no comprar el filtro más barato que encontráramos en la tienda porque la calidad de imagen podría resentirse bajo determinadas circunstancias.

Filtro UV

Pues bien, hoy me gustaría mostraros con la ayuda unas simples fotografías la abismal diferencia existente entre dos filtros que en realidad no se diferencian demasiado en su precio. En concreto se trata de un Hama de gama básica sin ningún tipo de tratamiento antireflejos que me regalaron al comprar mi D40 (su valor es de unos 7 euros) y un Hoya tipo HMC que sería el segundo escalón en la gama del fabricante pero que ya cuenta con un tratamiento antireflejos básico (HMC son las siglas de Hoya Multi-Coated) y cuyo precio en las tiendas de fotografía suele rondar los 15 euros.

Este tipo de tratamiento antireflejos es el mismo que se puede encontrar en cualquier par de gafas «de ver» y que evita que aparezcan en nuestro campo de visión imágenes fantasma o flares cuando tenemos fuentes de luz a la espalda. Por cierto, igual que el tratamiento se denomina HMC en los filtros Hoya, en la marca B+W se conoce como MRC.

Reflejos solares

Para ver cómo es el comportamiento de ambos filtros ante reflejos producidos sobre su superficie, vamos a colocar uno al lado del otro sobre una tela mate de color oscuro de tal modo que no tengamos reflejos provenientes de la luz incidente sobre la superficie en la que se apoyan. Con esto nos aseguramos de que el reflejo que se verá en la superficie de cada filtro es provocado únicamente por el cristal del mismo.

Para provocar el reflejo que os comento, lo que he hecho ha sido colocar los filtros bajo una ventana a pleno sol de modo que no les dieran directamente los rayos de luz pero sí que, con el ángulo adecuado, se viera reflejada la luz que entra por ella. Una vez encontrada la posición adecuada realicé la siguiente fotografía con mi cámara:

ambos

Hoya HMC a la izquierda. Hama a la derecha.

El filtro de la izquierda es el Hoya que cuenta con un tratamiento antireflejos en su superficie (de ahí que el reflejo de las cortinas sea tenue y de color verdoso/azulado), mientras que el de la derecha es el Hama que es poco más o menos un trozo de cristal montado en un aro circular como se puede ver en su reflejo, que parece corresponder con el de un espejo.

Reflejos de luces artificiales

Vamos a hacer una prueba todavía más radical, pues en lugar de provocar el reflejo con una ventana, lo que haremos será reflejar la bombilla de un flexo sobre los filtros empleando la misma configuración de la cámara en las dos imágenes.

La primera es la correspondiente al filtro Hoya con su tratamiento antireflejos básico:

hoya hmc

Hoya HMC

Y a continuación vamos a ver el reflejo que aparece en el filtro Hama, el cual no dispone de ningún tratamiento para evitar este fenómeno:

hama

Hama

Como veis claramente, el reflejo sobre el filtro Hama es muchísimo más intenso que el que nos devuelve el Hoya con su tratamiento antireflejos (ambas fotografías están tomadas con los mismos parámetros de la cámara). Un reflejo no es más que la luz que, en lugar de atravesar el cristal, es devuelta a nuestros ojos, por lo que luz reflejada es luz que no llega hasta el sensor perdiendo, por tanto, algo de luminosidad (ese bien tan preciado en los objetivos).

Flares (o halos) con fuentes de luz puntuales

Vamos a realizar una última prueba disparando tres fotografías al aplique del techo que hay en mi habitación: la primera de ellas sin filtro, la segunda con el fltro Hoya HMC y la tercera con el Hama.

sin

Sin filtro

hoya

Hoya HMC

hama

Hama

¿Veis la intensidad del halo luminoso que aparece en el centro de la fotografía al disparar directamente a las bombillas? Si no empleamos filtro es prácticamente inapreciable. En el caso de emplear el filtro Hoya se aprecia un poco más, pero si colocamos el filtro Hama sin tratamiento antireflejos se puede apreciar hasta la forma de la bombilla en la imagen fantasma producida.

¿Sabéis por qué se produce ese reflejo en la imagen? Es debido a que la luz entra a través del objetivo y una parte de ella «rebota» sobre la superficie del sensor de la cámara en el momento de hacer la fotografía volviendo a salir por donde ha entrado. Para que esa luz que se devuelve no sea visible, las lentes que conforman el objetivo reciben una serie de tratamientos antireflejos en su parte interna que consiguen dispersarla, pero ya sabéis que una cadena es tan fuerte como el más débil de sus eslabones, y si justo antes de salir del objetivo los rayos de luz se encuentran una superficie perfectamente plana y sin ningún tratamiento antireflejos ya tenemos la imagen fantasma organizada.

Es por esto que en fotografía nocturna debemos retirar el filtro por muy antireflectante que éste sea. Todo filtro va a provocar un reflejo mayor al que obtendríamos si empleáramos el objetivo «al desnudo», pero ya estáis viendo que un filtro barato puede afectar a la calidad de imagen en determinadas circunstancias.

Conclusiones

Cierto es que aquí hemos forzado unas situaciones un poco «extremas» para ver el comportamiento de cada filtro en el tema de los reflejos y los halos que se producen cuando disparamos a fuentes de luz puntuales pero es que, al fin y al cabo, en cualquier procedimiento matemático o científico hay que llevar las cosas al límite para extrapolar los resultados a una situación más habitual y para magnificar las diferencias entre los diferentes elementos estudiados.

Si hubiera puesto los filtros para hacer una fotografía a un edificio a plena luz del día no se apreciaría diferencia alguna entre las imágenes porque en esas circunstancias cualquier filtro cumple su función sin problemas. Sin embargo, en contraluces muy acusados sí que se va a notar bastante si el filtro UV colocado es de mejor o peor calidad, hasta el punto de que podría estropearnos una fotografía que de otro modo hubiera quedado perfecta.

Moraleja: si vais a comprar un filtro, que al menos sea de cierta calidad. Ya veis que la diferencia de precio no es excesiva, pero sí que la hay en cuanto a la calidad.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Alcalá de Henares ayer y hoy (89)

Nos plantamos hoy en la parte central de la calle Mayor (concretamente frente a la casa natal de Cervantes) para echar un vistazo en dirección Este, que es hacia donde queda la plaza dedicada al autor del Quijote. En la imagen de hoy, que al igual que la que ilustraba la entrega anterior tiene un siglo de antigüedad, podemos ver el hospital de Antezana en primer término y el clásico perfil de casas bajas soportaladas que ha dado fama a esta calle de la ciudad.

Calle Mayor

"Calle Mayor". Fotografía anterior a 1914 atribuida a la viuda de Bruyel. Extraída de una colección de postales sobre Alcalá de Henares.

Aunque los árboles plantados no nos permiten ver con claridad la fachada del hospital, en realidad apenas nada ha cambiado allí: puerta ventanas y tejadillo no se han modificado en absoluto; y si nos fijamos en la casa que hay a continuación podemos ver que sigue con sus vigas a la vista. Lo que sí ha cambiado es la actual casa de Cervantes, pues lo que hay ahora es en realidad una reconstrucción basada en lo que debió de ser, ya que en un instante determinado la casa original se derribó quedando en pie nada más que un muro que hoy en día se puede ver en una de las estancias. Como veis, en la fotografía de principios de siglo se puede ver que en aquel momento aquello era un almacén de vinos, no habiendo rastro alguno de Miguel de Cervantes por allí.

Calle Mayor en la actualidad

Y hasta aquí nuestro paseo de hoy; aunque no quisiera finalizarlo sin dar nuevamente las gracias a Ángeles, pues me proporcionó algunas postales que tenía en su casa y que han servido para ampliar mi colección de imágenes antiguas de Alcalá con las que alimentar esta sección. El Lunes que viene iniciaremos un breve recorrido por algunas callejuelas cercanas a la plaza de los Santos Niños para comprobar si las cosas han cambiado mucho o no en las últimas décadas, así que por aquí os espero.

Aquellas fotografías de papel (1989-1990)

Tumbando arboles

Ese chico de jersey rojo, pantalones de muy dudoso gusto, mocasines marrones combinados con calcetines blancos, reloj Casio en la muñeca y que se agarra malamente con una mano al tronco del árbol para no pegarse un costalazo soy yo en la época en la que me regalaron mi primera cámara fotográfica hace ya veinte largos años. Una cámara que hace pocos días me encontré en un cajón de la habitación de mi hermana, siendo toda una sorpresa para mí porque pensaba que había acabado en la basura.

El hallazgo de la cámara fue el detonante para que me pusiera a repasar con frenesí los álbumes de fotos que andaban perdidos por una estantería de mi habitación. Dos gruesos tomos de color verde que pesan un quintal cada uno y una infinidad de aquellos pequeños libritos de páginas transparentes que te regalaban al revelar el carrete de turno (siempre te daban a elegir álbum o ampliación; y yo siempre escogía lo primero).

mayo89

"Río Henares a su paso por Tabla Pintora". Mayo de 1989. Mi primera fotografía de paisaje realizada precisamente el día que estrené la cámara. La verdad es que para ser la primera y estar hecha cuando sólo tenía nueve años no está demasiado mal, ¿verdad?

El caso es que me puse a ver las fotografías y pude apreciar perfectamente que ya desde mis primeros disparos siempre opté por los paisajes antes que por las personas. Es raro ver en mis fotografías de aquella época a personas en general, pero sí que os encontraréis paisajes de todo tipo: desde las playas o las montañas de Oropesa hasta los campos que hay detrás de Nueva Alcalá o el paseo que discurre junto al río Henares.

Precisamente por eso me puse a escanear algunas de esas imágenes y así poder compartirlas con vosotros en esta entrada. Ya os adelanto que dentro de unos días publicaré una o dos entradas más de temática similar con fotografías correspondientes a años posteriores, pero hoy me quería centrar en mis comienzos fotográficos entre la primavera de 1989 y el verano de 1990 (puede que algunos de vosotros ni hubierais nacido entonces) con tres imágenes que he seleccionado entre todas las que estuve viendo.

julio89

"Puesta de sol en Oropesa del Mar". Julio de 1989. Esta fotografía fue bastante reveladora para mí porque recuerdo que me asomé a la parte trasera de mi urbanización y al ver los rayos del sol entre las nubes pensé: "Si yo los veo saldrán en la foto, ¿no?". Y el caso es que tenía razón. Desde entonces, no me resisto a intentar retratar una puesta de sol allí donde me encuentre.

Desde entones nunca he dejado de hacer fotografías: tras seis o siete años disparando carretes «normales» tuve una época bastante larga en la que hacía exclusivamente diapositivas (hay un armario que está repleto de ellas, pues superan el millar). Por último, hace unos seis años, me pasé a la fotografía digital pasando por varias cámaras, siendo éste el formato en el que me muevo actualmente.

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"Construcción del puerto deportivo de Oropesa del Mar". Julio de 1990. Imagen tomada desde las ruinas del asentamiento romano de Oropesa del Mar en la que se ve el puerto deportivo de esta localidad en pleno proceso de construcción. Como podéis apreciar el espigón principal estaba terminado, pero no así los muelles donde atracan los barcos.

Como veis, el estilo de las fotografías que suelo hacer no ha cambiado tantísimo en estas dos décadas; siendo un signo más de que cada persona percibe lo que le rodea de un modo personal e intransferible y así lo trata de plasmar con su cámara. En cualquier caso, dentro de unos días seguiremos explorando mi archivo fotográfico.

¡Un saludo y gracias por dedicarme vuestro tiempo!

Bajando las revoluciones

Unos días después de presentar mi proyecto de fin de carrera me di cuenta de algo importante cuando me encontré con mi amiga Cris en plena calle: seguía con un ritmo de vida tan acelerado como cuando estaba a tiempo completo con dicho proyecto. Supongo que la fuerza de la costumbre había hecho que considerara completamente normal ir a todas partes mirando el reloj y sacando minutos de debajo de las piedras, pero en realidad las cosas habían cambiado y ya no había necesidad alguna de vivir la vida con esas prisas, pues ahora mismo dispongo de todo el día para mí sólo.

Cristina, que además es la cartera de mi barrio, me dijo: «Bueno, no te entretengo más que ya veo que estás ansioso por irte». Fue entonces cuando me di cuenta de que en realidad no tenía nada que hacer, pero nada más pararme con ella ya estaba mirando el reloj (una descortesía bastante grande por mi parte, dicho sea de paso) con la sensación de ir con la hora justa. El caso es que efectivamente reanudé la marcha, pero ya con el pensamiento de que debía bajar las revoluciones porque en realidad no tenía ningún motivo que me hiciera estar bajo presión: no había plazos de tiempo ni cosas que dejar preparadas al final del día, así que perfectamente podría irme a hacer fotografías por la ciudad durante tres horas sin preocuparme de nada más.

Los carteros también se pierden

Habían sido demasiados meses dando paseos a contrarreloj y desgastando las horas delante del ordenador para tener mi proyecto listo en la fecha de la presentación; y reconozco que hubo días de mucho estrés cuando alguna cosa no salía por muchas vueltas que le daba. Sin embargo, al final todo había salido realmente bien, así que ahora tenía que aprovechar y dedicarme tiempo a mí mismo, pues en breve aparecerá algún empleo (o al menos eso espero) que absorberá una buena parte de la jornada. Al fin y al cabo, si no empleaba esos días de asueto para practicar una vida relajada al final nunca me iba a deshacer de ese ritmo infernal de los últimos tiempos.

El caso es que tras un par de minutos dándole vueltas al tema decidí retroceder sobre mis pasos y buscar a Cris para comentarle el tema y excusarme por mis injustificables prisas de hacía un momento.

Tuve suerte, ella todavía caminaba por la misma calle dónde nos encontramos, así que aparecí a su lado y le dije que la acompañaba un rato; algo a lo que accedió encantada. Durante el paseo aproveché para comentarle lo que os he narrado unos párrafos más arriba: que llevaba varios meses llevando un ritmo de vida demasiado acelerado y que parece ser que ya lo había tomado como algo normal en mí. Prometí que rebajaría ese régimen de mi motor interno de tal modo que me tomara todo con más calma. Y la verdad es que desde ese momento noto que vivo mucho más tranquilo y sin agobios.

A lo mejor si no me hubiera encontrado a Cristina aquella mañana seguiría mirando el reloj, pero mientras dure esta etapa de mi vida pienso tomarme las cosas con calma y tratar de disfrutar de cada cosa que haga me lleve el tiempo que me lleve. De hecho, unos días después me volví a encontrar con ella y me di cuenta (del mismo modo que ella me lo dijo) de que hay una diferencia abismal entre el Luis de aquellos días aciagos y el de ahora.

Es verdad que de todo se aprende; pero lo más importante es pararse de vez en cuando a mirar dentro de uno mismo y darse cuenta de qué cosas estamos haciendo mal para corregirlas. Muchas veces somos capaces de ver hasta los más mínimos errores en los demás, pero incapaces de detectar un fallo muy gordo dentro de nosotros mismos.

Bueno, ya está bien de filosofar: ¡Me voy a dar una vuelta aprovechando que hace sol!

Autoretrato sombrío