Hogar. Cap 1. «Buscando un techo»

Hay momentos en la vida en los que te tienes que plantear tomar grandes decisiones. Puedes retrasarlo desviando la vista hacia otro lado interesándote por el vuelo de un pajarillo o haciendo que tropiezas y te tuerces un tobillo, pero ten por seguro que al final no vas a poder esquivarlo. Una de esas decisiones trascendentales y que marcará un punto de no retorno en tu existencia es la compra de una vivienda.

Mi primer consejo (sobre todo si la idea es adquirir la vivienda a medias con otra persona) es que primero paséis una temporada de alquiler. No tienen por qué ser varios años; realmente con unos meses ya vale, y es que al final convivir es aprender a soportar las manías del otro; y eso es algo que en poco tiempo ya se ve si va a ser tarea fácil o un tormento chino. Que de visita o saliendo a cenar todos somos muy majos, pero cuando día tras día te encuentras el tubo de pasta de dientes espachurrado, tu cojín favorito manchado de keptchup o la luz del baño encendida «por deporte» puede salir a la luz ese pequeño dictador nazi que todos llevamos dentro.

Aparte de eso, el estar en un piso de alquiler donde, por lo general, no te dejan modificar nada va a servir para ver realmente qué nos hace falta para el día a día y de qué podemos prescindir; algo que te evitará muchos errores a la hora de elegir y diseñar la que será tu vivienda definitiva. En mi caso particular (y el de mi chica) nos ha servido para, además de ver que nos llevamos estupendamente, comprobar empíricamente que:

  • Las plantas crecen más y mejor en una terraza
  • Un barrio donde haya pequeños comercios evita visitas intempestivas al siempre abarrotado centro comercial
  • Con dos baños llegaríamos a tiempo a todos nuestros compromisos
  • El suelo de gres es gélido en invierno (mala idea para salón y dormitorios)
  • Al igual que los discos duros, el almacenamiento en la cocina (y en los armarios) siempre se acaba llenando, así que cuanto más mejor
  • Las ventanas oscilobatientes de PVC y doble cristal son el mejor invento del mundo a nivel térmico y acústico
  • La orientación y altura de la vivienda influye radicalmente en la cantidad de luz natural que nos llega y su temperatura interior

Pero bueno, aunque tengamos muy claras nuestras prioridades, nadie es experto en esas cosas: todos al principio somos muy optimistas y nos convencemos de que si buscamos un poco y aplicamos grandes dosis de paciencia algún día aparecerá alguien que venda por azares de la vida un chalet en La moraleja a precio de bajo en Villaverde; pero siento deciros que en el mercado inmobiliario no hay un Aliexpress de los pisos o un eBay donde con un poco de suerte te llevas algo con una única puja.

El que vende una casa se ha informado y sabe lo que tiene entre manos. Te la puede rebajar un poco si le caes bien y le das mucha pena; pero es algo irrisorio en comparación con la cantidad de pasta que vas a tener que soltar por tener un techo propio bajo el que caer muerto algún día. En serio, cuando piensas en la cantidad de años que vas a tener que trabajar para poder pagar eso te entra un vértigo que ni en lo alto de la torre Eiffel.

Para hacerlo de una forma ligeramente ingenieril (ya sabéis que me encanta) vamos a definir la fórmula de la compra de nuestra casa como X + Y = Z; donde X son los metros cuadrados, Y las calidades de la vivienda y Z los ahorros que vamos a invertir en ella. Lo malo es que da igual lo que tengáis en mente porque a medida que vayáis viendo casas os daréis cuenta de que tendréis que elegir entre bajar X e Y o bien buscar la manera de poder aumentar Z.

Si disminuis X está claro: casa más pequeña, cosa que de inicio no es un gran problema hasta que paséis a la siguiente gran decisión vital, que no es otra que formar una familia. Niños apretujados en el baño a la hora de ir al cole, cenas de bandeja en el sofá o tele de 21 pulgadas en el salón no apta para miopes.

Si optáis por que sea la Y la que disminuya podéis hacerlo de varias formas: casa que se cae a cachos, barrio chungo, ventanas de papel, suelos que crujen, quinto sin ascensor… Lo del barrio no tiene remedio; pero el resto con tiempo y pasta se podría corregir, así que no es descabellado y, desde mi punto de vista, si no hay que bajar muchísimo el listón creo que es mejor que la opción de bajar la X, ya que esos metros cuadrados de más nos darán mucho juego en el futuro.

Por último, claro está, tenemos la opción de que Z se incremente; cosa que podemos hacer con paciencia ahorrando mes a mes todo lo posible, de un modo mucho más rápido mediante formas ilegales poco recomendables (robo, extorsión, comercio ilícito…) o bien pidiendo una hipoteca al banco haciéndonos ricos por un instante pero pobres para el resto de nuestra vida.

Sea como sea, pasa el tiempo y al final damos con algo que nos encaja; y ahí cada persona (o cada pareja) es un mundo. Hay gente que es de adosados, otros de pisos altos, otros de áticos, otros de cabaña en medio de las montañas… Seas del tipo que seas, lo que te acabas de comprar es más pequeño, más cutre y más caro que aquello que tenías en mente el primer día; eso es así. Pero no te deprimas, ya que lo divertido empieza ahora; sobre todo si, como nosotros, has pensado que lo mejor era comprar un piso antiguo y reformarlo.

Recuerdos del 2018 que se va

Aprovecho esta mañana del último día del año para hacer un rápido repaso de este 2018 que se nos escapa entre los dedos como la fina arena del mar.

En lo que al blog se refiere no es que haya sido un año muy productivo, la verdad. He escrito tan sólo media docena de artículos; si bien uno de ellos ha sido el segundo más visto durante los últimos doce meses: el repaso al patinete eléctrico Xiaomi M365 al cumplir los 1000 Km.

¿Y cual es el más visto del año? Pues, efectivamente, el de la propia review del patinete, que casi empata a visitas con el que os decía antes y que fue publicado a finales de 2017. Es decir, que entre los dos han conseguido hacerse con la gran mayoría de las visitas al blog, lo cual ya no me sorprende porque año tras año observo que aunque este es un blog que nació con orientación fotográfica, las entradas más visitadas suelen ser las que versan sobre otros temas muy diversos.

Sin embargo, aunque en el blog no ha habido gran movimiento, en mi vida sí que ha sido un año de cambios. El principal, que a principios de año dejé Alcalá de Henares para irme a vivir con mi novia a Tres Cantos. Y qué queréis que os diga, pero fue una de esas cosas que surgió de repente en una conversación durante una cena informal y creo que es lo mejor que hemos hecho. La convivencia es fantástica y esto le ha dado un empujón muy grande a nuestra relación, así que los dos estamos más que contentos con el cambio de aires.

Eso sí, no olvidaré que los comienzos fueron duros. El piso nos lo dieron nada más que con los muebles de cocina, de modo que los primeros días tuvimos que dormir en un colchón de camping hasta que nos llegó la cama y el sofá, montando muebles de Ikea hasta las tantas de la noche, trayendo cosas de Alcalá y de Coslada casi todos los días… Fueron un par de semanas muy intensas, pero se nos dio muy bien y entre los dos hemos conseguido crear un hogar cómodo y acogedor.

También ha sido un año en el que me tuve que despedir de mi querido Opel Corsa, que murió por una rotura de cadena de transmisión en plena A1 a finales de julio sin ningún tipo de aviso previo. Me dio mucha pena desprenderme de él, pero la reparación del motor se iba a los 2000 euros y por la edad y kilómetros del coche creo que no merecía la pena prolongar su vida.

Pese al enfado inicial (se supone que una cadena de transmisión no se cambia jamás) dado que el coche no me dio el más mínimo problema durante los siete años que lo tuve, opté por ver qué me ofrecían en Opel. Y me hicieron una oferta tan buena por un Astra Turbo gasolina 125 CV nuevo con cámara de marcha atrás, sensores de aparcamiento, luces automáticas y climatizador bizona que no le di demasiadas vueltas y me lo compré con extensión de garantía a cuatro años para mayor tranquilidad frente a posibles problemas técnicos.

A día de hoy el coche y yo ya hemos recorrido 10000 Km y de momento no me ha dado el más mínimo problema. Además, es cómodo, divertido de conducir (ya no recordaba la estirada de los gasolina en las incorporaciones a autopista) y gasta menos de lo que creía; dándome una media real de 6,15 l/100 según mis propias estadísticas de Spritmonitor.

Con la llegada del invierno mi novia también se compró coche; aunque en esta ocasión era su primer vehículo (aparte del patinete de Xiaomi, claro). Un Ford Fiesta gasolina Km 0 con el que va y viene del trabajo en pis-pas y que le permite tener una total autonomía para moverse de aquí para allá sin depender de trenes, autobuses o que yo pueda acercarla a algún lugar. Estoy contento por ello porque además es un coche con buen tacto, amplio, seguro y que se conduce con dos dedos.

Y bueno, en el trabajo sí que todo ha seguido igual durante los últimos doce meses. A lo largo de este año mis funciones no han cambiado y he tenido tiempo de realizar algunas cosas de tipo tratamiento de datos para optimizar el funcionamiento de las cosas, que es algo que siempre me ha gustado. Tengo la suerte de tener unos jefes que me dejan margen de confianza para hacer las cosas como crea conveniente y gracias a ello la creatividad siempre se potencia.

Eso sí, el año que viene sí que habrá cambios. Más que nada porque cambiaré de empresa y porque entraremos en una dinámica de trabajo algo diferente a lo que hemos tenido en los últimos seis años. Algo de inquietud sí que siento, pero el tiempo y la experiencia le dan a uno autoconfianza y serenidad, así que veremos qué viene en los próximos meses y si viene temporal lo capearemos lo mejor posible.

Espero que paséis un buen fin de año y que nos sigamos leyendo por aquí. Ojalá el año que viene haya algo más de movimiento en este pequeño rincón de Internet que lleva ya más de 11 años activo.

¡Un abrazo!

Hasta siempre, Corsita

Estrené mi Opel Corsa D 1.3 Ecoflex poco después de llegar a la depuradora de Oropesa. Por el cargo que allí desempeñaba me asignaron un vehículo para mis desplazamientos que enseguida me gustó por ser cómodo, amplio y ligero. A diario iba a la EDAR, a las estaciones de bombeo, a Castellón a realizar gestiones; pero también a hacer la compra, a Madrid los fines de semana, a hacer fotos por el interior de la provincia…

Durante los dos años que estuve conduciéndolo le hice unos 90000 Km, y estaba tan contento con él que al finalizar el renting (que coincidió más o menos con mi regreso a Madrid) le propuse a la financiera quedarme con él, así que me hicieron una oferta que no pude rechazar y a partir de ese momento el Corsa ya era mío en propiedad.

Así pues, empecé a usarlo a diario para ir a trabajar desde Alcalá de Henares a San Sebastián de los Reyes; pero también para todos los viajes vacacionales que hemos hecho juntos mi novia y yo: Mérida, Asturias, Barcelona, Sevilla, Guadalajara, Sierra de Gredos, Valencia, Cantabria, Granada, País Vasco…

Estoy de acuerdo en que el coche tampoco es que fuera gran cosa porque era una versión muy básica, tenía 75 CV, un maletero algo canijo y pocos extras; pero era mi coche y yo estaba encantado con él. Las únicas averías serias que ha tenido durante este tiempo han sido una EGR que falló en su parte electrónica hace poco más de dos años, un par de calentadores fastidiados y un alternador que hubo que cambiar hace unos meses. Jamás me dejó tirado, nunca me hizo ningún extraño en la carretera, nunca tuve el más mínimo accidente con él, gastaba muy poco combustible, no consumía nada de aceite ni perdía refrigerante… A todo el mundo que me preguntaba le decía que yo estaba encantado con mi coche.

Sin embargo, el pasado día 10 a media tarde, en el Km 13 de la A1 dirección Madrid, circulando casi sin tráfico y a velocidad constante de repente y sin previo aviso sentí un extraño tirón y las revoluciones del motor se fueron a cero a la par que se encendía en el tablero la luz de alarma general. Al momento puse las luces de emergencia, pisé el embragué y traté de arrancarlo de nuevo por si era un fallo electrónico pero no había manera, así que inexorablemente mi velocidad se fue reduciendo y allí, pegado al arcén, me quedé parado mientras los coches pasaban a dos palmos de mí.

Hice un par de intentos más y pese a que el motor de arranque giraba veía que el motor de combustión no hacía ni el intento de revivir, de modo que salí del coche por la puerta del copiloto con mi chaleco y, tras poner los triángulos, llamé a la grúa y esperé detrás del guardarail sin creerme muy bien lo que había pasado.Entiendo que las cosas se averían, pero quedarse tirado en la autopista no es una cosa agradable.

Ya desde el primer momento sentí que no iba a ser ninguna tontería; y desde luego que estaba en lo cierto porque al final resultó ser una rotura de la cadena de distribución que puso fin a 283000 Km de asfalto, lo que equivale más o menos a dar 7 veces la vuelta al mundo por el ecuador. Y aunque es verdad que me da pena porque es un coche al que cogí mucho cariño, tenía claro que antes o después, y más sabiendo que la cadena de distribución es uno de los pocos puntos débiles de ese motor en concreto, me podría tocar la china.

Me hubiera gustado cambiar de coche un poco más adelante, por gusto y mirándolo sin prisas. Más que nada porque a día de hoy con el Opel Corsa nos apañábamos de maravilla y no nos hacía falta nada más; pero las cosas han venido así y ahora andamos mirando varios modelos de gasolina del segmento C. Ya sabéis: Renault Megane, Peugeot 308, Ford Focus… Lo ideal para estas cosas es tomarte unas cuantas semanas mirando, configurando y yendo de un concesionario a otro con ofertas en la mano; pero en mi caso tendré que buscar algo que, además de gustarme, me puedan entregar en poco tiempo. Siempre le he hecho ojitos al Focus, pero tampoco descarto repetir con Opel (al fin y al cabo el Corsa ha salido más que bueno) o meterme en un C4; así que estos días creo que voy a estar entretenido.

Sirva este breve artículo como homenaje a mi querido Corsita. Con él todo han sido alegrías; pero el único disgusto que me ha dado ha sido el definitivo. Lo recordaré con cariño porque siempre se portó estupendamente conmigo y porque disfruté de cada kilómetro que recorrimos juntos. Seguro que ya se ha encontrado con Feliciano y con aquel Escort del 87 y los tres están rodando por el cielo de los coches.

Hasta siempre, Corsita.

Consejos generales para conducir

Hace poco superé con mi fiel Opel Corsa Ecoflex de finales de 2011 los 260000 kilómetros, lo que equivale a dar seis veces y media la vuelta al mundo por el ecuador, que se dice pronto. El caso es que durante todos estos años (bueno, y los anteriores, pues llevo conduciendo diariamente desde 1998) he ido acumulando experiencia como conductor y de ahí que la finalidad de este artículo sea la de compartir con vosotros aquellas cosas que mejor me han funcionado tanto a nivel mecánico como de circulación.

Durante mis primeros años circulé sobre todo por ciudad, ya que mis trayectos solían ser de casa a la universidad en Alcalá de Henares. Después, con mi incorporación al mundo laboral empecé a alternar trayectos por ciudad con pequeños viajes por carretera; casi siempre por los alrededores de Madrid, pero cuando me destinaron a Oropesa del Mar es cuando comencé a hacer muchísimos kilómetros por todo tipo de carreteras, ciudades y pueblos y en las más diversas condiciones meteorológicas; y es en ese periodo cuando considero que más crecí como conductor.

De todos modos, ni mucho menos me las quiero dar de experto porque, para empezar no lo soy en el mundo del motor, pero sí que me considero un conductor ya con cierta experiencia por las circunstancias que antes os comentaba y que además se preocupa por las cosas que pasan más allá del volante, los pedales y la palanca del cambio.

MECÁNICA

Nada de acelerones con el motor frío

Cuando el motor de un coche está frío, lo peor que le podéis hacer es acelerar con fuerza y llevarlo muy alto de revoluciones para que se caliente antes. Haciendo eso lo único que vais a acelerar es el desgaste interno de las piezas móviles tanto porque en frío no ajustan tan bien como cuando ha cogido temperatura como porque el aceite a baja temperatura no lubrica igual de bien que cuando está caliente.

Por tanto, para empezar a circular con el motor frío, durante los primeros diez o quince minutos lo ideal es no pasar de 2000 RPM y acelerar con suavidad. Y esto es para mí es mantra impepinable que sólo me saltaré si tuviera que incorporarme a una carretera nada más empezar a circular y las circunstancias del tráfico me obligaran a acelerar con rapidez.

Una vez que el motor ha alcanzado su temperatura normal de funcionamiento ya podéis llevar el motor más alto de vueltas y pisar el acelerador con cierta alegría, pero mientras llegáis a esa temperatura es mejor circular con tranquilidad para alargar la vida de vuestro vehículo.

No racanees con el mantenimiento

Esto es un clásico. Hay gente que se gasta un pastón en un coche de gama alta pero luego le pone aceite marca «Nisupa» o lleva los amortiguadores tan destrozados que el coche parece una barca al circular por una rotonda.

El coste del mantenimiento de un coche va en función de su gama, de modo que mi consejo es que si quieres que el coche funcione bien durante toda su vida útil bajes un escalón en la compra pero luego le hagas un correcto mantenimiento en los plazos que le tocan. Si el coche tiene turbo, no se te ocurra racanear con el aceite o cuando casque te darás cuenta de que lo poco que habías ahorrado en lubricantes no cubre ni la décima parte de lo que cuesta un turbo nuevo.

Revisa los niveles con frecuencia

Muy ligado con lo anterior, es más que recomendable comprobar niveles de aceite, anticongelante, líquido de frenos, líquido limpiaparabrisas y presión de ruedas (incluyendo la de repuesto) una vez al mes como mínimo. Hay quien entre revisión y revisión ni siquiera abre el capó del coche y es una manera muy tonta de que nos quedemos tirados en una cuneta por llevar muy bajo el refrigerante o el aceite.

Mantén limpios los cristales

Sé que es de lo más incómodo de limpiar, pero si llevas sucio por dentro el parabrisas te vas a acordar de no haberlo hecho el día que tengas el sol a punto de ponerse en el horizonte porque no verás ni torta por mucho que le des a los limpiaparabrisas. Puedes hacer como yo y llevar a mano una bayeta para darle un repaso de vez en cuando, pero lo ideal es que en cuanto notéis que hay suciedad os hagáis con una bayeta de microfibra, limpiacristales o pongáis a frotar hasta que parezca que no hay cristal ante vuestros ojos.

Tampoco sirve de mucho tener los limpiaparabrisas hechos unos zorros, porque en caso de lluvia o suciedad el rastro que deja es casi peor que dejar el cristal como está.

Si notas algo raro, ponte a investigar

Hay gente que lleva el coche sonando como una carraca, echando humo azul por el tubo de escape y con varios indicadores luminosos de emergencia encendidos en el salpicadero, pero ellos son felices así. Estas personas suelen ser las que un buen día las ves con el chaleco en el arcén de la carretera llamando a la grúa porque el coche les ha dejado tirados, aunque en realidad éste venía avisándoles ya desde hacía meses de que algo no iba bien.

Sed conscientes de una cosa: pasáis un montón de horas tras el volante y es tal la costumbre que cualquier cambio (una rueda con poca presión, un ruido nuevo, falta de potencia…) lo vais a percibir al instante y sería buena cosa que os preocuparais un poco del origen de ese cambio porque puede que no sea nada; pero también puede ser el principio de una avería que pillada a tiempo se puede arreglar por cien euros mientras que si la dejamos pasar puede hacer que acabemos con el coche en el desguace.

Es muy recomendable también que le echéis un ojo al manual del coche, pues en él se explican muchos detalles que a lo mejor ni conocíais (por ejemplo en mi coche existen unos parámetros ocultos que se pueden almacenar en llaves diferentes para personalizar así ciertos aspectos para cada conductor).

CIRCULACIÓN

Tranquilidad, respeto y paciencia al volanteCaos circulatorio en Nueva Alcalá

Este es mi consejo número uno a la hora de conducir. Hay que tomarse todo con calma y no perder los estribos, ya que luego vienen las consecuencias. Si hay mucho tráfico, por circular haciendo zig-zag, adelantando malamente y realizando toda clase de pirulas no vas a ganar más de un minuto y a cambio tienes muchas posibilidades de provocar un accidente con alguien que circulaba correctamente.

Del mismo modo, si ves que alguien está aparcando y no le sale a la primera no pegues el morro a su puerta ni empieces a pegar bocinazos. Todos nos hemos hecho un lío alguna vez aparcando y seguro que no os hubiera gustado que estuviera alguien al lado presionándoos.

Ajusta bien los espejos retrovisores

No hace falta para nada ver por los retrovisores los laterales del coche. Ajústalos de manera que maximices tu campo de visión lateral para así eliminar todo lo posible los ángulos muertos. Y por cierto, no están de adorno: úsalos para controlar el entorno. Recuerda siempre que adelantes echar un vistazo al carril de la derecha antes de volver a él porque a veces hay pirados a los que les da por adelantarte a ti aprovechando algún carril de aceleración o cosas así.

Respeta la distancia de seguridadM-30

Si todo el mundo dejara más espacio con el coche precedente al circular nos evitaríamos miles de accidentes cada año. Especialmente en los días de lluvia, ya que hay quien circula a un palmo del paragolpes del coche de delante y cuando éste frena por cualquier cosa no hay tiempo material de evitar el golpe por alcance. Por favor, deja distancia también en las rampas de los aparcamientos para que si al de delante se le va un poco el coche para atrás no te golpee.

Hay una regla que me gusta bastante para saber si estamos manteniendo la distancia de seguridad suficiente, y es que si  el coche que circula delante de nosotros pasa por un punto determinado y antes de dos segundos pasamos nosotros es que circulamos demasiado cerca de él. Así que ya sabéis: dos segundos entre coche y coche para poder frenar con seguridad en caso de cualquier imprevisto.

AnticípateM-230, Km 3

Si en la autopista ves que se va a incorporar un camión por tu derecha y te puedes cambiar de carril, hazlo. Si ves que vas a entrar en un banco de niebla ve levantando el pie del acelerador y pon las luces. Si se te están empañando los cristales no esperes a no ver nada: pon el aire acondicionado o baja las ventanillas. SI un peatón despistado parece que va a cruzar la calle sin mirar ve pensando que va a ser así y pon el pie sobre el freno… En definitiva, si ves que algo va a ocurrir no esperes al último momento para hacer algo; empieza a hacerlo ya.

No pierdas la atención de la carretera

Hay multitud de accidentes por culpa de distracciones: justo vas a coger algo de la guantera, el coche de delante frena y tu matrícula acaba en su maletero. Vas por la autopista, miras a la izquierda para ver ese atardecer tan chulo y no ves el socavón que está a punto de destrozar tu rueda… Vista al frente y vistazos rápidos y frecuentes a los retrovisores hacen que se reduzcan considerablemente las posibilidades de sufrir un accidente.

Ojo con los charcos en la calzadaReflejos rotos

Mucho cuidado a la hora de pasar sobre zonas de agua. Sólo he hecho acuaplaning una vez y no es nada agradable porque de repente es como si el volante se desacoplara de la columna de dirección y el tiempo parece detenerse mientras te das cuenta de que estás en manos del azar.

Si ves una lámina de agua en la carretera y tienes la más mínima sospecha de que puede tener más de un centímetro de profundidad, disminuye la velocidad antes de llegar a ella y mientras pasas por encima agarra fuerte el volante y al atravesarla no toques acelerador ni freno. Aquella vez tuve suerte y mantuve el control del coche, pero desde entonces ya me cuido mucho de no perder el contacto entre las ruedas y el asfalto.

Usa los intermitentes

Hay gente que parece esconder sus intenciones como si las vías circulatorias fueran una partida de poker. En las rotondas muchas veces tenemos que intuir qué salida van a tomar los coches porque ni se les pasa por la cabeza usar esa palanquita que hay junto al volante y que sirve para que unas luces naranjas que hay a ambos lados del vehículo se pongan a parpadear avisando de nuestro próximo movimiento lateral. Son gratis, así que podéis usarlos como si no hubiera un mañana y el resto de conductores os lo agradecerá.

Antes de entrar a una glorieta echa un vistazo al frente

Esto es otro clásico: estás esperando para incorporarte a una glorieta, el coche de delante avanza y ahora es tu turno. Miras hacia la izquierda y ves que tienes hueco así que levantas el pie del ambrague, aceleras un poco y… ¡PUM! Resulta que el coche que creías que ya estaba girando en la glorieta en busca de tomar su salida se ha parado por el motivo que sea y tú te has dado contra él.

Para evitar esto que, como os decía, es de lo más habitual lo mejor es que cojáis la costumbre de justo antes de avanzar para incorporaros echéis un rápido vistazo al frente para aseguraros de que tenéis vía libre.

Ante la duda enciende las luces

¿Entras a un garaje pero se ve más o menos bien? Da igual, pon las luces. ¿Está anocheciendo pero todavía queda una pizca de luz en el cielo? Da igual, pon las luces. ¿Vas a pasar por un túnel de apenas 100 metros y te da pereza estirar el dedo? No seas vago, pon las luces. ¿Vas por calles estrechas y sombrías en una ciudad pero aun es de día? Pon las luces. ¿Empieza a chispear? Pon las luces.

Las luces no son sólo para que nosotros veamos mejor; sino que también sirven para que nos vean, lo cual es siempre muy recomendable. Ojo, esto no vale para las luces antiniebla porque esas son sólo (como su nombre indica) para casos de niebla densa, que hay gente que las enciende «porque molan» y al que circula detrás es algo que le resulta de lo más molesto. Esto no sólo es sancionable; sino que hay un lugar reservado en el infierno para los conductores que hacen esas cosas.

Usa los carriles de aceleración y deceleración con sentido común

Ya sé que parece de perogrullo, pero hay gente que usa los carriles de incorporación a la autopista para pasarse al carril derecho de inmediato a 50 Km/h. El carril de aceleración está para tratar de adecuar nuestra velocidad todo lo posible a los vehículos que circulan por la vía y luego ya meternos en el carril derecho evitando así frenazos y sustos al resto de conductores.

Y con los carriles de deceleración más de lo mismo. Accedemos a él a la velocidad de la vía y una vez ahí frenamos con más o menos contundencia en función de los metros que tenga, que a veces la gente se pone a 60 Km/h por la autopista justo antes de abandonarla y luego por carril de deceleración tiene incluso que acelerar porque se da cuenta de que va a paso de tortuga.

Pasa por los radares a la velocidad de la vía

Esto es una práctica que me pone de muy mal humor: esa gente que va por la autopista a toda pastilla creyéndose los reyes del mambo (para correr están los circuitos) pero que luego ven un radar y pasan por él 30 Km/h por debajo de la velocidad de la vía «por si acaso». Hay un caso flagrante, que es el del radar de la A2 sentido Madrid a la altura del Carrefour de San Fernando de Henares, pues se trata de un breve tramo señalizado a 90 Km/h tras una larga recta en bajada y a veces me ha tocado frenar casi hasta los 50 Km/h para no comerme al coche de delante que segundos antes me acababa de adelantar a 110 Km/h.

Si el radar es de 90 Km/h se puede pasar tranquilamente a esa velocidad, porque entre el margen de 7 Km/h que dejan antes de multar y que el marcador del coche siempre indica un poco más de la velocidad que en realidad llevamos (lo podéis comprobar con cualquier GPS) no vamos a tener problema ninguno con la DGT.

Bueno, pues de momento es todo. Sea como sea, no descarto volver a tocar el tema conducción porque es algo que forma parte de mi día a día y, por tanto, creo que se pueden sacar cosas interesantes aunque sólo sea por la cantidad de horas al año que me paso tras el volante. Espero que estos párrafos os sean de utilidad (y que hayáis disfrutado de las fotos del artículo, que su tiempo me ha llevado recopilarlas de mi archivo personal).Pasa la vida

¡Nos vemos por la carretera!

Review: patinete Oxelo Town 7XL

Desde mi casa al trabajo tengo una distancia de 33 Km (y otros tantos para volver) de modo que la opción del Xiaomi Mijia M365 no es viable para ir hasta allí. Si trabajara en la misma ciudad en la que vivo os aseguro que lo llevaría todos los días para ir a la oficina porque me parece ideal para ese tipo de desplazamientos cotidianos; pero no se da el caso y la verdad es que es una pena.

Sin embargo, mi novia sí que tiene la suerte de trabajar a unos 3 Km de casa, de modo que es ella ahora la que usa mi patinete eléctrico hasta que nos llamen de la tienda Xiaomi de La Vaguada para que vayamos a recoger la unidad que va a ser suya y así tener cada uno su propio M365. Además, el recorrido hasta su oficina es todo el tiempo cuesta abajo y al regresar, después de todo un día de trabajo, se agradece poder subir todo el desnivel sin esfuerzo y con rapidez.

Lo que ocurre conmigo es que como el gusanillo de los «transportes alternativos» me ha picado muy fuerte, hace unas semanas estuve valorando la opción de hacerme con un patinete plegable para adultos con tracción animal para seguir recorriendo la ciudad a través de los carriles bici y tras informarme bastante, al final me decanté por el Oxelo Town 7XL que venden en cualquier Decathlon.

Al igual que hice al analizar el M365, voy a centrar esta review en las sensaciones y en el día a día del uso del patinete. Hace ya algo más de un mes que lo tengo y la verdad es que lo estoy usando más de lo que pensaba, así que a grandes rasgos os adelanto que estoy bastante contento con él; sobre todo por su gran portabilidad. También trataré de comentar a lo largo del artículo diferencias, ventajas y desventajas con respecto al modelo eléctrico de Xiaomi, pues creo que son dos reviews que se pueden complementar muy bien entre ambas.

Datos técnicos

Os voy a enumerar a continuación las características técnicas principales del patinete para que os hagáis una idea rápida de lo que ofrece:

  • Material de chasis y manillar: aluminio 6061
  • Material de horquilla delantera y balancín trasero: acero
  • Ruedas: macizas fabricadas en poliuretano, diámetro 200 mm, dureza 87A, rodamientos 608-2Z ABEC-5
  • Frenos: freno de fricción mediante guardabarros trasero y freno auxiliar mediante maneta en manillar
  • Suspensión: mediante amortiguadores de elastómero/muelle en horquilla delantera y balancín trasero
  • Peso del patinete: 5,5 Kg aprox.
  • Peso máximo del usuario: 100 Kg
  • Altura del usuario: entre 145 y 190 cm
  • Altura de la plataforma al suelo: 15 cm
  • Longitud del patinete plegado: 86 cm
  • Accesorios incluidos: juego de llaves Allen y correa de transporte
  • Colores disponibles: gris, negro y verde
  • Precio oficial: 98,99 euros

La suspensión delantera consiste en un amortiguador compuesto de muelle helicoidal y elastómero con unos 2 cm de recorrido el cual se comprime aproximadamente a la mitad cuando me subo al patinete, de modo que tiene recorrido tanto en extensión como en compresión suavizando así las pequeñas irregularidades del camino.

En cuanto a la suspensión trasera, esta consiste en un sistema de balancín del que «cuelga» el eje trasero y que se ancla al chasis principal a través de un amortiguador que, al igual que el delantero, consta de un muelle helicoidal y un elastómero. Al igual que la suspensión delantera cede algo cuando me subo al patinete pero aun tiene recorrido de compresión.

Tengo la impresión de que la suspensión trasera va más dura que la delantera, pero la verdad es que en marcha sí que se nota que las dos actúan filtrando las pequeñas irregularidades del terreno. Ojo, que con el poco recorrido que tienen a nada que el bache que pisemos sea un poco grande va a hacer tope (sobre todo la delantera) y sentiremos la vibración en nuestras manos; pero con lo duras que son las ruedas de PU, de no contar con las suspensiones fliparíamos al pasar sobre cualquier tipo de relieve. Por cierto, el peso máximo del usuario del patinete es de 100 Kg y yo peso 67.

El freno trasero es de fricción y no es más que el guardabarros trasero el cual debemos pisar para que su cara interna roce contra la superficie de la rueda deteniendo el patinete y volviendo a su posición con un muelle en cuanto levantamos el pie. Tenemos también una maneta de freno junto al puño derecho el cual actúa sobre una pequeña leva que fricciona contra la rueda trasera pero cuyo poder de frenada es menor que el del freno principal. Hablaremos luego de esto en más profundidad porque para mí es importante.

Los puños del patinete son de goma y su relieve está pensado para amortiguar las vibraciones del camino. Aun así cuando recorro distancias grandes luego me hormiguean las manos durante un buen rato, de modo que si le vais a dar caña al cacharro os recomiendo que uséis unos guantes acolchados o bien que cambiéis los puños por unos de espuma, ya que son estándar de bicicleta. Por cierto, a la hora de plegarlo los extremos del manillar se sacan de su emplazamiento y se fijan en un par de pinzas para que así la anchura del patinete sea mucho menor.

En cuanto a la tabla (la plancha horizontal sobre la que vamos de pie) esta va recubierta con una goma cuya rugosidad consiste en pequeños triángulos enfrentados. No agarra igual de bien que las «burbujas» del Xiaomi M365 pero no he tenido ningún resbalón, así que tampoco me voy a quejar. Como detalle curioso, hay en la parte trasera de la tabla una pequeña «ventana» a través de la cual podemos ver el muelle encargado de la amortiguación trasera.

Nuestro contacto con el suelo son dos ruedas de poliuretano de 200 mm de diámetro exactamente iguales en ambos ejes. Como ya os apunté antes son bastante duras pero a cambio sabemos que no vamos a pinchar jamás porque están hechas del mismo material que las que llevan los patines en línea. Eso para mí también es una gran ventaja sobre el M365 sobre todo sabiendo que las ruedas neumáticas y los abrojos no se llevan nada bien.

Las ruedas tienen unas minúsculas ranuras en los laterales que supongo que están pensadas para desalojar agua si nos inclinamos con el suelo húmedo. De todos modos, este tipo de ruedas son totalmente desaconsejables en tales condiciones, de modo que si estáis circulando con el patinete y se pone a llover mi consejo es que bajéis y caminéis si no queréis besar el duro suelo a las primeras de cambio.

Un detalle que no quiero pasar por alto es que el mecanismo de plegado no es tan rápido como me gustaría. Al usar el patinete tengo que hacer las siguientes operaciones antes de empezar a recorrer la ciudad:

  1. Soltar la leva del seguro junto a la articulación principal
  2. Pulsar la palanca de plegado y desplegar el patinete
  3. Volver a apretar la leva del seguro para asegurarme de que el patinete no se va a cerrar si piso la palanca de plegado mientras voy en marcha
  4. Sacar los dos puños de sus soportes e introducirlos en sus alojamientos
  5. Soltar la leva que regula la altura del manillar, llevarlo a su altura correcta y volver a apretar dicha leva

A ver, no es que se tarde una eternidad. En total me lleva menos menos de un minuto, pero sí que son unas cuantas operaciones a realizar para hacer el despliegue total del patinete y si por lo que sea tenemos que hacerlo con frecuencia podemos acabar un poco hartos.

Por cierto, el patinete no trae ningún tipo de luz (ni timbre) pero tenemos una ranura en el guardabarros trasero para poner una de tipo VIOO de las que venden en Decathlon (en algunas fotos de esta review podéis ver la que llevo yo ahí colocada, que es una pulsante roja recargable por microUSB) y en el manillar hay algo de espacio para colocar una luz frontal de pequeño tamaño. Más complicado es añadir también un timbre; de modo que si ponéis una luz frontal el timbre va a tener que ser vuestra propia voz alertando a todos esos peatones que tienen la fea costumbre de caminar por los carriles destinados a bicis y sucedáneos como el que hoy nos ocupa.

Por último, el patinete incluye una pequeña pata retráctil en el lateral izquierdo para poder dejarlo de pie y una correa de transporte que se engancha a la barra que une la plataforma con el manillar y nos permite llevarlo colgado al hombro una vez plegado.

Y creo que con esto ya os he descrito todo el patinete, así que vamos a pasar ahora a tratar la experiencia de uso y los problemas que nos podemos encontrar en el día a día, que al fin y al cabo es la chicha de este tipo de análisis.

Usando el patinete

Veréis, siempre llevo el patinete plegado en el maletero del coche y he de decir que no abulta nada. A diferencia del M365, cuyo peso y tamaño son mayores de lo que sería deseable, este patinete una vez plegado abulta muy poco y se nota relativamente ligero al levantarlo del suelo.

Por tanto, a veces salgo de trabajar y cuando dejo el coche en el garaje directamente lo saco del maletero y me voy a dar una vuelta antes de subir a casa. También en ocasiones se ha dado el caso de aparcar en alguna zona lejana que tengo ganas de explorar, sacar el patinete del maletero y usarlo para dar una vuelta por allí. Ya sabéis lo fan que soy de las cosas que se pueden llevar siempre encima y por eso este patinete es para mí una buena inversión.

Como os decía, este es un patinete al uso, es decir, que tenemos que ir pateando el suelo para movernos (a no ser que vayamos cuesta abajo, claro está) y por eso debéis de tener una cosa en cuenta: si no estáis acostumbrados las agujetas en los tobillos van a ser bestiales durante los primeros días de uso. Con el tiempo se fortalecerán y no habrá más problema, pero cuando los primeros días hagáis algún recorrido más o menos largo, al levantaros de la cama al día siguiente y apoyéis los pies en el suelo os vais a acordar de la madre del puñetero patinete.

Eso sí, al menos la plataforma queda bastante cerca del suelo, lo cual hace que si bajamos algún escalón montados en el patinete éste pueda pegar algún rascón sobre todo en la zona del muelle de la suspensión trasera (queda algo expuesto al sobresalir entre los listones longitudinales del chasis) pero también consigue que no haya que flexionar mucho la pierna de apoyo para impulsarnos haciendo que nos cansemos algo menos. Aun así, os aseguro que con uno de esos se hace más deporte de lo que parece.

Más cosas que me han sorprendido (en este caso para mal): igual que el M365 frena de maravilla, en la primera bajada que hagáis con un patinete de este tipo lo vais a pasar mal. El freno del manillar apenas reduce la velocidad y si no queréis acumular boletos para un piñazo de los gordos debéis presionar el freno de fricción trasero con mucha fuerza constantemente y aún así veréis que el patinete tarda bastante en detenerse.

Esto es debido a que la fricción del poliuretano de las ruedas con el metal del freno trasero es muy pequeña, de modo que la deceleración es baja. Nada que ver con el freno de disco trasero del Xiaomi en conjunción con el freno eléctrico delantero que detienen el patinete a la más mínima insinuación sobre la maneta.

Ya os digo que la primera vez que me metí en una cuesta prolongada fríos sudores empaparon mi espalda al ver que por mucho que apretaba el freno aquello apenas reducía su velocidad. Por suerte era un carril bici totalmente recto y en una zona despoblada de San Sebastián de los Reyes, pero aun así fue una experiencia algo traumática.

Una curiosidad acerca del freno: sobre el guardabarros trasero tenéis una pegatina que advierte de peligro de quemaduras al tocar la superficie del mismo; algo que me pareció a todas luces exagerado cuando la vi por primera vez mientras desembalaba el patinete. Pues bien, tras la bajada prolongada que os narraba en el párrafo anterior me acordé de aquella señal de advertencia y cuando puse mi dedo sobre el guardabarros poco me faltó para gritar porque éste había alcanzado una temperatura tan elevada que parecía que estaba tocando una olla puesta al fuego.

Si pensamos en términos de energía tiene todo el sentido, ya que al ser un freno de fricción, la mezcla de energía cinética y potencial que lleva el patinete cuando está bajando una cuesta se convierte en calor por efecto del roce entre el freno y la rueda durante la deceleración; y dado que la superficie es pequeña, esa energía es capaz de elevar su temperatura considerablemente.

En el caso del patinete eléctrico de Xiaomi, la mayor parte de la energía que transformamos al frenar se emplea en recargar la batería, de modo que la que se disipa en forma de calor en el disco trasero es mucho menor y además se trata de un disco metálico ventilado capaz de disipar mucho mejor el calor generado.

Hay una cosa en la que antes ni me fijaba al caminar y que ahora miro con otros ojos: es rarísimo encontrarse con tramos perfectamente llanos por los que circular; y es que en un patinete como éste del que hoy os hablo al tener tan poco rozamiento a nada que la calle pique ligeramente hacia abajo vamos a ver que la velocidad aumenta y en cuanto tenga medio grado de subida vamos a notar que hay que darle al pie con mucha frecuencia.

Del mismo modo, vais a ver que al impulsarnos sobre un suelo perfectamente pulido vamos a avanzar un montón de metros mientras que si el suelo tiene algo de relieve (losetas, rizados, piedrecitas…) el patinete se frena mucho antes obligándonos a impulsarnos con más fuerza y/o frecuencia. Esto lo vais a ver perfectamente en los típicos pavimentos de acera hechos de puntitos, estrellas, rayas y cualquier otra forma de relieve destinada a que los peatones no resbalen en los días de lluvia.

Hablando de impulsarnos, os recomiendo que no os volváis locos tratando de ir siempre a la mayor velocidad posible, ya que usar uno de estos patinetes cansa (y mucho). Sobre todo vais a notar agotamiento no en la pierna que nos impulsa; sino en la que va apoyada sobre la plataforma, que a cada «patada» se ve obligada a flexionarse y estirarse de nuevo. Por eso es importante ser, por decirlo de algún modo, ambidextro y usar por igual las dos piernas para impulsarnos para así ir cambiando y no agotarnos enseguida.

Una cosa que me gusta mucho de este modelo de patinete es la suavidad y el silencio de marcha. La primera vez que lo probé fue en un parking subterráneo hecho de hormigón perfectamente pulido del propio Decathlón y me encantó la facilidad con la que las ruedas deslizaban sobre el suelo. Daba la sensación de que con un par de impulsos iba a ser capaz de cruzar el parking entero.

Luego en calles con su suciedad, sus baches, sus raíces, sus hojas caídas y sus piedrecitas vamos a ir notando cada uno de esos elementos que, además, se encargarán de robarnos velocidad obligándonos a impulsarnos con más frecuencia de lo que nos gustaría; pero al menos en esos casos las suspensiones hacen algo más llevadero el trayecto. Si el patinete no llevara los amortiguadores las vibraciones harían que hasta vierais borroso al coger algo de velocidad.

De momento las ruedas no presentan desgaste significativo pese a haber hecho ya unos 100 Km aproximadamente. Donde si veo algo de desgaste es en el freno principal, puesto que la parte del interior del guardabarros que roza con la rueda ha perdido ya algo de la capa negra que lo recubre y se ve el color metálico. Esto es algo que podéis apreciar en la foto que os voy a poner a continuación. De momento es una cosa mínima, pero creo que con el paso del tiempo (muuuuucho tiempo) esa pieza llegará a desgastarse bastante y lo suyo sería cambiarla antes de que alguna arista de la estructura interior pueda llegar a dañar la rueda. Por lo que sé, Decathlon cuenta con recambios para todos los elementos del patinete.

Como os digo los desgastes de ruedas y frenos son mínimos pero, sea como sea, de momento ambos elementos se están haciendo amigos y eso es bueno. Me explico: la superficie de la rueda tiene curvatura hacia los lados y la superficie del freno es plana, por lo que al estrenar el patinete la superficie de contacto entre ambos es mínima cuando frenamos. A medida que vamos usando el freno, ambas superficies se van desgastando y por tanto sus formas cada vez «encajan» mejor, por lo que la frenada va ganando algo de potencia; si bien ya os decía que no tiene nada que ver con el rendimiento de los frenos del patinete eléctrico de Xiaomi.

Lo de la correa de transporte me parece algo innecesario. Al final cuando vas en marcha con ella colocada en la barra vertical los enganches metálicos van haciendo ruido y rayando el plástico del guardabarros delantero y cuando te echas el patinete al hombro tiendes a mancharte la ropa con el polvo (y cosas peores) que siempre cogen las ruedas. Por tanto, cuando tengo que transportar el patinete lo que hago es plegarlo y o bien lo cojo a pulso con la mano o bien lo agarro del centro del manillar y lo llevo como si de un trolley se tratara.

Por la calle con este patinete no eres el centro de atención de todo el mundo como ocurría con el Xiaomi. Es bastante más discreto y pequeño, de modo que sólo los niños parecen fijarse en nosotros quedándose mirando a las ruedas porque en comparación con sus patinetes de ruedas de 100 mm éste parece un deportivo. Si no os hace gracia ir llamando la atención allá donde vayáis, un patinete como éste es una opción mucho más discreta que su primo eléctrico oriental.

Una cosa que hacía con el patinete eléctrico y que con este casi me hace salir por orejas es meterme por hierba directamente desde el carril bici. Dado que el Xiaomi es de tracción delantera, si pasamos del asfalto a la hierba no pasa apenas nada porque la rueda tira de nosotros igualmente. En el caso de un patinete como éste, en el momento que la rueda delantera toca la hierba se frena radicalmente y si vamos muy deprisa y/o llevamos el peso desplazado hacia delante podemos hacer un Superman en toda regla. Es un patinete pensado para el asfalto y los pavimentos en buen estado, así que ni penséis en hacer off-road de ningún tipo ni acrobacias como las de Claudius Vertesi.

En cuanto a labores de mantenimiento, un detalle que me gusta mucho es que con un juego de llaves Allen podemos desmontar cualquier componente del patinete a excepción de la clásica tuerca-contratuerca de la dirección. En realidad no hay demasiado que hacer ya que viene todo apretado de fábrica y lo más seguro es que nuestra única labor en este sentido será la de cambiar las ruedas cuando estén muy machacadas (cuestan 10 euros cada una en Decahlon y vienen con los rodamientos incluidos) y el freno trasero cuando tenga un «surco» apreciable.

Aparte de esto yo os recomiendo comprobar de vez en cuando que no haya nada suelto y mantener más o menos limpio el patinete en general, ya que esto ayudará a que no se acumule polvo en zonas que pueden ocasionar un desgaste prematuro de ciertos componentes como los rodamientos de las ruedas.

Y a grandes rasgos eso es todo. Como os decía antes, a día de hoy llevo unos 100 Km recorridos con este patinete y estoy bastante contento con él. No diré que sea mejor que el Xiaomi porque son dos cosas diferentes y reconozco que para desplazarse es mejor la opción eléctrica; pero la sencillez y la facilidad de transporte del Town 7XL es lo que me llevó a hacerme con él.

Lo mejor

  • El silencio y la suavidad de marcha sobre suelo liso
  • La ligereza y tamaño del patinete a la hora de cargar con él una vez plegado
  • Las suspensiones, que aportan un plus de comodidad al circular

Lo peor

  • La escasa capacidad de frenada, sobre todo durante los primeros días de uso
  • Poca adherencia de las ruedas sobre suelos húmedos
  • La ausencia de luces y timbre, elementos básicos para desplazamientos urbanos

Conclusiones

Poco a poco los patinetes para adultos se están convirtiendo en un medio de transporte muy válido para las abarrotadas ciudades. Desde mi punto de vista los modelos eléctricos son mucho más cómodos para movernos sobre ellos, pero si tenemos que plegarlos y cargar con ellos todavía son demasiado pesados y voluminosos además de que si surgen problemas con sus baterías la resolución de los mismos puede ser costosa y/o compleja.

Por eso no debemos descartar del todo la opción de hacernos con un patinete «de los de toda la vida»; ya que aunque va a requerir de nuestro esfuerzo para movernos de acá para allá, a la hora de cargar con él es más pequeño y liviano. Además, su precio es mucho menor, el mantenimiento a realizar es prácticamente nulo y la autonomía va a depender exclusivamente de las fuerzas de nuestras piernas.

Seguramente una bicicleta urbana sea un medio más cómodo y eficaz, pero sigue siendo un problema a la hora de meterla en un centro comercial, un autobús, la consulta del médico… Cosas que con un patinete como éste del que hoy os hablo no os causarán ningún quebradero de cabeza.

-Actualización 20/05/2018-

Han pasado ya varios meses desde que adquirí el Oxelo Town 7XL y creo que es buen momento para, con ayuda de la perspectiva que dan el tiempo y la experiencia, comentar alguna cosa al respecto, ya sea para afianzar conceptos que salieron en la review inicial como para desmontar otros.

Por un lado, compruebo con alegría que pese a que le he dado bastante uso al patinete, no se aprecian desgastes significativos en las piezas sometidas a abrasión como son los frenos, los puños o las ruedas. De hecho los puños se encuentran exactamente en el mismo estado que el día que saqué el patinete de la caja, así que en ese sentido un diez para Decathlon.

Por su parte, la pieza metálica que actúa sobre la rueda al presionar la maneta de freno en el manillar presenta un ligero desgaste (inicialmente era plana) de tal modo que ahora la rueda y ella tienen el mismo perfil, mejorando en la medida de lo posible la frenada. Sea como sea, el uso del freno del manillar sólo es recomendable si vamos a baja velocidad en llano y queremos ir más despacio teniendo la situación controlada. En caso de frenazo brusco lo mejor es emplear directamente el freno de pie lo más fuerte posible, ya que es capaz de detener el patinete en mucho menos espacio.

Este freno de pie tan característico de los patinetes también se ha ido desgastando ligeramente hasta ir adoptando la misma forma de la rueda, de modo que ahora la fricción es mayor y eso se nota en el poder de detención. De todos modos, éste sigue siendo algo escaso, sobre todo a la hora de bajar pendientes y especialmente si lo comparamos con mi admirado freno de disco del Xiaomi M365, por lo que os recomiendo que extreméis la atención al entorno si vais rápido.

Por cierto, comentar también que en mojado los frenos están prácticamente de adorno, por lo que me reafirmo en aquello que os decía de que si os pilla un chaparrón por el camino es mejor que os bajéis y continuéis vuestro trayecto a patita si no queréis partiros la crisma.

Ah, y ya que hablamos de frenos me gustaría comentaros una cosa curiosa que no quiero pasar por alto. En ocasiones, en bajadas pronunciadas en las que iba a cierta velocidad como es lógico mantenía pisado el freno trasero con fuerza para ir más despacio. Una vez que la calle iba recuperando la horizontalidad y mi velocidad ya era adecuada soltaba el pie y entonces, al ir a apoyar mi dedo índice en la maneta de freno (una manía que tengo desde mis tiempos de mountain biker) sentía un picotazo que al principio pensaba que era cosa de algún insecto.

Pues bien, no era ninguna avispa ni nada que se le pareciera; sino electricidad estática: el patinete se cargaba con la fricción del freno trasero y como va aislado tanto de mí como del suelo mantiene la diferencia de potencial hasta que yo tocaba algo metálico y entonces… ¡ZAS! Chispazo al canto.

En invierno no es un gran problema porque al ir con guantes no me daba la descarga de estática, pero en verano, con los dedos al aire iba temeroso del posible chispazo en cada bajada larga. Al final lo que hice fue usar funda termoretráctil de 13 mm para aislar la maneta de freno y que así no me pegara el chispazo de ninguna manera.

Mi teoría es que la maneta me pegaba el calambrazo porque está unida al conjunto de freno trasero y leva a través del cable metálico que lo acciona y de ahí que el potencial eléctrico que adquiría esa pieza al rozar con la rueda pasará a mí a través del dedo cuando me disponía a usar el freno manual. La prueba de esto es que desde que he aislado la maneta no me ha vuelto a ocurrir, así que si os pasa lo mismo os recomiendo que pongáis el termoretráctil, porque una tira de un metro cuesta menos de un euro en cualquier tienda de electrónica y siempre podéis darle otros usos a lo que os sobre.

Por lo demás la suspensión sigue teniendo el buen tacto de siempre (tenía miedo de que con el paso del tiempo algún elemento de la misma se fuera ablandando y fuera haciendo tope en cada bache), la estructura apenas tiene arañazos, no hay holguras de ningún tipo en la dirección o el mecanismo de plegado, las rodamientos de las ruedas siguen girando sin ningún tipo de fricción, la plancha de caucho con relieve donde apoyamos los pies sigue en perfecto estado y, en general, el patinete sigue teniendo el mismo aspecto de cuando lo estrené pese a haber hecho con él bastantes kilómetros (no podría precisar cuántos, aunque calculo en números gordos que del orden de 300) y haber ido siempre guardado en el maletero de mi coche con lo que ello implica en cuanto a cambios de temperatura, pequeños golpes, rozamientos con otros elementos…

Ah, por cierto, en todo este tiempo no se ha aflojado ni un sólo tornillo ni he tenido problemas con los cierres rápidos. Lo único que sí he tenido que hacer es engrasar ligeramente la zona de plegado porque al no tener grasa originalmente al poco tiempo empezó a crujir a cada impulso; pero aunque es algo bastante escandaloso con dar una fina capa de grasa se acabaron los ruidos, así que si os ocurre no os preocupéis.

Me gustaría comentar que una de las cosas que más me gustan de este patinete es que cuando circulas con él tienes la sensación de que por su robustez y sencillez de construcción nunca te va a dejar tirado. Daos cuenta de que no hay una batería que vaya a fallar, ruedas neumáticas que puedan pinchar en cualquier momento, un motor que pueda dar problemas mecánicos y/o eléctricos… Y como os digo, esa sensación de fiabilidad es una cosa que a mí me resulta reconfortante.

En cuanto a la forma física, con el tiempo he llegado a recorrer del orden de 15 Km de una vez sin que eso supusiera grandes agujetas al día siguiente. Como os comenté en su momento, al final todo es acostumbrarse a los movimientos de tobillo que requiere este medio de transporte para poder movernos. Eso sí, os recomiendo que le cojáis el truco a impulsaros con cualquiera de las dos piernas, porque la que va flexionando se os va a ir cargando poco a poco y llegará un momento en el que o cambiáis de pierna o tendréis que parar un rato.

Lo peor de un patinete como este es subir pendientes, porque al tener que patear el suelo con más fuerza y frecuencia es algo realmente agotador. Yo lo que hago en cuestas pronunciadas es ir caminando mientras empujo el patinete, ya que por la suavidad con la que rueda y el escaso peso que representa se puede decir que va casi sólo.

En definitiva, sigo estando muy contento con la adquisición del Oxelo Town 7XL y cada vez le encuentro más la gracia a eso de no depender de baterías ni pinchazos para recorrer los carriles bici de la ciudad. Eso sí, cuando llegan las subidas se echa de menos un motor eléctrico que ayude a nuestras maltrechas piernas, porque la gravedad, en este tipo de cacharros, parece tirar más que de costumbre.

Más información

Time-lapse: Ida y vuelta por el Gurugú

Llevaba tiempo sin escribir. Concretamente desde la última tarde de 2016, lo que representa casi dos meses y medio en el que es, seguramente, el periodo de sequía creativa más larga hasta el momento.

En las últimas semanas multitud de ideas han acudido a mi mente, pero por uno u otro motivo no he sabido sacar tiempo para sentarme ante el teclado para plasmarlas en algo tangible. Alguna fotografía sí que he realizado, pero reconozco que tengo la cámara dejada un poco de lado en espera de épocas en las que disponga de algo más de tiempo libre, que es algo que siempre ayuda a que florezca la inspiración.

Pero bueno, lo que hoy quería mostraros es un sencillo time-lapse de apenas dos minutos en el que condenso un trayecto de ida y vuelta entre el barrio de Nueva Alcalá y un conocido supermercado situado en Los Hueros, para lo cual hay que recorrer el trazado de la carretera que asciende por el monte Gurugú.

Hay otra variante para subir mucho más «ratonera», pero dado que mi intención no es la de ir de rallye sino simplemente mostraros a cámara rápida movimientos que solemos percibir de manera mucho más lenta, creí que sería mejor conducir por esta carretera de curvas amplias y aspecto despejado.

No sé si os habréis dado cuenta, pero esto de los time-lapses es algo que me resulta muy atractivo y que ya he introducido en alguna que otra entrada como aquella en la que os narraba un viaje a Cantabria.

Por cierto, tengo en mente un artículo de tipo científico-tecnológico de esos que tanto me gustan y que espero no me lleve demasiado tiempo sacar a la luz. La idea está plantada, así que ahora sólo tengo que ir regándola y esperar a que crezca lo suficiente.

¡Nos leemos!

El pimiento ruso

Este fin de semana me acordé de una frikada a la que solíamos jugar hace muchos años mis hermanos y yo: el pimiento ruso. Juego que no sé si inventamos nosotros o bien ya lo jugaban nuestros ancestros en alguna aldea gallega; pero el caso es que un día se nos ocurrió y estoy seguro que de haberlo grabado y colgado en Youtube (que por aquella época ni siquiera existía) la cosa hubiera tenido su éxito porque era algo digno de verse.

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No sé si sabréis en qué consiste el «juego» de la ruleta rusa. Por si acaso aquí os dejo un enlace a la definición en Wikipedia; si bien en nuestro caso no había balas, pistolas ni dinero de por medio, sino tan sólo una bolsa de pimientos de Padrón que, por si no los habéis probado nunca, están riquísimos.

Este tipo de pimientos tienen la peculiaridad de que unos saben a pimiento sin más y otros pican de una manera muy bestia sin poder distinguir a simple vista si son de un tipo o de otro. Es decir, que si en una bolsa vienen 50 pimientos, a lo mejor 10 de ellos son picantes (MUY picantes) y el resto son totalmente inofensivos.

La gracia del asunto consistía en que nos sentábamos a la mesa y de la sartén de pimientos recién hechos cogíamos por el rabito uno cada comensal y a la de tres nos lo metíamos entero en la boca masticándolo con fuerza. Durante los primeros instantes ninguno sentía el más mínimo picor, pero a aquel (o aquellos) que le había tocado uno de los picantes, de repente empezaba a notar un fuego intenso que se iniciaba en la lengua e inexorablemente iba avanzando y creciendo en su interior ante las risas del resto del grupo.

Cremá Oropesa 2011

En mi caso particular, recuerdo uno que me tocó una vez que, además del consabido picor intenso en la boca, consiguió que empezaran a caerme unos lagrimones considerables por las mejillas, a hincharse los labios e incluso a zumbarme los oídos mientras daba vueltas por la cocina soltando todo tipo de improperios y agitando los brazos como un gorrión aprendiendo a volar.

No recordaba haber probado nada más picante en mi vida y pese a que después me bebí casi un litro de agua y un par de vasos de leche y que engullí media docena de quesitos, un buen trozo de pan, un tomate y un yogur, no conseguía sacarme el picor de encima. Era como si me hubiera tragado una bola de napalm y se hubiera incendiado en mi estómago dejando además mi lengua con la textura de un neumático usado.

Como os decía hace unos párrafos, la gracia del juego es que a priori no sabías si el pimiento que estabas a punto de degustar iba a ser algo delicioso o un bomba que estaba a punto de arrasar totalmente tu sentido del gusto durante unas cuantas horas; pero lejos de apostarnos dinero o cualquier otra cosa, esa incertidumbre visible en nuestras caras cuando teníamos el pimiento en la mano era lo que hacía de este juego toda una experiencia.

Disfrutando del sol en el parque Juan Carlos I

Como tantas otras veces, aproveché una mañana de fin de semana para levantarme temprano y dirigir mis pasos a uno de mis lugares favoritos de Madrid: el parque Juan Carlos I.

Juan Carlos I

Sé que ya os he hablado alguna que otra vez de este lugar incluso de algún rincón en concreto; pero una vez más no me resisto a compartir con vosotros algunas imágenes capturadas con la inestimable ayuda de mi cámara. Espero que os gusten y que si nunca habéis estado allí os animéis a conocer este inmenso espacio verde de Madrid.

Juan Carlos I

Juan Carlos I

Juan Carlos I

Juan Carlos I

Juan Carlos I

Juan Carlos I

Juan Carlos I

Juan Carlos I

Juan Carlos I

Juan Carlos I

Bonus: Geometría Escheriana en las cercanías del acceso peatonal al parking del auditorio

Doble mayoría de edad

Hoy hace 18 años que cumplí 18 años; pero el problema es que estos se me han pasado muchísimo más rápido. No sé si esta «doble mayoría de edad» tiene algún tipo de implicación en cuanto a deberes y responsabilidades, pero llevaba unos días dándole vueltas a este hecho y me apetecía dedicar unas líneas al inexorable paso del tiempo.

Veréis, si echo la vista atrás soy capaz de recordar aquel cumpleaños de 1998 con claridad: el bar La Chopera, mucha gente, tortillas de patatas, minis de 43 con vainilla, paquetes de tabaco de acá para allá… Era el último año de instituto y sabía que muchos de los que allí estábamos iríamos perdiendo el contacto poco a poco; aunque por suerte la mayoría de los que éramos grandes amigos por aquel entonces lo seguimos siendo hoy en día.

Cumpleaños total (Enero 1998)

Enero 1998

De todos los que aparecen en la fotografía que tenéis aquí arriba sé que hay gente que acabó siendo pareja, algunos han tenido hijos, otros están viviendo en el extranjero, uno de ellos murió en el 11-M y de otros, sencillamente, no sé nada de nada. Y parece una broma del destino, pero en Spotify está sonando mientras escribo estas líneas «Los amigos que perdí» de Dorian.

Confieso que cuando miro fotografías de aquella época me vienen a la mente buenos recuerdos, pero no es que experimente una especial añoranza por esos años pasados porque si me siento un rato a poner las cosas en perspectiva me doy cuenta de que a medida que ha pasado el tiempo he ido mejorando en todos los aspectos de mi vida y, a día de hoy, me considero una persona esencialmente feliz.

Julio 2013

No puedo quejarme para nada de cómo me han ido las cosas en los últimos tiempos tanto en lo personal como en lo laboral: mi familia tiene buena salud, llevo ya más de cinco años junto a una persona maravillosa, disfruto de mi trabajo cada día y no envidio nada ni a nadie.

No sé dónde estaré dentro de otros 18 años (para entonces tendré 54, que se dice pronto) pero confío en seguir sintiéndome afortunado por las cosas que me pasan en la vida.

10 de enero de 2016

10 de enero de 2016

¡Nos leemos!

Un regalo diferente

Puede que algunos recordéis aquella entrada de principios del verano en la que os hablaba de una exposición colectiva en la que participaba mi hermana. Como allí podéis ver, la inauguración fue un éxito y sus ilustraciones llamaron la atención de los muchos curiosos que pasaron por allí (algo de lo que pude ser testigo directo aquella tarde) pero la exposición terminó y la vida continuó.

Durante este interludio de tiempo Estela se ha dado de alta como autónoma y gracias a ello le han ido saliendo algunos trabajos para diversas empresas. Por cierto, me hace especial ilusión comentaros que el último de ellos ha consistido en ilustrar los libros que la alianza entre McDonalds y Top Chef está regalando en estas fechas cuando compras un par de menús. Yo, por supuesto, me he hecho con ambos ejemplares.

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El caso es que ahora (inquieta que es ella) se ha animado a abrir una tienda online bajo la plataforma ETSY donde tiene a la venta reproducciones de alta calidad y en diferentes tamaños de algunas de sus ilustraciones; de modo que si queréis hacer un regalo diferente estas Navidades puede ser una buena opción. Os dejo un enlace a continuación por si queréis echar un vistazo, ya que enseguida vais a ver que sus obras tienen un estilo muy peculiar y están llenas de vivos colores:

Estela Perez Illustration

Estela Perez Illustration

Comentaros también que realiza envíos a todo el mundo y que en mi casa ya cuelga una de sus ilustraciones que, precisamente, retrata a su forma y a su modo el que sin duda es mi rincón favorito de Madrid. Por cierto, las ilustraciones se envían sin enmarcar para que así vosotros podáis ponerle luego el que mejor case con el rincón donde vaya a estar colgado.

Madrid

Sólo os pido que le echéis un vistazo a la tienda y se lo comentéis a quien consideréis que pueda estar interesado, ya que es un proyecto que acaba de empezar su andadura y ya se sabe que los inicios siempre son complicados.

¡Muchas gracias por vuestro tiempo!

En la primera exposición de mi hermana

Desde muy pequeño fui consciente de que la pintura era, con diferencia, lo que peor se me daba en la vida: lo que en mi mente era una casa con jardín mis manos lo plasmaban en forma de tres palotes, un triángulo y un manchurrón verdoso. Una figura humana se parecía más bien a una especie de Mr Potato deforme y el día que traté de dibujar un gato me falto poco para ser denunciado por una asociación de amigos de los animales por atentar contra el honor de los felinos.

Nunca entendí cómo se me podía dar tan mal todo aquello que tuviera que ver con las artes plásticas; y más siendo mi madre decoradora. Pero por suerte, los años pasaron y, gracias al cielo, me fui decantado por ramas más científicas dejando de lado los pinceles y los lienzos olvidando poco a poco, como quien no quiere la cosa, mi manifiesta inutilidad artístico-manual y centrándome en la fotografía y la escritura como formas de expresión.

Sin embargo, desde hace un tiempo he empezado a comprender el origen de esto: la cosa es que toda la capacidad artística se la había quedado mi hermana sin dejarnos a los demás ni siquiera las migajas. Como si de una mina de oro se tratara, mi hermano y yo hemos estado escarbado en el suelo del arte con una cucharilla de helado mientras que ella lo hacía con una Komatsu PC8000.

IMG_20150616_192433Visto en perspectiva, hay que reconocer que Estela apuntaba maneras ya desde pequeña, siempre ganando los concursos de dibujo que organizaban en el colegio y destacando en toda manifestación artística en la que se metía. El tiempo fue pasando y en estas que un buen día se convirtió en ilustradora, tocando varias temáticas y estilos creando tanto obras pictóricas como cuentos y relatos ilustrados. Una profesión arriesgada, valiente y en la que cuenta mucho estar en el momento adecuado y en el instante preciso.

Y como en la vida una cosa te lleva a la otra casi sin que te des cuenta, resulta que ahora está metida en la que es su primera exposición. Una exposición compartida con otros autores; pero el caso es que allí está ella con dos cuadros, un microcuento y, además, con tres dioramas 3D realizados junto con otros compañeros de su grupo de ilustración.

P6166726La inauguración de la exposición tuvo lugar el pasado miércoles y allí estuve yo dando cobertura y apoyo moral a mi hermana, que aparte de mí también contó con un nutrido grupo de amigos y compañeros de trabajo que no se quisieron perder el estreno de todo aquello.

Como podéis ver en las fotos que ilustran esta entrada (ya siendo la poca calidad de las mismas, pero ese día no me apetecía cargar con la réflex) la afluencia de público fue más que considerable, hasta el punto de que los organizadores estaban encantados con el éxito de la edición de este año.

IMG_20150616_201032Si os queréis pasar por allí, la exposición estará abierta al público de forma gratuita hasta el 9 de julio en el Instituto Egipcio de Estudios Islámicos de Madrid (que se encuentra a escasos 5 minutos andando de la estación de Nuevos Ministerios) en horario de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 de lunes a viernes y también los sábados de 10:00 a 14:00.

Comentar que la gran mayoría de las piezas expuestas (cuadros, esculturas, dioramas…) se encuentran a la venta, de modo que si queréis colgar un trocito de arte original en las paredes de vuestra casa puede ser una buena oportunidad.

IMG_20150616_195011Y ya que estamos, me gustaría recomendaros la visita al Tumblr de Estela, ya que en él va colgando algunas de las obras que va realizando. Cada vez que me meto en él y veo cómo plasma sus ideas en diversos estilos me maravillo, ya que como os he dicho al principio de este artículo, tengo la misma habilidad para la pintura que un mono haciendo mayonesa.

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También podéis encontrarla en Facebook y Twitter, de modo que si andáis buscando a alguien que os pueda ilustrar algún texto o lo que sea, poneos en contacto con ella porque seguro que se le ocurrirá algo que encaje con vuestras necesidades.

¡Saludos!

Aquellos viajes por carretera

Hoy he estado viendo fotografías de hace ya algún tiempo que me han traído muchos recuerdos. Pero no recuerdos de un lugar concreto; sino de los viajes hacia y desde aquel lugar.

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Hace ya dos años que terminó esa época de mi vida en la que estuve trabajando y viviendo en Oropesa del Mar y, si bien no echo de menos aquello porque para mí Madrid siempre será Madrid, sí que tengo que reconocer que a veces me entra añoranza de aquellos trayectos en coche entre Madrid y Castellón que hacía muchos fines de semana.

Y es que para mí el disfrute de un viaje comienza en cuanto cierro la puerta de casa. Si me voy a de vacaciones, de fin de semana, de puente o de lo que sea, el propio viaje que me separa de mi destino es, en sí, algo que disfruto enormemente.

Through the night

Al haber estado allí tanto tiempo, he tenido ocasión de contemplar los paisajes que iba atravesando en mis viajes durante todas las épocas del año. He viajado con frío, con calor, con niebla, con lluvia… Y hasta recuerdo un par de ocasiones en las que por la provincia de Cuenca ha llegado a granizarme y nevarme. De hecho recuerdo que ese día del granizo salí de Oropesa con sol y llegué a Madrid ya de noche pero con un cielo completamente despejado; pero el caso es que por el camino la cosa cambió radicalmente durante los kilómetros que me tocó conducir bajo bolas de hielo.

También me acuerdo de un día en el que un cielo que parecía estar en llamas me sorprendió ya casi llegando a Castellón, de modo que me detuve en la primera gasolinera que encontré y desde allí hice una foto que también me evoca a aquellos viajes de ida y vuelta por autopista.

The sky is in flames!

Cuando los viernes que venía a Madrid, después de más de 400 kilómetros de carretera, veía las famosas cuatro torres en la lejanía sentía que ya estaba llegando a la que nunca ha dejado de ser mi casa. Y recuerdo muy bien aquella sensación que me embargaba al saber que en apenas media hora me esperaba un paréntesis de dos días en la soledad del corredor de fondo de aquellos tiempos.

Campo y ciudad

Mis recuerdos de aquellas tardes viajeras son las de un aventurero que disfrutaba del sol, de las nubes, de las canciones de Bob Dylan, del rumor de las ruedas acariciando la carretera… Además de todo eso, cuando viajas sólo y fuera hace frío, un café en medio del camino puede ser la sensación más agradable del mundo.

Mi lugar de parada era siempre el mismo: el Autogrill de Castillejo de Iniesta (A-3, km 225) tanto por ser el punto medio exacto de mis viajes como por servir un café capaz de despertar a un oso pardo en plena hibernación. Como os decía, cuando atravesaba la puerta de aquel lugar y me envolvía un suave aroma a café, por unos minutos me sentía casi como en casa; o al menos me hacía pensar en que ya me quedaba poco para llegar a mi destino.

Café

En lo meramente carreteril, durante dos años sólo tuve un susto más o menos importante: en la parte de la A-7 que rodea Valencia una vez un tipo que conducía un Mini color azul que circulaba por el carril central lanzó por la ventanilla un bote vacío de Red Bull que comenzó a dar saltos de un lado a otro haciendo que todos los que íbamos detrás de él comenzáramos a dar frenazos y volantazos para evitar que en uno de sus alocados saltos el envase de aluminio acabara estampado contra algún parabrisas.

Realmente pasé unos segundos de miedo en el caos que se organizó allí en un momento. Se escuchaban bocinazos, ruedas chirriando y luces de freno por todos lados mientras todos nos acordábamos de la familia de aquel idiota que a punto estuvo de liar una bien gorda en medio de la autopista por un comportamiento que no tiene justificación alguna.

Columbretes

Os juro que deseaba que alguno de los vehículos que iban atemorizados a mi lado fuera un coche patrulla camuflado y saliera disparado detrás de aquel Mini, pero no fue así y su insensato conductor prosiguió su marcha como si nada mientras los de detrás sudábamos tinta para no golpearnos los unos contra los otros en una especie de baile sobre el asfalto a 120 Km/h.

Como os decía antes, he conducido en todo tipo de condiciones meteorológicas tanto de día como de noche (en invierno poco después de partir el sol ya empezaba a ocultarse en el horizonte) pero nunca me ha supuesto ningún problema porque he sabido adaptarme a las condiciones de la vía. Sin embargo, uno nunca se imagina que le va a tocar esquivar un bote saltarín entre los carriles de la autopista.

Cierto es que fueron muchos viajes y muchos kilómetros; pero lo bueno para la mecánica de mi coche es que al ser todo por autopista despejada y a velocidad constante se dan las circunstancias ideales para un turbodiesel, cuya finalidad es hacer muchos kilómetros cómodamente y gastando muy poco. Como ya os dije en la entrada que trataba del tema, un moderno turbodiesel no está hecho para la ciudad y sus constantes semáforos, atascos, acelerones y demás…

Audi A1

Pocos vendedores os contarán eso si entráis por la puerta del concesionario diciendo que queréis un coche de gasóleo porque «anda mucho y gasta poco» (que es la idea con la que se queda la mayoría de la gente) pero si hacéis casi todo el kilometraje por ciudad, yo optaría por una mecánica de gasolina que al no generar carbonilla os dará muy pocos problemas mecánicos. Sin embargo si, como yo, el 90% de los kilómetros los hacéis por carretera despejada, un turbodiesel os dará muchas alegrías y veréis que la aguja del combustible baja a un ritmo casi imperceptible.

Ha habido viajes en los que no me separado de mi ruta ni un milímetro, pero también en otros ha salido mi vertiente exploradora y he aprovechado para visitar algún pueblo que me había llamado la atención en la lejanía aunque eso supusiera llegar más tarde a mi destino. Como os decía, en aquellos viajes en soledad sin más compañía que la radio me sentía como un pequeño punto en medio de la inmensidad del paisaje y a veces me gustaba sentirme parte de él por si llegaba (como al final llegó) el día en el que ya no tuviera que volver a mi tierra porque sencillamente volvía a vivir en ella.

Un vistazo al mar

¡Nos leemos!

Dando vueltas al mundo

Recuerdo que a mediados de la década de los ochenta mi padre tenía un Citroen GS y una mañana de domingo, cuando íbamos hacia Madrid para comer en casa de mis abuelos, me dijo orgulloso: «Mira Luis, el coche acaba de cumplir 40000 kilómetros, que es como dar la vuelta al mundo por el ecuador».

En aquel momento aquello me pareció una hazaña digna del mismísimo Marco Polo, pues imaginaba a aquel coche color crema que tenía un extraño velocímetro rotatorio en medio del salpicadero surcando los países que se iba encontrando mientras daba la vuelta al mundo por la línea imaginaria que discurre entre los dos hemisferios del planeta.

Llegar a esa cantidad de kilómetros le llevó a mi padre entre seis y siete años, ya que por aquella época iba al trabajo en transporte público y apenas movía el coche más que en vacaciones y durante los fines de semana. Supongo que a él mismo también le parecería una proeza y de ahí su orgullo al narrarlo en aquel momento.

Han pasado muchos años desde entonces, pero ayer por la noche vino con fuerza este recuerdo a mi mente cuando me di cuenta de que mi coche (un Opel Corsa D Ecoflex de finales de 2010) acababa de superar los 160000 Km, que es como dar cuatro veces la vuelta al mundo por el ecuador. Cifra que, además, he alcanzado en menos de cuatro años, de modo que se podría decir que he repetido aquella gran aventura de dar la vuelta al mundo sobre cuatro ruedas más o menos cada año.

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Sé que el hecho de hacer 160000 Km en coche hoy en día no tiene ningún mérito y que la gente que se dedica al transporte realiza estos kilometrajes en apenas unos meses; pero reconozco que me gustó pensar en ese niño que casi treinta años después acabó cuadriplicando aquella vuelta al mundo que tanto le fascinó en su momento.

Madrid de mis amores

Ha pasado ya más de un año desde mi regreso a Madrid: la ciudad que ha sido mi cuna y mi casa durante casi toda mi vida y por la que siento un apego muy especial. Me siento contento y afortunado de haber podido volver a estas tierras; pero sobre todo tengo la sensación de que ahora veo Madrid desde la perspectiva del que la ha echado de menos en la lejanía.

Madrid

Mentiría si dijera que no estuve a gusto en Oropesa del Mar, porque la experiencia de vivir allí durante más de dos años me ha dado alas tanto en lo personal como en lo profesional. Durante ese tiempo aprendí a organizar una casa, a valorar el tiempo libre, a echar de menos a la gente que quiero, a ser totalmente independiente… y en cuanto al trabajo se refiere, lo más satisfactorio para mí fue llevar el control de una planta industrial y dirigir a un equipo humano unido y sólido que espero que nadie desmonte ahora que otra persona es su responsable.

Sin embargo, siempre eché de menos Madrid. Cuando durante esa época de mi vida venía los fines de semana y paseaba con mi novia, siempre decía lo mismo: «Ahora es cuando más cuenta me doy de lo bonito que es Madrid». Por eso, cuando la empresa me ofreció la posibilidad de regresar no tuve que pensármelo mucho: eso significaba estar todos los días cerca de mi gente, volver a pasear por las calles que me han visto crecer y, en definitiva, ser más feliz.

Un rincón a la sombra

Sólo lo sentí por la gente que conocí en Oropesa y de la que no me pude despedir por lo apresurado de mi regreso: el panadero del pueblo, los porteros de la urbanización, Paco el fotógrafo, los camareros de la heladería La Jijonenca, los dueños de Doña Resu, gente relacionada de un modo u otro con mi trabajo… Cuando vuelva por allí y me los cruce aprovecharé la ocasión para disculparme; pero creo que pasará una larga temporada hasta que vuelva a aparecer por aquellos rincones porque, aunque hace ya tiempo de mi regreso, el cuerpo todavía me pide «descansar» de Oropesa. Aun así, creo que en general se habrán alegrado por mí, porque ellos sabían que en mi mente siempre estuvo la idea de volver a Madrid algún día.

Jadines de Sabatini (Madrid)

Madrid es vida y alegría, es gente por todos sus rincones, es tráfico y es polución, es el Retiro y el Palacio Real, es Malasaña y es Chamberí, es el Thissen, el Rastro, las cuatro torres y las corralas de Lavapiés. Madrid son ambulancias sonando en la lejanía, es la Plaza Mayor y el Mc Donalds de Callao, es el Metro entrando en la estación, es una terraza en la Castellana o un autobús descubierto en Colón. Es Cibeles y Neptuno, la M-30 y la Gran Vía, la estación de las Delicias, un enjambre de taxis, una tienda de antigüedades, un malabarista en un semáforo, un bocadillo de calamares.

En barca por el lago del Retiro

Todo eso siempre estuvo ahí, pero es de un tiempo a esta parte cuando he empezado a valorarlo como se merece. Madrid, como toda gran ciudad, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas; pero Madrid siempre será ese Madrid al que odias cuando estás en él pero añoras cuando estás lejos tal y como cantaba Joaquín Sabina.

Palacio de cristal

¡Nos vemos por Madrid!

El 2012 en retrospectiva

Como de costumbre, casi sin avisar el 2012 llega a su fin. Han sido doce meses de madrugones, idas, venidas, muchas alegrías, pocas decepciones y alguna que otra sorpresa; pero el caso es que tengo la sensación de que desde la pasada Nochevieja todo ha sucedido en apenas un suspiro así que, como suelo hacer cada año, vamos a echar la vista atrás por un instante.

Pasa la vida

Se va un año del que no me puedo quejar para nada y durante el cual he seguido disfrutando de mi gente, mi trabajo y mis aficiones de modo que al 2013 sólo le puedo pedir que las cosas sigan, cuanto menos, igual. Sea como sea, siempre he pensado que uno ha de intentar siempre avanzar, así que espero que en un futuro cercano lleguen nuevos retos que me hagan evolucionar a todos los niveles.

En lo que al blog respecta, repasando las entradas de los últimos doce meses me gustaría hacer una pequeña selección de los artículos que, para mí, son los más destacados del año. Puede que no sean los más leídos o los que más comentarios tienen; pero cuando me pongo a releerlos me traen muy buenos recuerdos.

Fotográficamente hablando, este año ha sido para mí el del despegue de las cámaras sin espejo, ya que mi Olympus E-PL1 me ha acompañado a casi todos los lugares donde he estado. No quiere esto decir que de buenas a primeras reniegue de mi querida réflex ni mucho menos; pero es verdad que ahora la cámara que me acompaña diariamente es la pequeña m4/3 y que la D300 ha quedado reservada para los días en los que expresamente voy a hacer fotografías de algo.

No sé que nos deparará el año que esta noche estrenaremos, pero lo que sí os puedo asegurar es que yo seguiré haciendo fotografías y publicando mis ocurrencias por aquí; de modo que pasad una noche muy divertida en buena compañía y en enero nos volvemos a leer.

Retrato formal

¡Feliz 2013!