Recuerdos de Oropesa (XIII)

Recuerdo bien cómo hice la fotografía que ilustra esta entrada: una mañana de sábado del mes de enero me había despertado cuando todavía era de noche y puesto que soy incapaz de «vaguear» en la cama más de cinco minutos enseguida puse los pies en el suelo, desayuné y me pegué una ducha.

Mirando por la ventana observé que el día estaba extremadamente despejado. Soplaba viento y las estrellas se veían en el cielo con una claridad muy particular, de modo que sin pensarlo demasiado cogí la cámara y subí al mirador del monte Bobalar para ver si desde allí podía hacer una buena foto de Oropesa.

Cuando llegué allí los primeros rayos del sol estaban asomando ya por el horizonte dando a la escena una iluminación preciosa. Pero no fue la visión de Oropesa lo que me llamó la atención, sino unas «manchas» que se veían a contraluz en la lejanía del mar rompiendo lo que debería de ser una recta perfecta.

Usando el teleobjetivo a su máxima focal enseguida pude distinguir un pequeño saliente puntiagudo a la izquierda de la imagen que no era otra cosa sino el faro de la isla principal del archipiélago de las Columbretes.

Islas Columbretes (III)

Lo más curioso de aquello es que de pequeño había intentado varias veces ver esas islas subiendo a este mismo lugar con prismáticos en días despejados pero no tuve éxito. El día que hice esta foto entendí por qué nunca había conseguido divisarlas de aquella manera; y es que gracias a que en esas fechas (en las que, por cierto, nunca antes había estado en Oropesa) el sol sale justo por detrás del archipiélago, el contraluz creado consigue hacerlas destacar entre la bruma que siempre existe en el mar.

Si el sol hubiera subido un poco más en el firmamento o bien iluminara a las islas por un lateral seguramente no las hubiera distinguido; pero en este caso estuve en el lugar indicado y en el momento preciso llevándome de recuerdo una foto inesperada.

Recuerdos de Oropesa (XI)

Hay un término en fotografía que se aplica a aquellas imágenes captadas al emplear una exposición larga en el periodo de tiempo durante el que a simple vista parece que ya es de noche pero en realidad todavía queda bastante luz en el cielo. Esto se denomina blue hour y viendo la siguiente fotografía entenderéis perfectamente el por qué de ese nombre.

Blue hour

Cuando disparé esta fotografía eran casi las ocho de la tarde de un 12 de enero, por lo que la oscuridad era casi total. De hecho, recuerdo que donde estaba situado (un monte cercano al mirador de Torre Colomera) apenas podía ver mi mano si estiraba el brazo, lo que os dará una idea de la luz ambiental que había disponible.

Sin embargo, al plantar la cámara sobre el trípode y dejar abierto el diafragma durante medio minuto a f/11 y con ISO 200, en la pantalla de la cámara apareció esa infinidad de puntos luminosos y un cielo con un precioso degradado de azul oscuro a naranja salpicado de pequeñas nubes. Milagros de la capacidad de recolectar fotones del sensor de la cámara.

Para situaros un poco , comentar que lo que tenéis en primer término son diversos chalets de la urbanización Torre Bellver (perteneciente al término municipal de Oropesa del Mar) y que más al fondo se puede distinguir perfectamente la amplia bahía que comienza en Benicassim y muere en las inmediaciones del puerto de Castellón.

¿Por qué no empleé una apertura mayor para así captar más luz? Pues porque entonces la profundidad de campo se vería reducida y todas esas luces del fondo serían apenas un borrón. Digamos que lo que tenéis aquí es una aplicación de la distancia hiperfocal sólo que en horario nocturno; de modo que se imponen diafragmas bastante cerrados para maximizar los elementos que permanecen enfocados en la composición.

«Efectivamente, es la hora azul», pensé, y con la satisfacción de haber conseguido la fotografía que había previsualizado en mi cabeza días atrás marche hacia casa a cenar.

Recuerdos de Oropesa (X)

A los que hayáis estado en la playa de La Concha de Oropesa del Mar entre los meses de junio y septiembre se os hará extraña la siguiente visión de la misma; pues seguramente echaréis en falta sombrillas, hamacas, camas elásticas, chiringuitos diversos y, sobre todo, oleadas de gente.

Paseo por la playa al atardecer

Durante el invierno esta playa se convierte casi en un rincón salvaje en el que apenas parece haber influido la mano del hombre. Y os aseguro que es un verdadero placer darse un paseo por la orilla del mar sin que nada interrumpa la visión de la arena y el mar; algo que sólo los que hemos pasado allí algún invierno hemos podido experimentar.

Afinando un poco más, también os llamará la atención ver cómo durante el invierno el sol se oculta prácticamente tras el puerto deportivo mientras que en los meses de verano el astro rey desciende tras la montaña que se empieza a adivinar en la parte derecha de la imagen al ser el arco que describe en el firmamento mucho más amplio.

Sutiles cambios en los que uno no se para a pensar si sólo conoce la faceta veraniega de este rincón del mediterráneo; y es que aunque pasar las vacaciones estivales en la costa es un placer, vivir allí durante el invierno también tiene su encanto.

Recuerdos de Oropesa (IX)

Si hay algo que me gustó fotografiar durante mi estancia en Oropesa del Mar fueron los amaneceres y atardeceres, pues la luz del mar otorga a estas instantáneas un aire muy especial.

Precisamente a estos últimos pertenece una fotografía que hice desde el mirador de Torre Colomera instantes después de la puesta de sol y que ahora me parece un bonito recuerdo de aquel pintoresco lugar.

Las últimas luces

El naranja intenso del cielo junto al negro del contraluz tanto del primer plano como del fondo así como la textura de la superficie del mar buscan una composición sencilla y «tranquila» en la que, si os fijáis, se aplica de forma casi matemática la regla de los tercios.

Este tipo de fotografías son producto de la paciencia; y es que recuerdo que para hacerla subí allí cuando al sol todavía le quedaba un rato para ocultarse y fui tomando varias instantáneas para luego en casa elegir la más adecuada. Las anteriores a esta mostraban un cielo excesivamente claro; mientras que en las posteriores el contraluz no era lo suficientemente acusado (aunque en otra entrada os mostraré una fotografía hecha durante la blue hour).

Como veis no es cuestión de llegar, disparar y largarse; sino que la cosa necesita de una mezcla de paciencia, sensibilidad y «buen ojo».

¡Nos leemos!

Recuerdos de Oropesa (VIII)

Volvemos a las fotografías con un cierto toque «cinematográfico». En esta ocasión el escenario es el túnel que cruza bajo la vía del tren en las inmediaciones de la estación de Oropesa del Mar; y es que un fin de semana cualquiera caminaba por allí con mi cámara en la mano cuando ante mis ojos apareció la siguiente escena:

Oropesa del Mar

Siempre me ha llamado la atención que cuando ves a alguien caminando a contraluz no sabes con certeza si viene o va; pero más allá de eso, son las líneas que dibuja el subterráneo y la claridad a su salida (donde se adivinan los escalones que nos devuelven a la superficie) lo que dirige la mirada del espectador a esa silueta que lleva una bolsa en la mano y le da a la composición un cierto halo misterioso.

En cualquier caso, como en muchas de mis fotografías, vuelve a ser la soledad el motivo principal de la imagen; pues como ya os he dicho en más de una ocasión, un lugar típicamente de veraneo es muy diferente cuando nos alejamos de la época estival y apenas cuatro gatos transitan por sus calles.

Un ejemplo práctico sobre el uso del flash de relleno

Pese a que lo del empleo del flash para evitar sombras y contraluces es algo que ya os comenté hace tiempo, me gustaría hoy retomar el tema porque considero que es algo útil e interesante al mismo tiempo. Hay quien cree que el flash sólo tiene utilidad cuando no tenemos luz ambiental, pero en realidad incluso a pleno sol podemos sacarle mucho partido.

Amanecer en la playa

Midiendo la luz

Cuando pulsamos el disparador hasta la mitad, la cámara mide la luz en el encuadre y ajusta la exposición en consecuencia para captar una fotografía que guarde cierto equilibrio entre las zonas más brillantes y más oscuras de la misma. Esta medición se realiza muestreando en un determinado número de puntos la imagen que entra a través del objetivo y dando más importancia a unos puntos u otros en función del modo de medición elegido (éste es un tema del que trataré dentro de poco en un artículo específico).

En el caso concreto que hoy nos ocupa (contraluz y medición matricial) vamos a ver que la cámara expone para no quemar las zonas más brillantes dando lugar a que las zonas en sombras queden casi completamente negras. Hay que tener presente que si una escena excede el rango dinámico que puede abarcar nuestra cámara no nos quedará más remedio que sacrificar las zonas más brillantes o más oscuras porque los dos extremos no los vamos a poder abarcar en la misma toma (a no ser que hagamos un HDR; pero eso es otra historia).

Carreteras

Puesto que por el modo de funcionamiento de los sensores digitales estos tienden a saturarse antes que la clásica película analógica en carrete, las cámaras actuales tienden a ser conservadoras en lo que a exposición se refiere y «en caso de duda» prefieren subexponer antes que sobreexponer. Es decir, que en caso de mezcla de zonas brillantes y oscuras, por defecto se tenderá a una cierta subexposición que evite la pérdida de datos en las zonas más claras.

Un ejemplo práctico

En la siguiente imagen podréis ver de un vistazo cómo la cámara ha expuesto la fotografía de tal modo que, efectivamente, el cielo no se ha quemado pero el sujeto principal es poco más que una silueta en medio del encuadre.

¿Que podemos hacer para solucionar esto? Pues o bien medimos de forma puntual sobre el sujeto que queremos retratar o bien mantenemos la medición matricial pero compensamos la exposición de forma positiva para aclarar en general toda la imagen. En ambos casos el cielo quedará irremediablemente quemado porque su luminosidad es mucho mayor que la del sujeto principal y si exponemos en base a él el cielo se abrasará; pero es que ya os dije antes que en estas circunstancias no nos queda más remedio que sacrificar por uno de los dos lados del histograma.

Llegados a este punto me gustaría recordaros que al final la luz es lo más importante a la hora de hacer una fotografía y que de ella va a depender el 99% del resultado final que obtengamos.

La solución más sencilla

Sin embargo, hay otra solución que nos va a permitir obtener una exposición correcta sin sacrificar nada: iluminar el sujeto principal de tal modo que la diferencia de luminosidad entre él y el fondo no sea tan grande; y para ello nada mejor que emplear un flash forzándolo a saltar pese a haber iluminación ambiental suficiente mediante la función llamada «flash de relleno».

De hecho, a continuación tenéis el resultado de emplear el sencillo flash integrado que posee mi D300 y que ha logrado que el cielo no esté quemado y al mismo tiempo que mi hermana sea algo más que una silueta recortada sobre el cielo de Oropesa.

La traviesa funambulista

La diferencia es que ahora gracias al «flashazo» el primer plano y el fondo tienen una luminosidad similar, por lo que el rango dinámico de la cámara puede captar perfectamente todos los detalles sin dar lugar en la imagen zonas quemadas o completamente negras. Es decir, que hemos reducido la diferencia de luminosidad entre las zonas más brillantes y más oscuras de la escena a capturar.

No hace falta que os diga (aunque ya lo comenté en su momento) que con el minúsculo flash de una compacta no vais a poder iluminar el Empire State Building; pero para personas u objetos situados a un par de metros como mucho puede ser un recurso más que suficiente para salvar una foto que de otro modo desecharíamos sin ningún tipo de miramiento.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Entre luces y sombras

No seré yo el que renuncie a un rayo de sol (me encantan los días luminosos) pero reconozco que a la hora de salir con la cámara, situarse en el limbo entre la luz y la sombra puede dar lugar a contraluces muy sugerentes si tenemos cuidado de no quemar las zonas más claras y jugamos un poco con la compensación de exposición.

Contraluz

Tres formas de ver un mismo atardecer

Ya os he hablado alguna vez del pequeño pueblecito de Torre la sal. Una localidad próxima a Oropesa del Mar que siempre representa un remanso de paz y en la que a veces ocurren cosas a las que no estoy acostumbrado.

De todos modos hoy no vengo a contaros ninguna historia ni a filosofar sobre las bondades de la vida en este tipo de lugares; sino que me gustaría simplemente mostraros tres fotografías del atardecer que capté hace unos días por las calles de esta pintoresca pedanía de Cabanes.

Espero que os gusten.

Atardecer en Torre la sal

Miles de reflejos

Contraluces

Dos formas distintas de fotografiar el atardecer

Ya os he dicho en alguna ocasión que el atardecer es mi momento favorito para hacer fotografías. El amanecer es igual de bello (a veces incluso más), pero por lo general tiene lugar a unas horas en las que no estamos demasiado creativos que digamos. De hecho, entre semana siempre me pilla en el coche yendo a trabajar, y muchas veces maldigo el no tener la posibilidad de aparcar en el arcén de la carretera, coger la cámara y ponerme a inmortalizar esos momentos.

Atardecer en Alcalá

En todo caso siempre tenemos la posiblidad de irnos de excursión con la cámara a última hora de la tarde y aprovechar esos rayos de sol de color naranja que alargan las sombras y dan una tonalidad muy especial a todo lo que tocan. Y el caso es que gracias al juego que nos da esta iluminación tan peculiar, tenemos dos posibilidades para este tipo de fotografías:

Disparar con el sol a nuestra espalda (o a un lateral)

De este modo sacaremos los edificios y los rincones que queramos retratar con una luz suave y que resalta los relieves de todo lo que toca. También es una buena forma de iluminar el rostro de alguien al que queramos hacer un retrato, ya que saldrá bastante favorecido y no se verá obligado a salir con los ojos medio cerrados como ocurre con las fotografías hechas con luz solar intensa. En estas situaciones (los retratos) un objetivo con una apertura generosa o un teleobjetivo es muy recomendable para desenfocar los fondos.

Atardecer invernal (II)

Disparar con el sol de frente

Esta posibilidad es la que más me gusta, pues permite hacer unos contraluces que pueden llegar a quedar muy bien manteniendo una velocidad de disparo bastante alta, lo que evitará trepidaciones en las fotos.

Faroles al atardecer

En este tipo de fotografías lo más importante es medir la luz de forma puntual en el cielo de tal modo que éste aparezca correctamente expuesto al tiempo que lo que tenemos a contraluz se muestra de un negro riguroso. Si medimos la luz en los edificios o empleamos medición matricial (que promedia toda la escena) lo que vamos a obtener es una imagen en la que las paredes se verán con algo de detalle pero el cielo no será más que una enorme zona de la fotografía completamente quemada.

Obviamente luego cada uno tendrá sus manías y su propio concepto de entender la fotografía; pero lo que hoy he querido mostraros son mis dos formas de afrontar los atardeceres cuando estoy detrás de la cámara. Si os sirve para daros alguna idea la próxima vez que salgáis a la calle con la cámara justo antes de que se oculte el sol, yo me daré por satisfecho.

¡Felices fotos!

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Capturando el momento

Aunque ya he comentado en más de una ocasión que la fotografía es una cuestión de sensibilidad y de buscar ángulos diferentes, hay que reconocer que la suerte también juega un papel decisivo.

De hecho fue la propia fortuna la que dio origen a la fotografía que hoy os muestro, ya que la aparición del caballero de abrigo largo y pelo canoso fue totalmente inesperada al meterse en el encuadre justo en el instante en el que presionaba el disparador de la cámara.

Curiosidad

Nada más disparar pensé «Gracias por jo#%&me la foto» (es la expresión que siempre se me viene a la cabeza cuando pasan estas cosas) y me puse a repetir la toma un par de veces más retratando la puerta en completa soledad. Sin embargo, al llegar a casa y comprobar los resultados me llevé una buena sorpresa al ver esa mezcla de extrañeza y curiosidad en el rostro de aquel paseante, siendo esta la mejor de las fotos realizadas durante aquella soleada mañana.

Incluso el mismísimo Henri Cartier-Bresson afirmaba en un interesante documental que la fotografía siempre es una cuestión de suerte. Algo con lo que, por supuesto, estoy completamente de acuerdo.

Siluetas alcalaínas

Después de varias semanas de lluvias incesantes parece que el sol empieza a hacer acto de presencia. A la hora de comer caminar por la calle es una experiencia agradable porque su calor empieza ya a sentirse sobre la piel; pero lo mejor es que a media tarde es el encargado de que los cielos de la ciudad se tiñan de bellos colores ante los que no hay amante de la fotografía capaz de resistirse.

Cervantes el supervisor

Usando el flash para evitar sombras y contraluces

Si alguna vez habéis hecho una fotografía a alguien que tenía una fuerte luz a sus espaldas os habréis dado cuenta de que la cámara ha medido la luminosidad de la escena erróneamente y ha subexpuesto el sujeto principal (es decir, que la persona ha salido demasiado oscura) porque la luz del fondo es la que ha predominado sobre la menor iluminación del modelo situado en primer plano. Del mismo modo, si empleamos medición central (o puntual) para exponer correctamente a nuestro modelo, nos vamos a encontrar con un fondo muy quemado debido a que el tiempo de apertura del objetivo ha sido demasiado largo para la cantidad de luz que aparece en el resto de la imagen.

Otro problema habitual es que si estamos haciendo un retrato a alguien con el sol «en todo lo alto» (poco recomendable, pero a veces no nos queda más remedio) van a aparecer molestas sombras bajo barbilla, nariz y cejas; dando lugar a una fotografía en la que no se aprecian bien los detalles del rostro de la persona retratada como podéis ver en el siguiente ejemplo.

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Foto sin flash. Observad las sombras bajo barbilla, nariz y cejas

Para evitar estas situaciones, es una buena idea emplear el flash que viene con nuestra cámara (en el modo llamado «flash de relleno») o uno externo si tenemos la suerte de disponer de él. De este modo, la diferencia de iluminación entre las zonas más oscuras y más claras de la imagen será más reducido y podremos exponer correctamente al sujeto principal sin quemar el fondo así como eliminar en buena medida las sombras a las que anteriormente hacíamos referencia.

Eso sí, hay que tener en cuenta que vamos a tener una limitación en la velocidad máxima a la que podemos disparar con nuestra cámara si empleamos el flash tal y como os comenté en la entrada que trataba sobre el funcionamiento del obturador.

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Empleando el flash desaparecen en gran parte las sombras anteriores

De lo que se trata es de conseguir que no haya demasiada diferencia de luminosidad entre las zonas más oscuras y las más claras de la imagen, pues en caso de que haya una gran variación entre unas y otras nos va a tocar sacrificar una de ellas como os contaba en aquella entrada que explicaba por qué se queman algunas zonas de las fotografías.

Como veis, lo que os he contado hoy es algo extremadamente simple pero que da muy buenos resultados. Hay gente que sólo emplea el flash para iluminar lo que va a fotografiar cuando hay poca luz; pero incluso a pleno sol, el flash es una gran ayuda para conseguir fotografías bien iluminadas.

De cualquier modo, en una próxima entrada sobre fotografía seguiremos hablando de los flashes (en este caso de sus limitaciones  😉 ).

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La soledad del centro de salud

Siempre me llamó la atención el centro de salud de mi barrio; especialmente dos elementos: la iluminación de sus escaleras por la tarde gracias al sol que da de lleno en la cristalera y las salas de espera cuando no hay nadie en ellas. Acercarse a ese lugar después de comer garantiza unas imágenes llenas de soledad y tristeza, así que hoy me gustaría dejaros dos buenas muestras de ello:

Sala de espera sin esperas

Escalera a contraluz