Genial: He reventado un amortiguador del coche

Menuda mañanita: salgo de casa con el coche para ir a trabajar, a los pocos minutos tomo un bache a poca velocidad y me encuentro con el volante vibrando como un loco y la extraña sensación de que la rueda delantera izquierda se ha salido de su sitio.

Me paro, me bajo y veo que todo está corecto. La rueda está firmemente anclada en su lugar y aparentemente no ha sucedido nada. Sin embargo, algo no va bien: cojo el coche todos los días y si la inclinación del respaldo del asiento está cambiada apenas dos grados lo noto, por lo que estaba firmemente convencido de que algo iba mal.

Cuando presioné el capó del coche para comprobar el estado del amortiguador correspondiente a esa rueda me di cuenta del problema. Se supone que al hacer eso el coche no ha de rebotar, sino absorber la oscilación; y así lo hizo en las otras tres ruedas. Sin embargo, el amortiguador correspondiente a la rueda sobre la que voy sentado al conducir rebotó varias veces hasta estabilizarse por completo.

Al agacharme para ver el posible desastre es cuando me di cuenta de lo que había ocurrido: el amortiguador había roto el retén por su parte inferior y había perdido todo el aceite, lo que explicaba aquellas extrañas sensaciones provocadas por los rápidos rebotes de la rueda sobre el asfalto.

Un amortiguador de coche no es otra cosa (a grandes rasgos) que un muelle que absorbe las irregularidades de la carretera en un baño de aceite que evita que dicho muelle rebote. Si eliminamos el aceite nos quedamos sólo con el muelle, con el consiguiente comportamiento ante los baches que ya os estáis imaginando.

shocks_full

Bueno, viendo cómo pintaba la cosa decidí que no me podía meter por la carretera para ir a trabajar, pues tendría que conducir muy despacio y tratando de no coger ningún bache para que el coche fuera estable. Cualquier intento de ir deprisa y/o el hecho de pasar sobre un bache más o menos grande podría hacer que el coche se descontrolara; y a veinte por hora me haría con él, pero a ciento veinte no.

Así que nada; volví a arrancar (la situación no era tan grave como para dejar el coche inmovilizado y llamar al seguro para que viniera la grua) y me metí por una zona de chalets por la que callejeando muy despacio finalmente llegué a mi taller habitual para cambiar los dos amortiguadores frontales. El cambio de los amortiguadores me sale por 214 euros (la verdad es que ya tenían un tiempo y había que reemplazarlos antes o después) pero al menos todo ha quedado nada más que en un susto y una mañana de trabajo que tendré que recuperar.

La soledad del centro de salud

Siempre me llamó la atención el centro de salud de mi barrio; especialmente dos elementos: la iluminación de sus escaleras por la tarde gracias al sol que da de lleno en la cristalera y las salas de espera cuando no hay nadie en ellas. Acercarse a ese lugar después de comer garantiza unas imágenes llenas de soledad y tristeza, así que hoy me gustaría dejaros dos buenas muestras de ello:

Sala de espera sin esperas

Escalera a contraluz

Paseo fotográfico por Alcalá (9ª parte)

Desde que ha llegado el buen tiempo he descubierto que el río Henares es una fuente inagotable de fotografías. Aunque ya estuve por sus orillas hace poco, el pasado fin de semana cogí la bolsa con la cámara y mis tres objetivos para seguir todo su cauce desde la zona que hay tras la ciudad deportiva hasta el puente Zulema (unos 5 Km en total) con paradas en las dos pequeñas presas que hay en este tramo. Fue una paliza, pero creo que mereció la pena a la vista de los resultados.

El pausado discurrir del Henares

El río Henares tras la ciudad deportiva de El Val

La luz en los ojos del puente

La luz del atardecer en los ojos del puente Zulema

Las orillas del Henares (III)

La vegetación de los márgenes del río

Admirando el paisaje

Admirando el paisaje

La presa junto a Nueva Alcalá

La presa que hay junto a Nueva Alcalá

En las orillas del río

El paisaje a los pies del monte Ecce homo

Las orillas del Henares (II)

Una típica zona de pescadores cerca de Nueva Alcalá

Han pasado muchos años

Ha pasado mucho tiempo

La pequeña presa del caz

La presa del caz del río Henares (tras las pistas de atletismo de El Val)

Reflejos

Los colores del río a media mañana

La fuerza del agua

La fuerza del agua (presa de Nueva Alcalá)

Las orillas del Henares (I)

Los árboles y el césped son habituales cerca de las orillas del Henares

Simetría acuática

Simetría acuática en el puente Zulema

AF Zoom Nikkor 35-70mm f/3.3~4.5 S Macro MK I

«Ya no se fabrican objetivos así…»

Ese fue mi primer pensamiento cuando tuve en mis manos el AF Zoom Nikkor 35-70mm f/3.3~4.5 S Macro MK I; pues aunque hay que reconocer que su óptica (sin ser mala) no es de las más punteras, su peso, su tacto y sus acabados están a un nivel que hoy en día sólo se encuentra en modelos de gama media-alta. De hecho, lo habitual en los objetivos más básicos de Nikon es que estén fabricados en China o en Malasia; pero en el caso del que hoy os hablo hay un visible «made in Japan» grabado en la parte trasera de su cuerpo.

AF Zoom Nikkor 35-70mm f/3.3~4.5S MACRO MK I (I)

Precisamente lo mejor de este modelo es que cuando salió a la venta realmente estaba dirigido al mercado de consumo y no a los profesionales; de ahí que su precio sea de lo más contenido. De hecho éste era el zoom estándar que venía con las cámaras réflex de mediados de los años 80, época en la que las digitales no eran más que experimentos de laboratorio. Este modelo en concreto es de 1986 y me ha salido por 65 euros en el mercadillo del foro Nikonistas; que se está mostrando como un verdadero filón de material fotográfico de ocasión. A medio plazo no tenía previsto hacerme con ningún objetivo más después de tener un 18-55, un 55-200 y un 50 1.8; pero lo vi, me llamó la atención y lo compré, así de simple (los que tengáis cámaras réflex sabréis que aunque al principio creamos que con el objetivo «de serie» lo tenemos todo cubierto, no tardaremos en empezar a echar el ojo a otras ópticas de diferentes prestaciones :mrgreen: ).

Por cierto, el sufijo «MK I» no es parte del nombre oficial del modelo, pero se suele emplear para distinguirlo de una segunda versión que apareció unos años más tarde en la que cambia principalmente el diseño del anillo de enfoque, pues este objetivo que hoy os presento fue uno de los primeros en incorporar un sistema de enfoque automático (autofocus) y los ingenieros de Nikon tuvieron que pulir algunos pequeños detalles en revisiones posteriores (los early-adopters siempre pagan la novatada; eso es una ley universal  😛 ).

AF Zoom Nikkor 35-70mm f/3.3~4.5S MACRO MK I (II)

En principio había pensando en un fin concreto para este objetivo: emplearlo junto a mis tubos de extensión para realizar fotografías en macro. Sin embargo, después de estar probándolo un buen rato y en situaciones diferentes, me he dado cuenta de que es un objetivo más que decente para cualquier tipo de toma y que su apertura es suficientemente grande como para desenfocar el fondo de tal modo que es muy válido para realizar, por ejemplo, retratos.

Además, de un tiempo a esta parte me estoy dando cuenta del encanto que tienen los objetivos antiguos. Son muy sólidos, su construcción es de mucha más calidad que los actuales (dentro de la misma gama, claro está) y tienen un encanto especial con sus anillos de enfoque y diafragmas, sus bayonetas metálicas, sus escalas de distancia… Y lo mejor de todo es que funcionan plenamente en las cámaras réflex actuales (sí, es cierto que pierden el enfoque automático en las D40, D40x y D60, pero nada más). Me parece una autentica maravilla que puedas montar en una cámara de 2009 un objetivo de hace casi 30 años y siga conservando todas sus funciones; sobre todo en el mundillo de la informática este tipo de cosas son completamente inconcebibles y por eso no dejan de sorprenderme.

AF Zoom Nikkor 35-70mm f/3.3~4.5S MACRO MK I (III)

Una de las cosas más características de este modelo es que es capaz de enfocar a 35 cm del objeto. Lo que ocurre es que la distancia de enfoque de las réflex siempre se mide desde el sensor, por lo que podemos situar el objeto a fotografiar a una distancia bastante corta de la lente frontal. Eso sí, puesto que el objetivo es antiguo, en mi D40 estoy obligado a enfocar manualmente; pero eso es algo que ya no me preocupa lo más mínimo después de haber conseguido fotografías realmente nítidas con el 50mm 1.8D.

Que quede claro que éste NO es un objetivo macro como los específicos para esos menesteres (los Micro Nikkor por ejemplo) pero sí que se nota que es capaz de acercarse bastante al motivo a fotografiar por si mismo, así que si además empleamos algún tipo de anillo extensor o lente de aproximación; el ratio de aumento puede ser bastante razonable (pese a que os adelanto que algo de nitidez y calidad de imagen se pierde, sobre todo en las esquinas).

AF Zoom Nikkor 35-70mm f/3.3~4.5S MACRO MK I vs AF Nikkor 50mm 1.8D

Probando el objetivo

Pero como el movimiento se demuestra andando, os voy a dejar a continuación con dos ejemplos de lo que hace el objetivo por si mismo. En este caso he realizado una fotografía muy de cerca (todo lo que el objetivo me permite) de una zona en penumbra y a continuación lo he sacado al exterior para realizar una fotografías de paisaje con zonas muy claras y otras más oscuras para ver qué tal se comportaba en situaciones con iluminaciones dispares. Estos son los resultados:

En la penumbra

Edificios de Nueva Alcalá

No parece haber viñeteo ni excesivas distorsiones (algo que se puede comprobar sobre todo en la tercera fotografía) pese a ser un objetivo de distancia focal variable, demostrando que se puede emplear para un uso más o menos general. De todos modos, no es menos cierto que si sólo pudiera llevar una óptica con la cámara sería el 18 – 55 que viene «de serie» con la D40, pues se adapta muy bien a todo y pesa realmente poco.

Empleo con tubos de extensión

Y ya para finalizar, os dejo a continuación las pruebas (todas ellas son fotografías completas; no recortes) realizadas con los tubos de extensión y esta óptica de la que hoy os hablo. A nivel general os puedo decir que me puedo acercar al objeto a fotografiar hasta casi tocarlo con el extremo del objetivo aunque al final me alejo un poco porque acabo dándole sombra yo mismo. Acostumbrado a las distancias de enfoque «normales» se me hace muy raro poder aproximarme más y más y más manteniendo la imagen nítida en el visor.

En las fotos que tenéis a continuación podéis ver dos ejemplos en los que primero me he acercado todo lo posible al motivo (que en este caso es mi querido 18 – 55) con el objetivo «a pelo» y luego empleando los tubos de extensión. Como veis, con los tubos se pierde algo de nitidez y aparecen algunas aberraciones cromáticas; pero dentro de lo que cabe el resultado es bastante satisfactorio si no somos excesivamente exigentes. En mi caso no me voy a gastar 600 euros en un objetivo macro para hacer dos o tres fotos de este tipo al mes; pero no me importa invertir algo de dinero en este tipo de soluciones auxiliares que pueden aportar algo de creatividad a la hora de inmortalizar algunos elementos.

Sin tubos de extensión (II)

Usando tubos de extensión (II)

Sin tubos de extensión (I)

Usando tubos de extensión (I)

En fin, a modo de resumen os puedo decir que estoy contento con la compra: ha superado mis espectativas y creo que podré aprovecharlo para hacer alguna que otra foto imaginativa de vez en cuando. Es un objetivo que sirve un poco para todo, pero por su elevado peso y la ausencia de autofocus en mi D40 lo más seguro es que quede relegado al uso con tubos de extensión, que es para lo que inicialmente lo adquirí. De todos modos, este 35 – 70 ha sido una grata sorpresa.

Enlaces de interés

AF Zoom Nikkor 35-70mm f/3.3~4.5s moderate wideangle-telephoto zoom lens

Nikon 35-70 f3.3-4.5 Macro AIS lens – experiences?

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Otro ejemplo de la nitidez del Nikkor 50mm 1.8D

Sí, ya sé que me pongo muy pesado contando las excelencias del Nikkor 50mm 1.8D, pero es que no puedo dejar de maravillarme ante la nitidez que es capaz de dar este pequeño objetivo en una simple Nikon D40. Hace unos días me planté delante del grifo de la cocina con la sana intención de fotografiar una gota de agua y tras unas cuantas fotos de prueba afiné al máximo el enfoque (a estas distancias tan cortas mover el plano de enfoque un milímetro por delante o detrás da al traste con la foto) y esto es lo que obtuve finalmente (enlace a la fotografía en su tamaño original).

!

Datos de la imagen
Nikon D40 + Nikkor 50mm 1.8D
1/400 seg
f/3.2
ISO 200
Flash de la propia cámara

Me fascinó al ver la imagen en el monitor la brutal nitidez de la gota de agua cayendo con su peculiar forma de signo de exclamación; pero sobre todo me encantó comprobar cómo con una cámara reflex bastante simple y un objetivo que cuesta poco más de 100 euros (es uno de los más baratos del mercado y al mismo tiempo uno de los más recomendables) se pueden conseguir con un poco de paciencia imágenes realmente bonitas. El poder de la fotografía reside en que es capaz de resaltar los detalles más banales y llevarlos a una nueva dimensión; y es que una gota de agua nunca me había parecido tan bonita.

La historia de la Gameboy

En la historia de los videojuegos hay una máquina aparecida en 1989 que entró en los hogares de muchos millones de personas gracias a juegos simples y adictivos, un hardware duradero y resistente, una filosofía tranquila y un precio asequible: la Gameboy. Tal fue la popularidad del modelo original que la saga se reencarnó varias veces para adaptarse a los nuevos tiempos vendiendo la friolera de más de doscientos millones de unidades hasta que el éxito de la relativamente reciente Nintendo DS acabó por sacarla precipitadamente de los planes de la compañía japonesa a mediados del 2006.

Familia Gameboy (II)

Esos diecisiete años dieron para mucho, y puesto que he tenido la suerte de poseer todos los modelos (que no versiones) de esta fantástica máquina que fueron apareciendo en el mercado, hoy  me gustaría echar la vista atrás y repasar con vosotros Gameboy a Gameboy un pedazo grande de la historia de los videojuegos portátiles. ¡Espero que disfrutéis del viaje!

Gameboy (1989)

Gameboy

El modelo original de la consola portátil por excelencia de Nintendo apareció en Japón el 21 de Abril de 1989. Sus creadores (el mismo equipo que desarrolló las Game & Watch) apostaron fuerte por ella, pero no imaginaban que años después el éxito de la máquina superaría todas las expectativas y se convirtiría en un fenómeno a escala planetaria.

La primera Gameboy contaba con un microprocesador de 8 bits a 4,16 MHz, 8 KB de memoria RAM, pantalla con cuatro niveles de verde (sí; verde) sin ningún tipo de iluminación, regulación de contraste y 160 x 144 pixels de resolución. También contaba con puerto de comunicación para jugar en multijugador con otras Gameboy, conector para auriculares y regulación de volumen. De la alimentación se encargaban cuatro pilas AA que nos permitían jugar más de 20 horas seguidas con la consola.

Los cartuchos de los juegos (con una capacidad máxima de 8 Mb) se insertaban en una ranura que la máquina tenía en su parte superior y para controlarlos disponíamos de una cruceta digital de cuatro direcciones, dos botones A y B así como los habituales pulsadores de Select y Start; controles que estarían presentes en toda la gama, pero a los que se añadirían en modelos más avanzados un par de pulsadores más.

Recuerdo con cariño esta consola porque fue mi primera portátil después de las Game & Watch. Este tipo de máquinas siempre me han llamado más la atención que las consolas de sobremesa por darme la oportunidad de jugar una partida en cualquier lugar y situación, así que la Gameboy para mí es todo un referente y una piedra angular en mi infancia.

Gameboy Pocket (1996)

Gameboy Pocket

Aunque hoy en día mucha gente se extraña de que Nintendo tienda a revisar todos sus productos y dotarles de un menor tamaño, esta práctica la viene realizando desde la creación de este modelo, pues el resultado fue muy bueno para las arcas de la compañía.

La Gameboy Pocket apareció siete años después que el modelo original y tenía exactamente sus mismas prestaciones pero en un formato mucho más reducido (una estrategia que se repetiría en el último modelo de la saga) y contando con una pantalla que pasó a ser gris en vez de verde. La alimentación corría a cargo de un par de pilas AAA que, si bien no duraban tanto como las cuatro que alimentaban al modelo anterior, daban suficiente autonomía como para realizar un viaje largo sin preocuparnos de nada (aproximadamente 10 horas).

Pantalla GBP

Había un par de periféricos bastante curiosos diseñados para esta máquina pero que también eran compatibles con la GB original y con los modelos que llegaron posteriormente. Se trata de una cámara digital que se acoplaba a la consola como si de un cartucho cualquiera se tratara y de una impresora para poder sacar en papel las fotografías que hacíamos con la cámara. Tenéis a continuación una fotografía de la cámara en plena acción con su capacidad de captura en cuatro niveles de gris.

Gameboy Camera en acción

La Pocket fue una consola de muy reducido tamaño y cuya calidad de pantalla estaba a años luz de lo que se estilaba por aquellas épocas. Cierto es que no tenía color, algo muy criticado por ciertas personas sabiendo que las consolas de la competencia lo habían incorporado en sus pantallas hacía ya años, pero la familia Gameboy jugaba la baza de la diversión por encima de las virguerías técnicas.

Gameboy Light (1997)

Gameboy Light Skeleton Famitsu Edition & Bubble Bobble

La gameboy Light es, en esencia, una GB Pocket con una retroiluminación de pantalla azul al estilo de los relojes Casio y alimentación mediante dos pilas AA que daban 20 horas de autonomía con la luz apagada y 12 con esta encendida. Son máquinas que nunca se comercializaron oficialmente fuera de Japón, y por lo tanto son difíciles de encontrar a no ser que recurramos a eBay y similares.

Sin embargo, mi relación particular con la GB Light proviene precisamente de una tienda de artículos de segunda mano en Madrid donde vi una en color plata a bastante buen precio (creo que eran unos 18 euros) allá por el año 2002. Obviamente estaba dispuesto a comprarla sin pensármelo dos veces, pero cuando eché mano a mi cartera me di cuenta de que no llevaba dinero suficiente, así que di media vuelta y me encaminé con paso rápido a casa de mi abuela para obtener un «préstamo» rápido.

Con el dinero ya en el bolsillo volví a la tienda y me encontré con la desgracia de que la consola ya había sido vendida, de modo que me quedé con cara de idiota, una gran decepción y haciéndome la promesa de conseguir una GB Light del modo que fuera. Durante los días siguientes estuve dando vueltas por tiendas de Internet en busca de alguna Gameboy Light, pero la cosa estaba muy complicada de encontrar hasta que un buen día me llegó un e-mail de un tipo inglés que había leído un mensaje mío en un foro y que decía estar dispuesto a venderme una Gameboy Light «un poco especial».

Gameboy Light Skeleton Famitsu edition box (front)

Gameboy Light Skeleton Famitsu edition box (rear)

Se trataba de la Gameboy Light Skeleton Famitsu Edition; concretamente el modelo MGB-101. De color transparente y edición limitadísima. La consola fue creada para celebrar el número 500 de la revista japonesa de videojuegos Famitsu y se fabricaron exactamente 5000 unidades: 4500 de ellas en un blister de plástico y 500 en caja de cartón, que es precisamente la versión que a mí me estaban ofreciendo.

Me gustaría comentar que la diferencia entre un tipo de empaquetado y otro coincide con la forma de distribución de la máquina. Por lo que he podido investigar (hay muy poca información en Internet de esta rarísima versión de la Gameboy) la versión en blister se vendió en el propio evento realizado en Japón para celebrar el aniversario de Famitsu. La versión en caja de cartón, sin embargo, sólo se podía conseguir por encargo y se enviaba por correo a su destinatario. De ahí que sólo haya 500 de ellas en el mundo (499 y esta :mrgreen: ).

Ahora bien, la exclusividad se paga, y la consola me salía por un pico; era muchas veces más cara que aquella que había visto en Madrid días atrás, pero también representaba mi única oportunidad de hacerme con una Gameboy Light. Por otra parte, mi situación económica por aquella época no era muy desahogada que digamos, y al final lo que hice fue comprar la consola a medias con mi hermano (algo que todavía no se lo he podido agradecer lo suficiente, porque si no llega a ser por él adiós Famitsu Edition).

Gameboy Light Skeleton Famitsu Edition (II)

Vale, gastarse los cuartos era un problema, pero no lo era tanto como la poca seguridad de aquel negocio. Era un tipo inglés que me ofrecía su consola nueva a estrenar y del que sólo tenía un nombre, una dirección de e-mail y un número de cuenta bancaria en Inglaterra. Si me quisiera timar no tendría ningún problema, pues todo sería su palabra contra la mía en una denuncia entre dos personas a más de 1000 Km de distancia. Sin embargo el tipo infundía confianza y, pese a todo, mi hermano y yo decidimos dar el paso realizando la transferencia.

Pasaron un par de días y James (así se llamaba el vendedor) nos comentó que el paquete ya había sido enviado. Contuvimos la respiración y al cabo de una semana y pico el cartero trajo un paquete certificado con origen en Londres. Un paquete cuyo contenido nos maravilló al abrirlo y nos hizo ver que teníamos algo entre manos único y especial.

Obviamente nunca hemos usado esa consola. La encendimos el primer día para comprobar que funcionaba y se acabó. Sólo la sacamos de su caja para hacerle fotos muy de vez en cuando y nada más, pues no es una máquina para llevar a la calle y usarla alegremente. Con el reducido número de ellas que hay circulando por el mundo, cualquier mínimo daño que se pudiera producir por su uso sería un verdadero desastre para nosotros. Por eso, nuestra GB Light Skeleton la consideramos una verdadera reliquia de la que prometimos no desprendernos jamás; y lo vamos a cumplir, pues desde que lo comentamos por aquel entonces en un par de foros, nos han llegado ofertas por ella que han llegado a duplicar lo que nos costó, pero ni aún por esas nos desharemos de este pequeño tesoro. No es por el coste; es por lo que significa; y es que sus controles fabricados en un blanco inmaculado así como el reborde de la pantalla en el mismo tono y su suave retroiluminación azul, hacen de esta máquina un ejemplar único e irrepetible.

Por cierto, a modo de curiosidad me gustaría señalar que aunque por Internet hay algunas imágenes de esta pequeña consola, siempre son las de la versión en blister; no apareciendo ninguna de la versión en caja de cartón que os estoy mostrando. Precisamente acabo de comprobar que han enlazado un par de imágenes de esta reportaje en una entrada de Tiny Cartridge contando esto mismo que os digo ante la sorpresa de sus lectores.

Gameboy Light Skeleton Famitsu Edition (I)

Sé que ni mi hermano ni yo volveremos a hacer una locura como esta para conseguir una videoconsola por muy exclusiva que sea; y mucho menos para tenerla «de adorno» en casa. Sin embargo, cada vez que vemos la caja de esta Gameboy tan especial, siempre recordamos los días de angustia que pasamos hasta que estuvo en nuestras manos.

Gameboy Color (1998)

Gameboy Color

La llegada del color a la familia Gameboy no fue la anunciada revolución en nuestros bolsillos que Nintendo anunció al presentar la máquina. La paleta constaba de 32000 colores, pero la consola sólo podía mostrar 52 de ellos en pantalla al mismo tiempo. Del mismo modo, la ausencia de iluminación en la pantalla supuso esta vez un problema más serio, pues la esta era más oscura que en modelos precedentes y se necesitaba una buena luz detrás de nosotros para jugar confortablemente. Dos pilas AA daban una autonomía de unas 20 horas de juego.

Los juegos iban un poco más allá de los aparecidos para las dos máquinas anteriores, y aprovechando la llegada del color y el nuevo formato de cartuchos, aparecieron nuevas entregas de títulos ya conocidos en los que apenas cambiaba el aspecto gráfico. Me gustaría aprovechar para comentar en este punto que mi mayor decepción con esta máquina fue la versión de Carmageddon, pues aunque el original era un juego tridimensional y espectacular en PC, en la pequeña máquina de Nintendo consistía en un simple mata-mata de cochecitos en el que todo se veía «a vista de pájaro» y cuya calidad general era realmente patética. Las 6000 pesetas peor invertidas de toda mi vida tienen forma de cartucho.

Precisamente hablando de los cartuchos, hay que mencionar que además de los habituales de color gris originarios de la Gameboy (que podían ser jugados con varias paletas de cuatro colores a elegir durante el encendido de la máquina), aparecieron en el mercado juegos en cartucho negro que eran compatibles con ambos tipos de consola y juegos en cartucho transparente que sólo funcionaban en la GB Color.

Pantalla GBC (I)

Sin ser ni mucho menos  una mala consola, la GB Color fue vista por mucha gente como una simple actualización menor para no perder el tren de un mercado en el que Nintendo reinaba a sus anchas sabiendo que cualquier nuevo producto se vendería por millones. Sin embargo, la verdadera revolución llegaría tres años después.

Gameboy Advance (2001)

Gameboy Advance

La Game Boy Advance (más conocida como GBA) sí que supuso un importante salto de calidad con respecto a las primeras máquinas.Esta vez se rompió en gran parte con los esquemas del pasado y se empleó una configuración horizontal para los botones, a los que se incorporaron dos gatillos denominados «L» y «R» en la parte superior de la consola y una gran pantalla a color (aunque todavía sin retroiluminación) de 2.9 pulgadas en el centro de la misma.

Los cartuchos de GBA eran de un tamaño mucho más reducido y compatibles únicamente con esta máquina, pues el hardware de las anteriores Gameboy nada tenía que ver con el de la Advance (aunque la GBA sí que aceptaba cartuchos de GB y GB Color); comenzando por su microprocesador, que ahora pasó a ser un ARM de 32 bits funcionando a 16.8 MHz. La alimentación corría a cargo de dos pilas AA que duraban unas 15 horas según los datos de la propia Nintendo.

Pantalla GBA (I)

La pantalla pasó a tener 240 x 160 píxels y podía mostrar 32768 colores en pantalla al mismo tiempo (prácticamente un píxel de cada color). La ausencia de retroiluminación hacía que tuviéramos el mismo problema con la luz que sucedía con la GB Color, y es que sin una iluminación ambiental intensa, muchos juegos eran prácticamente imposibles de visualizar; siendo el caso más extremo el de Castlevania: Circle of the Moon, pues al tener unos gráficos muy tenebrosos, hubo usuarios que se quejaron amargamente a Konami, que realizó un apartado gráfico más luminoso en los dos títulos siguientes que salieron para esta máquina (aunque por suerte, la GBA sería la última Gameboy sin iluminación «de serie» en la pantalla).

Pantalla GBA (II)

Lo mejor de la GBA es, sin duda, su extenso y genial catálogo de software. Para ella aparecieron algunos de los mejores títulos portátiles que existen, y se nos hará la boca agua al recordar juegos como Mario Kart, Metroid Fusion, Zelda Minish Cap, Wario Ware Inc, Castlevania Aria of Sorrow, Golden Sun, Boktai… Títulos que a día de hoy todavía suenan con fuerza por los foros de todo Internet y que muchos usuarios recordamos con una sonrisa.

Gameboy Advance SP (2003)

Gameboy Advance SP

La Gameboy Advance SP (GBA-SP para los amigos) es una versión mejorada de la anterior consola de Nintendo. Por fin teníamos una pantalla iluminada (consistente en una especie de «tubo fluorescente» en la parte inferior)con la que podíamos jugar en plena oscuridad al tiempo que se adoptó un revolucionario diseño plegable que luego se repitió en la Nintendo DS de tal forma que protegía la pantalla de golpes y arañazos. La alimentación por su parte pasaba a ser tarea de una batería de litio que nos evitaba tener que ir con los bolsillos llenos de pilas. Por fin la Gameboy dejaba de ser un juguete para ser una consola algo más seria, pues el aspecto cromado de su carcasa le hacía ganar muchos puntos en cuanto a elegancia.

Aparecieron mil y una versiones de la SP y se vendieron millones de ellas en todo el mundo. La consola fue todo un éxito y fuimos muchos los que nos lanzamos de cabeza a hacernos con una de ellas. A nivel particular, he de decir que es la máquina que más me ha fascinado de todas las que he tenido y con la que más he aprendido sobre videojuegos. En ella descubrí la saga Wario Ware y partir de ahí ya nada volvió a ser lo mismo. Además, era retrocompatible con todos los cartuchos de las máquinas anteriores (al igual que lo era la GBA), lo que le daba un valor añadido al poder jugar con cualquier título aparecido anteriormente para las portátiles de Nintendo.

Pantalla GBA-SP

Sin embargo, nada dura eternamente, y pocos meses después de sacar al mercado la GBA-SP, en Nintendo empezaron a diseñar la que sería el último escalón de la familia Gameboy. Una encarnación que fue poco menos que puntual, pues al poco tiempo de aparecer en el mercado, la compañía japonesa anunció que centraba todos sus esfuerzos en la DS y dejaba de lado la familia Gameboy.

Gameboy Micro (2005)

Gameboy Micro

Como os comentaba, la Gameboy Micro fue la última de la saga en aparecer en el mercado. Nintendo la sacó en Europa en Noviembre de 2005 y más o menos para la primavera siguiente decidió descatalogarla porque sus cifras de ventas no fueron excesivamente altas. La DS estaba ya en plena acaparación del mercado portátil y la más pequeña de las Gameboys no tuvo ninguna posibilidad de sobrevivir.

Sea como sea, la máquina era una maravilla: la electrónica interna era la misma que en la GBA, el tamaño era absolutamente minúsculo, la pantalla era increíblemente nítida, la batería duraba unas ocho horas, la calidad de los botones era superior a la de cualquier máquina de Nintendo, la pantalla era retroiluminada con ajuste de brillo en cinco niveles, su carcasa era metálica… Una auténtica maravilla de diseño que pretendía meterse en el mismo segmento de mercado que los iPod y aparatos similares.

Yo fui un devoto total de la Micro, y actualmente es la videoconsola que más utilizo (dentro de lo poco que uso ya los videojuegos). Es habitual que todas las noches me eche una partida rápida antes de dormir a cualquier juego porque al ser tan pequeña se puede usar casi en cualquier situación sin ningún tipo de molestia. Como os digo, para mí es la mejor Gameboy de la historia.

Como contrapartida hay que señalar que sólo era compatible con los cartuchos de GBA y que el sonido, sin auriculares, apenas se escuchaba en entornos ruidosos; pero da igual, la GB Micro era un ejercicio de diseño que nos enamoró a muchos por su tamaño y por la impecable calidad de sus acabados.

Pantalla GB Micro

Con la Micro terminaron los diecisiete años de reinado de la Gameboy y comenzó la época de la DS. Consola que, aún siendo de la misma compañía, no compartía raíces con su hermana mayor y por eso tomó un camino diferente.

logonintendo-gba1

Pues bien, hasta aquí el repaso a esta familia de máquinas de bolsillo fabricadas por Nintendo. Unas videoconsolas que definieron el concepto de juego portátil, pues aunque cuando se lanzó la Gameboy original había en el mercado un par de contendientes más a cargo de Sega y Atari (con la GameGear y la LYNX respectivamente) la única que realmente cabía en un bolsillo y la que tenía los juegos más divertidos era la consola blanca que abría este artículo.

Recuerdo bien cómo miraba con envidia los anuncios de aquella pequeña videoconsola y cómo se la pedía a un amigo de la playa siempre que podía para echar una partida al Tetris, al F1 Race o al Terminator 2, que eran los únicos juegos que tenía por aquel entonces. Tiempo después me compré una Gameboy yo mismo, y tanto me gustó aquella máquina que poco a poco me fui haciendo con todas a medida que iban saliendo al mercado: desde la Gameboy ladrillo original hasta la Micro que cerró la historia.

La primera y la última

Y es muy cierto que hay gente que posee decenas de versiones de GBA-SP, todas impolutas y perfectamente ordenadas en vitrinas como si de un museo se tratara; pero yo he ido disfrutando con mis propias manos de cada una de las Gameboys que han ido saliendo al mercado con el paso de los años (a excepción de la Light Skeleton Famitsu Edition, claro está) y me hace feliz saber que todas y cada una de las máquinas que aparecen en la siguiente imagen me ha proporcionado innumerables horas de diversión.

Familia Gameboy (I)

Desde luego, si en Nintendo pretendieron construir una máquina técnicamente sencilla pero capaz de entretener a cualquiera, he de decir que conmigo acertaron de pleno y siempre habrá un lugar en mi corazón para esa mítica cruceta de control que ya es todo un símbolo de los videojuegos.

¡Larga vida a la Gameboy!

Enlaces de interés

Gameboy Line (Wikipedia)

Nintendo’s Portable History: Part 2, Game Boy

Mi forma de trabajar con Adobe Lightroom 2

Lightroom 2 es una maravilla para trabajar con fotografías. No está enfocado al retoque puro y duro como Photoshop, pero sí que es imbatible para trastear a nivel general con colores, balances de blancos, saturación de tonos… y además es un excelente catalogador de imágenes, pues Lightroom es en esencia una base de datos en la que tener clasificadas todas nuestras imágenes.

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Además, hay que tener en cuenta que Lightroom es un programa de edición no destructiva de imágenes, lo que significa que la fotografía original permanece siempre inalterada y lo que vamos haciendo son cambios que se van mostrando en tiempo real sobre la pantalla. Por eso, para sacar la imagen definitiva, hemos de emplear la opción de «exportar» al final de todo el proceso.

Lo que me gustaría explicaros hoy es el proceso que sigo desde que saco la tarjeta de memoria de la cámara hasta que me pongo a editar las fotografías en este programa creado por Adobe. Desde que utilizo Lightroom he cambiado mi modo de trabajar con las imágenes; y es que en lugar de dar por bueno todo lo que disparo, ahora prefiero hacer una selección de imágenes y emplear un buen rato en tratar cada una de ellas en busca del mejor acabado posible.

Nada más meter la tarjeta de memoria en el lector del ordenador (o de conectar directamente la cámara al puerto USB) se abre el siguiente cuadro de diálogo en el que elijo el programa Nikon Transfer para pasar la totalidad de las fotografías realizadas al disco duro.

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Desde que comencé a hacer fotografías siempre he sido muy cuidadoso con la forma de almacenarlas y nombrarlas. Lo que hago en dividir todo en carpetas según el modelo de cámara y luego por meses empleando como nombre de las carpetas 0901 para el mes de Enero de 2009, 0705 para Mayo de 2007… a continuación lo que hago es transferir las imágenes empleando un número más que indica el día. Para las fotos de Nochebuena del año pasado emplearía el nombre 081224 y a continuación un número de tres cifras único y correlativo para cada imagen.

Es decir, que esas fotos de Nochebuena se llamarán 081224_000, 081224_001, 081224_002… y así sucesivamente. Respecto a la extensión, esta dependerá del formato en el que dispare. Antes todo lo hacía en JPG, pero desde que empleo Lightroom sólo disparo en RAW (un tema del que otro día hablaremos  😉 ).

La imagen que tenéis a continuación muestra el interface de Nikon Transfer en el que se puede ver lo que os decía sobre la nomenclatura empleada para tenerlo todo bien ordenado.

02

Bien, las fotos ya están en el disco duro del ordenador. En este caso han sido guardadas en la carpeta D40 porque han sido disparadas con esa cámara, así que abrimos Lightroom y en la columna de la izquierda hacemos click con el botón derecho sobre la carpeta D40 y elegimos la opción «sincronize folder…» (sincronizar carpeta).

03

Tras dar a «aceptar» en los dos siguientes cuadros de diálogo que aparecerán, Lightroom actualiza la ventana y nos muestra sólo las imágenes que hemos transferido hace unos minutos. Lo que ocurre es que algunas de ellas no nos van a servir, y por lo tanto debemos purgar la selección.

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Con un doble click sobre la primera la abrimos a pantalla completa (y aquí entra en juego la importancia de tener un monitor de buena resolución) para poder apreciar los detalles. Así, iremos seleccionando o deseleccionando según vayamos avanzando por las mismas con ayuda de las flechas del teclado. Vamos a ver con un ejemplo cómo es eso de seleccionar o no las imágenes.

05

Esta ha sido un desastre de toma. Nos ha salido movida y no se puede sacar nada de provecho a partir de ella. Puesto que no nos interesa, vamos a marcarla como «no válida» con una de esas banderas que hay en la parte inferior izquierda de la pantalla.

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Pulsamos sobre la bandera negra (os lo he resaltado con un cuadrado rojo) y queda resaltada, indicando que la foto no sirve. Si la foto cumpliera con nuestros propósitos la marcaríamos con la bandera blanca de tal modo que al llegar a la última tendremos algunas con bandera blanca (serán aquellas sobre las que vamos a trabajar) y otras con bandera negra (esas se irán directamente a la papelera).

Para tener en pantalla sólo las fotos marcadas con bandera negra, pulsamos la tecla ‘g’ para ver la totalidad de las fotografías, a continuación vamos a la parte superior de la ventana y elegimos la opción de ver las imágenes por sus atributos, resaltando la bandera negra. En ese momento sólo se mostrarán aquellas imágenes que hemos marcado como «no válidas», por lo que elegir todas y borrarlas es una tarea de lo más simple.

07

Una vez borradas, pulsamos sobre la opción «none» y ahí tendremos el resto de fotografías transferidas hace un rato esperando a que las tratemos como nos parezca conveniente. Lightroom es un mundo amplio y complejo sobre el que se podría escribir un libro entero (de hecho hay varios publicados) y por lo tanto es algo en lo que no me voy a meter.

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Una vez terminadas todas las fotos, las exportaremos a un formato más transportable que el RAW (JPG  y TIFF principalmente) y al pinchar en la barra izquierda sobre el nombre de la carpeta donde están almacenadas todas nuestras fotos originales, podremos ver todas las que allí hay y no sólo las que hemos descargado la última vez.

¡Un saludo!

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

La casa del loco

Todos los alcalaínos que ahora tenemos entre veinte y treinta años y hemos pasado nuestra infancia en el barrio de Nueva Alcalá tenemos claro cuál es el lugar más tenebroso de la ciudad: la casa del loco. Un lugar ahora en ruinas y lleno de graffitis cuyo interior albergaba secretos que sólo los más valientes se atrevieron a descubrir en los joviales tiempos del colegio, pues la mayoría de nosotros habíamos escuchado historias tan terroríficas sobre ese lugar que jamás nos atrevimos a poner un pie ni siquiera en sus inmediaciones.

La casa del loco (II)

Lo que se conoce en Alcalá de Henares como «la casa del loco» no es más que un viejo caserón en las inmediaciones de Nueva Alcalá (concretamente frente al túnel que da entrada al parque de La Chopera) que desde hace muchos años está completamente abandonado y semiderruido tal y como muestra Google Maps. Si os fijáis en las fotos que ilustran esta entrada, las paredes están llenas de grandes agujeros y plagadas de graffitis; tampoco hay tejado bajo el que guarecerse en ese lugar que, por lo tanto, es poco más que un montón de piedras dejadas de la mano de Dios en medio de un campo de cultivo sin utilidad alguna hoy en día, pues la hierba crece a sus anchas sin nadie que cuide de esos terrenos junto al río.

El lugar, visto fríamente no es capaz de infundir ningún temor a nadie; y menos aún viendo la alegre y multicolor capa de pintura que cubre con enormes letras los muros del lugar. Sin embargo, todavía no he olvidado las historias que se contaban en el colegio sobre ese sitio: que si en ella vivía un psicópata, que si estaba lleno de drogadictos, que si había perros rabiosos, que si habían desaparecido no se cuántos niños en su interior… Y aunque todo aquello no era más que el producto de la calenturienta mente de los niños de la EGB, la primera de esas leyendas era la que daba su denominación al lugar, y aunque hay que reconocer que estaba muy exagerada, sí que era la única que poseía una cierta veracidad.

La casa del loco (I)

Muchos años después de haber dejado atrás la época del colegio me enteré de que en aquel oscuro lugar malvivía un hombre al que siempre veía rebuscar por los cubos de basura del barrio. Aquel tipo no hablaba; sólo extendía la mano para pedir unas monedas y emitía aullidos cada vez que alguien le decía cualquier cosa, sacando a continuación del carro que siempre le acompañaba una barra de metal que agitaba en el aire a modo de contundente amenaza.

Esa persona era Cipriano; más conocido como «El Cipri» por los chavales del barrio. Él era el que daba su nombre a aquel lugar misterioso; él era «el loco». Pero la historia de Cipriano no tiene que ver con crímenes, rituales demoníacos ni nada que se le parezca. Cipriano sólo buscaba cobijo en aquella casa y quería que le dejaran vivir en paz; que no se metieran con él. De hecho, lo que no mucha gente sabe es que «El Cipri» tenía un montón de dinero en el banco y que era una persona como otra cualquiera hasta que  una enfermedad mental le hizo lanzarse a la calle para llevar una vida vagabunda llena de miseria y suciedad.

La casa del loco (III)

Sé del pasado de Cipriano de buena tinta porque da la casualidad de que el padre de un buen amigo mío lleva toda la vida viviendo aquí y le conocía cuando era una vecino como otro cualquiera. De hecho, hay una anécdota muy buena sobre esto en la que un conocido de esta persona que os digo hace muchos años vio a Cipriano y sintiendo pena por él le dio 100 pesetas al ver su mano extendida. Cuando unos segundos después el padre de mi amigo le dijo que ese tío seguramente tenía más dinero que él en el banco, éste se indignó y se pensó un par de veces volver calle arriba para pedirle sus veinte duros a Cipri; y aunque finalmente lo dejó correr, tardó un buen rato en cambiar el gesto de sorpresa que se le quedó en la cara ante aquella sorprendente revelación.

En la casa del loco no se cocinaban niños, no era una puerta al infierno y tampoco salían zombies a medianoche por debajo del puente que da acceso al lugar. En aquel edificio en ruinas sólo había un pobre hombre que sobrevivía a costa de lo que encontraba en los cubos de basura y que un buen día desapareció sin dejar rastro. No sé qué habrá sido de Cipriano, pero sin él la casa del loco ya no merece seguir llevando ese nombre, pues él se lo dio y él se lo llevó junto a todas las cosas que siempre guardaba en aquel carro chirriante.

She's coming home

Actualización 29/03/2009: Añado algunas fotografías nuevas del lugar (estas un poco más «tétricas» por estar el día bastante nublado).

La casa del loco (V)

La casa del loco (IV)

La casa del loco (VII)

La casa del loco (VI)

Review: auriculares Skullcandy INK’D

Estoy muy contento con mis auriculares Denon AH-C351 de tipo in-ear; suenan estupendamente, los puedes llevar durante horas sin sufrir ninguna molestia… Sin embargo hay un detalle que nunca me ha acabado de convencer para llevarlos por la calle: el empleo de un cable de extensión.

Esta conexión auxiliar (necesaria a no ser que llevemos el MP3 en el bolsillo de la camisa) hace que el cable tenga un «peso» en su tramo medio que va oscilando con nuestros pasos y golpeando con la ropa, haciendo que esas vibraciones se transmitan a través del cable llegando a nuestros oídos. Si vamos caminando por la calle podremos percibir con claridad una serie de «tomp, tomp, tomp, tomp…» a cada paso y un molesto «raaaas, raaaaaas…» cada vez que el cable roza en nuestra ropa.

Para escuchar música en casa no tienen rival en auriculares de este tipo pero, precisamente por lo que os estoy comentando, a la hora de llevarlos a la calle solía emplear unos AKG «de botón» que tengo desde hace años. El problema es que en una ciudad, todo lo que no aísle un poco del ruido exterior nos va a obligar a subir mucho el volumen del reproductor, de tal modo que al final siempre tenía que ir por la calle con la música a todo trapo; cosa que no me hace demasiada gracia de cara a mi salud acústica.

Pues bien, resulta que ayer estuve en El Corte Inglés buscando un flash para mi cámara de fotos (salí huyendo de la sección de fotografía al ver los astronómicos precios de todo lo que había allí) y para aprovechar un poco el «viaje» me pasé por la sección de sonido. Allí me encontré con una novedad, y es que habían traído algunos modelos de auriculares de la marca Skullcandy entre los que se encontraban unos in-ear que tenía bastantes ganas de probar y que han salido al mercado hace menos de un mes: los INK’D.

Skullcandy INK'D (II)

La marca Skullcandy

La gracia del tema consiste en que Skullcandy es una marca que hasta ahora se ha distribuido íntegramente por internet, de modo que me sorprendió verlos en un stand junto a los modelos de Shure, Pioneer, AKG y Senheisser. Ya había leído en foros ( www.head-fi.org principalmente) que era una marca que ofrecía una calidad bastante decente a buen precio, de modo que decidí darles una oportunidad.

Los había en varios colores, así que opté por el blanco, pues me pareció más elegante que los verdes, azules y rosas que también había por allí. Tal vez me los habría comprado en negro, pero o bien no los habían traído en ese color o tal vez se habrían agotado temporalmente. De todos modos, el blanco no me pareció feo en absoluto, así que la elección tampoco me supuso un gran esfuerzo.

Además, por los 22 euros que marcaban tampoco iba a pasar nada si no cumplían con mis expectativas. Sólo por el rato de entretenimiento que me iban a proporcionar mientras redactaba esta review ya merecía la pena volver a casa con ellos. Pagué los auriculares tras un rato de espera en una caja vacía (sólo a mí se me ocurre ir de compras a las 3 de la tarde) y nada más llegar a casa me dispuse a probarlos.

Especificaciones técnicas

Algunos datos técnicos para los que nos gusta cuantificarlo todo  😛

– Diámetro de transductores: 11 mm
– Rango de frecuencias: 20 – 20000 Hz
– Impedancia: 16 ohmios
– Potencia máxima de entrada: 100 mW
– Longitud del cable: 1,3 m
– Tipo de conector: 3,5 mm dorado

Desembalaje

Si queréis ver el desembalaje de los auriculares, os recomiendo el siguiente vídeo que he encontrado en Youtube. Aunque está en inglés, en él podréis ver cómo es la caja y cómo vienen presentados los INK’D de tal modo que os haréis una idea más aproximada de lo que os estoy hablando. Como podréis apreciar, la iconografía de la caja es bastante fea (no nos vamos a engañar; esas calaveras parecen diseñadas para algún juguete propio de niños de 8 años) pero por suerte lo importante es el contenido, y eso está bastante mejor cuidado que la apariencia.

Nada más desembalarlos llega mi primera sorpresa: los auriculares no tienen marcadas las típicas letras L y R que diferencian a qué oído pertenece cada auricular. Busco algo en las instrucciones y al final compruebo en Internet que, efectivamente, no hay marca de distinción alguna. Tras ver que funcionan correctamente decido enchufarlos en el PC, pasar todo el sonido al canal izquierdo y marcar dicho auricular con un minúsculo punto rojo. Es la primera vez que me encuentro unos auriculares sin distinción física de los canales, y aunque es verdad que nos los pongamos como nos los pongamos la música va a sonar, para mí es inaceptable escuchar cualquier disco con el efecto estéreo cambiado de signo. Mala nota para Skullcandy en ese aspecto; que tampoco es tan caro hacer una minúscula marca a cada auricular.

Una vez solventado el tema de distinguir entre izquierda y derecha (sin connotaciones políticas, ¿eh? 😛 ) me dispuse a probarlos «en serio» conectándolos a mi iPod classic y escuchando un par de horas de música de diversos estilos. Ahora bien, no dejó de sorprenderme durante los primeros minutos el pequeño tamaño de los auriculares, pues ocupan poco más que los típicos tapones para los oídos que todos hemos tenido que emplear alguna vez para poder dormir o estudiar en un lugar ruidoso.

Los INK’D sobre el terreno

Mi primera sensación nada más colocármelos es que aislan muy bien del mundanal ruido. Incluso sin música sonando, vamos a escuchar todos los sonidos de nuestro entorno bastante «amortiguados», cosa que se agradece si decidimos dar un paseo, por ejemplo, recorriendo la Gran Vía de Madrid.

La música se escucha, en términos generales, muy bien; aunque comparados con los Denon los graves son algo menos poderosos y los agudos no tan brillantes. No es demasiado acusado, pero algo sí que se nota en la tranquilidad de mi salón (no así en el bullicio de la calle). No obstante, es verdad que mis auriculares de referencia tienen unos agudos cristalinos, pues ese es su punto fuerte y no en vano costaron más del doble que estos Skullcandy.

Skullcandy INK'D (I)

Ya en la calle, con el volumen del iPod a algo menos de la mitad, sólo se escucha la música, sin entrometerse el ruido del tráfico, las conversaciones de la gente y demás sonidos habituales. Sólo escucharemos de fondo algunos bocinazos y ruidos especialmente fuertes (un camión de basura en plena recogida de contenedores y cosas así). Si lo que queremos con unos auriculares es meternos en nuestro propio mundo sin que nadie nos moleste, esta parece una buena opción.

Otro aspecto que no me quiero dejar en el tintero son que del mismo modo que no entra sonido del exterior, tampoco la gente podrá escuchar nuestra música, por lo que podremos ponernos nuestra música en la biblioteca sin desquiciar los nervios del opositor que tenemos en la silla de enfrente.

Me gustaría comentar también que podemos llevar los auriculares un par de horas seguidas sin ningún tipo de molestia en los oídos. Además, la silicona de la que están hechos los tapones que nos metemos en los oídos es ligeramente pegajosa al tacto y una vez colocados no se moverán ni un milímetro (es importante probar los tres tamaños de tapón que traen para ver cuál es el que mejor se adapta a la fisonomía de nuestros oídos).

Del mismo modo, no se aprecian ruidos excesivos de golpes ni roces a través del cable cuando estamos en movimiento; más que nada porque al ser éste tan ligero (aquí no hay conexión con ningún cable auxiliar; todo va de una pieza) no se mueve al caminar por muy rápido que vayamos. La única «protuberancia» presente en el cable es la pieza plástica que bifurca el cable en su típica forma de ‘Y’, pero es tan liviana que se puede decir que directamente «no pesa». Por cierto, el conector de sonido es de 3,5mm, dorado y es del tipo recto; para mi gusto más cómodo (al menos al conectarlos al iPod) que los clásicos en forma de ‘L’.

En resumen

Poco más me queda por decir de estos Skullcandy. Los he comprado para llevarlos por la calle y es lo que pienso hacer porque mis pruebas han sido más que satisfactorias durante estos días. Es cierto que mis Denon dan una calidad de sonido algo superior, pero por lo que os comentaba en los primeros párrafos del artículo, esos los dejaré para escuchar música en casa o en algún lugar en el que esté estático.

Los Skullcandy son esencialmente para gente en movimiento; y en ese caso la ligera pérdida de fidelidad acústica (insisto, no suenan mal en absoluto; pero pierden un poco en comparación con mis Denon) compensa por la comodidad y el aislamiento acústico que ofrecen. Al fin y cabo, ¿qué más nos da que los auriculares lleguen a 20000 ó  21000 Hz entre el ruido del tráfico de la gran ciudad? Dejemos la alta fidelidad para casa, que es donde la podemos apreciar en realidad  😉

Recorrido fotográfico: Castillo de Aldovea – Torres de la Alameda – Alcalá

Ya sabía yo que la excursión que os anunciaba anteayer comenzaría en la puerta de mi casa pero sin un destino prefijado. Al final, para aprovechar la mañana, salí de Alcalá a las 9 de la mañana y, por sorpresa, se incorporó mi hermano al «viaje». Vamos a repasar el itinerario con las fotos de cada sitio:

Castillo de Aldovea

Nuestro primer destino fue el Castillo de Aldovea; pero lejos de disfrutar de la contemplación de un edificio singular, nos encontramos un recinto cerrado y amurallado en el que se celebran banquetes de bodas y comuniones y al que no se podía acceder de ninguna manera. Viendo que desde fuera lo único que se divisaban eran unas tapias y la parte superior de un torreón optamos por asomarnos a un mirador a pocos metros del lugar y hacer desde allí alguna fotografía del paisaje.

Vistas junto al castillo de Aldovea

Vistas campestres junto al castillo de Aldovea. Por allí delante discurre el río henares

Torres de la Alameda

Puesto que apenas estuvimos unos minutos en las inmediaciones del castillo de Aldovea, decidimos aprovechar la excursión para acercarnos a Torres de la Alameda, así que tras quince kilómetros de carretera nos plantamos en este pueblo conocido en la región por el pan que aquí se fabrica. En pocas palabras, me gustó mucho la iglesia y la plaza del sol, pero el resto de las calles antiguas carecían del encanto de otros lugares.

Torres de la Alameda

Vista general de Torres de la Alameda con su iglesia en el centro del pueblo

La plaza del Sol (plaza del ayuntamiento) en Torres de la Alameda

La Plaza del Sol (bien bautizada; había una luminosidad brutal)

Sombras en la iglesia de Torres de la Alameda

Sombras en el pórtico de la iglesia

Un instante de descanso

Mi hermano descansando un rato al sol

Alcalá de Henares (facultad de filosofía e historia)

Todavía era pronto cuando regresamos a Alcalá así que, aunque mi hermano subió a casa, yo me veía todavía con ganas de hacer más fotos, y para ello me encaminé hacia la facultad de filosofía e historia (uno de mis edificios favoritos de la universidad de Alcalá) aprovechando que estaría prácticamente desierta porque sus alumnos decidieron «hacer puente».

Jardín

El bonito jardín de la facultad

Planta baja

Un soleado pasillo de la planta baja

Cristalera del patio interior

La cristalera que muestra uno de los patios interiores de la facultad

Simetría

Las escaleras que dan acceso a la planta superior

El plan de Bolonia

Manifestaciones contra el plan de Bolonia

Pasillo planta superior

Un solitario pasillo de la planta superior

Sol y sombra

Oculto entre las sombras

Geometría

Lámparas en formación

En fin, esto es lo que dio de si la mañana. La verdad es que aunque lo del castillo supuso una decepción, en general tanto mi hermano como yo mismo nos lo pasamos muy bien. De hecho ya estamos pensando cuándo sacar un par de horas para acercarnos a Santos de la Humosa y disfrutar de sus magníficas vistas. Ya os contaré  😉

Mañana me voy de excursión al Castillo de Aldovea

Es casi seguro que mañana por la mañana, aprovechando que me he cogido el día libre en la empresa, me acercaré a primera hora al castillo de Aldovea situado bastante cerca de Torrejón de Ardoz para hacer unas fotos por allí. Se trata de un lugar que no queda muy lejos de casa (apenas son 15 Km en coche), muy tranquilo en apariencia y del que creo que se puede sacar alguna imagen interesante. Además, conociéndome como me conozco, supongo que por el camino me desviaré improvisadamente hacia algún otro sitio (será mejor que me lleve el Nokia 6630 que uso como GPS) para así aprovechar la mañana todo lo posible. El caso es que sé dónde comenzaré, pero no dónde terminaré  :mrgreen:

¡Curva a la izquierda!

Ya os podéis imaginar que a mi regreso habrá una entrada con el resultado gráfico de la excursión, ¿verdad?  😛

Paseo fotográfico por Alcalá (8ª parte)

Fotografías varias del centro de la ciudad y de la zona de campo que hay junto al barrio de Nueva Alcalá. Por cierto, estoy muy enganchado a fotografiar esas zonas arboladas que hay en los márgenes del río y, debido a ello, la próxima entrega de estas imágenes de la ciudad abarcará un amplio paseo por el discurrir del Henares por estas tierras. Pero eso será algún día de la semana que viene  😉

La Puerta de Madrid al atardecer (B&N)

La Puerta de Madrid al atardecer

Debajo de tu balcón

Debajo del balcón (escultura en la plaza de las Bernardas)

Llegando a la plaza de las Bernardas

Llegando a la plaza de las Bernardas

A través de la ventana (B&N)

Plaza de la Cruz Verde desde una cafetería

Parking provisional (ya veremos hasta cuándo)

Aparcamiento provisional en Nueva Alcalá (ni de casualidad acaban la obra en Junio)

Campo y nubes

El camino que lleva a la arboleda (junto al nuevo recinto ferial)

De camino a la arboleda

El mismo camino de la foto anterior

Amplitud

Sensación de amplitud (campo cerca de Nueva Alcalá)

¡Apagad la luz!

Atardecer en el nuevo recinto ferial

Mi Canon A75 ha pasado a mejor vida

Ayer fui a sacar de su funda la Canon Powershot A75 con la que hice más de 10000 fotografías en mis primeras andaduras un poco en serio con la fotografía digital y me encontré con que había dejado de funcionar. Hacía ya unos meses que le había dado esa cámara a mis padres porque desde que compré aquella Konica Minolta Dimage Z2 no utilizaba la A75 habitualmente (y ahora con el tándem Nikon D40 + Sony DSC P200 menos todavía) y sé que la han llevado en multitud de ocasiones sin ningún problema y haciendo unas fotos de mucha mejor calidad que la cutre-cámara que tenían antes.

Sin embargo, de buenas a primeras y sin previo aviso, la cámara ha dejado de funcionar y no consigo devolverle la salud de ninguna de las maneras, pues la avería tiene pinta de fallo interno del sensor o algún componente asociado, porque si intentas hacer cualquier fotografía sólo se ve un patrón de rayas moradas y la cámara no es capaz de calcular la exposición ni la distancia de enfoque. Como prueba aquí tenéis el resultado de intentar fotografiar una ventana de la terraza a pleno sol:

La última foto

La verdad es que me da pena que se haya estropeado, pues con esa cámara aprendí un montón de conceptos sobre fotografía que me han venido muy bien e hice algunas fotos muy chulas en aquellos años. Con la A75 aprendí a emplear el modo manual, la influencia de la apertura sobre la profundidad de campo, comprobé lo útil que es emplear el flash de relleno para retratos a plena luz del día, comencé a hacer fotografías nocturnas… con ella pasé un montón de ratos divertidos sólo o en compañía de mi amigo Joe, así que la guardaré con cariño en algún sitio de mi habitación.

De cualquier modo, como «homenaje» a ella me gustaría compartir con vosotros la que tal vez es la imagen que más satisfacción me produjo cuando la vi en el monitor al regresar a casa después de un viaje a Galicia. Me gustó su colorido y la soledad del lugar que intenta transmitir. Seguro que el sensor de la cámara agradeció tener la oportunidad de «ver» este bonito paisaje.

Soledad

¡Hasta siempre, mi pequeña Canon!

Paseo fotográfico por Alcalá (7ª parte)

Aprovechando una rápida visita a la escuela politécnica de la universidad de Alcalá de Henares en un día muy soleado, me llevé la cámara de nuevo y retraté algunos lugares pintorescos de por allí. A continuación, cuando me dirigía ya a casa con el coche, opté por aparcar en Ciudad 21 realizando por allí un par de tomas de detalles curiosos que se ven entre tantos chalets. ¡Espero que os gusten!

Campus primaveral

El colorido parque que hay entre la escuela politécnica, el hospital y la facultad de medicina

Paseo bajo los prunos

Entrada al hospital frente a la facultad de medicina

La cuadratura del círculo

El tragaluz que hay en la entrada de la escuela politécnica

Días de primavera

Prunos floridos junto a la escuela de enfermería

La sierra de Madrid vista desde la escuela politécnica de la UAH

Vista de la sierra de Madrid todavía con nieve. Me tuve que ir hasta la carretera de Meco y atravesar unos matorrales para hacer esta fotografía, pero mereció la pena.

Esperando al anochecer

¿Qué miraría tan intrigado este pajarillo?

Ciudad 21

La calle principal de Ciudad 21. Por aquí parece no haber pasado el tiempo...

Primavera a la japonesa

No estoy seguro, pero creo que es un cerezo. Un almendro a pleno sol; gracias Combusso.

El águila petrificada

Adorno en lo alto de la puerta de un chalet

Lecturas recomendadas: Ken Rockwell

Ken Rockwell es un fotógrafo norteamericano que lleva muchos años (concretamente once) manteniendo una web con su mismo nombre. Página que me gustaría recomendaros, pues creo que he aprendido bastante sobre fotografía a partir de las cosas que cuenta en ella.

Es cierto que el señor Rockwell tiene una visión de la fotografía un tanto «peculiar» y hay que saber qué tomar de todo lo que dice, pues aunque estoy muy de acuerdo con muchos de sus puntos de vista, hay otras cosas que no comparto para nada. A grandes rasgos os puedo decir que Ken adora los ultra-gran angulares, prefiere el carrete a la fotografía digital, la página le da suficiente dinero como para no dedicarse a otra cosa, usa sus cámaras en modo automático, sólo dispara en JPG, cuando sale con la cámara sólo lleva el cuerpo con un objetivo y siempre defiende la sensibilidad del autor por encima de la técnica.

Como os decía, hay cosas de Ken Rockwell que no comparto en absoluto; como su peculiar manía de dejar que la cámara elija la sensibilidad ISO por nosotros o emplear el modo de disparo automático. Afirma que las cámaras actuales son más inteligentes que nosotros, y que por lo tanto debemos hacer uso de los automatismos. Y no digo que mi D40 no sea más lista que yo a la hora de calcular la exposición de una toma, pero cuando hago una fotografía me gusta sentir que soy yo el que controla los parámetros de la imagen y no al revés. Si me he comprado una cámara reflex es para poder tener la máxima libertad a la hora de disparar, ya que si quisiera emplear modos automáticos me hubiera agenciado alguna compacta de calidad que pudiera llevar en el bolsillo de la chaqueta (creo que directamente no hubiera cambiado de cámara).

De cualquier modo, la web es muy interesante (aunque su diseño es de lo más cutre) y ayuda al aficionado a comprender algunos conceptos sobre fotografía que, en mi caso particular, me han venido muy bien. Ken no se centra en la técnica a la hora de hacer fotografías, pero sí que da un punto de vista interesante a la hora de componer una toma o decidir qué objetivos llevar encima para un determinado tipo de fotografía.

Si os gustan estos temas y tenéis un rato, echadle un vistazo. Estoy seguro de que os gustará.