Review: Fenix E02R

Aun teniendo un modelo (la recién analizada E03R) que por su forma, tamaño y peso es perfecto para llevar junto a las llaves, en Fenix han decidido lanzar también un modelo de dimensiones diminutas y cuerpo cilíndrico siguiendo los cánones clásicos de este tipo de linternas tan prácticas: la E02R.

El cuerpo

Como ya habréis visto en la imagen anterior, estamos ante un modelo de forma cilíndrica, fabricado en aluminio anodizado 6061-T6 disponible en colores negro, marrón o azul, con unas dimensiones de 48 mm de largo por 15 mm de diámetro y un peso de apenas 15 gramos. De la alimentación eléctrica se encarga una batería interna de iones de litio con una capacidad de 120 mAh recargable a través de puerto microUSB.

Lo bueno es que este puerto queda oculto a la vista durante el normal uso de la linterna, ya que para acceder a él debemos desenroscar la cabeza y de ese modo podremos acceder al mismo. Con este diseño, el punto debil de muchas linternas de este tipo queda protegido de humedad y polvo gracias a la junta tórica que le da estanqueidad cuando la cabeza está en posición de apagado. La gran ventaja es que en este caso no hay posibilidad de desmontar la linterna en dos partes, ya que llega un punto en el que cabeza y cuerpo no siguen desenroscando y, por tanto, todo queda de una sola pieza y no perderemos ninguna de ellas.

Junto al propio puerto tenemos un pequeño LED que se iluminará en color rojo durante la carga de la linterna y en verde al finalizar la misma; algo que lleva aproximadamente una hora si tras el último uso hemos dejado la batería completamente agotada. Por tanto, aunque la autonomía no sea muy prolongada, al menos la recarga es realmente rápida. Mi única queja en este aspecto es que no se haya optado por emplear un puerto USB-C aunque sólo sea porque siempre vamos a acertar al instertar el conector.

Hablando de equipamiento, la E02R incluye en su caja además de la propia linterna, un cable de carga, una anilla de llavero, una junta tórica de recambio, un manual de instrucciones y una tarjeta de garantía. Lo habitual en las linternas de pequeño tamaño de la marca, vamos.

La mitad delantera del cuerpo (la cabeza; que en este modelo es algo más larga en comparación con otros similares) posee cinco ranuras longitudinales bastante anchas para mejorar el agarre y, sobre todo, facilitar su giro si tenemos las manos heladas o usamos guantes. Por su parte, la parte trasera tiene una zona de aproximadamente un centímetro con un grabado de finos anillos diseñada con la idea de que asiente mejor sobre nuestros dedos y no se nos resbale. Yo no la llamaría knurling como tal porque no tiene el típico patrón rugoso de otros muchos modelos, pero ahí está y algo ayuda a mejorar el agarre.

Por último, en la parte trasera tenemos el clásico rebaje en el que podemos colocar una anilla de llavero, una cadena, un paracord… Esta parte ha sido perfectamente torneada y por mucho que la miro no atisbo arista o imperfección alguna pese a ser una pieza con tantos recovecos que es complicada de ejecutar. La verdad es que los acabados son un aspecto en el que Fenix está destacando mucho últimamente, ya que también me pareció uno de los puntos fuertes de la E03R.

Lo malo del diseño de esa parte de la linterna es que la impide hacer tailstanding; ya que aunque es de forma plana es tan estrecha que no es capaz de permanecer en esa posición de forma estable. Por tanto, su diseño está pensado para llevarla en nuestro llavero de forma cómoda y eficaz, pero no para iluminar una estancia de forma estática apuntando hacia el techo.

No he mencionado antes que el aluminio del modelo que hoy analizamos recibe en su superficie un tratamiento de anodizado duro tipo III que la protegerá frente a roces; pero viviendo en un bolsillo apretado junto a llaves con aristas afiladas, monedas de cantos duros y demás cacharros que no paran de frotarse contra ella, poco a poco se irá limando dejando a la vista el aluminio desnudo como habéis podido ver en aquel artículo que mostraba como envejece una linterna de aluminio frente a otra de titanio.

Por cierto, al igual que en la E03R, en la parte frontal tenemos grabado el número de serie de la linterna así como una advertencia sobre la elevada temperatura que puede alcanzar esa parte del cuerpo. Como en aquella ocasión, os comentaré que la linterna no llega a quemar por mucho que usemos el modo Alto y, por tanto, la razón de ser de la advertencia debe de ser más por un tema legislativo que por un peligro de quemadura real.

La linterna cuenta con especificación IP68 de resistencia a los elementos, lo que la convierte en sumergible a dos metros de profundidad durante media hora y totalmente resistente al polvo. En cuanto a las caídas, debería soportar sin grandes destrozos «aterrizajes» desde 1 metro de altura.

En definitiva, estamos ante un modelo muy liviano y que apenas abulta, lo que hará que no nos moleste en el bolsillo en ningún momento y que además posee un cuidado diseño con una alta precisión de fabricación.

La luz

El LED que se encarga de proporcionar la luminosidad que da la E02R es un Cree XP-G2 S3, ofreciendo un haz regular y muy blanco, sin zonas irregulares, manchas de luz ni anillos exteriores; algo a lo que la lente TIR montada directamente sobre el emisor contribuye de forma decisiva.

Este tipo de linternas suelen tener uno o dos modos; y este último caso es el de la que hoy estamos analizando. Los dos modos disponibles, su alcance y sus respectivas autonomías son los que os detallo a continuación:

  • Bajo: 15 lumens, 13 metros (6 horas y media)
  • Alto: 200 lumens, 49 metros (25 minutos)

El cambio de modos se realiza de la siguiente manera: partiendo de la posición de apagado, si vamos enroscando la cabeza llegaremos a un punto en el que vemos que la linterna se enciende. En ese momento estamos en el modo Bajo de 15 lumens. Si seguimos enroscando un poco más pasaremos al modo Alto con sus 200 lumens. Para volver al modo Bajo desenroscamos ligeramente y si seguimos desenroscando apagaremos la linterna. Así de sencillo. Por tanto, en esta linterna no hace falta incluir ningún tipo de bloqueo; ya que por su modo de funcionamiento tenemos un bloqueo físico de por si.

En cualquier caso, lo que sí incluye esta linterna es un modo de regulación por temperatura el cual baja la potencia de emisión si detecta que la E02R se está calentando más de la cuenta. Estos sistemas de protección son en la actualidad muy necesarios puesto que en los últimos meses los fabricantes sacan cada vez más lúmens en modelos más pequeños, por lo que la disipación del calor es un tema clave para no afectar a la electrónica interna y/o la batería integrada.

En todo caso, estuve usando la linterna en exteriores en modo Alto continuamente hasta que se agotó la batería y no percibí bajadas de intensidad hasta que la batería empezó a flaquear; de modo que al menos en invierno y por la calle no parece que el sistema vaya a actuar demasiado. Tendré que repetir esta prueba en pleno mes de julio a ver qué pasa.

Como todos los modelos que van pasando por mis manos desde hace un tiempo, me llevé la E02R a la arboleda donde pruebo la iluminación que ofrece cada linterna en un entorno real y he de decir que en su modo Alto la pequeña Fenix alumbra un montón. Es una pena que la autonomía sea algo escasa en dicho modo (algo lógico debido al minúsculo tamaño de este modelo) porque como vais a poder ver a continuación podemos usarla para iluminar nuestro camino perfectamente y distinguir lo que nos espera bastantes metros por delante.

El haz en el modo Alto no es demasiado ancho pero sí lo suficiente como para alumbrar lo que tenemos delante y mantener a la vista los laterales del camino. Por su parte, el modo Bajo con sus 15 lumens nos servirá para alumbrar nuestros pies si vamos caminando a paso tranquilo por una zona de suelo muy regular y en buen estado, pero no esperéis ver con claridad mucho más allá.

Las sensaciones

La E02R es una de esas linternas que da gusto tener en la mano. Normalmente las precisiones y tolerancias de los procesos industriales de mecanizado son fijas y, por tanto, las imperfecciones se notan más en modelos de pequeño tamaño. Sin embargo, en los últimos modelos que Fenix está lanzando al mercado la realización física de la linterna es simplemente perfecta: no hay irregularidades, no se aprecian aristas de ningún tipo, no hay desajustes en las roscas… Como os digo, el nivel de precisión empleado en la factoría de la marca es sencillamente asombroso.

Además, en las últimas linternas de este tipo que han ido saliendo al mercado, tenemos un rendimiento lumínico espectacular. De hecho, la cantidad de lumens que ofrece una linterna más pequeña que vuestro pulgar está muy por encima de aquellas Maglite clásicas que pesaban un kilo y llevaban cuatro pilas tipo D para dar 80 lumens como máximo. Lo único bueno de aquellas en comparación es que las podíamos usar como arma arrojadiza o a modo de maza para abrir almendras en el campo.

Me gusta mucho lo pequeña que es la Fenix E02R y lo poco que se nota su presencia en nuestro bolsillo. Además, al tener formas muy redondeadas no la notaremos clavarse en nuestra pierna al sentarnos como sí ocurre con modelos de mayor tamaño. Digamos que las linternas que usan una pila AAA ya estarían fuera del límite de la inadvertencia que sí cumple el modelo que hoy estamos viendo.

Conclusión

Fenix a venido a pelear con su E02R a un sector de las linternas en el que hay multitud de contendientes. De hecho, que hayan pasado por aquí coincidiendo en filosofía de uso y forma constructiva tenemos cuatro modelos: Wuben G338, Trustfire Mini-07, Olight i1R 2 EOS y Trustfire Mini2; casi nada.

Como podéis apreciar en la fotografía que tenéis sobre estas líneas la E02R es unos milímetros más larga que sus rivales, pero también hay que reconocer que comparadas con la típica moneda que pongo, todas ellas son de un tamaño irrisorio. Lo malo de las tres que tenéis a la derecha es que en todos los casos se pueden desmontar en varias piezas y por tanto el riesgo de perder alguna de ellas siempre está presente.

En cualquier caso, por practicidad y prestaciones su mayor rival es la pequeña de las Olight, ya que esta tiene también esa característica que tanto me gusta de que la linterna no se divide en dos para acceder al puerto de carga, lo que nos puede ahorrar más de un disgusto tratándose de piezas de tan pequeño tamaño. Eso sí, la E02R tiene la ventaja de ofrecer 50 lumens más (200 frente a 150) y una autonomía superior en el modo Alto (25 minutos frente a 15).

En definitiva, un modelo muy recomendable que os sacará de muchos apuros sin notar que la llevamos encima y que destaca especialmente por el esmero que han puesto en su fabricación.

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Comparativa: Rovyvon Aurora A1 vs. A1x

En el reciente análisis de la Rovyvon Aurora A1x ya os comenté que estaba pensando en redactar una entrada comparando este modelo con su antecesora; y de hecho si os fijáis apenas hay referencias cruzadas entre ellas porque aunque comencé a escribir el artículo poniéndolas en contraste, borré casi todo lo que había escrito y volví a empezar escribiéndolo como un análisis independiente pero ya con la idea de estos párrafos que hoy comparto con vosotros.

Aunque para un comparativo como éste lo suyo sería resumir los datos en un tabla, he decido que mejor os voy a ir narrando punto por punto las semejanzas y diferencias entre los dos modelos a comparar, y así me puedo explayar un poco más (ya sabéis lo mucho que me cuesta ser breve cuando hablo de las cosas que me apasionan).

Externamente las dos linternas son muy similares, hasta el punto de que por separado podríamos pensar que tienen las mismas dimensiones. Sin embargo, puesta una al lado de la otra vamos a ver que la A1x ha crecido un poco con respecto a su hermana.

Concretamente, en la dimensión mayor la A1x es 5,5 mm más larga, mientras que en lo que a diámetro se refiere la A1x también es más grande por apenas 1,6 mm. En cuanto al peso, la A1x hace subir la báscula 4,8 gramos más que la A1; algo lógico porque su batería es 200 mAh mayor (330 contra 130) y por tanto el tiempo de carga también es ligeramente superior (90 minutos frente a 45).

El LED que equipan es el mismo (Cree XP-G3) aunque ambas poseen versiones con emisores Nichia de menor potencia pero mayor afinidad cromática; cosa que para la aplicación que yo le doy a este tipo de linternas se me queda en un un segundo plano. Valoro más la posibilidad de pegar un fogonazo rápido de bastantes lumens antes de percibir el RAL 5005 tal y como lo vería a la luz del día.

Hablando de potencia lumínica, la A1x vuelve a ganarle la partida a la A1 con sus 650 lumens frente a los 550 de la otra. Y no sólo eso, sino que también en la autonomía la A1x gana la partida por mucho, pues en el modo bajo de 20 lumens es capaz de mantenerse encendida durante 8 horas, mientras que la A1 a las 2,5 horas se apagará.

Hasta este punto la A1x gana por prestaciones, pero pierde por tamaño. Sé que la diferencia es escasa, pero cuando llevas la linterna junto a las llaves de casa en el bolsillo del pantalón sí que se nota ese leve incremento de tamaño. A ver, que a los dos días ya ni te acuerdas de que esta linterna es un poco más grande que la A1, pero aun así es un hecho.

Sin embargo, hay un aspecto radicalmente diferente entre las dos, que es la gestión de modos: en la A1 el proceso explicado rápidamente consistía en doble click para encender siempre en modo bajo y luego a base de clicks pasábamos a medio, alto y estroboscópico. Con un triple click activábamos directamente el modo ultrabajo (el 90% de veces que uso la linterna lo hago en ese modo) y manteniendo el botón presionado activábamos el modo alto.

En la A1x la cosa se complica, y es que no hay un modo de inicio por defecto: con un doble click activamos el modo que esté memorizado (lo que se logra usando un modo durante más de 3 minutos seguidos) y a base de clicks vamos haciendo ciclo entre ultrabajo, bajo, medio y alto. Con un triple click activamos directamente el modo estroboscópico y manteniendo pulsado activamos el modo alto directamente.

Pues bien, para el uso que yo hago de estas linternas el más cómodo para mí era el sistema de la A1, ya que sabía que con un triple click accedía directamente al modo Moonlight sabiendo que no iba a molestar a nadie ni me iba a cegar yo. Ahora mismo la A1x la tengo configurada para que se active el modo más bajo cuando la enciendo, pero si por lo que sea para alguna tarea necesito más luz durante un rato y al apagarla me olvido de reprogramar el modo ultrabajo, al volver a encenderla soltará una ráfaga de luz que no me esperaba (y además me caerá la bronca de mi novia por despertarla).

Un aspecto en el que la A1x ha mejorado enormemente es la implementación del PWM en los modos más bajos: en el modo moonlight de la A1 el PWM era de una frecuencia tan baja que se apreciaba a simple vista incluso con la linterna posada sobre la mesa; sólo había que mover un poco la mano delante de ella para comprobar que el parpadeo era evidente. Los modos bajo y medio también emplean PWM, pero al ser de una frecuencia mayor ya no era tan visible.

Pues bien, en la A1x han eliminado el PWM casi por completo; y es que aunque se usa en el modo moonlight el caso es que es inapreciable a simple vista incluso agitando la linterna con rapidez delante de los ojos, de modo que en ese aspecto los diseñadores de Rovyvon sí que han dado un paso adelante.

Por cierto, comentar que los botones de cada linterna son bastante diferentes, tanto en su forma como en su tacto. En el caso de la A1 es un botón ovalado de goma blanda que no tiene un click muy definido pero que aun así es preciso y fácil de activar. Por contra, en la A1x en botón es circular, de menor tamaño, recubierto de una goma algo más dura y con un tacto más definido a la hora de presionarlo. Yo, desde luego, prefería el de la A1 porque me resultaba más fácil dar con él a tientas y controlar el número y la cadencia de las pulsaciones que en el nuevo modelo

Hablemos ahora de lo que viene en la caja de la linterna: la A1x trae como extras un clip, una anilla de llavero, un cable de carga y el manual de instrucciones; mientras que la A1 añadía también una cadena por si nos la queríamos colgar del cuello. Supongo que en la marca se habrán dado cuenta de que era una flipada y han decidido prescindir de ella viendo que a nadie le dio por llevar sus linternas colgadas del cuello como si de un accesorio de moda se tratara.

Conclusiones

A modo de resumen diría que aunque la A1x ha supuesto un paso adelante en autonomía y también por la ausencia de PWM, ese ligero incremento en longitud y diámetro de la linterna la penalizan un poco a la hora de llevarla siempre junto a nuestras llaves. No es radicalmente más grande y está claro que algo había que sacrificar para implementar una batería de mayor capacidad, pero tras varias semanas con la A1x en el bolsillo he de reconocer que en ocasiones he echado de menos a su antecesora.

Por otra parte la nueva implementación de los modos de uso, desde mi punto de vista es un paso atrás por la variabilidad que supone la memorización de modo por defecto de aquel que utilicemos durante más de tres minutos seguidos. A mi modo de ver tal y como estaba implementado esto en la A1 era lo ideal, ya que siempre arrancábamos en el modo más bajo de los tres más habituales y luego teníamos acceso directo tanto al moonlight como al alto. En cuanto a la capacidad de iluminar, aunque en la práctica no hay grandes diferencias entre ambas, me quedaría con la A1x por esa ligeramente mayor concentración del haz de luz en la parte central.

En definitiva, si pudiera hacer una fusión de ambas linternas crearía un modelo con la autonomía y la ausencia de PWM de la A1x pero con las medidas, la implementación de los modos y el botón de la A1. Pero como todo no se puede tener, podría permitir que esa linterna personalizada tuviera las dimensiones de la A1x si gracias a ese sacrificio puedo mantener su batería de 330 mAh.

¡Nos leemos!

Review: Rovyvon Aurora A1x

La Aurora A1 de Rovyvon se ha convertido por derecho propio en mi compañera de llaves desde hace ya unos meses. Además de una construcción robusta y una portabilidad increíble, me gusta mucho el tacto de sus materiales y, sobre todo, los diversos modos que posee.

Tanto me ha gustado que ahora he decidido hacerme con el modelo que la sustituye que no es otro que la A1x, la cual sobre el papel ofrece mayor autonomía, interfaz de usuario mejorada y 100 lumens más de potencia lumínica; así que vamos a ir comentando punto por punto sus características principales.

El cuerpo

El cuerpo de la A1x está fabricado mayoritariamente de polimida, con una longitud total de 60,5 mm y un diámetro de 15,6 mm, contrando con un peso total de 16,8 gramos. Su forma es cilíndrica pero en la parte de poliamida posee diversos relieves para mejorar el agarre y la parte delantera (la cabeza) está fabricada en acero inoxidable totalmente pulido para ayudar a disipar el calor que emite el LED y dar más estabilidad a la hora de sostenerla en la mano.

Es curioso comprobar cómo la Rovyvon A1x no incluye esa ‘x’ en el nombre grabado en su cuerpo, y es que bastantes modelos tiene ya esta marca en el mercado como para encima ir añadiendo sufijos a cada evolución que saca. Como os digo, en «los papeles» se conoce como A1x pero en realidad sigue siendo la A1 porque lo que ha hecho ha sido sustituir al modelo original y así lo han querido reflejar los diseñadores en su cuerpo.

Hablando de nombres, denominaciones y serigrafías varias, observo que en la parte trasera (que es plana y permite hacer un tailstanding medianamente estable) han escrito «EDC Flashlight» a dos líneas, lo que me parece un poco hortera e innecesario, pues ya se ve que es una linterna que por su tamaño podemos llevar siempre encima.

Po cierto, la pequeña anilla que veis en las fotos se la he añadido yo, ya que así puedo llevar la linterna en mi llavero unida con un pequeño mosquetón que me permite liberarla rápidamente y así no tener que andar con las llaves colgando. En la caja de la linterna viene un anillo bastante más grande que éste, un clip metálico reversible, un cable de carga y el manual de usuario en papel.

El puerto microUSB de carga de la batería interna está situado en un lateral y es algo que en nada afecta a la ergonomía o funcionalidad de la A1x, ya que cuando la tapa está cerrada queda perfectamente enrasada con la superficie de la linterna. En cuanto a la batería, esta es de 330 mAh, tarda 90 minutos en cargarse por completo y nos proporcionará las siguientes autonomías:

  • Modo alto (650 lumens) 1,5 minutos –> (100 lumens) 75 minutos
  • Modo medio (230 lumens) 1,5 minutos –> (100 lumens) 90 minutos
  • Modo bajo (20 lumens) 8 horas
  • Modo ultrabajo (2 lumens) 30 horas

Como podéis ver, en los dos modos más altos tenemos una limitación que hace que al cabo de 90 segundos pasemos a una salida de «sólo» 100 lumens para evitar calentones en la electrónica y/o batería. Aún así, nada nos impide transcurrido ese tiempo apagarla y volver a unos de esos modos para utilizar todos los lumens que necesitemos. Eso sí, en el modo de 650 lumens la cabeza (de la linterna; no la nuestra) se pone a bastante temperatura al cabo de aproximadamente un minuto, así que ojo con cebarse porque ya sabéis que el calor no le sienta muy bien a las baterías de litio.

La luz

La A1x cuenta con un LED Cree XP-G3 capaz de emitir un máximo de 650 lumens (también existe una versión con un Nichia 219C de CRI >90 y 450 lumens) y observo que la zona central del haz de luz es sensiblemente más brillante que el perímetro exterior; por lo que gracias a ello ahora la luz que lanza llega algo más lejos. Es decir, que a la hora de usarla a su máxima potencia la zona a la que estamos apuntando resultará algo más brillante que los alrededores, lo cual creo que es una buena cosa en linternas de cierta potencia porque nos permitirá ver «más allá».

Cuando uso la A1x a plena potencia me gusta comprobar cómo la luz es muy blanca y capaz de inundar una estancia de tamaño medio hasta el punto de molestar a los ojos si estábamos en oscuridad. Como anécdota os contaré que un día en el trabajo un compañero estaba tratando de localizar una pieza en el fondo de un tubo de metal de un par de metros de largo y para ello estaba alumbrándose malamente con el móvil. Pues bien, cuando saqué la A1x y le pegué un fogonazo de luz al interior del tubo haciendo que todo refulgiera como el sol él pegó un salto y tildó a la minúscula linterna como «matahombres»; término que me hizo mogollón de gracia.

Algo que agradezco mucho en la A1x es que no presenta PWM a simple vista. Juraría que algo tiene, sobre todo en el modo más bajo, pero de haberlo es prácticamente indetectable, a diferencia de la A1 «a secas» donde el modo moonlight presenta un parpadeo de baja frecuencia que se percibe incluso con la linterna posada encima de la mesa.

Las sensaciones

La linterna en la mano se siente ligera, robusta y bien ajustada. Nada se mueve ni cruje; ni siquiera al sacudirla. Tiene aspecto de que nada le ocurrirá si se nos cae al suelo pero tengo una queja: el botón de de control lo encuentro demasiado pequeño. En este caso es redondo, del tamaño de una lenteja pardina y recubierto de un círculo de goma transparente, pero es que el click es tan leve y poco definido que a veces me cuesta distinguir si lo he pulsado o no. Ah, también sirve como testigo de carga, ya que parpadea en azul mientras estamos cargando la linterna y se queda fijo al terminar.

En esta linterna la implementación de los modos no es siempre la misma. Me explico: cuando encendemos la linterna con un doble click en su botón se activa el modo que estuviera memorizado; y eso se hace estando en alguno de los modos durante más de tres minutos. Es decir, que si estamos en el modo Alto durante más de tres minutos y apagamos la linterna, al encenderla volveremos a dicho modo y en él empezará el ciclo (cambiaremos entre escalones con pulsaciones breves en el botón de la linterna) que en este caso será «Alto – Ultrabajo – Bajo – Medio – Alto – Ultrabajo…».

Si estando por ejemplo en el modo Alto le damos un toque al botón pasaremos al modo Ultrabajo, y con otro toque más pasamos al Bajo. Si dicho modo está activado durante más de tres minutos ese pasará a ser ahora el modo de inicio y en él empezará el ciclo de modos a partir de entonces siguiendo el órden «Bajo – Medio – Alto – Ultrabajo – Bajo – Medio…».

Por tanto, si como me pasa a mí y os gusta que al encender la linterna esta lo haga en el modo menos luminoso de todos, tendréis que hacer que memorice el modo Ultrabajo y así al encenderla no os deslumbraréis ni a vosotros mismos ni al resto de la humanidad. Lo único que si cambiais de modo al usarla y lo mantenéis durante un rato, es posible que ese se guarde como modo incial y os sorprenda la próxima vez que encendáis la linterna.

Por otra parte, si con la linterna apagada mantenemos pulsado el botón activaremos directamente el modo alto que se mantendrá encendido mientras estemos pulsando el mencionado botón y luego está el modo el estroboscópico, que por suerte está fuera del ciclo de modos normales y se activa estando la linterna apagada y haciendo una triple pulsación en el pequeño botón. En cualquier caso, estando la linterna encendida para apagarla hay que mantener pulsado el botón de control durante algo más de un segundo.

A mí ese tipo de linternas me parecen la mejor opción en cuanto a la relación portabilidad/prestaciones. Ya hemos analizado alguna de un tamaño minúsculo (como la Walter Pro NL10, la Trustfire Mini-07 o la Olight i1R 2 EOS) y aunque es verdad que de esas literalmente nos olvidamos de que las llevamos encima, no es menos cierto que la potencia lumínica y, sobre todo, la autonomía se resienten un poco. Sin embargo, con este tipo de linternas que descubrí con la Nitecore Tiki tenemos un balance muy adecuado entre tamaño reducido, potencia luminosa más que suficiente y autonomía como para no tener que ir cargando todos los días la batería.

Del modelo que hoy estamos viendo me gusta que hayan eliminado el PWM porque cuando es muy acusado molesta bastante cuando estamos iluminando algo en movimiento y tenemos la sensación de estar viendo un vídeo que corre a pocos frames por segundo. En este modelo esto se ha eliminado casi por completo y eso es algo que quiero recalcar.

En cuanto a los materiales, habrá gente a la que no le guste, pero creo que la elección de la poliamida para el cuerpo es buena: es un material medianamente resistente al uso diario aunque no tanto a los arañazos profundos como el que he provocado al colocar la anilla posterior y que podéis ver en una de las fotos que ilustran esta entrada. En el día a día no vais a tener arañazos visibles con el roce con las llaves y/o las monedas que podáis llevar en el bolsillo, y lo que va a ocurrir más bien es que la textura microgranulosa de la linterna se va a ir suavizando y alisando en las zonas de mayor roce, haciendo que vuestra A1x vaya envejeciendo con vosotros.

Conclusión

Reconozco que he desarrollado una rápida afinidad por Rovyvon: hacen linternas con un diseño que me gusta mucho, prácticas, funcionales y, aunque esto es algo que veremos con el tiempo, fiables y resistentes.

El modelo que hoy hemos visto es ahora mismo el más sencillo de la marca, pero eso no quiere decir que ande corto de prestaciones: poner 650 lumens en la punta de tus dedos en un momento dado es una pasada; y aunque es verdad que gracias al aumento de capacidad de la batería tenemos una autonomía bastante decente, también he de decir que empieza a estar en el límite del concepto de linterna llavero de tal modo que si la engrosan o alargan un poco más ya tendría que ir suelta en un bolsillo, mochila o bolso.

De hecho tengo en mente preparar un artículo comparando la A1 y la A1x porque creo que puede ser interesante para comprobar si la introducción de las mejoras en el nuevo modelo ha sido un paso adelante o no. A ver si un día de estos me pongo con ello porque creo que puede ser interesante.

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Review: Olympus E-PL1

Al final no pude resistirme a la tentación que suponen las cámaras EVIL (prometen calidad de réflex en cuerpo de compacta) y para adentrarme en ese mundillo me he hecho con una Olympus E-PL1; que es uno de los últimos modelos de la familia PEN de la que también hablé en su momento.

Olympus E-PL1

Aunque es verdad que antaño solía redactar unas reviews kilométricas sobre cámaras y objetivos; de un tiempo a esta parte noto que he llegado a un punto en el que prefiero comentar aspectos muy generales, comentar algunos detalles que me hayan llamado la atención (para bien o para mal) y, por último, ilustrar el artículo con un buen puñado de imágenes, ya que al final es lo que mejor puede dar una idea de lo que podemos conseguir con determinado equipo.

Vamos pues con el análisis de esta cámara llegada a mis manos hace un par de semanas y con la que ya he disparado casi un millar de imágenes.

Kit básico

Aunque junto con la cámara me regalaron una tarjeta SD de 4GB, una funda y un pequeño trípode tipo «gorila»; en lo esencial el kit se compone del cuerpo de la cámara y el objetivo M.Zuiko Digital ED 14-42mm f/3.5-5.6 L

Ambos elementos llaman la atención por su pequeño tamaño (especialmente el objetivo; aunque tiene truco, ya que se repliega sobre si mismo) si estamos acostumbrados a manejar cámaras réflex aunque sean de gama baja. A continuación os dejo con unas imágenes en las que comparo el tamaño de la E-PL1 con las tres cámaras que suelo emplear.

Olympus E-PL1 y Nikon D300

Olympus E-PL1 y Ricoh R10

Olympus E-PL1 y Nikon D40

Como veis, por su tamaño la Olympus tiene más que ver con una cámara compacta que con una réflex; si bien en su interior tiene un sensor que cumple con la especificación micro cuatro tercios (m4/3) que implica un factor de recorte de 2x con respecto a una cámara full frame. Eso sí, si bien en las compactas el objetivo suele retraerse en el interior, en el caso de las EVIL éste siempre va a sobresalir algo por llevar el sistema de ópticas intercambiables mediante bayoneta. Quiere esto decir que no es una cámara para llevar en el bolsillo trasero de un vaquero; siendo más cómodo llevarla en el bolsillo de una chaqueta amplia, en algún tipo de bolso o directamente en la mano.

Olympus E-PL1

Cosas a tener en cuenta

1. La E-PL1 no lleva ruletas de control como las cámaras réflex, por lo que los cambios de ajustes no son tan rápidos como en el caso de estas. De hecho, el sistema de control de la Olympus es más parecido al de una compacta que al de una réflex como tal.

2. No hay visor óptico; de modo que tendremos que emplear la pantalla para todo.

Olympus E-PL1

3. Por lo dicho en el punto anterior la autonomía palidece en comparación con cualquier réflex. Lo normal es que haciendo unas 250 fotos sin flash la batería empiece a pedir con urgencia una recarga.

4. El objetivo del kit es… un objetivo de kit. Parece una perogrulada; pero lo que quiero decir es que no abarca ninguna focal «extrema» (equivale a un 28-84 en formato full frame) ni tiene una apertura demasiado amplia. Por tanto, se trata de una óptica adecuada para paisajes generales y cosas así. Si necesitáis cosas más extremas tendréis que buscar ópticas aparte compatibles con el sistema m4/3. Eso sí, por los resultados obtenidos, el objetivo parece mejor de lo que en realidad es debido a que la propia cámara corrige por software los defectos ópticos como la distorsión, el viñeteo o las aberraciones cromáticas como lo haría Lightroom 3.

Olympus E-PL1

5. La correa de cuello que trae me parece «demasiado» para el tamaño de cámara que es. Yo os recomiendo colocar una correa de muñeca para llevarla por la calle.

6. Tenemos modos de disparo manuales, semiautomáticos y totalmente automáticos. A mí me gusta disparar en prioridad a la apertura (modo A) pero tened en cuenta lo que os decía antes de que se tarda un poco en cambiar los parámetros con respecto a una cámara réflex.

7. El menú parece muy simple; pero si activáis una opción que anda un poco escondida, veréis todas las posibilidades de configuración que tiene esta pequeña cámara. Os recomiendo un buen vistazo al manual antes de empezar a toquetear todo eso.

Peces de mil colores

8. La pantalla no se ve demasiado bien en exteriores cuando hay mucha luminosidad (la de mi D300 se ve bastante mejor). Digo esto porque «en directo» os parecerá que las fotos están oscuras; pero al llegar a casa veréis que, en general, la cámara expone bastante bien incluso en condiciones algo complicadas. Podéis usar el histograma para verificar la exposición en exteriores.

9. Una de las cosas que más me gusta de la E-PL1 es la buena gestión del ruido a ISOS altos. Podemos emplear hasta ISO 3200; pero en general os recomiendo no pasar de 1600. Eso sí, disparando en JPG veréis que incluso a ese nivel de ISO la imagen apenas muestra ruido.

Oropesa al anochecer

10. Acostumbrado al balance de blancos de las cámaras réflex de Nikon veo que la Olympus tiende a anaranjar la escena en días nublados. Si disparamos en RAW (la cámara ofrece esta posibilidad) podemos modificar esto en el ordenador; aunque dado que la cámara saca unos JPGs bien expuestos y bastante nítidos casi veo más recomendable pasar del formato RAW y emplear el JPG. Cierto es que en mi D300 y mi D40 siempre disparo en RAW, pero en la E-PL1 lo estoy haciendo exclusivamente en JPG.

11. Al poseer un sensor de menor tamaño que una réflex (recordemos que emplea un factor de recorte de 2x frente al 1,6x y 1,5x de las cámaras más habituales de Canon, Nikon o Sony) la profundidad de campo resultante es mayor, lo que unido a la escasa apertura máxima del objetivo que trae la cámara no la hacen recomendable para fotografías en las que los desenfoques sean el argumento principal de la imagen. Sin embargo, para paisajes es una cámara que puede jugar un buen papel.

Olympus E-PL1

12. Se pueden emplear objetivos de cámaras réflex de diversas marcas (hay adaptadores para ópticas Nikon, Canon, Leica, Sony…) pero perderemos el enfoque automático y una de las principales razones de la existencia de las cámaras EVIL: el menor tamaño y peso de sus ópticas.

13. Además de los consabidos modos de escenas predefinidas contamos con seis modos creativos del que mi favorito es uno que simula un tilt-shift. Os dejo con un par de ejemplos de ese modo que os digo así como de algún otro.

Fake tilt-shift

Fake tilt-shift

Efecto estopenoico

My feet

14. El enfoque se realiza por contraste (como en las compactas) por lo que es considerablemente más lento que en una cámara réflex. No es la mejor cámara para seguir águilas en vuelo o guepardos por la sabana.

15. Por el momento no hay demasiadas ópticas disponibles para el formato m4/3. Seguramente más fabricantes se irán incorporando al carro de esta nueva tecnología; pero de momento son Olympus y Panasonic las que tienen más objetivos disponibles, si bien la oferta sigue siendo escasa en comparación con sistemas más asentados en el mercado.

16. Tanto el cuerpo como el objetivo tienen una calidad de construcción correcta. Es plástico sólido y el ajuste de las piezas es bueno; pero realmente parece una cámara de juguete si estamos acostumbrados al tacto sólido de una D300 y un objetivo como el 80-200 f/2.8. Una comparación más justa podría ser con la D40 y su habitual 18-55; sacando en este caso también ventaja la cámara de Nikon si bien con menos diferencia. Eso sí, no me arriesgaría a ponerme a hacer fotos en medio de una tormenta, pues estoy seguro de que entraría agua en su interior y la cámara tendría los días contados.

17. La E-PL1 posee un buen rango dinámico, ya que incluso en escenas con cierto contraste conserva bien el tipo impidiendo la aparición de amplias zonas empastadas y/o quemadas en la imagen.

Las caprichosas formas de las nubes

Conclusiones

Ya os adelanto que no se me pasa por la cabeza ni por un segundo renunciar a mi D300 a la hora de ir expresamente a hacer fotos. La E-PL1 no ha venido a sustituirla sino a complementarla; y es que si me voy de viaje un fin de semana no quiero renunciar a hacer algunas fotos, pero tampoco quiero cargar con el mochilón habitual lleno de objetivos para Nikon. Precisamente para eso ha llegado la Olympus; para poder hacer fotografías con cierta calidad en aquellas ocasiones en las que no quiero o no puedo llevarme mi equipo réflex habitual.

Un día de playa en pleno otoño

Los factores en los que sale perdiendo en comparación con una réflex de gama media (enfoque, autonomía, profundidad de campo, disponibilidad de ópticas y resistencia a climatología adversa) la desaconsejan como cámara única si nos tomamos la fotografía en serio; pero si pretendemos ir ligeros de equipaje y tener cierta versatilidad a la hora de hacer fotos, una cámara de este tipo puede ser una buena opción.

Los amantes

Lo mejor

  • Relación tamaño y peso / calidad de imagen
  • Muy poco ruido a ISOs altos
  • Sin distorsiones geométricas apreciables
  • Buen rango dinámico

Lo peor

  • Mayor PDC con respecto a una réflex normal
  • El balance de blancos automático a veces no va fino del todo
  • Modificar parámetros lleva más tiempo que con una réflex
  • Pocos objetivos disponibles por el momento

Más imágenes de ejemplo

El batir de las olas

Paisaje oropesino

Villa Raquel

Fake Tilt-shift

Caños

Por los campos

Rosa, azul y rojo

Oropesa al anochecer (II)

Reflejos

Agua y fuego

Agua

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Los libros (electrónicos) son para el verano

Ya que estamos en verano y, por lo general, la gente tiene más tiempo libre me gustaría comentaros un detalle que a aquellos que estéis pensando en haceros con un libro electrónico os puede terminar de decidir.

Para empezar, me gustaría que esta entrada sirva como complemento a la review del e-book Sony PRS-350 que publiqué hace unos meses; y es que si en su momento os decía que la mayor ventaja de las pantallas de tinta electrónica es que se ven perfectamente bajo fuentes de luz intensas, la prueba la tenéis en la siguiente fotografía.

E-ink vs. LCD

Lo que veis es mi propio libro electrónico puesto bajo el sol una mañana de Julio y flanqueándolo mis dos teléfonos móviles: el Samsung Galaxy S que uso desde Marzo (pantalla Super AMOLED) y el Nokia 7230 (pantalla TFT) del trabajo que me acompaña desde hace un par de meses. Aprovecho para indicaros que la pantalla del e-book no tiene ningún tipo de retroiluminación mientras que el brillo de las pantallas de los móviles está configurado a su valor máximo para hacer la fotografía (y ya veis que ni aun así se distingue prácticamente nada en ellos).

No está de más recordar que la tinta electrónica consiste en miles de partículas dipolares muy finas que por una cara son negras y por la otra blancas. Por tanto, sometidas a un campo magnético, estas microscópicas partículas se orientarán mostrando una u otra cara según las órdenes que le de la electrónica del aparato para así formar los caracteres que componen el texto.

También podéis ver en una segunda imagen la comparativa bajo las mismas condiciones de iluminación entre la pantalla del libro electrónico y la visualización de uno tradicional de papel.

E-ink vs. papel

Como se puede apreciar, el aspecto de la tinta electrónica se asemeja mucho a la de la letra impresa en papel; de modo que no es de extrañar que este tipo de dispositivos cada vez se vean más en los vagones de metro, en las mesillas de noche, en los parques y en las playas; pues aúnan practicidad, autonomía, ligereza y calidad de visualización.

El libro electrónico: un gran invento para los amantes de la lectura que andamos escasos de espacio en las estanterías de nuestras casas.

Exposición de «Alcalá de Henares ayer y hoy» en el IES Alonso Quijano

Puede que alguno de vosotros recuerde que en el artículo que narraba la visita que realicé en julio de 2009 a mi antiguo instituto comenté que, por casualidades del destino, la dirección del centro y yo habíamos hablado de la posibilidad de realizar un proyecto fotográfico conjunto.

IES Alonso Quijano (XI)

Pues bien, durante todo este tiempo he ido manteniendo el contacto con la gente del IES Alonso Quijano para ir dando forma poco a poco a aquella idea inicial y hoy por fin, tras casi dos años de espera, tengo el placer de anunciaros que en el pasillo de la planta baja del centro se encuentran expuestas una buena cantidad de las fotografías que componen la serie «Alcalá de Henares ayer y hoy».

Exposición de "Alcalá de Henares ayer y hoy" en el IES Alonso Quijano

Primera impresión

Cuando hace unos días me acerqué por allí y vi por primera vez las fotografías enmarcadas y colgadas en el pasillo del instituto (junto con algunos detalles gráficos que han añadido libremente los encargados de realizar la exposición) reconozco que me impresionó bastante. Todas las horas que invertí pateando la ciudad cámara en ristre, que ya de por sí consideraba como bien empleadas viendo el resultado en el blog, se habían convertido en algo tangible que miraban con curiosidad profesores, alumnos y padres y que al mismo tiempo decoraba las paredes de un lugar que siempre recordaré con un cariño especial por todo lo que allí viví hace ya unos cuantos años.

Aula Alonso Quijano (35mm)

Precisamente me hizo especial ilusión comprobar que muchos de los profesores que me dieron clase por aquella época seguían trabajando allí y al encontrarme con ellos me felicitaron por la idea de retratar la ciudad de Alcalá tomando como base el pasado que existe en los libros de fotografía que guardo celosamente en mi casa. Ya he comentado en más de una ocasión que siento un gran respeto por la labor docente, y en cierto modo esta exposición es como si ahora devolviera a aquellos que me enseñaron una parte de lo que aprendí.

Limitaciones técnicas (y un poco de autocrítica)

No obstante, dado que muchas de las fotografías que componen la exposición fueron realizadas hace ya varios años y por aquel entonces mi cámara no era gran cosa (compactas con pequeños sensores de escaso rango dinámico) no puedo evitar ser muy crítico conmigo mismo y sentir auténtico dolor cuando veo que las sombras de muchas de ellas están empastadas y los cielos abundantemente quemados. Mis ex-profesores me dicen que para ellos están perfectas y que no les ven ningún problema; pero cuando veo cosas como esas es cuando me doy cuenta de lo mucho que he aprendido sobre fotografía en los últimos años (sobre todo desde que di el salto a réflex).

Miradas

Pero bueno, más allá de temas técnicos (ya hay una sección en el blog dedicada a ello) lo que quiero expresar hoy es mi orgullo por ver ese trabajo colgado de las paredes del que fue mi instituto y mi gratitud tanto al personal del centro que ha realizado todo el montaje como a los fotógrafos autores de las obras originales que han servido de inspiración para esta historia.

Por amor al arte (a la fotografía y a Alcalá concretamente)

Sobra decir que ni el instituto ni yo hemos sacado (ni sacaremos) un céntimo de esta exposición. Más bien todo lo contrario, ya que a mí me costó mucho tiempo hacer todas esas fotografías y el centro se ha gastado una cierta cantidad de dinero en imprimir las imágenes, comprar marcos, cartulinas y eso sin contar el tiempo que ha llevado montar todo…

Además, lo primero que dije cuando me comentaron lo de la exposición es que al pie de cada fotografía original deberían de figurar los datos tanto del autor de la misma como del libro en el que aparece para que así quede clara la autoría de la obra; algo que han respetado al 100% tal y como indiqué.

Exposición de "Alcalá de Henares ayer y hoy" en el IES Alonso Quijano

Situación y horario de visita

Y sin más, ya sólo me queda animaros a que visitéis la exposición si tenéis un rato por la mañana y el instituto no os pilla muy lejos. El IES Alonso Quijano se encuentra en el Paseo de las Moreras (vista en street view) y podéis pasaros por allí de lunes a viernes de 9:00 a 10:30 y de 11:30 a 13:45. En realidad el instituto se encuentra abierto al público durante toda la mañana; pero me han indicado que por comodidad es mejor evitar el horario del recreo que tiene lugar sobre las once de la mañana.

Alonso Quijano (mi antiguo instituto)

Una vez que entréis en el edificio preguntad a los conserjes o a alguno de los profesores por las fotos de Alcalá y enseguida os remitirán al pasillo de dirección, que está tras la doble puerta de color verde que veréis a la derecha según se entra al hall por unas puertas metálicas.

Por cierto, se me olvidaba comentar que no hay una fecha concreta para la finalización de la exposición; pero según me dijeron los responsables de la misma, la idea es que las fotos permanezcan ahí «durante algunos meses».

Del blog al papel

Como podréis suponer, el hecho de que una idea que nació en este blog (con la inestimable ayuda de los autores de las fotografías originales, claro está) haya dado lugar a una exposición en mi antiguo instituto es algo que me enorgullece tremendamente y que no podía dejar de compartir con vosotros; así que si os apetece ver una selección de las fotografías de Alcalá de Henares ayer y hoy «en persona» podéis acercaros por el IES Alonso Quijano a echar un vistazo cuando os apetezca.

¡Muchas gracias por vuestro tiempo!

D40 junto a D300: una cuestión de tamaño

Vistas por separado puede parecer que no hay gran diferencia de tamaño entre una Nikon D300 y una D40; pero si las ponemos juntas es cuando te das cuenta de que en realidad una parece la madre de la otra.

Lo más curioso del tema es que cuando me compré la D300 me parecía enorme y lo que me ocurre ahora es que la D40 me resulta microscópica. Qué rápido se habitúa el ser humano a las novedades, ¿verdad?  😛

Los problemas de pasarse a Full Frame

Hace tiempo estuvimos hablando de los dos tamaños de sensor en las cámaras réflex digitales (al menos en lo que a Nikon se refiere, aunque esta distinción también se da en Canon o en Sony por ejemplo). En general, los modelos tope de gama de estas marcas son los que van equipados con sensores de tamaño completo (también denominados Full Frame o directamente FF) que tienen las mismas dimensiones que un negativo fotográfico de 35mm, mientras que las inferiores llevan sensores de tipo APS-C que poseen unas medidas más reducidas como podéis apreciar en la siguiente imagen.

Sensores Full Frame y APS-C

Pues bien, ya sabemos que el mundo de la electrónica de consumo siempre va de arriba a abajo, y poco a poco los modelos de cámaras equipadas con sensores de tamaño completo se van extendiendo por las gamas de los fabricantes. En el caso de Nikon, ya no sólo las D3, D3s y D3x van equipadas con estos sensores, sino que la D700 también lo lleva, siendo bastante más barata (aunque lo mejor sería decir «menos cara») que sus hermanas mayores.

Algo más que una simple diferencia de precio

Como os digo, si vemos el catálogo completo de Nikon vamos a ver que la diferencia de precio entre una D300s (el tope de gama actual en sensor DX) y una D700 (que en esencia es una D300 con sensor FX) no es demasiado elevada; o al menos es lo suficientemente reducida como para hacernos dudar si no merecerá la pena dar directamente el salto a Full Frame. En concreto, la primera sale por unos 1300 euros y la segunda por aproximadamente 2000. Y aunque esos setecientos euros son una pasta se miren por donde se miren, hay muchos usuarios que aplican lo de «caballo grande ande o no ande» y acaban optando por la D700 sin saber muy bien qué es lo que buscan en una cámara.

Los sensores Full Frame tienen mayor rango dinámico, mejoran la relación señal / ruido a sensibilidades elevadas, tienen una definición muy buena, los angulares mantienen intacta su distancia focal… pero también llevan aparejadas una serie de desventajas en las que algunas personas no pensaron cuando se deshicieron de su cámara APS-C para pasarse al sensor FF.

Estamos de acuerdo en que la diferencia de precio entre una cámara APS-C tope de gama y una FF tal vez no sea demasiado elevada; pero el verdadero gasto vendrá a la hora de «calzar» dicha cámara con las ópticas adecuadas: en términos generales las ópticas para FF son mucho más caras que en APS-C, pesan y abultan mucho más y, lo que es peor, nos va a dar la sensación de que no nos acercan lo suficiente al motivo a fotografiar.

El factor de recorte

Técnicamente, al no haber factor de recorte, un objetivo de 200mm en una cámara Full Frame es un 200mm, no hay más. En APS-C ese 200mm cerraría su ángulo de visión para dar el equivalente a un 300mm en Nikon (1,5x) o 320mm en Canon (1,6x); algo que adoran los amantes de los animales salvajes y las competiciones deportivas. Sin embargo, en FF para «acercarnos» al sujeto como en nuestra anterior cámara APS-C tendremos que comprar un 300mm «de verdad» con las consecuencias que esto implica para el bolsillo y la espalda.

Vamos a ver esto empleando como ejemplo dos teleobjetivos fijos con características técnicas similares (AF-S, VR y f/2.8) montados sobre cámaras Nikon:

Teleobjetivo Nikkor 300 mm f/2.8 ED-IF AF-S VR

  • Dimensiones: 268 x 124 mm
  • Peso: 2850 gr
  • Precio aproximado: 5000 euros

Teleobjetivo Nikkor 400 mm f/2.8 G ED AF-S VR

  • Dimensiones: 368 x 159 mm
  • Peso: 4620 gr
  • Precio aproximado: 8000 euros

Como podéis ver, el teleobjetivo de 400mm pesa y cuesta prácticamente el doble que el de 300mm y además es 10 cm más largo. Y la cosa es que en términos de ángulo de visión, el 300mm montado sobre una cámara DX equivaldrá a un 450mm, por lo que ni siquiera con el 400mm montado en nuestra cámara FX podremos acercarnos tanto al motivo a fotografiar. Esto va a dar lugar al síndrome «no estoy lo bastante cerca» que ha afectado a numerosos usuarios que han dado el salto a Full Frame y se han encontrado con un 200mm se queda corto para fotografiar ese gorrión que saldrá volando si damos un paso más.

Además, hay otro «problema» añadido: la gente que pretende encontrar un objetivo todoterreno para FF como los 18-200 que hay en formato APS-C con los que se puede ir a pasar el día con la cámara a cuestas sin mayor problema lo llevan claro. Para conseguir esas distancias focales en FF apenas hay opciones; y de hecho casi lo único que hay en ese sentido es el Canon EF 28-300mm f/3.5-5.6L IS USM que cuesta 2500 euros, pesa 1,7 Kg y es un mostrenco que abulta como un 70-200 f/2.8. Vamos, ideal para ir de excursión a la montaña con la cámara colgada del cuello.

Los objetivos de focal variable para cámaras con sensor de 35mm rara vez alcanzan relaciones de zoom más allá de 3x o como mucho 4x. Ópticas como 14-24 (1,7x), 35-70 (2x), 24-85 (3,5x) ó 70-300 (4,3x) son lo habitual; mientras que en DX es muy común encontrar en el mercado zooms de rango focal 18-135 (7,5x), 18-200 (11,1x) e incluso un 18-270 (15x) fabricado por Tamron.

Conclusión

No hay duda de que una cámara Full Frame da una calidad de imagen impresionante, pero eso no quiere decir que las cámaras con sensor APS-C no tengan su público. De hecho, en el caso de que os gusten las fotografías de naturaleza así como retratar eventos en los que no nos queda más remedio que estar alejados del sujeto principal (partidos de tenis, mítines políticos, aviones despegando…) tenéis en el factor de recorte a un buen aliado, ya que para conseguir distancias focales semejantes en una cámara Full Frame vais a necesitar dos cosas: ser millonarios y estar bastante fuertes.

Evidentemente no seré yo el que os desaconseje la compra de una cámara FF «porque sí», ya que son una verdadera maravilla visual y allá cada uno lo que haga con su dinero; pero sí que os diré que meditéis muy bien si realmente le vais a poder sacar todo el partido posible. Tened en cuenta que en el mundillo de las cámaras réflex son las ópticas y no la cámara las que marcan el límite entre las fotografías que podréis o no podréis hacer; y en Full Frame el dinero que hay que pagar por elevar ese límite aumenta considerablemente.

Review: AF-S DX Nikkor 35mm f/1.8 G

Henri Cartier-Bresson creó auténticas obras de arte en forma de fotografía únicamente con una Leica y un objetivo de 50mm. La gracia del asunto consiste en que dicha óptica montada en una cámara de carrete ofrece la misma amplitud de visión que la vista humana, por lo que las imágenes que nos legó son un fiel retrato del mundo que veía a través de sus ojos.

Pues bien, como ya os comenté hace tiempo, si tenemos una cámara Nikon con sensor DX y montamos en ella un objetivo de 50mm nos vamos a encontrar con que su ángulo de visión se estrecha, perdiendo esa afinidad con lo que captamos a través de nuestros ojos. Echando unas cuentas rápidas vamos a ver que para volver a conseguir ese efecto de naturalidad en las imágenes vamos a necesitar un objetivo de entre 30 y 35mm, y ahí es donde entra en juego mi última adquisición: el AF-S DX Nikkor 35mm f/1.8 G.

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

Consideraciones previas

Este modelo sólo sirve para cámaras Nikon de formato DX o FX en modo recorte, viñeteando notablemente si lo empleamos en cámaras analógicas o sensores de tamaño completo directamente. Aunque Nikon lleva años comercializando un 35mm bastante luminoso (f/2 frente a la apertura f/1.8 del que hoy nos ocupa) diseñado para sensores FX, la gran ventaja del nuevo modelo es que dispone de un motor de enfoque AF-S que lo hace totalmente compatible con las cámaras Nikon D40, D40x, D60 y D5000, puesto que con el anterior tendríamos que enfocar a mano.

El objetivo con su parasol montado en mi Nikon D40

Por lo tanto, nos encontramos ante el sucesor natural de los objetivos de 50mm de las cámaras analógicas. Con un 35mm montado en una cámara DX podremos salir a la calle y fotografiar las cosas empleando nuestro mismo punto de vista, por lo que componer con él es una delicia: si algo nos llama la atención no tenemos más que detenernos y mirar por el visor de la cámara para capturarlo, pues lo que veremos a través de él (y por lo tanto lo que aparecerá en la fotografía) será lo mismo que divisábamos unos segundos antes.

Con la adquisición de este 35mm he solventado los dos principales problemas que se me presentaban a la hora de usar el AF Nikkor 50mm f/1.8D en mi cámara: la necesidad de enfocar siempre en modo manual y el hecho de que en una cámara DX su distancia focal es un poco excesiva para hacer tomas generales. No me pienso deshacer de él porque es muy útil para fotografiar conciertos y obras de teatro (es igual de luminoso que el 35mm, pero al ser algo más largo permite acercarse un poco más a la acción) y además abulta tan poco que merece la pena llevarlo encima por si surge la ocasión de utilizarlo. Observad a continuación la diferencia de ángulo de visión entre ambas ópticas:

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

AF 50mm f/1.8 D @ f/6.3

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

AF-S DX 35mm f/1.8 G @ f/6.3

Me ha gustado bastante el hecho de que el objetivo venga «de serie» con un pequeño parasol para evitar flares y una funda para guardarlo. Son dos detallitos que vienen bien y se agradecen; sobre todo teniendo en cuenta que el objetivo cuesta 199 euros y sería lógico que Nikon hubiera tratado de reducir costes eliminando todo elemento superfluo.

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

La funda que viene de regalo con el objetivo

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

El resultado de hacer una fotografía con el sol en un lateral sin emplear el parasol: un molesto "flare"

Me gustaría aprovechar para comentar que aunque el objetivo es capaz de enfocar a escasos 30 centímetros medidos desde el sensor de la cámara, no es adecuado para fotografía  macro porque su ratio máximo de ampliación es de tan sólo 0,16x. Recordad que los objetivos de tipo macro capturan las cosas a un ratio de 1x (lo que fotografiamos se proyecta en el sensor al mismo tamaño que tiene en el «mundo real») quedando esta óptica muy lejos de dichas marcas.

El objetivo en la mano

El objetivo es de un tamaño contenido, aunque algo más grande que el 50mm f/1.8 debido a la presencia del motor de enfoque. A diferencia de éste, nada se mueve en el exterior a la hora de enfocar: si el 50mm se extendía del orden de un centímetro durante el enfoque, este proceso se realiza internamente en el 35mm, y aunque el baile de lentes dentro de él es patente, absolutamente nada se mueve en la parte exterior; ni tan siquiera el anillo de enfoque manual si esta acción la está realizando la propia cámara.

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

AF-S DX 35mm f/1.8 G vs. AF 50mm f/1.8D

Con sus escasos 200 gramos de peso, en ningún caso vamos a notar la cámara «cabezona» ni nada que se le parezca. La verdad es que es una delicia llevar un cuerpo ligero como el de la Nikon D40 colgado al cuello con este objetivo montado porque el conjunto es realmente liviano. Además, me gustaría destacar que este óptica cuenta con un sello de goma en la montura para que no entre polvo en su interior, por lo que en el sentido de la estanqueidad frente a elementos externos es un objetivo bastante conseguido.

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

Los controles externos son apenas dos: el pequeño selector de enfoque (automático / manual) y el propio anillo de enfoque. Un anillo de enfoque que aunque tengamos seleccionado el modo automático, siempre va a estar operativo, por lo que a efectos prácticos podemos dejar el enfoque del objetivo siempre en modo automático y girar el anillo cuando nos haga falta ajustarlo a mano.

El diafragma está compuesto de siete palas redondeadas adoptando una forma bastante curiosa cuando está cerrado a f/22 (que es la apertura mínima de este objetivo). Es curioso ver la diferencia existente en este punto con respecto al 50mm f/1.8, pues su diafragma tiene una forma mucho más convencional como se puede apreciar en la siguiente imagen.

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

El diseño del diafragma en el 35mm f/1.8 (a la derecha) es radicalmente diferente al 50mm

Sobre el terreno

La gran apertura del objetivo se nota nada más montarlo en la cámara, pues la imagen que vemos a través del visor es clara y luminosa. Sin embargo, donde más vamos a notar esto es a la hora de disparar nuestras fotografías. Hay objetivos luminosos que apenas son utilizables a su apertura más grande; pero no es el caso del 35mm f/1.8 porque ya incluso en esa apertura da una nitidez bastante buena que se maximiza a partir de f/2.8 (algo que podéis ver en las dos siguientes imágenes).

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

AF-S DX 35mm f/1.8 G @ f/1.8

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

AF-S DX 35mm f/1.8 G @ f/3.5

Su comportamiento, por tanto, a aperturas grandes es más que bueno; yo diría que incluso algo mejor que el mítico 50mm f/1.8, que da un contraste relativamente bajo si lo empleamos completamente abierto. Algo lógico teniendo en cuenta que nos encontramos ante un objetivo de nuevo diseño y todo tiende a mejorar con el tiempo.

El enfoque, por otra parte, es rápido y preciso. Aun en condiciones de poca luz (gracias nuevamente a su amplia apertura) consigue fijarse con precisión sobre el objeto a fotografiar con velocidad, de forma silenciosa y sin titubeos. No es tan rápido como objetivos de gama profesional, pero es bastante más rápido y preciso que los objetivos «de kit».

Las fotografías que podremos hacer con esta óptica son nítidas y resultan muy naturales, pero no todo iba a ser perfecto, y es que el 35mm f/1.8 posee una cierta distorsión en forma de barril que apreciaremos al llevar junto a los bordes de la imagen líneas completamente rectas que se van a curvar un poco en su parte central. Del mismo modo, en situaciones de contraluces muy forzados con elementos muy finos nos vamos a encontrar algunas aberraciones cromáticas (zonas rojas o azules en los bordes con mucho contraste).

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

Aberraciones cromáticas en el alambre de los auriculares a contraluz

Aberraciones cromáticas

Por suerte, el objetivo apenas viñetea en su apertura más amplia, siendo un efecto muy poco apreciable y que desaparece por completo en cuanto cerramos un poco el diafragma (algo que también se puede apreciar en las dos imágenes de la pared de ladrillos).

No hay que olvidar que un 35mm es, por diseño, un objetivo de tipo angular aunque en una cámara DX tenga un ángulo de visión equivalente a un objetivo normal, siendo lógico por tanto que presente algún defecto típico de esta clase de ópticas. Otro día veremos en un artículo específico por qué el diseño óptico de un 50mm no distorsiona nada, porque si nos metemos hoy en estas cosas nos alargaríamos demasiado y desvirtuaríamos la review.

Algunas fotografías de ejemplo

Os pongo a continuación algunas imágenes que he captado en estos últimos días con mi D40 y el AF-S DX 35mm f/1.8 G, pues desde que lo compré no lo he quitado de la cámara para obligarme así a sacarle el máximo partido posible. A mí me han convencido bastante los resultados, pero no quiero dejar pasar la oportunidad de compartirlas con vosotros para que las veáis y saquéis vuestras propias conclusiones.

Sed

Paseo campestre

Anochece en Nueva Alcalá (I)

Azul

Pesadilla

Tráfico de media tarde

Un rato a la sombra

Desenfocando

Manchas solares

El peatón

Fachada interior de la escuela politécnica

Entrada del hospital de Alcalá

Buena falta te hace...

Paseo por el Retiro

El Henares en Noviembre

Conclusión

En resumidas cuentas, el AF-S DX Nikkor 35mm f/1.8 G es un objetivo muy recomendable para aquellas personas que valoran la composición así como la capacidad de realizar desenfoques en sus imágenes y que poseen una cámara Nikon sin motor de enfoque (a los que tengan motor de enfoque en el cuerpo a lo mejor les interesa más hacerse con el AF Nikkor 35mm f/2 D por si en el futuro dan el salto al sensor FX). A la hora de disparar conviene cerrar un poco el diafragma si las condiciones lo permiten, pero el objetivo es perfectamente utilizable a la apertura de f/1.8; algo muy de agradecer.

Se trata de una óptica bastante bien construida (sólido cuerpo de plástico con montura metálica) aunque con algunos defectos ópticos explicables por su bajo precio. Precisamente los 199 euros que cuesta y su luminosidad lo hacen especialmente apto para usuarios de cámaras Nikon de gama baja que quieren (queremos) romper la barrera de la creatividad que imponen los objetivos que vienen de serie con este tipo de cámaras y que no destacan precisamente por tener aperturas demasiado amplias.

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

AF-S DX 35mm f/1.8 G @ f/10

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

AF-S DX 35mm f/1.8 G @ f/4

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

AF-S DX 35mm f/1.8 G @ f/1.8

Bueno, después de todo lo aquí expuesto espero que os hayáis hecho una idea de lo que puede ofrecernos esta óptica. Ahora está en vuestra mano decidir si podéis sacarle partido a sus prestaciones o no. Después de más de doscientas fotografías disparadas con él a lo largo de varios días y en diversas condiciones de iluminación os puedo asegurar que se va a convertir en un fiel compañero que vendrá conmigo en muchos safaris fotográficos porque le devuelve a uno el placer por la fotografía «clásica» pero, como os decía hace un momento, tal vez vosotros no le veáis una excesiva utilidad en función del tipo de imágenes que acostumbréis a capturar.

Precisamente eso es lo que más me gusta de la fotografía: que cada uno la entiende de una manera única e irrepetible.

¡Gracias por vuestro tiempo!

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Los dos tamaños de sensor en las réflex digitales Nikon

Hoy vamos a tocar un poco por encima la historia de los sensores de las réflex digitales fabricadas por Nikon (lo siento por el resto de marcas, pero tengo por costumbre hablar sólo sobre las cosas que conozco de primera mano) para ver las diferencias principales entre los dos tamaños de sensor que hay actualmente en las cámaras de esta conocida compañía japonesa.

Ya en una entrada de hace unos meses, cuando estaba dudando entre dar el salto a réflex o no, os puse una tabla en la que podíamos ver los tamaños relativos de los diferentes sensores que emplean las cámaras digitales. En ella os comentaba que a no ser que nos fuéramos a cámaras DSLR de gama alta actuales, en las que el sensor es del mismo tamaño que un negativo de 35mm (el carrete «de toda la vida»), éste siempre era menor de dicho tamaño, con una serie de inconvenientes más acusados cuanto menor era el tamaño de este vital elemento presente en todo aparato capaz de grabar imágenes.

AF Zoom Nikkor 35-70mm f/3.3~4.5S MACRO MK I (III)

El pequeño gran salto del carrete al sensor

La evolución de las cámaras de carrete a las digitales no es tan grande como pudiera parecer. Lo que se ha hecho a grandes rasgos es sustituir la película fotosensible que quedaba impresa con la imagen que había delante del objetivo por un sensor que reacciona ante la luz que le llega y a continuación transmitir esa información a una tarjeta de memoria. El resto de elementos ha permanecido prácticamente invariable, y una persona habituada a manejar una réflex analógica se acostumbrará con rapidez a emplear el último modelo digital aparecido en el mercado.

Lo que ocurre es que fabricar un sensor es un proceso caro (y más aún hace una década), así que cuando en Nikon se plantearon dar el salto a digital, optaron por fabricar un elemento algo más pequeño que un negativo de 35mm, pues en aquellos momentos el precio de una oblea de silicio de gran tamaño era absolutamente prohibitivo. Luego, con el paso de los años, los precios de los semiconductores bajaron considerablemente y fue entonces cuando se decidieron a fabricar algunos modelos de cámara con sensores de tamaño completo.

En Nikon, por tanto, hay dos tipos de sensores (siempre hablando de cámaras réflex, claro) en función de su tamaño: los DX y los FX que ahora veremos con más detalle; pero en ambos casos lo que se ha hecho es colocar el sensor en un cuerpo de cámara prácticamente idéntico al de las antiguas réflex de carrete y exactamente en la misma posición que ocupaba el negativo fotográfico de tal modo que, al ser la montura de las cámaras fabricadas desde hace varias décadas totalmente compatible como os comentaba hace unos días, podremos emplear nuestros antiguos objetivos en las modernas DSLR sin demasiados problemas.

Un sensor FX junto a otro de tipo DX. Fotografía por cortesía de Nikon.

Un sensor FX junto a otro de tipo DX. Fotografía por cortesía de Nikon.

Formato DX (también llamado APS-C)

Éste es el formato de sensor que Nikon sacó al mercado cuando presentó su primera réflex digital allá por 1999; la Nikon D1. Tiene un tamaño de 24 x 16 milímetros y su resolución varía en función del modelo de cámara, aunque de momento no ha superado los 12 MP porque si aumentamos demasiado la densidad de fotocaptores en la superficie del sensor empezaremos a tener problemas de ruido en las imágenes (es lo que ocurre en las cámaras compactas). En la siguiente fotografía tenéis el sensor de una Nikon D40 visto a través de la montura de la cámara.

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Sensor de tamaño DX. Fotografía extraída de dpreview.com

Formato FX

Los sensores FX (también llamados full frame) tienen el mismo tamaño que un negativo de 35mm (36 x 24 milímetros) y en las cámaras Nikon aparecieron por primera vez en la D3 presentada en el verano de 2007. Como veis por sus medidas, su área es exactamente el doble que la de un sensor DX, así que el círculo de imagen proyectado por el objetivo ha de ser forzosamente mayor y de ahí que en una cámara FX no podamos emplear nativamente un objetivo DX aunque sí el caso contrario (objetivo FX en cámara DX). A continuación tenéis la fotografía del sensor de una Nikon D3 en la que podéis ver claramente la diferencia de tamaño con respecto al anterior.

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Sensor de tamaño FX. Fotografía extraída de dpreview.com

Ya os estaréis imaginando que tener un sensor del mismo tamaño que el clásico negativo de 35mm nos va a dar una compatibilidad con las ópticas antiguas prácticamente total. De hecho, éste es uno de los motivos que llevaron a la marca japonesa a embarcarse en el diseño de un sensor de tamaño completo, pues muchos usuarios «de toda la vida» querían tener exactamente las mismas sensaciones en digital que con sus antiguas cámaras analógicas.

En el momento de escribir estas líneas, sólo hay tres cámaras en todo el catálogo de Nikon que emplean sensores FX: la D3x, la D3 y la D700; equipando el resto de la gama (incluido el modelo D5000 presentado hace apenas unos días) sensores DX para demostrar que a este formato todavía le queda mucha guerra por dar.

Desde mi punto de vista, el formato FX nunca será asequible para el bolsillo del común de los mortales. Creo que Nikon ha enfocado los sensores de tamaño completo para los profesionales de la fotografía, por lo que por mucho que bajen los precios de fabricación de los semiconductores, no veremos sensores de tamaño completo en las cámaras réflex de gama media o baja, pues para el mercado al que están destinadas ese tipo de máquinas los sensores DX se adaptan mejor. Los sensores FX irán montados en las cámaras tope de gama de Nikon; eso es algo que tengo más que asumido después de haber leído bastante sobre el tema y ver cómo ha sido la estrategia de marketing de la marca en los últimos tiempos.

El círculo de proyección

Bueno, volvamos a los aspectos más técnicos del tema, que para eso hemos venido, ¿no?  😉  Lo que hace el objetivo que tenemos montado en la cámara cuando presionamos el disparador es recoger la luz que entra por su extremo y, a través de una serie de lentes, proyectarla sobre el sensor o película que hay en el fondo de la cámara. Cuando sólo había cámaras de carrete está claro que los objetivos estaban calculados para que esa proyección tuviera el tamaño justo para cubrir ese rectángulo de 36 x 24 milímetros; pero con la llegada de las primeras réflex digitales y sus sensores DX se estaba «desperdiciando» parte de la imagen proyectada porque el sensor era de menor tamaño.

Precisamente por eso surgió la idea de fabricar objetivos para cámaras con sensores DX: al ser el círculo a proyectar sobre el sensor de un tamaño más pequeño, se podían construir objetivos ópticamente más sencillos, ligeros y baratos. La pega es que si empleamos este tipo de objetivos en una réflex de película veremos las esquinas negras, y si los montamos en una réflex digital con sensor FX tendremos que recurrir al «modo recorte», que emplea sólo la parte central del sensor, para evitar esas esquinas oscurecidas (efecto conocido como viñeteo). Esto lo podéis ver a continuación en la imagen que amablemente me ha cedido Raul Cotrina (a quien le encanta la fotografía en blanco y negro  😉 ).

Viñeteo provocado por emplear un objetivo DX en una cámara réflex analógica. Fotografía cedida por Raul Cotrina.

Efecto de viñeteo producido por emplear un objetivo DX en una cámara réflex analógica (negativo fotográfico de 35mm). Fotografía cedida por Raul Cotrina.

De todos modos, el viñeteo no es algo necesariamente negativo en todos los casos, pues a veces provoca un efecto artístico en fotografías antiguas que da un aire añejo a las mismas. De hecho, yo mismo lo he añadido en alguna fotografía procesada en Lightroom porque quería darle un toque retro.

Aunque la gente tiende a evitar el viñeteo a toda costa, hace años era algo de lo más normal, y os invito a que lo comprobéis observando esos álbumes de fotografías antiguas de vuestros bisabuelos que seguramente tendréis por casa o visualizando alguna película monocroma de los primeros tiempos del cine.

AF-D Nikkor 50mm 1:1.8 (II)

Viendo la fotografía que hay sobre este párrafo podéis ver cómo la lente trasera de mi querido Nikkor 50mm 1.8D es de un tamaño considerable precisamente porque es un objetivo diseñado para cámaras réflex de carrete y, por lo tanto, capaz de proyectar un círculo de imagen capaz de cubrir todo un sensor de 35mm. En el caso de haber sido diseñado para formato DX su tamaño y su peso se podrían haber reducido algo.

El factor de recorte

El factor de recorte es un concepto con el que algunas personas se hacen un poco de lío, pero creo que si hasta aquí habéis comprendido todo lo expuesto, lo captaréis al instante. Este factor no es otra cosa que una forma de cuantificar cómo cambia el ángulo de visión de un objetivo para 35mm cuando es montado sobre un sensor DX. Con ayuda de la siguiente imagen lo entenderéis mucho mejor:

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La línea roja indica lo que se proyectaría sobre un negativo de película de 35mm o sobre un sensor FX. En azul está marcado lo que se proyecta sobre un sensor DX.

Lo que estamos haciendo es capturar nada más que la parte central de la imagen que recoge el objetivo (marcada en azul), por lo que estamos obteniendo un ángulo de visión más estrecho de lo que en realidad indica la distancia focal del objetivo. Si estamos empleando un objetivo con una distancia focal de 50mm sobre una cámara FX tendrá un ángulo de visión de 45º, pero si lo montamos en una cámara DX, el ángulo resultante se va a reducir a 32º (que correspondería a un objetivo de 75mm montado en una cámara FX). El objetivo seguirá siendo un 50mm lo montemos donde lo montemos, con sus características ópticas inalteradas, pero lo que ocurre es que en un caso aprovecharemos toda la superficie proyectada sobre el plano del sensor y en el otro solamente la parte central.

El factor de recorte en las cámaras Nikon de tipo DX viene dado por la diferencia de tamaño con respecto a un negativo de 35mm y esta es de 1,5. Esto implica que cualquier objetivo que montemos en una de ellas (la distancia focal de los objetivos específicamente diseñados para DX viene igualmente en equivalente para FX) equivaldrá en términos de ángulo de visión a uno con distancia focal 1,5 veces más larga. Es decir, que nuestro 200mm en DX tiene el mismo ángulo de visión que un 300 en FX, por lo que el formato DX no es una mala cosa para los amantes de los teleobjetivos.

Del mismo modo, lo que es una ventaja para los objetivos «largos», se convierte en una desventaja para los grandes angulares, pues un espectacular 13mm se convierte en formato DX en un simple 20mm, perdiendo la mayor parte de su «gracia». De ahí que últimamente se estén viendo en el mercado objetivos de tipo ultra-gran angular exclusivamente para formato DX cuya longitud focal comienza en 10mm, y que por lo tanto tendrán un ángulo de visión equivalente a un 15mm en FX.

La gran ventaja del sensor DX al emplear objetivos FX

Es cierto que al usar un objetivo FX en una cámara con sensor de tamaño DX se nos «alarga» un 50% la distancia focal del objetivo, lo cual en ciertos casos puede ser una molestia; pero no es menos cierto que esta situación conlleva una ventaja: obtenemos mejor calidad de imagen y evitamos cualquier indicio de viñeteo.

La vida a través de un objetivo

Es lógico, pues al captar nada más que la zona central del círculo de imagen proyectado por el objetivo sobre el sensor, estamos empleando la zona central de la óptica, que siempre da más calidad que los bordes. De hecho, por lo general la mejor calidad de una fotografía se da en la zona central, perdiendo algo de definición y contraste en las esquinas de la misma como podréis comprobar casi en cualquier review de toda óptica disponible en el mercado.

Del mismo modo, al calcular el círculo proyectado por un objetivo a veces los ingenieros son un poco «optimistas» y en según qué casos podemos encontrarnos con que las esquinas se nos oscurecen un poco. Una situación que evitaremos si tomamos nada más que la zona central de dicho círculo.

Obviamente, al emplear objetivos DX en una cámara DX podemos encontrarnos nuevamente con falta de definición en las esquinas y cierto viñeteo porque en esta ocasión el círculo proyectado está calculado para un sensor de tamaño inferior y tal vez los ingenieros vuelvan a ser «demasiado optimistas» y ajusten demasiado el tamaño de dicho círculo.

En la penumbra

En resumen

Como veis, aquella «simple» decisión tomada por Nikon hace una década ha provocado que hoy en día mucha gente se pueda hacer un pequeño lío con la compatibilidad entre cámaras y objetivos debido a los dos tamaños de sensor que hoy hemos visto.

Sin embargo, no es tan compleja la cosa, pues el único caso de incompatibilidad manifiesta debido a este tema nos lo vamos a encontrar si intentamos emplear un objetivo diseñado para un sensor DX en una cámara réflex de carrete. En el caso de montarlo en una cámara digital de sensor FX, automáticamente esta va a advertirnos del problema y va a conmutar a un modo de recorte que sólo usa una porción central del sensor, lo que a todas luces será como emplear una cámara DX.

Obviamente, al margen quedan otros tamaños de sensores empleados por otras marcas o por las cámaras compactas; pero como habréis podido ver, con sólo analizar los dos tamaños de las cámaras réflex de Nikon ya hemos pasado un largo rato divagando, así que si hiciéramos un compendio de todo lo que hay disponible en el mercado podríamos pasar toda la semana dando vueltas sobre mismo tema  😉

Enlaces de interés (en inglés)

Image sensor format (Wikipedia)

Nikon DX format (Wikipedia)

Nikon FX format (Wikipedia)

6mpixel.org

Entrevista el ingeniero encargado del desarrollo del sensor FX

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

La comodidad de trabajar en Full HD

Cuando me compré mi último ordenador mi prioridad fundamental era que viniera con un buen monitor porque lo iba a emplear sobre todo para edición fotográfica. Los 1024 x 768 puntos de mi portátil se me quedaban bastante cortos a la hora de manejar Adobe Lightroom y necesitaba algo que me permitiera trabajar con comodidad. El tema de la lentitud de mi antiguo ordenador se podía solucionar a base de paciencia, pero al tener una resolución tan comprometida de pantalla estaba obligado a manejar el zoom constantemente y a cerrar y abrir las barras de los menús todo el tiempo; algo que era una locura.

Para que os hagáis una idea de la diferencia de resolución entre unos equipos y otros, os pongo una captura de pantalla de mi fondo de escritorio sobre la que he dibujado dos cuadros en color rojo. El más pequeño de los dos corresponde a la resolución de pantalla del Asus Eee PC 701 (800 x 480) y el mayor al Toshiba con sus 1024 x 768 píxels. La imagen al completo tiene la resolución del monitor de mi actual ordenador: 1920 x 1080. (Podéis pinchar sobre la imagen para que se abra en una nueva ventana a su resolución original).

Asus Eee PC 701 (800 x 480), Toshiba A55 (1024 x 768) y monitor Acer V223HQ (1920 x 1080)

Asus Eee PC 701 (800 x 480), Toshiba A50 (1024 x 768) y Acer V223HQ (1920 x 1080)

Como veis, la diferencia es abismal; y para que os hagáis una idea aún mejor de lo que es trabajar con Lightroom en uno y otro equipo os voy a poner dos capturas de pantalla durante el tratamiento de una misma fotografía en dicho programa. Además, os comento que he escalado las imágenes para que comparativamente tengáis la misma sensación que yo de diferencia «física» entre el tamaño de la pantalla de uno y otro equipo (15″ contra 22″). Si pusiéramos el portátil junto a la pantalla del sobremesa, la proporción entre tamaños sería exactamente esta:

Lightroom en Toshiba A-50 (1024 x 768)

Lightroom a 1024 x 768 (Toshiba A-50)

Lightroom en Full HD

Lightroom en Full HD (1920 x 1080)

Como veis, la captura extraída del Toshiba desaprovecha mucho espacio alrededor de la fotografía. Además, fijaos en que el tamaño de la barra de la derecha ocupa prácticamente una cuarta parte de la primera imagen y por lo tanto nos va a restar bastante espacio de trabajo para tratar las imágenes.

Quien dice Lightroom, dice cualquier otro programa; y es que cuanto mayor sea la resolución de pantalla más espacio de trabajo vamos a tener a nuestra disposición. Un monitor es más aprovechable para cualquier aplicación cuanto mayor sea su resolución; y no se me ocurre ningún motivo que haga aconsejable uno más reducido.

Además de todo esto, hay que tener en cuenta que el ratio anchura:altura de un monitor de 1024 x 768 será de 4:3 mientras que en uno de resolución Full HD es de 16:9; que lo hace mucho más adecuado para cualquier cosa que se visualice en formato panorámico (el famoso formato 3:2 de las cámaras reflex, películas, conciertos…).

En fin, reconozco que estoy contento con el rendimiento de mi ordenador; pero lo que más me gusta de él es la calidad de imagen que obtengo gracias al monitor. ¡La inversión mereció la pena!

Digan lo que digan, el tamaño importa

Pues sí; después de lo que os contaba ayer sobre máquinas inmensas me reafirmo en que el tamaño importa 😛  Y si no que me lo digan a mí cuando hace un par de días saqué del armario la videocámara de mis padres: una Philips Explorer de tipo VHS-C comprada en 1993 y que costó más de cien mil pesetas de la época. Colocada al lado de la JVC que me compré hace un par de semanas tengo la misma sensación que cuando veo un coche aparcado junto a una gran excavadora por las mañanas en el trabajo.

El tamaño importa (I)

El tamaño importa (II)

¡Pero si hasta la batería de la cámara antigua parece un auténtico ladrillo en comparación con el nuevo cacharro!

Bateria cámara antigua vs JVC GR-D820

En fin, ya sabéis que me encanta echar la vista atrás y comparar aquellas cosas que hace años eran último modelo y que ahora nos resultan unos armatostes pesados y enormes. ¡La vertiginosa evolución de la electrónica de consumo nunca deja de sorprenderme!