Review: Flir One (3ª gen.)

Como fan incondicional de los aparatos de medida en general y de las cámaras termográficas en particular le tenía echado el ojo a la Flir One desde que apareció en el mercado su segunda generación hace ya unos años por parecerme un inventazo. Cierto es que ya tenía en mis manos la TG130 que he usado hasta la saciedad durante los últimos meses; pero lo malo de ese modelo es que no hay posibilidad de sacar las imágenes de la cámara lo que me obligaba a fotografiar la pantalla dando lugar a resultados «poco profesionales».

Pues bien, para paliar esto decidí aprovechar una oferta puntual de Amazon y hacerme con el modelo más reciente de la Flir One en su versión para Android para así poder compartir más fácilmente aquello que se esconde en el mundo de la termografía infrarroja y ya de paso redactar un análisis que os muestre qué podemos esperar de este modelo y qué lo diferencia de otros similares.

Termografía para móviles

Hoy en día ya no necesitamos disponer de una cámara termográfica como tal para poder ver en mundo en infrarrojos, y es que en los últimos años han ido apareciendo en el mercado una serie de modelos que de un modo u otro se acoplan a un teléfono móvil y nos permiten capturar las imágenes térmicas para así editarlas, enviarlas, clasificarlas… todo ello con la rapidez y sencillez habituales en un smartphone.

Por supuesto, las cámaras termográficas «al uso» siguen teniendo su utilidad y no se pueden comparar con estas soluciones móviles de las que hoy os hablo y que están orientadas a usuarios sin grandes pretensiones ni necesidad de prestaciones punteras. Sin ir más lejos, en estas cámaras acoplables a teléfonos no disponemos de una escala de temperaturas calibrada en la propia imagen como sí ocurre en los modelos orientados al uso profesional; así que podemos suponer que están pensadas para atraer a nuevos usuarios de la tecnología infrarroja que antes o después darán el salto a un modelo superior si sus necesidades aumentan.

En el campo de las cámaras termográficas, y sin salirnos de la marca Flir, la gama E orientada al mundo industrial parte de unos 1000 euros con el modelo E4 con resolución de 80×60, pasando por la E8 que prácticamente cuadriplica dicho coste pero ya cuenta con resolución infrarroja de 320×240 pixels y máxima temperatura detectable de 250 ºC y acabando en la E95, cuyo coste ya sube a unos 8500 euros pero cuenta con resolución de 464×348 pixels, y monitorización de temperatura de hasta 1500 ºC.

Por encima de esto está la gama T orientada al mantenimiento predictivo y cuyo máximo exponente es la T1020 con una resolución térmica nativa de 1024×768 pixels, objetivos intercambiables, pantalla táctil, frecuencia de refresco de 30 Hz, rango de temperatura desde -40 hasta 2000 ºC… y un precio aproximado de 40000 euros (no, no sobran ceros; son cuarenta mil euros).

Como os decía antes, este tipo de cámaras tienen su nicho de mercado y, sin ir más lejos, en mi trabajo utilizo habitualmente una Flir i7 para realizar inspecciones de motores, tuberías y cuadros eléctricos para así verificar el buen funcionamiento de estos elementos de un simple vistazo. Son herramientas que en las manos adecuadas nos permiten adelantarnos a los posibles problemas que puedan surgir en el interior de equipos y que de otra manera ni siquiera podríamos intuir.

Pero a fin de cuentas, la idea del artículo de hoy no es contar las múltiples bondades de las cámaras termográficas profesionales; sino la de estos pequeños modelos que han surgido en los últimos tiempos y que están pensados para los usuarios que, como yo en mi vida personal, hacen un uso más esporádico de esta tecnología. Por tanto, vamos a echar un vistazo a lo que ofrecen las diferentes marcas a día de hoy:

Por un lado está Flir, que actualmente va por la tercera generación de su Flir One disponiendo de tres modelos diferentes: Flir One, Flir One Pro LT y Flir One Pro. Las diferencias entre ellas son una mayor resolución térmica en la Pro (80×60 vs 160×120) así como la posibilidad de añadir puntos de control de temperatura en pantalla (la One «a secas» permite tener sólo uno en el centro de la pantalla). Por su parte, la dos que llevan el apellido Pro están algo más protegidas frente a golpes y caídas; pero aun así este tipo de cacharros son delicados.

La conexión al móvil es en todos los casos por USB tipo C y poseen una batería interna que se recarga por otro puerto del mismo tipo. Por tanto, si tenemos un móvil con USB-C, además de que no hay que andar con adaptadores para usar la cámara térmica (lo desaconsejo totalmente porque aumentarían exponencialmente las posibilidades de que se nos caiga al suelo) usaremos el mismo cargador para nuestro móvil y para la cámara. Su rango de precios está sobre los 250 euros para la One, 350 para la Pro LT y 450 para la Pro.

Otra marca que dispone de aparatos similares es Seek, sólo que estos nos dan nada más que la visión en infrarrojo sin la posibilidad de superponer una imagen real para aumentar de ese modo el grado de detalle del mapa térmico que obtenemos. Cierto es que la resolución térmica de estos modelos es, en general, algo más alta que en el caso de las Flir, pero luego veréis que la tecnología de superposición de imágenes es una herramienta muy potente para identificar las zonas de calor. En precios anda más o menos a la par con respecto a los modelos de Flir y su conexión es mediante microUSB. Un detalle curioso es que sus modelos cuentan con un anillo de enfoque de tal modo que podremos incrementar el detalle de la imagen ajustando cuidadosamente la distancia de enfoque.

Luego está Thermal-App, que dispone de modelos cuya peculiaridad es que se acoplan al móvil a través de un soporte tipo garra y se conectan mediante un pequeño cable microUSB, lo que les da mayor seguridad y estabilidad. Su resolución es considerablemente mayor que en Flir o Seek pero sus precios se van a entre 800 y 1900 euros en función del modelo, por lo que quedan más alejados de usuarios casuales.

En los últimos tiempos ha surgido también un modelo de bajo coste comercializado por varias marchas chinas (entre ellas HTi bajo la denominación HT-102) que ronda los 120 euros, posee una resolución térmica de 32 x 32 pixels, se conecta mediante USB-C y hace uso de la batería del móvil un poco al estilo de Seek. Poco os puedo contar de esa cámara porque apenas hay información de ella, pero por precio y características no creo que sea ninguna maravilla.

Y por último, un caso algo especial es el de Caterpillar (CAT para los amigos) que dispone en su catálogo de los teléfonos S60 y S61 los cuales además de ser móviles reforzados capaces de soportar incluso inmersiones, disponen de una lente infrarroja Flir integrada que les permite ser una cámara termográfica sin más que abrir la aplicación correspondiente. La idea es brillante, y está triunfando mucho en algunos sectores profesionales; pero para el gran público el problema es que son móviles muy pesados, muy grandes y con unas prestaciones más bien discretas. En cuanto a precios, andan ahora mismo entre los 500 y los 750 euros.

Conociendo la Flir One

El punto fuerte de Flir con su modelo One desde la primera generación ha sido el aunar una imagen térmica con una imagen real (lo que ellos denominan MSX) dando lugar a termografías un poco fantasmagóricas pero que permiten distinguir las distintas temperaturas con mucha más precisión que si sólo disponemos de la paleta de colores dada por el infrarrojo.

La Flir One consiste en un cuerpo rectangular metálico con un puerto USB-C macho en su parte superior para conectarse al móvil y un puerto USB-C hembra en su parte inferior para cargar su batería interna, así como un LED de carga y un botón de encendido/apagado. En la parte frontal nos encontramos con dos objetivos: uno óptico como puede ser el de la cámara de nuestro móvil y el otro, que es donde está la chicha del asunto, de tipo infrarrojo para poder captar el mundo de un modo muy especial.

En cuanto a características técnicas, comentar que su resolución es de 0,1 ºC, que el rango de detección de la cámara va de -20 ºC a +120 ºC y que tiene un peso de 34 gramos. De todos modos, si queréis mirar todos los datos en profundidad os dejo un enlace a los mismos en la propia web de Flir.

La cámara se acopla al teléfono simplemente conectándola al puerto USB-C y su manejo se realiza a través de la aplicación de Flir disponible de forma gratuita en la tienda de aplicaciones de Google. Aplicación que es bastante intuitiva y que además de la interfaz tipo cámara de fotos, cuenta con visor de imágenes así como algunos elementos de conexión con redes sociales para compartir nuestras imágenes térmicas con el mundo.

Una cosa que me ha gustado bastante es que podemos regular la longitud del conector USB con una pequeña ruleta para así poder alargarlo ligeramente si en nuestro móvil llevamos una funda protectora; pero también os digo que al ser el propio puerto USB la única sujeción de la cámara siempre voy con miedo de darle un ligero golpe a la Flir One y que esta salga volando. Sé que no es fácil por la cantidad de móviles que hay en el mercado, pero yo buscaría la manera de añadir algún sistema de fijación adicional para evitar accidentes. He pensado en usar un par de gomas elásticas, pero claro, pasarían por delante de la pantalla del teléfono resultando muy incómodas, así que por el momento iré con cuidado.

Usando la Flir One

El uso es bastante sencillo: se conecta la cámara al móvil, se enciende esta y se inicia la aplicación de Flir, lo que por defecto nos lleva a la interfaz de la cámara. Enseguida comenzaremos a ver el mundo a través de la pantalla en unas tonalidades amarillo-violáceas que podremos capturar con el botón redondo de la parte inferior de la pantalla. Como veréis, también disponemos de opción de grabar vídeos y de hacer time-lapses.

En cuanto a resolución, en términos fotográficos la imagen resultante va a ser de 1440 x 1080 pixels, si bien la resolución térmica se queda en 80×60. Lo que ocurre es que entre que Flir aplica un algoritmo de suavizado a la matriz de pixels térmicos y que además fusiona esta paleta cromática con los contornos visuales de los elementos, la sensación es la de tener más resolución de la que en realidad capta el sensor infrarrojo.

El vídeo, por su parte, se graba a la misma resolución que las fotografías sólo que a una tasa de frames muy baja. No lo puedo precisar, pero a simple visita diría que lo que vemos se mueve a razón de 3 o 4 fps, por lo que no esperéis grabar con detalle ruedas derrapando u otros elementos en rápido movimiento como se puede ver en algunos vídeos promocionales de la marca, ya que esos han sido captados con cámaras de muchos miles de euros.

En cuanto a los time-lapses, esto se graban a la misma resolución que las fotografías y los vídeos pero con un tiempo entre capturas de entre 1 segundo y 60 segundos, pudiendo elegir también la velocidad de reproducción del vídeo resultante entre 1 y 25 fps.

Energía y autonomía

La Flir One incluye una batería interna que alimenta la cámara para así no rebajar la preciada autonomía de nuestro teléfono. Y lo que sobre el papel es una ventaja en realidad es uno de los puntos débiles de la Flir One, ya que con la batería cargada a tope, si nos dedicamos a ir viendo el mundo en infrarrojos y vamos capturando imágenes y algún vídeo, nuestra autonomía será tan sólo de entre 30 y 45 minutos. Cierto es que en menos de una hora la tendremos de nuevo a tope de carga para seguir con nuestra sesión de termografía de bolsillo, pero aun así creo que la autonomía es demasiado reducida y ver la velocidad a la que baja la carga de la batería puede llevarnos a cierta frustración inicial.

Seguro que estáis pensando en que podéis echaros una batería externa al bolsillo con un cable USB-C largo e ir cargando la cámara mientras la usáis porque el puerto de carga queda a la vista cuando se usa la cámara; pero siento deciros que en el momento que conectamos un cargador a la cámara esta impide ser utilizada al mismo tiempo, por lo que vuestro plan maestro para conseguir la autonomía casi-infinita no va a funcionar.

Dicho esto, hay que reconocer que de inicio la autonomía parece un problema grave (bueno, ya sabéis, los problemas del primer mundo) pero luego se va llevando mejor una vez que pasa el «factor wow». Me explico: los primeros días vamos a ir mirando todas y cada una de las cosas que nos rodean para ver qué aspecto tienen bajo un visor infrarrojo y así sorprendernos de lo diferentes que son bajo el prisma de la temperatura en lugar de la luz visible: la nevera, la vitrocerámica, un mechero, el equipo de sonido, el escape de la moto, nuestras propias manos, el fantasma del sofá…

Tras estrenar la cámara todo nos va a llamar la atención y nos va a tocar cargar su batería varias veces al día hasta que empecemos a calmarnos un poco y empecemos a pensar en la Flir One para usos más concretos. De hecho, yo ya he pasado la época de la experimentación inicial y ahora que ya sé más o menos lo que puedo esperar de ella quiero empezar a hacer algunas cosas específicas que mostraros por aquí. Dadme un poco de tiempo y espero conseguir sorprenderos o al menos haceros pasar un rato entretenido.

El día a día con la Flir One

Para el uso en el día a día de la cámara, me gusta especialmente la funda que viene con la Flir One: Es pequeña, semi-rígida, y en su interior cabe tanto la propia cámara como el cable USB-C para cargarla contando con elásticos en su interior para que no se mueva ninguno de estos dos elementos. La cremallera dispone de una pestaña de plástico para poder abrirla con guantes y, en definitiva, parece estar hecha para durar.

Eso sí, una vez que sacas la cámara de la funda y la sostienes entre tus dedos tienes la sensación de que se te puede caer en cualquier momento por lo pequeña y delicada que parece. El fabricante asegura que aguanta caídas de 1,5 metros, pero yo prefiero no comprobarlo. Mi consejo es que la sostengáis siempre por los dos rebajes engomados de los laterales, ya que el cuerpo de metal puede ser resbaladizo y si la cogéis de otro modo podéis poner los dedazos en las lentes.

La conexión de la cámara al teléfono permite que esta mire tanto hacia delante como hacia atrás por la concepción simétrica del puerto USB-C, de modo que podéis haceros selfies térmicos; aunque os advierto que en general saldremos poco favorecidos.

En cuanto a la disposición del puerto USB-C de vuestro teléfono, da un poco igual si está en la parte superior o inferior, ya que si tenemos activada la rotación automática de pantalla la aplicación se adaptará a la orientación que haga falta y, por tanto, podremos tener siempre la cámara físicamente colocada en la parte superior, que es más natural, intuitivo y seguro que llevarla colgando por debajo.

La aplicación arranca rápido y enseguida se entiende con la cámara. Me gusta lo intuitivo que es todo, ya que los menús son a base de iconos y todo se asimila al momento. Cierto es que no hay opciones muy complejas debido a que es un dispositivo enfocado a usuarios no muy expertos en la materia, pero se agradece que en un par de toques de pantalla podamos cambiar lo que necesitemos.

Comentaros que empleo la Flir One con un teléfono Xiaomi A1 con 4 GB de RAM y 64 GB de almacenamiento actualizado a Android 8.1 de manera oficial y observo que la aplicación no corre con toda la fluidez que sería deseable. Lo que vemos por la cámara tiene un retardo de aproximadamente un segundo con respecto al «mundo real», cosa que podemos apreciar fácilmente sin más que mover nuestra mano delante del objetivo. No es un problema grave si estamos termografiando elementos inmóviles; pero en el caso de cosas que se muevan con cierta rapidez (un niño de cinco años puede ser un buen ejemplo) tenemos que tener en cuenta ese retardo.

Del mismo modo, a la hora de grabar vídeos se nota que la tasa de frames es muy baja (calculo entre 3 y 4 fps) por lo que la sensación de movimiento no es en absoluto fluida. El sensor interno de la cámara es capaz de refrescar la imagen a razón de 9 cuadros por segundo, pero no sé si el hardware del teléfono o el software de la aplicación hacen que el rendimiento decaiga bastante. Además, la batería del móvil baja muy rápidamente cuando estamos ejecutando la aplicación de la Flir One, y dado que la cámara posee una batería interna para su alimentación y que por tanto no consume energía de nuestro móvil, está claro que la aplicación es un verdadero come-recursos del teléfono. Puede que en versiones posteriores se vaya optimizando un poco este aspecto, pero no creo que de la noche a la mañana se convierta en una aplicación ligerita que corra rápido en cualquier teléfono de gama media.

Un aspecto que debéis tener en cuenta es que las cámaras termográficas no funcionan bien en exteriores. No es que no detecte el calor, porque eso lo hace igual de bien; si no que en el momento que el cielo «se cuele» de alguna manera en el encuadre el contraste térmico caerá en picado.

Si apuntáis una cámara termográfica al cielo vais a ver que éste se encuentra a una temperatura de varios grados bajo cero por su propia naturaleza. Y claro, eso hace que el contraste entre ese cielo y el resto de elementos de la escena sea tan radical que apenas podamos distinguir las diferencias de temperatura entre ellos. En este sentido es muy similar a lo que ocurre en una fotografía donde incluyamos al sol en el encuadre; y es que si pretendemos que el cielo aparezca azul en tales circunstancias, lo más seguro es que el resto de elementos adquiera un tono gris predominante que hará muy complicado distinguir unos de otros.

En interiores, por contra, todo va mucho mejor. La sensibilidad de la cámara no está mal para el precio que tiene (150 mK; es decir 0,15 ºC) y enseguida vamos a poder apreciar gradientes de color aunque las superficies posean poca diferencia térmica entre ambas. Una prueba que siempre queda muy resultona es la de poner nuestra mano sobre una superficie de madera como una puerta durante unos segundos y a continuación mirar a través de la cámara termográfica para descubrir que allí ha quedado una siniestra «huella térmica».

Otra cosa que debéis tener en cuenta es que con el tiempo el calor tiende a extenderse por las superficies. Si pretendéis termografiar el motor de un coche, lo mejor es hacerlo cuando está frío para arrancar el motor y en ese momento empezar a mirar por la termográfica. Enseguida veréis que las correas es lo primero que comienza a calentarse y poco después lo hará el líquido del circuito de refrigeración.

Digo esto porque si hacéis esto mismo después de un trayecto en el que se haya calentado el motor, el bloque entero será de un color predominante en el que apenas podréis distinguir unos elementos de otros. Al igual que os decía antes, se trata de un tema de contraste de temperaturas; y por eso mismo recomiendo hacer el experimento del coche en un parking cerrado o garaje, ya que si estamos a cielo descubierto ocurrirá lo que os decía antes de que toda la bóveda celeste aparecerá a una temperatura gélida y el motor será un gran bloque blanco.

No quisiera pasar por alto la importancia de iluminar correctamente el elemento que estamos termografiando para que la tecnología MSX se aproveche al 100%. Si termografiáis un elemento uniformemente iluminado en la imagen resultante vais a poder apreciar hasta los más pequeños detalles que darán lugar a una mezcla adecuada de la imágen térmica con la óptica; pero en caso contrario, la imagen óptica será borrosa o presentará mucho ruido desluciendo el resultado final de la termografía realizada; así que no descuidéis ese detalle tan importante. Por cierto, la aplicación de Flir nos permite usar el flash del propio móvil como linterna para iluminar el modelo, lo que es práctico en lugares que nos queden en penumbra y el objeto a termografiar esté cerca de la cámara.

Y ya que estamos, me gustaría hacer un apunte sobre las paletas de colores disponibles, ya que hay un total de nueve que se seleccionan directamente desde la aplicación en el momento de disparar. La información que capta el sensor es la misma, pero dependiendo de la paleta escogida la representación térmica será muy diferente. Mi favorita es la «hierro» porque haciendo uso de ella se pueden apreciar bastante bien los gradientes de temperatura. Para ilustrar este tema os dejo a continuación cuatro imágenes muy similares pero usando en cada caso una paleta diferente.

Los cristales son un mal amigo de la termografía por ser un espejo para los rayos infrarrojos. Si apuntáis con la termográfica a una ventana cerrada lo único que podréis conseguir es una especie de selfie fantasmal porque el cristal reflejará vuestro propio calor corporal siendo totalmente opaco a lo que haya detrás de él. Del mismo modo, las bolsas de plástico son todo lo contrario, ya que aunque nosotros no veamos a través de ellas, son completamente transparentes a los infrarrojos, por lo que si hay algo a cierta temperatura en su interior podremos distinguir su forma a la perfección.

En otro orden de cosas, me gustaría aprovechar para comentar un detalle que me parece de suma importancia y que va a marcar la diferencia entre hacer una termografía con la Flir One muy vistosa o que esta no pase del nivel de «chapuza»; y es que la clave es el paralelismo. Vamos a explicarlo:

Como os he dicho ya, lo que hace la Flir One es mezclar las tonalidades de la imagen térmica obtenida con el sensor infrarrojo y una imagen «normal» que capta al mismo tiempo mediante la segunda lente del dispositivo para así obtener un nivel de detalle superior. Pues bien, dado que aunque ambas están próximas entre si pero es imposible que sean coincidentes, las imágenes resultantes no van a solaparse exactamente; sobre todo si estamos muy próximos al objeto a termografiar como podéis ver en el siguiente ejemplo.

Para tratar de solventar esto, Flir ha implementado en su aplicación un control llamado paralelismo que desplaza la imagen real sobre la térmica para tratar de lograr así una coincidencia plena. Normalmente es un proceso que el software realiza de forma automática; pero aun así tenemos la posibilidad de regularlo de forma manual (ya sea en tiempo real o a posteri) para aquellos casos en los que vemos que ambas imágenes están notablemente desplazadas. Por cierto, en teoría no podremos conseguir plena coincidencia en distancias inferiores a 30 cm.

De todos modos, una vez capturada nuestra imagen térmica, el mundo no se termina ahí, ya que la aplicación de Flir nos permite hacer algunos ajustes interesantes en «post-producción». Para empezar, dentro de la aplicación podemos deslizar la imagen arriba y abajo en la vista de la galería para poder alternar entre el mapa termográfico y la fotografía, de modo que nos facilitará todavía más la tarea de discernir las zonas a diferentes temperaturas que hemos captado.

Por otro lado, también tenemos la posibilidad de colocar un termómetro en cualquier punto de la pantalla (varios en el caso de la Flir One Pro) que nos dirá a cuántos grados estaba tal o cual zona en el momento de hacer la fotografía. También podemos cambiar de paleta o ajustar el paralelismo del que os hablaba antes si a posteriori vemos que las imágenes parecían más coincidentes en el momento de hacer la captura.

Otra posibilidad es cambiar la paleta entre cualquiera de las nueve disponibles, por lo que durante la captura de las imágenes no hace falta que os preocupéis demasiado si consideráis que la que estáis usando no es la más adecuada para captar los detalles de aquello que estamos termografiando, ya que luego podréis variarla a voluntad sin perder datos.

Conclusiones

Después de todo lo comentado, quería hacer un breve resumen en apenas unas líneas. Por un lado, para los fans de la tecnología la Flir One es un cacharro sin duda muy apetecible: tiene un diseño muy cuidado, una calidad de construcción más que aceptable y su funcionalidad es, cuanto menos, sorprendente.

Eso sí, no os compréis una Flir One si sois profesionales del mantenimiento y creéis ver en ella una herramienta con la que detectar conexiones eléctricas defectuosas, motores mal refrigerados, tubos de agua caliente tras las paredes, humedades en techos, corrientes de aire en los cierres de las ventanas… Cierto es que la Flir One es capaz de detectar ese tipo de cosas, pero sus prestaciones (especialmente por rango de temperaturas y sensibilidad) hacen más recomendable la adquisición de un modelo de gama profesional cuyos resultados serán más precisos.

Creo que con las imágenes que he puesto para ilustrar esta entrada os podréis hacer una idea de qué esperar de este modelo, ya que en ellas se pueden ver elementos cotidianos vistos a través de la Flir One, apreciando de ese modo la resolución que presenta, el rango de temperaturas o la nitidez de los contornos de los elementos a termografiar.

Yo recomiendo la Flir One como un método sencillo y práctico de observar toda esa energía infrarroja que nos rodea y que nos hará redescubrir las cosas desde un punto de vista muy atípico y siempre sorprendente. En definitiva, para despertar al niño curioso que, en el fondo, todos llevamos dentro.

La fotografía como visión personal del mundo

Hay una cosa que siempre he tenido muy clara: Si ponéis frente una misma escena a media docena de fotógrafos obtendréis seis imágenes totalmente diferentes.

Tour de force

Eso es, para mí, lo más especial de la fotografía, ya que permite a cada uno de nosotros mostrar el mundo desde su particular punto de vista sacando a relucir de algún modo sus inquietudes, obsesiones, fobias y filias; que son las que en realidad hacen que ciertos detalles nos llamen la atención o nos pasen completamente desapercibidos.

En mi caso particular, los edificios abandonados, las calles desiertas, la soledad o los efectos del paso del tiempo son elementos habituales en mis imágenes; pero estoy seguro de que si hubiera alguien a mi lado con su propia cámara, en sus fotografías hubiera captado otros detalles y/o perspectivas que le darían a las imágenes una connotación muy diferente pese a plasmar en ellas el mismo motivo principal.

Horizontes

Por supuesto, en las fotografías también se muestran los estados de ánimo de aquellos que estamos detrás de la cámara; ya que nuestra capacidad de percibir lo que nos rodea viene condicionado por cómo nos encontremos ese día. Y es que, como dijo Ortega y Gasset, «yo soy yo y mis circunstancias»; porque no es lo mismo coger la cámara un soleado domingo de primavera que un lunes a última hora de la tarde después de un duro día de trabajo.

El sol se marcha

Por tanto, es cada uno en su fuero interno quien ha de decidir cuáles son sus mejores imágenes. Está claro que las críticas de los demás son importantes porque siempre nos van a ayudar a mejorar tanto a nivel técnico como compositivo; pero al final has de ser tú mismo quien encuentre su estilo personal y las temáticas en las que se encuentre más a gusto. vamos, que como suelo decir siempre: lo importante es que te guste a ti.

Algo que parece sencillo; pero que consiste básicamente en practicar todo lo posible para, casi de forma automática, ir encontrando nuestro mejor registro.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Review: Nintendo 3DS

Llevaba tiempo totalmente desconectado de los videojuegos; pero en un arrebato consumista me compré hace aproximadamente un mes una Nintendo 3DS junto con el juego Street Fighter IV. Reconozco que la idea me rondaba la cabeza prácticamente desde su lanzamiento a finales de Marzo; pero el empujón definitivo que me hizo comprarla fue probarla in-situ en un centro comercial de Castellón.

Nintendo 3DS

Aunque sé que a algunos de vosotros os gustaría ver un análisis pormenorizado de la máquina, os adelanto que lo que voy a comentar aquí son impresiones generales basadas en las semanas que llevo usándola porque ahora mismo no dispongo de tiempo como para ponerme a redactar un tocho-análisis al estilo de los de mi época como redactor de ultimONivel.

No obstante, trataré de sintetizar al máximo y comentaros en plan telegrama aquellos aspectos que puedan ser de interés dejando de lado explicaciones tecnico-filosóficas. Todo ello acompañado de unas fotografías que estuve haciéndole a la máquina desde diversos ángulos durante el pasado fin de semana teniendo así una magnífica excusa para coger la cámara un rato.

Nintendo 3DS

HARDWARE

– La máquina pesa y abulta más o menos como una DSi: incómoda para llevarla en el bolsillo del pantalón pero perfecta para meter en un bolso o mochila.

– Ahora mismo está disponible en azul (que ha sido mi elección) y en negro; y en ambos casos la carcasa esmaltada exterior tiene pinta de rayarse con facilidad. Una funda se hace indispensable para mantener la consola impoluta si tenemos idea de sacarla «de paseo» a menudo.

Nintendo 3DS

– El tema del «3D sin gafas» es el eje en torno al que gira toda la consola y os puedo decir que funciona muy bien. Eso sí, hay que tener en cuenta que para apreciarlo hay que mirar la consola completamente de frente y saber que al sol se ve doble imagen en la pantalla superior arruinando el efecto tridimensional. Esto es porque dicha pantalla lleva un sistema que hace que cada columna de pixels alternativamente se dirija a uno u otro ojo. Obviamente, si tenemos una diferencia muy grande en cuanto a percepción visual en uno de los dos ojos (ojo vago o similar) no podremos ver el efecto 3D; que es lo que precisamente hace especial a esta máquina.

Nintendo 3DS

– Hay gente a la que usando las funciones 3D se le fatiga la vista enseguida (mi hermana no aguanta más de 5 minutos seguidos jugando) y otros como yo que podemos estar bastante tiempo mirando la pantalla sin ningún problema. En todo caso, hay que hacer buen uso del regulador de profundidad que hay en el borde derecho de la pantalla superior, ya que ponerlo a tope por sistema nos hará forzar mucho los ojos. La pauta (al menos en mi caso) es usarlo más o menos a la mitad bajándolo si sitúo la consola más lejos de lo normal e incrementándolo si acerco la pantalla a mis ojos. Pero vamos, en general, una vez encontrado el punto óptimo de cada persona el regulador casi lo podríamos fijar en su posición ideal con pegamento.

– La pantalla superior es «más panorámica» y tiene más definición que la inferior; cosa que se me hace un poco raro acostumbrado a la DS en la que ambas pantallas eran iguales. Se mantiene la pantalla táctil inferior y el micrófono, por supuesto.

Recién llegada

– Tal y como sucedía en la DSi, no hay slot para juegos de GBA. Por tanto, aunque la consola es retrocompatible con los juegos de DS, olvidaos de aquellos que hacen uso de dicho puerto (Guitar Hero, títulos que hagan uso del rumble pack, etc).

– La consola cuenta con conectividad WiFi; y esta vez podremos conectarnos a redes con cifrado WPA usando software de 3DS. Lamentablemente, si empleamos software de DS estaremos limitados a redes que empleen clave WEP; algo cada vez menos habitual.

Nintendo 3DS

– La 3DS posee una cámara interior en 2D y dos cámaras exteriores que nos permitirán tomar fotos en 3D. La resolución es muy escasa (640 x 480) pero para verlas en la pantalla de la consola es suficiente. Además, he de decir que el efecto de profundidad cuando colocamos objetos en varios planos está muy logrado.

– Uno de los mayores avances con respecto a las anteriores portátiles de Nintendo es la inclusión de un pad analógico de estilo similar al que equipa la PSP pero de tacto más suave y forma cóncava en lugar de convexa. Por lo demás, cruceta y botones cuentan con la misma disposición que el resto de componentes de la familia DS.

Nintendo 3DS

La batería dura entre cuatro y cinco horas con todo activado y haciendo uso de software 3D. A priori no parece mucho; pero la inclusión «de serie» de una base de recarga en la que dejar la consola cuando no la estamos usando hace que en la práctica no tengamos problemas de autonomía salvo que estemos todo el día fuera de casa jugando con la consola y, como os decía antes, a plena luz del día la pantalla superior pierde el efecto tridimensional.

– Con la consola viene un «lapicero» metálico plegable (que se encaja junto a la ranura de los cartuchos) bastante más elegante que el habitual de plástico de las máquinas de generaciones anteriores. El cargador es el mismo que el de la DSi, pero diferente a los de DS y DS Lite. Tenedlo en cuenta.

– Por otra parte, los cartuchos de DS encajan y se pueden usar en la 3DS; pero no al revés: los específicos de esta máquina poseen una pestaña que impide que los podamos poner en una DS. Hace tiempo leí que una persona limó dicha pestaña para ver lo que que ocurría metiendo un juego de 3DS en una DS «a secas» y lo que pasó es que simplemente la DS no detectaba el cartucho.

Nintendo 3DS

SOFTWARE

– Como comprenderéis, no os voy a mostrar capturas del software de la consola porque sería como intentar enseñaros imágenes a color en una TV en blanco y negro. Si queréis haceros una idea de cómo va el efecto 3D de la consola acercaros a una tienda de videojuegos y probad alguna de exposición. De ese modo también comprobaréis antes de gastaros los 250 euros que cuesta la consola si os adaptáis bien a ella o no; no vaya a ser que luego tengáis que usarla todo el tiempo con el regulador tarado al mínimo (posición en la que la consola muestra las imágenes en 2D como si se tratara de la DS de toda la vida).

Nintendo 3DS

– Como dato curioso os comento que contamos con un creador de Miis (similar al que se puede encontrar en la Wii) que puede tomar como base una foto nuestra para crear el personaje animado. No siempre clava los rasgos; pero al menos es curioso de ver y siempre podemos modificarlo a mano posteriormente.

– Además del creador de Miis, la consola posee una serie de funciones «de serie» como juegos de realidad aumentada y un curioso modo en el que si llevamos la consola suspendida con el WiFi activado podemos intercambiar Miis y otros elementos con la gente con la que nos crucemos (a mí me han aparecido un par de Miis en una tarde que me la llevé a pasear por Castellón). Todos los datos generados durante el uso de la consola (excepto las partidas guardadas) se graban en la tarjeta SD que podemos insertar en una ranura que hay en un lateral de la consola. Por cierto, se incluye de regalo una tarjeta de 2 GB.

Nintendo 3DS

– Dichos juegos de realidad aumentada (R.A.) hacen uso tanto de las cámaras de la consola como de los sensores de movimiento de la misma: algunos de ellos son tremendamente simples; pero hay que reconocer que son entretenidos y a la vez visualmente atractivos. Especialmente desternillante es el atrapacaras; aunque para mostrar la consola a los amigos otra buena opción es el juego de puntería por su espectacularidad inicial. Sea como sea, estos mini-juegos son una buena muestra de por dónde podría ir el desarrollo de software para la 3DS en un futuro.

– Al poseer conectividad por WiFi, la consola se actualiza exclusivamente a través de Internet y en el último firmware (de primeros de Junio) se ha incorporado una e-shop en la que podremos adquirir títulos clásicos, descargar demos o ver trailers así como un navegador de Internet muy en la línea del que ya incluía la DSi.

Nintendo 3DS

– Al igual que ocurrió con la DS original, seguramente Nintendo ya esté trabajando en una revisión de la 3DS con mayor duración de batería, mejores pantallas, más ángulo de visión, carcasas de otros colores, algo más de software presinstalado… etc. Tened esto en cuenta si no sentís una necesidad imperiosa de haceros con la 3DS ahora mismo. Recordad la evolución (sobre todo para las arcas de Nintendo) sobre un mismo hardware consistente en: «DS –> DS Lite –> DSi –> DSi XL» y pensad que con la 3DS ocurrirá más o menos lo mismo.

De momento no  hay muchos juegos a la venta: en un par de días llegará The Legend of Zelda: Ocarina of Time y para navidades saldrán a la venta Mario Kart y Animal Crossing; tres de las razones por las que me he comprado la consola. Es decir, no me he comprado la 3DS por lo que es ahora mismo; sino por lo que llegará a ser. Total, si antes o después iba a caer, mejor hacerlo cuanto antes (sobre todo teniendo en cuenta la política de Nintendo de mantener los precios de sus máquinas casi invariables a lo largo del tiempo) y así ir probando el tema de las fotos en 3D, la conectividad entre usuarios, la e-shop, los juegos de realidad aumentada…

Nintendo 3DS

CONCLUSIONES

La máquina es bonita, funciona bien y a todo aquel al que se la enseño queda encantado; pero si un jugón de pura cepa me pidiera consejo sobre si comprarla o no, sinceramente le diría que espere un poco porque al final lo que da valor a una máquina son sus juegos y el catálogo de 3DS todavía está muy verde (de aquí a unos meses la cosa mejorará mucho; sobre todo gracias a los títulos que irá sacando la propia Nintendo, que al final es la que más títulos must have aporta a sus propias consolas). Lo que pasa es que si, como a mí, os llaman la atención todas las «tonterías» que puede hacer esta nueva consola y cada vez que vais a un centro comercial no podéis dejar de echar un ojo al stand de las 3DS de exposición, podéis estar seguros de que antes o después caerá; así que en ese caso es mejor no darle más vueltas y hacerse con una.

Tipos de planos en fotografía en función del ángulo de visión

Siempre os digo que el estilo empleado a la hora de retratar las cosas que nos rodean es, por lo general, algo propio de cada individuo y que define nuestra personalidad como fotógrafos. Sin embargo, hay cosas que siguen una serie de normas y precisamente por eso vamos a poder clasificar los tipos de planos en seis categorías en función del ángulo que la cámara toma con respecto al suelo:

1. Plano normal ( → )

La cámara se sitúa a la altura de los ojos y mira en dirección paralela al suelo dando lugar a un plano que emula la visión que solemos tener cuando caminamos por la calle, por lo que resulta muy natural especialmente si lo combinamos con distancias focales medias.

Estático y dinámico

Ferias y Fiestas Alcalá 2010

Puerta al futuro

Miradas (III)

Playa de la concha

Apeadero

2. Plano picado ( \ )

En este caso el punto de vista del fotógrafo se sitúa por encima del motivo a retratar y se apunta hacia el suelo tal y como hace la persona que aparece en la siguiente imagen:

Mercado medieval 2009

Esto da lugar a imágenes en las que el sujeto principal adquiere un papel secundario, inferior e incluso hasta cierto punto caricaturesco. En el caso de paisajes y demás, nos ayuda a ver la planta del lugar en toda su dimensión si combinamos este tipo de plano con un objetivo angular.

Werlisa club 35

Alcalá Magna a vista pez

Patio Santo Tomás de Villanueva (II)

3. Plano contrapicado ( / )

Como ya os podéis imaginar, se trata del caso inverso al anterior. Para hacer un contrapicado debemos colocar la cámara de modo que tengamos un punto de vista ligeramente bajo y hacer que el ángulo de visión de la cámara apunte hacia arriba en mayor o menor medida como hace el hombre con sombrero que aparece en la imagen que tenéis a continuación:

El cazador cazado mientras cazaba a otro cazador

En estos planos se engrandece el sujeto principal de la imagen dando sensación de poder e importancia al tiempo que la perspectiva resultante siempre es sorprendente. En caso de emplear un angular tendremos ocasión de meter el suelo en el encuadre potenciando la sensación de amplitud general; y si empleamos un teleobjetivo aislaremos el motivo del fondo remarcando su importancia.

Jump! (they say)

Torija

Oteando la ciudad

Alta tensión

4. Plano cenital ( ↓ )

En plano cenital es un caso especial de picado en el cual la cámara apunta directamente hacia el suelo. Como podréis suponer, no es un plano que se emplee a menudo en fotografía porque ángulos tan radicales dan lugar a imágenes extrañas que no siempre funcionan. Aun así, puede ser un recurso creativo muy interesante bajo ciertas condiciones.

Cruce de caminos

My bicycle (II)

Tenis de altura

5. Plano nadir ( ↑ )

El plano nadir es el caso contrario al anterior, ya que en este caso la cámara apunta directamente hacia el cielo, por lo que lo podemos considerar un contrapicado radical. Al igual que antes, no es un plano para utilizar muy habitualmente, pero en ciertos casos se trata de un recurso visual muy interesante. En mi caso, siempre que veo una escalera no puedo evitar disparar usando esta perspectiva tan particular.

Vertigo 2

Suelas

Torre de la Iglesia de Santa María La Mayor

6. Plano aberrante o plano holandés ( ◊ )

Se trata de un plano un tanto «especial», ya que lo importante aquí no es si el ángulo de la cámara es normal, picado o contrapicado; sino que vamos a inclinar la cámara una considerable cantidad de grados hacia un lado o hacia otro dando lugar a una sensación de inestabilidad en la imagen.

Pasarela cervantina

Bancos y más bancos

La torre de la magistral

Entrada de la sede de la Cruz Roja

Edificio España

30

Hasta aquí este repaso a los tipos de planos en función del ángulo que adquiera la cámara a la hora de disparar. Como os decía al principio de este artículo, hay infinitas maneras de retratar una misma cosa, pero la perspectiva empleada siempre consistirá en alguna variación de estos seis casos que hemos visto hoy.

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