Nuevos aires para mi PC

Estaba claro que tras mis últimos escarceos con las curvas de los ventiladores y vista la importancia de la renovación del aire dentro de la caja del PC tenía que conseguir un chasis mejor ventilado sí o sí. Por tanto, el artículo de hoy va a tratar de cómo cambié todos los componentes de mi ordenador a una nueva caja y cómo ha influído esto en las temperaturas de sus elementos principales.

Tres premisas fundamentales

Las premisas en esta ocasión fueron las siguientes: caja con frontal mallado, posibilidad de meter ventiladores de 140 mm y disponer de mayor espacio interior para la correcta circulación del aire; así que vamos a ir detallando uno por uno cada uno de estos tres puntos.

  • Frontal mallado

Mi anterior caja tenía una abertura en el frontal por la que entraba el aire fresco del exterior, pero tenía dos problemas: realmente no entraba demasiado por si mismo de modo que le coloqué un par de ventiladores frontales, los cuales al forzar el paso del aire por la abertura provocaban cierto ruido aerodinámico que, si bien por el día no se apreciaba demasiado, ahora que tengo un bebé de 7 meses en casa cada decibelio que pueda rascar cuenta.

Por tanto, mi opción para la nueva caja no podía ser otra más que la de un frontal mallado que permita el paso del aire silenciosa y libremente para de esta forma enfriar los disipadores de gráfica y CPU. Teoricamente este tipo de cajas son las más adecuadas para esto, de modo que comprobaré por mí mismo si la diferencia es apreciable o no.

  • Ventiladores de 140 mm

Aunque tan sólo sean 20 mm más de diámetro, en general los ventiladores de 140 mm son capaces de mover mucho más aire que los de 120; o dicho de otra forma, para mover una misma cantidad de aire giran a menos RPM y por tanto el ruido producido es menor. Y es que, como os decía antes, ahora el silencio es una prioridad para mí.

Hay cajas que usan ventiladores de hasta 200 mm, pero eso ya empezaría a parecerse a una subestación eléctrica y quería algo que fuera, además de funcional, discreto. Por lo tanto, 140 mm me parecía una buena medida y a día de hoy hay multitud de cajas que los aceptan. Por supuesto tendrían que estar controlados mediante PWM para poder regular su velocidad en función de la temperatura interior de la caja.

  • Amplitud interior

Para que en el interior de la caja pueda haber un movimiento fluído de aire frío y caliente ha de existir espacio libre, y eso en una caja microATX es complicado porque, para empezar, la fuente de alimentación está a escasos centímetros de la entrada de aire de la tarjeta gráfica si esta es de las que ocupan entre dos y tres slots PCIe como es mi caso.

Sé que en su momento dije que las cajas ATX me parecían unos mamotretos enormes, pero también es cierto que para mis necesidades actuales además de bien ventilada quería la caja tuviera espacio de sobra para que las corrientes de aire se movieran con libertad en el interior del chasis. Por tanto esta vez opté por una caja grande (más alta pero también más ancha) pese a que la placa base iba a seguir siendo una B450M de MSI.

Buscando caja y ventiladores

Ya con la idea bien definida en mi cabeza me puse a buscar una caja con las características que os comentaba. La verdad que la anterior Aerocool Bolt Mini, pese a ser barata y sencilla me pareció muy bien resuelta, de modo que busqué dentro de la misma marca un modelo como el que tenía en mente y enseguida di con la Graphite, la cual la hay en dos versiones: una con RGB y otra sin él. Esta vez elegí la más discreta, que tiene un precio que ronda los 50 euros e incluye el lateral izquierdo en forma de puerta completa de cristal templado (esta vez no es de material plástico como en la anterior, que se raya con facilidad).

En cuanto a los ventiladores, la idea inicial era colocarlos como en la caja anterior: dos delante metiendo aire, uno detrás sacando y dos arriba también sacando aire caliente para ayudar a ventilar el habitáculo. El modelo elegido buscando un buen compromiso entre silencio y caudal y, por supuesto, con regulación mediante PWM fue el Arctic F14 PWM PST; en concreto en formato pack de 5 ventiladores que salía por poco más de 30 euros.

Manos a la obra

Una vez recibidos los nuevos componentes tocaba desmontar al completo la caja anterior; operación que no me llevó más de media hora. Con todo sobre la mesa luego la cosa fue ir metiendo los componentes en la nueva caja (aunque el conjunto placa+micro+disipador+RAM fue de una pieza, lo cual me ayudó a ganar algo de tiempo), colocar los nuevos ventiladores y organizar todo el cableado por la parte trasera.

Una vez terminado me di cuenta de dos detalles: los cables principales de la fuente eran un poco feos con esas terminaciones rojas, naranjas y amarillas junto a los conectores, de modo que compré unas extensiones de 30 cm en color negro para darle un aire más elegante. Y ya que estaba compré también un soporte tipo columna para la tarjeta gráfica, ya que aunque había fabricado uno provisional con una espuma muy densa, la verdad es que era un poco indigno.

Aprovecho para daros un par de consejos rápidos: si no usáis discos duros mecánicos podéis extraer la «jaula» que hay en el habitáculo inferior y aprovechar ese hueco para meter todo el cableado sobrante (imprescindible en el caso de usar extensiones). Y relacionado con esto, os recomiendo encintar los conectores que no uséis (especialmente los Molex) porque a veces sus contactos quedan algo expuestos y al estar todo arremolinado por los rincones oscuros de la caja podrían llegar a tocar algo metálico provocando un corto.

Con estos elementos añadidos di por finalizado el montaje de la nueva caja y he de decir que de aspecto quedé muy satisfecho. Sólo me chirría un poco el ventilador del disipador, que es de color blanco y canta bastante. Dado que compré el NOX Hummer H212 limitado por la estrechez de la caja anterior, seguramente me haga con un Cooler Master 212 Black Edition o algún modelo similar tanto por estética como por capacidad de enfriamiento. Eso siempre que previamente compruebe que no haga demasiado ruido, pues la ventaja del NOX es que incluso a su máxima velocidad su sonido es apenas perceptible y es capaz de mantener perfectamente a raya las temperaturas del Ryzen 7 3700x.

Ah, y hablando de ruido, para tratar de ganar un poco más de silencio de momento he decidido no poner los dos ventiladores superiores, ya que al tener una superficie de rejilla muy grande también en ese panel creo que el aire caliente saldrá con cierta facilidad y más si tenemos en cuenta que hay dos ventiladores metiendo aire y uno sacando, de tal modo que en el interior de la caja se produce una presión positiva que ayudará a la evacuación del aire por las rejillas.

Como anécdota, la primera vez que lo arranqué tuve que mirar si los tres ventiladores estaban funcionando porque el ordenador prácticamente no se escuchaba. Y sí, estaban funcionando a unas 500 rpm, siendo su máximo de 1300. A esa velocidad apenas los escuchaba, pero quedaba ver hasta dónde acelerarían cuando empezara a hacer pruebas con benchmarks y videojuegos exigentes.

Midiendo temperaturas

Tras un rato en idle, las temperaturas se estabilizaron en torno a 23 ºC para la gráfica, 31 ºC para el micro y 27 ºC para la caja, que son algo más frescas que con el chasis anterior. Buen comienzo, pero ahora empezaban las pruebas de verdad:

El día antes de desmontar el ordenador lancé el test Kombustor y lo mantuve en ejecución hasta que se estabilizaron las temperaturas de gráfica, micro y caja (para esta última se necesitan unos 20 minutos hasta que se mantiene estable) arrojando el siguiente resultado:

Gráfica: 73 ºC (aunque Afterburner da 72 ºC, cosas del redondeo) // Micro: 63 ºC // Caja: 55 ºC

Una vez finalizado el montaje hice la misma operación manteniendo las curvas de configuración de ventiladores en BIOS y Afterburner obteniendo las siguientes temperaturas:

Gráfica: 65 ºC // Micro: 52 ºC // Caja: 48 ºC

Esto representa una ganancia de unos 8 grados en la gráfica, 11 en el micro y 7 en la caja (todas las pruebas anteriores están hechas con una temperatura ambiente de unos 20 grados) pero lo que más me ha sorprendido es que incluso durante la ejecución de las pruebas el ruido generado por el ordenador es mucho menor que antes, hasta el punto de que fuera de la habitación con la puerta abierta es inaudible. De hecho es que con la caja a 48 grados los ventiladores de 140 mm giran a unas 650 rpm, que es el 50% de su velocidad nominal. Es decir, que funcionan en una zona en la que todavía no hacen casi ruido, pues siempre se ha dicho que en general los ventiladores empiezan a escucharse a partir de 750 u 800 rpm.

Me da mucha rabia no haber usado el sonómetro que tengo para haber medido el sonido del equipo antes y después del cambio de caja y ventiladores y tener así unos números de cómo ha cambiado la cosa, pero es que no imaginaba que la mejora iba a ser tan radical y por eso ni se me había pasado por la cabeza hacer la medición. Estoy contento con la bajada de las temperaturas, pero mi mayor alegría es el drástico decremento en la sonoridad del equipo, en serio.

 

Y ya está, poco más que contaros, puesto que el resto del hardware es el mismo. Aparte de la mejora de temperaturas y sonoridad del equipo esto también me ha servido para cacharrear un poco, que es algo que de unos meses a esta parte cada vez me puedo permitir en menos ocasiones por la cantidad de tiempo y energía que requiere el cuidado del pequeño terremoto que ya ha empezado a gatear por la casa y al que no puedo quitar el ojo de encima ni cinco segundos.

¡Nos leemos!

Regulación de las curvas de los ventiladores de un PC

De un tiempo a esta parte, concretamente desde que monté mi último ordenador de sobremesa, me he dado cuenta de la importancia de la ventilación en este tipo de equipos «potentes». Como hasta ahora no había tenido una tarjeta gráfica de cierta entidad y casi nunca había tenido problemas de calentones informáticos, era algo que siempre dejé de serie en mis ordenadores anteriores, pero en esta ocasión ha sido un punto importante en su diseño y de eso precisamente quería hablaros hoy.

Empecemos con una visión global de las cosas; y es que dentro de un PC actual hay dos elementos que necesitan refrigeración adicional: la tarjeta gráfica y la CPU. En los albores de la informática esto rara vez era necesario porque el número de transistores y su velocidad de funcionamiento eran relativamente bajos, pero con la carrera por el rendimiento cada vez estamos metiendo más potencia de cálculo en chips que consumen un montón de electricidad, lo que conduce a unas temperaturas de funcionamiento cada vez más elevadas. Y claro, si no somos capaces de disipar ese calor, nuestros preciados y carísimos componentes electrónicos se achicharrarían en pocos minutos.

Ahí es donde entran en acción los disipadores, que sirven para transferir el calor que se genera en el chip al aire circundante. Los primeros eran simplemente unas aletas de aluminio y ahora, para obtener un mejor rendimiento de refrigeración, aunque se siguen basando en el mismo principio de funcionamiento añaden ventiladores cada vez más grandes para refrescar esas aletas y que así puedan hacer su trabajo.

La tarjeta gráfica es, con diferencia, el componente que más calor disipa a día de hoy en un ordenador personal. Una tarjeta de gama media actual (mi RTX 2060 sin ir más lejos) llega a consumir unos 200 vatios ella solita cuando se le exige el máximo rendimiento, dispándose buena parte de los mismos en forma de calor, por lo que las gráficas actuales suelen contar con varios ventiladores y un disipador de tal tamaño que podríamos hacer unas salchichas sobre él.

La CPU por su parte no consume tanto (un procesador de gama media como el Ryzen 7 3700x que tengo ahora mismo consume unos 80 vatios de pico) pero también necesita un disipador hermoso y un ventilador de buen diametro para mantener su temperatura a raya porque esta se eleva con gran rapidez al ser un componente de pequeño tamaño. Para que os hagáis una idea, el límite de funcionamiento de mi microprocesador son 95 grados centígrados, que es prácticamente la temperatura a la que hierve el agua en un cazo, por lo que llevado al extremo os podéis imaginar el calorazo que desprende ese pequeño cuadrado metálico de 5 x 5 cm.

Pues bien, lo que hacen los sistemas de refrigeración de estos dos componentes cuando están en funcionamiento es contener la temperatura a base de intercambiar calor con el aire que hay dentro de la caja del PC, de modo que también es importante extraer el aire caliente de ahí dentro sustituyéndolo por aire fresco para que los disipadores que os decía hace un momento puedan hacer bien su trabajo. Y de eso se encargan los ventiladores de la caja del ordenador, que es otro de los puntos de este artículo, pues me ha llevado tiempo regularlos hasta dejar este aspecto a mi gusto y me gustaría contaros cómo lo he hecho.

Una vez descritos los dos elementos principales generadores de calor en un ordenador actual y vista la importancia de hacer circular el aire dentro de la caja vamos a hablar de la regulación de cada uno de estos tres elementos.

Tarjeta gráfica

Como os decía antes, éste suele ser el elemento que más calor genera dentro de la caja de un PC actual. No hay más que ver que la temperatura de la caja apenas se incrementa durante los benchmarks realizados al microprocesador pese a que este se ponga a unos 80 grados durante un buen rato, pero se eleva con cierta rapidez cuando es la tarjeta gráfica la que trabaja al límite de sus posibilidades como cuando lanzo el popular test FurMark. o le estoy dando caña un buen rato a Cyberpunk 2077.

Muchas gráficas tienen prefijada la opción de tener sus ventiladores parados hasta llegar a cierta temperatura (la mía sin ir más lejos). A diferencia de la BIOS del PC a estas normalmente no se les puede hacer poder variar el comportamiento de la refrigeración por hardware, pero sí que podemos hacerlo desde Windows con alguna aplicación del fabricante de la tarjeta o bien con la que para mi gusto es la que mejor funciona: MSI Afterburner.

En mi caso, como podéis ver en la curva que hay sobre estas líneas, prefiero que los ventiladores estén funcionando a baja velocidad desde el arranque y que luego progresivamente vayan subiendo de velocidad para pegar un último sprint si nos acercamos a los 80 grados, que empieza a ser ya una temperatura un poco excesiva. Con la configuración que veis la gráfica se me pone como mucho a 72 grados si estoy un par de horas dándole caña a juegos muy exigentes (Quake II RTX es un buen ejemplo de ello al estar toda la iluminación generada mediante Raytracing) o haciendo algún test de estrés de 3D Mark. Comentar que a partir de 83 grados la 2060 comienza a hacer thermal throttling para autoprotegerse, de modo que no conviene acercarse mucho a ese límite.

Microprocesador

Aquí la estrategia es también similar, pero en este caso como el ventilador del disipador que le he colocado recientemente es realmente silencioso he sido algo más permisivo y parto de una velocidad en idle más alta, ya que eso me permite aguantar pequeñas subidas de temperatura sin que lleguemos a tener que incrementar su velocidad. En cualquier caso, al contrario que en el Writh Prism que trae de serie el 3700x donde los cambios de velocidad por pequeños que fueran se notaban un montón, en el caso del Nox Hummer H212 que tengo ahora mismo hay que afinar mucho el oído para notar que el ventilador está acelerando o decelerando.

A diferencia de la tarjeta gráfica esta curva es directamente configurable desde la BIOS del PC, y aunque cada fabricante tiene su sistema, todos se basan en una serie de puntos sobre unas ejes de temperatura/velocidad de ventilador; de modo que ajustarlo es algo bastante intuitivo.

Aquí parto de un 50% mientras el micro no supere los 40 grados, y ya a partir de ahí voy incrementando velocidad hasta llegar a los 70 grados, momento en el que entraríamos en un punch final en el que a 75 grados o más iríamos al 100% de velocidad. Esto sí que he llegado a verlo en tests tipo CPU-Z y similares, pero por lo que veo no pasa de los 80 grados en estos casos extremos que os digo, por lo que todavía entramos dentro de lo que se considera normal para estos micros de AMD y más si estas temperaturas se alcanzan de una forma esporádica y puntual. En este caso la fiesta del thermal throttling comienza a los 95 grados, de modo que andamos con margen de movimiento incluso en las situaciones más extremas.

Sistema

El sistema es la temperatura interior de la caja del ordenador. Como os decía antes, en mi caso viene determinada principalmente por la carga de la tarjeta gráfica puesto que el microprocesador, debido a que tiene el ventilador trasero justo detrás del disipador, expulsa el aire caliente rápidamente al exterior. Sin embargo, la RTX 2060 evacua una gran cantidad de calor a través de su propio disipador que sube hacia la parte superior por el interior de la caja a diferencia de las tarjetas gráficas con ventilación «tipo turbina» que expulsan el aire directamente al exterior a través de unos conductos específicos que salen a la parte trasera del PC a cambio de hacer un ruido exagerado.

Tengo un total de 5 ventiladores de caja de 120 mm controlados desde la BIOS por esta función: dos de ellos en el frontal metiendo aire, dos en la parte superior sacando y otro más en la parte trasera también sacando el aire caliente (mi placa sólo tiene un puerto SYS_FAN, de modo que para poder conectarlos y que regulen he hecho uso de un hub específico para ventiladores PWM). Puesto que el aire al calentarse tiende a subir, la estrategia más adecuada es meter aire por la parte inferior de la caja y expulsarlo por la superior, que es lo que he hecho con este setup.

Estos ventiladores hacen algo de ruido cuando están a muchas RPM, por lo que mi estrategia ha sido en este caso que estén al 29% (unas 930 RPM) mientras la caja esté por debajo de 40 grados centígrados, que es la situación que se da siempre que no esté haciendo un uso intensivo de la gráfica, que a partir de ahí se eleve hasta llegar a un 60% a 65 grados y que si pasamos de esa temperatura incremente su velocidad hasta llegar a sus máximas RPMs a 80 grados, que sería una locura ya que los disipadores no serían capaces de refrigerar nada ahí dentro.

Esta refrigeración es la más laboriosa de regular, ya que a diferencia de micro y gráfica tiene bastante inercia y tanto las subidas como las bajadas de temperatura llevan unos minutos en notarse y, por tanto, las pruebas a realizar llevan bastante más tiempo. El micro tarda apenas unos segundos en llegar a su temperatura estable cuando estamos haciendo un test de estrés y en el caso de la gráfica puede llevar algo más, pero en apenas tres o cuatro minutos ya se empieza a estabilizar. La caja, para que estabilice su temperatura con el PC trabajando fuerte puede llevar del orden de 20 minutos, así que como os digo, dejar la curva a tu gusto va a requerir algo de paciencia.

En mi caso la temperatura de la caja se estabiliza sobre los 55 grados cuando gráfica y micro están trabajando a la vez a máxima potencia, de modo que estos cinco ventiladores giran a unas 1300 RPM y el ruido generado es más o menos llevadero. Cuando sí que hacen bastante ruido es justo en el instante de arrancar el PC, puesto que por defecto se ponen al 100% de velocidad (1800 RPM) durante un par de segundos hasta que se cargan las rutinas de la BIOS y a partir de ahí ya regulan mediante la curva que os mostraba antes, escuchándose nada más que un ligero zumbido si estamos en la misma habitación del PC.

Como os digo, usando durante horas aplicaciones que hagan un uso intensivo de micro y tarjeta gráfica, las temperaturas que obtengo se estabilizan en torno a 55 grados para la caja, 65 para la CPU y 70 para la gráfica sin que el ruido generado por la refrigeración sea especialmente molesto.

No son temperaturas altas para lo que se estila hoy en día en este tipo de componentes, pero como el frontal de mi caja es bastante cerrado soy consciente de que si tuviera un frontal de rejilla entraría más aire fresco y la temperatura de la caja bajaría unos grados y por tanto también la de los dos componentes principales cuyos disipadores estarían algo más frescos. Supongo que un día de estos me dará la ventolera de cambiar de caja aunque sólo sea por el bendito «cacharreo» (y sabéis que si estoy diciendo esto es porque ya lo tengo más que pensado y planeado).

¡Hasta el próximo artículo!

Refrigeración líquida vs. refrigeración por aire

En general, se considera que una refrigeración líquida para la CPU es más eficiente que las habituales de disipador + ventilador debido a que el agua tiene la propiedad de transportar el calor más rápido de un sitio a otro, de modo que el líquido que da vueltas en el circuito se calienta con facilidad en la bomba que está en estrecho contacto con el microprocesador pero también se enfría con rapidez en el radiador que refrigera un ventilador haciendo así que su temperaratura no se dispare. Igual que en un coche con motor de combustión, vamos.

Todo lo anterior junto con el factor «molar» (a primera vista las refrigeraciones líquidas son más cool que las de aire) hacen que mucha gente opte por uno de estos sistemas como si fueran la panacea; pero aun así, con el tiempo te vas dando cuenta de algunas desventajas y empiezas a pensar, como ha sido mi caso, que una refrigeración por aire tampoco está tan mal.

Entre los componentes del PC que monté a primeros de año estaba una refrigeración líquida AIO (All In One) de Cooler Master con radiador de 120mm, que desde mi punto de vista funciona a las mil maravillas y mantiene la temperatura del procesador bajo control de una forma muy estable gracias a la mayor inercia térmica del líquido refrigerante.

En el caso de mi placa base, una MSI con chipset B450, tengo dos conectores de ventilador, ambos regulables por PWM o por DC: CPU_FAN y SYS_FAN. Al primero de ellos se enchufa habitualmente el ventilador del disipador de la CPU; mientras que al segundo se suele conectar el ventilador trasero de la caja encargado de sacar el aire caliente de la misma. Luego ya es cuestión de regular sus curvas de funcionamiento en función de la relación temperatura/ruido que queramos obtener.

En el caso de optar por una refrigeración líquida la estrategia es diferente. Aquí se trata de que la bomba haga circular al líquido a una velocidad constante por el circuito, por lo que esta se suele conectar al SYS_FAN y se deja a velocidad fija, normalmente a 12 Vdc o bien al 100% de PWM, con la intención de que quede girando a su velocidad nominal. Por su parte el ventilador del radiador es que el que va a ir conectado a CPU_FAN y regulado mediante su curva PWM, de tal manera que si el microprocesador está frío el ventilador gire a baja velocidad y si la temperatura se incrementa lo haga también la velocidad del ventilador con objeto de enfriar más rápidamente el líquido en el radiador.

¿Qué ocurre en el caso de que sólo dispongamos de estos dos conectores de ventilador? Pues que si tenemos otros ventiladores adicionales en la caja para refrigerar su interior, o bien los compramos con adaptador MOLEX para que vayan a 12 voltios fijos, los regulamos mediante un reostato externo (este sistema se considera ya algo viejuno; sobre todo ahora que las cajas de los PCs no traen disqueteras ni bahías para CD-ROM) o los adaptamos mediante algún tipo de hub PWM para que vayan sincronizados con la velocidad del ventilador del radiador, cosa nada recomendable porque las continuas subidas y bajadas casi instantáneas de éste nos pueden volver locos por el incremento y decremento de la sonoridad global del PC.

Y luego está el problema clásico de las refrigeraciones líquidas: las pérdidas de agua. Y es que, hasta donde yo sé, ninguna refrigeración líquida emplea un líquido dieléctrico para funcionar, siendo todas de base agua con mayor o menos presencia de etilenglicol. Es decir, que como se nos fisure un tubo o se salga un racor con el ordenador en marcha nos podemos ir despidiendo de la placa base y/o la tarjeta gráfica y/o fuente de alimentación.

Al principio veía la cosa muy segura, pero a base de leer casos de fugas en refrigeraciones líquidas con unos cuantos años ya a sus espaldas empecé a pensar en hacerme con una refrigeración por aire, la cual tiene otro ventaja adicional y es que si se nos para el ventilador del disipador éste último puede seguir refrigerando algo de forma pasiva (sobre todo si el flujo de aire dentro de la caja es adecuado y consigue que se mueva algo de aire entre sus aletas) pero si se nos avería la bomba de una refrigeración líquida el micro se nos va a plantar en temperaturas perjudiciales para su salud en menos que canta un gallo y con posibilidad además de que por efecto del calentón uno de los racores de la bomba se dilate y acabemos además con la temida fuga de líquido.

Aún así, las refrigeraciones líquidas tienen otra ventaja que no he comentado hasta ahora y es que el calor del microprocesador lo sacan directamente fuera de la caja, ya que los ventiladores de los radiadores se suelen configurar para que eliminen ese calor hacia el exterior (y si el radiador está colocado en la parte alta de la caja de paso ayudan a sacar el aire caliente que hay acumulado dentro de la misma). La cosa es que cuando usas una refrigeración por aire, el disipador se calienta y por tanto también el interior de la caja puesto que su ventilador lo hace circular por su interior, de modo que es un motivo más para asegurar una buena circulación de aire dentro del PC con los ventiladores de la caja si no queremos que se eleven las temperaturas de sus componentes internos.

Por tanto, sopesando todo esto que os he contado decidí probar la refrigeración por aire que ofrece el propio disipador que viene con el AMD Ryzen 7 3700x (el famoso y colorido Wraith Prism) y comprando un juego de ventiladores regulables por PWM así como un HUB para poder conectar varios de ellos (cinco en concreto) al conector SYS_FAN de la placa base.

Tras unas pruebas iniciales me di cuenta de que el Wraith Prism es un avión a punto de despegar cuando pasas algún benchmark de CPU o si te tiras un buen rato jugando a algún juego muy exigente con el microprocesador y la tarjeta gráfica. Sus 3750 RPM máximas hacían un ruido tremendo aunque cierto es también que mantenía las temperaturas del microprocesador más o menos en los márgenes que jugaba la líquida que tenía puesta hasta ese momento.

¿Y por qué tanta velocidad de giro? Bueno, el problema es que es un disipador de perfil bajo, de modo que además de que el aire va «de arriba a abajo» impulsado con el ventilador, chocando por tanto con la placa base y disminuyendo su capacidad de refrigeración, las aletas de aluminio que tiene son más pequeñas que las del típico disipador «de torre» que habréis visto en multitud de PCs. Lo que han hecho en AMD es suplir ese menor rendimiento que viene condicionado por su diseño con un caudal de aire muy bestia, pero claro, los dbs también se disparan.

Buscando un poco en foros y demás encontré un modelo de disipador + ventilador en formato torre que funcionaba muy bien y además entraba en mi caja, que al ser para placas microATX no es demasiado ancha y está limitada a una altura máxima del conjunto de unos 15 cm; medida que sobrepasan muchos modelos de Noctua y Cooler Master equipados con ventiladores de hasta 14 cm a los que hay que sumar la altura de la base y el primer tramo de los heatpipes que llevan incorporados.

El modelo que compré fue el Hummer H-212 de Nox, que sale por unos 30 euros y es sumamente silencioso, también gracias a su ventilador cónico de 120 –> 92 mm que sopla sobre un disipador de aletas de aluminio y heatpipes de cobre a una velocidad máxima de 1600 RPM. He de decir que me ha sorprendido para bien, porque las temperaturas están a la par con el Wraith Prism pero el ruido que hace a máxima velocidad es una fracción del modelo de AMD y además en idle es prácticamente inaudible.

Como podéis ver en la imagen anterior, la disposición del conjunto disipador-ventilador es tal que el aire fresco entre por el frontal de la caja, lo recoge el ventilador, lo hace pasar por el disipador donde se calienta y a continuación sale por el ventilador trasero. Puede que algo de aire se derive hacia los dos ventiladores superiores, pero estos están principalmente para sacar el aire caliente que se acumula en la caja cuando la tarjeta gráfica está trabajando a plena potencia; si bien de esto creo que prepararé un artículo específico porque me parece un tema interesante.

Por tanto, y para resumir un poco todo lo comentado en este artículo, aunque las refrigeraciones líquidas son muy pintonas y funcionan muy bien creo que no van a conseguir barrer del mapa a las refrigeraciones por aire; ya que estas tanto por funcionalidad como sobre todo por seguridad tienen bastantes ventajas.

Review: Maglite Solitaire

A lo mejor muchos de vosotros (sobre todo los más jóvenes) dais por hecho que las linternas de bolsillo como las que suelo traer por aquí dan bastante luz y tienen una autonomía de varias horas en sus modos menos potentes; pero esta vez os voy a mostrar un modelo que apareció en 1988, que todavía está a la venta hoy en día y que viene a dar cuenta del tremendo avance que ha habido en el mundo de las linternas desde entonces. En el artículo de hoy le vamos a pegar un buen repaso a la Maglite Solitaire.

El cuerpo

El cuerpo de la Solitaire está fabricado en aluminio anodizado. Lo hoy disponible en varios colores, pero esta versión roja estaba de oferta y como en mi colección no tengo muchos modelos de este color me animé a hacerme con ella sin darle muchas vueltas. Sólo por el rato de entretenimiento de trastear con ella y escribir esta review ya mereció la pena su adquisición.

Tiene un aspecto muy estilizado, ya que acostumbrado a las proporciones de las linternas actuales que funcionan con una pila AAA, esta tiene más o menos el mismo diámetro pero es más larga. Además, el fino estriado vertical con el que cuenta tanto el cuerpo principal como la cabeza de la linterna contribuyen a esta sensación.

Las únicas inscripciones con las que cuenta la Maglite Solitaire se encuentran en la cabeza, consistiendo estas en el nombre de la marca y el modelo de linterna. No disponiendo de ningún tipo de número de serie o similar. Otra particularidad de este modelo es que se enciende aflojando su cabeza, cuando en la inmensa mayoría de linternas de esta categoría se hace apretándola. De hecho se hace raro al principio hasta que te acostumbras, porque yo al menos tiendo a apretarla para enceder y me encuentro con que la rosca ya no tiene más avance.

En la parte trasera contamos con un rebaje diseñado para colocar una anilla de llavero perfectamente realizado y con una terminación redondeada de las aristas. Además, como la base es plana podemos hacer tailstanding con ella, algo lógico por su «función vela», que consiste en que si desmontamos la cabeza, la bombilla queda pegada al cuerpo sin ningún tipo de lente o reflector con idea de que sirva como iluminación ambiental.

La pila que la alimenta se inserta por la parte trasera, desenroscando el extremo trasero (donde la anilla de llavero) lugar en el que, por cierto, va escondida una bombilla de repuesto que es otra función clásica de las Maglite en general. Tened en cuenta que es una bombilla de filamento, por lo que a diferencia de los LED puede que llegue el día que la veamos fundirse porque simplemente llegó al final de su vida útil.

Por cierto, no he comentado que tanto la rosca de la cabeza como la de la parte trasera incorporan sendas juntas tóricas de caucho que le dan estanqueidad para cumplir con la resistencia frente a salpicaduras. En cuanto a caídas, se supone que resiste impactos de hasta un metro de altura sin romperse, pero no estoy por la labor de comprobarlo.

En cuanto a dimensiones, la Solitaire tiene una longitud de 81 mm y un diámetro de 13 mm. El peso, con la pila que viene «de serie» es de 24 gramos, así que es bastante liviana para su clase. Y ya que estamos con cifras, comentar que la autonomía en su único modo de potencia disponible (2 lumens) es de unas 4 horas empleando una pila alcalina. No le metáis una batería de litio de tamaño equivalente porque sus 3 V fundirán la bombilla en menos tiempo de lo que tardáis en decir patata.

A diferencia de otras Maglite, en este caso nos encontramos ante una linterna totalmente cilíndrica; a diferencia de la mayoría de modelos del catálogo del fabricante que suelen contar con una cabeza de mayor diámetro que el cuerpo, dando la típica apariencia reconocible que todos hemos visto en las películas de policías o bomberos, que son los que sobre todo en EEUU usan las Maglite.

En el estuche se incluye, además de la propia linterna, una pila AAA para que podamos estrenarla de inmediato así como una cinta de nylon con un par de anillas de llavero en cada extremo siendo este complemento de dudosa calidad porque nada más tenerlo en las manos ya se me empezó a deshilachar. Si su fin es añadir la linterna a nuestro llavero no quiero ni pensar cómo estará al segundo día de batallar en nuestro bolsillo con llaves, monedas y demás enseres.

La luz

En esta ocasión la luz la emite una bombilla incandescente en lugar de un emisor LED, por lo que esta linterna no es comparable a ninguna otra de las que he traído hasta el momento al blog ni el intensidad ni en alcance. Su tinte es anaranjado, da apenas dos lumens y posee varios halos y coronas cuando aumbramos a una pared lisa. Eso sí, cuenta con un sistema que nos permite abrir y cerrar el haz de luz a voluntad, por si queremos alumbrar una zona más amplia o centrarnos en un punto en concreto (dentro de lo limitado que es el alcance de este modelo).

A día de hoy os pueden parecer unas prestaciones ridículas, pero es que esto es lo que teníamos antes de la aplicación del LED en linternas de pequeño tamaño. De hecho para conseguir intensidades lumínicas como las de los modelos actuales «de llavero» teníamos que irnos a los modelos de Maglite de mayor tamaño alimentados por varias pilas tipo D y que pesaban un quintal. En este sector, como veis, también se ha avanzado un montón.

Como en cualquier linterna de aquella época su funcionamiento se basa en algo tan poco eficiente como calentar mediante electricidad un hilo de material conductor hasta tal punto que se pone blanco (más allá del rojo) y eso es lo que origina la luz que produce. Os podéis imaginar que las pérdidas en forma de calor son la inmensa mayoría de la energía que le estamos metiendo a la bombilla; así que bienvenidos los LEDs y su tremenda eficiencia en este sentido.

El frontal cuenta con una lente transparente totalmente lisa y un reflector de tipo parabólico y como os decía hace unos párrafos, tiene la peculiaridad de que si desenroscamos totalmente la cabeza la linterna se convierte en una vela para crear una iluminación ambiental. Lo de llamarse vela, además, es muy acertado porque la tonalidad de la luz que arroja nos hace recordar a aquellos apagones en casa cuando éramos niños y durante unos minutos (a veces horas) teníamos que iluminarnos con velas. ¡Qué tiempos!

Las sensaciones

Caminar por casa a oscuras con la Solitaire es volver a mis inicios en el mundo de las linternas. Tenía (y todavía conservo) una muy muy similar pero de marca «nisu» con la que flipaba de pequeño. Aquello de poder ver en plena oscuridad era algo que me parecía fascinante y además así podía leer tebeos bajo las sábanas cuando mis padres me conminaban a irme a la cama siempre más pronto de lo que yo quisiera.

Ahora bien, tras haber probado muchos modelos LED de pequeño tamaño con los que incluso me podría ir al bosque por la noche y ver decenas de metros por delante de mi posición por si hay una cigüeña o un lobo feroz, jamás se me ocurriría ir con la Solitaire a esos parejes, ya que lo más probable es que acabaran encontrándome en el fondo de un barranco por haber puesto un pie donde no debía.

En la mano se me hace extraño agarrar una linterna tan alargada y, de hecho, tiendo a sujertarla como si fuera un lápiz en lugar de sostenerla entre el pulgar y el índice tal y como suelo hacer con todos los modelos de este estilo. Pero aun así el tacto es muy bueno porque los acabados son perfectos y el pulido que ha recibido hace que no notemos siquiera una línea del relieve del cuerpo diferente a otra.

Conclusión

Está claro que estamos ante un modelo que está todavía en el mercado por un mero valor sentimental más allá de cualquier practicidad. De hecho la marca comercializa la Solitarire LED que no es más que este mismo modelo pero equipado con un emisor LED que le da mucha más potencia y autonomía, pero que no tiene ese aire tan retro con su luz anaranjada y su alcance tan reducido.

Si sois unos locos de las linternas pequeñas como yo, está claro que es un modelo que debéis de tener en vuestra colección; y más si os encontráis una oferta tan tentadora como la que yo me encontré. Sin embargo, para un uso racional y práctico, no se os ocurra haceros con la Solitaire porque acabaréis aborreciéndola cuando además de apenas ver nada en plena oscuridad os quedéis sin pilas a las primeras de cambio.

De hecho es que cualquier modelo actual que podemos llevar en el llavero (como la Rovyvon Aurora A3x que llevo siempre encima) puesta al lado en su modo más bajo hace casi desaparecer la luz que emite la Solitaire como podéis apreciar en la foto que hay sobre este párrafo.

Más información

Página oficial de la Maglite Solitaire

La revolución necesaria del DLSS

Para jugar a 1080p me bastaba con la Nvidia Geforce GTX 1060 3GB de Gigabyte que conseguí poco después de terminar el montaje de mi nuevo ordenador de sobremesa; pero no es menos cierto que desde el principio tuve el ojo puesto en la gama RTX para poder subirme al carro de una tecnología que en tiempos me hubiera parecido de ciencia-ficción: el DLSS, iniciales de Deep Learning Super Sampling.

La relación resolución / potencia de cálculo

Muy a grandes rasgos y a nivel muy muy básico, una tarjeta gráfica necesita más potencia cuantos más pixels tiene que dibujar en pantalla. A una resolución de 1080p son 2073600 pixels. A 1440p serían 3686400, a K4 nos iríamos a 8294400 y, por último, a 8K serían 33177600 pixels.

Pensad ahora que esos son los pixels necesarios para dibujar un sólo frame en pantalla, y si estamos jugando algo que requiera un mínimo de acción querremos que la imagen se refresque, al menos, 60 veces cada segundo para no tener sensación de discontinuidad en la animación, que es algo que saca del juego (y de quicio) a cualquiera.

Si tomamos el ejemplo de resolución 4K, en el que decíamos que la pantalla a dicha resolución se compone de 8294400 pixels y lo multiplicamos por 60, tenemos que la tarjeta gráfica tiene que calcular cada segundo la friolera de 497664000 pixels. ¡Eso son casi quinientos millones de pixels en un sólo segundo! ¡¡¡QUINIENTOS MILLONES!!!

Obviamente, para poder mover semejante cantidad de datos la potencia bruta y la velocidad de proceso de la tarjeta gráfica han de ser tremendas, porque los pixels no son sólo cuadrados de colores sin más; sino que hasta decidir su aspecto previamente llevan una rutina de posicionado, trazado de vértices, texturizado, sombreado… Y no digamos ya si emplean técnicas de iluminación mediante raytracing ¿Empezáis a entender por qué las tarjetas de gama alta cuestan lo que cuestan, abultan lo que abultan y se calientan como se calientan?

De cualquier modo, cuando se pasó de FullHD (1080p) a la resolución de 1440p los fabricantes se dieron cuenta de que la potencia necesaria para dar el salto a cada siguiente resolución se iba incrementando a un ritmo exponencial que el desarrollo de las tecnologías gráficas clásicas no iba a ser capaz de seguir. Se imponía por tanto buscar una solución que no fuera simplemente meter potencia bruta sin más, ya que con el 4K empezando a proliferar y el 8K en el horizonte no es posible disponer de tal potencia de cálculo en una tarjeta que de momento ha de entrar en la caja de un PC.

Buscando alternativas a la potencia pura y dura

Y así es cómo en Nvidia empezaron a dar vueltas a la idea de crear unos algoritmos de escalado dinámico que permitieran renderizar internamente a una resolución inferior para en un último paso resamplear a resoluciones más altas sin apenas pérdida de calidad. Y es que ahí está la clave de todo: podéis coger el Paint, abrir una imagen de 80 x 120 pixels y subirle la resolución todo lo que queráis, pero los píxeles tendrán el tamaño de un melocotón y el resultado será, como mínimo, decepcionante.

Lo alucinante del DLSS es que realmente la pérdida de calidad es muy pequeña para lo mucho que baja la resolución internamente el algoritmo. Por ejemplo, si vamos a jugar en 4K (2160p) y elegimos el modo llamado «Calidad» internamente renderizará a 1440p. Si elegimos el modo «Equilibrado» lo hará en 1253p, mientras que el modo «Rendimiento» lo hará a 1080p y el «Rendimiento Ultra» a 720p. Y sí que es verdad que en este último caso se nota pérdida de calidad sobre todo en los detalles más finos como el pelo de Lara Croft en Shadow of Tomb Raider o las estructuras metálicas finas lejanas en Cyberpunk 2077, pero si elegimos los modos «Calidad» o «Equilibrado» realmente apenas notaremos diferencia con la resolución original y la tasa de frames por segundo se incrementará considerablemente.

Hubo una primera versión que funcionaba en juegos muy específicos y era algo limitada, pero poco a poco la tecnología ha ido evolucionando y a día de hoy estamos ya en la versión 2.0 del DLSS que ofrece mejores prestaciones y una implentación en los títulos más sencilla para los desarrolladores. Hasta tal punto es así que algunos títulos que ya empleaban la primera versión del algoritmo se han actualizado para hacer uso de la versión actual.

Los detalles de cómo funciona el DLSS son bastante complejos, ya que se basa en una red neuronal que utilizando imágenes de muy alta y baja resolución del juego que Nvidia carga en sus servidores aprende cómo rellenar los huecos y desajustes que ocurren cuando se resamplea «a las bravas» una imagen y esta información la acaban volcando en los drivers gráficos que actualizan un par de veces al mes más o menos. Obviamente no os voy a dar el tostón aquí con tantos detalles tećnicos, pero si os interesa el tema os recomiendo echar un vistazo a algunos artículos (casi siempre en inglés) donde tocan en tema de forma bastante profunda.

Está claro que este post-procesado requiere una potencia de cálculo importante en la tarjeta gráfica, pero a la vista de los resultados, las unidades que computan estos algoritmos (los llamados Tensor Cores en las dos últimas familias de tarjetas gráficas de Nvidia RTX20 y RTX30) lo hacen bastante más rápido que si desactivamos el DLSS; lo cual me parece sencillamente alucinante. Que sea más fácil para la tarjeta «inventarse» parte de los pixels de la imagen que calcularlos y que además el resultado final sea tan bueno es algo que la primera vez que vi me sorprendió muchísimo.

DLSS en pruebas sintéticas: 3DMark

Para mostraros esto de una forma gráfica (nunca mejor dicho) he pasado el test específico de DLSS que incorpora la última versión de 3D Mark, el cual dicho sea de paso, es una pasada a nivel visual. Y es que, de hecho, 3DMark siempre ha sido la referencia para los gráficos más punteros, acordándome ahora mismo de la mítica demo de la versión del año 2000 que ejecutaba en mi AMD K6-2 de la época al que le puse una Voodoo Banshee con 16 MB de VRAM.

Volviendo al test de DLSS, en primer lugar aquí tenéis el resultado de pasar el test a una resolución de 1080p con mi Nvidia Geforce RTX 2060. La primera parte es sin DLSS y la segunda aplicando el algoritmo en modo «Calidad», haciendo que apenas haya diferencias gráficas entre uno y otro test.

Como podéis ver, sin aplicar DLSS obtenemos unos 32 FPS, y con el modo «Calidad» la media es de casi 58 FPS que es  un 80% de ganancia de rendimiento (casi el doble).

En caso de aplicar el modo «Rendimiento» en la misma resolución de antes perderemos algo de calidad gráfica en algunos detalles finos pero ganaremos unos cuantos FPS.

En esta ocasión hemos pasado de los 32 FPS al no aplicar DLSS a una tasa de prácticamente 76 FPS, lo que representa una ganancia de rendimiento del 135%.

DLSS en la práctica: Shadow of Tomb Raider

Vamos a ver ahora esto mismo pero aplicado a un juego comercial como es el Shadow of Tomb Raider dado que nos permite usar todos los modos de DLSS disponibles y así como, logicamente, prescindir de él. Se ha ejecutado en el mismo equipo que la prueba del 3DMark.

En las siguientes imágenes podéis ver, de arriba a abajo, cómo influye en la tasa de cuadros por segundo no emplear DSLL o ir usando respectivamente los modos Calidad, Equilibrado, Rendimiento y Rendimiento ultra, manteniendo en todos los casos la calidad gráfica del juego en el máximo y la resolución a 1080p.

¿Veis a lo que me refiero? Emplear DLSS hace que tengamos más FPS a costa de una apenas perceptible pérdida de calidad de imagen, de modo que es un recurso valioso que nos permitirá estirar un poco más la vida útil de nuestra tarjeta gráfica antes de plantearnos dar el salto a un modelo superior porque ya no da más de si.

Ahora bien, espero que con esto los desarrolladores no empiecen a optimizar los juegos malamente pensando que si va lento con que los usuarios activen el DLSS ya está todo arreglado, porque entonces estamos en las mismas al compensar una ventaja con una desventaja. El DLSS es un inventazo, pero yo lo entiendo como un modo de que gente que no tiene una tarjeta de gama alta pueda jugar a resoluciones y/o niveles de detalle que «de serie» no podrían alcanzar.

Que este tipo de tecnologías van a ser de un uso cada vez más general lo demuestra el hecho de que recientemente AMD ha sacado su algoritmo FidelityFX Super Resolution y que Intel, que ahora se va a subir también al carro de las tarjetas gráficas con sus modelos Arc, va a emplear una tecnología similar llamada XeSS. Está claro que esta era una revolución necesaria.

Monitorización de parámetros de un PC usando un Stream Deck

Desde hace muchos muchos años soy un fan total de los instrumentos de medida; y más si estos lo hacen en tiempo real. En mi casa tengo un vatímetro, un osciloscopio, un vúmetro, un luxómetro, una cámara termográfica… Como suelo decir a mis compañeros de trabajo, que ya me conocen bastante bien: «Si mide algo es posible que lo tenga».

Midiendo, que es gerundio

El caso es que el PC tampoco se libra de mi manía de cuantificar todo, y cuando planificaba el montaje de mi nuevo ordenador de sobremesa una de las cosas que tenía en mente era contar en algún momento con la posibilidad de conocer ciertos parámetros en tiempo real mediante algún tipo de pantalla externa o similar.

Al principio usaba utilidades como Aida64 o MSI Afterburner para ver los datos en el propio monitor que me hacían el apaño perfectamente, pero cuando estás usando un videojuego a mí particularmente no me gusta tener un montón de números superpuestos en una esquina de la pantalla, de modo que luego consultaba el histórico de las gráficas generadas por Afterburner y así veía qué temperaturas máximas había alcanzado la GPU, cómo de rápido se calentaba la caja del PC con los tests de estrés del 3D Mark, qué carga máxima de proceso soportó la CPU jugando a Cyberpunk 2077, a que porcentaje de regulación de PWM llegó su ventilador, etc.

El caso es que un día me cansé de mirar gráficas porque lo que quería era un sistema externo auxiliar al que pudiera echar un vistazo en todo momento mientras jugaba a Red Dead Redeption II o echaba números en una hoja de Excel y tras buscar información vi que tenía la opción de usar una Raspberry Pi conectada en red con un S.O. especial orientado a mostrar información de otro sistema en tiempo real. Tenía el material necesario para ello, pero no era una cosa sencilla y además iba a añadir unos cuantos cables a mi escritorio.

Lo que pasa es que al final di con algo con lo que no contaba inicialmente y que al final me pareció la mejor opción con diferencia para lo que yo buscaba: un Stream Deck de ElGato.

¿Qué es un Stream Deck?

El Stream Deck es un dispositivo USB consistente en un pequeño panel con una serie de botones físicos configurables para lanzar diversas acciones en el ordenador y cuya peculiaridad es que cuenta con una pantalla OLED de 72 x 72 pixels en el interior de cada tecla.

Lo habitual es que lo usen «streamers» de modo que durante sus retransimisiones puedan cambiar de cámara, jugar con la intensidad de la luz, modificar la superposición de imágenes, meter efectos de sonido, twittear algo, silenciar el micro… Pero además tiene una característica adicional que es la que me hizo decantarme por él: se pueden desarrollar plugins externos para agregar así funcionalidades no contempladas inicialmente por el fabricante.

Cómo usar un Stream Deck para monitorizar un PC

Y así, indagando un poco más, enseguida me encontré con un plugin que enlaza con el software de monitorización para Windows llamado HWinfo y nos permite mostrar en los botones del Stream Deck aquellos parámetros que queramos consultar en todo momento, refrescándose cada segundo y generando incluso una mini-gráfica para cada uno de ellos. Algo ideal para mis propósitos de tener siempre a la vista temperaturas, velocidades de ventiladores, carga de procesador y gráfica…

Como tampoco tenía 100% claro que la cosa fuera a funcionar todo lo bien que quería, me hice con el modelo más básico de los tres que existen, el cual cuenta con sólo seis botones. Lo bueno es que cualquier botón se puede convertir en una carpeta e ir así agrupando infinidad de parámetros, pero mi primera configuracion fue la que tenéis ahí arriba consistente en visualizar carga, temperatura y velocidad de ventiladores de CPU y GPU.

Total, que instalé el Stream Deck con su software, descargué el plugin desde este enlace siguiendo las instrucciones y también la versión gratuita del programa HWinfo en su revisión 6.24 ya que las posteriores dan algunos problemas de compatibilidad con esta historia que quería montar.

Una vez lanzado el configurador del Stream Deck sólo hace falta añadir el plugin y a partir de ahí empezar a personalizar tus botones para mostrar lo que quieras, siendo enorme la variedad de tamaños de letra, icosnos, colores… Yo, por supuesto, me decanté por el azul, ya que es el predominante en el ordenador desde el que os escribo.

Cómo lo uso yo

En mi caso particular, ahora mismo lo tengo configurado de tal modo que en la «portada» veo temperaturas de CPU, GPU y caja así como las RPM de los ventiladores regulados mediante PWM de la caja del PC. En los dos botones que me quedan libres he creado dos carpetas llamadas CPU y GPU entrando a las cuales dispongo en cada caso de otros datos como porcentaje de uso, potencia consumida, velocidad de ventiladores…

Viendo ahora lo bien que funciona creo que hubiera sido mejor hacerme con el Stream Deck de 15 botones porque así tendría todo a la vista de un simple vistazo sin necesidad de crear carpetas, aunque también es verdad que a veces el exceso de información puede saturarte y no fijarte en lo verdaderamente importante.

En realidad lo que quiero tener bien presente son las temperaturas de los tres elementos principales del PC: CPU, GPU y caja. El resto de cosas como velocidad de la conexión de red, velocidad de la RAM, temperatura de los discos duros, etc a día de hoy no me preocupan demasiado; y lo bueno es que si quiero tenerlas controladoras no tengo más que configurar los botones del Stream Deck, porque anidando carpetas puedes tener todos los parámetros del sistema a apenas un par de pulsaciones.

En la imagen que hay sobre este párrafo podéis ver cómo tengo configurado el stream deck ahora mismo con esos dos botones que me llevan a una «pantalla» anidada en la que puedo ver los datos específicos de la CPU y la GPU. Lo que hay a la derecha es un termómetro-higrómetro de Xiaomi que me dice la temperatura ambiente de la habitación, ya que es algo que influye bastante en la temperatura interior de la caja del PC y, por supuesto, también lo tengo a la vista y en cuenta.

Cuanto más sencillo, mejor

Como habréis podido ver esto que hemos visto hoy es algo muy sencillo de instalar y configurar, así que si os ha llamado la atención y os gustaría poder consultar ciertos parámetros de vuestro ordenador en cualquier momento os animo a que hagáis algo así en vuestro tiempo libre porque el resultado, desde mi punto de vista, es muy molón.

¡Nos leemos!

Actualización 18-10-2021

Finalmente he dado con la configuración que más me convence para el uso que le doy al Stream Deck, así que os voy a poner a continuación las pantallas que la conforman.

Pantalla principal con los iconos de acceso a los detalles bajo la temperatura de cada uno de ellos

Parámetros de la CPU

Parámetros de la tarjeta gráfica

Parámetros varios del sistema

Actualización 20-04-2022

Viendo que le doy bastante uso a este método de consultar en tiempo real diversos parámetros de funcionamiento del PC he sustituido el Stream Deck Mini por la versión estándar de 15 teclas, la cual me permite tener a la vista los principales datos de CPU, GPU y sistema además de permitirme tener una carpeta con accesos directos a las apliaciones que más frecuentemente utilizo.

Como podéis ver, esta vez he separado los parámetros por colores (CPU en rojo por aquello de que es AMD, GPU en verde por ser Nvidia y el sistema en azul porque me parece molón). De este modo tengo todo a la vista y puedo ver cómo van evolucionando los diferentes parámetros poniendo en perspectiva unos con otros.

Review: Rovyvon A9 Cu

Por mis manos han pasado ya modelos de Rovyvon fabricados en poliamida y en aluminio, pero como de un tiempo a esta parte me ha dado por el cobre me he hecho con un ejemplar que auna lo mejor del tamaño y las calidades de construcción de los modelos para llavero de esta marca con el metal de número atómico 28 que tanto nos fascina a los aficionados a las linternas: hoy vamos a analizar la Rovyvon A9 Cu.

El cuerpo

El cuerpo de la A9 está integramente fabricado en cobre mecanizado por CNC y su forma es la misma (salvo por un pequeño detalle que luego veremos) que el de la A3x. De hecho, el botón redondo y de pequeño tamaño, nos indica que pertenece a la segunda hornada de linternas para llavero de la marca; ya que aunque la primera para mi gusto tenía una interfaz de usuario mejor, cierto es que se ha mejorado mucho su mayor defecto, que no era otro que el acusado PWM en el modo Moonlight.

Como todas las Rovyvon, en la caja viene junto a un cable de carga microUSB, una anilla de llavero, una pinza reversible, una correa para la muñeca, un mini-manual de instrucciones que no os hará falta mirar después de leer este artículo y una tarjeta de garantía que nadie rellenará nunca.

A diferencia de las otras linternas de la marca y como suele ser habitual en las fabricadas en cobre, la A9 viene envuelta al vacío en un sobre de plástico transparente para evitar que se empiece a oxidar y que así sea el usuario quien decida cuándo empezará a envejecer. Un ritual que os mostré en un vídeo que grabé al estrenar la Olight i5T EOS Cu y que va mucho más allá del típico unboxing.

Como siempre os digo al hablar de los modelos hechos de este material, una vez que abrimos su sobre protector el cobre empezará a oscurecerse y por mucho que en el futuro tratemos de limpiarlo nunca volverá a tener el acabado brillante del primer día. Si queréis contemplarla eternamente en su esplendor original no os quedará más remedio que conservarla en su envase al vacío como si de salmón ahumado se tratase; pero esto es algo que yo nunca he considerado porque creo que una linterna es para usarla por muy bonita que sea.

Como ya mencioné en los primeros compases de la review, el cuerpo de la A9 es prácticamente idéntico al de la A3x. Y es que, en realidad, aparte del material del que está hecho lo único que los diferencia es la parte trasera; ya que además de ser algo más ancha, en la A9 han hecho un par de agujeros pasantes junto a la argolla para pasar la clásica anilla de llavero con el fin de colocar en ellos un par de viales de tritio. Opción que la propia Rovyvon ofrece al comprar la linterna en su página web al módico precio de 30 dólares el par, por cierto.

En cualquier caso, paso a comentar las dimensiones de la A9, que son de 57,3 mm de largo por 15,6 de diámetro. Lo que se incrementa bastante es el peso de la linterna, ya que son 40 gramos, unos cuantos por encima de la A3x por la mayor densidad del cobre con respecto al aluminio. Y eso es algo que se nota cuando sostenemos la linterna en la mano.

La batería interna (no accesible al usuario como en todas las Rovyvon) tiene 260 mAh de capacidad y es recargable en poco más de una hora por el puerto microUSB que hay en un lateral de la A9. Lo de la batería integrada es una ventaja para no depender de pilas, pero lo malo es que una vez que la batería «muera» con el paso de los años la linterna seguirá siendo igual de bonita pero no tendrá utilidad alguna. Por cierto, espero que a no mucho tardar la marca empiece a pasarse al puerto USB-C como ya están haciendo muchos otros fabricantes.

Este modelo cuenta con certificación IP65, lo que convierte a la linterna en resistente al polvo y a salpicaduras, de modo que mejor no sumergirla si la tenéis cierto aprecio porque es posible que no vuelva a lucir jamás. En cuanto a caídas, se supone que aguantará impactos desde 1 metro de altura sin romperse, pero dado que el cobre es un material algo más blando que el aluminio, el cuerpo se marcará en cuanto «aterrice» con cierta fuerza sobre alguna superficie sólida (todavía no he tenido la «suerte» de comprobarlo).

La luz

Aunque en Rovyvon siempre me suelo decantar por modelos con LED Cree XP-G3 debido a que ofrecen una potencia lumínica superior, en esta ocasión he escogido la opción del LED Nichia 219C para comprobar así por mi mismo su mayor fidelidad cromática. A cambio obtenemos un menor número de lumens, pero también ganamos un poco de autonomía.

Como en todos los modelos de la gama Aurora, tenemos un sólo emisor tras una lente TIR transparente que se encarga de distribuir el haz de luz de la forma que los diseñadores de la marca han creído más óptima. Luego en las impresiones lo comentaré más a fondo, pero siempre me ha gustado mucho cómo interpretan en Rovyvon este aspecto tan importante en cualquier linterna.

Os dejo a continuación el detalle de los modos disponibles:

  • Modo alto (450 lumens) 1,5 minutos –> (100 lumens) 90 minutos
  • Modo medio (260 lumens) 1,5 minutos –> (100 lumens) 120 minutos
  • Modo bajo (15 lumens) 10 horas
  • Modo ultrabajo (2 lumens) 32 horas

Al encender la linterna con un doble click el modo por defecto que se activará es aquel que hayamos usado durante más de 3 minutos seguidos anteriormente, y a partir de él iremos haciendo el ciclo entre los cuatro modos disponibles a base de clicks breves. Hay también un modo estroboscópico que se activa haciendo triple click, pero ese queda fuera de la rueda de modos normales y su sistema de memorización. En todos los casos, para apagar la linterna hay que hacer un click algo más prolongado.

Comentaros también que hay un atajo bastante útil para acceder al modo Alto consistente en mantener pulsado el botón, ya que mientras lo tengamos apretado la linterna estará luciendo a sus 450 lumens máximos. Ideal para lanzar una ráfaga potente que nos permita distinguir algo en la lejanía.

Las sensaciones

Lo primero que llama la atención al sostener la A9 en las manos es lo pesada que es para su tamaño en comparación con el resto de modelo de la marca fabricadas en aluminio o poliamida. Quizá por ese mayor peso también da una sensación de solidez y robustez más acusada que en modelos como la A3 o la A1.

También noto al tacto cómo la parte trasera es más compleja y de mayor grosor que en los modelos de los que deriva su diseño, ya que además de ser algo más ancha (útil para hacer tailstanding con ella) posee un par de taladros pasantes que no están en la A1 o en la A3 y que se pueden ver en algunas de las imágenes que ilustran este artículo.

Al pasar la yema de los dedos por la superficie metálica se nota un microrelieve (nanorelieve más bien, podríamos decir) que indica que este modelo está hecho mediante torneado CNC a partir de un bloque macizo de cobre. Es decir, que sobre una base se coloca un bloque de metal y una máquina va limando y limando el material moviendo un cabezal giratorio según las directrices de un modelo 3D hasta dejarlo con su forma final. No estoy seguro de cómo fabrican a sus hermanas de aluminio; pero estas no tienen ese ligerísimo relieve que presenta el modelo de cobre. Se me ocurre que tal vez el proceso sea el mismo pero el aluminio recibe un pulido final antes de la aplicación del anodizado que, por algún motivo, no se puede aplicar al cobre; aunque esto es algo que sólo la propia marca podría contarnos.

Al igual que en la Rovyvon A3 la tapa plástica que cubre el puerto de carga tiende a salirse de su sitio y a quedar «colgando», lo cual además de hacer feo hace que pueda entrar polvo al conector. Me va a tocar hacer como en su hermana de aluminio y ponerle un aro de goma elástica sobre la dichosa tapa para que así se quede en su sitio; aunque en este modelo va a romper por completo su estética.

En cuanto a la luz que emite, se nota que es algo más cálida que la de los modelos que llevan el LED Cree XP, pero gracias a la capacidad de la vista de adaptarse a las más diversas circunstancias esto es algo que sólo vamos a apreciar si ponemos una linterna de cada tipo encendidas una al lado de la otra.

Sí que es cierto que si vamos alternando los dos tipos de linternas, los colores se ven en la oscuridad con unos tonos algo más parecidos a los de la luz del día con esta A9, sin ese tono azulado que a veces aparece cuando usamos una linterna con LED Cree. Pero también os digo que la diferencia no es ni mucho menos radical y que a no ser que tengáis pensado pintar cuadros iluminándoos con una linterna es un poco indiferente elegir uno u otro tipo de emisor.

Si la ponemos frente a sus rivales vemos que en dimensiones anda más o menos a la par con la Olight i3E-Cu; si bien al funcionar esta con una pila AAA y tener un sólo modo de funcionamiento, sería más lógico compararla con la Nitecore Tini-Cu que aparece a su derecha en la imagen que tenéis a continuación pues se asemeja más por filosofía de uso y prestaciones.

Sea como sea, la intención no era otra que poner una junto a otra las cuatro linternas de cobre que poseo a día de hoy; y es que como ya os dije en las primeras líneas de esta review, en los últimos tiempos me ha dado fuerte por este metal de cautivador brillo anaranjado y no descarto ampliar más todavía la familia en un futuro.

Conclusión

La Aurora A9 Cu es un modelo del que podrás enamorarte por su estética, pero no por su practicidad. Si piensas llevar una Rovyvon a diario en tu llavero como yo hago, es mejor que te decantes por una A1 o una A3, que son mucho más ligeras y económicas, de modo que no te dolerá cuando se te raye con las llaves, se te caiga al suelo o se te manche de grasa. De hecho, aunque ya han pasado unos cuantos meses sigo siendo fiel a la A3x que uso a diario en varias ocasiones. Su anodizado sigue desgastándose día tras día, pero lo considero una consecuencia más del servicio que me da.

La A9 también la uso a menudo, pero más por casa: cuando estoy trasteando en el interior de mi CPU o si tengo que levantarme a media noche y no quiero despertar a mi pareja. Ahí sí valoro el tacto pesado del cobre y la agradable sensación que da en la mano, pero para llevar siempre encima prefiero algo más ligero y también más barato.

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Review: Olight Obulb

A primera vista la Obulb parece uno de esos proyectos creativos ideados durante las horas libres de algún ingeniero de la marca tanto por su filosofía de uso como por los detalles diferenciadores que posee. Sea como sea, esta última creación de Olight es un producto práctico, liviano y muy original que puede cumplir perfectamente tanto para uso personal como para regalar.

El cuerpo

A diferencia de todas las linternas que han pasado por aquí la Olight tiene forma de bola contando con una base plana para darle estabilidad. La semiesfera superior es de plástico blanco traslúcido que no permite ver su interior, que es precisamente donde se alojan los LEDs que producen la luz que emite este modelo.

Por su parte, la mitad inferior está forrada de goma (con el logo de la marca, el nombre del modelo y el número de serie escritos sobre su superficie) y en ella reside tanto la electrónica de control como el sistema de carga magnética y también la batería de polímeros de litio de 630 mAh que le otorga la autonomía necesaria para que este modelo cobre pleno sentido.

Esta base se une herméticamente con la semiesfera superior en un anillo de apariencia metálica del típico azul brillante tan presente en esta marca de linternas. Hablando de colores, la Obulb está disponible con la base en colores rojo, verde, naranja, gris, morado y rosa.

Las dimensiones de la Obulb son de 54 mm de anchura por 48 mm de altura, por lo que podemos decir que es sólo ligeramente más grande que una bola de golf para que así os hagáis una idea mental de lo que abulta. En cuanto al peso, es bastante liviana porque son apenas 55 gramos.

Ya os adelanto que no hay posibilidad de abrir la Obulb sin romperla y que todo lo que se puede tocar está en su base; y es que si le damos la vuelta lo primero que nos va a llamar la atención son los tres contactos metálicos de color dorado que no son otra cosa que su sistema de carga magnético. Como es lógico esto necesita de un cable de carga especial, que es el mismo que emplea la Baton 3 de la misma marca (referencia MCC 1A) y que se alimenta a través de un puerto USB.

Este cable de carga tiene una pequeña superficie transparente junto a la base que se acopla a la linterna que se iluminará en rojo mientras dure el proceso de recarga (el cual se realiza a razón de 5V y 0,65 A y dura unas dos horas en el caso de que la batería esté completamente agotada) y pasará a color verde una vez que esté totalmente llena de energía.

Aprovechando esa característica de carga magnética podemos colocar la Obulb sobre ciertas superficies metálicas de forma bastante firme. No la pondría en el capó de un coche circulando por la autopista pero sí que aguanta perfectamente en la puerta de un frigorífico o si le acoplamos un gancho metálico y la colgamos boca abajo de una cuerda (esto lo sugiere la propia Olight en las promos de este modelo para su uso en tiendas de campaña y similares) gracias a su bajo peso. Comentar que este modelo no cuenta con ningún tipo de anilla, anclaje o similar en el poder poner una correa directamente, dependiendo toda sujección de la mencionada base magnética.

Por último, el único botón de control con el que cuenta la Obulb también está en su base, aunque más que un botón es un área gracias a la cual podemos presionar en buena parte de la superficie central de la base, con lo cual nunca fallaremos una pulsación porque además tiene muy buen tacto. Luego hablaremos de la funcionalidad de este botón, pero de momento lo que quería es que viérais que todo lo que tiene esta linterna se encuentra en su cara inferior.

En cuanto a resistencia a los elementos, según la propia marca la Obulb aguanta caídas de hasta 1,5 metros de altura sin romperse y posee certificación IPX7, que la convierte en resistente a salpicaduras y, lo que es más, por su diseño podemos usarla a modo de «vela flotante» para montarnos un SPA en casa. Eso sí, nunca debemos ponerla a cargar sin secarla previamente, pues podríamos cortocircuitar los contactos del cargador quemándolo.

Como os decía antes, la linterna posee un imán en su base que sirve tanto para acoplar su cargador como para que la Obulb pueda fijarse sobre materiales ferromagnéticos; pero si por lo que sea tenemos la necesidad de ponerla muy habitualmente sobre una superficie en la que el imán no funcione, en la caja viene una «moneda» con adhesivo en una de sus caras que podremos pegar sólidamente en vídrio, madera, cemento… sobre la cual la linterna se queda pegada perfectamente. Eso sí, esta placa metálica circular es de un sólo uso, y una vez pegada si la queréis reutilizar tendréis que buscaros la vida para quitarla, retirar los restos de adhesivo y aplicar algo que le permita volver a fijarse con firmeza.

La luz

La luz que emite la Obulb es, en general, cálida y difusa. Muy buena para iluminación ambiental y suficiente para alumbrar suavemente una estancia a oscuras incluso en su modo más bajo. Hablando de modos, os describo los cuatro que tiene a continuación junto a sus autonomías:

  • Bajo (3,5 lumens): 56 horas
  • Alto (55 lumens): 3,5 horas
  • Rojo fijo (7 lumens): 7 horas
  • Rojo parpadeante (7 lumens): 30 horas

Los dos modos principales (Bajo y Alto) serán los que utilizaremos con mayor frecuencia, y en mi caso es el Bajo el que empleo la mayoría de las veces, ya que tengo la Obulb en la mesilla de noche y la utilizo como iluminación ambiental cuando, por ejemplo, le tengo que dar el biberón al niño y no quiero despertar a mi chica. Con esos 3,5 lumens y los ojos acostumbrados a la oscuridad tengo luz de sobra como para ver lo que estoy haciendo en toda la habitación y no tropezar con nada de camino a la cuna ni meterle al niño la tetina del biberón en un ojo. Además, la autonomía en este modo es de más de dos días seguidos, lo cual está más que bien y me permite despreocuparme de la carga durante bastante tiempo incluso si me la dejo encendida la mayor parte de la noche, que es lo que me suele pasar en muchas ocasiones.

En cuanto a los otros tres modos, el Alto está bien si la estancia a iluminar es muy grande (tipo salón) o tenemos que hacer alguna tarea que requiera algo de precisión visual, pero para el uso que yo le doy apenas lo empleo. No dudo que habrá quien le vea más ventajas a éste, pero no es mi caso.

Y el modo de iluminación roja es típico en tiendas de campaña y similares por dos motivos: no deslumbra y además no atrae a los mosquitos, así que tendrá su público. El modo parpadeante se supone que es para llamar la atención en caso de que queramos que nos vean en la oscuridad, pero ojo que aunque se ve bastante no os recomiento confiar vuestra vida a él en caso de que os quedéis tirados en la carretera; que no es una señal V16 homologada ni mucho menos.

El encendido de la linterna se realiza con una pulsación breve del botón de la base y para alternar cíclicamente entre los cuatro modos hay que mantener pulsado ese mismo botón estando la Obulb encendida. Por cierto, la linterna posee un modo de bloqueo que consiste en mantener pulsado el botón durante un par de segundos cuando la linterna está apagada, de modo que es útil para que no se nos encienda si la llevamos apretada en un bolso o similar. Comentar también que en todo caso el último modo empleado quedará en memoria y al volver a encender la Obulb será el que emplee.

Las sensaciones

Lo primero que entra por los ojos de la Obulb es, sin duda, su diseño molón. Entre su tamaño, la viveza de los colores de la base y el anillo azul de aspecto metálico hay que reconocer que los diseñadores de Olight han conseguido un producto que llama la atención nada más sacarlo de la caja.

Como podéis ver en la fotografía anterior, en la caja de la Obulb viene, además de la propia linterna, el cable de carga, la «moneda» adhesiva para superficies no metálicas (que va a juego con el color de la base) y un pequeño manual de instrucciones multiidioma que explica además de cómo cargar la linterna y demás, que no debemos usarla como juguete para mascotas o dársela a niños pequeños.

Al margen de consideraciones estéticas personales, el diseño de este modelo tiene una gran ventaja, y es que la luz que emite se expande uniformemente en todas direcciones, lo que la hace estupenda para iluminación ambiental de baja intensidad. Si la ubicamos en el centro de la estancia irradiará luz hacia todos los rincones de tal modo que no nos hará falta moverla para nada mientras hagamos uso de ella.

Aunque se supone que la Obulb está preparada para resistir caídas de hasta 1,5 metros de altura, hay un detalle que me transmite cierta intranquilidad a la hora de usar esta linterna, y es que ya me ha pasado alguna que otra vez que se me resbala de las manos por el tacto tal suave de la parte superior y me ha tocado cazarla al vuelo. Sé que en parte es culpa de mi torpeza y que si la agarrara por la base no pasaría esto, pero si me despierto en la madrugada y quiero encenderla mis dedos la agarran por donde primero tocan. No se me ha ido al suelo en ninguna ocasión, y si ocurriera en teoría debería de aguantar el tipo, pero quedáos con este detalle si no animáis a haceros con una y tened cuidado al agarrarla.

Si la ponemos junto a un par de linternas más tradicionales de la marca (i5T EOS CU y i3S EOS) podemos apreciar su reducido tamaño y la forma que posee que poco o nada tiene que ver con lo que hasta ahora ha pasado por este blog desde que me he puesto a hablar de linternas. Original es un rato, desde luego.

Conclusión

Estamos ante un modelo discreto y que sorprende por la cantidad de luz que ofrece cuando se emplea en las condiciones adecuadas (iluminación de interiores por la noche) y que son para las que se ha diseñado. Está claro que no es un producto pensado para llevarlo al campo y hacer una carrera nocturna alumbrando los senderos con él, pero en una mesilla de noche o en el borde de una bañera puede ser un buen compañero.

Lo bueno

  • Iluminación ambiental suave en un tamaño mínimo
  • Buena autonomía en modo Bajo
  • Base magnética
  • Flota en el agua

Lo malo

  • Batería no reemplazable
  • Cable de carga especial
  • Usabilidad bastante específica

Más información

Review: Olight Baton 3

Guardo muy buenos recuerdos de la Olight S1 Baton porque fue la primera linterna «seria» que me compré. Hasta el momento tuve modelos de poca potencia que funcionaban con pilas alcalinas, pero esta fue la primera con la que me di cuenta de lo mucho que eran capaces de iluminar modelos más pequeños que un mechero con una batería de litio en su interior y un LED a modo de emisor.

La más reciente iteración de este modelo es la Olight Baton 3 que hoy vamos a repasar punto por punto y ver qué tal funciona en las tareas cotidianas; si bien sus 1200 lumens máximos en un cuerpo del tamaño del dedo pulgar son ya una buena carta de presentación.

El cuerpo

La Baton 3 posee un cuerpo cilíndrico fabricado en aluminio anodizado con detalles en un bonito azul cobalto (hay otra versión en color rojo con los detalles en dorado, pero a mí estéticamente me gusta mucho más esta) cuyas dimensiones son 63 mm de largo por 21 mm de diámetro máximo, contando con un peso de 53 gramos batería incluída.

Un detalle que me ha gustado mucho y que creo que es un paso adelante con respecto al modelo original de la saga es el texturizado de la zona de agarre de la linterna; ya que tiene un diseño que auna comodidad, firmeza y capacidad de disipación de calor. Éste consiste en una serie de «aletas» ligeramente puntiagudas que consiguen que la Baton 3 no se nos resbale de las manos aunque haga frío y/o vayamos con guantes y que además maximiza la superficie de contacto con el aire de forma que es capaz de disipar más eficazmente el calor generado en su interior cuando funciona en los modos más potentes.

En el bisel de la parte frontal aparece escrita la luminosidad máxima que alcanza el modelo así como una inscripción referida a la tonalidad de la luz emitida (entre 6000 y 7000 ºK). Más allá de tener los datos a la vista, es un detalle elegante ver lo cuidadosamente grabados que están los caracteres en una superficie tan estrecha, lo cual dice mucho de la precisión de construcción que logra Olight en su fábrica. La única pega que puedo sacarle es que su color no coincida plenamente con el de la pinza de sujección; algo más saturado.

Este bisel enmarca un reflector TIR transparente que es capaz de controlar muy bien la dispersión del haz de luz; si bien esto es algo de lo que hablaremos en el apartado correspondiente. No es tan bonito como esos reflectores texturizados que cada vez usan menos modelos pero hay que reconocer que son muy eficientes.

En la parte trasera tenemos un polo central y un anillo concéntrico que no son otra cosa que la interfaz de carga de la Baton 3. Y es que el encargado de recargar la batería interna de la linterna es un cargador USB de formato propietario que se adhiere magnéticamente a esta porque su diseño imantado nos permite conectar el cargador casi sin querer y además poder colocar la linterna de forma en ángulos imposibles sobre superficies férricas.

Cuando ponemos la linterna a cargar, un pequeño LED presente en el propio cargador se ilumina en color rojo para cambiar a verde cuando el proceso ha finalizado; cosa que lleva aproximadamente cuarenta minutos si la batería ha quedado muy descargada tras la última sesión. El indicador es muy elegante, pero veo que en situaciones de mucha luz (cargando la linterna a pleno sol) es apenas visible a no ser que hagamos sombra con las manos. De normal no es un problema porque solemos cargar estas cosas en interiores, pero debéis tenerlo en cuenta si, por ejemplo, os la lleváis a la montaña con algún powerbank para recargarla.

Como siempre ocurre con los cargadores de formato propietario, si lo perdéis os tocará comprar otro a la propia marca, ya que no es algo que se pueda comprar en la ferretería de la esquina. Es una desventaja, pero hay que reconocer que el cargador que trae la Baton 3 es una cosa muy cómoda y además tiene una corriente máxima de 1 amperio, que no está mal para una linterna de este tamaño.

La batería que incluye es una IMR16340 de 550 mAh y 3,7 V fabricada por la propia Olight, cuya principal diferencia con respecto a las habituales CR123A que suelen emplear este tipo de linternas es un anillo plástico en el polo positivo que le permite tener ambos polos en la misma cara (el positivo en el resalto central y el negativo en el anillo metálico circundante) simplificando así la carga para la electrónica situada en la cabeza de la linterna y evitando un cortocircuito interno en caso de que haya algún tipo de mal contacto en el interior.

Por cierto, en las instrucciones de la linterna indican claramente que no se puede usar ningún otro tipo de batería, ya que la alta corriente de descarga necesaria para el modo Turbo puede hacer pasar mal rato a una batería que tenga un factor de descarga bajo.

La pinza, siguiendo la tónica de otros modelos recientes de la marca como la i5T EOS Cu es «de ida y vuelta». Es decir, que por su diseño en S estrecha nos va a permitir colocar la linterna cabeza arriba o cabeza abajo sin tener que cambiar nada. Aunque no soy muy amigo de las pinzas, al menos esta parece estar sólidamente acoplada al cuerpo y si la engancho en el borde de un bolsillo o el tirante de una mochila no tengo la sensación de que se vaya a caer al más mínimo golpe que se lleve.

La Baton 3 tiene certificación IPX8 que la convierte en sumergible (pero sólo hasta 2 metros, que no es una linterna para buceo). Con respecto a las caídas, según Olight debería de soportar impactos desde metro y medio sin dañarse; aunque como de costumbre es una prueba que prefiero no hacer para no arriesgar la integridad del modelo sin necesidad.

Junto al cargador se incluye en la caja (además de una bonita funda de terciopelo con el logo de la marca grabado) una correa ajustable para la muñeca hecha de silicona. Visualmente es muy atractiva porque no es la típica cinta de tela, pero a la hora de ponerla y usarla es algo más rígida que, por ejemplo, la que venía con la S1 Baton que estaba fabricada en una especie de neopreno muy cómoda y funcional. También he de añadir que no soy muy fan de las correas de mano para las linternas y que en pocas ocasiones las utilizo; pero aun así creo que el elegido en esta ocasión no es el mejor material para este tipo de elemento. Eso sí, la gran ventaja es que es completamente resistente al agua y en caso de sumergirla se secará en un momento.

El único botón que posee la Baton 3 (rodeado también por un fino bisel de color azul y algo sobreelevado respecto a la superficie de la linterna) tiene un tacto blandito, un click definido y además posee un minúsculo LED en su centro que nos dirá el estado de la linterna durante su uso: si se ilumina en rojo unos segundos al encenderla y permanece apagada es que se encuentra bloqueda; pero si durante su uso permanece verde significa que la batería tiene más de un 60% de carga, en naranja que estamos entre un 60% y un 10%, y si se ilumina en rojo es que andamos escasos de energía y debemos ir buscando un modo de recargar.

Siguiendo con los detalles estéticos, comentar que en uno de los lados de la linterna tenemos grabado en color blanco el logo y el nombre de la marca, mientras que al otro podemos observar su denominación y número de serie. Si lo miráis muy de cerca os daréis cuenta de que no es simplemente pintura; sino que el aluminio ha recibido un proceso de rebaje, de unas micras de tal modo que las inscripciones no se borrarán fácilmente.

Por cierto, la versión que yo tengo no lo incluye, pero hay disponible un cargador tipo estuche de bolsillo con batería integrada de 3500 mAh en el que guardando la linterna en su interior esta se recarga automáticamente muy al estilo de los auriculares TWS que tan de moda están últimamente. Es un modo práctico de tener la linterna siempre al 100% especialmente en largas excursiones de montaña y lugares en general donde no hay acceso sencillo a un conector USB.

La luz

Según pasan los años vamos viendo cómo las linternas cada vez son capaces de sacar más luz a igualdad de tamaño y, de hecho, los 1200 lumens de pico que es capaz de arrojar este pequeño modelo de Olight es algo que hace no demasiado tiempo sólo estaba al alcance de modelos no de bolsillo como esta sino de mano.

A día de hoy desconozco la marca y el modelo del LED empleado en la Baton 3, pero sí he podido comprobar que el haz de luz se distribuye de forma potente y uniforme en un punto central y luego hay una zona ténue pero bastante amplia. Estamos por tanto ante una linterna más centrada en el alcance puro y duro que en rellenar de luz los alrededores; y esto es algo buscado a conciencia por la marca mediante el diseño de la lente TIR que podéis ver a continuación.

Con respecto a los modos, su potencia lumínica, alcance y autonomía, os lo resumo en la siguiente tabla:

  • Moonlight: 0,5 lumens (20 días)
  • Bajo: 12 lumens, 18 metros (33 horas)
  • Medio: 60 lumens, 38 metros (7,5 horas)
  • Alto: 300 lumens, 82 metros (95 minutos)
  • Turbo: 1200 lumens –> 300 lumens, 166 metros (1,5 minutos –> 75 minutos)

Tal y como os indico en la última línea, el modo Turbo no puede funcionar ilimitadamente para así proteger la linterna de las altas temperaturas que se generan en si interior; de modo que al cabo de un minuto comenzará a bajar su intensidad para pasados treinta segundos más situarse en los 300 lumens del modo Alto, el cual sí que puede funcionar sin parar hasta que se agote la batería.

El modo estroboscópico funciona a la máxima intensidad de la linterna, y lo hace a una frecuencia de 13 Hz por lo que se hace bastante visible y está bien si queremos hacernos notar en la lejanía y/o en la oscuridad.

Y ya que hablamos de frecuencias no quiero pasar por alto que la Baton 3 no presenta indicio alguno de PWM en ninguno de sus modos; ni tan siquiera en el Moonlight, que al ser de tan poca intensidad es habitual que muchos fabricantes lo implementen con una frecuencia de conmutación que llega a ser incluso molesto para la vista. Muy bien por Olight en este sentido, la verdad.

Por cierto, indicaros que al encender la linterna esta lo hará en el último modo que hayamos estado usando a excepción de los modos Turbo y Estroboscópico, que quedan fuera de la ruleta de modos «normales». Si cuando apagamos la linterna estábamos en uno de estos dos modos, al encederla de nuevo lo hará en el modo Alto y si han pasado más de 10 minuto lo hará en el Medio.

El cambio entre modos se realiza manteniendo pulsado el botón de la linterna, mientras que el encendido y apagado de la misma se hace con un click breve. Con ella apagada, pulsando durante un segundo encenderá en el modo Moonlight y seguimos manteniendo pulsado el botón aproximadamente un segundo más activaremos el bloqueo de la Baton 3; así que para volver a encenderla tendremos que mantener pulsado el botón un par de segundos. Para acceder al modo Turbo debemos hacer una doble pulsación sobre el botón y para acceder al estroboscópio haremos una triple pulsación.

Disponemos también de un par de temporizadores para el apagado automático de la linterna que se activan con la linterna encendida haciendo un doble click y luego manteniendo pulsado el botón. Cuando parpadea una vez significa que hemos activado el temporizador de 3 minutos, mientras que si seguimos manteniendo el botón al hacer dos parpadeos significará que hemos activado el temporizador largo de 9 minutos.

Las sensaciones

He de reconocer que la Baton 3 es uno de esos modelos que me gusta llevar en la mano aunque no la esté usando: el agarre es muy bueno, el diámetro es adecuado y la calidad de sus acabados hacen que tocarla con la yema de los dedos sea una delicia. Me gusta especialmente lo que han conseguido con el knurling del cuerpo, pues combina agarre, estética y disipación de calor en un diseño que considero todo un acierto. Además, el detalle de la pinza en color azul «abrazando» el cuerpo de la linterna me parece que queda muy elegante.

Cuando he abierto la linterna para sacar su batería y curiosear un poco sus interiores me he dado cuenta de que la rosca tiene un tacto estupendo y que además posee una junta tórica para garantizar su estanqueidad. A diferencia de otros modelos, la linterna no trae junta de recambio; pero es que al no tener que sacar prácticamente nunca la batería, esta no debería de estropearse con el tiempo.

Ese detalle del tacto de la rosca es más importante de lo que parece, pues Olight no tenía necesidad alguna de currarse tanto esa parte de la linterna que la mayoría de la gente sólo verá una vez en la vida (para extraer el plástico protector que se instala en fábrica sobre la batería para prevenir encendidos accidentales).

La base magnética es muy práctica, pues el imán tiene potencia suficiente para amarrar la linterna con firmeza y no andar temerosos de que se pueda caer. Es una prestación que he usado muchas veces en las linternas que la poseen, sobre todo a la hora de hacer algún trabajo menor a oscuras teniendo las manos libres como cambiar un enchufe, revisar el cableado de un cuadro eléctrico… No perdemos nada por tener un imán en la base y a cambio ganamos en prestaciones (además de la comodidad de la conexión del cargador, que nos permite olvidarnos de andar lidiando con clavijas y similares).

No me acaba de gustar del todo el emplazamiento del agujero para pasar la correa de mano, ya que si la colocamos en la posición prevista la linterna cuelga boca arriba y a la hora de volver a agarrarla para hacer uso de ella nos vemos obligados a girarla 180 grados en la mano. Entre esto y que el tacto de la correa de silicona no me acaba de gustar del todo, al final es una linterna que empleo con su pinza pero sin ningún tipo de agarre adicional.

Si la ponemos junto a la iniciadora de esta saga de linternas (la ya mencionada S1 Baton) podemos apreciar claramente sus similitudes en forma y dimensiones. Ahora bien, aquella funcionaba con una batería de litio recargable CR123A que teníamos que cargar externamente; por lo que la comodidad del modelo que hoy analizamos radica en buena medida en la facilidad de conseguir autonomía.

Como veis, las principales diferencias entre ambos modelos están en la foma de la pinza, el relieve de la zona de agarre, en que el cuerpo de la Baton 3 se desenrosca justo bajo el grabado con la marca (en la S1 se sacaba la batería por la tapa roscada inferior) y que la batería del modelo nuevo va con el polo positivo hacia la cabeza, ya que en la S1 iba insertada al revés.

En lo que a luminosidad se refiere, además de la mayor potencia máxima de la Baton 3 se nota que esta tiene una tonalidad ligeramente más cálida; lo que en teoría hará que los objetos iluminados por ella se vean con unos colores más parecidos a los que apreciamos a la luz de día. Pero vamos, como ya he dicho más veces, a no ser que vayamos a pintar cuadros alumbrándonos con una linterna no me parece una característica que deba hacernos decantar por uno u otro modelo puesto que nuestra vista se acaba acostumbrando a la temperatura de la luz del emisor.

A la hora de caminar por el campo los modos intermedios de la Baton 3 son más que suficientes para ver el camino que estamos recorriendo, quedando el modo Alto y, sobre todo, el modo Turbo para momentos puntuales en los que necesitamos ver algo en la lejanía.

En cuanto a las pruebas de funcionamiento en exteriores os dejo a continuación un par de imágenes. En la primera de ellas tenéis una vista del lugar donde ahora pruebo las linternas en el cual no hay iluminación de ningún tipo, y a continuación otra tomada desde el mismo lugar y condiciones pero con la linterna encendida en modo Turbo. Creo que es una buena manera de que veáis hasta donde puede llegar el potencial de este modelo.

Como podéis apreciar, el alcance es bastante grande (si la pista fuera recta llegaríamos a ver más metros, pero al girar hacia la izquierda perdemos la referencia visual) y las copas de los árboles que hay a unos 20 metros de distancia desde mi posición se ven con gran claridad.

Por cierto, sé que en las reviews publicadas en los últimos meses usaba siempre una arboleda como «pista de pruebas», pero recientemente descubrí este lugar a escasos 5 minutos de mi casa y me resulta mucho más cómodo que el anterior para acceder al mismo (al otro tardaba una media hora caminando en llegar y otro tanto para regresar).

Dentro de casa lo habitual es usar los modos Moonlight y Bajo para movernos a oscuras y como mucho el Medio si tenemos que buscar algo bajo un sofá o atinar con el cable HDMI detrás de la tele. Lo bueno es que en esos modos la automía es tan elevada que nos podemos olvidar de recargar en muchos días. En cualquier caso también os diré que para usar dentro de casa es más práctica una linterna con más capacidad de inundar de luz la estancia que de concentrarla en un haz estrecho.

En este caso no se trata de un modelo pensado para llevar en el llavero como otros más reducidos y ligeros; pero bien es verdad que en un bolsillo amplio apenas la vamos a notar ni por tamaño ni por peso. Ah, una cosa: no debéis cortocircuitar con algo metálico los contactos de carga de la Baton 3 porque aunque lleva una protección que evita el cortocircuito de la batería, sí que va a circular una pequeña corriente en esas circunstancias que hará que poco a poco vayamos perdiendo carga. Por tanto, bolsillo sí, pero mejor sin las llaves.

Conclusión

Olight ha vuelto a mejorar uno de sus modelos con mejor relación tamaño / prestaciones. La Baton S2R ya fue un buen avance sobre la S1 original por su capacidad de recargar la batería sin necesidad de sacarla de la linterna; pero en este caso sus prestaciones van un poco más allá y además se ha mejorado su superficie tanto a nivel técnico como práctico.

Su gran autonomía en sus modos intermedios, el trabajado modo Moonlight sin atisbo de PWM y la capacidad de lanzar ráfagas momentáneas de 1200 lumens la hacen una buena compañera de paseos por el monte al atardecer. En mi llavero tengo siempre una linterna de menor tamaño y prestaciones; pero cuando se haga de noche y me haga falta una iluminación consistente y fiable será la Baton 3 la que alumbre mi camino.

Actualización: Oferta flash 27-05-2021 a 29-05-2021

Hoy 27 de mayo de 2021 Olight, a través de su tienda oficial, ha lanzado unas ofertas especiales en muchos de sus modelos, incluyendo la Baton 3 en sus ediciones normal y premium. La promoción ha comenzado a las 10:00 y terminará el día 29 a las 2:00, por lo que la ventana de tiempo es limitada. ¡No lo dejéis pasar!

Más información

Código de descuento del 10% para los lectores del blog

Por cierto, comentaros que si en la tienda oficial de Olight utilizáis el código Luis10PereZ tendréis un 10% de descuento; si bien no es acumulable a otras promociones ni a la linterna X9R. Todo un detalle por parte de Olight que agradezco un montón y del que os podéis beneficiar si tenéis pensando comprar una linterna de la marca.

La tarjeta gráfica más cara no siempre es la mejor opción

En la fase de planificación de mi nuevo ordenador de sobremesa estuve mirando muchos modelos de tarjetas gráficas, lo que me hizo darme cuenta de una cosa: tener la última gráfica tope de gama del mercado conlleva un elevado coste que no estoy seguro de que merezca la pena acometer.

Esto es algo que me gustaría ir desgranando a lo largo de este artículo y para ello empezaré usando una tabla en la que os muestro los datos del «estudio de mercado» que hice en el mes de diciembre para luego ir viendo todo de un modo mucho más visual.

Como podéis ver en la primera fila, la tarjeta gráfica de mi anterior ordenador (una AMD Radeon HD6540) daba unos miserables 199 puntos en el test de rendimiento que la gente de Passmark realiza a todos los modelos que incluyen en su base de datos. Obviamente la opción de quedarme con ella estaba completamente descartada desde el momento que me planteé usar el ordenador para jugar a cualquier cosa aparecida en los últimos diez años y, por tanto, a partir de ahí se abría un amplio abanico de posibilidades.

Si os ha tocado el euromillones está claro: iréis a por una RTX 3090 (o dos, configuradas en modo SLI) y santas pascuas. Sin embargo, al común de los mortales nos toca buscar un punto de equilibrio entre precio y prestaciones; algo que también nos tocará hacer al comprar un coche, una casa o un teléfono móvil.

Ordenando los modelos por rendimiento puro y duro en una gráfica de barras podemos ver que el incremento de potencia es prácticamente lineal entre las diferente tarjetas de las últimas cuatro generaciones de Nvidia (GTX 10, GTX 16, RTX 20 y RTX 30) por lo que a no ser que haya un cambio de paradigma muy radical en la concepción de las futuras tarjetas gráficas casi podremos calcular cuánto van a rendir los modelos de la marca que van a aparecer durante los próximos meses. Mi apuesta es que una hipotética serie RTX 40 saldrá de aquí a un año y sus rendimientos andarán entre los 25000 y 30000 puntos según se posicione el modelo dentro de la gama. Y, salvo sorpresa, no creo que me vaya a desviar mucho; el tiempo lo dirá.

El compromiso entre precio y aumento de prestaciones

Vamos ahora a hacer un pequeño estudio de costes y rendimiento en los siguientes párrafos para tratar de que veáis la idea principal de este artículo de una forma práctica.

Mi tarjeta actual es una GTX 1060 3GB, que ronda los 10000 puntos y esto representa un rendimiento 50 veces mayor que la Radeon HD6540 que tenía mi antiguo ordenador (aproximadamente un 5000% más de rendimiento) y por ella tendremos que pagar unos 200 euros.

Si quiero saltar al que ahora mismo es el modelo más básico de la serie RTX 30 tendré que irme a una 3060 Ti, que tiene un rendimiento de unos 20000 puntos, que es el doble que mi tarjeta actual (100% más de rendimiento que la GTX 1060 3GB). Sin embargo, para dar el salto tendré que aflojar unos 480 euros según estuve viendo hace un par de meses.

Supongamos que me vengo un poco arriba y decido que voy a pegar el salto a una RTX 3080, que saca una puntuación de 24000 puntos, lo que representa un 20% más que la 3060 Ti pero para ello ya tengo que gastarme unos 1000 euros.

Y en el caso extremo de que se me vaya por completo la cabeza y me quiera ir al tope de gama actual, la RTX 3090, voy a tener un rendimiento ligeramente por encima de los 25000 puntos (un 5% más que la 3080) pero para hacerme con una voy a tener que soltar la friolera de 2000 euros. Este caso es el más extremo del ejemplo y representa muy bien lo que os decía al principio: que tener lo último de lo último sólo representa un 5% más de rendimiento sobre el modelo inmediatamente inferior pero también implica un sobrecoste de 1000 euros con respecto a éste.

Antes vistéis antes una gráfica en la que ordenaba los modelos por su rendimiento teórico, y ahora vamos a verlas en el mismo órden, pero lo que muestro en esta ocasión es su precio aproximado de primera mano en tiendas de España.

Algo que llama la atención en esta imagen es que los modelos de las últimas series acabados en 80 salen por unos 1000 euros, representando estos el tope de gama de cada generación. Sin embargo, aunque ahora el tope de gama de las RTX 30 es la 3090 y eso se nota también en su disparatado precio de venta, la 3080 sigue en esa línea de flotación de los 1000 euros. Si os fijáis, las tarjetas acabadas en 70 suelen rondar los 500 euros, de tal modo que parece claro que Nvidia tiene estipulado que cada subida de escalón dentro de una misma serie implica una duplicación de su precio. Lo que pasa es que esto no conlleva ni mucho menos una subida de prestaciones en la misma proporción.

La virtud está en el punto medio

La magia sucede cuando combinamos ambas tablas para obtener un ratio que nos indica cuántos puntos de rendimiento sacamos por cada euro invertido en la tarjeta gráfica; y en este caso vamos a ver que, en general, los extremos son los que menos interesan para un usuario medio como puedo ser yo. Los modelos de la parte baja son económicos pero tienen poco rendimiento; mientras que los de la parte alta tienen mucho rendimiento pero a medida que nos vamos hacia la derecha el precio se dispara y por tanto el ratio cae.

Por tanto, una vez más, tenemos que tener muy claro qué es lo que necesitamos. Una RTX 2060 sería un modelo que nos permitiría a día de hoy mover cualquier juego actual en FullHD por poco más de 400 euros, por lo que sería un poco absurdo gastarnos los 2000 eurazos de una 3090 si no vamos a emplear un monitor 4K que nos permita mover los juegos a esa resolución (son 4 veces más pixels que la resolución FullHD, y eso requiere un montón de potencia de proceso adicional).

Del mismo modo, no debemos dejar de lado que el microprocesador, la memoria RAM o incluso el disco duro también nos van a limitar a la hora de mover los juegos con soltura porque no todo es cuestión de tarjeta gráfica. Y es que supongo que a nadie se le ocurrirá montar una RTX 3080 en un Celeron, con 2 GB de RAM DDR3 y un disco duro mecánico de 5400 RPM; porque en ese caso la gráfica renderizará un fotograma en pantalla para luego estar un buen rato esperando a que el resto de los componentes (que irán absolutamente asfixiados) sean capaces de mandar a la tarjeta gráfica los datos del siguiente, por lo que no aprovecharemos para nada el potencial que esta podría ofrecer y podríamos haber puesto una tarjeta mucho más barata obteniendo unas prestaciones prácticamente iguales.

En definitiva, mis dos recomendaciones a la hora de elegir una nueva tarjeta gráfica es que penséis si os merece la pena pagar un fuerte incremento de precio por apenas un poco más de rendimiento y que compréis algo acorde a vuestro hardware para poder sacarle todo el partido a vuestra nueva adquisición.

Pensad que a lo mejor merece más la pena gastar 1000 euros cada dos años que 2000 cada cuatro porque, al fin y al cabo, el salto de rendimiento entre modelos intergeneracionales similares es mayor que el siguiente escalón dentro de la misma serie. Además, una tarjeta recién sacada al mercado siempre va a recibir más atenciones por parte del fabricante que un modelo de una gama que ya va a ser descatalogada y para la que como mucho sacarán alguna actualización de drivers puntual.

En cualquier caso, todo esto estaría muy bien si todos los modelos que hemos visto a lo largo del artículo estuvieran plenamente disponibles; pero la realidad es que por diversos motivos actualmente la escasez de tarjetas gráficas en el mercado es brutal y las pocas que salen a la venta que no sean de gama baja duran literalmente segundos en stock.

En mi caso particular, una RTX 3060 Ti podría ser una muy buena opción y es a lo que apunto en un futuro; pero dado que en los próximos meses va a ser prácticamente imposible hacerse con una, como os decía antes he conseguido una GTX 1060 3GB de segunda mano que me está dando muy buen resultado con todo lo que estoy jugando actualmente en mi recién estrenado PC (Ryzen 5 3500X, MB B450, 16 GB RAM DDR4 3000, SSD M.2).

¡Nos leemos!

Actualización 25-02-2021

Ahora que ha salido oficialmente la RTX 3060 (de la que no hay stock en ningún sitio, tal y como se esperaba) os pongo una tabla con las puntuaciones de GPU Passmark de toda la gama GTX y RTX de Nvidia, pues es una forma muy visual de ver cómo han ido evolucionando los diferentes modelos. En las columnas están las diferentes series que han ido apareciendo y en las filas la gama a la que pertenece cada modelo.

Review: Fenix E02R

Aun teniendo un modelo (la recién analizada E03R) que por su forma, tamaño y peso es perfecto para llevar junto a las llaves, en Fenix han decidido lanzar también un modelo de dimensiones diminutas y cuerpo cilíndrico siguiendo los cánones clásicos de este tipo de linternas tan prácticas: la E02R.

El cuerpo

Como ya habréis visto en la imagen anterior, estamos ante un modelo de forma cilíndrica, fabricado en aluminio anodizado 6061-T6 disponible en colores negro, marrón o azul, con unas dimensiones de 48 mm de largo por 15 mm de diámetro y un peso de apenas 15 gramos. De la alimentación eléctrica se encarga una batería interna de iones de litio con una capacidad de 120 mAh recargable a través de puerto microUSB.

Lo bueno es que este puerto queda oculto a la vista durante el normal uso de la linterna, ya que para acceder a él debemos desenroscar la cabeza y de ese modo podremos acceder al mismo. Con este diseño, el punto debil de muchas linternas de este tipo queda protegido de humedad y polvo gracias a la junta tórica que le da estanqueidad cuando la cabeza está en posición de apagado. La gran ventaja es que en este caso no hay posibilidad de desmontar la linterna en dos partes, ya que llega un punto en el que cabeza y cuerpo no siguen desenroscando y, por tanto, todo queda de una sola pieza y no perderemos ninguna de ellas.

Junto al propio puerto tenemos un pequeño LED que se iluminará en color rojo durante la carga de la linterna y en verde al finalizar la misma; algo que lleva aproximadamente una hora si tras el último uso hemos dejado la batería completamente agotada. Por tanto, aunque la autonomía no sea muy prolongada, al menos la recarga es realmente rápida. Mi única queja en este aspecto es que no se haya optado por emplear un puerto USB-C aunque sólo sea porque siempre vamos a acertar al instertar el conector.

Hablando de equipamiento, la E02R incluye en su caja además de la propia linterna, un cable de carga, una anilla de llavero, una junta tórica de recambio, un manual de instrucciones y una tarjeta de garantía. Lo habitual en las linternas de pequeño tamaño de la marca, vamos.

La mitad delantera del cuerpo (la cabeza; que en este modelo es algo más larga en comparación con otros similares) posee cinco ranuras longitudinales bastante anchas para mejorar el agarre y, sobre todo, facilitar su giro si tenemos las manos heladas o usamos guantes. Por su parte, la parte trasera tiene una zona de aproximadamente un centímetro con un grabado de finos anillos diseñada con la idea de que asiente mejor sobre nuestros dedos y no se nos resbale. Yo no la llamaría knurling como tal porque no tiene el típico patrón rugoso de otros muchos modelos, pero ahí está y algo ayuda a mejorar el agarre.

Por último, en la parte trasera tenemos el clásico rebaje en el que podemos colocar una anilla de llavero, una cadena, un paracord… Esta parte ha sido perfectamente torneada y por mucho que la miro no atisbo arista o imperfección alguna pese a ser una pieza con tantos recovecos que es complicada de ejecutar. La verdad es que los acabados son un aspecto en el que Fenix está destacando mucho últimamente, ya que también me pareció uno de los puntos fuertes de la E03R.

Lo malo del diseño de esa parte de la linterna es que la impide hacer tailstanding; ya que aunque es de forma plana es tan estrecha que no es capaz de permanecer en esa posición de forma estable. Por tanto, su diseño está pensado para llevarla en nuestro llavero de forma cómoda y eficaz, pero no para iluminar una estancia de forma estática apuntando hacia el techo.

No he mencionado antes que el aluminio del modelo que hoy analizamos recibe en su superficie un tratamiento de anodizado duro tipo III que la protegerá frente a roces; pero viviendo en un bolsillo apretado junto a llaves con aristas afiladas, monedas de cantos duros y demás cacharros que no paran de frotarse contra ella, poco a poco se irá limando dejando a la vista el aluminio desnudo como habéis podido ver en aquel artículo que mostraba como envejece una linterna de aluminio frente a otra de titanio.

Por cierto, al igual que en la E03R, en la parte frontal tenemos grabado el número de serie de la linterna así como una advertencia sobre la elevada temperatura que puede alcanzar esa parte del cuerpo. Como en aquella ocasión, os comentaré que la linterna no llega a quemar por mucho que usemos el modo Alto y, por tanto, la razón de ser de la advertencia debe de ser más por un tema legislativo que por un peligro de quemadura real.

La linterna cuenta con especificación IP68 de resistencia a los elementos, lo que la convierte en sumergible a dos metros de profundidad durante media hora y totalmente resistente al polvo. En cuanto a las caídas, debería soportar sin grandes destrozos «aterrizajes» desde 1 metro de altura.

En definitiva, estamos ante un modelo muy liviano y que apenas abulta, lo que hará que no nos moleste en el bolsillo en ningún momento y que además posee un cuidado diseño con una alta precisión de fabricación.

La luz

El LED que se encarga de proporcionar la luminosidad que da la E02R es un Cree XP-G2 S3, ofreciendo un haz regular y muy blanco, sin zonas irregulares, manchas de luz ni anillos exteriores; algo a lo que la lente TIR montada directamente sobre el emisor contribuye de forma decisiva.

Este tipo de linternas suelen tener uno o dos modos; y este último caso es el de la que hoy estamos analizando. Los dos modos disponibles, su alcance y sus respectivas autonomías son los que os detallo a continuación:

  • Bajo: 15 lumens, 13 metros (6 horas y media)
  • Alto: 200 lumens, 49 metros (25 minutos)

El cambio de modos se realiza de la siguiente manera: partiendo de la posición de apagado, si vamos enroscando la cabeza llegaremos a un punto en el que vemos que la linterna se enciende. En ese momento estamos en el modo Bajo de 15 lumens. Si seguimos enroscando un poco más pasaremos al modo Alto con sus 200 lumens. Para volver al modo Bajo desenroscamos ligeramente y si seguimos desenroscando apagaremos la linterna. Así de sencillo. Por tanto, en esta linterna no hace falta incluir ningún tipo de bloqueo; ya que por su modo de funcionamiento tenemos un bloqueo físico de por si.

En cualquier caso, lo que sí incluye esta linterna es un modo de regulación por temperatura el cual baja la potencia de emisión si detecta que la E02R se está calentando más de la cuenta. Estos sistemas de protección son en la actualidad muy necesarios puesto que en los últimos meses los fabricantes sacan cada vez más lúmens en modelos más pequeños, por lo que la disipación del calor es un tema clave para no afectar a la electrónica interna y/o la batería integrada.

En todo caso, estuve usando la linterna en exteriores en modo Alto continuamente hasta que se agotó la batería y no percibí bajadas de intensidad hasta que la batería empezó a flaquear; de modo que al menos en invierno y por la calle no parece que el sistema vaya a actuar demasiado. Tendré que repetir esta prueba en pleno mes de julio a ver qué pasa.

Como todos los modelos que van pasando por mis manos desde hace un tiempo, me llevé la E02R a la arboleda donde pruebo la iluminación que ofrece cada linterna en un entorno real y he de decir que en su modo Alto la pequeña Fenix alumbra un montón. Es una pena que la autonomía sea algo escasa en dicho modo (algo lógico debido al minúsculo tamaño de este modelo) porque como vais a poder ver a continuación podemos usarla para iluminar nuestro camino perfectamente y distinguir lo que nos espera bastantes metros por delante.

El haz en el modo Alto no es demasiado ancho pero sí lo suficiente como para alumbrar lo que tenemos delante y mantener a la vista los laterales del camino. Por su parte, el modo Bajo con sus 15 lumens nos servirá para alumbrar nuestros pies si vamos caminando a paso tranquilo por una zona de suelo muy regular y en buen estado, pero no esperéis ver con claridad mucho más allá.

Las sensaciones

La E02R es una de esas linternas que da gusto tener en la mano. Normalmente las precisiones y tolerancias de los procesos industriales de mecanizado son fijas y, por tanto, las imperfecciones se notan más en modelos de pequeño tamaño. Sin embargo, en los últimos modelos que Fenix está lanzando al mercado la realización física de la linterna es simplemente perfecta: no hay irregularidades, no se aprecian aristas de ningún tipo, no hay desajustes en las roscas… Como os digo, el nivel de precisión empleado en la factoría de la marca es sencillamente asombroso.

Además, en las últimas linternas de este tipo que han ido saliendo al mercado, tenemos un rendimiento lumínico espectacular. De hecho, la cantidad de lumens que ofrece una linterna más pequeña que vuestro pulgar está muy por encima de aquellas Maglite clásicas que pesaban un kilo y llevaban cuatro pilas tipo D para dar 80 lumens como máximo. Lo único bueno de aquellas en comparación es que las podíamos usar como arma arrojadiza o a modo de maza para abrir almendras en el campo.

Me gusta mucho lo pequeña que es la Fenix E02R y lo poco que se nota su presencia en nuestro bolsillo. Además, al tener formas muy redondeadas no la notaremos clavarse en nuestra pierna al sentarnos como sí ocurre con modelos de mayor tamaño. Digamos que las linternas que usan una pila AAA ya estarían fuera del límite de la inadvertencia que sí cumple el modelo que hoy estamos viendo.

Conclusión

Fenix a venido a pelear con su E02R a un sector de las linternas en el que hay multitud de contendientes. De hecho, que hayan pasado por aquí coincidiendo en filosofía de uso y forma constructiva tenemos cuatro modelos: Wuben G338, Trustfire Mini-07, Olight i1R 2 EOS y Trustfire Mini2; casi nada.

Como podéis apreciar en la fotografía que tenéis sobre estas líneas la E02R es unos milímetros más larga que sus rivales, pero también hay que reconocer que comparadas con la típica moneda que pongo, todas ellas son de un tamaño irrisorio. Lo malo de las tres que tenéis a la derecha es que en todos los casos se pueden desmontar en varias piezas y por tanto el riesgo de perder alguna de ellas siempre está presente.

En cualquier caso, por practicidad y prestaciones su mayor rival es la pequeña de las Olight, ya que esta tiene también esa característica que tanto me gusta de que la linterna no se divide en dos para acceder al puerto de carga, lo que nos puede ahorrar más de un disgusto tratándose de piezas de tan pequeño tamaño. Eso sí, la E02R tiene la ventaja de ofrecer 50 lumens más (200 frente a 150) y una autonomía superior en el modo Alto (25 minutos frente a 15).

En definitiva, un modelo muy recomendable que os sacará de muchos apuros sin notar que la llevamos encima y que destaca especialmente por el esmero que han puesto en su fabricación.

Más información

Cómo diseñé y monté mi nuevo ordenador de sobremesa

El PC de sobremesa que he usado hasta ahora tiene ya más de 9 años y aunque es verdad que me seguía dando muy buen servicio, estas Navidades decidí renovarlo porque en los últimos tiempos han ido surgiendo avances en la informática que quería probar y si algo he aprendido de todos los años que llevo trasteando con este tipo de cacharros es que actualizar un ordenador que tiene más de un lustro suele ser a base de «parches» que no le permiten sacar todo el rendimiento posible y es mejor hacer una renovación total del mismo.

Es decir, podría actualizar el microprocesador, pero sólo a uno de la tercera generación Core de Intel (actualmente van ya por la undécima) debido al socket 1155 de la placa, por lo que pasaría de un i7 2600 a un i7 3770 en el mejor de los casos. También podría cambiar la tarjeta gráfica Radeon HD6450 pero el bus de la placa es PCIe 2.0 y el conector de alimentación de la fuente es de seis pines, podría ampliar la RAM pero estoy condenado a que sea DDR3 a 1333 MHz, también podría meter un disco M.2 pero tendría que montarlo en una placa adaptadora a PCIe 1x con el cuello de botella que esto supone… Vamos, que sería una actualización parcial que enseguida vi que no merece mucho la pena porque al final el incremento de rendimiento no era demasiado elevado.

Con esto en mente decidí por tanto hacerme un ordenador a medida empleando para ello componentes que iría comprando en diversos proveedores; si bien ya os adelanto que no he conseguido todo lo que quería y habrá alguna cosa que actualizaré en los próximos meses si las circunstancias lo permiten. Os iré desarrollando todo esto a lo largo del artículo porque creo que es interesante, no os preocupéis.

Sea como sea, mi intención con esta renovación es seguir usando el ordenador como de costumbre para escribir, edición fotográfica… pero también para ejecutar algún que otro juego de vez en cuando porque si algo tengo claro es que de momento no me voy a meter en la nueva generación de videoconsolas y la PS3 la tengo ya muy trillada.

No es que sea yo un hardcore gamer, pero sí que le estoy cogiendo el gustillo a echar alguna partidilla de vez en cuando si el resto de obligaciones laborales y personales me lo permiten. Por tanto, al igual que con mis dos últimos sobremesas pasé olímpicamente de la tarjeta gráfica porque para jugar usaba videoconsolas, en este caso sí que quiero una GPU digna que me permita jugar con soltura a lo que hay ahora mismo en el mercado.

Planificación

A la hora de plantearme este tipo de cosas hay un aspecto que disfruto especialmente, que no es otro que la planificación. Con esto lo que consigo es acotar de una forma bastante precisa qué necesito y hasta dónde estoy dispuesto a gastar para evitar así despilfarrar a lo loco y comprar cosas que no voy a emplear.

Por tanto, lo primero que hice fue crear una hoja de cálculo en la que planteé tres configuraciones diferentes especificando los componentes principales al detalle junto a sus precios: una muy básica, una media y una extrema. Al final viendo los presupuestos y rendimientos decidí que partiría de la base de la media, ya que para crear la básica casi que me quedaba con el ordenador que tenía y la extrema se iba completamente de madre en términos económicos (Core i9 10900K, 64 GB RAM 3600 MHz, RTX 3080, placa gaming de gama alta, SSD M.2 2 TB…). Y es que, como en la vida misma, la virtud se encuentra en el punto intermedio.

Os dejo a continuación la tabla con la configuración más bestia que se me ocurrió y que, como os decía, se va totalmente del presupuesto que podría estar dispuesto a gastar, de modo que quedó desechada.

Por tanto, el plan inicial adoptado para el nuevo ordenador consistía en un procesador Intel Core i5 de décima generación, una placa microATX con su caja correspondiente (las torres ATX me parecen un mamotreto), 16 GB de RAM DDR4, disco duro SSD de 240 GB para el SO y aprovechar el HDD de 1 TB que ya tenía para datos. En cuanto a la tarjeta gráfica la idea era hacerme con una Nvidia GeForce RTX 2070 o similar y también comprar un nuevo monitor Full-HD con altavoces incorporados porque el Acer que tenía desde hace más de 10 años sólo tenía conector VGA y estaba un poco harto de tener que hacer apaños con conversores y demás. Y bueno, ya que estaba quería darme el capricho de poner algún detalle de iluminación en color azul, cosa que haría con un par de ventiladores de caja. Ah, y también iba a necesitar una licencia de Windows 10, pues la que tenía el HP era OEM y por tanto no se podía transferir al nuevo PC.

Buscando los componentes

Con esta configuración en mente comencé a buscar componentes a principios de diciembre y me encontré con que el mercado de los procesadores, la memoria RAM y, especialmente, las tarjetas gráficas estaba completamente arrasado. Y no es una forma de hablar, es que las tarjetas gráficas más altas de gama que encontraba en stock eran las GeForce GT 730 o como mucho alguna GT 1030 suelta. La recién aparecida serie 30 no estaba ni se la esperaba a medio plazo salvo que estuvieras dispuesto a dejarte casi 2000 euros en una de las pocas RTX 3090 disponibles, pero es que pasaba lo mismo con la serie 20 e incluso con la 16. Sé que existe la opción de las gráficas de AMD que también van muy bien, pero habiendo pasado por ambas marcas en el pasado me quedo con Nvidia por pura preferencia personal.

Como os digo, lo de los procesadores también estaba muy complicado en esos momentos. Placas con socket LGA 1200 había bastantes disponibles, pero los microprocesadores estaban fuera de stock en la mayoría de los casos excepto los i3 10100 y similares, así que empecé a replantearme ciertas cosas y a pensar por primera vez en más de 20 años en comprar algo que no fuera de Intel.

Y así, buscando información en muy diversas fuentes llegué a dar con un microprocesador que para mí conseguía una buena relación precio/prestaciones y que además tenían en stock en una conocida tienda online de componentes de PC: el AMD Ryzen 5 3500X.

Claro, esto implica conseguir una placa con socket AM4, pero esto no fue un problema porque en la misma tienda eché al carro una B450M PRO-M2 MAX de MSI. Primero estuve mirando sus especificaciones y vi que se adecuaba perfectamente a lo que necesitaba: soporte directo de la familia 3000 de Ryzen (y de la 5000 con una próxima actualización de firmware), 2 ranuras de memoria DDR4 de hasta 4133 MHz y 32 GB, un zócalo M.2 NVMe, 4 puertos SATA y una BIOS que permite trastear bastante con los parámetros de velocidad de microprocesador, memoria y ventiladores.

En cuanto a la RAM, después de mucho mirar compré un pack de dos módulos de 8 GB cada uno de Corsair, en concreto las Vengeance LPX de 3000 MHz con disipador incorporado. Me hubiera gustado comprarlas de 3200 MHz, pero estuve esperando casi dos semanas y no había stock por ningún lado así que viendo que las diferencias de rendimiento iban a ser mínimas opté por las de 3 GHz y si en el futuro veo que merece la pena a lo mejor las sustityo por 32 GB de más velocidad, pues la placa soporta hasta 4133 MHz.

El disco duro elegido fue un Kingston A2000 NVMe de 240 GB conectado en el puerto M.2 de la placa en el que irá instalado únicamente el sistema operativo y los programas que uso habitualmente. El resto de programas, librerías, descargas y demás irá en un segundo disco duro que en principio pensé en que fuera el HDD de 1 TB del PC anterior, pero al final descarté esta opción y compré un SSD de 480 GB también de la marca Kingston conectado por SATA. Bueno, y también dediqué otro SSD Crucial SATA de 240 GB que tenía por casa exclusivamente para almacén de material multimedia y copias de seguridad. Por tanto en este ordenador han quedado desterrados los discos de tipo mecánico, que siempre ralentizan mucho el trasiego de datos de acá para allá.

En cuanto a la caja, compré una Aerocool Bolt Mini, que me gustó tanto por el panel lateral transparente (es metacrilato; no cristal templado) como por la línea quebrada que tiene en la parte frontal que se puede iluminar en diferentes tonos o bien que haga algunos efectos pintones. Ya os dije que me apetecía hacer la frivolidad de darle un toque de color a mi PC para que no sea la típica caja negra, sosa e invisible bajo la mesa.

El monitor es un Philips 243V7QDAB de 24″, FHD, 16/9, 75 HZ, con altavoces incorporados (hay cosas para las que no necesito gran calidad de sonido, y para las que lo necesito uso auriculares) y que dispone de conexiones HDMI, DVI y VGA. Un monitor sencillo pero en consonancia con el espacio de la casa que estaba dispuesto a asignar al ordenador, pues veo una tontería hacerse con un monitor 4K si no es de al menos 32 pulgadas, y en mi mesa algo de ese tamaño me iba a devorar.

Viendo que localizar la gráfica que quería iba a ser un jaleo y que no iba a encontrar en mucho tiempo un modelo como el que tenía pensado, decidí hacer otra cosa porque si no mi proyecto de nuevo ordenador no iba a arrancar en meses. Estuve mirando mi librería de Steam y vi que realmente para lo que tenía pendiente de jugar podía hacerlo con un modelo de hace unos años que podría comprar de segunda mano y mientras tanto esperar a que se normalice la situación y de aquí a un tiempo comprar una gráfica más actual para poder entonces empezar a hacerme con títulos «de ahora».

Siendo el monitor FHD 75 Hz vi que una GeForce 750 Ti podía hacerme el apaño y di con una MSI de doble ventilador nuevecita por apenas 50 euros, de modo que no me lo pensé mucho y fui a por ella, ya que tampoco es que hubiera muchas a la venta en el mercado de segunda mano. Se ve que el mundillo de las gráficas está muy parado y estamos todos esperando a que haya stock para renovar nuestro hardware. Por cierto, nada más llegar a casa con ella le desmonté todo el conjunto de radiador y ventiladores, le limpié el poco polvo que tenía y aproveché para cambiarle la pasta térmica porque vi que estaba algo reseca.

Relacionado con esto de la gráfica, de momento decidí mantener la fuente de alimentación del antiguo PC, ya que es de 500 W y tiene potencia de sobra para mover todo esto. Cuando vuelva a haber stock de tarjetas gráficas compraré una fuente acorde con la GPU que compre; aunque puede que pille antes una con potencia y conectores de sobra para cualquier modelo actual y eso que llevo por adelantado.

Un capricho de última hora

Y bueno, ya que me estaba montando un ordenador a mi gusto, aparte del tema de los detalles de la iluminación LED, tenía ganas de probar algo que me llamaba la atención desde hacía mucho tiempo: una refrigeración líquida para el microprocesador. Y en concreto elegí la MasterLiquid Lite 120 de Cooler Master. Un modelo AIO sencillo de instalar, fiable y que ya lleva tiempo en el mercado.

Al final estos sistemas funcionan como el radiador de un coche: hay una bomba que mantiene el líquido refrigerante dando vueltas en un circuito hermético y éste pasa por el disipador del procesador absorbiendo el calor que emite. Líquido que se vuelve a enfriar al pasar por el radiador que montamos en la parte trasera del PC y por el que pasa aire impulsado por un ventilador que girará más rápido cuanto más se caliente el micro.

Estuve a punto de comprar el modelo de 240 mm de largo (radiador con dos ventiladores) pero vi que el Ryzen 3500X no emite mucho calor con su TDP de tan sólo 65 W y que por tanto con el 120 mm iba de sobra, quedando mucho más discreto y silencioso que el modelo grande.

Y sí, algunos me diréis que es mejor un conjunto de disipador y ventilador, que las refrigeraciones líquidas acaban dando problemas de fugas y sedimentaciones, que son nada más que postureo… Todo eso ya lo sé, pero la cosa es que tenía ganas de probar una por mí mismo y para montar el ventilador que trae en la caja el Ryzen puedo hacerlo en cualquier momento, pues lo tengo guardado en el armario.

Montando el nuevo PC

Justo la semana antes de Navidad conseguí la gráfica y también me llegó la placa base, la memoria y el micro; así que con esto ya tenía todo lo necesario para poder empezar a montar el nuevo PC; pues la caja, la refrigeración líquida y los ventiladores ya los había comprado unos días antes y la fuente de alimentación es del antiguo ordenador.

Hay gente que puede considerar que este tipo de cosas son un auténtico tostón, pero en mi caso es algo que disfruto y que me encanta hacer. De hecho comentaba con mi chica el otro día que a un ordenador que tuvimos mi hermano y yo allá por el año 2000 le cambiamos tantas cosas a lo largo de su vida útil que al final la única pieza original que le quedaba era la disquetera. Eramos unos locos del hardware y por aquella época, dentro de lo que nuestros limitados recursos económicos nos permitían, manteníamos el PC acualizado a base de cambiar componentes cada dos por tres.

Así pues, empecé montando micro y memoria en la placa base, luego monté el conjunto en la nueva caja, monté la fuente de alimentación del antiguo PC y pasé todo el cableado por la parte trasera del chasis, monté los discos duros, conecté todas las alimentaciones y cables de datos a la placa y a los discos, monté la refrigeración líquida, la tarjeta gráfica y la tarjeta WiFi (el ordenador está lejos del router y no quiero andar pasando cables por todos lados) y por último instalé Windows 10, detectando todo a la primera y funcionando sin errores desde el primer instante empezando así a actualizar drivers e instalar actualizaciones del SO y mis programas habituales.

Por último, aproveché para comprar una alfombrilla XXL con iluminación LED fabricada por Mars Gaming y ya puestos una tira LED RGB de dos metros para iluminar todo el contorno inferior de mi mesa y así darle un toque más molón. Sé que el ordenador funcionaría igual sin estos dos elementos, pero como ya os he dicho en un par de ocasiones a lo largo de este artículo, me apetecía darle alguna pincelada de estilo tanto al ordenador como al cuarto donde lo tengo ubicado.

Aun así, todavía tengo alguna cosa pendiente como organizar los cables que se ven tras la CPU y cambiar la fuente por una de color negro para que no cante como la gris que tengo montada ahora mismo. Aparte de esto, como ya os dije en algún momento cambiaré la tarjeta gráfica por un modelo actual para alcanzar así el punto al que quería llegar con este ordenador.

Conclusiones

¿Qué he conseguido con este ordenador? Pues además de tener un equipo actual al que sólo le falta una gráfica más moderna y una fuente acorde con ella para mover todo lo que le echen, una motivación para haberme estudiado la arquitectura Zen de los nuevos micros de AMD, descubrir en qué se basan las mejoras de rapidez del conector M.2, conocer de memoria la gama de Nvidia al completo, unas cuantas horas viendo vídeos de hardware en Youtube (mi gran «descubrimiento» de estos días ha sido el canal de Nate Gentile) y un día entero de puro disfrute montando todo el conjunto de hardware y software, pues comencé a primera hora de la tarde montando el Ryzen en la placa base y terminé instalando los últimos drivers de la tarjeta gráfica en Windows a las tres de la madrugada.

Mientras se alinéan los astros para que aparezca una gráfica potente a un precio justo, usaré la 750 Ti con juegos como Metro 2033 Redux, Alan Wake, The witcher, Sleeping dogs o Bioshock 2 por ejemplo, ya que como tienen algunos años puedo ponerlos con el nivel de detalle al máximo corriendo a los 75 Hz nativos de mi monitor. Son títulos que tenía comprados desde hace bastante, pero que por falta de tiempo y/o porque en mi anterior ordenador no iban muy finos hasta ahora no he podido disfrutarlos como merecen. Al fin y al cabo siempre he dicho que las obras de arte son atemporales, así que nunca es tarde para disfrutar de estas cosas.

En cualquier caso, estoy más que contento con el resultado porque es la primera vez que monto un PC completamente desde cero y me ha sorprendido la ausencia de problemas y errores. No os digo más que en el primer arranque tenía una linterna en la mano porque estaba convencido de que al pulsar el botón de encendido pegaría algún chispazo y saltaría la luz de casa, pero no fue así.

Soy consciente de que no es un ordenador bonito en términos absolutos como algunas creaciones que se ven por ahí y que están diseñadas por gente que tiene mucho arte para estas cosas, pero al final es algo que he hecho yo de principio a fin dándole mi propio toque personal y estoy orgulloso de ello.

¡Nos leemos!

Actualización 28-01-2021

He conseguido una Gigabyte GTX 1060 Windforce OC 3 GB por 100 euros, que no es la tarjeta de mis sueños pero que obtiene un rendimiento de algo más del doble que la 750 Ti y eso se nota en algunos juegos como Shenmue III o Project Cars. Aunque con la fuente anterior hubiera sobrado para alimentar todo el conjunto, también me he hecho con una Tooq TQXGEII de 700 W que dispone de dos conectores de 6+2 pines para alimentar tarjetas gráficas (la 1060 sólo usa uno de 6 pines, mientras que la 750 Ti se alimentaba exclusivamente a través del bus PCIe). Sea como sea, el mercado de las tarjetas gráficas nuevas está, a dia de hoy, todavía peor que antes de Navidad. Espero llegar a hacerme con una RTX 3060 algún día, pero creo que la cosa va a estar muy muy complicada.

Por cierto, también he cambiado la tarjeta Wifi por una más rápida, ya que tengo contratada en casa fibra de 300 Mb/s y con la anterior no pasaba de 80 Mb/s. Con la nueva estoy en torno a los 270 Mb/s y eso es algo que se nota cuando toca descargar grandes cantidades de datos (los 68 GB de Doom, por ejemplo).

Un detalle más: en ocasiones, sobre todo cuando los ventiladores giraban rápido, a veces la tapa de metacrilato vibraba un poco y emitía un sonido que, aunque leve, me molestaba bastante. Lo que he hecho para silenciarlo ha sido pegar unos pequeños círculos adhesivos de goma de apenas 0,2 mm de grosor en las esquinas y la parte central de los largueros metálicos del chasis donde apoya el metacrilato. Desde ese momento se acabaron las vibraciones.

Actualización 13-02-2021

Hoy he comprado un nuevo disco duro SSD de 960 GB; concretamente un Kingston A400. Lo he añadido de tal modo que en él irá el grueso de mi biblioteca de Steam, ya que el de 480 GB se estaba quedando muy justo y las rebajas del año nuevo Chino han sido la puntilla.

Todavía queda en la placa base un puerto SATA libre para un quinto disco duro, pero de momento lo descarto, ya que como podéis ver en la imagen anterior el de 480 GB ha quedado vacío, los otros dos están todavía bastante libres y en el nuevo todavía hay unos 320 GB disponibles.

Actualización 22-05-2021

Hace unos días se me puso a tiro una tarjeta gráfica RTX 2060 a precio digno y no me lo pensé dos veces, de modo que me hice con ella y actualicé el ordenador. En concreto es una MSI RTX 2060 Gaming Z 6GB que aunque se come tres slots PCIe, gracias a su generoso disipador y sistema de refrigeración estos hacen que a plena carga no pase de 72 grados.

Más que por la potencia bruta (al jugar en 1080p no necesito un pepino tipo 3090) tenía ganas de actualizarme a la gama RTX por poder utilizar juegos como Quake II RTX o jugar a Control, Battlefield V o Shadow of Tomb Raider en todo su esplendor.

Comentar que tuve algunos problemas al instalarla porque el ordenador no detectaba la gráfica incluso antes de poder entrar a la BIOS, pero trasteando un poco vi que era porque debido a su elevado peso la tarjeta tendía a flexar un poco hacia abajo y alguno de los pines del slot PCIe no hacía buen contacto. Lo que he hecho ha sido introducir una pieza entre la gráfica y el chasis de la caja a modo de calzo y así la tarjeta queda totalmente horizontal y no da problemas.

Actualización 20-09-2021

Aunque estaba más que contento con el Ryzen 5 3500X he cambiado el microprocesador por un Ryzen 7 3700X, pasando de tener seis núcleos y seis hilos a ocho núcleos y dieciseis hilos. ¿Se nota en los juegos? Pues muy poco, la verdad, porque ahí casi todo depende de la tarjeta gráfica. ¿Se nota en los Benchmarks? En 3D Mark sí que se nota algo porque además de la gráfica hay partes de los tests que tiran de procesador puro y duro; pero esto se nota sobre todo en los benchmarks de cálculo tipo CPU-Z o Cinebench; donde el rendimiento en multinucleo duplica al del procesador anterior.

Lo que también ha aumentado son las temperaturas de funcionamiento, rodando los 35 grados en idle hasta los 77 aproximadamente que se alcanzan en pruebas de rendimiento largas en las que se le exige el 100% al procesador. Con el 3500X en idle estaba por un estilo mientras que las máximas rondaban los 63 grados. Sigo manteniendo la misma refrigeración líquida del principio, eso sí.

Actualización 05-10-2021

En parte porque en las últimas semanas me he emparanoiado con que cualquier día mi refrigeración líquida podría tener una fuga liándomela parda en el PC y en parte porque tenía ganas de experimentar, me he pasado a refrigeración a base de aire; aunque bien es verdad que la líquida la tengo bien guardada por si al final vuelvo a ella; que no lo descarto.

El disipador que estoy empleando ahora mismo es el Wrigth Prism de la propia AMD que venía en la caja del Ryzen 7 3700x. Lo tengo conectado nada más que al conector «CPU fan» de modo que muestra iluminación RGB cíclica pero no la puedo controlar a no ser que conecte un cable a uno de los conectores USB de la placa; cosa que de momento no voy a hacer porque primero me quiero asegurar de que el sistema refrigera correctamente.

Los ventiladores azules molones que tenía la caja (los que veis en la fotografía que hay sobre estas líneas) han dejado paso a unos sin iluminación pero regulados por PWM desde la BIOS a través de un hub y capaces de mover mucho más caudal, de modo que ahora tengo control preciso sobre la cantidad de aire que quiero hacer circular dentro de la caja, algo importante si en un espacio tan reducido tienes una tarjeta gráfica y un microprocesador funcionando a temperaturas que pueden rondar perfectamente los 70 grados centígrados. Si no eres capaz de sacar ese aire caliente de ahí dentro en pocos minutos empezarás a tener problemas de thermal throttling y otros fenómenos poco deseables; además de acortar la vida de los componentes del PC. Por tanto, la renovación del aire de la caja es algo de suma importancia.

El esquema es el clásico de dos ventiladores metiendo aire fresco por el frontal de la caja, uno en la parte trasera para sacarlo fuera y dos en la parte de arriba para ayudar todo lo posible a evacuar el calor de ahí dentro ayudando a la convección natural. Por tanto, el flujo de aire de salida gana al de entrada, lo que quiere decir que estoy generando una presión negativa dentro de la caja y convirtiéndola así en un pequeño aspirador para el polvo que haya en los alrededores de la torre. Aún así, como es una caja muy sencilla de abrir y cerrar de vez en cuando le pego una buena limpieza a todo y Santas Pascuas.

Me estuve pensando si generar una presión positiva o negativa, pero al final me quedé con la negativa porque tengo la sensación de que es más importante sacar todo el aire caliente posible por la parte superior de la caja que meter aire fresco, el cual por la presión negativa buscará cualquier hueco para entrar dentro de la caja.

En cualquier caso, en un uso exigente como es jugar a Cyberpunk 2077 durante un par de horas arroja unas temperaturas estabilizadas de unos 72 grados centígrados para la CPU, 70 para la GPU y 55 para el interior de la caja (no sé en qué punto de la placa base estará el sensor que mide esta última). Pueden parecer elevadas, pero he ajustado las curvas de los ventiladores para que llegados a ese punto todavía no hagan demasiado ruido. Si los subo de velocidad puedo bajar algún grado más, pero para una CPU Ryzen 7 y una gráfica de la serie «Gaming Z» de MSI rondar los 70 grados en una caja de pequeño tamaño y frontal semi-cerrado no es ninguna locura.

Actualización 12-10-2021

Cuando la temperatura de la CPU se dispara, el Wraith Prism es un avión en pleno despegue gracias a sus 3750 RPM de velocidad máxima. Es verdad que refrigera bien y mantiene las temperaturas del 3700X en la media de lo que es normal en este microprocesador, pero el ruido es bastante bestia y con la casa en completo silencio puede llegar a ser incluso molesto; de modo que me he animado a cambiarlo por un NOX Hummer H-212 que tiene fama de eficiente y silencioso.

Con éste modelo mantengo las temperaturas más o menos en rango que daba el disipador de AMD pero a costa de un ruido muy inferior incluso cuando su ventilador (cónico de 120 –> 92 mm) gira a toda velocidad, que son 1600 RPM. Tenía en el punto de mira un modelo de Cooler Master y otro de Noctua, pero la anchura de la caja me limitaba a modelos de como mucho 140 mm de alto, y no tenía ganas de recurrir a modelos de perfil bajo que siempre dan menos rendimiento.

Con esta configuración y una temperatura ambiente de 23 ºC tengo en IDLE el micro a unos 38 grados, la gráfica a 28 grados y la caja a 26 grados. Tras una hora jugando a Cyberpunk 2077 las temperaturas son de 68 grados en el micro, 70 en la gráfica y 53 en la caja, que no lo veo mal para ser microATX, sinceramente.

Y la verdad es que el punto en el que está el ordenador a día de hoy me parece que no le tocaré muchas más cosas. No me planteo un micro más potente ni memoria RAM más rapida, puesto que creo que las ganancias de rendimento no serían muy destacables. Tampoco creo que me meta en una gráfica más bestia, pues tal y como está el mercado prefiero seguir con mi RTX 2060 y ya para el siguiente PC me plantearé algo más actual si los precios de las gráficas han vuelto a sus niveles pre-locura tecnológica.

Lo único que se me pasa por la cabeza a medio plazo es cambiar de caja a una que tenga mejor flujo de aire, porque creo que aunque le metí dos ventiladores en el frontal, por la forma que éste tiene no consiguen que entre mucho más aire fresco del que entraría por aspiración de los otros ventiladores que extraen aire de la caja.

En cualquier caso, no descarto elaborar un par de artículos en base al sistema que he montado de monitorización de temperaturas en tiempo real, la experiencia del paso de refrigeración líquida a aire y el control de curvas de ventiladores a través de PWM; ya que me parecen temas interesantes sobre los que, si mi escaso tiempo libre lo permite, me gustaría explayarme a gusto. A ver si tengo ocasión de sentarme largo y tendido a aporrear teclas un día de estos.

Actualización 17-10-2021

He publicado un artículo que trata de cómo visualizar en tiempo real los parámetros principales del PC usando un Stream Deck; y es como es algo que he hecho en el ordenador sobre el que trata esta entrada he creído interesante enlazarlo. Espero que os parezca, cuanto menos, entretenido.

Actualización 16-11-2021

He cambiado la memoria RAM por dos módulos de 8 GB Crucial Ballistix a 3600 MHz CL16. Se nota algo de mejoría en los benchmarks de cálculo puro y duro (en torno a un 5%) pero en videojuegos la diferencia es prácticamente inapreciable, ganando un par de FPS como mucho. No es que me arrepienta porque de no haberlo hecho siempre me hubiera quedado la duda, pero si tenéis módulos de 3000 Mhz ya os digo que no merece la pena subir uno o dos escalones en lo que a velocidad se refiere.

Actualización 17-12-2021

He cambiado la caja del PC por una más amplia y mejor ventilada, lo cual ha supuesto una notable mejora en temperaturas pero sobre todo en la sonoridad del equipo durante su funcionamiento. He escrito un artículo al respecto con todos los detalles que espero os resulte interesante.

Actualización 20-12-2021

Ya que nos ponemos a hacer las cosas las hacemos bien. He adquirido cuatro cables SATA de Corsair que son redondos en lugar de planos y además van forrados en nylon, quedando mucho más acordes con la estética sobia que he buscado aprovechando el reciente cambio de chasis.

Actualización 20-03-2022

Al final no fui capaz de resistirme y cuando se me puso a tiro una RTX 3060 Ti (en este caso el modelo Twin Edge OC de Zotac) me hice con ella sin pensarlo demasiado. Sé que en su momento dije que teniendo una 2060 iba a pasar de la generación 30 para actualizarme directamente a la 40 cuando apareciera en el mercado; pero es que el cacharreo es tan entretenido… Sólo por el hecho de instalar la tarjeta, pasarle toda la batería de tests y benchmarks, ajustar la curva de ventilación y demás a mí ya me merece la pena la inversión. Aparte, claro está, del gusto de ver correr a toda pastilla juegos como Cyberpunk 2077 o Quake II RTX, que a día de hoy son de los más demandantes gráficamente hablando.

Por poner un par de cifras sobre la mesa, en el famoso test de 3DMark llamado «Time Spy» he pasado de los 8213 puntos de la 2060 a los 11429 de la 3060 Ti. Y en el «Port Royal» (un test enfocado a RayTracing) he pasado de 4455 a 6936. En ambos casos esto representa un incremento de rendimiento de entorno al 30%.

En lo estético la tarjeta es mucho más discreta (sólo cuenta con iluminación en color blanco en el logo de la marca) y funcionando es más o menos igual de silenciosa que la 2060 de MSI que tenía hasta ahora. La temperatura no supera los 71 grados en los tests más largos y exigentes, por lo que no parece que el calor vaya a ser un tema muy determinante para su buen funcionamiento; si bien esto es algo que ya busqué concienzudamente cuando estuve eligiendo la nueva caja. Ah, la tarjeta es ligeramente más estrecha que la anterior MSI, ocupando dos slots PCI cuando antes tenía ocupados 2,5 (lo que en la práctica inutiliza el tercero, claro).

Las impresiones iniciales son buenas y jugando en mi monitor de 1080p a 75 Hz todo va a toda pastilla incluso en los niveles más extremos de detalle, de modo que estoy contento con la nueva aquisición. Espero que el tiempo no me haga arrepentirme del cambio.

Actualización 20-04-2022

He sustituido el Stream Deck Mini por la versión estándar de 15 teclas para poder tener así más información a la vista de forma simultánea. Os dejo un par de fotos.

Review: Nitecore TIP SE

La Nitecore TIP2 me pareció un modelo sobrio, potente y funcional, así que la aparición de la TIP SE (una reencarnación del modelo original pero con doble LED) hizo que quisiera tenerla en mis manos y así poder probarla en profundidad. Además, esto me permite estar un paso más cerca de tener al menos una variante de cada uno de los modelos que componen la serie T de la marca.

El cuerpo

La TIP SE está compuesta por un cuerpo de aluminio anodizado fabricado por estampación de dos piezas que luego se atornillan entre si albergando en su interior tanto la batería como la electrónica de control. Está disponible en colores negro o gris y por el momento la marca no se ha animado a comercializar una edición en cobre como en el caso de la TIP original o la TINI. Por cierto, en esta ocasión he decidido innovar un poco y elegir el tono más claro; y es que en los últimos tiempos parece que me estoy empezando a aburrir del típico negro de la mayoría de las linternas.

Este modelo posee una forma bastante plana que de hecho es prácticamente igual a la de su antecesora a excepción del frontal. Esto es un punto a favor, ya que gran parte de la culpa de que no me ha haya hecho con una TIP es porque consideraba que la parte tubular que alojaba al emisor era bastante fea. Ahora esa zona tiene un acabado mucho más elegante, estando rematada por un marco negro de bordes suaves y achaflanados.

Rematando el frontal tenemos los dos LEDs gemelos frente a los cuales hay una lente TIR ovalada y de aspecto mate pero con una ventana circular frente a cada emisor, haciendo así que pensemos en unos ojos cuando miramos esa parte de la linterna. Su aspecto desde este punto de vista es muy similar a la TIP 2, pero en este caso al ser de forma oval da la impresión de ser mucho más ligera.

Los dos botones de control son de goma, con unas formas perfectamente cuadradas y de tacto preciso. Como en casi todas las Nitecore actuales, con uno de ellos apagaremos y encenderemos la linterna y con el otro cambiaremos de modo; aunque luego veremos que tienen alguna que otra utilidad adicional.

La linterna posee una batería interna de litio de 500 mAh que se recarga a través de un puerto USB-C que existe en uno de sus laterales. Celebro que Nitecore haya dado el salto a este tipo de conector que ya llevo tiempo diciendo que debería de convertirse en el estándar de carga de todos los dispositivos portátiles. Ah, según la marca por su propio diseño interno no necesita tapa de protección de forma que aunque se moje en teoría no hay problemas de que entre humedad al interior ni que haga algún tipo de cortocircuito (de hecho en las imágenes oficiales de la TIP SE esta aparece bajo la lluvia sin ningún tipo de tapa en el conector de carga).

Podemos ver que las dos caras principales de la linterna poseen una serie de rebajes enfrentados, los cuales son para fijar la pinza plástica que viene junto a ella. Al igual que en la TIP2 la encuentro algo endeble y no confiaría la vida de mi TIP SE a ella, pero se agradece el detalle para aquellos que quieran usarla con las manos libres colocándola en la visera de una gorra o en el tirante de una mochila. Además, si colocamos la pinza por la cara de los botones evitaremos su activación accidental, ya que no hay forma de bloquear la linterna «por software» como sí podíamos hacer por ejemplo en la Thumb. Siguiendo con la carcasa, los tornillos que fijan ambas caras son de tipo torx y tienen un tamaño microscópico.

Hablando de fijaciones, en la parte trasera cuenta con el típico doble herraje de lado a lado para colocar ahí una anilla de llavero o un paracord. Como de costumbre, Nitecore presume de que podemos colgar de ahí hasta 30 Kg de peso, lo cual da una idea de lo resistente que es pero no se me ocurre ninguna utilidad práctica a poder levantar una mesa de comedor atada a nuestra linterna EDC.

Por cierto, en la caja vienen dos anillas de llavero de diferentes tamaños además de un mosquetón pequeño, por lo que entre esto y la pinza que os decía antes seguro que encontráis la forma perfecta de llevar esta linterna a todos lados.

Según Nitecore la resistencia a los elementos viene dada por la certificación IP54, que es la misma que la TINI con la que he podido comprobar en mis propias carnes que no aguanta una ducha doméstica sin que le entre humedad al interior a través de los botones. Por tanto, no crucéis un río con ella en el bolsillo si no queréis desarmarla de urgencia antes de que cortocircuite algo por dentro. Lo máximo que aguanta es un chaparrón más o menos fuerte, de modo que mejor no pasar de ahí.

En cuanto a los golpes, se supone que aguantaría caídas de un metro sin dañarse; pero como de costumbre la realización de esa prueba os la dejo a vosotros.

La luz

El modelo que hoy analizamos recurre a dos LED Osram P8 para iluminar nuestro camino. No es mi opción favorita porque siempre sacan un cierto halo amarillento en la parte exterior del haz de luz, pero aún así esto es algo que sólo apreciaremos en paredes blancas lisas, no siendo un gran problema en el mundo real donde la iluminación la vamos a percibir de forma suave, homogénea y progresiva de interior a exterior. Es por tanto una linterna que tiende a inundar de luz nuestro alrededor más que a alcanzar grandes distancias.

La TIP SE posee cuatro modos de funcionamiento que de menor a mayor ofrecen las siguientes características:

  • Bajo: 1 lumen, 4 metros, 50 horas
  • Medio: 30 lumens, 18 metros, 8 horas
  • Alto: 180 lumens, 45 metros, 1 hora y 30 minutos
  • Turbo: 700 lumens, 90 metros, 15 minutos

Si queremos dejar fijo uno de los tres modos principales, debemos encender la linterna con el botón de encendido y cambiar entre Bajo – Medio – Alto mediante pulsaciones breves del botón de cambio (el de las cuatro rayas). La TIP SE tiene memoria de modo, lo que quiere decir que al volver a encenderla lo hará en el último modo que hayamos empleado.

Para acceder momentáneamente al modo Turbo con la linterna encendida lo que debemos hacer es mantener pulsado el botón de cambio de modo, de forma que mientras lo mantengamos así estará iluminando a 700 lumens volviendo al modo anterior en cuanto dejemos de pulsarlo.

Existen también un par de «accesos directos» con la linterna apagada: si mantenemos pulsado el botón de cambio de modo accederemos directamente al modo Turbo, pero si el que mantenemos pulsado es el botón de encendido al que accederemos directamente es al modo Bajo. Dos atajos muy útiles tanto para situaciones que requieren mucha luz en un instante determinado como en aquellas que nos queremos asegurar de que la linterna se enciende en el modo más bajo posible. En ambos casos la linterna permanecerá en el modo activado hasta que toquemos otro botón (cambio de modo para entrar en la rueda de «Bajo – Medio – Alto» o apagado para volver al mundo de la oscuridad).

Independientemente de todo lo anterior, la linterna tiene un control interno de temperatura de tal forma que si detecta mucho calor en su electrónica interna (cosa que en la práctica sólo va a ocurrir usando el modo Turbo) bajará la intensidad lumínica para mantenerse en unos márgenes de seguridad aceptables evitando así dañar la batería o la electrónica interna.

Para recargar la batería debemos de conectarle un cable USB-C a la linterna, momento en el que el LED rojo que hay bajo el botón de encendido se pondrá a parpadear y el proceso llevará algo menos de hora y media tras el cual pasará a verde. Comentar que mientras la estamos cargando es posible utilizar la linterna, de modo que podemos hacer con ella una especie de lámpara que nos vendrá muy bien dentro de una tienda de campaña o similar; aunque para esto hubiera venido bien incluir algún tipo de difusor para así crear una luz más ambiental.

Por cierto, no aprecio (al menos a simple vista o en la cámara) regulación por PWM en ninguno de sus modos. No digo que no la emplee, porque es posible que así sea al menos en el modo Bajo, pero de hacerlo la conmutación es de tan alta frecuencia que no soy capaz de notarla, así que bien por Nitecore; ya que en modelos como la TIKI era algo bastante molesto.

Las sensaciones

El tacto de la TIP SE me gusta mucho. Es suave, las terminaciones son muy buenas y además el frontal está perfectamente rematado gracias al marco de plástico que rodea a la lente TIR. Por su forma y dimensiones es una linterna que va perfectamente en el típico bolsillo pequeño para las monedas que suelen llevar los pantalones vaqueros y al no tener esquinas marcadas es muy cómoda de llevar en la mano.

La luz sorprende, por su intensidad y también por lo bien que se distribuye. El tinte amarillento de la zona externa que os comentaba hace unos párrafos sólo se distingue si apuntamos a una pared blanca, pero en el uso cotidiano lo que vamos a percibir es una capacidad de iluminar sorprendente para una linterna de este tamaño.

 

En mi habitual lugar de pruebas pude comprobar cómo la TIP SE aporta una buena iluminación, si bien en esas circunstancias el modo Bajo no tiene gran utilidad porque con un lumen nos alumbra poco más que los pies al caminar. El modo Medio ya es suficiente para vislumbrar unos metros si estamos dando un paseo a ritmo tranquilo y el Alto lo veo bien para correr o para terrenos accidentados.

El modo Turbo tiene su utilidad para alumbrar a lo lejos porque queremos ver hacia donde gira el camino o porque hemos visto algo «raro» en la lejanía y queremos asegurarnos de saber qué es antes de estar más cerca (zombies, osos polares, vendedores de romero…). La ráfaga de 700 lumens que pega la TIP SE es potente y nos permitirá inundar con luz todo nuestro entorno como muestra la foto que os pongo a continuación y que está hecha en completa oscuridad.

Como se puede apreciar, el haz de luz ilumina el camino claramente hasta bastantes metros más allá de nuestra posición pero también es capaz de arrojar luz hacia los lados distinguiendo los elementos que ahí se encuentran, siendo por tanto bastante útil para controlar nuestros alrededores mientras nos movemos en entornos oscuros.

Conclusión

La TIP SE es prima hermana de la TIP2. Perdemos el potente imán en la base de esta última, pero ganamos la carga por USB-C y un aspecto y tacto algo más estilizados. Por tanto, dentro de la propia marca yo os recomendaría haceros con una de las dos (excepto que, como en mi caso, sea por motivos de coleccionismo) ya que ocupan el mismo segmento y no le veo grandes ventajas a una sobre la otra.

Al margen de esto, como linterna «en solitario» me gusta mucho por la cantidad y calidad de luz que da, lo cómoda que es en la mano y lo bien implementada que está su interfaz de usuario. Sólo echo en falta algún modo de bloquear la linterna sin tener que recurrir a poner la pinza sobre los botones de control, pero aun así creo que es una muy buena linterna EDC.

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Review: Olight i5T EOS CU

Ya conocía la Olight i5T EOS puesto que suelo recorrer el mundillo linternero y estoy muy al tanto de lo que va saliendo sobre todo en formato pequeño que, como sabéis, es el que más me motiva. Y he de reconocer que se trata de un modelo que no había despertado mucho interés en mí, ya que al final no es más que una linterna cilíndrica alimentada por una pila AA que cuenta con dos modos de 15 y 300 lumens, clip desmontable e interruptor trasero. Nada emocionante, vaya.

Sin embargo, en una visita fugaz a una tienda especializada al norte de Madrid, me topé con la última unidad en stock de la edición en cobre (limitada a 18000 piezas y que actualmente ya no se fabrica) de modo que no me lo pensé dos veces y me hice con ella para así unirla a ese selecto club formado hasta hoy en mi caso por la Olight i3E-Cu EOS y la Nitecore TINI Cu.

El cuerpo

Al igual que en la i3E-Cu EOS, el cuerpo de la linterna está fabricado a base de cobre puro mecanizado. Es decir, que no es una pieza cilíndrica de cualquier material malucho con un fino recubrimiento de cobre; sino que todo el cuerpo está compuesto del famoso metal color salmón que, tras su llegada al mundo, empezará a variar su aspecto en función de las condiciones a las que se vea sometido.

Precisamente para que sea el usuario el que decida ese momento preciso, la linterna viene envuelta en una lámina de plástico a la que se le ha extraído todo el aire y en ella se ha incluido un sobre que contiene algún tipo de sustancia que previene la oxidación del metal. En vuestras manos queda la opción de dejarla eternamente ultraconservada al vacío (dan ganas de meterla en el congelador) o bien sacarla del blister y empezar a disfrutar de ella.

Una vez que tenemos la i5T en nuestras manos, observamos que sus dimensiones son de 95 mm de longitud por 18 mm de diámetro, parando la báscula en 105 gramos incluyendo la pila alcalina AA necesaria para su funcionamiento. Sí, tiene cierto sobrepeso; pero es algo habitual en todas las linternas de cobre en comparación con sus equivalentes de aluminio porque la densidad de este material es 8,9 gr/cm3 frente a los 2,7 gr/cm3 del aluminio; es decir, que es aproximadamente tres veces más pesado.

Como veis en las fotografías, el cuerpo posee una doble ranura helicoidal que además de ser bastante original recorre todo el cuerpo a modo de knurling, lo que consigue que el agarre sea tan cómodo como eficaz. Además, el tacto del cobre favorece este buen agarre, ya que suele ser más «pegajoso» que el siempre resbaladizo aluminio.

Podemos distinguir dos zonas con inscripciones directamente realizadas sobre el metal: el nombre de la marca grabado en la parte delantera del cuerpo así como el modelo, su número de serie y el logo CE grabados en la parte trasera. Por mi experiencia con la i3E-Cu os puedo decir que aunque de primeras las inscripciones se vean muy bien, cuando va pasando el tiempo cada vez se difuminan más hasta el punto de apenas poder distinguirlas a no ser que limpiemos la linterna a conciencia.

Todo el control de este modelo de Olight está centralizado en el único botón que esta posee; pero a diferencia de la gran mayoría que han pasado por aquí no está en un lateral del cuerpo sino en su parte trasera. Estamos, por tanto, ante una linterna de tipo tailswitch muy del estilo de las que salen en las películas de detectives incluyendo el típico click al pulsarlo. Por supuesto, por el diseño de esta parte no hay posibilidad de hacer tailstanding de ninguna manera.

Me llama la atención que la i5T no dispone de ningún modo de colocarle una correa al no disponer de oquedad o rebaje alguno en el cuerpo. Y me parece curioso porque en otros modelos de la marca sí que tenemos esa posibilidad, por lo que no sé por qué en este caso han decidido prescindir de esta opción. La única forma sería haciendo un lazo en el agujero superior que tiene la pinza que trae montada de serie; pero no está pensado para eso y ante un tirón fuerte la pinza se podría soltar del cuerpo acabando con la i5T en el duro suelo, por lo que yo lo descartaría.

Hablando de la pinza, esta no es de cobre; sino que está fabricada en latón oscurecido. De primeras tiene un tono algo más parduzco que el cuerpo de la linterna, pero dependiendo de cómo vaya envejeciendo tiene pinta de que los tonos se irán igualando con el paso del tiempo. No soy yo muy de pinzas en las linternas; pero reconozco que al quitársela (es desmontable, símplemente va a presión) la i5T queda un poco sosa y además consigue que mejore su agarre cuando la tienes en la mano. Aparte de esto, por su curioso diseño esta es reversible sin necesidad de moverla de la posición que veis en las fotos, ya que podemos engancharla en uno u otro sentido gracias a su doble curva superpuesta.

A modo de curiosidad, en este artículo voy a incluir un vídeo que he grabado sacando la linterna de su envoltorio al vacío para que veáis por vosotros mismos como es ese momento en el que «nace» una linterna de cobre; ya que a partir de ese preciso instante comienza a envejecer inexorablemente por el oxígeno que hay en el aire. Desde luego que no es ninguna maravilla de la técnica, pero me apetecía inmortalizar el momento y compartirlo con vosotros.

La parte trasera de la linterna, que es desenroscable porque es por ahí por donde se introduce la pila AA que utiliza, también está fabricada en cobre; tanto el exterior como la rosca interior, la cual posee una junta tórica de color rojo para asegurar su estanqueidad. Cuenta además con un estriado vertical muy marcado que nos permitirá girarla sin ningún problema.

El botón tiene un tacto duro que hará que no se nos encienda en el bolsillo de la chaqueta por accidente. Aun así, si vais a transportar la linterna en un sitio cerrado y apretado (bolso, mochila, bolsillo de vaquero, etc) lo más recomendable es sacarle la pila para evitar encendidos por accidente y encontrarnos sin autonomía cuando más falta nos haga.

En lo que a resistencia a los «accidentes» se refiere, Olight asegura que su linterna posee certificación IPX8 (lo que la convierte en sumergible) y que puede soportar caídas desde 1,5 metros de altura. Sea como sea, no os recomiendo que probéis la resistencia a los golpes porque el cobre es un material relativamente blando y se marcará en cuanto aterrice con cierta fuerza sobre una superficie sólida.

Por cierto, aunque hay gente que lo ha probado, Olight no recomienda usar baterías recargables de litio en este modelo, ya que podemos cargarnos el LED y/o su electrónica de control. Sólo pilas AA de 1,5 voltios ya sean alcalinas o recargables Ni-MH, tenedlo en cuenta.

La luz

Olight ha decidido equipar a la i5T con un LED Osram P9, que nos va a dar una luz algo más cálida de lo habitual; pero que también provoca que en la zona central del haz proyectado aparezca un anillo algo amarillo, siendo la corona exterior de un blanco bastante homogéneo. Aun así, esto es algo que sólo percibiremos si apuntamos a una pared blanca, porque en el mundo real la luz se distribuye bastante bien.

En cuanto a los modos de funcionamiento, la i5T posee sólo dos que se distribuyen de la siguiente forma:

  • Alto: 300 lumens (3 minutos) –> 150 lumens (25 minutos) –> 30 lumens (122 minutos)
  • Bajo: 15 lumens (20 horas)

Como podéis ver, el modo alto no es constante sino que tiene tres niveles que se van activando mediante un temporizador interno. Siendo una linterna que funciona mediante una pila alcalina esto no se ha hecho por evitar picos de temperatura (nunca va a representar un problema en la i5T) sino para prolongar la autonomía en la medida de lo posible.

La forma de cambiar entre ambos modos es mediante el uso del botón trasero. Por defecto la i5T siempre enciende en el modo bajo y para pasar al alto tendremos que apagar y volver a encender en menos de dos segundos; cosa que de primeras a veces cuesta un poco por el tacto duro del botón.

Además, ese tacto tan sólido hace que podamos usar la linterna de modo temporal símplemente manteniéndolo ligeramente apretado y si ya queremos dejarla encendida sólo tenemos que hacer algo más de fuerza para que se hunda un poco más y se enclave.

Por cierto, me llama mucho la atención que en esta linterna el modo alto no se enciende de forma instantánea; sino que lo realiza mediante una rampa de apenas décimas de segundo que hacen que percibamos ese cambio de intensidad de una forma gradual y muy agradable. Me parece un detalle elegante y original, la verdad.

Como en tantos otros modelos actuales, la i5T cuenta con un reflector TIR transparente para distribuir la luz emitida por el LED de una forma controlada y estudiada por los diseñadores de Olight. Como ya os he dicho muchas veces, no tienen el encanto de los reflectores de piel de naranja pero hay que reconocer que son más eficientes.

Las sensaciones

En comparación con las linternas que suelo emplear (EDC del tamaño más pequeño posible) la Olight i5T EOS CU se nota más grande y, sobre todo al ser de cobre, más pesada; pero esto también consigue que seamos capaces de agarrarla de forma sólida y segura.

Y aunque en cualquier linterna de este metal el agarre es muy bueno, en esta i5T lo es más todavía gracias a las ranuras helicoidales que recorren su cuerpo y a la forma prominente de la pinza que trae adosada. Además, estas ranuras quedan más protegidas del sudor de las manos y del roce del entorno, lo que hace que al final conserven un tono diferente al de la parte superficial, así que aunque al principio su aspecto es homogéneo y muy discreto, al cabo del tiempo acaban haciendo contraste.

Un detalle que no me ha gustado nada es que la pila venga de fábrica puesta dentro de la linterna. Es verdad que lleva un círculo de plástico que aisla el polo negativo del muelle de la parte posterior de la linterna y que antes de usarla debemos retirarlo; pero siendo una pila alcalina que puede ser propensa a fugas lo veo un riesgo que se podía haber evitado colocándola suelta en la caja como se suele hacer en la mayoría de los casos.

Hace unos meses se me sulfató una pila AAA dentro de una Fenix E01 y además de que tuve que hacer ingeniería de minas para sacarla de ahí (taladrar la pila, meterle un tornillo, echarle aceite, tirar con alicates…) al final el interior del cuerpo de la linterna se ha quedado lleno de sulfato y ahora si meto otra pila luego no sale con facilidad.

¿Por qué se ha metido una pila alcalina AA en el interior de una linterna de edición limitada fabricada en cobre que algunas personas querrán conservar eternamente en su funda al vacío? Pues no lo sé, pero es muy posible que con el paso de los años la pila se sulfate y acabe provocando daños en su interior tanto al cobre como a la placa electrónica que allí se encuentra.

Pero bueno, sea como sea, he de decir que el tacto de la linterna es exquisito; especialmente la rosca de la parte trasera que además de estar perfectamente torneada, al ser de perfil cuadrado es sólida y ajusta a la perfección. Algo a lo que contribuye el material de la linterna, pues en otros como el titanio el roce de metal contra metal tiene un tacto arenoso y no produce la agradable sensación que tenemos en esta Olight de cobre.

Usándola por mi pista de pruebas habitual pude ver que el haz se reparte muy bien y es muy homogéneo. Para dar una vuelta si estamos en completa oscuridad puede llegarnos con el modo Bajo porque al final la vista se acaba acostumbrando, pero por su alcance sólo nos servirá para suelos llanos en los que queremos tener controlado lo que pisamos y poco más. Para tener un alcance ya bastante digno debemos utilizar el modo Alto que con sus 300 lumens nos va a permitir ver las cosas a unos cuantos metros de distancia.

Os voy a dejar a continuación unas imágenes para que os hagáis una idea de lo que se veía sin iluminación y lo que podemos llegar a ver con la i5T en su modo Alto.

Llevo usándola ya unos días y veo que está empezando a oscurecerse ligeramente de tanto manosearla. Tal y como sospechaba, las ranuras helicoidales siguen teniendo más o menos su color original por estar menos expuestas y ya empiezan a contrastar con la parte más externa del cuerpo, logrando un acabado elegante y muy personal. Os dejo una foto a continuación, ya que el resto que ilustran este artículo están hechas el día que la saqué de la bolsa al vacío, pero esta es de unos diez días después.

Conclusión

No os voy a decir que os compréis esta versión de la i5T porque ya está descatalogada y no creo que vaya a ser fácil de encontrar a estas alturas. Pero más allá de tal o cual modelo, lo que sí os recomiendo es que os hagáis con algún modelo de cobre porque aunque al principio yo también pensaba que era una tontería, es estupendo ver cómo van cambiando de aspecto con el paso del tiempo y cómo el material tiene un tacto especial que no te proporciona ningún otro de los empleados para fabricar linternas.

Sin ir más lejos, al tener una conductividad térmica bastante alta, aunque al cogerla la notéis fría enseguida se va a calentar porque el calor de vuestras manos pasa con rapidez al cobre; y esto es algo que siempre me llama la atención cuando a lo mejor la he dejado en la guantera del coche o en el bolsillo de un abrigo a la intemperie.

En cuanto a la linterna como tal, por características no me llama mucho la atención, ya que como os decía al principio del artículo es una de tantas con forma cilíndrica, dos modos de funcionamiento, pila AA y botón trasero. Y es que para mí, la gracia de este modelo es el material del que está hecho, ya que por si sólo es capaz de convertir una linterna del «montón» en un ejemplar muy especial.

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Review: Nitecore Thumb

Dentro de la serie T de Nitecore la Thumb es, con diferencia, la que menos me atraía; pero recientemente la pusieron de oferta en Amazon a poco más de 20 euros y decidí hacerme con ella para comprobar por mí mismo sus virtudes y sus defectos además de por puro coleccionismo.

El cuerpo

La Thumb pertenece a la época de la Nitecore Tube y de hecho la podemos considerar su hermana mayor. Si la Tube era un modelo reducido, simple y con funcionalidad básica, la Thumb aún basándose en los mismos principios posee más potencia y más funciones como iremos viendo; aunque ya os adelanto que tampoco es que sea la panacea de las linternas EDC.

Su peso es de 25 gramos y sus dimensiones son de 74 x 24 x 16 mm que hacen que, comparada con los modelos que están saliendo al mercado hoy en día, en la mano se nota ligeramente grande pero no incómoda. Su simpleza es tal que no dispone de reflector ni lente TIR para sus dos emisores LED de 5 mm, por lo que su luz se dispersa en todas direcciones. Útil como iluminación ambiental pero poco práctica si necesitamos concentrar la luz en un elemento o zona determinada.

El cuerpo está fabricado en policarbonato negro, con una forma más o menos plana, los dos LEDs que os decía antes al descubierto en la parte frontal, una ventana transparente en la parte superior (tras la que incorpora dos LEDs rojos de baja potencia) y dos botones de control, siendo cada uno de ellos para los LED de cada color.

En un lateral lleva, tras una tapa de goma, el puerto de carga microUSB (la linterna no incluye cable, por lo que tendréis que usar uno de los cientos que tendréis por casa) para energizar su batería interna de litio no reemplazable de 220 mAh. Mientras cargamos la batería se encenderá un LED de color rojo que está justo en medio de los dos auxiliares, y es que no entiendo por qué no han usado uno de estos para notificar el proceso de carga en lugar de añadir otro. Cuando la carga finaliza (cosa que, incomprensiblemente para una batería de esta capacidad, lleva más de dos horas) dicho LED se iluminará en color verde para avisar de este hecho.

En la parte inferior incorpora una pinza plana de acero inoxidable bastante fuerte y que nos permitirá enganchar la linterna a nuestra ropa, a la visera de una gorra o a un fajo de billetes de 500 euros por poner tres ejemplos rápidos. En la parte posterior incorpora la ya habitual «asa» que muchos modelos de la marca implementan donde podemos colocar una de las dos anillas de llavero que trae la caja de la linterna. Por cierto, Nitecore asegura que esta sujección es capaz de soportar hasta 35 Kg, así que podéis usar la Thumb para colgar de ella un saco de cemento, una cajonera de Ikea o una batería de camión sin problema.

La característica más peculiar de la Thumb es que su cabeza es basculante 120 grados. Es decir, que si sostenemos la linterna normalmente podemos hacer que la luz salga hacia el frente o bien ir inclinando la parte frontal para que el haz de luz vaya apuntando hacia el cielo en mayor o menor medida hasta un máximo de 120 grados, con lo que en tal caso nos estaríamos iluminando la cara.

Esto es útil sobre todo combinándolo con la pinza que os dećia antes, ya que nos permitirá apuntar el haz de luz a nuestro gusto porque podremos colocar la linterna, por ejemplo, en el cinturón y girar su cabeza 90 grados para apuntar hacia el frente. En una linterna «normal» haciendo esto estaríamos apuntando el haz de luz hacia el cielo, pero con el giro de la cabeza podemos dirigirlo hacia donde nos convenga.

Lo que ocurre es que aunque es verdad que se nota el cambio de ángulo, al estar los LEDs al descubierto en general emiten una iluminación global y difusa que incluso molesta a nuestros ojos llevando la linterna en horizontal debido a que son visibles desde casi cualquier ángulo y por tanto deslumbran un poco.

Lo idóneo hubiera sido aplicar este sistema basculante a una linterna «de cabeza cerrada» como por ejemplo, dentro de la misma marca, la TIP2; si bien esto hubiera comprometido otros aspectos de ella como la robustez o la estanqueidad.

La luz

Habiendo hecho un trabajo tan bueno con la regulación de la Tube y sus «infinitos» niveles de brillo entre el Moonlight y los 45 lumens que llegaba a alcanzar no entiendo cómo han podido diseñar una interfaz tan mala para esta Thumb siendo coetáneas; y es que más allá de que el haz de luz de los LEDs principales sea poco direccional o que el tacto de la cabeza sea un poco blando, lo peor es la interfaz de usuario que se han marcado. Os cuento:

Con la linterna apagada un click en el botón de la parte delantera nos lleva directamente al modo Alto, otro al Medio, otro al Bajo y otro más al Parpadeante todos ellos referidos a los dos LEDs principales. Si la linterna está maś de 3 segundos en un modo, el siguiente click la apagará directamente.

En cuanto a los LEDs rojos auxiliares, partiendo de la posición de apagados, si hacemos un click en el botón de la parte trasera los encenderemos fijos, con otro click iremos al modo parpadeante (a una frecuencia más rápida que la de la luz principal) y con otro más la apagaremos. Igualmente, si pasan más de 3 segundos en el modo fijo, con el siguiente click los apagaremos.

Por cierto, los modos que posee y sus autonomías asociadas son los siguientes:

  • Alto: 85 lumens (45 minutos)
  • Medio: 30 lumens (2 horas 15 minutos)
  • Bajo: 2 lumens (22 horas)
  • Rojo: 0,25 lumens (13 horas)

Se nota un montón que este modelo ya tiene unos años (salió allá por 2016) porque no entiendo cómo no han diseñado una interfaz de usuario como la que llevan los modelos actuales con la que, por ejemplo, con un doble click (o un click prolongado) pasas directamente al modo Moonlight y atajos de ese tipo. Creo que hubiera sido mucho más últil que meter dos botones independientes completamente desaprovechados como le ocurre a esta Thumb en la que todo se controla a base de clicks sencillos y temporizadores internos. También hubiera sido buena cosa hacer como en la Tube que la linterna arrancara siempre en modo bajo y luego manteniendo pulsado el botón correspondiente se fuera incrementando la intensidad lumínica hasta el máximo posible; pero por lo que sea han decidido que no sea así.

Hay un modo de bloqueo y desbloqueo bastante simple que consiste en que si pulsamos los dos botones a la vez las luces auxiliares rojas emiten un breve parpadeo y ese es el indicativo de que ha cambiado el estado del bloqueo. Si estando bloqueda tocamos algún botón los LEDs rojos parpadearán un momento para indicarnos que debemos desbloquearla si queremos usarla. En cualquier caso, los botones tienen un tacto firme y están bastante enrasados, por lo que sería cuestión de mala suerte que se nos encendiera en el bolsillo; pero aun así está bien contar con la posibilidad del bloqueo para evitar sorpresas indeseadas.

Por cierto, se pueden emplear ambas luces a la vez en todas las combinaciones imaginables. Mucha utilidad no le veo, pero bueno, si somos capaces de acoplarla en vertical a una bicicleta nos permitiría ver algo hacia delante con los LED principales y que nos vean los que vengan por detrás haciendo uso del modo parpadeante de los LED rojos auxiliares.

En cuanto a resistencia al agua y al polvo, Nitecore certifica que la linterna es IP65 y sobre los impactos dicen que soporta caídas de hasta 1 metro sin romperse. Desde luego la prueba de la ducha la ha pasado teniendo cuidado de tener la tapa del puerto de carga bien cerrada, pero la de impactos no se la he hecho (ni ganas tengo, como suele ser habitual).

Las sensaciones

A diferencia de otros modelos como las Rovyvon A1 y A3x o la genial Nitecore TIKI, para mi gusto a la Thumb le falta solidez en su tacto. Y mucha culpa de esto la tiene la endeble bisagra que permite el giro de la cabeza. Metes la mano en el bolsillo del abrigo, vas pasando la linterna entre los dedos notando las rugosidades de los laterales, los botones, la ventanita de los LEDs auxiliares… y cuando llegas a la zona de la cabeza, zas, se gira y te saca por completo de la experiencia.

Sí, sé que tengo un punto de vista bastante peculiar sobre estas cosas, pero es que para mí la gracia de las pequeñas linternas no es sólo alumbrar con ellas sin más; sino que los elementos de diseño como la ausencia de aristas vivas, el uso de materiales agradables al tacto o la rigidez en todos sus elementos son para mí tan importantes como los lumens o la autonomía.

Considero al modelo que estamos viendo hoy como el abuelo de las actuales linternas para llavero de Nitecore. Si os paráis a pensarlo, muchos de sus elementos ya están ahí: la sujección universal trasera (para poner anilla de llavero, paracord, cadena…), doble LED, batería interna, tapa de goma para protección del puerto de carga, botón de control en goma, LEDs auxiliares… Como en todos los procesos industriales, a medida que han ido saliendo nuevos modelos todo ha ido mejorando de forma que ahora la luz está más controlada, la autonomía es más larga, la relación lumens/tamaño ha sido optimizada, los botones tienen más de una función dependiendo de el número y la duración de los clicks…

Es por eso que aunque la Thumb no estaba entre mis modelos favoritos de Nitecore, decidí aprovechar la oportunidad y hacerme con ella para ver la evolución de la serie T en perspectiva; pues además de conocer el presente es importante saber cómo hemos llegado hasta él.

Comentaros también que me llevé la Thumb a mi lugar de prueba habitual y allí pude confirmar que la luz que emite es práctica para alumbrar el camino que tenemos inmediatamente delante de nosotros pero poco más, ya que al no tener reflector ni lente TIR esta se dispersa hacia todos lados y no alumbra más allá de nuestras inmediaciones incluso en el modo más alto, que es lo que trata de mostrar la siguiente imagen.

Por su parte la luz roja es muy débil; tanto que en lugares abiertos no sirve prácticamente de nada (ni me molesté en hacer la foto porque sólo se veía la más completa oscuridad). Sin embargo dento de casa sí es un modo práctico para no molestar si queremos movernos a oscuras sin despertar a nadie. Y precisamente para ese fin la luz principal no sirve para nada, ya que al arrancar siempre en el modo Alto nos deslumbraremos a nosotros mismos y molestaremos a todo el que esté a 10 metros a la redonda. Por tanto, la veo bien para tenerla en la mesilla de noche y usar la luz roja en esas condiciones que os digo.

Conclusión

Cuando salieron la Tube y la Thumb prácticamente a la vez, recuerdo que la primera era el modelo básico de la gama mientras que esta que hoy hemos visto era el avanzado. Cuando miraba sus características flipaba en colores, pero me doy cuenta de que durante estos años la marca ha ido sacando modelos al mercado que se han merendado a la Thumb haciéndola sentir ahora mismo desfasada y antigua.

Si la he comprado ha sido por coleccionismo y por completar la serie T de la marca, pero si buscáis una buena linterna EDC cualquier otra de la mencionada serie (incluyendo la sorprendente TIKI) os dará mejor servicio. De hecho no creo que se mantenga mucho tiempo más en el catálogo de la marca porque en comparación con los modelos actuales de gama se ha quedado muy anticuada.

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