Recuerdos de Oropesa (XV)

La que hoy os presento es otra de esas fotografías de Oropesa del Mar que recuerdo con cariño, pues representa uno de esos paisajes costeros que tanto me gusta retratar; sólo que en esta ocasión no fue ni al amanecer ni al anochecer, sino a primera hora de la tarde.

Color

Era el 1 de diciembre y recuerdo que la claridad reinante aquella tarde era espectacular gracias al viento que hacía. Una ocasión perfecta para abordar la fotografía de paisaje, pues los colores y la nitidez de la escena ganan muchos enteros con respecto al típico día en calma en el cual la humedad del mar «emborrona» el aire.

Además de esto, la marea estaba ligeramente baja, lo que dejaba al descubierto ese degradado en las rocas que tanto me gusta. Del mismo modo, el punto que elegí para disparar permitía seguir con la mirada un tramo de la conocida Vía Verde que une las localidades de Oropesa y Benicassim así como el irregular perfil de la playa de la Renegá.

El encuadre lo tenía claro porque en una misma imagen metía vegetación, mar y paseo; pero a la imagen le faltaba algo que en agosto no me hubiera costado nada encontrar: gente. Por tanto, esperé unos minutos y entonces apareció ese grupo disgregado de cinco personas que caminaban a paso tranquilo en dirección a la torre de la Cordada. De hecho, pese a que estaba bastante lejos de ellos, me llegan levemente los sonidos de sus conversaciones cruzadas.

Justo cuanto el grupo pasó por el punto que quería sólo tuve que contener la respiración un instante y acariciar suavemente el disparador de la cámara tratando de buscar la máxima nitidez posible para eternizar así una minúscula fracción de tiempo.

Recuerdos de Oropesa (XIV)

Siempre me gustó la saga SimCity. Tuve la primera versión de este afamado videojuego en Spectrum y desde entonces he ido jugando a todos los que Maxis ha ido sacando al mercado (aunque he de reconocer que mi favorito sigue siendo SimCity 2000).

Pero no es de videojuegos de lo que vamos hablar hoy; sino de fotografías tomadas en los alrededores de Oropesa del Mar como he venido haciendo durante las últimas semanas. Lo que ocurre es que si no fuera por mi afición a la saga SimCity posiblemente no se me hubiera ocurrido tomar la imagen que tenéis a continuación.

Benicassim y Grao de Castellón desde el desierto de las palmas

Veo algo casi mágico en contemplar las ciudades desde las alturas; y sospecho que la perspectiva isométrica de SC2K y las versiones que vinieron después tienen algo que ver en ello. De hecho, no será esta la última fotografía de este estilo que veréis por aquí; os lo aseguro.

Esta imagen está captada desde las montañas que hay detrás de la N-340 y la AP-7 a su paso por Benicassim. Para acceder a este lugar hay que subir una carretera de montaña serpenteante muy conocida por los ciclistas y aunque hay curvas en las que hay que ir con mucha precaución por la poca visibilidad que existe os aseguro que el resultado bien vale el paseo.

Lo que tenemos a nuestros pies es el conocido «desierto de las palmas»: parque natural que se expande por toda esta zona y donde abundan monasterios, ermitas, capillas y demás lugares de índole religiosa. Además de esto, el lugar sorprende por la cantidad de vegetación mediterránea existente y por su escarpado relieve.

Pero vamos a lo que nos interesa de verdad (al menos a mí) y es que si os fijáis, desde este lugar gozamos de una perspectiva fantástica tanto de Benicassim como de la propia ciudad de Castellón de la Plana. A modo de curiosidad os pediría que os fijarais en que ambas localidades están físicamente unidas, siendo muy difícil diferenciar donde termina una y comienza la otra.

En realidad la parte de edificios altos que aparece en la fotografía todavía pertenece a Benicassim; mientras que a continuación ya comienzan las viviendas unifamiliares dispersas que dan inicio al Grao de Castelló, que es el distrito más septentrional de la ciudad de Castellón.

Una cosa muy habitual en las ciudades costeras de la Comunidad Valenciana (bueno, en general de todas las ciudades costeras) es que su disposición es alargada por el sencillo motivo de que todo el mundo quiere estar lo más pegado posible al mar. Si no lo veis claro, os invito a que recorráis el paseo que traza la franja de costa que se aprecia en la fotografía que ilustra este artículo, ya que las veces que yo lo he hecho se me ha hecho prácticamente interminable.

Fue un rato de muchas curvas y subidas pronunciadas; pero cuando estuve allí arriba y pude ver los tejados de todos los edificios que alcanzaba mi vista supe que había merecido la pena la excursión.

Rincones: Sierra de Gredos

Hace unos días pasé un fin de semana de camping junto a mi chica en Hoyos del Espino (Ávila), un bonito lugar situado en las inmediaciones de la sierra de Gredos. Como de costumbre, llevé conmigo una cámara (en este caso la Olympus E-PL1 junto al 14-42 que trae «de serie») y con ella capté imágenes de algunos de los rincones por los que pasamos.

Sierra de Gredos

La sierra de Gredos es un lugar para estar en contacto con la naturaleza: aguas cristalinas, silencio, aire puro… Dos días de vida campestre que disfrutamos mucho y que nos enseñó una zona de España que ninguno de los dos conocíamos.

Sierra de Gredos

Sierra de Gredos

Sierra de Gredos

Yo, que trabajo en el sector de las aguas, no podía hacer otra cosa que maravillarme ante la pureza del líquido elemento fluyendo por los arroyos montaña abajo y observar cómo los animales se acercaban a estos para beber, refrescarse o, directamente, vivir en sus inmediaciones.

Sierra de Gredos

Sierra de Gredos

Como os decía antes, además de unas fotos que intentan transmitir la belleza de estos lugares, nos quedan de esta excursión unos recuerdos fantásticos que nos animan a seguir recorriendo la geografía del país. Si tenéis ocasión de acercaros por la sierra de Gredos os aseguro que no os vais a arrepentir.

El pasado de Oropesa en postales (VIII)

Con la de hoy, y coincidiendo precisamente con el final de año, quería poner un punto y seguido a estas entradas que nos muestran el aspecto de Oropesa del mar tiempo atrás con ayuda de postales que he encontrado por mi casa. Y digo punto y seguido porque aunque la idea ha sido un éxito tanto para vosotros como lectores como para mí mismo a la hora de escribirlas, por el momento me he quedado sin más material gráfico que mostraros, de modo que ahora comienza una búsqueda por mi parte en la que espero recopilar más postales para poder compartirlas en un futuro por aquí.

Como no podía ser de otro modo, vamos a echar un vistazo a dos imágenes de la zona de la playa de La concha, pues ya sabéis que este ha sido durante toda mi vida el lugar donde he pasado mis vacaciones de verano.

Avenida de Columbretes. 1995

Avenida de Columbretes. 1995

En la primera de las postales podemos ver la avenida de Columbretes desde un punto de vista elevado. En ella aparece en primer plano el hotel Neptuno a la derecha y la plaza de París a la izquierda (ya con su actual configuración). Podemos ver que en la acera ya desde entonces (y mucho antes) aparcaban los autocares que traían a los turistas a esta zona de Oropesa y que en aquellos años lo de la «zona azul» todavía ni se les pasaba por la cabeza a los concejales del ayuntamiento. La tienda pintada de color blanco en los bajos del edificio de de fachada marrón claro era una de aquellas novedosas tiendas de veinte duros y actualmente un negocio de alquiler de bicicletas que ha surgido a raíz de la popularidad de la vía verde.

La urbanización Oromar aparece completamente terminada y detrás de ella se ve con claridad el supermercado del camping Torepaquita donde mis padres hacían la compra todas las tardes por aquella época. Hoy en día ese supermercado ha desaparecido y en su lugar hay una urbanización de doce pisos con piscina en la azotea.

Comentar también que discurriendo en paralelo a la propia avenida podéis ver un canal de aguas pluviales que hoy en día está tapado con una rejilla metálica. Actualmente no se concibe que una estructura de este tipo esté expuesta a que pueda caer en su interior cualquier persona que camine despistada por la calle (aunque recuerdo que estaba delimitado por una pequeña barandilla metálica) pero en aquellos años la seguridad no era un concepto tan tenido en cuenta como lo es ahora en cualquier infraestructura pública o privada.

Sea como sea os diré que ese canal de aguas pluviales se construyó para evitar las inundaciones de la avenida de columbretes en época de lluvias torrenciales (la famosa «gota fría» del mes de septiembre) porque cada vez que ocurría se inundaban locales comerciales, trasteros y garajes. El canal no evitó esto por completo porque cuando llueve mucho y el agua se pone a nivel no hay canal que la encauce; pero al menos hizo que el desastre no ocurriera con la frecuencia de antaño porque para que se salga de ahí tiene que caer mucha agua en muy poco tiempo.

En cualquier caso, yo, que trabajo en el mundo de las aguas, se muy bien que cuando el agua busca su camino no hay canal ni dique que la pare porque de un modo u otro acaba fluyendo por su cauce natural; y precisamente la avenida de Columbretes es la continuación de una rambla que baja desde la montaña y que actualmente podéis ver entre el pueblo y los campos de los que os hablaba en la entrada anterior. Del mismo modo, el río Chinchilla es un río aparentemente seco que recoge el agua que cae por las montañas que hay detrás de Oropesa y cuando allí hay tormentas fuertes su cauce puede crecer espectacularmente en cuestión de minutos.

Vamos a ver ahora la segunda imagen, que corresponde también a la playa de La concha y en la que podemos ver una vista muy parecida a la que se puede observar hoy desde lo alto del hotel Neptuno (que es desde donde parece estar hecha esta postal).

Plaza de París y playa de la concha. 1995

Plaza de París y playa de la concha. 1995

Como podéis ver, pese a estar en 1995 el paseo todavía tenía las piedras blancas y las losas rojizas de los años 80. No tardarían mucho en levantarlo por completo durante un invierno y sustituir esas piedras por un muro completo de color marrón así como cambiar el suelo por las baldosas blancas y azules que podemos ver hoy en día; pero básicamente su apariencia era la misma que tenía a finales de los 70.

En zonas más alejadas podemos ver que el puerto deportivo también estaba ya terminado y por la montaña empezaban a surgir ya multitud de chalets; si bien todavía se edificarían muchos más durante los diez años siguientes.

A modo de curiosidad, encima de la montaña que hay sobre el puerto deportivo, en la misma zona que fue afectada hace unos años por un voraz incendio forestal, existe hoy en día un radar de movimientos migratorios de aves y que podéis ver si os detenéis en el conocido mirador de El balcó.

Por lo demás, podemos apreciar que en la playa ya están presentes los famosos patines de colores, que las papeleras seguían siendo todas azules, que las sombrillas de alquiler estaban todas dispuestas a acoger a multitud de turistas y que las palmeras del paseo ya iban tomando altura.

Un litoral el que se ve en esta última imagen más parecido ya a lo que nos encontraremos hoy en día si pasáis por Oropesa del mar; y es que gracias a las postales que tenía por mi casa vosotros habéis podido ver cómo era esta localidad hace unos cuantos años y yo he disfrutado recordando lugares y anécdotas de cuando no era más que un niño.

Como os decía al principio de este artículo, a partir de ahora trataré de buscar más material gráfico con el que seguir con esta serie de entradas que tanto he disfrutado; de modo que espero sorprenderos dentro de algún tiempo con más vistas de la Oropesa que conocí siendo apenas un niño o que incluso ni siquiera llegué a conocer.

¡Un saludo y gracias por leerme!

El pasado de Oropesa en postales (VII)

Las de hoy son dos postales que, como todas las demás, muestran a Oropesa del mar; pero en esta ocasión no lo hacen desde sus costas sino desde lugares algo más elevados.

Torre de la iglesia parroquial. Aprox 1990

Torre de la iglesia parroquial. Aprox 1990

La primera de ellas está hecha en la explanada del castillo del pueblo y en ella se puede ver en primer término la torre de la iglesia parroquial. Por los edificios que aparecen en la imagen (o más bien por la abundante vegetación que todavía se aprecia) podemos fechar la fotografía hacia 1990.

Como os digo, en esta imagen podéis apreciar que todavía faltaban muchos edificios por construir hasta configurar el actual paisaje urbano de Oropesa y es que, como ya os dije en una entrada anterior, antes del boom de Oropesa como lugar turístico de vacaciones existía una clara separación entre lo que es el pueblo y la zona de la costa. Esta delimitación consiste en toda esa franja de campos y arboledas que rodea a las pequeñas casas del núcleo urbano de la que actualmente poca cosa queda.

Si os fijáis bien podréis distinguir la montañeta de San José prácticamente despejada de chalets así como la ausencia casi total de edificaciones en la avenida de Columbretes. Por otra parte, comentar también que esa espesa arboleda que se ve en la parte derecha de la postal hoy en día son hileras de chalets; los cuales están inacabados en algunos casos porque el estallido de la burbuja inmobiliaria les pilló mientras colocaban los ladrillos. En cualquier caso, vamos a observar un poco mejor esa zona con ayuda de la siguiente imagen.

Vista aérea del pueblo de Oropesa. 1996

Vista aérea del pueblo de Oropesa. 1996

En la segunda postal vemos una panorámica de Oropesa que no sé bien si está captada desde un avión o directamente desde las montañas que hay hacia el interior y que separan Oropesa y Cabanes.

Fijándonos en la parte derecha de la imagen podéis ver que en 1996 seguía habiendo una gran cantidad de tierras de cultivo en las inmediaciones de Oropesa, aunque a día de hoy toda esa extensión de terreno ha visto florecer los chalets adosados a los que me refería antes y entre los cuales todavía se puede encontrar algún pequeño campo de almendros que resiste estoicamente al invasor.

Tengo muy buenos recuerdos de aquellos campos, pues discurrían entre ellos multitud de caminos de tierra que recorría tarde tras tarde con mi bicicleta de montaña. Cada día trataba de buscar un nuevo rincón, una senda que me llevara un poco más lejos, un poco más alto… y así, poco a poco, acabé por conocer esa zona de Oropesa como la palma de mi mano.

Hoy en día todo aquello está irreconocible si los recuerdos de uno viven todavía en aquella época; pero por suerte aun quedan rincones que no han cambiado en estos últimos 20 años y a veces, cuando tengo ocasión, me acerco a ellos para recordar aquellos largos paseos en bici bajo el sol.

El pasado de Oropesa en postales (VI)

Os traigo hoy una postal de Oropesa que si bien no es demasiado adecuada para observar en ella las huellas del paso del tiempo sí que es curiosa tanto por su diseño gráfico como por ser de finales de los años 70.

Playas de la concha y morro de gos. Finales años 70

Playas de la concha y morro de gos. Finales años 70

Obviando la parte izquierda de la imagen, donde unos winsurfistas y una hilera de banderas pretenden darle un aire cool a la postal, vamos a centrarnos en las dos mini-fotografías que tenemos en la parte derecha, las cuales pertenecen a la playa de La concha y a Morro de gos.

La superior retrata la playa en la que vivo actualmente pero está hecha a finales de los años 70. Desgraciadamente no hay fechas en casi ninguna de las postales que tengo, de modo que el año en el que está disparada la fotografía lo tengo que deducir a partir de los edificios que están construidos y detalles por el estilo.

Si os fijáis bien en ella veréis que hay pocas edificaciones en comparación con otras postales de años venideros y que en la playa no hay demasiada gente pese a que debe de estar hecha en pleno verano y en las horas centrales del día. Al fondo tenemos dos de los edificios más característicos del paisaje urbanístico de esta zona de Oropesa como son el edificio 2000 y el Grimaca.

Aprovecho para comentar que cuando era pequeño recuerdo ver el lateral del edificio 2000 con su nombre escrito en letras inmensas y pensar en coches voladores, gente con escafandras y demás arquetipos de la ciencia-ficción barata; pero el caso es que al final el año 2000 llegó y todo siguió más o menos igual que antes.

En otro orden de cosas, en primer plano tenemos unas rocas que ya aparecieron en las dos postales nocturnas de la entrada anterior pero de las que no hablé, de modo que aprovecharé la ocasión para comentar que por aquellos tiempos se podían encontrar allí pequeños cangrejos que mi hermano se encargaba de meter en un cubo y volver a soltarlos al final de la mañana. Hoy en día la arena ha avanzado unos metros y las rocas suelen estar secas la mayor parte del tiempo (la construcción de puertos con sus diques y espigones suele variar ligeramente la orografía de las playas cercanas debido a la influencia sobre las corrientes de agua y su arrastre de sedimentos) pero en los años 80 era habitual que se encontraran prácticamente sumergidas y de ahí que habitaran en ellas pequeños cangrejos, moluscos y otras especies marinas.

Por lo demás, llama la atención la pinada tan verde que asoma por la parte izquierda de la imagen, ya que hoy en día existe ahí un gran edificio de apartamentos y apenas han quedado unos pocos árboles en la zona ajardinada del mismo.

Centrándonos ya en la mini-fotografía de la parte inferior (correspondiente a Morro de gos) lo que tenemos es la montañeta de San José, donde hoy en día la maleza crece sin control en las zonas donde no se han construido chalets. La zona de prado que tenéis en primer término está ocupada actualmente por el paseo que comunica las dos playas por la zona de los acantilados, ya que antes de su construcción para ir de una playa a otra no quedaba más remedio que adentrarnos «campo a través» por la citada montañeta o bien ir por la calle Teruel que conecta las dos playas que aparecen en la postal. Por cierto, no sé vosotros, pero yo a dicho paseo lo conozco con el nombre de La muralla china.

En cuanto a las edificaciones que se pueden observar, podéis ver que apenas hay edificios en la parte de la playa más cercana al fotógrafo mientras que se empieza a ver una mayor densidad de bloques de apartamentos en las inmediaciones del hotel Koral (incluyendo el mítico «Edificio Rana»). Me imagino que esto es debido a que en aquellos tiempos existía un paso a nivel sobre la vía del tren a esa altura de la costa (justo donde hoy se encuentra un paso subterráneo) y, por tanto, era más sencillo ir del pueblo a esa zona de morro de gos siguiendo la Avenida del mar que llevaba al citado hotel Koral que a otras más apartadas y de peor acceso.

Por lo demás, comparando esta vista con una imagen más actual sorprende ver que Marina D’or no era por aquel entonces ni siquiera un proyecto y que en la playa no hay prácticamente gente ni en la arena ni en el agua; y es que el rápido desarrollo urbanístico que aconteció en la década de los 90 en todo el Mediterráneo en general cambió el perfil urbano de una forma radical.

El pasado de Oropesa en postales (V)

Como ya os dije en la entrada anterior, hoy volvemos a la playa de La Concha; si bien en esta ocasión la vamos a ver desde el punto de vista contrario al de la tercera entrega de esta serie.

Playa de la concha desde "el balcó". Aprox 1985

Playa de la concha desde «el balcó». Aprox 1985

En esta primera imagen, tomada por el día a diferencia de las otras dos que veremos posteriormente, se puede observar que la urbanización Oromar aparece con uno de sus edificios en obras, de modo que podemos fechar la imagen hacia 1985. Además, en ella se puede apreciar la ausencia del puerto deportivo (en ese momento faltaban aproximadamente siete años para su construcción) lo que también nos da una buena pista para situar la instantánea en su época.

Gracias a que la fotografía está hecha desde el balcó podéis distinguir claramente los dos chalets de los que os hablé cuando el otro día mirábamos la playa de La Concha desde su otro extremo: tanto el que está engarzado en el peñasco que hay sobre el mar como el que fue propiedad de Luis García Berlanga y que se encuentra situado en las inmediaciones de la vía férrea. Comentar a modo de curiosidad que en esta época el chalet de Berlanga estaba pintado de color blanco mientras que en la actualidad su tono es naranja oscuro.

La línea de la costa es muy similar a lo que se puede observar a día de hoy desde allí, si bien se echan en falta algunos edificios en las inmediaciones de las torres «Las Vegas», ya que en la postal de ahí arriba todavía se aprecia mucha vegetación en esa zona. Del mismo modo, se hace raro no ver la carretera que pasa junto al puerto y que a continuación sube por la montaña para dar acceso a los numerosos chalets que con los años fueron floreciendo en sus faldas.

Ya os comenté que esta parte de Oropesa era entonces inaccesible y hasta que no se llevó a cabo la construcción del puerto deportivo de la localidad todo aquello era considerado playa salvaje como hoy en día lo es La Renegá. De hecho, a modo de curiosidad os diré que se aprovechó la orografía del terreno para darle forma al puerto en la medida de lo posible, ya que el espigón principal se sitúa precisamente sobre ese primer saliente que se ve en la postal.

Playa de la concha desde "el balcó" por la noche. Aprox 1985

Playa de la concha desde «el balcó» por la noche. Aprox 1985

Playa de la concha. Aprox 1985

Playa de la concha. Aprox 1985

Las otras dos postales que os muestro hoy están tomadas por la noche (o más bien en la blue hour) y aunque datan aproximadamente de la misma fecha que la primera, en ellas podemos ver la localidad cuando tienen todas sus luces encendidas y su característico reflejo sobre la superficie del mar. Daos cuenta de que la primera de las dos está hecha prácticamente desde el mismo lugar que la diurna.

Sé que no son las mejores imágenes para apreciar detalles, pero quería compartirlas con vosotros porque es una buena prueba de que la fotografía nocturna es algo que siempre me ha llamado la atención. Es cierto que no la practico muy a menudo porque nunca he sido muy amigo del trípode, pero reconozco que a veces me lío la manta a la cabeza y busco algún buen paisaje que retratar cuando el sol ha hecho mutis por el foro.

El pasado de Oropesa en postales (III)

Ya que en la entrada anterior estuvimos hablando de la playa de La Concha, vamos a continuar hoy viendo postales antiguas de esa zona de Oropesa del mar, pues además de que me siento muy unido a ella, es de la que más material gráfico dispongo.

De las tres postales que hoy quiero compartir con vosotros la que tenéis a continuación es la que más me gusta por ser la que más elementos muestra haciéndolo además mediante el empleo de una vista aérea.

Playa de la concha. Aprox 1985

Playa de la concha. Aprox 1985

Vamos a ir fijándonos poco a poco en los diversos elementos que aparecen en la imagen como el entonces inexistente puerto deportivo que no se construyó hasta 1992. Al no existir dicha infraestructura, la carretera que discurre paralela a la costa terminaba a la par que la propia playa de La Concha, de modo que el acceso a las calas que hay después era muy complejo.

De hecho, por aquellos tiempos no existía la actual ley de costas y nada impedía al dueño de un chalet construido junto al mar, cercar un buen trozo de playa (cuando no la playa entera) y disfrutar de ella como si de un jardín particular se tratara.

Esto mismo es lo que ocurrió en Oropesa con la cala Retor, que fue puesta a disposición del público cuando la ley de costas prohibió expresamente las playas privadas y que anteriormente formaba parte del chalet que Luis García Berlanga tenía allí. Chalet que actualmente pertenece a otras personas pero que sigue siendo digno de admirar tanto por su tamaño como por su especial ubicación.

Como os decía, entre que el acceso era complejo (podéis ver que un saliente de la montaña se sumergía directamente en el mar aislando la zona posterior a él) y que la cala era propiedad de Berlanga, durante muchos años nadie ajeno a aquel chalet pudo poner un pie en esa extensión de arena.

Por cierto, aprovecho que estamos hablando de este tema para aclarar una cosa que mucha gente confunde: el chalet que fue de Luis García Berlanga no es ese construido directamente sobre el peñasco que se adentra en el mar, sino uno que hay metido entre la maleza justo a la izquierda cuando se empieza a bajar la cuesta que da al puerto deportivo. De hecho, para clarificar el tema os voy a poner un enlace a Google Street View donde podéis ver la puerta de madera que da acceso al chalet que fue propiedad de Berlanga (en la parte derecha) y la verja negra de entrada al chalet que hay sobre las rocas al que me refería antes (en la parte izquierda). Como veis son dos construcciones que nada tienen que ver la una con la otra.

Volviendo a los elementos distintivos del paisaje, podemos apreciar también la antigua línea férrea paralela a la costa que actualmente es el trazado de la famosa «via verde» que une las localidades de Oropesa y Benicassim. Cuando se construyó el nuevo trazado del ferrocarril se optó por aprovechar el antiguo itinerario para dar lugar a un paseo que recorren miles de personas cada verano.

Llama la atención también en esta época la escasez de edificios más allá de la urbanización Mediterráneo, ya que actualmente se trata de una zona llena de construcciones a cada cual de mayor altura. De hecho, aunque ya se aprecia en esta postal, luego veremos que incluso la urbanización Oromar (una de las más antiguas de la zona) todavía tenía alguno de sus edificios en construcción.

Del mismo modo, se echan en falta en primer plano dos de los edificios que hoy en día ya forman parte del paisaje urbanístico de Oropesa: el hotel Neptuno y la oficina de turismo. Lo que sí que ha permanecido invariable durante todos estos años es el camping Voramar que sigue funcionando rodeado de edificios. De hecho es el único camping que no se ha rendido a día de hoy en esta zona, ya que el resto fueron vendidos hace ya unos años para levantar gigantescos edificios en sus terrenos.

Pero bueno, una vez repasada esta «vista general» vamos a centrarnos en una postal particularmente curiosa:

Playa de la concha. Urbanización Oromar. Aprox 1985

Playa de la concha. Urbanización Oromar. Aprox 1985

Esta postal de la playa de La Concha tiene la particularidad de que está editada por LUBASA, que es la empresa que construyó la urbanización protagonista de la imagen así como muchas otras infraestructuras de la provincia de Castellón. Si mal no recuerdo, esta postal la regalaban en la oficina que gestionaba la venta de los apartamentos que se estaban construyendo en ese momento (de ahí que aparezca parte de la urbanización en obras) y de ahí que no aparezca el escudo de Oropesa sino el propio logo de la empresa constructora.

En la postal podemos ver una extensión de terreno delante de la urbanización donde unos años después se construirían una serie de locales comerciales que a día de hoy siguen en funcionamiento. Uno de esos locales (que hoy en día es un restaurante) era un salón recreativo llamado Orpesa jocs propiedad del padre de un amigo de la infancia donde solíamos ir a jugar muchas tardes de verano. Más allá de la urbanización casi todo eran campos de almendros, si bien esto lo veremos con más detenimiento en la tercera postal de esta entrada.

Por último, si os fijáis bien, la actual plaza de París ya tenía su forma definida, aunque en 1985 ni se llamaba plaza de París ni tenía los bancos que la caracterizan no siendo más que una simple plazoleta con sauces en su interior.

Playa de la concha. Finales años 80

Playa de la concha. Finales años 80

En esta tercera postal tenemos una vista similar a la anterior, sólo que unos años más tarde y algo más alejada. En ella podemos ver que la urbanización Oromar ya está completamente terminada, que los locales comerciales que antes os comentaba se han levantado ya y que la separación entre la zona de costa y el pueblo de Oropesa está claramente definida. Hoy en día esta separación está muy difuminada, ya que donde antes había campos ahora hay urbanizaciones y chalets de tal modo que entre la playa y el pueblo (podéis verlo al fondo de la fotografía) tenemos un continuo de calles y edificios que antes era poco más que una carreterucha estrecha que pasaba bajo la vía del tren.

Fijándonos expresamente en la playa, podéis ver que a finales de los 80 seguía habiendo barcas sobre la arena de la playa y también unas camas elásticas en las que recuerdo haber brincado en más de una ocasión junto a mi hermano. Por la escasa cantidad de sombrillas y la posición de las sombras deduzco que la fotografía está tomada a principios de verano, pues en esta época la afluencia de gente a las playas de Oropesa ya era más que considerable en plena temporada alta (algo que se puede apreciar en la primera de las tres postales que hoy os ofrezco).

Por cierto, si conocéis Oropesa en la actualidad tal vez os hayan llamado la atención lo bajitas que eran las palmeras del paseo por aquellos tiempos y que donde ahora hay una serie de enormes urbanizaciones antes había un conjunto de árboles que escondían el camping Torrepaquita del que hoy sólo queda una singular edificación propiedad del dueño de dicho camping.

Comentar para finalizar que si bien el desarrollo urbanístico de Oropesa fue notable hasta este punto (finales de los 80) fue en la década de los 90 cuando esta tranquila localidad saltó a la fama y se produjo en ella una cantidad tan grande de cambios que en poco tiempo la aupó a los primeros puestos de popularidad del turismo nacional. Si cuando iba al colegio apenas nadie había oído hablar de Oropesa del mar, en los años del instituto raro era el que no había pasado unos días en esta localidad castellonense.

Nube sobre piedras

Ya conocéis esa extraña atracción que las nubes ejercen sobre mí. Vale que una nube no es más que vapor de agua, pero no me negaréis que hay ocasiones en las que estas toman unas formas espectaculares; y si a eso le unimos un paisaje salvaje, un día claro y una pizca de mar el resultado nunca puede ser malo.

Nube sobre piedras

Por cierto, os adelanto que a lo largo de esta semana os mostraré otro cielo; sólo que esta vez con unos colores radicalmente diferentes a los que capté en la imagen que aquí veis.

Peñíscola desde el castillo del Papa Luna

Hace unos días estuve en Peñíscola con mi chica y allí, como es tradición, visitamos el famoso castillo del Papa Luna; que además de ser sorprendente por sus dimensiones y estado de conservación, también tiene unas vistas espectaculares desde su parte superior.

Podemos dirigir la vista en dirección Sur y contemplar el puerto de la localidad así como el límite del litoral mediterráneo (Oropesa del Mar estaría en aquella zona del fondo que ya apenas se distingue por culpa de las nubes que había aquel día; pero en un día claro desde Oropesa se puede ver la elevación en la que se encuentra el castillo).

Peñíscola desde el castillo del papa Luna

Si rotamos la vista 180 grados podremos ver la playa de Peñíscola y esa montaña plagada de pequeños chalets tan típica de estas tierras levantinas.

Peñíscola desde el castillo del papa Luna

Una vez que haya pasado el verano tengo idea de ir recorriendo rincones mucho menos conocidos de la geografía castellonense; pero este breve paseo por Peñíscola fue un buen aperitivo para abrir mi «apetito de excursionista».

Thanks for reading!  ^__^

Alberto León y mis tiempos de «mountain biker»

A mediados de los 90 fui un fiel seguidor y practicante del mountain bike; justo en los inicios de este deporte en España. Una época durante la cual devoraba cualquier cosa que tuviera que ver con esta disciplina del ciclismo: mi casa estaba inundada de ejemplares de la revista BIKE, si había algún reportaje en TV allí estaba yo grabándolo en VHS para verlo una y otra vez y si me enteraba de que organizaban una competición de descenso cerca de donde yo estaba me acercaba a hacer fotos en primera fila.

Y aunque con el tiempo perdí prácticamente del todo la afición por este deporte, a día de hoy todavía me doy una vuelta de vez en cuando por los alrededores de Oropesa con la bicicleta que tengo allí.

Un momento para la reflexión

Puesto que han pasado ya unos cuantos años desde aquello, los corredores de entonces ya no compiten tomando otros el relevo de los veteranos John Tomac, Tinker Juarez, Juliana Furtado o Greg Herbold en el plano internacional y los hermanos Misser, Javier Notario (corredor de Alcalá), Óscar Saiz o Alberto León dentro de nuestras fronteras.

Precisamente sobre Alberto quería hablar brevemente en esta entrada, pues la noticia de su suicidio me impactó de lleno esta mañana al coger el periódico y ver la reseña en portada. Llevaba meses (puede que años) sin seguir el mundillo de la competición de mountain bike, pero si me pidieran que dijera el nombre de un corredor que recordara con especial cariño éste sería Alberto León.

De él recuerdo sus arriesgados descensos (no en vano era especialista de dicha disciplina aunque también hizo bastante cross-country), su simpatía, su maillot del equipo Coronas y su cercanía con la gente; ya que sin ir más lejos me firmó un autógrafo en el verano de 1994 durante una competición que se celebró en Oropesa del Mar.

Autógrafo de Alberto León en 1994

Actualmente no tengo ni idea de quién es el campeón del mundo de descenso o qué corredor lidera la copa de España; pero la imagen de Alberto León bajando a toda velocidad por las laderas del monte Bobalar es algo que no he olvidado durante estos quince años. Y al margen de los líos en los que pudiera o no estar metido Alberto en los últimos tiempos, la noticia de su muerte ha traído a mi memoria recuerdos de hace más de una década cuando raro era el día que no cogía mi bicicleta y me perdía por algún sendero sin más compañía que el canto de los pájaros.

Se hace camino al andar

Hasta siempre Alberto.

Excursión fotográfica a Villar del Olmo

Hoy salí de casa a las ocho de la mañana rumbo a Villar del Olmo (enlace a Google Maps) con mi cámara en el maletero y la idea de pasar unas horas haciendo fotos por allí.

Es algo que tenía planeado desde hace ya unos días, porque cuando atravesé el pueblo camino de la cercana localidad de Ambite enseguida me propuse hacer una excursión en la que pudiera retratar con calma algunos rincones de este lugar así como los campos que hay por sus alrededores.

Un rincón de Villar del Olmo

La paliza ha sido grande porque al final he vuelto a casa prácticamente a la hora de comer; y aunque ahora estoy cansado, con alguna que otra picadura de mosquito y los pies algo doloridos de caminar entre pedregales, reconozco que la experiencia de visitar un pueblo en el que se respira tranquilidad por todos sus rincones bien merece la pena.

Villar del Olmo

Mi idea era dividir la mañana en dos partes: visitar las calles del pueblo a primera hora para aprovechar la luz tan buena que hay a esas horas y ya un poco más tarde dirigirme a los montes que hay en los alrededores para poder hacer algunas fotografías de paisaje desde las alturas.

Así lo hice, de modo que las calles de Villar del Olmo fueron las primeras en verme. Unas calles en las que ni había nadie ni se escuchaba un sólo ruido a las nueve de la mañana y que me sorprendieron por la cantidad de toques de color (flores, remates en las fachadas, toldos…) que hay repartidos por todo el pueblo. También me pareció especialmente bonita la plaza del ayuntamiento, donde todo está limpio y cuidado.

Entre los detalles que llamaron mi atención, tal vez el más curioso sea el modo en que han pintado los marcos de la puerta y una de las ventanas en cierta vivienda, ya que nada más verla imaginé que ahí deben de vivir dos personas muy futboleras: una del Atlético de Madrid y la otra del F.C. Barcelona. No sé si tendré razón, pero os aseguro es una casa que llamará la atención de todo el que pase por delante.

Pero bueno, como siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras y ya os he aburrido bastante os dejo a continuación con las fotografías que tomé en las calles de Villar del Olmo para hablar después de la segunda parte de la excursión:

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Los alrededores del pueblo

Una vez recorridos muchos rincones del pueblo, a eso de las once me dirigí hacia los campos que lo rodean con idea de retratar desde alguna zona más o menos alta los paisajes del valle en el que está situado Villar del Olmo. Ahí es donde pasé calor de verdad, porque si bien en las calles se estaba bastante fresco, una vez que me metí entre viñedos, campos de patatas y senderos pedregosos empecé a sentir el peso del sol dándome de lleno en la espalda (y el de mi equipo fotográfico cuando el camino se empinaba).

Aun así disfruté mucho la subida al monte, trayendo de regreso a mi mente sensaciones e incluso olores (tengo una memoria olfativa prodigiosa) de las excursiones que hacía en Oropesa del Mar hace años al monte Bobalar y sus alrededores para poder disfrutar de las vistas de mi localidad de vacaciones. Parece mentira que con sólo dar un simple paseo por el campo uno pueda sentir tantas cosas agradables, pero por desgracia esto es algo que cuando se está acostumbrado al modo de vida en la ciudad se puede llegar a olvidar.

Al igual que antes, os dejo con unas imágenes que os contarán mejor que yo lo que vi por aquellos lugares:

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

De regreso a Alcalá

Y así terminó la mañana en Villar del Olmo. La hora de comer se acercaba y mi coche me estaba esperando junto a la carretera. Ya sólo me quedaba llegar hasta él, acomodarme detrás del volante y conducir hasta Alcalá después poco más de media hora de carreteras sinuosas.

Un rincón de Villar del Olmo

Como os decía al principio, llegué a casa bastante cansado pero contento por haber visitado un rincón de nuestra geografía que me llamaba bastante la atención desde hace tiempo. Ah, y no será la última excursión de este tipo; eso seguro… 😉

Volando aviones con Joe

Hacía tiempo (bastante, además) que no me lo pasaba tan bien cómo esta tarde. Ahora mismo me duelen los pies de correr entre pedregales, tengo un corte en un dedo de la mano derecha que me escuece bastante y he pasado más calor que si hubiera estado una semana en el Sahara; pero he de reconocer que lo que ahora os voy a contar ha merecido la pena y ha sido toda una experiencia.

Volando aviones en las cercanías del cerro del viso

Todo comenzó ayer, cuando Joe me llamó por teléfono a primera hora de la tarde para proponerme comprar un avión de aeromodelismo a medias y así comprobar qué tal se nos daba el tema. El caso es que me pareció una idea bastante buena, de modo que nos acercamos a una tienda especializada en estas cosas y salimos de allí con un modelo muy sencillo impulsado por un par de motores eléctricos y, se supone, bastante sencillo de manejar. Por cierto, hemos decido bautizarlo con el nombre de Diploya.

Volando aviones en las cercanías del cerro del viso

De vuelta a casa de Joe lo montamos en poco menos de una hora y dejamos las baterías cargando, lo que nos obligó a postergar al día de hoy el estreno del avión. Y claro, con lo deseosos que estábamos los dos de probar qué tal iba «nuestro nuevo juguete» nada más terminar de comer pusimos rumbo al Cerro del Viso con el avión en el maletero y un montón de dudas e hipótesis sobre su manejo.

En teoría teníamos muy claro lo que había que hacer para que el avión despegara, volara y aterrizara; pero pronto comprobaríamos que sobre el terreno las cosas no iban a ser tan sencillas.

Volando aviones en las cercanías del cerro del viso

Volando aviones en las cercanías del cerro del viso

El caso es que tras unos vuelos de prueba sin motores para ver si las alas y demás elementos aerodinámicos estaban más o menos equilibrados, comenzamos a degustar ese extraño sabor de controlar un aparato en el aire. Los vuelos iniciales fueron básicamente dando tumbos de un lado a otro, pero poco a poco parece que le fuimos cogiendo el truco de tal forma que al final logramos trazadas cada vez más elaboradas y acrobacias dignas de la patrulla águila (bueno, puede que esté exagerando un poco  xD ).

Volando aviones en las cercanías del cerro del viso

Volando aviones en las cercanías del cerro del viso

Guantes para fotografía por 2,45 euros

Las temperaturas han caído en picado estos días. Es algo que pude constatar por mí mismo cuando el pasado Lunes bajé a la calle a las nueve de la mañana con la cámara en la mano y pocos minutos después tenía los dedos casi insensibles y con un ligero hormigueo.

A la sombra

Sí; reconozco que eché en falta unos guantes. Pero claro, no muchos guantes sirven para fotografía: los de lana o de material acrílico harán que la cámara se nos escurra de las manos con facilidad y los típicos de nieve son tan gruesos que será muy complicado manejar cualquier control e incluso apretar el disparador. También tenemos la opción de los mitones, que son unos guantes con los que las puntas de los dedos quedan al aire; pero no son muy recomendables con temperaturas muy bajas porque al final son casi como no llevar nada. Tal vez unos de piel sean una buena opción porque abrigan más y proporcionan agarre, pero hay que tener en cuenta que son delicados y no conviene darles mucho trote si queremos que se conserven en buen estado…

Para paliar esto, Lowepro tiene unos guantes en su catálogo que se adaptan perfectamente a estas situaciones, pues se trata de un modelo de material sintético cuyas palmas están recubiertas de unos puntos de goma que nos permitirán agarrar la cámara con seguridad a la vez que mantendremos el suficiente tacto como para manejar los controles de la misma sin problemas.

¿Cuál es el inconveniente? Pues que los dichosos guantes tienen un precio de casi 40 eurazos. Por suerte estas cosas no son exclusivas de la fotografía; sino que son empleados desde hace tiempo en actividades como la pesca o la caza para el manejo de los aparejos asociados a estas especialidades. De hecho hace unos años vi guantes como estos en las extintas tiendas Ventisca, pero desgraciadamente nunca me dio por hacerme con unos.

El caso es que si no queréis gastaros una pasta en los guantes de Lowepro tenéis una opción mucho más económica pero casi igual de funcional; y es que precisamente ayer por la mañana me acerqué a la tienda Decathlon de Alcalá de Henares en busca de algunos guantes que pudieran servirme para la cámara de fotos y me lleve la sorpresa de encontrarme unos con las mismas características de los Lowepro pero de una marca propia de Decathlon, por lo que su precio era mucho más bajo: concretamente 2,45 €. ¡¡Por lo que cuestan los Lowepro te puedes comprar quince pares de estos!!

Esta claro que por la diferencia de precio alguna diferencia habrá entre unos y otros; pero si vamos a lo práctico (una actitud siempre recomendable) podemos hacernos con dos pares de guantes de Decathlon y gastarnos los más de treinta euros restantes en hacer una excursión en la que hacer fotografías inolvidables.

Por supuesto, los estuve probando un rato y me dejaron bastante contento: las manos permanecen calientes, la cámara se sujeta sin problemas (aunque siempre conviene recordar la importancia de colocarse la correa al cuello o enrollada en la muñeca para evitar disgustos) y se pueden accionar con facilidad incluso los controles más pequeños sin ninguna dificultad.

Por cierto, si os queréis hacer con unos os comento que en Decathlon no están en la sección de ropa de montaña (donde suelen estar la inmensa mayoría de guantes) sino en la sección de caza y pesca. Cuando fui ayer quedaban muy pocos pares, pero supongo que repondrán en breve, pues no se trata de una oferta sino que lo que me costaron a mí es su precio de venta habitual. Por cierto, son de talla única, ya que son elásticos.

En definitiva, si estáis buscando unos guantes para que no se os queden las manos heladas cuando vayáis de safari fotográfico en invierno creo que estos de Decathlon pueden ser una opción interesante sobre todo por su buena relación calidad / precio.