El pasado de Oropesa en postales (VIII)

Con la de hoy, y coincidiendo precisamente con el final de año, quería poner un punto y seguido a estas entradas que nos muestran el aspecto de Oropesa del mar tiempo atrás con ayuda de postales que he encontrado por mi casa. Y digo punto y seguido porque aunque la idea ha sido un éxito tanto para vosotros como lectores como para mí mismo a la hora de escribirlas, por el momento me he quedado sin más material gráfico que mostraros, de modo que ahora comienza una búsqueda por mi parte en la que espero recopilar más postales para poder compartirlas en un futuro por aquí.

Como no podía ser de otro modo, vamos a echar un vistazo a dos imágenes de la zona de la playa de La concha, pues ya sabéis que este ha sido durante toda mi vida el lugar donde he pasado mis vacaciones de verano.

Avenida de Columbretes. 1995

Avenida de Columbretes. 1995

En la primera de las postales podemos ver la avenida de Columbretes desde un punto de vista elevado. En ella aparece en primer plano el hotel Neptuno a la derecha y la plaza de París a la izquierda (ya con su actual configuración). Podemos ver que en la acera ya desde entonces (y mucho antes) aparcaban los autocares que traían a los turistas a esta zona de Oropesa y que en aquellos años lo de la «zona azul» todavía ni se les pasaba por la cabeza a los concejales del ayuntamiento. La tienda pintada de color blanco en los bajos del edificio de de fachada marrón claro era una de aquellas novedosas tiendas de veinte duros y actualmente un negocio de alquiler de bicicletas que ha surgido a raíz de la popularidad de la vía verde.

La urbanización Oromar aparece completamente terminada y detrás de ella se ve con claridad el supermercado del camping Torepaquita donde mis padres hacían la compra todas las tardes por aquella época. Hoy en día ese supermercado ha desaparecido y en su lugar hay una urbanización de doce pisos con piscina en la azotea.

Comentar también que discurriendo en paralelo a la propia avenida podéis ver un canal de aguas pluviales que hoy en día está tapado con una rejilla metálica. Actualmente no se concibe que una estructura de este tipo esté expuesta a que pueda caer en su interior cualquier persona que camine despistada por la calle (aunque recuerdo que estaba delimitado por una pequeña barandilla metálica) pero en aquellos años la seguridad no era un concepto tan tenido en cuenta como lo es ahora en cualquier infraestructura pública o privada.

Sea como sea os diré que ese canal de aguas pluviales se construyó para evitar las inundaciones de la avenida de columbretes en época de lluvias torrenciales (la famosa «gota fría» del mes de septiembre) porque cada vez que ocurría se inundaban locales comerciales, trasteros y garajes. El canal no evitó esto por completo porque cuando llueve mucho y el agua se pone a nivel no hay canal que la encauce; pero al menos hizo que el desastre no ocurriera con la frecuencia de antaño porque para que se salga de ahí tiene que caer mucha agua en muy poco tiempo.

En cualquier caso, yo, que trabajo en el mundo de las aguas, se muy bien que cuando el agua busca su camino no hay canal ni dique que la pare porque de un modo u otro acaba fluyendo por su cauce natural; y precisamente la avenida de Columbretes es la continuación de una rambla que baja desde la montaña y que actualmente podéis ver entre el pueblo y los campos de los que os hablaba en la entrada anterior. Del mismo modo, el río Chinchilla es un río aparentemente seco que recoge el agua que cae por las montañas que hay detrás de Oropesa y cuando allí hay tormentas fuertes su cauce puede crecer espectacularmente en cuestión de minutos.

Vamos a ver ahora la segunda imagen, que corresponde también a la playa de La concha y en la que podemos ver una vista muy parecida a la que se puede observar hoy desde lo alto del hotel Neptuno (que es desde donde parece estar hecha esta postal).

Plaza de París y playa de la concha. 1995

Plaza de París y playa de la concha. 1995

Como podéis ver, pese a estar en 1995 el paseo todavía tenía las piedras blancas y las losas rojizas de los años 80. No tardarían mucho en levantarlo por completo durante un invierno y sustituir esas piedras por un muro completo de color marrón así como cambiar el suelo por las baldosas blancas y azules que podemos ver hoy en día; pero básicamente su apariencia era la misma que tenía a finales de los 70.

En zonas más alejadas podemos ver que el puerto deportivo también estaba ya terminado y por la montaña empezaban a surgir ya multitud de chalets; si bien todavía se edificarían muchos más durante los diez años siguientes.

A modo de curiosidad, encima de la montaña que hay sobre el puerto deportivo, en la misma zona que fue afectada hace unos años por un voraz incendio forestal, existe hoy en día un radar de movimientos migratorios de aves y que podéis ver si os detenéis en el conocido mirador de El balcó.

Por lo demás, podemos apreciar que en la playa ya están presentes los famosos patines de colores, que las papeleras seguían siendo todas azules, que las sombrillas de alquiler estaban todas dispuestas a acoger a multitud de turistas y que las palmeras del paseo ya iban tomando altura.

Un litoral el que se ve en esta última imagen más parecido ya a lo que nos encontraremos hoy en día si pasáis por Oropesa del mar; y es que gracias a las postales que tenía por mi casa vosotros habéis podido ver cómo era esta localidad hace unos cuantos años y yo he disfrutado recordando lugares y anécdotas de cuando no era más que un niño.

Como os decía al principio de este artículo, a partir de ahora trataré de buscar más material gráfico con el que seguir con esta serie de entradas que tanto he disfrutado; de modo que espero sorprenderos dentro de algún tiempo con más vistas de la Oropesa que conocí siendo apenas un niño o que incluso ni siquiera llegué a conocer.

¡Un saludo y gracias por leerme!

El pasado de Oropesa en postales (VII)

Las de hoy son dos postales que, como todas las demás, muestran a Oropesa del mar; pero en esta ocasión no lo hacen desde sus costas sino desde lugares algo más elevados.

Torre de la iglesia parroquial. Aprox 1990

Torre de la iglesia parroquial. Aprox 1990

La primera de ellas está hecha en la explanada del castillo del pueblo y en ella se puede ver en primer término la torre de la iglesia parroquial. Por los edificios que aparecen en la imagen (o más bien por la abundante vegetación que todavía se aprecia) podemos fechar la fotografía hacia 1990.

Como os digo, en esta imagen podéis apreciar que todavía faltaban muchos edificios por construir hasta configurar el actual paisaje urbano de Oropesa y es que, como ya os dije en una entrada anterior, antes del boom de Oropesa como lugar turístico de vacaciones existía una clara separación entre lo que es el pueblo y la zona de la costa. Esta delimitación consiste en toda esa franja de campos y arboledas que rodea a las pequeñas casas del núcleo urbano de la que actualmente poca cosa queda.

Si os fijáis bien podréis distinguir la montañeta de San José prácticamente despejada de chalets así como la ausencia casi total de edificaciones en la avenida de Columbretes. Por otra parte, comentar también que esa espesa arboleda que se ve en la parte derecha de la postal hoy en día son hileras de chalets; los cuales están inacabados en algunos casos porque el estallido de la burbuja inmobiliaria les pilló mientras colocaban los ladrillos. En cualquier caso, vamos a observar un poco mejor esa zona con ayuda de la siguiente imagen.

Vista aérea del pueblo de Oropesa. 1996

Vista aérea del pueblo de Oropesa. 1996

En la segunda postal vemos una panorámica de Oropesa que no sé bien si está captada desde un avión o directamente desde las montañas que hay hacia el interior y que separan Oropesa y Cabanes.

Fijándonos en la parte derecha de la imagen podéis ver que en 1996 seguía habiendo una gran cantidad de tierras de cultivo en las inmediaciones de Oropesa, aunque a día de hoy toda esa extensión de terreno ha visto florecer los chalets adosados a los que me refería antes y entre los cuales todavía se puede encontrar algún pequeño campo de almendros que resiste estoicamente al invasor.

Tengo muy buenos recuerdos de aquellos campos, pues discurrían entre ellos multitud de caminos de tierra que recorría tarde tras tarde con mi bicicleta de montaña. Cada día trataba de buscar un nuevo rincón, una senda que me llevara un poco más lejos, un poco más alto… y así, poco a poco, acabé por conocer esa zona de Oropesa como la palma de mi mano.

Hoy en día todo aquello está irreconocible si los recuerdos de uno viven todavía en aquella época; pero por suerte aun quedan rincones que no han cambiado en estos últimos 20 años y a veces, cuando tengo ocasión, me acerco a ellos para recordar aquellos largos paseos en bici bajo el sol.

El pasado de Oropesa en postales (III)

Ya que en la entrada anterior estuvimos hablando de la playa de La Concha, vamos a continuar hoy viendo postales antiguas de esa zona de Oropesa del mar, pues además de que me siento muy unido a ella, es de la que más material gráfico dispongo.

De las tres postales que hoy quiero compartir con vosotros la que tenéis a continuación es la que más me gusta por ser la que más elementos muestra haciéndolo además mediante el empleo de una vista aérea.

Playa de la concha. Aprox 1985

Playa de la concha. Aprox 1985

Vamos a ir fijándonos poco a poco en los diversos elementos que aparecen en la imagen como el entonces inexistente puerto deportivo que no se construyó hasta 1992. Al no existir dicha infraestructura, la carretera que discurre paralela a la costa terminaba a la par que la propia playa de La Concha, de modo que el acceso a las calas que hay después era muy complejo.

De hecho, por aquellos tiempos no existía la actual ley de costas y nada impedía al dueño de un chalet construido junto al mar, cercar un buen trozo de playa (cuando no la playa entera) y disfrutar de ella como si de un jardín particular se tratara.

Esto mismo es lo que ocurrió en Oropesa con la cala Retor, que fue puesta a disposición del público cuando la ley de costas prohibió expresamente las playas privadas y que anteriormente formaba parte del chalet que Luis García Berlanga tenía allí. Chalet que actualmente pertenece a otras personas pero que sigue siendo digno de admirar tanto por su tamaño como por su especial ubicación.

Como os decía, entre que el acceso era complejo (podéis ver que un saliente de la montaña se sumergía directamente en el mar aislando la zona posterior a él) y que la cala era propiedad de Berlanga, durante muchos años nadie ajeno a aquel chalet pudo poner un pie en esa extensión de arena.

Por cierto, aprovecho que estamos hablando de este tema para aclarar una cosa que mucha gente confunde: el chalet que fue de Luis García Berlanga no es ese construido directamente sobre el peñasco que se adentra en el mar, sino uno que hay metido entre la maleza justo a la izquierda cuando se empieza a bajar la cuesta que da al puerto deportivo. De hecho, para clarificar el tema os voy a poner un enlace a Google Street View donde podéis ver la puerta de madera que da acceso al chalet que fue propiedad de Berlanga (en la parte derecha) y la verja negra de entrada al chalet que hay sobre las rocas al que me refería antes (en la parte izquierda). Como veis son dos construcciones que nada tienen que ver la una con la otra.

Volviendo a los elementos distintivos del paisaje, podemos apreciar también la antigua línea férrea paralela a la costa que actualmente es el trazado de la famosa «via verde» que une las localidades de Oropesa y Benicassim. Cuando se construyó el nuevo trazado del ferrocarril se optó por aprovechar el antiguo itinerario para dar lugar a un paseo que recorren miles de personas cada verano.

Llama la atención también en esta época la escasez de edificios más allá de la urbanización Mediterráneo, ya que actualmente se trata de una zona llena de construcciones a cada cual de mayor altura. De hecho, aunque ya se aprecia en esta postal, luego veremos que incluso la urbanización Oromar (una de las más antiguas de la zona) todavía tenía alguno de sus edificios en construcción.

Del mismo modo, se echan en falta en primer plano dos de los edificios que hoy en día ya forman parte del paisaje urbanístico de Oropesa: el hotel Neptuno y la oficina de turismo. Lo que sí que ha permanecido invariable durante todos estos años es el camping Voramar que sigue funcionando rodeado de edificios. De hecho es el único camping que no se ha rendido a día de hoy en esta zona, ya que el resto fueron vendidos hace ya unos años para levantar gigantescos edificios en sus terrenos.

Pero bueno, una vez repasada esta «vista general» vamos a centrarnos en una postal particularmente curiosa:

Playa de la concha. Urbanización Oromar. Aprox 1985

Playa de la concha. Urbanización Oromar. Aprox 1985

Esta postal de la playa de La Concha tiene la particularidad de que está editada por LUBASA, que es la empresa que construyó la urbanización protagonista de la imagen así como muchas otras infraestructuras de la provincia de Castellón. Si mal no recuerdo, esta postal la regalaban en la oficina que gestionaba la venta de los apartamentos que se estaban construyendo en ese momento (de ahí que aparezca parte de la urbanización en obras) y de ahí que no aparezca el escudo de Oropesa sino el propio logo de la empresa constructora.

En la postal podemos ver una extensión de terreno delante de la urbanización donde unos años después se construirían una serie de locales comerciales que a día de hoy siguen en funcionamiento. Uno de esos locales (que hoy en día es un restaurante) era un salón recreativo llamado Orpesa jocs propiedad del padre de un amigo de la infancia donde solíamos ir a jugar muchas tardes de verano. Más allá de la urbanización casi todo eran campos de almendros, si bien esto lo veremos con más detenimiento en la tercera postal de esta entrada.

Por último, si os fijáis bien, la actual plaza de París ya tenía su forma definida, aunque en 1985 ni se llamaba plaza de París ni tenía los bancos que la caracterizan no siendo más que una simple plazoleta con sauces en su interior.

Playa de la concha. Finales años 80

Playa de la concha. Finales años 80

En esta tercera postal tenemos una vista similar a la anterior, sólo que unos años más tarde y algo más alejada. En ella podemos ver que la urbanización Oromar ya está completamente terminada, que los locales comerciales que antes os comentaba se han levantado ya y que la separación entre la zona de costa y el pueblo de Oropesa está claramente definida. Hoy en día esta separación está muy difuminada, ya que donde antes había campos ahora hay urbanizaciones y chalets de tal modo que entre la playa y el pueblo (podéis verlo al fondo de la fotografía) tenemos un continuo de calles y edificios que antes era poco más que una carreterucha estrecha que pasaba bajo la vía del tren.

Fijándonos expresamente en la playa, podéis ver que a finales de los 80 seguía habiendo barcas sobre la arena de la playa y también unas camas elásticas en las que recuerdo haber brincado en más de una ocasión junto a mi hermano. Por la escasa cantidad de sombrillas y la posición de las sombras deduzco que la fotografía está tomada a principios de verano, pues en esta época la afluencia de gente a las playas de Oropesa ya era más que considerable en plena temporada alta (algo que se puede apreciar en la primera de las tres postales que hoy os ofrezco).

Por cierto, si conocéis Oropesa en la actualidad tal vez os hayan llamado la atención lo bajitas que eran las palmeras del paseo por aquellos tiempos y que donde ahora hay una serie de enormes urbanizaciones antes había un conjunto de árboles que escondían el camping Torrepaquita del que hoy sólo queda una singular edificación propiedad del dueño de dicho camping.

Comentar para finalizar que si bien el desarrollo urbanístico de Oropesa fue notable hasta este punto (finales de los 80) fue en la década de los 90 cuando esta tranquila localidad saltó a la fama y se produjo en ella una cantidad tan grande de cambios que en poco tiempo la aupó a los primeros puestos de popularidad del turismo nacional. Si cuando iba al colegio apenas nadie había oído hablar de Oropesa del mar, en los años del instituto raro era el que no había pasado unos días en esta localidad castellonense.

Rincones: Morella (Castellón)

Morella era desde hace tiempo un lugar que tanto mi novia como yo teníamos ganas de visitar: a ella porque le encantan los castillos y a mí porque me gusta divisar las ciudades desde las alturas y observarlas casi como si de una maqueta se tratase.

Morella

Además de esto, en Morella nos encontramos calles soportaladas llenas de encanto, comercios con un sabor añejo cada vez menos frecuente, gente de todas las nacionalidades, edificios singulares, calles empedradas y, en definitiva, un montón de rincones dignos de ser retratados en forma de fotografía, que es precisamente lo que he tratado de hacer en esta entrada.

Morella

Morella

Morella

Morella

Morella

Morella

Morella

Morella

Morella

Morella

Morella

Morella

Morella

Lo que me han recomendado ahora es visitar la ciudad por la noche y contemplar desde lo lejos la iluminación de sus murallas. En caso de que un día me anime prometo que llevaré el trípode para poder compartir esa vista con vosotros, pues estoy seguro de que merecerá la pena.

¡Un saludo desde las tierras de Levante!

Rincones: Benicassim (centro urbano)

Benicassim es la localidad que limita al sur con Oropesa, de modo que plantarme en su casco urbano me lleva poco más de cinco minutos. Se trata de un lugar muy conocido por el festival que lleva celebrándose allí desde hace casi dos décadas, pero también por ser un lugar de veraneo que combina belleza y tranquilidad.

Colores

Benicassim tiene una extensión bastante amplia y muchos contrastes entre unas zonas y otras, por lo que para esta primera entrega me he centrado en la zona centro (alejada de la playa y con unas cuantas décadas en sus esquinas) en la que se mezclan viviendas muy coloristas con otras mucho más antiguas y algunas fachadas de cristal que reflejan el entorno dando lugar a imágenes muy vistosas.

Hogar

Años

Las zonas de reciente construcción de los pueblos que voy visitando me suelen dejar muy indiferente (lo siento por los arquitectos que realizarán sus proyectos con la ilusión de que la gente se fije en sus edificios) pero a cambio, cuando me encuentro con una casa de más de un siglo de antigüedad y observo en ella detalles que delatan el paso del tiempo no puedo evitar maravillarme y detenerme unos instantes a contemplarla.

Espejo

Calle

Otro día me acercaré a zonas más costeras, donde el mar domina el paisaje y a sus orillas existen unas villas señoriales (hoy abandonadas casi todas ellas) que son dignas de retratar; pero quería hoy dejar constancia en esta especie de «diario de viaje» de unas calles que para mí tienen un encanto especial.

Rincones de Oropesa (II)

Más allá de los balnearios de agua marina, las playas abarrotadas y las colas esperando mesa en los restaurantes hay una Oropesa tranquila que acoge con cariño al caminante que disfruta contemplando sus rincones.

La Oropesa tranquila

Calles desiertas, casas vacías, vehículos de épocas pasadas, puertas tras las que sólo se escucha el sonido del televisor a la hora del telediario… Elementos de la Oropesa que siempre quise disfrutar y que ahora aprovecho para retratar siempre que tengo ocasión.

La Oropesa tranquila

Citroen Mehari

Vertical

La Oropesa tranquila

Motocarro

Fachadas

Rincones: Vilafamés

Introducción

Si seguís con cierta asiduidad este blog sabréis que desde el mes de Mayo estoy viviendo en Oropesa del Mar. El que siempre fue mi lugar de vacaciones ahora es mi residencia habitual y la localidad en la que trabajo; y es por ello que desde hace una temporada lo que publicó por aquí siempre tiene como trasfondo estas tierras mediterráneas.

El final del verano

El verano es una época de mucho trabajo en la que apenas me he movido de aquí. De hecho, en los cuatro meses que llevo aquí sólo me he acercado a Alcalá en dos ocasiones (y fue en el mes de Junio) y aunque es cierto que ahora que llega la temporada baja me prodigaré más por allí, también es el momento de dar comienzo a un proyecto personal que tenía en mente desde hace bastante tiempo; exactamente desde que supe que mi futuro laboral estaba ligado a este lugar.

Castellón es una de las provincias más desconocidas de España; y es que aunque a todo el mundo le suenan lugares como Peñíscola, Benicassim, Benicaló o la propia Oropesa, poca gente ha escuchado siquiera el nombre de muchos municipios de la parte interior. De ahí que en su momento se me ocurriera la idea de recorrer algunos de esos pueblos cámara en mano con intención de retratarlos desde mi propio punto de vista perdiéndome por sus rincones en algunos fines de semana que no me acerque a Madrid para ver a mi gente.

Autopista hacia el cielo

Excursión fotográfica a Vilafamés

Pues bien, precisamente hoy he realizado la primera de estas excursiones fotográficas (parecida a aquellas que hice en su día por algunos municipios de Guadalajara) en la que he visitado la localidad de Vilafamés; situada en las cercanías de Cabanes y cuyo principal atractivo es que está emplazada en la ladera de una montaña y en su parte más alta cuenta con un pintoresco castillo y una iglesia que ofrecen unas vistas impresionantes a quien se anime a ascender por sus escarpadas y enrevesadas calles.

Vilafamés (10/09/2011)

Vilafamés (10/09/2011)

Vilafamés (10/09/2011)

Vilafamés es un pueblo donde sus vecinos se levantan con el canto del gallo, donde puedes encontrarte en sus calles tractores y coches de épocas pasadas, donde hay casas asomadas a miradores infinitos y rincones por los que no han pasado las últimas décadas.

Vilafamés (10/09/2011)

Vilafamés (10/09/2011)

Vilafamés (10/09/2011)

Un pueblo de flores en las puertas, de farolillos en las calles y de ropas tendidas a la vista de todos. Un lugar que nos recuerda constantemente su pasado y que recibe al visitante con fachadas imposibles y un entramado de tejados que incita a sacar la cámara y plasmarlo en forma de fotografías.

Vilafamés (10/09/2011)

Vilafamés (10/09/2011)

Vilafamés (10/09/2011)

Vilafamés (10/09/2011)

Vilafamés (10/09/2011)

Vilafamés (10/09/2011)

Vilafamés (10/09/2011)

Vilafamés (10/09/2011)

Todavía no sé dónde ni cuándo será la próxima excursión; pero cuando miro el mapa de la provincia me doy cuenta de que tengo muchos destinos por visitar y muchas fotos por hacer, de modo que de vez en cuando veréis aparecer por aquí imágenes captadas en algunos rincones poco conocidos entre Valencia y Tarragona.

¡Gracias por leerme!

Cremá de San Juan 2011 en Oropesa del Mar

Aunque desde la noche de San Juan y sus hogueras han pasado ya unos cuantos días, no ha sido hasta este fin de semana cuando me he puesto manos a la obra para sacar de la cámara las últimas fotografías realizadas (entre ellas las de aquella fecha) y fruto de ello son las imágenes que ilustran esta entrada.

Cremá Oropesa 2011

Cremá Oropesa 2011

No sé si habréis ido alguna vez a una cremá; pero si no es así os adelanto que no es tan agradable como pudiera parecer viendo las típicas imágenes de las fallas de Valencia en televisión: nada más prender el ninot, las columnas de fuego hacen que el aire en las primeras filas se haga irrespirable por la elevada temperatura.

Cremá Oropesa 2011

Cremá Oropesa 2011

Cremá Oropesa 2011

Cremá Oropesa 2011

Además, segundos después todo el público presente descubre que las pavesas incandescentes que ascienden con la columna de humo aterrizan sobre su ropa y sus cabezas de tal modo que alguno huye despavorido de allí.

Cremá Oropesa 2011

Cremá Oropesa 2011

Nunca me acostumbraré a que una figura en la que hay invertidas muchas horas de trabajo (y unos cuantos miles de euros) acabe siendo pasto de las llamas en apenas unos minutos; pero ya que tenía ocasión de asistir, quise conservar para siempre en forma de imágenes un recuerdo fugaz convertido en ceniza.

Al menos espero que os hayan gustado las imágenes de aquella noche.

El cine Capitol de Oropesa del Mar

El cine es algo que pasó a la historia en Oropesa del Mar: si en tiempos hubo tres salas en la localidad, a finales de la década pasada todas ellas cerraron sus puertas prácticamente a la vez de modo que actualmente para ver una película en pantalla grande no queda más remedio que poner rumbo a Castellón.

Ya os hablé hace unos meses del cine L’atall; y aunque reconozco que no era especialmente asiduo al que hoy vamos a ver, me gustaría hacer referencia al Capitol por ser éste el más conocido de los tres que había por aquí.

Cine Capitol

El cine Capitol de Oropesa del Mar estaba emplazado en un edificio con muchas décadas a sus espaldas (me atrevería a decir que es de finales del sigo XIX o principios del XX) que actualmente está en muy buen estado de conservación y muestra un frontal que se ve a menudo por estas tierras y que a mí particularmente siempre me ha llamado mucho la atención.

Este edificio se encuentra en la calle principal del pueblo (la avenida de la Estación) y supongo que si no fuera porque estamos en un mal momento para la construcción, alguna empresa ya hubiera aprovechado el inmueble para echar a andar algún negocio o similar porque, como podéis imaginar, tiene bastantes metros cuadrados y está situado en un lugar muy céntrico (se me ocurre que es perfecto para una sucursal bancaria).

Si hoy en día os dais una vuelta por los alrededores, todavía podréis ver la puerta que cumplía funciones de «salida de urgencia», la característica forma de la taquilla del cine (ahora tapiada con ladrillos), el rótulo luminoso… Elementos cotidianos que he tratado de captar en el trío de imágenes que acompañan a este artículo.

Cine Capitol

Si mis recuerdos no están muy distorsionados por el paso del tiempo, en el cine Capitol había una terraza de verano donde una vez vi con mi amigo Tomás la película «dos policías rebeldes» así como una sala cubierta donde los vecinos de Oropesa podían ver películas durante el invierno. Sala que yo, en aquellos tiempos, nunca caté porque, a diferencia de ahora, sólo pasaba aquí los veranos.

Cine Capitol

De cualquier modo siento no poder contaros mucho más sobre el Capitol porque, como os contaba antes, apenas fui un par de veces a esta sala de cine; siendo una que había mucho más cerca de mi casa la que más frecuentaba y de la que me gustaría hablaros en la próxima entrada.

Rincones de Oropesa (I)

Como casi todas las localidades costeras del mediterráneo, Oropesa del Mar tiene una parte eminentemente turística (apartamentos en las cercanías de sus playas) y otra muy diferente que es el pueblo como tal.

El pueblo de Oropesa

En muchas ocasiones os he mostrado imágenes de la zona costera ya sea del mar, de las rocas, de la arena de la playa… Y la verdad es que si bien en el pasado había ido por el pueblo en multitud de ocasiones, es ahora cuando lo estoy «descubriendo» de verdad y apreciando muchos de sus rincones.

El pueblo de Oropesa

Lo que hoy os muestro son tres fotografías tomadas en una zona muy concreta; pero ya tengo en mente otras partes de la localidad que también me gustaría ir mostrándoos por aquí; así que ya os iréis familiarizando con este lugar de Castellón.

El pueblo de Oropesa

Estos rincones podrán tener más o menos encanto; pero cada uno de ellos nos cuenta una historia que merece la pena escuchar.

On the run

Vivir en una localidad costera donde fuera de temporada apenas hay gente es la mejor manera de darte cuenta de que las ciudades están gobernadas por las prisas, los atascos y el minutero del reloj.

On the run

Oropesa del Mar es todavía a estas alturas del año un lugar en el que puedes ir a hacer la compra y estar tú sólo en el supermercado, pasear por la playa a las ocho de la tarde y no cruzarte con nadie pese a que ya hace el suficiente calor como para ir con los pies metidos en el agua, conducir relajadamente para ir a cualquier lugar, poner la música en casa y subir el volumen hasta que retumben las paredes porque sencillamente no hay vecinos a los que molestar…

Muchos de nosotros entendemos el estés de la ciudad como algo natural; pero en realidad es todo lo contrario. Y si bien no es menos cierto que en breve llegará como cada año el mes de Julio con sus hordas de veraneantes y los restaurantes llenos a rebosar; aquí de momento sólo se respira paz y tranquilidad.

Hora de la siesta

Contrastes urbanos

En muchas localidades uno se encuentra con contrastes urbanos muy marcados, ya que con caminar apenas un par de calles puedes pasar de dar con un enjambre de terrazas como éste…

Colmena

…a disfrutar de unas casas bajas con un encanto que las viviendas actuales no poseen.

Cuesta arriba (o cuesta abajo)

Los contrastes del progreso; tan bellos como sorprendentes.

Los recuerdos del L’Atall

Durante los días que pasé recientemente en Oropesa del Mar hubo una tarde en la que me puse a caminar hasta llegar al inicio del camino L’Atall». Allí, a apenas unos metros del nuevo centro médico recién inaugurado distinguí un edificio que me transportó a aquellos años en los que compartía mañanas, tardes y noches de verano con mis amigos y que tan atrás parecen haber quedado ya.

Cine L'Atall

El cine L’Atall cerró hace ya varios años y daba por hecho que habría sido derribado para construir en su lugar algún edificio de apartamentos como ha ocurrido con buena parte de los terrenos que rodean a esta localidad castellonense. Desde principios de los 90, el perfil de esta zona costera ha cambiado radicalmente y ya nadie se extraña si de un año para otro ha aparecido alguna nueva mole de ladrillos en cualquier lugar.

En Oropesa llegó a haber tres salas de cine por aquellas épocas. Bueno, llamarlas salas no es del todo correcto porque en realidad dos de ellas eran terrazas al aire libre y la tercera (situada muy cerca de la plaza del pueblo) añadía una zona cerrada que se utilizaba durante el invierno. En aquellos cines vi varias películas de la época con mis amigos, pero de la sesión que más recuerdos guardo fue la de aquella noche de 1990 en la que fuimos a ver La Sirenita precisamente en ese cine que podéis ver en la foto de ahí arriba.

A nuestras edades (yo tenía 10 años por aquel entonces) jamás se nos hubiera ocurrido ir caminando en plena noche por el borde de la carretera que sale del pueblo hasta alcanzar esa verja metálica que franquea la entrada al recinto, de modo que la madre de una de las chicas de la pandilla se ofreció a llevarnos en coche, metiéndonos un total de ocho personas en un Seat Ibiza de la época. Una vez allí, salimos a presión de aquel coche, vimos la película y al término de la misma volvimos a repetir la maniobra de acoplamiento para poder entrar todos en aquel coche tan pequeño. Y menos mal que eramos todos bastante delgados y no excesivamente altos, porque si no a alguno le hubiera tocado ir en el maletero.

De la película la verdad es que no recuerdo gran cosa; pero sí que ha vuelto varias veces a mi memoria aquella sensación tan aventurera que suponía ir al cine L’Atall. Aquella noche fue la última vez que vi una película sentado en sus butacas porque en los años posteriores los integrantes de aquella pandilla fuimos separándonos poco a poco y cuando quise darme cuenta me enteré de que el cine había cerrado sus puertas.

Por eso me sorprendió tanto descubrir que, pese a tener sus puertas ocultas bajo gruesos tablones de madera y ver crecer las hierbas sin control en la explanada donde la gente hacía cola para comprar las entradas, el edificio estaba prácticamente intacto.

Mirándolo detenidamente me pareció volver a aquellos años locos donde cada pequeña experiencia que se saliera de lo normal era para nosotros toda una hazaña; y os aseguro que sentir algo así, aunque sólo sea por un segundo, es algo muy grande.

Detalles de la Alcalá que nunca conocí

Si habéis pasado alguna vez por la sección del blog titulada Alcalá de Henares ayer y hoy sabréis que no hace tantos años se podían ver en la ciudad carromatos tirados por caballos que se usaban para repartir tinajas de vino o cualquier otra mercancía por los comercios de la época. Se podría decir que eran los antecesores de las actuales furgonetas de transporte; y aunque os pueda parecer algo lejano y remoto, dando una vuelta con los ojos bien abiertos por la calle Mayor podréis encontrar algunos detalles que prueban esto que os digo.

Columnas y dragones

Yo llegué aquí en 1984, por lo que la ciudad ya tenía un aspecto bastante similar al actual. Es verdad que se han remodelado muchas cosas en los últimos años y que algunas zonas concretas están irreconocibles, pero a mediados de los ochenta los niños ya no jugaban en las calles porque los coches eran los dueños del asfalto y la plaza de Cervantes tenía un aspecto prácticamente igual al de hoy. Por suerte o por desgracia, por aquellos años Alcalá había dejado de ser la pequeña y tranquila localidad llena de huertas en el extrarradio porque a finales de los setenta experimentó un rápido crecimiento en su población así como una considerable industrialización.

Aparcamiento de caballos

Sin embargo, cuando descubro algún pequeño detalle que me traslada directamente a esa Alcalá de hace varias décadas (como esa anilla oxidada donde el jinete podía atar a su caballo mientras jugaba una partida de cartas en el bar de turno) no puedo evitar esbozar una sonrisa y pensar que tengo suerte de vivir en una ciudad llena de rincones especiales.

Inicio de año rural y fotográfico

Hace muchísimo tiempo que no voy a una de esas fiestas de fin de año que se suelen organizar en la inmensa mayoría de discotecas y bares de copas que hay repartidos por todo el país. De hecho, siempre he pensado que es la peor noche del año para salir porque todo está lleno de gente y porque pagar 60 eurazos de entrada para luego tomarme apenas una Heineken y una Coca-cola no me sale muy a cuenta, la verdad.

Pues bien, hace apenas unos días mi hermano, mi hermana, su novio y yo nos pusimos a pensar en un «plan alternativo» para darle la bienvenida al año nuevo sin agobios y al final decidimos algo tan simple como pasar la noche en una casa que los padres de Joe tienen en un pueblecito de la comunidad de Madrid llamado Redueña.

Recicla y vencerás

Cartel navideño de 2008 reciclado ya un par de veces a base de cinta aislante

La cosa era muy sencilla: pasar la noche jugando al Wii Sports (la única razón para poseer una Wii; al menos para mi gusto), al Trivial Pursuit y de charla mientras tomábamos algo fresquito y nos quitábamos de aglomeraciones, ruidos y demás. Y eso hicimos hasta que a las cinco de la mañana decidimos irnos a dormir en vista de que el sueño empezaba a hacer acto de presencia entre nosotros.

Eso sí, ni mis hermanos ni Joe entiendieron el plan que tenía pensado para la primera hora del día siguiente: despertarme temprano y marcharme a hacer fotos por el pueblo retratando las primeras luces del 2010. Por lo tanto, y pese a las pocas horas de descanso, a las 9:30 me levanté de la cama, cogí mi cámara y me marché por las solitarias calles de Redueña en busca de lugares pintorescos que inmortalizar, dejando claro que en el año que acabamos de estrenar pienso seguir potenciando mi afición por la fotografía.

Cementerio de Redueña

El cementerio de Redueña

Por cierto, me hizo mucha gracia que caminando por la calle principal del pueblo me crucé con una persona mayor (realmente es la única que vi durante todo el largo paseo) que me debió confundir con un fotógrafo / periodista por la curiosa conversación que se inició con mi saludo:

– ¡Hola! ¡Buenos días y feliz año nuevo!

– ¡Joer! Qué mal empezar el año trabajando, ¿no?

– No no; es por afición. Me levanté pronto y como no tenía nada que hacer he salido a hacer unas fotografías por el pueblo.

– Ah bueno, entonces vale. ¡Abrígate bien, qué hace frío hombre!

En definitiva, la noche fue muy divertida; pero además disfuté un montón de mi «madrugón» y el paseo que me di en busca de las primeras fotos del año. ¡Os dejo con el resto de las imágenes!

Iglesia de Redueña

La entrada de la iglesia del pueblo

Banco ecológico

Un banco hecho a base de troncos

Señales

Carretera de entrada a Redueña

Gallos, gallinas, etc

Un corral con gallinas (muchos vecinos del pueblo tienen animales en sus fincas)

De farolas e iglesias

Una de las calles con la iglesia al fondo

Por culpa de la humedad (I)

Consecuencias de la humedad de estos días

Caminando, que es gerundio

Uno de los caminos que hay en los alrededores del pueblo

Gato tamaño XXL en Redueña

Un enorme gato que no parecía muy feliz ante mi presencia

Colores en el bosque

Aparatos de gimnasia en un parquecillo a las afueras del pueblo

Fronteras

El poste de una valla (así de simple)

Para despedirme me gustaría deciros que si estáis tan acostumbrados como yo al ruido y el ritmo de la ciudad, os recomiendo hacer alguna excursión a un lugar como éste y ya veréis que hasta las horas de sueño cunden mucho más gracias a la tranquilidad que se respira en cada uno de sus rincones (y eso sin contar con la experiencia de sustituir el despertador por el canto de un gallo).

Por cierto, si queréis ver las fotos de esta entrada en formato de pase de diapositivas a pantalla completa podéis hacerlo en este enlace.