Un amanecer muy especial

No tenía pensado pasar por el mirador del balcó ayer al amanecer, pero la fuerza de la costumbre hizo que me despertara a las siete de la mañana y como soy incapaz de estar más de cinco minutos vagueando en la cama enseguida pensé en agarrar la cámara y salir a ver los primeros rayos de sol bañando esta localidad costera.

Ya subiendo por las curvas de la carretera que asciende por las faldas del Bobalar notaba que había una luz especial en el ambiente; y es que aquellos árboles cuyas copas rozaba la luz del sol habían adquirido una tonalidad rojiza nada habitual, de modo que imaginé que ese amanecer iba a tener algo especial (y no me equivocaba).

Islas Columbretes (I)

Nada más aparcar el coche observe que el horizonte parecía estar a punto de estallar en una gama de tonos anaranjados y rojizos, de modo que monté el angular y capté la imagen que tenéis sobre estas líneas tratando de enmarcarla entre dos árboles que hay allí.

Fijándome con detenimiento pude ver que había algún tipo de relieve justo en la línea del horizonte y pensé que serían algunos barcos como tantos otros que se mueven por las cercanías del puerto de Castellón. Sin embargo, entre la bruma teñida de color vino vislumbré el perfil de las islas Columbretes y enseguida monté el teleobjetivo para confirmar mis sospechas.

Islas Columbretes (II)

Efectivamente, se trataba de las Columbretes. Unas islas que se encuentran a 50 Km de distancia de Oropesa (más información en Wikipedia) y que teóricamente se pueden observar en días muy claros pero que yo no había visto todavía pese a haber subido a aquel paraje muchas veces en mi vida. Supongo que el hecho de que en estas fechas el sol salga justo por detrás de ellas ayuda a que se puedan distinguir «a contraluz» pero sea como sea tuve la impresión de estar ante un acontecimiento muy especial.

Desde que era pequeño había escuchado la historia de que las Columbretes se pueden divisar a simple vista si se dan las circunstancias adecuadas, de modo que todas y cada una de las veces que he subido a algún lugar elevado he mirado en esa dirección con la esperanza de dar con ellas aunque, como os decía, hasta ahora jamás lo había conseguido. Por eso, al verlas ayer con esa claridad hasta el punto incluso de distinguir el faro que hay en un extremo de la isla principal experimenté una sensación muy especial.

Islas Columbretes (III)

Lamenté no haberme llevado el 80-200 f/2.8 en lugar del 55-200 VR, porque pese a sus años, disparando a 200mm es mucho más nítido en f/4 que el 55-200 a f/8. No es que las fotos se vean mal; pero hubieran salido todavía mejor de haber contado con «mi pequeño trabuco» y además hubiera obtenido tiempos de exposición mucho más cortos, lo cual viene muy bien cuando se dispara a pulso.

Eso sí, ya os adelanto que estas no son las únicas imágenes que capté; de modo que en breve tendréis otra historia con trasfondo fotográfico por aquí.

La típica foto de Oropesa

Playa de la concha

Sé que por aquí han aparecido varias imágenes muy parecidas a la que ilustra esta entrada; pero es que cada vez que vengo por aquí soy incapaz de resistirme al embrujo del monte Bovalar y las espectaculares vistas que hay desde su mirador (conocido por aquí como el balcó).

Excursión fotográfica a Villar del Olmo

Hoy salí de casa a las ocho de la mañana rumbo a Villar del Olmo (enlace a Google Maps) con mi cámara en el maletero y la idea de pasar unas horas haciendo fotos por allí.

Es algo que tenía planeado desde hace ya unos días, porque cuando atravesé el pueblo camino de la cercana localidad de Ambite enseguida me propuse hacer una excursión en la que pudiera retratar con calma algunos rincones de este lugar así como los campos que hay por sus alrededores.

Un rincón de Villar del Olmo

La paliza ha sido grande porque al final he vuelto a casa prácticamente a la hora de comer; y aunque ahora estoy cansado, con alguna que otra picadura de mosquito y los pies algo doloridos de caminar entre pedregales, reconozco que la experiencia de visitar un pueblo en el que se respira tranquilidad por todos sus rincones bien merece la pena.

Villar del Olmo

Mi idea era dividir la mañana en dos partes: visitar las calles del pueblo a primera hora para aprovechar la luz tan buena que hay a esas horas y ya un poco más tarde dirigirme a los montes que hay en los alrededores para poder hacer algunas fotografías de paisaje desde las alturas.

Así lo hice, de modo que las calles de Villar del Olmo fueron las primeras en verme. Unas calles en las que ni había nadie ni se escuchaba un sólo ruido a las nueve de la mañana y que me sorprendieron por la cantidad de toques de color (flores, remates en las fachadas, toldos…) que hay repartidos por todo el pueblo. También me pareció especialmente bonita la plaza del ayuntamiento, donde todo está limpio y cuidado.

Entre los detalles que llamaron mi atención, tal vez el más curioso sea el modo en que han pintado los marcos de la puerta y una de las ventanas en cierta vivienda, ya que nada más verla imaginé que ahí deben de vivir dos personas muy futboleras: una del Atlético de Madrid y la otra del F.C. Barcelona. No sé si tendré razón, pero os aseguro es una casa que llamará la atención de todo el que pase por delante.

Pero bueno, como siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras y ya os he aburrido bastante os dejo a continuación con las fotografías que tomé en las calles de Villar del Olmo para hablar después de la segunda parte de la excursión:

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Los alrededores del pueblo

Una vez recorridos muchos rincones del pueblo, a eso de las once me dirigí hacia los campos que lo rodean con idea de retratar desde alguna zona más o menos alta los paisajes del valle en el que está situado Villar del Olmo. Ahí es donde pasé calor de verdad, porque si bien en las calles se estaba bastante fresco, una vez que me metí entre viñedos, campos de patatas y senderos pedregosos empecé a sentir el peso del sol dándome de lleno en la espalda (y el de mi equipo fotográfico cuando el camino se empinaba).

Aun así disfruté mucho la subida al monte, trayendo de regreso a mi mente sensaciones e incluso olores (tengo una memoria olfativa prodigiosa) de las excursiones que hacía en Oropesa del Mar hace años al monte Bobalar y sus alrededores para poder disfrutar de las vistas de mi localidad de vacaciones. Parece mentira que con sólo dar un simple paseo por el campo uno pueda sentir tantas cosas agradables, pero por desgracia esto es algo que cuando se está acostumbrado al modo de vida en la ciudad se puede llegar a olvidar.

Al igual que antes, os dejo con unas imágenes que os contarán mejor que yo lo que vi por aquellos lugares:

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

Un rincón de Villar del Olmo

De regreso a Alcalá

Y así terminó la mañana en Villar del Olmo. La hora de comer se acercaba y mi coche me estaba esperando junto a la carretera. Ya sólo me quedaba llegar hasta él, acomodarme detrás del volante y conducir hasta Alcalá después poco más de media hora de carreteras sinuosas.

Un rincón de Villar del Olmo

Como os decía al principio, llegué a casa bastante cansado pero contento por haber visitado un rincón de nuestra geografía que me llamaba bastante la atención desde hace tiempo. Ah, y no será la última excursión de este tipo; eso seguro… 😉

Los recuerdos del incendio

Después de la tristeza que me produjo subir al monte Bovalar poco tiempo después del incendio que se produjo durante la primavera de 2006 en Oropesa del Mar, este verano me propuse volver allí a ver si ahora las cosas pintaban algo mejor. Era el único modo de borrar aquel intenso olor a ceniza que se había quedado grabado a fuego en mi memoria (nunca mejor dicho), así que le comenté a mi hermano la posible excursión y enseguida se apuntó poniendo como condición llevar la bicicleta de montaña.

Recuerdos de aquel incendio (I)

Dicho y hecho: él llevó mi mountain bike hasta lo alto del monte (bicicleta que he cogido en alguna que otra ocasión este verano después de tres largos años sin dar una sola pedalada) y yo fui haciendo el mismo camino pero a pie y llevando la cámara de fotos. En cualquier caso, no me pude resistir a darle la cámara a mi hermano y “conducir” la bicicleta en algunos tramos tanto de subida como de bajada.

Haciendo el indio con la bici (I)

Haciendo el indio con la bici (IV)

El caso es que a medida que subía por las faldas del monte me daba cuenta de que recordaba cada curva del camino, las zonas de piedras, las pinadas… la cara Norte no había sido casi afectada por el fuego, pero al llegar arriba y observar la cara Sur recordé que las secuelas de un incendio tardan décadas en desaparecer por completo.

Un momento para la reflexión

Con el paso de los años esos troncos quemados se convertirán en abono para los nuevos brotes, un manto de hierba recubrirá la tierra desnuda y el verdor de la montaña se irá imponiendo a la negrura del carbón. Pasará tiempo hasta que eso ocurra, pero al menos, el panorama allí arriba ya no es apocalíptico como lo era hace un par de años e incluso fui capaz de realizar alguna fotografía de paisaje; cosa que no fui capaz de hacer entonces.

Oropesa del Mar

Bruma y montañas

Reconozco que iba con un poco de “miedo” porque cuando fui allí después del incendio me invadió una sensación bastante desagradable que tardó un tiempo en desaparecer; pero esta vez bajé del Bovalar con una sonrisa en la cara y un montón de imágenes en la cámara.

Campo de fútbol entre chalets

Recuerdos de aquel incendio (III)

Mi hermano de relax en lo alto del monte Bovalar

Recuerdos de aquel incendio (II)

Pensando en barcos...

El paraiso del ladrillo

Haciendo el indio con la bici (III)

Playa de La Concha a los pies del monte Bovalar

Haciendo el indio con la bici (II)

Alcalá de Henares desde el Cerro del Viso

Del mismo modo que el otro día os mostraba una fotografía realizada en el Cerro del Viso mirando en dirección Sur, hoy vamos a girar 180 grados para observar la ciudad de Alcalá de Henares a los pies del mismo.

Lo más bonito de ese lugar es que Alcalá queda enmarcada por un pequeño valle que a última hora de la tarde queda a la sombra, haciendo que la ciudad resplandezca bajo el sol. Si tenemos suerte además de que haya algunas nubes en el cielo, podemos conseguir una fotografía casi de postal. No es el caso de la que conseguí hacer yo en una tarde de hace ya unos meses (demasiada zona en sombra) pero aunque la imagen no sea gran cosa la verdad es que me apetecía compartirla con vosotros.

Alcalá a través del valle

A continuación tenéis una vista de Alcalá tomada desde un lugar próximo al que os mostraba en la primera fotografía. Al usar teleobjetivo todo queda «comprimido» y por eso la ciudad de 200000 habitantes aparenta ser no mucho más que un pueblo de mediano tamaño, pero ahí está gran parte de sus edificios, sus calles y sus parques.

Alcalá desde las alturas

Fotografía creativa en un monte a medianoche

Ya dije hace tiempo que no soy nada partidario del retoque fotográfico. En contadas ocasiones modifico parámetros de una fotografía excepto para resaltar un detalle aumentando el contraste, borrando alguna matrícula inoportuna o cosas similares. Creo más en la fotografía creativa que ya de por sí es original y atractiva para el espectador.

El hombre de los seis brazos

Por eso mismo hace un par de noches cogí mi cámara de fotos y subí al monte con mi hermano y mi amigo Joe para hacer alguna fotografía extraña. Y el caso es que después de varios intentos bajo una maleducada lluvia que apareció cuando peor nos venía esto que tenéis aquí fue lo que conseguimos obtener.

Por cierto, comentar que gracias al modo manual de la cámara (una sencilla compacta Sony DSC-P200) se puede conseguir que la noche más oscura parezca un atardecer nublado, y es que la foto que tenéis arriba está hecha a las once y pico de la noche con una exposición de 15 segundos (lo complicado es no moverse absolutamente nada durante ese intervalo de tiempo).