Hoy la memoria RAM es 6000 veces más barata que en 1994

Aunque mi primer ordenador fue un ZX Spectrum +2, el PC llegó a mi vida allá por 1994 en forma de 486 DX2-66 con 8 MB de RAM y 420 MB de disco duro.

Recuerdo que aquel ordenador venía de serie con 4 MB de RAM que era lo habitual por aquellos tiempos; pero a la hora de configurarlo decidí aumentar la memoria otros 4 «megas» más por los que me cobraron la friolera de 19900 pesetas (120 euros al cambio actualmente).

Os comento esto porque ayer mismo compré un par de módulos de memoria DDR3 de 4 GB cada uno para mi nuevo ordenador de sobremesa de tal modo que ahora mismo dispongo de un total de 16 GB de memoria que ayudarán a que las aplicaciones de fotografía que suelo utilizar funcionen de forma fluida durante años. Aprovecho para apuntar que estos 8 GB «extras» me han costado 39 euros.

Familia de condensadores

El caso es que si ponemos las cosas en perspectiva y tenemos en cuenta que cuando hice la ampliación de memoria al 486 el mega de memoria RAM cotizaba a 30 euros, si hubieran existido unos hipotéticos módulos de 4 GB de RAM por aquella época y hubiera comprado un par de ellos, hubiera tenido que desembolsar aproximadamente 245000 euros (algo más de cuarenta millones de las antiguas pesetas); es decir, que actualmente la memoria RAM es unas 6300 veces más barata que hace diecisiete años. Casi nada.

Unas sencillas cuentas que nos dan una idea del ritmo vertiginoso al que avanza el mercado de la electrónica de consumo.

Alberto León y mis tiempos de «mountain biker»

A mediados de los 90 fui un fiel seguidor y practicante del mountain bike; justo en los inicios de este deporte en España. Una época durante la cual devoraba cualquier cosa que tuviera que ver con esta disciplina del ciclismo: mi casa estaba inundada de ejemplares de la revista BIKE, si había algún reportaje en TV allí estaba yo grabándolo en VHS para verlo una y otra vez y si me enteraba de que organizaban una competición de descenso cerca de donde yo estaba me acercaba a hacer fotos en primera fila.

Y aunque con el tiempo perdí prácticamente del todo la afición por este deporte, a día de hoy todavía me doy una vuelta de vez en cuando por los alrededores de Oropesa con la bicicleta que tengo allí.

Un momento para la reflexión

Puesto que han pasado ya unos cuantos años desde aquello, los corredores de entonces ya no compiten tomando otros el relevo de los veteranos John Tomac, Tinker Juarez, Juliana Furtado o Greg Herbold en el plano internacional y los hermanos Misser, Javier Notario (corredor de Alcalá), Óscar Saiz o Alberto León dentro de nuestras fronteras.

Precisamente sobre Alberto quería hablar brevemente en esta entrada, pues la noticia de su suicidio me impactó de lleno esta mañana al coger el periódico y ver la reseña en portada. Llevaba meses (puede que años) sin seguir el mundillo de la competición de mountain bike, pero si me pidieran que dijera el nombre de un corredor que recordara con especial cariño éste sería Alberto León.

De él recuerdo sus arriesgados descensos (no en vano era especialista de dicha disciplina aunque también hizo bastante cross-country), su simpatía, su maillot del equipo Coronas y su cercanía con la gente; ya que sin ir más lejos me firmó un autógrafo en el verano de 1994 durante una competición que se celebró en Oropesa del Mar.

Autógrafo de Alberto León en 1994

Actualmente no tengo ni idea de quién es el campeón del mundo de descenso o qué corredor lidera la copa de España; pero la imagen de Alberto León bajando a toda velocidad por las laderas del monte Bobalar es algo que no he olvidado durante estos quince años. Y al margen de los líos en los que pudiera o no estar metido Alberto en los últimos tiempos, la noticia de su muerte ha traído a mi memoria recuerdos de hace más de una década cuando raro era el día que no cogía mi bicicleta y me perdía por algún sendero sin más compañía que el canto de los pájaros.

Se hace camino al andar

Hasta siempre Alberto.