El pasado de Oropesa en postales (III)

Ya que en la entrada anterior estuvimos hablando de la playa de La Concha, vamos a continuar hoy viendo postales antiguas de esa zona de Oropesa del mar, pues además de que me siento muy unido a ella, es de la que más material gráfico dispongo.

De las tres postales que hoy quiero compartir con vosotros la que tenéis a continuación es la que más me gusta por ser la que más elementos muestra haciéndolo además mediante el empleo de una vista aérea.

Playa de la concha. Aprox 1985

Playa de la concha. Aprox 1985

Vamos a ir fijándonos poco a poco en los diversos elementos que aparecen en la imagen como el entonces inexistente puerto deportivo que no se construyó hasta 1992. Al no existir dicha infraestructura, la carretera que discurre paralela a la costa terminaba a la par que la propia playa de La Concha, de modo que el acceso a las calas que hay después era muy complejo.

De hecho, por aquellos tiempos no existía la actual ley de costas y nada impedía al dueño de un chalet construido junto al mar, cercar un buen trozo de playa (cuando no la playa entera) y disfrutar de ella como si de un jardín particular se tratara.

Esto mismo es lo que ocurrió en Oropesa con la cala Retor, que fue puesta a disposición del público cuando la ley de costas prohibió expresamente las playas privadas y que anteriormente formaba parte del chalet que Luis García Berlanga tenía allí. Chalet que actualmente pertenece a otras personas pero que sigue siendo digno de admirar tanto por su tamaño como por su especial ubicación.

Como os decía, entre que el acceso era complejo (podéis ver que un saliente de la montaña se sumergía directamente en el mar aislando la zona posterior a él) y que la cala era propiedad de Berlanga, durante muchos años nadie ajeno a aquel chalet pudo poner un pie en esa extensión de arena.

Por cierto, aprovecho que estamos hablando de este tema para aclarar una cosa que mucha gente confunde: el chalet que fue de Luis García Berlanga no es ese construido directamente sobre el peñasco que se adentra en el mar, sino uno que hay metido entre la maleza justo a la izquierda cuando se empieza a bajar la cuesta que da al puerto deportivo. De hecho, para clarificar el tema os voy a poner un enlace a Google Street View donde podéis ver la puerta de madera que da acceso al chalet que fue propiedad de Berlanga (en la parte derecha) y la verja negra de entrada al chalet que hay sobre las rocas al que me refería antes (en la parte izquierda). Como veis son dos construcciones que nada tienen que ver la una con la otra.

Volviendo a los elementos distintivos del paisaje, podemos apreciar también la antigua línea férrea paralela a la costa que actualmente es el trazado de la famosa «via verde» que une las localidades de Oropesa y Benicassim. Cuando se construyó el nuevo trazado del ferrocarril se optó por aprovechar el antiguo itinerario para dar lugar a un paseo que recorren miles de personas cada verano.

Llama la atención también en esta época la escasez de edificios más allá de la urbanización Mediterráneo, ya que actualmente se trata de una zona llena de construcciones a cada cual de mayor altura. De hecho, aunque ya se aprecia en esta postal, luego veremos que incluso la urbanización Oromar (una de las más antiguas de la zona) todavía tenía alguno de sus edificios en construcción.

Del mismo modo, se echan en falta en primer plano dos de los edificios que hoy en día ya forman parte del paisaje urbanístico de Oropesa: el hotel Neptuno y la oficina de turismo. Lo que sí que ha permanecido invariable durante todos estos años es el camping Voramar que sigue funcionando rodeado de edificios. De hecho es el único camping que no se ha rendido a día de hoy en esta zona, ya que el resto fueron vendidos hace ya unos años para levantar gigantescos edificios en sus terrenos.

Pero bueno, una vez repasada esta «vista general» vamos a centrarnos en una postal particularmente curiosa:

Playa de la concha. Urbanización Oromar. Aprox 1985

Playa de la concha. Urbanización Oromar. Aprox 1985

Esta postal de la playa de La Concha tiene la particularidad de que está editada por LUBASA, que es la empresa que construyó la urbanización protagonista de la imagen así como muchas otras infraestructuras de la provincia de Castellón. Si mal no recuerdo, esta postal la regalaban en la oficina que gestionaba la venta de los apartamentos que se estaban construyendo en ese momento (de ahí que aparezca parte de la urbanización en obras) y de ahí que no aparezca el escudo de Oropesa sino el propio logo de la empresa constructora.

En la postal podemos ver una extensión de terreno delante de la urbanización donde unos años después se construirían una serie de locales comerciales que a día de hoy siguen en funcionamiento. Uno de esos locales (que hoy en día es un restaurante) era un salón recreativo llamado Orpesa jocs propiedad del padre de un amigo de la infancia donde solíamos ir a jugar muchas tardes de verano. Más allá de la urbanización casi todo eran campos de almendros, si bien esto lo veremos con más detenimiento en la tercera postal de esta entrada.

Por último, si os fijáis bien, la actual plaza de París ya tenía su forma definida, aunque en 1985 ni se llamaba plaza de París ni tenía los bancos que la caracterizan no siendo más que una simple plazoleta con sauces en su interior.

Playa de la concha. Finales años 80

Playa de la concha. Finales años 80

En esta tercera postal tenemos una vista similar a la anterior, sólo que unos años más tarde y algo más alejada. En ella podemos ver que la urbanización Oromar ya está completamente terminada, que los locales comerciales que antes os comentaba se han levantado ya y que la separación entre la zona de costa y el pueblo de Oropesa está claramente definida. Hoy en día esta separación está muy difuminada, ya que donde antes había campos ahora hay urbanizaciones y chalets de tal modo que entre la playa y el pueblo (podéis verlo al fondo de la fotografía) tenemos un continuo de calles y edificios que antes era poco más que una carreterucha estrecha que pasaba bajo la vía del tren.

Fijándonos expresamente en la playa, podéis ver que a finales de los 80 seguía habiendo barcas sobre la arena de la playa y también unas camas elásticas en las que recuerdo haber brincado en más de una ocasión junto a mi hermano. Por la escasa cantidad de sombrillas y la posición de las sombras deduzco que la fotografía está tomada a principios de verano, pues en esta época la afluencia de gente a las playas de Oropesa ya era más que considerable en plena temporada alta (algo que se puede apreciar en la primera de las tres postales que hoy os ofrezco).

Por cierto, si conocéis Oropesa en la actualidad tal vez os hayan llamado la atención lo bajitas que eran las palmeras del paseo por aquellos tiempos y que donde ahora hay una serie de enormes urbanizaciones antes había un conjunto de árboles que escondían el camping Torrepaquita del que hoy sólo queda una singular edificación propiedad del dueño de dicho camping.

Comentar para finalizar que si bien el desarrollo urbanístico de Oropesa fue notable hasta este punto (finales de los 80) fue en la década de los 90 cuando esta tranquila localidad saltó a la fama y se produjo en ella una cantidad tan grande de cambios que en poco tiempo la aupó a los primeros puestos de popularidad del turismo nacional. Si cuando iba al colegio apenas nadie había oído hablar de Oropesa del mar, en los años del instituto raro era el que no había pasado unos días en esta localidad castellonense.

Belleza cotidiana

Nunca me cansaré de decir que hacer una fotografía original depende del día que tengas. En el caso de la que hoy os muestro no es más que una hilera de chalets por la que habré pasado cientos de veces anteriormente, sólo que en esta ocasión la disposición de las chimeneas llamó mi atención de tal modo que no pude evitar exclamar en voz alta «¡Qué grande!» antes de presionar el disparador.

En serie

Me parece fascinante toda esa belleza que nos rodea cada día y que en la mayoría de las ocasiones pasa completamente inadvertida antes nuestros ojos.

El civismo de algunos deja mucho que desear

Os aviso de antemano que la entrada de hoy es un poco en plan protesta; pero es que hay actitudes en la gente que me tocan bastante la moral y por ello me gustaría contaros un poco por encima algunos detalles sobre lo que ciertas personas hacen a la hora de aparcar.

1. Lo primero es que ya es la enésima vez que observo por esta zona el «truco» del coche que podéis ver a la derecha de la siguiente imagen: la cosa consiste en que en teoría el último coche que cabe en la acera es el Renault gris oscuro, pues si aparcara otro vehículo más taparía la salida de una zona que hay adyacente a uno de los bloques y montaría un buen lío.

Más cerca imposible

¿Cómo entraríais al coche de la izquierda si por el lado contrario hubiera otro vehículo igual de cerca?

Pues bien, lo que hace siempre el dueño del corsa gris claro es aparcar milimétricamente cerca del que estaba ocupando la última plaza (fijaos que incluso los retrovisores están tocándose) de tal modo que los coches del edificio de al lado salen justísimos y él al final tiene el coche en la puerta de casa pese a las molestias ocasionadas al personal.

¿Qué ocurre? Que el que ha aparcado mal puede salir de su coche sin problemas porque la puerta del conductor siempre la va a tener libre, pero el dueño del coche gris oscuro ya como mínimo sabe que va a tener que entrar por la puerta del copiloto y «saltar» por encima del freno de mano. Y eso si no ha habido otro tío que le haya aparcado también pegado al otro lado y por lo tanto sea materialmente imposible entrar en el coche a no ser que lo haga por el maletero (que en un Renault Megane de los antiguos va a ser que no).

2. Por otro lado están esas personas que vienen a media mañana (a esas horas suele haber bastantes plazas libres) y dejan su coche aparcado de tal modo que ocupan dos plazas de aparcamiento en paralelo. Es decir, que dejan el coche directamente sobre la línea que delimita dichas plazas. Claro, luego a última hora de la tarde cuando no queda ni una plaza en todo el barrio, llega el familiar / amiguete de turno y tiene su aparcamiento asegurado en la puerta de casa sin más que mover el otro coche. Esto lo veo a diario y me quema bastante; os lo aseguro, porque cuando llego a la hora de comer a casa con el coche bien podría hacer la misma jugada y guardarle sitio a mi padre; pero en vez de eso aparco milimétricamente en una sola plaza para maximizar el espacio disponible y no fastidiar al personal.

Manny Calavera en Nueva Alcalá

Manny Calavera en una calle de Nueva Alcalá

3. Y bueno, por último están los que para mí son lo más rastrero que hay en el maravilloso mundo de los aparcamientos: los listillos que dejan su coche en doble fila y se suben a casa hasta que escuchan que la persona a la que están encerrando quiere salir y entonces tras varios minutos de sonora pitada, bajan en zapatillas como si tal cosa, mueven su coche y lo dejan en la plaza que acaba de dejar libre la persona que estaba encerrada unos segundos antes. Otra práctica que se puede ver a diario por aquí y que si todos pusiéramos en práctica conllevaría un caos bestial.

En fin, os aseguro que en el barrio de Nueva Alcalá hay gente que mataría por un sitio en la puerta  de casa; algo que en la mayoría de las ocasiones responde a simple vagancia, pues aunque es verdad que en estas calles cuesta bastante encontrar una plaza libre a partir de cierta hora de la tarde, no es menos cierto que alejándonos apenas 250 metros de la puerta de casa hay una zona de chalets en la que se puede encontrar aparcamiento a cualquier hora del día o de la noche con facilidad. Para demostraros lo cerca que está os pongo a continuación una captura de google earth en la que con una línea mido la distancia que hay desde el centro de Nueva Alcalá hasta la zona de chalets que os comento.

parkingna

Es cierto que el problema del aparcamiento en Nueva Alcalá lleva muchos años presente y la solución no es sencilla (muchos coches por casa y poco espacio para aparcar), pero precisamente por eso ya todos conocemos cómo está la cosa y hemos de ser cívicos unos con otros. A mí no me cuesta nada aparcar en la zona de chalets que os digo porque se tarda menos de cinco minutos en llegar caminando hasta casa, pero por lo que veo los hay (y son muchos) que hacen malabarismos con tal de no tener que dar ni un paso más de la cuenta.