Hogar. Cap 1. «Buscando un techo»

Hay momentos en la vida en los que te tienes que plantear tomar grandes decisiones. Puedes retrasarlo desviando la vista hacia otro lado interesándote por el vuelo de un pajarillo o haciendo que tropiezas y te tuerces un tobillo, pero ten por seguro que al final no vas a poder esquivarlo. Una de esas decisiones trascendentales y que marcará un punto de no retorno en tu existencia es la compra de una vivienda.

Mi primer consejo (sobre todo si la idea es adquirir la vivienda a medias con otra persona) es que primero paséis una temporada de alquiler. No tienen por qué ser varios años; realmente con unos meses ya vale, y es que al final convivir es aprender a soportar las manías del otro; y eso es algo que en poco tiempo ya se ve si va a ser tarea fácil o un tormento chino. Que de visita o saliendo a cenar todos somos muy majos, pero cuando día tras día te encuentras el tubo de pasta de dientes espachurrado, tu cojín favorito manchado de keptchup o la luz del baño encendida «por deporte» puede salir a la luz ese pequeño dictador nazi que todos llevamos dentro.

Aparte de eso, el estar en un piso de alquiler donde, por lo general, no te dejan modificar nada va a servir para ver realmente qué nos hace falta para el día a día y de qué podemos prescindir; algo que te evitará muchos errores a la hora de elegir y diseñar la que será tu vivienda definitiva. En mi caso particular (y el de mi chica) nos ha servido para, además de ver que nos llevamos estupendamente, comprobar empíricamente que:

  • Las plantas crecen más y mejor en una terraza
  • Un barrio donde haya pequeños comercios evita visitas intempestivas al siempre abarrotado centro comercial
  • Con dos baños llegaríamos a tiempo a todos nuestros compromisos
  • El suelo de gres es gélido en invierno (mala idea para salón y dormitorios)
  • Al igual que los discos duros, el almacenamiento en la cocina (y en los armarios) siempre se acaba llenando, así que cuanto más mejor
  • Las ventanas oscilobatientes de PVC y doble cristal son el mejor invento del mundo a nivel térmico y acústico
  • La orientación y altura de la vivienda influye radicalmente en la cantidad de luz natural que nos llega y su temperatura interior

Pero bueno, aunque tengamos muy claras nuestras prioridades, nadie es experto en esas cosas: todos al principio somos muy optimistas y nos convencemos de que si buscamos un poco y aplicamos grandes dosis de paciencia algún día aparecerá alguien que venda por azares de la vida un chalet en La moraleja a precio de bajo en Villaverde; pero siento deciros que en el mercado inmobiliario no hay un Aliexpress de los pisos o un eBay donde con un poco de suerte te llevas algo con una única puja.

El que vende una casa se ha informado y sabe lo que tiene entre manos. Te la puede rebajar un poco si le caes bien y le das mucha pena; pero es algo irrisorio en comparación con la cantidad de pasta que vas a tener que soltar por tener un techo propio bajo el que caer muerto algún día. En serio, cuando piensas en la cantidad de años que vas a tener que trabajar para poder pagar eso te entra un vértigo que ni en lo alto de la torre Eiffel.

Para hacerlo de una forma ligeramente ingenieril (ya sabéis que me encanta) vamos a definir la fórmula de la compra de nuestra casa como X + Y = Z; donde X son los metros cuadrados, Y las calidades de la vivienda y Z los ahorros que vamos a invertir en ella. Lo malo es que da igual lo que tengáis en mente porque a medida que vayáis viendo casas os daréis cuenta de que tendréis que elegir entre bajar X e Y o bien buscar la manera de poder aumentar Z.

Si disminuis X está claro: casa más pequeña, cosa que de inicio no es un gran problema hasta que paséis a la siguiente gran decisión vital, que no es otra que formar una familia. Niños apretujados en el baño a la hora de ir al cole, cenas de bandeja en el sofá o tele de 21 pulgadas en el salón no apta para miopes.

Si optáis por que sea la Y la que disminuya podéis hacerlo de varias formas: casa que se cae a cachos, barrio chungo, ventanas de papel, suelos que crujen, quinto sin ascensor… Lo del barrio no tiene remedio; pero el resto con tiempo y pasta se podría corregir, así que no es descabellado y, desde mi punto de vista, si no hay que bajar muchísimo el listón creo que es mejor que la opción de bajar la X, ya que esos metros cuadrados de más nos darán mucho juego en el futuro.

Por último, claro está, tenemos la opción de que Z se incremente; cosa que podemos hacer con paciencia ahorrando mes a mes todo lo posible, de un modo mucho más rápido mediante formas ilegales poco recomendables (robo, extorsión, comercio ilícito…) o bien pidiendo una hipoteca al banco haciéndonos ricos por un instante pero pobres para el resto de nuestra vida.

Sea como sea, pasa el tiempo y al final damos con algo que nos encaja; y ahí cada persona (o cada pareja) es un mundo. Hay gente que es de adosados, otros de pisos altos, otros de áticos, otros de cabaña en medio de las montañas… Seas del tipo que seas, lo que te acabas de comprar es más pequeño, más cutre y más caro que aquello que tenías en mente el primer día; eso es así. Pero no te deprimas, ya que lo divertido empieza ahora; sobre todo si, como nosotros, has pensado que lo mejor era comprar un piso antiguo y reformarlo.

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