A lo mejor muchos de vosotros (sobre todo los más jóvenes) dais por hecho que las linternas de bolsillo como las que suelo traer por aquí dan bastante luz y tienen una autonomía de varias horas en sus modos menos potentes; pero esta vez os voy a mostrar un modelo que apareció en 1988, que todavía está a la venta hoy en día y que viene a dar cuenta del tremendo avance que ha habido en el mundo de las linternas desde entonces. En el artículo de hoy le vamos a pegar un buen repaso a la Maglite Solitaire.
El cuerpo
El cuerpo de la Solitaire está fabricado en aluminio anodizado. Lo hoy disponible en varios colores, pero esta versión roja estaba de oferta y como en mi colección no tengo muchos modelos de este color me animé a hacerme con ella sin darle muchas vueltas. Sólo por el rato de entretenimiento de trastear con ella y escribir esta review ya mereció la pena su adquisición.
Tiene un aspecto muy estilizado, ya que acostumbrado a las proporciones de las linternas actuales que funcionan con una pila AAA, esta tiene más o menos el mismo diámetro pero es más larga. Además, el fino estriado vertical con el que cuenta tanto el cuerpo principal como la cabeza de la linterna contribuyen a esta sensación.
Las únicas inscripciones con las que cuenta la Maglite Solitaire se encuentran en la cabeza, consistiendo estas en el nombre de la marca y el modelo de linterna. No disponiendo de ningún tipo de número de serie o similar. Otra particularidad de este modelo es que se enciende aflojando su cabeza, cuando en la inmensa mayoría de linternas de esta categoría se hace apretándola. De hecho se hace raro al principio hasta que te acostumbras, porque yo al menos tiendo a apretarla para enceder y me encuentro con que la rosca ya no tiene más avance.
En la parte trasera contamos con un rebaje diseñado para colocar una anilla de llavero perfectamente realizado y con una terminación redondeada de las aristas. Además, como la base es plana podemos hacer tailstanding con ella, algo lógico por su «función vela», que consiste en que si desmontamos la cabeza, la bombilla queda pegada al cuerpo sin ningún tipo de lente o reflector con idea de que sirva como iluminación ambiental.
La pila que la alimenta se inserta por la parte trasera, desenroscando el extremo trasero (donde la anilla de llavero) lugar en el que, por cierto, va escondida una bombilla de repuesto que es otra función clásica de las Maglite en general. Tened en cuenta que es una bombilla de filamento, por lo que a diferencia de los LED puede que llegue el día que la veamos fundirse porque simplemente llegó al final de su vida útil.
Por cierto, no he comentado que tanto la rosca de la cabeza como la de la parte trasera incorporan sendas juntas tóricas de caucho que le dan estanqueidad para cumplir con la resistencia frente a salpicaduras. En cuanto a caídas, se supone que resiste impactos de hasta un metro de altura sin romperse, pero no estoy por la labor de comprobarlo.
En cuanto a dimensiones, la Solitaire tiene una longitud de 81 mm y un diámetro de 13 mm. El peso, con la pila que viene «de serie» es de 24 gramos, así que es bastante liviana para su clase. Y ya que estamos con cifras, comentar que la autonomía en su único modo de potencia disponible (2 lumens) es de unas 4 horas empleando una pila alcalina. No le metáis una batería de litio de tamaño equivalente porque sus 3 V fundirán la bombilla en menos tiempo de lo que tardáis en decir patata.
A diferencia de otras Maglite, en este caso nos encontramos ante una linterna totalmente cilíndrica; a diferencia de la mayoría de modelos del catálogo del fabricante que suelen contar con una cabeza de mayor diámetro que el cuerpo, dando la típica apariencia reconocible que todos hemos visto en las películas de policías o bomberos, que son los que sobre todo en EEUU usan las Maglite.
En el estuche se incluye, además de la propia linterna, una pila AAA para que podamos estrenarla de inmediato así como una cinta de nylon con un par de anillas de llavero en cada extremo siendo este complemento de dudosa calidad porque nada más tenerlo en las manos ya se me empezó a deshilachar. Si su fin es añadir la linterna a nuestro llavero no quiero ni pensar cómo estará al segundo día de batallar en nuestro bolsillo con llaves, monedas y demás enseres.
La luz
En esta ocasión la luz la emite una bombilla incandescente en lugar de un emisor LED, por lo que esta linterna no es comparable a ninguna otra de las que he traído hasta el momento al blog ni el intensidad ni en alcance. Su tinte es anaranjado, da apenas dos lumens y posee varios halos y coronas cuando aumbramos a una pared lisa. Eso sí, cuenta con un sistema que nos permite abrir y cerrar el haz de luz a voluntad, por si queremos alumbrar una zona más amplia o centrarnos en un punto en concreto (dentro de lo limitado que es el alcance de este modelo).
A día de hoy os pueden parecer unas prestaciones ridículas, pero es que esto es lo que teníamos antes de la aplicación del LED en linternas de pequeño tamaño. De hecho para conseguir intensidades lumínicas como las de los modelos actuales «de llavero» teníamos que irnos a los modelos de Maglite de mayor tamaño alimentados por varias pilas tipo D y que pesaban un quintal. En este sector, como veis, también se ha avanzado un montón.
Como en cualquier linterna de aquella época su funcionamiento se basa en algo tan poco eficiente como calentar mediante electricidad un hilo de material conductor hasta tal punto que se pone blanco (más allá del rojo) y eso es lo que origina la luz que produce. Os podéis imaginar que las pérdidas en forma de calor son la inmensa mayoría de la energía que le estamos metiendo a la bombilla; así que bienvenidos los LEDs y su tremenda eficiencia en este sentido.
El frontal cuenta con una lente transparente totalmente lisa y un reflector de tipo parabólico y como os decía hace unos párrafos, tiene la peculiaridad de que si desenroscamos totalmente la cabeza la linterna se convierte en una vela para crear una iluminación ambiental. Lo de llamarse vela, además, es muy acertado porque la tonalidad de la luz que arroja nos hace recordar a aquellos apagones en casa cuando éramos niños y durante unos minutos (a veces horas) teníamos que iluminarnos con velas. ¡Qué tiempos!
Las sensaciones
Caminar por casa a oscuras con la Solitaire es volver a mis inicios en el mundo de las linternas. Tenía (y todavía conservo) una muy muy similar pero de marca «nisu» con la que flipaba de pequeño. Aquello de poder ver en plena oscuridad era algo que me parecía fascinante y además así podía leer tebeos bajo las sábanas cuando mis padres me conminaban a irme a la cama siempre más pronto de lo que yo quisiera.
Ahora bien, tras haber probado muchos modelos LED de pequeño tamaño con los que incluso me podría ir al bosque por la noche y ver decenas de metros por delante de mi posición por si hay una cigüeña o un lobo feroz, jamás se me ocurriría ir con la Solitaire a esos parejes, ya que lo más probable es que acabaran encontrándome en el fondo de un barranco por haber puesto un pie donde no debía.
En la mano se me hace extraño agarrar una linterna tan alargada y, de hecho, tiendo a sujertarla como si fuera un lápiz en lugar de sostenerla entre el pulgar y el índice tal y como suelo hacer con todos los modelos de este estilo. Pero aun así el tacto es muy bueno porque los acabados son perfectos y el pulido que ha recibido hace que no notemos siquiera una línea del relieve del cuerpo diferente a otra.
Conclusión
Está claro que estamos ante un modelo que está todavía en el mercado por un mero valor sentimental más allá de cualquier practicidad. De hecho la marca comercializa la Solitarire LED que no es más que este mismo modelo pero equipado con un emisor LED que le da mucha más potencia y autonomía, pero que no tiene ese aire tan retro con su luz anaranjada y su alcance tan reducido.
Si sois unos locos de las linternas pequeñas como yo, está claro que es un modelo que debéis de tener en vuestra colección; y más si os encontráis una oferta tan tentadora como la que yo me encontré. Sin embargo, para un uso racional y práctico, no se os ocurra haceros con la Solitaire porque acabaréis aborreciéndola cuando además de apenas ver nada en plena oscuridad os quedéis sin pilas a las primeras de cambio.
De hecho es que cualquier modelo actual que podemos llevar en el llavero (como la Rovyvon Aurora A3x que llevo siempre encima) puesta al lado en su modo más bajo hace casi desaparecer la luz que emite la Solitaire como podéis apreciar en la foto que hay sobre este párrafo.
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