Introducción
Si seguís con cierta asiduidad este blog sabréis que desde el mes de Mayo estoy viviendo en Oropesa del Mar. El que siempre fue mi lugar de vacaciones ahora es mi residencia habitual y la localidad en la que trabajo; y es por ello que desde hace una temporada lo que publicó por aquí siempre tiene como trasfondo estas tierras mediterráneas.

El verano es una época de mucho trabajo en la que apenas me he movido de aquí. De hecho, en los cuatro meses que llevo aquí sólo me he acercado a Alcalá en dos ocasiones (y fue en el mes de Junio) y aunque es cierto que ahora que llega la temporada baja me prodigaré más por allí, también es el momento de dar comienzo a un proyecto personal que tenía en mente desde hace bastante tiempo; exactamente desde que supe que mi futuro laboral estaba ligado a este lugar.
Castellón es una de las provincias más desconocidas de España; y es que aunque a todo el mundo le suenan lugares como Peñíscola, Benicassim, Benicaló o la propia Oropesa, poca gente ha escuchado siquiera el nombre de muchos municipios de la parte interior. De ahí que en su momento se me ocurriera la idea de recorrer algunos de esos pueblos cámara en mano con intención de retratarlos desde mi propio punto de vista perdiéndome por sus rincones en algunos fines de semana que no me acerque a Madrid para ver a mi gente.

Excursión fotográfica a Vilafamés
Pues bien, precisamente hoy he realizado la primera de estas excursiones fotográficas (parecida a aquellas que hice en su día por algunos municipios de Guadalajara) en la que he visitado la localidad de Vilafamés; situada en las cercanías de Cabanes y cuyo principal atractivo es que está emplazada en la ladera de una montaña y en su parte más alta cuenta con un pintoresco castillo y una iglesia que ofrecen unas vistas impresionantes a quien se anime a ascender por sus escarpadas y enrevesadas calles.



Vilafamés es un pueblo donde sus vecinos se levantan con el canto del gallo, donde puedes encontrarte en sus calles tractores y coches de épocas pasadas, donde hay casas asomadas a miradores infinitos y rincones por los que no han pasado las últimas décadas.



Un pueblo de flores en las puertas, de farolillos en las calles y de ropas tendidas a la vista de todos. Un lugar que nos recuerda constantemente su pasado y que recibe al visitante con fachadas imposibles y un entramado de tejados que incita a sacar la cámara y plasmarlo en forma de fotografías.








Todavía no sé dónde ni cuándo será la próxima excursión; pero cuando miro el mapa de la provincia me doy cuenta de que tengo muchos destinos por visitar y muchas fotos por hacer, de modo que de vez en cuando veréis aparecer por aquí imágenes captadas en algunos rincones poco conocidos entre Valencia y Tarragona.
¡Gracias por leerme!
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