No negaré que siento un cierto apego por el pequeño pueblo de Torre La Sal. No está lejos de Oropesa y se respira allí una tranquilidad en cualquier época del año que me pide perderme por sus rincones siempre que tengo ocasión.
Pues bien, hace unos días vencí mi eterna manía al trípode y me acerqué con él para hacer unas fotos nocturnas en aquel entorno; obteniendo unas imágenes que muestran la calma reinante en aquel lugar por el que no parece haber pasado el tiempo. Entre coches, plantas, estrellas, construcciones de piedra, árboles desafiando al cielo y el resplandor de las luces de Torreblanca colándose por una esquina del encuadre pasé un rato entretenido en una noche fresca y solitaria.
Sigo sin sentir mucho apego por mi trípode (en realidad por cualquier trípode; no es nada personal) pero he de admitir que es una herramienta indispensable para hacer ciertos tipos de fotografías. A ver si una noche de estas repito la experiencia por otros rincones.
Al trípode yo también le tengo manía, es un coñazo llevarlo, pero es que es verdad que se hace indispensable en bastantes sitios, por la noche, en la penumbra del bosque, en interiores…, ahora en verano que hay fiestas por todos lados para hacer fotos a fuegos artificiales, time lapses para quien les guste, HDR…. @ _ @ «
Me gustaMe gusta