Introducción a la termografía

De pequeño tuve un juego llamado Detectinova que entre sus muchos artilugios incluía un líquido transparente con el que podíamos escribir sobre un papel un mensaje que permanecía invisible hasta que aplicábamos sobre él otro producto químico que lo hacia aparecer como por arte de magia.

Puede que de ahí venga mi pasión por aquellas cosas que de forma habitual están ocultas a la vista pero que con los instrumentos adecuados podemos apreciar. La luz ultravioleta es una de ellas (otro día os hablaré de ese tema) pero por encima de ello hay otro fenómeno similar que me apasiona aun más: la radiación infrarroja.

¿Qué es la radiación infrarroja?

Lo primero que debemos conocer es que los colores que vemos a través de nuestros ojos no son más que ondas electromagnéticas de una determinada longitud, las cuales están comprendidas aproximadamente entre 380 nm y 780 nm (longitudes de onda que corresponden al violeta y al rojo respectivamente, que son los extremos del espectro visible por los seres humanos).

Pero que no veamos más allá de estos límites con nuestros ojos desnudos no significa que no haya longitudes de onda mucho menores y mucho mayores. De hecho, el espectro visible es una minucia con respecto a toda la variedad de radiaciones electromagnéticas que nos rodean. Que no las vemos no significa que no estén ahí como podéis ver en la siguiente ilustración.

La radiación visible con respecto al espectro electromagnético al completo. Imagen cortesía de Público.

Pues bien, aquellas ondas cuyas longitudes son superiores a las del rojo (vibran a una frecuencia inferior, ya que la longitud de onda y la frecuencia de vibración son inversamente proporcionales) son las que nos interesan para este artículo, ya que son las conocidas como radiación infrarroja; y abarcan aproximadamente el rango de las longitudes de onda entre 780 nm y 1 mm.

Aunque la descripción de la energía infrarroja es un tema denso y farragoso, para el propósito de este artículo lo vamos a simplificar diciendo que todo cuerpo emite una cierta cantidad de energía infrarroja en función de su temperatura, y para las temperaturas más habituales que manejamos en el día a día esta se encuentra entre unas longitudes de onda de entre aproximadamente 8 um y 15 um, que es la zona dentro de la radiación infrarroja que corresponde a la región de los infrarrojos de onda larga o también conocida como infrarrojo térmico.

Si nos fuéramos a longitudes de onda más largas (entre 1 mm y 1 m) ya entraríamos en el campo de las microondas; pero eso queda fura de nuestro alcance. Sólo os lo comento para que os podáis situar en el tramo del espectro electromagnético en el que nos vamos a mover hoy, que está comprendido entre la radiación visible y las microondas.

La cámara termográfica

Visto lo anterior y si nos ha quedado claro que al final la radiación infrarroja es del mismo tipo que la luz que vemos por todos lados pero que vibra a una frecuencia menor que esta, podréis entender que con el sensor adecuado podemos construir una cámara que en lugar de captar la luz visible sólo vea las longitudes de onda correspondientes con la radiación infrarroja. Pues bien, eso no es ni más ni menos que una cámara termográfica, que es un aparato que me apasiona y al que desde hace ya mucho tiempo quería dedicarle un apartado en este blog.

Diversos modelos de cámaras termográficas. Imagen por cortesía de Flir

Cámaras termográficas las hay de muchas formas, marcas, tecnologías y precios; pero lo que tienen todas ellas en común es que hacen visible lo invisible, ya que al fotografiar una superficie no vamos a distinguir sus colores, sino que obtendremos un «mapa» de las temperaturas superficiales de los elementos que aparezcan en ella.

Por tanto, mediante el uso de una de estas cámaras vamos a poder conocer la distribución de la temperatura en una superficie sin necesidad de contacto directo y de un sólo vistazo, ya que el mapa resultante es muy visual y nos va a permitir conocer rápidamente las zonas frías y calientes del cuerpo sometido a examen.

Cámara termográfica Fluke Ti10. Imgen por cortesía de Fluke

Por ejemplo, en la placa base de un ordenador en funcionamiento se apreciará una zona de alta temperatura que se corresponderá con la CPU, otras también con cierta temperatura como pueden ser los módulos de memoria o la tarjeta gráfica y luego zonas de la placa en las que no haya componentes que disipen apenas calor que aparecerán en tonos más fríos en la imagen resultante.

La termografía

Una termografía, por tanto, no es más que una fotografía en el espectro infrarrojo en la que podemos apreciar los gradientes térmicos de una superficie gracias a que cada temperatura aparece coloreada en tonos diferentes en función de la cantidad de radiación emitida (y que, como os dije anteriormente, está íntimamente ligada a la temperatura de los cuerpos). Cuanto menor sea la diferencia entre la máxima y la mínima temperatura captada más detallado será el gradiente de la imagen y más precisa va a ser la representación de las temperaturas al igual que ocurre con el rango dinámico en una fotografía tradicional.

Al igual que en cada píxel de una fotografía hay almacenada información sobre su tono, brillo o saturación, en una termografía vamos a tener en cada punto la temperatura registrada, de modo que luego podríamos utilizar esta información para tratarla y establecer patrones de dispersión de calor, velocidades de calentamiento y enfriamiento… Las aplicaciones son muchas y variadas como podréis imaginar.

Para que os hagáis una idea de lo que estamos hablando os voy a mostrar unos ejemplos de termografías que hice yo mismo un día en el que me llevé a la oficina una Raspberry Pi 3 y una Raspberry Pi Zero para observar cómo se calentaban mientras realizaba un benchmark que pusiera el microprocesador al 100% (y, por tanto, le hiciera disipar la mayor cantidad posible de energía calorífica) para así comprobar el funcionamiento de nuestra cámara termográfica con placas repletas de pequeños componentes electrónicos.

Esta es la Raspberry Pi 3 tras un rato funcionando en idle. Como podéis ver en la escala de la derecha, el microprocesador está casi a 60 ºC, el chip de memoria (en la parte izquierda de la placa) a algo menos, el resto de la placa ronda los 40 ºC y los conectores están a unos 30 ºC, que es también la temperatura de la mesa en la que estaba apoyada la placa

Si nos acercamos un poco más al microprocesador podemos apreciar cómo su calentamiento es mayor en la zona central del mismo, lo cual es lógico ya que los encapsulados de los chips son mucho más grandes que la circuitería interna que los conforman para así facilitar la disipación del calor al ambiente. Bajo esa zona de intenso color rojo es donde está situada la oblea del circuito integrado

Al lanzar el benchmark (sudo sysbench –test=cpu –num-threads=4 run) y pasados unos segundos vemos que el microprocesador ha disparado su temperatura, alcanzando los 100 ºC. El resto de la placa ha pasado de 40 grados a unos 50, pero como ahora la diferencia de temperatura entre los extremos es mayor, la escala de colores se adapta la nueva situación. Como veis, la temperatura de la mesa sigue en unos 30 ºC

Aquí está la Raspberry Pi Zero ejecutando el mismo benchmark pero para un sólo thread (sudo sysbench –test=cpu run) y podemos ver que su temperatura no se dispara como en el caso de la Raspberry Pi 3 debido a su menor potencia, estando la superficie de la CPU a poco más de 60 ºC.

Como habéis podido ver, lo que la cámara capta es la temperatura de la superficie del elemento al que estamos apuntando. Este tipo de cámaras no son capaces de captar la temperatura del aire ni la luz visible, de modo que lo que tenemos, como ya os dije antes, es un mapa de las temperaturas superficiales del cuerpo en cuestión.

Aplicaciones prácticas de la termografía

En mi trabajo utilizo la termografía con bastante frecuencia, de modo que me puedo considerar afortunado por lo que os contaba al principio sobre que ya de pequeño me fascinaba todo aquello que revela ante los ojos lo que originalmente estaba oculto. Y es que qué queréis que os diga: me parece una pasada poder usar un aparato que al apuntar sobre un cuadro eléctrico, una tubería o un motor es capaz de indicarme si hay alguna avería en ciernes; siendo por tanto un elemento básico del mantenimiento predictivo de una instalación.

En el campo eléctrico una termografía nos va a dar pistas sobre posibles problemas en las conexiones eléctricas y el flujo de la corriente. Si por ejemplo tenemos un contactor trifásico que alimenta a un motor y observamos que una de las tres fases está más caliente que las otras pueden estar ocurriendo dos cosas: o bien tenemos una mala conexión por estar sucio y/o poco apretado el contacto y por tanto el área por la que fluye la corriente es menor o bien una de las fases del motor está consumiendo bastante más que las otras.

Siguiendo con el tema de los motores, también se puede dar el caso de que tengamos varios motores iguales funcionando en las mismas condiciones y al termografiar todos ellos observemos que uno está considerablemente más caliente que los demás. Si observamos que el incremento de la temperatura se localiza sobre todo en uno de los extremos del cuerpo del motor, es posible que el rodamiento esté empezando a desgastarse y el rozamiento adicional que está sufriendo se traduce en forma de calor que al final se transmite a la carcasa metálica del mismo.

Como tercer ejemplo, si en una tubería que tenemos a la vista y por la que circula un líquido se atasca y no sabemos bien dónde está el problema por ser esta de una longitud considerable, si la temperatura ambiente y la del líquido que hay en ella son diferentes, con ayuda de una cámara térmica vamos a poder apreciar dónde se está produciendo el atasco, ya que vamos a observar que donde hay líquido la tubería toma un color que cambia a partir de la zona por donde no puede circular y en esa zona de «transición tonal» es donde estará la causa del problema.

Podéis echar un vistazo al siguiente vídeo (en inglés) que os dará una idea muy visual de este tipo de aplicación de las cámaras termográficas orientadas al mantenimiento de instalaciones industriales, ya que muestra lo que os he contado en los párrafos anteriores.

Otras aplicaciones de las cámaras termográficas son la observación del fraguado uniforme del hormigón, la correcta aplicación de aislantes en paredes y techos, la comprobación de fugas de agua que no se aprecian a simple vista, la localización de personas y animales en entornos sin visibilidad (humo, niebla, ventisca, oscuridad, vegetación…) o el correcto funcionamiento de sistemas de generación de frío y calor.

Eso sí, aunque sólo daré un pequeño retazo sobre ello, no quería dejar de comentar el mayor enemigo de la termografía, que son las superficies altamente reflectantes como el vidrio o el metacrilato, ya que aunque haya un cuerpo caliente detrás estos materiales son «impermeables» a la radiación infrarroja y con la cámara no obtendremos ninguna información útil. Por tanto, si se quiere termografiar un elemento situado tras un cristal hay que quitarlo de algún modo porque de lo contrario lo único que veremos en la termografía será nuestro propio «reflejo térmico».

La popularización de la termografía

Como veis, el campo de las termografías es muy amplio y dado que es una tecnología que cada vez se va abaratando más, creo que cada vez nos la encontraremos en más y más entornos. Cierto es que las gamas profesionales de las cámaras termográficas han costado, cuestan y seguirán costando un pastizal; pero también es verdad que los modelos más simples de hoy tienen ya resolución y prestaciones similares a las topes de gama de hace unos años, que al fin y al cabo es lo que ha sucedido siempre con la electrónica de consumo.

Seguiremos hablando del tema en una próxima entrada. Ya lo veréis.

Review: iPod Touch 3ª generación (8 GB)

Tras usar durante infinidad de tiempo mi iPod Nano de tercera generación (que ahora emplea mi hermana en su aventura Erasmus por Bruselas) y el Classic de sexta generación, llevo unos días pegado a un iPod Touch de tercera generación con una capacidad de 8 GB que viene conmigo a todas partes. Desde que este modelo del icónico reproductor musical apareciera en el mercado allá por el 2007 siempre me han llamado mucho la atención, de modo que cuando el otro día ofrecían en el foro de Elotrolado.net uno apenas desprecintado por sólo 110 euros no me lo pensé mucho antes de aceptar.

iPod Touch 3ª gen (8 GB)

¿Qué tiene de particular un iPod Touch?

El iPod Touch es un gadget que mezcla la reproducción de música, vídeo y podcasts con otras características más avanzadas como la conectividad inalámbrica, navegación por Internet, gestión del correo electrónico, integración con Google Maps… así como la posibilidad de instalar las aplicaciones disponibles en la App Store de Apple. De todos modos, una definición muy empleada para hacernos una idea del concepto básico de este aparato es que se trata de «un iPhone sin phone».

Nada más abrir la caja del iPod Touch uno se encuentra en la mano con un aparato muy ligero y sobre todo muy esbelto: es tan fino y suave en los bordes que parece que se va a deslizar entre nuestros dedos. Del mismo modo, la cubierta trasera es del mismo material y estilo habitual en los reproductores de la firma de la manzana: acero cromado que se raya con mirarlo. De hecho, tras unos días de uso y sabiendo lo cuidadoso que soy con mis cosas, empiezan ya a aparecer en ella las típicas marcas que con el tiempo dejarán esta superficie prácticamente mate; que es como está ahora esa parte de mi iPod Classic.

En todo caso, me niego a emplear ningún tipo de funda en mis aparatos: pagamos una pasta por un teléfono un poco más delgado que el anterior o por un MP3 que podamos llevar en el pantalón sin notarlo y le cascamos una gruesa funda de silicona que multiplica su volumen por dos y hace que sacar el gadget del bolsillo se convierta en un sufrimiento. Yo lo siento por los arañazos de la cubierta trasera, pero no veréis un gadget de mi propiedad envuelto en una fea funda de silicona; aunque sí que es verdad que ya procuro que en el bolsillo donde va el iPod o teléfono de turno no haya ninguna otra cosa (llaves, monedas…). Y es cierto que hubo una época en la que compré un par de fundas para mi iPod Nano e incluso hice una comparativa entre ambas; pero sopesando los pros y los contras al final opté por llevarlo «a pelo» en el bolsillo.

iPod Touch 3ª gen (8 GB)

Como os decía el reproductor es realmente delgado: bastante más que el iPod Classic y más o menos en la línea de grosor del iPod Nano de tercera generación. Sus medidas en concreto son 110 × 61 × 8 mm. En cuanto al peso, se queda en 115 gramos. El reproductor, visto desde arriba es un poco más alto que un Classic, pero en su delgadez es donde reside su gran ventaja en cuanto a la portabilidad del mismo.

iPod Touch 3ª gen (8 GB)

La filosofía Touch

La filosofía del iPod Touch es muy diferente a la de los reproductores más clásicos de la marca de la manzana equipados con la típica rueda táctil. En este caso, el aparato sólo tiene tres botones físicos: un botón de inicio bajo la pantalla, otro de bloqueo en el borde superior y un pulsador doble en el lateral que sirve para subir y bajar el volumen sin tener que andar trasteando con la pantalla. En la parte inferior se puede encontrar el típico conector para sincronizar y cargar los iPod así como el jack estándar de 3,5mm para conectar los auriculares.

Por lo demás, todo el manejo del iPod Touch se basa en el empleo de la pantalla multitáctil de 3.5 pulgadas y resolución de 320 x 480 píxels. Pulsando sobre sus iconos arrancaremos las aplicaciones que nos permitirán escuchar música, ver vídeos, navegar por Internet, acceder a la tienda virtual de Apple, consultar el e-mail, acceder a Google Maps, mirar las cotizaciones de la bolsa, la previsión meteorológica… y todo lo que podamos imaginar mediante la instalación de aplicaciones externas como luego veremos.

iPod Touch 3ª gen (8 GB)

Actualmente el iPod Touch se comercializa en 3 tamaños: 8 GB, 32 GB y 64 GB; si bien el más pequeño no es más que uno de segunda generación con firmware actualizado a la última versión; y de ahí su bajo precio (oficialmente cuesta 179 euros; mientras que las versiones de mayor capacidad se van a los 269 y 359 euros respectivamente). Exceptuando algún detalle, la funcionalidad es la misma, por lo que todo aquello que os comente sobre el modelo básico se puede extrapolar a los dos modelos superiores.

En cualquier caso, no es la capacidad de almacenamiento lo que más me llama la atención del iPod Touch; sino el conjunto de todas sus características. Para llevar encima toda mi música y mis podcasts ya tengo los 80 GB del iPod Classic, por lo que el Touch lo tengo para emplear sus caracterísiticas multimedia y llevar una selección de unos veinte discos que me puede apetecer escuchar en cierto momento. Selección que voy cambiando de vez en cuando en función de mis gustos musicales o los álbumes que más esté escuchando en una época determinada. Más o menos lo mismo que hacía cuando el iPod Nano era mi único reproductor portátil.

La importancia del Wi-Fi

Sobre el papel, el Touch promete muchas cosas que hay que coger un poco con pinzas: si estamos bajo una red Wi-Fi a la que podamos conectarnos disfrutaremos de todas sus funciones, pero fuera de su cobertura la funcionalidad del Touch queda un poco mermada. Podemos arrancar la aplicación del correo (compatible con la mayoría de las cuentas POP3 e IMAP, por cierto) y escribir un borrador estemos donde estemos; pero no podremos mandarlo hasta que nos conectemos a una red Wi-Fi. Del mismo modo, Google Maps también toma los datos de Internet, por lo que sin conexión a la red de redes no podremos consultar ningún dato. Si necesitáis consultar todas estas cosas estéis donde estéis, vuestras necesidades van más enfocadas a un iPhone o similar; es decir, un dispositivo que se conecte a Internet mediante la red de telefonía móvil, pues así no dependeréis de encontrar una red Wi-Fi abierta; algo que en España todavía no es tan común como en EEUU o Japón.

iPod Touch 3ª gen (8 GB)

Como estáis viendo, la conexión Wi-Fi es el eje central de todas las funciones de conectividad del iPod Touch, por lo que siempre estaremos limitados a encontrar una red inalámbrica a la que conectarnos si queremos aprovechar todo su potencial. En caso contrario, el iPod Touch es un reproductor multimedia fantástico que además cuenta con una gran autonomía; pero no podremos disfrutar del resto de sus características al 100%.

De todos modos, para no alargar demasiado este artículo os voy a enumerar algunas características del Touch que me han gustado especialmente para luego puntualizar otras que no me han hecho demasiada gracia. Creo que será mejor hacerlo así, porque si voy enumerando características párrafo tras párrafo esto puede acabar siendo el artículo de nunca acabar; y lo que quiero es dar una visión muy general del Touch con sus pros y sus contras.

Cosas que me gustan del iPod Touch

+ Conectividad Wi-Fi: soy un enamorado de la conectividad inalámbrica. El primer dispositivo Wi-Fi que entró en mi casa fue mi portatil Toshiba hace ya unos cinco años; y desde entonces cada vez hay más cosas que se conectan de este modo a Internet. Si un ordenador está fijo en un lugar de la casa soy el primero que lo conecta por cable porque es más rápido e inmune a interferencias; pero para dispositivos móviles el Wi-Fi es lo mejor que les ha podido pasar.

+ E-mail: la aplicación que gestiona el e-mail funciona estupendamente. Es rápida, fácil de usar y muy funcional. Me gusta mucho poder escribir un mail en cualquier lugar con facilidad y comodidad. Si tengo conexión a Internet lo puedo mandar en ese preciso instante; pero si no, se almacena y se envía en cuanto me conecte a una red Wi-Fi.

+ Google Maps: una de las aplicaciones más útiles que existen. Es raro el día que no uso Google Maps en mi ordenador para localizar alguna dirección, por lo que su inclusión en el iPod Touch me parece todo un acierto por si necesitamos encontrar algún lugar «sobre la marcha». Por cierto, me parece impresionante que tengamos disponible el modo Google Street View.

+ Precisión de la pantalla: el teclado (y en general todo lo que se maneja en pantalla) tiene una precisión envidiable, y lo mejor es que no hay que usar ningún tipo de lápiz táctil para ello. Usaremos los dedos para manejar todos y cada uno de los aspectos del aparato y veremos que su precisión es grande. Y no creáis que hay presionar mucho; un sutil toque con la yema del dedo basta para que el Touch se entere de nuestras intenciones.

+ Navegador integrado: el Touch viene con el navegador Safari integrado y funciona muy bien. No tiene soporte para Flash, pero en general las páginas web cargan con rapidez y uno se puede mover con soltura por ellas. Me encanta que con un doble click sobre una parte de la web se hace un zoom para pasar a ocupar todo el ancho de la pantalla. Si ponemos el Touch en horizontal el navegador se adapta a dicho formato.

+ Aplicaciones externas: la posibilidad de instalar cualquier aplicación desarrollada para el iPod Touch aumenta las posibilidades del aparato. Las hay enfocadas a todo tipo de cosas; desde una que nos permitirá estar al tanto de las misiones de la NASA o consultar el plano del Metro hasta otras tan frívolas como convertir el Touch en una espada de Star Wars o en un nivel de burbuja. Del mismo modo, también hay gran cantidad de juegos disponibles, siendo algunos de ellos técnicamente bastante buenos. Aunque muchas aplicaciones son de pago, hay también un buen número de ellas que son completamente gratuitas (de hecho todas las que aparecen en la siguiente captura lo son).

Las aplicaciones que tengo instaladas en el momento de escribir este artículo. La de la NASA se está descargando en este instante

Aplicación de Metro de Madrid (¡muy útil, currada y encima gratuita!)

El juego Racing GTI (carreras en 3D)

Dentro de su sencillez, Labyrinth 3D tiene unas físicas impresionantes

Cosas que no me gustan del iPod Touch

– Autonomía de la batería: si bien la autonomía como reproductor de MP3 es excelente (la marca dice que una carga completa nos dará 36 horas de audio), esta se reducirá considerablemente si empezamos a trastear con todas las funciones multimedia, Wi-Fi y demás hasta el punto de que si lo usamos intensivamente tendremos que ponerlo a cargar prácticamente todos los días.

– Agarre: hay que tener cuidado al coger el iPod Touch para que no se nos resbale de las manos. Sus bordes son muy finos y están tan pulidos que a veces me da la sensación de que el aparato se puede resbalar e ir al suelo. No se me ha caído ni una vez, pero al sacarlo del bolsillo siempre voy con mucho cuidado para no llevarme un susto.

– Sistema de localización: puede que en grandes ciudades como Madrid o Barcelona sea más preciso; y cuando lo pruebe por allí actualizaré este punto con algún comentario al respecto. Sin embargo, mis tests por Alcalá de Henares han sido decepcionantes: al no tener GPS integrado (el iPhone sí lo tiene) la localización del aparato se basa únicamente en la identificación de las redes Wi-Fi que haya en el alcance del aparato (si es que las hay), las cuales tendrán que estar dadas de alta en una base de datos que relaciona el identificador de la red como sus coordenadas geográficas. En un mundo ideal la idea funcionaría; pero la realidad es que las pocas veces que el sistema me ha posicionado he obtenido márgenes de error de varios kilómetros, llegando al extremo en una ocasión de situarme directamente sobre Castelldefels (Barcelona) cuando en realidad estaba en pleno centro de Alcalá.

Trucos y consejos de uso

· Para ahorrar batería os recomiendo desactivar el push para las aplicaciones que hagan uso del mismo (como el gestor de e-mail). Lo del push consiste en que si está activado, el iPod estará constantemente conectado a Internet por si llega un correo de modo que os lo notificará al instante; pero claro, eso implica un gasto de batería considerable y tampoco creo que pase nada si tardamos un cuarto de hora en recibir un e-mail.

En mi caso, lo que hago es desactivar el push y ajustar un intervalo de comprobación del mail de 30 minutos. De este modo, si la pantalla del iPod está activa (trasteamos por sus menús con el Wi-Fi encendido) se estará comprobando el e-mail constantemente; pero en el momento que la pantalla se apague, el Wi-Fi sólo se conectará cada media hora para ver si hay correos nuevos en el servidor y a continuación se volverá a apagar.

· En el momento que encendamos la pantalla, si había algún correo nuevo aparecerá una cifra junto al icono del mail para indicar dicha situación. Del mismo modo, los correos que hayamos redactado sin conexión y que tengamos almacenados en la bandeja de salida se mandarán en cuanto el iPod se conecte a Internet.

Pantalla de inicio del iPod Touch. ¡Tengo un e-mail sin leer!

· En Google Maps se queda en caché lo último que hayamos visto en el mapa. Por tanto, si no tenemos claro que en el sitio al que vayamos a ir pueda haber una red Wi-Fi disponible puede ser una buena idea visitar esa localización cuando tengamos conexión a Internet para que así la tengamos en la caché y la podamos consultar una vez allí.

· Podéis hacer una captura de pantalla del iPod Touch en cualquier momento pulsando al mismo tiempo el botón central y el de bloqueo. Así es como he sacado las capturas que ilustran este artículo.

Capturas varias

Para finalizar, os dejo con algunas capturas acompañas de algún breve comentario de cosas que se han quedado «en el tintero» a lo largo del artículo pero que no quiero dejar pasar por alto.

Aplicación de Youtube integrada en el Touch. En ella podemos ver vídeos igual que en el PC de casa (pero tenemos que estar conectados a una red Wi-Fi, claro)

Calculadora científica (en vertical se simplifica)

En la mayoría de las aplicaciones, si colocamos el Touch en horizontal el teclado adopta esta disposición para escribir con más comodidad

Aplicación para ver las cotizaciones de la bolsa. ¡Vaya día para los inversores!

Podemos navegar entre nuestros discos a golpe de dedo

Los controles del iPod durante la reproducción (esto se puede "minimizar" y seguir haciendo otras cosas mientras escuchamos música)

Podemos visitar la App Store desde el propio iPod Touch

Y lo mismo con la iTunes Store por si queremos comprar música directamente desde el reproductor

La aplicación de predicción meteorológica. Hasta el momento ha acertado en sus predicciones

Conclusiones

Podemos resumir todo lo visto anteriormente diciendo que el iPod Touch es un dispositivo capaz de cubrir unas cuantas necesidades en un aparato que apenas se nota en el bolsillo. Sin embargo, la mayoría de sus funciones dependen de que podamos estar conectados a una red Wi-Fi; por lo que el Touch será más útil cuantas más redes de este tipo haya en el entorno por el que nos movamos. En medio del campo el iPod Touch es un fantástico reproductor de música, podcasts y vídeo que también hará funciones de bloc de notas; pero poco más.

Sin embargo, en medio de una gran ciudad, con muchas posibilidades de conectarnos a una red Wi-Fi abierta, el iPod Touch se convierte en un pequeño ordenador que nos va a permitir navegar por Internet, consultar el correo y hacer prácticamente todo lo que podemos hacer con el ordenador de casa (salvando las distancias, claro está).

La conectividad a Internet es la clave del Touch; pero… ¿no es precisamente ese el futuro de la informática? De hecho, Google con su Chrome OS plantea algo similar: un sistema operativo para ordenadores personales que necesita Internet para funcionar al 100% y que sin esa conexión no es capaz más que de ejecutar algunas funciones básicas. Está claro que Internet no es nada sin la informática; pero en un futuro cercano la informática tampoco será nada sin Internet.

iGoogle

iGoogle

En casa tengo tres ordenadores: un sobremesa que empleo para edición de vídeo y fotografías, un portil Toshiba un poco antiguo pero que uso para todo en general y mi pequeño Asus EeePC 701 que me sirve para escribir sentado cómodamente en el sofá del salón o ver las noticias mientras desayuno.

Sin embargo había un pequeño problema: realizar ciertas tareas era un verdadero descontrol, pues empleo los tres ordenadores más o menos regularmente y mantenerlo todo sincronizado conseguía que estuviera mandándome cosas de un lado a otro por la red de casa o directamente en pendrives.

El ejemplo más claro es el correo electrónico: lo miraba siempre en el sobremesa, pues en él tenía instalado Mozilla Thunderbird, que a su vez también era mi lector de RSS. Sin embargo, no siempre estaba delante de ese ordenador, por lo que si miraba la cuenta de Gmail a través de la web en otro ordenador ocurría que luego al abrir el Thunderbird me volvían a aparecer como no leídos los correo que había leído online. No sé si he sabido explicar bien el problema, pero creo que he podido transmitiros en parte el galimatías que esto supone en el día a día.

Otro ejemplo (tal vez más claro) sea el redactar documentos. Más de una vez he comenzado a redactar algo en Open Office en un ordenador y me lo he tenido que mandar por e-mail para continuarlo, por ejemplo, en el EeePC 701 más tarde. Podría haber trabajado en red, dejando el documento en una carpeta compartida del ordenador y editándolo desde cualquiera de los otro dos, pero eso me obligaría a tener el ordenador que haría de servidor permanentemente encendido, lo que no deja de ser un despilfarro energético que no estoy dispuesto a realizar.

Pues bien, al final di con una solución bastante simple: emplear iGoogle para todas esas tareas cotidianas que os comento y alguna que otra más. Es cierto que el fin último de Google es dominar el mundo al igual que pretende Microsoft, pero no sé por qué, del mismo modo que Steve Ballmer y compañía se han ganado una antipatía generalizada con el paso de los años, la gente de Google suele tener una imagen bastante más positiva. Cosas del marketing, supongo…

Pero bueno, vamos a lo que quería contaros, que no es otra cosa que el uso que le doy a este interesante servicio. iGoogle consiste en la «centralización» de los diversos servicios online que ofrece google en una página de inicio encabezada por el conocido buscador como podéis ver en la siguiente captura.

captura iGoogle

A través de una interface basada en pestañas podremos personalizar cada una de ellas con diversos elementos como lector de RSS (Google Reader), suite ofimática online (Google Docs), lector de correo (Gmail), marcadores de Internet, titulares de diferentes diarios, previsiones meteorológicas, calendarios con recordatorios, mapas…

Seguro que más de uno ha empleado estos servicios por separado más de una vez. No hay en iGoogle nada nuevo ni especialmente revolucionario; pero es que el potencial que posee consiste en que lo tenemos todo en la misma pantalla del navegador, por lo que definiendo a iGoogle como nuestra página de inicio, de un simple vistazo podemos estar al día de la información que consideramos relevante y a un click de cualquier página que visitemos con frecuencia.

En mi caso particular empleo iGoogle como página de inicio en todos mis ordenadores con una configuración de tres pestañas:

Principal: Gmail, Google Reader, titulares de El País, previsión meteorológica, Google Docs y post-it para recordatorios.

Consulta: Google Maps, diccionario RAE, traductor Google y búsqueda en Wikipedia

Chat: el chat de Google (Gtalk)

Esto es lo que yo suelo emplear habitualmente, pero las diversas pestañas (se pueden crear tantas como se desee) se pueden personalizar como al usuario le venga en gana; tanto en la distribución como en el contenido. De hecho, hay cientos de complementos diseñados incluso por los propios usuarios y que van desde «el chiste del día» hasta una calculadoras o conversores de divisas.

A mí me ha parecido una aplicación más que interesante que me ha facilitado mucho esas pequeñas cosas que hacemos cada día. Por ejemplo, ahora las reviews para ultimONivel las escribo en Google Docs y así puedo continuar escribiéndolas desde cualquier ordenador sabiendo que con grabar los cambios puedo seguir mi trabajo en cualquier momento y lugar sin preocuparme de más.

Ah, claro, se me olvidaba comentar que para emplear iGoogle hay que tener un perfil en algún servicio de Google, pues ya sabréis que la misma cuenta de Gmail o sirve para cualquier servicio asociado con la empresa (Youtube incluído). Es algo completamente gratuito que podéis activar o desactivar a voluntad en cualquier momento mediante el enlace que aparece en la parte superior derecha de la pantalla.

En definitiva, un modo de trabajar en Internet con comodidad y que me ha facilitado algunas tareas. Si tenéis una cuenta en Google os sugiero que lo probéis porque para dar marcha atrás siempre hay tiempo, pero yo creo que lo más seguro es que os acabe gustando tanto como a mí.

Nuevo vídeo del Asus EeePC 701: usándolo en el día a día

Ha actualizado nuevamente la review del Asus EeePC 701 porque voy viendo en los múltiples comentarios de la entrada que algunos de vosotros me pedís que narre un poco cómo uso el Eee 701 en el día a día. Pues bien, para que la explicación sea más descriptiva he grabado el siguiente vídeo en el que muestro algunas de las cosas que empleo cada día como puede ser la visualización de fotografías, vídeos, edición de documentos e imágenes así como el uso de internet. Es un vídeo muy en la línea del que publiqué hace ya tiempo en la duodécima actualización, pero que en este caso muestra otros programas y algunos usos más “lúdicos” del equipo.

NOTA: debido al algoritmo de compresión que emplea Youtube el vídeo no se ve muy nítido que digamos y en esta ocasión (no sé en qué se basa) no existe la posibilidad de activar una versión a más resolución como la que se encuentra en otros vídeos que yo mismo he subido en el pasado. Investigaré sobre el tema…