Para no perder viejas (y sanas) costumbres me gustaría ofreceros hoy el resumen en forma de vídeo de la quinta temporada de Alcalá de Henares ayer y hoy. Si ya conocéis esta sección del blog sabréis que trata de una serie de entradas con fotografías antiguas de la ciudad complutense comparadas con el tiempo presente y que al final de cada temporada publico un vídeo con todas las imágenes en secuencia acompañadas de un fondo musical.
Pues bien, como os decía, acabo de subir el vídeo correspondiente a la temporada que cerré recientemente con la entrada número cien, y en esta ocasión la banda sonora elegida ha sido Duerme; una canción original de El Niño Gusano pero que en este caso se trata de una versión interpretada por Sidonie. ¡Espero que os guste!
Me he encontrado en Youtube con un documental sobre Henri Cartier-Bresson que me ha parecido muy interesante; y aunque el audio está en francés, con ayuda de los subtítulos en ingés se entiende todo perfectamente.
Cartier-Bresson es considerado el padre del fotoperiodismo moderno así como uno de los precursores del uso generalizado del formato 35mm (lo habitual en esa época era utilizar cámaras más grandes y pesadas) ya que toda su vida empleó nada más que una cámara Leica y un objetivo de 50mm. Gracias a aquello supo mezclarse con la gente sin llamar la atención para retratar así mil y una escenas cotidianas como nadie más ha sabido hacerlo.
En las cinco partes de las que consta el reportaje podemos ver cómo este fotógrafo universal es capaz de jugar con nuestra mirada en cada una de sus geniales e irrepetibles fotografías y escuchar en sus propias palabras esa especial concepción de la fotografía que él tenía. Todos los aficionados a captar imágenes con nuestras cámaras tenemos mucho que aprender de él, y creo que este reportaje puede ser un buen modo de acercarse a su interesantísimo universo visual.
Hoy me he tomado la pequeña libertad de elegir unas cuantas imágenes de las muchas que realicé en Oropesa del Mar durante el recién concluido mes de Agosto para ofrecéroslas en formato vídeo, ya que es algo que antes hacía con cierta frecuencia y estaba empezando a perder la costumbre. La mayoría de ellas puede que ya las conozcáis porque han aparecido por aquí en los últimos días; pero hay otras que aun no había mostrado y me hacía una especial ilusión incluirlas.
En cualquier caso, las imágenes también son un buen pretexto para invitaros a escuchar «Crujidos»; para mi gusto uno de los mejores temas compuestos hasta ahora por el gran Nacho Vegas y capaz de volver a mi cabeza una y otra vez tanto por su letra como por ese hipnótico ritmo de banjo que aparece en ciertas partes de la canción.
Un breve vídeo en el que intento mostrar el modo más eficiente de sujetar una cámara réflex a la hora de disparar una fotografía. También comento un poco la postura que suelo emplear cuando necesito un poco de estabilidad a la hora de fotografiar algo a una velocidad de obturación baja.
El vídeo que os pongo a continuación muestra un fragmento de una entrevista realizada en el año 1978 al escritor Francisco Umbral y en la que una joven Mercedes Milá no parece caer muy bien al egocéntrico invitado que más bien parece el paciente de un dentista sentado en esa especie de tumbona:
Hay que reconocer que Umbral nunca ha dado la sensación de ser demasiado simpático con los periodistas como pudimos comprobar años después en el famoso incidente (también con la Milá, que parece tener un cierto imán para los invitados con exceso de ego ) conocido como ¡Yo he venido aquí a hablar de mi libro!.
Es una pena que aunque hoy en día se ven a menudo en televisión escenas de mal rollo entre presentadores e invitados (Belén Esteban style) todo sea parte de un estudiado guión para vender carnaza al espectador. Al menos en aquellos años salvajes, la auténtica mala leche iba y venía de aquí para allá en el plató. «Sin paños calientes», como decía Antonio Resines.
Me hace gracia que en el mundo de las carreras de coches llamen Iceman (hombre de hielo) a Kimi Raikkonen por lo inexpresivo que es. No negaré que es desesperante observar que habla con idéntico tono de voz y pone exactamente el mismo gesto cuando gana una carrera o cuando es eliminado en la primera ronda clasificatoria del sábado; pero viendo la carrera de GP2 que emitieron el pasado fin de semana he entendido que el verdadero hombre de hielo es el que manejaba la cámara situada en una de las curvas más rápidas del circuito de Mónaco.
Por favor, ved los primeros segundos del siguiente vídeo y comprenderéis a lo que me refiero:
Como veis en las imágenes, cuando el coche accidentado conducido por Romain Grosjean despega del asfalto lanzándose literalmente volando contra la cámara de televisión y es detenido tan sólo por la valla de seguridad que hay a pocos centímetros del objetivo (se ve dónde están cámara y coche en los planos generales que aparecen instantes después del golpe), la persona que estaba al mando de la misma se limita a quitar zoom para captar toda la escena y no mueve la cámara ni un milímetro demostrando tener muchísimo valor. Lo más seguro es que en su lugar yo hubiera salido corriendo dejando la cámara apuntando hacia cualquier lado en cuanto viera esa mole venir disparada a 200 Km/h; pero el tío fue todo un profesional y siguió grabando pese a la tensa situación vivida.
Nada más verlo en directo me llamó mucho la atención (más que el propio accidente en si, que es bastante espectacularde) así que enseguida pensé que alguien colocaría el vídeo en Youtube y podría contároslo con imágenes.
Si alguna vez os habéis puesto a mirar precios de objetivos para cámaras réflex os habréis dado cuenta de que aunque hay algunos más o menos asequibles, en cuanto nos metemos en teleobjetivos luminosos y cosas un poco especiales los precios se van con una facilidad pasmosa por encima de los mil euros.
La razón de estos astronómicos precios es que el proceso de fabricación de semejantes «cacharros» es largo y complejo. La gran cantidad de vídrio óptico necesario, el ensamblaje milimétrico de cada componente y la extrema pulcritud obligatoria en todo momento hace que la cadena de producción de estos artilugios de plástico, cristal y metal pareza ser más propia de la NASA.
Para que lo veáis por vosotros mismos, os pongo a continuación un documental de Discovery Channel (dividido en tres partes y con el audio en inglés) en el que podéis ver todo el proceso de fabricación de un objetivo Canon EF 500 f/4.0 L IS USM cuyo precio en la calle es de unos 6000 euros. En él podréis ver desde el proceso de fundición del vídrio óptico para crear las lentes hasta cuidadoso montaje de la unidad pasando por las exigentes pruebas a las que se somete cada elemento del objetivo.
Después de verlo os aseguro que ya no os asombraréis tanto de los precios de estos cristalitos 😉
Apenas veo la televisión. Como mucho algo de deporte los fines de semana (motociclismo y F1 cuando toca), «Salvados» y el programa de entrevistas «En noches como esta» de TVE. Viendo la cantidad de telebasura que hay por los canales del dial, la verdad es que prefiero hacer cualquier otra cosa antes que pasarme las horas muertas delante de la caja tonta.
Precisamente por ver tan poco la TV me ha sorprendido que un simple anuncio sea capaz de despertar una cierta «ternura» en mí como si se tratara de una buena canción o una película de autor pero, sea como sea, me alegro de que haya gente capaz de condensar tantos sentimientos en apenas unos segundos de vídeo.
No voy a entrar a valorar esos asuntos económico-políticos que siempre salen a relucir cuando se habla de Ramoncín porque ese es un tema muy manido ya. Lo que hoy me gustaría mostraros es algo que tal vez no conozcáis tanto: se trata de un vídeo de Youtube en el que aparece una entrevista realizada por Mercedes Milá a dicho personaje por primera vez en televisión allá por el año 1978.
Para poneros en antecedentes os diré que en aquella época Ramoncín tenía 22 años, mostraba una pose de glam-rock star a lo David Bowie pero en cutre y era el cantante del grupo vallecano «WC». En dicho grupo también estaba Jero Ramiro (futuro miembro de Saratoga) quien recientemente contaba en su biografía que la relación entre Ramón y el grupo no acabó muy bien que digamos. Y sí, efectivamente; es el mismo Ramoncín que ahora mismo forma parte del jurado de ese programa de televisión llamado Operación Triunfo contra el que firmó un manifiesto en el año 2002. Todo un personaje, como podéis apreciar.
Como veis, se trata de la prueba palpable de que en aquella época todo era posible en televisión: no había problema en salir a plató con un ego descontrolado, sudando como un pollo (¿frito?), con un maquillaje de dudoso gusto y haciendo gala de expertas dotes de mangante. Aquello sí que eran los años salvajes, porque aunque a día de hoy es frecuente encontrarnos con gente un poco rara por los diversos canales de TV, nunca he visto a nadie con esa actitud tan pijo-punk.
¿Se puede llegar a ser más contradictorio con uno mismo?.
Normalmente, cuando vamos de safari fotográfico con nuestra réflex a cuestas, nos toca cambiar de objetivo una y mil veces. Después de estos días de llevar la cámara encima prácticamente a todas horas he desarrollado un teorema que dice: Siempre llevarás montado en la cámara el objetivo menos adecuado para lo que quieres fotografiar; así que por pura adaptación al medio al final he conseguido perfeccionar una técnica para realizar dicho cambio en unos segundos y sin demasiadas complicaciones.
Había pensado en comentaros el proceso paso por paso, pero creo que será mucho más ilustrativo que os coloque un vídeo en el que se ve en apenas un minuto cómo es el método que sigo para cambiar de objetivo cuando llevo la cámara colgada al cuello y la bolsa con el equipo al hombro.
Puede que alguien os mire con una cara un poco rara cuando estéis con los dos objetivos en las manos y una tapa trasera en la boca, pero al fin y al cabo yo creo que es el modo más efectivo y seguro de realizar el cambio en el mínimo tiempo posible y así evitar la entrada de suciedad en el cuerpo de la cámara.
Hay que ver cómo ha cambiado el aspecto de los objetivos Nikon de unos años a esta parte. Ya os hablé de la buena impresión que me había causado el AF 35-70 f/3.3-4.5 que compré hace unas semanas, así que se me ha ocurrido que estaría bien comentaros las diferencias principales que hay entre un objetivo básico (zoom estándar de tipo AF) de hace más de 20 años y uno actual de tipo AF-S.
De cualquier modo, como ya comenté en la entrada que hablaba específicamente del 35-70, la compatibilidad de los objetivos Nikon antiguos con las cámaras modernas y viceversa es algo sorprendente, y vamos a ver cómo estos dos objetivos tienen más cosas en común de lo que podríamos suponer (aunque también poseen importantes diferencias internas).
Diferencias en las lentes frontales
En la parte izquierda de la imagen tenéis el objetivo zoom que traen las Nikon de gama baja actuales. Es un 18-55 AF-S con aperturas f/3.5-5.6 respectivamente. En la parte derecha tenemos el 35-70 que os decía y que data del año 1986.
Desde este punto de vista apenas se aprecian cambios: la electrónica interna y los cuerpos de los objetivos han cambiado bastante en estas dos décadas, pero lo que son las ópticas se mantienen prácticamente iguales. Se han introducido capas antirreflectantes y elementos que evitan las aberraciones ópticas, pero la forma de los elementos frontales sigue siendo básicamente la misma, porque… ¿para qué cambiar algo que funciona perfectamente?
Diferencias en los cuerpos
Vamos a apreciar los cambios observando los cuerpos de los objetivos de lado, pues desde esa perspectiva las diferencias son bastante más evidentes:
Como veis, poco tiene que ver un objetivo con el otro vistos de lado. Para empezar el diámetro del cuerpo del 35-70 es algo más grande que el del más nuevo, aunque hay que tener en cuenta que es un objetivo diseñado para película de 35mm (o para un sensor full-frame) mientras que el 18-55 es exclusivamente para sensores DX (son 1,5 veces más pequeños que los full-frame).
Por otra parte, en el objetivo fabricado hace apenas un año podréis ver que hay un elemento que se echa en falta con respecto al más antiguo: el anillo de diafragmas.
De hecho, el anillo de diafragmas es algo que hoy en día prácticamente se ha perdido porque de su control se encarga la propia cámara. Los modelos actuales llevan una letra ‘G’ en su nombre completo que indica que no tienen anillo de diafragmas; cosa que no influye para nada en las fotografías digitales «normales», pero que impedirá usar dicho objetivo en el caso de emplear tubos de extensión básicos o emplearlo en una cámara analógica antigua.
De cualquier modo, a efectos prácticos, lo que se hace en las cámaras actuales con objetivos que cuentan con anillo de diafragmas es bloquearlo en su apertura más pequeña mediante un pequeño interruptor que tienen en el cuerpo y a partir de ahí manejarlo exclusivamente con el dial de la propia cámara.
También podéis ver la ventana de la escala de distancias en la parte superior del 35-70; un elemento que no está presente en el 18-55. Esta escala de distancias venía bien sobre todo para enfocar manualmente en estudio y situaciones en las que conocíamos la distancia al sujeto. Esta escala de distancias todavía está presente en los objetivos actuales, pero suele ser en modelos de gama alta, habiendo desaparecido de los objetivos más básicos para reducir costes.
Si os fijáis un poco, en el modelo más moderno hay un interruptor que conmuta entre modo de enfoque manual o automático, mientras que en el antiguo no está presente ningún tipo de interruptor de este tipo. No obstante, esto se debe a que aunque ambos objetivos son autofocus (son capaces de enfocar automáticamente según las ordenes de la cámara) el proceso lo realizan de maneras completamente diferentes como veremos en la vista de las monturas, así que luego profundizaremos en este interesante aspecto.
Diferencias en las monturas
Bien, en esta vista están las diferencias más importantes que distinguen a un objetivo fabricado hace un par de décadas de uno diseñado en la actualidad. Para empezar podéis ver que el más antiguo tenía la montura fabricada en metal y el actual en plástico; un detalle que ya deja entrever que hoy en día se hace todo lo posible para reducir costes (aunque Nikon lo justifica diciendo que el plástico es más ligero).
Sin embargo, hay detalles mucho más sutiles, así que vamos a ir viendo los dos objetivos muy de cerca comenzando por el más nuevo:
Aquí podéis ver de cerca la estructura de la montura del 18-55. Fijaos en los tres tornillos que cierran el cuerpo porque a continuación veremos una importante diferencia con respecto al 35-70. Del mismo modo, en la parte superior tenemos siete contactos metálicos encargados de la comunicación entre el objetivo y el cuerpo de la cámara (control de diafragma, distancia al sujeto fotografiado, autofocus…).
Y hablando de autofocus, es hora de fijarnos en la más importante diferencia entre un modelo antiguo y uno nuevo, pues en los objetivos AF-S (presentados en el año 1996) el enfoque se realiza mediante unos pequeños motores que van embutidos en el propio objetivo y que son los encargados de ajustar las lentes del mismo para enfocar más lejos o más cerca.
Si nos fijamos ahora en la montura del 35-70 vamos a apreciar dos diferencias importantes:
Como veis, están presentes los habituales tres tornillos de estrella para sellar el cuerpo del objetivo, pero aquí tenemos además una especie de “tornillo plano” en la parte inferior que es el encargado de modificar el enfoque. Tornillo que gira según ordene un apéndice presente en el cuerpo de las cámaras, no necesitando por tanto ningún tipo de contacto eléctrico entre cámara y objetivo para realizar esta acción (aunque sí para otras). Un enlace mecánico entre cámara y objetivo que no está presente en las réflex más sencillas de Nikon, y de ahí lo que siempre se dice acerca de que en las D40/D40X/D60 tendremos que enfocar a mano si empleamos objetivos antiguos.
Derivado de esto, si nos fijamos en la parte superior del 35-70 podremos ver que hay sólo cinco contactos eléctricos, ya que en este modelo no están presentes los correspondientes al motor interno de enfoque debido a que en este caso se realiza de forma mecánica en vez de electrónica.
Bueno, y ahora que tenemos a la vista las dos monturas vamos a mirar algunas diferencias más:
Por un lado es evidente que el desgaste de una montura plástica es superior al de una metálica. Fijaos en las marcas que ha ido dejando la acción de montar y desmontar la óptica en la cámara (la montura de la cámara siempre es metálica) porque son bastante evidentes en el caso del 18-55 mientras que la del 35-70 está como si por ella no hubieran pasado los años.
Las dos hendiduras que podéis ver en la parte izquierda de las monturas son las que sirven al cuerpo de la cámara para confirmar que hay un objetivo montado, ya que hay un pequeño pin que encaja perfectamente cuando el objetivo está correctamente colocado en la cámara.
Por último, como elemento común tenemos esa especie de pestaña en la parte derecha de las monturas. Ese elemento tiene la misión de controlar la apertura del diafragma, y como podéis ver, estaba presente incluso en objetivos que todavía contaban con anillo de diafragmas para su control. Lo que hace la cámara al variar la apertura del diafragma es mover esa pequeña leva, que en reposo (tal y como aparece en las fotografías) deja el diafragma en su posición más cerrada y en su tope superior en su posición más abierta.
De todos modos, antes de terminar esta entrada me gustaría ofreceros un vídeo que explica visualmente estas mismas cosas que habéis leído en los párrafos anteriores, esperando que os entretenga y satisfaga al mismo tiempo vuestra curiosidad.
En fin, después de este breve repaso visual a dos objetivos fabricados con más de dos décadas de diferencia os habréis dado cuenta de que aunque los dos modelos sean físicamente y funcionalmente compatibles, en su interior hay diferencias bastante notables; y es que la tecnología va avanzando a pasos agigantados aunque no nos demos cuenta.
Brevísimo apunte antes de meterme en la cama (he echado tanto de menos esto que hoy no soy capaz de parar de escribir ) para indicaros que he complementado la entrada que habla del empleo de filtros UV como protección para los objetivos con el siguiente vídeo que grabé en uno de esos ratos en el apartamento en los que no había nada productivo que hacer.
He de reconocer que he caído en las redes de Pankun y James: los dos personajes estrella de un programa de televisión japonés que me mostró mi hermana hace un par de semanas. La peculiaridad de esta pareja es que son un chimpancé y un perro que tienen unas habilidades ciertamente sorprendentes y una relación bastante especial el uno con el otro.
Si tuviera que elegir uno de los múltiples vídeos que circulan por Internet sobre este fenómeno, os recomendaría éste en el que nuestro sorprendente chimpancé cocina mejor que muchos de nosotros (ved el vídeo y entenderéis lo que quiero decir 😛 ). Es el vídeo con el que mi hermana me mostró a Pankun y realmente es el que más me ha sorprendido de todos, pese a que hay también otros geniales.
¿Sorprendidos? Pues tras esta breve demostración de lo aplicado que puede ser un mono, podéis seguir viendo vídeos de este curioso programa en el siguiente enlace a Youtube.
Esta entrada no va a ser muy extensa, pues todo lo que quiero comentar está en el vídeo que os ofrezco a continuación y que grabé ayer mismo para resolver una consulta de un lector referente a estabilizadores ópticos en cámaras de vídeo. Lo que quiero demostrar es que los sistemas de estabilización óptica funcionan; y funcionan mejor cuanta más distancia focal estemos empleando para grabar las imágenes.
Sirva como claro ejemplo el siguiente vídeo (tranquilos, apenas son dos minutos ) en el que hago un zoom completo (35x) con mi videocámara JVC GR-D820; primero con el estabilizador desactivado y a continuación haciendo uso de él.
Como comento en el vídeo, el principio del estabilizador óptico es el mismo para videocámaras que para cámaras fotográficas, por lo que viendo las imágenes os podréis hacer una idea bastante precisa de lo útil que es este sistema cuando se integra en un teleobjetivo (los Nikon estabilizados llevan las siglas VR, los Canon se denominan IS…) para evitar imágenes trepidadas cuando se dispara a bajas velocidades. De hecho, hasta se me había pasado por la cabeza hace unos días cambiar mi 55-200 por la versión VR; pero al final los 200€ que cuesta se me fueron en un par de amortiguadores para el coche y me temo que la cosa tendrá que esperar.