Para finalizar esta mini–serie de tres entradas fotográficas ambientadas en la localidad de Chinchón me gustaría detenerme hoy en esos pequeños detalles en los que tanto me gusta fijarme y que siempre que tengo ocasión trato de captar con mi cámara.
Obviamente en tan sólo un día y medio no es posible extraer la esencia de un lugar y plasmarla en fotos porque para ello hace falta tiempo, paciencia y ganas. Sin embargo, yo he quedado particularmente contento con el resultado obtenido en forma de fotografías, ya que creo que transmiten la tranquilidad y el sosiego de un lugar por el cual el minutero da vueltas mucho más despacio que en la cercana capital.
Madrid y Chinchón: tan lejos y tan cerca al mismo tiempo…
Me ha gustado mucho tu mini-serie sobre Chinchón. Hace poco estuve allí y entiendo perfectamente lo que dices. En tus fotos se nota mucho colorido, detalles en los que no todos solemos prestar atención.
Un abrazo
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Geniales las fotos como siempre!!
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A mi también me han gustado mucho las fotos. Sobre todo la última de las sombras y la del camino pedregoso. Voy a ver las demás de la miniserie, que hace ya un tiempecito que no leo tu blog y no quiero perderme nada 😉
Un saludo
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