Siete días haciendo fotos con una Nikon D40 y un 35mm

Durante la semana pasada estuve haciendo un sencillo experimento fotográfico: saqué de su caja la Nikon D40, cargué la batería, le monté mi AF-S 35mm f/1.8 y con este ligero conjunto que parece casi de juguete en comparación con mi habitual D300 me lancé a retratar todo aquello que me llamara la atención tanto en Madrid como en Alcalá de Henares.

Calle de Alcalá

Y es que aunque los objetivos de focal variable (zooms) son muy útiles y polivalentes; no es menos cierto que una focal fija nos obliga a movernos, buscar encuadres diferentes, jugar con los desenfoques que posibilita su generosa apertura… y por eso me gustan tanto. Una vuelta a los principios de la fotografía en los que las cámaras y las ópticas tenían un papel secundario y el fotógrafo tenía que ingeniárselas con lo que su equipo pudiera ofrecerle.

Luz

Fruto de estos siete días de «régimen forzoso de 35mm» son las imágenes que ilustran esta entrada y que hoy quería compartir con vosotros a modo de resultado de la experiencia; ya que he sacado algunas conclusiones de todo ello y a mí particularmente me ha venido muy bien para reforzar mi concepto de la fotografía.

Mr. Quijote

La gran evasión

Ergonomía

Llevar este «combo» de cámara y objetivo que suma apenas 760 gramos hace que no nos cansemos aunque lo llevemos en la mano durante casi todo el día y de paso estaremos listos para capturar todo lo que se cruce por delante de nosotros sin llamar la atención de la gente. Ya os decía en una entrada de hace unos días que de nada sirve salir a hacer fotos llevamos la cámara metida en una mochila; de modo que aunque yo me siento bastante cómodo con mi D300 más el objetivo que lleve montado (siempre que no sea el 80-200 f/2.8, claro) reconozco que la sensación de llevar la D40 y el 35mm es casi como la de una compacta hipervitaminada.

Eso sí, aunque a la hora de transportarla esa ligereza viene muy bien, cuando se trata de agarrar la cámara para hacer fotografías la ergonomía de la D300 se echa muchísimo en falta porque en el caso de la D40 hay que cogerla casi con la yema de los dedos mientras que la otra prácticamente se «abraza» con las manos.

Misterio

¡Oh, cielos!

un intruso en Serrano

A nivel técnico

Reconozco que lo que más he echado de menos durante estos días ha sido la cantidad de controles externos que tiene mi D300; y es que para algo tan simple como cambiar el modo de medición o de enfoque en la D40 hay que meterse en el menú de la cámara mientras que en las cámaras «grandes» se hace girando un dial. En cuanto a la calidad de imagen se nota de que la D300 tiene más rango dinámico que la D40 porque en esta última enseguida se queman los cielos; pero aun así la D40 es una réflex con todas las de la ley y la verdad es que estoy muy contento con algunas de las imágenes que he obtenido durante estos días.

Desde luego, no seré yo el que vuelva a la D40 teniendo una D300 porque las prestaciones de esta última cada día me sorprenden más; pero reconozco que esta pequeña cámara puede ser una buena opción bajo ciertas circunstancias en las que deseemos ir ligeros de peso y/o pasar desapercibidos con nuestro equipo fotográfico.

Nubes y campos

La sustituta

Un viaje al pasado

En definitiva, estos siete días acompañado de mi veterana D40 y el siempre eficaz 35mm f/1.8 (que además es una focal que da un ángulo de visión muy natural montado en una cámara con sensor APS-C) me han devuelto un poco a mis orígenes fotográficos cuando a finales de los ochenta retrataba mi mundo con aquella primera cámara de carrete en la que el único ajuste que podía cambiar era el que indicaba si el día estaba nublado o soleado para así emplear una de las dos velocidades de disparo disponibles. Por no tener no tenía enfoque ni apertura, ya que todo era fijo; pero aun así es un cacharro con el que hice un montón de fotos de las que me sentí muy orgulloso en su momento.

Un rincón para descansar

Y es que aunque siempre andamos preocupados por megapíxels, nitidez, distancias hiperfocales, formatos de sensor y demás historias, durante estos días he recordado una vez más que al final esta bendita afición consiste en coger la cámara y salir a la calle a pasar un buen rato. Si nos olvidamos de eso entonces estamos perdiendo el tiempo.

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Retratos con focales largas y aperturas grandes

Las aperturas grandes y las distancias focales largas son dos bienes muy preciados para realizar retratos. Conjugando ambos factores podremos realzar las facciones de la persona retratada así como fundir el fondo de la imagen resaltando el sujeto principal de nuestra fotografía, aportando con ello un toque de profesionalidad a nuestras imágenes.

Retrato

Hasta ahora os he mostrado algunos ejemplos realizados con objetivos de 35 y 50 mm ambos de apertura f/1.8; y aunque de amplitud de diafragma no vamos mal, la distancia focal se queda un poco corta para el retrato puro y duro, lo que da lugar a ciertas deformaciones en caso de realizar tomas en las que la cara del sujeto ocupe la mayor parte del encuadre. Además, en tales casos nos veremos obligados a echarnos encima de la persona retratada, lo que restará naturalidad al posado.

Una focal fija de 85 o 105 mm de apertura generosa es un caso clásico de objetivo «retratero» por excelencia ya que aplana las facciones, permite un buen desenfoque y nos va a hacer trabajar a una distancia prudencial del sujeto. De todos modos, cada vez son más los fotógrafos que optan por la polivalencia de un teleobjetivo de apertura f/2.8 constante para realizar este tipo de fotografías.

Nikkor 80-200 f/2.8 en soledad

Precisamente para poner a prueba en tales circunstancias a mi Nikkor AF 80-200mm f/2.8D me he animado a lanzarme a la calle acompañado de mi hermano y así tener la ocasión de disparar algunas fotografías que os puedan dar idea del rendimiento de un objetivo de este tipo para la realización de retratos y de paso repasar algunos conceptos básicos a aplicar a esta disciplina.

Por cierto, ya que hablamos de retratos, aprovecho para comentaros que lo más habitual es realizar estos en formato vertical; si bien el horizontal puede ser igual de válido o, ya puestos, también los podemos hacer en diagonal si nos sentimos especialmente creativos. De cualquier modo, he optado por el mencionado formato vertical en los tres ejemplos que os voy a poner a continuación para que veáis que el resultado obtenido es bastante natural y se adapta mejor a la morfología humana.

1. Retrato de cuerpo entero

El retrato de cuerpo entero es uno de los que más agradece el uso de aperturas amplias. Al tener que situarnos a cierta distancia del sujeto o emplear una distancia focal más corta va a ser complicado conseguir un desenfoque acusado del fondo debido a que la profundidad de campo será más grande si se incrementa la distancia al sujeto o disminuye la distancia focal del objetivo. Por tanto, si queremos compensar ese menor desenfoque de los fondos causado por la combinación de los dos factores anteriores no nos quedará más remedio que emplear una apertura generosa (que es el tercer factor que influye sobre la PDC).

Retrato cuerpo entero

Distancia focal: 200 mm. Apertura: f/3.2. Distancia al sujeto: 14.1 metros.

Las columnas de la calle Mayor de Alcalá de Henares todavía son identificables, pero están mucho más desenfocadas que si hubiéramos empleado un objetivo con apertura máxima a esta distancia focal de, por ejemplo, f/5.6 como le ocurre a mi Nikon 55-200 VR. De todos modos, para maximizar la nitidez de la imagen he decidido emplear una apertura de f/3.2 para realizar esta fotografía, por lo que podríamos haber desenfocado todavía un poco más el fondo en caso de haber bajado hasta f/2.8 (bueno, tampoco mucho, pues la diferencia es de apenas un tercio de paso).

2. Retrato de medio cuerpo

El retrato de medio cuerpo es otro clásico de la fotografía «social». En este caso nos vamos a situar algo más cerca del motivo a retratar, por lo que la PDC se reducirá y el fondo de la imagen se fundirá hasta el punto de quedar prácticamente irreconocible gracias al bokeh que originará cada punto de luz situado en la lejanía.

Apmomp (retrato de medio cuerpo)

Distancia focal: 200 mm. Apertura: f/2.8. Distancia al sujeto: 7 metros.

En este caso he optado por emplear la mayor apertura posible para centrar así la atención sobre mi hermano. Podríamos haber potenciado un poco más la nitidez de la imagen si hubiéramos cerrado el diafragma un par de tercios de paso, pero aun así creo que el resultado es bastante presentable.

3. Retrato clásico

El formato más clásico de retrato (y el que la mayoría de nosotros asociamos con esta denominación) es aquel en el que el rostro del sujeto ocupa la mayor parte del encuadre. Lo principal en este formato es centrar la atención en la mirada del retratado, y de ahí que la nitidez del primer plano sea uno de los puntos más importantes de la fotografía junto con el desenfoque lo más acusado posible del fondo.

Apmomp (retrato vertical)

Distancia focal: 145 mm. Apertura: f/2.8. Distancia al sujeto: 3.5 metros.

En este caso he empleado una distancia focal ligeramente inferior a la de los dos casos anteriores para así maximizar la nitidez (en los objetivos de focal variable la zona más nítida suele estar en torno a la parte central del recorrido) pese a emplear la máxima apertura disponible. Como podéis ver, el fondo es totalmente irreconocible; pero aun así, en caso de que hubiéramos querido potenciar más ese desenfoque deberíamos de habernos situado algo más lejos y haber estirado la distancia focal hasta los 200 mm aunque eso hubiera implicado una ligera merma en la nitidez general del primer plano.

Los dos factores clave (a nivel técnico)

Como veis, un zoom largo de apertura constante puede ser un instrumento realmente poderoso para realizar retratos. Un 50mm a máxima apertura nos puede servir para realizar un retrato de cuerpo entero sin problemas con un buen desenfoque del fondo, pero para cosas más cercanas se nos va a quedar un poco corto. Ya sabéis que las distancias focales largas tienden a comprimir los planos, y de ahí que nos vengan tan bien para fotografiar personas. Realizar un retrato clásico con un angular hará que la nariz y la barbilla de nuestro sujeto aparezcan más grandes de lo que son del mismo modo que las orejas aparentarán ser más pequeñas; dando lugar a una caricatura más que a un retrato como tal.

En cuanto a la apertura, disponer de un diafragma amplio nos va a permitir difuminar el fondo hasta el punto de que el espectador se va a olvidar completamente del mismo para centrar toda su atención en el sujeto retratado. Además, en caso de disponer de una luz tenue para realizar las fotografías (algo muy recomendable para retratar personas) nos va a permitir mantener unos tiempos de exposición breves que darán lugar a imágenes sin rastro de trepidación.

Apmomp (retrato horizontal)

Aun así, esto de lo que hoy os he hablado se refiere exclusivamente a la parte técnica de los retratos, que es la más sencilla de todas. Mucho más complicado es saber extraer la esencia de cada persona retratada y ser capaz de expresarla en una sola imagen. Para eso no hay apertura ni técnica que valga, porque las fotografías no se hacen; se sienten.

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Hoy he cumplido uno de mis sueños fotográficos

Cuando me planteé los requisitos que debería de cumplir la sustituta de mi fiel D40, uno de los más importantes (tal vez el que más) era que contara con motor de enfoque en el cuerpo para mantener plena compatibilidad con ópticas de tipo AF y así abrir mi abanico de objetivos a modelos antiguos pero muy efectivos.

Como ya sabréis, todo lo que hago tiene un fin. No sé si es mentalidad ingenieril o se trata simplemente de mi manera práctica de ver las cosas; pero nada es casual y hoy por fin ha llegado a mis manos una óptica que ya tenía en mente cuando di el salto a la D300.

Creo recordar que hace ya tiempo comenté algo acerca de que uno de mis «sueños fotográficos» era tener un teleobjetivo Nikon f/2.8; pero también es verdad que no estaba dispuesto a dejarme 2000 euros en un 70-200 VR II y el resto de marcas (Sigma, Tokina, Tamron) nunca me han dado tanta confianza como la propia Nikon a la hora de fabricar ópticas. Por eso, ya con la nueva cámara en mis manos, comencé a buscar sin prisa pero sin pausa un objetivo mítico dentro del catálogo del fabricante japonés al que tenía unas ganas tremendas: el AF Nikkor ED 80-200mm f/2.8 D que os presento en esta imagen tomada rápidamente con mi móvil junto al veterano Nikon AF 50mm f/1.8 D para que os hagáis una idea de sus dimensiones:

Se trata de un teleobjetivo de gama profesional fabricado a mediados de los años 90 y antecesor de los actuales 70-200 f/2.8. No cuenta con sistema de estabilización ni enfoque por motores ultrasónicos, pero tiene una construcción a prueba de bombas (cuerpo completamente metálico), una luminosidad que me vendrá de perlas la próxima vez que vaya a fotografiar una obra de teatro y una capacidad de desenfocar los fondos que me permitirá retratar de un modo muy especial los rincones por los que vaya pasando.

Obviamente se trata de un objetivo que también tiene sus defectos; y es que el enfoque no es tan rápido como en los modernos teleobjetivos AF-S y no se trata de una óptica para llevar todo el día montada en la cámara debido a sus 1450 gramos de peso y lo mucho que llama la atención de la gente con sólo sacarlo de su estuche. Sin embargo, para el tipo de fotografía tranquila que me gusta hacer estoy seguro de que será un fiel compañero que me dará muchas imágenes inolvidables.

Pero todo esto es sobre el papel; porque ya os digo que el objetivo acaba de llegar a mis manos y todavía no he tenido ocasión de probarlo. Será a lo largo de las próximas semanas cuando vaya haciendo uso de él y saque mis propias conclusiones que, antes o después, os contaré por aquí. De momento voy a pedir prestada una carretilla para poder meterlo en el maletero del coche y llevarlo hasta mi casa…  😀

Review: AF-S DX Nikkor 55-200mm f/4-5.6 G ED VR

Desde hace un par de semanas he cambiado mi teleobjetivo Nikon 55-200 por la versión estabilizada del mismo cansado de obtener algunas imágenes trepidadas cuando el motivo a fotografiar no estaba bien iluminado. En esos casos o subía la sensibilidad ISO de la cámara a 400 u 800 o directamente ni intentaba hacer la fotografía; ya que ante la ausencia de luz los tiempos de exposición eran demasiado largos para este rango de focales. En estos casos el VR es una valiosa ayuda que me permitirá ampliar un poco las limitaciones de mi equipo fotográfico.

Nikon AF-S 55-200 VR

A estas alturas de la película ya sabréis que tenemos dos opciones para disparar a pulso con poca luz sin subir demasiado la sensibilidad ISO y sin usar un flash: o bien empleamos un objetivo muy luminoso que nos permita tiempos de exposición muy breves (razón por la que los teleobjetivos f/2.8 se cotizan mucho entre los fotógrafos especializados en deportes) o empleamos una óptica estabilizada que nos permita tiempos de exposición más largos sin que las imágenes aparezcan trepidadas, aunque en este caso los objetos que estén en movimiento no aparecerán nítidos.

Puesto que un zoom luminoso se me sale muchísimo de presupuesto (el nuevo Nikon 70-200 f/2.8 VR sale por unos 2000 euros) he preferido gastarme diez veces menos y hacerme con un Nikon 55-200 f/4-5.6 VR del que hoy me gustaría hablaros después de haber disparado ya más de un centenar de imágenes con él.

El objetivo en la mano

Si colocamos la versión VR del 55-200 junto a la no estabilizada podremos ver varias cosas de un simple vistazo:

Nikon AF-S 55-200 VR vs. Nikon AF-S 55-200

Por una parte el objetivo es ligeramente más largo y su parasol es circular en lugar de pétalos. En cuanto al peso, es 80 gramos mayor en la versión estabilizada por su mayor complejidad interna y cuenta con un interruptor más que controla la activación o desactivación del sistema VR. Por cierto, aprovecho para comentaros que el VR que equipa este objetivo es el más sencillo de los dos que hay en la gama de objetivos de Nikon, por lo que no hay más controles que el ON-OFF que os decía hace un momento, estando presentes otros modos más avanzados en el VR II que equipan las ópticas más punteras de la marca.

De cualquier modo, en ambos modelos la montura es de plástico (una pena, porque se agradece mucho cuando es metálica) y el diámetro del filtro es de 52mm; por lo que he podido colocar sin problemas el Kenko Protector que tenía puesto en el primer modelo. Lo que sí que se aprecia es que la construcción y el tacto del zoom es algo más sólido en la versión estabilizada. Se trata de una óptica con motor de enfoque AF-S incorporado (será capaz de enfocar automáticamente en las cámaras Nikon que no posean motor en el cuerpo) y diseñada exclusivamente para sensores de tipo DX, por lo que no podremos emplearla en cámaras FX a no ser que activemos el modo de recorte que emplea sólo la parte central del sensor. Tenéis más información sobre el tema DX vs FX en esta entrada del blog.

Detalles

Del enfoque manual mejor ni hablamos, ya que el anillo de enfoque (en realidad la parte frontal del objetivo) tiene tan pocos grados de giro que es imposible afinar a mano el enfoque, siendo mucho mejor dejar esa tarea a la electrónica de la cámara tanto en una óptica como en la otra.

Usando el 55-200 VR

La principal ventaja del 55-200 VR sobre la versión anterior es, lógicamente, la posibilidad de emplear velocidades de disparo más bajas de lo normal. Ya sabéis que el sistema VR consiste en una lente dentro del objetivo que «baila» según los movimientos de nuestro pulso compensando ese leve temblor de tal modo que sobre el sensor de la cámara se proyecta la imagen captada por la óptica de una forma más estable. Según el fabricante, activando el VR podemos disparar a velocidades hasta ocho veces inferiores (tres pasos) a la que correspondería si empleáramos la típica regla de la inversa de la focal en equivalente a sensor de 35mm. Por lo tanto, si a 200mm teníamos que disparar a una velocidad de por lo menos 1/300, ahora podremos hacerlo a 1/40 obteniendo una imagen nítida.

Del mismo modo, el VR ayuda a componer las fotografías en el visor de la cámara puesto que vamos a tener una visión sin saltos ni temblores y, sobre todo, va a echar una buena mano al sistema de enfoque de la cámara al poder trabajar éste con una imagen estática con la que poder afinar más la nitidez del motivo enfocado.

La calidad de imagen disparando a aperturas que ronden f/8 es muy similar a la que daba la versión no estabilizada, pero lo bueno de la versión VR y su renovado esquema óptico es que vamos a poder disparar con el diafragma algo más abierto obteniendo una nitidez notable y un viñeteo prácticamente inexistente (cosa que se daba con cierta frecuencia en la versión anterior de la óptica), lo que nos ayudará a desenfocar prominentemente los fondos a la hora de hacer retratos.

Mi hermana

El mecanismo estabilizador nos va a permitir hacer fotografías con focales largas en condiciones de poca luz (días nublados, amaneceres, ocasos…) sin necesidad de subir la sensibilidad ISO de la cámara o usar un trípode. En mi caso particular, me fui a primera hora de la mañana en un día muy nublado a un parque cercano a mi casa para disparar unas fotografías a una fuente a la que llevaba tiempo con ganas de retratar y he de reconocer que he quedado gratamente sorprendido por los resultados.

Amanecer acuático

Ya sabéis lo mucho que me gusta callejear por la ciudad con la cámara, y he de reconocer que aunque el 55-200 me ha venido muy bien en multitud de ocasiones, la versión estabilizada es más funcional al no tener que depender tanto de las condiciones de iluminación exterior. Los días nublados y las sombras de los edificios ya no son un problema y además, como os decía antes, el sistema estabilizador hace que ganemos en nitidez y facilidad de enfoque al proyectar la imagen con más nitidez sobre el sensor de la cámara.

Ahora ya estoy acostumbrado a la sensación de mirar por el visor de la réflex con un objetivo estabilizado gracias al 18-55 VR que llevo usando unos meses, pero me gustaría comentaros que las primeras veces uno tiene la sensación de estar un poco mareado debido a que el movimiento de nuestro pulso y lo que vemos con nuestros ojos no se corresponde al 100%, especialmente en las focales más largas. Es un poco como la sensación de ir en barco, pero a la inversa.

Las veteranas del barrio

Por lo demás, antes de dejaros con una breve conclusión y algunas fotografías más a modo de ejemplo para finalizar el artículo, me gustaría comentaros algunos detalles de poca importancia pero que no quisiera pasar por alto. Cosas como por ejemplo que el parasol puede ser montado al revés para almacenar el objetivo sin que ocupe tanto o que el enfoque se realiza de forma interna, no aumentando su tamaño en función de ello aunque sí en el caso de variar la distancia focal. Del mismo modo, el anillo del zoom tiene un tacto sólido y muy directo, lo que unido a su generosa anchura hace que variar la distancia focal sea algo casi instantáneo.

Conclusión

Si ya tenéis un 55-200 no estabilizado, con esta version VR vais a cubrir el mismo rango focal con la misma luminosidad; por lo que la ventaja radica en el estabilizador VR, una calidad de imagen algo mejor y una casi total ausencia de viñeteo. De cualquier modo, la versión anterior de este teleobjetivo es muy funcional y, de hecho, es la que he estado empleando durante un año con estupendos resultados siempre que la iluminación fuera más o menos intensa. En ese caso la recomendación de esta versión estabilizada es relativa ya que, como os decía antes, no vais a apreciar una mejora considerable en cuanto a rango focal o luminosidad.

Sin embargo, si os acabáis de comprar una cámara Nikon con sensor DX que viene con un 18-55 y ya habéis descubierto que se queda un poco corto para alcanzar ciertos detalles, lo más recomendable es que os hagáis con la versión VR, ya que vais a poder emplearlo con una iluminación más ténue sin merma en la nitidez de las imágenes; sobre todo teniendo en cuenta que no cuesta mucho más que la versión anterior.

Galopando entre gotas de agua

Es decir, que si no tenéis focal cubierta más allá de los 55mm la versión VR es muy recomendable. Sin embargo, si tenéis ya un 55-200 no estabilizado pensad si os merece la pena, pues aunque yo lo considero recomendable, es un gasto «extra» que tal vez no a todo el mundo venga bien. De hecho, supongo que acabaré vendiendo la versión antigua debido a que no creo que la vuelta a usar más teniendo la VR en la bolsa de fotografía.

Y ya sin más, os dejo con algunas imágenes más que he sacado «a pulso» estos últimos días con el Nikon 55-200 VR y mi D40. Algunas de ellas puede que ya os suenen, porque de hecho es un objetivo que me llevé para captar las imágenes que ilustran las entradas que he publicado recientemente narrando un paseo por Madrid o el inicio de año en Redueña. Podéis consultar los datos EXIF de las mismas haciendo click sobre cualquiera de ellas y mirando el apartado «más propiedades» que tenéis en la parte derecha de la página de Flickr que se abrirá.

Fotografías de ejemplo

Contenedores y desenfoques

Desafiando a la ley de la gravedad

De charla con musarañas

Sólo en el asfalto

Lluvia permanente

Torres blancas

Mahou

Escaleras y farolas

Verde

Farolillo

Cementerio de Redueña

Señales

Gato tamaño XXL en Redueña

Fronteras

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La efectividad de los sistemas estabilizadores de imagen

Esta entrada no va a ser muy extensa, pues todo lo que quiero comentar está en el vídeo que os ofrezco a continuación y que grabé ayer mismo para resolver una consulta de un lector referente a estabilizadores ópticos en cámaras de vídeo. Lo que quiero demostrar es que los sistemas de estabilización óptica funcionan; y funcionan mejor cuanta más distancia focal estemos empleando para grabar las imágenes.

Sirva como claro ejemplo el siguiente vídeo (tranquilos, apenas son dos minutos :mrgreen: ) en el que hago un zoom completo (35x) con mi videocámara JVC GR-D820; primero con el estabilizador desactivado y a continuación haciendo uso de él.

Como comento en el vídeo, el principio del estabilizador óptico es el mismo para videocámaras que para cámaras fotográficas, por lo que viendo las imágenes os podréis hacer una idea bastante precisa de lo útil que es este sistema cuando se integra en un teleobjetivo (los Nikon estabilizados llevan las siglas VR, los Canon se denominan IS…) para evitar imágenes trepidadas cuando se dispara a bajas velocidades. De hecho, hasta se me había pasado por la cabeza hace unos días cambiar mi 55-200 por la versión VR; pero al final los 200€ que cuesta se me fueron en un par de amortiguadores para el coche y me temo que la cosa tendrá que esperar.

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Mi nuevo juguete para cazar recuerdos…

No tengo nada en contra de mi habitual Sony DSC-P200, pero antes de tener esa tuve una Canon Powershot A75 con la que hice más de 10000 fotografías; y en el momento de hacerme con ella dudé muchísimo entre ella o una Konica-Minolta Dimage Z2. El problema es que la Z2 se me salía mucho de presupuesto, de modo que al final me quedé con la Canon y la Z2 se quedó ahí como una pequeña espinita clavada.

Pues bien, como parece que la cosa últimamente va de ajustar cuentas con el pasado, me surgió la oportunidad de conseguir a muy buen precio una Z2 cuidada como oro en paño y no dudé en hacerme con ella. Ahora mismo ya la tengo en mis manos y la verdad es que me ha hecho bastante ilusión trastear por sus menús y probar sus características (apenas he podido tocar nada hoy debido a que cuando me ha llegado ya era casi de noche, así que mañana me la bajaré a la calle para hacer alguna fotografía) porque en su día me quedé con las ganas.

Es cierto que es una cámara de hace ya cuatro años, pero sus características me van a venir muy bien para el tipo de fotografía que suelo hacer: zoom óptico de 10x (38-380 equivalente) y modo supermacro capaz de enfocar a tan sólo 3 cm del objetivo.Lo «malo» es que la cámara cuenta con un CCD de 4.2 Mpixels (frente a los 7.2 de laP200) y funciona mediante pilas recargables en lugar de batería de litio, pero entre que me ha salido realmente bien de precio y que era ya casi algo personal el hacerme con esta cámara, la verdad es que estoy bastante contento y con muchas ganas de empezar a trastear con ella ahora que tengo bastante tiempo libre.

Para los que entendéis de fotografía os comento a continuación algunas de sus características técnicas:

  • Objetivo 38-380 equivalente con zoom óptico 10x, autofocus extrarápido y modo supermacro. Apertura máxima de 2.8f / 3.7f
  • CCD de 4.2 Mpixels que captura imágenes a 2272 x 1704.
  • Visor de 1.5 pulgadas con posibilidad de visualización a través de visor óptico con corrector de dioptrías. Tasa de refresco de 60 Hz y amplificación de luz en condiciones de poca iluminación.
  • Modo ráfaga ultrarápido a 1280 x 960 a 10 fps. A máxima resolución 1.5 fps.
  • Enfoque manual y automático.
  • Modos de disparo automático, semiautomático, prioridad a la apertura, prioridad a la velocidad, manual y varias escenas predefinidas.
  • Velocidad de disparo entre 1/1000 y 15 seg con modo bulb hasta 30 seg.
  • Vídeo a 640 x 480 a 30 fps o 800 x 600 a 15 fps ambos con sonido.
  • ISO 50, 100, 200 y 400.
  • Algoritmo de reducción de ruido para capturas de más de un segundo.
  • Flash de tipo pop-up incorporado y zapata para flash externo.

Comentar que aparte del uso más o menos «artístico» que le pueda dar, sobre todo es una cámara que me puede venir muy bien para las presentaciones a las que suelo asistir como reportero de ultimONivel, pues aparte de poseer una óptica bastante luminosa, el flash incorporado en la cámara es bastante más potente que el de la Sony (algo que me desesperaba en ambientes poco iluminados) y tanto el modo supermacro como el zoom de 10x me van a permitir captar detalles que de otra manera no podría.

En fin, como el movimiento se demuestra andando ya os iré poniendo alguna fotografía hecha con la cámara durante los próximos días. Eso sí, quisiera dar las gracias desde aquí al usuario paquito29 del foro elotrolado.net porque es él quien me ha vendido la cámara y se nota que la ha tratado siempre con un especial mimo y cuidado.

¡Un saludo desde Alcalá de Henares! 🙂