Review: Nikkor 16-85 mm f/3.5-5.6 G ED VR AF-S DX

Tenía echado el ojo desde hace tiempo al Nikkor 16-85 mm f/3.5-5.6 G ED VR AF-S DX por poseer un rango focal muy adecuado para el tipo de fotografía urbana que suelo realizar, ya que representa un cierto margen por encima y por debajo de lo que ofrece el habitual 18-55 que viene «de serie» con las cámaras réflex más sencillas.

Precisamente este rango en las cámaras equipadas con sensor DX para las que ha sido diseñado da como resultado unos ángulos de visión equivalentes a los clásicos objetivos zoom 24-120 mm de la época de las réflex analógicas que ofrecían una gran flexibilidad para ser usados en todo tipo de situaciones.

Pues bien, cuando hace apenas unos días me encontré con una buena oportunidad para hacerme con este objetivo, no lo dudé ni un segundo y un rato después ya lo tenía montado en mi cámara dispuesto a retratar a través de sus cristales todo lo que se me pusiera por delante.

Pues bien, fruto de mis experiencias y de las más de 500 fotografías disparadas con esta óptica que ha estado montada ininterrumpidamente en mi Nikon D40 durante las últimas dos semanas, surge esta review para compartir mis impresiones con vosotros. De cualquier modo, no esperéis un análisis técnico y sesudo sobre esta óptica porque para eso ya hay muchas webs que se dedican a ello con más medios y técnicas depuradas. Lo que yo pretendo hacer aquí es un artículo escrito con la premisa de narrar mis propias sensaciones tal y como es habitual en mí.

Autoretrato

El 16-85 VR en la mano

Las mejoras frente al objetivo básico de kit son, además de la ampliación de la gama de focales, la inclusión del sistema VR II así como una mejor calidad de construcción y materiales. Del mismo modo, una vez montado en la cámara enseguida notaremos que se trata de un objetivo más pesado y más sólido debido al mayor número y tamaño de elementos ópticos presentes en su diseño interno tal y como se puede apreciar en el siguiente diagrama.

Para que no tengáis que poneros a contar lentes, os diré que consta de 17 elementos ópticos repartidos en 11 grupos y que cuenta con dos elementos fabricados en cristal de baja dispersión (los de color amarillo) y tres de tipo aesférico para tratar de dar una buena calidad de imagen.

El exterior del objetivo está realizado en plástico de alta densidad contando con una bayoneta metálica y un anillo de caucho rodeándola para evitar en la medida de lo posible la entrada de polvo en el interior de la cámara. Lo que más miedo me da es que el abombado elemento trasero queda bastante expuesto al quitar la tapa protectora, por lo que habrá que tener cuidado para no golpearlo, ensuciarlo o rayarlo cuando estemos cambiando de óptica.

Review Nikon 16-85 VR

Con un peso de 485 gramos, 7,2 cm de diámetro y una longitud de 9,5 cm en su posición más compacta incrementándose hasta los 13,5 cm a medida que aumentamos la distancia focal, se complementa muy bien con las cámaras réflex menos voluminosas de la marca japonesa (D40, D5000, D90…). Por su parte, la unión con la cámara es sólida y transmite una buena sensación de robustez, permitiéndonos transportar el conjunto agarrándolo por el barrilete sin ningún problema.

Como podéis ver, sus dimensiones son bastante contenidas debido a que no es demasiado luminoso (f/3.5-5.6) y está diseñado para sensores DX. Si estuviéramos ante una de esas ópticas profesionales que poseen una apertura máxima de f/2.8 constante en todo su rango focal las dimensiones, el peso y, sobre todo, el precio del objetivo se elevarían considerablemente.

Por cierto, me gustaría señalar que esta óptica trae «de serie» un parasol de pétalos de anchura considerable debido al amplio ángulo de visión que es capaz de dar así como una funda de tela para guardarlo muy similar a la que venía de regalo con el Nikkor AF-S 35mm DX f/1.8.

En la parte frontal tenemos una rosca para filtros de 67mm de diámetro y en la parte central del barrilete (justo detrás del anillo de zoom) contamos con una ventana de distancias que si bien no es de gran utilidad por no contar con marcas para el cálculo de la profundidad de campo, sí que es un detalle elegante y que siempre se agradece.

Review Nikon 16-85 VR

De izquierda a derecha: 18-55 VR, 35mm f/1.8 y 16-85 VR

Como se puede ver en la imagen que hay sobre estas líneas, el tamaño del 16-85 VR no es mucho mayor que el de su hermano pequeño 18-55 VR si excluimos el parasol; aunque si buscamos una óptica actual de tamaño reducido gana por goleada el 35mm f/1.8 por su menor complejidad óptica así como por la ausencia del sistema VR y de engranajes internos encargados de la variación de la longitud focal.

En el lateral del objetivo, junto al estrecho anillo de enfoque, podemos apreciar los tres interruptores encargados de elegir entre enfoque automático o manual, la activación o desactivación de la estabilización óptica así como el que nos permite elegir entre los modos normal y activo del VR. Algo que podéis ver con más detalle en la siguiente fotografía:

Aprovecho para comentar que la diferencia entre los dos modos de VR disponibles estriba en que el normal es para usar la cámara a pulso como solemos hacer en la mayoría de las ocasiones y el active está diseñado para compensar las vibraciones que se producen al hacer fotografías desde un vehículo en movimiento, por lo que en teoría podremos captar imágenes desde un coche o un barco evitando las trepidaciones producidas por las leves vibraciones que emite dicho vehículo. De todos modos, todavía no he tenido ocasión de usar esta óptica en tales circunstancias, de modo que sólo os puedo hablar de esta característica «desde el papel».

Review Nikon 16-85 VR

Usando el 16-85 VR

A la hora de hacer fotografías lo que vamos a notar es una mayor nitidez y calidad de imagen en comparación con las ópticas más básicas como el conocido 18-55 tanto en su versión equipada con el sistema VR como en la no estabilizada. Ya había leído comentarios en muy diversos sitios que alababan la calidad óptica de este modelo y al fotografiar el mundo a través de él me doy cuenta de que estaban en lo cierto.

El túnel

Geométricamente se trata de una óptica con un ligero efecto barril en la focal más corta y un apenas perceptible efecto cojín en las más largas. Distorsiones que, de todos modos, sólo apreciaremos en el caso de disparar a elementos rectilíneos situándolos en paralelo a los extremos del encuadre, porque en las fotografías que haremos día a día con esta óptica no apreciaremos ninguna deformación a simple vista.

Como muestra, tenéis a continuación una fotografía de la puerta de Madrid hecha a 16mm y en la que no veréis deformaciones aparentes a no ser que cojáis una regla y os pongáis a contar píxels.

Puerta de Madrid

El objetivo apenas viñetea pese a estar diseñado exclusivamente para sensores de tipo DX, siendo apreciable solamente en la focal de 16mm a máxima apertura y disparando a una pared blanca o un cielo inmaculado. Al igual que en el párrafo anterior, os diré que en las fotografías que hagamos en el «mundo real» no vamos a apreciar oscurecimiento alguno en las esquinas a no ser que vayamos buscando este defecto de forma expresa, puesto que retratemos lo que retratemos siempre nos vamos a encontrar con variaciones en los tonos y la iluminación a lo largo y ancho del encuadre.

El pozo y las hojas

En cuanto a la longitud focal, si bien es cierto que echo de menos un poco más de alcance por la parte de arriba (estaría bien que que llegara a los 105mm o así) también es verdad que para eso ya tengo mi 55-200 VR y que lo que más se agradece son esos dos milímetros extra por debajo que consiguen que alcancemos 83º de ángulo de visión frente a los 76º que da un 18mm. Gracias a ello y a la distancia mínima de enfoque de 38cm desde el plano del sensor (ratio máximo de ampliación de 1:4.6) podemos conseguir imágenes muy impactantes que meten al espectador directamente en nuestras fotografías.

El banco solitario

En cualquier caso, recordad que cuanto mayor es el coeficiente de ampliación entre las dos focales extremas de un objetivo más deformaciones y problemas asociados nos vamos a encontrar; y por eso los zooms profesionales de Nikon, Canon y demás no suelen pasar de 2x o, como mucho, 3x para así asegurar una calidad óptica impresionante. Ópticas como el 18-200 de Nikon pueden ser muy prácticas para no andar cambiando de objetivo cada dos por tres, pero… ¿no es precisamente la variedad de ópticas existentes la razón de ser de las cámaras réflex?

Una cosa que me gusta mucho de este objetivo es que el enfoque es de tipo interno, de modo que nada se mueve externamente cuando variamos dicho parámetro. A la hora de variar la longitud focal el cuerpo sí que cambia su extensión, pero el elemento frontal no gira y esto nos va a permitir emplear un filtro polarizador sin tener que andar ajustando su ángulo de giro cada vez que modifiquemos el enfoque.

Enfoque que, al estar gobernado por un motor interno de tipo AF-S, es rápido y silencioso y que suele ser preciso incluso en situaciones complicadas como contraluces o texturas sin demasiado relieve. De todos modos, este parámetro depende sobre todo de las habilidades de la cámara en la que montemos el objetivo, aunque a ello también contribuye la apertura máxima del objetivo empleado, ya que cuanta más luz incida sobre el sensor más fácil será «ver la escena» para el sistema de enfoque.

Sombras complutenses

Por otra parte, la calidad de imagen conseguida con este 16-85 VR es superior a la que me ofrece el 18-55 VR bajo condiciones de uso similares y, en general, se nota que la nitidez es mayor y el contraste de las escenas también. La diferencia no es que sea radical porque aunque el 16-85 VR tiene más calidad que el objetivo que viene de serie con las cámaras de gama baja, éste se defiende bastante bien y es capaz de lograr imágenes muy decentes si somos conscientes de las limitaciones de nuestro equipo fotográfico.

Estatuas, conventos y cielos

En cuanto a la estabilización, el VR de segunda generación demuestra sobre el terreno tener unas prestaciones ligeramente superiores al original: no vamos a conseguir fotografías perfectamente nítidas con exposiciones de medio segundo, pero sí que nos va a permitir hacer fotografías bastante presentables cuando la luz ambiental está empezando a bajar sin tener que tirar de ISOS altos o usar un trípode.

Esta revisión del estabilizador óptico tiene además una característica bastante útil, y es que a la hora de hacer barridos es capaz de detectar en qué eje lo estamos realizando y sólo compensará las vibraciones en el eje perpendicular para que así la estela dejada por el movimiento sea más suave. Es decir, que si estáis realizando el barrido a un coche que pasa a vuestro lado, la electrónica del objetivo detectará la dirección del movimiento en el eje horizontal y sólo realizará la compensación de las vibraciones en el vertical.

Rosa

Por lo demás, sólo me queda comentaros que el mayor peso del conjunto con respecto al objetivo básico se nota cuando llevamos varias horas haciendo fotografías. Concretamente la pareja D40 + 16-85 VR se planta en los 1080 gramos, por lo que si llevamos la cámara colgada directamente del cuello podemos acabar un poco doloridos tras una larga excursión. De todos modos, un día de estos os hablaré de la forma correcta de llevar la cámara para no acabar con las cervicales hechas polvo.

Conclusiones

Aunque el 16-85 VR es un objetivo con un rango focal más amplio y una mejor construcción y calidad de imagen que el habitual 18-55 que suele venir con la mayoría de cámaras réflex de gama baja y media, hay que admitir que su compra es cuestionable por no suponer una mejora radical con respecto a este último.

En mi caso me he hecho con él porque los dos milímetros extra de angular me vienen muy bien y porque la mayor parte de mis fotografías urbanas las suelo hacer en el rango focal que comprende esta óptica; pero entiendo que mucha gente no le verá el sentido a la compra del objetivo.

Procesión del corpus 2010

Por lo tanto, recomiendo su adquisición a aquellos que quieran una óptica eminentemente callejera, con una buena calidad de imagen y un acabado bastante cuidado. Y en todo caso, si de momento sólo tenéis un 18-55 VR acompañando a vuestra cámara, mejor invertid vuestro dinero en otro tipo de óptica (ultra-gran angular, ojo de pez, teleobjetivo…) porque esos objetivos sí que os van a permitir hacer fotografías que de otro modo no podríais realizar.

Más fotografías de ejemplo tomadas con el 16-85 VR

Aunque las imágenes que habéis visto hasta el momento han sido hechas con el 16-85 VR, a continuación os ofrezco algunas más que os pueden dar una idea del tipo de escenas que podemos captar con esta óptica montada en una humilde Nikon D40:

Bifurcación

Concentración motera en la plaza de Cervantes

Las cigüeñas

Retrato en piedra

Procesión del corpus 2010

Magistral

Por cierto, os recuerdo que haciendo click en cualquiera de las fotografías de ejemplo accederéis a su página en Flickr donde podréis consultar algunos datos técnicos o acceder a versiones a más resolución.

Otras reviews de este objetivo (en inglés)

Photozone

Thom Hogan

Cameralabs

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Seleccionando los objetivos más adecuados para viajar

En poco más de dos semanas me iré a pasar cuatro días a Bruselas junto con mi hermano y Joe con la intención de visitar a mi hermana y hacer varias excursiones a ciudades más o menos cercanas como Colonia, Ámsterdam o Brujas. No conozco ninguno de estos lugares y la verdad es que me atrae muchísimo el comprobar qué fotos seré capaz de hacer por allí.

De todos modos, para no perder mucho tiempo en los aeropuertos y tal hemos decidido no facturar ninguna maleta, de modo que el único equipaje que voy a llevar será el de mano que se puede llevar encima durante el trayecto; y lo señalo porque de ahí se desprende el mayor dilema que he tenido durante estos días: ¿Qué objetivos llevar?

Está claro que por razones de peso y tamaño no me puedo llevar todas mis ópticas, de modo que he de afinar al máximo y llevarme exclusivamente aquello a lo que vaya a sacar mayor partido. Vamos a hacer un rápido repaso de lo que tengo ahora mismo en mi bolsa de fotografía:

Familia Nikon en la actualidad

En principio había pensado en llevar mi ojo de pez Falcon, pero puesto que distorsiona la realidad de forma evidente y lo que pretendo es tener un recuerdo de mi paso por el centro de Europa he decidido dejarlo en casa. Además, él sólo pesa casi medio kilo, de modo que supondría un lastre considerable.

Los tubos de extensión y el 35-70 se quedan en casa por el sencillo motivo de que bastante pillados de tiempo vamos a ir como para andar haciendo fotos en macro, ya que al no disponer de un objetivo dedicado a estos menesteres es una labor que requiere tiempo y paciencia. Algo que a mis acompañantes no creo que les sobre. Además, no creo que vaya a hacer demasiadas fotografías de este tipo, así que queda descartado.

Llevando el 18-55 y el 55-200 cubro un buen rango focal, y además al ser ambas las versiones VR podré disparar incluso si las condiciones de luz no son demasiado favorables (allí anochece antes que en España y además suele estar bastante nublado). Por lo tanto, estos dos objetivos se vienen conmigo sí o sí.

Por último, me gustaría llevarme también una focal fija y luminosa para poder hacer algún desenfoque acusado o poder disparar en interiores sin emplear el flash. Y es verdad que soy un defensor a ultranza del Nikon AF-S 35mm f/1.8 G DX, pero he decidido que al final voy llevarme el Nikon AF 50mm f/1.8D por dos sencillos motivos: es bastante más pequeño y siempre me ha dado la sensación de que su bokeh es algo más suave.

Sé que tendré que enfocar a mano con él y que a f/1.8 tiene menos nitidez que el 35mm; pero el hecho de que quepa en cualquier bolsillo y que haga unos desenfoques tan bonitos a f/2.8 es lo que al final me ha hecho decantarme por él. Y que conste que el 35mm me parece mejor objetivo en términos generales, pero en este caso creo que le puedo sacar más partido al clásico 50mm por las circunstancias que rodean al viaje.

Por lo tanto, las tres ópticas que acompañarán a mi D40 en este viaje por tierras centroeuropeas serán los siguientes:

Los tres elegidos

  • AF-S Nikkor DX 18-55mm f/3.5-5.6 G VR
  • AF-S Nikkor DX 55-200mm f/4-5.6 G ED VR
  • AF Nikkor 50mm 1:1.8 D

Confieso que en un primer momento tuve la idea (un poco loca, eso sí) de llevarme nada más que la D40 con el AF-S 35mm f/1.8 para obligarme a exprimirlo al máximo; pero pensándolo fríamente, limitarme a una sola focal cuando vamos a visitar lugares de lo más variopinto puede hacer que me pierda un montón de fotos que tal vez no podré volver a hacer. Por eso he preferido optar por la versatilidad de mis dos objetivos zoom con VR y contar con el respaldo de una focal fija y luminosa que apenas ocupa espacio en la maleta.

Tengo el presentimiento de que me voy a encontrar con un montón de escenas dignas de ser retratadas durante los días que voy a estar por Bélgica y alrededores, así que espero acertar con mi elección de ópticas. De todos modos, salga lo que salga, ya me encargaré de mostrároslo por aquí.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Review: AF-S DX Nikkor 55-200mm f/4-5.6 G ED VR

Desde hace un par de semanas he cambiado mi teleobjetivo Nikon 55-200 por la versión estabilizada del mismo cansado de obtener algunas imágenes trepidadas cuando el motivo a fotografiar no estaba bien iluminado. En esos casos o subía la sensibilidad ISO de la cámara a 400 u 800 o directamente ni intentaba hacer la fotografía; ya que ante la ausencia de luz los tiempos de exposición eran demasiado largos para este rango de focales. En estos casos el VR es una valiosa ayuda que me permitirá ampliar un poco las limitaciones de mi equipo fotográfico.

Nikon AF-S 55-200 VR

A estas alturas de la película ya sabréis que tenemos dos opciones para disparar a pulso con poca luz sin subir demasiado la sensibilidad ISO y sin usar un flash: o bien empleamos un objetivo muy luminoso que nos permita tiempos de exposición muy breves (razón por la que los teleobjetivos f/2.8 se cotizan mucho entre los fotógrafos especializados en deportes) o empleamos una óptica estabilizada que nos permita tiempos de exposición más largos sin que las imágenes aparezcan trepidadas, aunque en este caso los objetos que estén en movimiento no aparecerán nítidos.

Puesto que un zoom luminoso se me sale muchísimo de presupuesto (el nuevo Nikon 70-200 f/2.8 VR sale por unos 2000 euros) he preferido gastarme diez veces menos y hacerme con un Nikon 55-200 f/4-5.6 VR del que hoy me gustaría hablaros después de haber disparado ya más de un centenar de imágenes con él.

El objetivo en la mano

Si colocamos la versión VR del 55-200 junto a la no estabilizada podremos ver varias cosas de un simple vistazo:

Nikon AF-S 55-200 VR vs. Nikon AF-S 55-200

Por una parte el objetivo es ligeramente más largo y su parasol es circular en lugar de pétalos. En cuanto al peso, es 80 gramos mayor en la versión estabilizada por su mayor complejidad interna y cuenta con un interruptor más que controla la activación o desactivación del sistema VR. Por cierto, aprovecho para comentaros que el VR que equipa este objetivo es el más sencillo de los dos que hay en la gama de objetivos de Nikon, por lo que no hay más controles que el ON-OFF que os decía hace un momento, estando presentes otros modos más avanzados en el VR II que equipan las ópticas más punteras de la marca.

De cualquier modo, en ambos modelos la montura es de plástico (una pena, porque se agradece mucho cuando es metálica) y el diámetro del filtro es de 52mm; por lo que he podido colocar sin problemas el Kenko Protector que tenía puesto en el primer modelo. Lo que sí que se aprecia es que la construcción y el tacto del zoom es algo más sólido en la versión estabilizada. Se trata de una óptica con motor de enfoque AF-S incorporado (será capaz de enfocar automáticamente en las cámaras Nikon que no posean motor en el cuerpo) y diseñada exclusivamente para sensores de tipo DX, por lo que no podremos emplearla en cámaras FX a no ser que activemos el modo de recorte que emplea sólo la parte central del sensor. Tenéis más información sobre el tema DX vs FX en esta entrada del blog.

Detalles

Del enfoque manual mejor ni hablamos, ya que el anillo de enfoque (en realidad la parte frontal del objetivo) tiene tan pocos grados de giro que es imposible afinar a mano el enfoque, siendo mucho mejor dejar esa tarea a la electrónica de la cámara tanto en una óptica como en la otra.

Usando el 55-200 VR

La principal ventaja del 55-200 VR sobre la versión anterior es, lógicamente, la posibilidad de emplear velocidades de disparo más bajas de lo normal. Ya sabéis que el sistema VR consiste en una lente dentro del objetivo que «baila» según los movimientos de nuestro pulso compensando ese leve temblor de tal modo que sobre el sensor de la cámara se proyecta la imagen captada por la óptica de una forma más estable. Según el fabricante, activando el VR podemos disparar a velocidades hasta ocho veces inferiores (tres pasos) a la que correspondería si empleáramos la típica regla de la inversa de la focal en equivalente a sensor de 35mm. Por lo tanto, si a 200mm teníamos que disparar a una velocidad de por lo menos 1/300, ahora podremos hacerlo a 1/40 obteniendo una imagen nítida.

Del mismo modo, el VR ayuda a componer las fotografías en el visor de la cámara puesto que vamos a tener una visión sin saltos ni temblores y, sobre todo, va a echar una buena mano al sistema de enfoque de la cámara al poder trabajar éste con una imagen estática con la que poder afinar más la nitidez del motivo enfocado.

La calidad de imagen disparando a aperturas que ronden f/8 es muy similar a la que daba la versión no estabilizada, pero lo bueno de la versión VR y su renovado esquema óptico es que vamos a poder disparar con el diafragma algo más abierto obteniendo una nitidez notable y un viñeteo prácticamente inexistente (cosa que se daba con cierta frecuencia en la versión anterior de la óptica), lo que nos ayudará a desenfocar prominentemente los fondos a la hora de hacer retratos.

Mi hermana

El mecanismo estabilizador nos va a permitir hacer fotografías con focales largas en condiciones de poca luz (días nublados, amaneceres, ocasos…) sin necesidad de subir la sensibilidad ISO de la cámara o usar un trípode. En mi caso particular, me fui a primera hora de la mañana en un día muy nublado a un parque cercano a mi casa para disparar unas fotografías a una fuente a la que llevaba tiempo con ganas de retratar y he de reconocer que he quedado gratamente sorprendido por los resultados.

Amanecer acuático

Ya sabéis lo mucho que me gusta callejear por la ciudad con la cámara, y he de reconocer que aunque el 55-200 me ha venido muy bien en multitud de ocasiones, la versión estabilizada es más funcional al no tener que depender tanto de las condiciones de iluminación exterior. Los días nublados y las sombras de los edificios ya no son un problema y además, como os decía antes, el sistema estabilizador hace que ganemos en nitidez y facilidad de enfoque al proyectar la imagen con más nitidez sobre el sensor de la cámara.

Ahora ya estoy acostumbrado a la sensación de mirar por el visor de la réflex con un objetivo estabilizado gracias al 18-55 VR que llevo usando unos meses, pero me gustaría comentaros que las primeras veces uno tiene la sensación de estar un poco mareado debido a que el movimiento de nuestro pulso y lo que vemos con nuestros ojos no se corresponde al 100%, especialmente en las focales más largas. Es un poco como la sensación de ir en barco, pero a la inversa.

Las veteranas del barrio

Por lo demás, antes de dejaros con una breve conclusión y algunas fotografías más a modo de ejemplo para finalizar el artículo, me gustaría comentaros algunos detalles de poca importancia pero que no quisiera pasar por alto. Cosas como por ejemplo que el parasol puede ser montado al revés para almacenar el objetivo sin que ocupe tanto o que el enfoque se realiza de forma interna, no aumentando su tamaño en función de ello aunque sí en el caso de variar la distancia focal. Del mismo modo, el anillo del zoom tiene un tacto sólido y muy directo, lo que unido a su generosa anchura hace que variar la distancia focal sea algo casi instantáneo.

Conclusión

Si ya tenéis un 55-200 no estabilizado, con esta version VR vais a cubrir el mismo rango focal con la misma luminosidad; por lo que la ventaja radica en el estabilizador VR, una calidad de imagen algo mejor y una casi total ausencia de viñeteo. De cualquier modo, la versión anterior de este teleobjetivo es muy funcional y, de hecho, es la que he estado empleando durante un año con estupendos resultados siempre que la iluminación fuera más o menos intensa. En ese caso la recomendación de esta versión estabilizada es relativa ya que, como os decía antes, no vais a apreciar una mejora considerable en cuanto a rango focal o luminosidad.

Sin embargo, si os acabáis de comprar una cámara Nikon con sensor DX que viene con un 18-55 y ya habéis descubierto que se queda un poco corto para alcanzar ciertos detalles, lo más recomendable es que os hagáis con la versión VR, ya que vais a poder emplearlo con una iluminación más ténue sin merma en la nitidez de las imágenes; sobre todo teniendo en cuenta que no cuesta mucho más que la versión anterior.

Galopando entre gotas de agua

Es decir, que si no tenéis focal cubierta más allá de los 55mm la versión VR es muy recomendable. Sin embargo, si tenéis ya un 55-200 no estabilizado pensad si os merece la pena, pues aunque yo lo considero recomendable, es un gasto «extra» que tal vez no a todo el mundo venga bien. De hecho, supongo que acabaré vendiendo la versión antigua debido a que no creo que la vuelta a usar más teniendo la VR en la bolsa de fotografía.

Y ya sin más, os dejo con algunas imágenes más que he sacado «a pulso» estos últimos días con el Nikon 55-200 VR y mi D40. Algunas de ellas puede que ya os suenen, porque de hecho es un objetivo que me llevé para captar las imágenes que ilustran las entradas que he publicado recientemente narrando un paseo por Madrid o el inicio de año en Redueña. Podéis consultar los datos EXIF de las mismas haciendo click sobre cualquiera de ellas y mirando el apartado «más propiedades» que tenéis en la parte derecha de la página de Flickr que se abrirá.

Fotografías de ejemplo

Contenedores y desenfoques

Desafiando a la ley de la gravedad

De charla con musarañas

Sólo en el asfalto

Lluvia permanente

Torres blancas

Mahou

Escaleras y farolas

Verde

Farolillo

Cementerio de Redueña

Señales

Gato tamaño XXL en Redueña

Fronteras

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

El sistema Nikon VR de estabilización óptica

Mi curiosidad por la tecnología suele llevarme a probar aquello que me llama la atención, así que como hacía ya tiempo que tenía ganas de ver qué tal funcionan los estabilizadores de imagen en los objetivos Nikon me he hecho con un 18-55 VR que añade esta característica a la óptica que venía «de serie» con mi D40.

En la entrada de hoy me gustaría echar un vistazo a este sistema óptico de estabilización de Nikon así como hacer un pequeño análisis del objetivo que os comentaba hace un momento enfrentándolo a la versión sin estabilizar.

Nikkor AF-S 18-55 VR

¿Qué es eso del VR?

VR son las iniciales de Vibration Reduction (reducción de vibraciones) y consiste en un sistema óptico en el interior del objetivo que mantiene la imagen estable para que podamos disparar a velocidades relativamente bajas sin que la fotografía salga movida. Ya os mostré en una entrada de hace unas semanas los resultados entre emplear estabilización o no en una cámara de vídeo; así que hoy vamos a meternos en aspectos algo más técnicos sobre el funcionamiento del sistema:

La clave de la estabilización óptica de Nikon está en una serie de elementos que detectan el temblor de nuestro pulso a la hora de sujetar la cámara y unos actuadores que mueven una lente en el interior del objetivo para compensar esos mismos movimientos de tal modo que al final la imagen llegue lo más estable posible a la superficie del sensor.

VRweb

A grandes rasgos (ya sabéis que la finalidad de estos artículos no es dar una sesuda explicación científica; sino dar una visión global fácilmente comprensible de cómo funcionan las cosas) hay en el interior del objetivo dos sensores de movimiento que van a analizar constantemente el temblor de la cámara estado uno en el eje horizontal y otro en el vertical.

Estos dos componentes son muy precisos y envían instantáneamente la información de esos pequeños movimientos a un chip que se encargará de analizarlos y enviar en tiempo real los impulsos necesarios a dos pequeños motores que desplazarán una lente interna en sentido contrario a los movimientos detectados en los ejes X e Y. El movimiento de esta lente va a conseguir que la imagen que vemos por el visor (y por tanto la que llega al sensor) sea más estable y podamos sacar fotografías más nítidas, pues va a corregir esos minúsculos movimientos que a veces acaban con lo que podría haber sido una buena imagen.

VR y luminosidad: fines parecidos, cosas diferentes

Para hacer fotografías en condiciones de poca luz vamos a tener dos fieles aliados tanto en los objetivos equipados con estabilización óptica como en aquellos que son muy luminosos (aperturas de f/2.8, f/1.8, f/1.4…). Sin embargo, ambas cosas apenas tienen nada en común como vamos a ver a continuación.

Hay una regla clásica en fotografía que dice que si tenemos que disparar una fotografía a pulso evitaremos que esta salga movida si aplicamos un tiempo de exposición inferior a la inversa de la focal empleada en su equivalente en 35 mm.

Por cierto, aprovecho para comentar que la palabra que se emplea para denominar a una fotografía que ha quedado borrosa debido al movimiento de la cámara es trepidada; que seguro que lo habéis leído en más de una ocasión por diversos foros y páginas de fotografía.

Fotografía claramente trepidada por el mal pulso del fotógrafo

Detalle de una fotografía claramente trepidada por el mal pulso del fotógrafo

A efectos prácticos esto indica que en una Nikon D40 (sensor DX, factor de multiplicación 1,5) empleando un objetivo de 50 mm debemos disparar nuestras fotografías con un tiempo de exposición inferior a 1/75 segundos. Del mismo modo, si empleamos en esa misma cámara un teleobjetivo de 300 mm debemos disparar con él a 1/450 o más rápido. Por la misma razón, con un ultra-gran angular de 10 mm podemos hacer fotografías incluso a 1/15 segundos sin miedo a que salgan trepidadas.

Ahora bien, como comprenderéis, todo lo aquí expuesto está sujeto al pulso del fotógrafo; y es que nada tienen que ver los resultados de disparar una misma fotografía con manos de relojero o dejándole la cámara a un tío que se ha tomado ocho cafés en apenas un par de horas.

Vamos a resumir un poco lo que es cada cosa:

Luminosidad vs. VR

AF 50mm 1.8D (objetivo luminoso) y AF-S 18-55 1:3.5-5.6 VR (objetivo estabilizado)

– Un objetivo luminoso nos va a permitir captar mucha luz gracias a su amplia apertura, por lo que va a aprovechar la iluminación existente de tal modo que no necesitaremos largos tiempos de exposición para obtener una fotografía correctamente expuesta y por ello evitaremos la trepidación de la imagen. Si abriendo lo suficiente el diafragma del objetivo conseguimos una correcta exposición a, por ejemplo, 1/100 podremos congelar el movimiento de una persona caminando o un coche circulando a poca velocidad.

En los madriles

Fotografía tomada a pulso con el 50mm 1.8D (f/2.5, 1/25)

– La estabilización óptica (VR en este caso) también evita la trepidación de la imagen, pero en este caso lo que hace es permitirnos disparar sujetando la cámara «a pulso» durante más tiempo del indicado por la regla de la inversa de la focal anteriormente comentada, logrando que la cantidad del luz que llegue al sensor acabe siendo la suficiente como para lograr una imagen bien expuesta pese a que las condiciones lumínicas de la escena no sean demasiado favorables. En este caso el tiempo va a ser largo; y vamos a poder hacer fotografías, por ejemplo, a 1/4 sin que los elementos estáticos de la escena aparezcan trepidados. Sin embargo, con un tiempo de exposición tan largo, cualquier elemento móvil que haya en la escena aparecerá borroso por su propio movimiento por muy lento que este sea.

Los fantasmas de la noche

Fotografía tomada a pulso con un Nikkor AF 50mm f/1.8D

Evidentemente la mejor solución es unir ambos conceptos en un objetivo muy luminoso y equipado con estabilización óptica; conjuntos de altas prestaciones que existen en la gama alta de los fabricantes pero para los que hay que pagar una millonada: sin ir más lejos el famoso 70-200 2.8 VR de Nikon se cotiza a 1700 euros; así que a la inmensa mayoría de los aficionados a la fotografía nos toca hacer números y decidirnos por una u otra opción en el mejor de los casos.

Nikkor AF-S 18-55 vs. Nikkor AF-S 18-55 VR

Como os decía al principio de la entrada, recientemente he adquirido un 18-55 VR para poder probar por mí mismo las bondades del sistema de estabilización. Aprovechando la posibilidad de poner un objetivo al lado del otro y compararlos punto por punto he decidido realizar un breve apartado dentro del artículo para ilustrar mejor las diferencias entre emplear VR o no.

18-55 vs. 18-55 VR (I)

Los dos objetivos en su forma más compacta (el VR es un poco más largo)

18-55 vs. 18-55 VR (II)

Máxima extensión (en este caso tienen la misma longitud)

Externamente ambos objetivos no se diferencian demasiado. De hecho, si lo montara en la cámara y me pusiera a hacer fotos por casa estoy seguro de que nadie me diría «oye, ese objetivo no es el mismo que tenías antes, ¿verdad?». A primera vista apenas se distinguen por el interruptor que activa o desactiva el sistema VR y las dos letras doradas que indican esta característica. En cuanto a dimensiones, la versión estabilizada es 6 mm más larga, 3 mm más ancha y 60 gramos más pesada que mi anterior objetivo. El resto de diferencias son poco menos que anecdóticas; como el acabado rugoso de la superficie, el leve cambio de aspecto del elemento frontal o el hecho de que la lente posterior tiene un diámetro ligeramente mayor.

18-55 vs. 18-55 VR (III)

Elementos ópticos frontales (leves diferencias)

18-55 vs. 18-55 VR (IV)

Lentes posteriores (ligeramente mayor la del objetivo dotado de VR)

Internamente sí que hay bastantes cambios, y es que en condiciones de poca luz el sistema VR representa una seria ventaja con respecto a los objetivos no estabilizados. Es cierto que la diferencia es más acusada en los teleobjetivos porque son más propensos a sacar fotos movidas al más ligero temblor de manos debido a su mayor distancia focal; pero después de estar pensando sobre el tema he llegado a la conclusión de que un angular con VR se adapta bastante bien al tipo de fotografías que suelo hacer como os comentaré al final del artículo.

Además, Nikon ha modificado el diseño óptico de este modelo de objetivo, añadiendo algunas lentes más a las presentes en el original y modificando otras; lo que explica en parte el incremento de peso de la óptica estabilizada. Podéis apreciar ese aumento de la complejidad óptica en los dos diagramas siguientes:

pic_004

Diseño óptico del 18-55

Diseño óptico del 18-55 VR

Diseño óptico del 18-55 VR

Como veis, en el objetivo estabilizado la luz atraviesa más lentes hasta que toca el sensor de la cámara; pero pese a ello la nitidez no se resiente en absoluto como demuestran todas las reviews que he leído sobre esta óptica y las imágenes que he sacado estos días con ella.

El VR en funcionamiento

Bueno, con respecto al funcionamiento he de comentar que el sistema de estabilización no está activo durante todo el tiempo, sino que entra en acción únicamente al pulsar el botón del disparador para enfocar y durante la toma de la imagen. Durante ese tiempo se activan los sensores y actuadores que os comentaba unos párrafos más arriba y la imagen se hace más estable. Eso sí, al emplear el objetivo equipado con el sistema VR se perciben dos pequeñas diferencias con respecto a la versión más básica:

VR

Por un lado, acostumbrado a objetivos sin ningún tipo de estabilización, al mirar por el visor y pulsar el disparador hasta la mitad se nota que nuestro pulso queda «amortiguado». Los leves (repito: leves) movimientos de nuestros brazos y muñecas no se perciben en lo que vemos a través de la cámara, y reconozco que en la primera toma de contacto me sentía un poco extraño. Es como si nuestras manos y nuestro cerebro fueran desacompasados; y de hecho he leído alguna vez que los primeros usos del VR pueden dar lugar a una cierta sensación de mareo hasta que nos habituemos a su dinámica de funcionamiento.

Por otra parte, si estamos haciendo fotografías en completo silencio vamos a notar cómo dentro del objetivo se escucha una leve vibración (que no es más que el elemento óptico estabilizador haciendo su trabajo) así como un ligero «clack» cuando se activa y desactiva el sistema. Como os digo, son sonidos apenas perceptibles que sólo escucharemos en pleno silencio o si pegamos el oído al objetivo; algo no muy habitual al hacer fotografías, dicho sea de paso.

Eso sí, al encontrarnos ante un objetivo bastante básico el VR que equipa también lo es. De hecho, en objetivos más caros y de mayores prestaciones,además de la activación/desactivación del sistema, también contaremos con otros controles para diferentes tipos de situaciones (por ejemplo para disparar desde un vehículo en movimiento). Sin embargo, el principio de funcionamiento es esencialmente el mismo, por lo que todo lo explicado es válido para toda óptica equipada con VR sea de la gama que sea.

Las diferencias en forma de imágenes

Siempre digo que el movimiento se demuestra andando, así que después de toda esta teoría vamos a ver un par de ejemplos en forma de fotografías realizadas con el VR desactivado y activado respectivamente para que veáis con vuestros propios ojos las diferencias existentes:

VR OFF

Disparada a pulso con un objetivo Nikkor AF-S 18-55@44mm. Nikon D40, f/5.3, 1/4, ISO 200

VR ON

Disparada a pulso con un objetivo Nikkor AF-S 18-55 VR@44mm. Nikon D40, f/5.3, 1/4, ISO 200

Como podéis ver, es muy complicado tomar una fotografía nítida a pulso cuando la cámara nos obliga a disparar a una velocidad de 1/4 de segundo. Sin embargo, con el objetivo VR la imagen quedó completamente nítida al primer intento, demostrando que la ventaja al emplear el sistema de estabilización es evidente.

Conclusión

Me encantan los paisajes, sobre todo cuando la oscuridad empieza a hacerse patente. Lo que ocurre es que para sacar una fotografía nítida ante la falta de luz tenemos la opción de subir la ISO de la cámara o abrir mucho el diafragma. Por un lado no soy muy partidario de subir el ISO alegremente, pues en las zonas de sombra va a aparecer un granulado coloreado que no me gusta nada. Debido a ello, la opción de abrir el diafragma parece mucho mejor, y de hecho lo es de no ser porque al hacerlo perdemos profundidad de campo, que es justo lo contrario que pretendemos a la hora de fotografiar un paisaje (¿recordáis aquella entrada sobre la distancia hiperfocal?).

Es verdad que mi 50mm f/1.8 me permite hacer fotos nocturnas a pulso sin demasiados problemas; pero del mismo modo siempre he dicho que no es una óptica adecuada para paisajes en general porque es demasiado «larga». Si abro el diafragma casi a tope pierdo mucha profundidad de campo y no podré tener todo enfocado ni de casualidad; a lo que hay que añadir el problema de que debemos olvidarnos de captar zonas amplias para centrarnos nada más que en los detalles debido a que el objetivo se convierte en términos de ángulo de visión en un 75 mm; demasiado estrecho para estos menesteres además de que en la D40 estamos obligados a enfocar a mano empleando esta óptica. Por eso, hasta el momento las fotografías de paisajes que he hecho han sido realizadas con mi 18-55 bajo la luz del sol; pues es el único modo de poder cerrar bastante el diafragma, captar un amplio campo de visión y mantener una alta velocidad de disparo.

La plaza de Cervantes a través de los rosales

Por todo esto que os he contado hoy es por lo que he creído que un angular VR me puede traer bastantes ventajas a la hora de fotografiar paisajes al anochecer: según Nikon gracias a la estabilización de la óptica es posible disparar entre cuatro y ocho veces más rápido (dos o tres pasos de diafragma) que con el objetivo no estabilizado; algo que en la práctica se traduce en que podemos hacer fotografías nítidas sin trípode a velocidades bastante bajas si tenemos un pulso más o menos decente como habéis visto en el ejemplo anterior, por lo que es un buen sistema para retratar la ciudad a la luz de las farolas sin necesidad de recurrir a aperturas extremas (ganando por tanto profundidad de campo).

En fin, con el tiempo iré viendo si realmente ha merecido la pena la inversión en esta nueva óptica, pero sobre el papel creo que me va a permitir hacer algunas cosas que hasta ahora no podía a no ser que fuera cargado con el trípode (cosa que evito siempre que puedo).

¡Ya os iré mostrando los resultados por aquí!  😉

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

La efectividad de los sistemas estabilizadores de imagen

Esta entrada no va a ser muy extensa, pues todo lo que quiero comentar está en el vídeo que os ofrezco a continuación y que grabé ayer mismo para resolver una consulta de un lector referente a estabilizadores ópticos en cámaras de vídeo. Lo que quiero demostrar es que los sistemas de estabilización óptica funcionan; y funcionan mejor cuanta más distancia focal estemos empleando para grabar las imágenes.

Sirva como claro ejemplo el siguiente vídeo (tranquilos, apenas son dos minutos :mrgreen: ) en el que hago un zoom completo (35x) con mi videocámara JVC GR-D820; primero con el estabilizador desactivado y a continuación haciendo uso de él.

Como comento en el vídeo, el principio del estabilizador óptico es el mismo para videocámaras que para cámaras fotográficas, por lo que viendo las imágenes os podréis hacer una idea bastante precisa de lo útil que es este sistema cuando se integra en un teleobjetivo (los Nikon estabilizados llevan las siglas VR, los Canon se denominan IS…) para evitar imágenes trepidadas cuando se dispara a bajas velocidades. De hecho, hasta se me había pasado por la cabeza hace unos días cambiar mi 55-200 por la versión VR; pero al final los 200€ que cuesta se me fueron en un par de amortiguadores para el coche y me temo que la cosa tendrá que esperar.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Dudando entre dos objetivos para mi Nikon D40

Ya que el haber expresado mis dudas por aquí en voz alta a la hora de decidirme a comprar una cámara reflex ha dado un buen resultado, hoy me planteo una segunda cuestión: ¿Qué objetivo elegir para ampliar las capacidades fotográficas de la cámara? La D40 viene con el conocido objetivo AF-S Nikkor 18-55mm 1:3.5-5.6GII ED que está bien para hacer fotos amplias de paisajes y alguna cosilla más, pero se queda un poco corto a la hora de hacer retratos o captar detalles lejanos.

nikon-18-55

Mi actual objetivo: el Nikkor AF-S 18-55 que viene con la D40

El dilema básicamente está entre dos modelos fabricados por Nikon que no tienen absolutamente nada que ver el uno con el otro y que están dirigidos a funciones muy diferentes. Por un lado está el AF-D Nikkor 50mm 1:1.8 y por otro el teleobjetivo AF-S Nikkor 55-200mm 1:4.5-6 G DX VR.

El primero de los dos consiste en un sencillo objetivo de 50mm fijos con el que tendría que enfocar manualmente en mi Nikon D40. ¿Qué ventaja tiene?, os preguntaréis entonces. Pues simplemente que posee una calidad óptica casi perfecta y una luminosidad bestial. Es un objetivo que a igual ISO me permitiría emplear una velocidad de obturación hasta 10 veces menor que si empleo el objetivo que viene de serie con la cámara en la longitud de 50mm (apertura 1.8 frente a 5.6 respectivamente) lo que me vendría muy bien para las típicas escenas de atardeceres y demás situaciones con poca luz. Además, al tener una apertura tan grande, en primeros planos de objetos y retratos consigue desenfocar muchísimo el fondo, realzando lo que queremos destacar en la imagen.

Candidato 1: Nikkor AF 50mm f/1.8D

Otra ventaja de este objetivo es su precio, pues lo podemos encontrar con facilidad por debajo de los 150€, lo que está más que bien para un objetivo tan luminoso como este gracias a que es un modelo bastante sencillo al ser de 50mm fijos y bastante veterano ya; de ahí que no enfoque automáticamente en las nuevas Nikon de gama baja (D40, D40x y D60). Como os digo, es un objetivo que me tienta mucho y sé que tarde o temprano acabará cayendo en mis manos porque creo que puedo aprender mucho con él.

En el otro lado del cuadrilátero está el teleobjetivo 55-200 que os decía. En este caso se trata de un modelo totalmente compatible con la Nikon D40 y que además cuenta con estabilizador de imagen para situaciones en las que la luz ya va un poco justita para hacer las fotos a pulso. Éste me gusta porque se complementa a la perfección con el objetivo que venía con la cámara y me permitirá poder hacer cosas que ahora mismo no puedo (en la excursión al monte del viernes eché de menos tener algo más de distancia focal para ciertas tomas).

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Candidato 2: Nikkor AF-S 55-200 VR

Su precio no es demasiado alto (ronda los 200€) y su calidad es bastante aceptable para el precio que tiene por lo que he podido leer en los múltiples análisis que hay por internet; así que aunque no sea un objetivo enfocado a profesionales de la imagen, para el tipo de uso que yo le voy a dar se adapta más que de sobra.

Evidentemente lo ideal sería comprar un objetivo 18-200 estabilizado, con una focal de 1.8 constante (y si es 1.4 mejor) y totalmente compatible con la Nikon D40; pero como algo así no existe y si existiera sólo estaría al alcance de multimillonarios, estas dos son mis opciones principales. Algo me dice que acabaré haciéndome con los dos porque ambos me van a venir muy bien y porque voy a poder hacer muchas cosas con ellos; así que como ya me conozco bastante creo que la verdadera duda en realidad radica en decidir cuál me compraré primero 😛

Por cierto, os dejo a continuación tres enlaces a otros tantos análisis (realizados por Ken Rockwell) de los objetivos comentados en el texto:

Nikkor AF-S 18-55mm II

Nikkor AF 50mm f/1.8 D

Nikkor AF-S 55-200mm VR

EDITO: cuanto más veo la fotografía del 50mm más se me cae la baba… creo que ya sé cuál caerá primero; y es que no hay nada como plantear aquí mis dudas fotográficas para que queden automáticamente resueltas pocas horas después  😛