Rincones: Cantabria

Como os decía en la entrada del noveno aniversario del blog, de un tiempo a esta parte me centro más en mostraros imágenes y narraros experiencias que en hablar de fotografía pura y dura a nivel técnico; y ya os adelanto que el de hoy es otro de esos artículos basados en la luz que llega al sensor de mi cámara (la Olympus E-PL1 en este caso) mientras paso unos días de vacaciones con mi chica por algún rincón de España.

Dado que ya habíamos visitado Galicia y Asturias, siguiendo una especie de orden geográfico natural en esta ocasión nos decantamos por Cantabria (y ya os podéis imaginar cual será nuestro próximo destino) pero sin obsesionarnos con ver muchas cosas en poco tiempo.

Cantabria Oct-16

Digo esto porque una vez estuvimos un par de días en Barcelona pretendiendo visitar un montón de lugares y lo único que conseguimos fue ir a toda prisa de aquí para allá mirando el reloj y sin disfrutar de la ciudad. Aquello marcó un punto de inflexión en nuestros viajes y desde entonces buscamos un «campamento base» y desde allí vamos haciendo las excursiones que nos van apeteciendo y cuadran con nuestro ritmo de vida.

En en este caso hemos estado alojados en Santillana del Mar; localidad muy próxima a Torrelavega y, para nuestro gusto, realmente bonita. Casco histórico con calles empedradas, casas con balcones de madera, tiendas de productos típicos y muchos rincones con encanto situados en las afueras.

Ya que estábamos allí no podíamos dejar de visitar las cuevas de Altamira. Bueno, en realidad su reproducción, ya que la original fue cerrada a finales de los 70 debido a que la enorme afluencia de visitas estaba degradando a toda velocidad sus espectaculares pinturas rupestres.

Una de las ciudades que más nos gustó fue Comillas. Una de esas excursiones improvisadas sobre la marcha y que nos sorprendió gratamente tanto por su localización junto al mar como por sus bellos y pintorescos edificios, dentro de los cuales nos fascinó especialmente «El capricho de Gaudí»: una casa llena de detalles curiosos encargada por un afamado abogado de la ciudad al genial arquitecto.

Cantabria Oct-16

Cantabria Oct-16

Cantabria Oct-16

También destacaba especialmente (aunque no nos dio tiempo a acercarnos) una casa de aspecto de cuento situada en lo alto de una colina que traté de plasmar en la lejanía con ayuda de mi teleobjetivo. No sabemos si era visitable o no, pero me quedé con ganas de acercarme por allí para echar un vistazo más de cerca; de modo que nos lo dejamos apuntado en nuestra lista de tareas por si algún día volvemos a pasar cerca de Comillas.

Cantabria Oct-16

Potes fue otra de esas localidades que nos dejaron un muy buen sabor de boca. Cuando entras al pueblo no parece ser gran cosa, pero a medida que vas caminando y te adentras en su casco histórico te encuentras con que el río que lo atraviesa está surcado por puentes de estilo medieval que dan al lugar un aspecto de lo más pintoresco.

Cantabria Oct-16

Allí aprovechamos para comer y hacer la compra; y al iniciar el camino hacia nuestro siguiente destino grabé desde el techo del coche con una Polaroid Cube un time-lapse (8x) del trayecto entre las localidades de Potes y Panes a través del desfiladero de La Hermida. Un recorrido entre montañas siguiendo el curso de un río en el que hay que ir despacito por la cantidad de curvas y estrechamientos que nos vamos encontrando. El vídeo dura poco más de cuatro minutos y espero que os guste.

Tras algo menos de una hora llegamos a San Vicente de la Barquera. Una localidad costera con puerto y una iglesia en lo alto de una colina (si algo me ha quedado claro de cantabria es que siempre estás subiendo o bajando porque no hay más de 100 metros seguidos de terreno llano) desde la cual se divisaban unas bonitas vistas. Tras una vuelta por todo el pueblo nos tomamos un chocolate con churros para reponer fuerzas y emprendimos viaje de regreso a casa.

Cantabria Oct-16

Cantabria Oct-16

Cantabria Oct-16

Por último, también visitamos otra cueva quizá no tan famosa como Altamira pero también extremadamente bella: la cueva del Soplao. Una galería minera que enlaza con una enorme cavidad natural excavada por el agua llena de estalactitas y estalagmitas que en algunas zonas parecen desafiar a la gravedad y que, por supuesto, estaba prohibido fotografiar.

Os recomiendo la visita a la cueva porque os va a sorprender muy gratamente y lo que sí os puedo mostrar es una vista del paisaje que se desde su entrada, ya que se encuentra en la cima de un monte en las cercanías de la localidad de Celis desde donde se divisa un paisaje muy típico de esta zona.

Cantabria Oct-16

Y a grandes rasgos esto es lo que dio de si nuestro viaje. Cuatro días muy aprovechados en los que además nos hizo un tiempo estupendo. No sé cómo lo hacemos, pero en todas las ocasiones que hemos visitado el norte de España apenas nos ha llovido rompiendo con el tópico de que por esas latitudes hay que ir siempre con paraguas, chubasquero y botas de agua.

Regresamos hace muy pocos días de las tierras cántabras, pero ya estamos deseando coger de nuevo carretera en cualquier dirección para seguir descubriendo rincones con encanto.

Rincones: Islas Cíes (Pontevedra)

Creo que fue un brote de síndrome de Stendhal, porque según el barco se iba arrimando al embarcadero yo sólo era capaz de decirle a mi chica: «¡Pero peroooooo… mira el agua. Y mira la arena, qué blanca es… Diossssss, es que el agua parece de cristal… Fíjate cómo se ven las rocas del fondo… y los peces… Míralos, pero míralooooooos!» 150709_160004Tenía la sensación de estar en una playa del caribe; con la vegetación y la arena fundiéndose en una delgada línea y un agua tan clara que parecía sacada de un videojuego. Ya me habían dicho que las islas Cíes me iban a gustar, pero no creí que la cosa iba a ser para tanto. Y lo que más sorprende al visitante que para llegar a este paraíso terrenal tan sólo hay que tomar un barco en el club náutico de Vigo que nos dejará en la isla en menos de 45 minutos y que nos costará (ida y vuelta) entre 10 y 18 euros por persona dependiendo de la naviera que elijamos.

Pero bueno, retomando el hilo de mis recuerdos de aquel día, una vez superada mi euforia inicial llegaba el momento de tomar decisiones: hay en la isla varias rutas para realizar y disponíamos de unas seis horas antes de que zarpara el barco que nos devolvería a Vigo, de modo que tampoco podíamos entretenernos mucho. 150709_154110_01 Decidimos tomar la ruta de los faros y sobre la marcha decidir si subíamos al faro principal o bien nos desviábamos a uno secundario que no tenía tanto desnivel y, por tanto, se podía llegar a él en menos tiempo. La ruta no es que fuera especialmente larga ni complicada; pero dado que eran las horas centrales del día y que aquella jornada hacía un calor especialmente intenso para ser tierras gallegas preferimos no arriesgar y visitar el faro «pequeño». 150709_151654No quiero alargarme mucho en mis descripciones porque este tipo de entradas son principalmente gráficas; pero sí os diré que nos íbamos sorprendiendo y maravillando a partes iguales a medida que íbamos recorriendo la isla. Playas paradisíacas, embarcaderos de cuento, vistas maravillosas de las islas vecinas, gaviotas sobrevolando nuestras cabezas… Recuerdo especialmente cuando a las tres de la tarde, cansados ya de caminar, nos sentamos en una roca a la sombra de unos árboles y allí nos pusimos a comer unos bocadillos que nos supieron a gloria. Luego, ya con ánimos renovados, emprendimos el tramo final hacia el faro. Un tramo en el que no había sombra en la que cobijarse a esas horas de la tarde. 150709_132332La verdad es que mereció la pena visitar el faro pequeño viendo el infierno de rampas que dan acceso al faro principal. Obviamente la vista desde aquella elevación debía de ser espectacular; pero desde nuestra privilegiada posición estábamos muy cerca de la isla sur (a la cual sólo se puede acceder en barco privado o bien con unas barcas que salen desde la propia isla principal) y la perspectiva desde allí era muy muy bonita a costa de invertir mucha menos energía en llegar al final de la ruta. 150709_151909 El camino de regreso fue el mismo que el de la ida pero en sentido inverso; sólo que esta vez el sol empezaba a estar ya más bajo y las playas estaban todavía más radiantes de luz y de color. Prueba de ello son las fotos que tenéis a continuación y que intentan plasmar lo que vimos aquel día inolvidable. 150709_155711150709_135713 Por último, al llegar ya a las cercanías del embarcadero y viendo que todavía nos quedaba casi una hora para que saliera nuestro barco, optamos por pasar un rato en la playa y refrescarnos en aquellas aguas que tanto nos llamaban la atención. Volvimos a nuestro alojamiento con la sensación de haber vivido un día fantástico y de haber descubierto un rincón que había elevado (y mucho) el listón de los lugares visitados. Va a ser complicado descubrir un sitio con más encanto que las islas Cíes, pero estoy seguro de que al final lo lograremos. 150709_125743150709_171435 ¡Nos leemos!

Rincones: alrededores de Sigüenza (Guadalajara)

Recientemente mi chica y yo pasamos un par de días en la provincia de Guadalajara (dudo que existan palabras con más aes que esta, por cierto) aprovechando para visitar algunos pueblos, ya que hacía tiempo que no hacíamos una «escapada express» como las que solíamos organizar cuando vivía en Oropesa del Mar.

Embalse de Pálmaces (III)

Concretamente estuvimos alojados en Atienza y en Pálmaces de Jadraque; localidades todas ellas relativamente cercanas a Sigüenza; lugar que también visitamos así como algún que otro pueblo más que luego comentaré.

Fruto de esos dos días que os comento son las fotografías que ilustran esta entrada y que, como siempre os digo, no tienen otro fin más que el de mostraros rincones pintorescos que a veces nos quedan bastante cerca de nuestros hogares o lugares de trabajo.

Perro en Atienza

En Pálmaces estuvimos alojados junto al embalse del mismo nombre, y desde la ventana de la habitación se divisaba un bonito paisaje que se teñía de vivos colores al amanecer y al atardecer; de modo que no hubo más que abrir las hojas de vidrio para captar alguna fotografía especialmente llamativa.

Embalse de Pálmaces (I)

Llama la atención de este pequeño pueblo el hecho de que cuente con un sólo bar, lo que os dará una idea de la extensión y la población del lugar. Eso sí, por las noches se duerme a placer, ya que no se escucha ni un ruido aunque abras las ventanas de par en par.

Atienza es algo más grande, aunque no mucho más. Destacan especialmente sus tres museos; sólo que tuvimos la mala suerte de que en fin de semana no abren y, por tanto, nos quedamos con las ganas de verlos. En cualquier caso, merece la pena darse una vuelta por el pueblo y encontrarse con iglesias de estilo románico por las que apenas parecen haber pasado los años.

Monasterio en Atienza (I)

Monasterio en Atienza (II)

 Como suele ser habitual en esta zona de la provincia, los inviernos son fríos y húmedos. Un entorno ideal para el crecimiento de líquenes y hongos como podéis ver en la siguiente imagen.

Humedad

Mención aparte merecen las salinas de Imón, ya que dimos con ellas de pura casualidad y nos quedamos maravillados de cómo una estructura tan extensa puede ser un completo desconocido para la mayoría de la gente. Las salinas son, en esencia, unas piscinas donde se almacena agua salada de tal modo que al evaporarse queda en el fondo una capa de este versátil material.

Salinas de Imón

Siguiendo nuestro camino llegamos a Jadraque, localidad en cuyas afueras se encuentra en lo alto de una colina un imponente castillo desde el que podemos disfrutar de unas vistas fantásticas. Es una pena que la mañana en la que visitamos este lugar no fuera especialmente clara; pero aun así era un sitio perfecto para sacar el teleobjetivo y disfrutar del paisaje.En el castillo de Jadraque

Jadraque

Paisaje desde el castillo de Jadraque

Castillo de Jadraque

De Sigüenza muchas cosas nos llamaron la atención: desde su espectacular catedral hasta el castillo-parador que corona el pueblo pasando por la plaza Mayor que es la que tenéis en la fotografía que tenéis unas líneas más abajo. Esta es ya una localidad bastante grande en la que la vida fluye por sus calles. Sigüenza ya no es tan silenciosa ni tan tranquila como los otros pueblos que visitamos; pero sigue teniendo ese encanto especial de esos lugares que han mantenido su arquitectura tradicional y al pasear por ellos parece que hemos retrocedido en el tiempo algunas décadas.

Plaza Mayor de Sigüenza

Y a grandes rasgos eso es todo. Como os decía, esta entrada no pretende ser una guía de viajes ni nada por el estilo, sino tan sólo un conjunto de imágenes que a aquellos que nunca han visitado estas tierras les permitan hacerse una idea de lo que se pueden encontrar por aquí.

En cualquier caso, para finalizar este artículo quería mostraros otra imagen del embalse de Pálmaces en cuya orilla estábamos hospedados y que a primera hora de la mañana parece un espejo de lo tranquilas que están sus aguas.

Embalse de Pálmaces (IV)

Todo un placer para los sentidos y un remanso de paz donde recuperar las energías gastadas en la gran ciudad.

Rincones: Granada

Granada era el punto final de nuestro viaje por el sur. Allí íbamos a pasar dos noches y a continuación volveríamos a Oropesa para descansar un poco del frenético ritmo de visitas a los diversos lugares por los que habíamos pasado desde que nos encontramos en Cuenca.

Granada

Como de costumbre, nos alojamos en un apartamento situado en pleno centro de la ciudad; a escasos metros de la catedral y a apenas un cuarto de hora caminando de La alhambra. Gracias a ello pudimos dejar el coche en un parking y despreocuparnos por completo del transporte, pues podíamos llegar a cualquier lugar a pie perfectamente.

Granada

Nada más llegar nos fuimos a pasear, pero ese día no llevaba la cámara encima (mi espalda se empezaba a resentir de estar todos los días cargando con la correspondiente mochila) y no hay imágenes. Fuimos por la zona del ayuntamiento y como se nos hizo un poco tarde cumplimos con la rigurosa tradición de ir «de tapas»; de modo que pidiendo cada uno un refresco y una caña acabamos con el buche bien lleno.

Al día siguiente nos esperaba la excursión por excelencia en Granada: La alhambra y sus jardines. Un conjunto arquitectónico de origen musulmán situado en lo alto de una colina y desde el que se divisa una panorámica espectacular de la ciudad y sus alrededores.

Granada

Granada

Granada

Granada

Granada

Granada

Contemplar con mis propios ojos arcos y ventanas que había visto representados una y mil veces en los libros de historia del instituto y, sobre todo, estar en el patio de los leones; con estos recién restaurados después de haber estado unos cuantos años escondidos al público fue algo muy especial y que a los dos nos gustó especialmente. Y es que, de hecho, La alhambra es un lugar que tanto mi novia como yo teníamos muchas ganas de visitar, por lo que las expectativas eran bastante altas.

Granada

Granada

Granada

Granada

Granada

Granada

Granada

Lo único «malo» es que por la época del año en la que nos encontramos, si bien los jardines tenían colorido y están muy cuidados, se echaban en falta algo más de vegetación (flores principalmente). Eso sí, estoy seguro de que cuando en primavera florezcan todas las especies que hay allí, la explosión de color será impresionante; de modo que tenemos claro que en un futuro tenemos que volver por allí durante meses más soleados e incluso animarnos a hacer una visita nocturna, pues el conjunto iluminado por focos tiene que ser todo un espectáculo.

Granada

Granada

Granada

Aparte de lo que es La alhambra, reconozco que me hizo también especial ilusión caminar con mi chica por el paseo de los tristes, el barrio del Albaicín y tantos otros lugares conocidos de la ciudad y que en más de una ocasión han aparecido en canciones de grupos musicales a los que sigo desde hace tiempo.

Después de aquello ya sólo nos quedaba hacer una vez más las maletas y poner rumbo hacia Oropesa del mar. Un trayecto de 620 Km que no se me hizo especialmente largo gracias a que paramos unas cuantas veces por el camino para comer algo y estirar las piernas.

Por supuesto, una vez en casa no pararon de aflorar los recuerdos de unas vacaciones que empezaron con la idea de visitar Cuenca un fin de semana y que al final nos llevó a hacer un inolvidable tour por la mitad sur del país. Y, por supuesto, ya hemos acordado que en el futuro tenemos que hacer algo similar pero por la mitad norte; que también los dos tenemos ganas de perdernos por sus bosques y sus ciudades.

Espero que os hayan gustado las imágenes del viaje; aunque los mejores recuerdos los llevo grabados dentro de mi cabeza y esos no hay manera de subirlos a Flickr.

Itinerario completo: Oropesa del mar – Cuenca – Mérida – Sevilla – Granada – Oropesa del mar

05

Rincones: Sevilla

Ir a Sevilla no fue parte del plan inicial, pero nos quedaba de camino hacia nuestro siguiente destino y decidimos hacer noche allí para conocer una ciudad que a los dos nos encantó.

Sevilla

Nada más dejar las maletas en una casa preciosa en pleno barrio de Santa Cruz (mi novia se ha destapado como una experta en buscar alojamientos) nos encaminamos hacia la plaza de la catedral para ver las luces y el ambiente de una ciudad que por las callejuelas de esa zona destila olor a jazmín y no paran de escucharse a los pájaros piar.

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Reconozco que Sevilla me gustó muchísimo. Pese a ser un día entre semana del mes de febrero había gente en las terrazas, tranvías circulando, gente haciendo fotos… Vida en definitiva; de modo que decidimos acercarnos hasta el famoso puente de Triana para ver su reflejo iluminado en el tranquilo Guadalquivir. Un paseo que mereció mucho la pena.

Sevilla

Al día siguiente, ya con las luces del día, nos fuimos caminando hasta la imponente plaza de España, pero pasando también por la universidad y dando una vuelta por el parque de Maria Luisa, donde también se encuentra la plaza de América y su museo de tradiciones populares.

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Sevilla

Lamentablemente no podíamos irnos demasiado tarde porque todavía teníamos casi tres horas de carretera hasta llegar a nuestro último destino; pero los dos guardamos muy buenos recuerdos de las horas que pasamos en Sevilla.

Itinerario hasta el momento: Oropesa del mar – Cuenca – Mérida – Sevilla

03

Rincones: Cuenca

Mi novia y yo necesitábamos unas vacaciones: ella había estado de exámenes y yo había tenido una época de trabajo tan intensa que me encontraba mentalmente agotado, de modo que a finales de febrero me cogí unos días libres y empezamos a planear algo.

Siempre habíamos hablado de pasar un fin de semana en Cuenca: está a mitad de camino entre Castellón y Madrid y tiene sitios muy curiosos para ver, de modo que aunque ese fue nuestro primer destino, no sería el único, pues poco a poco el viaje se fue haciendo cada vez más extenso; si bien eso lo iremos desarrollando en las entradas posteriores.

Cuenca

Cuenca

Cuenca me sorprendió por su tamaño, pues pensé que por su número de habitantes (aprox. 55000) sería más pequeña de lo que en realidad es. Es una ciudad tranquila, rodeada de bonitos paisajes y con una serie de tesoros en su interior que la hacen ideal para perderse en ella sin prisas y curiosear por sus rincones.

Cuenca

Lo primero que visitamos fueron las casas colgadas, ya que además de que es el lugar típico de Cuenca por excelencia, quería experimentar por mí mismo la sensación de vértigo al cruzar el desproporcionadamente estrecho puente que da acceso a esa zona de la ciudad.

Cuenca

Efectivamente, una vez cruzado, uno se da cuenta de que con la altura que tiene el puente da una sensación de fragilidad que si viera a un grupo de excursionistas cruzándolo esperaría a que llegaran al otro extremo antes de atreverme a pasar por él. Sin embargo, la pregunta que vino a mi cabeza una vez que estuve a los pies de las famosas casas colgantes fue: «¿a quién se le habrá ocurrido construirse ahí su casa?». Por supuesto, no os quiero ni contar lo que debe de ser asomarse a esos balcones y observar cómo sólo unas maderas separan tus pies del más profundo de los abismos.

Cuenca

De Cuenca nos gustó también mucho la colorida plaza donde está situada la catedral, los curiosos relieves del paisaje o el pequeño río que recorre gran parte de su casco urbano y que da un aire especial al paseo que discurre junto a su orilla.

Cuenca

Cuenca

Cuenca

Cuenca

Cuenca

No quisiera dejar de mencionar un detalle que a mí se me escapó pero que a mi novia llamó la atención nada más verlo: en una montaña al otro lado del río alguien ha dibujado unos enormes ojos verdes que parecen vigilar a la ciudad como si de un ninja se tratara. Ignoro si es algo artístico, una frikada o cualquier otra cosa; pero la sensación que transmiten es, cuanto menos, extraña.

Cuenca

La ciudad encantada

Ignorante de mí, pensaba que la ciudad encantada de Cuenca estaba pegada al núcleo urbano, pero no es así y para llegar allí hay que recorrer unos 30 Km en coche a través de unas carreteras que yo particularmente disfruté mucho.

De hecho, a mitad del camino tenemos lo que se conoce como «el ventano del diablo» que consiste en una especie de balcón natural sobre la garganta por la que discurre el río Júcar. Al igual que el puente de las casas colgantes no es muy apto para gente con vértigo, pero si te asomas a él divisarás un paisaje espectacular.

Cuenca

Una vez en la ciudad encantada llama la atención el frío que hace (había incluso algunas zonas nevadas) y lo curioso del paisaje, pues se trata de rocas muy desgastadas que, echándole un poco de imaginación, tienen diversas formas asociadas con cosas de lo más cotidiano (una tortuga, un rostro humano, una foca…).

La ciudad encantada se ve dando un paseo de aproximadamente una hora y es recomendable llevar calzado de montaña porque algunas zonas pueden resultar bastante resbaladizas si el terreno está húmedo.

Cuenca

Y con esto terminó nuestra estancia en Cuenca, encaminándonos al día siguiente hasta nuestro próximo destino.

Itinerario hasta el momento: Oropesa del mar – Cuenca

01

De vacaciones en Barcelona

Durante el puente de Diciembre he pasado unos días con mi chica en Barcelona, ya que ninguno de los dos había estado antes allí y nos apetecía hacer un poco de «turismo urbano» con la idea de hacer algo diferente y al mismo tiempo desconectar un poco de nuestros respectivos trabajos.

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

En lo alto del Tibidabo. ¡Qué frío hacía!

Como íbamos a estar todo el día de aquí para allá no quería cargar con la D300 y algunos objetivos, de modo que opté por llevarme la Olympus E-PL1 y hacer uso de ella exclusivamente. Es verdad que en alguna ocasión eché de menos mi réflex, pero aun así creo que las fotos tienen una calidad bastante digna (aprovecho para comentar que están disparadas en JPG y sacadas directamente de la cámara; sin ningún tipo de post-proceso) y son un buen recuerdo del viaje.

De todos modos, me gustaría aclarar que la cámara cumple sobradamente, y que las limitaciones vienen dadas por la óptica que trae de serie. La cosa es que me hubiera venido bien tener más angular para callejear por la ciudad (la Sagrada Familia así como otros monumentos de gran tamaño no había modo de encuadrarlos a no ser que te alejaras mucho; algo que no siempre es posible) y también algo más de tele para aislar algunos detalles que nos fuimos encontrando; y es que un 14-42 mm, que en micro4/3 tiene un ángulo de visión equivalente a un 28-84 mm en formato Full Frame, se queda un poco corto tanto por arriba como por abajo. En cuanto a luminosidad vendría bien para desenfocar más los fondos, pero la verdad es que la cámara rinde muy bien en cuando a ruido con ISOs altos.

Pero bueno, como os decía, lo que quería durante este viaje era ir «ligero de equipaje» y no complicarme demasiado la vida con las fotografías; y he de decir que la E-PL1 ha cumplido estas premisas sobradamente.

Bueno, pues os estructuro las imágenes que he seleccionado (en total hicimos más de 350 fotos) en cuatro bloques principales para así diferenciar un poco cada zona visitada y añado también algunos comentarios rápidos y pies de foto. ¡Espero que os gusten!

Parque del Tibidabo

Nada más llegar a Barcelona y antes siquiera de pasar por nuestro alojamiento en el centro de la ciudad decidimos dar una vuelta por la parque del Tibidabo. Un lugar situado en las faldas de la sierra de la Collserola desde donde se puede contemplar una vista espectacular de la ciudad a nuestros pies.

Además del curioso mini-parque de atracciones allí situado, me impresionó el Templo Expiatorio del sagrado Corazón tanto por su emplazamiento como por la sobriedad de su arquitectura. El interior del mismo también es digno de ver por la proliferación de detalles y matices en su decoración.

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

Parque de atracciones del Tibidabo

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

Templo Expiatorio del Sagrado Corazón

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

Altar del templo

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

Vidriera en el interior del templo

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

Un restaurante en la falda de la montaña

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

Donde hay un mirador siempre te encuentras con gente disfrutando de las vistas

Centro de Barcelona

Lo que es la ciudad de Barcelona lo fuimos viendo «por episodios» y visitamos bastantes más sitios de los que os muestro en imágenes. Os pongo sólo cuatro fotografías porque, como os decía antes, no es el mejor entorno para un objetivo como el que monta la E-PL1 y además estaba todo tan lleno de gente que me agobiaba un poco sacar la cámara y ponerme a hacer fotos.

Por cierto, cuando llegamos al pie de la Sagrada Familia vinieron a mi memoria las palabras que empleó mi hermana para describirla cuando la vio por primera vez, ya que dijo «Es cómo… ¡oh dios mío!«. Parece una tontería, pero la verdad es que no se me ocurre mejor forma de describir la complejidad de esta construcción única en el mundo.

Por cierto, como en toda gran ciudad, la mejor y más rápida forma de moverse por ella es el metro.

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

La Sagrada Familia

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

Casa Batlló

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

Metro de Barcelona

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

El servicio municipal de préstamo de bicicletas (en este caso en la plaza de Cataluña)

Parque Güell

No podía faltar una visita al famoso parque Güell. Entre que la vista es magnífica, que la arquitectura de Gaudí me parece de lo más interesante y que muchas de sus obras han inspirado, entre otros, a Konami para realizar los escenarios del videojuego Devil May Cry la verdad es que nos apetecía mucho visitar sus instalaciones y disfrutar de las vistas de la ciudad que se pueden observar desde la parte más alta, ya que se encuentra situado en una colina prácticamente en las afueras de la ciudad condal.

El mirador (el punto más alto del parque) da un poco de miedo porque es una plataforma de piedra de apenas dos por dos metros sin barandilla de ningún tipo. El problema es que suele estar llena de gente, y como se te vaya un pie el costalazo puede ser de órdago.

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

Junto al famoso dragón de la entrada principal

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

Vistas de Barcelona desde la parte alta del parque

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

En el mirador

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

Otra vista de Barcelona desde el mirador

Montjuic

La visita a Monjuic fue un extra inesperado de última hora. Ya camino de la autopista para volver a Oropesa le dije a mi novia: «¿Por qué no nos acercamos un momento a Montjuic? Creo que la vista es genial» y a continuación nos encaminamos hacia el anillo olímpico donde tuvieron lugar los JJOO de 1992.

La sorpresa al llegar (además de un atardecer espectacular) fue que pudimos entrar al propio estadio olímpico y contemplar con nuestros propios ojos la pista de atletismo que tantas veces habíamos visto por la tele aquel verano de hace 19 años.

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

Torre de comunicaciones de Santiago Calatrava

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

Puerta principal del estadio olímpico

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

En el interior del estadio

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

Atardecer desde Montjuic

No sé no dónde ni cuándo será nuestro próximo viaje de vacaciones; pero espero disfrutarlo tanto como hemos disfrutado de nuestra estancia en Barcelona.

¡Nos leemos!  😉

Mil kilómetros al volante del nuevo Audi A1

Como os dije en la entrada anterior, he estado recientemente de vacaciones con mi chica en Oropesa del Mar; pero dado que mi coche tiene ya unos cuantos años y no me apetecía quedarme tirado en medio de la autopista opté por acercarme a Europcar y alquilar un vehículo para afrontar el viaje con garantías.

Elegí un VW Polo que dejé reservado y pagado una semana antes de nuestra partida; pero llegado el momento de recogerlo me llevé la sorpresa de que ante el incremento de alquileres por culpa de la semana santa no había unidades disponibles de ese modelo y en compensación me dieron un Audi A1 prácticamente a estrenar (6500 Km de marcador) en color gris metalizado.

Audi A1

El caso es que en un principio no se me había pasado por la cabeza comentar nada sobre el mencionado coche porque son fregados en los que nunca me he metido en este blog; pero después de conducirlo durante seis días y haber hecho mil kilómetros tanto por carretera como por ciudad, creo que puede ser útil para algunas personas comentar a un nivel muy básico mis impresiones al volante.

A estas alturas creo que queda bastante claro que nadie se debería tomar estos párrafos como una prueba seria porque aunque he conducido unos cuantos coches en los últimos años, considero que no tengo perspectiva suficiente como para hacer un análisis a fondo; siendo esto más bien un resumen general de las sensaciones que me ha ofrecido el vehículo que he conducido durante los últimos días.

Primeras impresiones

El Audi A1 es un modelo que salió a la venta en el mercado español durante el pasado mes de Marzo; y siendo la primera vez que veía este coche «en vivo» he de reconocer que me sorprendió gratamente a primera vista. Es un coche muy bonito para mi gusto, bien proporcionado y con un discreto aire deportivo apreciable en cosas como los pasos de rueda, los faros rasgados o el discreto spoiler trasero que remata el techo.

De hecho, es un modelo tan reciente que no me he cruzado con ningún otro a lo largo de los seis días que ha estado en mis manos. Y claro, también era novedad para muchos transeuntes, de modo que era habitual ver cabezas girarse en los semáforos o al aparcar en la puerta de algún restaurante. Como os digo, es un coche que llama bastante la atención ahora mismo por ser novedad en el mercado español.

Sobre el papel

El motor que equipa al coche que me asignaron es el más básico de la gama: un 1.2 TFSI de 87 CV (motor de gasolina con cuatro cilindros en línea) cuya peculiaridad es que cuenta con sobrealimentación mediante un turbocompresor que inyecta aire a presión en los cilindros empleando la energía cinética de los gases de escape. Gracias a esto se consiguen unas prestaciones bastante aceptables al tiempo que los consumos no se disparan (5.1 l/100 Km de promedio según el fabricante alemán).

Por lo demás, el A1 está homologado para cuatro plazas, tiene un peso de 1115 Kg, un maletero de 270 litros y cuenta de serie (al menos en el acabado Ambition, que es el que equipaba el que me dieron) con ESP, sistema de entretenimiento multimedia con lector de CD, USB y tarjetas SD, navegador GPS con pantalla a todo color en el centro del salpicadero, seis airbags, control de velocidad, aire acondicionado, dirección asistida, sistema de recuperación de energía en las frenadas, sistema start & stop que detiene el motor en los semáforos y atascos, ordenador de a bordo, gestión electrónica del motor…

Interior

Imagen extraída de http://www.audi.es

El interior del Audi A1 es bastante acogedor: detalles como el forrado del volante en cuero, el mullido de los asientos, el diseño de los difusores del aire acondicionado, los múltiples huecos portaobjetos, el tablero de mandos con abundante información, los mandos integrados en el volante… son elementos que ayudan a que el conductor y su acompañante se encuentren «como en casa».

Los que no irán tan cómodos serán los pasajeros de los asientos traseros, ya que dichas plazas son de un tamaño muy reducido (sobre todo por la longitud de las banquetas) y el pequeño tamaño de las ventanillas posteriores contribuirán a una cierta sensación de agobio. En general se trata de un coche en el que el metal se prodiga más que el cristal como sucede de un tiempo a esta parte en muchos de los nuevos modelos que aparecen en el mercado; pero al menos en las plazas delanteras del A1 tenemos una buena amplitud visual.

Imagen extraída de http://www.audi.es

No me hubiera importado que las plazas traseras fueran tan exiguas si el maletero hubiera sido de un tamaño considerable; pero no es así y con sus 270 litros apenas cabrá un par de maletas de tamaño mediano (tres si somos buenos jugadores de Tetris) y poco más. Por la experiencia extraída de estos días os puedo decir que es capaz de albergar el equipaje de dos personas para pasar unos días de vacaciones; pero no es un maletero para más personas o estancias largas.

Exterior

En el exterior destacan las líneas sobrias habituales en los modelos de Audi. Cintura alta, aspecto robusto y ventanillas cada vez más pequeñas. El coche es bastante bajo y si sois altos al principio os daréis más de un coscorrón al introduciros en el habitáculo. El coche es de dos puertas y el portón del maletero es bastante grande para un coche de su tamaño.

Como podéis ver en las fotos que acompañan a esta entrada (siento no ofreceros más, pero estas tres fotos son las únicas que le hice al coche durante el viaje) el A1 cuenta con detalles en color negro como la toma de aire frontal, el difusor trasero, los apoyos de los retrovisores y la zona de los faros antiniebla frontales. Todo lo demás es gris metalizado (al menos en esta unidad) y a mí particularmente me gusta mucho la zona de las ruedas traseras así como los nervios que recorren longitudinalmente la carrocería. Todo el coche tiene ese ADN de los últimos modelos de Audi y de añadir que las formas redondeadas de ciertas zonas me recuerdan un poco al precioso TT (salvando las distancias, claro está).

Audi A1

Primeras impresiones

Nada más salir de la oficina de Europcar me siento en el coche y veo que todo está al alcance de los dedos. Me ajusto el volante y el asiento, me pongo el cinturón y al arrancar compruebo que el motor apenas hace ruido durante su funcionamiento. Durante los primeros metros veo que no hay vibraciones ni ruidos de rodadura a bajas velocidades y en general me siento muy a gusto en mi asiento. Del mismo modo, enciendo la radio y veo que suena muy muy bien; aunque bajo bastante el volumen de la misma para poder escuchar el suave rumor del motor.

Entre el tráfico de la ciudad el coche se mueve con mucha agilidad gracias a su pequeño tamaño. Además, la dirección es muy precisa y tiene un tacto perfecto para mi gusto. El pedal del embrague va muy suave y el acelerador tiene suficiente recorrido como para conducir sin tirones ni brusquedades. Por cierto, el cierre centralizado bloquea las puertas en cuanto empezamos a movernos; un buen detalle que siempre estoy acostumbrado a hacer «a mano» en mi propio coche.

Llego a un semáforo y cuando el coche se detiene… ¡se para el motor! Ya no me acordaba de que el A1 está equipado con el sistema start & stop y en un primer momento pienso que se me ha calado. Superada la sorpresa inicial me doy cuenta de que no me acabo de sentir cómodo con el motor completamente parado y levanto el pie del freno pensando que arrancaría instantáneamente. El caso es que el arranque no se produce al soltar el freno; sino cuando volvemos a pisar el embrague para engranar la primera velocidad, de modo que no es un sistema para salir con prisas o incorporarnos a una glorieta con tráfico un poco apurados. Dado que el sistema no me termina de convencer decido desactivarlo momentáneamente (hay un botón en el salpicadero para ello).

Para evitar sustos una vez en autovía, me meto en en un tramo de carretera en las afueras de Alcalá con intención de ver cómo reacciona el coche y allí me dedico a ver qué tal se portan los frenos, cómo acelera… y tengo la suerte de que el riego por aspersión de una glorieta ha empapado el asfalto por completo en sus alrededores, de modo que aprieto el acelerador un poco más de la cuenta mientras la tomo aprovechando que a esas horas no hay nada de tráfico y observo que el ESP corrige levemente las reacciones del coche haciéndole seguir la trazada que yo le indico con el volante. Como dicen las instrucciones de los coches que equipan este sistema «el ESP no cambia las leyes de la física» y por tanto no está hecho para tomar una curva cerrada a 100 Km/h; pero hay que reconocer que es una ayuda que nos puede venir muy bien en más de una ocasión.

Conduciendo por autovía

El A1 no se desenvuelve mal por autovías, aunque no es el hábitat natural de este modelo (seguramente las versiones equipadas con motores 1.4 TFSI de 122 CV o 1.6 TDI de 105 CV tengan más cualidades rodadoras que esta de la que os estoy hablando). El coche se pone a 100 Km/h en 11.7 segundos y se nota que acelera con ganas en marchas cortas gracias a su escaso peso. También mantiene perfectamente la velocidad a la hora de subir cuestas en quinta por la autovía; pero cuando en esas mismas subidas necesitas coger más velocidad por ejemplo para adelantar es cuando el pequeño 1.2 TFSI muestra sus limitaciones y se muestra un poco perezoso para acelerar, requiriendo una reducción a cuarta para tener algo más de brío.

No obstante, como os digo, el coche mantiene los 110 Km/h perfectamente en toda condición y circulando así el consumo de combustible se mantiene en torno a los 5 l/100 Km; una cifra bastante contenida teniendo en cuenta que el motor gira en esas condiciones a 2800 RPM y los consumos más bajos suelen darse entre las 1500 y las 2000 vueltas. Por cierto, sigue siendo realmente silencioso y no se aprecian ruidos aerodinámicos de ningún tipo circulando a buen ritmo.

Carretera de montaña

Ya en Oropesa una tarde subimos al mirador del monte Bobalar para hacer un par de fotos desde allí (una de ellas es la que encabeza este artículo). Una ocasión perfecta para probar el coche en una carretera revirada con importantes desniveles. Puesto que se trata de un tramo en el que no se puede correr mucho, estuve empleando todo el tiempo la segunda y la tercera marcha apurando un poco más de lo normal las revoluciones del motor.

En esas circunstancias el coche me pareció muy ágil gracias a su reducido radio de giro y el tacto sólido de la dirección. Del mismo modo, la suspensión de tarado algo duro hace que el A1 no balancee en las curvas y las tome con mucho aplomo; al menos con más del esperado en un coche de 1115 Kg con 3.95 metros de largo (2.47 entre ejes) y 1.74 de ancho.

Con el motor alegre de vueltas un pisotón al acelerador nos da una respuesta inmediata en aceleración; sin retrasos causados por la realimentación del turbocompresor ni nada parecido. Sin embargo, si dejamos caer la aguja de las revoluciones más de la cuenta tendremos que esperar a que suba un poco antes de sentir que el coche acelera con ganas.

En general, he de decir que me gustó mucho recorrer arriba y abajo la carretera que os digo porque el tacto del coche (tanto a nivel de dirección como de suspensión) me dio mucha confianza en todo momento y jamás obtuve ninguna reacción rara por su parte. Obviamente fui con mucha precaución dado que es un tramo abierto al tráfico; pero incluso así uno se da cuenta del aplomo que tiene el pequeñín de Audi. Que nadie piense que tenemos un deportivo entre manos porque nada más lejos de la realidad y si apuramos demasiado luego vienen las lamentaciones; pero hay que reconocer que cuando la carretera se tuerce, el A1 es muy divertido de conducir.

Audi A1

Conclusiones

Después de exactamente 1016 Km al volante del Audi A1 diría que, al menos con el motor 1.2 TFSI, se trata de un coche eminentemente urbano pensado para dos personas que también quieran hacer alguna escapada de fin de semana. Pese a que cumple sobradamente para rodar a velocidades legales, no estamos ante un coche diseñado para devorar kilómetros por autovía tanto por la ajustada potencia de su motor como por su depósito de 45 litros de capacidad. Del mismo modo, es un coche muy cómodo para conductor y acompañante; pero no está hecho para un uso familiar porque las plazas traseras son para usos muy puntuales y el maletero tiene una capacidad muy reducida.

En cuanto a consumos se refiere, os puedo decir que el promedio a lo largo de todo el viaje ha sido de 5.7 l/100 Km; algo superior a lo declarado por el fabricante pero ya se sabe que esas cifras siempre se dan bajo unas condiciones que luego no se reproducen en el mundo real. Para que os hagáis una idea, con el depósito lleno hasta los topes el ordenador de a bordo marca que podemos hacer 700 Km; y es que el tema de los consumos es algo que a veces la gente no tiene muy en cuenta, pero para mí es algo fundamental sobre todo ahora que el precio de los carburantes está a niveles estratosféricos y amenazando con dispararse todavía más.

En todo caso, se trata de un coche que a mí particularmente me ha gustado mucho por comodidad, por la cantidad de detalles útiles que posee y por su estética elegante. Si lo que os comentaba sobre las plazas traseras y la capacidad del maletero no os suponen un problema, el recién llegado A1 os parecerá una pequeña maravilla.

Más información

Mini-vacaciones en Oropesa del Mar

Acabo de regresar de unas mini-vacaciones de cinco días en Oropesa del Mar en compañía de mi novia durante los cuales hemos disfrutado de un tiempo espectacular y una tranquilidad a la que no estamos acostumbrados por aquí.

De todos modos, no por ser un sitio de sobra conocido para mí iba a dejar de llevar mi cámara, así que os ofrezco a continuación unas cuantas imágenes captadas durante estos días esperando que os gusten.

Flor de mar

Panorámica desde el balcó

Beach-volley

Balcones

Atardecer en la playa de la concha

Echar el ancla

Stairway to nowhere

El regreso de los pinos

Flowers

Fin de semana en Aranjuez

El pasado fin de semana estuve en la bonita ciudad de Aranjuez con mi novia y tuvimos la enorme suerte de que entre borrasca y borrasca nos hizo un fin de semana estupendo; siendo algo que se refleja en las fotografías hechas en los jardines que rodean a esta localidad y que hoy me gustaría compartir con vosotros.

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

De entre todo lo que vimos nos llamó mucho la atención comprobar que una buena cantidad de pavos reales campan a sus anchas por los jardines del Príncipe (en la parte Norte de la ciudad). No están tan acostumbrados a la gente como las palomas de Madrid; pero si llevas un sandwich en la mochila puedes ofrecerles algunas migas de pan que se comerán encantados como muestran las siguientes imágenes.

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Por lo demás nos gustó mucho la cantidad de rincones con encanto, fuentes (lástima que muchas de ellas no tengan agua), descomunales arboledas y jardines que se pueden ver en Aranjuez si te das un simple paseo. Al ir tan sólo un par de días se nos quedaron en el tintero algunas cosas como la visita al interior del palacio real; pero ya que desde Alcalá se tarda apenas una hora en llegar no descartamos hacer otra excursión un poco más adelante cuando la primavera se encuentre ya en todo su esplendor y los jardines estén rebosantes de alegres colores.

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Excursión a Aranjuez (Marzo de 2011)

Espero que os hayan gustado las fotografías. ¡Hasta la próxima excursión!

Amanece, que no es poco (en realidad es muchísimo)

Pese a las tres semanas que ya llevo en Oropesa del Mar todavía no he conseguido acostumbrarme a los amaneceres de ensueño que este rincón del Mediterráneo ofrece a los ojos de quien se detiene a contemplarlos. Disfrutar de estampas como la que os muestro a continuación me hace darme cuenta una vez más de que algo tan aparentemente simple como la salida del sol es un auténtico espectáculo que merece la pena contemplar.

Amanecer entre nubes

Y el caso es que aunque todavía no me he ido ya echo de menos estos amaneceres.

Compañeros de viaje

Hay algo bello y romántico en el arte de escribir a mano. Nunca negaré que los sistemas electrónicos tienen la ventaja de la inmediatez y la facilidad para mandar las palabras de un lado a otro en apenas unos segundos; pero el encanto que tiene un bolígrafo y una hoja de papel es algo que no ha sabido suplir ninguna otra cosa y precisamente por eso hace un tiempo me hice con dos elementos que desde entonces me acompañan durante buena parte del día:

Compañeros de viaje

Ese Moleskine negro que tenéis en la imagen es mi diario de viaje en el que de vez en cuando me pongo a anotar ideas, pensamientos, esbozos y cosas así. Gracias a él he descubierto lo mucho que se despierta la imaginación en la mesa de un bar, en el banco de un parque o en un tren de cercanías y lo importante que es plasmar las ideas en el momento que se presentan porque, como los sueños, instantes después comienzan a deshilacharse y acaban por perderse para siempre. Pero esto que os digo no es más que una especie de entrenamiento para un proyecto que tengo en la cabeza y que mezcla geografía, fotografía y literatura a partes iguales.

Por otra parte, el cuaderno azul que tenéis debajo del Moleskine es una libreta que me sirve como diario de trabajo. En ella voy apuntando el día a día en mi trabajo para así tener todas mis ideas organizadas y poder consultarlas en cualquier momento. Esta libreta la tengo siempre a mano para anotar cualquier cosa que me llame la atención o considere de importancia porque se trata de cosas que siempre puede venir bien tener a mano.

¡Gracias por leerme!

Excursión fotográfica a Torija (Guadalajara)

Hoy me gustaría mostraros la última parada en mi viaje de tres etapas por tierras alcarreñas. Tras visitar el pequeño pueblo de Fuentes de la Alcarria y la pintoresca Brihuega, Torija (localización en Google Maps) me pillaba de paso para volver a Alcalá porque, de hecho, la autopista que me conduciría a casa se toma a los pies de esta localidad.

Torija

Torija es un municipio de unos 1200 habitantes con dos elementos muy característicos: su imponente castillo (que tenéis en la fotografía que hay sobre estas líneas) y una amplia plaza a los pies del mismo en la que siempre hay niños jugando en cuanto se asoma un rayo de sol en el cielo.

La visita a esta localidad fue la más breve de todas, durando unos tres cuartos de hora debido a que ya he estado un par de veces por allí y más o menos sabía por dónde moverme. Además de los dos lugares antes mencionados, mi cámara también dio cuenta de la bonita iglesia que hay a escasos metros del castillo, de alguna calle con un encanto especial así cómo de otros rincones que llamaron mi atención y a los que no me quedó más remedio que inmortalizar en forma de fotografías.

Torija

Torija

Torija

Torija

Torija

Torija

Torija

Torija

Torija

Torija

Torija

Torija

Como os adelantaba en la entrada anterior, esta visita a Torija cierra mi particular «viaje a la Alcarria». Una diminuta aventura que quise llevar cabo desde que leí hace ya unos años la conocida novela de Camilo José Cela y me di cuenta de que, en el fondo, yo también deseaba ser el viajero y adentrarme en soledad en unas tierras cercanas a la gran ciudad de Madrid pero muy alejadas de la capital en cuanto a su forma de entender la vida. Quise mezclarme con sus gentes, pasear por sus calles y poder plasmar todo ello en forma de fotografías que perduren al paso del tiempo; y eso es algo que, como habéis podido comprobar a lo largo de estas tres entradas, me siento feliz de haber hecho.

Si todo va bien, dentro de unos meses podría dedicar muchos fines de semana a explorar otros lugares, otros pueblos y otras sendas para compartir con vosotros rincones de España no tan conocidos como puedan ser Barcelona, Sevilla o los picos de Europa pero que seguro también estarán plagados de detalles que no pienso dejar pasar por alto. Sin embargo, eso de momento es un proyecto de futuro que llegará cuando tenga que llegar.

¡Muchas gracias por acompañarme en el camino!  😉

Excursión fotográfica a Fuentes de la Alcarria (Guadalajara)

El obligado reposo causado por aquella tendinitis de la que os hablaba hace unos días ha logrado recuperar en buena medida mi maltrecha muñeca en menos tiempo de lo esperado, así que hoy me he ido de excursión con mi cámara por tres pueblos de Guadalajara que darán lugar a otras tantas entradas de carácter eminentemente fotográfico.

Aunque reconozco cierta influencia no es que pretenda emular a Camilo José Cela, quien hace más de sesenta años recorrió estos mismos parajes dando lugar a su archiconocida obra «Viaje a la Alcarria»; pero sí que me atrae la idea de recorrer en soledad algunos pueblos desconocidos para mí retratando sus rincones y que suponen un contraste muy grande frente a la vida en la ciudad. De hecho, después de mi escapada a Villar del Olmo hace un par de semanas me he planteado hacer este tipo de cosas con relativa frecuencia, ya que representan para mí un oasis de placer y además me permiten contaros historias cotidianas a través de mis fotografías.

Del mismo modo que Don Camilo retrato los usos y costumbres de diferentes lugares de esta comarca de Guadalajara mediante el uso de la palabra, a mí me gustaría mostraros a través de mi cámara aquellas cosas que me han llamado la atención de los lugares que voy recorriendo. Y os puedo asegurar que habrá muchas excursiones de este tipo en el futuro porque es algo que me gusta hacer y porque puede que dentro de poco tenga la oportunidad de recorrer algunos rincones de España bastante más alejados de Alcalá.

Las imágenes que ilustran la entrada de hoy están tomadas en Fuentes de la Alcarria (localización en Google Maps). Un apacible pueblecito de apenas 31 habitantes situado en una elevación del terreno y flanqueado por el meandro de un río; lo que da lugar a un paisaje pintoresco en el que la naturaleza parece envolver a una encrucijada de calles en las que el tiempo se ha detenido. Y os aseguro que descubrir este lugar ha sido toda una sorpresa, ya que en mi vida había escuchado ni tan siquiera hablar de él y reconozco abiertamente que me ha encantado. Sus rincones, la tranquilidad de sus calles y su especial emplazamiento hacen de este pueblo un lugar único que os recomiendo visitar si tenéis la oportunidad.

¡Os dejo con las fotos!

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

Fuentes de la Alcarria

¡À bientôt, Estela!

Hoy mi hermana regresó a Bruselas después de pasar una temporada en Alcalá. No tendrá tiempo de aburrirse porque vuelve allí para dar un curso intensivo de francés hasta principios de Septiembre, pero a algunos por aquí se nos hará rara su ausencia después de muchos ratos de charla en los últimos días.

Algo me dice que cuando Estela esté de nuevo por aquí habrán cambiado algunas cosas, empezando por el pequeño detalle de que su novio y ella ya le tienen echado el ojo a un piso y ya se empiezan a escuchar trompetas que anuncian la independencia. De todos modos, después de todo un año de Erasmus no es de extrañar que quiera hacerse su propio hueco en la vida porque al fin y al cabo es a lo que aspiramos todos.

Estela

¡Hasta pronto, Estela!  😉