La belleza incomprendida de los reflectores

Llevaba ya tiempo con ganas de hablaros de la que, para mí, es la parte más bonita de una linterna: su reflector. Sí, a lo mejor os suena un poco raro, pero dejadme que os cuente algunas cosas y os muestre unas fotografías y ya veréis cómo empezáis a apreciar también a esta pequeña pieza presente en la gran mayoría de las linternas y en la que a lo mejor algunos ni siquiera os habéis fijado antes.

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¿Qué es y para qué sirve un reflector?

A rasgos generales, un reflector es una pieza de material brillante (aluminio en muchas ocasiones) con forma parabólica que en una linterna va colocado detrás del LED de manera que encauza y reparte la luz que no sale directamente por la parte frontal de la linterna.

Es decir, que una linterna sin reflector va a funcionar y va a iluminar; pero su intensidad lumínica será menor que ese mismo modelo equipado con reflector porque la luz que sale del emisor LED hacia los laterales será absorbida en buena medida por el propio cuerpo de la cabeza de la linterna. Sin embargo, cuando disponemos de un reflector, esa luz que de otra forma no se aprovecharía, se refleja y acaba saliendo también por el frente de la linterna.

En función de la forma, el material y la textura del reflector el cono de luz resultante será más o menos intenso, con halos residuales, con bordes difusos, atenuación… pero eso ya son cosas que se me escapan y que los que diseñan las linternas ya se encargan de planificar en función de las especificaciones de diseño.

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Cierto es que, como os conté en la review de la Olight i3E EOS, también existen las llamadas lentes TIR que gracias a su forma y material reparten la luz que emite el LED de manera suave, pero de eso ya hablaremos otro día porque hoy me quiero centrar en los clásicos reflectores.

Tipos de reflectores

Como os decía al principio de este artículo los reflectores de las linternas me parecen pequeñas obras de arte, especialmente aquellos que poseen texturas suaves como alguno que ahora veremos. Ya no es sólo su forma, su aspecto o el brillo de su superficie; sino el pensar que detrás de esa pequeña pieza en la que mucha gente no se habrá fijado en la vida hay muchas horas de cálculos para modelar la luz que saldrá de esa linterna cuando alguien la encienda en mitad de la oscuridad.

Reflector liso pulido

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Este es, seguramente, el más utilizado, ya que puede ser tanto de metal pulido como de plástico imitando la superficie de un espejo. Se emplea en infinidad de modelos tanto de gama alta como de baja, ya que una superficie pulida no es ni mejor ni peor que otra de las que vamos a ver, puesto que para modelar el cono de luz hay más factores como os decía antes.

Reflector de aluminio natural

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No es excesivamente habitual y, de hecho, en las linternas que poseo a día de hoy sólo lo emplea la Fenix E01. Se trata de fabricar el reflector en aluminio dejándolo con su aspecto mate natural para intentar así que el cono de luz sea algo más suave. Digamos que pretende aunar las ventajas de un reflector liso con las de uno texturizado; pero ya se sabe que este tipo de estrategias consiguen más una solución «de compromiso» que otra cosa.

Reflector con textura de piel de naranja

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Estos son para mí, los más bellos de todos; especialmente si se miran desde el ángulo adecuado. Si os fijáis en la fotografía que tenéis sobre este párrafo entenderéis enseguida porque se le llama textura «de piel de naranja»; y es que todas esas protuberancias lo que intentan es que los rayos de luz que se reflejan en ellos lo hagan de una manera tan caótica que al final den lugar a un cono de luz suave y de bordes difusos.

Ve hacia la luz…

Esto es así porque si alguna vez habéis caminado con una linterna en completa oscuridad os habréis dado cuenta de que lo que hay dentro del círculo de luz generado por ella se puede ver con claridad, pero por contraste lumínico aquello que está fuera de ese círculo para nuestros ojos estará en la negrura más absoluta.

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Lo que consigue un cono de luz de bordes suaves y difuminados es que si caminamos en plena oscuridad cerca de algo relevante (un agujero, un perro rabioso, un billete de 50 euros…) aunque esté fuera del círculo de luz intensa, podamos vislumbrar algo gracias a la luz débil del exterior del cono y entonces dirijamos hacia allí nuestro haz de luz y nuestra mirada.

Mi visión personal de los reflectores

De todos modos, más allá de la utilidad de un tipo u otro de reflector (y que ya os digo que aparte de la textura hay más factores que van a permitir modelar el cono de luz de una linterna) yo hoy quería revindicar los reflectores por su belleza intrínseca, por cómo reflejan la luz aleatoriamente en sus suaves crestas y valles cuando son texturizados, por los destellos plateados del sol cuando incide sobre ellos, por cómo agrandan nuestra nariz aquellos que están pulidos como espejos…

Sirvan estos párrafos y las fotos que los acompañan como homenaje a esos seres discretos e incomprendidos en los que casi nadie repara: los reflectores.

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¡Nos leemos!

La luz y las texturas: dos conceptos inseparables

Que una buena iluminación es un elemento decisivo a la hora de hacer una fotografía es algo incuestionable. En el pasado hemos hablado de las formas de plasmar un atardecer o de la importancia de elegir el instante preciso; pero hoy me gustaría abordar una cuestión algo más técnica: las texturas.

Secrets

A simple vista, un elemento se distingue por tres factores: forma, color y textura. A la hora de retratar ese elemento, podemos «modificar» su forma variando nuestro punto de vista o la distancia focal empleada. Del mismo modo, podemos alterar el color en mayor o menor medida empleando para ello el balance de blancos; pero ¿qué pasa con la textura?

Pues bien, para modificar la textura de un objeto sólo hay un modo de hacerlo (aparte de usar una lija, claro está) y es jugando con la luz que lo ilumina.

Vacaciones

A grandes rasgos se puede afimar que una luz que incida de manera oblicua sobre el elemento fotografiado va a resaltar el relieve de su superficie; mientras que si incide de forma perpendicular va a hacer que esas mismas rugosidades se aprecien en menor medida debido a las zonas de sombra y luz generadas por los resaltes de la superficie en función de la posición de la fuente de iluminación.

Metal

En la imagen anterior tenéis una simple tapa metálica de registro fotografiada a última hora de la tarde, justo cuando los rayos del sol incidían sobre ella lateralmente. Esto hace que se aprecie claramente el característico relieve antideslizante de la misma; algo que sería mucho menos visible si esa misma fotografía estuviera hecha a mediodía dado que no se proyectarían las sombras que veis en ella.

En cualquier caso, que una imagen esté captada en las horas centrales del día no implica ni mucho menos que no pueda tener definición en sus texturas, ya que si los rayos del sol inciden desde lo alto serán los elementos verticales los que resalten el relieve de su superficie.

Calvicie

Es decir, que lo importante para resaltar una textura es que la luz incida de forma oblicua sobre la superficie en cuestión, de modo que hemos de tener en cuenta para ello tanto la posición en el espacio del objeto como la de la fuente de luz empleada.

Como podréis ver, en los ejemplos que ilustran esta entrada he empleado como fuente de luz el propio sol (ya sabéis que no soy muy amigo del flash) pero esto mismo se puede aplicar a luces artificiales y, en general, a cualquier fuente de iluminación que nos podamos encontrar a la hora de plasmar una escena con nuestra cámara.

Tour de force

En todo caso, os recuerdo que si no podéis modificar la posición del objeto ni de la fuente de luz, también podéis recurrir a elementos como los reflectores o el uso del flash de relleno (siempre siendo conscientes de sus limitaciones) para adecuar a vuestro gusto la iluminación del motivo a retratar.

Como siempre, todo es cuestión de echarle imaginación y probar todo lo que se os ocurra.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Los libros (electrónicos) son para el verano

Ya que estamos en verano y, por lo general, la gente tiene más tiempo libre me gustaría comentaros un detalle que a aquellos que estéis pensando en haceros con un libro electrónico os puede terminar de decidir.

Para empezar, me gustaría que esta entrada sirva como complemento a la review del e-book Sony PRS-350 que publiqué hace unos meses; y es que si en su momento os decía que la mayor ventaja de las pantallas de tinta electrónica es que se ven perfectamente bajo fuentes de luz intensas, la prueba la tenéis en la siguiente fotografía.

E-ink vs. LCD

Lo que veis es mi propio libro electrónico puesto bajo el sol una mañana de Julio y flanqueándolo mis dos teléfonos móviles: el Samsung Galaxy S que uso desde Marzo (pantalla Super AMOLED) y el Nokia 7230 (pantalla TFT) del trabajo que me acompaña desde hace un par de meses. Aprovecho para indicaros que la pantalla del e-book no tiene ningún tipo de retroiluminación mientras que el brillo de las pantallas de los móviles está configurado a su valor máximo para hacer la fotografía (y ya veis que ni aun así se distingue prácticamente nada en ellos).

No está de más recordar que la tinta electrónica consiste en miles de partículas dipolares muy finas que por una cara son negras y por la otra blancas. Por tanto, sometidas a un campo magnético, estas microscópicas partículas se orientarán mostrando una u otra cara según las órdenes que le de la electrónica del aparato para así formar los caracteres que componen el texto.

También podéis ver en una segunda imagen la comparativa bajo las mismas condiciones de iluminación entre la pantalla del libro electrónico y la visualización de uno tradicional de papel.

E-ink vs. papel

Como se puede apreciar, el aspecto de la tinta electrónica se asemeja mucho a la de la letra impresa en papel; de modo que no es de extrañar que este tipo de dispositivos cada vez se vean más en los vagones de metro, en las mesillas de noche, en los parques y en las playas; pues aúnan practicidad, autonomía, ligereza y calidad de visualización.

El libro electrónico: un gran invento para los amantes de la lectura que andamos escasos de espacio en las estanterías de nuestras casas.

Texturas sorprendentes

Al igual que hace unas semanas os mostré por aquí unos tablones de madera cuyo veteado captó poderosamente mi atención, hoy me gustaría compartir con vosotros una fotografía que hice recientemente y que también consiste fundamentalmente en una textura.

Lego

Lo que veis en la imagen es una zona de la acera del paseo marítimo de la playa Morro de Gos que se utiliza para que los ciegos sepan que ahí hay un acceso a la playa (su textura rugosa destaca notablemente cuando pasan el bastón-guía sobre ella; pero también si llevas una zapatilla de suela fina). No obstante, puesto que mi infancia estuvo marcada por las piezas de LEGO, no puedo dejar de ver ahí las típicas bases a partir de las cuales ibas colocando «ladrillos» hasta construir un chalet, un coche de carreras o un puente colgante.

Una prueba más de que la visión del mundo de cada uno está condicionada por lo que ha vivido en el pasado.