Review: Rovyvon Aurora A3x

Tras la comparativa entre la Rovyvon Aurora A1 y la A1x me quedé con ganas de probar una de estas linternas pero con cuerpo metálico en lugar de estar fabricado en poliamida. ¿Por qué? Pues por un motivo bien sencillo: al igual que hice con la Olight i3E-Cu EOS, además de redactar la review como tal quería ver qué tal iba envejeciendo en mi bolsillo una linterna con la misma forma que la A1 (mi formato ideal para linternas que van en el llavero) pero fabricada en el clásico aluminio anodizado.

Seguramente el hecho de que la A1 apenas se haya deteriorado durante los meses que ha ido dando tumbos junto a mis llaves en el bolsillo derecho del pantalón dice algo muy bueno de la poliamida como material base para este tipo de elementos y de hecho me encanta por su resistencia y ligereza; pero tenía ganas de ver la evolución de una linterna de aluminio en tales condiciones tal y como os mostré en aquel artículo que comparaba la resistencia del aluminio frente a la del titanio.

Y es que en él os comentaba que cuando veía una linterna tan desgastada como aquella Olight i3E EOS de color negro pensaba en lo mucho que su dueño habría disfrutado de ella, así que ahora poco a poco quiero ver cómo se va erosionando esta Rovyvon Aurora A3x que hoy os presento (estrenada el 5 de noviembre de 2020) y que os iré narrando en algunas actualizaciones que iré añadiendo al final de esta review.

El cuerpo

En primera instancia pensaba que la A3x (aunque en el cuerpo pone símplemente A3, al igual que ocurría con la A1x, que venía serigrafiada como A1) era un copia de la A1x en cuanto a forma y dimensiones del cuerpo; pero me equivocaba, ya que difiere ligeramente. En concreto la linterna que hoy nos ocupa mide 57,3 mm de largo por 15,6 de diámetro, pesando 19,5 gramos.

Esto representa un incremento de 3,3 mm a lo largo, 1,6 a lo ancho y un sobrepeso de 7,5 gramos con respecto a la A1; pero también un decremento de 3,2 mm a lo largo y es 2,7 gramos más ligera que la A1x. Por tanto, el molde de la A3x en realidad es único para ella, ya que aunque muy parecida físicamente no es igual que sus dos «primas».

Los acabados de la A3 son sencillamente perfectos: si en la A1 os comentaba que había algunas aristas en la poliamida que poco a poco con el tiempo se fueron puliendo por si solas con el roce del día a día, en el caso de la A3 según se saca de la caja vemos que todas las terminaciones son perfectas y no se aprecia fallo alguno en la aplicación del anodizado. Tratamioento superficial que, por cierto, no es negro (aunque en las fotos lo parezca) sino lo que la marca denomina «gris arma», que en esencia es un gris oscuro que para mi gusto queda muy elegante aunque también está disponible en un rojo muy molón. Ah, y en este caso el cuerpo es de una sola pieza, a diferencia de los modelos de poliamida que son dos mitades pegadas con mucha precisión pero que, observando con atención, se aprecia entre ellas una fina linea de unión.

Si seguimos mirando los detalles del cuerpo podemos ver que posee algunos ranurados para mejorar el agarre aunque en menor número que las dos versiones de la A1 y que una tapa de goma traslúcida protege el puerto de carga, que sigue siendo microUSB (por favor, ¡estandarización del USB-C para carga de pequeños dispositivos ya!).

La tapa de goma en esta ocasión no va tan ajustada ni enrasada como en las A1, por lo que en más de una ocasión he sacado la linterna del bolsillo y me he encontrado la tapa abierta. Esto es algo que no me hace mucha gracia porque al final el hueco del conector se irá llenando de polvo y pelusa y me tocará soplarlo de vez en cuando para que no acabe por provocar un mal contacto del cable de carga.

La parte trasera forma un hueco para pasar una anilla de llavero y por su forma plana (donde han grabado el nombre de  la marca y su página web; no como la horterada del «EDC Flashlight» de la A1x) permite hacer tailstanding aunque de forma un poco inestable, eso sí. En cuanto a la cabeza, a diferencia de las A1 es del mismo material y acabado que el resto de la linterna, de modo que es muy discreta.

Si hablamos de la resistencia a los elementos, Rovyvon asegura que este modelo tiene certificación IP65 y aguanta caídas de 1,5 metros como máximo. Os puedo decir que la linterna aguanta un remojón en la ducha sin problemas y que uno de los primeros días se me cayó a un suelo de hormigón desde el bolsillo y aunque no le pasó nada se marcó ligeramente la cabeza (el aluminio es más blando que el acero y se nota en este tipo de «accidentes»).

Por cierto, en la caja viene, además de la linterna, un cable de carga, una anilla de llavero un poco grande para mi gusto, una pinza metálica para acoplar al cuerpo por si la queremos fijar en alguna prenda así como una correa ajustable para la muñeca, una hoja de instrucciones y una tarjeta de garantía que nadie cumplimentará.

El único botón que posee la A3 es exactamente igual que el de la A1x, así que volveré a la comparación con una lenteja pardina para describir su tamaño. Igualmente, va forrado en goma traslúcida y hace función de indicador de carga, ya que parpadea en azul cuando estamos cargando su batería interna de 260 mAh y se queda fija en ese color cuando ha terminado el proceso, cosa que tarda aproximadamente una hora si hemos dejado la bateria casi sin carga.

Truco: si queréis saber si una linterna de la gama básica de Rovyvon (A1, A2, A3) es de la serie original o de las mejoradas (las ‘x’) sólo tenéis que fijaros en el botón. Si es ovalado es de las primeras remesas, mientras que si es rendondo, más pequeño y más plano pertenece a las series ‘x’.

De hecho esta A3 tiene más cosas en común con la A1x que con la A1 «a secas», ya que los modos de control son exactamente los mismos y se accede a ellos de la misma manera (para bien y para mal).

  • Modo alto (650 lumens) 1,5 minutos –> (100 lumens) 75 minutos
  • Modo medio (230 lumens) 1,5 minutos –> (100 lumens) 90 minutos
  • Modo bajo (20 lumens) 8 horas
  • Modo ultrabajo (2 lumens) 30 horas

Al encender la linterna con un doble click el modo por defecto que se activará es aquel que hayamos usado durante más de 3 minutos seguidos anteriormente, y a partir de él iremos haciendo el ciclo entre los cuatro modos disponibles a base de clicks breves. No es un sistema que me acabe de gustar mucho pero veo que en los modelos que está sacando últimamente Rovyvon es la firma que sus diseñadores han decidido implementar. Para apagar la linterna hay que hacer un click algo más prolongado.

Por cierto, tenemos también un modo estroboscópico que se activa haciendo triple click, pero ese queda fuera de la rueda de modos normales y su sistema de memorización. Yo no lo uso jamás, pero bueno, que sepáis que está ahí.

La principal diferencia de este modelo con respecto a sus hermanas A1 y A1x reside en que está fabricada íntegramente en aluminio 6063, lo que hace que en los modos de potencia más elevada no sólo sea la cabeza la que disipe el calor generado; sino que ahora éste se reparte por todo el cuerpo y, por tanto térmicamente, es más eficiente.

La luz

Como es habitual en mí, he elegido la versión con el LED Cree (versión XP-G3) por su mayor aprovechamiento de la energía de la batería para convertirla en luz blanca más allá de fidelidades cromáticas de las que hace gala la versión con emisor Nichia, ya que en este tipo de linternas considero que el factor tamaño/autonomía es lo más importante.

El reparto del haz de luz es bastante homogéneo y sin zonas irregulares como es habitual en la marca. A esto contribuye el reflector liso que incorpora y, sobre todo, la estudiada lente TIR que sella la parte frontal de la linterna junto al anillo exterior de la cabeza.

Una de las mejores cosas de la A3x es que no se aprecia en ninguno de sus modos (no siquiera en el más bajo) rastro de PWM. Como ya he dicho alguna vez, en el modo Moonlight de la A1 el parpadeo es de tan baja frecuencia que se aprecia a simple vista; pero esto es algo que ya corrigieron en la A1x y veo que en la A3x han debido de emplear el mismo controlador (algo que ya parecía claro viendo que los modos disponibles son exactamente los mismos).

Las sensaciones

Como con todas las Rovyvon, adoro la sensación de tener estas linternas en la mano. A veces la libero del llavero con el pequeño mosquetón que utilizo y simplemente la sostengo entre los dedos, paso la yema del pulgar por sus aristas… Me gusto mucho el tacto sólido de las linternas de esta marca y la forma que sus diseñadores han decidido darles.

Y si esto ya me gustaba en los modelos de poliamida con el aluminio es todavía mejor, ya que cuando la sacas del bolsillo del pantalón en invierno notas el calor del cuerpo que ha absorbido el metal; si la dejas en el coche, al cogerla percibes que está fría… Sensaciones que en el pasado nunca me planteaba, pero que desde que las descubrí con la Nitecore TIKI son un placer para mí y las busco en muchos de los modelos que pasan por mis manos (pero que no en todas encuentro, claro).

En cuanto a la iluminación como tal, pues como en las otras Rovyvon que poseo, me sigue pareciendo alucinante la cantidad de luz que sale de una linterna más pequeña que un dedo pulgar. Es algo realmente asombroso e inimaginable hace unos años, ya que la tecnología LED es una de que las que más rápido ha avanzado en los últimos tiempos.

De hecho, si os paráis a pensar un momento, hace poco más de una década casi todos usábamos bombillas de filamento y es entonces cuando empezaron a promocionar el uso de las bombillas de bajo consumo en el hogar, para pasar aproximadamente tres o cuatro años después a alabar las bondades de las bombillas LED que, ahora mismo, son un estándar en todos los hogares.

Y lo siguiente son los coches, pues hace seis o siete años las luces Full LED eran cosa de las berlinas tope de gama de las marcas más prestigiosas y ahora están disponibles hasta en los coches de segmento B de marcas generalistas, por lo que pinta que dentro de nada serán tan habituales como el aire acondicionado o el sistema multimedia.

Como os digo, lo del LED ha sido una revolución rápida y silenciosa que ha conquistado casi todos los campos de la iluminación y uno de los más beneficiados han sido las linternas, que han visto multiplicadas sus potencias lumínicas y sus autonomías (a esto también ha contribuido la popularización de las baterías de iones de litio, claro está).

Pero bueno, volvamos a la Rovyvon A3, que me estoy yendo por las ramas y no quiero alargarme mucho más, pues al fin y al cabo podríamos hacer un hiper-resumen diciendo que la linterna que hoy analizamos es muy similar a la A1x pero fabricada en aluminio en lugar de poliamida y acero inoxidable. Lo que pasa es que tampoco quería ser tan sintético y me gustaría contar alguna cosa más.

Comentaros también que probé la linterna en la que se ha convertido en mi pista de pruebas particular, que es una arboleda cercana a mi casa donde no hay farolas y por tanto a última hora de la tarde hay tal oscuridad que uno no se ve ni su propia mano aunque la tenga delante de la cara. Pues bien, en su modo Alto de 650 lumens esto lo que podemos ver:

Para ser una linterna de llavero el alcance y la distribución de la luz es bastante buena y de hecho podéis apreciar cómo no sólo se ve bien el camino de tierra del centro sino también los laterales de hierba (se ve un banco en la parte izquierda y una papelera a la derecha) así como la parte superior de los árboles hasta unos cuantos metros de distancia.

Conclusión

En Rovyvon siguen demostrando que tienen arte para hacer linternas. No sólo son modelos muy capaces en lo luminoso; sino que también tienen un aura especial que hace que quiera usarlas siempre que sea posible. Otras linternas de este tipo que he tenido iban en mi llavero y las sacaba cuando me hacían falta, pero en el caso de los modelos de la marca del león siempre que puedo me gusta usarlas y percibir su tacto en mis dedos incluso sin necesidad de encenderlas.

Como os decía, tras estas últimas líneas iré añadiendo cada cierto tiempo actualizaciones con fotografías macro que vayan dando cuenta cómo se va desgastando progresivamente el anodizado de la linterna y dejando a la vista el aluminio desnudo. Creo que puede ser una experiencia interesante que iremos viendo juntos.

Más información

Actualización. 16-11-2020

Han pasado 11 días desde que estrené la linterna y en su superficie se empieza a apreciar el paso del tiempo en forma de leves arañazos. Aparte de las zonas de roce habituales con la anilla del llavero y el resto de elementos que van dando vueltas en mi bolsillo, en la cabeza se aprecia un «picotazo» fruto de una caída hace cosa de una semana sobre un suelo de hormigón. A simple vista la linterna sólo tiene roces muy ligeros en las aristas más expuestas, pero es que los objetivos macro son capaces de magnificar hasta el más minúsculo detalle.

Actualización. 29-11-2020

Aproximadamente dos semanas después de la última actualización subo tres fotografías que ilustran el proceso de desgaste del anodizado de la A3x. Como podéis ver, el aluminio empieza a ser bastante visible en las aristas más expuestas a los roces con llaves y monedas (la parte frontal y la anilla trasera) pero en general la linterna todavía presenta un aspecto bastante bueno.

Actualización. 05-01-2021

Tras algo más de un mes desde la última actualización y habiendo estado la A3x en mi bolsillo permanentemente os dejo con unas fotos de su estado actual en las que podréis apreciar cómo el desgaste de las zonas más expuestas al roce poco a poco va avanzando terreno. Eso sí, el funcionamiento de la linterna sigue siendo impecable.

Actualización. 16-06-2021

Han pasado seis meses desde la última actualización, durante los cuales la A3x no ha salido de mi bolsillo ningún día y, por tanto, han continuado los roces contra llaves, monedas y demás elementos que suele haber en los bolsillos de unos pantalones. Vamos a ver cómo ha evolucionado el desgaste de las zonas durante todo este tiempo pero también vais a poder apreciar la abrazadera de goma que tengo puesta sobre la tapa de carga para que esta no se abra.

Review: Trustfire Mini2

Como ya os anuncié en la entrada sobre la Olight i1R 2 EOS Desert Tan, tenía pensado hablaros de algún otro modelo de parecidas dimensiones. Pues bien, la que vamos a ver hoy es una de las linternas más pequeñas que existen en el mercado y capaz además de dar una intensidad lumínica sorprendente: la Trustfire Mini2.

El cuerpo

El cuerpo de la Mini2, fabricado en aluminio con recubrimiento anodizado de tipo III en color negro, tiene una longitud de 39 mm y un diámetro de 14 mm, contando con un peso de tan sólo 11 gramos incluyendo la batería tipo 10180 de 80 mAh como la que equipan casi todas las linternas de esta categoría. Según Trustfire cuenta con certificación IPx8 (lo que la hace sumergible hasta un metro de profundidad) y soporta caídas de hasta un máximo de 2 metros de altura.

Aunque es cierto que la miniaturización de la electrónica sigue en constante evolución, no veo factible que alguien pueda fabricar una linterna con unas dimensiones muy inferiores a esta que hoy os presento. Lo mismo dentro de un par de años me tengo que comer mis palabras, pero creo que reducir más las cotas haría que manejar la linterna fuera una tarea exclusiva para manos de relojero.

En este caso, a diferencia de la Olight, la batería es reemplazable por el usuario desenroscando la tapa trasera de la linterna, de modo que podemos desguazarla en cuatro partes como podéis apreciar en la siguiente fotografía:

Como veis, con la linterna así desmontada se corre el riesgo de perder cualquiera de sus piezas porque son tremendamente pequeñas (fijaos en la moneda de dos euros a modo de comparación). Podéis cargar la batería en un cargador externo si sois capaces de dar con uno que acepte baterías tan pequeñas; pero lo mejor creo que es cargar la batería en la propia linterna y de ese modo sólo tendréis que desacoplar la cabeza, ya que el conector microUSB está en la rosca plateada de la parte superior del cuerpo.

Durante la carga se encenderá en color rojo un discretísimo LED alojado bajo una lámina blanca que pasará a verde cuando esta haya finalizado. Si habéis dejado la batería seca la carga de la misma durará aproximadamente una hora y durante el proceso la linterna no se calienta lo más mínimo.

Ya conocía este pequeñísimo formato de batería por la Wuben G338 que analicé hace tiempo aquí, pero no dejo de sorprenderme cada vez que la saco de la linterna y la sostengo en mi mano: su tamaño es como el de una judía blanca y parece mentira que algo así pueda almacenar energía como para sacar luz (a pocos lumens, claro está) durante horas.

Si le quitáis la anilla que trae en la parte trasera podréis poner la linterna en vertical haciendo tailstanding de modo que podéis lanzar la luz hacia el techo de la estancia para que así rebote y se difunda mejor. Por cierto, en la caja se incluye una segunda anilla (de un tamaño algo superior a la que viene acoplada), una junta tórica de recambio y un cable de carga microUSB de unos 20 cm de longitud.

La luz

Es sorprendente cómo de algo tan minúsculo como este modelo de linterna puedan salir 5 lumens durante la friolera de 7 horas y media sin rastro de PWM o unos bestiales 220 lumens durante 23 minutos. En serio, si la Wuben ya dejaba bocas abiertas cuando la ponías en el modo Alto con sus 130 lumens, imaginaos esta que es capaz de sacar aproximadamente un 70% más de intensidad lumínica. Es como si de la punta de tus dedos surgiera luz como para alumbrar toda una habitación.

Si os fijáis en la lente TIR que recubre el LED (un CA18-3X de la marca Genesis Photonics) veréis que tiene una pequeñísima área central con una textura rugosa para distribuir de forma más uniforme la luz en esa parte del haz. Cuando encendemos la linterna en el modo Bajo veremos que la luz sale únicamente de un pequeño punto, que no es otra cosa que el emisor LED. Sin embargo, cuando cambiamos al modo Alto veremos cómo la lente TIR hace su función y toda ella resplancede con fuerza (ojo, no miréis muy directamente que duele) distribuyendo la luz de forma más amplia.

Aun así, a diferencia de otros modelos similares en los que todo el haz es uniforme, en la Mini2 se aprecia una zona central de perfil cuadrado y bordes amarillentos en la que la luz es algo más intensa y tiene un mayor alcance pero sin que esto implique que el resto del haz (cuyo perímetro exterior es de forma circular) quede en penumbra como ocurre en linternas más orientadas al alcance puro y duro. Como ya os he contado alguna vez, la ventaja de las lentes TIR es que los diseñadores pueden controlar muy bien cómo quieren que se distribuya la luz que arroja la linterna aunque lo malo es que no tienen la bonita estética de los reflectores.

Como suele ser habitual en este tipo de linternas, desde la posición de apagado la encenderemos en modo Bajo girando la cabeza en sentido horario y si seguimos dando vueltas en el mismo sentido pasaremos al modo Alto. Para volver al modo Bajo y posteriormente apagarla sólo tenemos que girar la cabeza (la de la linterna, no la vuestra) en el sentido contrario. Simple y efectivo.

Por último, no quiero dejar de pasar por alto que la Mini2 se calienta bastante cuando usamos el modo Alto. Es lógico porque estamos sacando 220 lumens de un cuerpo muy pequeño y por tanto el calor que se genera en su interior es importante. No llega a quemar pero sí que alcanza un punto cuando ya lleva unos 10 minutos encendida en el que llega a ser molesto. Aun así, lo habitual es que si usamos el modo Alto sea por breves periodos de tiempo, empleando este modelo por su filosofía casi siempre en modo Bajo, donde la linterna no se calienta nada y la batería dura muchísimo más.

Las sensaciones

Me gusta el tacto sólido como una roca de esta linterna y a la vez lo pequeña que se nota en las manos. Creo que es importante en unos modelos que están destinados a convivir en el bolsillo con llaves y monedas que no tendrán piedad ninguna de ellas; y es que si no están fuertemente construidas acabarán prácticamente deshechas al poco tiempo de usarlas por el duro trato al que se las somete.

Desde luego no es el caso de ninguna de las tres linternas de este tamaño que hasta el momento he analizado aquí y que os muestro en las dos siguientes fotografías una junto a otra para que os hagáis una idea de las diferencias y semejanzas que hay entre ellas.

Como podéis apreciar, la más pequeña (por unos milímetros) es la Mini2, seguida por la Wuben y en último lugar la Olight con su sistema de cuerpo extensible para cargar la batería, que es lo que la hace especial respecto a sus compañeras, así como un diámetro ligeramente mayor. Pero como os decía antes, podéis confiar en cualquiera de las tres como fiel compañera de batallas porque están construidas con la resistencia como pilar fundamental.

Lo que no me acaba de convencer del todo en la Mini2 es la sensación de fragilidad de su rosca trasera si andamos quitándola y poniéndola, ya que sus hilos son tan finos que a veces la tapa entra un poco de lado y como intentes hacer fuerza lo mismo te la cargas, que es aluminio y es débil. Una razón más para no cargar la batería fuera de la linterna, ya que esto que os digo ocurre en la rosca de la tapa trasera, necesaria únicamente para extraer la batería. La rosca de la cabeza está hecha con la durabilidad en mente y tiene un tacto mucho más sólido.

Aparte de esto, estéticamente creo que estamos ante una linterna bonita y elegante; sobre todo en la parte del enganche trasero por su sobria combinación de aristas y curvas y también en las discretas líneas que recorren su cabeza en sentido longitudinal. No me parece tan refinada la lente TIR con esos cuatro puntos que tiene y que no sé muy bien para qué están ahí en medio, pero bueno, tampoco es una cosa que vayamos a estar mirando constantemente, así que podré vivir con ello.

Conclusión

La Trustfire Mini2 es una linterna para llevar encima y no darnos cuenta de ello. Lo más seguro es que la utilicemos en su modo Bajo por dar una potencia lumínica suficiente para pequeñas tareas, pero seguro que no nos resistimos a hacer uso de su modo Alto; sobre todo a la hora de mostrar lo que este mini-modelo puede hacer, aunque hemos de ser conscientes de que así nos quedaremos sin batería en poco tiempo.

Yo hubiera metido un modo Alto menos potente pero que llegara a unos 45 minutos de autonomía, ya que los 23 minutos que da (y por mis pruebas ese es el tiempo más o menos que le vamos a poder exprimir a su 10180) se me hace un poco corto; pero he de reconocer que la luz que emite en ese caso es alucinante para ser un modelo tan pequeño. Ya lo decían en Blade Runner: «La luz que brilla con el doble de intensidad, dura la mitad de tiempo».

¡Nos leemos!

Más información

Review: Trustfire Mini-06

Parece claro que Trustfire le puso el ojo encima a la Olight i3E EOS a la hora de diseñar una linterna sencilla, fabricada en aluminio, con un único modo, alimentada mediante una pila AAA y con cabezal giratorio. Como fan que soy de este tipo de modelos, quise ver con mis propios ojos qué tal es y qué puede ofrecer la Mini-06.

Lo bueno de este tipo de linternas es que abultan tan poco que prácticamente desaparecen en el bolsillo y puesto que la i3E ya la tengo en varios tonos (y materiales), opté por el rojo a la hora de comprar la Mini-06, ya que hasta ahora en mi colección tan sólo tenía una linterna de ese color. Sé que no me va a aportar gran cosa, pero tenía ganas de probar esta linterna de Trustfire que además tiene un coste de unos 10 euros por lo que si me sale rana tampoco es una gran pérdida.

El cuerpo

Como os comentaba, el cuerpo de la linterna es de aluminio anodizado (en caso en un color rojo intenso) contando con unas dimensiones de 60 mm de longitud por 14 mm de diámetro y un peso de 7,5 gramos sin pila. Si la memoria no me falla es el modelo más ligero de todas las que poseo y veo complicado poder bajar de este punto en esta gama de linternas sin comprometer la robustez (tal vez usando un grosor del metal tipo lata de Coca-Cola, pero se chafaría a la más mínima presión).

Si conocéis las especificaciones de la Olight que os comentaba antes podéis aplicarlas casi directamente a esta Mini-06: modo único que da 90 lumens durante 40 minutos, LED de la marca Philips, cabeza giratoria, enganche para anilla en la parte trasera, ranuras longitudinales en el cuerpo y la cabeza para mejorar el agarre… ¡Pero si hasta las minúsculas placas electrónicas para controlar el LED parecen calcadas en su diseño!

El anodizado aplicado parece que resistirá más o menos bien el paso del tiempo, pero se aprecian pequeños fallos en las terminaciones en zonas como el enganche trasero para la anilla o alguna de las ranuras longitudinales del cuerpo. Aun así son mínimas rebabas que sólo se ven con lupa y a simple vista no observaremos fallo alguno.

No quiero dejar de pasar por alto que las roscas, aunque perfectamente torneadas, venían sin ningún tipo de lubricación, de modo que antes de estrenarla apliqué un poco de grasa de silicona tanto a las propias roscas como a la junta tórica que va alojada en esa zona porque de no hacerlo al final el material se desgasta del roce y perderemos tanto el buen tacto al girar la cabeza como la estanqueidad de la linterna.

La luz

El encargado de proporcionar la luz es un LED Philips idéntico al que llevan las i3E. Al igual que estas, la linterna incorpora una lente TIR que controla el haz de forma que no hay rebordes brillantes y la luz se distribuye uniformemente en una proyección perfectamente circular. Es una pena, pero en los últimos tiempos este tipo de lentes le están tomando el relevo a mis admirados reflectores en las linternas de pequeño tamaño.

Como en la mayoría de este tipo de modelos, la luz es muy blanca resaltando los elementos de la escena que estamos iluminando; dejando de lado CRI elevados que buscan una reproducción de los colores más fiel a la realidad.

Las sensaciones

La sencillez es la bandera de la Trustfire Mini-06. Sencillez que, al igual que en el caso de la i3E, valoro muy positivamente porque es algo que siempre me da sensación de fiabilidad. No hay muchas cosas que puedan fallar en una linterna como esta, y si llevamos con nosotros una buena cantidad de pilas AAA podemos estar tranquilos ante nuestras posibles necesidades lumínicas.

Al final es una cuestión de prioridades, y si la nuestra es la del uso ocasional un modelo como el que hoy nos ocupa puede ser una buena opción si, como en mi caso, valoráis tener una luz siempre a mano.

Por supuesto, con 90 lumens no podemos pretender alumbrar un sendero de alta montaña en una noche sin luna; pero sí que viene bien tenerla a mano para cosas del día a día que a veces veremos con más claridad si le pegamos una ráfaga de luz: ese salto del automático de casa a la hora de cenar, cuando se nos cae algo y rueda debajo del sofá, alumbrar debajo del coche en el garaje en busca de una fuga de refrigerante…

Eso sí, al no tener modo moonlight ni nada que se le parezca no nos será útil para levantarnos de la cama en mitad de la noche sin molestar, porque en esas circunstancias 90 lumens son demasiados como para pasar desapercibido.

Me encanta lo liviana que es cuando la sacas de su blister (en el que, por cierto, se incluye de regalo una pila AAA recargable de 1,2 V) porque parece hecha de papel. Al final es lógico, ya que se compone nada más que de un cuerpo de aluminio, una minúscula placa de circuito, el LED, la lente TIR y una pequeña anilla; pero es que son siete gramos y medio, y os aseguro que de primeras impresiona.

También, como fan que soy de las i3E, me llama mucho la atención lo idénticos que son ambos modelos hasta el punto de que intenté intercambiar sus cabezas pero el paso de rosca es diferente y no encaja. Sé que poca variedad puede haber en este tipo de linternas que funcionan mediante una pila AAA, pero aun así si os fijáis en las que han pasado por aquí se pueden hacer cosas con formas distintas, materiales alternativos, emplear otros LEDs, reflectores variados, diversos modos de funcionamiento… Pero en el caso de la Mini-06 la gente de Trustfire decidió fusilar directamente el diseño del modelo más sencillo de Olight.

Evidentemente algunas diferencias hay, sobre todo en los relieves del cuerpo, ya que el de la Mini-06 es más recto y con menos oquedades como podéis ver en la foto de aquí arriba. Eso hará que con el tiempo el desgaste del anodizado sea más uniforme y no ocurra como en el modelo negro que está a su lado, que tiene zonas absolutamente devoradas y otras en las que está prácticamente intacto.

De cualquier modo, si en la vista lateral hay parecidos, en la vista frontal de las cabezas sí que la igualdad es absoluta. Y para muestra os dejo a continuación con una foto en la que si no fuera por los colores y los ranurados os costaría diferenciar la Trustfire de las dos i3E. Fijaos en que los LED y los reflectores TIR son exactamente idénticos.

Conclusión

Como os decía al principio, la Mini-06 es una linterna que me apetecía tener para ponerla junto a la Olight i3E y ver sus analogías y sus diferencias. Como habéis visto, son dos modelos prácticamente iguales en forma y prestaciones que sólo se diferencian por pequeños detalles. Más allá de eso, es una linterna muy válida para acompañarnos en un llavero o un bolsillo sin que si quiera nos demos cuenta de que está ahí.

¿Sabéis? Si nunca habéis probado una linterna de este tipo y tenéis ganas de haceros con una, este modelo puede ser un buen punto de partida para iniciaros en una afición que, con el tiempo, puede que os llegue a enganchar tanto como a mí.

Review: Lumintop EDC01

Llevaba tiempo con ganas de probar alguna linterna de Lumintop, ya que se trata de una marca que en los foros especializados sale a relucir cuando se habla de buenos fabricantes de este tipo de dispositivos. De primeras no es que sea yo muy fan de las formas que, en general, sus diseñadores le suelen dar a esta firma de linternas, pero se me puso a tiro una EDC01 y pensé que sería una buena oportunidad para comprobar por mí mismo qué puede ofrecernos.

Este modelo viene presentado en una pequeña caja de color blanco que incluye, además de la linterna, dos juntas tóricas de recambio, un pequeño mosquetón y un difusor traslúcido de goma blanda que se acopla al frontal y permite usarla como luz ambiental. Es un detalle en un aparato que cuesta apenas 15 euros porque el resto de las marcas no suelen incluirlo. Lo que no trae la caja es una simple pila AAA, de modo que os tocará comprar si no tenéis una en casa. Pista: si tienes muchas ganas de probarla, el mando de la TV suele llevar ese tipo de pilas…

El cuerpo

En apariencia la Lumintop EDC01 no es muy diferente a la mayoría de linternas de cabeza roscada que funcionan con una pila AAA: cuerpo de aluminio 6061 anodizado en negro, knurling romboidal en la cabeza, el logo de la marca grabado en color blanco, lente TIR con difusor frontal, certificación IP68 (con resistencia a inmersiones a 2 metros y caídas de 1,5 metros), enganche para anilla en la parte posterior y posibilidad de hacer tailstanding. Lo que sí es diferente aquí es el relieve del cuerpo principal, ya que hace una especie de «olas» (o algo parecido a los anillos de un gusano) con idea de mejorar el agarre y maximizar la superficie de contacto con el aire para así disipar mejor el calor.

Sus dimensiones son de 66 x 14,5 mm y tiene un peso de 12 gramos (sin contar la pila AAA). De tamaño anda en la media del sector, pero he de reconocer que el peso está muy contenido ya que las linternas de estas medidas y material suelen rondar entre los 15 y 20 gramos. La sensación de ligereza en la mano es muy acusada, pero al mismo tiempo la de robustez, lo cual es un punto a favor de esta EDC01.

Una cosa curiosa es que el frontal de la linterna posee una junta interior de color verde que además de servir para garantizar la estanqueidad de esa zona, también es fotoluminiscente; de modo que por la noche nos va a ser más fácil localizarla en plena oscuridad. No lo comenté antes, pero el difusor de luz ambiental también lleva pigmentos del mismo tipo y cuando apaguemos la linterna veremos cómo brilla en color verde si estamos en penumbra. Eso sí, el tiempo de duración del brillo de ambos elementos es más bien escaso.

La luz

El LED que incorpora la EDC01 es un Creed XP-G3 (R5), un clásico de las linternas de este tipo y que emite una luz muy blanca, cosa que a mí me gusta bastante en estas linternas de pequeño tamaño en las que solemos buscar claridad por encima de fidelidad cromática. Sobre él tenemos una lente TIR cuyo frontal además difumina la luz gracias a un original patrón de hexágonos, por lo que esta es suave y no se concentra especialmente en ninguna zona del haz.

En cuanto a los modos de funcionamiento, tenemos 3 disponibles. El primero de ello con 5 lumens es bastante brillante en comparación con los modos moonlight de casi todas las linternas de este tipo que poseo, ya que estos suelen llegar como mucho a 1 lumen, así que en ese sentido mal por Lumintool porque valoro tener un primer modo lo más bajo posible por si me levanto de la cama a horas intempestivas y no quiero despertar a nadie en casa. Usando ese modo disponemos de 36 horas de luz.

Los otros dos modos disponen de 32 y 120 lumens con unas autonomías oficiales de 4 horas y 30 minutos respectivamente, valores habituales dentro de este tipo de linternas que se alimentan con una minúscula pila AAA. De hecho la Olight i3E-Cu EOS dando esos mismos 120 lumens tiene una autonomía de 35 minutos por lo que, como os decía, andamos en la media.

Para cambiar entre los tres modos de funcionamiento, como es norma este tipo de modelos que no cuentan con ningún botón, debemos girar la cabeza de la linterna con rapidez. Ahora bien, la secuencia de modos es un poco rara, ya que comienza en el modo Medio para pasar luego al Alto, volver de nuevo al Medio y a continuación al Bajo; haciendo ya ese ciclo (Alto – Medio – Bajo) hasta que mantengamos la linterna apagada durante un par de segundos, momento en el que volveremos al punto inicial.

En este caso no pondré el grito en el cielo como con la Olight i3S EOS porque el modo más bajo son 5 lumens no siendo un modo moonlight de un lumen o inferior; pero aun así que haya que pasar por los modos Medio – Alto – Medio antes de llegar al nivel Bajo me parece un error porque si nuestra intención era pasar desapercibidos, con la linterna hemos conseguido montar un espectáculo de luces digno de Chimo Bayo.

Las sensaciones

Lo primero que llama la atención de la EDC01 cuando la sostienes en la mano es el original relieve de su cuerpo. Esos seis anillos intermedios que hay entre la cabeza y la parte trasera de la linterna sólo los he visto en algunos de los modelos de esta marca otorgándole así una identidad propia.

Desde mi punto de vista, no es un relieve técnico destinado a que la linterna se agarre mejor, ya que para eso es más adecuado un knurling pronunciado como el que tiene en la cabeza. Como os decía en los compases iniciales de este artículo creo que su finalidad es más la originalidad y la diferenciación que el rendimiento puro y duro. Del mismo modo, esas formas onduladas no van a ser un factor determinante para mejorar la disipación de calor, ya que no se trata de modelos que, en general, se calienten demasiado debido a la escasa entrega de potencia de la pila que usan para funcionar.

Lo que sí está por encima de la media es el nivel de acabados de la linterna y su robustez general, ya que no apreciaremos defecto alguno incluso a niveles casi microscópicos como demuestran algunas de las fotos que ilustran este artículo. No hay aristas afiladas, los bordes están micrométricamente perfilados, la rosca gira con una suavidad asombrosa, si la echamos a rodar veremos que es un cilindro perfecto… En ese sentido la EDC01 se gana la fama que atesora la marca y lo considero el punto fuerte de este modelo.

Por último, no quiero dejar de destacar el hipnótico diseño de la lente TIR y de la colorida placa electrónica que controla el funcionamiento de la linterna porque creo que son detalles muy cuidados y que demuestran que el departamento de diseño de Lumintop tiene mucha fuerza dentro de la empresa.

Conclusión

Si bien no me disgusta, sé que la Lumintop EDC01 nunca será una de mis linternas favoritas. Su calidad de acabados es muy buena, su relieve es original, la luz que entrega es adecuada, no es en absoluto fea… pero al igual que me ocurre con la i3S antes mencionada, se trata de un modelo que me deja un poco frío.

Su único defecto es lo comentado sobre el orden de los modos; y aunque tengo que reconocer que el resto de cualidades son más que notables, por alguna razón este modelo no me apasiona a nivel global como otros de los que ya os he hablado por aquí alguna vez; y es que lo que a mí lo que me gusta es sostener una linterna en la mano y que mi único pensamiento sea «me encanta».

La EDC01 no me parece una mala linterna y ni mucho menos me arrepiento de haberla comprado; pero tengo claro que simplemente será un modelo más en mi colección de linternas. Al fin y al cabo estas reviews van, sobre todo, de las sensaciones que me transmiten.

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Mil kilómetros al volante del nuevo Audi A1

Como os dije en la entrada anterior, he estado recientemente de vacaciones con mi chica en Oropesa del Mar; pero dado que mi coche tiene ya unos cuantos años y no me apetecía quedarme tirado en medio de la autopista opté por acercarme a Europcar y alquilar un vehículo para afrontar el viaje con garantías.

Elegí un VW Polo que dejé reservado y pagado una semana antes de nuestra partida; pero llegado el momento de recogerlo me llevé la sorpresa de que ante el incremento de alquileres por culpa de la semana santa no había unidades disponibles de ese modelo y en compensación me dieron un Audi A1 prácticamente a estrenar (6500 Km de marcador) en color gris metalizado.

Audi A1

El caso es que en un principio no se me había pasado por la cabeza comentar nada sobre el mencionado coche porque son fregados en los que nunca me he metido en este blog; pero después de conducirlo durante seis días y haber hecho mil kilómetros tanto por carretera como por ciudad, creo que puede ser útil para algunas personas comentar a un nivel muy básico mis impresiones al volante.

A estas alturas creo que queda bastante claro que nadie se debería tomar estos párrafos como una prueba seria porque aunque he conducido unos cuantos coches en los últimos años, considero que no tengo perspectiva suficiente como para hacer un análisis a fondo; siendo esto más bien un resumen general de las sensaciones que me ha ofrecido el vehículo que he conducido durante los últimos días.

Primeras impresiones

El Audi A1 es un modelo que salió a la venta en el mercado español durante el pasado mes de Marzo; y siendo la primera vez que veía este coche «en vivo» he de reconocer que me sorprendió gratamente a primera vista. Es un coche muy bonito para mi gusto, bien proporcionado y con un discreto aire deportivo apreciable en cosas como los pasos de rueda, los faros rasgados o el discreto spoiler trasero que remata el techo.

De hecho, es un modelo tan reciente que no me he cruzado con ningún otro a lo largo de los seis días que ha estado en mis manos. Y claro, también era novedad para muchos transeuntes, de modo que era habitual ver cabezas girarse en los semáforos o al aparcar en la puerta de algún restaurante. Como os digo, es un coche que llama bastante la atención ahora mismo por ser novedad en el mercado español.

Sobre el papel

El motor que equipa al coche que me asignaron es el más básico de la gama: un 1.2 TFSI de 87 CV (motor de gasolina con cuatro cilindros en línea) cuya peculiaridad es que cuenta con sobrealimentación mediante un turbocompresor que inyecta aire a presión en los cilindros empleando la energía cinética de los gases de escape. Gracias a esto se consiguen unas prestaciones bastante aceptables al tiempo que los consumos no se disparan (5.1 l/100 Km de promedio según el fabricante alemán).

Por lo demás, el A1 está homologado para cuatro plazas, tiene un peso de 1115 Kg, un maletero de 270 litros y cuenta de serie (al menos en el acabado Ambition, que es el que equipaba el que me dieron) con ESP, sistema de entretenimiento multimedia con lector de CD, USB y tarjetas SD, navegador GPS con pantalla a todo color en el centro del salpicadero, seis airbags, control de velocidad, aire acondicionado, dirección asistida, sistema de recuperación de energía en las frenadas, sistema start & stop que detiene el motor en los semáforos y atascos, ordenador de a bordo, gestión electrónica del motor…

Interior

Imagen extraída de http://www.audi.es

El interior del Audi A1 es bastante acogedor: detalles como el forrado del volante en cuero, el mullido de los asientos, el diseño de los difusores del aire acondicionado, los múltiples huecos portaobjetos, el tablero de mandos con abundante información, los mandos integrados en el volante… son elementos que ayudan a que el conductor y su acompañante se encuentren «como en casa».

Los que no irán tan cómodos serán los pasajeros de los asientos traseros, ya que dichas plazas son de un tamaño muy reducido (sobre todo por la longitud de las banquetas) y el pequeño tamaño de las ventanillas posteriores contribuirán a una cierta sensación de agobio. En general se trata de un coche en el que el metal se prodiga más que el cristal como sucede de un tiempo a esta parte en muchos de los nuevos modelos que aparecen en el mercado; pero al menos en las plazas delanteras del A1 tenemos una buena amplitud visual.

Imagen extraída de http://www.audi.es

No me hubiera importado que las plazas traseras fueran tan exiguas si el maletero hubiera sido de un tamaño considerable; pero no es así y con sus 270 litros apenas cabrá un par de maletas de tamaño mediano (tres si somos buenos jugadores de Tetris) y poco más. Por la experiencia extraída de estos días os puedo decir que es capaz de albergar el equipaje de dos personas para pasar unos días de vacaciones; pero no es un maletero para más personas o estancias largas.

Exterior

En el exterior destacan las líneas sobrias habituales en los modelos de Audi. Cintura alta, aspecto robusto y ventanillas cada vez más pequeñas. El coche es bastante bajo y si sois altos al principio os daréis más de un coscorrón al introduciros en el habitáculo. El coche es de dos puertas y el portón del maletero es bastante grande para un coche de su tamaño.

Como podéis ver en las fotos que acompañan a esta entrada (siento no ofreceros más, pero estas tres fotos son las únicas que le hice al coche durante el viaje) el A1 cuenta con detalles en color negro como la toma de aire frontal, el difusor trasero, los apoyos de los retrovisores y la zona de los faros antiniebla frontales. Todo lo demás es gris metalizado (al menos en esta unidad) y a mí particularmente me gusta mucho la zona de las ruedas traseras así como los nervios que recorren longitudinalmente la carrocería. Todo el coche tiene ese ADN de los últimos modelos de Audi y de añadir que las formas redondeadas de ciertas zonas me recuerdan un poco al precioso TT (salvando las distancias, claro está).

Audi A1

Primeras impresiones

Nada más salir de la oficina de Europcar me siento en el coche y veo que todo está al alcance de los dedos. Me ajusto el volante y el asiento, me pongo el cinturón y al arrancar compruebo que el motor apenas hace ruido durante su funcionamiento. Durante los primeros metros veo que no hay vibraciones ni ruidos de rodadura a bajas velocidades y en general me siento muy a gusto en mi asiento. Del mismo modo, enciendo la radio y veo que suena muy muy bien; aunque bajo bastante el volumen de la misma para poder escuchar el suave rumor del motor.

Entre el tráfico de la ciudad el coche se mueve con mucha agilidad gracias a su pequeño tamaño. Además, la dirección es muy precisa y tiene un tacto perfecto para mi gusto. El pedal del embrague va muy suave y el acelerador tiene suficiente recorrido como para conducir sin tirones ni brusquedades. Por cierto, el cierre centralizado bloquea las puertas en cuanto empezamos a movernos; un buen detalle que siempre estoy acostumbrado a hacer «a mano» en mi propio coche.

Llego a un semáforo y cuando el coche se detiene… ¡se para el motor! Ya no me acordaba de que el A1 está equipado con el sistema start & stop y en un primer momento pienso que se me ha calado. Superada la sorpresa inicial me doy cuenta de que no me acabo de sentir cómodo con el motor completamente parado y levanto el pie del freno pensando que arrancaría instantáneamente. El caso es que el arranque no se produce al soltar el freno; sino cuando volvemos a pisar el embrague para engranar la primera velocidad, de modo que no es un sistema para salir con prisas o incorporarnos a una glorieta con tráfico un poco apurados. Dado que el sistema no me termina de convencer decido desactivarlo momentáneamente (hay un botón en el salpicadero para ello).

Para evitar sustos una vez en autovía, me meto en en un tramo de carretera en las afueras de Alcalá con intención de ver cómo reacciona el coche y allí me dedico a ver qué tal se portan los frenos, cómo acelera… y tengo la suerte de que el riego por aspersión de una glorieta ha empapado el asfalto por completo en sus alrededores, de modo que aprieto el acelerador un poco más de la cuenta mientras la tomo aprovechando que a esas horas no hay nada de tráfico y observo que el ESP corrige levemente las reacciones del coche haciéndole seguir la trazada que yo le indico con el volante. Como dicen las instrucciones de los coches que equipan este sistema «el ESP no cambia las leyes de la física» y por tanto no está hecho para tomar una curva cerrada a 100 Km/h; pero hay que reconocer que es una ayuda que nos puede venir muy bien en más de una ocasión.

Conduciendo por autovía

El A1 no se desenvuelve mal por autovías, aunque no es el hábitat natural de este modelo (seguramente las versiones equipadas con motores 1.4 TFSI de 122 CV o 1.6 TDI de 105 CV tengan más cualidades rodadoras que esta de la que os estoy hablando). El coche se pone a 100 Km/h en 11.7 segundos y se nota que acelera con ganas en marchas cortas gracias a su escaso peso. También mantiene perfectamente la velocidad a la hora de subir cuestas en quinta por la autovía; pero cuando en esas mismas subidas necesitas coger más velocidad por ejemplo para adelantar es cuando el pequeño 1.2 TFSI muestra sus limitaciones y se muestra un poco perezoso para acelerar, requiriendo una reducción a cuarta para tener algo más de brío.

No obstante, como os digo, el coche mantiene los 110 Km/h perfectamente en toda condición y circulando así el consumo de combustible se mantiene en torno a los 5 l/100 Km; una cifra bastante contenida teniendo en cuenta que el motor gira en esas condiciones a 2800 RPM y los consumos más bajos suelen darse entre las 1500 y las 2000 vueltas. Por cierto, sigue siendo realmente silencioso y no se aprecian ruidos aerodinámicos de ningún tipo circulando a buen ritmo.

Carretera de montaña

Ya en Oropesa una tarde subimos al mirador del monte Bobalar para hacer un par de fotos desde allí (una de ellas es la que encabeza este artículo). Una ocasión perfecta para probar el coche en una carretera revirada con importantes desniveles. Puesto que se trata de un tramo en el que no se puede correr mucho, estuve empleando todo el tiempo la segunda y la tercera marcha apurando un poco más de lo normal las revoluciones del motor.

En esas circunstancias el coche me pareció muy ágil gracias a su reducido radio de giro y el tacto sólido de la dirección. Del mismo modo, la suspensión de tarado algo duro hace que el A1 no balancee en las curvas y las tome con mucho aplomo; al menos con más del esperado en un coche de 1115 Kg con 3.95 metros de largo (2.47 entre ejes) y 1.74 de ancho.

Con el motor alegre de vueltas un pisotón al acelerador nos da una respuesta inmediata en aceleración; sin retrasos causados por la realimentación del turbocompresor ni nada parecido. Sin embargo, si dejamos caer la aguja de las revoluciones más de la cuenta tendremos que esperar a que suba un poco antes de sentir que el coche acelera con ganas.

En general, he de decir que me gustó mucho recorrer arriba y abajo la carretera que os digo porque el tacto del coche (tanto a nivel de dirección como de suspensión) me dio mucha confianza en todo momento y jamás obtuve ninguna reacción rara por su parte. Obviamente fui con mucha precaución dado que es un tramo abierto al tráfico; pero incluso así uno se da cuenta del aplomo que tiene el pequeñín de Audi. Que nadie piense que tenemos un deportivo entre manos porque nada más lejos de la realidad y si apuramos demasiado luego vienen las lamentaciones; pero hay que reconocer que cuando la carretera se tuerce, el A1 es muy divertido de conducir.

Audi A1

Conclusiones

Después de exactamente 1016 Km al volante del Audi A1 diría que, al menos con el motor 1.2 TFSI, se trata de un coche eminentemente urbano pensado para dos personas que también quieran hacer alguna escapada de fin de semana. Pese a que cumple sobradamente para rodar a velocidades legales, no estamos ante un coche diseñado para devorar kilómetros por autovía tanto por la ajustada potencia de su motor como por su depósito de 45 litros de capacidad. Del mismo modo, es un coche muy cómodo para conductor y acompañante; pero no está hecho para un uso familiar porque las plazas traseras son para usos muy puntuales y el maletero tiene una capacidad muy reducida.

En cuanto a consumos se refiere, os puedo decir que el promedio a lo largo de todo el viaje ha sido de 5.7 l/100 Km; algo superior a lo declarado por el fabricante pero ya se sabe que esas cifras siempre se dan bajo unas condiciones que luego no se reproducen en el mundo real. Para que os hagáis una idea, con el depósito lleno hasta los topes el ordenador de a bordo marca que podemos hacer 700 Km; y es que el tema de los consumos es algo que a veces la gente no tiene muy en cuenta, pero para mí es algo fundamental sobre todo ahora que el precio de los carburantes está a niveles estratosféricos y amenazando con dispararse todavía más.

En todo caso, se trata de un coche que a mí particularmente me ha gustado mucho por comodidad, por la cantidad de detalles útiles que posee y por su estética elegante. Si lo que os comentaba sobre las plazas traseras y la capacidad del maletero no os suponen un problema, el recién llegado A1 os parecerá una pequeña maravilla.

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Las fotografías no se hacen; se sienten

Según va pasando el tiempo cada vez me doy más cuenta de que las fotografías no se hacen; se sienten.

Muchas veces os he hablado de aspectos técnicos sobre esta bonita disciplina; pero creo que nunca he compartido con vosotros mi forma de decidir entre hacer una fotografía de algo o no hacerla. Y os adelanto que eso es algo que no lleva asociada regla matemática alguna ni sistema científico de ningún tipo, ya que se basa fundamentalmente en la experiencia propia que sólo el tiempo es capaz de darle a cada uno.

Mirando hacia arriba

Como os decía, artículos técnicos hasta el momento he escrito muchos en estas entradas y todavía quedan unos cuantos más para el futuro; pero para no centrarme sólo en ese tipo de temas he decidido adentrarme también en aspectos algo más personales de la fotografía. Evidentemente mis fotos no sin ni mejores ni peores que las tuyas, estimado lector, porque al fin y al cabo una fotografía no es más que el punto de vista personal e intransferible de cada uno sobre aquello que le rodea; pero creo que lo que quiero contar hoy se puede aplicar a prácticamente todo el que tenga una cámara en las manos.

Sin darnos cuenta, en las fotografías se reflejan nuestros miedos, inquietudes, obsesiones, creencias, anhelos, deseos… Y eso las convierte en una herramienta muy válida para comprender la forma de sentir y de pensar de una persona. Después de haber subido más de tres mil fotografías a Flickr, creo que si alguien recorre mi galería de principio a fin descubrirá cosas sobre mí que tal vez incluso yo mismo desconozco.

Cabizbajos

Por eso digo que no puedo daros ninguna receta mágica para salir a la calle y hacer fotos; pero sí que os contaré qué es lo que me hace sentir el impulso de mirar por el visor y apretar a continuación el disparador.

Conociendo el equipo

Lo primero de todo, como ya recalqué hace unas cuantas semanas, es conocer las limitaciones de nuestro equipo fotográfico. Es decir, saber qué fotografías vamos a poder hacer y cuáles no con el material que tenemos disponible. Si tenemos una cámara sencilla con un objetivo zoom poco luminoso, no esperéis poder hacer la típica foto de un colibrí chupando el néctar de una flor con las alas extendidas, ya que para eso hace falta equipo muy caro y voluminoso. Sin embargo, conociendo cuales son los límites de nuestra cámara y nuestras ópticas, seremos conscientes de lo que podemos hacer bien y saldremos a la calle sabiendo en lo que podemos centrarnos para obtener una buena imagen. Y que conste que hay cientos de fotos fantásticas que podemos hacer con cualquier cámara por simple que esta sea, como ésta que hice meses atrás en Madrid con mi ya veterana Sony DSC-P200.

De Madrid al cielo

Para no alargarme demasiado no insistiré más en este aspecto, pues en la entrada reseñada anteriormente tenéis más información sobre la importancia de conocer lo que podemos hacer con el material que poseemos.

Los ojos siempre bien abiertos

Obviamente, un aspecto fundamental es ir por la calle con los ojos bien abiertos. Es decir, de nada sirve salir a hacer fotografías si no levantamos la mirada del suelo. Tal vez así descubramos un enlosado precioso al doblar una esquina; pero podéis dar por hecho que el 90% de las cosas fotografiables nos pasarán completamente desapercibidas.

Luces y sombras

En mi caso particular siempre intento buscar detalles no muy habituales: tejados con formas originales, hileras de cosas que se repiten, sombras, colores vivos, reflejos, gente… Elementos en los que no todo el mundo se fija y que son los que hacen de la fotografía de un lugar común toda una sorpresa. Por cierto, aprovecho para mencionar en este punto a Baldomero Perdigón, que es todo un maestro en esto de buscar los puntos de vista más originales de Alcalá.

La importancia de ser receptivo

Pese a lo anterior, hay que reconocer que hay días y días. Habrá ocasiones en las que saldremos con la cámara y todo nos llamará la atención y otras en los que ya nos pueden plantar en medio de los Campos Elíseos y no seremos capaces de ver nada digno de ser retratado. Sobre esto yo tengo una teoría según la cual todo tiene, por lo menos, una foto bonita. Lo complicado es encontrársela.

Traffic accident

En cualquier caso, pese a que en ocasiones la inspiración sea nula, lo mejor es salir a la calle con la idea en la cabeza de que la mejor foto del día puede estar en cualquier lugar. Abrir nuestras miras y no restringirnos sólo a dos o tres cosas es lo que hará de nuestras fotografías una experiencia muy gratificante.

Nunca borres fotos en plena calle

Alguna vez he visto una foto recién capturada en la pantalla de la cámara y he pensado en borrarla de inmediato; pero ya me ha ocurrido en varias ocasiones que he llegado a casa y al verla en el ordenador me he dado cuenta de que no era tan mala como pensaba o que tratándola en blanco y negro (o de algún otro modo) ganaba unos cuantos puntos.

Un ejemplo de esto que os digo es aquella imagen en la que la sombra de una persona no parecía corresponderse con la edad de su dueña. Hoy miro la fotografía y me parece bastante original, pero también recuerdo que nada más verla en la cámara pensé que no era gran cosa y que podría borrarla.

Juventud en la sombra

Al fin y al cabo, en las tarjetas actuales caben una barbaridad de fotografías, así que es mejor borrar las imágenes una vez que estemos cómodamente sentados delante del ordenador.

Lo importante es que te guste a ti

A la hora de hacer una fotografía (como al escribir en este blog) sólo sigo una norma: que me guste a mí. Nunca hago una fotografía pensando en que le guste a Fulanito o a Menganito, ya que entonces esto dejaría de ser algo completamente personal. A la hora de decidir qué fotos publico me guío por mi propio criterio, y así seguirá siendo a no ser que algún día acabe trabajando como fotógrafo para algún cliente.

Ramas secas

Creo que en la vida es importante seguir tu propio instinto en la medida de lo posible, y ya que tanto en el tema fotográfico como en lo que escribo por aquí tengo plena libertad para hacer lo que crea oportuno, la norma es simple: si estoy contento con el resultado lo publico; y si no, se va a la papelera.

Si luego la fotografía coincide con vuestros gustos y consideráis que es buena, yo me alegraré un montón; pero lo principal es que me guste a mí, porque sólo de ese modo se puede crear un estilo propio y personal a la hora de retratar las cosas.

Lo que digan los demás está de más

Algo muy ligado con lo anterior es la importancia de ser tú mismo a la hora de hacer fotografías. Que no te importe plantarte en medio de una calle atestada de gente para captar la imagen de algo que te ha llamado la atención. Yo a veces me he sentado en el suelo en busca de un ángulo diferente, me he subido a lugares elevados para hacer un plano picado, me he plantado en medio de una glorieta para hacer fotos de un atasco… Y siempre estará el típico idiota que te pitará con el coche o se reirá al verte intentar hacer una foto en una postura extraña; pero cuando llegas a casa y ves el resultado te das cuenta de que si no te hubieras atrevido a hacer esa foto, no podrías sentirte orgulloso de ella.

A contracorriente

Esto lo aprendí en mis experiencias como reportero de ultimONivel, ya que si bien en las primeras presentaciones a las que acudí yo me sentaba en mi sitio y trataba de no dar mucho el cante; pronto aprendí que aquí el que no corre vuela, de modo que empecé a sacar la cámara y ponerme a hacer fotos dónde y cuándo mejor me pareciera.

¡Disfrútalo!

Lo más importante es que la fotografía practicada como afición sea eso: una afición de la que disfrutar. Si un día teníais pensado salir a hacer fotos y no os apetece… ¡Quedaos en casa! Del mismo modo, si tenéis ganas de salir a la calle porque sentís que estáis inspirados y hay posibilidades de conseguir la foto de vuestra vida, no dejéis que un cambio de planes a última hora apague vuestra creatividad.

¿Te apetece un té?

Disfrutad. Haced lo que os de la gana con vuestra cámara, que para eso os la habéis comprado. Con ella en la mano tenéis la posibilidad de retratar el mundo como os parezca, y no habrá nadie que pueda demostrar que vuestro modo de ver las cosas sea mejor o peor que otro. Creed en vosotros mismos y veréis cómo vuestras fotos van ganando en calidad prácticamente sin que os deis cuenta.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Una mirada fotográfica al pasado: Nikon EM (1979)

Cuando el día de los inocentes os contaba que me había comprado una Nikon analógica de hace treinta años supuse que un buen porcentaje de vosotros lo pondría en duda. Sin embargo, la cosa iba muy en serio porque me apetecía mucho tener las mismas sensaciones que los fotógrafos de finales de los setenta.

Nikon EM in the snow

Pues bien, tal y como os dije la semana pasada la cámara ya está en mis manos y he estado «trasteando» con ella durante unos días para acostumbrarme a su manejo antes de meter un carrete y ponerme a retratar rincones de la ciudad (que es en lo que estoy ahora mismo). Precisamente por eso me he animado a escribir hoy esta entrada compartiendo estas primeras impresiones con vosotros así como la información relacionada con la Nikon EM que he ido recopilando en las últimas fechas.

Nikon EM: Una réflex para todos los públicos

Lo primero que me gustaría comentar es que la EM nació con la misma filosofía que daría lugar a la Nikon D40 casi tres décadas después. Se trata de una cámara réflex de pequeño tamaño y de fácil manejo cuya finalidad era abrir el mercado de las SLR a personas que nunca se habían planteado tener una cámara de este tipo por su complejidad y aparatosidad.

Nikon EM (1979)

En principio Nikon dirigió este modelo al mercado femenino, que por aquellas épocas veía a las cámaras réflex como algo tosco y pesado. La EM era ligera y estilizada, pero puesto que las féminas no cambiaron demasiado sus tendencias pese a la campaña de publicidad lanzada por la marca (las compactas eran las cámaras preferidas de las mujeres de aquellos años) al final los japoneses enfocaron la EM hacia el segmento de población que nunca antes había manejado una réflex; más o menos lo que se ha hecho con las Nikon D40 y D60 en la actualidad.

Comparada con el resto de cámaras réflex de la época, la Nikon EM era sensiblemente más pequeña, aunque esto también se debe a que su electrónica interna es más sencilla, ya que cuenta sólo con tres modos de funcionamiento que ahora veremos más en profundidad.

Sencillez ante todo

La sencillez es la nota dominante de este modelo de Nikon. El modo más habitual de funcionamiento de la cámara es el llamado «AUTO», que en realidad sería el modo de prioridad a la apertura en las réflex actuales. Consiste en que elegiremos la apertura a emplear por medio del anillo de diafragmas del objetivo y la cámara calculará la velocidad de disparo necesaria para conseguir una correcta exposición teniendo en cuenta la sensibilidad del carrete empleado (que marcaremos en un selector destinado a tal fin).

Este cálculo se realiza basándose sobre todo en el círculo central de la pantalla de enfoque, siendo en realidad el modo que hoy llamamos «medición ponderada al centro». Y por si el sujeto está a contaluz disponemos de un botón en la parte frontal de la cámara que aclara la imagen dos pasos completos de tal modo que el sujeto quedará correctamente iluminado y el fondo sobreexpuesto del mismo modo que hacemos hoy en día cuando aplicamos una compensación de exposición positiva a nuestra toma.

El tiempo de exposición viene marcado mediante una aguja en la parte izquierda del visor que fluctua entre 1 segundo y una milésima. Dicha aguja, como es lógico, necesita alimentación eléctrica para su funcionamiento, y esta viene dada por dos pilas de botón que se alojan en la parte inferior de la cámara. Alimentación que, de todos modos, no nos impedirá tomar fotografías incluso en el caso de que las pilas se agoten en mitad de una excursión.

Nikon EM (1979)

Esto es gracias al modo M90, que originalmente se emplea para disparar con flash de forma sincronizada pero que dispara mecánicamente el obturador con un tiempo fijo de 1/90 segundos, por lo que la exposición debemos calcularla nosotros mismos «a ojo» mediante la elección de la apertura adecuada para dicha velocidad (aunque sin ningún tipo de ayuda, claro está). Esto, que puede parecer una incomodidad, hace que la cámara sea utilizable incluso a muchos grados bajo cero (las baterías de las cámaras digitales pueden quedar temporalmente inutilizadas a temperaturas extremas) o si nos quedamos sin energía en medio del desierto. De hecho, todavía hay muchos montañeros que emplean cámaras analógicas de tipo mecánico porque son una garantía de que podrán hacer fotografías en la cumbre por muchos grados bajo cero que se encuentren allí.

El tercer modo de disparo es el denominado B (de «Bulb») que consiste en que mientras tengamos presionado el botón del disparador el obturador va a permanecer abierto. Obviamente se trata de un modo pensado para fotografía nocturna y para obtener unos resultados decentes necesitaremos un trípode así como un disparador remoto, porque si no sólo obtendremos un borrón en el negativo por muy buen pulso que tengamos.

La cámara en las manos

Nada más coger la cámara por primera vez me doy cuenta de que es realmente incómoda de sostener en las manos. No hay un grip ergonómico en la parte derecha con el que sujetar la cámara (eso llegaría años después) de tal modo que se hace muy complicado llevar la cámara a una mano durante largos periodos de tiempo como suelo hacer con mi D40. El cuerpo de pequeño tamaño tampoco contribuye a la comodidad de agarre, pues los laterales del mismo son realmente minúsculos, haciendo que las yemas de los dedos «tropiecen» con el objetivo continuamente.

Nikon EM (1979)

Por lo tanto, lo más lógico sería emplear la correa que viene con la cámara, pero que no es ni mucho menos tan cómoda como las que traen las cámaras actuales: apenas está acolchada en su zona central y además es muy estrecha; así que el uso de la correa tampoco es que sea la panacea en cuanto a comodidad.

La cámara está forrada de una especie de piel sintética en toda su parte central y, pese a que su tacto es de plástico, debajo de la misma hay un sólido armazon metálico que da rigidez al modelo. Desde luego, aunque la cámara no es la más cómoda del mundo a la hora de agarrarla, sí que tiene un buen tacto que a mí personalmente me gusta bastante.

Repartidos por el cuerpo de la cámara podemos encontrar algunos controles adicionales como la leva de arrastre de la película, el tirador para rebobinar, liberar el carrete y abrir la tapa trasera, el selector de sensibilidad, un temporizador para retardar el disparo de la fotografía, el pulsador para soltar el objetivo montado, el botón de comprobación de carga de la batería…

Lo que no tiene la EM (y tampoco la D40) es el pulsador para previsualizar la profundidad de campo, que consiste en que al presionarlo se cierra el diafragma a la apertura deseada para que podamos ver en el propio visor el efecto que esto tendrá sobre la profundidad de campo (excepto durante el disparo, los objetivos en las cámaras Nikon tienen el diafragma abierto a la máxima apertura posible).

Por cierto, me hace mucha gracia comprobar que en las réflex de esta época es muy habitual encontrar un recuadro negro en la carcasa trasera cuya utilidad no conocía hasta hace poco. Resulta que en ese «marco» podemos introducir la lengüeta de la caja de cartón del carrete para así recordar lo que llevamos puesto en la cámara. Si tenemos un sólo cuerpo no suele haber problema; pero los profesionales de la fotografía que iban con varios cuerpos iguales encima y un ayudante que iba cargando y descargando carretes podían llegar a hacerse un verdadero lío y no saber en qué cámara tenían cargado determinado rollo de película (y mejor será no ir abriendo todas las cámaras en busca del carrete perdido, porque como abras una con el carrete a medias adiós fotos).

Nikon EM (1979)

Cosas como esta hoy nos parecen un poco extrañas, pero hay que reconocer que una vez puestas en su contexto tienen todo el sentido del mundo.

Mirando el mundo a través del visor

Una de las razones más poderosas por las que me compré la EM es para mirar el mundo a través del visor de de una réflex analógica. Siempre habia leído que era complicado enfocar a través de una cámara de formato APS-C por el menor tamaño de su visor, y la verdad es que lo primero que noté nada más poner el ojo en la EM es que todo se veía de un tamaño inmenso.

Además, la pantalla de enfoque de la cámara cuenta con un par de ayudas para tal fin consistentes en una círculo de microprismas que forman una red de puntos que desaparecen cuando la imagen aparece nítida y una zona central partida que coincide cuando el motivo está perfectamente enfocado.

Nikon EM (1979)

Os pongo a continuación dos imágenes tomadas directamente a través del visor de la EM con una cámara compacta, de modo que no me es posible obtener una calidad de imagen demasiado elevada (de hecho las fotografías han quedado mucho más oscuras de lo que en realidad se ve a través del visor). Lo que tenéis en la parte izquierda es la aguja que marca el tiempo de exposición que se empleará y en la parte central tenéis el círculo de microprismas así como la zona partida que nos ayudará a enfocar. Por cierto, el objetivo que estaba puesto en la cámara es mi querido Nikon AF 50mm f/1.8 D y los puntos oscuros que se ven son algunas motas de polvo situadas en la cara interna de la pantalla de enfoque, por lo que no se pueden limpiar con facilidad (aunque en las fotografías tomadas con la EM no aparecerán).

Visor desenfocado

Imagen desenfocada. Fijaos en lo poco nítido que aparece todo, en el círculo de microprismas y, sobre todo, en la imagen partida del centro de la pantalla.

Enfocado

Cuando la imagen está correctamente enfocada el visor se ve con claridad, los microprismas desaparecen y la imagen del centro aparece de una pieza

Como os digo, lo de la pantalla de la EM me ha parecido una gran ventaja sobre las réflex digitales actuales. Es verdad que en todas las Nikon de ahora hay un punto verde que se ilumina cuando la imagen está enfocada, pero hay que reconocer que se enfoca mucho mejor con las pantallas clásicas de las réflex analógicas.

Un rápido vistazo al interior

Si abrimos la cubierta trasera de la cámara encontraremos el delicado obturador compuesto por varias laminillas metálicas así como el alojamiento para el carrete en la parte izquierda y el sistema de arrastre del mismo. Todo un mundo desconocido para aquellos que nunca han tocado una cámara analógica. De hecho, el obturador es algo que nunca podremos ver en una réflex digital a no ser que desmontemos la cámara casi al completo, pues a la altura de los rieles plateados que guían el recorrido de la película es donde se situaría el sensor de una cámara réflex actual.

Nikon EM (1979)

La verdad es que llama la atención la sobriedad de los materiales empleados en la construcción de los mecanismos de la EM. Todo es de un negro mate y no existen salientes ni bordes afilados que puedan dañar el carrete durante su arrastre. Una buena muestra de elaboración cuidada y atención a los detalles que siempre está presente en los productos japoneses.

Por cierto, me gustaría señalar que haciendo click sobre las fotografías que ilustran este artículo iréis a su correspondiente página en Flickr donde he señalado mediante notas qué es cada elemento de la cámara que se aparece en ellas.

A la espera de probarla «sobre el terreno»

Poco más os puedo contar por el momento, pues estoy esperando a que mejore un poco el tiempo y así poder irme a la calle a hacer fotos con ella. El concepto simplista de la EM me ha gustado bastante porque con treinta años a sus espaldas la cámara está casi como el día que salió de la tienda, demostrando que las cosas sencillas tienden a fallar menos que las más complejas.

Nikon EM (1979)

Cuando tenga en mi poder las primeras fotografías disparadas con la EM las colgaré por aquí y os contaré mis impresiones, pero de momento os puedo decir que me ha gustado mucho este regreso al pasado fotográfico que he sentido jugando un rato con esta cámara de hace treinta años.

Enlaces de interés (en inglés)

Nikon EM, 1979 (Photography in Malaysia)

Nikon EM (Wikipedia)

Nikon EM (Nikon.com)

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Después de 8 meses estoy escribiendo una nueva review para ultimONivel

Me gustaría comentaros que actualmente estoy redactando la review del videojuego «Emergency 4 edición oro» para ultimONivel. Una review que publicaré dentro de unos días y que estoy contento de escribir por representar una pequeña vuelta a una actividad que llevaba sin realizar desde hace ya un tiempo y que reconozco haber echado en falta alguna que otra vez.

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Todo comenzó por un error hace cosa de un mes, pues llegó un paquete a mi casa con dicho juego debido a que en la base de datos de FX Interactive tenían mi dirección postal como lugar de envío para las copias promocionales que mandan a la prensa. Lejos de reenviar el título a los responsables de la web, llamé al actual director y le comenté que me gustaría hacer la review para así recuperar un poco las sensaciones perdidas; cosa que le pareció perfecta.

Así que dicho y hecho: poco a poco empecé a jugar el título y una vez que tuve la experiencia necesaria para opinar con objetividad comencé con la redacción el pasado Viernes. La verdad es que lo he disfrutado bastante pese a ser un género (estrategia en tiempo real) en el que no me siento demasiado cómodo; pero más que por el juego en sí ha sido por el hecho de volver a experimentar cosas que creía que no volverían nunca más.

El próximo objetivo es volver a cubrir alguna presentación; pero debido a mi horario de trabajo eso está de momento un poco más complicado. Ya veremos en el futuro, pero las ganas están ahí, que es lo más importante.

¡Ya os avisaré por aquí cuando la review salga a la luz!  🙂

Fotografiando las nubes (III)

Tres ejemplos de fotografías de nubes, que es una disciplina que me encanta. Las hay algodonosas, dispersas, amenazadoras… mil y una formas para simple vapor de agua que, por los caprichos de la atmósfera, a cada uno nos evoca sensaciones diferentes. Tal vez, al igual que cada uno interpreta los sueños a su manera, la magia de las nubes resida en que para cada persona representan algo único.

Soplando las nubes

Mil nubes

Nubes apocalipticas

De acuerdo, me uno al retoque fotográfico creativo

¡Vaya tela! No sé cuántos años declarándome enemigo del retoque fotográfico y ahora, en apenas un par de semanas, empiezo a hacer fotos en RAW, descubro Adobe Lightroom y alucino con los resultados que se pueden obtener teniendo un poco de maña y paciencia.

Cierto es que si la imagen capturada originalmente no es buena no hay nada que hacer, y de ahí la importancia de la sensibilidad y los conocimientos técnicos subyacientes detrás de toda buena fotografía; pero no es menos cierto que estos programas son una herramienta alucinante para transmitir sensaciones y sentimientos a quienes se quedan mirando detenidamente las imágenes… ¿y no es eso acaso lo que busco en todo lo que hago?

A continuación cuatro ejemplos rápidos que he generado «jugando» un poco con la saturación selectiva de los colores. Otro día os doy una charla sobre el formato RAW y sus ventajas / desventajas 😉

Azul

Azul

Verde

Verde

Rojo

Rojo

Amarillo

Amarillo

No existen canciones buenas ni malas

Tengo una teoría sobre la música desde hace un montón de años: no existen en términos absolutos canciones buenas ni canciones malas. La buena música lo es para nosotros porque la asociamos con cosas agradables o experiencias pasadas muy gratificantes; del mismo modo esa misma canción que a nosotros nos parece una maravilla a muchas otras personas puede no hacerles sentir absolutamente nada.

Este sencillo razonamiento también se puede aplicar al cine, la pintura, la literatura… y es que el arte en general tiene la particularidad de que cada persona puede formarse su propia «visión mental» de lo que tiene ante si, demostrando una vez más que las verdades absolutas son algo en realidad inexistente.

Por ejemplo, ¿por qué me gusta tánto la música de Los Planetas? Pues porque llegaron a mi vida en un momento en el que su mensaje me llegó muy hondo y era justo lo que necesitaba en aquel instante. Y sé que a muchas otras personas el grupo formado por J y compañía les parece un gran bodrio; pero es que como os decía la buena música lo es para cada persona en particular.

Del mismo modo, a veces he escuchado una canción el día que me ha ocurrido algo realmente bueno y tiendo a asociar el recuerdo de aquello con esa canción, ganando por tanto muchos puntos en mi «escalafón musical». ¿Nunca os ha pasado que una canción que antes no os decía nada se ha convertido de la noche a la mañana en una de vuestras favoritas? Pues si lo analizáis con calma seguro que al final llegáis a la conclusión de que es por algo de esto.

¿Cuál es por tanto la estrategia para encontrar buena música? Muy sencillo: escuchar tanta variedad musical como sea posible. Así tal vez algún día encontremos un grupo que no habíamos escuchado nunca antes y que podamos hacer propio y sentir cosas que nunca antes nos había proporcionado una canción.

¡Que viva la buena música! (de cada uno, claro  😉 )

Los restos de la batalla y el silencio del primer día del año

Los restos de la batalla

Esta fotografía la tomé en una calle de mi barrio el pasado 1 de Enero sobre las 10 de la mañana. Como podéis ver los restos del fin de año todavía estaban sobre las aceras y lo que más me llama la atención a esas horas es el absoluto silencio que reina en la ciudad.

Cualquier día, incluso un domingo cualquiera a primera hora, puedes bajar a la calle y escuchar muchas cosas: coches en la lejanía, una conversación entre dos personas, alguien llamando por teléfono, un perro ladrando en un balcón… pero en la mañana del 1 de Enero todo el mundo duerme y no hay ningún sonido que perturbe la paz del momento. Ya los U2 decían en su canción New year’s day «All is quiet on new year’s day», y es que todos los primeros de año por la mañana me gusta bajar a dar una vuelta pronto para experimentar esa extraña sensación de absoluta soledad que sólo se puede encontrar durante unas pocas horas al año.

Me encanta fijarme en las pequeñas cosas que se salen de lo habitual, y esta es una de ellas  😉

El día que conocí a Buzz Aldrin en persona

Ayer os puse un enlace al reportaje de ultimONivel sobre la presentación de Super Mario Galaxy a la que asistí como enviado de la web. Si habéis leído el artículo habréis podido comprobar que la viví con una especial intensidad, pero de todos modos me gustaría compartir ahora con vosotros y de una manera algo más personal las cosas que ese evento me hizo sentir:

Veréis, ya he cubierto muchas presentaciones para la web y en ninguna de ellas me había puesto ni siquiera mínimamente nervioso; todo lo más tal vez me había dado un poco de prisa extra para ducharme en casa por la mañana y así ir con tiempo al evento de turno, pero en esta ocasión incluso dormí poco y mal por todas las vueltas que daba mi cabeza al pensar en lo original del evento que iba a acontecer en apenas unas horas. Inicialmente tenía pensado levantarme de la cama a las 7:15 y al final antes de las 7 ya estaba dando vueltas por casa y sirviéndome un café bien cargadito. Claro, me sobró tiempo y todo, pero en vez de quedarme sentado en el sofá de casa esperando a que diera la hora de salir pensé que lo mejor era salir de casa antes de tiempo y así llegar lo antes posible.

Y efectivamente, llegué prontísimo al lugar de la presentación (lo que me ayudó a conseguir un sitio en primera fila) y estuve jugando un buen rato con el juego, que aunque ya lo había probado allá por verano, tenía ganas de poner la mano encima a la versión definitiva que sale a la venta en nuestro país. Me encontré con algunas personas que ya conocía de otros medios y eso hizo que la espera fuera bastante agradable y distendida. Mientras tanto el lugar se iba llenando progresivamente de gente de todo tipo, cámaras, micrófonos y todo tipo de material audiovisual.

Al fin, cuando entró Aldrin en la sala fue un grandísimo momento: sonriente, alegre, estaba lleno de vida, no hay duda. Posando al lado de Mario en el escenario se le veía realmente feliz. Y no sólo ya por lo que habrá cobrado gracias a esta promoción, sino porque es un hombre al que le apasiona hablar del espacio y ahora tenía una oportunidad más de compartir sus conocimientos con todos nosotros (que éramos muchos porque la presentación era a nivel europeo) e indirectamente con los lectores que verían nuestros reportajes pocas horas después.

¿Y con qué me quedo de toda esa mañana? Pues con haber estado a apenas un metro de alguien que ha dado saltos en la superficie de la luna. Poner el pie en nuestro satélite natural es algo de lo que no mucha gente puede presumir (bueno, más bien apenas nadie puede presumir de ello hoy en día) y me sentía un privilegiado por haber podido estar allí sentado escuchando hablar al doctor Aldrin. Su sonrisa, lo grandes que son sus manos, su corbata llena de lunas y estrellas… todo son detalles de una mañana que no olvidaré y de la que ha quedado como testigo un reportaje del que estoy particularmente orgulloso (y eso que suelo ser muy crítico con todo lo que escribo). Os pongo a continuación el enlace al mismo por si os apetece echarle un vistazo después de leer estas líneas 😉

                               Super Mario Galaxy

¡Un saludo!