Mi nuevo ordenador de sobremesa

Viendo que mi Core 2 duo con 3 GB de RAM sufría más de la cuenta procesando mis fotografías en Lightroom decidí liarme la manta a la cabeza y renovar mi equipo, ya que cuando tienes que editar más de un centenar de imágenes y no dispones de mucho tiempo libre, quieres que el equipo vaya realmente fluido y no andar esperando a que desaparezca el sempiterno reloj de arena del Windows (aunque ahora sea un círculo azulado).

Caracol col col

Requisitos previos: Micro, memoria, disco duro y tarjeta gráfica

Puesto que mi filosofía a la hora de comprar algo es que si ese «algo» se va a usar con frecuencia merece la pena invertir algo más de dinero, me senté a ver qué es lo que necesitaba y tracé los requisitos más importantes: buscaba un ordenador con una buena dotación de memoria RAM y, sobre todo, con la mayor potencia de cálculo posible; así que opté por la gama más alta de Intel y busqué un micro Intel Core i7 de segunda generación (los llamados «Sandy Bridge»).

Una vez aclarado lo del microprocesador me puse a darle vueltas al tema de la RAM; y aunque en teoría con 4 GB Lightroom funciona perfectamente prefería que el ordenador contara con algo más de esa cantidad o que, en su defecto, tuviera la posibilidad de ser ampliada en el futuro. Eso sí, imprescindible que fuera DDR3; aunque en realidad los micros Core i7 necesitan funcionar con ese tipo de memoria forzosamente porque llevan el controlador de la RAM integrado en el propio micro y no son compatibles con DDR o DDR2.

En cuanto al disco duro, con 750 GB me llegaba; ya que tengo otros dos discos duros externos donde voy volcando todo lo que voy haciendo en lo que a fotografía se refiere. De hecho el Core 2 Duo tenía un disco de 320 GB y nunca tuve el más mínimo problema de espacio a pesar de que 70 GB estaban dedicados en exclusiva a la instalación de Ubuntu.

La tarjeta gráfica me daba exactamente lo mismo, ya que el ordenador de sobremesa sólo lo uso para edición de fotografía, escuchar música y ver alguna película; tareas para las que lo mismo da tener una gráfica integrada en placa que un pepino de 600 euros.

No me hacía falta monitor porque ya tengo uno que se adapta perfectamente al uso que le doy como os comenté en una entrada de hace ya bastante tiempo.

En busca del nuevo ordenador

No tardé demasiado en dar con un buen candidato para venirse a casa conmigo (y además cada vez invierto menos tiempo en buscar aparatos electrónicos; en cuanto veo uno que me convence saco la tarjeta sin darle muchas más vueltas). A medida que iba recorriendo la estantería donde reposaban las CPUs a la venta enseguida me llamó la atención un HP Pavilion de aspecto bastante sobrio y elegante cuyas características se acercaban bastante a lo que había pensado. Su precio era de 799 euros; pero estaba decidido a hacerme con un equipo que no se me quedara pequeño en un par de años y la verdad es que no me pareció excesivamente caro viendo lo que ofrecía:

  • Procesador Intel Core i7 2600 «Sandy Bridge» (3,4 GHz, modo turbo a 3,8 GHz, 4 núcleos, multithreading, 8 MB de caché)
  • 8 GB de memoria RAM DDR3 1333 MHz (de los cuatro slots disponibles hay dos libres)
  • Disco duro SATA de 1 TB
  • Tarjeta gráfica Ati Radeon HD 6450 con 1 GB GDDR3 dedicada
  • Tarjeta LAN, WiFi integrado, sonido 7.1, lector de tarjetas, grabador de DVD…
  • S.O. Windows 7 Home Premium

Cierto es que la tarjeta gráfica es una patata; pero el equipo cuenta con una buena cantidad de memoria RAM ampliable sin problemas y el microprocesador es ahora mismo uno de los modelos más altos del catálogo de Intel (aunque ya se sabe que dentro de tres meses habrán sacado un puñado de modelos que le darán mil vueltas) por lo que para edición fotográfica el equipo va que vuela; y es que las tarjetas gráficas potentes son esencialmente para videojuegos o aplicaciones de animación tridimensional, ya que los programas como Lightroom lo que necesitan es potencia de cálculo y mucha memoria RAM debido a que las transformaciones que realizan en las imágenes son aritmética pura y dura.

Atardecer

Llevo un par de semanas ya con el nuevo ordenador en casa y he decir que he notado un aumento de velocidad brutal en Adobe Lightroom: las fotografías disparadas con mi D300 en formato RAW a 14 bits se abren en una décima de segundo y cualquier cambio en ellas se refleja en pantalla sin ningún tipo de retraso o brusquedad; algo que provocaba ralentizaciones muy importantes en mi anterior Core 2 Duo que ahora regalaré a mis padres, que tienen un Pentium IV con 512 MB de RAM que incluso para navegar por Internet se las ve y se las desea. Ironías de la tecnología: lo que yo considero lento a ellos les parecerá que va a la velocidad del rayo.

Corrección de defectos ópticos con Lightroom 3

Los que me conocéis o habéis seguido un poco la evolución de este blog sabréis que desde hace tiempo Lightroom es todo lo que necesito para el procesado de las fotografías que disparo desde que salen de la tarjeta de memoria hasta que las subo a mi Flickr. Me parece una solución completísima tanto para las operaciones de procesado como tal sobre los ficheros RAW como para la clasificación y organización de los mismos; y de ahí que siempre que alguien me pregunta sobre qué software utilizar le recomiende esta opción de Adobe.

El refresco del dragón

Pues bien, en la versión 3 (que lleva ya unos meses a la venta) una de las novedades más jugosas es la incorporación de una función de corrección de defectos ópticos de forma automática siempre que el conjunto de cámara y objetivo empleado para hacer la fotografía esté en la base de datos del programa (en caso contrario tenemos la opción de hacerlo manualmente). Una base que sigue ampliándose poco a poco hasta el punto de que ya abarca a la mayoría de mis ópticas y que si queréis consultar podéis mirar en el blog oficial de Adobe Lightroom donde se han ido comentando las ópticas y cámaras que se han añadido en cada revisión lanzada (actualmente está disponible la 3.3).

¿Qué defectos corrige Lightroom 3?

Los defectos corregidos de manera automática por Lightroom son el viñeteo, las aberraciones cromáticas y las distorsiones ópticas; precisamente los tres tipos de defectos que hemos visto en otros tantos artículos del blog.

Estas correcciones se llevan a cabo sin más que activar la opción correspondiente a la hora de procesar una fotografía determinada; pero no penséis que están hechas «a capón» porque por ejemplo, como ya os dije en el artículo correspondiente, la distorsión geométrica en objetivos de focal variable varía en función de la distancia empleada; y ya que esta información se graba en los datos EXIF de la imagen, Lightroom hace uso de ella para que la corrección sea precisa y al final obtengamos líneas rectas en todo el encuadre. De hecho, si tenemos un ojo de pez Nikon podemos linealizar la imagen resultante de forma totalmente automática.

Lo mismo ocurre con el viñeteo (que también varía en función de la distancia focal y la apertura empleada) así como las aberraciones cromáticas, por lo que empleando Lightroom 3 podremos disparar con cierta tranquilidad sabiendo que en post-procesado podemos corregir estos defectos que os comento sin demasiadas complicaciones.

Sea como sea, el programa siempre nos da la opción de variar la cantidad de aplicación de cada uno de los tres parámetros según nuestros gustos, porque tal vez para un retrato nos interese mantener un cierto oscurecimiento en las esquinas que siempre centra la atención del espectador en la zona central de la imagen. Esto se realiza mediante los tres controles deslizantes que se pueden apreciar en la captura de pantalla anterior.

Un ejemplo sencillo

A modo de ejemplo, os ofrezco un ejemplo un poco extremo realizado con mi Nikkor AF-S 16-85 f/3.5-5.6 VR en el que disparé a la mínima distancia focal y máxima apertura de forma perpendicular a una pared de ladrillos con objeto de dejar patente tanto la distorsión de barril como el viñeteo producido.

Nikon AF-S 16-85 VR @ 16mm f/3.5 (sin corrección por software)

Una vez procesada la imagen en Lightroom 3 el resultado es similar a haber realizado la fotografía con un objetivo de mayor calidad al no quedar apenas rastro de defectos ópticos como se puede apreciar en la siguiente imagen.

Nikon AF-S 16-85 VR @ 16mm f/3.5 (corregido por software)

¿Y si mi objetivo no aparece en Lightroom 3?

Si por lo que sea determinado objetivo no está todavía incluido en la base de datos del programa, siempre podéis echar mano de la corrección manual de los parámetros antes descritos para mejorar mediante postprocesado el rendimiento del mismo aunque, como comprenderéis, lo más cómodo es contar con una óptica soportada por el programa para que con un simple click nos olvidemos de los dichosos defectos ópticos y que además las correcciones se adapten a la focal (si es que el objetivo es de tipo zoom) y la apertura empleadas en cada fotografía.

Siempre es mejor partir de una buena base

Obviamente siempre es mejor emplear un objetivo que no introduzca ningún tipo de defecto óptico en nuestras imágenes, porque en fotografía cuando mejor sea «la base» mejores resultados obtendremos al final. Sin embargo, no debemos ignorar la opción que nos da Lightroom de mejorar la calidad de nuestras ópticas sin más que hacer un click de ratón.

Aparcamiento

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

El proceso cruzado

Es bastante posible que alguna vez os hayáis encontrado con imágenes cuyo aspecto sea perfectamente real pero sus colores tengan un aspecto extraño. Puede que los negros tengan una componente azulada, que en los grises aparezca una dominante verdosa o que el cielo aparezca teñido de un rosa muy sutil. Pues bien, lo que estáis viendo es ni más ni menos que una fotografía a la que se le ha aplicado un proceso cruzado.

Momentos de reflexión

¿Qué es el proceso cruzado?

El proceso cruzado (cross processing en inglés o simplemente xpro) no es una técnica aparejada a la fotografía digital pese a que durante los últimos tiempos esté en boca de mucha gente, ya que en realidad sus orígenes se remontan al revelado de la película analógica, donde se empleaban unos reactivos determinados en función del tipo de carrete a positivar.

De hecho, se cree que el proceso cruzado se descubrió «por error» allá por los años 60 cuando algunos fotógrafos emplearon reactivos para película de diapositivas en carretes destinados a fotografías en papel y viceversa, obteniendo unos colores en cierto modo irreales y unos contrastes muy marcados que, en algunos casos, daban lugar a imágenes muy atractivas. El resultado variaba en función del reactivo empleado y la película a revelar, pero en general la imagen seguía siendo perfectamente válida después del proceso pese a haber utilizado un producto no adecuado para ello.

La plaza de Cervantes

El proceso cruzado se ha empleado desde entonces en multitud de imágenes; sobre todo en el mundo de la moda y la publicidad debido al alto contraste y la saturación de los colores que se obtiene. Incluso se han llegado a rodar películas empleando esta técnica para revelar los rollos, dando una idea de la expansión de esta técnica. Es decir, que a partir de un simple error se ha creado una tendencia fotográfica que, basada en él, intenta plasmar el mundo desde un particular punto de vista tonal.

El buen pastor

El proceso cruzado en la fotografía digital

Hoy en día es muy sencillo aplicar el proceso cruzado a nuestras imágenes digitales, ya que la gran mayoría de programas de edición gráfica incluyen estos efectos entre sus funciones. Photoshop, Lightroom, GIMP… Todos ellos disponen de filtros para dar a nuestras imágenes esa apariencia que os digo en la que los elementos que aparecen en ellas adquieren unas tonalidades muy diferentes a lo que estamos acostumbrados a captar a través de nuestros ojos.

S.P. Cabanillas - C.D.E. Caraquiz (23/10/2010)

El proceso cruzado se adapta bastante bien (al menos emulándolo digitalmente en Adobe Lightroom 3) a fotografías bastante luminosas, dando resultados algo pobres para mi gusto en fotografías subexpuestas. Puesto que la gracia del asunto es la variabilidad de los diferentes tonos presentes en la imagen, no conseguiremos gran cosa con una imagen con un claro predominio del negro.

En cualquier caso, como todo en fotografía la cuestión es probar y probar para darnos cuenta por nosotros mismos si la técnica se adapta a lo que queríamos expresar con nuestra imagen. Ya sabéis que en estos artículos acostumbro a presentaros las cosas de modo sencillo y luego sois vosotros los que tendéis que comprobar por vosotros mismos si os son de utilidad o no.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Primeras fotos con la Nikon EM de 1979

Aprovechando principalmente los fines de semana (de lunes a viernes no dispongo de demasiado tiempo libre para ir a hacer fotos) por fin he completado las 24 primeras exposiciones realizadas con la Nikon EM que me llegó hace algunos días.

Los resultados, en general, han sido mucho mejores que los que obtuve con mi Werlisa de 1989 (como es lógico) así que me he animado a subir algunas de ellas a Flickr y compartirlas con todos vosotros en esta entrada. Me he limitado a escanear las catorce que, desde mi punto de vista, han quedado mejor; pues al ser el primer carrete disparado con la cámara aproveché para hacer algunas «cosas raras» (contraluces, desenfoques…) que en algunos casos no han quedado todo lo bien que hubiera querido. Sin embargo, en situaciones con iluminación más o menos homogénea la exposición ha quedado prácticamente clavada, demostrando que una cámara de hace tres décadas sigue siendo capaz de hacer unas fotografías más que decentes. Ah, y enfocar con la pantalla partida es una auténtica pasada. No será éste el último carrete que dispare con la EM, eso seguro…

Por cierto, entre las imágenes os vais a encontrar con una en la que aparece un acusado borde negro. Esto no es más que la consecuencia de disparar con un ojo de pez diseñado para cámaras con sensor APS-C pero montado en una analógica (ocurriría lo mismo si lo colocáramos en una digital con sensor full frame y no activáramos el modo recorte. Más información aquí).

Bueno, poco más puedo añadir. ¡Mejor dejar que las fotografías hablen por mí!

Primer carrete Nikon EM

Primer carrete Nikon EM

Primer carrete Nikon EM

Primer carrete Nikon EM

Primer carrete Nikon EM

Primer carrete Nikon EM

Primer carrete Nikon EM

Primer carrete Nikon EM

Primer carrete Nikon EM

Primer carrete Nikon EM

Primer carrete Nikon EM

Primer carrete Nikon EM

Primer carrete Nikon EM

Primer carrete Nikon EM

NOTA: todas las fotografías de esta entrada proceden de un carrete Fuji Superia ASA 200 de 24 exposiciones. El objetivo empleado en todos los casos ha sido el Nikon AF 50mm f/1.8D excepto en la imagen del ojo de pez, que fue tomada con un Falcon 8mm fisheye f/3.5 diseñado para cámaras DX. La apertura más grande usada ha sido f/2.8 en la imagen de la reja oxidada y f/16 en la fotografía en la que aparece la calle Mayor completamente desierta. En todas las demás se han empleado aperturas intermedias que oscilan entre esos dos valores anteriores.