Curiosidad felina

Lo habitual es que la gran mayoría de los gatos salga huyendo en cuanto te acercas a más de dos metros con intención de hacer una inocente fotografía.

Sin embargo hay felinos más osados cuya curiosidad vence al temor causado por esa extraña máquina negra que de vez en cuando hace click-clack y esto da lugar a imágenes de lo más entrañables.

Curiosidad felina

Por cierto, comentaros que se trata de un gato toledano y que la fotografía está hecha con el Panasonic 14mm f/2.5 acoplado a mi Olympus E-PL1.

Mirada felina

Una vez más, no me queda más remedio que maravillarme ante la expresividad de los felinos domésticos

Maine coon

Éste en concreto es el Maine Coon de mi hermana que aunque por lo general no se está quieto ni cinco segundos en esta ocasión pude retratarle mientras contemplaba extasiado el atardecer a través de la puerta de la terraza.

Y es que, en ocasiones, los gatos parecen más humanos que muchos de nosotros…

La escala de distancias de los objetivos

Hay un elemento que hace años incorporaban todos los objetivos y que en los últimos tiempos parece haber caído en el olvido: la escala de distancias. No obstante, puesto que en este blog me gusta abarcar todos los aspectos posibles de la fotografía, hoy nos vamos a centrar en ver la utilidad de este «invento» a través de una breve explicación teórica y unas cuantas fotografías de ejemplo.

Marexar 28mm f/2.8 (para hacer macro mediante inversión)

La profundidad de campo

En una fotografía sólo puede haber un plano (perpendicular a la cámara) perfectamente enfocado y de grosor infinitesimal. En el caso de un retrato suelen ser los ojos de la persona o si es un paisaje algún elemento cercano que queramos destacar por encima del resto. No obstante, jugando con parámetros como la apertura o la distancia focal vamos a hacer que la distancia a la que las cosas aparecen nítidas por delante o por detrás del plano de enfoque (lo que se conoce como profundidad de campo o, abreviadamente, PDC) sea mayor o menor en función de lo que queramos expresar con nuestra imagen.

En el caso del retrato esta PDC va a ser muy pequeña porque lo que queremos en esta disciplina fotográfica es aislar al sujeto principal del fondo de la fotografía; y eso lo logramos haciendo que prácticamente todo lo que no esté en el plano de sus ojos quede difuminado. Puesto que para hacer esto necesitaremos focales largas y/o aperturas grandes, ya tenéis el tipo de objetivo que nos va a venir mejor para este tipo de fotografías: un teleobjetivo luminoso.

Estela

Por su parte, si estamos ante un paisaje, lo que nos va a interesar es que aparezcan nítidos la mayoría de los elementos que lo componen; por lo que aunque hayamos situado el plano de enfoque en un elemento más o menos cercano, empleando una apertura pequeña y/o una distancia focal corta cumpliremos con nuestros propósitos de que se represente con nitidez todo lo que aparece en el encuadre; algo para lo que un angular nos vendrá muy bien. Por cierto, os recuerdo que para esto viene muy bien saber lo que es la distancia hiperfocal.

Un rincón para contemplar las nubes

La escala de distancias

Como os decía al principio de este artículo, la escala de distancias es algo que incorporaban prácticamente todos los objetivos hace unos años y que en los últimos tiempos ha desaparecido casi por completo. Por eso, no es raro ver que hay gente que pregunta por el funcionamiento de este elemento y de ahí la inspiración para escribir este artículo.

No está de más recordar que un objetivo tiene mayor profundidad de campo cuanto menor es su distancia focal (vuelvo al ejemplo del paisaje y el angular). Por tanto, a mayor distancia focal más estrecha va a ser la franja en la que aparecen nítidos los elementos y eso es algo que vamos a ver reflejado en las escalas de distancias según la focal empleada como luego comentaré.

Por cierto, aprovecho también para comentar que la PDC no es simétrica con respecto al plano de enfoque, sino que se distribuye de forma que la zona nítida estará repartida un tercio por delante del plano de enfoque y dos tercios por detrás del mismo. Y aunque creo que nadie se liará con esto, me gustaría aclarar que cuando digo «por delante del plano de enfoque» me refiero a un área situada entre dicho plano y la cámara; mientras que «por detrás del plano de enfoque» se refiere a lo que queda más lejos del plano de enfoque desde la posición en la que está situada la cámara (y por lo tanto nosotros).

Marexar 28mm f/2.8 (para hacer macro mediante inversión)

En la imagen anterior podemos ver que el anillo de distancias se compone de dos elementos: por una parte tenemos un elemento solidario con el cuerpo del objetivo que consiste en una línea central que marca la distancia de enfoque con una serie de líneas a uno y otro lado asociadas a diferentes aperturas. Por otra parte existe una escala de distancias expresada tanto en pies como en metros de forma no lineal que gira junto al anillo de enfoque (que es la zona rugosa que podéis apreciar claramente). Estos dos elementos en conjunto (de nada sirve el uno sin el otro) son los encargados de decirnos antes del disparo qué es lo que aparecerá nítido en nuestra imagen y lo que quedará fuera de foco.

Cuatro casos prácticos

Una vez aclarado sobre el papel para qué es y para qué sirve la escala de distancias me gustaría hacer una pequeña demostración práctica de lo anteriormente expuesto a través de cuatro ejemplos muy sencillos. En ellos os mostraré cómo leer los datos que nos da la escala en diferentes situaciones, así que vamos a ello:

a) 28mm enfocado a 1,5 metros

Marexar 28mm f/2.8 (enfoque a 1,5 m)

En la imagen que tenéis sobre estas líneas podéis ver claramente la escala de distancias del 28mm que compré el otro día. Como podéis ver, enfocando a algo que esté a metro y medio de distancia y disparando a f/22 (la apertura que ofrece más profundidad de campo en esta óptica) tendremos nitidez entre todo lo que esté colocado a 70 cm de nosotros y el infinito (e incluso más allá).

Del mismo modo, si disparamos a f/11 obtendremos nitidez entre aproximadamente un metro y algo más de tres; y disparando a una apertura de f/4 la profundidad de campo se situará muy pocos centímetros por delante y por detrás del plano de enfoque. Por cierto, ya veis que las marcas que corresponderían a f/2.8 (el diafragma más amplio disponible) ni siquiera aparecen, porque esta apertura daría lugar a una PDC tan estrecha que prácticamente estarían sobre la línea verde que marca la distancia al plano de enfoque.

b) 50mm enfocado a 1,5 metros

Nikon AF 50mm f/1.8D (enfoque a 1,5 m)

En el caso del 50mm f/1.8 que tenéis sobre estas líneas y que también he enfocado a metro y medio, podéis apreciar que sólo tenemos marcas de PDC para f/22 y f/11; siendo la «zona de nitidez» bastante más estrecha que en el objetivo anterior. Esto es debido a la mayor distancia focal del objetivo, ya que cuanto más larga es una óptica más estrecha es la PDC resultante a igual apertura.

En este caso, a f/22 y enfocando el objetivo a metro y medio, la zona nítida va a ir desde poco más de un metro hasta los dos y medio aproximadamente; mientras que a f/11 se va a reducir a una estrecha franja de unos pocos centímetros en las inmediaciones del plano de enfoque dejando claro por qué una óptica larga da una PDC muy estrecha (especialmente si lo combinamos con una gran apertura).

c) 28mm enfocado a 0,3 metros

Marexar 28mm f/2.8 (enfoque a 0,3 m)

Como podéis ver, si enfocamos del 28mm a una distancia corta (30 cm) el rango de elementos que estarán en foco se reduce considerablemente, ya que a f/16 la PDC abarca apenas unos pocos centímetros en torno al plano de enfoque. En el caso de disparar a f/4 la PDC sería del orden de un centímetro según se aprecia en la fotografía anterior.

d) 50mm enfocado a 0,5 metros

Nikon AF 50mm f/1.8D (enfoque a 0,5 m)

Disparando a f/11 con el 50mm enfocado a medio metro vamos a tener una PDC de apenas un par de centímetros como muestra la imagen que tenéis sobre este párrafo. Del mismo modo, a f/22 la PDC resultante sería de unos 5 cm por delante del plano de enfoque y aproximadamente 10 cm por detrás del mismo. Os podéis imaginar que la PDC resultante disparando a la máxima apertura disponible (f/1.8) sería tan sumamente estrecha que habría que afinar mucho el enfoque para conseguir que el motivo principal de nuestra imagen no aparezca borroso.

Empleando la escala de distancias en la teoría de la hiperfocal

Una consecuencia muy evidente de todo lo anterior es que si nuestro objetivo cuenta con escala de distancias podemos emplear la técnica de la distancia hiperfocal fácilmente de dos modos diferentes:

Paisaje costero

1. Si tenéis un elemento sobre el que queráis enfocar la cámara, una vez realizado este paso podéis mirar la escala de distancias y seleccionar la apertura que queda sobre la marca de infinito. En el ejemplo ‘a’ vemos que dicha apertura sería f/16.

2. Si queréis hacer la fotografía a una apertura determinada, podéis hallar la distancia hiperfocal de dicha apertura girando el anillo de enfoque de tal modo que coincida con la marca de infinito. En esas condiciones tendréis nitidez en todos los elementos situados entre la mitad de la distancia de enfoque marcada por el objetivo y el infinito (esto no es más que un modo diferente de ver el punto anterior).

M-30

Conclusiones

Con el fin de ahorrar costes, la escala de distancias se ha convertido en un elemento cada vez más raro en los objetivos fabricados actualmente. Cierto es que gracias a la fotografía digital podemos comprobar al instante si ese elemento que aparece unos metros por detrás del motivo principal de nuestra imagen está lo suficientemente nítido y en caso negativo repetir la fotografía; pero siempre es útil saber para qué sirven esos números y esas líneas que aparecen en el cuerpo de algunas ópticas que cuentan con algunos años ya en sus cristales y engranajes.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Retratos con focales largas y aperturas grandes

Las aperturas grandes y las distancias focales largas son dos bienes muy preciados para realizar retratos. Conjugando ambos factores podremos realzar las facciones de la persona retratada así como fundir el fondo de la imagen resaltando el sujeto principal de nuestra fotografía, aportando con ello un toque de profesionalidad a nuestras imágenes.

Retrato

Hasta ahora os he mostrado algunos ejemplos realizados con objetivos de 35 y 50 mm ambos de apertura f/1.8; y aunque de amplitud de diafragma no vamos mal, la distancia focal se queda un poco corta para el retrato puro y duro, lo que da lugar a ciertas deformaciones en caso de realizar tomas en las que la cara del sujeto ocupe la mayor parte del encuadre. Además, en tales casos nos veremos obligados a echarnos encima de la persona retratada, lo que restará naturalidad al posado.

Una focal fija de 85 o 105 mm de apertura generosa es un caso clásico de objetivo «retratero» por excelencia ya que aplana las facciones, permite un buen desenfoque y nos va a hacer trabajar a una distancia prudencial del sujeto. De todos modos, cada vez son más los fotógrafos que optan por la polivalencia de un teleobjetivo de apertura f/2.8 constante para realizar este tipo de fotografías.

Nikkor 80-200 f/2.8 en soledad

Precisamente para poner a prueba en tales circunstancias a mi Nikkor AF 80-200mm f/2.8D me he animado a lanzarme a la calle acompañado de mi hermano y así tener la ocasión de disparar algunas fotografías que os puedan dar idea del rendimiento de un objetivo de este tipo para la realización de retratos y de paso repasar algunos conceptos básicos a aplicar a esta disciplina.

Por cierto, ya que hablamos de retratos, aprovecho para comentaros que lo más habitual es realizar estos en formato vertical; si bien el horizontal puede ser igual de válido o, ya puestos, también los podemos hacer en diagonal si nos sentimos especialmente creativos. De cualquier modo, he optado por el mencionado formato vertical en los tres ejemplos que os voy a poner a continuación para que veáis que el resultado obtenido es bastante natural y se adapta mejor a la morfología humana.

1. Retrato de cuerpo entero

El retrato de cuerpo entero es uno de los que más agradece el uso de aperturas amplias. Al tener que situarnos a cierta distancia del sujeto o emplear una distancia focal más corta va a ser complicado conseguir un desenfoque acusado del fondo debido a que la profundidad de campo será más grande si se incrementa la distancia al sujeto o disminuye la distancia focal del objetivo. Por tanto, si queremos compensar ese menor desenfoque de los fondos causado por la combinación de los dos factores anteriores no nos quedará más remedio que emplear una apertura generosa (que es el tercer factor que influye sobre la PDC).

Retrato cuerpo entero

Distancia focal: 200 mm. Apertura: f/3.2. Distancia al sujeto: 14.1 metros.

Las columnas de la calle Mayor de Alcalá de Henares todavía son identificables, pero están mucho más desenfocadas que si hubiéramos empleado un objetivo con apertura máxima a esta distancia focal de, por ejemplo, f/5.6 como le ocurre a mi Nikon 55-200 VR. De todos modos, para maximizar la nitidez de la imagen he decidido emplear una apertura de f/3.2 para realizar esta fotografía, por lo que podríamos haber desenfocado todavía un poco más el fondo en caso de haber bajado hasta f/2.8 (bueno, tampoco mucho, pues la diferencia es de apenas un tercio de paso).

2. Retrato de medio cuerpo

El retrato de medio cuerpo es otro clásico de la fotografía «social». En este caso nos vamos a situar algo más cerca del motivo a retratar, por lo que la PDC se reducirá y el fondo de la imagen se fundirá hasta el punto de quedar prácticamente irreconocible gracias al bokeh que originará cada punto de luz situado en la lejanía.

Apmomp (retrato de medio cuerpo)

Distancia focal: 200 mm. Apertura: f/2.8. Distancia al sujeto: 7 metros.

En este caso he optado por emplear la mayor apertura posible para centrar así la atención sobre mi hermano. Podríamos haber potenciado un poco más la nitidez de la imagen si hubiéramos cerrado el diafragma un par de tercios de paso, pero aun así creo que el resultado es bastante presentable.

3. Retrato clásico

El formato más clásico de retrato (y el que la mayoría de nosotros asociamos con esta denominación) es aquel en el que el rostro del sujeto ocupa la mayor parte del encuadre. Lo principal en este formato es centrar la atención en la mirada del retratado, y de ahí que la nitidez del primer plano sea uno de los puntos más importantes de la fotografía junto con el desenfoque lo más acusado posible del fondo.

Apmomp (retrato vertical)

Distancia focal: 145 mm. Apertura: f/2.8. Distancia al sujeto: 3.5 metros.

En este caso he empleado una distancia focal ligeramente inferior a la de los dos casos anteriores para así maximizar la nitidez (en los objetivos de focal variable la zona más nítida suele estar en torno a la parte central del recorrido) pese a emplear la máxima apertura disponible. Como podéis ver, el fondo es totalmente irreconocible; pero aun así, en caso de que hubiéramos querido potenciar más ese desenfoque deberíamos de habernos situado algo más lejos y haber estirado la distancia focal hasta los 200 mm aunque eso hubiera implicado una ligera merma en la nitidez general del primer plano.

Los dos factores clave (a nivel técnico)

Como veis, un zoom largo de apertura constante puede ser un instrumento realmente poderoso para realizar retratos. Un 50mm a máxima apertura nos puede servir para realizar un retrato de cuerpo entero sin problemas con un buen desenfoque del fondo, pero para cosas más cercanas se nos va a quedar un poco corto. Ya sabéis que las distancias focales largas tienden a comprimir los planos, y de ahí que nos vengan tan bien para fotografiar personas. Realizar un retrato clásico con un angular hará que la nariz y la barbilla de nuestro sujeto aparezcan más grandes de lo que son del mismo modo que las orejas aparentarán ser más pequeñas; dando lugar a una caricatura más que a un retrato como tal.

En cuanto a la apertura, disponer de un diafragma amplio nos va a permitir difuminar el fondo hasta el punto de que el espectador se va a olvidar completamente del mismo para centrar toda su atención en el sujeto retratado. Además, en caso de disponer de una luz tenue para realizar las fotografías (algo muy recomendable para retratar personas) nos va a permitir mantener unos tiempos de exposición breves que darán lugar a imágenes sin rastro de trepidación.

Apmomp (retrato horizontal)

Aun así, esto de lo que hoy os he hablado se refiere exclusivamente a la parte técnica de los retratos, que es la más sencilla de todas. Mucho más complicado es saber extraer la esencia de cada persona retratada y ser capaz de expresarla en una sola imagen. Para eso no hay apertura ni técnica que valga, porque las fotografías no se hacen; se sienten.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Al hacer una foto intenta llenar el encuadre

«Si tu foto no es lo suficientemente buena es porque no estabas lo bastante cerca».

Esta conocida frase del fotógrafo Robert Capa resume a la perfección uno de los aspectos más importantes para conseguir una fotografía atractiva: hay que tratar de llenar el encuadre con el motivo principal de la escena.

Horizontes

Para esto tendremos que acercarnos en mayor o menor medida al motivo de nuestra fotografía, pero sea cual sea la distancia focal a la que estemos disparando lo que debemos de intentar es que aquello que estamos fotografiando ocupe la mayor parte del encuadre (aunque también es importante el dejar espacio a los lados para lograr una composición armoniosa).

Listones

Este principio tan básico es algo que he empezado a aplicar a rajatabla desde que me compré el Nikon 16-85 VR (los angulares son los objetivos a los que mejor sientan este tipo de encuadres, aunque nos obligarán a situarnos a escasa distancia del motivo) y he de decir que si miro mis fotografías en Flickr veo que hay algunas recientes de las que estoy bastante orgulloso y que hace tiempo no hubiera hecho porque seguramente hubiera buscado un punto de vista no tan cercano.

Un refresco a pleno sol

Como os decía antes, no todo es ajustar el objeto (o sujeto) retratado a los bordes de la fotografía sin dejarle ni un milímetro de margen; sino que se trata de una mezcla de habilidad, sentido común y sensibilidad que se va adquiriendo a medida que aumenta el número de imágenes que hacemos.

Señal tropical

Desde la perspectiva adecuada, un grifo o un simple banco se convierten en objetos que captan la atención del espectador, ya que debido al tamaño al que están fotografíados es posible apreciar en ellos texturas y matices que de otro modo quedarían ocultos en la imagen. Yo os recomiendo que no seáis tímidos y que os acerquéis con vuestra cámara aquello que queráis retratar sin pensar en que la gente a lo mejor os toma por locos retratando una señal de tráfico a pocos centímetros. Para mí, en la fotografía lo más importante es disfrutar de lo que haces y ver las cosas desde tu propio punto de vista.

De cualquier modo, si queréis un pequeño «truco», lo que yo hago para decidir si una fotografía merece la pena o no es ver las imágenes en miniatura en las ventanas del propio sistema operativo. Si aun a ese tamaño llaman mi atención sé que en grande pueden tener cierto atractivo; pero si en pequeño no dicen nada, a mayor tamaño el resultado será igual de insulso o incluso peor.

De espaldas al sol

Lo que hoy os comento no se basa en ninguna teoría matemática ni se fundamenta en fórmulas extrañas. De hecho lo que hoy os quería contar se puede resumir simplemente en el título del artículo y las fotografías que lo ilustran.

Retrato en ByN

Y ahora… ¡A practicar mucho!   😉

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Jugando con la profundidad de campo

Aunque el tema de la profundidad de campo ya lo vimos muy por encima tanto en aquella primera entrada que hablaba sobre los cuatro principios básicos de la fotografía digital como en la que trataba de explicar qué es la distancia hiperfocal, hoy me gustaría explicaros con unas imágenes muy descriptivas la influencia de la apertura en este importante parámetro.

Detalles complutenses (I)

¿Qué es la profundidad de campo?

La profundidad de campo (PDC para los amigos) es la distancia por delante y por detrás del plano enfocado dentro de la cual los elementos se muestran nítidamente en la fotografía resultante.

Esta PDC está influenciada por cuatro factores: la distancia focal del objetivo, el tamaño del sensor de la cámara, la distancia a la que se encuentra el motivo a retratar y la apertura empleada a la hora de captar la imagen; y aunque en esta entrada me quiero centrar en la influencia de la apertura sobre la PDC, me gustaría también tocar ligeramente los tres primeros factores.

Sed

1. Distancia focal

Cuanto mayor es la distancia focal del objetivo más estrecha va a ser la PDC, y es por eso que para retratos e imágenes en las que se busca desenfocar de forma prominente los fondos se tiende a emplear teleobjetivos y, en general, ópticas largas.

Más información en: Tipos de ópticas en fotografía

2. Tamaño del sensor

Cuanto más grande es el sensor más acusado es el desenfoque a una misma apertura y distancia focal, de modo que en términos generales un mismo objetivo va a desenfocar más el fondo a la hora de hacer un retrato si lo montamos en una cámara equipada con un sensor FF que en una que lleve uno de tipo APS-C.

Más información en: Los dos tamaños de sensor en las réflex Nikon

Parking en línea

3. Distancia al motivo

La profundidad de campo es menor cuanto más cerca estamos del motivo a retratar. Por eso en fotografía macro la PDC puede llegar a ser en ocasiones de menos de un milímetro, por lo que cualquier desajuste en el enfoque de la cámara dará al traste con la nitidez de la fotografía resultante.

4. Apertura empleada

Aunque cada persona entiende la fotografía de una manera, para mí la profundidad de campo es el concepto más importante a la hora de hacer una fotografía; y eso se nota en que la inmensa mayoría de mis imágenes han sido realizadas empleando el modo de disparo conocido como «prioridad a la apertura» (se elige una apertura de diafragma y la cámara calcula la velocidad necesaria para que la exposición sea correcta). Hay otras personas que se centran más en el movimiento mediante la variación de la velocidad de disparo; pero como suelo fotografiar elementos estáticos (con excepciones) tiendo a centrarme más en los desenfoques y la nitidez de los elementos de la escena.

Como os decía, lo que pretendo con esta entrada es que asociéis la mayor o menor apertura empleada a la hora de disparar una fotografía con el efecto que esto produce sobre la profundidad de campo: ya sabemos que las aperturas grandes típicas de objetivos muy luminosos producen grandes desenfoques, pero hasta ahora no me había puesto a hablar de este tema ejemplificándolo de forma visual, así que vamos a ponernos manos a la obra con una serie de imágenes muy ilustrativas:

Aperturas intermedias (f/6.3 – f/11)

Estas son las aperturas a las que suelo disparar la mayoría de mis imágenes porque representan un buen compromiso entre nitidez, PDC y tiempo de disparo. Todos los objetivos rinden más o menos bien a f/8 como os decía en la entrada que hablaba de la importancia de conocer las limitaciones de nuestro equipo fotográfico, de modo que si queréis aseguraros un buen resultado podéis disparar a estas aperturas intermedias.

50mm 1.8D (f/8)

Un objetivo de 50mm con una apertura seleccionada de f/8. Fijaos en el bonito «juego» que hacen las laminillas del diafragma para abrirse y cerrarse a voluntad.

f/8

Como podéis ver, a f/8 las hojas en primer plano aparecen completamente enfocadas porque entran dentro de la PDC resultante, pero en el fondo de la imagen apenas se distinguen las formas difusas de unos árboles en la parte derecha y la fachada de un edificio debido al fuerte desenfoque.

Aperturas pequeñas (f/16 – f/22)

Las aperturas más pequeñas dan como resultado una gran profundidad de campo, aunque el tiempo de exposición va a alargarse bastante debido a la menor cantidad de luz que entrará a través del objetivo. Del mismo modo os recuerdo que perderemos algo de nitidez por efecto de la difracción de la luz al atravesar un orificio de pequeño tamaño.

50mm 1.8D (f/22)

Notad cómo el orificio del diafragma resultante a f/22 es minúsculo, dejando pasar muy poca luz hasta el sensor y aumentando considerablemente el tiempo de exposición. De cualquier modo, precisamente por el efecto del paso de los rayos de luz por un diafragma tan cerrado es por lo que la profundidad de campo es tan alta.

f/22

A la mínima apertura disponible podemos apreciar perfectamente detalles del fondo como farolas, señales de tráfico e incluso un campanario o una grúa de color rojo que se encuentran muy alejados del motivo retratado en primer plano.

Aperturas grandes (f/1.8 – f/2.8)

Las aperturas grandes son un bien preciado en fotografía, ya que cualquier objetivo se puede cerrar hasta aperturas bastante pequeñas (f/22 o incluso superiores) no hay ninguna manera de abrir el diafragma más allá de la máxima apertura.

Es decir, que el típico objetivo 18-55 que viene con las cámaras más básicas podremos cerrarlo hasta, por ejemplo, f/22 sin ningún problema más que los asociados a la mencionada difracción; pero si queremos abrir el diafragma más allá de f/3.5 no nos va a ser posible porque esa es la apertura máxima de la óptica (y ese f/3.5 suele ser a 18mm; ya que a distancias superiores la apertura máxima será menor).

50mm 1.8D (f/1.8)

En la imagen podéis ver un 50mm f/1.8 abierto a su máxima apertura. Además, gracias a que a esta apertura las palas del diafragma se esconden completamente en la estructura del barril, el bokeh resultante va a ser más suave que en las aperturas intermedias.

f/1.8

Fijaos que en la apertura más grande disponible (f/1.8) el desenfoque del fondo es tan fuerte que lo único que se aprecian son manchas de colores. De hecho, ni tan siquiera todas las hojas están completamente enfocadas debido a que la PDC es tan estrecha no llega a abarcar los pocos centímetros que separan las más cercanas a la cámara de las que están detrás de ellas. De hecho, aunque los dos objetivos fijos que poseo (sin contar mi ojo de pez) tienen una apertura máxima de f/1.8 no suelo abrir el diafragma más allá de f/2.5 a no ser que sea absolutamente imprescindible.

Usando la PDC a nuestro antojo

Jugando con la PDC podemos dar a nuestras imágenes una personalidad propia y mostrar en ellas lo que más nos interese resaltando el motivo principal y desenfocando el resto. Si tenéis ocasión de probar un objetivo de apertura generosa os recomiendo que fotografiéis algo a un par de metros de distancia empleando las aperturas más grandes disponibles para comprobar el aspecto que adquiere la fotografía resultante porque estoy seguro de que os va a sorprender.

Por contra, a la hora de fotografiar paisajes, carreteras que se pierden a lo lejos o inmensos campos de trigo lo que os recomiendo es que empleéis aperturas cerradas para aumentar la profundidad de campo y que así todo aparezca enfocado en la imagen resultante.

Volando aviones en las cercanías del cerro del viso

Controlar pequeños detalles como estos son los que nos van a permitir expresarnos como nosotros queramos; y por esto mismo siempre digo que es una pena tener una cámara réflex y emplearla en modo automático. Sacudios la pereza y animaos a usar los modos semiautomáticos (o incluso el modo manual) y ya veréis cómo vuestras imágenes ganan muchos enteros al ser vosotros los que definís lo que queréis obtener en vez de dejar a la electrónica de la cámara la toma de estas decisiones.

Más información (en ingles)

Depth of field (Wikipedia)

Depth of Field (Toothwalker.org)

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Aquellos maravillosos años de la infancia: 1982

La fotografía que ilustra esta entrada la hizo mi madre en El Puerto de Santa María (al igual que las dos de la correspondiente a 1981) cuando tenía dos años recién cumplidos.

En ella podéis ver que mi pelo había dejado de ser rubio para tomar un tono más castaño y que los ojos habían mutado para ir más o menos a juego con la cabellera. A lo largo de los meses siguientes el pelo se oscurecería algo más y los ojos tomarían un tono verdoso; pero ya en Enero del 82 poco quedaba de mis pintas de niño sueco con cara de no haber roto un plato.

Enero de 1982

De hecho, al ver esta imagen me doy cuenta de varias cosas: por un lado la forma de mi peinado ya se parecía ligeramente a la actual; con esa especie de remolino en el centro del flequillo que se rebela contra mí en cuanto sopla un poco de viento. Por otra parte, me llaman la atención esos dedos «porretos» que tenía por aquella época (ahora son más bien finos) así como los pedazo de mofletes que gastaba. De cualquier modo, al ver las fotografías de esta época mi madre siempre comenta que cuando estábamos en León era un auténtico glotón y que me solía zampar yo solito una fuente entera de pescado rebozado.

Por lo demás, no soy capaz de reconocer casi ninguno de los elementos que aparecen en la fotografía; pero es que con apenas dos años uno no tiene demasiada memoria, la verdad. Sin embargo sí que me acuerdo de ese triciclo en el que estoy subido y del cual sólo se ve el manillar; pero eso es porque todavía duraría unos cuantos años, hasta el punto de que incluso mi hermano disfrutó de él cuando era pequeño.

¡Hasta la próxima foto!  😉

Documental sobre Henri Cartier-Bresson: Just Plain Love

Me he encontrado en Youtube con un documental sobre Henri Cartier-Bresson que me ha parecido muy interesante; y aunque el audio está en francés, con ayuda de los subtítulos en ingés se entiende todo perfectamente.

Cartier-Bresson es considerado el padre del fotoperiodismo moderno así como uno de los precursores del uso generalizado del formato 35mm (lo habitual en esa época era utilizar cámaras más grandes y pesadas) ya que toda su vida empleó nada más que una cámara Leica y un objetivo de 50mm. Gracias a aquello supo mezclarse con la gente sin llamar la atención para retratar así mil y una escenas cotidianas como nadie más ha sabido hacerlo.

hcb_portrait

En las cinco partes de las que consta el reportaje podemos ver cómo este fotógrafo universal es capaz de jugar con nuestra mirada en cada una de sus geniales e irrepetibles fotografías y escuchar en sus propias palabras esa especial concepción de la fotografía que él tenía. Todos los aficionados a captar imágenes con nuestras cámaras tenemos mucho que aprender de él, y creo que este reportaje puede ser un buen modo de acercarse a su interesantísimo universo visual.

Improvisación al poder

Ayer por la noche mi hermano y yo bajamos después de cenar a dar una vuelta. Ambos estábamos en casa un poco empanados viendo la tele y pensamos que sería más provechoso (y saludable) estirar un poco las piernas.

No sé por qué lo hice, pero ahora me alegro de haber cogido la cámara y montar el Nikkor AF 50mm f/1.8 D en ella. “Así al menos le daré uso” -pensé-. Y no me equivocaba, porque bajando por las escaleras se me ocurrió una fotografía bastante original:

En ese momento mi hermano estaba consultando el mail en su iPhone mientras atravesábamos una zona en penumbra, así que le dije que nos podíamos acercar al jardín a ver si era capaz de captar con la cámara el brillo de la pantalla en su cara. Dicho y hecho: se sentó apoyado en una palmera para no moverse absolutamente nada, usé la bolsa de la cámara a modo de trípode (me lo he olvidado en Alcalá y ya lo he echado de menos un par de veces 😦 ) e hice una prueba que no quedó mal del todo y que me hizo ver que la fotografía era posible.

Viendo que las expectativas eran buenas, ajusté el ISO a 400, elegí un tiempo de exposición de un segundo, abrí al máximo el diafragma y disparé con ayuda del control remoto para que la cámara no vibrara lo más mínimo. El resultado nos convenció a ambos, así que me gustaría compartirlo con vosotros sobre todo porque para ser una foto completamente improvisada la iluminación (consistente en una farola que había por allí) le ha dado un aire bastante original.

Mi hermano consultando el e-mail bajo una palmera

Ensayando retratos con lo que haya a mano

Ayer a primera hora de la tarde el cuerpo me pedía echar una buena siesta antes de ponerme, como de costumbre, con mi proyecto de fin de carrera. El problema es que si me duermo después de comer tengo una empanada asegurada para lo que queda de jornada, de modo que opté por invertir  un rato en algo más creativo y provechoso: el noble arte del retrato.

Lo que ocurre es que a esas horas nadie en casa estaba muy por la labor de posar para mí y, teniendo en cuenta que llovía a cántaros en la calle, tampoco me iba a lanzar en busca de algún anónimo transeunte que quisiera servirme de inspiración. Al final miré a mi alrededor y encontré a un par de «personas» que no pusieron reparo alguno en que les enfocara con mi cámara e incluso posaron con su mejor cara para mi deleite.

Se trata de Asuka (protagonista del manga «Evangelion») y del robot RX-78 del anime Gundam: dos figuras propiedad de mi hermano que decoran las estanterías de su habitación. De la sesión de fotos que realicé he seleccionado estas tres por su colorido y expresividad. ¡Espero que os gusten!  😉

Asuka de frente

Gundam RX-78

Asuka de perfil

El 55-200 ya está en mi cámara

No ha pasado mucho tiempo desde que os comenté que para ampliar un poco mi equipo fotográfico había decidido hacerme con un teleobjetivo moderado y un 50mm luminoso. Pues bien, el miércoles a última hora de la tarde me llegó el tele (al final la versión no VR; me hicieron una oferta que no pude rechazar :mrgreen: ) y en breve caerá en mis manos el ansiado AF-D Nikkor 50mm 1:1.8 ideal para escenas con poca luz. De momento no he podido trastear mucho con el 55-200 porque esta semanita ha sido bastante aciaga en la oficina, pero por las pocas pruebas que he podido hacer en casa y a través de la ventana creo que lograré algunas fotos bastante chulas por la ciudad.

nik55200

No creáis que un teleobjetivo es sólo para paparazzis y capturadores de exclusivas a distancia, pues es una herramienta muy adecuada para retratos gracias a que su distancia focal permite desenfocar mucho el fondo y resaltar el motivo principal. Me vendrá muy bien para mis habituales fotografías a gorriones y fuentes y también para realizar algunos experimentos en tilt-shift 😛

Su nombre completo es AF-S Nikkor 55-200mm 1:4-5.6G ED y se trata de un objetivo dotado de enfoque automático mediante motor ultrasónico (por tanto plenamente compatible con las Nikon D40 / D40x / D60) y no excesivamente luminoso dado que es uno de los más sencillos en la gama de Nikon. Tiempo habrá de hacerse con un tele de gama más alta dentro de un tiempo cuando sepa sacarle el jugo a sus posibilidades; pero de momento me interesaba más practicar el tema del rango focal (el 18-55 que viene con la cámara es bueno para fotos generales de paisaje, pero se queda corto para acercarse a los detalles) que las altas prestaciones. De cualquier modo pese a que, como os digo, se trata de un objetivo bastante sencillo, fijaos en la cantidad de lentes que posee en su interior en la siguiente «radiografía»; y es que los zooms suelen ser complicados de realizar sean del rango que sean.

nikon-55-200mm-f-4-5-6g-ed-af-s-dx-zoom-nikkor453333

Podéis imaginar la complejidad de diseño y montaje de un objetivo de este tipo, y es que en estos ingenios, una desviación de medio milímetro significa la diferencia entre una buena calidad de imagen y un desastre absoluto. Cuando el objetivo enfoca o giramos el barrilete exterior para variar la distancia focal comienza un baile interior en el que participan todas las lentes y que necesita de una precisión absoluta.

Para luminosidad ya está el 50mm 1.8D que en teoría tendré en mis manos el Lunes y del que os hablaré en otro momento. De momento aprovecharé este fin de semana para experimentar un poco con este 55-200,  las distancias medio-largas y el juego que pueden dar. Así que nada; ya os podéis imaginar que en breve habrá fotos nuevas por aquí  😉

La paciencia en fotografía siempre tiene premio

Camino por aceras ardientes gracias a un sol implacable. En el bolsillo un poco de música y en la mano la cámara de fotos dispuesta a captar cualquier instante irrepetible.

Llego a una plaza sombría del centro de la ciudad y diviso una fuente que, con sus finos hilos de agua, invita a congelar su movimiento en una imagen capaz de refrescar al espectador. Lo intento una y otra vez; cambio parámetros, vuelvo a disparar… no estoy conforme con lo que capto, le falta algo… Tal vez sea por la férrea mirada de la dama de hierro que me mira desde su pedestal.

La dama de hierro

De repente una sombra pasa sobre el agua de la fuente y observo que una paloma se ha posado en la parte más alta de la misma dispuesta a dar algún que otro trago de agua. Aprovecho la situación y disparo otra ráfaga más, pero sigue sin convencerme: una paloma bebiendo agua es algo tan común que las fotografías que capto son insulsas y aburridas. El movimiento de un niño que corre en las cercanías espanta a la paloma y empiezo a pensar que no es el día de conseguir una buena imagen; puede que mañana en la tranquilidad del mediodía del lunes obtenga mejores resultados.

Sin embargo, cuando ya estaba poniendo la tapa al objetivo, un lindo gorrión aparece entre las ramas de los árboles, se coloca bajo la jaula de agua que forman los débiles caños de la fuente y allí parece feliz por un instante disfrutando de una ducha fresca que parecía necesitar. El movimiento alegre de sus alas me inspira y me hace volver a encender la cámara con mucho cuidado. Me coloco, uso el teleobjetivo y disparo unas cuantas fotografías justo antes de que otra paloma asuste al gorrión y desista definitivamente de seguir captando instantáneas.

Reviso esas últimas fotos y entre unas cuantas un poco movidas y alguna que no me decía absolutamente nada descubro una y sólo una que realmente me llena y me hace decir decir en voz alta «¡me mola!». Ese simpático gorrión me dio un pequeño premio a la paciencia que disfruté con una sonrisa mientras me dirigía hacia casa: hoy volví a descubrir el placer de esperar pacientemente a que las buenas imágenes aparezcan ante los ojos.

Una buena ducha