Jugando con la profundidad de campo

Aunque el tema de la profundidad de campo ya lo vimos muy por encima tanto en aquella primera entrada que hablaba sobre los cuatro principios básicos de la fotografía digital como en la que trataba de explicar qué es la distancia hiperfocal, hoy me gustaría explicaros con unas imágenes muy descriptivas la influencia de la apertura en este importante parámetro.

Detalles complutenses (I)

¿Qué es la profundidad de campo?

La profundidad de campo (PDC para los amigos) es la distancia por delante y por detrás del plano enfocado dentro de la cual los elementos se muestran nítidamente en la fotografía resultante.

Esta PDC está influenciada por cuatro factores: la distancia focal del objetivo, el tamaño del sensor de la cámara, la distancia a la que se encuentra el motivo a retratar y la apertura empleada a la hora de captar la imagen; y aunque en esta entrada me quiero centrar en la influencia de la apertura sobre la PDC, me gustaría también tocar ligeramente los tres primeros factores.

Sed

1. Distancia focal

Cuanto mayor es la distancia focal del objetivo más estrecha va a ser la PDC, y es por eso que para retratos e imágenes en las que se busca desenfocar de forma prominente los fondos se tiende a emplear teleobjetivos y, en general, ópticas largas.

Más información en: Tipos de ópticas en fotografía

2. Tamaño del sensor

Cuanto más grande es el sensor más acusado es el desenfoque a una misma apertura y distancia focal, de modo que en términos generales un mismo objetivo va a desenfocar más el fondo a la hora de hacer un retrato si lo montamos en una cámara equipada con un sensor FF que en una que lleve uno de tipo APS-C.

Más información en: Los dos tamaños de sensor en las réflex Nikon

Parking en línea

3. Distancia al motivo

La profundidad de campo es menor cuanto más cerca estamos del motivo a retratar. Por eso en fotografía macro la PDC puede llegar a ser en ocasiones de menos de un milímetro, por lo que cualquier desajuste en el enfoque de la cámara dará al traste con la nitidez de la fotografía resultante.

4. Apertura empleada

Aunque cada persona entiende la fotografía de una manera, para mí la profundidad de campo es el concepto más importante a la hora de hacer una fotografía; y eso se nota en que la inmensa mayoría de mis imágenes han sido realizadas empleando el modo de disparo conocido como «prioridad a la apertura» (se elige una apertura de diafragma y la cámara calcula la velocidad necesaria para que la exposición sea correcta). Hay otras personas que se centran más en el movimiento mediante la variación de la velocidad de disparo; pero como suelo fotografiar elementos estáticos (con excepciones) tiendo a centrarme más en los desenfoques y la nitidez de los elementos de la escena.

Como os decía, lo que pretendo con esta entrada es que asociéis la mayor o menor apertura empleada a la hora de disparar una fotografía con el efecto que esto produce sobre la profundidad de campo: ya sabemos que las aperturas grandes típicas de objetivos muy luminosos producen grandes desenfoques, pero hasta ahora no me había puesto a hablar de este tema ejemplificándolo de forma visual, así que vamos a ponernos manos a la obra con una serie de imágenes muy ilustrativas:

Aperturas intermedias (f/6.3 – f/11)

Estas son las aperturas a las que suelo disparar la mayoría de mis imágenes porque representan un buen compromiso entre nitidez, PDC y tiempo de disparo. Todos los objetivos rinden más o menos bien a f/8 como os decía en la entrada que hablaba de la importancia de conocer las limitaciones de nuestro equipo fotográfico, de modo que si queréis aseguraros un buen resultado podéis disparar a estas aperturas intermedias.

50mm 1.8D (f/8)

Un objetivo de 50mm con una apertura seleccionada de f/8. Fijaos en el bonito «juego» que hacen las laminillas del diafragma para abrirse y cerrarse a voluntad.

f/8

Como podéis ver, a f/8 las hojas en primer plano aparecen completamente enfocadas porque entran dentro de la PDC resultante, pero en el fondo de la imagen apenas se distinguen las formas difusas de unos árboles en la parte derecha y la fachada de un edificio debido al fuerte desenfoque.

Aperturas pequeñas (f/16 – f/22)

Las aperturas más pequeñas dan como resultado una gran profundidad de campo, aunque el tiempo de exposición va a alargarse bastante debido a la menor cantidad de luz que entrará a través del objetivo. Del mismo modo os recuerdo que perderemos algo de nitidez por efecto de la difracción de la luz al atravesar un orificio de pequeño tamaño.

50mm 1.8D (f/22)

Notad cómo el orificio del diafragma resultante a f/22 es minúsculo, dejando pasar muy poca luz hasta el sensor y aumentando considerablemente el tiempo de exposición. De cualquier modo, precisamente por el efecto del paso de los rayos de luz por un diafragma tan cerrado es por lo que la profundidad de campo es tan alta.

f/22

A la mínima apertura disponible podemos apreciar perfectamente detalles del fondo como farolas, señales de tráfico e incluso un campanario o una grúa de color rojo que se encuentran muy alejados del motivo retratado en primer plano.

Aperturas grandes (f/1.8 – f/2.8)

Las aperturas grandes son un bien preciado en fotografía, ya que cualquier objetivo se puede cerrar hasta aperturas bastante pequeñas (f/22 o incluso superiores) no hay ninguna manera de abrir el diafragma más allá de la máxima apertura.

Es decir, que el típico objetivo 18-55 que viene con las cámaras más básicas podremos cerrarlo hasta, por ejemplo, f/22 sin ningún problema más que los asociados a la mencionada difracción; pero si queremos abrir el diafragma más allá de f/3.5 no nos va a ser posible porque esa es la apertura máxima de la óptica (y ese f/3.5 suele ser a 18mm; ya que a distancias superiores la apertura máxima será menor).

50mm 1.8D (f/1.8)

En la imagen podéis ver un 50mm f/1.8 abierto a su máxima apertura. Además, gracias a que a esta apertura las palas del diafragma se esconden completamente en la estructura del barril, el bokeh resultante va a ser más suave que en las aperturas intermedias.

f/1.8

Fijaos que en la apertura más grande disponible (f/1.8) el desenfoque del fondo es tan fuerte que lo único que se aprecian son manchas de colores. De hecho, ni tan siquiera todas las hojas están completamente enfocadas debido a que la PDC es tan estrecha no llega a abarcar los pocos centímetros que separan las más cercanas a la cámara de las que están detrás de ellas. De hecho, aunque los dos objetivos fijos que poseo (sin contar mi ojo de pez) tienen una apertura máxima de f/1.8 no suelo abrir el diafragma más allá de f/2.5 a no ser que sea absolutamente imprescindible.

Usando la PDC a nuestro antojo

Jugando con la PDC podemos dar a nuestras imágenes una personalidad propia y mostrar en ellas lo que más nos interese resaltando el motivo principal y desenfocando el resto. Si tenéis ocasión de probar un objetivo de apertura generosa os recomiendo que fotografiéis algo a un par de metros de distancia empleando las aperturas más grandes disponibles para comprobar el aspecto que adquiere la fotografía resultante porque estoy seguro de que os va a sorprender.

Por contra, a la hora de fotografiar paisajes, carreteras que se pierden a lo lejos o inmensos campos de trigo lo que os recomiendo es que empleéis aperturas cerradas para aumentar la profundidad de campo y que así todo aparezca enfocado en la imagen resultante.

Volando aviones en las cercanías del cerro del viso

Controlar pequeños detalles como estos son los que nos van a permitir expresarnos como nosotros queramos; y por esto mismo siempre digo que es una pena tener una cámara réflex y emplearla en modo automático. Sacudios la pereza y animaos a usar los modos semiautomáticos (o incluso el modo manual) y ya veréis cómo vuestras imágenes ganan muchos enteros al ser vosotros los que definís lo que queréis obtener en vez de dejar a la electrónica de la cámara la toma de estas decisiones.

Más información (en ingles)

Depth of field (Wikipedia)

Depth of Field (Toothwalker.org)

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Los modos de disparo

Hace ya unos meses redacté una entrada en este blog para animaros a que perdiérais el miedo a disparar en modo manual con cámaras que contaran con dicha función. Sin embargo, creo que sería importante explicar también el funcionamiento en el que se basan el resto de modos de disparo presentes en el dial de funciones para que así en una próxima entrada podamos hablar sobre algo que está íntimamente relacionado con los modos semiautomáticos: la compensación de exposición.

Vamos a repasar, pues, los modos de disparo más habituales en las cámaras réflex; aunque eso no quiere decir que el artículo no sea de utilidad  para usuarios de otras cámaras porque, aunque puede que no todos, también tendrán disponibles algunos de estos modos.

De todas formas, existen también una serie de modos programados (macro, retrato, noche…) en los que no entraremos porque no os van a enseñar a hacer mejores fotografías y lo único que hacen es elegir automáticamente los parámetros que vosotros mismos elegiréis en cuanto sepáis manejar los modos semiautomáticos así como el modo manual. Se trata de situaciones de disparo sobre las que hablaremos en el futuro, ya que llevo tiempo dándole vueltas a la idea de comentar lo más importante de ciertos tipos de fotografías.

Las cámaras en general son muy agradecidas con el fotógrafo: cuanto menos dejemos en manos de la cámara, mejores resultados obtendremos (al menos a medio plazo). Es una pena comprarse una cámara réflex y nunca usar otra cosa que no sea el modo automático, pues en tal caso una simple compacta nos hubiera hecho prácticamente el mismo servicio pero a un coste y un peso mucho menores.

En cualquier caso, antes de meternos en faena me gustaría señalar que durante toda la explicación voy a emplear una serie de términos fundamentales con los que convendría que estuviérais familiarizados. En concreto sería bueno que supiérais a lo que me refiero cuando hablo de apertura, tiempo de exposición y sensibilidad ISO. Si andáis despistados con esos conceptos le podéis echar un vistazo al primer artículo técnico que escribí llamado «Cuatro conceptos básicos sobre fotografía» en el que los comento de una forma bastante simple.

Manual (M)

Este es el modo que nos va a permitir controlar tanto la apertura del objetivo como el tiempo de exposición. Jugando con ambos parámetros vamos a variar la cantidad de luz que alcanza el sensor y, por tanto, el grado de exposición de la fotografía. Además, cada uno de estos dos parámetros juega un papel fundamental sobre el aspecto final de la imagen, pero eso lo veremos cuando echemos un vistazo a otros modos que vendrán después.

Baldo

Para ayudarnos a conseguir una exposición equilibrada en modo manual contamos con la ayuda del exposímetro, que no es otra cosa que una barra en el visor (o en la pantalla) que nos indica mediante su desplazamiento a un lado u otro si la foto quedará demasiado oscura (subexposición) o demasiado clara (sobreexposición).

En cualquier caso, en la entrada a la que me refería al inicio de este artículo tenéis todos los detalles sobre el manejo de este modo de disparo, por lo que os remito a ella si queréis profundizar un poco más en el tema.

Prioridad a la apertura (A o Av)

En este primer modo semiautomático vamos a jugar con la apertura del objetivo, dejando que la cámara elija la velocidad de disparo adecuada para conseguir una exposición equilibrada (exposímetro al centro).

Si con la rueda de control elegimos un diafragma más abierto (entra más luz por el objetivo) la cámara aumentará la velocidad de disparo en consecuencia. Del mismo modo, si cerramos el diafragma, el tiempo de exposición será más largo para que al final la cantidad de luz que alcance el sensor sea la misma durante la toma de la fotografía.

Este modo se suele emplear cuando lo que queremos controlar son los desenfoques del segundo plano, ya que es lo que más va a variar al modificar este parámetro. Aperturas grandes harán que los fondos se desenfoquen de forma prominente (ideal para retratos) y las más pequeñas aumentarán la profundidad de campo haciendo que aparezca casi todo nítido en la imagen; algo que nos vendrá muy bien para la fotografía de paisajes aplicando la técnica de la distancia hiperfocal.

Sed

35mm, f/2.2, 1/50, ISO 200

Como contrapartida hay que tener en cuenta que la cámara calcula la velocidad de disparo por nosotros, por lo que en condiciones de iluminación escasa es posible que la velocidad de disparo baje tanto que la fotografía quede trepidada (movida). En caso de no querer / poder abrir más el diafragma podemos rebajar el tiempo de exposición aumentando la sensibilidad ISO, o bien podemos emplear un objetivo estabilizado para evitar la trepidación de la imagen a velocidades de disparo lentas.

Prioridad a la velocidad (S o Tv)

Si habéis comprendido en qué consiste el modo anterior, éste no representa ningún misterio. Empleando el modo de prioridad a la velocidad jugaremos con dicho parámetro, encargándose la cámara de elegir la apertura adecuada para equilibrar la exposición.

Este modo se suele emplear para fotografiar cosas en movimiento o bien si queremos evitar la trepidación de las imágenes. Fijaremos la velocidad deseada (lenta si queremos plasmar el movimiento o rápida si queremos congelarlo) y la apertura del diafragma se ajustará en consecuencia, por lo que perderemos la capacidad de jugar con el desenfoque de los fondos.

En medio de la noche

35mm, f/2.5, 1/10, ISO 400

Salto de andenes

200mm, f/8, 1/800, ISO 200

Si elegimos una velocidad de disparo con una iluminación escasa es posible que el diafragma no pueda alcanzar la apertura necesaria (se podrá abrir como máximo hasta el número f del objetivo) y entonces tendremos que subir la sensibilidad ISO para que la cámara nos permita hacer la fotografía. Por eso mismo los teleobjetivos con grandes aperturas y las cámaras réflex con ISOs muy altos son bienes preciados entre los reporteros gráficos encargados de cubrir eventos deportivos, ya que congelar un fórmula 1 en plena recta de meta es tarea complicada si el día está completamente nublado.

Programa (P)

En este caso estamos ante un modo que es prácticamente automático, pues la cámara será la que elija por nosotros tanto la apertura como la velocidad de disparo. Lo que ocurre es que en esta ocasión podremos modificar cualquier otro parámetro de la cámara como el uso del flash, los puntos de enfoque a emplear, el tipo de medición, la sensibilidad ISO…

Anónima cazadora de recuerdos

Es un modo un poco «de compromiso»: no es muy recomendable porque la cámara va a escoger por si misma estos dos parámetros tan importantes, por lo que no nos va a permitir jugar ni con la velocidad de disparo ni con los efectos de desenfoque; dos cosas que darán una personalidad propia a nuestras imágenes y que nadie debería elegir por nosotros.

Automático (AUTO o cuadro verde)

Si el modo anterior no era muy recomendable, éste lo es todavía menos. Empleándolo nuestro único papel al hacer la fotografía será el de componer la escena y apretar el disparador; algo muy poco recomendable si queremos mejorar nuestra técnica fotográfica.

Mercado medieval 2009

Si la iluminación es insuficiente el flash se activará (dando lugar a situaciones como la que os comentaba cuando hablamos de este elemento), la sensibilidad ISO se ajustará según el criterio de la cámara, el enfoque siempre se hará sobre el objeto más cercano al objetivo… En definitiva no tendremos ningún control sobre el proceso de la toma de la fotografía más allá de apuntar la cámara y disparar.

Y sí, habrá quien diga que eso es muy útil para quien no sepa nada sobre fotografía, pero si lo pensáis un poco, merece más la pena empezar usando un modo semiautomático y así al menos ver que en función de los parámetros que tocamos conseguimos unos efectos u otros.

Reflexiones finales

Entiendo que todo tiene un comienzo y que nadie nace sabiendo; pero como os decía al principio del artículo, emplear una réflex exclusivamente en modo automático es un desperdicio de posibilidades.

Lo que yo os recomiendo si os acabáis de comprar una cámara que disponga de modos semiautomáticos (el manual podéis dejarlo al margen de momento) es que empecéis a jugar con ellos desde el primer día. Seguramente las primeras fotografías serán un desastre: algunas quedarán movidas, en otras aparecerán zonas de la imagen desenfocadas que nos hubiera gustado ver nítidas… pero si tenéis claro qué es lo que estáis haciendo y cómo afectan a la imagen la apertura y la velocidad de disparo, poco a poco veréis que vuestras imágenes van ganando en calidad y al final seréis vosotros los que mandéis sobre la cámara y no al revés.

La sombra del agua

La fotografía es una cuestión de paciencia, y si dedicáis un rato a comprender cómo funciona esa cámara que os acabáis de comprar podréis sacarle mucho más partido en el futuro. Yo, por mi parte, lo único que puedo hacer es arrojar luz sobre algunas cuestiones en estos artículos precisamente para que perdáis el miedo y os deis cuenta de que cualquier persona puede hacer fotografías bastante buenas con tan sólo saber un par de conceptos básicos.