Primeras impresiones con la D300

Aunque después de la entrada anterior esto no os pillará por sorpresa, me gustaría contaros que al final he decidido liarme la manta a la cabeza y hacerme con una cámara réflex de altas prestaciones; concretamente una Nikon D300. Cámara que llegó a mis manos hace apenas unas horas y de la que me gustaría compartir con vosotros algunas impresiones iniciales.

Relevo generacional

Confieso que ya llevaba un tiempo pensando en comprar una D90 que sustituyera a mi humilde D40; pero ante la inminente presentación de su sucesora decidí dejar el tema aparcado durante un tiempo para ver qué iba a ofrecer la marca japonesa, no fuera a ser que luego me arrepintiera por no haber sido capaz de esperar un par de meses.

Sin embargo, hace cosa de una semana llegué a la conclusión de que ya que antes o después iba a renovar la cámara (y viendo que esto de la fotografía es algo que tengo muy arraigado) tal vez sería más lógico subir otro escalón más y hacerme con una cámara de prestaciones profesionales como esta D300 que ahora descansa en mi escritorio. No es que una D90 sea una mala cámara ni mucho menos; pero está claro que si la D300 ha sido hasta hace pocos meses el buque insignia de Nikon en lo que a formato DX se refiere, sé que no me iba a arrepentir si me hacía con ella por mucho que mejoren la D90 en su próxima encarnación.

Lo que le pedía a la nueva cámara

Tal vez algunos ya sepáis que a la hora de plantearme la compra de algún nuevo «gadget» siempre hago una lista de requisitos que ha de cumplir; y en el caso de la nueva cámara estas eran mis peticiones:

  • Buen rendimiento a ISOs altos: sobre todo pensando en fotografías realizadas en interiores y bajo condiciones de iluminación escasa.
  • Compatibilidad con objetivos AF: hay joyas por ahí a precios interesantes que me permitirían hacer muy buenas fotos. De hecho, una de mis metas a largo plazo es hacerme con un teleobjetivo f/2.8; y al tener una cámara compatible con ópticas AF el abanico se amplía considerablemente.
  • Formato DX: tener una cámara Full Frame implica una inversión en ópticas bestial y no estoy dispuesto a ello.

Es verdad que una D90 también cumplía con estos puntos; pero a la hora de decidirme a dar este salto también pesaron en mi decisión cosas como las 51 zonas de enfoque, el cuerpo sellado contra lluvia y suciedad, los RAW a 14 bits, la pantalla de 3″ y 920000 puntos, el amplio visor con 100% de cobertura, la medición matricial con objetivos sin CPU, la velocidad de disparo en ráfaga… Son cosas que, si bien no son indispensables para mí, podrían ser de utilidad bajo determinadas circunstancias.

Primeras impresiones

Para poneros un poco en antecedentes, os contaré que la Nikon D300 se presentó junto con la D3 compartiendo con ella muchas de sus características y que hasta la aparición de la D300s a finales de 2009 fue la Nikon tope de gama en formato DX. Dicha revisión añadió la posibilidad de grabar vídeo (cosa que a mí ni me va ni me viene) pero mantuvo el resto de características prácticamente idénticas que su predecesora, por lo que sigue siendo una grandísima cámara en todos sus aspectos.

De cualquier modo, no es momento para hablaros a nivel técnico de la nueva máquina; más que nada porque hoy ha sido un día muy intenso en la oficina y apenas he podido probar un rato la cámara a última hora de la tarde. Sin embargo, sí que os puedo narrar mis primeras sensaciones al poner mis manos sobre la D300.

En primer lugar he de decir que la cámara es grande y pesada como ella sola. Mi impresión cuando la saqué de la caja y sostuve el cuerpo en mis manos por primera vez fue la de estar sujetando un ladrillo: tanto por su robustez (el chasis está fabricado con una aleación de magnesio) como por la sobriedad de sus líneas y sus 925 gramos de peso. De hecho, en la siguiente imagen que he captado hace apenas un rato tenéis a la D300 junto a la D40 que me ha acompañado a todas partes durante los últimos veinte meses para que podáis ver de un simple vistazo la diferencia de tamaño entre ambas (y en Flickr hay una imagen más clarificadora todavía).

También me gustaría comentaros que el cuerpo de la cámara posee una gran cantidad de palancas y botones que nos van a permitir cambiar instantáneamente cosas como el modo y los puntos de enfoque, la medición de la luz, la sensibilidad ISO, el balance de blancos… Se nota que las cámaras de esta gama están diseñadas con la velocidad en mente, ya que si estamos inmortalizando un evento deportivo o el vuelo de un águila sobre unos peñascos no podemos permitirnos el lujo de ponernos a navegar por los menús para cambiar algún parámetro y de ahí la razón de ser de todos esos accesos directos.

Otra cosa que me ha llamado mucho la atención es que los objetivos que parecían grandes en la D40 ahora parecen haber encogido una vez montados en la nueva cámara. Mención especial para el clásico Nikkor AF 50mm f/1.8 D, que parece desaparecer entre las formas de la D300. En estos cuerpos tan grandes quedan mucho más balanceados los pepinos como los 70-200 f/2.8 o cosas así, ya que las cámaras de pequeño tamaño parecen casi de juguete cuando se acoplan a ópticas de semejantes dimensiones. Todavía no he probado mi ojo de pez Falcon en la D300, pero seguro que no queda tan aparatoso como en la que hasta ahora ha sido mi cámara habitual.

Review Falcon 8mm fisheye f/3.5

En otro orden de cosas el visor es bastante más grande que el de la D40, los 51 puntos de enfoque me parecen casi infinitos, el disparo en ráfaga va a ritmo de metralleta y el agarre es magnífico gracias al recubrimiento de goma blanda en las zonas adecuadas. Pequeños detalles que redondean el conjunto que conforma toda la máquina.

Ya poco más me queda por contaros; sobre todo teniendo en cuenta que mi contacto con la máquina ha sido bastante breve durante el día de hoy. En estos momentos me estoy estudiando el manual de 450 páginas que viene con la cámara y estoy configurando diversos aspectos para dejar la máquina a mi gusto, ya que una de las mejores cosas que tienen las cámaras de gama alta es que las posibilidades de personalización son tan grandes que con un poco de tiempo puedes adaptar la cámara perfectamente a tu estilo de fotografía.

De momento no os puedo ofrecer ninguna imagen tomada con la recién llegada porque antes de lanzarme a hacer fotografías como un loco (supongo que este fin de semana será el estreno «de verdad») quiero familiarizarme con ella. Ya sabéis lo importante que es para mí conocer bien el equipo fotográfico para así sacarle todo el rendimiento posible; de modo que prefiero tomarme las cosas con calma y así no verme desbordado por la cantidad de opciones y posibilidades que ofrece una máquina de estas características. Lo único que sé es que ahora se abre una nueva etapa en mi relación con la fotografía y que aprender a dominar esta D300 será un reto muy divertido del que saldrán varios artículos relacionados.

Miradas

Reviews consultadas antes de la compra de la D300 (en inglés)

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Los problemas de pasarse a Full Frame

Hace tiempo estuvimos hablando de los dos tamaños de sensor en las cámaras réflex digitales (al menos en lo que a Nikon se refiere, aunque esta distinción también se da en Canon o en Sony por ejemplo). En general, los modelos tope de gama de estas marcas son los que van equipados con sensores de tamaño completo (también denominados Full Frame o directamente FF) que tienen las mismas dimensiones que un negativo fotográfico de 35mm, mientras que las inferiores llevan sensores de tipo APS-C que poseen unas medidas más reducidas como podéis apreciar en la siguiente imagen.

Sensores Full Frame y APS-C

Pues bien, ya sabemos que el mundo de la electrónica de consumo siempre va de arriba a abajo, y poco a poco los modelos de cámaras equipadas con sensores de tamaño completo se van extendiendo por las gamas de los fabricantes. En el caso de Nikon, ya no sólo las D3, D3s y D3x van equipadas con estos sensores, sino que la D700 también lo lleva, siendo bastante más barata (aunque lo mejor sería decir «menos cara») que sus hermanas mayores.

Algo más que una simple diferencia de precio

Como os digo, si vemos el catálogo completo de Nikon vamos a ver que la diferencia de precio entre una D300s (el tope de gama actual en sensor DX) y una D700 (que en esencia es una D300 con sensor FX) no es demasiado elevada; o al menos es lo suficientemente reducida como para hacernos dudar si no merecerá la pena dar directamente el salto a Full Frame. En concreto, la primera sale por unos 1300 euros y la segunda por aproximadamente 2000. Y aunque esos setecientos euros son una pasta se miren por donde se miren, hay muchos usuarios que aplican lo de «caballo grande ande o no ande» y acaban optando por la D700 sin saber muy bien qué es lo que buscan en una cámara.

Los sensores Full Frame tienen mayor rango dinámico, mejoran la relación señal / ruido a sensibilidades elevadas, tienen una definición muy buena, los angulares mantienen intacta su distancia focal… pero también llevan aparejadas una serie de desventajas en las que algunas personas no pensaron cuando se deshicieron de su cámara APS-C para pasarse al sensor FF.

Estamos de acuerdo en que la diferencia de precio entre una cámara APS-C tope de gama y una FF tal vez no sea demasiado elevada; pero el verdadero gasto vendrá a la hora de «calzar» dicha cámara con las ópticas adecuadas: en términos generales las ópticas para FF son mucho más caras que en APS-C, pesan y abultan mucho más y, lo que es peor, nos va a dar la sensación de que no nos acercan lo suficiente al motivo a fotografiar.

El factor de recorte

Técnicamente, al no haber factor de recorte, un objetivo de 200mm en una cámara Full Frame es un 200mm, no hay más. En APS-C ese 200mm cerraría su ángulo de visión para dar el equivalente a un 300mm en Nikon (1,5x) o 320mm en Canon (1,6x); algo que adoran los amantes de los animales salvajes y las competiciones deportivas. Sin embargo, en FF para «acercarnos» al sujeto como en nuestra anterior cámara APS-C tendremos que comprar un 300mm «de verdad» con las consecuencias que esto implica para el bolsillo y la espalda.

Vamos a ver esto empleando como ejemplo dos teleobjetivos fijos con características técnicas similares (AF-S, VR y f/2.8) montados sobre cámaras Nikon:

Teleobjetivo Nikkor 300 mm f/2.8 ED-IF AF-S VR

  • Dimensiones: 268 x 124 mm
  • Peso: 2850 gr
  • Precio aproximado: 5000 euros

Teleobjetivo Nikkor 400 mm f/2.8 G ED AF-S VR

  • Dimensiones: 368 x 159 mm
  • Peso: 4620 gr
  • Precio aproximado: 8000 euros

Como podéis ver, el teleobjetivo de 400mm pesa y cuesta prácticamente el doble que el de 300mm y además es 10 cm más largo. Y la cosa es que en términos de ángulo de visión, el 300mm montado sobre una cámara DX equivaldrá a un 450mm, por lo que ni siquiera con el 400mm montado en nuestra cámara FX podremos acercarnos tanto al motivo a fotografiar. Esto va a dar lugar al síndrome «no estoy lo bastante cerca» que ha afectado a numerosos usuarios que han dado el salto a Full Frame y se han encontrado con un 200mm se queda corto para fotografiar ese gorrión que saldrá volando si damos un paso más.

Además, hay otro «problema» añadido: la gente que pretende encontrar un objetivo todoterreno para FF como los 18-200 que hay en formato APS-C con los que se puede ir a pasar el día con la cámara a cuestas sin mayor problema lo llevan claro. Para conseguir esas distancias focales en FF apenas hay opciones; y de hecho casi lo único que hay en ese sentido es el Canon EF 28-300mm f/3.5-5.6L IS USM que cuesta 2500 euros, pesa 1,7 Kg y es un mostrenco que abulta como un 70-200 f/2.8. Vamos, ideal para ir de excursión a la montaña con la cámara colgada del cuello.

Los objetivos de focal variable para cámaras con sensor de 35mm rara vez alcanzan relaciones de zoom más allá de 3x o como mucho 4x. Ópticas como 14-24 (1,7x), 35-70 (2x), 24-85 (3,5x) ó 70-300 (4,3x) son lo habitual; mientras que en DX es muy común encontrar en el mercado zooms de rango focal 18-135 (7,5x), 18-200 (11,1x) e incluso un 18-270 (15x) fabricado por Tamron.

Conclusión

No hay duda de que una cámara Full Frame da una calidad de imagen impresionante, pero eso no quiere decir que las cámaras con sensor APS-C no tengan su público. De hecho, en el caso de que os gusten las fotografías de naturaleza así como retratar eventos en los que no nos queda más remedio que estar alejados del sujeto principal (partidos de tenis, mítines políticos, aviones despegando…) tenéis en el factor de recorte a un buen aliado, ya que para conseguir distancias focales semejantes en una cámara Full Frame vais a necesitar dos cosas: ser millonarios y estar bastante fuertes.

Evidentemente no seré yo el que os desaconseje la compra de una cámara FF «porque sí», ya que son una verdadera maravilla visual y allá cada uno lo que haga con su dinero; pero sí que os diré que meditéis muy bien si realmente le vais a poder sacar todo el partido posible. Tened en cuenta que en el mundillo de las cámaras réflex son las ópticas y no la cámara las que marcan el límite entre las fotografías que podréis o no podréis hacer; y en Full Frame el dinero que hay que pagar por elevar ese límite aumenta considerablemente.

Recomendaciones a la hora de comprar una cámara digital

Aprovechando que se acercan las Navidades y que uno de los regalos estrella de estas fechas suelen ser las cámaras digitales, me gustaría hoy hacer un pequeño repaso a los tres tipos más habituales de cámaras que podemos encontrar en las tiendas.

Cierto es que en comercios especializados podemos encontrar todavía cámaras de carrete, cámaras de medio formato y cosas así pero, como os digo, hoy me gustaría centrarme en lo más habitual: las típicas cámaras que podemos encontrar en cualquier centro comercial y que son lo que la inmensa mayoría de la gente buscará en las próximas semanas.

Cámaras compactas

Son las más vendidas con diferencia desde la popularización de las cámaras digitales. En los últimos tiempos han avanzado las ventas de los otros dos tipos de cámaras que luego veremos; pero a día de hoy las compactas son las que más rápidamente vuelan de las estanterías de las tiendas. Además, todas ellas graban vídeo, lo que puede ser un aliciente para algunos usuarios.

Una cámara compacta no abulta mucho más que un paquete de cigarrillos y gracias a ello podemos llevarla en el bolsillo de una chaqueta o en un pequeño bolso sin que apenas notemos que está ahí. En los últimos modelos se prescinde de cualquier visor óptico de tal modo que el encuadre de la fotografía lo realizaremos utilizando la pantalla trasera de la cámara, que suele tener un tamaño de unas tres pulgadas en diagonal.

Por lo general poseen un zoom óptico de entre tres y cuatro aumentos y de un tiempo a esta parte se están poniendo de moda los objetivos angulares para poder realizar fotos de grupo en las que quepa todo el mundo en la imagen. De todos modos, no esperéis milagros en estas cámaras, pues sus ópticas no suelen ser demasiado luminosas y a veces podemos ver deformaciones en las imágenes debido al compromiso entre tamaño y calidad.

Una cámara compacta no tiene rival para llevarla encima y hacer fotografías de todo lo que se nos cruce por delante. Yo mismo tengo una Sony Cybershot DSC-P200 que viene conmigo cuando no llevo la réflex encima y, desde luego, no tengo pensado desprenderme de ella pese a que tiene sus limitaciones porque me resulta muy práctica para ciertas situaciones.

Las desventajas de las compactas vienen derivadas precisamente de su pequeño tamaño: el sensor es mucho más pequeño que el de una réflex y eso hace que las imágenes presenten un ruido bastante importante en cuanto subimos la sensibilidad ISO (la densidad de píxels es tremenda) y no es posible realizar desenfoques acusados con ellas por la construcción de sus ópticas.

Una compacta básica nos puede costar poco más de 100 euros, mientras que una de gama media superará los 200; por lo que el desembolso no es demasiado grande en términos generales.

Cámaras bridge

Una bridge es una cámara que se encuentra a medio camino entre una compacta y una réflex. Llevan un objetivo único con un zoom bastante potente (suelen rondar los doce o quince aumentos; pero hay modelos que llegan a los veinte) y para albergarlo poseen un cuerpo algo más aparatoso que recuerda en cierto modo al de las réflex por su forma.

El enfoque también se realiza con ayuda de la pantalla situada en la parte trasera (que puede ser basculante) y en los modelos más recientes se han incorporado sistemas de estabilización para ayudar a que las imágenes queden nítidas disparando a las distancias focales más largas. Últimamente también se ha puesto de moda el incluir la posibilidad de disparar en formato RAW con las posibilidades de post-proceso que esto ofrece.

La gran ventaja de las bridge es que ofrecen un zoom muy potente en un cuerpo más o menos pequeño y ligero. Algo que agradecerán los excursionistas (de campo o de ciudad) que no quieren cargar con un equipo muy pesado y buscan la polivalencia de un equipo que les permita pasar de teleobjetivo a angular en un momento y sin andar cambiando de objetivo. Al igual que las compactas, todas ellas (al menos que yo sepa) son capaces de grabar vídeo.

Los problemas de las bridge vienen dados principalmente porque el sensor no es mucho más grande que el de una compacta (los problemas de ruido siguen presentes en cuanto subimos la sensibilidad ISO) y el amplio rango del zoom hace que se presenten defectos ópticos en algunas distancias focales como pérdidas de nitidez en la posición de teleobjetivo y distorsión de barril usando el angular.

Las cámaras bridge son algo más caras que las compactas de gama equivalente, costando una bastante básica en torno a los 250 euros y las de gama media sobre los 400.

Cámaras réflex

De las réflex no os contaré gran cosa, pues casi todos los artículos de esta sección del blog están basados en este tipo de cámaras y a estas alturas ya tendréis una idea hecha de qué nos pueden ofrecer. En cualquier caso, a nivel de funcionamiento os remitiré a una entrada en la que explicaba en pocos párrafos cómo funciona una réflex.

Las cámaras réflex siempre tienen ópticas intercambiables, y ahí es donde reside la potencia de estas. Lo habitual es que con la cámara venga un objetivo «de kit», que suele tener unas características bastante normalitas. Suelen ser modelos con una distancia focal de 18 a 55 mm y apertura rondando f/4 que, si bien en la distancia más corta puede cumplir con soltura, enseguida veremos que se nos va quedar muy justo para acercarnos a los detalles lejanos, por lo que enseguida pensaremos en hacernos con un teleobjetivo.

Por cierto, de un tiempo a esta parte, la práctica totalidad de los modelos de réflex que salen al mercado son capaces de grabar vídeo. No puedo decir que lo hagantodas porque por ejemplo la reciente Nikon D3000 no posee esta característica; pero sí que es algo que antes era impensable y ahora es de lo más habitual. Y todo esto por la adopción del sistema Live View, que no es otra cosa que la posibilidad de enfocar y componer las fotografías empleando la pantalla de la cámara. Claro, una vez que la imagen se visualiza en una pantalla digital, el grabarla en una tarjeta de memoria es algo trivial, y de ahí la adopción general de la grabación de vídeo.

De todos modos, en las cámaras réflex la diferencia de calidad en las imágenes la marca el objetivo que llevemos acoplado, por lo que conviene optar por un cuerpo no demasiado caro y así poder comprar una óptica acorde con nuestras necesidades más adelante. Yo recomiendo empezar con la óptica del kit y, una vez que veamos qué es lo que más nos gusta hacer, optar por un objetivo acorde con ello. Tal vez sea el macro, la fotografía de aves o los paisajes; y en cada uno de estos casos necesitaremos ópticas diferentes.

En cuanto a precios, las cámaras réflex más sencillas (Nikon D3000, Canon 1000D…) suelen costar unos 500 euros y vienen acompañadas de un objetivo básico. Si nos vamos a la gama media (Nikon D90, Canon 450D) tendremos que hacernos a la idea de que el coste se nos irá a los 900 euros aproximadamente por un conjunto de cuerpo más objetivo básico.

Conclusiones

Como veis, cada tipo de cámara tiene sus potenciales usuarios: las compactas están orientadas a personas que quieren tener un recuerdo visual de los sitios a los que van sin complicarse mucho la vida. Las bridge están un escalón por encima y vendrán bien a usuarios que busquen polivalencia en un aparato que ni pese ni abulte demasiado. Por su parte, las cámaras réflex están enfocadas (nunca mejor dicho) a aquellos usuarios que buscan creatividad y calidad en sus imágenes sin importarles el mayor gasto que suponen estos equipos así como las dimensiones o el peso del conjunto.

La familia Nikon sigue creciendo

En cuanto al coste de una cámara, tened en cuenta que comprando una compacta o una bridge poco más tendréis que gastar a no ser que queráis comprar un trípode, una funda o algo así. Sin embargo, la compra de una cámara réflex es sólo la punta de iceberg, ya que poco a poco acabarán cayendo objetivos, flashes, filtros, bolsas de transporte y otros elementos que superarán con creces el coste inicial del equipo. De hecho, cualquier objetivo Nikon o Canon de gama media-alta (no hablemos ya de las ópticas más punteras) seguramente os costará más que el propio cuerpo de la cámara y, por supuesto, más que cualquier compacta o bridge que podáis ver en la tienda. De todos modos, otras marcas como Sigma, Tamron o Tokina fabrican objetivos compatibles con todas las marcas que os permitirán ahorrar algo de dinero.

Consejos generales

– Para mi gusto es mejor que las cámaras empleen una batería recargable de Li-ion. Las pilas son cosa del pasado y duran bastante poco en comparación con las baterías más recientes. En mi D40 puedo hacer más de 700 fotos (apenas uso el flash, eso sí) antes de tener que recargarla.

– Aseguraos de que la cámara emplee tarjetas SD. Podéis ver lo que cuesta una tarjeta de 2 GB en ese formato y luego buscar el equivalente en XD o en Memory Stick y entenderéis por qué lo digo.

La tarjeta en su estado original

– El estabilizador es muy recomendable para fotos en condiciones de poca iluminación. Si es electrónico lo que hará es subir la sensibilidad ISO para disminuir el tiempo de exposición, mientras que si es óptico lo que se hará es mover algún elemento dentro de la cámara para contrarrestar el temblor de nuestras manos.

– Aunque todo es cuestión de gustos, yo os recomiendo optar por una marca de fotografía «de toda la vida» como Nikon, Canon, Fuji, Olympus… Son marcas que llevan muchos años haciendo cámaras de fotos y saben bien cómo hacer un producto de calidad. No soy amigo de emitir «juicios universales», pero reconozco que en las cámaras compactas Canon es, probablemente, la que mejores modelos fabrica.

– A la hora de comprar una compacta o una bridge lo más importante es la óptica. Aseguraos de que los parámetros de rango focal y luminosidad se adecuan a lo que estáis buscando porque no podremos cambiarla.

Mi set de herramientas

– En las cámaras réflex los objetivos suelen ser compatibles entre los diferentes cuerpos de una misma marca. De todos modos, informaos bien de esos temas porque, por ejemplo, en los últimos cuerpos de Nikon de gama baja (D40, D40x, D60, D3000, D5000) los objetivos AF no son capaces de enfocar automáticamente y tendremos que hacerlo a mano. Del mismo modo, un objetivo DX viñeteará en una cámara FX si no usamos el modo de recorte. Podéis echar un vistazo a las dos entradas que he referenciado en este párrafo para más información sobre estos conceptos.

– Si vais a comprar vuestra primera réflex tened en cuenta que en cuanto os hagáis con un flash y un par de objetivos ya estaréis casados con esa marca para toda vuestra vida. Todas las marcas que tienen cámaras réflex en el mercado dan una calidad más o menos similar, ya que el responsable último de la fotografía es el que aprieta el disparador; pero tened por seguro que lo que os compréis para una marca no servirá para otras, así que pensad bien la decisión porque es más importante de lo que parece. Si queréis cambiar de marca pasados unos años os va a tocar vender todo vuestro equipo y comenzar de cero otra vez.

– En cualquier caso, comprad aquello que os resulte más práctico y con lo que creáis que os vais a sentir más a gusto. Al fin y al cabo, lo más importante no es la cámara, sino la persona que presiona el disparador; de modo que el mejor consejo es que una vez que tengáis la cámara en vuestras manos la uséis mucho y así veréis como cada vez vais haciendo mejores fotografías.

Domingo por la mañana

¡Un saludo y gracias por leerme!

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Conoce las limitaciones de tu equipo fotográfico

Hay algo muy importante en fotografía que todavía no he comentado en estos artículos: es vital conocer las prestaciones y, sobre todo, las limitaciones de nuestro equipo fotográfico. Del mismo modo que conviene conocer los límites de un coche para saber cómo va a reaccionar en una situación de riesgo, debemos saber lo que nuestra cámara y objetivos son capaces de hacer para ser conscientes de lo que podemos esperar de ellos ante una determinada escena.

Lo que hay habitualmente en mi bolsa de fotografía

Un objetivo poco luminoso no tiene por qué ser un lastre a la hora de hacer fotografías si sabemos cómo emplearlo. Por ejemplo, sé que mi 55-200 consigue captar imágenes bastante nítidas si empleo una apertura que ronde f/8. A pleno sol puedo disparar con dicho valor de apertura a pulso sin problemas porque la cámara va a pedir velocidades de 1/400 o superiores (este objetivo no dispone de sistema VR); y si el motivo que quiero fotografiar está a la sombra soy consciente de que tendré que subir la sensibilidad ISO a 400 para que la velocidad de obturación no caiga demasiado y en consecuencia las fotografías queden trepidadas.

Del mismo modo, el 55-200 es un objetivo cuyo rendimiento baja drásticamente en las focales más largas; por lo que a no ser que sea físicamente imposible acercarme más al sujeto a fotografiar, siempre trato de evitar sobrepasar los 135 ó 150 mm de longitud focal.

Otro ejemplo de limitaciones está en el AF 50mm f/1.8 D; pues disparando a su máxima apertura se pierde bastante nitidez (podéis ver el ejemplo del cartel en la entrada de las aperturas al que me he referido hace un par de párrafos), por lo que a no ser que las condiciones de iluminación lo exijan suelo emplearlo a f/3.5 o superior, que es donde esta óptica empieza a dar lo mejor de si misma. No ocurre lo mismo con el AF-S DX 35mm f/1.8 G, pues se puede disparar con él a su máxima apertura sin apenas pérdida de nitidez.

AF-D Nikkor 50mm 1:1.8 (III)

El rango dinámico de la cámara es algo que también tendremos que tener el cuenta. Como ya os dije hace tiempo, si fotografiamos algo uniformemente iluminado no vamos a tener ningún tipo de problema empleemos la cámara que empleemos; pero si la escena está llena de contraluces, las cámaras profesionales llevarán ventaja sobre las amateur porque son capaces de captar grandes diferencias de iluminación en la misma fotografía sin empastar las sombras o quemar las luces. Si somos conscientes de cómo se comporta nuestra cámara ante los contraluces acusados, antes incluso de hacer la fotografía ya sabremos si lo que pretendemos capturar va a quedar bien o será una completa chapuza.

18-55 vs. 18-55 VR (III)

En resumen (como veis la entrada de hoy es de lo más sencilla), no hace falta tener un equipo de 10000 euros para hacer fotografías bastante majas. Más importante que eso es saber hasta dónde nos permite llegar nuestra cámara y los objetivos que empleamos con ella. Y es que, en el fondo, todo es una cuestión de optimización de recursos  😉

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