A estas alturas muchos sabréis de mi debilidad por los diseños miniaturizados en general y los de las linternas en particular. De hecho tengo algúnmodelo tan diminuto que se puede colocar en el llavero sin apenas notarlo; de modo que la aparición de la Nitecore TIKI supuso una agradable sorpresa para mí por aunar lo mejor de dos mundos y además añadir alguna funcionalidad extra que también considero bastante interesante.
El envoltorio de este modelo es sumamente sencillo: apenas un trozo de cartón amarillo y negro con un plástico transparente insertado en su parte central que nos deja ver tanto la propia linterna como la anilla de llavero que trae por si se la queremos acoplar en la zona trasera. En el empaquetado aparecen también unas resumidísimas instrucciones y si queremos profundizar más nos remiten directamente a la web del fabricante mediante un código QR.
Por cierto, me resulta curioso que en el propio envoltorio nos animen a probar la linterna, y por si la gente se pasa de la raya y la dejan seca el diseño del paquete permite abrir por la parte trasera la tapa de goma del puerto microUSB y recargarla de nuevo. No me parece nada bien porque lo mismo te llevas a casa una linterna con varios ciclos de carga y descarga sin saberlo; pero se ve que la idea es que los clientes la puedan probar en la tienda y al ver cómo brilla no sean capaces de resistirse a comprarla. Algo a lo que su precio de entre 15 y 25 euros también ayuda, desde luego.
A grandes rasgos, lo que la TIKI nos ofrece es lo siguiente:
Luz principal en cuatro intensidades diferentes mediante un LED frontal Osram P8 y lente TIR con los siguientes modos de funcionamiento y tiempos de autonomía:
Ultralow: 1 lumen, 40 horas
Low: 15 lumens, 4 horas
Medium: 60 lumens, 60 minutos
High: 300 lumens, 30 minutos
Luz ambiental (22 lumens, 90 minutos) y destellos (22 lumens, 20 horas, 1 Hz aprox) mediante un LED lateral con CRI 90 y temperatura de color de 4500K
Luz ultravioleta mediante un segundo LED lateral (365 nm, 500 mW, 45 minutos)
Batería interna de iones de litio 130 mW recargable por puerto microUSB. Tiempo de recarga completo de 80 minutos aprox.
Cuerpo en policarbonato resistente al agua y al polvo con certificación IP-66 y a impactos desde 1 metro
Cabezal en acero inoxidable para mejor disipación de calor y dar estabilidad en modo iluminación ambiental
Posibilidad de funcionamiento continuo mediante conexión a powerbank, adaptador USB o similar
Dimensiones de 55 x 14,7 mm y un peso de 12 gramos
El cuerpo
Como os decía antes, el cuerpo de la linterna es una mezcla de acero inoxidable en el cabezal y policarbonato semitransparente de textura ligeramente rugosa en el resto; lo que hace que podamos atisbar en su interior la placa de circuito impreso que la controla y la batería que lleva implementada al dorso de esta. Como fan que soy de los productos transparentes me parece una decisión muy acertada tanto en los estético como en lo funcional.
Y es que, además de que a mi parecer la TIKI tiene un aspecto moderno, su estudiado diseño tiene dos ventajas evidentes: el cuerpo semitransparente hace de difusor para los LED secundarios situados en el lateral y el mayor peso del cabezal metálico (deliciosamente bien torneado, por cierto) permite que la linterna se pueda mantener erguida y estable para poder ser utilizada como luz ambiental en una tienda de campaña o similar. Lo que no tiene esta linterna es ningún tipo de clip, de modo que no podremos engancharla con facilidad a una gorra para poder alumbrar algo manteniendo las manos libres salvo que la sujetemos con los dientes.
El peso es absolutamente irrisorio. No llega al extremo de la Tube con sus 10 gramos, pero son apenas 2 gramos más a cambio de unas prestaciones muy superiores; de modo que si al hueco de la parte trasera (que Nitecore asegura que soporta una tracción de hasta 30 Kg) le acoplamos un cordel, anilla o similar podamos colgarla de la cremallera de una mochila o incluirla en nuestro llavero sin que moleste para nada. Parece mentira que algo tan ligero y diminuto sea capaz de emitir 300 lumens durante media hora. En serio, es una pasada.
Por su parte, la interfaz con el usuario consiste en un sólo botón de pulsación firme y definida; solución cada vez más habitual frente a los típicos dos botones (encendido/apagado y cambio de modo) que hasta hora solían llevar este tipo de linternas con batería integrada.
La cosa consiste en que con la linterna apagada haciendo doble click se encenderá en su modo Ultralow. A partir de ahí, pulsaciones breves en el botón irán cambiando entre los modos haciendo el ciclo Low –> Medium –> High –> Ultralow –> Low –> Medium… Con la linterna encendida en cualquiera de sus modos una pulsación larga la apagará. Da igual el modo en el que apaguemos la linterna porque el ciclo siempre empezará en el Ultralow.
Si dejamos la TIKI fija en el modo High veremos que más o menos al cabo de un minuto la linterna baja automáticamente al modo Medium para no castigar la batería en exceso, lo cual prolongará la vida útil de la misma. De cualquier modo nada nos impide volver a cambiar al modo High cuantas veces nos haga falta, si bien notaremos que el cabezal empieza a calentarse si abusamos de dicho modo.
También podemos acceder directamente al modo High si mantenemos pulsado el botón, apagándose la linterna en cuanto lo soltemos (útil para alumbrar rápida y contundentemente un objeto).
Junto al mencionado botón, en el interior del cuerpo, podremos encontrar un pequeño LED azul que se ilumina durante la carga de la batería y se apagará al finalizar la misma. Por cierto, no hay forma de saber cómo está el nivel de carga en ningún momento y, de hecho, en las instrucciones pone que si la linterna se apaga o parpadea es que hay que recargar la batería; así de simple. Hubiera estado muy bien que cuando la batería estuviera en las últimas el LED azul de carga parpadeara alguna vez mientras estamos usando la linterna o algo así.
En cuanto a los modos auxiliares, la forma de acceder a ellos es hacer triple click con la linterna apagada y eso encenderá la luz ultravioleta. Luego a base de clicks breves recorreremos un ciclo consistente en Lectura –> Destellos –> Ultravioleta –> Lectura –> Destellos… Hasta que decidamos apagar la linterna con un click largo. Al igual que antes, el ciclo siempre comenzará en el modo Ultravioleta aunque la hayamos apagado en cualquiera de los otros dos.
Creo que ya os he comentado alguna vez lo mucho que me fascina ver cómo los diseñadores se exprimen el coco para sacar la máxima funcionalidad a un simple botón y éste es un buen ejemplo de ello. Sí, a lo mejor al principio te parece un lío, pero no hacen falta más de cinco minutos de práctica para acabar acostumbrándote a ello.
Comentar también que tenemos la posibilidad de emplear la linterna al tiempo que la cargamos, si bien os recomiendo que sólo hagáis uso de esta función en caso de necesidad y en el modo más bajo posible, ya que entre la carga y el uso la batería se podría recalentar bastante y eso siempre es malo de cara a su vida útil (puesto que va integrada no hay posibilidad de cambiarla; si se estropea la batería, la linterna quedará como un bonito adorno).
Por último, una cosa importante es que la linterna tiene especificación IP66, lo que quiere decir que no le va a entrar polvo al interior de ninguna manera pero en cuanto al agua la TIKI sólo soporta chorros fuertes de agua sin ser para nada sumergible. De hecho, si veis el ajuste de la tapa del puerto microUSB o la forma en la que está implementado el botón de la linterna no se os ocurriría sumergirla en agua porque estoy seguro que algo de humedad le entraría por cualquiera de esos dos puntos. Tenedlo en cuenta si queréis que la linterna os dure mucho tiempo.
La luz
La cantidad de luz que es capar de emitir esta minúscula linterna es digna de admiración; y es que nos encontramos ante otro sector más en el que las nuevas tecnologías son capaces de extraer cada vez mayor rendimiento. Se nota que las recientes hornadas de LEDs generan más lumens por vatio y eso se traduce en autonomías cada vez mayores y prestaciones de pico que antes sólo estaban al alcance de linternas mucho más grandes y costosas.
Ahora bien, he de decir una cosa que no me ha gustado tanto, y es que la TIKI tiene un acusado PWM en sus tres modos principales de menor potencia. Su frecuencia es de aproximadamente 650 Hz y si movéis la linterna delante de vuestros ojos lo vais a apreciar claramente. Por descontado, en el modo de 300 lumens y en los LED auxiliares no hay rastro de PWM (si no sabéis de qué va esto que estoy diciendo podéis echar un vistazo a este artículo). Sé que es algo muy habitual en linternas de pequeño tamaño, pero eso no quita que pueda llegar a ser molesto bajo ciertas circunstancias.
El tinte de la luz principal es un blanco ligeramente amarillento, pero no tanto como el de la iluminación ambiental del LED auxiliar correspondiente. Algo comprensible si tenemos en cuenta que la finalidad de este segundo emisor es dar una iluminación general con la que apreciar los colores de forma más natural; algo para lo cual hace falta un LED con un CRI mayor.
Me gusta mucho esta luz auxiliar que os digo. Creo que puede venir muy bien para esos casos en los que queremos iluminar una estancia pequeña o leer algo rápido a oscuras sin forzar la vista, por lo que la considero una adición de lo más práctica.
Por su parte, la funcionalidad del modo destellos de ese mismo LED auxiliar puede venirnos muy bien si por lo que sea tenemos que señalizar algo en plena oscuridad porque los flashazos (aproximadamente 1 por segundo) se ven desde bastante lejos. Pensad en que podéis colgarla de vuestra mochila si por lo que sea se os hace de noche y tenéis que caminar por el arcén de alguna carretera para que así los coches distingan desde la lejanía que hay algo allí.
Del mismo modo, el añadido de la luz ultravioleta a lo mejor de primeras no parece una cosa muy útil pero para mí, que soy un apasionado de aquello que, aunque invisible, podemos llegar a ver es un puntazo más que nada porque en mi mochila siempre llevo una Tube UV que ahora puedo dejar en casa. Os advierto que no es muy potente, pero para hacer brillar marcas ocultas en billetes o que resplandezcan ciertos tipos de minerales sirve.
Las sensaciones
He de reconocer que me encanta el simple hecho de sostener la TIKI entre mis dedos: sentir el frío del acero de su cabeza, el tacto levemente rugoso de su cuerpo, el hecho de que no tenga una sola arista afilada, observar los componentes internos… Es como un pequeño talismán que te ayuda a tener las manos entretenidas mientras andas con la cabeza ocupada en otra cosa o simplemente das un paseo sin rumbo. Podéis pensar en ella como una de esas worry stones muy típicas de filosofías zen y similares.
Como curiosidad os diré que si no colgáis nada de la anilla posterior del cuerpo, su centro de gravedad se encuentra a la altura del único botón que posee, y estoy seguro de que esto no es casualidad, ya que al hacerlo así vamos a tener la linterna equilibrada en nuestros dedos al agarrarla por donde sería más lógico hacerlo a efectos prácticos.
También me gusta comprobar cómo han tenido en cuenta que al poner la linterna en vertical para usarla como luz ambiental el mayor peso de la cabeza ayuda a mantenerla estable, y es que si esa zona estuviera hecha en polipropileno como el resto de la linterna esta se caería al más mínimo toque o vibración. Dos pequeños detalles que dan cuenta del esmero que han puesto en Nitecore a la hora de crear esta pequeña maravilla.
Una cosa más. Existe una versión de la TIKI con apellido LE que es igual salvo porque el cuerpo es más oscuro, el cabezal es de aluminio y sustituye los dos LED auxiliares por unos de color rojo y azul, lo que le permiten además de iluminar ambientalmente en cualquiera de esos dos tonos, emitir destellos alternativos entre ellos como si de un coche de policía estadounidense se tratara. Lo siento, pero para mí no hay comparación posible en cuanto a practicidad con respecto a la versión normal que hoy os muestro.
Conclusiones
Nada más saber de la existencia de la TIKI tuve claro que se iba a convertir en una de mis linternas favoritas. La Tube y la Wuben que ya he analizado en este blog me han acompañado durante meses y siempre me han sido de gran utilidad, demostrando que la mejor linterna es la que llevas siempre encima; pero el hecho de poder contar con hasta 300 lumens, un modo moonlight de 1 lumen, luz ultravioleta, luz ambiental difusa y baliza para emergencias me parece el combo definitivo hasta que salga al mercado algo de tamaño similar y capaz de dar todavía mayores prestaciones y rendimiento.
Mientras llega ese día será la TIKI la que me acompañe a todas partes, lo tengo clarísimo.
Le tenía echado el ojo al patinete eléctrico de Xiaomi desde incluso antes de su lanzamiento en China, ya que me parecía un dispositivo práctico, bonito, moderno e ideal para los apasionados de la electrónica como yo. En mi mente la idea de tener uno de estos patinetes eléctricos cobraba fuerza, pero me tiraba para atrás lo poco acostumbrados que estamos en España a estas cosas viendo que incluso la gente mira con extrañeza a aquellos que van a trabajar en bicicleta.
Sin embargo todo esto cambió este pasado verano en un viaje con mi novia a París, ya que en sus calles me harté de ver a gente que iba y venía en estos aparatos. Jóvenes, mayores, gente de compras, ejecutivos de traje con portátil a cuestas… En ese momento me di cuenta de que aquello era una revolución en ciernes y que yo quería formar parte de ella sin importar que los demás me miraran con gesto raro.
Con esa premisa empecé a buscar por Madrid algún Mijia M365; y aunque de importación no salían demasiado caros me daba miedo que lo pararan en aduanas (la caja es muy grande) y al final la broma me saliera mucho más cara de lo esperado. El caso es que mirando en anuncios de segunda mano al final di con uno a buen precio y me hice con él sin darle muchas vueltas al asunto porque estaba más que convencido desde hacía unos días. Por fin, ya tenía mi Xiaomi.
Cuando lo recogí vi que la batería estaba casi totalmente cargada, así me dirigí directamente al parque Juan Carlos I, donde hice mis primeros kilómetros con un scooter eléctrico y me di cuenta de que la sensación de desplazarse con un vehículo que no hace ruido ni quema zumo de dinosaurio es fantástica y que subido en él eres el centro de atención de niños y mayores. Los niños alucinan: te señalan, gritan, corren detrás de ti, les dicen a sus padres que quieren uno de esos… Y los mayores por su parte hacen comentarios que van desde el típico «¡hala, cómo mola!» hasta algún «parece un taca-taca» o «la gente es que ya ni se molesta en caminar».
Recuerdo aquella tarde de sábado recorriendo el anillo ciclista del parque, adelantando a las bicicletas en las subidas, yendo por los caminos de tierra y pudiendo alcanzar sin esfuerzo cualquier rincón del recinto en pocos minutos y me viene a la cabeza el subidón mental que llevaba porque no hacía más que pensar «esto es flipante, es flipante…». Estaba seguro de que había hecho una compra que de alguna manera iba a cambiar mi concepto de los desplazamientos por las ciudades.
Pero bueno, el caso es que después de tres meses usando prácticamente a diario el Mijia M365 y tras unos 300 Km recorridos sobre él tengo claro que el futuro es eléctrico y que de aquí a unos años vamos a ver un avance en el sector del transporte impulsado por este tipo de energía que cambiará radicalmente el sistema de movilidad actual basado en su mayor parte en combustibles fósiles.
Podríamos sentarnos a debatir sobre la prohibición de la circulación de vehículos de combustión en las ciudades y jamás llegaríamos a un consenso; y por eso lo que hoy pretendo no es más que hacer un análisis de un patinete eléctrico que consigue sacarte más que una sonrisa cuando vas sobre él y que creo sinceramente que es uno de los primeros esbozos de un cambio de mentalidad urbana en ciernes.
Datos técnicos
No me extenderé mucho en este apartado porque los datos técnicos los podéis encontrar a nada que hagáis una búsqueda en Google. Pretendo centrar la review en sensaciones y experiencias, pero aun así aquí tenéis algunos de los fríos números que da el fabricante mezclados con algunos detalles que he visto yo:
Autonomía: 30 Km
Velocidad máxima: 25 Km/h
Batería: 30 celdas litio LG 18650 en formato 3P10S. 7800 mA/h @ 36 Vcc. 1,5 Kg
Motor: Tipo brushless integrado en la rueda delantera. 250 W con picos de hasta 500 W
Subida de pendientes: hasta 14% aprox.
Sistema de frenado: frenada regenerativa (KERS) en la rueda delantera con e-ABS y freno de disco en la trasera
Luces: frontal blanca y trasera roja fijas. Luz de freno parpadeante cuando actúa el freno de disco. Catadióptrico trasero
Conectividad con app de la marca a través de Bluetooth
Material principal: aluminio
Dimensiones: 1080x430x1140 mm (extendido). 1080x430x490 mm (plegado).
Altura de la tabla con respecto al suelo: 15 cm
Peso: 12,5 Kg
Capacidad máxima de carga: 100 Kg
Colores disponibles: negro y blanco
PVP en España: 349 euros
Experiencia de uso, consejos y advertencias
Mi intención en estos párrafos es tratar de transmitiros las sensaciones que me ofrece este patinete durante su uso. Quiero centrarme en qué se me pasa por la cabeza, que echo en falta y también en comentaros algunas cosas importantes de cara a su manejo y su mantenimiento; así que espero que el esfuerzo de escribir todo esto os sirva para guiaros en la compra o no de este gadget y al mismo tiempo para ayudaros a resolver los problemas que os puedan ir surgiendo con el tiempo.
Lo primero que noté al verlo en directo es que su aspecto dista mucho de ser un juguete. El patinete está hecho de aluminio de muy buena calidad, con un grosor de las paredes considerable que le da un tacto sólido como una roca y unas soldaduras perfectamente ejecutadas que contribuyen a la rigidez general del conjunto. Es verdad que esto hace que pese un poco más de lo que me gustaría, pero la robustez del patinete es indudable y no vamos a notar flexiones raras en los materiales ni nada parecido. Del mismo modo, la pintura que se ha usado en este modelo tiene un tacto áspero y que aguanta bien los roces del día a día así como también parecen de lo más resistentes las zonas de goma blanda (puños y tabla) que son los puntos de contacto con el usuario.
Como os decía, a día de hoy llevo ya unos 300 Km recorridos con el patinete y todavía me sorprende la fuerza que tiene cuando en el modo de funcionamiento estándar pulsas el acelerador a fondo y vas a poca velocidad. De hecho las primeras veces agarraba con mucha fuerza el manillar porque me daba la sensación de que se me podía escurrir si me sudaban las manos (no olvidemos que lo compré a finales de agosto). La aceleración no es como en un coche o una moto en la que esta depende del régimen de revoluciones en el que estemos, sino que en un vehículo eléctrico el par está disponible desde el primer momento y es prácticamente lineal.
Una peculiaridad de este modelo es que desde parado el patinete no se mueve aunque pulsemos el acelerador que tenemos junto al puño derecho; ya que el «arranque» consiste en subirse en él, darle un impulso inicial con el pie y a partir de ahí ya el acelerador comenzará a actuar. No nos hará falta volver a poner un pie en el suelo a no ser que nos detengamos, pero el arreón incial hay que dárselo por seguridad. Por cierto, que se enciende y se apaga con una pulsación larga sobre el único botón que hay en el centro del manillar.
Para que os hagáis un poco una idea de cómo nos deplazamos sobre el patinete os voy a poner a continuación un breve vídeo que grabé en el campus de ciencias de la UAH en la que trato de captar el movimiento el patinete a través de una serie de tomas rápidas.
Y hablando de aceleración, disponemos de dos modos de funcionamiento en el Mijia: el modo normal y el modo ECO. Se cambia entre modos dando una doble pulsación al botón del manillar y la diferencia entre ambos es la velocidad máxima (18 Km/h en el ECO) y la aceleración, que es considerablemente más suave en el modo ahorrativo. Yo, habitualmente, uso el modo ECO porque maximiza la duración de la batería; pero aun así alguna vez si veo que voy sobrado de batería cambio un rato al modo normal y me doy alguna alegría. Cuando estamos en el modo ECO el LED inferior de los cuatro que hay en el manillar se ilumina en color verde; mientras que si estamos en modo normal este LED será blanco como el resto.
Estos LEDs sirven para conocer en todo momento la carga de la batería, teniendo ocho estados intermedios: con la batería al 100% están encendidas de forma fija las cuatro, cuando está al 88% comienza a parpadear la superior, cuando llegamos al 75% se apaga la luz superior quedando fijas las tres inferiores… Y así hasta que cuando nos queda un 12% parpadea la luz inferior apagándose esta (y todo el patinete) si la carga de la batería llega al 0%.
Me gusta mucho el relieve tanto de la tabla del patinete como de los puños, pues es resistente y bastante antideslizante. Hasta el momento no he pegado ningún resbalón ni se me ha escapado la mano del manillar incluso al pasar sobre algún bache yendo rápido, así que cumplen su cometido bastante bien y tiene pinta de que el relieve no se desgasta con facilidad porque incluso en los puños (zona de contacto permanente) el aspecto es prácticamente como el del primer día.
Las ruedas agarran bastante bien. Si habéis probado patinetes con ruedas de poliuretano sabréis que los giros a veces son un poco un acto de fe y en mojado es mejor no ir ni en línea recta. En el caso del Xiaomi las ruedas tienen dibujo y agarran muy bien; sobre todo en seco. En mojado no he hecho mucho el animal porque a mi edad no me apetece partirme la crisma, pero he girado con cierta alegría y frenado con todas mis ganas sin irme al suelo. Eso sí, lo que os sugiero es que tengáis cuidado al acelerar fuerte, pues en zonas húmedas o con tierra si llevamos el peso hacia atrás la rueda delantera derrapa que da gusto y yo particularmente ya me di un susto un día en el parque Juan Carlos I. No me fui al suelo, pero falto poco porque al acelerar girando un poco sobre tierra la rueda delantera empezó a derrapar y el patinete se me fue de lado; si bien fui capaz de sacar el pie a tiempo y la cosa no pasó de ahí.
Algo que debéis tener siempre presente es que el motor no está completamente sellado frente a la humedad, de modo que no os metáis en charcos muy profundos porque si entra agua entre el neumático y la llanta delantera (no debería, pero puede pasar si sumergís la rueda más allá del grosor del caucho) el líquido elemento podría llegar al interior del motor provocando un desastre. Ah, eso sí, en mojado los guardabarros que lleva el patinete hacen que no nos salpique ni una gota de agua, así que en ese sentido un 10 para Xiaomi.
Por cierto, ojo al bajar bordillos altos porque aunque tiene bastante altura libre al suelo, como la plataforma es muy larga podemos pegarle un rascón a la tapa inferior, la cual es de plástico y se marcará. Como orientación, podéis pasar sin problemas por los típicos rebajes de las pasos de peatones y cosas así; pero si vais a bajar un bordillo «al uso» es mejor bajar y tirar del manillar hacia arriba al sortearlo, porque además del rascón que os comentaba, al no llevar ningún tipo de suspensión el golpe contra el suelo es fuerte y más adelante veremos que ese tipo de sacudidas no le van a sentar bien a la parte eléctrica del bicho.
Ya que estamos, vamos a hablar de la batería, porque es uno de los puntos principales (si no el que más) del patinete: la batería se recarga en un enchufe estándar con el cargador que viene con el patinete y normalmente tardará en ello un máximo de cinco horas (siempre en función de cómo haya quedado de carga en el último viaje).
Sea como sea, al igual que en un coche, el estilo de conducción va a ser una factor muy importante de cara a la autonomía. Xiaomí dice que el patinete puede recorrer 30 Km con una sola carga, pero por mi experiencia os puedo asegurar que no es fácil sacarle más de 20 Km en realidad. Ojo, 20 Km está más que bien, pero para homologar esos 30 Km han debido usar a un niño de 25 Kg dando vueltas a una pista hecha de teflón. Vamos, lo mismo que los fabricantes de coches y sus medias de consumo inalcanzables en el mundo real.
Lo fundamental para maximizar la autonomía es controlar las aceleraciones: la corriente que absorbe el motor se dispara durante las aceleraciones fuertes, y eso hace que la autonomía baje muchos kilómetros. Lo mismo ocurre en subidas prolongadas y cuando hay mucho viento en contra. Y es verdad que tenemos un sistema de recuperación de energía que actúa en las bajadas y en las frenadas inyectando corriente a la batería; pero aun así lo que vamos a recuperar en estas situaciones es mucho menos que lo que consumiremos en el uso habitual. Es decir, por poner un ejemplo numérico, que si gastamos un 50% de la batería al subir una pendiente muy larga, no recargaremos más de un 15% al bajarla después, de modo que el balance de energía no nos beneficia.
El cargador es como el de un portátil (tanto en apariencia como en dimensiones) y entrega una potencia de unos 70 W/h. Cuando queremos recargar la batería del patinete primero debemos abrir la tapa de goma roja que tenéis en la fotografía de ahí arriba y conectar el cargador, el cual encenderá un LED rojo en su cuerpo. Si el patinete está encendido los LED del manillar se irán iluminando y la luz trasera se irá enciendiendo y apagando con suavidad de una forma bastante hipnótica. Sea como sea, si no queréis tener ese juego de luces a la vista (por la noche parece una feria) lo mejor es cargarlo con el patinete apagado y cuando haya terminado la carga el LED del cargador se pondrá de color verde y ya está.
Por cierto, es muy importante cerrar bien la tapa cuando desconectemos el cargador porque si nos vamos a la calle con la tapa abierta se nos puede colar polvo (malo) dentro del conector de alimentación o si el suelo está mojado, agua (mucho peor). Advertidos quedáis.
Volviendo a la experiencia de uso como tal, me gustaría contaros que lo que hago yo cuando quiero batir mi récord personal de autonomía es usar el modo ECO con el control de velocidad activado a una velocidad de entre 10 y 12 Km/h y tratar de circular por rutas que sean lo más planas posibles y, si es posible, que no me obliguen a parar y reanudar muchas veces la marcha (para esto los carriles bici son idóneos). En esas situaciones veréis que las luces que indican la autonomía restante de la batería bajan muy despacio incitándonos a llegar un poco más lejos; si bien hemos de tener en cuenta que si el recorrido que estamos haciendo es lineal luego hay que volver, así que mi consejo es que como muy tarde cuando el indicador marque 50% (cuando el tercer LED del manillar deje de parpadear y sólo queden fijos los dos inferiores) vayáis dando la vuelta si no queréis usar «tracción animal» al final del recorrido.
Y precisamente como de lo que se trata es de evitar la exigencia de corriente para maximizar la carga de la batería, una cosa muy recomendable es ayudar al patinete a coger velocidad usando el pie como un patinete de los de toda la vida. Por el mismo motivo también es recomendable darle una ayudita en subidas fuertes.
Con respecto a la batería tened presente una cosa que por desgracia os va a pasar antes o después: la batería está compuesta de una serie de celdas de litio tipo 18650 (10 grupos en serie de 3 celdas en paralelo cada uno) cuyos contactos metálicos no van soldados; sino que son unas láminas que hacen presión sobre los extremos de las celdas y esos contactos con las vibraciones van a ir cogiendo holgura y os va a tocar desmontar la batería para soldar esas patillas y que así no den más la lata.
Dependiendo de qué patillas se aflojen podéis notar que perdéis autonomía de golpe o incluso que se apague el patinete y se niegue a arrancar de nuevo e incluso que tampoco cargue. Como os digo, es un problema muy común que os va a ocurrir con las vibraciones del uso diario como el relieve de las aceras, pequeños bordillos, piedrecitas… Podéis tener más o menos cuidado y el defecto tardará en aparecer; pero siento deciros que antes o después se manifestará a no ser que Xiaomi le de un toque a LG y en los nuevos modelos estas patillas vengan ya soldadas (cosa que, de momento, parece ser que no es así).
A mí me ocurrió más o menos a las dos semanas de empezar a usarlo y en cuanto me puse a buscar el tema en Google vi que a mucha gente le había ocurrido y que había varios tutoriales explicando cómo detectar y arreglar el tema, así que al final de este artículo os dejaré algún enlace que os puede ser de utilidad. Si sois manitas y controláis un poco de electrónica no tengáis miedo porque la cosa no es complicada; pero si no es el caso mejor que vayáis localizando a alguien que sepa de estos temas para que os eche una mano llegado el caso.
Algo que sirve de gran ayuda para controlar si la batería está dando problemas es acceder a la información de la misma en la app de Xiaomi llamada «Mi Home» y consultar ahí el voltaje de las celdas. En teoría todas deberían estar más o menos igual, pero si veis que alguna(s) está(n) mucho más altas o más bajas que las otras tendréis el problema que os digo con las patillas. Para que os hagáis una idea, a la hora de recargar la batería, el cargador corta corriente cuando una de las celdas alcanza los 4,2 voltios y deja de extraer corriente de una de ellas cuando baja de 3,2 voltios. Por tanto, los voltajes deberían de estar entre ambos valores en función de la carga de la batería y con las 10 celdas presentando más o menos el mismo valor. Os pongo a continuación unas capturas sacadas de la aplicación que os decía para que veáis lo que podemos monitorizar en ella:
Por ejemplo, cuando a mí me empezó a ocurrir el problema de la batería, me daba cuenta de que a lo mejor iba con la batería al 50% y de repente se me ponía a parpadear el último LED; señal de que andas ya por debajo del 12%. Si en ese momento miraba la tensión de las celdas veía que la 2 y la 9 estaban marcando menos de dos voltios, lo que hacía que la tensión total de la batería cayera en picado. Como os decía, al tratarse de un mal contacto eléctrico, con soldar las patillas y reforzar la presión en las zonas de contacto el problema desapareció y a día de hoy (toco madera) no ha vuelto a reproducirse. Si os fijáis en la última de las tres capturas veréis que aun así esas dos celdas me marcan unas centésimas de voltio menos, y aunque no es relevante de cara a la autonomía, creo que es consecuencia del mal contacto que durante un tiempo estuvieron haciendo durante las cargas y descargas.
Otra cosa que os va a pasar también antes o después es que vais a pinchar alguna rueda, ya que el patinete originalmente lleva cámaras de aire de muy poca calidad. Ya no es sólo que en cuanto paséis sobre algo puntiagudo traspasará la cubierta de goma y pinchará la cámara; es que por lo visto incluso con el uso normal al final a estas cámaras les acaban saliendo poros y pierden el aire; sobre todo sin van algo bajas de presión.
Para remediar esto hay dos opciones: por un lado comprar cámaras mejores y añadir una banda de kevlar antipinchazos como suelen hacer los ciclistas de carretera y por otro radicalizarse comprando ruedas macizas.
Las cámaras que lleva son para ruedas de 8,5 x 2″, que es una medida un poco rara pero que la marca Continental fabrica y comercializa. Eso sí, cambiarlas no es tan fácil como en una bicicleta, ya que el ser de tan poco diámetro no salen de la llanta con la facilidad que lo hacen en una bicicleta de ruedas grandes.
La opción de la rueda maciza parece mejor porque la cambias una vez y ya es (casi) para siempre; pero al ser más pesada y de caucho toda ella perdemos autonomía y capacidad de aceleración y además vamos a sufrir muchas más vibraciones cuando circulemos sobre suelos irregulares (sí, haciendo que aparezca antes el problema de la batería que antes os comentaba).
Cuando compré el patinete ya venía con la rueda trasera maciza y la delantera con cámara cambiada y banda de kevlar porque el usuario anterior había sufrido varios pinchazos y la verdad es que no he tenido el más mínimo problema en todo este tiempo, más allá de que cuando pillo baches se nota que la parte de atrás del patinete rebota más que la delantera. Tras los 300 Km que le he hecho al patinete la rueda trasera tiene el mismo relieve que cuando lo estrené, de modo que no parece sufrir demasiado con el paso de los kilómetros.
Con las ruedas originales, al llevar aire en su interior, se notan menos las irregularidades del terreno y es en lo que Xiaomi se escuda para no haber implementado algún tipo de sistema de suspensión. De cualquier modo, hay en el mercado algún modelo de otra marca que pese a llevar el mismo tipo de neumáticos sí que incluye suspensión, ganando en comodidad; por lo que en ese sentido hubiera sido de agradecer que Xiaomi hubiera incluido una horquilla con un par de centímetros de amortiguación (no haría falta mucho más) e incluso algún tipo de balancín con un pequeño muelle/elastómero en la parte trasera.
En cuanto a la plataforma, es decir, la superficie sobre la que van apoyados nuestros pies he de decir que es de buen tamaño y si tenemos un número de zapatilla no demasiado grande (yo tengo un 42) podemos llevar los dos pies de forma cómoda. En mi caso el derecho lo suelo llevar detrás en paralelo al sentido de la marcha y del izquierdo ligeramente cruzado hacia el interior y apoyando la punta de los dedos en la barra diagonal que une dicha plataforma con la barra de dirección.
Os comentaba antes que tenemos disponible un control de velocidad de crucero, así que os voy a contar un par de cosas sobre él. Lo primero es que se utiliza activando primero la opción en la app para móvil «Mi Home» con el patinete conectado por bluetooth y una vez que nos aseguramos de que está activa hay que hacer lo siguiente: cuando vamos en movimiento debemos dejar pulsado el acelerador en la misma posición durante 5 segundos de modo que cuando escuchemos un pitido ya podemos soltarlo y el Mijia mantendrá la velocidad constante.
En realidad no es en un control de velocidad sino de potencia; ya que con él activado si subimos una pendiente el patinete baja su velocidad aun teniendo reserva de potencia disponible al igual que si descendemos la aumenta. Como os decía, no mantiene constante la velocidad como tal sino la corriente entregada al motor; pero aun así es de gran ayuda a la hora de circular con el patinete y nos evitará tener que ir con el acelerador pulsado constantemente, lo cual es un descanso para nuestro dedo pulgar derecho. Por cierto, el control se desactiva al más mínimo toque al acelerador o al freno y si hacéis un alto en el camino la pata que tiene en un lateral hace que no haga falta buscar un sitio donde apoyar nuestra montura.
Ya que estamos, aprovecho para deciros que el patinete es capaz de superar cuestas más o menos empinadas (hasta un 14% según el fabricante) pero sólo en el modo normal. En el modo ECO, en cuanto el terreno pica hacia arriba unos grados el patinete va perdiendo velocidad y os va a tocar darle algún empujoncito con el pie. Es el precio a pagar por intentar tener la mayor autonomía posible.
Ahora bien, en llano, la velocidad máxima del patinete es de 25 Km/h en el modo normal (18 en el ECO) y os aseguro que cuando la alcanzáis tendréis la sensación de estar yendo bastante rápido. Tened en cuenta que vamos circulando sobre dos ruedas canijas y totalmente expuestos al aire, por lo que el pensamiento de «cómo se me cruce algo el piñazo va a ser de los gordos» se os pasará por la cabeza más de una vez; aunque es verdad que el tema del frenado está resuelto con muy buena nota.
El freno trasero es de disco, y es una de las cosas que más me gustan de este modelo de Xiaomi. Va accionado por cable, frena con contundencia y en muy poco espacio. Sólo tenemos que tenerlo bien regulado y tener cuidado de no golpear la pinza de freno o el disco para que no se mueva de su posición. Si se nos gastan las pastillas o el disco es más o menos fácil de encontrar porque son componentes estándar de bicicleta (disco de 110 mm y pastillas Clarks tipo CMD-5/7/12).
La pinza de freno está, según vamos en el sentido de la marcha, en el lado izquierdo; de modo que debéis ser cuidadosos al bajaros del patinete en marcha como por ejemplo para subir un bordillo porque al tirar del manillar si el patinete se inclina hacia nuestro lado podéis golpear la pinza de freno bien contra el propio bordillo (me paso una vez y se descolocó, quedando la rueda trasera bloqueada por la pastilla de freno) o bien contra la pierna haciéndoos daño (también me ha pasado alguna que otra vez). Si la pinza se descoloca no os asustéis, ya que se recoloca aflojando los dos tornillos que hay en la parte superior de esta y centrándola de nuevo con respecto al disco de freno. Lo de la pierna se pasa sólo al rato.
Aprovecho para contaros una manía que me viene de mis tiempos de mountain biker y que sigo usando en cada medio de transporte que lleve manillar y manetas de freno: siempre llevo el dedo índice apoyado en la(s) maneta(s) de modo que si tengo que frenar con urgencia ese escaso medio segundo que tardo en mover el dedo del manillar a la maneta puede ser la diferencia entre darme un golpe o quedarme a centímetros de dármelo. Podéis comprobar esto en el vídeo que os puse antes, pues hay un breve plano en el que se aprecia.
El freno delantero (eléctrico) actúa de dos maneras: cuando el patinete alcanza más velocidad de la que debería llevar por lo que dicta el acelerador la rueda delantera ejerce un par de frenado que genera electricidad que va a la batería recargando esta (es lo que ocurre en las bajadas o en las deceleraciones). Del mismo modo, llevemos la velocidad que llevemos, si pulsamos la maneta de freno el motor delantero también ejercerá ese par resistente que os decía antes frenando el patinete.
Mi consejo es que ajustéis el freno trasero para que entre en acción después del delantero. Es decir, que si pulsamos ligeramente la maneta será el freno delantero el que actúe, recargando algo la batería además. Si la situación requiere una frenada más potente, al pulsar algo más la maneta entrará el freno trasero que no regenera energía pero detiene el patín en nada de espacio actuando más como un freno «de emergencia» que otra cosa. Además, al hacerlo así gastaréis menos las pastillas de freno, que siempre es un poco engorroso cambiarlas.
Por cierto, me encanta el detalle de los rápidos destellos de la luz de freno cuando pulsamos la maneta de freno porque si llevamos a alguien detrás le va a llamar la atención y no se va a chocar contra nosotros. La detección de esta pulsación es a través de un sensor hall situado dentro de la maneta del freno.
Hablando de luces, con una pulsación del botón del manillar apagaremos y encenderemos la iluminación del patinete. Ambas luces van de la mano, siendo un foco frontal LED de color blanco que alumbra bastante (probad a circular por una zona oscura de noche) y una luz trasera de posición en forma de 0 de lo más resultona.
Más cosas: si sois tan maníaticos de los ruidos como yo lo soy os gustará saber que el patinete apenas hace ningún sonido más que el del siseo del motor al circular, pero yo me he encontrado con «grillos» en la zona de plegado, los cuales se pueden arreglar con una gota de grasa bien extendida por las zonas metálicas en contacto (podéis verlo porque al abrir la bisagra se nota que rozan por el acabado que presentan) o mejor aun, colocando una fina lámina de teflón recortada con la forma de la pieza. Sé que es un mal menor, pero si os pone nerviosos escuchar un ñi-ñi-ñi al pasar por zonas bacheadas podéis solucionarlo en cinco minutos y sin manchar nada.
Una cosa que echo en falta en este patinete es contar con una pantalla LCD en la que pudiera ver los tres parámetros principales: batería restante, velocidad y kilometraje. Son datos que la app de Xiaomi nos da, pero no hay manera de circular con el móvil en la mano y el manillar no está tan sobrado de espacio como para poner un soporte para móvil. Muchos otros patinetes eléctricos llevan este tipo de pantallas, así que me da en la nariz que si Xiaomi saca una segunda versión de este M365 la incorporará porque, al margen de los problemas mecánicos ya comentados, creo que es algo muy mejorable.
Algo que me gusta mucho de este patinete que se puede desmontar con herramientas estándar. Con un juego de llaves Allen y otro de llaves Torx podéis llegar hasta el último rincón y arreglar cualquier problema que se pueda plantear. Algo que, desde mi punto de vista, se agradece porque no hace falta hacer apaños raros o contar con herramientas especiales para ponernos manos a la obra.
Os comentaba antes que el freno delantero tiene ABS; y el caso es que así es. Por muy fuerte que frenemos la rueda delantera va a estar en todo momento bajo control. La trasera puede llegar a derrapar si apretamos muy fuerte la maneta porque al final es un freno de disco mecánico sin ninguna electrónica que lo gobierne; pero en el caso de la rueda delantera, si el sistema que controla el patinete detecta que la rueda se ha bloqueado disminuye el par de frenado para que la rueda pueda seguir girando y así mantengamos el control. Es una pena que no se haya implementado un control de tracción para evitar situaciones de patinaje de la rueda delantera al acelerar en casos como el que os comentaba antes, pero no es así.
Creo que aun no os he dicho cómo es el sistema de plegado del patinete. La cosa consiste en que mediante una leva presente en la parte baja de la barra del manillar podemos doblar esta y ponerla horizontal de tal modo que el timbre queda enganchado en un resalto que tiene el guardabarros trasero y nos sea más sencillo transportarlo. De todos modos, el patinete pesa más de 12 Kg y a no ser que seamos unos forzudos si lo llevamos así por la calle enseguida nos empezarán a doler los brazos. Tampoco lo veo práctico para llevarlo en un autobús o en el cercanías porque pesa y abulta más de la cuenta. No olvidéis que tiene algo más de un metro de largo y el manillar son unos 40 cm de ancho, que no es poco.
Por cierto, hay una cosa que me llama mucho la atención y es cómo se calientan las ruedas con el uso (vamos con la parte friki de la review). Fijaos en las siguientes fotografías hechas con mi cámara termográfica en las que podéis ver que la rueda delantera se calienta entera por tener en su interior el motor eléctrico ya que la circulación de corriente genera calor por su propia naturaleza (en verano, tras una buena sesión dándole caña, nos podemos asustar al tocar la superficie del motor). Sin embargo, la rueda trasera también coge cierta temperatura, pero en este caso es simplemente por el efecto de la fricción entre la rueda y el pavimento y eso se nota en que sólo es esa zona de la rueda la que coge temperatura. Curioso, ¿verdad?
Precisamente por esto es por lo que debemos de llevar los neumáticos hinchados a entre 3 y 3,5 bar de presión, ya que si los llevamos más flojos aumentará el rozamiento y además podemos pinchar por pellizco de la cámara si pasamos sobre un resalto o pisamos una piedra grande. Tened en cuenta que ese calor que se genera en la superficie de las ruedas no es más que energía de la batería transformada en energía térmica (un tema que me apasiona y sobre el que algún día escribiré un artículo) y que por tanto no hemos aprovechado en avanzar.
Hay un tema que, desde mi punto de vista también es importante, y es el aspecto legislativo a la hora de circular con él. En resumidas cuentas, y para no liaros mucho, os diré que como norma general no podréis circular con él por la calzada, siendo su ámbito los carriles bici y las aceras (en este último caso circulando a una velocidad que no represente un peligro para los peatones). Eso sí, cada municipio tiene potestad para legislar al respecto, de modo que si tenéis pensado comprar uno y no queréis tener líos mi consejo es que os acerquéis al ayuntamiento y preguntéis por el tema, ya que puede que haya algún tipo de ordenanza municipal o similar que limite el uso de este tipo de patinetes.
En todo caso, si no circuláis por la calzada y aplicáis el sentido común no deberíais tener ningún problema con la ley, ya que lo que siempre se intenta es que no haya líos entre los distintos usuarios de las vías urbanas sean del tipo que sean. Es decir, que si la policía local os ve circulando con el patinete por la acera a una velocidad tranquila y con cuidado sería raro que os dijeran algo; pero si os ven haciendo slalom entre los peatones a la máxima velocidad que da el patinete no os extrañe que os caiga una multa por poner el peligro a los que os rodean.
Como os decía al principio de esta review, el patinete eléctrico de Xiaomi es uno de los primeros modelos de una revolución que cada vez está más cerca. Yo tengo claro que el futuro de la movilidad en las ciudades es eléctrico, y de aquí a unos años vamos a vivir una expansión del coche propulsado por baterías para los trayectos largos y de los vehículos como este Mijia M365 para esos pequeños trayectos del día a día que a pie nos llevarían mucho tiempo pero que con un patinete eléctrico podríamos realizar de forma rápida y cómoda.
Cierto es que hasta que no pase un tiempo cada vez que salgamos con él a la calle vamos a ser el centro de atención allá por donde circulemos; pero eso es algo que debería daros igual. En mi caso, cuando voy circulando con este vehículo me invade una sensación de felicidad que no sabría muy bien describiros; pero que creo que proviene de una mezcla de satisfacción y diversión mezcladas a partes iguales.
Por último, me gustaría comentaros algo que creo que es bastante revelador; y es que desde hace unos días el patinete lo tiene mi novia porque conseguí convencerla para lo usara para ir a trabajar (tarda 20 minutos caminando) y desde el primer día que lo utilizó me dijo que le encanta y que le vaya buscando uno para ella. Y ya veréis como al final creará tendencia en su oficina; tiempo al tiempo.
Lo mejor
La sensación de libertad al circular con un vehículo que no contamina, que recargarlo cuesta apenas unos céntimos de euro y que nos permite llegar a cualquier punto de la ciudad sin esfuerzo.
La calidad de construcción, acabados y tacto en general.
Los frenos tienen un rendimiento impresionante
Lo peor
Los problemas de batería y pinchazos, que pueden acabar con el patinete arrinconado si no estamos dispuestos a remangarnos, desmontarlo y ponerle solución.
Se echa en falta una pantalla LCD en la que ver el porcentaje de la batería, la velocidad actual, el kilometraje…
Sus 12,5 Kg y su tamaño son demasiado elevados como para cargar con él de manera habitual por la calle o en transporte público
Conclusión
Si bien estamos ante un gadget que a mí personalmente me encanta y que estoy convencido de que creará escuela; hay que ser realistas y reconocer que los problemas que hemos visto en los párrafos anteriores no lo hacen aconsejable para todo el mundo. Por suerte, ahora que Xiaomi va a comercializarlo oficialmente en nuestro país tendremos servicio post-venta y, me imagino, que mayor facilidad para conseguir recambios; pero aun así los problemas de batería y de pinchazos seguirán ocurriendo a los usuarios.
Yo os lo recomiendo totalmente si no os asusta el tema que de que un día os encontréis con que el patinete se niega a cargar y os toque soldar la batería o que si pinchamos haya que pedir cámaras de repuesto a través de ebay o Amazon. Cuando recorremos la ciudad sobre él la sensación que otorga compensa con creces todas las pegas, pero tened en cuenta que no es ni mucho menos perfecto y que modelos posteriores seguramente corregirán algunos de sus fallos.
*Actualización 27/01/2018: Por fin llegan unidades a las tiendas españolas
Han llegado unidades a la tienda Xiaomi de La Vaguada y por fin he podido comprar el patinete de mi novia (lo que implica que he recuperado el mío) así que me gustaría comentaros algunos detalles que nos han parecido interesantes:
Lo primero es deciros que la caja donde viene el patinete pesa 18,1 Kg y abulta una barbaridad. Tanto que en el maletero de mi Opel Corsa D no entraba ni de casualidad, así que la metí en los asientos traseros y allí le sobraban apenas diez centímetros a lo ancho con respecto a las puertas. Os dejo un par de fotos para ilustraros esto que os digo.
Lo que más nos ha llamado la atención es que el patinete que hemos comprado hoy viene con un juego de cámaras y de cubiertas de repuesto. Las cubiertas que vienen montadas de fábrica tienen un perfil más redondeado que las que lleva el mío, mientras que las del juego de reserva son más cuadradas y me da la sensación de que son como las que tengo yo montadas.
Cuando juntemos los dos patinetes para hacer alguna ruta ya os pondré algunas fotos de esto que os digo. Espero que las cubiertas redondeadas, además de tener menos rozamiento y por tanto consumir menos energía de la batería, estén más reforzadas contra los tediosos pinchazos.
Por lo demás, el patinete es exactamente igual a excepción del cable que sale por la parte derecha del manillar, siendo negro en mi M365 y gris en el de mi novia. Lo que sí me ha comentado en los primeros kilómetros de uso es que el suyo, posiblemente por las cubiertas de perfil más redondeado, es más nervioso a la hora de girar y que tiene más fuerza al acelerar y subir cuestas.
No sé si esto último será también porque su batería es capaz de entregar algo más de corriente que la mía o porque al ser mis ruedas más pesadas (maciza detrás y con cámara más gruesa y banda de kevlar delante) se nota en las inercias.
Ya escribiré alguna actualización más a medida que vayamos usando los patinetes juntos y así podamos intercambiar opiniones entre el modelo actualmente a la venta y el que tengo yo.
*Actualización 10/02/2018: He publicado una nueva entrada tituladaUn repaso al patinete eléctrico de Xiaomi después de 1000 Km en la que tras recorrer esa distancia analizo cómo ha ido envejeciendo el patinete y explico algunas cosas que me han ido pasando con él. Creo que el artículo puede ser de utilidad tanto a los que están pensando en comprarse este modelo como a los que ya lo tienen y buscan algo más de información.
Debido a que ya llevo unos cuantos años haciendo fotografías me está ocurriendo algo muy común y que había leído decenas de veces en el pasado pensando que a mí no me iba a pasar: cada vez le doy menos importancia al equipo y más a la creatividad (y a ir ligero de equipaje).
Técnicamente hablando, las cámaras réflex siguen siendo hoy por hoy las reinas en cuanto a calidad de imagen para el usuario de a pie (formato medio y cosas por el estilo quedan fuera del alcance del común de los mortales, seamos realistas) pero no es menos cierto que pesan y abultan bastante, por lo que no son lo mejor para nuestra espalda si nos dedicamos a hacer «safaris fotográficos» de acá para allá.
Compactas, móviles o cámaras bridge tienen el problema de que poseen sensores de imagen de pequeño tamaño, de modo que no pueden hacer la competencia a las réflex por motivos puramente físicos en captación de luz, profundidad de campo, niveles de ruido o precisión de enfoque.
Sin embargo, hay un punto intermedio muy interesante en las cámaras EVIL que a mí cada vez me gusta más, ya que aúnan las dimensiones y el peso de una compacta avanzada con la calidad de imagen y las prestaciones de una réflex debido al mayor tamaño de su sensor.
Cierto es que parece que nunca acaban de despegar del todo, y los insistentes rumores que circulan últimamente sobre la desaparición de la gama 1 de Nikon no son más que otra prueba más de ello; pero me da a mí que gran parte de la culpa la tienen los últimos móviles de gama alta que en sus constantes maniobras de marketing nos quieren hacer creer que con ellos vamos a poder captar unas fotografías que ni con una Hasselblad.
Que conste que yo soy el primero que a veces veo algo que me llama la atención y lo fotografío con mi móvil si no llevo una cámara encima en ese momento porque prefiero eso a dejarlo escapar; pero si el motivo merecía la pena siempre me he arrepentido de no haber llevado algo en condiciones con lo que capturar ese instante de la mejor manera posible.
Pero bueno, tampoco quiero aburriros con una disertación sobre las ventajas de las cámaras sobre los móviles a la hora de hacer fotografías porque cada uno es muy libre de pensar lo que quiera; pero sí que me gustaría lanzar un pequeño alegato en favor de las cámaras EVIL con ayuda de las fotografías que ilustran este artículo, pues son imágenes que he capturado con mi ya veterana Olympus E-PL1 de las que estoy orgulloso y quería compartirlas con vosotros.
Sigo cogiendo la réflex porque su calidad de imagen es incluso superior a la de la EVIL que poseo, pero también es verdad que la ligereza que te da la E-PL1 y sus objetivos hace que al final camines más y veas más lugares que merece la pena fotografiar.
Los que conocéis un poco mis gustos sabéis que tengo debilidad por los diseños minimalistas y, en especial, por todas esas revisiones de gadgets que consisten básicamente en una miniaturización de la versión original de los mismos. Casos como los iPod nano y shuffle, las GameBoy Pocket y Micro, la Wii Mini y, como no, las sucesivas revisiones «slim» de la familia de sobremesa de Playstation (PS-One, PS2 slim y PS3 slim»y super-slim) siempre me han llamado mucho la atención y antes o después han acabado en mis manos.
Reconozco que muchas veces la compra de estos modelos se debe más a un impulso irracional que a una decisión meditada y madurada; pero es que cuando tienes delante de ti uno de estos aparatos y ves que su tamaño con respecto al original es tan reducido, al menos en mi caso no puedo evitar sentir una especial atracción por ellos.
Una compañera casi invisible para la tele del salón
El caso que hoy nos ocupa trata de la subida al carro de las microconsolas por parte de Sony que, viendo el éxito de crítica de OUYA y algunas otras competidoras no tan conocidas, ha querido introducir una de sus máquinas en nuestros salones pese a que las actuales máquinas de sobremesa ya no son patrimonio exclusivo de los aposentos de los pequeños de la casa. Además, ahora mismo podéis adquirir esta pequeña máquina en la web de una conocida cadena de tiendas de videojuegos por 55 €, algo que potencia ese impuso de querer hacerte con una la primera vez que la ves en vivo.
La idea de Playstation TV es la de expandir y complementar la experiencia que nos ofrecen el resto de videoconsolas de Sony ya sea continuando nuestra partida de PS4 en otro televisor de la casa a través de streaming, conectándonos a otra consola de sobremesa para acceder a contenido multimedia o ejecutar nativamente juegos de PS Vita, PSP o PSX sentados en el sofá.
Lo primero que llama la atención de Playstation TV son sus reducidísimas dimensiones, ya que esta mide apenas 65 x 105 x 13 mm, que viene a ser lo que abulta una baraja española normal y corriente. En cuanto al peso, son 110 gramos, por lo que también podemos comprarlo con el mazo de cartas anteriormente mencionado. Para que os hagáis una idea, podéis meter la consola en el bolsillo de una camisa y apenas notaréis que la lleváis encima.
El caso es que cuando desprecinté su caja de cartón azul y empecé a sacar los manuales, la caja que contiene los códigos de descarga de los tres juegos que vienen de regalo, el cable HDMI, el cargador… llegué a un punto en el que pensé que se habían olvidado de meter la máquina; pero no fue así y al fondo del todo, tras una solapa de cartón, estaba ella cuidadosamente envuelta en ese papel blanco-grisáceo que protege a todas las consolas de Sony hasta donde abarcan mis recuerdos.
La primera impresión al sostener la consola en la mano es de asombro: tiene el grosor justo para poder dar cabida a los puertos que posee y su peso extremadamente ligero nos hace pensar que estamos ante una especie de disco duro multimedia portátil o similar. Cierto es que el material del que está fabricada no es muy «noble» (100% plástico) pero su apariencia sobria le da un punto de elegancia muy particular.
Ya más en detalle podemos que ver la consola tiene un frontal en color negro brillante completamente liso a excepción del nombre de la marca y un discreto LED de color blanco que nos indicará si la Playstation TV está funcionando o no. En la parte posterior tenemos una hilera de puertos consistente en alimentación, Ethernet, HDMI, USB, tarjeta de memoria y el botón de encendido/apagado encastrados en el mismo plástico brillante que encontramos en el frontal.
Los juegos de PS Vita se introducen por una ranura a tal efecto situada en un lateral de la consola y que está tapada por una discreta solapa de plástico negro mate. El único elemento que me falta para terminar de describiros la máquina es el famoso logo de Playstation el cual se encuentra grabado en su cara superior.
En cuanto a los elementos que no se ven a simple vista, comentaros que Playstation TV cuenta con un micro ARM Cortex A9, chip gráfico PowerVR de 4 núcleos, 512 MB de RAM, 128 MB de memoria de vídeo y 1 GB de memoria de almacenamiento, quedando esta última anulada si utilizamos una tarjeta externa (formato propietario de Sony que se paga a precio de cojón de pato, he de recordaros).
Por cierto, adelantaros que dicha tarjeta os va a hacer falta sí o sí, ya que con sólo descargar los tres juegos que vienen de regalo con la máquina ya la tendremos prácticamente llena y en cuanto se nos descargue una actualización de algún título o bajemos contenido de la Playstation Store vamos a tener que hacer malabarismos para no empezar a recibir avisos por falta de espacio de almacenamiento.
Hablando de internet, la consola se conecta a la red a través de Ethernet (cable RJ45 de toda la vida) o bien empleando tecnología WiFi, por lo que no deberíamos de tener problemas de conectividad en ningún caso. Sea como sea os recuerdo que la conexión por cable siempre es más recomendable que el WiFi en caso de un uso intensivo de internet como vídeo en streaming, juego en red y similares por ser esta más estable.
Portabilidad vs funcionalidad
No nos engañemos: Playstation TV no es otra cosa que una PS Vita sin pantalla, sin batería y sin ningún tipo de control táctil o físico más allá del botón de encendido. Quiere esto decir que la consola es muy bonita pero que por si sola no es más que una mera caja de plástico con bordes redondeados y visto así el tamaño, aunque minúsculo, tampoco debería de sorprendernos tanto. Si la PS Vita no necesita ningún tipo de ventilador tampoco le hará falta a su «versión de sobremesa», de modo que todo su hardware puede integrarse en una pequeña placa electrónica sin mucha dificultad.
El caso es que si queremos jugar con la Playstation TV necesitamos las siguientes cosas además de la consola como tal:
Adaptador de corriente (incluído con la consola. Compuesto de cable de alimentación y bloque de alimentación a 5 Vcc)
Televisión con entrada HDMI
Cable HDMI (incluido con la consola)
Mando de PS3 ó PS4 con cable USB para realizar la primera sincronización y cargarlo
Si no tenemos a mano cualquiera de estas cosas la consola será un bonito cacharro que enseñar a los amigos para que alucinen con sus dimensiones, pero nada más, de modo que a efectos prácticos la máquina ocupa más que lo que sus reducidas dimensiones podrían hacernos pensar a priori.
Por cierto, es una lástima que la consola no pueda ser alimentada a través de un puerto USB, ya que como hoy en día todas las televisiones disponen de al menos uno de ellos, hubiera sido genial para no depender del adaptador de corriente. Digo esto porque en el caso de PS Vita, la alimentación se toma de un puerto USB normal y corriente, de modo que si tenemos uno a mano (ordenador, cargador universal USB, batería portátil…) podremos recargar la consola y así ganar autonomía.
En cualquier caso, dado que Playstation TV no dispone de batería interna para funcionar, si la enchufáramos a un USB incapaz de dar la corriente necesaria (y dado que su consumo máximo es de 1,6 amperios no muchos puertos USB serán capaces de darla) la consola simplemente no encendería. Comentaros que en los aparatos con batería, en general, el cargador va cargando la batería y el aparato en si utiliza la energía almacenada en esta sin tomarla directamente del cargador, de modo que la corriente máxima que éste pueda dar no es un factor crítico para su funcionamiento.
Sistema operativo
En lo que respecta al software del sistema, éste es el mismo de PS Vita pero con alguna ligera modificación. Este sistema operativo en la portátil de Sony funciona estupendamente porque está diseñado con una pantalla táctil como interfaz de usuario, pero en el caso de Playstation TV se maneja con el mando de una de sus hermanas mayores y hay cosas que o bien no se pueden hacer o se realizan mediante extrañas combinaciones de botones.
Al igual que en PS Vita contamos con un modo de suspensión de forma que podemos dejar la consola en espera en cualquier momento con un simple toque del botón de encendido o una pulsación larga del botón PS del mando y así retomar la partida más delante.
Cierto es que la consola apenas tarda unos segundos en arrancar, pero no siempre podemos grabar la partida cuando nos venga bien y en caso de una interrupción repentina no perderemos nuestro avance. Eso sí, si desenchufáis el cargador o se va la luz mientras la consola está en suspensión esta se apagará al instante y perderemos lo que hayamos avanzado desde la última vez que grabamos la partida.
Sea como sea, también tengo la impresión de que el sistema va, en general, algo más fluido en PS Vita que en Playstation TV. Puede que sea sólo sensación mía porque no tengo un dato numérico (benchmark) que compare el rendimiento de ambas máquinas; pero como os decía, mi sensación es que todo se mueve de forma algo más fluida en la portátil de Sony. Algo que, de ser así, podría deberse a la electrónica encargada de pasar al puerto HDMI toda la información gráfica que en la PS Vita va internamente a la pantalla ahorrando así un «intermediario».
La resolución de vídeo que da esta pequeña máquina es de 480p, 720p o 1080i (seleccionable en las opciones de sistema) de modo que si tenéis un televisor FullHD no vais a poder sacarle todo el partido que os gustaría. En cualquier caso, dado que los juegos de PS Vita (que ahora mismo son los que más resolución sacan por pantalla de los ejecutados nativamente por Playstation TV) están hechos para dar una salida de 960 x 544 pixels no ibais a notar un aumento de la nitidez ni aunque pudiéramos seleccionar un modo con resolución 4K.
Además, en comparación con PS Vita perderemos calidad de imagen, ya que la pantalla de la Vita original es de gran calidad y gracias a su tecnología OLED los dientes de sierra, píxels y degradados de color quedan muy disimulados y apenas se aprecian. Sin embargo, cuando vemos estos mismos juegos en la tele del salón parece que nos hemos dejado algo de calidad de imagen por el camino.
Comentar también que Playstation TV viene con las herramientas habituales del sistema operativo de PS Vita como la lista de amigos, los mensajes, el correo electrónico o el navegador de internet. Dicho navegador está muy capado debido a la poca capacidad de memoria disponible y a lo lento y tortuoso que es escribir cualquier cosa con el teclado virtual y el mando, pero ahí está por si tenemos que consultar alguna cosa y no queremos levantarnos del sofá.
Los juegos
En lo que a juegos se refiere, he de decir que la Playstation TV parece hecha para los «retrogamers» que crecimos con la primera PSX. Me explico: hasta que se inaugure el sistema de juego «en la nube» llamado Playstation Now que nos permitirá jugar a títulos de PS2, PS3 y PS4 en diversas máquinas de la compañía (parece ser que incluso en televisores Bravia) en la Playstation TV podemos jugar a títulos digitales de PSX, PSP, PS Vita (estos últimos también en formato físico) y haciendo streaming desde nuestra PS4 en esta pequeña máquina.
De todos modos, Sony siempre ha sido una compañía que ha anunciado cosas a bombo y platillo que luego se han quedado en nada (todavía recuerdo aquello de que podríamos utilizar la PSP como retrovisor en Gran Turismo 5) y la implantación de PS Now en Europa así como el verdadero alcance de sus características es algo que todavía está por ver y que hasta que no vea con mis propios ojos no me creeré del todo.
Bueno, la teoría está muy bien, pero en cuanto nos pongamos a trastear con los juegos de PS Vita vamos a comprobar con desilusión que muchos de ellos no son compatibles. En mi caso, de ocho juegos en tarjeta que poseo me funcionan tres (Need for Speed Most Wanted, Final Fantasy X HD y God of War Collection). Entre los que no funcionan están Metal Gear Solid Collection, Everybody’s Golf o Lumines; y de los descargados digitalmente más de lo mismo. De los que tengo algo más de la mitad no funcionan, como es el caso del recientemente relanzado Jet Set Radio; si bien otros como Final Horizon o Hotline Miami lo hacen correctamente.
Como os digo, a nivel de compatibilidad con títulos de PS Vita la cosa anda justita (se habla de que funcionan en torno al 40% y en mi caso, efectivamente, rondo ese porcentaje). Sony dice que irán haciendo compatibles algunos juegos mediante parches, pero a día de hoy, los que inicialmente eran incompatibles tampoco lo son con las actualizaciones disponibles hasta ahora. Vuelvo a recordar aquello de las promesas incumplidas de la saga Playstation a lo largo de sus diferentes encarnaciones.
Dado que el hardware interno de Vita y TV es el mismo, lo que hace que unos juegos funcionen en Playstation TV o no es el uso de la interfaz táctil y/o las cámaras de la consola. Crucetas y botones podemos emularlos empleando el mando de PS3 o PS4 sin ningún problema, pero dado que PS Vita posee dos superficies táctiles, aquellos títulos que hacen un uso intensivo de ellas posiblemente no funcionarán en Playstation TV y así nos lo indicarán cuando vayamos a ejecutarlos (si bien, permite instalarlos y actualizarlos haciéndonos creer que van a funcionar). Lo mismo ocurre con los juegos que utilicen la cámara de PS Vita, ya que Playstation TV no incorpora ninguna ni tenemos la posibilidad de conectar una a través del puerto USB.
Cierto es que mediante la pulsación de L3 podemos acceder a un puntero táctil virtual que emula los toques en la pantalla y el panel trasero de la PS Vita, pero aunque es una solución válida para selecciones de menús y similares (Caso de OllieOllie, por ejemplo) no podemos basar la jugabilidad de un título tan complejo a nivel de control táctil como Touch my Katamari en un simple puntero virtual.
Sin embargo, los títulos de PSX y de PSP son otro cantar y funcionan prácticamente todos (las pocas excepciones a esto las he encontrado en los Final Fantasy V, VI, VIII y IX de PSX y no me explico el por qué) puesto que los controles de ambas consolas se pueden emular al 100% con un mando de PS3 o PS4. Es por ello, que a día de hoy la Playstation TV es una perfecta candidata para recordarnos nuestra época de jugones de finales de los 90 y, para mí, esa es una de sus grandes bazas.
De hecho en la que tengo yo en mi casa desde hace unos días, salvo alguna excepción puntual como el FFX, sólo tengo instalados en ella juegos como Metal Gear Solid, Castlevania Symphony of the Night, International Track & Field, Silent Hill (sí, soy muy fan de los juegos de Konami de aquella época), Tomb Raider, Destruction Derby, Tekken o Ridge Racer entre otros.
En la Playstation Store (cuyo aspecto y funcionalidad es exactamente igual que en PS Vita) tenéis una amplia variedad de juegos de aquella época cuyos precios suelen oscilar entre 5 y 10 euros, de modo que entre el precio de la consola, una tarjeta de memoria de 8 GB (realmente para este tipo de juegos no os hace falta mucha más capacidad) y tres o cuatro juegos para ir pasando el rato, podéis montaros unas sesiones jugonas en plan «revival» por relativamente poco dinero y sin ocupar apenas espacio en vuestra casa.
Además, si ya tenemos una cuenta de PSN podemos hacer uso de ella en nuestra Playstation TV de tal modo que podemos descargar todo lo que hayamos comprado antes y disfrutar de las ventajas de servicios como PS Plus y similares.
Por cierto, comentaros que en la aplicación de los trofeos podéis consultar tanto los que hayáis conseguido localmente en la Playstation TV como el total de vuestra cuenta de PSN tal y como podéis observar en la captura que os dejo a continuación.
Multimedia
Pese a que el sistema operativo cuenta «de serie» con aplicaciones para reproducción de vídeos, música y fotos, podéis ir olvidándoos de usar el puerto USB para ello. De hecho el puerto USB sólo sirve para cargar el mando de PS3/PS4 y sincronizarlo la primera vez que lo utilicemos. Hubiera sido genial poder conectar un disco duro externo a la consola y reproducir en ella directamente vídeos, música y fotografías convirtiendo a Playstation TV en la mejor amiga de la tele del salón; pero no es así (y es una lástima, de verdad).
Por tanto, para la reproducción de contenido multimedia hay que tener una PS3, PS4 o un PC conectado a la misma red local que Playstation TV y dejar que ese dispositivo haga de «servidor» alojando ahí lo que queramos reproducir en el televisor del salón mediante nuestra diminuta consola y el habitual «Gestor de contenido» que nos permitirá pasar los archivos desde el otro dispositivo a la memoria de Playstation TV. Vamos, que no merece la pena montar tal lío para algo tan simple que podremos hacer con casi cualquier otro dispositivo que tengamos por casa.
Sin ir más lejos, para poder pasar al PC las capturas de pantalla que ilustran este artículo he tenido que pasarlas por red local a la PS3 y desde ella grabarlas en un pendrive USB que finalmente he conectado al ordenador para poder trastear con las dichosas imágenes. ¡Y yo que pensaba que las iba a poder grabar en el pendrive directamente desde la Playstation TV!
Conclusiones
Todavía hay que ver hacia donde evolucionará esta máquina (y eso si evoluciona, porque dado el poco éxito que está teniendo no sería de extrañar que dentro de un tiempo desapareciera del mapa) pero a día de hoy yo le encuentro un uso interesante como estación de juegos de PSX y para aquellos títulos compatibles de PS Vita y PSP que queramos jugar en la comodidad del sofá y la pantalla grande del salón.
De cualquier modo, no es una consola recomendable para todo el mundo, ya que muchos de los que se esperen una máquina para disfrutar de un amplio catálogo se sentirán frustrados al ver las muchas limitaciones de la máquina a día de hoy. Y si al menos el USB fuera capaz de reproducir contenido multimedia tendríamos un elegante reproductor para el salón de casa, pero no es así volviéndonos a dejar con la sensación de que estamos ante un aparato bastante capado por software que, si Sony hubiera querido, podría dar mucho más de si.
En cualquier caso, si Playstation TV costara un dineral a lo mejor no le vería el punto; pero por los 59 euros que cuesta ahora mismo esta diminuta máquina es difícil resistirse. Aun así, debéis recordar que si no tenéis una PS3 o PS4 en casa os tocará comprar un mando, que también cuestan una pasta (como la dichosa tarjeta de memoria que nos tocará comprar antes o después).
Lo mejor
Tamaño muy reducido
Podemos emplear nuestra cuenta de PSN con todo lo que ello implica
Cuando se lance Playstation Now podremos utilizarlo en esta máquina (o al menos eso es lo que Sony promete)
La consola se puede encontrar ahora mismo por 59 €
Lo peor
Necesitaremos un mando de PS3 ó PS4 para poder cualquier función de la consola
Gran parte de los juegos de PS Vita son incompatibles con Playstation TV
El puerto USB sólo sirve para cargar y sincronizar los mandos
Al tener sólo 1 GB de almacenamiento interno tendremos que adquirir una tarjeta de memoria
La calidad de imagen de los juegos se resiente en comparación con PS Vita
Ya sabéis lo mucho que me gustan los objetivos de focal fija. Sin ir más lejos, el 35mm f/1.8 suele ser la pareja de mis réflex Nikon en muchas ocasiones ya sea por estas tierras o en algún que otro viaje a Madrid.
Precisamente por eso la compra hace aproximadamente un año de la Olympus E-PL1 sólo tuvo un «pero»; y es que no encontré en aquel momento el kit que venía con el 17mm f/2.8 de la misma marca, teniendo que conformarme con un 14-42 de prestaciones básicas.
Sin embargo, desde hace un tiempo le tenía puesto el ojo encima al Panasonic Lumix G 14mm f/2.5 ASPH, de modo que al final conseguí hacerme con uno que, dicho sea de paso, no he desmontado de la cámara desde el momento en que lo recibí.
Ya os comenté hace poco que lo bueno del estándar micro cuatro tercios es que mientras los objetivos se ajusten a dicha especificación podemos montarlos en el cuerpo que tengamos ya sea de una marca u otra. Por eso aunque esta óptica esté firmada por Panasonic funciona al 100% en los cuerpos Olympus y viceversa (las ópticas Olympus funcionan perfectamente en cuerpos Panasonic).
Tres Oreos apiladas
Había leído que el tamaño de este objetivo es más o menos como el de tres galletas Oreo apiladas; y aunque de primeras pensé que sería una exageración, en cuanto lo tuve en la mano me di cuenta de que la comparación es bastante acertada, porque de verdad que la óptica es realmente diminuta.
Lamentablemente no tengo por aquí tres galletas de la conocida marca para hacer la comparación; pero sí una moneda de dos euros y mi Nikkor AF-S 35mm f/1.8 para que veáis lo poco que abulta esta pequeña creación de Panasonic.
La bayoneta es metálica, el cuerpo (sin las tapas protectoras) mide apenas un par de centímetros de grosor y la lente frontal ni sobresale ni es de gran tamaño; por lo que estamos ante una óptica de lo más discreta que no atraerá demasiadas miradas ajenas como ocurre, por ejemplo, cuando llevo la D300 con el Nikkor 80-200 f/2.8.
Todavía recuerdo cuando una pareja pasó a mi lado mientras hacía fotos del triatlón que se celebró recientemente por aquí y ella dijo «Uy mira, parece que esto va a salir en el periódico» mientras me señalaba claramente a mí.
Una cámara m4/3 con este objetivo de tipo pancake montado en ella dará lugar a un conjunto ligero y de pequeño tamaño que cabrá en cualquier bolsillo amplio (desde luego no en unos vaqueros ajustados) y que nos permitirá captar imágenes de buena calidad siempre que sepamos lo que tenemos entre manos (ya sabéis de mi insistencia en conocer las limitaciones de nuestro equipo).
Para que os hagáis una idea, mi Olympus E-PL1 con el objetivo montado, batería y tarjeta de memoria pesa exactamente 400 gramos; mientras que una Nikon D40 con el 35mm f/1.8 que os decía antes sube hasta los 780 gramos.
Es un angular
Como ya sabréis, el formato m4/3 tiene un factor de recorte de 2x, de modo que este 14mm va a darnos un ángulo de visión similar al de un 28mm montado en una cámara full frame: una focal de lo más clásica que siempre ha sido un referente para la fotografía social dado que al entrar en el terreno del angular nos permitirá situar en su contexto al motivo principal de la imagen.
De todos modos, como siempre os digo, vale que el ángulo de visión sea similar al de un 28mm en una cámara FF; pero en lo que respecta a la percepción «cerca-lejos» es un 14mm y eso es algo que tendremos que tener en cuenta (si lo usamos para hacer un retrato en primerísimo plano la nariz aparecerá más grande de lo normal ocurriendo justo lo contrario con las orejas; aunque eso no siempre tiene por qué ser un problema).
Como ya os he comentado alguna vez, los angulares son mucho más complejos de utilizar que los teleobjetivos, ya que mucha gente tiende a emplearlos para que «entren más cosas en la foto» y esto sólo da lugar a imágenes vacías de contenido dominadas en gran parte por cielos y suelos sin ningún interés.
Un angular sirve para jugar con los conceptos de cerca y lejos; algo para lo que tendremos forzosamente que llenar el encuadre con el motivo principal de nuestra fotografía. Y, claro, con un ángulo de visión tan amplio si queremos hacer eso no nos queda más remedio que acercarnos mucho a lo que queramos retratar (principal motivo por el que no son las mejores ópticas para ir de safari a Kenia).
Por tanto, mi recomendación es la misma que a la hora de emplear cualquier distancia focal corta: acercarse mucho al motivo a fotografiar para llenar el encuadre con él y lograr así un punto de vista muy distinto al que estamos acostumbrados cuando vemos el mundo a través de nuestros ojos.
Características técnicas
Aunque en los primeros párrafos ya os he comentado a grandes rasgos las características de este objetivo, voy a enumerarlas a continuación de una forma más ordenada para aquellos amantes de los datos técnicos. Un aspecto del que yo cada vez paso más para centrarme principalmente en la composición y en jugar con la luz.
Construcción: 6 elementos en 5 grupos (3 elementos asféricos)
Dimensiones: 55 mm de diámetro por 21 mm de grosor (sin tapas)
Haciendo fotos
Aunque parezca una perogrullada, no debemos olvidar que la función de un objetivo es hacer fotos (a no ser que esté estropeado, en cuyo caso podría servir como vistoso pisapapeles) y éste es el punto al que ya tenía ganas de llegar. Nada más tener la óptica en mis manos y alucinar con su pequeño tamaño la monté en la cámara y desde entonces toda la luz que he captado con la E-PL1 ha pasado a través de los cristales del pequeño Panasonic.
Lo primero a destacar con respecto al 14-42 f/3.5-5.6 que venía originalmente con mi cámara es la precisión y la velocidad al enfocar. Una apertura mayor implica que llegará más luz hasta el sensor de la cámara y, por tanto, todo lo que tenga que ver con la evaluación de la imagen en tiempo real por parte de la electrónica interna funcionará mucho mejor.
Es como si nos ponemos a leer un libro bajo la luz del sol o en penumbra. En el primer caso veremos las letras con total claridad y nitidez, mientras que si no disponemos de mucha luz siempre tendremos que forzar más la vista y a veces podemos confundir ciertas letras que tengan trazos similares.
Con respecto a las aperturas disponibles (de f/2.5 a f/22) he de decir que aunque los resultados a plena apertura son bastante buenos, no son uniformes en todo el encuadre. Disparando a f/2.5 el centro de la fotografía aparece nítido y brillante, pero en las esquinas se aprecia cierto viñeteo y pérdida de definición que si bien no son demasiado graves (cuando disparamos a plena apertura es porque queremos centrar la atención del espectador en el motivo principal de la fotografía, que ocupará seguramente todo el centro del encuadre) sí que restan algo de nota a esta óptica.
Si disparamos entre f/3.5 y f/6.3 obtendremos mejor comportamiento en las esquinas; pero entonces obtendremos las mismas imágenes que podríamos captar con el 14-42 que venía originalmente con la cámara. Estamos de acuerdo en que todo objetivo mejora su comportamiento si cerramos ligeramente el diafragma; pero el caso es que si nos compramos un objetivo de apertura generosa será para sacarle partido a esa característica, ¿no?.
Lo que no os recomiendo como norma general es disparar por encima de f/9 aproximadamente porque la pérdida nitidez debida a la difracción empieza a hacerse evidente a simple vista. Ya sabéis que cuanto más pequeño es el tamaño del sensor a mayor apertura (número f más pequeño) comenzará a aparecer la difracción. Además, con una focal tan corta no es necesario cerrar mucho el diafragma para tener una buena profundidad de campo.
Desde mi punto de vista, lo mejor de este 14mm es la ligereza y la discreción que otorga a la cámara; y eso que la E-PL1 no es precisamente una de las m4/3 más pequeñas que hay en el mercado. Me gustaría ver esta misma óptica montada en una E-PM1 porque el conjunto resultante debe de ser del tamaño de una compacta avanzada, sólo que con un sensor de mayor tamaño.
Como podréis ver en algunas fotografías que ilustran este artículo, este 14mm montado en una cámara m4/3 no da ningún tipo de distorsión óptica. Las rectas son rectas aunque discurran cerca de los bordes del encuadre, si bien esta linealidad es producto de la corrección por software que realiza la propia cámara; ya que de no aplicarse las imágenes sí que mostrarían un acusado efecto de barril por lo que he leído en algunos análisis más técnicos de esta óptica.
Del mismo modo, me gusta comprobar que pese a disparar contra fuentes de luz intensas (el sol, sin ir más lejos) no suelen aparecer flares ni reflejos fantasma. Esto nos permitirá captar bellas puestas de sol que lucirán de una forma muy natural. Tampoco parecen apreciarse excesivas aberraciones cromáticas aunque forcemos algunos contraluces.
Conclusiones
Me apetecía mucho hacerme con esta óptica por varios motivos. Uno de ellos es que una focal fija siempre te obliga a moverte más y trabajar los encuadres. No sé si tendréis la misma opinión que yo, pero a veces los zooms nos hacen vagos y en lugar de acercarnos o alejarnos del motivo a fotografiar en busca de nuestra propia perspectiva, nos situamos en un mismo punto y nos limitamos a variar la distancia focal del objetivo. Con un fijo, si queremos acercarnos al motivo a fotografiar tendremos que emplear lo que yo llamo pedestrian zoom.
Por otra parte, como ya os decía antes, los angulares son focales más complicadas de usar que los teleobjetivos. Con un tele podemos centrarnos en los detalles obviando todo el resto de la escena; mientras que con focales cortas tendremos que tener especial cuidado con la composición porque van a aparecer multitud de detalles en el encuadre y alguno de ellos puede dar al traste con una buena foto. Un angular es una buena manera de mejorar nuestra técnica y la percepción del entorno a la hora de hacer nuestras fotografías.
Por último, tenía muchas ganas de poder llevar en un bolsillo una cámara que me diera una buena calidad de imagen. No sé si es que me estoy haciendo mayor o es que cada vez le doy menos importancia a la técnica y más a la creatividad; pero el caso es que hay veces en las que hasta la D40 me parece demasiado voluminosa como para llevármela a dar un simple paseo.
Si voy específicamente a hacer fotos no me importa cargar con la D300 y las ópticas que crea necesarias porque el resultado final hace que merezca la pena el esfuerzo; pero para el día a día valoro algo ligero, discreto y de pequeño tamaño que me permita captar escenas de los sitios por los que voy pasando. Para cumplir con estas premisas, este conjunto de cámara y objetivo del que hoy os hablo se adapta perfectamente.
Más ejemplos
Tal y como os decía antes, un objetivo se usa para hacer fotos, así que considero que puede venir muy bien terminar este análisis con algunas fotografías más captadas a través de esta pequeña y ligera óptica que os ayudarán a haceros una idea de lo que puede ofrecer.
Otros análisis de este mismo objetivo (en inglés)
Por si queréis ampliar información, os dejo enlaces a algunas reviews que leí en su momento y que me ayudaron a decantarme por esta óptica por encima de otras opciones que hay en el mercado.
Cuando me planteé los requisitos que debería de cumplir la sustituta de mi fiel D40, uno de los más importantes (tal vez el que más) era que contara con motor de enfoque en el cuerpo para mantener plena compatibilidad con ópticas de tipo AF y así abrir mi abanico de objetivos a modelos antiguos pero muy efectivos.
Como ya sabréis, todo lo que hago tiene un fin. No sé si es mentalidad ingenieril o se trata simplemente de mi manera práctica de ver las cosas; pero nada es casual y hoy por fin ha llegado a mis manos una óptica que ya tenía en mente cuando di el salto a la D300.
Creo recordar que hace ya tiempo comenté algo acerca de que uno de mis «sueños fotográficos» era tener un teleobjetivo Nikon f/2.8; pero también es verdad que no estaba dispuesto a dejarme 2000 euros en un 70-200 VR II y el resto de marcas (Sigma, Tokina, Tamron) nunca me han dado tanta confianza como la propia Nikon a la hora de fabricar ópticas. Por eso, ya con la nueva cámara en mis manos, comencé a buscar sin prisa pero sin pausa un objetivo mítico dentro del catálogo del fabricante japonés al que tenía unas ganas tremendas: el AF Nikkor ED 80-200mm f/2.8 D que os presento en esta imagen tomada rápidamente con mi móvil junto al veterano Nikon AF 50mm f/1.8 D para que os hagáis una idea de sus dimensiones:
Se trata de un teleobjetivo de gama profesional fabricado a mediados de los años 90 y antecesor de los actuales 70-200 f/2.8. No cuenta con sistema de estabilización ni enfoque por motores ultrasónicos, pero tiene una construcción a prueba de bombas (cuerpo completamente metálico), una luminosidad que me vendrá de perlas la próxima vez que vaya a fotografiar una obra de teatro y una capacidad de desenfocar los fondos que me permitirá retratar de un modo muy especial los rincones por los que vaya pasando.
Obviamente se trata de un objetivo que también tiene sus defectos; y es que el enfoque no es tan rápido como en los modernos teleobjetivos AF-S y no se trata de una óptica para llevar todo el día montada en la cámara debido a sus 1450 gramos de peso y lo mucho que llama la atención de la gente con sólo sacarlo de su estuche. Sin embargo, para el tipo de fotografía tranquila que me gusta hacer estoy seguro de que será un fiel compañero que me dará muchas imágenes inolvidables.
Pero todo esto es sobre el papel; porque ya os digo que el objetivo acaba de llegar a mis manos y todavía no he tenido ocasión de probarlo. Será a lo largo de las próximas semanas cuando vaya haciendo uso de él y saque mis propias conclusiones que, antes o después, os contaré por aquí. De momento voy a pedir prestada una carretilla para poder meterlo en el maletero del coche y llevarlo hasta mi casa… 😀
Aunque después de la entrada anterior esto no os pillará por sorpresa, me gustaría contaros que al final he decidido liarme la manta a la cabeza y hacerme con una cámara réflex de altas prestaciones; concretamente una Nikon D300. Cámara que llegó a mis manos hace apenas unas horas y de la que me gustaría compartir con vosotros algunas impresiones iniciales.
Relevo generacional
Confieso que ya llevaba un tiempo pensando en comprar una D90 que sustituyera a mi humilde D40; pero ante la inminente presentación de su sucesora decidí dejar el tema aparcado durante un tiempo para ver qué iba a ofrecer la marca japonesa, no fuera a ser que luego me arrepintiera por no haber sido capaz de esperar un par de meses.
Sin embargo, hace cosa de una semana llegué a la conclusión de que ya que antes o después iba a renovar la cámara (y viendo que esto de la fotografía es algo que tengo muy arraigado) tal vez sería más lógico subir otro escalón más y hacerme con una cámara de prestaciones profesionales como esta D300 que ahora descansa en mi escritorio. No es que una D90 sea una mala cámara ni mucho menos; pero está claro que si la D300 ha sido hasta hace pocos meses el buque insignia de Nikon en lo que a formato DX se refiere, sé que no me iba a arrepentir si me hacía con ella por mucho que mejoren la D90 en su próxima encarnación.
Lo que le pedía a la nueva cámara
Tal vez algunos ya sepáis que a la hora de plantearme la compra de algún nuevo «gadget» siempre hago una lista de requisitos que ha de cumplir; y en el caso de la nueva cámara estas eran mis peticiones:
Buen rendimiento a ISOs altos: sobre todo pensando en fotografías realizadas en interiores y bajo condiciones de iluminación escasa.
Compatibilidad con objetivos AF: hay joyas por ahí a precios interesantes que me permitirían hacer muy buenas fotos. De hecho, una de mis metas a largo plazo es hacerme con un teleobjetivo f/2.8; y al tener una cámara compatible con ópticas AF el abanico se amplía considerablemente.
Formato DX: tener una cámara Full Frame implica una inversión en ópticas bestial y no estoy dispuesto a ello.
Es verdad que una D90 también cumplía con estos puntos; pero a la hora de decidirme a dar este salto también pesaron en mi decisión cosas como las 51 zonas de enfoque, el cuerpo sellado contra lluvia y suciedad, los RAW a 14 bits, la pantalla de 3″ y 920000 puntos, el amplio visor con 100% de cobertura, la medición matricial con objetivos sin CPU, la velocidad de disparo en ráfaga… Son cosas que, si bien no son indispensables para mí, podrían ser de utilidad bajo determinadas circunstancias.
Primeras impresiones
Para poneros un poco en antecedentes, os contaré que la Nikon D300 se presentó junto con la D3 compartiendo con ella muchas de sus características y que hasta la aparición de la D300s a finales de 2009 fue la Nikon tope de gama en formato DX. Dicha revisión añadió la posibilidad de grabar vídeo (cosa que a mí ni me va ni me viene) pero mantuvo el resto de características prácticamente idénticas que su predecesora, por lo que sigue siendo una grandísima cámara en todos sus aspectos.
De cualquier modo, no es momento para hablaros a nivel técnico de la nueva máquina; más que nada porque hoy ha sido un día muy intenso en la oficina y apenas he podido probar un rato la cámara a última hora de la tarde. Sin embargo, sí que os puedo narrar mis primeras sensaciones al poner mis manos sobre la D300.
En primer lugar he de decir que la cámara es grande y pesada como ella sola. Mi impresión cuando la saqué de la caja y sostuve el cuerpo en mis manos por primera vez fue la de estar sujetando un ladrillo: tanto por su robustez (el chasis está fabricado con una aleación de magnesio) como por la sobriedad de sus líneas y sus 925 gramos de peso. De hecho, en la siguiente imagen que he captado hace apenas un rato tenéis a la D300 junto a la D40 que me ha acompañado a todas partes durante los últimos veinte meses para que podáis ver de un simple vistazo la diferencia de tamaño entre ambas (y en Flickr hay una imagen más clarificadora todavía).
También me gustaría comentaros que el cuerpo de la cámara posee una gran cantidad de palancas y botones que nos van a permitir cambiar instantáneamente cosas como el modo y los puntos de enfoque, la medición de la luz, la sensibilidad ISO, el balance de blancos… Se nota que las cámaras de esta gama están diseñadas con la velocidad en mente, ya que si estamos inmortalizando un evento deportivo o el vuelo de un águila sobre unos peñascos no podemos permitirnos el lujo de ponernos a navegar por los menús para cambiar algún parámetro y de ahí la razón de ser de todos esos accesos directos.
Otra cosa que me ha llamado mucho la atención es que los objetivos que parecían grandes en la D40 ahora parecen haber encogido una vez montados en la nueva cámara. Mención especial para el clásico Nikkor AF 50mm f/1.8 D, que parece desaparecer entre las formas de la D300. En estos cuerpos tan grandes quedan mucho más balanceados los pepinos como los 70-200 f/2.8 o cosas así, ya que las cámaras de pequeño tamaño parecen casi de juguete cuando se acoplan a ópticas de semejantes dimensiones. Todavía no he probado mi ojo de pez Falcon en la D300, pero seguro que no queda tan aparatoso como en la que hasta ahora ha sido mi cámara habitual.
En otro orden de cosas el visor es bastante más grande que el de la D40, los 51 puntos de enfoque me parecen casi infinitos, el disparo en ráfaga va a ritmo de metralleta y el agarre es magnífico gracias al recubrimiento de goma blanda en las zonas adecuadas. Pequeños detalles que redondean el conjunto que conforma toda la máquina.
Ya poco más me queda por contaros; sobre todo teniendo en cuenta que mi contacto con la máquina ha sido bastante breve durante el día de hoy. En estos momentos me estoy estudiando el manual de 450 páginas que viene con la cámara y estoy configurando diversos aspectos para dejar la máquina a mi gusto, ya que una de las mejores cosas que tienen las cámaras de gama alta es que las posibilidades de personalización son tan grandes que con un poco de tiempo puedes adaptar la cámara perfectamente a tu estilo de fotografía.
De momento no os puedo ofrecer ninguna imagen tomada con la recién llegada porque antes de lanzarme a hacer fotografías como un loco (supongo que este fin de semana será el estreno «de verdad») quiero familiarizarme con ella. Ya sabéis lo importante que es para mí conocer bien el equipo fotográfico para así sacarle todo el rendimiento posible; de modo que prefiero tomarme las cosas con calma y así no verme desbordado por la cantidad de opciones y posibilidades que ofrece una máquina de estas características. Lo único que sé es que ahora se abre una nueva etapa en mi relación con la fotografía y que aprender a dominar esta D300 será un reto muy divertido del que saldrán varios artículos relacionados.
Reviews consultadas antes de la compra de la D300 (en inglés)
Hace tiempo estuvimos hablando de los dos tamaños de sensor en las cámaras réflex digitales (al menos en lo que a Nikon se refiere, aunque esta distinción también se da en Canon o en Sony por ejemplo). En general, los modelos tope de gama de estas marcas son los que van equipados con sensores de tamaño completo (también denominados Full Frame o directamente FF) que tienen las mismas dimensiones que un negativo fotográfico de 35mm, mientras que las inferiores llevan sensores de tipo APS-C que poseen unas medidas más reducidas como podéis apreciar en la siguiente imagen.
Sensores Full Frame y APS-C
Pues bien, ya sabemos que el mundo de la electrónica de consumo siempre va de arriba a abajo, y poco a poco los modelos de cámaras equipadas con sensores de tamaño completo se van extendiendo por las gamas de los fabricantes. En el caso de Nikon, ya no sólo las D3, D3s y D3x van equipadas con estos sensores, sino que la D700 también lo lleva, siendo bastante más barata (aunque lo mejor sería decir «menos cara») que sus hermanas mayores.
Algo más que una simple diferencia de precio
Como os digo, si vemos el catálogo completo de Nikon vamos a ver que la diferencia de precio entre una D300s (el tope de gama actual en sensor DX) y una D700 (que en esencia es una D300 con sensor FX) no es demasiado elevada; o al menos es lo suficientemente reducida como para hacernos dudar si no merecerá la pena dar directamente el salto a Full Frame. En concreto, la primera sale por unos 1300 euros y la segunda por aproximadamente 2000. Y aunque esos setecientos euros son una pasta se miren por donde se miren, hay muchos usuarios que aplican lo de «caballo grande ande o no ande» y acaban optando por la D700 sin saber muy bien qué es lo que buscan en una cámara.
Los sensores Full Frame tienen mayor rango dinámico, mejoran la relación señal / ruido a sensibilidades elevadas, tienen una definición muy buena, los angulares mantienen intacta su distancia focal… pero también llevan aparejadas una serie de desventajas en las que algunas personas no pensaron cuando se deshicieron de su cámara APS-C para pasarse al sensor FF.
Estamos de acuerdo en que la diferencia de precio entre una cámara APS-C tope de gama y una FF tal vez no sea demasiado elevada; pero el verdadero gasto vendrá a la hora de «calzar» dicha cámara con las ópticas adecuadas: en términos generales las ópticas para FF son mucho más caras que en APS-C, pesan y abultan mucho más y, lo que es peor, nos va a dar la sensación de que no nos acercan lo suficiente al motivo a fotografiar.
El factor de recorte
Técnicamente, al no haber factor de recorte, un objetivo de 200mm en una cámara Full Frame es un 200mm, no hay más. En APS-C ese 200mm cerraría su ángulo de visión para dar el equivalente a un 300mm en Nikon (1,5x) o 320mm en Canon (1,6x); algo que adoran los amantes de los animales salvajes y las competiciones deportivas. Sin embargo, en FF para «acercarnos» al sujeto como en nuestra anterior cámara APS-C tendremos que comprar un 300mm «de verdad» con las consecuencias que esto implica para el bolsillo y la espalda.
Vamos a ver esto empleando como ejemplo dos teleobjetivos fijos con características técnicas similares (AF-S, VR y f/2.8) montados sobre cámaras Nikon:
Teleobjetivo Nikkor 300 mm f/2.8 ED-IF AF-S VR
Dimensiones: 268 x 124 mm
Peso: 2850 gr
Precio aproximado: 5000 euros
Teleobjetivo Nikkor 400 mm f/2.8 G ED AF-S VR
Dimensiones: 368 x 159 mm
Peso: 4620 gr
Precio aproximado: 8000 euros
Como podéis ver, el teleobjetivo de 400mm pesa y cuesta prácticamente el doble que el de 300mm y además es 10 cm más largo. Y la cosa es que en términos de ángulo de visión, el 300mm montado sobre una cámara DX equivaldrá a un 450mm, por lo que ni siquiera con el 400mm montado en nuestra cámara FX podremos acercarnos tanto al motivo a fotografiar. Esto va a dar lugar al síndrome «no estoy lo bastante cerca» que ha afectado a numerosos usuarios que han dado el salto a Full Frame y se han encontrado con un 200mm se queda corto para fotografiar ese gorrión que saldrá volando si damos un paso más.
Además, hay otro «problema» añadido: la gente que pretende encontrar un objetivo todoterreno para FF como los 18-200 que hay en formato APS-C con los que se puede ir a pasar el día con la cámara a cuestas sin mayor problema lo llevan claro. Para conseguir esas distancias focales en FF apenas hay opciones; y de hecho casi lo único que hay en ese sentido es el Canon EF 28-300mm f/3.5-5.6L IS USM que cuesta 2500 euros, pesa 1,7 Kg y es un mostrenco que abulta como un 70-200 f/2.8. Vamos, ideal para ir de excursión a la montaña con la cámara colgada del cuello.
Los objetivos de focal variable para cámaras con sensor de 35mm rara vez alcanzan relaciones de zoom más allá de 3x o como mucho 4x. Ópticas como 14-24 (1,7x), 35-70 (2x), 24-85 (3,5x) ó 70-300 (4,3x) son lo habitual; mientras que en DX es muy común encontrar en el mercado zooms de rango focal 18-135 (7,5x), 18-200 (11,1x) e incluso un 18-270 (15x) fabricado por Tamron.
Conclusión
No hay duda de que una cámara Full Frame da una calidad de imagen impresionante, pero eso no quiere decir que las cámaras con sensor APS-C no tengan su público. De hecho, en el caso de que os gusten las fotografías de naturaleza así como retratar eventos en los que no nos queda más remedio que estar alejados del sujeto principal (partidos de tenis, mítines políticos, aviones despegando…) tenéis en el factor de recorte a un buen aliado, ya que para conseguir distancias focales semejantes en una cámara Full Frame vais a necesitar dos cosas: ser millonarios y estar bastante fuertes.
Evidentemente no seré yo el que os desaconseje la compra de una cámara FF «porque sí», ya que son una verdadera maravilla visual y allá cada uno lo que haga con su dinero; pero sí que os diré que meditéis muy bien si realmente le vais a poder sacar todo el partido posible. Tened en cuenta que en el mundillo de las cámaras réflex son las ópticas y no la cámara las que marcan el límite entre las fotografías que podréis o no podréis hacer; y en Full Frame el dinero que hay que pagar por elevar ese límite aumenta considerablemente.