Navidad en Alcalá de Henares

Muy acorde con el día en el que estamos, me gustaría compartir con vosotros unas imágenes que capté hace unos días en la conocida plaza de Cervantes de Alcalá de Henares.

Alcalá en Navidades (I)

Alcalá en Navidades (II)

Estampas cotidianas de una ciudad que, como todos los años por estas fechas, se adorna para la Navidad.

Alcalá en Navidades (III)

En cualquier caso, no todo son luces, gente y abrigos, pues como veréis, estamos teniendo un clima de lo más soleado con temperaturas agradables a medio día (y de momento sin grandes heladas por las noches) que dan lugar a paisajes muy pintorescos a nada que nos alejemos del casco urbano.

De Henares

Por cierto, comentaros que estas fotografías están hechas con una Nikon D3000 que me he comprado recientemente con idea de usarla exclusivamente con el AF-S DX Nikkor 35mm f/1.8 G, dando lugar a un conjunto de pequeño tamaño, ligero y manejable. De hecho, ya en el pasado hice algo parecido con la D40 (cámara que le regalé a mi chica hace ya tiempo) y la experiencia fue muy positiva.

¡Nos leemos!

Doña Manolita contra la ley de la probabilidad

Puede que mi visión ingenieril de la vida tenga algo que ver, pero cada vez que veo las kilométricas colas que se forman cada año por estas fechas en la madrileña administración de lotería de Doña Manolita me hierve la sangre.

Y ya no sólo porque, en general, todo lo que sea hacer cola me hace sentir como si se me estuviera yendo la vida por momentos; sino porque algunas de estas personas que aguardan en la fila durante horas avanzando varios órdenes de magnitud más lentamente que un paso de Semana Santa lo hacen porque creen que así tienen más posibilidades de que les toque «el gordo» de Navidad.

Vamos a poner números a todo este sinsentido para verlo con más claridad:

En el sorteo de lotería de Navidad entran en el bombo 100000 números todos ellos diferentes (desde el 0 hasta el 99999) de modo que la posibilidad de que jugando a un sólo número te toque el primer premio es de 1/100000; es decir 0,001%.

Cierto es que administraciones como La Bruixa D’or o Doña Manolita suelen aparecer con cierta frecuencia el día 22 de diciembre descorchando botellas ante los medios de comunicación; de modo que a ciertas personas les da la impresión de que estas administraciones están bendecidas por una especie de halo de buena suerte que hace que sus números tengan más probabilidades de salir que los comprados en una sencilla administración de barrio.

Nada más lejos de la realidad: lo que sucede es que en las administraciones que os decía antes hay disponible tal cantidad de números que el hecho de comprar un décimo allí es, en realidad, una lotería dentro de la propia lotería. Me explico:

Primero vamos a imaginar el caso sencillo de una administración tan pequeña que sólo tienen un número a la venta para el sorteo de Navidad: puesto que es un número entre los 100000 que participan, eso representa una posibilidad del 0,001% de que el gordo caiga en esa administración, pero en tal caso, si lo hemos comprado ahí tendremos la total certeza de que seremos uno de los agraciados con dicho premio.

Supongamos ahora que de los 100000 números que participan en el sorteo, en una determinada administración venden 10000 diferentes. Esto significa que hay un 10% de posibilidades de que el gordo se venda en dicha administración; pero claro, aunque compremos ahí nuestro décimo, puesto que tenemos que elegir un sólo número entre los 10000 que tienen disponibles eso representa que aunque el gordo caiga en un número a la venta en esa administración la posibilidad de que hayamos elegido correctamente es nada más que del 0,01%. Si recordáis algo de probabilidad básica, la intersección entre ambos sucesos (10% y 0,01%) nos va a dar una probabilidad del 0,001%, que es la misma que la de comprar un décimo suelto en cualquier administración de mala muerte.

Vamos ahora a un caso intermedio en el que una administración de tamaño medio tiene 100 números diferentes a la venta, lo que representa una probabilidad del 0,1% de que el gordo de Navidad caiga en dicha administración. La posibilidad de que el premio toque ahí es más pequeña que en caso anterior, pero también es verdad que si hemos comprado el número ahí nuestra probabilidad de que hayamos elegido el número correcto es del 1%, de tal modo que la intersección de ambos sucesos será del 0,001%, que a estas alturas del artículo deberíais tener ya asociada con la de acertar un número extraído al azar entre 100000.

¿Qué quiere decir esto? Pues que da exactamente lo mismo que compréis vuestro décimo en una mega-administración famosa en el mundo entero o en esa de vuestro pueblo en la que apenas entran cinco o seis personas al día. Cada número jugado tiene una posibilidad entre cien mil de resultar agraciado con el primer premio, lo compréis donde lo compréis.

La quiosqueraAunque es complicado, puede que alguno de los que estáis leyendo esto seáis millonario pasado mañana y os vea en el telediario de las tres; pero lo que os aseguro es que vais a ganar horas de vida si evitáis pasaros medio día de pie en una cola sin fin y sin sentido.

¡Nos leemos!

Un regalo diferente

Puede que algunos recordéis aquella entrada de principios del verano en la que os hablaba de una exposición colectiva en la que participaba mi hermana. Como allí podéis ver, la inauguración fue un éxito y sus ilustraciones llamaron la atención de los muchos curiosos que pasaron por allí (algo de lo que pude ser testigo directo aquella tarde) pero la exposición terminó y la vida continuó.

Durante este interludio de tiempo Estela se ha dado de alta como autónoma y gracias a ello le han ido saliendo algunos trabajos para diversas empresas. Por cierto, me hace especial ilusión comentaros que el último de ellos ha consistido en ilustrar los libros que la alianza entre McDonalds y Top Chef está regalando en estas fechas cuando compras un par de menús. Yo, por supuesto, me he hecho con ambos ejemplares.

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El caso es que ahora (inquieta que es ella) se ha animado a abrir una tienda online bajo la plataforma ETSY donde tiene a la venta reproducciones de alta calidad y en diferentes tamaños de algunas de sus ilustraciones; de modo que si queréis hacer un regalo diferente estas Navidades puede ser una buena opción. Os dejo un enlace a continuación por si queréis echar un vistazo, ya que enseguida vais a ver que sus obras tienen un estilo muy peculiar y están llenas de vivos colores:

Estela Perez Illustration

Estela Perez Illustration

Comentaros también que realiza envíos a todo el mundo y que en mi casa ya cuelga una de sus ilustraciones que, precisamente, retrata a su forma y a su modo el que sin duda es mi rincón favorito de Madrid. Por cierto, las ilustraciones se envían sin enmarcar para que así vosotros podáis ponerle luego el que mejor case con el rincón donde vaya a estar colgado.

Madrid

Sólo os pido que le echéis un vistazo a la tienda y se lo comentéis a quien consideréis que pueda estar interesado, ya que es un proyecto que acaba de empezar su andadura y ya se sabe que los inicios siempre son complicados.

¡Muchas gracias por vuestro tiempo!

Felices fiestas

Queridos lectores,

No quisiera desaprovechar la oportunidad de desearos muy felices fiestas. Más allá de todas las cosas materiales, la Navidad es un buen motivo para reunirnos con las personas que queremos y así es como la entiendo yo sobre todo desde que vivo en Oropesa del mar.

Estrella de mar

Disfrutad de esta noche y pasadlo bien con vuestras parejas, familia y amigos. Yo, a modo de regalo de Papá Noel, ya estoy preparando unas entradas que iré publicando de aquí a final de año que creo que os gustarán bastante.

¡Que paséis una noche muy especial en buena compañía!

El campus de los recuerdos

Guardo buenos recuerdos de mi paso por la universidad. No es que fuera yo una de esas personas que se pasan el día en la cafetería o tomando el sol en los jardines en cuanto la primavera empieza a vislumbrarse; pero sí que he de reconocer que los paseos por el campus cuando tenía alguna hora libre entre clase y clase y las tardes de estudio en la biblioteca son recuerdos de hace tiempo ya y que, aprovechando mi estancia navideña en tierras complutenses, me apetecía refrescar.

Visita a la escuela politécnica de Alcalá de Henares

Desgraciadamente al llegar a la entrada principal me encontré con el edificio cerrado a cal y canto (juraría que tiempo atrás abrían en Navidad aunque sólo fuera por los profesores que no cogían vacaciones o por los alumnos que no podían/querían estudiar en sus casas) de modo que aunque no pude echar un vistazo el interior de la escuela para ver si había alguna novedad por allí, nada me impidió caminar a mis anchas por los alrededores.

Visita a la escuela politécnica de Alcalá de Henares

La verdad es que aquello me vino hasta bien, ya que al ser el único humano que había por allí esa mañana pude entretenerme en hacer fotos a mi ritmo y centrarme en algunos detalles que siempre me llamaron la atención durante mis años en la politécnica.

Precisamente uno de esos detalles son los tornos que hay cerca de las escaleras de entrada y que están allí como recuerdo de los antepasados de la ingeniería actual. Esas máquinas oxidadas y de aspecto ligeramente aterrador eran lo más de lo más hace algunas décadas y los alumnos de tiempos pasados las empleaban para aprender a hacer piezas mecánicas manejando sus controles y manivelas al igual que ahora lo hacen los tornos CNC (Control Numérico Computerizado) al dictado de un programa que define con precisión matemática el acabado final de cada elemento.

Visita a la escuela politécnica de Alcalá de Henares

Visita a la escuela politécnica de Alcalá de Henares

Vi que por allí seguían aquellos pilares inconclusos que, lejos de ser un defecto de obra, eran en realidad una obra escultórica que para la mayoría de nosotros pasaba desapercibida en nuestras idas y venidas por el campus. Tampoco habían modificado para nada los carriles bici que ese día nadie usaba (y dudo que en esas fechas navideñas hayan pasado muchas bicicletas por ellos) y, en general, la sensación es la de que el tiempo no había pasado por las cercanías de aquel edificio que en 1990 sencillamente todavía no existía.

Visita a la escuela politécnica de Alcalá de Henares

Durante el rato que pasé dando una vuelta a la politécnica vinieron a mi memoria aquellos ascensores que se estropeaban cada dos por tres, profesores de los que aprendí mucho y otros que pasaron rápidamente al olvido, la disposición del edificio en forma de tablero de parchís, puestas de sol mientras me dirigía en coche hacia mi casa, mañanas de niebla en las que apenas veía mis propios pies, compañeros de clase que resultaron ser auténticos artistas de la palabra y otros a los que perdí completamente la pista entre curso y curso, tardes de biblioteca en las que me gustaba observar cómo la luz que entraba por las ventanas iba iluminando aquella sala circular…

Visita a la escuela politécnica de Alcalá de Henares

Pasé muchos días estudiando mi carrera en aquellos rincones de Alcalá; y aunque es verdad que también hubo momentos duros y muchas jornadas de estudio maratonianas, la verdad es que el paso del tiempo ha hecho que en mi memoria haya permanecido el poso de los buenos recuerdos y de ahí que disfrutara tanto de este breve paseo por el campus en completa soledad.

Navidad: tiempo de reencuentros

A cada uno de vosotros le gustará más o menos la Navidad y tal vez la consideréis un periodo de gastos superfluos, una horterada o una oda al derroche. Y no seré yo el que quite u otorgue razones porque creo que cada uno es muy libre de pensar lo que quiera; pero sí que os puedo decir que yo particularmente tenía muchas ganas de que llegara esta época del año.

Navidad en Oropesa

Supongo que es algo que va en función no de las personas como tal sino de sus circunstancias (ya lo dijo Ortega y Gasset) porque para los que vivimos y trabajamos lejos de nuestras familias y nuestras novias es la ocasión perfecta para pasar unos días de vacaciones en compañía de nuestros seres queridos. Y es que aunque tengo que admitir que considero un privilegio residir en la playa, la sensación de volver por unos días al calor de mi casa de toda la vida es muy reconfortante.

Navidad en Oropesa

Además, en mi caso particular, durante el verano me es totalmente imposible coger un sólo día de vacaciones porque Oropesa del Mar está esos días hasta la bandera de gente y la intensidad de mi trabajo es directamente proporcional a ese factor. Y ojo, que me encanta lo que hago y tengo la gran suerte de que mi labor profesional es un reto que saca siempre lo mejor de mí; pero todos necesitamos desconectar un poco durante unos días y yo tengo que aprovechar estas fechas en las que allí apenas hay gente para hacer una escapadita por tierras madrileñas.

Navidad en Oropesa

Luces de colores, villancicos, cuentas bancarias echando humo… Será todo lo innecesaria y materialista que queráis; pero más allá de esas cosas la Navidad es tiempo de viajes y reencuentros, y aunque sólo sea por eso para mí ya se justifica sobradamente su existencia.

Navidad en Oropesa

¡Que paséis esta noche en buena compañía!

PD: las fotografías que ilustran esta entrada están hechas en Oropesa del Mar durante los últimos días aprovechando las luces de Navidad instaladas por el pueblo y un pequeño árbol que tengo por casa. La Navidad, además de ser tiempo de reencuentros es tiempo de bokeh.

¡Felices fiestas!

Dado que faltan apenas diez días para terminar el año, me gustaría compartir con vosotros estas tres fotografías tomadas recientemente por el centro de Alcalá a modo de felicitación de unas Navidades en las que estamos a punto de entrar y que espero os traigan muchas alegrías, gratos recuerdos y buenas compañías.

Navidades redondas

Ya es navidad en la calle Mayor

Pajes reales

Los megapixels son lo de menos

Para estas épocas de compras navideñas en las que las cámaras digitales ocuparán los primeros puestos en la lista de los regalos más populares he pensado que sería de utilidad comentaros un tema que espero contribuya a desmentir el mito de los megapixels.

Amanece (que no es poco)

Si os acercáis a cualquier centro comercial y echáis un vistazo al stand donde están las cámaras digitales veréis que en muchos casos el único dato que se da de cada modelo es la cantidad de megapixels de las fotos que es capaz de captar del mismo modo que en multitud de ocasiones he escuchado a gente decir que una cámara es mejor que otra simplemente por tener más megapíxels.

La carrera comercial de los megapixels

Hace una década se estilaban las cámaras de uno y dos megapixels, que fueron aumentando poco a poco hasta plantarse en los siete u ocho millones de pixels allá por el año 2006 y aumentar hasta los diez megapixels dos años más tarde; cifra que ha aumentado hasta los doce o incluso catorce megapixels en algunos modelos recientes pero que, en general, se ha mantenido más o menos estable desde entonces.

Edificio España

Los megapixels son lo de menos

Pues bien, si tenéis en cuenta que la densidad de fotocaptores del sensor influye directamente en la nitidez de la imagen por culpa de la difracción, entenderéis que en una compacta no conviene pasarse con el número de megapixels si no queremos que nuestras imágenes aparezcan emborronadas; especialmente en los bordes que es donde las ópticas «sufren» más.

De hecho, vistas a escala 1:1 observo mayor nitidez en las imágenes que captaba allá por el 2005 con mi Canon Powershot A75 que con las últimas compactas que he tenido. Cierto es que en los modelos actuales contamos con sistemas avanzados de enfoque, exposición precisa incluso en situaciones de iluminación complicada, sensibilidades elevadas, zooms ópticos cada vez más potentes, sistemas electrónicos de reducción de ruido… pero en lo que respecta a la nitidez general de la imagen me da la sensación de que en los modelos con mayor densidad de pixels hemos dado un ligero paso atrás; algo que no me hace ninguna gracia dado que en mis fotografías siempre intento que el motivo principal aparezca perfectamente definido.

Urban style

Y ojo, que no estoy diciendo que desempolvar una de aquellas primeras Sony Mavica que hacían las fotos a 1024 x 768 y se grababan en diskettes sea una buena opción; pero sí que es verdad que empleando una cámara de «tan sólo» 6 ó 7 megapíxels tendremos más que de suficiente para obtener fotos de calidad sin comprometer la calidad general de imagen ni el espacio ocupado en la tarjeta de memoria.

Además, el incremento de tamaño de las fotografías es cada vez menos perceptible a medida que aumenta el número de megapíxels porque, por ejemplo, pasar de 10 Mpixels (3648 x 2736) a 14.7 Mpíxels (4416 x 3312) supone un salto no demasiado perceptible en cuanto al tamaño de la imagen; ya que para duplicar tanto la altura como la anchura de una imagen necesitaríamos cuadriplicar el número de pixels de la misma, lo que os dará una idea del sensor que necesitaríamos para lograr este propósito.

Los sensores grandes ofrecen mayor nitidez

En el caso de las cámaras réflex tenemos algo más de margen porque sus sensores son mucho más grandes que en el caso de las compactas; y de ahí que las equipadas con sensores APS-C se muevan actualmente entre los doce y los catorce megapixels sin demasiados problemas y las que llevan sensor Full Frame puedan aguantar resoluciones de más de veinte megapixels sin que se aprecie difracción en las imágenes empleando aperturas intermedias.

Lechuza

Es por esto que, en términos generales, cuanto más grande es el sensor que lleva una cámara digital más nitidez y calidad vamos a obtener en nuestras fotografías y por ese motivo para fotografías de paisaje y de moda se suelen emplear cámaras de medio formato que llevan sensores mucho más grandes que los de cualquier réflex del mercado y que dan una calidad de imagen espectacular.

Obviamente un minúsculo sensor de menos de un centímetro cuadrado y catorce megapixels no es lo más adecuado para obtener una calidad de imagen impactante; pero aun así hay vendedores y encargados de marketing empeñados en meternos en la cabeza la falsa idea de que cuantos más megapixels tenga una cámara mejores fotos haremos.

Lo importante es la resolución (y no tiene nada que ver con los megapixels)

Como conclusión de todo esto, me gustaría que después de lo aquí expuesto no confundierais megapíxels con resolución; porque la resolución tiene que ver con esa nitidez de la que os hablaba antes y, como habéis visto en este artículo, los megapixels poco tienen que ver con este publicitado parámetro que no es, ni mucho menos, el más importante a la hora de decantarnos por uno u otro modelo.

Escalera

Bajo mi punto de vista, más vale tener una fotografía con pocos píxels pero muy nítida a otra de tropecientos mil megapíxels en la que los colores y las texturas aparezcan de forma sucia y poco definida. Y como os digo, un sensor de pequeño tamaño y/o poca calidad unido a una densidad de fotocaptores desmesurada van a degradar la calidad de la imagen considerablemente.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Review: eBook Sony PRS-350

Dado que me gusta mucho la lectura y que siempre busco el lado práctico de las cosas, llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de hacerme con un eBook; aunque he de decir que los modelos que había visto hasta ahora no me habían convencido del todo.

Tal y como marca la ley que rige el mercado de la electrónica de consumo, cuando aparece una nueva tecnología lo hace un precio elevado y ofreciendo una serie de características bastante básicas, de modo que durante los primeros meses no es muy recomendable subirse al carro. Sin embargo, una vez pasada la novedad, los fabricantes empiezan a «afinar» sus productos y es cuando estos empiezan a merecer la pena para el gran público.

El caso es que ya hace unos meses estuve echando un vistazo a algunos lectores de libros electrónicos, pero la verdad es que ninguno terminaba de convencerme: las pantallas no tenían demasiada resolución, en la mayoría de las ocasiones sólo poseían cuatro niveles de gris, las carcasas eran de plástico, la interfaz era muy tosca, la compatibilidad con PDF no siempre era todo lo buena que sería deseable…

No obstante, ojeando un catálogo hace unos días vi que Sony acababa de lanzar al mercado un nuevo modelo que ofrecía por un lado características técnicas bastante interesantes y por otro un precio contenido; así que sin darle muchas más vueltas al tema me fui a por uno.

El nuevo eBook de Sony

En concreto se trata del PRS-350 comercializado por Sony a un precio de 200 euros. Un modelo con pantalla táctil de tinta electrónica tipo Pearl de 5 pulgadas, resolución de 800 x 600, 16 niveles de gris, carcasa de aluminio, dimensiones de 108 x 159 x 10 mm y 155 gramos de peso.

Sony PRS-350

Cabe destacar que posee 2 GB de memoria interna no expandible de ningún modo y que no cuenta con ningún tipo de conectividad inalámbrica; por lo que el único modo de introducirle información es a través del puerto USB 2.0 que equipa en su parte inferior. Como veis, no cuenta con las capacidades 3G o WiFi de otros modelos que nos permiten descargar publicaciones alejados de un ordenador; pero si lo que se quiere es darle uso como «simple» lector de libros esto no es ningún problema.

Los archivos se cargan en el PRS-350 de dos modos: podemos emplear el programa que Sony suministra con el aparato y que recuerda en cierto modo a iTunes por su concepción o bien podemos pasar de cualquier software y directamente «pinchar» el eBook en el ordenador, comportándose en tal caso como una memoria USB en la que podremos copiar los libros que queramos llevar con nosotros.

Una vez que tenemos contenidos en el lector, éste nos permitirá elegir el que queramos leer a través de su pantalla táctil y una vez abierto nos mostrará su primera página a pantalla completa. En función del tamaño de la letra tendremos que emplear uno u otro tamaño, y para ello cuenta con seis tamaños diferentes que, como la ropa, van marcados desde la talla XS hasta la XXL. Os comento que lo habitual es emplear la M para los archivos en PDF, ya que para la mayoría de la gente se trata de un tamaño cómodo de leer desde una distancia normal. No obstante, lo más recomendable es utilizar publicaciones en formato EPUB, ya que ha sido creado expresamente para este tipo de dispositivos y en la mayoría de las ocasiones no tendremos necesidad de variar el tamaño de letra ni ninguna otra cosa.

La pantalla

La pantalla se ve de maravilla; pero como todo dispositivo basado en tinta electrónica no posee retroiluminación y, por tanto, como si de un libro de papel se tratara debemos de procurarnos una fuente de luz. En cualquier caso, nada tienen que ver este tipo de pantallas con las de los ordenadores, teléfonos móviles y demás, ya que son completamente mates y cuanto más intensa sea la iluminación mejor veremos el texto sin ningún tipo de molestos reflejos.

Sony PRS-350

La única pega que le veo a las pantallas de tinta electrónica (aparte de lo de no poder emplearlas a oscuras) es que tardan unas décimas de segundo en refrescar la imagen que muestran. En el caso de un libro electrónico no hay ningún problema porque se trata de contenido estático; pero dado que el PRS-350 trae un sencillísimo programa de dibujo y toma de notas a mano alzada, el retardo se hace bastante incómodo cuando trazamos una línea en pantalla y tarda unos instantes en visualizarse.

En cualquier caso, los 16 tonos de gris que es capaz de mostrar este modelo hacen que incluso las imágenes se muestren de un modo bastante natural y no se aprecien a simple vista degradados y bandas como sucede en las primeras pantallas que eran capaces de mostrar tan sólo cuatro tonalidades. Aun así, el asunto de los colores no es un problema a la hora de leer una novela, ya que básicamente va a ser texto negro sobre fondo blanco; sin embargo, si lo que estamos consultando es un libro con ilustraciones los 16 tonos de gris nos van a ayudar a la hora de ver las cosas con más claridad.

En cuanto a sus cinco pulgadas de tamaño, al tener una resolución de 800 x 600 pixels, estos son de un tamaño tan pequeño que es imposible apreciarlos a simple vista, de modo que aunque las letras no sean demasiado grandes su visualización siempre será nítida y sin extraños dientes de sierra. Yo desde luego, durante los días que llevo usándolo no he echado en falta ninguna pulgada más.

Leyendo en el PRS-350

Está claro que por muchos extras que se incluyan, la función fundamental de un eBook es la de leer libros; y este modelo de Sony cumple perfectamente con este cometido. Las fuentes de texto se ven perfectamente; sin dientes de sierra ni desalineaciones extrañas. Además, el gesto de deslizar un dedo sobre la pantalla para cambiar de página es de lo más intuitivo y la respuesta es excelente. Rara vez tendremos que dar una segunda pasada para que el aparato nos haga caso, pues con un simple roce de la yema del dedo avanzaremos a la siguiente hoja de nuestro libro.

Por otra parte, la sensación de que estamos leyendo sobre una hoja de papel está absolutamente conseguida: aquí no hay parpadeos, reflejos, frecuencias de refresco… Tan sólo miles de partículas como polvo de grafito que se pegan a la pantalla siguiendo las órdenes que dicta la electrónica del aparato. Un pequeño milagro que al final produce la ilusión de que lo que hay dentro del lector es una hoja impresa.

Sony PRS-350

Por otra parte, disponemos de otras características secundarias como la inclusión de diccionarios en varios idiomas con la idea de que si estamos leyendo un libro y desconocemos el significado de alguna palabra, un «doble click» sobre ella nos llevará a su definición; lo que es una buena idea si estamos consultando algún documento en un idioma con al que no estemos del todo acostumbrados. Del mismo modo, en el libro que estemos leyendo podemos hacer anotaciones, subrayar palabras y colocar marcadores gracias a la inclusión de la pantalla táctil.

Pantalla táctil que, por cierto, también podemos manejar con un stylus que se incluye en el lateral derecho del lector. Sin embargo, se trata de un complemento que apenas he utilizado en un par de ocasiones, ya que me siento mucho más cómodo empleando las capacidades táctiles con las yemas de mis dedos porque la respuesta es perfecta incluso a la hora de pulsar sobre pequeños iconos.

Autonomía casi infinita

La autonomía de la batería es extremadamente alta gracias al bajo consumo del aparato. Sony dice que su duración es de dos semanas completas de lectura, aunque en este tipo de dispositivos el consumo de energía viene dado por los cambios en la pantalla; de modo que, por lo que tengo entendido, cada carga de batería de este lector de libros da para unas 10000 páginas. Es decir, que Sony está suponiendo que leemos una media de setecientas páginas al día; algo que me parece un poco excesivo para alguien que no sea un auténtico devorador de libros.

En cualquier caso, he de decir que después de unos cuantos días usando intensamente el PRS-350 el icono de la batería sigue marcando el máximo de capacidad, y teniendo en cuenta que tiene cuatro tramos, parece que podemos despreocuparnos en buena medida de cargar la batería (algo que se realiza a través del puerto USB) incluso aunque tengamos varias sesiones de lectura por delante.

Sony PRS-350

¿Dónde está mi funda?

Un detalle que no me ha gustado es la falta de algún tipo de funda para llevar el eBook en un bolsillo o en una mochila sin dañarlo. El aparato viene acompañado nada más que de un cable USB para conectarlo al PC y si queremos una funda oficial tendremos que adquirirla aparte al módico precio de cuarenta euros, lo cual me parece un atraco a mano armada. Por el momento estoy usando a modo de funda la bolsa de fieltro en la que venía envuelto el aparato dentro de su caja; pero está claro que en unos pocos días esta se empezará a romper y tendré que buscar alguna solución. Eso sí, ya os digo que ni se me pasa por la cabeza adquirir la funda oficial a ese precio, así que trataré de hacerme con alguna de neopreno o material similar.

El futuro de la edición impresa

Parece claro que el futuro de la literatura pasa por el formato digital, y la profusión de eBooks en el mercado así lo demuestra. En realidad está ocurriendo lo mismo que pasó en su momento con la música en formato digital, pues tras unos primeros reproductores toscos y de poca capacidad enseguida comenzaron a aparecer en el mercado aparatos mucho más evolucionados que acabaron por meterse en los bolsillos de todos nosotros y revolucionando por completo el mercado.

En el mundillo de los libros está ocurriendo esto mismo y a partir de ahora veremos cómo las librerías de toda la vida se adaptan a los nuevos tiempos o estarán abocadas a cerrar sus puertas como han hecho muchas tiendas de música en los últimos años. Son los peligros de unos modelos de negocio que cambian de arriba a abajo en muy poco tiempo.

Conclusiones

En general el nuevo lector de libros electrónicos de Sony mantiene un buen compromiso entre precio y prestaciones. Por 200 euros nos llevaremos a casa un aparato con un diseño compacto y elegante, funciones táctiles y con una pantalla de una claridad envidiable. Leer en él es un gustazo, pesa menos que un libro en edición de bolsillo y nuestra vista siempre estará descansada.

Sony PRS-350

Sin embargo habrá quien eche en falta una pantalla de mayor tamaño y/o conectividad inalámbrica; funciones que debemos de buscar en modelos superiores de esta y otras marcas. En todo caso, lo que es imperdonable es que no venga incluida algún tipo de funda para transportar el eBook, ya que llevar un aparato que básicamente es una pantalla suelto en un bolsillo o en una mochila puede acabar rayándolo sin remedio. Hubiera sido un muy buen detalle que Sony incluyera en la caja un estuche por simple que éste fuera para conservar el PRS-350 en perfectas condiciones.

Aprovecho para indicaros que, junto con este modelo, Sony ha sacado a la venta el PRS-650, que es exactamente igual pero con la diferencia de contar con una pantalla de 6″, un slot para tarjetas de memoria Memory Stick micro, un reproductor MP3 integrado, conector para auriculares y un precio de 250 euros. Si la pantalla hubiera tenido más resolución es posible que me hubiera inclinado por él; pero como en este tipo de aparatos valoro mucho la portabilidad, la versión de 5″ me pareció absolutamente irresistible.

Como os decía al principio de este artículo, al ver las características de este modelo sentí que había llegado el momento de dar el salto a los libros digitales. De momento estoy muy contento con las prestaciones que me da el PRS-350 y no me arrepiento de haberme hecho con él. Su tamaño, su peso, la claridad de su pantalla y poder llevar más libros de los que puedo leer en una sola vida en un aparato que cabe el bolsillo trasero del pantalón me parecen razones suficientes como para haberme hecho con él.

Además, algo me dice que este tipo de dispositivos van a ser, junto con las cafeteras, uno de los regalos estrella de estas navidades; así que espero que esta review pueda ser de utilidad a aquellos que hayáis pensando en hacer algún regalo tecnológico pero todavía no tengáis muy claro por qué decidiros.

Un capricho muy cafetero

Reconozco que me encanta el café. No es que sea un cafetero compulsivo, pero sí que me gusta tomar tres o cuatro repartidos a lo largo del día y hay algunos que no puedo perdonar como el del desayuno o el de después de comer.

Lo que ocurre es que me da una pereza tremenda coger la cafetera italiana, prepararla, ponerla al fuego y esperar pacientemente a que hierva el agua para tomarme una simple taza (y una vez que se enfría ya no sabe igual de bueno); de modo que el pasado fin de semana decidí cortar por lo sano, acercarme a Castellón y hacerme con un pequeño capricho.

La cosa es que llevaba tiempo buscando información sobre este tipo de cafeteras, ya que durante los últimos meses han aparecido en el mercado varios sistemas incompatibles entre si en la mayoría de los casos y no quería pillarme los dedos haciendo una mala elección. De todos modos, lo que las marcas han presentado es una cafetera para casa que permita hacer café en pocos segundos y de forma limpia y sencilla; pero normalmente las dosis de café que se introducen en la máquina son diferentes entre unas y otras, siendo un concepto muy similar al de las impresoras, donde el verdadero beneficio no está en la venta de la máquina como tal sino en los cartuchos necesarios para su funcionamiento.

En principio iba buscando una cafetera Nespresso (supongo que porque con tanta publicidad, inconscientemente uno al final acaba convirtiéndolas en el icono de este tipo de aparatos) pero resulta que las cápsulas que contienen el café sólo se pueden conseguir en tiendas Nespresso o a través de Internet con el engorro que esto supone. Puesto que mi prioridad era que pudiera encontrar el café cómodamente en mi supermercado habitual, la cafetera doméstica más conocida quedó automáticamente descartada.

Al final, echando un vistazo a otras opciones similares me llamó la atención el sistema Senseo (apadrinado por Marcilla y Philips) por ser una cafetera cómoda, elegante, de tamaño contenido y, sobre todo, porque los paquetes de café se venden en cualquier supermercado y a un precio que ronda los 3 euros por cada bolsa de 16 monodosis que hay disponibles en diferentes variedades. Vamos, que cada café que preparamos sale por unos 20 céntimos.

Con respecto al aparato como tal, os diré que consta de un depósito de litro y medio que hay que llenar de agua y poco más. Luego, para cada café que queráis preparar se levanta la tapa superior, se pone la monodosis (es como un disco de fieltro relleno de café molido por el que la cafetera hace pasar agua hirviendo) y en poco más de un minuto tenéis un café humeante y con una buena capa de espuma. Por supuesto, antes de decidirme por este modelo, en la propia tienda me dieron a probar un café recién hecho en una de estas cafeteras y he de admitir que ese fue el empujón definitivo que me hizo decantarme por la Senseo Quadrante, cuyo sobrio diseño me gustó mucho más que el modelo básico de formas redondeadas.

Un capricho

Como veis en la fotografía, además de la cafetera también se vino conmigo un pack de cuatro variedades de café que traía una lata metálica de regalo. Al final el capricho me salió por 111 euros en total: 99 de la cafetera y 12 del pack de cafés. Un precio que a mí me parece bastante bueno sobre todo después de haber degustado ya a lo largo de estos días unos cuantos cafés de diversas variedades y estar encantado tanto por su sabor como por la comodidad que supone su preparación.

Por cierto, viendo el bombo que le están dando en los centros comerciales a estos sistemas de cafeteras estoy convencido de que será uno de los regalos estrella de estas Navidades.

Noche de Reyes

Esta noche se apagarán hasta dentro de once meses y medio las luces de Navidad dejando atrás unas fiestas que unos viven con más intensidad que otros, pero que a todos nos permiten en mayor o menor medida salir por unos días de la rutina que impera el resto del año.

De todos modos, todavía nos queda la noche de Reyes, y aunque ya no nos haga la misma ilusión de cuando éramos niños, la mañana de mañana siempre tiene algo especial que nunca deberíamos perder del todo.

Desenfoques navideños

Ya sabéis: esta noche dormid con los ojos bien apretados para que mañana a primera hora os encontréis en el salón alguna que otra sorpresa.

PD: ¿qué mejor ocasión que esta para recordar la entrada del año pasado en la que os enseñaba mi carta a los Reyes Magos de 1985?

¡Felices Fiestas!

Estimad@s lector@s:

Hoy me gustaría aprovechar para felicitaros estas fiestas que ya tenemos casi encima deseando que las paséis en buena compañía. Y lo voy a hacer mediante una fotografía que he hecho esta misma mañana jugando en casa con mi cámara y unas sencillas luces de Navidad.

Navidad en movimiento

Más allá del significado religioso o pagano que cada uno quiera darle a estas fechas, la verdad es que son una excusa inmejorable para salir un poco de la rutina y sentarnos un rato a charlar sobre el pasado, el presente y el futuro con gente a la que tal vez el resto del año no prestamos la atención que merece.

Hagáis lo que hagáis, no dejéis de intentar ser felices cada cinco minutos.

¡Felices Fiestas y ojalá que el 2010 sea un año lleno de alegrías!

Queridos reyes magos…

Hace unos días me encontré en el fondo de un cajón una carta fechada a finales de 1984 bastante particular; y es que fue enviada a esos tres entrañables personajes que esta misma noche repartirán regalos a diestro y siniestro por todos los hogares del mundo en apenas unas horas. Nada más tocarla recordé con claridad una bonita historia que después de más de dos décadas ha vuelto a mi memoria y que hoy me gustaría contaros.

Si todavía poseo esta carta es porque en la mañana del 6 de Enero de 1985 me la encontré de regreso junto a los regalos que había pedido, y gracias a ello hoy puedo compartir con todos vosotros este entrañable recuerdo. Fue un bonito detalle por parte de «sus majestades» que ha perdurado en el tiempo tras tras veintitrés largos años; y es que el haber dejado aquel trozo de papel que había enviado un par de semanas antes era la prueba irrefutable de que mi misiva había llegado a sus reales manos.

No fui yo, sino mi padre, quien escribió aquellas líneas, porque con mis casi 5 añitos el don de la escritura no era mi mayor virtud. Mi pequeña mano lo único que hizo fue estampar en ella una temblona firma al final que mezclaba mi nombre incompleto con el número 25. En su momento tendría para mí todo el sentido del mundo, pero a día de hoy no consigo recordar por qué no puse simplemente Luis. Supongo que ya desde pequeño me gustaba tomar el camino más largo para hacer las cosas.

Carta reyes magos navidad 1984 (1)

Carta reyes magos navidad 1984 (2)

Carta reyes magos navidad 1984 (3)

Bendita inocencia la que teníamos los niños de esa edad. Si hoy tuviera que escribir una carta a los Reyes Magos les pediría sin dudarlo un contrato indefinido, una hipoteca asequible, mis mejores deseos para los que me rodean y un poco de paz para la humanidad en general; pero en 1984 lo que me quitaba el sueño era una bicicleta roja (con una bomba para hinchar las ruedas; importante observación), una estación de servicio para coches en miniatura y poco más.

Era tan sencillo aquello que si te habías portado bien durante todo el año y habías aprobado tus asignaturas en el colegio sabías que tendrías aquellos juguetes que pedías en la carta (como fue mi caso); pero hoy en día uno ha de tener claro que nada de lo que pueda desear va a depender de cómo haya llevado los doce meses precedentes, ya que al fin y al cabo en la vida hay muchos más factores que no siempre están relacionados con uno mismo pero que nos condicionan notablemente.

De todos modos, lo que quiero mostraros con esta carta que hoy comparto con vosotros es una muestra de la ilusión que nunca debemos perder, ya que a veces en la vida uno se lleva sorpresas y se da cuenta de que un buen día aquello por lo que luchó durante mucho tiempo aparece ante sus ojos con total nitidez.

Tratad de ser felices; yo estoy en ello.

Las fiestas de la glotonería

No sé cómo habréis pasado vosotros el primer día del 2009, pero yo lo he hecho empachado; y mucho.

Las fiestas de Navidad son las de la glotonería: comenzamos sobre el día 22 de Diciembre con el típico festejo en la oficina y ya es un no parar de zampar hasta el mismísimo 6 de Enero. Vamos a desglosarlo un poco para darnos cuenta de la magnitud del tema:

Antes de la cena de Nochebuena

22 de Diciembre: nos ponemos de tortilla de patatas, jamón, champagne y empanada hasta las orejas en el trabajo.

24 de Diciembre: cena de Nochebuena con su típico asado super-grasiento, langostinos, turrón para parar un barco… la copita de sidra final es ya una especie de apocalipsis estomacal que nos dejará sentados en el sofá hasta las tantas de la madrugada porque nadie en su sano juicio se acostaría con semejante cantidad de comida en su cuerpo.

25 de Diciembre: si ya estábamos con el estómago hecho un cuatro con la cena de ayer, hoy toca una comilona tan copiosa (o más) como lo que nos hemos metido al cuerpo catorce horas antes. En caso de sobrevivir tenemos empacho asegurado hasta el día 27 como mínimo.

31 de Diciembre: cena de fin de año que, si bien no es tan copiosa como la de Nochebuena, a estas alturas de las fiestas ya empieza a suponer toda una proeza conseguir digerirlo todo. Para colmo, a las 12 de la noche nos toca meternos otras tantas uvas a presión en nuestro sistema digestivo; en el cual comienza a parpadear una luz roja indicando que el colapso está a punto de producirse.

1 de Enero: comida de año nuevo con su marisco, su pavo, su vino tinto y los inevitables turrones. Si para colmo han sobrado embutidos y similares de la cena anterior, también se añadirán a todo lo que hay ya en la mesa de por si. Para cuando están retransmitiendo los habituales saltos de skí en La 2, es muy probable que nosotros estemos tumbados en el sofá con una indigestión de las grandes.

6 de Enero: desayuno a base de roscón de reyes (muy digestivo) y chocolate a la taza (todavía más ligero que lo anterior). Por si no hemos tenido suficiente, a las dos de la tarde nos espera una comida en casa de la abuela de una magnitud próxima a la de la cena de Nochebuena, por lo que existe un grave riesgo de que no lleguemos vivos a la hora de cenar.

Pero es que incluso en el extraño caso de que hayamos llegado íntegros al día siete y, por tanto, hayamos logrado sobrevivir a las fiestas de la glotonería; comprobaremos con horror como de todas esas tabletas de turrón y de las cuatro cajas de polvorones que se compramos a primeros de Diciembre, apenas se ha consumido la tercera parte, por lo que tenemos asegurada una dieta hipercalórica basada principalmente en almendras, azúcar y harina hasta que llegue la primavera.

Ya no sé qué hacer: mi estómago me está pidiendo a gritos la independencia alimenticia y todavía estamos a mitad de las fiestas… A este paso se me declara en huelga; ya veréis, ya.

¡Que paséis una buena noche!

Tras una mañana de sol, y casi sin darnos cuenta, como cada año hemos llegado a la tarde del 24 de Diciembre. Una fecha señalada en la que el olor del asado que se dora en el horno salpica toda la casa y la mesa del salón se viste de gala para juntar en torno a ella a toda la familia.

Mañana de invierno

No me voy a extender demasiado porque hoy no es día para alargarse demasiado; ya habrá tiempo en la tarde de fin de año de hacer balance de este 2008 que está a punto de terminar. Lo único que quiero con esta entrada es desearos a todos una feliz noche en compañía de la gente a la que queréis.

¡Un saludo!