Otro punto de vista

Hoy os quería mostrar una imagen que en principio iba a ser parte de la entrada que hablaba de los alrededores de Sigüenza. Sin embargo, he preferido reservarla porque tiene una pequeña peculiaridad que me gustaría comentaros. De momento os muestro la imagen y luego os cuento los detalles.

Embalse de Pálmaces (II)

Se trata de una imagen tomada desde la orilla del embalse de Pálmaces; y aunque la fotografía no tiene nada de especial per se, me acordé de ella cuando mi novia y yo echábamos un vistazo ya de regreso en casa a las fotografías de su cámara.

Ella usa la Nikon D40 que yo tenía antes de hacerme con mi siempre fiel D300. Hace ya muchos meses que se la di y desde entonces suele llevarla en nuestros viajes para captar su propio punto de vista de los lugares que visitamos. Ya sabéis que una de las cosas que más me gustan de este noble arte es que cada persona tiene su propia forma de plasmar las cosas a través de la cámara; y precisamente por eso después de una excursión siempre hacemos una puesta en común de las imágenes que hemos obtenido. Así cogemos ideas el uno del otro y aprendemos de nuestros errores para ir mejorando como fotógrafos.

Pero bueno, que me estoy yendo por las ramas. La cosa es que en una de las imágenes que ella captó aparezco yo justo cuando estaba haciendo la fotografía anterior. Y lo que me llama la atención es lo diferente que se ve el mundo a través de otra cámara que no es la mía.

En el embalse de Pálmaces

Me refiero a que en mi fotografía no aparece ese poste de la luz ni el cable que atraviesa el cielo de lado a lado porque yo quería centrarme en el paisaje que se ve al fondo formado por el valle que dibujan las montañas y ese pequeño islote lleno de vegetación alta. Por eso mismo los colores de mi imagen están algo más saturados y he tratado de potenciar la nitidez todo lo posible como mandan los cánones a la hora de captar este tipo de escenas.

Mi novia, sin embargo, prefirió otorgarme a mí el papel protagonista en su imagen; de tal modo que empleó una focal más corta para «meterme en situación» y una apertura medianamente amplia de tal modo que el fondo quedara algo difuminado. No estoy acostumbrado a verme en fotografías porque siempre soy yo el que está detrás del visor; pero reconozco que esta imagen me gusta porque es un caso claro de cazador cazado: al verla me hace pensar que mientras yo estaba concentrado tratando de captar la belleza del lugar, mi chica acechaba con su cámara y me pilló justo cuando estaba disparando, de modo que lo que se ve en la primera fotografía es exactamente lo que el tipo de la segunda fotografía está observando en ese instante.

Hay una conexión espacio-temporal entre las dos imágenes que ilustran esta entrada; y es que las dos muestran el mismo lugar en el mismo instante de tiempo, sólo que desde dos puntos de vista diferentes.

La playa de la Renegá en Oropesa del Mar: un remanso de paz

Al margen de las tres grandes playas de arena fina que hay en Oropesa (La Concha, Morro de Gos y Amplaries) existe en la parte sur de la localidad una zona de litoral virgen donde podemos darnos un baño lejos de aglomeraciones, prisas y empujones.

Renegá

Se trata de la playa de la Renegá, visible desde el trazado de la conocida vía verde que une Oropesa y Benicassim y accesible a pie a través de un par de pasos que existen bajo la misma. Pasos que permiten el tránsito de vehículos; aunque lo más recomendable para evitar daños al entorno sería dejar el coche en las calles colindantes y bajar hasta la propia playa caminando, pues no hay más de doscientos metros entre el asfalto y el mar.

Playa de La Renegá

En esta playa donde la arena, los pinos y las rocas se mezclan a partes iguales no hay duchas como tampoco hay sombrillas de alquiler ni chiringuitos y el fondo del mar está tapizado de pequeñas piedras afiladas que se encargarán de dejarnos algún que otro rasguño en los dedos de los pies; pero a cambio de estos pequeños sacrificios podremos disfrutar de un día de playa lejos del mundanal ruido. Algo que hoy en día cada vez cuesta más encontrar en las costas de Levante.

Playa de La Renegá

Es cierto que se trata de una zona que hace unos años muy poca gente conocía y a la que cada vez acuden más veraneantes en busca de algo diferente; pero aun así, comparada con las principales playas de la localidad, La Renegá es un remanso de paz de lo más recomendable y que os recomiendo visitar alguna vez.

Retratando el Henares

El río Henares ejerce en mí un curioso magnetismo. Muchas veces he bajado a dar una vuelta sin rumbo aparente y casi sin darme cuenta he acabado caminando cerca de sus orillas escuchando el suave rumor del agua y disfrutando de sus rincones. Es algo muy relajante y que, por supuesto, intento retratar siempre que puedo.

La última vez que estuve cerca del río fue el pasado fin de semana, y viendo que por efecto de las últimas lluvias bajaba bastante crecido, intenté acercarme lo máximo posible a la pequeña caída que agua que hay detrás del barrio de Nueva Alcalá para tratar de captar algunas imágenes que ahora os ofrezco por aquí:

Retratando el Henares

Retratando el Henares

Retratando el Henares

Retratando el Henares

Retratando el Henares

Retratando el Henares

Los recuerdos del incendio

Después de la tristeza que me produjo subir al monte Bovalar poco tiempo después del incendio que se produjo durante la primavera de 2006 en Oropesa del Mar, este verano me propuse volver allí a ver si ahora las cosas pintaban algo mejor. Era el único modo de borrar aquel intenso olor a ceniza que se había quedado grabado a fuego en mi memoria (nunca mejor dicho), así que le comenté a mi hermano la posible excursión y enseguida se apuntó poniendo como condición llevar la bicicleta de montaña.

Recuerdos de aquel incendio (I)

Dicho y hecho: él llevó mi mountain bike hasta lo alto del monte (bicicleta que he cogido en alguna que otra ocasión este verano después de tres largos años sin dar una sola pedalada) y yo fui haciendo el mismo camino pero a pie y llevando la cámara de fotos. En cualquier caso, no me pude resistir a darle la cámara a mi hermano y “conducir” la bicicleta en algunos tramos tanto de subida como de bajada.

Haciendo el indio con la bici (I)

Haciendo el indio con la bici (IV)

El caso es que a medida que subía por las faldas del monte me daba cuenta de que recordaba cada curva del camino, las zonas de piedras, las pinadas… la cara Norte no había sido casi afectada por el fuego, pero al llegar arriba y observar la cara Sur recordé que las secuelas de un incendio tardan décadas en desaparecer por completo.

Un momento para la reflexión

Con el paso de los años esos troncos quemados se convertirán en abono para los nuevos brotes, un manto de hierba recubrirá la tierra desnuda y el verdor de la montaña se irá imponiendo a la negrura del carbón. Pasará tiempo hasta que eso ocurra, pero al menos, el panorama allí arriba ya no es apocalíptico como lo era hace un par de años e incluso fui capaz de realizar alguna fotografía de paisaje; cosa que no fui capaz de hacer entonces.

Oropesa del Mar

Bruma y montañas

Reconozco que iba con un poco de “miedo” porque cuando fui allí después del incendio me invadió una sensación bastante desagradable que tardó un tiempo en desaparecer; pero esta vez bajé del Bovalar con una sonrisa en la cara y un montón de imágenes en la cámara.

Campo de fútbol entre chalets

Recuerdos de aquel incendio (III)

Mi hermano de relax en lo alto del monte Bovalar

Recuerdos de aquel incendio (II)

Pensando en barcos...

El paraiso del ladrillo

Haciendo el indio con la bici (III)

Playa de La Concha a los pies del monte Bovalar

Haciendo el indio con la bici (II)

Flores en macro (I)

Hoy os voy a mostrar un par de fotografías de flores tomadas en macro. Son imágenes sencillas de capturar pero que siempre gustan al espectador y, además, pueden servir como fondo de pantalla.

Recordad que pinchando sobre cada imagen accederéis a Flickr donde la podréis descargar en varios tamaños pulsando sobre el icono de la lupa  😉

Diente de león

Flor en primer plano

¿Arbol o fractal?

El pasado viernes estuve con mi novia y su perrillo en los jardines de la universidad de Alcalá y estábamos tan a gusto que se nos echó la noche encima.

¿Arbol o fractal?

Y el caso es que en plena blue hour miré hacia arriba y me fijé en que las ramas de un arbol que había sobre mi cabeza preguntándome si era un arbol o un fractal. Ante la duda opté por hacer una fotografía desde la posición en la que estaba y ahora os la muestro a vosotros para que os deis cuenta una vez más que la naturaleza tiene un marcado carácter fractal como ya os dije hace tiempo en este mismo blog 😉

¡Saludos!

Tarde de fotos en el campo

Peke en el campo

Tengo que reconocer que estoy particularmente orgulloso de esta fotografía. Ayer por la tarde Sonia y yo nos llevamos a Peke para que jugara un poco por el campo lejos de la gran ciudad y aprovechamos tanto ella como yo para hacerle algunas fotos.

Pues bien, de las 85 que hice yo (sí, lo sé, a veces me pongo muy pesado con la cámara 😛 ) esta es la que mejor ha quedado de todas. Parece que el perro está posando tan tranquilo, pero la verdad es que ayer fue complicado sacar imágenes suyas, ya que hacía tanto tiempo que no llevábamos a jugar lejos de la gran ciudad que cuando puso sus patitas en el campo no paró hasta que nos sorprendió allí la lluvia y la noche. Por cierto, os pongo también una imagen de las amenazadoras nubes que se plantaron sobre nuestras cabezas y otra de la bonita vista que se divisa desde allí.

Nubarrón

Vista de Alcalá

Por cierto, mañana estaré por Toledo y me llevaré la cámara, así que ya sabéis lo que os espera dentro de poco… ¡¡Muahahahahaaaaa!!

El uso de un móvil Symbian como GPS (2ª parte)

Escribo esta breve entrada como «actualización» de la primera que escribí hace ya unos días comentando cómo se puede emplear un teléfono móvil con sistema operativo Symbian a modo de navegador GPS.

Hasta ahora había podido probar el sistema tanto caminando como en coche, pero en el caso del uso como «peatón» siempre había sido por ciudad. Os comenté que era incómodo porque nos vamos a encontrar con un montón de imprecisiones y desfases a la hora de ir caminando por las calles, mientras que al ir en coche y ser la velocidad mucho mayor todo iba como la seda.

Pues bien, ayer pude probar el mismo sistema de receptor bluetooth Woxter BT-100 + Nokia 6630 + Tom Tom 5.202 con mapas 660.1223 en campo abierto, lejos de edificios e inferferencias y he de hacer unas cuantas puntualizaciones:

– Caminando en campo abierto el GPS posiciona correctamente y muy frecuentemente. La precisión es bastante buena, la distancia al punto prefijado se actualiza cada muy pocos segundos (aproximadamente cada 10 metros recorridos) y en general podemos fiarnos de nuestra posición en el mapa mostrado en pantalla.

– Lo que sigue fallando es la orientación del rumbo. Debido a la baja velocidad que llevamos al caminar la flecha no suele apuntar hacia la dirección en la que caminamos, por lo que es importante ir fijándonos por dónde se va «dibujando» nuestra trayectoria para ver hacia dónde nos dirigimos.

– El gran problema es que Tom Tom está orientado a la conducción, por lo que fuera de ciudades y de caminos forestales más o menos importantes que vengan trazados en el mapa, lo que vamos a ver es una planicie de color naranja sin ninguna referencia. Las pruebas que he hecho han sido por la zona del río Henares que discurre por las afueras de Alcalá y gracias a ello tenía la referencia del propio río en el mapa, pero de no ser por eso la verdad es que no me hubiera servido de nada. Lo ideal sería disponer de unos mapas topográficos para Tom Tom, pero no sé de la existencia de nada parecido (si alguien sabe algo del tema, por favor que deje un comentario 😉 ).

– Los navegadores diseñados con la conducción en mente hacen una serie de cálculos mediante los cuales aunque la posición que marque el GPS no esté exactamente sobre una calle, nos va a posicionar en medio de la vía que considere más oportuna en base a la cercanía y el sentido de la calle. Es decir, que si nos «salimos» de una calle el sistema va a asumir que seguimos por la misma durante un tiempo hasta que «se de cuenta» de que en realidad vamos por otra. Este margen (que viene muy bien a la hora de conducir entre edificios) se va a volver en nuestra contra si tratamos de manejar el GPS caminando, pues caminar por la acera correspondiente al sentido contrario de la circulación de los coches puede hacer creer al software de navegación que vamos en la dirección contraria a la que realmente vamos.

En definitiva, los factores que determinan la precisión de un GPS son básicamente dos: la claridad de la señal proveniente de los satélites (que viene determinada por la vista del cielo y las interferencias que puedan darse) y la velocidad a la que nos estemos moviendo.

A una velocidad lenta necesitaremos una visión muy despejada del cielo para obtener una precisión aceptable (además de unos mapas adecuados) y una mínima fiabilidad. Sin embargo, a una velocidad elevada, aunque no tengamos una gran claridad de señal, vamos a ver que el GPS tiene una precisión de apenas unos pocos metros. Esto es por el tema de los «diferenciales», ya que aunque no tengamos una gran precisión sí que nos habremos movido mucho entre una posición y la siguiente, por lo que el GPS podrá interpolar correctamente y mostrar nuestra posición con una exactitud bastante aceptable.

¿Qué quería decir con todo este rollo? Que con los mapas adecuados un GPS puede servir perfectamente para orientarse en el campo, y prueba de ello son los sistemas que comercializa la marca Garmin.

¡Un saludo!

¡¡Madre mía, la que va a caer!!

Cuando la pasada tarde después de comer vi con mis propios ojos la imagen del radar del INM flipé en colores:

Si recordáis aquel rollo que os solté hace un tiempo sobre este servicio, entenderéis que no me entraran muchas ganas de salir a la calle; más que nada porque la masa azul-verdosa que aparece en la imagen se dirigía directamente hacia Madrid procedente de Galicia.

Al final no llovió demasiado porque la masa compacta decidió fragmentarse a última hora en varios frentes lluviosos menos intensos, pero de verdad que pensé en la ventaja de conocer lo que está pasando en la atmósfera en todo momento (la imagen se actualiza cada 30 minutos), lo cual me parece algo de lo más curioso y tremendamente útil.

¡Un saludo! 🙂

Ese pequeño milagro llamado Google Earth

Aunque seguro que la mayoría de vosotros ya lo conocéis, hoy me apetece hablaros de Google Earth: un software que podemos descargar en unos minutos y que nos va a permitir conocer con nuestros propios ojos cualquier rincón de nuestro planeta.

Descubrí Google Earth hace ya un tiempo. Siempre me gustó ver mapas a muy diferentes escalas, y de hecho tengo los mapas del Instituto Geográfico Nacional de los lugares a los que viajo habitualmente para planear rutas a pie o en bicicleta. El problema es que los mapas están bastante alejados de la realidad, pues en ellos todo está representado mediente gráficos esquemáticos, quedando fuera de ellos cosas como los coches aparcados, las zonas en obras, el color de los tejados de las casas… y todo ello sin contar con que un mapa recoge con detalle una limitada zona de terreno (detalle y extensión son inversamente proporcionales en cualquier mapa del tipo que sea).

Sin embargo, un buen día llegó hasta mí la noticia del desarrollo de Google Earth: un programa para el ordenador creado por la omnipresente Google con el que se puede visitar cualquier parte del mundo con un nivel de detalle variable en cada zona pero en general más que aceptable. Todo ello basado en fotografías de satélite que cubrían la práctica totalidad de la geografía terrestre.

Google Earth se basa en una sencilla interfaz con la que podremos «mover» el mundo a nuestro antojo. Como si de una pelota se tratara podemos «agarrar» el terreno y desplazarnos con él donde queramos. También podemos variar nuestra altura, nuestro ángulo de cámara… (si alguien ha jugado a Black & White en PC ya sabe a lo que me refiero) y además no se limita a mostrar un terreno plano sin más, pues mediante el uso de los motores Direct 3D u OpenGL las montañas, los valles y las zonas en cuesta se mostrarán tal y como son en la realidad. Google Earth es la experiencia virtual más parecida a volar en helicóptero por nuestros parajes favoritos.

Comentar también que lo mejor de Google Earth es que es completamente gratuíto en su versión más básica (básica, sí, pero que nos permite visitar virtualmente todo el mundo). Luego hay dos versiones de pago: una bastante asequible a la que podemos conectar módulos GPS y otra bastante cara que está destinada a fines educativos.

También es de gran importancia la participación de la comunidad en los elementos que aparecen sobre la superficie de esta «tierra virtual»: fotografías geoposicionadas, referencias, lugares curiosos… y todo esto seleccionable a través de capas, por lo que sólo veremos lo que queramos ver y nada más. Ah, por cierto, os recomiendo que activéis los edificios en 3D, pues la mayoría de ellos tienen un nivel de detalle muy alto y permiten reconocer al instante los lugares más emblemáticos de cada ciudad. Si los tenéis activados os recomiendo visitar la ciudad de Tokio en Japón, pues hay tal cantidad de ellos recreados que casi abruma (aunque en Madrid también hay unos cuantos… 😉 )

Bueno, no voy a teorizar mucho más sobre el tema, pues el movimiento se demuestra andando y lo mejor es que si no conocéis Google Earth os paseis por la web, os lo descargueis (está disponible en versiones para Windows, Mac y Linux) y empecéis a trastear con él. Ya veréis el vicio que es andar buscando esos lugares que conocemos sólo a ras de suelo para poder observarlos a vista de pájaro.

Hipnosis

Hipnosis

Ojo, que mirarla fíjamente puede llegar a hipnotizaros, jeje. No es más que un diente de león tomado en macro, pero parece una explosión o un tunel. En fin, que tiene múltiples interpretaciones esta fotillo, vaya 😉

PD: esta foto es desde hace unos días mi fondo de escritorio, y si os lo queréis descargar a 1024 x 768 podéis hacerlo pulsando en la fotografía y haciendo click en el icono de la lupa.