Tres instantáneas de Benicassim captadas desde el mirador de la torre Colomera durante el atardecer del pasado sábado. Como no sé con cuál quedarme os dejo a vosotros elegir por mí.
¡Un saludo!
Tres instantáneas de Benicassim captadas desde el mirador de la torre Colomera durante el atardecer del pasado sábado. Como no sé con cuál quedarme os dejo a vosotros elegir por mí.
¡Un saludo!
Hay ocasiones en las que la simple visión de un paisaje te obliga a detener el coche en la siguiente salida de la autopista e invertir un par de minutos en inmortalizar los tonos de un atardecer absolutamente irrepetible.
Una muestra más de que en fotografía, la luz y tener la cámara siempre a punto lo es todo.
Viváis donde viváis os recomiendo que hagáis esto alguna vez: sentaos antes del amanecer en algún rincón y esperad a que poco a poco la ciudad se vaya llenando de vida y de luz. Casi sin daros cuenta descubriréis que aunque el sol salga todos los días, en realidad cada uno de ellos es único e irrepetible.
Si hay un animal que me llama especialmente la atención es el gato. Cierto es que los perros derrochan inteligencia y son capaces de mostrar emociones y sentimientos con la gente que les rodea que ya quisieran muchos humanos; pero esa forma de ser tranquila, paciente y con ese aire de independencia que tienen los felinos me parece fascinante.
Pues bien, precisamente una tarde de hace escasos días me acerqué con mi hermano al parque La Chopera situado en las afueras de Alcalá de Henares con intención de dar una vuelta y recordar viejos tiempos (hacía años que no pasábamos por allí) cuando nada más cruzar la barrera que impide el acceso a los coches nos encontramos con un gato que nos miraba a través de sus intensos ojos azules.
Pensé que nada más sacar la cámara se asustaría y se marcharía corriendo; pero me equivoqué y el gato parecía encantado posando para mí, de tal modo que me fui acercando cada vez más a él hasta que estaba casi pegado a sus bigotes con la cámara. Recuerdo que entre foto y foto le dije: «Venga gatito, sonríe un poco, que vas a salir en mi blog»; y en ese momento el gato levantó la mirada dando lugar a una fotografía bastante expresiva.
Tras un par de fotografías más, el felino decidió que se acabó la sesión fotográfica e inició su marcha con paso elegante pasando a escasos centímetros de mí sin inmutarse lo más mínimo. ¡Pero qué gato más tranquilo!
Tendré que pasar más a menudo por allí, pues esa tarde salieron algunas fotos bastante chulas. El fin de semana os pondré alguna 😉