Oropesa del Mar posee una curiosa configuración orográfica que le otorga ciertas peculiaridades climáticas. El hecho de ser una localidad situada entre la costa y una pequeña cordillera de montañas de aproximadamente 350 metros de altura hace que las habituales nubes que se forman en el interior de la provincia no suelan pasar de ellas y se queden a pocos kilómetros de la localidad.
Una típica estampa de verano es la de la siguiente imagen, pues en ella se aprecia cómo los cúmulos nubosos se quedan sobre las montañas mientras que en la costa luce un espléndido sol.
De todos modos, esto no es ni mucho menos infalible: a veces las nubes “se saltan” las montañas como si nada y en el mejor de los casos se pasa todo el día nublado. En ocasiones incluso casi es peor que esté ahí ese relieve, pues puede ocurrir que la acumulación de nubes sea tan grande y tan densa que cuando al final atraviesan la pequeña cordillera y se ponen a descargar agua sobre Oropesa lo hacen de forma torrencial. No es lo habitual, pero cuando sucede esto llueve de forma muy intensa.
Siempre me ha llamado la atención esa especie de microclima que hay en Oropesa del Mar, obrando el milagro de que cuando en las predicciones meteorológicas anuncian lluvias por Castellón aquí muchas veces nos libramos de ellas. Igual ya se fijaron en esto los romanos cuando se asentaron aquí hace unos cuantos siglos; y es que la fundación de las ciudades no es algo casual ni mucho menos.