«D-lighting» y «Active D-Lighting»

Hay un sistema en las réflex Nikon llamado D-lighting (en Canon también existe en multitud de modelos bajo las denominaciones de Highlight Tone Priority y Automatic Lighting Optimizer) cuyo funcionamiento a grandes rasgos me gustaría comentaros hoy al ver que se trata de una tecnología que suscita bastantes dudas entre los usuarios después de ver algunos comentarios al respecto en este blog y numerosas consultas sobre este asunto en varios foros de fotografía.

Amanece (que no es poco)

¿Qué es el D-Lighting?

El D-lighting es un sistema que intenta expandir el rango dinámico de la cámara mediante el procesado de los datos del sensor una vez disparada la fotografía. Es decir, no se trata de un interruptor mágico que de repente mejora las prestaciones del sensor de la cámara; sino de una función implementada por software que, por tanto, podríamos realizar posteriormente «a mano» mediante un programa de revelado como Capture NX o Adobe Lightroom.

El truco del D-lighting consiste en oscurecer ligeramente las zonas más claras de la fotografía y aclarar un poco las zonas más oscuras de la misma tratando de evitar así los picos en los extremos del histograma; algo que, como os digo, no es nada que no podáis hacer en un ordenador mediante el postprocesado de la imagen.

La magia de la luz

El D-Lighting está presente en toda la gama de cámaras Nikon y lo habitual es emplearlo en imágenes captadas en formato RAW aprovechando que en dicho formato se captan más datos de los que el ojo es capaz de apreciar a simple vista, no siendo capaz de sacar mucho partido de las imágenes en JPG. Sin embargo, hay una pequeña contradicción en esto, ya que si disparamos en RAW el procesado lo haremos en nuestro ordenador una vez que estemos de regreso en casa y no tendremos ninguna necesidad de retocar las fotografías directamente en la cámara. Es más, si lo aplicamos a una imagen disparada en RAW, dicho archivo no se modificará sino que obtendremos una imagen JPG resultante del RAW procesado internamente.

¿Y el Active D-Lighting?

En las cámaras Nikon de gama media y alta, además del D-Lighting del que hablábamos anteriormente, también tenemos disponible la opción de emplear el Active D-Lighting (también denominado ADR; de Adaptative Dinamic Range) que se aplica directamente a la fotografía durante la toma de la misma en caso de que tengamos activada dicha función.

Sol y nubes

La diferencia en este caso es que parte del proceso del Active D-Lighting tiene lugar antes del disparo, ya que a grandes rasgos lo que se hace es subexponer ligeramente la imagen para así evitar quemar los tonos más claros y una vez que los datos están en la memoria de la cámara aclarar los tonos más oscuros para codificar finalmente la imagen en formato JPG y así evitar que esta quede demasiado apagada.

De hecho, para el buen funcionamiento del Active D-Lighting se recomienda emplear el modo de medición matricial, ya que al estar programado para funcionar sobre escenas con una iluminación global más o menos uniforme, no dará muy buenos resultados en caso de que hagamos una medición puntual sobre alguna de las zonas de luz de la escena (una bombilla, un claro en el cielo…).

De todos modos volvemos a lo de antes; y es que si disparamos en RAW podemos hacer esto mismo «a mano» si aplicamos a la exposición una pequeña compensación negativa para asegurarnos de no saturar los tonos más cercanos al blanco y luego en postproceso aclaramos ligeramente los tonos más oscuros.

D-Lighting, Active D-Lighting y el formato RAW

Aunque podemos emplear D-Lighting y Active D-Lighting disparando tanto en JPG como en RAW, si empleamos el formato RAW es una pérdida de tiempo utilizar cualquiera de los dos porque eso mismo lo podemos hacer en nuestro ordenador de una manera mucho más potente, precisa y personalizable como os decía anteriormente.

Hielo (26/12/2010)

El Active D-Lighting nos será de utilidad si disparamos en formato JPG, ya que en este caso lo habitual es emplear las imágenes según salen de la cámara sin ningún tipo de retoque posterior (es lo que se suele hacer en fotoperiodismo, donde segundos después de hacer la fotografía esta ya va de camino a la agencia gracias a la magia de los transmisores inalámbricos). Si lo empleamos con el formato RAW lo único que vamos a conseguir es una cierta subexposición dado que el aclarado posterior de los tonos oscuros de la imagen no queda reflejado en los datos de la imagen «en bruto» (que es lo que se graba en la tarjeta de memoria) y al final lo que vamos a lograr es una imagen ligeramente más oscura que si no empleáramos esta ayuda.

Por tanto, si disparáis exclusivamente en RAW (como yo) os recomiendo que desactivéis el Active D-Lighting y cualquier ajuste de la imagen lo hagáis íntegramente en vuestro ordenador empleando para ello el software adecuado. Sin embargo, disparando en JPG sí que es recomendable activar dicha ayuda en la cámara porque alguna vez nos puede salvar de quemar irremediablemente alguna zona amplia de la imagen. En cuanto al D-Lighting «a secas» la verdad es que disparando en RAW no le veo ninguna utilidad si empleamos un buen software de tratamiento de imágenes.

El trasluz del amanecer
La importancia de saber para qué sirven las cosas
Como os decía hace unos párrafos, lo que hace el D-lighting no es aumentar las prestaciones del sensor; sino «comprimir» el histograma de la fotografía de tal modo que no sobrepase los límites marcados por este vital componente de la cámara y evitando así en la medida de lo posible que tengamos zonas quemadas o totalmente a oscuras.

Lo que estos dos sistemas de ayuda que hemos visto hoy nos dan es, por tanto, un poco más de flexibilidad a la hora de enfrentarnos a escenas con fuertes contrastes lumínicos, pero no hay que hacer uso de ellos por sistema y sobre todo hay que ser conscientes de que no son útiles en todas las situaciones.

La calle Mayor

Habrá que hacer en este caso la misma observación que aparece en los manuales de los coches equipados con sistemas de control de tracción y que dice: «Advertencia: el ESP no cambia las leyes de la física», porque al final las limitaciones de nuestro equipo fotográfico siempre están ahí y hay que tenerlas muy presentes.

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Desenfoques resultones casi sin esfuerzo

Seguro que en más de una ocasión os habéis fijado en esas fotografías consistentes nada más que en unos cuantos círculos luminosos. Son muy habituales en motivos navideños y aunque resultan bastante agradables a la vista, realizarlas no tiene demasiada complicación como vamos a ver en esta entrada de hoy.

Luces de selenio

Requisitos técnicos

Lo único que necesitamos para realizar este tipo de fotografías es un objetivo de gran luminosidad. Precisamente por eso se suelen emplear cámaras de tipo réflex y objetivos de focal fija con aperturas de f/1.8 o superiores. En general un simple 50mm f/1.8 puede dar unos resultados más que satisfactorios, sobre todo teniendo en cuenta que no cuesta más de cien euros.

AF-D Nikkor 50mm 1:1.8 (III)

Comentaros también que los teleobjetivos profesionales ( el típico 70-200 f/2.8 o un 300 f/2.8 ) también realizan este tipo de imágenes bastante bien; pero pueden costar veinte veces más que una sencilla óptica fija, así que para aficionados como yo quedan directamente descartados.

Y eso es todo lo que necesitamos en cuanto al equipo fotográfico para hacer nuestros propios desenfoques hollywoodienses. Sólo nos falta salir a la calle (o montar la escena en casa) y probar hasta conseguir el resultado deseado; que es lo que vamos a ver a continuación.

Buscando las condiciones ideales

Para este tipo de fotografías debemos buscar luces puntuales y bastante lejanas en lugares en penumbra o directamente oscuros. Escenarios idóneos son calles atestadas de tráfico, semáforos y farolas porque aparecerán como decenas de puntos brillantes en el encuadre que se convertirán por arte de magia en otros tantos discos luminosos de colores.

Reflejos

Una escena como la que tenéis en la imagen que hay sobre estas líneas podría servir para nuestros propósitos, pero en caso de querer realizar nuestros experimentos en casa las luces ideales serían las que están hechas a base de LEDs; como por ejemplo las típicas ristras luminosas que se colocan en los árboles de Navidad. Colocándonos a cierta distancia de ellas obtendremos un resultado bastante bueno.

Por supuesto, como en toda fotografía nocturna que se precie, debéis retirar el filtro UV del objetivo si lleváis uno puesto; ya que de no hacerlo aparecerán reflejos fantasma, manchas luminosas y otros desagradables efectos.

La técnica

La técnica para obtener la imagen es de lo más simple que podemos encontrarnos: se trata de emplear una de las aperturas más grandes disponibles y enfocar a mano a muy corta distancia. En cuanto al tiempo de exposición, puesto que las condiciones de iluminación van a ser un poco «extrañas» es posible que el exposímetro de la cámara no realice sus cálculos con precisión, de modo que será mejor variar la exposición a mano hasta lograr el resultado deseado.

Como os decía, la apertura a emplear ha de ser grande. Si el objetivo tiene palas rectas usaremos la más grande disponible (el número f más bajo de todos), pues de ese modo los círculos saldrán perfectos. En el caso de un objetivo con palas redondeadas podremos emplear alguna apertura menos extrema por si queremos controlar el tamaño de los círculos de luz. Esto es debido a que los puntos de luz se renderizarán con la forma del diafragma como ya vimos en un artículo anterior, por lo que si queremos que la fotografía resulte natural debemos procurar que el diafragma sea lo más redondo posible.

Y eso es todo. Teniendo en mente tan sólo tres cosas: apertura grande, luces puntuales lejanas y enfoque a muy corta distancia podremos obtener nuestras propias imágenes cargadas hasta los topes de bokeh.

Desenfoques navideños

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Noche de Reyes

Esta noche se apagarán hasta dentro de once meses y medio las luces de Navidad dejando atrás unas fiestas que unos viven con más intensidad que otros, pero que a todos nos permiten en mayor o menor medida salir por unos días de la rutina que impera el resto del año.

De todos modos, todavía nos queda la noche de Reyes, y aunque ya no nos haga la misma ilusión de cuando éramos niños, la mañana de mañana siempre tiene algo especial que nunca deberíamos perder del todo.

Desenfoques navideños

Ya sabéis: esta noche dormid con los ojos bien apretados para que mañana a primera hora os encontréis en el salón alguna que otra sorpresa.

PD: ¿qué mejor ocasión que esta para recordar la entrada del año pasado en la que os enseñaba mi carta a los Reyes Magos de 1985?

¿Qué es el bokeh?

Bokeh es un término japonés empleado en el mundo de la fotografía que se refiere a la apariencia de las zonas que aparecen desenfocadas en una imagen. Un buen bokeh es el que aparece en fotografías donde lo que hay tras el sujeto principal se desenfoca de tal modo que parece una mezcla fundida y neblinosa. La siguiente fotografía es un ejemplo de un bokeh medianamente bueno:

Mercado medieval 2009

Conseguir un buen bokeh depende de varios factores, pero el más importante de todos es el objetivo empleado: hay ópticas que están diseñadas para dar un buen desenfoque de los fondos (teleobjetivos de apertura generosa, ópticas fijas, objetivos macro…) y otras como los ultra-gran angulares que no son capaces de hacer buenos desenfoques por su construcción ya que, para empezar, será complicado conseguir desenfoques acusados en ese tipo de objetivos con una profundidad de campo tan grande. De todos modos, van a influir mucho en la obtención de un buen bokeh los siguientes elementos:

– Emplear una gran apertura

– Distancia elevada entre sujeto y fondo

– Diafragma de forma circular

La forma del diafragma es fundamental, pues los puntos desenfocados van a tener la misma forma que el diafragma utilizado (a no ser que empleemos la máxima apertura, en cuyo caso será completamente circular). No obstante, en lugar de escribir un largo y pesado texto explicando esto, he preferido grabar un vídeo de poco más de un minuto con el que espero saber transmitiros este concepto:

Un buen bokeh consiste en fondos desenfocados como si fueran queso fundido y luces lejanas en forma de círculos luminosos al estilo Hollywood (son los términos habituales, no me los he inventado yo 😀 ). Con esto conseguiremos imágenes bonitas y fondos que no distraerán la atención del espectador (o sí).

Bokeh

No siempre es sencillo conseguir ambas cosas (y en muchos casos ni siquiera una de las dos) pero, además del aspecto técnico, el fotógrafo también influye mucho en la obtención de un buen bokeh: la iluminación del sujeto principal y el fondo, el uso de determinadas aperturas, usar distancias focales largas…

Hay objetivos que por si mismos no son propensos a dar un buen bokeh, pero conociendo sus limitaciones y tratando de emplearlos en situaciones adecuadas podemos conseguir fotografías muy majas, como esta que hice hace apenas un par de días del caño de la fuente que hay en la quinta de Cervantes o la del halcón que encabeza esta entrada; ambas realizadas con mi sencillo teleobjetivo Nikon AF-S 55-200 f/4-5.6.

Agua

Por su parte, la fotografía del semáforo que tenéis unos párrafos más arriba está realizada con mi AF-S 35mm f/1.8G, demostrando que también puede conseguir un bokeh bastante bonito pese a no contar con una distancia focal demasiado larga.

El bokeh; ese término extraño y que no se puede medir con ningún parámetro. Es curioso: en fotografía tendemos a medirlo todo (resolución de las ópticas, velocidades de disparo, aperturas, longitudes focales…) pero el bokeh es algo que gusta o no gusta; sin más. No hay forma de cuantificarlo, y seguramente es lo único que hoy en día no podemos usar para hacer comparativas entre unos equipos y otros. No sé a vosotros, pero a mí este tipo de cosas refuerzan mi pasión por la fotografía como forma personal e intransferible de plasmar la realidad.

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Oropesa by night

Unas cuantas fotografías de diversos rincones de Oropesa del Mar captados por la noche. Todas ellas están hechas a pulso (creo que comenté ya en alguna ocasión que este verano me olvidé el trípode en Alcalá) con el Nikkor AF-S DX 35mm f/1.8 G montado en mi D40.

Por cierto, esto de la fotografía nocturna sin apoyo de ningún tipo (has de tener buen pulso y jugar con la sensibilidad ISO de la cámara) es algo que apenas había practicado hasta ahora, y he de reconocer que me ha parecido tremendamente divertido.

¡Os dejo con las imágenes!  😉

Oropesa by night (I)

Heladería La Jijonenca (de lo más típico de Oropesa)

Luces de medianoche

Las luces de la playa de La Concha

La estación de Oropesa por la noche

La estación de tren a las once de la noche

Expreso de medianoche

Un tren pasando por la estación

En medio de la noche

Coche a medianoche

Oropesa by night (II)

Puesto de gofres (otro lugar típicamente oropesino)

Afán recaudatorio

Afán recaudatorio

Oropesa by night (III)

La gente se entretiene con cualquier cosa

Cena y tapeo

Doña Resu: un lugar de cenas y tapeo variado

¿Qué significa que una fotografía digital está quemada?

Seguro que más de una vez habéis escuchado (ya sea comentando alguna fotografía con alguien o leyendo algún foro sobre el tema) que «el cielo de tal o cual foto está quemado» o que «se han quemado las luces altas». Si al escuchar expresiones como estas os quedáis con cara de no saber de qué va el tema voy a intentar explicaros con brevedad y concisión qué es lo que ha ocurrido.

¿Cómo se representan los colores en una fotografía digital?

Cualquier color del espectro visible se puede obtener mediante una combinación de los colores primarios (rojo, verde y azul; más comúnmente expresados con sus iniciales en inglés RGB). La cantidad de cada uno de estos tres colores se puede representar de diversos modos, pero para no liar más las cosas vamos a trabajar en porcentajes, que es como expresa estos parámetros el fantástico Adobe Lightroom 2.

paleta

Comenzaremos observando que los tonos primarios vendrán dados por su correspondiente valor RGB al 100% y el resto al 0%. El rojo será RGB=100%, 0%, 0% (a partir de ahora obviaré los símbolos de porcentaje, ¿OK?  😉 ), el verde será RGB=0, 100, 0 y el azul será RGB= 0, 0, 100. Como veis, estos tres valores son una especie de «paleta virtual» en la que podemos mezclar los tonos primarios que conforman los píxeles de cualquier monitor tal y como comenté en una entrada de hace ya unos meses.

Recordaréis que en el colegio nos enseñaron que el negro es la ausencia de color, por lo que este tono se representará con los colores RGB=0, 0, 0. Del mismo modo, el color blanco puro no es otra cosa que la mezcla de los tres colores primarios a su máximo valor; algo que expresaremos como RGB=100, 100, 100. Por otra parte, los tonos grises vendrán dados por valores idénticos de los tonos primarios (RGB=20, 20, 20 para un gris oscuro, RGB=75, 75, 75 para otro mucho más claro…).

Pues bien, ya os estaréis imaginando cómo funciona todo el invento de representar los colores: otorgando un valor entre 0 y 100 a cada uno de los tres colores primarios, así que vamos a ver cómo nos afecta todo eso a la hora de hacer una fotografía digital.

El rango dinámico

Las cámaras digitales tienen una limitación a la hora de representar una escena compuesta por luces y sombras llamada rango dinámico. El rango dinámico no es otra cosa que la máxima diferencia que la cámara puede captar entre la zona más oscura de una fotografía y la más clara. Esa diferencia, por lo general, es más grande cuanto más alto es el escalón que la cámara ocupa en la gama del fabricante; pero a rasgos generales se puede decir que las cámaras réflex tienen un rango dinámico bastante más alto que las compactas y las bridge por el tamaño y la calidad de los sensores que emplean.

Un rango dinámico elevado nos va a permitir, por ejemplo, realizar un retrato de alguien que está situado en la sombra sin que el cielo se quede completamente blanco o sacar un cielo lleno de nubes sin que el suelo quede demasiado oscuro. Sin embargo, esa misma situación en una cámara con escaso rango dinámico va a hacer que en cuanto haya una cierta diferencia de iluminación entre el sujeto y el fondo tengamos que elegir entre sacar oscuro al retratado y correctamente expuesto el fondo o conseguir un rostro correctamente iluminado y un fondo «quemado» (ya tenemos aquí la famosa palabrita).

Luces, sombras y barrotes

En esta fotografía hay luces y sombras; pero no hay zonas quemadas porque la diferencia entre unas y otras no es demasiado elevada. No hemos excedido el rango dinámico de la cámara.

¿Pero lo que se quema no queda negro?

Bueno, un bosque o una pila de papel sí; pero en el caso de la fotografía, lo que queremos decir cuando una zona se nos ha quemado es que hemos llegado al límite superior de los canales RGB (100, 100, 100); algo que se puede ver echando un vistazo al histograma de la imagen tanto en la propia cámara como en nuestro programa de retoque digital favorito porque cuanto más alta es la barra pegada al límite derecho del mismo más píxels «quemados» habrá en la imagen. Es lo mismo que sucede cuando estamos grabando un sonido y excedemos la capacidad de captación del micrófono porque estamos hablando demasiado alto: perdemos información al estar saturando el sensor.

Si nuestra zona completamente blanca no lo fuera tanto (imaginad por ejemplo que en vez de 100, 100 ,100 fuera 99.5, 98.7, 99.8) tendríamos toda la información necesaria de los tres canales y podríamos tratarla con los algoritmos de nuestro programa de retoque fotográfico habitual; pero en el momento que los tres datos están al 100% (también perderemos información si saturamos tan sólo uno de los tres, pero vamos a suponer que los saturamos todos) sólo sabemos que la luz en esa zona era excesiva para el sensor de la cámara y hemos excedido su límite; pero puede ser por sólo un poquito o porque en esa zona de la fotografía brillaba una luz más potente que la del sol. Precisamente por eso decimos que hemos perdido información y es imposible saber la intensidad de la luz en ese punto. Vamos a verlo con un ejemplo:

NOTA: podéis hacer click sobre las imágenes de ejemplo para que se abran a su tamaño original en una nueva ventana/pestaña y así poder los detalles que os comento al pie de las mismas.

Fotografía en la que buena parte del cielo se ha quemado. Fijáos en el histograma de la derecha y en los valores medidos sobre la zona más brillante del cielo: los tres canales RGB están al 100%

Fotografía en la que buena parte del cielo se ha quemado. Fijaos en el histograma de la derecha y en los valores medidos sobre la zona más brillante del cielo: los tres canales RGB están al 100%

Mal remedio tiene una zona completamente quemada a la hora de corregir niveles en una fotografía digital (y en este punto aprovecho las bondades de disparar en RAW para este tipo de labores). Se podrá oscurecer, pero como no sabemos el porcentaje de cada color que había originalmente, ese blanco puro se convertirá en un tono de gris más oscuro cuanto más rebajemos la luminosidad; pero claro, tal vez en la escena original esa luz no era gris sino que tenía una cierta componente azulada que nos hemos cargado al saturar los tres canales del sensor.

Fijaós en que al oscurecer la fotografía en general, las partes completamente quemadas del cielo siguen igual de blancas (las nubes) y el azul ha quedado de un tono muy extraño (señal de que el canal de ese tono estaba saturado)

Fijaós en que al oscurecer la fotografía en general, las nubes (que estaban completamente quemadas) siguen igual de blancas en algunas zonas y lo que era azul claro ha quedado de un color muy poco natural (señal de que el canal de ese tono estaba saturado)

Cómo evitar «el incendio»

A la hora de hacer una fotografía es importante darse cuenta de los contrastes de luz que hay en la escena. Si toda la imagen está uniformemente iluminada (aunque sea con gran intensidad) no habrá problema, pues sólo tendremos que ajustar los parámetros del disparo para que no llegue demasiada luz hasta el sensor ya sea cerrando el diafragma, reduciendo el tiempo de exposición…

Del mismo modo, si la iluminación es uniforme pero escasa tendremos que utilizar los recursos que tenemos a mano para conseguir que la fotografía quede correctamente expuesta (abrir el diafragma lo máximo posible, aumentar la sensibilidad ISO, incrementar el tiempo de exposición…).

El problema es que ambas situaciones son completamente contrapuestas, por lo que en caso de una escena con zonas muy iluminadas y otras a la sombra vamos a tener que elegir un compromiso entre los dos casos antes vistos si no queremos arruinar la imagen. No siempre es sencillo; y puestos a elegir es mejor medir la luz en las zonas más brillantes (aquí sería útil emplear el modo de medición puntual) quedando las sombras demasiado oscuras antes que exponer correctamente las sombras quedando las luces completamente «quemadas». Si conseguimos que en la fotografía no haya ninguna zona en el límite del 100% podremos subir y bajar la exposición de tal modo que todos los tonos quedarán equilibrados; no como en el caso del ejemplo que vimos anteriormente.

Fotografía sin zonas quemadas. La exposición ha quedado equilibrada entre las zonas de luces y de sombras.

Fotografía sin zonas quemadas. La exposición ha quedado equilibrada entre las zonas de luces y de sombras.

Al bajar la exposición de la fotografía todos los colores quedan equilibrados porque no había zonas saturadas

Al bajar la exposición de la fotografía todos los colores quedan equilibrados porque no había zonas saturadas

Por el mismo motivo podremos subir bastante la exposición de la fotografía manteniendo el equilibrio tonal original

Por el mismo motivo podremos subir bastante la exposición de la fotografía manteniendo el equilibrio tonal

La importancia de la práctica

De cualquier modo, el único modo de salvar los muebles en este tipo de situaciones es practicar lo máximo posible y conocer bien las posibilidades de nuestra cámara para, llegado el caso, conseguir una imagen de la que poder sentirnos orgullosos. No siempre es sencillo, pero con un poco de paciencia los resultados son más que satisfactorios.

Las iluminaciones uniformes son muy útiles para sacar una fotografía bien expuesta sin complicarnos demasiado la vida, pero hay que reconocer que los juegos de luces y sombras pueden dar lugar a imágenes muy bonitas; por lo que merece la pena intentar sacar provecho de esos contraluces que a veces aparecen en los más insospechados rincones.

De cualquier modo, me gustaría daros una última indicación: la luz a primera hora de la mañana y a última de la tarde no sólo es mejor porque al ser casi perpendicular al motivo a fotografiar realza su volumen, sino que también, al tener menos intensidad, reduce bastante la diferencia entre las luces y las sombras; algo que nos va a facilitar mucho las cosas a la hora de conseguir una buena fotografía.

Ya no me asomo a la reja

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Luces de Navidad

Termina Noviembre y eso indica que ya tenemos las Navidades encima. Hay gente que odia esas fiestas por el consumismo compulsivo asociado; del mismo modo que a otras personas les encantan esos días y los consideran los mejores del año.

Luces de navidad

Yo me mantengo al margen: son unas fechas de tantas; con sus cosas buenas y sus cosas malas. Pero sí que es verdad que esos días uno se encuentra con cosas que no se ven durante el resto de los meses, así que estaré con la cámara de fotos y de vídeo a punto para que no se me escape aquello que me llame la atención en las próximas semanas (como siempre, vaya 😉 ).

Entre el tráfico de Madrid

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Ya que ayer salió el tema de fotografías nocturnas, luces y demás, he creído conveniente mostraros hoy esta toma del centro de Madrid en una noche cualquiera.

Como veis está hecha justo entre los dos sentidos de la circulación (sobre una estrecha franja de césped) y empleando una exposición de seis segundos, de modo que los coches no son más que rayos de luz en uno y otro sentido. No me sentía muy seguro en el lugar en el que estaba situado, pero las fotos que salían desde ahí hacían que mereciera la pena estar ahí plantado un rato.

Por cierto, esta noche voy con Sonia de «safari fotográfico», así que en los próximos días os mostraré por aquí algunas de las fotos que hagamos.

¡Que tengáis buen fin de semana! 🙂