Recuerdos de Oropesa (V)

Por mucho microclima que sus montañas puedan propiciar, Oropesa del mar no es una excepción a un fenómeno que las provincias mediterráneas conocen muy bien: la gota fría. Y es que si sólo habéis ido por allí durante los meses de verano os sorprenderá encontraros con una imagen como esta tomada en una tarde de noviembre:

Lluvias en Oropesa del Mar (21/11/2011)

Recuerdo que aquel día estuvo lloviendo intensamente desde primera hora de la mañana y cuando al salir de trabajar me dirigí al supermercado a hacer la compra como de costumbre, me encontré con un panorama absolutamente caótico: la carretera se había convertido en un auténtico río y no estaba yo por la labor de jugarme el tipo vadeándolo, de modo que me tocó dar la vuelta y tras un gran rodeo entré a Oropesa por un paso elevado.

Ese puente que veis en la imagen es un transitado acceso a Marina D’or que durante los meses estivales cientos de personas atraviesan cada día. Seguramente pocos veraneantes se habrán imaginado que en ocasiones es necesario cerrarlo al tráfico (de hecho así estuvo durante varios días en esta ocasión) porque debido a la fuerza de la corriente algún vehículo podría verse implicado en un grave accidente; pero los que hemos pasado allí algún invierno sabemos de primera mano que cuando en Oropesa llueve con ganas hay que andarse con mucho ojo.

El río Chinchilla es un cauce fluvial que durante la mayor parte del año no lleva ni una gota de agua. Sin embargo, cuando llueve copiosamente en el interior de la provincia hasta el punto de elevarse el nivel de los acuíferos de la zona de Cabanes, en cuestión de minutos el agua empieza a correr por él buscando el camino hacia el mar sin que nada ni nadie pueda detenerlo hasta que el nivel freático desciende y todo vuelve a su equilibrio natural.

Lluvias en Oropesa del Mar (22/11/2011)

Como ya os he contado en varias ocasiones, el vivir durante todo el año en un lugar típicamente «de veraneo» hace que uno se encuentre con situaciones que no se dan durante julio y agosto. Hay cosas muy agradables y apetecibles como dar un paseo por la playa en soledad o disfrutar de un atardecer en completo silencio; pero también hay malos ratos como los que os describo con estas imágenes.

Al fin y al cabo, la gracia de esta serie de entradas que estoy redactando últimamente es daros a conocer esas situaciones en parte por mi afición por la fotografía y en parte por las ganas que siempre tengo de compartir esas pequeñas cosas de cada día con vosotros.

¡Hasta la próxima parrafada!  😉

La imparable fuerza del agua

El inicio de semana ha sido complicado en la provincia de Castellón. Este año las lluvias tardaron en hacer acto de presencia; pero cuando lo han hecho se han encargado de dar buena muestra del poder que tienen. En estos sitios de Levante no suele llover en muchas ocasiones; pero cuando lo hace más vale que tengas cerca algún lugar en el que refugiarte.

Borrasca

Como veis, la entrada de hoy no trata sobre fotografía, aunque emplearé algunas imágenes propias para ilustrar estos párrafos. Lo que me gustaría contaros en esta ocasión más bien tiene que ver con la naturaleza, las leyes físicas y el sentido común.

Entendiendo la dinámica de los fluidos

Lo primero que hay que tener claro es que el agua fluye por la acción de la gravedad y por el principio de los vasos comunicantes. Por tanto, si se pone a llover en lo alto de un monte el agua terminará por bajar hasta las faldas y ya se encargará ella de buscar el camino que le sea más cómodo para hacer su recorrido.

Por eso mismo, el agua siempre tiende a ir por los cauces secos de los ríos; ya que se trata de los puntos más bajos del terreno y ahí es donde se acumulará todo el agua de los alrededores para empezar a circular montaña abajo.

Retratando el Henares

Por su parte, los líquidos contenidos en dos recipientes (y podéis llamar recipiente incluso a un océano) comunicados entre ellos siempre tenderán a ponerse al mismo nivel. Y da igual si conectáis con una manguera una piscina y un vaso; al final la lámina de agua quedará a la misma altura en ambos.

Por eso mismo, cuando se produce una inundación por el desbordamiento de un río se inundan garajes y bajos; ya que el agua siempre encuentra una vía de comunicación con esos recintos y los anega hasta ponerlos a nivel con la calle.

La fuerza del agua

Leyendo noticias como la de la muerte de cinco personas atrapadas dentro de sus coches en el cauce del Río Seco en las cercanías de Castellón me doy cuenta de que mucha gente piensa que el agua es inofensiva y que cuando llueve todo lo más que sucede es que se forman charcos más o menos grandes que acaban evaporándose cuando sale el sol.

La realidad es que el agua en grandes cantidades y desplazándose en busca de los puntos más bajos del terreno tiene una fuerza devastadora que acaba llevándose por delante todo lo que represente un obstáculo para ella. Tal vez en las ciudades, con su sistema de alcantarillado, la cosa no tenga mayor importancia y una tormenta sólo tenga como consecuencia que nos mojemos un poco las punteras de nuestros zapatos preferidos; pero en entornos naturales (y el cauce seco de un río lo es) las tormentas pueden ser muy peligrosas si no tenemos un poco de cabeza.

A storm is approaching (I)

Para hacernos una idea de la fuerza que tiene el agua podéis pensar que un metro cúbico (un cubo de un metro por cada lado) son mil litros de agua y pesa una tonelada.  Un metro cúbico viene a ocupar más o menos lo que un palé de supermercado lleno de cajas de leche; y os aseguro que el cauce de un río con el agua bajando deprisa puede llevar cientos de metros cúbicos por segundo, por lo que su fuerza es enorme.

Los cauces «secos»

Aunque durante buena parte del año haya cauces que estén completamente secos, eso no quiere decir que nunca más vaya a ir agua por ellos. De hecho, como os decía antes, un cauce tiene su razón de ser en que es la parte de la orografía más favorable para que discurra el agua; y a base de muchos siglos de lluvias, de arrastrar sedimentos y de desgastar piedras, el terreno queda modelado bajo los dos principios que rigen el movimiento del agua.

De hecho, os dejo a continuacion dos fotografías tomadas en el río Chinchilla de Oropesa del Mar. En la primera podéis ver a ras de suelo las piedras que conforman el lecho del río y que la mayor parte del año es un atajo que la gente suele tomar para salir directamente a la N-340 desde las inmediaciones de Marina D’or.

Lecho del Río Chinchilla (Oropesa del Mar)

Como veis, se trata de una especie de camino de varios metros de ancho que se puede recorrer a pie o en coche sin excesivos problemas con tiempo seco. Sin embargo, tras un par de días de fuertes lluvias en el interior de la provincia (domingo y lunes básicamente) el agua acumulada en las zonas montañosas comienza a descender y al final termina toda en el cauce del Chinchilla, dando lugar a un panorama bastante diferente.

Por cierto, como dato curioso os diré que donde el agua hace esa curva al fondo de la siguiente fotografía es el lugar desde el que hice la fotografía de las piedras que os mostraba hace un instante.

Lluvias en Oropesa del Mar (22/11/2011)

Os puedo decir que la crecida del río fue bastante rápida: a última hora de la mañana del lunes esa zona tenía algo de agua acumulada; pero a eso de las seis de la tarde, al volver a pasar por allí cerca, me encontré con que el cauce corría velozmente aguas abajo buscando el mar a toda velocidad impidiendo incluso el paso por la carretera que cruza la vía del tren por debajo de un puente como muestra la siguiente imagen.

Lluvias en Oropesa del Mar (22/11/2011)

A la mañana siguiente el panorama no era muy diferente; y la luz del día permitía ver el color del agua debido al arrastre de tierras de modo que aquello parecía el Amazonas.

Lluvias en Oropesa del Mar (22/11/2011)

Por lo que os decía antes de la fuerza del agua en movimiento, si alguien pasa por ahí con su coche subestimando ese peligro corre el riesgo de que las ruedas «pierdan pie» y el coche se vea arrastrado por la corriente como si fuera una lata de Coca-cola.

Y es que si existe un cauce seco podéis dar por sentado que allí va a acabar llegando todo el agua que caiga en caso de lluvia; ya que las propias leyes físicas han dictaminado que ese es el recorrido más cómodo para el agua (que, al igual que la electricidad, siempre busca el camino con menos resistencia para llegar de una punto ‘A’ hasta un punto ‘B’) y ya hará por encauzarse por ese camino se encuentre lo que se encuentre por delante.

Si no conocéis el Río Seco, podéis echar un vistazo a la fotografía que os muestro bajo este párrafo y que retrata al ahora famoso cauce a su paso por Castellón hace un par de semanas. Como veis, mediante una obra bastante compleja se ha optado por encauzar al río artificialmente evitando así crecidas descontroladas e inundaciones de las tierras circundantes.

Río Seco (Castellón)

En lo que quiero que os fijéis es en el tamaño del cauce del río, pues si miráis con atención veréis que a ambos lados del mismo discurren sendas carreteras de sentido único que os darán una idea del ancho de la «autopista acuática». Obviamente, en un mundo en el que nadie construye un metro más de lo estrictamente necesario, semejante sección sólo puede tener una explicación: el río puede llegar a ser muy caudaloso bajo ciertas circunstancias, ya que si siempre estuviera seco no se hubiera hecho semejante obra.

Eso sí, cuando hice esta fotografía el río no llevaba agua (lo que se ve es un simple charco de una lluvia puntual) pero el miércoles pasé por esa zona con el coche y la cosa había cambiado bastante (aunque lamentablemente no pude pararme a hacer fotos).

Si ya de por si un río pequeño como el Chinchilla impone bastante respeto al verlo con agua circulando, os podéis imaginar que un cauce más ancho que una autopista puede ser algo muy peligroso si nos planteamos atravesarlo en medio de una tormenta. Sin embargo, hay gente que todavía no le ve el peligro a ese tipo de acciones y al final todos los años hay víctimas por cosas así.

Noche de tormenta

Sólo espero que ya que este blog parece llegar cada día hasta más gente (las cifras de visitas así me lo indican) al menos haya alguien que se acuerde de estos párrafos la próxima vez que se plantee cruzar un cauce seco con su coche en medio de una tormenta. Recordad que lo peligroso no es lo que esté cayendo ahí mismo en ese momento; sino lo que haya caído en lo alto de las montañas hace ya un buen rato.

La estanqueidad de las réflex profesionales

Hay un detalle que distingue a las cámaras réflex de gama profesional del resto: el sellado del cuerpo contra polvo y humedad. No quiere esto decir que estas cámaras sean sumergibles ni mucho menos; pero sí que podremos disparar con ellas con cierta tranquilidad bajo lluvia, nieve o entornos polvorientos.

Regando los jardines de la Plaza de Cervantes (VII)

Obviamente, al ser modelos dirigidos a gente que vive de la fotografía, estos han de resistir condiciones meteorológicas adversas, ya que un fotoperiodista no puede permitirse dejar de disparar porque se ponga a llover o porque se desate una tormenta de arena en el desierto. De este modo, los cuerpos de las cámaras tope de gama de los catálogos de las diferentes marcas suelen estar fabricadas con un cuerpo de aleación metálica (magnesio en la mayoría de las ocasiones gracias a su ligereza) que incluye juntas de estanqueidad en todas sus partes móviles para evitar la entrada de líquidos o elementos externos en el interior aunque por fuera no haya por donde cogerla. Una medida que no es infalible pero que otorga un plus de fiabilidad a estos modelos.

De todos modos, un error muy común es pensar que con uno de estos cuerpos podemos disparar durante horas bajo un intenso aguacero sin preocuparnos de nada; porque al fin y al cabo, de lo que hoy estamos hablando es del sellado del cuerpo; pero nada hemos dicho todavía sobre los objetivos y ya sabéis que una cadena es tan fuerte como el más débil de sus eslabones.

Los objetivos: posible talón de Aquiles

Las ópticas que acoplamos a las cámaras también se dividen en gamas, y al igual que ocurre con los cuerpos, no todas están preparadas para que les caiga agua encima sin que entre humedad en su interior. En general, los teleobjetivos profesionales pueden aguantar condiciones adversas sin demasiados problemas; pero los objetivos más básicos (el habitual 18-55 «de kit») pueden dar problemas si no se tiene cuidado con ellos.

Nikkor 80-200 f/2.8 en soledad

Los conocidos 70-200 f/2.8, 24-70 f/2.8 y compañía están fabricados de tal modo que incluso usándolos bajo la lluvia o la nieve no presentarán problemas de funcionamiento; aunque sí que pueden empañarse sus lentes en caso de cambios de temperatura bruscos y/o humedad ambiental muy elevada. Por ejemplo, toda la gama L de Canon está preparada para aguantar el tipo bajo todas las condiciones, pero siempre se advierte de que para completar el sellado del objetivo es necesario tener colocado un filtro roscado en la parte frontal, ya que si no podría entrar humedad por las uniones entre las lentes que conforman la óptica y la carcasa de la misma.

El cuerpo de mi D300 pertenece a la gama profesional de Nikon (de hecho hasta la llegada de la D300S y la reciente D7000 era la cámara con sensor DX de mayores prestaciones) y, por tanto, sé que acompañado de la óptica adecuada no debería de tener problemas de funcionamiento. En mi caso particular, cuando está lloviendo suelo llevarme mi querido Nikkor AF-S 35mm f/1.8 DX porque como no tiene partes móviles y posee una junta de caucho en su montura me da bastante confianza y de hecho nunca me ha dado problemas de ninguna clase. De todos modos, el voluminoso Nikkor AF 80-200 f/2.8 también me ha demostrado que aguanta perfectamente los chaparrones pese a ser un objetivo de focal variable gracias a su construcción a prueba de bombas.

Pero ojo, porque ningún objetivo es acuático ni sumergible (a no ser que nos vayamos a la gama Nikonos, que consta de varias cámaras analógicas y objetivos especialmente diseñados para ser empleados bajo el agua) y lo que aquí estamos diciendo es que ciertas ópticas pueden aguantar un chaparrón o una tormenta de nieve sin que entre humedad en su interior; pero si los sumergís en agua salada habréis firmado la sentencia de muerte de cualquiera de ellos.

Review AF-S Nikkor 35mm f/1.8 DX

Una situación especialmente peligrosa

En todo caso, hay una situación especialmente peligrosa cuando estamos disparando bajo condiciones meteorológicas adversas: el cambio de objetivo. Durante los instantes que dura el cambio propiamente dicho estamos exponiendo a los elementos la parte interna de la cámara y podemos encontrarnos con la mala suerte de que entre cualquier cosa por allí. Por lo tanto, no se os ocurra cambiar de óptica bajo un aguacero porque aunque a lo mejor no notéis nada de primeras, si entra humedad dentro de la cámara puede aparecer corrosión pasados unos días y al final acabar estropeándose la electrónica interna, que siempre es muy sensible a ese tipo de cosas.

Un caso muy radical de esto que os digo es el de un compañero del foro de Nikonistas que tenía una D300 y se encontraba haciendo fotos en la orilla de una laguna con tan mala suerte que la cámara se cayó al agua con el objetivo desmontado durante apenas un par de segundos; tiempo suficiente como para que se le anegara completamente por dentro. Si hubiera llevado el objetivo montado a lo mejor el agua no hubiera pasado de la carcasa de la cámara; pero al estar la bayoneta de la cámara totalmente expuesta, el agua entró en el interior y, además de provocar varios cortocircuitos que hicieron que la cámara se volviera loca, la humedad corroyó en pocos días las pistas de los circuitos impresos y al final hubo que tirar la cámara entera.

Familia de condensadores

Aun así, que nadie piense que una D40 se estropeará irremisiblemente porque le caigan un par de gotas de agua encima porque, sin ir más lejos, en mi viaje a principios de este año a Bruselas y alrededores, nos llovió prácticamente todos los días y yo no dejé de hacer fotos en ningún momento. No pasa nada porque la carcasa externa de una cámara se moje ligeramente pero, eso sí, en caso de que caiga agua a cántaros y no dispongáis de un equipo preparado para ese tipo de situaciones mejor no tentar a la suerte y guardar la cámara en la mochila hasta que se calme un poco el chaparrón.

A modo de resumen

En resumidas cuentas, hacerse con un cuerpo de gama profesional nos va a permitir disparar bajo condiciones climatológicas adversas con cierta tranquilidad. Aunque esté cayendo bastante agua del cielo o nos salpique un coche que pase sobre un charco su electrónica interna permanecerá a salvo de humedades. Sin embargo, debemos tener cuidado con los objetivos, ya que no todos están preparados para esas mismas situaciones y podemos encontrarnos con la desagradable sorpresa de que si bien nuestra cámara funciona perfectamente, la óptica deja de responder o lo hace erráticamente porque le ha entrado humedad en su propia electrónica.

Durante la lluvia

Tratada con cabeza, una cámara réflex nos puede dar muchos años de alegrías; pero siempre debemos de ser conscientes de las limitaciones de nuestro equipo y no probar sus límites de resistencia si no queremos llevarnos alguna sorpresa desagradable.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Psicodelia sobre asfalto

¿Ha decidido el ayuntamiento darle un toque psicodélico a los pasos de peatones del centro de Alcalá?

Swing

Pues no; tan sólo un modo de evitar inoportunos resbalones en días de lluvia. Nos guste o no, este fin de semana tendremos ocasión de comprobar si la cosa funciona.

Después de la lluvia

Después de la lluvia tenemos la oportunidad de disfrutar del colorido que la naturaleza adquiere durante unas horas. Después, el sol se encargará de secar todo y devolver a las cosas sus colores algo más apagados; pero mientras la hierba y los árboles están todavía mojados la riqueza cromática es sencillamente espectacular.

Y es precisamente esto lo que he intentado retratar en estas imágenes que, junto con las dos entradas anteriores, intentan demostrar que incluso en los días de lluvia y mal tiempo se pueden conseguir fotografías realmente bonitas pese a la negrura de los cielos.

Después de la lluvia

Después de la lluvia

Después de la lluvia

He de confesar que hasta hace poco yo también odiaba los días de lluvia y, por lo general, trataba de no salir a la calle en ellos a no ser que fuera imprescindible. Sin embargo, gracias a una conversación con Joe el día de la excursión a Brujas me di cuenta de que al ser el clima un factor sobre el que no podemos influir de ningún modo, lo mejor es adaptarse a las circunstancias de cada momento. A partir de ese momento, mis ganas de salir a la calle a dar una vuelta y/o hacer fotos no dependen de si hace sol o si está lloviendo; ya que en tal caso un buen chubasquero junto con mis botas nuevas me permiten ponerle al mal tiempo buena cara.

Durante la lluvia

Durante la lluvia la gente corre por las calles para ponerse a cubierto como si las gotas fueran de ácido sulfúrico, dejando la ciudad huérfana y triste por un rato. Refugiarse bajo un techo tal vez sea la opción más cómoda (y lógica) para cualquier persona; pero no es menos cierto que si nos ponemos a caminar un rato bajo el chaparrón tendremos una perspectiva única de los lugares que estamos acostumbrados a ver siempre llenos de vida.

Es algo que a algunos nos ha llevado mucho tiempo comprender, pero si lo pensamos fríamente lo que cae del cielo no es más que agua y puesto que se trata de algo que no podemos controlar será mejor aprender a convivir con ello y llevarlo con naturalidad.

Durante la lluvia

Sin embargo, aunque la estampa de la calle Mayor bajo la lluvia sea bastante vistosa, no es nada en comparación con los colores que adquieren, por ejemplo, los márgenes del río que veremos en la última entrada de esta mini-serie.

Antes de la lluvia

Antes de la lluvia el cielo se empezará a cubrir de nubes negras avisando de que la descarga de agua es inminente. Pero aunque te entren ganas de meterte en casa hasta que todo haya pasado, te recomiendo que no salgas corriendo sin mirar atrás; sino que te quedes y te prepares para disfrutar de un cambio de tonalidades que en pocos minutos variará por completo la apariencia de todo lo que te rodea.

Antes de la lluvia

Durante estos preámbulos la ciudad acentúa sus contrastes cromáticos: el sol se vuelve naranja y las nubes parecen la paleta de un pintor; pero éste es sólo el primer paso de un proceso que merece la pena disfrutar de vez en cuando y que hoy me gustaría mostraros a través de tres entradas consecutivas que iré publicando entre hoy y mañana.

El GORE-TEX: ¡Qué gran invento!

Seguro que conocéis esa reconfortante sensación de haber hecho una buena inversión. Siempre he pensado que a la hora de comprar algo es importante tener claro lo que necesitamos para luego centrar nuestra búsqueda en aquello que cubra esas necesidades (ya os lo comenté cuando andaba buscando mi nuevo netbook). Sólo así tendremos la certeza de que nos estamos gastando el dinero en algo a lo que vamos a sacar mucho provecho.

En mi caso, a la hora de plantear el material necesario para el pasado viaje a Bruselas tenía dos cosas muy claras: iba a llover mucho y sólo podía llevar un juego de calzado por lo limitado del espacio en mi maleta. Por lo tanto, necesitaba algo que no se empapara con la lluvia para estar seguro de que al día siguiente llevaría los pies secos y calientes, porque no hay nada peor que andar dando vueltas con frío todo el día con unas zapatillas caladas hasta los tobillos.

Reflejos urbanos

Informándome un poco vi que las botas de GORE-TEX eran perfectas para mis necesidades: este material consiste en una capa de tejido sintético que se sitúa entre la piel exterior de la bota y el forro interno y cuyas cualidades físicas hacen que sea impermeable y transpirable al mismo tiempo, ya que básicamente consiste en que posee millones de poros microscópicos que permiten pasar el agua en forma de vapor, pero no en forma líquida. Es un material muy habitual en equipos de montaña ya sea en forma de calzado o prendas de ropa, pues nos mantendrá secos aunque llueva con fuerza y no nos empaparemos en sudor incluso realizando actividades físicas intensas.

Para no alargarme demasiado os diré que al final me compré unas Chiruca modelo Xacobeo 07 que me hicieron un apaño tremendo durante el viaje, pues en ocasiones estuvo lloviendo durante horas y al final del día tenía los pies secos, calientes y sin ningún tipo de molestia. De todos modos, la verdadera prueba de fuego (más bien de agua) llegó el pasado fin de semana cuando me acerqué al río para captar las imágenes que os mostré en la entrada anterior.

No me podía resistir a tratar de obtener alguna fotografía de la pequeña cascada que hay detrás de Nueva Alcalá, así que poco a poco me fui acercando cada vez más al cauce del río hasta que me di cuenta de que si quería obtener el punto de vista que deseaba no me quedaba más remedio que apoyar el pie en medio de una zona por la que el agua bajaba a toda velocidad; y lo que más me sorprendió es que aunque el GORE-TEX ya es de por si impermeable, la propia piel vuelta de las botas lleva un tratamiento de hidrofugado que hace que el agua no lo moje, sino que se queda en forma de gotas sobre su superficie para resbalar a continuación. Os dejo una prueba gráfica del fenómeno:

Chiruca I

Chiruca II

Como veis, el agua no llega a penetrar bajo la capa externa de las botas ni aun metiendo el pie en un cauce de agua que circula a gran velocidad, de modo que en esta situación ni siquiera la capa de Goretex necesita «ponerse a trabajar». De todos modos, en situaciones de lluvia intensa durante mucho tiempo (como sucedió en Brujas) la piel de las botas se acaba mojando un poco, pero en esas situaciones el GORE-TEX no deja pasar el agua al interior y los pies se mantienen secos.

En fin, con todo esto lo único que quiero decir es que cuando uno tiene claro lo que necesita y por qué lo necesita, es fácil comprar algo que nos proporcione un buen nivel de satisfacción. Llevo un mes y pico usando estas botas a diario y estoy encantado con ellas; y como sabéis en los días de viaje por Europa estuve caminando casi sin descanso con ellas puestas desde primera hora de la mañana hasta última de la tarde. La sensación de llegar a casa y notar que los pies están descansados y frescos es algo incomparable y por si misma ya merece la pena el coste del par de botas.

Fotos de una tarde lluviosa en Madrid

Hay un Madrid más allá del parque del Retiro, la diosa Cibeles, la Gran Vía y la calle de Alcalá. Un Madrid anónimo y desconocido que no sale en las postales ni en los libros. En realidad no hay un sólo Madrid así, sino una amplia variedad de ellos; de modo que ayer por la tarde me dirigí allí con objeto de retratar algunos de sus rincones después de una oportuna lluvia que dio a la ciudad un aspecto especial tanto en el suelo como en el cielo.

Esperando al bus en Alcalá

Parada de autobús en Alcalá. Punto de partida.

Barreras

La entrada al aparcamiento de un edificio de oficinas. Me gustó el aspecto del asfalto recién mojado por obra y gracia de la lluvia que cesó justo cuando bajé del autobús.

Reflejos urbanos

El deporte urbano puede ser muy colorido, como demuestra esta fotografía de una cancha de baloncesto en las proximidades de la M-30.

Reflejos

Reflejos en las ventanas del edificio al que pertenece la entrada de garaje de la foto anterior.

Césped, flechas y asfalto

Una de tantas calles de varios carriles presentes en Madrid. El hecho de que todo estuviera mojado y que el cielo se encontrara completamente cubierto de nubes daban a las imágenes un aire diferente al habitual.

Rincones de Madrid

Entre los modernos edificios de acero y cristal todavía podemos encontrar algunas casas con muchas décadas en sus vigas, como la que ilustra esta imagen tomada en el callejón de San Pedro.

Prevención de riesgos laborales en IBM

En IBM se preocupan por sus empleados, así que cuando hay lluvia y la entrada del edificio está húmeda advierten de posibles patinazos mediante una vistosa señal. Suelo huir de la simetría; pero en este caso consideré que sería apropiado hacer uso de ella.

Agua, nubes y edificios

Reflejos de la tarde justo cuando el sol comenzaba a aparecer entre las nubes. A partir de aquí los cielos comenzaron a convertirse en una paleta de colores pastel.

IBM

Las oficinas de IBM en Madrid. Un edificio que siempre me ha llamado la atención por su aspecto rubusto y poderoso.

Paisaje urbano

Paisaje urbano junto a la M-30. El edificio alto de la izquierda son las oficinas de Philips, y el que se ve a la derecha no sé a qué empresa pertenece; pero me gustan mucho sus extrañas formas.

Avenida de América

Un vista elevada de la Avenida de América, donde se puede ver al fondo uno de los edificios más particulares de Madrid: Torres Blancas.

Torres blancas

Plano contrapicado de Torres Blancas. Ya de pequeño sus formas futuristas me obligaban a alzar la vista hacia el cielo cada vez que pasaba cerca de él.

Avenida de América al atardecer

Otra vista de Avenida de América; pero esta vez "a ras de suelo". En ese momento de la tarde una luz naranja bañaba todo hasta donde alcanzaba mi vista.

Prisas

Último punto de mi excursión: el vestíbulo del intercambiador de Avenida de América. Un lugar que seguramente conoceréis si vivís en Alcalá y soléis coger el autobús de la Continental para desplazaros hasta Madrid.

Por cierto, os comento que todas las fotografías de esta entrada han sido realizadas con una Nikon D40 y un objetivo Nikon AF-S DX 35mm f/1.8 G. Ya sabéis que de vez en cuando me gusta llevarme un sólo objetivo (normalmente de focal fija) para salir a pasear porque es un modo de estimular la creatividad y mejorar la composición fotográfica. ¡Os animo a que de vez en cuando hagáis algo así si tenéis ocasión!

Mercado navideño en la plaza de Cervantes

Durante las pasadas Navidades estuvo instalado en la plaza de Cervantes un pequeño mercado navideño compuesto por algunos puestos en los que se podían encontrar los habituales pendientes, pañuelos, velas y abalorios diversos.

Estuve haciendo fotos entre los puestos y tal, pero no sé si es que no estaba demasiado inspirado o que realmente no tenían ninguna historia que contar. El caso es que tras un breve chaparrón invernal pasaba con mi cámara por la plaza y me encontré la siguiente escena, demostrando una vez más que las buenas fotos siempre aparecen de forma completamente improvisada.

Mercado navideño

Si tu coche no arranca con lluvia puede ser cosa del cableado de las bujías

Hoy me gustaría narraros algo que me sucedió recientemente y que aunque está bastante alejado de las temáticas habituales del blog creo que podría ser de utilidad en el futuro para alguien. Vamos allá:

Hace algo menos de un mes me dirigía a mi entrevista de trabajo en la depuradora de Alcalá, y conduciendo bajo la lluvia de repente el coche me dejó tirado en medio de la carretera. Ocurrió lo mismo que ya me sucedió en el pasado lavando el coche en uno de esos lugares en el que echas un euro y tienes unos minutos de agua a presión que aplicas con una manguera/pistola.

En el atasco de cada mañana

El caso es que me estaba aproximando a una glorieta y cuando frené el coche y las revoluciones bajaron al ralentí, el motor símplemente se paró, funcionando todo lo demás perfectamente. El problema no fue que el coche se calara, porque en tal caso se arrancaría de nuevo y santas pascuas; sino que los cilindros del motor no respondían a pesar de que el motor eléctrico de arranque estaba girando cuando giraba la llave en el contacto, siendo imposible poner el coche en marcha. Y lo más extraño es que dejando reposar el coche durante unos minutos pude volver a arrancar y reemprender la marcha; pero como la lluvia continuaba pocos minutos después el coche volvió a pararse (menos mal que en esta ocasión fue en la misma puerta de la depuradora donde tenía la entrevista).

Lo normal en estos casos es que te digan que se trata de humedad en el delco; pero revisé esa pieza a conciencia después del «incidente» y os aseguro que ahí dentro no había ni una molécula de agua; por lo que empecé a pensar que el problema debía de tener su origen en otro elemento.

Para no alargar mucho esta entrada trataré de ir al grano, ya que soy consciente de que a la inmensa mayoría de los lectores habituales esto os estará pareciendo un tostón: después de buscar información sobre el sistema de alimentación eléctrica de un motor de gaslina y consultar a algunas personas de confianza decidí desmontar el cableado eléctrico que va desde la bobina de encendido al distribuidor (también llamado delco) y desde éste a los cilindros, limpiando y echando aceite «3 en 1» a todos los conectores implicados en la distribución de corriente. Desde entonces, pese a que ha llovido a mares durante los últimos días, el coche ha respondido siempre perfectamente y además tengo la sensación de que va algo más «fino» que antes de hacer esto que os digo.

El problema estaba en que debido a la corrosión de algunos de los terminales de los cables, en condiciones de humedad la electricidad que iría a las bujías se derivaba al chasis del coche, y de ahí que no hubiera forma humana de que arrancara. En un coche de gasolina es necesaria una chispa en cada ciclo del cilindro para que la mezcla de gasolina y aire explote produciendo movimiento; y al no llegar la electricidad a las bujías no había combustión. ¿Por qué volvía a arrancar si lo dejaba reposar unos minutos? Pues porque el propio calor del motor secaba los cables y permitía pasar la corriente por ellos. Sin embargo, al coger velocidad la lluvia se colaba por las rejillas del capó y se volvían a mojar los cables, haciendo que el problema reapareciera. Al final, como podéis ver, todo tiene sentido (y a mí todo esto me sirvió para darle un poco al coco).

Tarde de lluvia

Creo que está claro que el cable que fallaba era el que va de la bobina al distribuidor, ya que si fuera uno sólo de los cilindros el que fallaba, el coche iría un poco a trompicones, pero iría. Al pararse el motor por completo y ser imposible volverlo a arrancar deduje que el problema era de la alimentación general de todas las bujías, aunque ya que estaba «manos a la obra» decidí repasar todo el cableado para prevenir otros posibles problemas.

En fin, como os decía al principio, la mecánica del automóvil no es mi fuerte ni es un tema muy habitual en este blog; pero si a alguien le ocurre algo así en el futuro y buscando información en Google se encuentra con esto y le sirve de ayuda me sentiré contento de haberle echado una mano.

¡Un saludo!

Jueves de viento y lluvia

Durante un rato el mejor lugar del mundo fue aquella ténue cafetería del centro de la ciudad mientras en el exterior soplaba un viento helado que arrancaba sin miramientos las marchitas hojas de los árboles. La lluvia también quiso tener protagonismo aquella mañana y su presencia se encargó de hacer gotear el pelo de los pobres transeúntes que que habían salido a la calle desprovistos de paraguas e impermeables.

Minutos después yo era uno de esos ciudadanos que se empapaban bajo el agua que caía del cielo; pero a diferencia de los demás yo no huía despavorido en busca de un cálido refugio, pues en realidad lo llevaba dentro de mí. Las aceras mojadas eran todo un un regalo y la visión de los árboles semidesnudos una bonita estampa que en otras circunstancias me hubiera pasado desapercibida; así que decidí aprovechar el momento y con los zapatos mojados saqué mi cámara para disparar una sola vez.

Jueves de lluvia y viento

Salí a la calle en busca de inspiración y al final la encontré; pero he de reconocer que tuve mucha ayuda  😉