Los hangares abandonados de la U.A.H.

Hoy me gustaría que os pusierais cómodos para escuchar la historia que os voy a contar: existe un lugar en Alcalá de Henares que me ha fascinado desde la primera vez que lo vi hace ya muchos años. Desde entonces, cada vez que he pasado por sus alrededores no he dejado de admirarlo y sentirme embrujado por esa extraña sensación que se tiene cuando uno se para a pensar en la historia de los hangares abandonados del campus de ciencias de la universidad de Alcalá de Henares.

Hangares abandonados UAH (I)

Recuerdo la primera vez que vi estos hangares: me había matriculado recientemente en mi ingeniería y en una de esas idas y venidas por el campus bajé por la cuesta adoquinada que comunica la facultad de farmacia con la de ciencias. Y en punto indeterminado del camino, a mi izquierda, como si el tiempo se hubiera detenido para siempre, envejecía bajo el sol una inmensa mole de hormigón armado que, si bien nunca tuvo la gloria que se le puede presuponer, hasta el más despistado se preguntaría qué diablos hacía aquello allí.

Hangares abandonados UAH (IV)

Pues bien, esa estructura gris de 157 metros de largo por 13 de alto que a día de hoy poco a poco se va desintegrando por el paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas es un hangar cuyo origen desconocen muchos de los estudiantes que día tras día pasan junto a él para coger el tren que les devuelva a su hogar.

Precisamente por eso, para saciar la curiosidad de aquellos que un día quieran saber algo más de esta extraña edificación y por si un día estos hangares sencillamente dejan de existir es por lo que hoy quería hablaros de ellos durante este rato que vamos a compartir.

Hangares abandonados UAH (V)

La cosa es que hacia 1936 se inauguró un aeródromo (en realidad poco más que un páramo y una torre de control) en las inmediaciones de este lugar llamado «Aeródromo de Barberán y Collar», que durante la guerra civil española sirvió de base de operaciones para los primitivos cazas que en aquella época sobrevolaban los cielos de Madrid y sus alrededores.

Veloces aviones soviéticos que debían ser manejados por manos de aquellas frías tierras debido a que en España todavía no habíamos alcanzado el nivel tecnológico necesario para desarrollar y pilotar máquinas capaces de volar a velocidades que para la época parecían de ciencia-ficción. Puede que precisamente por eso a alguien se le ocurriera que podría ser una buena idea formar a jóvenes aviadores y ahí resida la primera piedra de lo que se propondría tres años después.

Hangares abandonados UAH (VIII)

Dada la importancia del enclave, al término de la contienda se decide ubicar en él la sede central de la recién fundada Academia General del Aire, de modo que en 1943 se empieza a edificar la propia academia junto a las vías del tren (sí, es la actual facultad de ciencias ambientales) así como los hangares que protagonizan este artículo y una capilla que a día de hoy todavía permanece en un aceptable estado de conservación situada entre el hospital Príncipe de Asturias y las residencias universitarias.

El problema es que nunca se llegó a terminar el ambicioso proyecto porque al final la academia se llevó a tierras murcianas sin que nadie tuviera muy claro qué hacer con lo que ya se había levantado en Alcalá. Y es que aunque tanto el edificio donde se impartiría la formación a los alumnos como el propio hangar se usarían durante bastantes años con fines militares, en realidad las obras quedarían a medias y no sería hasta la década de los setenta cuando los terrenos pasarían a ser propiedad de la universidad y se aprovecharía la infraestructura existente para construir algunos de los edificios que conformarían el futuro campus de ciencias.

Hangares abandonados UAH (IX)

Sin embargo, al igual que la torre de control y el edificio principal se restauraron para cobijar algunas instalaciones universitarias, del hangar nadie quiso saber nada. Cierto es que además de las múltiples fiestas universitarias que se han celebrado bajo su techo desde los años ochenta, a lo largo del tiempo han surgido ideas para dotarlo de cierta funcionalidad (hubo un proyecto del que recuerdo haber leído algo en mi época de estudiante sobre aprovecharlo para el jardín botánico) pero la realidad es que a día de hoy los hangares son un esqueleto renqueante del que la universidad se ha desentendido por completo, limitándose a usarlo como mero almacén de contenedores de papel y residuos vegetales.

Hangares abandonados UAH (X)

Confieso que siento cierta pena cuando paseo entre sus columnas y veo cómo poco a poco el hormigón se va resquebrajando y desmoronando a pasos agigantados. Caminando por el centro de la nave en un día tranquilo uno puede verse sobresaltado incluso por el eco de sus pisadas; y es que esa sobrecogedora sensación que te invade cuando miras a sus cubiertas laterales bajo las mismas te hace sentir muy pequeño en comparación con ese mastodonte herrumbroso que parece mirarte en silencio.

Además de todo esto, he de reconocer que la estructura del lugar me recuerda poderosamente a la obra de M.C. Escher «Partición cúbica del espacio«, ya que la disposición de las columnas en ángulos rectos formando una estructura de cubos en sus extremos me hace pensar en esa curiosa obra mezcla de arte y matemáticas.

Hangares abandonados UAH (III)

Sinceramente, no creo que con el tiempo se le vaya a dar uso alguno a estos hangares. Dado que la obra necesaria para adecuar la estructura a las modernas normativas de construcción y que en el fondo no son más que columnas y una lámina curvada de hormigón a modo de tejado, me temo que en caso de hacer algo en esa zona se demolerá el hangar y se edificará algo nuevo partiendo de cero.

Por eso paso de vez en cuando por allí con mi cámara: porque cada vez que hago unas fotos allí pienso que podrían ser las últimas, porque puede que mañana aparezca una excavadora y comience a devorar lo que un día iba a ser la envidia de la aviación militar de medio mundo y que ahora no es más que una ruina sucia y olvidada.

Hangares abandonados UAH (II)

Si los hangares se acaban perdiendo (y creo muy a mi pesar que los años me acabarán dando la razón) habremos perdido un trocito de la historia de Alcalá; pero si con estas líneas he despertado vuestra curiosidad y la próxima vez que vayáis a coger el tren levantáis la mirada para fijaros un instante en esta singular construcción, entonces habrá merecido la pena redactar estos párrafos.

Hangares abandonados UAH (VII)

El faro de Oropesa hace 140 años

Recientemente (y de pura casualidad) me encontré con la web de la fototeca del patrimonio histórico español (perteneciente al ministerio de cultura) en la que se recopilan imágenes antiguas de los más diversos rincones de nuestra geografía.

Ávido de imágenes de este tipo captadas en Oropesa del Mar (de Alcalá podéis ver más de un centenar de ellas en la serie «Alcalá de Henares ayer y hoy«) me lancé al buscador de la página y me encontré con que aunque de la provincia de Castellón hay un total de 51 fotografías, de Oropesa del Mar tan sólo hay una, que es la que os presento a continuación:

Faro de Oropesa (1870)

Faro de Oropesa hacia 1870. «Laurent, J. Archivo Ruíz Bernazzi, IPCE, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte»

Como veis, se trata del faro de esta localidad castellonense, y por las fechas de los viajes de J. Laurent y su equipo de colaboradores por estas tierras, podemos fechar la imagen entre 1970 y 1972.

Como podréis imaginar, me hubiera encantado haber topado con un par de docenas de imágenes de esta localidad con las que hubiera realizado una serie de entradas un poco al estilo de lo que hice en su momento con mi querida Alcalá; pero ya que al menos tenía algo de material (aunque fuera una sola imagen) agarré la cámara y me acerqué al faro con idea de mostraros lo mucho o lo poco que ha cambiado este edificio singular en casi siglo y medio.

Faro de Oropesa (2012)

Faro de Oropesa en 2013

Lo primero que he de comentar es que no me ha sido posible captar la imagen exactamente desde el mismo lugar desde donde se hizo la original debido a la construcción de un muro que rodea al faro y que lo taparía casi por completo en caso de situarme en la posición desde donde se hizo la primera fotografía hace más de 140 años. Aun así, creo que desde donde me situé (hay una diferencia que debe de ser de apenas un par de metros) se pueden apreciar perfectamente tanto los cambios que se han producido como los elementos que han permanecido inalterados con el paso del tiempo.

Lo más radical es que entre una foto y otra a la vivienda del farero se le añadió una segunda planta. La altura del faro permaneció inalterada, por lo que el pis superior «rodea» a la torre del propio faro. También es nuevo el muro de ladrillo que rodea al edificio y que se colocaría cuando se empezaron a construir edificios residenciales por la zona, ya que en la época de la que data la primera fotografía en las inmediaciones del faro sólo estaba la torre del rey.

Si os fijáis bien la parte más alta del faro también ha cambiado: los montantes de la ventana de la luz-guía han pasado de ser verticales a hacer un zig-zag. También se ha modificado la barandilla superior (no así la del piso donde posa el farero en la foto de 1870) y se ha instalado una veleta coronando el edificio.

En cuanto al piso inferior, podemos ver que el marco de la puerta ha cambiado (antes era redondeado por su parte superior y ahora es cuadrado) y que el emplazamiento de las ventanas sigue siendo el mismo aunque ahora tengan puestas unas mosquiteras en su parte más exterior. Para realizar el piso superior de la vivienda podéis ver que se ha respetado la estructura original hasta el punto de situar un pequeño balcón justo sobre la puerta de entrada.

Por lo demás, podéis ver claramente que la vegetación ha ido en aumento a medida que han transcurrido los años y que, sin ir más lejos, ese pino que aparece en primer término actualmente ni siquiera existía en la imagen original.

Los que seguís este blog desde hace tiempo sabéis que el paso del tiempo es un tema que siempre me ha fascinado. Si veo dos fotografías tomadas en el mismo lugar con varias décadas de diferencia entre una y otra me fascina por igual tanto si el lugar sigue estando prácticamente igual como si ha cambiado tanto que apenas es reconocible. Son los efectos del paso del tiempo y la huella que deja en los lugares la acción del hombre y/o la naturaleza.

Al ver esa foto de hace prácticamente un siglo y medio pienso en que el farero que posa con orgullo asomado a la barandilla ya hace mucho tiempo que dejó de estar entre nosotros, pero la luz que guía a los barcos que se acercan a las costas de Oropesa sigue brillando igual que entonces.

El formato micro cuatro tercios

Micro cuatro tercios (m4/3 para los amigos) es un formato de cámaras digitales desarrollado por Olympus y Panasonic que fue presentado al mundo en 2008. Desde entonces, ambas marcas han sacado al mercado varias cámaras y objetivos intercompatibles (entre ellas la E-PL1 que tengo desde hace unos cuantos meses) que han dado lugar a un ecosistema muy interesante para aquellos que quieran obtener una buena calidad de imagen empleando una cámara no mucho más grande que una compacta.

Cielo y tierra

Cuestión de evolución

El origen del sistema m4/3 no es otro que el cuatro tercios; sólo que se ha eliminado el sistema de espejo basculante, el sistema de enfoque por detección de fase y el visor óptico mediante pentaprisma que caracteriza a las cámaras réflex clásicas dando lugar a máquinas más pequeñas y más ligeras que ya llevaban tiempo avisando de su éxito.

De hecho, el sensor (el auténtico corazón del sistema m4/3) tiene un tamaño y proporciones exactamente iguales que su predecesor; sólo que al no haber un espejo dentro de la cámara la distancia entre sensor y montura se ha reducido drásticamente (exactamente de 38,67 mm se ha pasado a 19,25 mm). Del mismo modo, el diámetro de la montura se ha reducido en 6 mm y se ha pasado de 9 contactos eléctricos a 11.

Esto hace que además de la reducción del tamaño de las propias cámaras, también el volumen de las ópticas diseñadas expresamente sea inferior; dando lugar a conjuntos livianos y manejables ideales para gente que quiera ir «ligera de equipaje» fotográficamente hablando.

Olympus E-PL1 y Nikon D300

Algo muy relacionado con esto es la posibilidad de emplear ópticas de cámaras réflex en las máquinas que cumplen la especificación m4/3 porque al tener una distancia tan corta entre sensor y montura, es sencillo suplementar esta distancia con ayuda de algún tipo de adaptador muy sencillo de desarrollar. Si bien es cierto que en tal caso tendremos que enfocar manualmente y que perderemos la ventaja de la ligereza de las ópticas expresamente diseñadas para estas cámaras.

El sensor

El sensor m4/3 posee una proporción 4:3 (la habitual en las cámaras compactas frente al 3:2 de las réflex) y un factor de recorte de 2x frente a una cámara con sensor full frame. Por tanto, en lo que a tamaño se refiere, se sitúa un escalón por debajo del habitual formato APS-C (factor de recorte de 1,6x) de las cámaras réflex más habituales de diferentes marcas. En cualquier caso, es cierto que su tamaño es aproximadamente un 40% inferior que los sensores APS-C a los que me refería hace un momento, pero del orden de 10 veces más grande que los sensores que equipan la mayor parte de las cámaras compactas.

Olympus E-PL1

¿Qué implica un menor tamaño de sensor? Pues básicamente una mayor profundidad de campo, una relación señal/ruido menor y un cierto «alargamiento» de las focales debido al factor de recorte (un objetivo de 200 mm cerrará su ángulo de visión para asemejarse a un 400 mm).

Sea como sea, el sistema m4/3 lleva aparejadas una serie de características interesantes. Una de ellas es la corrección de distorsiones ópticas mediante el propio firmware de la cámara. Es decir, que aunque el objetivo de turno provoque algún tipo de aberración cromática, viñeteo o deformación de la imagen, la fotografía obtenida tendrá corregidos estos defectos sin que nosotros nos tengamos que preocupar de nada.

Oropesa en soledad

Por otra parte, todas las cámaras que cumplen la especificación m4/3 emplean live view para componer nuestras imágenes, pueden grabar vídeo, poseen un sistema integrado de limpieza del sensor, pueden disparar en formato RAW e implementan el enfoque mediante contraste. La estabilización óptica también es una característica estándar, pero en el caso de Olympus va integrada en el propio sensor (con lo que cualquier óptica queda estabilizada) mientras que Panasonic lo hace en los objetivos (al estilo de lo que hacen Nikon y Canon en su gama réflex).

Oropesa al anochecer

Ópticas

En cuanto a las ópticas disponibles, a día de hoy tenemos zooms sencillos que suelen formar parte de los kits (tipo 14-42 mm), algún teleobjetivo (con focales estilo 40-150 mm) y alguna que otra focal fija muy interesante (14mm, 17mm, 20mm, 50mm…). Por el momento la totalidad de los objetivos disponibles están firmados por las dos marcas creadoras del estándar; y seguramente a corto plazo seguirá siendo así porque ya se han cuidado de que el formato no sea abierto de tal modo que si un fabricante quiere sacar al mercado ópticas compatibles con m4/3 deberá de pagar un canon a los fabricantes del estándar.

Cierto es que por el momento la oferta no es tan amplia como en otros fabricantes y que faltan teleobjetivos de apertura generosa, algún objetivo macro, ojos de pez, ópticas tilt-shift para arquitectura… pero viendo el éxito que está teniendo este sistema es de esperar que la familia de objetivos siga creciendo y, de hecho, Sigma y Tamron anunciaron hace poco que iban a empezar a diseñar ópticas para cámaras m4/3.

Olympus E-PL1

Mi experiencia

En cuanto a mi experiencia personal con la Olympus E-PL1 he de decir que aunque logra una buena calidad de imagen, no es comparable a la de por ejemplo mi Nikon D300 ya que ni el rango dinámico, ni la relación señal/ruido ni la nitidez son comparables; factores todos ellos achacables a priori a un sensor de menor tamaño y una mayor densidad de pixels.

No quiere esto decir que sea una mala cámara, porque de hecho durante los últimos meses he captado con ella algunas imágenes de las que me siento orgulloso. Lo que ocurre es que ni tiene la ergonomía de una réflex a la hora de sujetarla ni la cantidad de controles externos habitual mediante los que podemos cambiar cualquier parámetro en un par de segundos (una de las características que más valoro en mi D300).

Paseo por la playa al atardecer

Sin embargo, reconozco que en los últimos viajes que he hecho la E-PL1 ha sido mi compañera, dejando a las réflex en casa, ya que su escaso peso y la versatilidad que tiene la hacen insustituible a la hora de ir ligero de peso. Si el viaje es eminentemente fotográfico la D300 o incluso la D40 serán las cámaras que me lleve sin dudarlo ni un instante; pero si sólo pretendo llevar una cámara que me permita retratar los lugares por los que voy pasando con una calidad más que decente, las m4/3 son una opción muy a tener en cuenta. Para eso compré la E-PL1 y para eso la estoy usando desde entonces.

Viaje a Barcelona (Diciembre 2011)

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Historias del asfalto

Fue un bordillazo. Estoy seguro.

Historias del asfalto

No necesito más que un fotograma para imaginar un coche antiguo tomando a demasiada velocidad la glorieta con sus neumáticos chirriando en mitad de la noche y, tras el volante, un conductor inexperto bloqueando las ruedas al darse cuenta demasiado tarde de su enorme imprudencia.

Ese vehículo, que al derrapar sigue una línea recta, acaba encontrándose con los adoquines que marcan el inicio de la acera golpeando con tanta fuerza la rueda delantera derecha que la llanta escupe ese feo tapacubos que horas después seguiría inerte sobre el pavimento.

Caras de circunstancias mientras en compañía de la policía local tres personas esperan la llegada de la grúa con el termómetro marcando apenas cuatro grados. No les caerá una multa; pero suficiente castigo será explicar en casa lo sucedido.

Pequeñas historias ocultas en los detalles que nos vamos encontrando allí por donde vamos y que mantienen despierta nuestra imaginación. Por eso son tan importantes.

La sucesora de la Nikon D90 está a punto de presentarse

La D90 es la cámara estrella de Nikon tanto a nivel de ventas como de relación calidad / precio. Además, hay que tener en cuenta que se trata del modelo que se sitúa justo entre la gama de iniciación (D3000 y D5000) y la gama profesional (D300s, D700 y la familia D3) de la marca. Un modelo que está a punto de ser sustituido por una cámara de la que todavía no se sabe nada de manera oficial pero por la que ya están preguntando muchos usuarios convencidos de que será un nuevo superventas dentro del mundo de la fotografía digital.

Este importante lugar dentro del catálogo de la firma japonesa ha sido ocupado ya por tres generaciones de cámaras que siempre han recibido muy buenas críticas y han sido especialmente importantes a la hora de crear una buena imagen de marca de cara a la prensa especializada y, sobre todo, al público; de tal modo que vamos a repasar las principales características de estos modelos.

· D70 / D70s

La primera cámara de Nikon encargada de enlazar la gama de aficionado y la profesional fue la D70; precisamente el modelo que se compró mi amigo Joe hace ya seis años y que me hizo ver que la fotografía digital estaba dando pasos de gigante en muy poco tiempo.

Presentada a principios de 2004 fue la primera cámara réflex relativamente asequible que Nikon sacaba a la venta y a nivel de especificaciones contaba con un sensor CCD de 6.1 Mpixels (curiosamente el mismo que emplea mi actual D40), 5 puntos de enfoque, ISO 200 – 1600, pantalla de 1,8″ con 130000 pixels y capacidad de disparo en ráfaga a 3 fps.

La D70 fue reemplazada al cabo de un año por la D70s, que era básicamente la misma cámara pero contando con una pantalla de 2″ (aunque con el mismo número de pixels que su predecesora) así como con una nueva batería de mayor capacidad.

· D80

La D80 se presentó en Agosto de 2006 y supuso una evolución con respecto a la anterior por su sensor CCD de 10.2 Mpixels, 11 puntos de enfoque, ISO 100 – 1600 (aunque también cuenta con ISO 3200 forzado), pantalla de 2.5″ con 230000 pixels y disparo en ráfaga a 3 fps.

Su salida al mercado fue especialmente importante para Nikon porque en ese momento todas las marcas estaban volcadas en el mercado digital y pugnaban por captar nuevos usuarios así como fidelizar a los que habían empleado cámaras analógicas en el pasado. De este modo, la D80 pretendía ser un modelo lo suficientemente atractivo como para que los neófitos se animaran a dar sus primeros pasos con una réflex pero que también resultara en cierto modo conservadora para que los usuarios ya veteranos en el mundillo de la fotografía se sintieran cómodos con ella en las manos.

· D90

La D90 se presentó en Agosto de 2008; exactamente dos años después que la D80, y entre sus características técnicas destaca por tener un sensor CMOS de 12.3 Mpixels, 11 puntos de enfoque, ISO 200 – 3200 (100 – 6400 forzado), pantalla de 3″ con 920000 pixels y disparo en ráfaga a 4.5 fps.

Sin embargo, lo que más fama dio a la D90 fue la opción de usar Live View (composición de la imagen utilizando la pantalla de la cámara en lugar del visor óptico) y sobre todo su posibilidad de grabar vídeo, ya que fue la primera réflex que implementó esta característica; si bien la duración de los clips está limitada a 5 minutos empleando 720p y 20 minutos utilizando resoluciones inferiores. De cualquier modo la grabación de vídeo en la D90 tiene más limitaciones, ya que el sonido es mono, el enfoque ha de ser manual y en movimientos rápidos vamos a comprobar como la imagen hace efectos extraños debido a un fenómeno llamado rolling shutter.

Durante los dos años que lleva en el mercado se han distribuido millones de unidades de este modelo en concreto y desde el primer día ha figurado en los primeros puestos de ventas en lo que a réflex digitales se refiere. Como os decía al principio del artículo, la D90 es uno de los pilares de Nikon a nivel global y por ello hay tanta expectación sobre su renovación.

¿Y ahora qué?

Hay muchas incógnitas sobre la cámara que reemplazará a la D90, pero lo único que se sabe a ciencia cierta es que no se llamará D100 porque una de las primeras réflex digitales de Nikon ya se usó este nombre. Hay quien dice que se denominará D95, aunque viendo que las cámaras de gama baja de Nikon ahora se nombran de una forma completamente diferente a la que estábamos acostumbrados, no me extrañaría que el cambio también afectara a este próximo modelo.

De hecho mi teoría es que si la sucesora de la D40 es la D3000 y la sucesora de la D60 es la D5000, siguiendo esta metodología la sucesora de la D90 debería de llamarse D8000. Ya veremos dentro de un tiempo si esto que os digo es correcto o me he columpiado considerablemente, pero no se me ocurren muchas más opciones teniendo en cuenta lo que ya ha empleado Nikon en su sistema de nomenclatura.

Lo que está claro es que su fecha de presentación está próxima porque el ciclo de vida de las cámaras es esta gama es de dos años y en el caso de la D90 se cumplen el mes que viene, de modo que hay muchas papeletas para que la nueva cámara se anuncie en pocas semanas. Además, en el mes de Septiember se celebrará la feria Photokina; y si la presentación no ha tenido lugar antes, es más que probable que ese sea el acontecimiento escogido por Nikon para la puesta de largo del nuevo modelo.

En lo que respecta a los aspectos técnicos, hay insistentes rumores que dicen que se eliminará el motor de enfoque en el cuerpo que hasta ahora todas las cámaras de esta gama han tenido. Ninguno de los modelos de gama básica comercializados desde hace ya cuatro años posee motor de enfoque integrado en el cuerpo, por lo que no sería de extrañar que a partir de este momento la medida se fuera extendiendo por la gama media para dejar (al menos de momento) que sean las máquinas profesionales las que conserven el enfoque automático al utilizar en ellas objetivos antiguos.

A mí es una medida que no me acaba de gustar porque hay objetivos antiguos muy buenos cuyo enfoque se realiza mediante el acoplamiento mecánico del ya veterano sistema AF y que, por tanto, no enfocarán en todas estas cámaras que están prescindiendo del motor integrado. Sin embargo, hay que admitir que la desaparición del motor de enfoque no es más que la lógica evolución de la tecnología, ya que el sistema AF-S presenta numerosas ventajas con respecto al veterano AF.

Montura AF

Montura AF (fijaos en el "tornillo" de la parte inferior para variar el enfoque)

Aprovecho para recordaros que enfocar a mano no plantea grandes problemas en objetivos de escasa distancia focal gracias a su generosa profundidad de campo, pero empleando un teleobjetivo para retratar cosas en movimiento va a ser casi imposible conseguir un enfoque manual preciso y de ahí que no sea recomendable hacerse con una óptica que no sea motorizada si contamos con un cuerpo sin motor de enfoque propio.

También se supone que el relevo de la D90 contará con un modo de vídeo avanzado que permita el enfoque continuo así como la variación de la exposición durante la grabación, resolución 1080p a 30 fps sin límite de tiempo de grabación… Dado que la D90 fue la primera réflex en grabar vídeo, sería lógico que su heredera hiciera de este aspecto uno de sus puntos fuertes de modo que le permita recuperar el terreno en el campo del vídeo con respecto a Canon, que se ha puesto las pilas en los últimos meses (se nota su amplia experiencia en videocámaras) y sus réflex más recientes poseen unos modos de grabación de vídeo mucho más avanzados que los de Nikon.

Por otra parte hay quien asegura que este nuevo modelo incorporará un sensor Full-Frame, pero esto es algo que yo descartaría por completo dado que ese nicho de mercado ya está ocupado por la D700 y supondría la convergencia de dos de los modelos de más éxito dentro del catálogo Nikon actual; cosa que no tiene ningún sentido tal y como está diseñada la estructura de los diferentes modelos disponibles.

El sensor CMOS que equipa la Nikon D90

El formato DX tiene cuerda para rato (prueba de ello es que en los últimos meses se han presentado varias ópticas exclusivas para dicho formato por parte de la marca) de modo que apostaría fuerte a que el reemplazo de la D90 cuenta con un sensor de tipo APS-C, continuando el formato Full Frame siendo exclusivo de las cámaras Nikon de gama profesional.

Lo que me gustaría encontrar en la sucesora de la D90

Confieso que llevo un tiempo pensando en sustituir mi D40 por un modelo más actual. En principio estaba pensando en una D90, pero me he dado cuenta de que estando a punto de ser renovada no parece buena idea precipitarse y lamentar dentro de un par de meses no haber esperado a ver qué iba a ofrecer su encarnación. Como ya sabréis, la D90 es mi cámara favorita dentro del catálogo actual de Nikon, pero dos años en el mundillo de la electrónica de consumo es mucho tiempo y estoy seguro de que veremos algún avance interesante.

A fin de cuentas, en el caso de que lo presentado por la marca no cumpla mis expectativas, siempre habrá tiempo de salir corriendo hacia una tienda de fotografía y hacerse con alguna de las D90 que quedarán en los almacenes antes de que sea descatalogada por completo. Y aun así tampoco será necesario darse excesiva prisa, sobre todo teniendo en cuenta que he visitado tiendas en las que a día de hoy todavía se pueden encontrar cámaras como la D80 o la D200 de primera mano.

Hay un aspecto que me interesa notablemente y que ha ido mejorando generación tras generación, por lo que en esta ocasión no creo que se de un paso atrás: el rendimiento a ISOs altos. La generación de ruido a sensibilidades elevadas es algo que me gusta tener controlado, y aunque esto es algo que va a depender en buena medida de cómo expongamos la fotografía, si partimos de un sensor capaz de manejar bien este parámetro tendremos mucho terreno ganado.

No quiero un sensor de chorrocientos mil megapixels porque al final lo único que se consigue con esto es mayor difracción, menor sensibilidad, que se hagan más evidentes los defectos ópticos de los objetivos y unos archivos RAW de gran tamaño que convierten en lento a un ordenador de última generación y llenan en pocos disparos las tarjetas de memoria. De hecho, si la resolución del sensor se mantuviera en los mismos 12.3 Mpixels actuales pero se comportara todavía mejor en condiciones de poca iluminación para mí sería ideal. Sin embargo, supongo que el sensor subirá de resolución hasta los 14 ó 15 Mpixels por decisiones de marketing y, pese a lo que afirman algunos, seguirá siendo de formato APS-C porque el mercado de las cámaras de tamaño contenido equipadas con sensor Full Frame ya está cubierto con la D700.

En cuanto a lo del motor de enfoque en el cuerpo, me gustaría que se mantuviera por la compatibilidad con ópticas antiguas, ya que a veces se ven algunas a la venta en foros de segunda mano a muy buenos precios (con un Nikon AF 80-200 f/2.8 haría maravillas) pero aun así en el caso de que lo eliminaran no me llevaría un gran disgusto ya que entiendo que el acoplador mecánico supone un lastre del pasado que aumenta el peso, el tamaño y el consumo de la cámara. Además, todas las ópticas que salen al mercado actualmente ya cuentan con su propio motor de enfoque, por lo que parece claro que el futuro pasa por la eliminación del motor en las cámaras y eso es algo que debemos de asumir lo antes posible.

Autoretrato

Del mismo modo, por el tipo de fotografía que suelo hacer, la velocidad en ráfaga me da exactamente igual y la resolución de la pantalla es más que suficiente, de modo que con mantener las especificaciones del modelo actual en esos aspectos me daría por satisfecho. El sistema de enfoque de 11 puntos ya tiene un tiempo (de hecho es el mismo que llevaba la D80) por lo que supongo que recibirá alguna mejora; aunque no creo que llegue a los 51 puntos que posee la D300s y las máquinas tope de gama equipadas con sensores FF. Por lo demás, las prestaciones de vídeo me dan lo mismo puesto que es una disciplina en la que soy bastante inútil.

Rumore, rumore…

Como veis el asunto de la renovación de la D90 da para muchos párrafos; y aunque yo no creo que toque mucho más el tema hasta que la compañía no diga nada de forma oficial, si queréis estar al tanto de noticias y rumores sobre la aparición de esta nueva réflex de Nikon (así como de otros muchos modelos) podéis pasaros de vez en cuando por la web de Nikon Rumors en la que sus responsables se hacen eco de todo cuanto llega a sus oídos sobre posibles nuevos modelos, patentes, promociones y demás historias no confirmadas que tengan que ver con la marca japonesa.

Es cierto que hay épocas en las que no se produce demasiado movimiento en la página; pero durante las semanas que preceden a la presentación de algún modelo se convierte en un torrente de entradas cuyos contenidos a veces se convertirán en realidad pasado un tiempo y otros quedarán como extrañas invenciones que nunca se sabrá de dónde salieron.

¿Merecerá la pena?

En definitiva, si la sustituta de la D90 ofrece características que crea que me pueden ayudar a hacer mejores fotografías entonces no dudaré en hacerme con una. Sin embargo, si al final todo se reduce a más resolución y prestaciones de vídeo avanzadas seguiré con mi D40 hasta que me sienta realmente limitado por ella o bien su obturador diga que ya no es capaz de hacer ni un disparo más.

En fotografía, un equipo moderno ayuda a la hora de captar ciertas imágenes; pero no es menos cierto que hay gente que con una cámara de enfoque manual, sin medición matricial de la luz y sin ningún tipo de automatismo ha captado imágenes que están en la memoria colectiva de toda la humanidad. Eso es algo que deberíamos de tener muy en cuenta cuando nos quejamos de que nuestra cámara sólo tiene once puntos de enfoque.

Nikon EM (1979)

Al fin y al cabo, lo más importante a la hora de hacer una foto eres tú.

Detalles de la Alcalá que nunca conocí

Si habéis pasado alguna vez por la sección del blog titulada Alcalá de Henares ayer y hoy sabréis que no hace tantos años se podían ver en la ciudad carromatos tirados por caballos que se usaban para repartir tinajas de vino o cualquier otra mercancía por los comercios de la época. Se podría decir que eran los antecesores de las actuales furgonetas de transporte; y aunque os pueda parecer algo lejano y remoto, dando una vuelta con los ojos bien abiertos por la calle Mayor podréis encontrar algunos detalles que prueban esto que os digo.

Columnas y dragones

Yo llegué aquí en 1984, por lo que la ciudad ya tenía un aspecto bastante similar al actual. Es verdad que se han remodelado muchas cosas en los últimos años y que algunas zonas concretas están irreconocibles, pero a mediados de los ochenta los niños ya no jugaban en las calles porque los coches eran los dueños del asfalto y la plaza de Cervantes tenía un aspecto prácticamente igual al de hoy. Por suerte o por desgracia, por aquellos años Alcalá había dejado de ser la pequeña y tranquila localidad llena de huertas en el extrarradio porque a finales de los setenta experimentó un rápido crecimiento en su población así como una considerable industrialización.

Aparcamiento de caballos

Sin embargo, cuando descubro algún pequeño detalle que me traslada directamente a esa Alcalá de hace varias décadas (como esa anilla oxidada donde el jinete podía atar a su caballo mientras jugaba una partida de cartas en el bar de turno) no puedo evitar esbozar una sonrisa y pensar que tengo suerte de vivir en una ciudad llena de rincones especiales.

Amor condensado

Los dos lados del cristal estaban mojados: la lluvia que caía en el exterior formaba caprichosos caminos por los que las gotas serpenteaban hasta desaparecer en la parte inferior de la ventanilla. Entre tanto, la respiración agitada de aquella pareja había logrado formar una gruesa capa de vaho sobre el vidrio que les ocultaba de cualquier posible mirada en aquella explanada perdida entre olmos.

Mientras Miguel se ataba los zapatos, Esther se puso a dibujar en el cristal un sol que parecía desafiar al mal tiempo. Vestida sólo con unas braguitas azules y una camiseta de manga larga, su mirada perdida en la negrura de la noche le daba un aire casi angelical.

No obstante, Miguel no lo veía de la misma manera.

-¡Oye, no pintes nada en el cristal, que luego se queda marcado y no hay quien lo quite! -protestó casi a gritos.

Ella, acostumbrada al agrio caracter de Miguel, se limitó a torcer el gesto sin decir una palabra y borrar su obra pictórica con la manga, resignada a que su novio jamás apreciaría esas pequeñas cosas que a ella tanto le gustaban.

Miguel y Esther eran muy diferentes: él era estudiante de medicina en su último año de carrera y ella acababa de terminar primero de historia. Esther fumaba; Miguel no. Esther siempre tenía una sonrisa en los labios; Miguel sólo en contadas ocasiones. Esther solía ver la tele; Miguel prefería la radio. Esther soñaba despierta; Miguel decía que era mejor tener los pies en la tierra… Eran tan opuestos en todo que no es de extrañar que la gente se preguntara cómo era posible que llevaran tanto tiempo saliendo.

A decir verdad, ni siquiera ellos dos se habían planteado muy bien por qué estaban juntos. Tal vez su relación se había convertido en algo casi exclusivamente carnal, o puede que símplemente se dejaran llevar por la inercia del día a día y que precisamente por llevar tantos años juntos ni siquiera se les pasaba por la cabeza la idea de que aquello pudiera tener fin algún día… El caso es que la relación parecía estar estancada prácticamente desde que comenzó y ninguno de los dos había hecho nunca nada para que la situación cambiara.

Dándole vueltas a todos aquellos pensamientos que se amontonaban en su cabeza, mientras Miguel conducía el coche en medio de la tormenta para dejar a su chica en casa Esther lanzó al aire una pregunta:

-Miguel, ¿por qué estamos juntos?

Durante unos segundos se hizo en aquel pequeño espacio un silencio tan incómodo que hasta la lluvia golpeando sobre el techo del coche parecía un regimiento de caballería al galope, de modo que viendo la gélida acogida que tuvo su consulta Esther prefirió no indagar más: la mirada de Miguel concentrado en la carretera como si no hubiera escuchado nada le hizo comprender que no tenía la más mínima intención de hablar sobre aquello.

Esa madrugada el beso de despedida en el portal fue más frío que de costumbre, y durante todo el día siguiente los móviles de ambos permanecieron mudos. Aquella pregunta sonó en medio de la noche como el mazazo de un juez que condenaba al amor a veinte años y un día de prisión sin fianza, así que las consecuencias no se hicieron esperar: una semana después Esther y Miguel decidieron dejar de verse.

Se acababa una época para los dos y, sin saber muy bien por qué, la misma tarde en la que pusieron punto y final a su relación Miguel se puso a limpiar con esmero los cristales de su coche mientras Esther daba un solitario paseo por aquella arboleda que fue testigo de tantas noches juntos.

Incluso en aquellas circunstancias seguían siendo tan distintos como siempre…

Un viaje a la infancia

Necesitaba volver por unos días a mis orígenes y así recuperar viejas sensaciones. Por eso dejé atrás todo, por eso cargué nada más que tres o cuatro cosas básicas en el coche y escapé a toda prisa de la ciudad sin mirar lo que dejaba atrás.

Los viales

Durante todo el camino estuve recordando anécdotas de las vacaciones que pasé durante mi infancia en aquel pueblo costero a los pies de unas montañas de tierra rojiza. Fueron muchos kilómetros bajo el sol acompañado nada más que por los éxitos radiofónicos que escupía la emisora de turno, pero también vinieron a mi memoria multitud de pensamientos fugaces sobre aquellas noches llenas de estrellas y todos los sueños que quedaron pendientes de cumplir.

Después de tantos años me preguntaba qué aspecto tendrían mis amigos, cómo estarían aquellos senderos entre pinos por los que tanto nos gustaba perdernos, qué habría ocurrido en las vidas de cada uno de ellos… Dudas que me habían rondado la cabeza durante años y que por fin iban a tener respuesta.

¿Seguiría Rebeca tan guapa como en aquella foto que me dio al despedirnos? ¿Tendría Óscar tanto éxito con las chicas como entonces? ¿Estaría el césped junto a nuestras casas tan verde como lo recuerdo en la tarde de mi marcha definitiva?

Podría haber avisado de algún modo de mi inminente llegada, pero preferí no hacerlo; igual que cuando teníamos doce años. El ritual siempre era el mismo: ir casa por casa llamando al timbre para anunciar alegremente a mis amigos que un verano más estaba allí dispuesto a pasar días y noches inolvidables. Seguir cumpliendo con aquella tradición sería un modo de demostrar que el tiempo transcurrido no tenía por qué habernos cambiado lo más mínimo.

Repetitividad urbana

Ya habían sucedido demasiados cambios en mi vida; sobre todo desde que me había convertido en un treintañero cuya existencia era pura rutina. Necesitaba sentir que todavía quedaba un remanso de paz en el que el tiempo no hubiera avanzado en las últimas dos décadas, y estaba seguro que ese lugar no era otro que aquel del que provienen los mejores recuerdos de mi vida. Estaba tan cansado del ajetreo del día a día en la ciudad que busqué en aquel lugar que tantas veces había añorado un renacer que me permitiera ver las cosas de otro modo.

Era tres de agosto; plena época estival. La urbanización estaría llena de gente, pero no me sería complicado dar con Rebeca, Óscar y los demás. Recordaba perfectamente sus pisos 3º F y 5º B respectivamente. El de Manolo era el de al lado de Óscar, así que 5º C. El de Noelia el 2º C, pero del portal de al lado, que también era el de Rubén…

De repente, sin darme cuenta siquiera, apareció la señal que indicaba que debía abandonar la autovía en la próxima salida. Estaba tan sumido en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que el mar había hecho acto de presencia a mi derecha varios kilómetros antes anunciando la proximidad a mi destino. Estaba a pocos minutos de volver a ver a mis amigos de la infancia, de darles la sorpresa de su vida… y sólo pensar en aquello logró que los latidos de mi corazón se aceleraran considerablemente.

Salí de la autovía y el sol me golpeó de lleno en los ojos. Enfilé una carretera mal asfaltada por la que parecía ser el único en circular y, finalmente, llegué a la entrada del pueblo. Habían pasado veinte largos años desde la última vez que estuve allí, pero seguía tan reconocible como siempre: la entrada del parque, la pequeña gasolinera, la calle principal… sin embargo, por allí no había ni rastro de las casas bajas que recordaba. En su lugar, altos bloques de apartamentos azules y blancos dominaban el paisaje e impedían ver la costa desde aquel rincón.

Parking

-Cosas del progreso; el ladrillo, que por aquí se expandió más que por ningún otro lugar… -pensé. Sin embargo , a medida que me fui adentrando por las calles me fui dando cuenta de que había muchos otros cambios más sutiles pero también mucho más crueles con mis recuerdos.

Ya no había grandes portalones con canastos de fruta en los que las familias del pueblo vendían los productos de sus propias huertas. Recuerdo que en aquellos lugares se podían encontrar las sandías más jugosas, las manzanas con el sabor más intenso que he probado y los melocotones más deliciosos del mundo. Robustas puertas de garaje de las que asomaban insignias cromadas de coches alemanes habían sustituido a aquellas improvisadas tiendas que apenas tenían una mano de pintura y unas balanzas que hoy podrían estar perfectamente en un museo.

Empecé a sentir algo de miedo: miedo a que mis recuerdos estuvieran distorsionados, a que los ojos de aquel niño vieran aquí un paraíso que en realidad nunca existió. Puede que de pequeño se vean las cosas desde otro punto de vista; pero algo era seguro: mis amigos. Y si aquel lugar se había transformado tan profundamente, nada mejor que mi visita sorpresa para que se dieran cuenta de que algunas cosas nunca cambiarán por mucho tiempo que pase.

Me costó un poco orientarme porque algunas calles eran nuevas y otras estaban tan arregladas que parecían pertenecer a otro lugar. El camino de tierra que daba a la huerta de Antonio ahora era una calle llena de tiendas, y el camping que había junto a la urbanización se había convertido en un infinito bloque de viviendas cuya sombra se estiraba hasta casi la orilla del mar.

Camping semidesierto

En la entrada de la urbanización me encontré una barrera cerrada. Otro cambio más, porque en la década de los ochenta se podía entrar libremente y sin problemas de ningún tipo, así que decidí aparcar fuera y entrar caminando para no molestar al portero, pues por la hora supuse que estaría echando la siesta. Sin embargo, en el apartamento que hacía las veces de portería no había ningún cartel identificativo y por un momento dudé si en realidad seguiría cumpliendo aquella función.

Tras dar toda la vuelta a la finca me encontré con que sus puertas también estaban cerradas con llave, pero no podía quedarme allí plantado después de tantas horas de viaje. Me detuve junto a una de ellas (la más cercana a la zona donde los miembros de la pandilla teníamos nuestras casas) y esperé a que saliera algún vecino, cosa que sucedió en apenas un par de minutos durante los cuales me entretuve mirando el perfil de los edificios que había junto a los acantilados del final de la playa. Cuando era pequeño, sobre aquellos riscos no había más que algunos chalets dispersos, pero ahora era incapaz de encontrar un edificio de menos de catorce plantas.

-Bueno, al menos la urbanización parece que sigue igual que siempre. Han pintado las fachadas y ahora hay una valla exterior, pero eso parece todo -me dije mientras me acercaba al que fue mi portal durante algunos veranos.

Entresuelo

El viejo telefonillo de plástico había sido sustituido por uno metálico y brillante, pero para llevar la sorpresa hasta sus últimas consecuencias preferí no llamar y subir directamente a casa de Óscar aprovechando que la puerta estaba abierta (siendo esta la primera que me encontraba en tal estado). El portal poco tenía ya que ver con el que yo recordaba: las viejas puertas del ascensor estaban pintadas de un azul intenso y el suelo se encontraba tan limpio que me veía reflejado al mirar hacia abajo.

Quería plantarme en la puerta de la casa de Óscar lo más fresco posible, así que desestimé la idea de subir las escaleras y esperé a que el ascensor llegara al ver que estaba iluminada la flecha que indicaba que éste era su destino. Cuando hizo acto de presencia, a través del ventanuco de la puerta vi que bajaba alguien en él y por un momento me dio un vuelco el corazón pensando que podría ser el propio Óscar; pero en su lugar abrió la puerta una mujer cargada con una especie de capazo marrón y varias toallas de playa metidas en él. Saludé sin saber muy bien por qué (supongo que por las viejas costumbres, ya que en aquel bloque de viviendas nos conocíamos todos cuando pasaba en él mis veranos) y antes de dar tiempo siquiera a que me contestara me metí en el ascensor y pulsé la tecla del quinto piso.

Las plantas parecían tardar horas en pasar, sobre todo ahora que el ascensor tenía puertas interiores, y con un suave movimiento amortiguado (nada que ver con el salto que daba en cada parada aquel cacharro en el que tantas veces subí años atrás) las puertas se abrieron para mostrarme la inconfundible puerta de la casa de Óscar.

Estaba exactamente igual a como la recordaba: el tirador de la puerta, el marco, la misma mirilla, el mismo timbre… fue fantástico descubrir que algunas cosas no habían cambiado, así que no lo pensé dos veces y llamé alegremente como si no hubieran pasado aquellos veinte largos años. Escuché con atención y noté que alguien se aproximaba a la puerta al tiempo que de fondo se escuchaba el balbucear de un bebé de pocos meses. ¿Habría tenido un niño Óscar? ¿Se habría casado al final con Noelia como todos pronosticábamos? Alguien giró una llave en la cerradura y en ese momento me di cuenta de que dos décadas de espera llegaban a su fin.

A franjas

Me abrió la puerta un hombre alto, delgado, de unos cincuenta años y con algunas canas ya. Demasiado mayor para ser Óscar; demasiado joven para ser su padre. Me quedé sin saber qué decir, pero aquello no fue un problema porque enseguida me preguntó: -¿Qué desea?.

-Estoy buscando a un amigo de la infancia… Se llama Óscar y… hasta donde yo sé, esta es su casa -dije titubeando un poco. Aquel hombre se quedó pensativo y por su gesto pareció comenzar a atar algunos cabos. Me dijo que compraron el apartamento a una familia hace unos cinco años porque ya apenas iban por allí y no les compensaba mantener una casa que casi no pisaban. Le pregunté que si le sonaba de algo el apellido Domenech y me dijo que, efectivamente, esa era la familia que les vendió el piso.

Mientras me contaba aquello, miré disimuladamente sobre su hombro y distinguí a una chica joven sentada en el sofá del salón junto a una mujer mayor. Ambas miraban embelesadas a un niño que gateaba por un suelo lleno de juguetes. Era el mismo salón en el que había estado con Óscar viendo la televisión durante tardes enteras, pero aquel escenario había dejado de pertenecer a mi infancia para convertirse en un lugar extraño y desconocido.

Según me contó aquel hombre de voz profunda y amable, la familia de Óscar ya no iba por allí porque lo que en un principio les enamoró del pueblo se había perdido para siempre. Ya no era un lugar de descanso y desconexión; sino una pequeña gran urbe con sus atascos, sus colas en las tiendas y sus restaurantes con gente en la puerta esperando a que quedara alguna mesa libre… Ni rastro del pueblo de pescadores que algún día fue; se acabó el anonimato de un lugar que casi nadie conocía en la década de los ochenta.

Mi ánimo sufrió un duro revés ante aquella revelación, pero todavía me quedaba bastante gente por visitar, así que le di las gracias a aquel hombre y marché hacia el piso de Rebeca esperando tener algo más de suerte. Había pasado muy buenos momentos junto a aquella chica viva, alegre, despreocupada y con el pelo del color del trigo; así esperaba poder recordarlos durante un rato de charla inolvidable que me devolviera la ilusión del niño que un día fui.

Los rigores del verano

La entrada de su casa sí que era radicalmente diferente a la de mis recuerdos: habían reemplazado la puerta original por una blindada y las ventanas ahora tenían rejas. Llamé al timbre y nadie contestó pese a que escuchaba con claridad una televisión sonando a todo volumen en alguna habitación de la casa. Llamé una segunda vez por si acaso no me habían escuchado y a los pocos instantes me pareció percibir el sonido de la mirilla abriéndose con rapidez aunque nadie dijo una palabra. No quise probar a llamar una tercera vez; temí encontrarme con una historia parecida a la de la familia de Óscar y opté por marcharme para volver más tarde si mi búsqueda daba más y mejores frutos que hasta el momento.

Fui a ver a Noelia al bloque de al lado: aquella chica simpática, de ojos azules y miedosa de cualquier perro que siempre andaba tonteando con Óscar. Llegué hasta la puerta de su casa y vi que estaba en bastante mal estado: los rayos del sol la habían deteriorado bastante y nadie se había preocupado de darle una simple capa de barniz. Las ventanas estaban sucias y no había ningún felpudo bajo mis pies, por lo que supuse que la casa llevaría bastante tiempo vacía. De todos modos, ya que había llegado hasta allí no iba a darme la vuelta sin más, y resignado a mi mala suerte probé a llamar al timbre que, sin dar crédito a mis oídos, sonó alto y claro llegando incluso a sobresaltarme con su estridente sonido.

Los contraluces de la escalera

Me abrió la puerta un niño de unos siete años de pelo claro y sonrisa pícara. Me miró, no dijo nada, dio la vuelta y salió corriendo dejándome allí plantado con la puerta de la casa entreabierta. Escuché como llamaba a su madre y cuando ella contestó enseguida sentí una cierta familiaridad con aquella voz. Se asomó a la puerta de la cocina y descubrí aquellos ojos azules que tantas veces llamaron mi atención cuando apenas estaba empezando a experimentar sensaciones que años más tarde comencé a considerar amor.

No sabía quién era, no hacía falta que lo dijera porque su cara lo decía todo. Noelia siempre fue muy expresiva, y no había perdido aquella facultad. Esta vez fui yo quien tomo la palabra y simplemente dije: -¿Noelia?. Ante lo que ella contestó: -Sí, y tú eres…. -¡Jorge! -respondí. -Tal vez no te acuerdes de mí, pero… veraneaba aquí hace casi veinte años y siempre estábamos juntos tú, yo, Óscar, Rebeca, Rubén….

La expresión de su mirada cambió por completo a medida que iba hablando. Se secó las manos torpemente con un paño anaranjado y comenzó a acercarse a mí mientras decía: -¿Jorge? ¿El de Zaragoza? ¿El que siempre llegaba el último en las carreras de bicis?.

Sí, ese era yo: el eterno patoso que no sólo tenía la costumbre de llegar en última posición en todas las competiciones que organizábamos, sino también el que chocó contra Óscar una vez jugando al fútbol perdiendo ambos el conocimiento durante unos instantes. Ese era Jorge: el chico soñador que hablaba de cambiar el mundo por uno más justo, el que planeaba lo que haría de mayor sin saber que en realidad la vida da tantas vueltas que hacer planes a largo plazo es una pérdida de tiempo. Allí, tumbado en el césped junto a mis amigos contando estrellas y hablando de mil y unas cosas que se nos quedaban grandes pasé los mejores veranos de mi vida. Y lo único que me unía en ese momento a aquella época maravillosa era Noelia.

Me abrazó, me dijo que aunque durante los primeros veranos tras mi marcha se había acordado de mí a menudo, también reconoció después pasaron años enteros sin un miserable recuerdo y que, por eso, ahora se sentía extraña. Es lógico, yo también sentía algo parecido. Noelia formaba parte de mi vida pasada, pero saltaba a la vista que ya no era la misma persona que yo recordaba.

Muchas preguntas se agolpaban en mi cabeza: ¿Ese niño era suyo? Y en tal caso… ¿Quién era su padre? ¿Dónde estaba el resto de toda nuestra pandilla? ¿Seguía Rebeca viviendo en su piso? En realidad ya conocía las respuestas, me di cuenta nada sentir el extraño abrazo de Noelia: todos habíamos cambiado irremediablemente. Aunque una conocida canción diga que veinte años no es nada, en realidad dos décadas bastan para cambiar la vida de familias enteras. Durante casi toda mi vida me negué a creerlo. Realicé ese viaje para tratar de demostrarme que no era un esclavo del tiempo, que en el fondo no había perdido nada en el camino recorrido durante veinte años de vivencias; pero me equivocaba. Mis amigos no eran los mismos: unos sencillamente ya no estaban y otros habían hecho su vida de tal modo que ahora ocupaban el lugar y el papel de nuestros padres en aquellos años felices. El tiempo había ejecutado su sentencia, y ni yo ni nadie podía hacer nada para cambiar las cosas.

Le dije a Noelia que iba a acercarme un momento al coche para subir unas rosquillas típicas de Zaragoza que había traído y que con ellas, acompañadas de un café, podíamos charlar de todo lo sucedido durante los años transcurridos. Con un «ahora mismo subo» me despedí de un pasado que era mejor dejar reposar tranquilo. Yo ya no pintaba nada en la vida de Noelia del mismo modo que era una tontería seguir buscando un pasado maravilloso donde sólo quedaba polvo y hojarasca.

Sé que fui un cobarde, y que tal vez Noelia me recordará con amargura durante otros veinte años por lo que hice; pero en vez de coger aquellas rosquillas que sólo existían en mi imaginación, salí de la urbanización sin mirar atrás, arranqué el coche y no me detuve hasta que llegué a mi Zaragoza natal mientras me prometía que, a partir de ese día, dejaría que los buenos recuerdos fueran simplemente eso: recuerdos.

Luz misteriosa

Montar en bicicleta estimula la imaginación

Hoy me ha pasado algo curioso: me he ido a dar una vuelta con mi bicicleta de montaña por la tarde (hacía tres largos años que no salía con ella) y la verdad es que los 25 Km a ritmo tranquilo que he ido improvisando durante un par de horas me han sentado de maravilla. A estas horas de la noche tengo las piernas algo cargadas por la falta de costumbre; pero de verdad que es algo que me ha sentado genial, sobre todo a nivel anímico.

Lo interesante del asunto (aparte de haber intentado grabar unas imágenes en vídeo del abandonado camping Estrella de Mar del que han salido recibiéndome a pedradas unos tíos bastante inquietantes) es que a medida que iba pedaleando por lugares en los que no había ni una persona miraras hacia donde miraras, se me han ocurrido las líneas maestras de una historia que me he puesto a redactar nada más llegar a casa y pegarme una ducha fresca.

Hacía mucho tiempo que no se me ocurría un relato, y éste es de los largos, así que me siento contento de haber vuelto a enfrentarme al «reto de la hoja en blanco» entrelazando una pequeña aventura que mezcla vivencias propias con parte de ficción. Relato al que todavía le tengo que añadir algunas imágenes para que su lectura no se haga demasiado pesada pero que, a grandes rasgos, ya está finalizado y mañana lo publicaré.

(Y de regalo un «autorretrato ascensoril»  😛 )

Autoretrato ascensoril

La historia de la Gameboy

En la historia de los videojuegos hay una máquina aparecida en 1989 que entró en los hogares de muchos millones de personas gracias a juegos simples y adictivos, un hardware duradero y resistente, una filosofía tranquila y un precio asequible: la Gameboy. Tal fue la popularidad del modelo original que la saga se reencarnó varias veces para adaptarse a los nuevos tiempos vendiendo la friolera de más de doscientos millones de unidades hasta que el éxito de la relativamente reciente Nintendo DS acabó por sacarla precipitadamente de los planes de la compañía japonesa a mediados del 2006.

Familia Gameboy (II)

Esos diecisiete años dieron para mucho, y puesto que he tenido la suerte de poseer todos los modelos (que no versiones) de esta fantástica máquina que fueron apareciendo en el mercado, hoy  me gustaría echar la vista atrás y repasar con vosotros Gameboy a Gameboy un pedazo grande de la historia de los videojuegos portátiles. ¡Espero que disfrutéis del viaje!

Gameboy (1989)

Gameboy

El modelo original de la consola portátil por excelencia de Nintendo apareció en Japón el 21 de Abril de 1989. Sus creadores (el mismo equipo que desarrolló las Game & Watch) apostaron fuerte por ella, pero no imaginaban que años después el éxito de la máquina superaría todas las expectativas y se convirtiría en un fenómeno a escala planetaria.

La primera Gameboy contaba con un microprocesador de 8 bits a 4,16 MHz, 8 KB de memoria RAM, pantalla con cuatro niveles de verde (sí; verde) sin ningún tipo de iluminación, regulación de contraste y 160 x 144 pixels de resolución. También contaba con puerto de comunicación para jugar en multijugador con otras Gameboy, conector para auriculares y regulación de volumen. De la alimentación se encargaban cuatro pilas AA que nos permitían jugar más de 20 horas seguidas con la consola.

Los cartuchos de los juegos (con una capacidad máxima de 8 Mb) se insertaban en una ranura que la máquina tenía en su parte superior y para controlarlos disponíamos de una cruceta digital de cuatro direcciones, dos botones A y B así como los habituales pulsadores de Select y Start; controles que estarían presentes en toda la gama, pero a los que se añadirían en modelos más avanzados un par de pulsadores más.

Recuerdo con cariño esta consola porque fue mi primera portátil después de las Game & Watch. Este tipo de máquinas siempre me han llamado más la atención que las consolas de sobremesa por darme la oportunidad de jugar una partida en cualquier lugar y situación, así que la Gameboy para mí es todo un referente y una piedra angular en mi infancia.

Gameboy Pocket (1996)

Gameboy Pocket

Aunque hoy en día mucha gente se extraña de que Nintendo tienda a revisar todos sus productos y dotarles de un menor tamaño, esta práctica la viene realizando desde la creación de este modelo, pues el resultado fue muy bueno para las arcas de la compañía.

La Gameboy Pocket apareció siete años después que el modelo original y tenía exactamente sus mismas prestaciones pero en un formato mucho más reducido (una estrategia que se repetiría en el último modelo de la saga) y contando con una pantalla que pasó a ser gris en vez de verde. La alimentación corría a cargo de un par de pilas AAA que, si bien no duraban tanto como las cuatro que alimentaban al modelo anterior, daban suficiente autonomía como para realizar un viaje largo sin preocuparnos de nada (aproximadamente 10 horas).

Pantalla GBP

Había un par de periféricos bastante curiosos diseñados para esta máquina pero que también eran compatibles con la GB original y con los modelos que llegaron posteriormente. Se trata de una cámara digital que se acoplaba a la consola como si de un cartucho cualquiera se tratara y de una impresora para poder sacar en papel las fotografías que hacíamos con la cámara. Tenéis a continuación una fotografía de la cámara en plena acción con su capacidad de captura en cuatro niveles de gris.

Gameboy Camera en acción

La Pocket fue una consola de muy reducido tamaño y cuya calidad de pantalla estaba a años luz de lo que se estilaba por aquellas épocas. Cierto es que no tenía color, algo muy criticado por ciertas personas sabiendo que las consolas de la competencia lo habían incorporado en sus pantallas hacía ya años, pero la familia Gameboy jugaba la baza de la diversión por encima de las virguerías técnicas.

Gameboy Light (1997)

Gameboy Light Skeleton Famitsu Edition & Bubble Bobble

La gameboy Light es, en esencia, una GB Pocket con una retroiluminación de pantalla azul al estilo de los relojes Casio y alimentación mediante dos pilas AA que daban 20 horas de autonomía con la luz apagada y 12 con esta encendida. Son máquinas que nunca se comercializaron oficialmente fuera de Japón, y por lo tanto son difíciles de encontrar a no ser que recurramos a eBay y similares.

Sin embargo, mi relación particular con la GB Light proviene precisamente de una tienda de artículos de segunda mano en Madrid donde vi una en color plata a bastante buen precio (creo que eran unos 18 euros) allá por el año 2002. Obviamente estaba dispuesto a comprarla sin pensármelo dos veces, pero cuando eché mano a mi cartera me di cuenta de que no llevaba dinero suficiente, así que di media vuelta y me encaminé con paso rápido a casa de mi abuela para obtener un «préstamo» rápido.

Con el dinero ya en el bolsillo volví a la tienda y me encontré con la desgracia de que la consola ya había sido vendida, de modo que me quedé con cara de idiota, una gran decepción y haciéndome la promesa de conseguir una GB Light del modo que fuera. Durante los días siguientes estuve dando vueltas por tiendas de Internet en busca de alguna Gameboy Light, pero la cosa estaba muy complicada de encontrar hasta que un buen día me llegó un e-mail de un tipo inglés que había leído un mensaje mío en un foro y que decía estar dispuesto a venderme una Gameboy Light «un poco especial».

Gameboy Light Skeleton Famitsu edition box (front)

Gameboy Light Skeleton Famitsu edition box (rear)

Se trataba de la Gameboy Light Skeleton Famitsu Edition; concretamente el modelo MGB-101. De color transparente y edición limitadísima. La consola fue creada para celebrar el número 500 de la revista japonesa de videojuegos Famitsu y se fabricaron exactamente 5000 unidades: 4500 de ellas en un blister de plástico y 500 en caja de cartón, que es precisamente la versión que a mí me estaban ofreciendo.

Me gustaría comentar que la diferencia entre un tipo de empaquetado y otro coincide con la forma de distribución de la máquina. Por lo que he podido investigar (hay muy poca información en Internet de esta rarísima versión de la Gameboy) la versión en blister se vendió en el propio evento realizado en Japón para celebrar el aniversario de Famitsu. La versión en caja de cartón, sin embargo, sólo se podía conseguir por encargo y se enviaba por correo a su destinatario. De ahí que sólo haya 500 de ellas en el mundo (499 y esta :mrgreen: ).

Ahora bien, la exclusividad se paga, y la consola me salía por un pico; era muchas veces más cara que aquella que había visto en Madrid días atrás, pero también representaba mi única oportunidad de hacerme con una Gameboy Light. Por otra parte, mi situación económica por aquella época no era muy desahogada que digamos, y al final lo que hice fue comprar la consola a medias con mi hermano (algo que todavía no se lo he podido agradecer lo suficiente, porque si no llega a ser por él adiós Famitsu Edition).

Gameboy Light Skeleton Famitsu Edition (II)

Vale, gastarse los cuartos era un problema, pero no lo era tanto como la poca seguridad de aquel negocio. Era un tipo inglés que me ofrecía su consola nueva a estrenar y del que sólo tenía un nombre, una dirección de e-mail y un número de cuenta bancaria en Inglaterra. Si me quisiera timar no tendría ningún problema, pues todo sería su palabra contra la mía en una denuncia entre dos personas a más de 1000 Km de distancia. Sin embargo el tipo infundía confianza y, pese a todo, mi hermano y yo decidimos dar el paso realizando la transferencia.

Pasaron un par de días y James (así se llamaba el vendedor) nos comentó que el paquete ya había sido enviado. Contuvimos la respiración y al cabo de una semana y pico el cartero trajo un paquete certificado con origen en Londres. Un paquete cuyo contenido nos maravilló al abrirlo y nos hizo ver que teníamos algo entre manos único y especial.

Obviamente nunca hemos usado esa consola. La encendimos el primer día para comprobar que funcionaba y se acabó. Sólo la sacamos de su caja para hacerle fotos muy de vez en cuando y nada más, pues no es una máquina para llevar a la calle y usarla alegremente. Con el reducido número de ellas que hay circulando por el mundo, cualquier mínimo daño que se pudiera producir por su uso sería un verdadero desastre para nosotros. Por eso, nuestra GB Light Skeleton la consideramos una verdadera reliquia de la que prometimos no desprendernos jamás; y lo vamos a cumplir, pues desde que lo comentamos por aquel entonces en un par de foros, nos han llegado ofertas por ella que han llegado a duplicar lo que nos costó, pero ni aún por esas nos desharemos de este pequeño tesoro. No es por el coste; es por lo que significa; y es que sus controles fabricados en un blanco inmaculado así como el reborde de la pantalla en el mismo tono y su suave retroiluminación azul, hacen de esta máquina un ejemplar único e irrepetible.

Por cierto, a modo de curiosidad me gustaría señalar que aunque por Internet hay algunas imágenes de esta pequeña consola, siempre son las de la versión en blister; no apareciendo ninguna de la versión en caja de cartón que os estoy mostrando. Precisamente acabo de comprobar que han enlazado un par de imágenes de esta reportaje en una entrada de Tiny Cartridge contando esto mismo que os digo ante la sorpresa de sus lectores.

Gameboy Light Skeleton Famitsu Edition (I)

Sé que ni mi hermano ni yo volveremos a hacer una locura como esta para conseguir una videoconsola por muy exclusiva que sea; y mucho menos para tenerla «de adorno» en casa. Sin embargo, cada vez que vemos la caja de esta Gameboy tan especial, siempre recordamos los días de angustia que pasamos hasta que estuvo en nuestras manos.

Gameboy Color (1998)

Gameboy Color

La llegada del color a la familia Gameboy no fue la anunciada revolución en nuestros bolsillos que Nintendo anunció al presentar la máquina. La paleta constaba de 32000 colores, pero la consola sólo podía mostrar 52 de ellos en pantalla al mismo tiempo. Del mismo modo, la ausencia de iluminación en la pantalla supuso esta vez un problema más serio, pues la esta era más oscura que en modelos precedentes y se necesitaba una buena luz detrás de nosotros para jugar confortablemente. Dos pilas AA daban una autonomía de unas 20 horas de juego.

Los juegos iban un poco más allá de los aparecidos para las dos máquinas anteriores, y aprovechando la llegada del color y el nuevo formato de cartuchos, aparecieron nuevas entregas de títulos ya conocidos en los que apenas cambiaba el aspecto gráfico. Me gustaría aprovechar para comentar en este punto que mi mayor decepción con esta máquina fue la versión de Carmageddon, pues aunque el original era un juego tridimensional y espectacular en PC, en la pequeña máquina de Nintendo consistía en un simple mata-mata de cochecitos en el que todo se veía «a vista de pájaro» y cuya calidad general era realmente patética. Las 6000 pesetas peor invertidas de toda mi vida tienen forma de cartucho.

Precisamente hablando de los cartuchos, hay que mencionar que además de los habituales de color gris originarios de la Gameboy (que podían ser jugados con varias paletas de cuatro colores a elegir durante el encendido de la máquina), aparecieron en el mercado juegos en cartucho negro que eran compatibles con ambos tipos de consola y juegos en cartucho transparente que sólo funcionaban en la GB Color.

Pantalla GBC (I)

Sin ser ni mucho menos  una mala consola, la GB Color fue vista por mucha gente como una simple actualización menor para no perder el tren de un mercado en el que Nintendo reinaba a sus anchas sabiendo que cualquier nuevo producto se vendería por millones. Sin embargo, la verdadera revolución llegaría tres años después.

Gameboy Advance (2001)

Gameboy Advance

La Game Boy Advance (más conocida como GBA) sí que supuso un importante salto de calidad con respecto a las primeras máquinas.Esta vez se rompió en gran parte con los esquemas del pasado y se empleó una configuración horizontal para los botones, a los que se incorporaron dos gatillos denominados «L» y «R» en la parte superior de la consola y una gran pantalla a color (aunque todavía sin retroiluminación) de 2.9 pulgadas en el centro de la misma.

Los cartuchos de GBA eran de un tamaño mucho más reducido y compatibles únicamente con esta máquina, pues el hardware de las anteriores Gameboy nada tenía que ver con el de la Advance (aunque la GBA sí que aceptaba cartuchos de GB y GB Color); comenzando por su microprocesador, que ahora pasó a ser un ARM de 32 bits funcionando a 16.8 MHz. La alimentación corría a cargo de dos pilas AA que duraban unas 15 horas según los datos de la propia Nintendo.

Pantalla GBA (I)

La pantalla pasó a tener 240 x 160 píxels y podía mostrar 32768 colores en pantalla al mismo tiempo (prácticamente un píxel de cada color). La ausencia de retroiluminación hacía que tuviéramos el mismo problema con la luz que sucedía con la GB Color, y es que sin una iluminación ambiental intensa, muchos juegos eran prácticamente imposibles de visualizar; siendo el caso más extremo el de Castlevania: Circle of the Moon, pues al tener unos gráficos muy tenebrosos, hubo usuarios que se quejaron amargamente a Konami, que realizó un apartado gráfico más luminoso en los dos títulos siguientes que salieron para esta máquina (aunque por suerte, la GBA sería la última Gameboy sin iluminación «de serie» en la pantalla).

Pantalla GBA (II)

Lo mejor de la GBA es, sin duda, su extenso y genial catálogo de software. Para ella aparecieron algunos de los mejores títulos portátiles que existen, y se nos hará la boca agua al recordar juegos como Mario Kart, Metroid Fusion, Zelda Minish Cap, Wario Ware Inc, Castlevania Aria of Sorrow, Golden Sun, Boktai… Títulos que a día de hoy todavía suenan con fuerza por los foros de todo Internet y que muchos usuarios recordamos con una sonrisa.

Gameboy Advance SP (2003)

Gameboy Advance SP

La Gameboy Advance SP (GBA-SP para los amigos) es una versión mejorada de la anterior consola de Nintendo. Por fin teníamos una pantalla iluminada (consistente en una especie de «tubo fluorescente» en la parte inferior)con la que podíamos jugar en plena oscuridad al tiempo que se adoptó un revolucionario diseño plegable que luego se repitió en la Nintendo DS de tal forma que protegía la pantalla de golpes y arañazos. La alimentación por su parte pasaba a ser tarea de una batería de litio que nos evitaba tener que ir con los bolsillos llenos de pilas. Por fin la Gameboy dejaba de ser un juguete para ser una consola algo más seria, pues el aspecto cromado de su carcasa le hacía ganar muchos puntos en cuanto a elegancia.

Aparecieron mil y una versiones de la SP y se vendieron millones de ellas en todo el mundo. La consola fue todo un éxito y fuimos muchos los que nos lanzamos de cabeza a hacernos con una de ellas. A nivel particular, he de decir que es la máquina que más me ha fascinado de todas las que he tenido y con la que más he aprendido sobre videojuegos. En ella descubrí la saga Wario Ware y partir de ahí ya nada volvió a ser lo mismo. Además, era retrocompatible con todos los cartuchos de las máquinas anteriores (al igual que lo era la GBA), lo que le daba un valor añadido al poder jugar con cualquier título aparecido anteriormente para las portátiles de Nintendo.

Pantalla GBA-SP

Sin embargo, nada dura eternamente, y pocos meses después de sacar al mercado la GBA-SP, en Nintendo empezaron a diseñar la que sería el último escalón de la familia Gameboy. Una encarnación que fue poco menos que puntual, pues al poco tiempo de aparecer en el mercado, la compañía japonesa anunció que centraba todos sus esfuerzos en la DS y dejaba de lado la familia Gameboy.

Gameboy Micro (2005)

Gameboy Micro

Como os comentaba, la Gameboy Micro fue la última de la saga en aparecer en el mercado. Nintendo la sacó en Europa en Noviembre de 2005 y más o menos para la primavera siguiente decidió descatalogarla porque sus cifras de ventas no fueron excesivamente altas. La DS estaba ya en plena acaparación del mercado portátil y la más pequeña de las Gameboys no tuvo ninguna posibilidad de sobrevivir.

Sea como sea, la máquina era una maravilla: la electrónica interna era la misma que en la GBA, el tamaño era absolutamente minúsculo, la pantalla era increíblemente nítida, la batería duraba unas ocho horas, la calidad de los botones era superior a la de cualquier máquina de Nintendo, la pantalla era retroiluminada con ajuste de brillo en cinco niveles, su carcasa era metálica… Una auténtica maravilla de diseño que pretendía meterse en el mismo segmento de mercado que los iPod y aparatos similares.

Yo fui un devoto total de la Micro, y actualmente es la videoconsola que más utilizo (dentro de lo poco que uso ya los videojuegos). Es habitual que todas las noches me eche una partida rápida antes de dormir a cualquier juego porque al ser tan pequeña se puede usar casi en cualquier situación sin ningún tipo de molestia. Como os digo, para mí es la mejor Gameboy de la historia.

Como contrapartida hay que señalar que sólo era compatible con los cartuchos de GBA y que el sonido, sin auriculares, apenas se escuchaba en entornos ruidosos; pero da igual, la GB Micro era un ejercicio de diseño que nos enamoró a muchos por su tamaño y por la impecable calidad de sus acabados.

Pantalla GB Micro

Con la Micro terminaron los diecisiete años de reinado de la Gameboy y comenzó la época de la DS. Consola que, aún siendo de la misma compañía, no compartía raíces con su hermana mayor y por eso tomó un camino diferente.

logonintendo-gba1

Pues bien, hasta aquí el repaso a esta familia de máquinas de bolsillo fabricadas por Nintendo. Unas videoconsolas que definieron el concepto de juego portátil, pues aunque cuando se lanzó la Gameboy original había en el mercado un par de contendientes más a cargo de Sega y Atari (con la GameGear y la LYNX respectivamente) la única que realmente cabía en un bolsillo y la que tenía los juegos más divertidos era la consola blanca que abría este artículo.

Recuerdo bien cómo miraba con envidia los anuncios de aquella pequeña videoconsola y cómo se la pedía a un amigo de la playa siempre que podía para echar una partida al Tetris, al F1 Race o al Terminator 2, que eran los únicos juegos que tenía por aquel entonces. Tiempo después me compré una Gameboy yo mismo, y tanto me gustó aquella máquina que poco a poco me fui haciendo con todas a medida que iban saliendo al mercado: desde la Gameboy ladrillo original hasta la Micro que cerró la historia.

La primera y la última

Y es muy cierto que hay gente que posee decenas de versiones de GBA-SP, todas impolutas y perfectamente ordenadas en vitrinas como si de un museo se tratara; pero yo he ido disfrutando con mis propias manos de cada una de las Gameboys que han ido saliendo al mercado con el paso de los años (a excepción de la Light Skeleton Famitsu Edition, claro está) y me hace feliz saber que todas y cada una de las máquinas que aparecen en la siguiente imagen me ha proporcionado innumerables horas de diversión.

Familia Gameboy (I)

Desde luego, si en Nintendo pretendieron construir una máquina técnicamente sencilla pero capaz de entretener a cualquiera, he de decir que conmigo acertaron de pleno y siempre habrá un lugar en mi corazón para esa mítica cruceta de control que ya es todo un símbolo de los videojuegos.

¡Larga vida a la Gameboy!

Enlaces de interés

Gameboy Line (Wikipedia)

Nintendo’s Portable History: Part 2, Game Boy

La casa del loco

Todos los alcalaínos que ahora tenemos entre veinte y treinta años y hemos pasado nuestra infancia en el barrio de Nueva Alcalá tenemos claro cuál es el lugar más tenebroso de la ciudad: la casa del loco. Un lugar ahora en ruinas y lleno de graffitis cuyo interior albergaba secretos que sólo los más valientes se atrevieron a descubrir en los joviales tiempos del colegio, pues la mayoría de nosotros habíamos escuchado historias tan terroríficas sobre ese lugar que jamás nos atrevimos a poner un pie ni siquiera en sus inmediaciones.

La casa del loco (II)

Lo que se conoce en Alcalá de Henares como «la casa del loco» no es más que un viejo caserón en las inmediaciones de Nueva Alcalá (concretamente frente al túnel que da entrada al parque de La Chopera) que desde hace muchos años está completamente abandonado y semiderruido tal y como muestra Google Maps. Si os fijáis en las fotos que ilustran esta entrada, las paredes están llenas de grandes agujeros y plagadas de graffitis; tampoco hay tejado bajo el que guarecerse en ese lugar que, por lo tanto, es poco más que un montón de piedras dejadas de la mano de Dios en medio de un campo de cultivo sin utilidad alguna hoy en día, pues la hierba crece a sus anchas sin nadie que cuide de esos terrenos junto al río.

El lugar, visto fríamente no es capaz de infundir ningún temor a nadie; y menos aún viendo la alegre y multicolor capa de pintura que cubre con enormes letras los muros del lugar. Sin embargo, todavía no he olvidado las historias que se contaban en el colegio sobre ese sitio: que si en ella vivía un psicópata, que si estaba lleno de drogadictos, que si había perros rabiosos, que si habían desaparecido no se cuántos niños en su interior… Y aunque todo aquello no era más que el producto de la calenturienta mente de los niños de la EGB, la primera de esas leyendas era la que daba su denominación al lugar, y aunque hay que reconocer que estaba muy exagerada, sí que era la única que poseía una cierta veracidad.

La casa del loco (I)

Muchos años después de haber dejado atrás la época del colegio me enteré de que en aquel oscuro lugar malvivía un hombre al que siempre veía rebuscar por los cubos de basura del barrio. Aquel tipo no hablaba; sólo extendía la mano para pedir unas monedas y emitía aullidos cada vez que alguien le decía cualquier cosa, sacando a continuación del carro que siempre le acompañaba una barra de metal que agitaba en el aire a modo de contundente amenaza.

Esa persona era Cipriano; más conocido como «El Cipri» por los chavales del barrio. Él era el que daba su nombre a aquel lugar misterioso; él era «el loco». Pero la historia de Cipriano no tiene que ver con crímenes, rituales demoníacos ni nada que se le parezca. Cipriano sólo buscaba cobijo en aquella casa y quería que le dejaran vivir en paz; que no se metieran con él. De hecho, lo que no mucha gente sabe es que «El Cipri» tenía un montón de dinero en el banco y que era una persona como otra cualquiera hasta que  una enfermedad mental le hizo lanzarse a la calle para llevar una vida vagabunda llena de miseria y suciedad.

La casa del loco (III)

Sé del pasado de Cipriano de buena tinta porque da la casualidad de que el padre de un buen amigo mío lleva toda la vida viviendo aquí y le conocía cuando era una vecino como otro cualquiera. De hecho, hay una anécdota muy buena sobre esto en la que un conocido de esta persona que os digo hace muchos años vio a Cipriano y sintiendo pena por él le dio 100 pesetas al ver su mano extendida. Cuando unos segundos después el padre de mi amigo le dijo que ese tío seguramente tenía más dinero que él en el banco, éste se indignó y se pensó un par de veces volver calle arriba para pedirle sus veinte duros a Cipri; y aunque finalmente lo dejó correr, tardó un buen rato en cambiar el gesto de sorpresa que se le quedó en la cara ante aquella sorprendente revelación.

En la casa del loco no se cocinaban niños, no era una puerta al infierno y tampoco salían zombies a medianoche por debajo del puente que da acceso al lugar. En aquel edificio en ruinas sólo había un pobre hombre que sobrevivía a costa de lo que encontraba en los cubos de basura y que un buen día desapareció sin dejar rastro. No sé qué habrá sido de Cipriano, pero sin él la casa del loco ya no merece seguir llevando ese nombre, pues él se lo dio y él se lo llevó junto a todas las cosas que siempre guardaba en aquel carro chirriante.

She's coming home

Actualización 29/03/2009: Añado algunas fotografías nuevas del lugar (estas un poco más «tétricas» por estar el día bastante nublado).

La casa del loco (V)

La casa del loco (IV)

La casa del loco (VII)

La casa del loco (VI)

La historia de la autopista A-2 a su paso por Alcalá de Henares

A estas alturas ya sabréis que soy muy aficionado a la historia reciente de Alcalá de Henares. Es la ciudad en la que resido desde 1984 y a la que tengo bastante apego porque creo que aúna lo mejor de un lugar medianamente tranquilo con las comodidades de una urbe moderna.

Y hablando de Alcalá, precisamente hace unos días mi compañera de trabajo me preguntaba que si la carretera A-2 había pasado alguna vez por el centro de la ciudad, ya que en la mañana anterior alguien le había hablado de «la antigua nacional dos». Pues bien, un par de minutos después y gracias a la ayuda de google maps ya estaba situado sobre la ciudad complutense dispuesto a darle a María una clase teórica sobre trazados de carreteras en la actualidad y en el pasado.

María quedó muy contenta con mi charla, de modo que enseguida pensé en redactar una entrada en el blog hablando del tema, pues considero que puede resultar un tema interesante para cualquier persona, así que… ¡Vamos a ello! 😉

Cruzando puentes con la mirada

La A-2 es la autopista que une Madrid con Barcelona pasando por Guadalajara y Zaragoza en una trayectoria prácticamente recta. A su paso por Alcalá de Henares describe una curva muy amplia de tal modo que si vamos hacia la ciudad condal dejaremos la cuna de Cervantes a nuestra derecha. Cualquiera que no conozca la historia alcalaína pensará que esto ha sido así desde el principio de los tiempos; pero hoy os mostraré que este trazado es relativamente reciente y que hace años la carretera pasaba directamente por el centro de la ciudad.

Que yo sepa, ha habido en total tres trazados diferentes, así que vamos a ir viéndolos en imágenes comenzando por el más antiguo:

EL TRAZADO ORIGINAL DE LA CARRETERA MADRID-BARCELONA

Puerta de Madrid

Resulta sorprendente comprobar que hace varias décadas la ruta que hoy conocemos como «carretera Madrid – Barcelona» seguía el trazado del viejo camino real que atravesaba la ciudad de Oeste a Este. Este trazado data de la edad media y atravesaba la ciudad por su parte central (bueno, prácticamente su única calle en los tiempos posteriores su fundación) de Oeste a Este.

Dicho camino tiene su origen en la antigua calzada romana que recorría el valle del Henares uniendo las ciudades de Mérida, Toledo, Titulcia, Complutum (o lo que es lo mismo: Alcalá) y de ahí a Caesar Augusta (Zaragoza) y a Tarraco (Tarragona) para seguir hasta Barcino y a la frontera con Francia. Como podéis ver, la misma N-II pero en calzada.

primer-mapa

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En el mapa que tenéis aquí encima podéis ver el trazado aproximado de aquella ruta sobreimpreso a las actuales calles de la ciudad. Su discurrir alcalaíno comenzaba en lo que hoy son las ruinas de Complutum y se adentraba en la ciudad por el Camino del Juncal para continuar por la avenida Nuñez de Guzman. A continuación atravesaba las calles Postigo y Victoria, la Plaza de los Santos Niños, las calles Escritorios, Santa Úrsula y Colegios para tomar a continuación el Paseo del Val, desviarse por Lope de Figueroa, tomar el actual Camino de los Afligidos y finalmente, aproximadamente a la altura del centro comercial La Dehesa, seguir por la actual autopista A-2.

EL ANTIGUO TRAZADO DE LA N-II

Via Complutense

La primitiva carretera fue útil mientras los vehículos que circulaban eran poco más que carromatos tirados por caballos. Cuando los coches y camiones propulsados a motor fueron poco a poco conquistando los caminos y los viajes se empezaron a popularizar, aquella vía que atravesaba la ciudad bajo la puerta de Madrid y que se adentraba por las calles Mayor y Libreros se convirtió en una fuente de problemas y hubo que optar por buscar una solución acorde a los nuevos tiempos.

Calle Carmen Calzado en 1963

En algún instante entre los años 1918 y 1958 (hasta el momento me ha sido imposible fijar una fecha exacta) se construyó el segundo trazado de la carretera N-II a su paso por Alcalá de Henares: una pequeña ciudad que apenas tenía casas más allá de las murallas que la delimitaban. Precisamente por eso aquella carretera se ideó de forma paralela a la muralla Norte y a escasos metros de ella como podemos ver en la siguiente imagen.

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Originalmente esta vía consistía en un simple camino de tierra preexistente (en las fotografías de la zona hacia los años 1910/1915 se puede apreciar con claridad) pero en un momento indeterminado de mediados de siglo, este camino se asfaltó convirtiéndose en una importante travesía que dejaba al trazado original relegado a un uso estrictamente urbano.

Si elevamos un poco más nuestro punto de vista nos vamos a encontrar con una importante calle de dos carriles en cada sentido llamada «Vía complutense» (marcada en color amarillo en la siguiente imagen) que atraviesa la ciudad de izquierda a derecha bordeando el centro histórico de la misma por su parte Norte. Dicha vía no es otra que la antigua N-II, y lo más sorprendente es que hasta el año 1985 todos los vehículos que se dirigían hacia Barcelona procedentes de la capital tenían que pasar forzosamente por allí.

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Tráfico a media tarde

Poco a poco Alcalá fue creciendo en todos los sentidos y lo que era una carretera que bordeaba la ciudad acabó prácticamente atravesándola por su parte central. Evidentemente esto no suponía ningún problema cuando el parque automovilístico en España era escaso (algo que podéis apreciar en muchas de las fotografías originales de la serie Alcalá de Henares ayer y hoy) pero cuando en los primeros compases de la década de los ochenta los coches empezaron a aflorar como las margaritas en primavera, el tráfico por Alcalá empezó a ser una importante preocupación para políticos y ciudadanos que obligó a diseñar un nuevo trazado que es el ahora vigente.

EL TRAZADO ACTUAL DE LA AUTOPISTA A-2

La actual autopista data del año 1985 y es el trazado que está marcado en color naranja en la siguiente imagen. Podéis apreciar cómo evita el centro de la ciudad (como es lógico) atravesando los polígonos industriales de la zona norte de Alcalá y dejando aislado al campus universitario de ciencias (parte superior derecha de la imagen) del resto de la urbe.

Para que veáis la diferencia con la carretera anterior, ésta sigue marcada en color amarillo pálido y se puede distinguir perfectamente porque atraviesa la ciudad por el centro prácticamente en línea recta (sólo hemos subido de altitud con respecto a la captura anterior).

Vista general del trazado de la A-2 a su paso por Alcalá de Henares

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¿Os imagináis el tráfico de una carretera tan importante como la A-2 circulando por las estrechas calles del centro de la ciudad? Es cierto que resultaría como mínimo sorprendente, pero si pensáis en esa infinidad de pequeños pueblos atravesados por alguna de las pequeñas carreteras que todavía existen en España comprenderéis que lo que ha sucedido en Alcalá de Henares no es más que una evolución lógica necesaria para adaptarse a los nuevos tiempos.

La calle mayor

Bueno, espero que os haya entretenido este pequeño reportaje y os haya enseñado alguna cosilla que no conociérais. Yo he de reconocer que he disfrutado mucho informándome y recopilando imágenes de las diferentes épocas pese a que se me han ido unas cuantas horas en su confección, pero no importa, y de hecho todavía voy a dar unas cuantas vueltas más para ver si consigo averiguar el año exacto de inauguración del segundo trazado para así dejar el reportaje completamente terminado. Tras muchos libros consultados y muchas personas preguntadas, ese es un dato que todavía no he conseguido sacar a la luz, pero no quiero retrasar más la puesta de largo de estas líneas. Cuando consiga el dato ya actualizaré ligeramente el artículo, pero creo que tal y como está ahora mismo servirá para despertar la curiosidad de algunos de vosotros y por eso he elegido el día de hoy para mostraros esto.

De todos modos no quisiera terminar este artículo sin dar las gracias a la oficina de turismo de Alcalá de Henares por toda la lata que les he dado a base de preguntas, a la encargada de la biblioteca del distrito IV por mostrarme algunos libros que me han sido de gran ayuda y también a Maza y a Manolo; dos lectores que me apuntaron en los comentarios importantes datos sobre el origen romano de esta carretera y el trazado exacto de la misma respectivamente. Sin su inestimable ayuda muchos datos se me hubieran pasado por alto y el reportaje hubiera quedado bastante «cojo».

Como os decía, espero que estos párrafos hayan sido de vuestro agrado. ¡Gracias por vuestro tiempo!  😉

La mítica animación de la DAICON IV (los orígenes de Gainax)

Hace unos meses me llamó la atención un vídeo que mi hermano estaba viendo en youtube. Se trataba de una animación japonesa (anime) con música de Electric Light Orchestra; en concreto con el tema Twilight del álbum Time que, dicho sea de paso, es una canción como la copa de un pino.

El caso es que le pregunté por dicho vídeo y me dijo que era una especie de AMV que Gainax (creadores años después de animes de culto como FLCL o Evangelion) había hecho en sus orígenes; cosa que me dejó bastante impresionado, pues estamos hablando de los primeros años de la década de los 80.

Los miembros de Gainax en 1987

Pues bien, ahora me he puesto a investigar un poco sobre el origen de dicho vídeo y lo que he encontrado me gustaría compartirlo con vosotros; así que vamos con ello, pues seguro que os resulta curioso y/o interesante:

DAICON III

La Daicon III fue la vigésima edición de una feria japonesa de ciencia-ficción celebrada en Osaka en el año 1981, y Gainax (llamada sencillamente Daicon Film hasta que cambió de nombre en 1985) fue la encargada de crear una animación que sirviera como cabecera del evento.

Aquel equipo de jóvenes animadores que entonces rondaban la veintena de años creó una obra sencilla pero muy efectista llena de mechas, monstruos gigantescos y poderosos efectos visuales. En su momento fue una pequeña revolución que mostraba a una niña pelirroja enfrentándose a grandes enemigos sacados de series de ciencia ficción como Ultraman, Star Trek o Godzilla empleando una amplia variedad de armas y movimientos que dejo a todo el público de la feria realmente impresionado.

El vídeo fue todo un éxito y otorgó a sus creadores un cierto renombre en los círculos de la animación japonesa de la época; algo que les sirvió para crear alguna que otra cosa antes de afrontar el proyecto que les llevaría a la fama y se convertiría en un auténtico referente para los años venideros.

DAICON IV

El mismo equipo que se encargó de la introducción de la Daicon III fue elegido gracias a su buen hacer para realizar lo propio en la Daicon IV celebrada en 1983.

Dicha animación estaba protagonizada por la misma chica proveniente de la Daicon III (de hecho el primer minuto y medio muestra un breve resumen de aquel vídeo) pero con un aspecto mucho más crecido y además embutida en un traje de conejita de Playboy. Durante todo el fragmento posterior la vamos a ver luchando contra multitud de personajes más o menos conocidos que hacen referencia a diversas facetas de la animación  y la ciencia-ficción a nivel mundial; pues no sólo van a aparecer personajes japoneses, sino que también podremos ver a Batman, Darth Vader, Superman, Yoda, Epi y Blas, James Bond, Spiderman… Es muy característico también el vuelo de la protagonista sobre la legendaria espada Stormbringer durante buena parte de la obra.

Hay que destacar que todo el mundo de la animación japonesa está de acuerdo en que este breve metraje ha tenido una enorme influencia en el anime creado a partir de ese momento, pues sus influencias son claras en muchas creaciones posteriores hasta el punto de que la propia Gainax la referencia en muchos de sus trabajos posteriores e incluso series ajenas a la compañía como Densha Otoko emplea la misma composición musical en su introducción.

EL VÍDEO

Mucha gente considera a estos minutos de animación como lo más grande que se ha creado nunca en este campo. La cantidad de personajes, la epicidad de los movimientos combinados con la música y el enorme mérito de condensar tantas cosas en tan poco tiempo a elevado a aquel equipo de animadores a la categoría de mitos.

El vídeo que podéis ver a continuación fue lanzado en Laser Disc en el año 1988 y actualmente hacernos con una de las escasas copias que salieron a la venta puede costarnos un riñón y parte del otro, pues cuando en Ebay aparece alguno suele llegar con facilidad a pujas de entre 1000 y 1500 dólares. Por cierto, me ha llamado la atención enormemente que la escasez de discos comercializados es debido a que la música empleada fue utilizada sin contar con el permiso de la Electric Light Orchestra y por lo tanto no podían comercializar el vídeo a gran escala, sacando esas copias casi en exclusiva para los propios miembros del equipo y gente muy allegada.

Me gustaría señalar como curiosidad que la animación no estuvo completamente finalizada hasta la misma mañana de inicio de la Daicon IV y que fue realizada sobre vinilo en lugar de acetato para rebajar costes; cosa que da más mérito todavía a la obra por la dificultad que entraña trabajar sobre este material. Ya sé que no son más que dos anécdotas, pero ambas me parecen bastante impresionantes y creo que dicen mucho sobre la complejidad de esta pequeña obra de arte.

MÁS INFORMACIÓN

Por último os dejo algún enlace de interés (en inglés) por si queréis ampliar un poco la información sobre esta mítica animación que marcaría el futuro de uno de los más grandes estudios de anime y el de todo el sector.

http://www.cjas.org/~leng/daicon.htm

http://en.wikipedia.org/wiki/Daicon_IV

http://en.wikipedia.org/wiki/Gainax

La Torre del Rey de Oropesa del Mar

La Torre del Rey en Oropesa del Mar es una pintoresca e impresionante construcción medieval de tipo defensivo situada en pleno litoral de esta localidad castellonense. Es realmente sorprendente ver aparecer este gigantesco cubo de piedra gris a pocos metros de los modernos edificios de apartamentos y directamente sobre unos acantilados cuyas vistas me han observado hacer multitud de fotografías a lo largo de todos estos años.

La Torre del Rey sobre los acantilados

La Torre del Rey sobre los acantilados de Oropesa del Mar.

Hoy nos vamos a adentrar un poco en el pasado de este monumento tanto desde el punto de vista histórico como del personal, pues recuerdo muchas vivencias de mi adolescencia entre sus piedras, arcos y troneras. Los que me conocéis un poco sabéis bien que los recuerdos son algo muy importante en mi vida, así que intentaré sacar a relucir muchos de ellos al tiempo que os presento un lugar sin par en todo el litoral valenciano.

UN POCO DE HISTORIA

Oropesa del Mar no siempre ha sido una tranquila (bueno, ahora no tan tranquila) localidad de veraneo para cientos y cientos de personas. Si nos remontamos seis siglos en el tiempo veremos estos mismos parajes de acantilados rocosos y playas de arena blanca pero sin el menor atisbo de chalets, edificios de varias alturas y derivados. Sin embargo, ya en la primera mitad del siglo XV se podía apreciar en el litoral una peculiar construcción en forma de torre que servía para defender a la población de los ataques piratas tan frecuentes en el Mediterráneo.

Los riscos y acantilados de Oropesa del Mar eran un escenario idóneo para que los corsarios ejecutaran mil y una escaramuzas tanto en el propio litoral como en los barcos que surcaban estos mares. Debido a ello los habitantes de aquel pequeño pueblecito costero pidieron al Rey de la Corona de Aragón algún tipo de construcción defensiva para paliar en mayor o menor medida estos ataques, pues sus cultivos, sus familias y sus propias vidas corrían un serio peligro de forma continuada.

Fotografía aérea de Oropesa del Mar en la actualidad.

El hecho concreto que llevó la petición hasta los ojos del Rey fue el ataque pirata a Torreblanca acontecido en el año 1397. Viendo el desastre causado por aquella acción en una localidad tan próxima a Oropesa los ciudadanos de la villa decidieron movilizarse para conseguir un aumento de su propia seguridad.

El Rey accedió a la petición el 25 de Septiembre de 1413 y además de la torre decidió levantar una capilla y una fortaleza que más adelante serían derribadas como luego veremos. La obra se financió mediante limosnas y recaudaciones de los procuradores de la Corona de Aragón, pero aquel capital inicial reunido resultó no ser suficiente y hubo que afrontar el proyecto por partes, siendo la primera y más importante la torre defensiva que se terminó de edificar en 1428.

Grabado 2

Grabado del Cabo de Oropesa de 1811 mostrando la situación de la torre.

En el año 1534 el Conde de Cervellón, Señor de la Villa de Oropesa, decide reestructurar la torre de tal modo que esta sea mucho más fuerte para potenciar su labor defensiva. El plan consiste en edificar una torre más ancha y más alta tomando como base la construcción original para optimizar esfuerzos y recursos. Sin embargo, dos años después un sangriento ataque del pirata Barbaroja haría ver que ni siquiera aquella poderosa torre era capaz de otorgar una seguridad completa a los habitantes de Oropesa. Acometer esta reforma le cuesta a Cervelló entre 15000 y 21000 ducados y se cree que gracias a su acción le es entregada la propia torre en forma de donación por parte de la Corona, aunque otras teorías sostienen que directamente fue adquirida por el propio Cervellón.

La reforma de la torre consistió a grandes rasgos en un engrosamiento de los muros de la planta baja, la adición de las plantas superiores y la construcción de las dos características caponeras que hacen el perfil de esta edificación completamente reconocible en la distancia. Por fin, en 1568 la torre estaba completamente finalizada y fue entonces adquirida por el Rey Felipe II abonando diez mil ducados en plazos. A partir de ese momento es cuando se empieza a conocer a la fortificación con el nombre de “Torre del Rey”.

Comentar a modo de curiosidad que un ducado era una moneda fabricada a base de oro de 23’75 quilates de pureza y cuyo peso era de 3’5 gramos. Si tenemos en cuenta que ahora mismo el oro de 24 quilates cotiza a unos diecisiete euros el gramo rápidamente podemos echar cuentas y ver que un ducado podría equivaler a unos 60 euros, y aunque es verdad que el oro ha ido subiendo su cotización a lo largo de la historia sí que podemos entender que 10000 ducados en aquella época era una cantidad de dinero más que considerable.

La primera decisión de Felipe II nada más tomar posesión de la torre es limitar el número de plazas de la misma a catorce repartidas en cuatro hombres a caballo, dos artilleros y ocho infantes. Posteriormente (entre 1571 y 1576) la dotación de la torre se queda sólamente en siete personas. Precisamente en el año 1576 pasa a encargarse de la gestión de la Torre del Rey la Guarda de la Costa del Reino de Valencia; más conocida como la «Guarda de los Veintiuno».

Vista desde la planta de coronación

Vista hacia el Norte desde la planta de coronación.

Según los historiadores la construcción de la fortaleza civil complementaria a la torre fue finalizada entre 1499 y 1536, pues en ese último año es cuando sucede el ataque de Barbaroja antes mencionado y que se considera el bautismo de fuego del conjunto defensivo incluyendo la mencionada fortaleza civil según rezan los escritos de la época.

Por otra parte, se cree que la capilla es una obra posterior, pues no hay referencias de su existencia hasta el año 1597 cuando Catalá de Valeriola narra en sus crónicas que pasó la noche en el castillo de Oropesa y al día siguiente se acercó a «la otra torre» para escuchar misa en la iglesia que había junto a ella.

Sin embargo, iglesia y fortaleza desaparecieron sin dejar apenas rastro entre 1597 (cuando Catalá hace referencia a esta edificación) y 1791, año en el que Cavanilles describe la Torre del Rey como un elemento defensivo aislado y sin nada a su alrededor. No deja de ser curioso que de dos construcciones tan importantes como una iglesia y una fortaleza civil no queden más que leves rastros de argamasa que parecen indicar que ambas edificaciones se situaban muy próximas a la Torre del Rey.

Grabado 1

Dibujo de Cabanilles de 1791 representando la villa de Oropesa.

La teoría más aceptada sobre la desaparición de estos dos grandes elementos arquitectónicos está relacionada con otro importante ataque pirata a la Villa de Oropesa en 1619. En él cual la villa fue saqueada e incendiada y sus habitantes muertos o hechos prisioneros.

Tras ese ataque se decidió aumentar la funcionalidad de la fortificación, y para ello se tomó la drástica decisión de demoler las construcciones que había en los alrededores de la torre y que limitaban la visión de la misma. De esta forma cayeron la capilla y la fortaleza que formaban parte del proyecto original. Aquellos ataques demostraron una vez más que la Torre del Rey no era capaz de cumplir su función de vigilancia y defensa de la población, y a los señores de la época no les tembló el pulso a la hora de firmar el derribo de estos estorbos para la visión. Tras esta “limpieza”, la configuración de la torre permaneció invariable hasta nuestros días.

Comentar a modo de curiosidad que existen dos pequeñas torres de vigilancia al Sur de Oropesa (Torre Colomera y Torre Cordà) y otra más al Norte (Torre la Sal) que servían también para avisar al ejército y a la población de los posibles ataques que pudieran llegar. Estas torres se encuentran en más o menos buen estado de conservación y en el caso de la Torre Cordà se puede divisar a simple vista desde lo alto de la propia Torre del Rey.

Torre Corda

La Torre de la Cordà tras el espigón del puerto deportivo de Oropesa.

LA TORRE

La Torre del Rey son en realidad dos torres una dentro de la otra: la original de 1413 y la construida a modo de refuerzo por el Conde de Cervellón en 1534, aunque en la práctica la delimitación entre ambas es prácticamente imperceptible. La torre original contaba con dos plantas principales y una auxiliar, estando la planta baja conformada por las dos salas principales que podemos ver actualmente.

Esta planta contaba con un perímetro exterior de 13’20 x 13’20 metros y una anchura de muros de 150 cm. El espacio interior se repartía en dos salas de idénticas dimensiones. Del resto de plantas no quedan apenas restos debido al hecho de que la torre nueva se construyó directamente empleando la antigua como base.

La torre que se comenzó a construir en 1534 tiene un exterior de piedra caliza en forma de sillar y el interior elaborado en mampostería. Los muros en la planta baja tienen un espesor total de 360 cm y en conjunto la torre tiene unas dimensiones de 17’40 x 17’40 metros de perímetro en su base y una altura de 15’70 metros, resultando un imponente volumen de 4792’6 metros cúbicos incluyendo las caponeras.

Restos del muro "tambor"

Entrada a la Torre del Rey tras los restos del muro «tambor».

La adición de dichas caponeras en esquinas opuestas de la planta baja también es consecuencia de la obra de la nueva torre. Estas curiosas garitas de vigilancia contaban con tres troneras cada una desde las que se tenía una buena visibilidad de los alrededores. Las caponeras cuentan con un radio exterior de 5 metros y un radio interior de 2’7 metros, lo que nos da una anchura de muros de 230 cm y contando con una pequeña abertura en su parte superior a modo de ventilación.

Sabemos también que junto a la torre existía un patio cerrado en el que estaba situada la cocina, los baños y un aljibe abovedado con capacidad para 45000 litros de agua. Lugar que actualmente no aparenta ser un patio tal y como tendemos a concebirlo, pero éste presenta una pequeña puerta que da acceso al mencionado aljibe confirmando lo que la crónicas de la época nos dicen.

La Torre del Rey

Aspecto general de la Torre del Rey.

En el primer piso, al que se accede a través de una estrecha escalera en la que más vale no cruzarse con otra persona porque sencillamente no hay espacio para los dos, nos encontramos con dos amplias salas rectangulares de 11’67 x 5,46 metros, una de ellas (la que da al Este) equipada con chimenea y unos aseos que, aunque hoy en día nos parecerían tercermundistas, eran lo que se estilaba en aquella época. Los muros en esta planta tienen 286 centímetros de anchura.

La planta alta era de tipo descubierto y estaba destinada a la defensa del territorio circundante. Poseía una serie de troneras que cubrían los trescientos sesenta grados del horizonte y gracias a ello era mucho más fácil visualizar cualquier ataque que se pudiera producir.

En las esquinas contrarias a las caponeras de la planta baja se encuentran unos garitones con troneras que permiten una mejor visión del territorio y también hay presentes unos aljibes en los huecos de las bóvedas.

Pared Este

Vista de una tronera y uno de los garitones de la torre.

Tronera hacia el Sur

Vista hacia el Sur desde una de las troneras de la planta alta.

Por último, en la planta de coronamiento existe un camino de ronda al que se accede a través de una escalerilla desde la planta alta y un pretil sin almenas de ninguna clase.

RECUERDOS DE UN ADOLESCENTE

Mucho más cercanos en el tiempo están mis propios recuerdos de esta singular construcción: allá por la primera mitad de los años noventa rara era la semana en la que no nos acercábamos una o dos tardes al abrigo de sus muros a jugar a las cartas, charlar o simplemente jugar a ser unos Indiana Jones de pacotilla. Nos encantaba subir a la parte superior y tumbarnos en las piedras cuando el sol estaba bajo y su sombra era una bendición; o si no, trepábamos torpemente a la caponera (lo que nosotros llamábamos ”el huevo”) de la esquina Norte para tener una perspectiva original del pequeño mundo que nos rodeaba en aquellos días de verano.

Caponera Norte

Nuestra querida caponera Norte.

En aquellos tiempos la torre estaba en un estado de total abandono. Es una pena no contar con imágenes del lugar porque me hubiera encantado mostrároslas, pero lo que voy a hacer es intentar narraros con detalle lo que uno se podía encontrar allí si se atrevía a franquear los retorcidos barrotes de una puerta llena de óxido que daba acceso al lugar:

En primer lugar hay que señalar que no había luz alguna en el interior de la fortificación. Los muros de más de tres metros de anchura en su parte inferior mantenían el lugar en una penumbra constante debido a que por las estrechas troneras apenas entraban los rayos del sol. Subir las escaleras era un verdadero acto de fe, y no hablemos ya de entrar en alguna de las dos salas de la planta baja, pues sus suelos estaban plagados de agujeros en los que alguna vez metí un pie llevándome de recuerdo un buen raspón con los bordes de la roca.

Otro de los recuerdos que tengo de estas estancias es que cuando entrábamos en ellas íbamos caminando con paso lento y arrastrando los pies al tiempo que llevábamos los brazos extendidos hacia delante para no chocar contra nada. Nunca tuvimos el valor de entrar en la sala contigua que hay a la derecha de la primera que uno se encuentra en la planta baja porque llegar a tocar el muro del fondo con las manos ya nos parecía bastante osadía, y es que al estar completamente a oscuras cualquier pequeña sensación extraña ya le hacía a uno imaginar las cosas más terroríficas del mundo.

Interior de la planta baja

Interior de una de las salas de la planta baja.

Comunicación entre las salas de la planta baja

El arco que comunica las dos salas de la planta baja.

Nosotros íbamos por allí a pasar la tarde sin más malicia que la de dejar transcurrir el tiempo de verano cuando no había nada mejor que hacer. Sin embargo parece ser que allí se debían montar unas buenas juergas por la noche, pues en muchas de las estancias se podían ver botellas rotas, preservativos usados y todo tipo de desperdicios. Tuvimos suerte de nunca cortarnos con ningún cristal ni tener ningún accidente grave, pero hay que reconocer que surcando aquellos corredores estrechos y palpando con la mano los enormes escalones llevábamos muchas papeletas para haber salido de allí con un una buena herida.

Ya en la parte de arriba de la torre también había que caminar con bastante cuidado pese a que estábamos al aire libre y los ojos dolían al pasar de la oscuridad más total a la más cegadora de las luces. Os decía hace un momento que entrar en la Torre del Rey era como una pequeña aventura que te subía las pulsaciones, y prueba de ello es que para los que no nos llevábamos bien con las alturas era todo un trago tener que saltar un hueco de medio metro de ancho para pasar a la otra mitad del mirador o mirar con espanto que un agujero en el suelo del tamaño de una puerta (la chimenea de la torre) llevaba directamente al piso inferior sin ningún tipo de parada intermedia por obra y gracia de la ley de la gravedad.

Interior planta segunda

Sala Este de la  primera planta con su característica chimenea.

Planta alta y pasarela de ronda

Aspecto de la planta alta con sus troneras y el camino de ronda.

Una vez allí quedaban atrás todos los malos ratos pasados en la subida y nos centrábamos en disfrutar de la tarde. Algún pirado del grupo a veces se sentaba en las piedras que hacían de barandilla mientras a mí se me hacía un nudo en el estómago y casi siempre terminábamos tumbados formando una figura geométrica (cuya forma dependía del número de personas que estuviéramos allí ese día) con la cabeza de cada uno apoyada en las rodillas de otro. Eran otros tiempos; años en los que no había más preocupaciones que llegar a casa a tiempo para cenar y no olvidarse de ver el capítulo de turno de Bola de Drac por las mañanas. Todavía faltaban algunos años para empezar a preocuparnos por nuestro futuro y el de las personas que nos rodean, y hay que reconocer que fue una época inolvidable para todos nosotros.

De cualquier modo he de reconocer que de todo el conjunto arquitectónico, lo que me daba un mayor “mal rollo” era esa habitación semienterrada que se encuentra fuera de la propia torre y que no es más que ese patio conformado por la cocina, los baños y el aljibe que os comentaba al hablar de la torre anteriormente. Era realmente aterrador asomarse y comprobar cómo esa estancia se encontraba completamente inundada y llena de basura flotando en sus aguas. El olor que salía de allí era bastante desagradable y le llevaba a uno a imaginar tenebrosas historias que nunca me atreví a compartir con mis amigos para no amargar sus sueños de esas noches.

Patio exterior de servicio

El patio exterior con su aljibe.

El interior del aljibe

El interior del aljibe.

Si tengo que hacer un balance de los recuerdos que tengo en este escenario he de reconocer que es muy positivo. Bien sabéis que aquella fue una época muy especial para mí y en la que se conformó gran parte de mi forma de ver la vida. Aquellas tardes con mis amigos hablando sobre cómo cambiar el mundo y soñando con una vida futura nunca tuvieron continuación en los años posteriores, y por lo tanto atrás quedan los sustos y el miedo en las escaleras de la torre permaneciendo en mi memoria las vistas compartidas, las partidas de cartas y las siestas a la sombra de las piedras.

LA TORRE DEL REY HOY EN DÍA

Ya habían pasado unos cuantos años desde la última vez que subí con aquellos amigos a la Torre del Rey. Supuse que todo seguiría más o menos tan abandonado como en los viejos tiempos, pero hace un tiempo pasé por delante de la entrada observando que habían vallado todo el recinto y había horario de visitas colgado en la puerta. Por lo visto el ayuntamiento de Oropesa había decidido recuperar este bello monumento y había empezado por el paso más lógico: restringir el acceso de modo que no hubiera más destrozos en el interior de la fortificación.

Vista general de la torre

Aspecto actual de la Torre del Rey desde la entrada al recinto.

Por supuesto, no iba a dejar pasar la oportunidad de ver cómo habían cambiado las cosas en el interior de la torre, así que crucé la renovada puerta de entrada (esta vez sin temores) y una pareja de guías me mostró una de las salas de la planta baja y la caponera norte desde dentro, donde uno se preguntaba cómo podían estar ahí dentro los soldados haciendo guardia durante horas, pues era un lugar terriblemente agobiante tanto por sus dimensiones como por el calor húmedo que hacía allí.

Los suelos habían sido cuidadosamente arreglados y ya no había huecos en los que meter un pie. Del mismo modo, las escaleras habían sido iluminadas con multitud de focos y recorrerlas ya no suponía un acto de fe, si bien la considerable altura de los escalones seguía notándose en las piernas (sobre todo al día siguiente). Pese a que la restauración aún estaba a medio terminar, la torre se veía impoluta y cuidada, cosa que era absoluta novedad para mí. Y es cierto que la planta superior todavía no había sido modificada en absoluto, pero al menos llegar hasta ella ahora estaba al alcance de cualquiera sin excesivas complicaciones.

Escaleras

Primer tramo de escaleras.

Desde el año 2007 la restauración de la Torre del Rey está completamente finalizada, aunque en realidad todavía están en proyecto algunas mejoras que se afrontarán en el futuro: ahora mismo hay luz en todas las estancias, las troneras tienen un cristal para evitar que la gente se asome, se han instalado barandillas en todos los tramos de escalera, se han puesto vallas metálicas en la planta superior… en definitiva, se ha acondicionado la fortaleza para que la gente pueda conocerla en todo su esplendor.

Lo que más llama la atención (al menos desde mi punto de vista) son los estrechos pasillos y tramos de escalera en los que es físicamente imposible cruzarse con otra persona por muy delgada que esta sea. También impresionan de sobremanera los angostos accesos a las caponeras de la planta baja, y es que con mis 172 centímetros de estatura tengo que pasar por ese lugar en cuclillas, así que os podéis imaginar lo agobiante que puede ser permanecer ahí todo el día junto a otras personas.

Demostrado queda que el ser humano es capaz de hacer cosas increíbles, y es que si vemos cualquier construcción de hace un siglo seguro que está bastante dañada y necesita una urgente rehabilitación. Sin embargo, lo que se ha hecho en la Torre del Rey en un arreglo básicamente cosmético, pues la estructura de la torre está prácticamente intacta pese a que han pasado seiscientos años desde su concepción. Nunca dejará de sorprenderme que no hay presente en ella vigas ni ayudas técnicas de ningún tipo; sólo piedras, argamasa y el duro trabajo de muchas personas.

Garitón

Uno de los garitones de la planta alta al detalle.

De cualquier modo hay que señalar que en la década de los sesenta el suelo de las caponeras fue elevado un metro y medio con respecto a su altura original, por lo que aunque el espacio vital seguía siendo escasísimo en su interior antes de la mencionada reforma, al menos había un poco más de altura con respecto a lo que nos vamos a encontrar actualmente. Esto explica por qué en el interior de dichas caponeras las troneras nos quedan a la altura de los tobillos; y es que uno al entrar en estos peculiares lugares podría pensar que para vigilar los alrededores los soldados debían estar tumbados en el suelo; pero al conocer la altura real del suelo entonces todo cobra sentido y se entiende que la postura de los soldados en realidad era erguida o en el peor de los casos de rodillas.

De esa misma época data tanto la reconstrucción de la fila superior de piedras de la torre (que quedó muy dañada en la guerra civil española) como la construcción del camino de piedras que rodea a la torre entre plantas, gatos y chicharras. Dicho camino está formado por guijarros redondeados más o menos del mismo tamaño y colocados todos de canto de tal modo que caminar con tacones por ese lugar es algo un poco complicado a tenor de lo que he podido ver en diversas ocasiones.

Camino de piedras

El camino de piedras que rodea la torre.

El camino, como digo, es de los años sesenta así como el vallado original que rodeaba la torre. Dicho vallado fue sustituido por otro más fuerte a principios de la presente década porque el primero estaba seriamente dañado tanto por la corrosión como por los distintos actos vandálicos que ha venido sufriendo este conjunto arquitectónico desde hace muchos años y que parecen haber cesado con la última restauración y el nuevo cercado de la parcela que ocupa la edificación.

No cabe duda de que la obra realizada en el exterior de la torre, aparte de contribuir a un mejor aspecto de la misma, ha logrado que su futura conservación sea más fácil y mejor. De esta forma no se repetirán las entradas indeseables en la torre, los pintadas, la suciedad y los destrozos en su interior.

Entrada a caponera Sur

Acceso a la caponera Sur.

No puedo dejar de comentar la angosta entrada a la propia torre. Entrada que en su momento era todavía más estrecha, y es que en su momento existía un muro «tambor» entre el patio exterior y la apertura de la puerta estando situado entre la caponera Norte y el muro principal de la fortificación. Este muro contaba con dos portales defendidos por troneras de tal modo que cualquier persona que pretendiera acceder a la torre debía pasar por este lugar y someterse al examen de los guardias de la entrada.

Por otra parte, lo más probable es que en su momento existiera algún escudo de armas sobre la puerta de entrada, pero eso es algo que jamás se ha podido demostrar y hoy en día ha quedado un hueco relleno por piedras distintas a las originales que da alguna pista sobre que efectivamente ahí debió haber algún tipo de ornamento hace mucho tiempo.

Entrada a la Torre del Rey

La entrada a la torre.

En definitiva, si tenéis ocasión de visitar Oropesa del Mar os recomiendo que preguntéis por la Torre del Rey y saquéis un rato para visitarla: la entrada es gratuita, se recorre en menos de media hora y en su interior os vais a dar cuenta de que si nuestra vida nos parece complicada, la gente de hace unos siglos lo tenía mucho peor. Nunca está de más «desconectar» del tiempo presente para hacernos una idea de cómo eran las cosas en el pasado, y los que seguís este blog sabéis muy bien que eso es algo que tengo muy presente.

AGRADECIMIENTOS

No quisiera finalizar esta entrada sin dar las gracias a la gente de la oficina de turismo de Oropesa del Mar; especialmente a Patricia: la chica que está estos días en la puerta de la Torre del Rey y que enseguida se implicó en este artículo facilitándome material y disipando todas las dudas que me han ido surgiendo durante la documentación del mismo. Sin su ayuda este pequeño reportaje hubiera carecido de muchos detalles y el rigor que he tratado de emplear a la hora de contaros un poco por encima la larga historia de esta fortificación defensiva. Del mismo modo, tanto Sara como Agustín (dos trabajadores de la mencionada oficina de turismo de Oropesa del mar) han colaborado han colaborado en la realización de este artículo aportando algunos datos puntuales y facilitándome mi labor en todo momento.

Mis agradecimientos también a los historiadores Francisco Sevillano Colom y José María Doñate Sebastiá por sus investigaciones sobre la villa de Oropesa gracias a las cuales he podido documentar este reportaje. Del mismo modo no puedo dejar de dar las gracias a Vicente Forcada Martí por esa pequeña maravilla editada en 1988 llamada «La Torre del Rei» que hace un fantástico recorrido histórico por la vida de esta peculiar construcción que siempre me ha fascinado tanto.

Y por fin, tras muchos párrafos y bastantes fotografías hemos llegado al final de esta entrada sobre una temática con la que nunca me había atrevido anteriormente y que espero hayáis disfrutado de su lectura tanto como lo he hecho yo con su redacción y documentación. En los días que he invertido en su preparación he aprendido muchas cosas tanto a nivel histórico como personal y también han vuelto a mi memoria un montón de anécdotas pasadas entre estos muros que, por incumbir a terceras personas, he preferido guardar exclusivamente para mí.

Luces y sombras

«Aquellas sombras de la tarde bajo las que nos acurrucábamos son ahora destellos de unas vidas que, aunque disgregadas por el mundo, siempre tendrán en común nuestras aventuras entre las piedras de la Torre del Rey».

La historia del iPod (documental en ocho partes)

Ayer por la noche, haciendo tiempo antes de ir al cine, me encontré echando un vistazo a Youtube un documental en castellano sobre la historia del reproductor de Apple dividida en ocho partes (por la famosa limitación de los 10 minutos de la web)

El caso es que me pareció bastante interesante y esta misma mañana he aprovechado para ver el resto de capítulos (anoche sólo pude ver los tres primeros), así que ahora os lo comento aquí por si queréis adquirir un poco de «cultura para concursos», que son esos conocimientos que no nos convertirán en sabios pero sí amplían nuestra visión general de las cosas 😛

Os pongo el primer capítulo directamente aquí y los demás en forma de enlace para no saturar la entrada con demasiados vídeos.

Primera parte (el mismo vídeo que el mostrado, pero también os lo pongo como enlace)

Segunda parte

Tercera parte

Cuarta parte

Quinta parte

Sexta parte

Séptima parte

Octava parte