La cosa va de incendios

Durante estos días será mejor que no me invitéis a vuestra casa porque allá donde voy veo fuego (o sus efectos). Si en la entrada anterior os mostraba las llamas que se producían detrás de la fábrica Roca el pasado Miércoles, lo que me he encontrado esta mañana dando un paseo junto al parque O’Donell ha sido algo tan triste como un kiosco de helados reducido a cenizas. Y es verdad que, como apuntaba Albert en un comentario, el fuego como tal tiene algo de hipnótico; pero contemplar sus pavorosos efectos una vez extinguido le deja a uno un poco alicaído.

No sé si habrá sido un acto vandálico o un simple accidente; pero sea como sea, es duro ver cómo la forma de alguien de ganarse la vida tiene ahora el aspecto de una hoguera recién apagada que todavía huele a quemado. Os dejo unas fotos…

Kiosco de helados chamuscado (IV)

Kiosco de helados chamuscado (III)

Kiosco de helados chamuscado (I)

Kiosco de helados chamuscado (II)