Limpiando la cámara

Si en la entrada anterior nos pusimos a limpiar nuestros objetivos, hoy vamos a quitarle la mugre al cuerpo de la cámara, pues suele tener ciertos recovecos en los que a veces se deposita el polvo que da gusto. Eso sí, antes de comenzar con el «rollo teórico» me gustaría dejar claro que nunca se debe limpiar una cámara réflex sin un objetivo montado o sin poner la tapa del cuerpo porque el polvo que sacaríamos acabaría depositándose en el interior de la misma y sería peor el remedio que la enfermedad.

La suciedad que puede acumular una cámara va en función del uso que le demos: no es lo mismo emplearla para ir por la ciudad con ella metida en una bolsa de fotografía la mayor parte del tiempo (como es mi caso) que las necesidades de un reportero gráfico que está cubriendo unas inundaciones en China y tiene que disparar en medio de un barrizal y/o bajo una lluvia intensa.

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En cualquier caso, los profesionales emplean cámaras que resisten lo que le echen y casi podrían limpiar su equipo con una manguera, así que me centraré en los que usamos la réflex de una forma más o menos «tranquila» y os contaré lo que hago yo para dejar mi Nikon D40 como recién estrenada:

Limpiando la cámara (I)

En aquellos rincones de la cámara en los que no solemos posar los dedos tiende a depositarse una buena cantidad de ese incómodo polvo que se empeña en ponerse a descansar sobre todas las superficies. Lo que yo hago para sacarlo de ahí es emplear un pincel más o menos grande con el que no hay rincón que se me resista por estrecho que sea.

Si hay algo de suciedad más incrustada (salpicón de barro, polvo con humedad…) suelo utilizar uno de esos cepillos para uñas que se suelen encontrar en las tiendas de «todo a 1 euro» para convertirlo en arenilla y luego eliminarlo con el pincel al que me refería hace un momento. Eso sí, nunca paséis el cepillo por la pantalla de la cámara, pues podéis rallarla si no tenéis cuidado. Lo de emplear el cepillo es para fragmentar la suciedad y que así salga mejor posteriormente igual que las excavadoras machacan el terreno para luego llevarse las rocas trituradas con un bulldozer.

Limpiando la cámara (II)

Por último, para dejar la pantalla como nueva (aquí más que polvo lo que hay son huellas de nuestros dedazos) empleo la misma bayeta de microfibra que utilizo para limpiar las ópticas de la cámara. Se trata de un tejido suave que no va a arañar el LCD y que limpia bastante bien la superficie si aplicamos antes un poco de vaho.

Como veis, en apenas un par de minutos podemos dejar nuestro equipo como nuevo sin apenas esfuerzo. Es mejor hacer este tipo de limpiezas superficiales de vez en cuando a dejar que la cámara acumule un montón de suciedad que luego nos costará mucho más eliminar.

Limpiando la cámara (III)

En el caso de las ópticas, su limpieza puede redundar en algo más de calidad de imagen; y aunque es verdad que un cuerpo de cámara muy sucio va a hacer las fotografías igual de bien que uno impoluto, con un poco de limpieza ganaremos en estética y evitaremos la posibilidad de que el polvo acumulado se pueda introducir en el interior y afectar a algún componente electrónico.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

Limpiando los objetivos

Aunque reconozco que soy un poco maniático con el tema de la limpieza de los objetivos, visto en perspectiva no es necesario tener los elementos frontales y traseros de las ópticas absolutamente inmaculados en todo momento como si nos fuera la vida en ello, porque es normal que si nos vamos a dar una vuelta con la cámara a cuestas vuelva con algo de polvo sobre su superficie. En cualquier caso, sí que es recomendable tratar de mantenerlos libres de impurezas excesivas porque, en el caso de que el sol pegue “de refilón” a la hora de hacer una fotografía, podrían dar lugar a molestas manchas luminosas (flares) que afearían el resultado final.

Motas de polvo

Limpiando objetivos (I)

Las típicas motas de polvo que se adhieren a absolutamente a todo (sí, a todo; en la pantalla del ordenador en el que estás leyendo este artículo verás que hay multitud de ellas por muy pulcro que seas) no representan ningún problema, ya que con emplear un pincel o la sencilla pera sopladora que usamos para limpiar el sensor saldrán volando sin más. Sin embargo, hay dos elementos que sí pueden resultar “peligrosos” para nuestras ópticas: la arena y los líquidos.

Elementos sólidos

Los elementos sólidos (pequeños granos de arena, por ejemplo) pueden rayar la lente si tratamos de eliminarlos directamente con la típica gamuza de microfibra para limpiar gafas porque al arrastrarlos pueden dejar marcas sobre la superficie del cristal; así que lo que lo ideal sería eliminar a base de aire a presión esos granitos de arena y luego, una vez que ya no quede ninguno, pasar la gamuza bien limpia (es importante que la gamuza no tenga restos de arena o similares, porque sería casi peor el remedio que la enfermedad) para los restos de polvo que puedan quedar.

Limpiando objetivos (II)

Líquidos

Del mismo modo, aunque el agua como tal no representa ningún problema (en pequeñas cantidades, claro) sí que nos puede amargar la fiesta si se trata de agua de mar o barro porque los componentes en disolución se pueden solidificar sobre la lente y darnos el mismo problema que el que os comentaba con los granitos de arena.

En tal caso lo mejor será humedecer la lente ligeramente depositando una o dos gotas de agua en su zona central para disolver los residuos y luego, con mucho cuidado y sin hacer ningún tipo de presión, pasar algún elemento absorbente (un trozo de papel de cocina sirve perfectamente) para que vaya “chupando” todo el líquido sobre la lente. Una vez totalmente limpia podemos pasar nuestra útil gamuza para rematar la faena.

Pinchando globos

Ojo con los recubrimientos de la lente frontal

Aunque el cristal que se emplea hoy en día para fabricar los objetivos es bastante duro, las capas antirreflectantes que llevan son algo más delicadas, y se pueden dañar si no tenemos un poco de cuidado al limpiarlas. Puede que un granito de arena no llegue a rayar el cristal del objetivo si no hacemos mucho el bruto al “restregarlo” sobre la lente, pero la finísima capa exterior dedicada a la prevención de flares y reflejos parásitos puede verse afectada y, con ello, la calidad general de las imágenes que captemos a partir de entonces con esa óptica.

Limpiando objetivos (III)

La ventaja de usar filtros

Si solemos emplear filtros UV como medida de protección en la parte frontal de nuestros objetivos no hace falta ser demasiado cuidadoso con su limpieza. En tal caso podemos soplar nosotros mismos sobre su superficie (que además es completamente lisa) para eliminar lo más gordo y pasar a continuación una gamuza suave o algo de tela que tengamos a mano para rematar el resultado. Al fin y al cabo, si rayamos un filtro con cambiarlo tendremos una óptica nueva a todos los efectos; pero aun así tampoco es plan ponerse hacer el bruto, que los filtros (especialmente los de más calidad) no es que los regalen precisamente.

Filtro UV

Bueno, y eso sin contar con que un filtro puede salvar la lente frontal de nuestro objetivo en caso de una caída desde poca altura, un “chinazo” provocado por el paso de un coche en un rally o un pequeño desprendimiento en la típica excursión por la montaña.

Sentido común

Como veis, todo lo que os he comentado en este artículo no es más que una simple aplicación del sentido común. No creo que se os ocurra limpiar una óptica con un estropajo; pero aun así creo que no está de más recordar estas pequeñas cosillas de vez en cuando para evitar disgustos y desagradables sorpresas.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia