Hoy la memoria RAM es 6000 veces más barata que en 1994

Aunque mi primer ordenador fue un ZX Spectrum +2, el PC llegó a mi vida allá por 1994 en forma de 486 DX2-66 con 8 MB de RAM y 420 MB de disco duro.

Recuerdo que aquel ordenador venía de serie con 4 MB de RAM que era lo habitual por aquellos tiempos; pero a la hora de configurarlo decidí aumentar la memoria otros 4 «megas» más por los que me cobraron la friolera de 19900 pesetas (120 euros al cambio actualmente).

Os comento esto porque ayer mismo compré un par de módulos de memoria DDR3 de 4 GB cada uno para mi nuevo ordenador de sobremesa de tal modo que ahora mismo dispongo de un total de 16 GB de memoria que ayudarán a que las aplicaciones de fotografía que suelo utilizar funcionen de forma fluida durante años. Aprovecho para apuntar que estos 8 GB «extras» me han costado 39 euros.

Familia de condensadores

El caso es que si ponemos las cosas en perspectiva y tenemos en cuenta que cuando hice la ampliación de memoria al 486 el mega de memoria RAM cotizaba a 30 euros, si hubieran existido unos hipotéticos módulos de 4 GB de RAM por aquella época y hubiera comprado un par de ellos, hubiera tenido que desembolsar aproximadamente 245000 euros (algo más de cuarenta millones de las antiguas pesetas); es decir, que actualmente la memoria RAM es unas 6300 veces más barata que hace diecisiete años. Casi nada.

Unas sencillas cuentas que nos dan una idea del ritmo vertiginoso al que avanza el mercado de la electrónica de consumo.

Una dosis de optimismo para afrontar los exámenes de septiembre

Esta mañana iba conduciendo hacia el trabajo cuando en la radio comentaron lo cerca que queda ya el mes de septiembre con sus correspondientes depresiones post-vacacionales, compras masivas de libros escolares, tormentas a última hora de la tarde… y los temidos exámenes de recuperación.

Paisajes casi tropicales

Enfrascado como estoy ahora mismo en mis tareas laborales, no me había dado cuenta de que estamos ya a menos de diez días de finiquitar el mes de agosto; y al percatarme de esto empecé a recordar que en mi época universitaria a estas alturas de verano estaría ya acelerado pensando en la cercanía del primer examen.

Por suerte solía ser un alumno aplicado y, aunque tenía amigos que se dedicaban a jugar a las cartas de Octubre a Junio y luego en Septiembre recuperaban todo lo que no habían aprobado durante el curso, yo solía sacar la mayoría de las asignaturas en Febrero y en Junio para que, aunque llevara alguna para las recuperaciones, al menos pudiera desconectar un poco durante el verano.

Oxidado

Pero el caso es que me pongo a recordar ahora aquellas tandas de exámenes y se me viene la cabeza la sensación de desánimo que me invadía cuando pese a echarle un montón de horas a una asignatura la suspendía con un cuatro y pico o cuando en un laboratorio la práctica final fallaba justo a cinco minutos de la evaluación. Momentos de impotencia que seguro habréis sufrido todos los que conozcáis de primera mano la vida universitaria y que a veces pueden llevarnos a pensar que estamos perdiendo el tiempo o que nos deberíamos haber dedicado a plantar guisantes en el fondo de algún valle perdido.

Un sentimiento que hace ya unos cuantos años traté de plasmar en este vídeo que grabé con una simple cámara compacta, una frenética canción de El niño gusano  y un poco de imaginación.

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No obstante, lo que pretendo con esta entrada es daros ánimos a todos los que estéis a punto de comenzar vuestros exámenes de recuperación. Las temporadas de exámenes en la universidad son épocas duras en las que cuesta conciliar el sueño y durante las que tenemos los músculos más tensos de lo habitual. De hecho, son tantas las horas de estudio que, por lo general, la espalda y/o el cuello acaban resintiéndose; así que no os olvidéis de hacer un descanso de vez en cuando.

Sin embargo, pese al dolor, la frustración, la ansiedad o el desánimo os aseguro que al final merece la pena todo el esfuerzo realizado. No ya sólo por el día en el que presentas tu proyecto de fin de carrera y te das cuenta de que ya tienes tu título (es una sensación indescriptible) sino por la perspectiva que adquieres a partir de ese momento. Tener una carrera no te hace más listo que nadie; pero sí que te abre una serie de puertas que de otro modo permanecerían cerradas; y eso es algo que tal y como están las cosas hoy en día no es ninguna tontería.

I think it's gonna be a long long time

Y es que a todas las facetas de mi vida les aplico la misma filosofía: ser metódico, constante y tener en mente que «si se hace algo es para hacerlo bien». Esto es algo que a mí hasta el momento me ha dado muy buenos resultados y, de hecho, ahora mismo estoy recogiendo el fruto de todo lo que sembré en su momento y considero que me encuentro en la mejor época de mi vida.

También me acuerdo de algunos compañeros de instituto que dejaron los estudios en plena época de vacas gordas para arrimarse a la cultura del pelotazo y el dinero fácil. Y si bien es verdad que mientras yo iba a clase en un coche viejo y pasaba las tardes peleándome en la biblioteca con ecuaciones diferenciales ellos iban a los sitios de moda en un BMW último modelo, ahora la mayoría de ellos se arrastra de empresa en empresa en busca de algún empleo que les permita llegar a fin de mes si es que no han vuelto a las aulas en busca de alguna formación que les abra aquellas puertas que ellos mismos se cerraron años atrás.

¿Cerrado?

Como os decía, desde mi punto de vista es fundamental trazarse una línea de trabajo y seguirla durante todo el tiempo que sea necesario. Sólo así algún día (seguramente más tarde que pronto) llegaremos a alcanzar nuestros objetivos o incluso a superarlos. Sin embargo, aquellos que van buscando atajos al final lo único que consiguen es ir de lado a lado picoteando de aquí y de allá, dándose cuenta al cabo de los años de que en realidad han estado dando vueltas en círculo y están en el mismo lugar desde el que partieron.

Cada loco con su tema

En definitiva: a aquellos que esteis a punto de meteros de lleno en los exámenes de septiembre os mando mucho ánimo y una buena dosis de optimismo porque, aunque es verdad que las cosas ahora mismo pintan mal en el plano laboral, si tenéis ganas y una actitud valiente ante el futuro las buenas noticias acabarán llegando.

Ya lo veréis. Al fin y al cabo, nunca llueve eternamente.

Haciendo balance del 2010

Como cada tarde del 31 de diciembre, llega el momento de echar la vista atrás y hacer balance de los últimos doce meses en una costumbre que viene ya de lejos y que considero imprescindible para afrontar el nuevo año con perspectiva.

Enero de 1987

Un año para recordar

He de admitir que 2010 ha sido el mejor año de mi vida en todos los aspectos: laboralmente las cosas han ido francamente bien y en lo personal el año comenzó con un viaje por Bruselas y alrededores que me dio una perspectiva muy interesante. Durante aquellos cuatro días, además de visitar lugares fantásticos, me conocí mejor a mí mismo y afiancé todavía más mi idea de que la felicidad reside en las pequeñas cosas. Como os digo, aquel viaje lo aproveché al 100% y prueba de ello es que de él vienen recuerdos a mi memoria prácticamente a diario.

A medida que fue pasando el año prosiguieron las buenas sensaciones por unas cosas o por otras (vacaciones, amigos, cafés…) y ya casi terminando el 2010 sentimentalmente también me llevé una buena alegría conociendo a una persona maravillosa con la que me encanta compartir el tiempo y junto a la que me siento plenamente feliz.

La fotografía

En temas fotográficos, si miro mi evolución a lo largo del año me doy cuenta de que he aprendido y he mejorado mucho durante los últimos doce meses. En este momento me siento fotográficamente completo y con el equipo del que actualmente dispongo puedo plasmar las cosas desde mi particular punto de vista sin echar grandes cosas en falta. La llegada de la D300 supuso un buen impulso a mis aspiraciones fotográficas; algo a lo que también contribuyeron decisivamente los diferentes objetivos que han ido llegando a mis manos y a los que cada día saco más partido.

Prohibido...

Sin embargo, más allá de las cámaras y los objetivos que pueda tener, lo que más me gusta es ver que día a día se me ocurren nuevas ideas para hacer fotografías y gracias a ello cada vez que salgo a la calle de safari fotográfico disfruto como un auténtico niño.

El blog

Y en cuanto al blog, pues no podría estar más contento: vuestra afluencia sigue al alza, compruebo que los artículos de fotografía son apreciados y valorados, mucha gente enlaza a este rincón de Internet en foros y en otros blogs… Si bien tengo la espinita clavada de llevar tiempo sin responder a los comentarios pendientes y el hecho de que tengo una buena colección de consultas realizadas por email a la espera de contestación (pido perdón por ello). Quisiera poder llevar todo eso al día, pero en los últimos meses dispongo de tan poco tiempo libre que si saco un rato para el blog lo invierto en crear nuevos artículos. Sea como sea, espero encontrar una solución a esto en breve plazo de tiempo porque ya os digo que para mí es el único «pero» relacionado con el blog.

Dell Inspiron Mini 10

El futuro

No soy adivino y por lo tanto no tengo ni la menor idea de cómo será este 2011 que comienza en apenas unas horas; pero sí que os puedo decir que en No sé ni cómo te atreves seguiréis encontrando nuevos contenidos porque por mucho trabajo que tenga siempre sacaré unos minutos para hablaros de alguna técnica fotográfica, contaros alguna historia cotidiana o mostraros alguna imagen de la que me sienta orgulloso. Además, si todo sigue los cauces previstos, durante este 2011 habrá muchas vivencias que contaros de un tipo que siempre le pone ganas e ilusión a todo lo que hace.

Tonos pastel

Muchas gracias por vuestras visitas (mañana os daré algunas cifras tanto del mes de diciembre como del 2010 al completo), estrenad el año en buena compañía, sed constantes en todo lo que hagáis y empeñaos en ser felices todos los días de vuestra vida.

Después de todo esto ya sólo me queda desearos…

¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!

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La virtud de la paciencia

Hay gente que no lleva nada bien las esperas por breves que sean. Se trata de esas personas que todos hemos visto alguna vez y que se caracterizan porque en la consulta del médico están dando paseos de esquina a esquina constantemente, en el supermercado se lanzan en pos de ser los primeros de la fila de la caja que acaban de abrir y a la hora de conducir circulan a escasos centímetros del parachoques del vehículo que les precede.

La espera eterna

A mí, sin embargo, las esperas nunca me han supuesto ningún problema: de hecho me gusta llegar a los sitios con tiempo para, una vez allí, dedicarme a observar el entorno y recrearme en algunos detalles. Cuando quedo con alguien a una hora determinada y se retrasa un rato en la mayoría de las ocasiones viene pidiéndome perdón por la tardanza; y aunque sé que mi habitual «no te preocupes, a mí no me importa esperar» le suena a forma políticamente correcta de aceptar sus disculpas, en realidad le estoy diciendo una verdad como una catedral. Para mí, una espera no es una pérdida de tiempo; sino una ocasión perfecta para detenerse por un rato, mirar alrededor y aprender todo lo posible.

Esto mismo aplicado a una escala mayor representa mi propia filosofía de vida según la cual lo importante no es tomar atajos para llegar a los sitios lo antes posible; sino elegir un itinerario que te permita contemplar paisajes desconocidos de los que poder disfrutar y aprender al mismo tiempo. Precisamente, la carretera por la que circulo desde hace meses me sigue enseñando cosas sorprendentes cada día, pero en la lejanía veo un pueblo costero en el que voy a hospedarme durante unos días para empezar a trazar mi futuro más inmediato.

Tres años de atrevimientos

El pasado Martes este blog cumplió tres años de edad; y aunque hasta hoy no he podido sentarme delante del ordenador para redactar estas líneas es un detalle que no quería dejar pasar por alto. Tres largos años que han pasado volando y que comenzaron con una entrada a mediados de Octubre de 2007 en la que os daba la bienvenida a todos los que quisierais acompañarme en este viaje y durante los cuales este rincón de internet ha sido visitado por mucha más gente de la que hubiera podido imaginar en aquellos momentos.

Miradas

No es ni mucho menos mi intención soltaros un rollazo tremendo sobre el pasado, el presente y el futuro porque no es el artículo ni el momento adecuados y porque para ese tipo de cosas están las entradas englobadas en la categoría filosofía barata. Sólo quería agradeceros en estas líneas el tiempo que invertís en pasar por aquí y aseguraros que, esté donde esté y haga lo que haga, no pienso cambiar las directrices de este blog. Del mismo modo, me gustaría sintetizar vuestro seguimiento en cinco datos muy concretos generados a lo largo y ancho de estos 1096 días juntos:

  • 831517 visitas
  • 8644 comentarios
  • 1565 entradas publicadas
  • 228 suscripciones por RSS
  • 49 suscripciones por email

A modo de curiosidad os puedo decir que tras todo este tiempo la portada del blog tiene un total de 247018 visitas; mientras que en lo que a entradas se refiere la más vista es la de la review del Asus EeePC 701 con 29722 visualizaciones seguida muy de cerca por el índice de fotografía con 27055 y en tercer lugar está aquella entrada que hablaba sobre los mitos y leyendas de las baterías de Li-ion con un total de 13632 visitas. En general, como es lógico, los artículos más vistos son aquellos de tipo práctico o bien que tratan de dar respuestas sencillas a problemas y dudas cotidianas, de modo que no descuidaré ese aspecto.

Lechuza (perfil)

Para finalizar, y volviendo a la intención inicial de esta entrada, quisiera daros las gracias a todos por vuestro tiempo tanto si sois seguidores habituales de este humilde rincón de Internet como si habéis llegado hasta aquí por los caprichos de Google. Al fin y al cabo soy yo el que escribe cada palabra que aparece por aquí, pero sois vosotros los que las leéis y las enriquecéis con vuestros comentarios de modo que, en realidad, esto lo construimos entre todos.

Las pequeñas decisiones son las que marcan el camino

La vida es una interminable sucesión de acontecimientos cuya combinación no es otra cosa que el producto de nuestras pequeñas decisiones de cada día.

Sucesiones

Puede que no nos paremos a reflexionar sobre ello, pero siempre he pensado que lo que tenemos y lo que hacemos hoy es la consecuencia de todas las decisiones que hemos ido tomando hasta el momento. Y no hablo de las grandes disyuntivas como optar por ciencias o por letras a la hora de estudiar; sino de todas esas acciones que realizamos a diario casi sin darnos cuenta porque en realidad forman parte de nuestra forma de ser.

Todavía no sé con certeza cuál será el próximo término de mi sucesión particular, pero las cosas apuntan a algo bueno. Ojalá sea así porque es algo que me ilusiona enormemente.

Abandono definitivamente el equipo de ultimONivel

Puede que a algunos de vosotros esto no os pille por sorpresa, ya que en los últimos meses apenas he redactado un análisis y dos reportajes para ultimONivel y es algo que se veía venir porque llevaba un tiempo bastante «desaparecido»; pero después de estar dándole vueltas al tema durante las últimas fechas he tomado la decisión de dejar oficialmente el equipo de redactores y colaboradores de la web dado que ahora mismo no me veo capacitado para aportar nada interesante a un proyecto del que he formado parte durante tres largos e intensos años.

Sé que ya hubo una ocasión a finales de 2008 en la que anuncié mi salida del equipo por motivos parecidos a los que hoy os voy a exponer; pero el caso es que al final me lo pensé mejor y volví a mis labores como redactor. Sin embargo, desde aquello no he vuelto a ser el mismo y no he sido capaz de mantener un ritmo de publicación ni remotamente parecido al de mis épocas más prolíficas, lo que me da a entender que tenía razón en aquello que planteaba hace algo más de un año.

Esto que ahora os estoy contando es algo muy meditado, absolutamente firme y que saben los miembros del equipo desde hace un par de días comprendiéndolo al 100% debido a que se trata de una decisión fundamentada en una serie de principios que tengo bastante claros y que ahora os resumiré un poco. Como os digo, es algo que para mí tiene toda la lógica del mundo; pero de cualquier modo se agradece enormemente la comprensión del resto del equipo.

Pues bien, en términos generales la cosa es que no creo que sea útil para la web tener como colaborador (no digamos ya como redactor) a una persona que ahora mismo está completamente fuera de la órbita del mundo del videojuego. Veo que de unos meses a esta parte desconozco por completo las últimas novedades que han salido al mercado y que el único medio especializado en estos temas que consulto es ultimONivel más que nada por las vinculaciones personales que me unen a ello. Preguntadme por cualquier tema de fotografía y seguro que os puedo responder algo coherente; pero si por ejemplo queréis saber cuál será el próximo título de Capcom os diré que no tengo ni la menor idea. Y que conste que esto es algo de lo que ya me di cuenta hace unos meses y que me llevó a adoptar un cambio de rol en la web.

Echando un poco la vista atrás me doy cuenta de que este cambio de perspectiva se inició según terminaba mi etapa universitaria: durante los años de clases, prácticas, laboratorios y demás, al llegar a casa me apetecía mucho ponerme a los mandos de la consola y echarle horas a algún título que me tuviera entretenido sin preocuparme mucho de lo que deparara el futuro.

Sin embargo, cuando aprobé la última asignatura de la carrera y entré a trabajar en Komatsu, comencé a preocuparme por otro tipo de cosas. Seguía disfrutando con los videojuegos, pero no tanto como antes debido a que al entrar en el mercado laboral ciertas cosas empezaron a cambiar en mi modo de ver el mundo. Al fin y al cabo, nuestra forma de ser viene determinada por las circunstancias que nos rodean; y las mías habían variado mucho en los últimos tiempos.

Y así, poco a poco llegué a la situación actual en la que los videojuegos no me llaman en absoluto la atención debido a que en mi tiempo libre lo que más me llena es salir a la calle a caminar y hacer fotos, conocer gente y escribir historias personales, relatos o artículos sobre fotografía en este blog.

Sea como sea, después de todo lo vivido durante estos años en relación con los videojuegos en general y con ultimONivel en particular, aunque ahora mismo lo veo como algo remoto, es posible que en el futuro me vuelva a picar el gusanillo y retome un poco esta afición por los videojuegos que empezó cuando tenía siete años; pero si hoy por hoy dispongo de un rato libre, he de reconocer que la opción de agarrar una videoconsola es una de las últimas de mi lista. Además, una de las cosas que más me gustaba de mi labor en ON era la asistencia a presentaciones y eventos varios; pero además de que el ambiente en estos actos se ha enrarecido un poco de un tiempo a esta parte, por incompatibilidad de horarios me es imposible cubrir nada de esto en la actualidad.

Durante el tiempo que he formado parte del equipo de redacción he escrito un centenar de artículos que ahí quedarán como testigo de mi paso por la web; pero si miro en mi interior me doy cuenta de que en esta etapa de mi vida no me siento capaz de escribir con propiedad sobre un tema por el que he perdido todo el interés que tenía en épocas pasadas.

De todos modos, no quiero finalizar esta entrada sin dejar claro que los amigos hechos en ON perduran en el tiempo del mismo modo que seguiré pasando asiduamente por el foro como hasta ahora. En ese sentido nada va a cambiar, porque más allá de ser redactor, colaborador o un simple forero más, el espíritu y la ilusión que fundaron ese proyecto permanecen intactos esté donde esté cada uno de nosotros.

Mucha suerte a todos los miembros pasados, presentes y futuros de una comunidad de amantes de los videojuegos que no tiene comparación con ningún otro rincón de Internet.

Por último, y como homenaje a todo este tiempo como miembro del ON Team, aquí dejo el avatar que hasta hoy he llevado en el foro de esa maravillosa familia que es ultimONivel para tenerlo siempre a mano y no olvidar al carismático Manny Calavera que mucha gente identifica conmigo. A partir de ahora mi imagen tendrá más que ver con la fotografía que con los videojuegos, pero el protagonista de Grim Fandango siempre estará en mi recuerdo.

¿Por qué escribo? ¿Para qué escribo? ¿Para quién escribo?

Las tres cuestiones que planteo en el título de esta entrada son algo que todo blogger debería preguntarse alguna vez. Pienso firmemente que todo lo que hacemos tiene un fin y un sentido; que nunca hacemos algo “porque sí” por muy descabellado que pueda parecer. Por eso mismo hoy he decidido sentarme a hacer una reflexión para poder ahondar en estas tres importantes preguntas y ofreceros mis propias respuestas:

¿Por qué escribo?

Escribo porque siempre lo he hecho; es algo natural en mí. Recuerdo los años del instituto en los que plasmaba mis reflexiones en papel por puro placer y se las pasaba a mi amigo Joe para que me diera su punto de vista. A veces eran auténticas “idas de olla” y en ocasiones trataban temas mucho más serios, pero vistas detenidamente no eran muy diferentes a las cosas que se pueden encontrar por aquí.

Dientes de sierra

Sin embargo, todos aquellos textos están ahora guardados en carpetas bajo libros y apuntes de la universidad en un maletero del que no sé si volverán a salir alguna vez. Aquellas reflexiones que tantas horas me llevaron escribir sólo las vieron los ojos de Joe aparte de los míos, y la verdad es que ahora lo pienso y me da un poco de pena.

Precisamente por ello cuando creé mi primer blog sentí que tenía un rinconcito propio en el que escribir mis pensamientos y que cualquier persona podría leerlos. Puede que no fueran demasiados los interesados en saber de mis cosas, pero seguro que serían más de dos y además ahí quedarían para siempre por si a alguien en el futuro las encontraba de pura casualidad. Poco a poco aquel pequeño rincón fue creciendo y un día sentí la necesidad de buscar nuevos retos, de modo que creé un segundo blog totalmente continuista con el anterior y que no es otro que en el que os encontráis ahora mismo.

Entonces, a modo de resumen se podría decir que escribo para que mis pensamientos, emociones, reflexiones y sentimientos no se pierdan en el tiempo ni en una oscura caja de cartón y también para que cualquier persona pueda encontrarlos en el futuro y sentirse identificada con ellos.

¿Para qué escribo?

No es lo mismo el por qué que el para qué, ya que si bien lo primero indica el origen de las cosas, lo segundo tiene que ver con la meta que se busca, de modo que vamos a mirar hacia el futuro para buscar el sentido a todo esto a través de dos razones principales:

La primera es que escribo para tener una especie de “archivo” en el que tener almacenados todos los recuerdos de mi vida. Sería genial ponerse a releer todo esto dentro de muchos años y recordar cosas que creía completamente olvidadas. Ya dije hace tiempo en una entrada de este mismo blog que escribo porque no me fío de mi memoria; y lo cierto es que así es, pues a veces me he puesto a repasar alguna de las primeras entradas publicadas y me he encontrado con pequeños detalles que ya no recordaba.

Hojas resecas

La segunda tiene que ver con la necesidad vital de trascender; y es que todos llegamos a un punto de nuestras vidas en el que queremos hacer algo por lo que se nos recuerde. Hay gente que lo hace plantando un árbol, otras personas crean una fundación de algún tipo… Hay mil y una maneras de trascender, pero a mí el cuerpo me pedía hacerlo a través de la escritura y la fotografía.

Es cierto que mis artículos en ultimONnivel me permitían llegar a la gente de un modo bastante directo y que me permitía expresarme como quería (he de reconocer que jamás tuve ningún tipo de censura en la web dijera lo que dijera en mis análisis y reportajes) pero me veía limitado porque sólo escribía sobre una temática que cada vez sentía más lejana. Lo que realmente quería era abarcar todos los campos posibles, pues ya desde pequeño nunca quise encasillarme en nada y consideré que era mejor saber un poco de todo que mucho de una cosa y nada del resto. Por eso llegué a un punto en el que me llenaba más escribir cualquier pequeña reflexión personal en este blog que redactar un extenso artículo sobre el último lanzamiento de la industria del ocio digital.

Evidentemente, cuando hace unos meses mi tiempo libre empezó a escasear tuve que elegir, y sin dudarlo demasiado opté por cuidar de este rincón dejando el tema de los videojuegos exclusivamente a la gente de ultimONivel que está mucho más metida en todo ese mundillo.

Por tanto, puedo afirmar que escribo para llegar a la gente de tal modo que lean algo mío y se sientan identificados con ello o les sirva de distracción / guía / ayuda / consejo a la hora de hacer alguna cosa. No es que quiera ser un gurú espiritual ni nada por el estilo; pero sí que me alegra un montón leer comentarios de personas que muestran su agradecimiento por lo bien que les ha venido una review a la hora de comprarse un móvil o porque alguno de mis textos les ha hecho pasar un rato agradable y despreocupado. Ese es para mí el más grande de los premios a las horas que invierto en este blog cada semana.

¿Para quién escribo?

Después de todo lo que os he contado hasta este punto creo que la respuesta es obvia y, como en el caso anterior, tiene dos puntos principales:

Por una parte escribo para mí mismo: para no olvidar nada de lo que vivo y para que me sirva de espejo en el que reflejarme en el futuro. Dicen que quien olvida su pasado está condenado a repetirlo, así que puesto que aquí están plasmados mis éxitos y mis fracasos, creo que será un buen referente por si llegan tiempos de “desorientación vital”.

Farol

Y claro, también escribo para vosotros: para entreteneros, para serviros de utilidad y para compartir lo que vivo, lo que siento y lo que veo todos los días. Puede que mi vida no de para grandes aventuras, pero salir a la calle y observar todas esas pequeñas cosas que nos rodean ya es en si algo muy grande y es lo que siempre os intento contar aquí.

Por lo tanto este blog depende de dos cosas: de vosotros y de mí. Día a día compruebo como siempre estáis al pie del cañón, así que podéis tener la certeza de yo tampoco os fallaré.

¡Un saludo y mil gracias por estar ahí siempre! 🙂

No paro por casa –> menos actividad en el blog

Si veis que estos días hay poca actividad en este blog es debido a que no estoy parando mucho por casa y por lo tanto apenas tengo tiempo de sentarme ante el teclado.

A lo largo de estas últimas semanas he recargado energías suficientes como para afrontar todo lo que tengo en mente tanto a nivel personal como profesional, y por lo tanto estoy aprovechando estos últimos días de Agosto para atar cabos y preparar un futuro mejor. Ya os iré contando cómo van las cosas, pero a pesar de todo voy a intentar seguir sacando al menos una entrada cada día para que así siempre haya aquí algo nuevo que leer.

¡Un saludo y gracias por vuestra atención!  😉

Pequeñas grandes decisiones

A lo mejor no nos paramos a pensarlo habitualmente, pero de vez en cuando uno se da cuenta de que al fin y al cabo nuestras vidas se van creando a partir de las pequeñas acciones de cada día. Una tarde cualquiera te dan un folleto con la historia de una fortificación y piensas en hacer un amplio reportaje sobre el tema; preparando la documentación del mismo empiezas a hablar con la persona que está al cuidado del lugar, al final te haces amigo suyo y acabas cenando en animada charla el día que comienza sus vacaciones. Es un pequeño milagro surgido a partir de una simple casualidad, y eso es muy grande porque uno se plantea cosas como: ¿qué hubiera estado haciendo estas tardes si no me hubiera pasado por allí aquel día?

Parking nocturno

La vida da muchas vueltas, eso lo tengo bien claro desde que era pequeño; pero lo que nunca me deja de sorprender es que a las personas más interesantes nos las vamos encontrando de las maneras más curiosas e inesperadas. Así me pasó con Joe, con Javier, con Sonia… y ahora también con Patricia y su amiga Nycolle; lo que me hace ver una vez más que tener una mente abierta y predispuesta a conocer gente hace que de vez en cuando te lleves sorpresas de lo más agradables.

Puede que la pizza no fuera gran cosa, pero al menos estuvimos de charla todo el tiempo y eso siempre deja un buen recuerdo. Echaré de menos las charlas a los pies de la Torre del Rey, pero estoy seguro de que nos volveremos a ver pronto en algún lugar del tiempo.

Cristina: aquel primer amor platónico

Semanas enteras de verano compartidas con Javier, Raquel, Lidón, Irene, David, Cristina, Aitor, Oscar, Jose, Rebeca, Rubén, Natalia, Marta… y todos ellos perdidos ahora en el tiempo casi sin posibilidad de recuperarlos pese a que alguna vez que nos hemos cruzado por aquí no hemos dudado ni un segundo en cruzar algún saludo o incluso alguna palabra más como ahora os contaré.

Más que una cuestión de amistad olvidada o pérdida de contacto el problema de esta incomunicación es que hemos cambiado demasiado en todos estos años: nada queda ya de aquellas personas que se reunían cada tarde sobre la arena de la playa para hablar sobre lo que les había ocurrido durante el invierno o los planes que tenían para el futuro. Ese futuro que querían cambiar finalmente les alcanzó y al ver frustrados aquellos sueños infantiles se acabaron los temas de conversación, se terminó el soñar despiertos. Aquellos inocentes juegos en los que el mayor de los premios consistía en darse un pico con una de las chicas del grupo ahora no representarían el menor de los retos porque hemos crecido y todo se nos ha quedado pequeño.

Con aquella edad jamás lo habría reconocido públicamente, pero a mí Cristina me volvía loco. Poco me importaba que su hermana Marta me hiciera la vida (o al menos el verano) imposible hasta donde alcanza mi memoria, pues las noches en las que nos poníamos a charlar sobre el mundo o jugábamos a “la zapatilla por detrás” eran el mayor de los premios. Es más, todavía recuerdo con claridad la noche en la que todos bajamos nuestras bicicletas y Cristina tenía la suya con una rueda pinchada. Aquella era mi oportunidad de tenerla cerca de mí, así que venciendo mi antigua timidez me ofrecí a llevarla “de paquete” en mi montura de metal.

Grupo amigos Oropesa 1992

De izquierda a derecha y comenzando por la fila superior: Javier, Óscar, José, Lidón, Marta, Rebeca, Cristina ^_^, Cristina «la de valencia» y Javi.

Ella aceptó encantada, y aunque no hacía más que dar bandazos de un lado a otro debido a que hacía meses que no cogía mi bicicleta, el sentir sus manos apretando mi cintura me reconfortaba y me hacía sentir un hormigueo en el estómago hasta entonces desconocido para mí. Tengo claro que con doce años una experiencia así supera a muchas otras en teoría mucho más explícitas que vendrían una década después.

Sin embargo, una mala noche del verano de 1992 apareció un nuevo grupo de chicos por donde solíamos estar nosotros y enseguida comenzaron a tirarle los tejos a Cristina. Y claro, como aquellos tíos debían tener dos o tres años más que nosotros aquello era lo mejor que le podía pasar a una chica que no se perdía un capítulo de “Sensación de vivir” y enseguida noté un considerable alejamiento de aquella chica que tanto me gustaba (¡hasta su apellido Deluis parecía indicar que estábamos hechos el uno para el otro!) al tiempo que observaba con rabia cómo ella le reía todas las gracias a aquel grupo de extraños.

El verano siguiente Cristina y una buena parte de nuestro grupo original se mezcló con aquellos insolentes del 92 y comenzaron a hacer cosas radicalmente diferentes a las que hacíamos en el pasado: fiestas en la playa, botellones… cosas que con trece años veía como muy lejanas y que no iban con mi estilo de ver las cosas. Aquel fatídico verano fue el de la primera gran escisión de nuestro grupo; una escisión a la que seguirían muchas otras que acabarían por disgregarnos para siempre.

Todo aquello lo creía olvidado para siempre hasta que el pasado verano me crucé con Cristina tras muchos años sin verla. Tenía la misma cara que cuando nos despedimos en el verano de los juegos olímpicos de Barcelona y no dudé en ningún momento de que era ella, pues su sonrisa y la expresión de sus ojos las había conservado intactas en mi subconsciente durante los últimos 180 meses.

Ella estaba en el paseo de la playa, caminando sin rumbo aparente con paso lento, más o menos como yo; así que nos detuvimos frente a frente, pronunciamos el nombre el otro con tono de interrogación y, tras borrar nuestras muecas de sorpresa, preguntamos respectivamente por el tiempo transcurrido desde la última vez que nos vimos.

¿Y qué me encontré? Pues algo tan aparentemente simple como que Cristina había acabado yéndose a vivir con Diego; uno de los integrantes de aquel grupo que la “arrebató” de nuestro lado en aquel verano que antes os relataba. Supongo que la cara de bobo que se me debió quedar fue épica, porque recuerdo perfectamente que en apenas dos segundos se me pasó por la cabeza toda la secuencia de acontecimientos de aquella noche en la que conoció a Diego y compañía. Tan aturdido me quedé con la noticia que ella misma me preguntó: “Luis, ¿qué te pasa?” a lo que respondí que me habían venido de golpe muchísimos recuerdos a la cabeza.

Es absolutamente alucinante comprobar cómo una pequeña acción puede cambiar la vida de dos personas. ¿Qué hubiera pasado si aquella noche hubiéramos estado en otro lugar? ¿Dónde estaría hoy Cristina si no hubiera conocido a Diego? ¿Qué papel hubiera jugado yo en su vida? Esas tres preguntas fueron las primeras de una larga lista que asaltó mi mente en aquel instante. Cristina, seguramente el que fuera mi primer amor platónico, había acabado viviendo con un tío al que conoció delante de mis narices.

De todos modos, no estaba triste, furioso ni celoso, pues los años transcurridos me habían hecho olvidar (o eso creía) aquella amistad tan especial con ella y además yo había hecho mi vida sin siquiera recordarla durante meses. Lo que me ocurrió fue una especie de “flashback” tan fuerte que me devolvió de golpe a aquellos años felices.

Lo peor de este “retorno al pasado” que os comento es que no fui capaz de reaccionar y pedirle a Cristina una dirección de e-mail o un número de teléfono para estar en contacto. Me da mucha rabia porque si mañana me la encontrara le contaría todo esto sin dudar ni un momento y le diría que me encantaría que estuviéramos en contacto para recordar aquellos años pasados; pero algo me dice que puede que tengan que pasar otros quince años para que nos volvamos a encontrar y a lo mejor entonces me cuenta alguna otra cosa que me devuelva de nuevo a aquellas primeras sensaciones que la gente se empeña en llamar amor.

Quince años después

Dieciseis años después de la fotografía original

Alcalá de Henares ayer y hoy (22) [vídeo resumen]

Hoy no hay nuevas fotografías, pero no os asustéis: el motivo es que tras una temporada en la que no he tenido tiempo de sacar nuevas imágenes he decidido dar un pequeño parón de unos días y así ir recopilando nuevo material para ofreceros en futuras entregas.

Lo que ocurre es que os comenté el pasado Jueves que para hoy os esperaba una sorpresa y aquí la tenéis: he creado un sencillo vídeo con las fotografías que conforman esta primera parte de las entradas de la serie «Alcalá de Henares ayer y hoy» de tal modo que se haga más ameno y más rápido el ver los cambios que han sucedido en la ciudad durante las últimas décadas. Espero que os guste 🙂

¡Un saludo!